TLALOQUE Nº7

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  • TLLOC QU?

    Boletn del Seminario

    El Emblema de Tlloc en Mesoamrica

    Ao 2 N 7 Julio-Septiembre 2012

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    UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO

    Jos Narro Robles

    Rector

    Estela Morales Campos

    Coordinadora de Humanidades

    Renato Gonzlez Mello

    Director del Instituto de Investigaciones Estticas

    Mara Elena Ruiz Gallut

    Titular del proyecto

    Mara Elena Ruiz Gallut

    Amrica Malbrn Porto

    Enrique Mndez Torres

    Editores

    Amrica Malbrn Porto

    Diseo editorial Certificado de reserva de derecho al uso exclusivo

    del ttulo, Direccin General de Derechos de Autor,

    Secretara de Educacin Pblica, nmero ( en

    trmite ) . Certificados de licitud de ttulo y de con-

    tenido, Comisin Certificadora de Publicaciones y

    Revistas Ilustradas, Secretara de Gobernacin,

    nmeros, ( en trmite ) , ISSN ( en trmite ) .

    Las opiniones expresadas en Tlloc Qu? Boletn del

    Seminario El Emblema de Tlloc en Mesoamrica son

    responsabilidad exclusiva de sus autores.

    Tlloc Qu? Boletn del Seminario El Emblema de Tla-

    loc en Mesoamrica es una publicacin trimestral del

    Proyecto El Emblema de Tlloc en Mesoamrica, del

    Instituto de Investigaciones Estticas de La Universidad

    Nacional Autnoma de Mxico, Circuito Mario de la

    Cueva s/n, Ciudad Universitaria, C.P. 04510, Mxico

    D.F. Tel. 5622-7547 Fax. 5665-4740.

    [email protected]

    Portada: Lmina 2 Cdice Laud. Zelia Nutall, Cdice Nutall, Reproduccin del Facsimile Editado

    por el Museo Pebody de la Universidad de Harvard. La Estampa Mexicana, Mxico.1974.

    Cenefa: Detalle Lmina 1 Cdice Laud.

    Consejo Editorial:

    Jorge Angulo Villaseor

    Marie-Areti Hers

    Alejandro Villalobos

    Patrick Johansson K.

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    CONTENIDO

    Presentacin Los aspectos mltiples del dios de las tormentas en el panten y la cosmologa teotihuacana Kasper Wrem Anderson y Christophe Helmke

    Tezcatlipoca y el dios K: un ejemplo del sustrato religioso mesoamericano en la lpida de Huamango Francisco Rivas Castro, Rosalba Nieto Calleja y Laura A. Castaeda Cerecero Agua, palacios, jardines y abundancia descripcin de Alva Ixtlixochitl del cerro de Tetzcotzinco Juan Carlos Olivares Orozco y Erika Patjane Alonso

    Sesiones del Seminario

    p. 6

    p. 8 p.53 p. 66 p. 84

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    PRESENTACIN

    E l presente nmero rene tres artculos que aportan reflexiones importantes en torno a

    diversas cuestiones vinculadas con textos, imgenes y espacios rituales dedicados a

    Tlloc.

    El primero t itulado Los aspectos mlt iples del dios de las tormentas en el pan-

    ten y la cosmologa teotihuacana , escrito por Kasper Wrem Anderson y Chris-

    tophe Helmke, pone en la mesa de discusin la idea de que las dist intas personi-

    f icaciones de Tlloc corresponden a fenmenos atmosfricos part iculares relacio-

    nados con la l luvia. Con el apoyo de la lectura epigrf ica de este t ipo de manifes-

    taciones, los autores ref ieren por un lado, conjuntos de representaciones relacio-

    nados, entre otros, con puntos cardinales y colores correspondientes. La identif i-

    cacin y correlacin entre patrones presentes en otras culturas dist intas de la

    teotihuacana posibil i ta proponer similitudes con las estructuras grf ico -

    simblicas del tambin l lamado Dios de las Tormentas generado en Teotihuacn,

    lnea de investigacin que dar, con toda seguridad, resultados novedosos.

    De la coautora de Rivas, Nieto y Castaeda se publica el texto Tezcatlipoca y el dios K: un

    ejemplo del sustrato religioso mesoamericano en la lpida de Huamango, donde se plantea una

    lectura distinta de dicha pieza, en la que se incluyen los que se identifican como elementos de

    la religin mesoamericana de muy larga duracin, que se miran de formas similares pero cuyos

    significados varan en el tiempo. De tal forma se analizan en este estudio representaciones de

    una de las deidades relevantes en el panten maya, el dios K, a la luz de comparaciones con

    las formas significativas de la propia lpida que muestra al seor del rayo vinculado al poder.

    Juan Carlos Olivares Orozco y Erika Patjane Alonso presentan el texto Agua, palacios, jardines

    y abundancia descripcin de Alva Ixtlixochitl del cerro de Tetzcotzinco, trabajo que analiza las

    caractersticas funcionales y de ingeniera hidrulica que tiene uno de los pocos edificios de la

    poca prehispnica tallados directamente en la piedra. El anlisis arqueolgico que recuperan

    los autores, donde tanto la arquitectura propia del sitio como los elementos escultricos, se

    complementa con informacin proveniente de fuentes escritas coloniales y con los datos obteni-

    dos del llamado Cdice Xlotl, en el que se identifica al mencionado cerro como lugar de culto

    al agua o lugar de culto a Tlloc.

    Mara Elena Ruiz Gallut

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    LOS ASPECTOS MLTIPLES DEL DIOS DE LAS TORMENTAS EN EL PANTEN Y LA COSMOLOGA TEOTIHUACANA

    Kasper Wrem Anderson y Christophe Helmke

    Introduccin

    E n 1912 el gran erudito Eduard Seler present hallazgos arqueolgicos pro-

    venientes de Teotihuacan en el 18 Congreso Internacional de Americanis-

    tas en Londres (Seler, 1913). El siglo que ha transcurrido ha presenciado

    investigaciones casi continuas en la extraordinaria zona arqueolgica de Teotihuacan.

    El trabajo contina en estos aos con las gratificantes y notables excavaciones en el

    tnel ubicado por debajo del Templo de la Serpiente Emplumada, el punto focal del

    complejo de la Ciudadela. Esta investigacin ha abierto dilogos acadmicos y nos

    ha permitido renovar y matizar nuestra perspectiva acerca de esta antigua metrpolis

    en cuanto a su sociedad, cultura, religin y cosmovisin. Este ensayo se basa en la

    investigacin epigrfica de los aos recientes; se examinar la forma en la que las

    culturas mesoamericanas han empleado los colores como componentes de su mbito

    cosmolgico y teolgico, y propondremos que en Teotihuacan existi indudablemente

    un modelo similar durante el periodo Clsico manifestado en el dios de las tormentas

    y sus diferentes manifestaciones. Adems del uso de comparaciones interculturales,

    nuestro enfoque en este ensayo se basa en un examen sistemtico del corpus ico-

    nogrfico, para as analizar y escudriar las mltiples representaciones del dios de

    las tormentas, seguido de un inventario exhaustivo, de la clasificacin y de ejercicios

    tipolgicos cuyas funciones sern separar e identificar a las diferentes manifestacio-

    nes de esta deidad. Muchos especialistas han expresado dudas con respecto a deli-

    mitaciones demasiado finas, mientras que nosotros hemos identificado dentro de la

    iconografa a un dios de las tormentas estndar e incluso prototpico, el cual exhibe

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    anteojeras, como las efigies marciales e in-

    cluso algunas inhumaciones, al igual que las

    representaciones de mariposas, las cuales in-

    dudablemente representan a las almas de los

    guerreros difuntos (vase Miller, 1973:78, Fig.

    110; 80-81, Fig. 116; 81, Fig. 119; Pasztory,

    1974:15). A travs de nuestro anlisis de la

    iconografa y de la cultura material de Teo-

    tihuacan documentada en la literatura publica-

    da, hemos recopilado ejemplos del dios de las

    tormentas en donde las tres caractersticas son

    visibles. El corpus que hemos recopilado cons-

    ta de un total de 143 ejemplos incluyendo a las

    formas emblemticas ms sintetizadas y a las

    figuras de colgantes de nariz; este conjunto

    tres caractersticas fundamentales concretas:

    No se considera como una representacin del

    dios de las tormentas a cualquier entidad que no

    exhiba estas tres caractersticas (Fig. 1). La

    razn para establecer esta distincin es que va-

    rias representaciones iconogrficas tienen rasgos

    del dios de las tormentas especialmente las

    anteojeras enmarcando

    a los ojos

    (anteojos, anillos

    oculares)

    labio superior curvado (bigotera, bigotes)

    caninos prominentes

    debajo de los labios

    (colmillos)

    Fig. 1: Un ejemplo del dios de las tormentas de Teotihuacan exhibiendo las tres caractersticas

    bsicas: anteojeras, labio superior curvado y colmillos prominentes. Ejemplo proveniente del Prtico

    2 de Tepantitla (fotografa de Christophe Helmke).

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    condujeron a investigadores como Manuel Ga-

    mio, Eduard Seler y Hermann Beyer a concluir

    que en Teotihuacan se vener a una forma

    ms temprana de la deidad mexica Tlaalok

    (Gamio, 1922:lxxii-lxxiii, Lm. xiiia-b; Beyer,

    1922:273-278; Pasztory, 1974:3, vase tam-

    bin Carballo, 2007). En la literatura se han

    aplicado trminos diferentes para nombrar a la

    deidad relacionada con la lluvia y el trueno pre-

    sente en Teotihuacan, cuya descripcin se ha

    basado principalmente en sus caractersticas

    faciales (Caso, 1966; Pasztory, 1974; von Win-

    ning, 1987; Berlo, 1992; de la Fuente, 1995;

    1996). Aunque los rasgos compartidos y las

    caractersticas faciales implican una continui-

    dad que abarca desde Teotihuacan hasta el

    Tlaalok mexica del Posclsico tardo, hemos

    preferido emplear la designacin ms neutral

    de dios de las tormentas para denominar a la

    deidad con anteojeras presente en Teotihua-

    can (siguiendo a Millon, 1988:100; Pasztory,

    1988:45-73; 1997:95-107, 136; Berlo, 1992:

    129-168; Langley, 1992:248-259). Esto se de-

    be a que el idioma de Teotihuacan an se des-

    conoce y constituye un asunto de intenso de-

    bate (vase Nielsen y Helmke, 2011:345-349);

    transponer un vocablo nhuatl sobre una dei-

    dad del periodo Clsico de Teotihuacan es un

    procedimiento completamente anacrnico y

    muy posiblemente errneo en su totalidad. Est-

    her Pasztory consider prctico emplear el

    engloba a 114 ejemplos monocromticos re-

    presentados en esculturas, pasajes jeroglficos,

    efigies de cermica y murales, y una muestra

    ms reducida de 29 ejemplos policromos halla-

    dos en los murales y las piezas cermicas es-

    tucadas. Los ejemplares policromos nos han

    permitido identificar a bastantes dioses de las

    tormentas cuyos cuerpos se caracterizan por

    una coloracin particular. En total, hemos iden-

    tificado seis coloraciones diferentes que al pa-

    recer sirven como atributos diagnsticos, y co-

    mo tal, suponemos que estas coloraciones fun-

    cionan como identificadores diferenciados para

    manifestaciones particulares del dios de las

    tormentas. Ms adelante regresaremos a estos

    ejemplos fascinantes de Teotihuacan, pero pri-

    mero examinaremos la historia de las investi-

    gaciones concernientes al dios de las tormen-

    tas y estableceremos comparaciones con los

    mexicas del Posclsico y los mayas del Clsi-

    co, centrndonos en el lugar ocupado por las

    deidades de la lluvia dentro de la cosmologa y

    el panten de estas culturas mesoamericanas.

    Tlaloc A, Tlaloc B y el dios de las tor-

    mentas

    Las anteojeras, los colmillos y el labio superior

    que comparten el Tlaalok mexica del Posclsi-

    co y las figuras ms antiguas representadas en

    los murales, vasijas y figurillas encontradas en

    las primeras excavaciones en Teotihuacan

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    nombre de la deidad mexica correspondiente

    cuando se pudiera establecer dicha correla-

    cin, pero advirti que la referencia debe clasi-

    ficarse como una versin teotihuacana de la

    deidad (Pasztory, 1972:152; vase tambin

    Carballo, 2007:55). La misma Paztory ha

    usado designaciones como Tlaloc (Pasztory,

    1971:127-138) y Tlaloc de Teotihua-

    can (Pasztory, 1974), no obstante ella ha pre-

    ferido la designacin dios de las tormentas

    durante las dos ltimas dcadas (Pasztory,

    1988:45-77; 1997:95-107)1. Actualmente mu-

    chos investigadores prefieren restablecer la

    designacin nhuatl (Taube, 2011) y algunos

    arguyen que el nombre transmite apropiada-

    mente las connotaciones y las descripciones

    esenciales de esta entidad (Headrick, 2010).

    1. Karl Taube menciona que en el Altiplano Central de Mxico, los vientos que provocan las lluvias de primave-ra y verano provienen del oriente (2009:29; para un ejemplo ilustrativo vase Iwaniszewski, 1986:254, Fig. 3), y, por lo tanto, resaltan un fenmeno natural, en don-de los ventarrones tempestuosos anteceden a las vigo-rosas nubes portadoras de lluvia durante la temporada pluviosa. El designar como el dios de las tormentas a la deidad relacionada con las lluvias en Teotihuacan puede verse como una equiparacin con el dios de la lluvia, pero ahora la costumbre de utilizar el trmino dios de las tormentas dentro de las esferas culturales de Teo-tihuacan puede servir para establecer una distincin en-tre la deidad de la lluvia teotihuacana y otras deidades de la lluvia relacionadas con otras culturas mesoameri-canas, como la azteca, la cual tambin se analiza en este ensayo. 2. Para conocer una visin general sobre algunos cdi-ces prehispnicos y coloniales tempranos, incluyendo al Cdice Borgia, consltese Vela, 2009b.

    La etimologa del tenimo nhuatl Tlaalok

    permanece en debate, pero usualmente se

    cree que incluye tlaal tierra; algunos contin-

    an proponiendo que el nombre se puede tra-

    ducir como aquel que rompe la tierra (Lujn y

    Santos, 2012:31-32, vase tambin Sullivan,

    1972:213-217; Karttunen, 1983:276). Puesto

    que la deidad de Teotihuacan y la de los mexi-

    cas se encuentran separadas por ms de un

    milenio, es crucial establecer una distincin

    clara entre ambas sin importar la designacin

    utilizada.

    De cualquier manera, muchos estudiosos utili-

    zaron la designacin Tlaloc para referirse a la

    divinidad con anteojeras, incluyendo a Alfonso

    Caso y Pedro Armillas, quienes descubrieron

    que una de estas entidades de Tlaloc estaba

    estrechamente relacionada con contextos

    acuticos (Pasztory, 1974:6). De manera simi-

    lar, Esther Paztory, quien se esforz para mati-

    zar el entendimiento de las entidades conoci-

    das como Tlaloc, argument la existencia de

    dos tipos de deidades de la lluvia en la icono-

    grafa de Teotihuacan, a las que design como

    Tlaloc A y Tlaloc B (Pasztory, 1974). Una

    imagen bilateral muy simple del dios de las

    tormentas de Teotihuacan se form basada en

    esta dicotoma. Con base en el Cdice Borgia

    (p.27)2 como referencia cannica, ella identi-

    fic diferentes tipos de Tlaaloke en la

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    iconografa de Teotihuacan y concluy su an-

    lisis proponiendo los trminos Tlaloc-

    cocodrilo y Tlaloc-jaguar (Pasztory,

    1974:18). En este esquema, el Tlaloc A cuya

    presunta filiacin est relacionada con el coco-

    drilo, estaba asociado con la tierra y el agua,

    mientras que el Tlaloc B estaba ligado al

    armamento, la guerra y la fertilidad (Pasztory,

    1974:19)3. Asombrosamente Pasztory incluso

    continu preguntando: acaso las otras im-

    genes del supuesto Tlaloc [Tlalook] en Teo-

    tihuacan pueden ser variantes adicionales de

    una imagen de Tlaloc? Ella respondi a esta

    cuestin con una respuesta clara y categrica:

    no (Pasztory, 1974:10-11). Trece aos ms

    tarde, Hasso Von Winning compil la significa-

    tiva obra acerca de la iconografa de Teotihua-

    can publicada en dos volmenes (von Winning,

    1987). En estas obras, von Winning aclar que

    se encontraba siguiendo los pasos de Pasztory

    al argumentar la presencia de dos tipos de

    Tlalooke en Teotihuacan: el Tlaloc A vincula-

    do con el agua, y el Tlaloc B asociado princi-

    palmente con la guerra y las ofrendas, y secun-

    dariamente con el agua y la fertilidad (1987:

    3. El anlisis llevado a cabo por Pasztory fue adoptado aos ms tarde por Cecilia Klein que intent averiguar la naturaleza y el carcter del Tlaalok azteca del Posclsico tardo. Sin embargo, su anlisis es limitado, ya que las interpretaciones se basaban en el material teotihuacano del Clsico, pero pretendan esclarecer temas relaciona-dos con el Tlaalok azteca de pocas ms tardas (Klein, 1980:156-157; para conocer un ejemplo con un enfoque opuesto vase tambin Heyden, 1975).

    Tabla 6). Pasztory y von Winning identificaron

    al Tlaloc A y al Tlaloc B de acuerdo a las dis-

    tintas caractersticas faciales mediante la cate-

    gorizacin de, por ejemplo, la forma especfica

    del labio superior (Pasztory, 1974:6-7, 16; von

    Winning, 1987: Tomo I:68; 94), la cantidad de

    colmillos y la presencia de un nenfar en la

    boca (von Winning, 1987:ibd.). Sorprendente-

    mente, hasta la fecha no ha aparecido ningn

    estudio en donde se tomen en consideracin

    las diferencias de color de los distintos dioses

    de las tormentas como un criterio para aislar a

    las diferentes entidades o manifestaciones. Es-

    to se enfatiza por el hecho de que las obras de

    Pasztory y von Winning se publicaron en blanco

    y negro. De cualquier forma, Pasztory mencio-

    na la coloracin amarilla del dios de las tormen-

    tas representado en los registros que enmarcan

    a los murales de Tepantitla y se refiri a esta

    caracterstica como alusiones de cruces inter-

    nas, sugiriendo a continuacin que la pigmen-

    tacin amarilla hace referencia a la deidad

    amarilla de la vegetacin (Pasztory, 1974:11,

    nota 2). Aunque este comentario comprensivo

    permite entender las conceptualizaciones de

    los estudiosos occidentales, no permite alum-

    brar al panten antiguo de Teotihuacan, ni a su

    estructura interna o deidades pobladores.

    Como veremos ms adelante, el color es de

    importancia primordial no solamente en Teo-

    tihuacan, sino en todas las culturas meso-

  • 13

    americanas en general, y ofrece un campo

    abierto para explorar la naturaleza diversa del

    dios de las tormentas y sus mltiples manifes-

    taciones.

    Las deidades cuadripartitas de la lluvia y

    el trueno en Mesoamrica

    En virtud de que los registros del rea maya

    ilustran uno de los esquemas cosmolgicos

    mejor documentados en toda Mesoamrica,

    nuestro amplio enfoque mesoamericano co-

    menzar con el anlisis de los datos prove-

    nientes de esta rea. El clebre mayista Sir J.

    Eric Thompson inform acerca de la creencia

    en cuatro entidades destacadas de Chak por

    parte de los modernos mayas yucatecos, lla-

    madas los Nukuch Chakoob, y de muchas

    otras deidades menores de Chak. Las cuatro

    deidades Chak principales estn asociadas

    en correspondencia a cada direccin del mun-

    do y se conocen por diferentes nombres, como

    Hopo kaan Chak, el Chak que enciende el

    cielo, y Ajbolon kaan Chak, El Chak del no-

    veno cielo (Thompson, 1970a:255). Robert

    Redfield y Alfonso Villa-Rojas confirmaron la

    existencia de las diferentes facetas de Chak

    basados en su trabajo en Chan Kom, Yucatn,

    cuando plantearon que en los rezos formales

    se usaban los nombres alternativos para los

    chacs de las cuatro direcciones, y cuando una

    nube oscura surga en el oeste, se deca que el

    chac negro estaba por venir (Redfield y Villa-

    Rojas, 1962:115-116). A esto se puede aadir

    la observacin efectuada por Sir Thompson

    sobre las creencias religiosas de los mayas del

    sur de Belice: Una vez ms, hay un Chac prin-

    cipal entre los cuatro principales, el cual est

    asociado con los cuatro rincones del mundo y

    con los cuatro colores del orbe. En adicin a

    esto, existen innumerables Chacs meno-

    res (Thompson, 1930: 61).

    Estas relaciones etnogrficas y etnohistricas

    demuestran irrefutablemente la existencia de

    un universo cuadripartita entre los mayas yuca-

    tecos, un patrn que puede extenderse al

    Posclsico tardo basados en la evidencia pro-

    porcionada por el Cdice Dresde. Este almana-

    que adivinatorio maya del Posclsico incluye

    una seccin extensa que enlista los distintos

    atributos y formas asociadas de Chaahk, el

    dios de la lluvia y el trueno (vase Helmke,

    2007; Palln Gayol, 2009:18; Stone y Zender,

    2011:40-41). Los segmentos de las pginas 42

    a 45 son de inters particular, al igual que las

    pginas 29 y 30, las cuales representan los di-

    ferentes aspectos de Chaahk, cuyas clasifica-

    ciones se aprecian en los siguientes fragmen-

    tos (Fig. 2).

    La relacin entre coloracin y direccin cardi-

    nal se hace de manera uniforme, y aqu se

  • 14

    Fig. 2 Detalle de las pginas 29 y 30 del Cdice Dresde. Estas pginas muestran las manifestacio-

    nes cudruples de Chaahk, la deidad maya de la lluvia y el trueno del Posclsico tardo, en donde

    cada una de stas est vinculada con una coloracin y una direccin del mundo particular. De iz-

    quierda a derecha aparecen el Chaahk blanco en su canoa, el Chaahk negro en un cenote, el Cha-

    ahk amarillo taendo un tambor, y el Chaahk rojo cazando a un venado (escaneo del original Bi-

    blioteca estatal de Saxonia, Dresde).

    Demostrativo Tenimo Direccin Cardinal

    Traduccin

    Alay? Chak Xib Chaahk lakin Este es el Chaahk hombre rojo, oriente

    Alay? Kan Xib Chaahk nohol Este es el Chaahk hombre amarillo, sur

    Alay? Ihk Xib Chaahk chikin Este es el Chaahk hombre negro, poniente

    Alay? Sak Xib Chaahk nal Este es el Chaahk hombre blanco, norte

  • 15

    puede observar que la pigmentacin funciona

    como el principal atributo singular de este con-

    junto particular del Chaahk cuadripartita (vase

    Helmke, 2007, 2012:85-89). De manera fasci-

    nante vemos alusiones al mismo Chak Xib

    Chaahk en los textos jeroglficos mayas del

    Clsico (vase por ejemplo Schele y Miller,

    1986:148-150, Lm. 40;227, Lm. 90;275-277,

    Fig. VII.3; 310-312, Lm. 122; Garca Barrios,

    2006:201-206), dejando claro que el mismo

    sistema subyacente existi en el panten maya

    del Clsico, en donde un aspecto del dios de la

    lluvia y el trueno existi en forma cuadripartita.

    Tambin es importante comentar que esta dis-

    tribucin cuadripartita no estuvo restringida a

    Chaahk, ya que tambin aplic para otras divi-

    nidades, incluyendo al Dios K (Kawiil) y un as-

    pecto del Dios N (Chan Itzam Tuun), por citar

    algunos ejemplos, que durante el periodo

    Clsico tuvieron su correspondencia equivalen-

    te con una coloracin cardinal distintiva

    (Helmke, 2012:89; vase tambin Boot, 2003:

    7-10; Martin, en prensa). En consecuencia, es

    muy probable que la gran mayora si no es

    que todos de los dioses mayas se considera-

    ran con una existencia cuadripartita, incluso si

    estos no eran explcitamente referidos como

    tales.

    El hecho de que esta estructura es mesoameri-

    cana y no est limitada exclusivamente al rea

    maya puede demostrarse mediante el tepetla-

    kalli de Tizapan de origen mexica, analizado

    recientemente por Leonardo Lpez Lujn y

    Marco Antonio Santos (2012) (Figura 3a). Este

    fascinante artefacto es en realidad un cosmo-

    grama; en la parte inferior de su borde est re-

    presentado un conjunto de cuatro deidades

    Tlaalok, las cuales sostienen y enmarcan al

    centro del universo (vase tambin Matos

    Moctezuma y Sols Olgun, 2002:145, Cat. 56).

    Nuevamente, cada una de las figuras de

    Tlaalok est representada con las coloracin

    correspondiente a los puntos cardinales. En el

    Cdice Borgia se puede reconocer otro conjun-

    to equiparable, aunque en esta ocasin con un

    Tlaalok en cada una de las cuatro esquinas de

    la pgina 27, y uno en el centro que pareciera

    cernirse en el fondo, dominando la escena y

    formando un quincunce cosmolgico (Figura 4;

    vase tambin Boone, 2007:145-151). Un pa-

    nel ubicado actualmente en el Museo Amparo

    proporciona la corroboracin de la naturaleza

    cuadripartita de la forma mixteca de Tlaalok,

    en este caso en forma de cuatro deidades que

    sobrevuelan arriba de la escena, cada una con

    un pequeo cntaro repleto de agua volteado,

    como si estuvieran regando lluvias propiciato-

    rias (Fig. 3b) (Urcid, 2009:34). An ms ajusta-

    do al tema es el conjunto de cinco urnas de

    Kosiyo que adornan la fachada de la Tumba 3

    en Xoxocotlan, el cual una vez ms alude a la

    configuracin del quincunce entre los

  • 16

    Fig. 3: a) El cosmograma representando a cuatro Tlaaloke diferentes con sus colores correspon-

    dientes en la tapa del tepetlacalli de Tizapan (dibujo de Fernando Carrizosa). b) La configuracin

    cuatripartita de Kosiyo, la deidad zapoteca del trueno y la lluvia, cernindose por encima de la esce-

    na con vasijas pequeas derramando lquido sobre los humanos sentados (Urcid, 2009: 34).

  • 17

    Fig. 4: El cosmograma representado en el Cdice Borgia (p. 27). Aqu se representaron cinco mani-

    festaciones de la deidad de la lluvia con coloracin. Ntese tambin la forma en la que estn repre-

    sentados los fenmenos climticos y las mazorcas de maz en cada uno de los cuatro cuadrantes

    del mundo. Como un ejemplo de esta conexin, el Tlaalok de coloracin azul est rodeado por

    enormes nubes cargadas de lluvia y encima de mazorcas de maz erectas y frescas, mientras que

    el Tlaalok de coloracin amarilla arde bajo los desgarradores rayos del sol y mientras los saltamon-

    tes arruinan los campos de maz.

  • 18

    Fig. 5: Conjunto de vasijas efigie del dios de las tormentas en agrupaciones de tres; esto ilustra otro

    patrn numrico que es significativo para esta aglomeracin de deidades (Berrin and Pasztory

    1993: 242, Cat. 119).

    zapotecos del Clsico (Urcid, 2009:33). Estas

    interesantes correspondencias, cuya duracin

    fue de por lo menos un milenio y persisten

    hasta el da de hoy en algunas localidades, de-

    jan pocas dudas con respecto a la naturaleza

    cuadripartita o de quincunce propia de las dei-

    dades en particular de los dioses de la llu-

    via, lo cual fue un punto fundamental de

    equivalencia entre la pltora de dioses de es-

    tas sociedades, sin importar las diferencias sig-

    nificativas en los mbitos lingstico, cultural y

    temporal.

    A su vez, esto plantea la cuestin sobre la

    posible existencia de un esquema semejante

    en Teotihuacan. A primera vista, las intrigantes

    vasijas del dios de las tormentas que aparecen

    en conjuntos de tres pareceran indicar que un

    patrn numrico diferente rigi al panten teo-

    tihuacano (Fig. 5) (Berrin y Pasztory, 1993:

    242, Cat. 119; Castillo y Miranda, 2009:321,

    Cat. 136). Sin embargo, en un incensario teo-

    tihuacano puede apreciarse una representa-

    cin quntuple del dios de las tormentas debajo

    de otra imagen de la misma deidad (Figura 6a-

    b). Estas efigies portan una antorcha en la bo-

    ca y signos de trapecio y rayo en sus tocados.

    En ambos lados de este incensario pueden

    apreciarse espejos decorados con el signo de

    Ojo de Reptil. Ms lejos, en la regin de Es-

    cuintla en Guatemala, un trpode de cermica

    de estilo netamente teotihuacano representa

    en su parte central a un gran dios de las tor-

  • 19

    mentas con un tocado de trapecio y rayo, y un

    signo invertido de montaa triple en su boca;

    pero lo que es verdaderamente notable en l

    son los cuatro dioses de las tormentas ms pe-

    queos que blanden pequeos relmpagos y

    que enmarcan a la figura central (Figura 6c)

    (Hellmuth, 1978:83, Fig. 16; Taube, 2009:155,

    Fig. 2a). Estos ejemplares cermicos confir-

    man la presencia de un concepto quntuple del

    dios de las tormentas de Teotihuacan en esta

    ciudad y en las tierras ms lejanas bajo su do-

    minio.

    Por otra parte, justo como ha sido identificado

    acertadamente por Annabeth Headrick, un en-

    terramiento en la Pirmide de la Luna nos ha

    permitido reconstruir una parte clave de la cos-

    mologa de Teotihuacan. En su comentario so-

    bre la Tumba 2 (Fig. 7), Headrick (2010) ha

    hecho notar que cinco vasijas pequeas con la

    efigie del dios de las tormentas se encontraron

    en este depsito y que cuatro de stas se colo-

    caron en las esquinas, mientras que la quinta

    se situ en el centro (vase Sugiyama y Lpez

    Lujn 2007:127-130).

    Finalmente, Hermann Beyer tambin coment

    la existencia de ejemplares cermicos frag-

    mentados en donde cinco dioses de las tor-

    mentas se modelaron y hornearon juntos, con

    una vasija central de mayor tamao y cuatro

    vasijas ms pequeas alrededor de ella

    (Beyer, 1922:274, Lm. xiiia-b). De esa mane-

    ra, es claro que la configuracin cuadripartita o

    de quincunce de las deidades de la lluvia y el

    trueno tambin se aplica al dios de las tormen-

    tas de Teotihuacan del periodo Clsico.

    Aunque la Estructura de los Altares ubicada a

    los pies de la Pirmide de la Luna ha sido obje-

    to de bastantes discusiones, es necesario con-

    siderarla nuevamente en el presente trabajo

    (Fig. 8a). Esta estructura que Jorge Acosta

    (1966:48) fech alrededor de 300 y 650 d.C.

    se accede por el oeste y en su interior se pre-

    serva las partas bajas de columnas cuadradas

    en talud-tablero. A pesar de que la configura-

    cin interna original de esta estructura se des-

    conoce debido a su estado de preservacin, es

    posible que las columnas correspondan a los

    restos de altares a falta de un mejor trmi-

    no y utilizando la designacin de los autores

    precedentes (v. gr. Acosta, 1966:48;

    Schndube, 1975:241; Cabrera Castro, 2000:

    206-207). Lo que hace interesante a los llama-

    dos altares es su notable configuracin, cuya

    relevancia radica en los puntos cardinales, ya

    que hay cuatro altares alineados con respecto

    a cada una de estas direcciones (con el del

    oeste distribuido a ambos lados de la entrada),

    cuatro altares adicionales emplazados entre

    cada uno de los puntos cardinales; y, finalmen-

    te, un noveno altar ubicado en el centro. Esta

  • 20

    Fig. 6: Manifestaciones quntuples del dios de las tormentas en la cultura teotihuacana. a) Un incen-

    sario que representa manifestaciones quntuples del dios de las tormentas junto con otro dios de las

    tormentas supremo y abarcador que preside a los dioses de las tormentas menores. b) Detalle de la

    ilustracin anterior (Berlo, 1984: Lmina 37). c) Detalle de una vasija trpode moldeada proveniente

    del rea de Escuintla en el sur de Guatemala, en donde se represent a un gran dios de las tormen-

    tas en el centro flanqueado en las esquinas por cuatro dioses de las tormentas ayudantes ms pe-

    queos dispuestos en un quincunce cosmolgico (dibujo de Nicolas Latsanopoulos).

  • 21

    configuracin dividida en nueve porciones es

    extremadamente importante e implica que, en

    adicin a la distribucin cardinal con el centro

    dispuesto como quincunce, los puntos cardina-

    les intermedios tambin figuraban destacada-

    mente en la estructura cosmolgica durante el

    periodo Clsico en Teotihuacan. A nivel de

    Mesoamrica, se conoce relativamente poco

    sobre el papel de las direcciones intermedias,

    entre los cuatro puntos cardinales principales,

    pero los murales descubiertos en la Tumba 12

    de Ro Azul en Guatemala proporcionan una

    comprensin complementaria (Fig. 8b). Aqu el

    texto glfico sugiere que la tumba se puede da-

    tar alrededor de 450 d.C. (vase Acua 2007:

    35-36), lo que confirma la contemporaneidad

    directa con la Estructura de los Altares en

    Teotihuacan. Por lo tanto, es claro que los pun-

    tos cardinales intermedios fueron de cierta im-

    portancia en la cosmologa mesoamericana,

    aunque han permanecido desconocidos por

    mucho tiempo. Lo que es importante aqu es el

    patrn cosmolgico que pudo formar las con-

    cepciones del panten que estuvo vigente du-

    rante el periodo Clsico. En consecuencia, el

    nmero nueve parece ser tan significativo co-

    mo el cuatro o el cinco; cada uno como aspec-

    tos diferentes de un patrn cosmolgico ms

    Fig. 7: Tumba 2, Pirmi-

    de de la Luna, Teotihua-

    can. El plano muestra la

    disposicin de las cinco

    vasijas efigies del dios de

    las tormentas que se

    hallaron dentro de este

    depsito ceremonial con-

    formando un cosmogra-

    ma de quincunce (dibujo

    de Saburo Sugiyama

    Proyecto Pirmide de la

    Luna).

  • 22

    Fig. 8: a) La Estructura de los Altares en la base de la Pirmide de la Luna, Teotihuacan

    (fotografa de Christophe Helmke). b) El interior de la Tumba 2, Ro Azul, Guatemala. Ntense los

    jeroglficos en las paredes que registran las direcciones cardinales principales, y aquellos en las es-

    quinas que se refieren a las direcciones cardinales intermedias (fotografa de George Mobly Na-

    tional Geographic Society).

  • 23

    amplio. Al considerar la importancia del nme-

    ro nueve podra conjeturarse si esta cifra ayu-

    dara a entender las agrupaciones tradicas del

    dios de las tormentas mencionadas anterior-

    mente, pues tres grupos tradicos naturalmente

    dan como resultado nueve (vase Fig. 5). Es-

    tos hallazgos tienen implicaciones fascinantes,

    en particular cuando se toman en considera-

    cin los murales policromos y las cermicas

    estucadas con representaciones del dios de las

    tormentas de Teotihuacan. Los 29 ejemplos

    que hemos identificado posean tonalidades en

    azul, negro, verde, rojo, blanco y amarillo: los

    colores cardinales comunes no solamente en

    Mesoamrica, sino en todo el continente ameri-

    cano (vase Tabla 1; DeBoer 2005:71, Tabla

    4). De cualquier manera, antes de continuar

    analizando las ramificaciones que estas colora-

    ciones tienen para nuestra comprensin de la

    cosmologa y el panten teotihuacano del

    Clsico, es necesario reexaminar el rol que es-

    tos colores desempearon en los cosmogra-

    mas de las culturas amerindias, tanto dentro

    como fuera de Mesoamrica.

    Los colores de las direcciones cardinales

    Un hecho muy conocido es que las culturas

    amerindias tanto en Mesoamrica como en

    lugares ms lejanos conceban una cosmo-

    loga que divida al universo en cuatro cuadran-

    puntos cardinales4 (vase DeBoer, 2005). Ca-

    da uno de estos cuadrantes se asociaba con

    un color distinto y en ocasiones al centro tam-

    bin se le atribua alguna coloracin. En toda

    Amrica los colores cosmolgicos se ordena-

    ban en diversos grados en orden decre-

    ciente de importancia: negro, rojo, amarillo,

    blanco, verde y azul. Fray Diego de Landa Cal-

    dern (1524-1579) relat por primera vez el

    patrn empleado por los mayas alrededor del

    ao 1556 (Tozzer, 1941:135-138); Landa in-

    dic que el rojo (chak) fue el color predominan-

    te y se asociaba con el oriente, el poniente con

    el negro (ek), el sur con el amarillo (kan), el

    norte con el blanco (sak) y el centro con el co-

    lor azul o verde (yax). De forma sorprendente,

    exactamente el mismo patrn de colores con

    las mismas asociaciones cosmolgicas se re-

    gistr no solamente en el Cdice Dresde cuya

    datacin es de poco antes de la invasin euro-

    pea, sino que tambin se remonta al periodo

    Clsico, un milenio entero antes (vase

    Thompson, 1970b; Boot, 2003; Houston et al.,

    2009). Gran parte de la religin y los rituales

    mayas se perdieron con la colonizacin euro-

    pea y la conversin al cristianismo, y en el lti-

    mo siglo los mayas del sur de Belice ya no

    4. Para conocer una breve discusin acerca de la fija-cin de las direcciones cardinales en contraste con los cuadrantes del mundo cuyos lmites estn establecidos por los solsticios, vase Stuart (2011:82-84) y DeBoer (2005:73).

  • 24

    recordaban cul color se vinculaba con cada

    punto de la rosa de los vientos (Thompson

    1930:48), aunque entre los mayas de Soccutz

    del Belice occidental persista una memoria

    errnea que asociaba el oriente con el blanco y

    el norte con el amarillo (Thompson, 1930:108;

    vase tambin 57, 59, 65). El caso de los ma-

    yas esclarece que no se trata solamente del

    esquema cosmolgico mejor documentado en

    toda Amrica, sino que tambin fue el ms es-

    table y firme hasta la intromisin de la cultura

    extranjera occidental5.

    Los procesos anteriores deben recordarse y

    tenerse en consideracin al momento de exa-

    minar otros casos mesoamericanos. Por lo que

    se puede determinar, en el centro de Mxico la

    indicacin ms clara de un universo cuadripar-

    tita asociado a cuadrantes coloreados es el

    tepetlakalli de Tizapan (Fig. 3a), cuya datacin

    bien puede establecerse hacia finales del

    periodo Posclsico tardo (siglo XV) (v. gr.

    Lujn y Santos, 2012:26). Esta caja de piedra

    muestra una secuencia de color rojo, negro,

    amarillo y blanco, con el azul al centro. Aunque

    no hay un afianzamiento claro con respecto a

    la direccionalidad, es probable que el rojo deba

    equipararse con el oriente. Si este fuera el

    5. Vase tambin a Walker (1979: 509) y a Hieb (1979: 578) para conocer ejemplos de la interferencia europea en la cultura amerindia.

    caso, entonces podra decirse que al comparar

    el esquema posclsico de colores de los mexi-

    cas con el cosmos maya, ambos incluyeron en

    todos los sentidos una seleccin de coloracio-

    nes, excepto por el intercambio de colores

    asignados al sur y al occidente. Adems el

    azul del centro se posicionara en el lugar del

    verde, lo cual compagina bien considerando

    que los referentes para el color verde y azul

    tienden a estar bajo el mismo trmino en

    muchas lenguas mesoamericanas (vase

    MacLaury, 1997; Houston et al., 2009:40, 65).

    En la pgina 27 del Cdice Borgia procedente

    del oeste de Puebla se encuentra una repre-

    sentacin intermedia que tambin plasma los

    colores asociados a los puntos cardinales y al

    centro, no obstante proporciona una imagen

    bastante diferente (Fig. 4). Las diferencias

    podran ser el producto de distintas filiaciones

    culturales o la datacin del texto, pues proba-

    blemente su fecha es posterior a la de la caja

    de piedra, aunque por no ms de un siglo en

    caso de que esto fuera as. En el Borgia puede

    apreciarse la secuencia de color rojo, azul,

    amarillo y negro, con el centro representado en

    una idiosincrtica serie de rayas rojas sobre un

    fondo blanco (desde luego, la coloracin cen-

    tral solamente es el lugar para el verde o el

    azul). Esta disposicin difiere del ejemplo de

    Tizapan al tener el norte como negro y el sur

    como azul, pero conserva respectivamente con

  • 25

    rojo y amarillo el importante eje solar oriente-

    poniente. Al apreciar con an ms detalle, va-

    rios estudiosos modernos estarn de acuerdo

    con la diferencia del esquema de color del cos-

    mos mexica, en caso de que pueda confiarse

    en los trabajos de Fray Diego Durn concluidos

    antes de 1579 (vase Durn, 1971; Lpez Aus-

    tin, 2002). De acuerdo, estas fuentes etnohist-

    ricas relatan que mientras que el este era de

    hecho rojo, el sur era azul, al oeste blanco y al

    norte negro, y el centro era verde. Al comparar

    esto con el Borgia, podemos observar una con-

    gruencia, nicamente con el amarillo del po-

    niente palideciendo hasta llegar a blanco. Sin

    embargo al comparar esto con el esquema

    cosmolgico de los mayas, es claro que en l

    hay una separacin intensa, siendo el nico

    caso de continuidad en la seleccin de colores

    y el empleo del rojo para sealar el oriente. Sin

    embargo, podemos cuestionarnos acerca de la

    aparicin del azul como una direccin cardinal

    en el esquema cosmolgico del centro de

    Mxico, ya que este color se encuentra ausen-

    te entre los mayas, al igual que en el tepetla-

    kalli de Tizapan, en donde se utiliz como color

    central. Para hallar un posible origen del uso

    del azul como uno de los puntos cardinales

    mayores, se debe mirar hacia el norte, entre

    otros grupos indgenas de Amrica. Por ejem-

    plo, el azul se asigna al sur entre los apaches y

    los navajos, mientras que entre los cherokees

    y los pueblo se asigna al norte (vase Tabla 1).

    El cosmos navajo es notablemente semejante

    a muchos aspectos del cosmograma presente

    en el Cdice Borgia, con la excepcin de la

    sustitucin del blanco en el oriente. Los colores

    cosmolgicos entre los pueblo son exactamen-

    te iguales a los que usan los mayas, con la ex-

    cepcin de que el negro y el azul se intercam-

    bian y que el esquema entero gira 90 grados

    hacia el sur6. Ya que el esquema de colores

    cosmolgicos del centro de Mxico es tan pro-

    penso al cambio, como puede confirmarse en

    las fuentes disponibles, nos preguntamos qu

    aspecto pudo tener durante el periodo Clsico

    el cosmograma correspondiente, particular-

    mente en Teotihuacan, asumiendo que ah

    hubiera existido algo semejante. Al basarnos

    en patrones predominantes en Mesoamrica y

    en todo el continente americano (Tabla 1), es-

    tamos en condiciones para formular algunas

    hiptesis rudimentarias sobre el cosmograma

    en Teotihuacan. En la mayora de los casos el

    oriente se puede identificar con el rojo, hacin-

    dolo una reconstruccin probable para el cos-

    6. Lo que hace tan significativos a los cosmogramas de las culturas del suroeste de Estados Unidos es el uso extendido del color azul para un punto cardinal importan-te. De esta manera, las conexiones entre el Cdice Bor-gia y los navajos pueden tentar a preguntarnos si es po-sible establecer una correlacin entre la aparicin del azul en el esquema cosmolgico del centro de Mxico con las migraciones que desempearon un papel promi-nente en los mitos fundacionales de los aztecas.

  • 26

    Este Sur Oeste Norte Centro Referencias

    Apache - Moderno --- 1

    Cherokee 2

    Lakota 3

    Pueblo - Moderno --- 4

    Hopi - Moderno --- 5

    Navajo - Colonial --- 6

    Tarasco 7

    Sioux --- 8

    Mexica - Colonial 9, 10

    Mixteco - Posclsi-co

    11

    Azteca - Posclsi-co

    12

    Mixteco - Posclsi-co

    --- 13

    Zapoteco --- 14

    Isthmiano - Moder-no

    15

    Maya - Posclsico 16,17

    Maya - Clsico 18

    Teotihuacan (?)

    Teotihuacan (?)

    Tabla 1: Colores cardinales entre algunas culturas de Mesoamrica y Norteamrica. Observe los dos cosmogramas hipotticos que proponemos para Teotihuacan.

    Leyenda: (1) Curtis, 1907: 30-48 passim. (2) Mooney, 1891: 342; DeBoer, 2005: Tabla 4. (3) Brown, 1997: 58, 87; v-

    ase DeBoer, 2005: Tabla 4. (4) vase Lenneberg y Roberts, 1956. (5) Stephen, 1898:261-262, 1936:2: 1190-1191;

    Hieb, 1979:577-578; Dosier, 1970: Tabla 8. (6) Reichard, 1990:15; vase tambin Pinxton, 1983:11; Newcomb y Reich-

    ard, 1975. (7) Pollard, 1993:141, vase tambin 144, Tabla 7.1. (8) Hassrick, 1989:256. (9) Diego Durn, 1574-1576 y

    1579. (10) Lpez Austin, 2002:32. (11) Cdice Borgia. (12) Tepetlakalli de Tizapan (vase Lpez Lujn y Antonio San-

    tos, 2012). (13) Cdice Fejrvry-Mayer. (14) Marcus, 1998:13. (15) Mnch 1994:154. (16) Cdice Dresde. (17) Diego

    de Landa Caldern (Tozzer, 1941:135-138). (18) Textos glficos diversos.

  • 27

    mograma de Teotihuacan. En contraste, el po-

    niente est asociado tanto con el negro como

    con el amarillo, hacindolos opciones posibles.

    El color del centro tiende universalmente a ser

    verde azulado, lo que aqu tambin parece ser

    aplicable, aunque parece probable que el ver-

    de debi de estar vinculado con el centro y el

    azul con uno de los principales puntos cardina-

    les, ya que en Teotihuacan existen buenos

    ejemplos de ambos colores. En la mayora de

    los casos amerindios, si el azul se emplea co-

    mo un color cardinal importante se asigna al

    norte o al sur, mientras que en Mesoamrica

    parece que se us casi exclusivamente para el

    sur, lo cual tambin hace de esto un formato

    posible para Teotihuacan. Finalmente, y me-

    diante un proceso de eliminacin, el color para

    el norte nicamente puede ser negro o blanco

    dependiendo de la coloracin asignada al po-

    niente. A esto debemos aadir que para el ne-

    gro y el azul hay algunos patrones de sustitu-

    cin verdaderamente interesantes y mutua-

    mente excluyentes en Teotihuacan, lo que nos

    lleva a preguntarnos si an existe otra posibili-

    dad en donde el azul no sea simplemente un

    sustituto para el negro, ya que en otros casos

    amerindios se conocen sustituciones compara-

    bles (Tabla 1; vase tambin DeBoer, 2005:

    67). En caso de que esto resulte ser acertado

    sera un gran avance para esclarecer por qu

    seis colores se representaron en el corpus: el

    verde en el centro, cuatro asignados a cada

    direccin cardinal y el azul como el sexto color

    que sustituye al negro.

    La reconstitucin del lugar del dios de las

    tormentas en el panten de Teotihuacan

    Tras presentar nuestro argumento respecto al

    amplio patrn mesoamericano referente a la

    forma en que se representa a las deidades de

    la lluvia y el trueno e ilustrarlas en relacin a

    los colores asociados a las direcciones del

    mundo durante tiempos precolombinos, ahora

    es menester enfocar nuestra investigacin en

    las mismas divinidades. De cualquier manera,

    antes de que procedamos con la separacin y

    clasificacin del material del dios de las tor-

    mentas procedente de Teotihuacan, necesita-

    mos revisar algunas caractersticas importan-

    tes de las deidades de la lluvia entre los mexi-

    cas y los mayas.

    En las pginas 30 y 31 del Cdice Borbnico

    del Posclsico mexica se hallan representacio-

    nes de colores y deidades de la lluvia. En la

    pgina 30 las figuras coloridas se muestran en

    dos filas sobrepuestas. Las figuras de la fila

    inferior estn posicionadas encima de una pla-

    taforma piramidal con un teixiptla, o imitador

    de deidad, de la diosa del maz adornada con

    prendas multicolores (DiCesare, 2009:127).

  • 28

    La diosa del maz tiene un squito de cuatro

    miembros, quienes tambin portan mazorcas

    de maz en sus manos y exhiben en sus toca-

    dos ornamentos de mscaras azules con ante-

    ojeras y colmillos (ibd.:128). Las ropas de es-

    tos cuatro personajes son bastante apropiadas,

    pues son de color azul, blanco, amarillo y rojo.

    Los cuatro personajes que personifican a Tlaa-

    lok y que rodean a la diosa del maz en la pgi-

    na 31 del Cdice Borgia tambin estn vesti-

    dos con la coloracin de las cuatro direcciones

    cardinales (Fig. 9). Los imitadores coloridos

    estn colocados de acuerdo a las direcciones

    cardinales y Taube menciona que en una ma-

    no, cada figura de Tlaloc sujeta una bolsa colo-

    rida y una hachuela envuelta en papel, y en la

    otra mano cada personaje sostiene un objeto

    en forma de bastn vertical coloreado de

    acuerdo a las direcciones correspondien-

    tes (Taube, 1996:319, vase tambin Klein,

    1980:192-194; DiCesare, 2009:123-129).

    En la pgina 27 del Cdice Borgia tambin son

    evidentes las mazorcas de maz y los Tlaalok

    de colores diferentes, en donde los Tlaaloke

    multicolores estn asociados con tipos de cli-

    ma distintos (Fig. 4). De acuerdo a la interpre-

    tacin de esta pgina en el Cdice Borgia pro-

    puesta por Elizabeth Hill Boone (2007:145)

    puede observarse una distincin entre los fen-

    menos meteorolgicos benevolentes o propi-

    cios y los malignos o perjudiciales, reflejando

    tipos de lluvia diferentes. Un Tlaalok amarillo

    sostiene dos hachas, una serpiente y lo que

    probablemente sea una pequea vasija con

    una efigie que porta las caractersticas faciales

    propias de esta deidad. Encima de l pueden

    verse varios objetos menguantes representan-

    do rayos solares, y debajo de l criaturas se-

    mejantes a saltamontes devoran mazorcas de

    maz troceadas. En la vieta del Tlaalok azul

    blandiendo una serpiente se plasmaron encima

    de l distintos signos rizados que representan

    a las nubes cargadas de lluvia. En contraste

    con el maz asociado con el Tlaalok amarillo,

    aqu el maz crece erguido y fresco, y es tenta-

    doramente comestible. Al juzgar los contextos

    en donde estn representados estos diferentes

    Tlaalok, es claro que cada uno de ellos estaba

    asociado a fenmenos atmosfricos muy dife-

    rentes.

    El fraile franciscano Andrs de Olmos (ca.

    1480-1568) se dedic a la evangelizacin de

    los indgenas de Amrica al igual que otros mi-

    sioneros en la Nueva Espaa. Para llevar a ca-

    bo este propsito los misioneros espaoles co-

    lectaron informacin referente al idioma, la his-

    toria, las costumbres y las creencias de la gen-

    te a la que deseaban convertir (Baudot, 2001:

    410; Robertson, 1994:156; Lopes Don, 2010).

    La obra de Olmos conocida como Tratado

  • 29

    Fig. 9: Cdice Borbnico (p. 31). Cuatro personificadores de Tlaaloke estn de pie en direccin a

    las cuatro direcciones vestidos con prendas coloridas y elaboradas, portando bolsas de incienso y

    rodeando a la diosa del maz Chikoomekoatl, quien es ofrendada al centro de la escena.

  • 30

    sobre Antigedades Mexicanas form parte de

    este proyecto. Este trabajo concluido en 1539

    explora la sociedad y la literatura de los pobla-

    dores del centro de Mxico. Desafortunada-

    mente, el paradero de esta obra se desconoce

    en la actualidad, aunque se conservan algunas

    versiones preliminares de este escrito, una de

    las cuales es el conjunto denominado Historia

    de los Mexicanos a travs de sus Pinturas.7Los

    aspectos mltiples de las deidades relaciona-

    das con Tlaalok y diferentes fenmenos at-

    mosfricos se encuentran en algunos pasajes

    interesantes de esta obra, los cuales procla-

    man: De este dios del agua se dice que tiene

    una morada de cuatro habitaciones, en medio

    de las cuales hay un vasto patio en donde hay

    cuatro tinajas grandes de agua. La [agua ah

    resguardada] es muy buena, y de ella cae la

    lluvia cuando se nutren los granos y las semi-

    llas, y viene en buen tiempo. La otra es mala

    cuando llueve, y con la agua se crean telara-

    as en los granos y cae aguanieve/granizo;

    otra es cuando llueve y [las semillas] no se

    desarrollan y se secan.

    7. La Historia de los Mexicanos a travs de sus Pinturas forma parte de un cdice annimo del siglo XVI llamado Libro dorado y Tesauro Indio, publicado por primera vez en 1882 por Joaqun Garca Icazbalceta (Baudot, 2001: 410; vase tambin Garibay, 1965: 19).

    desarrollan y se secan. Y con el fin de hacer

    llover este dios cre a muchos ayudantes pe-

    queos que vivan en las cuatro habitaciones

    de la casa, y tenan envases con los que toma-

    ban el agua de aquellas tinas y [tenan] varillas

    en su otra mano (Garibay, 1965: 26).8 De ma-

    nera interesante, en estos pasajes se enfatiza

    por igual el aspecto cuadripartita y configura-

    cin espacial de las deidades Tlaalok, as co-

    mo el poder que se les atribuye en la creacin

    de diferentes tipos de lluvia.

    La deidad de la lluvia no solamente se repre-

    sent en conjuntos de colores, pues tambin

    las mazorcas de maz tienen coloraciones dis-

    tintas. Las crnicas de otro misionero, el fraile

    dominico Diego Durn (1537-1588)9, hacen

    evidente la conexin entre las mazorcas de

    maz de colores direccionales, un rasgo que

    tambin se encuentra fuera de Mesoamrica

    (Taube, 2010: 76). Durn informa en el libro

    dedicado al antiguo calendario (vase Durn,

    1971: 383-470) que durante el decimotercer

    mes del ao, el 29 de octubre, se llevaba a ca-

    bo un festival llamado Tepee-ilwitl (da de la

    8. Para una descripcin de un ritual cosmolgico similar entre la cultura apache moderna vase a Curtis (1907: 30). 9. La Orden Dominica le encarg a Diego Durn escribir acerca de las creencias y ceremonias indgenas en Mxico, por lo que compil las obras El Libro de los Dio-ses y Ritos (1574-1576), El Antiguo Calendario (1579) y La Historia de las Indias de la Nueva Espaa (1581). Las tres obras se tradujeron y publicaron recientemente (Durn, 1971; Durn, 1994).

  • 31

    montaa) en honor a las grandes cumbres, en

    especial los volcanes, como el Popooka-tepeetl

    (montaa humeante) y el Istaak-siwaatl

    (mujer blanca) (Karttunen, 1983: 35, 104, 123,

    203, 230). Durn menciona al describir estas

    festividades de los cerros que: los granos de

    elote se arrojaban hacia los cuatro puntos car-

    dinales asociados con el ao indgena. Al

    oriente queda Caa, al poniente queda Casa,

    al norte queda cuchillo de Pedernal, y al sur

    queda Conejo. Estos eran representados por

    cuatro tipos de maz: negro, blanco, amarillo y

    moteado (1971: 454). Mazorcas de maz de

    colores diferentes se esparcan durante las fes-

    tividades celebradas en honor a la diosa Xoo-

    chi-ketzal (plumaje florido), en donde se des-

    peda a las flores, una indicacin de que las

    heladas se encontraban atrapadas por el mo-

    mento (vase Karttunen, 1983: 210, 329). El 26

    de octubre, tras la festividad de Weey-pachtli

    (gran musgo) (Durn, 1971: 240-241; Karttu-

    nen, 1983: 85, 183), Durn relata que junto con

    algunas muchachas jvenes que seran sacrifi-

    cadas: tambin suban a la roca cuatro sacer-

    dotes portando en sus manos cuatro guajes

    con maz. Uno] contena maz blanco, otro

    maz negro, otro maz amarillo claro y otro mo-

    rado (Durn, 1971: 243). Los sacerdotes vol-

    teaban hacia los diferentes elementos de la na-

    turaleza y esparcan el maz de color. El negro

    se arrojaba hacia los cerros, el blanco hacia

    las milpas, el amarillo en direccin al lago y el

    morado a la direccin llamada amilpan (dem).

    El uso de las direcciones cardinales no sola-

    mente estaba reservado para la deidad Xoo-

    chiketzal, pues tambin lo estaba en el caso

    que aqu se trata con mayor detalle: en los ri-

    tos dedicados al dios Tlaalok. Como tal, la aso-

    ciacin entre divinidades y direcciones cardina-

    les es un rasgo pan-mesoamericano presente

    entre los mayas del periodo Clsico y los mexi-

    cas del Posclsico. La nocin de un conjunto

    mltiple de entidades de Tlaalok en el periodo

    Poscolonial aumenta cuando Durn describe la

    forma en que se colocaban las efigies de la

    deidad en la cima del Monte Tlaloc: alrededor

    haba una cantidad de dolos pequeos, pero

    l [Tlaalok] permaneca en el centro como el

    seor supremo. Estos pequeos dolos repre-

    sentaban a las otras montaas y barrancas

    que rodeaban a esta gran cumbre. Cada uno

    de estos se nombraba de acuerdo al monte

    que representaba (Durn, 1971: 156; vase

    tambin Townsend, 1999). Aqu puede apre-

    ciarse que para los mexicas los mltiples as-

    pectos de la deidad de la lluvia no estaban res-

    tringidos solamente a unas cuantas concepcio-

    nes cosmolgicas o a una variedad amplia de

    personificaciones de fenmenos climticos,

    sino tambin a montaas en especfico que

  • 32

    esencialmente servan como deidades patro-

    nas del paisaje montaoso, permeando en to-

    do. Al ser este el caso, puede concluirse que

    para los mexicas en realidad haba una se-

    cuencia casi interminable de encarnaciones de

    Tlaalok en todos los mbitos, tanto terrestres

    como celestiales. De manera similar entre los

    mayas del Clsico Chaahk no estaba limitado a

    una manifestacin singular, pues tambin esta-

    ba asociado con varios aspectos distintos, con

    modelos climticos diferentes y fenmenos at-

    mosfricos en particular. En los pasados veinte

    aos los epigrafistas han sido capaces de leer

    exitosamente una profusin sorprendente de

    nombres ligados a Chaahk, en donde cada uno

    de estos parece ser una personificacin o un

    tipo particular de lluvia o tormenta (v.gr. Laca-

    dena, 2004; Garcia Barrios, 2006; 2007; 2009;

    Helmke, 2007; Palln Gayol, 2009). A conti-

    nuacin se presentan algunos ejemplos ilustra-

    tivos:

    Yax Haal Chaahk Chaahk de las primeras lluvias

    Yax Mayuy Chan Chaahk Chaahk es la primer niebla (matinal) en el cielo

    Kahk Chan Chaahk Chaahk es el fuego en el cielo

    Kahk Yipiiy Chan Chaahk Chaahk que incendia el cielo con fuego

    Los ejemplos mostrados aqu vinculan a los

    fenmenos climticos y a Chaahk, lo cual su-

    giere que Chaahk tuvo varios caracteres dife-

    rentes. El dios se mostr en diferentes formas

    o manifestaciones. Como ya hemos visto, el

    Chaahk cuadripartita asociado a las direccio-

    nes cardinales conforma un grupo coherente,

    en donde cada uno es esencialmente el mismo

    tipo de Chaahk, cuyo rasgo distintivo es su co-

    loracin. Como tal, un conjunto de cuatro o cin-

    co Chaahk cardinales no son ms que las fa-

    cetas o manifestaciones mltiples de una gran

    encarnacin. Sin embargo, una serie completa

    de estos conjuntos probablemente se concibi

    como la que defini a la totalidad de la por lo

    dems inexplicablemente extensa y abrumado-

    ra entidad que es Chaahk. Por lo tanto, los

    especialistas en rituales de la antigedad divi-

    dieron lo que era una entidad inconcebible-

    mente grande en grupos ms reducidos com-

    primidos en unidades, puestas en orden para

    que la mente humana fuera capaz de asimilar

    las partes constituyentes de esta nica divini-

    dad.

    Aqu un aspecto que es importante recalcar es

    que hay patrones repetidos en las secuencias

    nominales de varias divinidades mayas del

    Clsico. A continuacin se proporcionan algu-

    nos ejemplos claves de estas pautas en la

    Tabla 2:

  • 33

    Nun Ujol Nun Ujol

    Nun(?) es la cabeza de Chaahk Nun(?) es la cabeza de Kinich

    Chaahk Kinich

    Kahk Yipiiy Chan Kahk Yipyaj Chan

    Chaahk incendia el cielo con fuego Kawiil incendia el cielo con fuego

    Chaahk Kawiil

    Kahk Tiliiw Chan Kahk Tiliw Chan

    Chaahk aviva el fuego en el cielo Yopaat aviva el fuego en el cielo

    Chaahk Yopaat

    Sihyaj Chan Sihyaj Chan

    Kawiil que naci en el cielo Kinich que naci en el cielo

    Kawiil Kinich

    Baluun Baluun

    9 Chaahk 9 Kawiil

    Chaahk Kawiil

    Waxaklajuun Ubaah Waxaklajuun Ubaah

    18 son las imgenes de Kawiil 18 son las imgenes de Kan (serpiente)

    Kawiil Kan

    Tabla 2: Ejemplos ilustrativos de varios tenimos o nombres de divinidades conocidos de los

    antiguos mayas por sus textos glficos. Ntense la estructura que las pares tienen en comn aun

    cuando pertenecen a diversos divinidades.

  • 34

    Como tal, es claro que existieron bastantes

    personificaciones de diferentes deidades, pero

    la cuestin an es cuntas encarnaciones se

    reconocieron para cada deidad en particular? y

    existe o no una estructura subyacente com-

    partida? Las entradas finales ubicadas en la

    tabulacin anterior ayudan a reconstruir la lgi-

    ca fundamental que predomin en el panten

    maya y a reconocer estas continuidades es-

    tructurales, en donde podemos observar los

    nombres de manifestaciones particulares enca-

    bezados por los nmeros 9 y 18. De esta ma-

    nera podemos apreciar el nombre Waxaklajuun

    Ubaah Kawiil Dieciocho son las imgenes/

    encarnaciones de Kawiil; la llamada

    Serpiente de Guerra teotihuacana porta exac-

    tamente el mismo tipo de nombre, conocido

    como Waxaklajuun Ubaah Kan Dieciocho son

    las imgenes/encarnaciones de la serpiente.

    Estos dos nombres son particularmente evoca-

    tivos debido a que pueden contrastarse con

    aquellos encabezados por Baluun nueve, que

    es significativo numricamente, ya que es la

    mitad de 18. Adems, como ya hemos visto, el

    9 probablemente simboliz las cuatro direccio-

    nes cardinales principales, las cuatro direccio-

    nes intermedias ubicadas entre stas, y el cen-

    tro cosmolgico. Ya que en los tenimos los

    prefijos numricos no exceden 18, es tentador

    proponer que los mayas reconocieron hasta 18

    encarnaciones diferentes, no solamente para

    Kawiil (Dios K) y la Serpiente de Guerra, sino

    tambin para Chaahk (Dios B). Si este modelo

    resulta ser verdico, podra ser aplicable a to-

    das las deidades mayores reconocidas por los

    antiguos mayas, y de este modo, proporcionar

    a su panten una estructura numrica co-

    herente. Lo que es verdaderamente notable es

    que esta estructura subyacente es compartida

    por las deidades mayas y la Serpiente de Gue-

    rra coetnea, una entidad que se sabe provie-

    ne de Teotihuacan (Freidel et al., 1993: 281;

    Taube, 2004: 88; 2006: 161). De ello se dedu-

    ce que este patrn de 18 manifestaciones exis-

    ti no solamente dentro del rea maya, sino

    que tambin fue el principio gua presente en

    Teotihuacan.

    Clasificacin y tipologa del dios de

    las tormentas de Teotihuacan

    Como ya hemos mencionado, hemos docu-

    mentado 29 representaciones policromas dife-

    rentes del dios de las tormentas en la icono-

    grafa de Teotihuacan. Estos ejemplos repre-

    sentan al dios de las tormentas con los si-

    guientes colores: azul, amarillo, verde, rojo y

    negro. Como hemos visto anteriormente, debi-

    do a que el color verde indudablemente se

    asociaba al centro de los cosmogramas as co-

    mo el dios de las tormentas verde parece estar

  • 35

    ma en la que plausiblemente el dios de las tor-

    mentas rojo se relacionaba con el oriente. El

    resto de las direcciones cardinales y sus colo-

    raciones son ms difciles de descifrar, pero

    considerando esto podemos apreciar sustitu-

    ciones importantes y unvocas entre negro y

    azul, por lo que es posible sugerir que el dios

    de las tormentas negro y azul se vinculaban

    con la misma direccin del mundo, ya que de

    otra manera, no habra formas para explicar

    esta sustitucin. En caso de que el color fuera

    un identificador discreto, la informacin debera

    conformar agrupaciones naturales de dioses

    de las tormentas, en donde cada uno de estos

    exhiba caractersticas diferentes y elementos

    diagnsticos congregados de acuerdo a la co-

    loracin. Aunque nuestra muestra es mucho

    ms pequea de lo que pudiera desearse, se

    aclara rpidamente que la coloracin no se

    podra usar como un identificador discreto, ya

    que los dioses de las tormentas de diferentes

    coloraciones comparten atributos y elementos

    diagnsticos. En cambio, en muchos casos la

    coloracin parece servir como un identificador

    continuo secundario cuya funcin es separar a

    las manifestaciones cudruples o quntuples

    del mismo tipo del dios de las tormentas. De

    hecho, la nocin sobre la existencia de cinco

    dioses de las tormentas diferentes vinculados

    con las direcciones cardinales y el axis mundi

    no es nueva, como podra asumirse inicialmen-

    te. Una revisin cuidadosa de la literatura exis-

    tente revela que Herman Beyer propuso origi-

    nalmente esta idea en 1922 en su contribucin

    a la aclamada obra de Gamio titulada La Po-

    blacin del Valle de Teotihuacn (Beyer, 1922:

    278; vase tambin Pasztory, 1971: 133).

    Uno de sus comentarios en este aspecto es de

    notabilidad particular: En los Museos de Teo-

    tihuacn y de Mxico se conservan unos vasos

    de manufactura algo burda que estn decora-

    dos en su lado anterior con caras de Tlloc.

    Algunas piezas tienen, adems, los diminutos

    miembros de la deidad. Tambin una curiosa

    combinacin de cinco vasos cilndricos ostenta

    en el anterior y ms alto de ellos las facciones

    de Tlloc hechas en el mismo estilo (Beyer,

    1922:278). A pesar de este comienzo promete-

    dor, la hiptesis propuesta por Beyer nunca

    volvi a asumirse de forma concluyente por

    parte de los investigadores de Teotihuacan.

    Por lo tanto, a pesar de que el color nos permi-

    te distinguir entre encarnaciones separadas y

    asociadas cardinalmente, la agrupacin cos-

    molgica de las formas del dios de las tormen-

    tas constituye un grupo que comparte los mis-

    mos conjuntos de atributos y elementos dia-

    gnsticos. Unos cuantos casos se detallarn

    para aclarar estos conceptos; para ilustrar al-

    gunos de los puntos clave debemos considerar

  • 36

    los ejemplos monocromticos de los dioses de

    las tormentas. Los ejemplos monocromticos

    evidentemente carecen de coloracin que pue-

    da vincularse acertadamente con las direccio-

    nes cardinales. Consiguientemente, la colora-

    cin y su potencial como elemento discrimina-

    torio se anulan, por ende se tiene que confiar

    en una serie diferente de atributos para tener la

    capacidad de reconocer y distinguir una mani-

    festacin de otra. En este punto debemos re-

    cordar que, basados en elementos iconogrfi-

    cos clave, la distincin entre una y otra mani-

    festacin de una deidad pudo ser fcil para los

    antiguos habitantes de Teotihuacan, cuya cul-

    tura estaba completamente formada dentro de

    la religin, rituales y cosmologa de esta anti-

    gua ciudad. Pero para nosotros, que no esta-

    mos formados dentro de esta cultura, la cues-

    tin radica en lo siguiente: cules elementos

    iconogrficos son los que sirven como carac-

    tersticas diagnsticas para cada dios de las

    tormentas? La solucin de esta pregunta es lo

    que ha guiado todos los aspectos de nuestra

    investigacin, comenzando con la construccin

    y seleccin de criterios de nuestra base de da-

    tos. Aqu solamente podremos presentar algu-

    nos de los resultados preliminares de la clasifi-

    cacin y los esfuerzos por establecer una tipo-

    loga para los datos, reservando los resultados

    finales para un tratamiento futuro, despus de

    que la informacin se haya sometido a anlisis

    ms rigurosos y pruebas estadsticas. Para el

    anlisis posterior de las diferentes manifesta-

    ciones, usamos los trminos atributos prima-

    rios y atributos secundarios. Un atributo pri-

    mario es el motivo que caracteriza a manifes-

    taciones particulares del dios de las tormentas,

    como los anillos oculares, el labio superior y

    los colmillos10. Un atributo secundario es un

    motivo que revela un poco ms acerca de la

    manifestacin especfica del dios de las tor-

    mentas, por ejemplo, una serpiente de rayo, un

    nenfar, una vasija efigie pequea o una hoja

    de maz.

    Para ilustrar a que nos referimos por carac-

    tersticas diagnsticas, consideremos al dios

    de las tormentas negro representado en el mu-

    ral de San Sebastin (Fig.10a). En este ejem-

    plo la coloracin evidentemente est presente,

    y aparte de las caractersticas estndares co-

    mo anteojeras, labio superior curvado y colmi-

    llos, este dios de las tormentas tiene un con-

    junto de antorchas encendidas de gran tamao

    en su boca. Con una intencin determinada,

    las antorchas deben ser el elemento diagnsti-

    co que permite identificar a este dios de las tor-

    10 Al catalogar los colmillos en la base de datos se ha hecho la distincin entre caninos curvos o rectos, aun-que ahora se puede demostrar que estas variables es-tilsticas no portan ninguna carga semntica.

  • 37

    Fig. 10: La conjuncin del dios de las tormentas policromo con sus homlogos monocromos. a)

    Dios de las tormentas negro con antorchas encendidas, Barrio de San Sebastin (fotografa de

    Christophe Helmke). b) Ejemplo jeroglfico de la variante de cabeza del dios de las tormentas con

    una antorcha apagada a manera de clasificador, La Ventilla (esto y otros dibujos por Christophe

    Helmke). c) Dios de las tormentas cosechador blandiendo un tallo vegetal, Zacuala (fotografa de

    Haupt y Binder). d) Representacin jeroglfica con tallo vegetal a manera de elemento diagnstico,

    La Ventilla. e) Dios de las tormentas con emblema de quincunce en su escudo, Amanalco

    (fotografa de Leticia Staines IIE, UNAM). f) Jeroglfico del dios de las tormentas con logograma

    de quincunce en su boca a manera de clasificador principal, La Ventilla.

  • 38

    mentas en particular. En los textos de La Venti-

    lla curiosamente tenemos bastantes referen-

    cias jeroglficas que aluden al dios de las tor-

    mentas, de las cuales una unidad fraseolgica

    se empareja con la variante de cabeza del dios

    de las tormentas con una antorcha apagada

    (Glifo 31) (Fig. 10b; Cabrera Castro, 1996;

    Taube, 2000: 13-15; King y Gmez Chvez,

    2004; Nielsen y Helmke, 2011). Ya que los gli-

    fos de La Ventilla se representaron de forma

    monocroma y la antorcha es el nico elemento

    proporcionado, es claro que este elemento fun-

    ciona como la caracterstica diagnstica de es-

    te dios de las tormentas en particular. Hasta el

    momento el dios de las tormentas con antor-

    chas solamente ha sido hallado como una dei-

    dad de la tormentas negra, lo cual sugiere que

    estaba vinculada a rituales de fuego (quiz

    ritos nocturnos?)11, y tambin a una coloracin

    particular y una direccin cardinal conjunta en

    exclusividad. De manera similar, la hoja o tallo

    de maz que portan los dioses de las tormentas

    de Techinantitla y Zacuala (Fig. 10c) tambin

    funciona como indicador diagnstico, pues

    tambin est representada como un identifica-

    11. En este aspecto y de manera interesante, Durn nos informa que durante la festividad del cuarto mes, conoci-da como el Weytosostli gran Perforacin, haba rituales que involucraban a hombres caminando a travs de las ciudades con antorchas encendidas, un ritual que co-menzaba al atardecer del da previo a la fiesta, la cual segn se dice caa en el 30 de abril (Durn, 1971: 423).

    identificador aislado en forma jeroglfica en La

    Ventilla (Glifo 1) (Fig. 10d). A pesar de que la

    pigmentacin de los ejemplos de Zacuala se

    ha desgastado por un largo tiempo, a partir de

    las acuarelas de Laurette Sjourn se eviden-

    cia que la coloracin verde era predominante

    al momento del descubrimiento. Nuevamente

    tenemos la formacin de un par consistente en

    una coloracin particular con un elemento dia-

    gnstico discreto, y en este caso la iconografa

    asociada vincula a estos dioses de las tormen-

    tas verdes con las cosechas y la abundancia

    de cultivos. Un tercer ejemplo convincente de

    La Ventilla (Glifo 37) representa la cabeza de

    un dios de las tormentas con un jeroglfico de

    quincunce en su boca (Fig. 10f).12

    A partir de

    otros ejemplos sabemos que este dios de las

    tormentas en particular est nombrado de ma-

    nera jeroglfica por un signo de quincunce infijo

    en la boca de un dios de las tormentas estiliza-

    do y prototpico, cuyas anteojeras se remplaza-

    ron por una serie de anillos. Dos imgenes del

    dios de las tormentas procedentes de Amanal-

    co son significativas debido a su coloracin

    blanca; estas representaciones blanden gran-

    12. En la escritura maya del Clsico, el signo de quin-cunce funciona como el logograma KAN, cuya funcin es registrar el adjetivo amarillo (vase Stone y Zender, 2012: 126-127).

  • 39

    Fig. 11: Dios de las tormentas blanco arrojando una sinuosa serpiente de relmpago con su atlatl, Tetitla

    (fotografa de Christophe Helmke).

    des rayos estilizados y portan escudos engala-

    nados precisamente con este glifo emblemti-

    co (Fig. 10e). En consecuencia, parece posible

    sugerir que el dios de las tormentas del quin-

    cunce mencionado en La Ventilla fue un dios

    de las tormentas blanco, al igual que el maravi-

    lloso ejemplo procedente de Tetitla (Fig. 11),

    que representa a un dios de las tormentas

    blanco preparndose para arrojar un rayo ser-

    penteante con su atlatl, y con su brazo izquier-

    do oculto detrs de un escudo redondo. Aqu

    est la combinacin de caractersticas que nos

    permite identificar este aspecto belicoso, quiz

    incluso marcial, del dios de las tormentas

    (vase Taube, 2011: 102; Langley, 1992: 249-

    253), y aunque como tal no est nombrado de

    forma jeroglfica en Tetitla, todas los rasgos

    representados nos ayudan a identificarlo como

    una imagen del dios de las tormentas del

    quincunce.

    La representacin del dios de las tormentas en

    el fondo de la famosa vasija de Las Colinas

    constituye un ejemplo adicional de vinculacin

    entre la evidencia polcroma y monocroma

    (Fig. 12a). La imagen monocroma de esta ma-

    nifestacin con un nenfar en la boca, tocado

    anudado y signos acuticos alrededor de l,

    muestra una semejanza notable con el dios de

    las tormentas amarillo del complejo de Tepanti-

    tla (vase Fig. 1), al igual que el de Tetitla (Fig.

    12b). Los atributos secundarios y la forma de

    representacin compartidas de estos ejemplos

  • 40

    Fig. 12: El dios de las tormentas con nenfar. a) Vasija de Las Colinas recuperada por el etn-

    grafo sueco Sigvald Linn (1899-1986) durante sus excavaciones en el estado de Tlaxcala, 1934

    -1935 (dibujo de Nicolas Latsanopoulos). b) Otro ejemplo del dios de las tormentas con nenfar

    representado de forma herldica en el Cuarto 19 de Tetitla (dibujo de Christophe Helmke).

    sugiere que la vasija de Las Colinas quiz re-

    presente a un dios de las tormentas amarillo, al

    igual que la manifestacin representada en

    Tepantitla.

    Aparte de estos fantsticos ejemplos, ahora

    podemos apreciar que otros conjuntos de ca-

    ractersticas no estn restringidas a manifesta-

    ciones particulares del dios de las tormentas,

    especialmente, por ejemplo, la serpiente de

    rayo y la pequea vasija efigie que relativa-

    mente es comn en todos los mbitos. Como

    resultado, estas caractersticas solamente se

    pueden considerar atributos secundarios no

    discriminatorios y acrecientes, y en el caso de

    la serpiente de rayo, debido a la amplia difu-

    sin y traslape de esta caracterstica, se podra

    considerar su incorporacin a los tres elemen-

    tos cannicos que definen a los dioses de las

    tormentas de Teotihuacan. Una vez ms, la

    presencia del jeroglfico de quincunce parece

    estar ms difundida cuando no se representa

    en contextos marciales, ya que aparece en las

    vestiduras de los dioses de las tormentas de

    diversos colores. Nuestros esfuerzos de clasifi-

    cacin se ven obstaculizados por el hecho de

    que en ocasiones los dioses de las tormentas

    se representan en figura completa, mientras

    que en otros casos solamente es visible el tor-

    so o la cabeza. Por lo tanto, a partir del tipo de

    escena al alcance, nicamente ciertos rasgos

  • 41

    caractersticos estn disponibles. De manera

    similar, el motivo de nenfar frecuentemente

    hallado como adorno en el rea bucal de cier-

    tos dioses de las tormentas tambin se aprecia

    en aquellos cuya coloracin es negra, roja,

    blanca o amarilla. Estos ejemplos ponen de

    manifiesto lo siguiente: si el nenfar es un indi-

    cador de clase para los dioses de las tormen-

    tas asociados a esta planta acutica, tambin

    existi como un cudruplo perfecto de manifes-

    taciones orientadas en concordancia a los pun-

    tos cardinales, en tanto que como se men-

    cion previamente el negro y el azul se susti-

    tuyeron mutuamente.

    Tras tomar en cuenta los esfuerzos pioneros

    de Pasztory y von Winning, pareciera ser que

    es posible crear dos agrupaciones extensas

    fundamentadas en las caractersticas faciales

    aisladas, no obstante, en contraste con una

    dicotoma demasiado simplista, una imagen

    mucho ms compleja del panten emerge tras

    expandir nuestros anlisis e identificar los atri-

    butos que permiten separar en una serie de

    grupos a los dioses de las tormentas que ex-

    hiben colores y cualidades diferentes. En trmi-

    nos sencillos, las manifestaciones presentes

    en nuestra base de datos son demasiado com-

    plejas, variadas y coloridas como para colocar-

    las dentro de la misma agrupacin, especial-

    mente si prestamos atencin al conocimiento

    transmitido por el panten mexica y maya. Sin

    embargo, nuestras agrupaciones son provisio-

    nales debido a que hemos detectado conjuntos

    de coloraciones intercaladas. Por ejemplo, el

    dios de las tormentas rojo procedente de Te-

    chinantitla (Fig. 13) se represent con una ser-

    piente de rayo, una vasija efigie pequea y un

    nenfar en la boca, adems de un tocado dis-

    tintivo y una serie de otros motivos en sus alre-

    dedores.

    Los dioses de las tormentas amarillos figuran

    prominentemente en los murales de Tepantitla,

    y tienden a estar asociados con el nenfar y

    las vasijas de libacin. Tambin estamos en

    disposicin para proponer que otro dios de las

    tormentas con coloracin verde estaba asocia-

    do con el maz joven. En contraste, el dios de

    las tormentas azul parece haber estado fuerte-

    mente asociado con la siembra emprendida

    con la llegada de las primeras precipitaciones,

    durante el inicio de la temporada lluviosa en el

    comienzo del verano. Estos casos denotan un

    modelo en donde cada fenmeno meteorolgi-

    co, como la lluvia distintiva y el relmpago, tu-

    vieron su propia personificacin, y en ocasio-

    nes manifestaciones cudruples ligadas a un

    color en especfico, as como la serpiente

    relmpago antes mencionada. Las diversas

    manifestaciones del dios de las tormentas evi-

    dentemente abarcan una amplia diversidad de

  • 42

    Fig. 13: El dios de las tormentas de Techinantitla. Este ejemplo es en esencia la representacin ms elabo-rada y compleja de una manifestacin particular del dios de las tormentas en Teotihuacan (dibujo de Nicolas Latsanopoulos).

    ocupaciones divinas. No es sorprendente que

    las manifestaciones del dios de las tormentas

    abarquen actividades agrcolas, lugares en la

    naturaleza, un aspecto relacionado con las

    ofrendas, y condiciones climticas diferentes,

    principalmente aquellas que involucran al

    relmpago, el trueno y la lluvia.

    Comentarios Finales

    Los hallazgos susodichos nos permiten notar

    que las deidades de la lluvia cuadripartitas y

    del trueno constituyen una incidencia comn

    en Mesoamrica. Tambin notamos que las

    deidades a menudo se pueden apreciar como

    cudruplos, en donde cada una es la manifes-

    tacin de un dios ms grande, con las encar-

    naciones de coloracin especfica vinculadas a

    las diferentes direcciones cardinales. Este es-

    quema proporciona agrupaciones de cuatro y,

    en ocasiones, de cinco deidades, asociadas a

    lo que pudiera definirse como un tipo particu-

    lar, en donde cada uno comparte esencialmen-

    te el mismo nombre y atributos caractersticos,

    pero emplea una coloracin como elemento

    discriminante adicional para establecer una

    distincin entre ellas. En vista del papel secun-

    dario desempeado por las direcciones cardi-

    nales intermedias entre las culturas del periodo

    Clsico, en donde los mayas y los teotihuaca-

    nos no fueron la excepcin, podemos encon-

  • 43

    trar topnimos ligados a nueve manifestacio-

    nes diferentes, e incluso a lo que parecen ser

    conjuntos completos de dieciocho. Sin embar-

    go, a pesar de estos modelos y marcos ideali-

    zados, podemos observar que el nmero total

    de encarnaciones individuales excede por mu-

    cho a 18, como es el caso entre los mayas e

    indudablemente tambin en Teotihuacan. A

    pesar de todo, est claro que la categorizacin

    dicotmica del dios de las tormentas de Teo-

    tihuacan en los llamados Tlaloc A y Tlaloc B

    no solamente es errnea, sino completamente

    fuera de lugar. Los anlisis comparativos pre-

    sentados en este ensayo han producido un au-

    mento en nuestra comprensin del panten

    teotihuacano. Aunque todava estamos muy

    lejos de ser capaces de reconstruir totalmente

    el panten de esta antigua ciudad, esperamos

    haber demostrado la utilidad de una perspecti-

    va comparativa amplia entre las culturas me-

    soamericanas y amerindias en general. A pe-

    sar de las enormes diferencias entre las cultu-

    ras comparadas, cada una de stas demostr

    un grado de afinidad que nos posibilit recons-

    truir desde un punto de vista ms amplio la es-

    tructura subyacente y el simbolismo del pan-

    ten de Teotihuacan que alguna vez estuvo

    poblado por una amplia gama de divinidades

    que apenas ahora comienzan a emerger de un

    letargo de olvido. Lo nico que podemos espe-

    rar es que investigaciones futuras descubran

    ejemplos iconogrficos adicionales que permi-

    tan comprobar nuestras propuestas. Al igual

    que en otras culturas mesoamericanas con-

    temporneas, el panten de Teotihuacan no

    diferenciaba entre el espacio y las divinidades,

    lo cual constituy una unidad continua e ininte-

    rrumpida. De esta manera, una direccin cardi-

    nal principal (e intermedia) y la manifestacin

    de una entidad sobrenatural constituan una

    unidad nica e indivisible. Pero esta multiplici-

    dad otorg un sentido de permanencia y mun-

    danidad, ya que debido a que la suma de las

    partes proverbiales, todas las manifestaciones

    diferentes de la deidad se concibieron en con-

    junto para proporcionar una concepcin ms

    completa de la gran deidad que resida en la

    parte media. As todas las facetas del dios de

    la tormenta, proporcionan una parte pequea

    de la entidad ms grande y casi inconcebible,

    lo que podra obedecer porqu los antiguos

    telogos mesoamericanos intentaron de redu-

    cir esta enorme deidad a personificaciones re-

    ducidas que fueran ms fcilmente concebi-

    bles y responsables ante de la interlocucin

    humana. Entre las culturas mesoamericanas el

    aspecto cuadripartita no est circunscrito ex-

    clusivamente a los dioses de las lluvia y el

    trueno, por lo que es muy probable que en

    Teotihuacan tambin se haya dado el mismo

  • 44

    caso y estamos entusiasmados por ver si esta

    propuesta puede corroborarse en el futuro. Sin

    embargo, lo que sin lugar a dudas esta investi-

    gacin ha tratado de demostrar es que la con-

    cepcin de divinidad y el cosmos en Teotihua-

    can estaban entrelazados de manera total e

    inextricable, por lo que es imposible hablar de

    uno sin considerar al otro.

    Agradecimientos: En primer lugar y ante todo

    deseamos agradecer a la amable invitacin de

    Mara Elena Ruiz Gallut para contribuir con es-

    te estudio al presente volumen. Una versin

    anterior fue presentada el 18 de julio del 2012

    como parte del 54o Congreso Internacional de

    Americanistas, celebrado en Viena. La sesin

    se enfoc en los descubrimientos recientes

    efectuados en la Ciudadela y el tnel debajo

    del Templo de la Serpiente Emplumada. El ar-

    quelogo Sergio Gmez Chvez convoc la

    sesin y nos invit a presentar nuestros descu-

    brimientos, por lo que le estamos muy agrade-

    cidos. Tambin le ofrecemos nuestro agradeci-

    miento a Rubn Cabrera por el permiso para

    documentar los glifos de La Ventilla y a Nicolas

    Latsanopoulos para la permisin de reproducir

    sus excelentes dibujos. Asimismo agradece-

    mos a Jesper Nielsen, Karl Taube y Rosa

    Worm Danbo por su orientacin y valiosas su-

    gerencias a lo largo de la marcha. Finalmente,

    agradecemos tambin a Alejandro Caas Ortiz

    y a Vernica Amellali Vzquez Lpez por su

    ayuda inestimable en la traduccin del texto.

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