TIROIDEOCTOMIA
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GLÁNDULA TIROIDES
Anatomía y fisiología:
La tiroides está localizada inmediatamente por debajo de la nuez de Adán. Es
una glándula con forma de mariposa que se encuentra en la parte inferior del
cuello, por delante de la tráquea. Se extiende por arriba del hueco
supraesternal hasta la parte inferior de la nuez de Adán (laringe).
Componentes:
Lóbulos: cada una de las mitades de la tiroides, localizados a cada lado de la
tráquea.
Istmo: una pequeña banda de tejido tiroideo que une a ambos lóbulos.
Lóbulo piramidal: un pequeño lóbulo que puede localizarse en relación con el
istmo.
Glándulas paratiroides: 4 a 12 glándulas que se encuentran en la parte
posterior de la tiroides.
El tejido tiroideo está compuesto por folículos. Observados en un microscopio,
el tejido tiroideo está compuesto por múltiples sacos pequeños de paredes
delgadas denominados folículos. Los folículos están revestidos por células que
producen hormonas tiroideas.
La glándula tiroidea está rodeada por dos cápsulas de tejido conectivo:
La cápsula interna, que rodea directamente el órgano, se halla bien adherida al
tejido conectivo del tiroides.
La cápsula externa está unida a la musculatura de la laringe y lateralmente a
numerosos vasos sanguíneos y nervios relevantes. Por la parte posterior limita
con la tráquea.
Entre la cápsula interna y la externa se encuentra una capa de tejido conectivo
laxo, en la que se encuentran, entre otros, ramificaciones de los vasos
tiroideos.
La cápsula externa es adyacente al denominado nervio laríngeo recurrente.
Este nervio controla la musculatura interna de la laringe y desempeña un papel
importante en la fonación. Si este nervio sufre daños en una operación de
tiroides o se ve comprimido a causa de un bocio, puede producirse desde
ronquera hasta parálisis de las cuerdas vocales.
Función:
La función del tiroides es la producción de hormonas que intervienen en el
metabolismo del organismo. Produce tres hormonas: T3, T4 y Calcitonina. Para
ello precisa Yodo (I) que debe ser aportado a nuestro cuerpo desde el exterior.
El yodo se encuentra en el agua de mar, las algas y en los vegetales. Una dieta
variada y rica en frutas y verduras suele incluir la cantidad necesaria de Yodo
para un correcto funcionamiento del tiroides.
Existen algunas zonas geográficas en las que el Yodo aportado en la dieta es
insuficiente, produciéndose aumento del tamaño del tiroides (bocio) en más
población de la normalmente esperada.
La glándula tiroidea tiene dos tipos de células:
1. Células foliculares: producen las hormonas tiroideas (T3 y T4), segregan
una proteína característica llamada Tiroglobulina.
2. Células C, productoras de calcitonina
En la parte posterior de la glándula tiroidea se encuentran alojadas las
glándulas paratiroides, encargadas de la regulación del metabolismo del calcio
y fósforo a través de la secreción de una hormona llamada PTH (hormona
paratiroidea). Su importancia en este contexto radica en que durante la cirugía
del tiroides pueden extirparse de forma accidental.
La tiroides utiliza yodo para producir sus hormonas. Las células tiroideas
absorben desde la sangre el yoduro que ingresa con los alimentos y lo combina
con el aminoácido tirosina para producir a estas dos hormonas tiroideas.
Posteriormente, estas hormonas son incorporadas dentro de la molécula de
Tiroglobulina (Tg) y se almacenan en folículos.
Cuando el organismo necesita hormonas tiroideas, se liberan al torrente
sanguíneo y son transportadas por proteínas a cada célula del organismo para
controlar la tasa de metabolismo basal.
Efectos fisiológicos de las hormonas tiroideas.
Las hormonas tiroideas regulan el metabolismo y la función de diferentes
órganos.
Las dos hormonas tiroideas (T4 y T3) regulan el metabolismo corporal y la
función de los órganos. Cada una de las células depende de las hormonas
tiroideas para su crecimiento normal y desarrollo, y para regular funciones tales
como la producción de energía y calor.
Las hormonas tiroideas afectan la frecuencia cardíaca, el nivel de colesterol, el
peso corporal, el nivel de energía, la fuerza muscular, las condiciones de la
piel, la regularidad menstrual, la memoria y muchas otras funciones.
CÁNCER DE TIROIDES
Epidemiología:
El cáncer de tiroides es un tumor raro, constituye menos del 1 % de las
neoplasias malignas, aparece entre de 2 y 20 casos por 100.000 habitantes y
año. En España 5 casos/100.000 en mujeres y 1,9/1000.00 en hombre.
Es la neoplasia endocrina más frecuente (90 % de todas las neoplasias
endocrinas), y la principal causa de muertes de todos los tumores endocrinos.
Su aparición suele ser en la edad media de la vida, dependiendo de los
distintos tipos. Es la neoplasia endocrina más frecuente (90 % de todas las
neoplasias endocrinas), y la principal causa de muertes de todos los tumores
endocrinos. La incidencia de este tumor ha aumentad en los últimos años pero
la mortalidad se ha mantenido estable. Se han visto diferencias geográficas,
siendo en las zonas deficitarias en Yodo mayor la frecuencia de los carcinomas
foliculares.
Factores de riesgo:
La causa del cáncer de tiroides no se conoce; la mayoría de las personas
diagnosticadas no tienen ningún factor de riesgo conocido.
1. Exposición a radiaciones ionizantes: Es el factor etiológico más
reconocido, especialmente si la exposición tiene lugar en la infancia .Se ha
observado tras la exposición con fines terapéuticos (radioterapia) o por
cercanía de fuentes radiactivas exógenas medioambientales (accidentes
nucleares). Las personas que han recibido radioterapia en la cabeza o en el
cuello, incluso décadas antes, tienen un riesgo aumentado de cáncer de
tiroides hasta 50 veces superior al de la población general. Esto se suele
ver en algunas pacientes curadas de cáncer de mama o de linfomas
tratadas años antes con radioterapia.
2. Factores genéticos: existe un tipo de cáncer de tiroides, el carcinoma
medular, que presenta una forma familiar en un 25 % de los casos. No
obstante, este es el tipo más raro de cáncer de tiroides. El carcinoma
papilar puede ser también una manifestación de varios síndromes
hereditarios como son el síndrome de Gardner o la enfermedad de Cowden.
3. Dieta baja en Yodo: se relaciona con los tumores papilares y foliculares.
4. Sexo y edad: son más frecuentes en mujeres con edades comprendidas
entre 30 y 50 años. Parece relacionarse una mayor incidencia de este tipo
de cáncer en mujeres con la historia reproductiva y el uso de
anticonceptivos orales.
Manifestaciones clínicas:
El síntoma más frecuente del cáncer de tiroides es la aparición de un bulto en
la parte anterior del cuello, que puede ser visible o palpable.
Generalmente suelen ser asintomáticos, pero en procesos avanzados se puede
asociar a síntomas como dificultad para tragar, dolor en la parte anterior del
cuello o ronquera por afectación indirecta de las cuerdas vocales.
La mayoría de los nódulos tiroideos son benignos, pero la única forma de tener
certeza es analizando las células del mismo.
Diagnóstico:
La sospecha de un cáncer de tiroides comienza con el hallazgo de un nódulo
en el tiroides. La mayoría de estos nódulos son benignos y no corresponden a
patología tumoral; algunos no requieren salvo seguimiento estrecho.
En aquellos casos en los que exista sospecha de cáncer de tiroides se deben
realizar las siguientes exploraciones:
Examen físico y antecedentes: examen del cuerpo para verificar los signos
generales de salud, incluso los signos de enfermedad, como masas o
hinchazón del cuello, la laringe y los ganglios linfáticos, y cualquier otra cosa
que no parezca habitual. También se anotan los antecedentes de los hábitos
de salud, y las enfermedades y tratamientos anteriores del paciente.
Laringoscopia: procedimiento mediante el cual el médico examina la laringe
con un espejo o un laringoscopio Un laringoscopio es un instrumento con forma
de tubo delgado con una luz y una lente para observar. Un tumor de tiroides
puede apretar las cuerdas vocales. La laringoscopia se realiza para determinar
si las cuerdas vocales se mueven normalmente.
Estudios de las hormonas en la sangre: procedimiento en el que se observa
una muestra de sangre para medir la cantidad de ciertas hormonas que los
órganos y tejidos del cuerpo liberan a la sangre. Una cantidad anormal (más
alta o más baja que la normal) de una sustancia puede ser un signo de
enfermedad en el órgano o tejido que la elabora. Se debe verificar si la sangre
contiene concentraciones anormales de hormona estimulante de la tiroides
(HET). La hipófisis en el cerebro elabora la HET, que estimula la liberación de
la hormona tiroidea y controla la rapidez con que crecen las células foliculares
de la tiroides.
Ecografía: procedimiento por el cual se hacen rebotar ondas sonoras de alta
energía (ultrasónicas) en tejidos u órganos internos y se crean ecos. Los ecos
forman una imagen de los tejidos corporales que se llama sonograma. La
imagen se puede imprimir para observarla más tarde. Este procedimiento
puede mostrar el tamaño de un tumor de la tiroides y si este es sólido o un
quiste lleno de líquido. Se puede usar la ecografía para guiar una biopsia por
aspiración con aguja fina.
Exploración por TC: procedimiento mediante el cual se toma una serie de
imágenes detalladas del interior del cuerpo, desde ángulos diferentes. Las
imágenes son creadas por una computadora conectada a una máquina de
rayos X. Se inyecta un tinte en una vena o se ingiere, a fin de que los órganos
o los tejidos se destaquen más claramente. Este procedimiento también se
llama tomografía computada, tomografía computarizada o tomografía axial
computarizada.
Biopsia quirúrgica: extracción del nódulo de la tiroides o de un lóbulo de la
tiroides durante una cirugía para que un patólogo pueda observar las células y
tejidos al microscopio, y verificar si hay signos de cáncer. Debido a que puede
ser difícil diagnosticar el tipo de cáncer de tiroides, los pacientes deben solicitar
que un patólogo con experiencia en el diagnóstico del cáncer de tiroides
examine las muestras de biopsia.
Punción-aspiración con aguja fina (PAAF): Una vez que tenemos un nódulo
tiroideo identificado con ecografía, debemos analizarlo. Esta técnica consiste
en la obtención de células a través de una aguja muy fina mediante aspiración
para después observarlas al microscopio. Es una técnica poco dolorosa y
rápida de realizar, con muy pocos efectos secundarios. Su precisión
diagnóstica es del 90 % para las lesiones benignas y del 60-80 % para las
malignas. En ocasiones el resultado puede ser no concluyente por lo que
puede ser necesario repetirla.
Gammagrafía tiroidea: es una prueba específica para el estudio de la
patología tiroidea y mide su funcionamiento como glándula. Consiste en la
administración de una sustancia radioactiva (generalmente Yodo-131) por vía
oral o intravenosa. Permite la diferenciación entre nódulos no funcionantes,
llamados “fríos” y los funcionantes o “calientes”: los nódulos “fríos” tienen
mayor riesgo de malignidad.
Tipos:
Nódulos y agrandamientos tiroideos benignos
Los cambios en el tamaño y la forma de la tiroides a menudo se pueden palpar
o incluso ver por los pacientes o sus médicos.
El término médico para una glándula tiroides anormalmente agrandada es
bocio. Algunos bocios son difusos, es decir que toda la glándula está
agrandada. Otros bocios son nodulares, lo que significa que la glándula está
agrandada y tiene uno o más nódulos (protuberancias). Existen muchas
razones por las que la glándula tiroides pudiera estar más grande de lo usual, y
en la mayoría de los casos esto no es cáncer. Los bocios difusos y nodulares
usualmente son causados por un desequilibrio en ciertas hormonas. Por
ejemplo, cuando no se obtiene suficiente yodo en la dieta pueden ocurrir
cambios en los niveles hormonales y causar un bocio.
A las masas o protuberancias en la glándula tiroides se les llama nódulos
tiroideos. La mayoría de los nódulos tiroideos son benignos, pero alrededor de
uno de 20 es canceroso (lea la próxima sección). Algunas veces estos nódulos
producen demasiada hormona tiroidea, lo que causa hipertiroidismo.
La mayoría de los nódulos son quistes llenos de líquido o de hormona tiroidea
almacenada llamada coloide.
Los nódulos sólidos tienen poco líquido o coloide. Estos nódulos tienen más
probabilidad de ser cancerosos que los nódulos llenos de líquido. Aun así, la
mayoría de nódulos sólidos no son cáncer. Algunos tipos de nódulos sólidos,
como los adenomas y los nódulos hiperplásicos, tienen demasiadas células,
pero estas células no son cancerosas.
Tumores tiroideos malignos (cancerosos)
Hay cuatro tipos fundamentales de cáncer de tiroides:
a) El cáncer papilar es el tipo más común. Aproximadamente 8 de cada
10 personas (o sea, 80%) con cáncer de la tiroides tienen este tipo, que
crece muy lentamente y suele extenderse a los nódulos linfáticos en el
cuello. Es poco común que se extienda a los pulmones o a los huesos.
Afecta a las mujeres con el doble de frecuencia que a los hombres, y el
paciente típico tiene entre 30 y 50 años. En pacientes jóvenes, si se
descubre cuando el tumor es pequeño (menos de 13 mm o 1/2 pulgada)
y este se limita a la tiroides, las probabilidades de que se curen son
bastante altas, de casi 100%.
b) El cáncer folicular es el segundo tipo más común
(aproximadamente de 10 a 15% de los casos). Este tipo de cáncer
casi nunca llega a los ganglios linfáticos, pero algunas veces se propaga
a los pulmones o huesos. Afecta a las mujeres con el doble de
frecuencia que a los hombres, y el paciente típico tiene de 40 a 60 años.
En pacientes jóvenes, si se descubre cuando el tumor es pequeño y se
limita a la tiroides, las probabilidades de que se curen son altas, de casi
95%. Ese porcentaje es un poco menor en personas mayores.
c) El cáncer medular es mucho menos común (aproximadamente 5%
de los casos). En general, la tasa de supervivencia después de 10 años
es de 90% cuando la enfermedad se limita a la glándula tiroides, de 70%
cuando se ha extendido a los ganglios linfáticos en el cuello y de 20%
cuando se ha extendido a puntos distantes (como el hígado, los huesos,
el cerebro). Este tipo de cáncer puede ser hereditario, y es necesario
evaluar a otros familiares para determinar si corren el riesgo de tenerlo.
d) El cáncer anaplástico es el menos común (aproximadamente 1 a 2%
de los casos) y el más agresivo. Es común que el cáncer vuelva a
presentarse después del tratamiento, y hay pocas posibilidades de
sobrevivir más de seis a doce meses. Afecta a más hombres que
mujeres, y principalmente a personas mayores de 65 años. Es muy poco
común en pacientes jóvenes.
Estadios del tumor:
El sistema más utilizado para su clasificación se llama TNM.
T hace referencia al tamaño tumoral,
N al estado de los ganglios
y M a la presencia de metástasis a distancia. Según esta clasificación se
establecen cuatro estadios (I, II, III y IV) en el que el I supone un tumor
localizado en la glándula y el IV implica metástasis a distancia.
Pronóstico:
La supervivencia global a cinco años está en torno a 96,9 %, siendo 99,7 %
para estadios localizados y de 57,8 % para estadios avanzados; esta puede
variar en función de varios factores:
1. Tipo histológico: la supervivencia de los carcinomas papilares a los 10
años está entre el 80 y 95 %, mientras que en los foliculares oscila entre el
65 y 85 %. Sin embargo rara vez se consiguen supervivencias a más de 2
años en los carcinomas medulares y anaplásicos.
2. Edad: es el factor más importante en los carcinomas diferenciados, ya que
por debajo de los 40 años son pocos los pacientes que fallecen a
consecuencia del tumor pero a partir de los 50 años la curva de
supervivencia desciende bruscamente.
3. Sexo: no parece tener mucha relevancia aunque la mortalidad global es
discretamente más elevada en varones.
4. Estadio local: su influencia es muy importante, ya que la mortalidad de los
tumores menores de 2 cm es prácticamente nula, y aumenta
progresivamente según exista afectación de la cápsula ganglionar.
5. Metástasis a distancia: su comportamiento es más benigno que en otros
tumores de cabeza y cuello. Se ve influenciado por la edad, así no es
infrecuente supervivencias mayores de 10 años en pacientes menores de
40 años, exceptuando los tumores medulares y anaplásicos.
Tratamiento:
Su tratamiento varía, según el tipo de cáncer y si se ha propagado. Las
opciones de tratamiento incluyen:
Cirugía. Su cirujano le quita parte o, en la mayoría de los casos, toda la
glándula tiroides y cualquier ganglio linfático anormal. Algunos cirujanos
también extirpan los nódulos linfáticos cercanos, incluso si no parecen
ser anormales. Después de la cirugía es probable que tenga que tomar
hormona tiroidea el resto de su vida para reemplazar la que deja de
producir la glándula.
Terapia de yodo radioactivo (RAI por sus siglas en inglés). Este
tratamiento consiste en tomar una cantidad pequeña de yodo radioactivo
para destruir el tejido tiroideo que no ha sido extirpado con la cirugía.
Este tratamiento también se usa con el cáncer de la tiroides que se ha
propagado a los ganglios linfáticos y a otras partes del cuerpo.
Irradiación externa. Para matar las células cancerosas y reducir el
tamaño de los tumores, se dirige irradiación a los ganglios desde una
fuente externa al cuerpo. Este tipo de tratamiento es menos común, pero
algunas personas pueden beneficiarse de la irradiación externa,
especialmente las que tienen cáncer avanzado y no es posible
operarlas,.
Quimioterapia. Se trata del uso de medicamentos para tratar de matar
las células cancerosas. La quimioterapia puede ser beneficiosa para los
pacientes que tienen cáncer anaplástico de la tiroides, pero en casos
pocos frecuentes se utiliza para tratar otros tipos de cáncer de la
tiroides, excepto en pruebas clínicas para etapas avanzadas de la
enfermedad.
Seguimiento y revisiones:
Una vez tratado con éxito un cáncer de tiroides, hay que realizar revisiones
periódicas con el objetivo de detectar las posibles recaídas y controlar los
efectos secundarios.
El seguimiento de todo paciente tratado de un cáncer de tiroides siempre debe
realizarlo entre otros especialistas un endocrinólogo, ya que la correcta función
tiroidea es fundamental para el mantenimiento del resto de las funciones del
organismo.
Las pruebas que habitualmente se realizan son las siguientes:
- Analítica completa
- Ecografía cervical
- Rastreo con I-131.
TIROIDECTOMÍA
Tiroidectomía
(intervención quirúrgica)
Sinónimos
Lobulectomía tiroidea
Lobectomía tiroidea
La tiroidectomía es la remoción parcial o total de la glándula tiroides indicada
en pacientes con desordenes tanto funcionales como en el hipertiroidismo,
neoplásicos e inflamatorios nombrando entre ellos tiroiditis de Hashimoto.
Existen enfermedades carenciales como bocio endémico, que pueden llegar a
afectar el proceso de deglución y respiración normal, aparte de la apariencia
física, debido al aumento exagerado de tamaño de la glándula, lo que obliga a
realizar este procedimiento.
Tipos:
Existen, algunos tipos de tiroidectomía que pueden ser utilizados con mayor
preferencia dependiendo la patología a tratar:
Total: es la completa extirpación de la glándula, indicada principalmente
en neoplasias malignas de la tiroides, además de ciertos tumores de
laringe y cuello que pueden llegar a hacer metástasis en ella.
Subtotal o parcial: Intervención en la cual se retira parte de la tiroides
pero no toda con el fin de no provocar cuadros futuros de hipotiroidismo,
comúnmente se puede llegar a extraer del 90 al 95% de la glándula, está
poco después de la cirugía comienza de nuevo a proliferar y poco a
poco ir recuperando su función normal.
También se pueden encontrar otro tipo de clasificación que están
englobadas dentro del subtotal: la hemitiroidectomía, siendo esta la
remoción de uno de los lóbulos y la istmectomía tiroidea que hace
referencia a la sustracción del istmo glandular.
Indicaciones:
Enfermedad de Graves Basedow
Hipertiroidismo
Tumor maligno de tiroides
Tumor maligno de laringe o de cualquiera de la estructuras del cuello
que la rodean
Tiroiditis de Hashimoto
Bocio
Razones cosméticas
Riesgos:
Los riesgos de la anestesia abarcan:
Reacciones a los medicamentos
Problemas respiratorios
Los riesgos de la tiroidectomía abarcan:
Sangrado
Infección.
Lesión a los nervios de las cuerdas vocales y la laringe. Usted puede tener
problemas para alcanzar notas altas al cantar, ronquera, tos, problemas
para tragar o problemas para hablar después de la cirugía. Estos problemas
pueden ser leves o graves.
Dificultad respiratoria, lo cual es muy infrecuente y casi siempre desaparece
varias semanas o meses después de la cirugía.
Sangrado y posible obstrucción de la vía respiratoria.
Una elevación aguda en los niveles de la hormona tiroidea (sólo por el
tiempo de la cirugía).
Lesión a las glándulas paratiroideas (las pequeñas glándulas cerca de la
tiroides) o a su riego sanguíneo, lo cual puede causar temporalmente
niveles bajos de calcio en la sangre (hipocalcemia).
Demasiada secreción de hormona tiroidea (crisis hipertiroidea). Si usted
tiene una glándula tiroidea hiperactiva, lo tratarán con medicamentos.
Complicaciones:
Como en todo proceso quirúrgico siempre existe la posibilidad que después de
realizar la intervención se desencadene otro tipo de enfermedades, la más
frecuente en este caso es el hipotiroidismo. Paradójicamente también se puede
producir un estado de hipertiroidismo conocido como tormenta tiroidea,
pudiendo aparecer de manera espontánea o precipitarse por infección, estrés o
la realización de la tiroidectomía en un paciente preparado incorrectamente con
fármacos anti tiroideos.
Además de las nombradas anteriormente existen complicaciones que se
pueden producir durante la cirugía citando entre ellas, el hipoparatiroidismo
producido por la extirpación accidental o intencional de la glándula paratiroides,
la lesión de los nervios laríngeos recurrentes capaz de producir la pérdida del
habla.
Dentro del proceso de curación normal pueden aparecer otro número más de
obstáculos para el buen fin de este procedimiento médico como lo son la
infección, las hemorragias y / o hematomas y los queloides.
Su recuperación:
Usted podría irse del hospital con puntos de sutura en la incisión que hizo el
médico. Este le indicará cuando regrese para quitárselos. Todavía puede tener
colocado un tubo, llamado drenaje, en el cuello. Su médico se lo quitará
algunos días después de la cirugía.
Es posible que tenga algunos problemas para masticar y tragar después de
regresar a su casa. Probablemente tenga la voz ronca, y quizá tenga
dificultades para hablar. En la mayoría de los casos, estos problemas suelen
mejorar dentro de los 3 o 4 meses, pero puede llevar hasta un año. En algunos
casos, esta cirugía provoca problemas permanentes para masticar, hablar o
tragar.
Esta hoja de cuidados le da una idea general del tiempo que le llevará
recuperarse. Sin embargo, cada persona se recupera a un ritmo diferente.
¿Cómo puede cuidarse en el hogar?
Actividad
- Descanse cuando se sienta cansado. Dormir lo suficiente lo ayudará a
recuperarse. Cuando esté acostado, colóquese dos o tres almohadas debajo
de la cabeza para mantenerla elevada.
- Intente caminar todos los días. Comience caminando un poco más de lo que
caminó el día anterior. Poco a poco, aumente la distancia que camina. Caminar
aumenta el flujo de sangre y ayuda a prevenir la neumonía y el estreñimiento.
- Evite hacer actividades físicas vigorosas y levantar objetos pesados durante 3
semanas después de la cirugía o hasta que su médico lo apruebe.
- No extienda el cuello demasiado hacia atrás durante 2 semanas después de
la cirugía.
- Pregúntele a su médico cuándo puede volver a conducir.
-Puede ducharse, a menos que todavía tenga un drenaje cerca de la herida.
Seque la herida con toques suaves de toalla. Si tiene colocado un drenaje, siga
las instrucciones de su médico sobre cómo cuidarlo.
Dieta:
Si tragar le produce dolor, comience tomando bebidas frías, paletas de agua
saborizadas y helados. A continuación, pruebe a comer alimentos blandos
como pudín, yogur, fruta en lata o cocida, huevos revueltos y puré de
papas. Evite comer alimentos duros o crocantes como "chips" (tipo papas
fritas) o verduras crudas. Evite los jugos de naranja o de tomate, y otros
alimentos ácidos que pudieran provocarle ardor en la garganta.
Si tose inmediatamente después de beber, pruebe a beber líquidos más
espesos, como los batidos.
Podría notar que no evacua el intestino con regularidad justo después de la
cirugía. Esto es común. Trate de evitar el estreñimiento y hacer esfuerzos
cuando evacua el intestino. Sería conveniente que tomara un suplemento
de fibra todos los días. Si no ha evacuado el intestino después de un par de
días, pregúntele a su médico si puede tomar un laxante suave.
Medicamentos:
Analgésicos (medicamentos para el dolor) según prescripción médica.
Calcio para prevenir problemas después de la cirugía por insuficiencia de
calcio. No tener suficiente calcio puede causar síntomas como hormigueo
alrededor de la boca o en las manos y los pies.
Antibióticos. Tómelos según las indicaciones. No deje de tomarlos por el
hecho de sentirse mejor. Debe tomar todos los antibióticos hasta
terminarlos.
Cuidados de enfermería: