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Tijuana Ciudad Heroica Loor a los Héroes de 1911, en el Centenario de la Defensa de Tijuana

con el decreto de “Tijuana Ciudad Heroica”.

El 22 de junio del 2011 se conmemoró el Centenario de la lucha que se realizó en 1911, en el monumento erguido a los hombres defensores,

inaugurado el 22 de junio de 1952 y que está ubicado en el boulevard Agua Caliente, tramo comprendido entre la calle Rio Tijuana y boulevard Cuauhtémoc, Tijuana, Baja California, allí se dieron cita:

El 28º Batallón de Infantería.

La Banda del 20 Ayuntamiento de Tijuana.

Roberto Beltrones Rivera, Secretario de Gobierno Municipal.

Cuauhtémoc Cardona Benavides, Secretario de Gobierno Estatal.

Conrado Acevedo Cárdenas, Coordinador del Comité Conmemorativo del Centenario de la Defensa de la Ciudad.

Yolanda Enríquez de la Fuente; Síndico Procurador.

Samuel Ruíz Madrigal, titular nacional de la Asociación de Ciudades

Históricas.

Gilberto Landeros Briseño, Comandante de la II Zona Militar.

Sergio Vázquez Ruíz, Presidente de la Sociedad de Historia de Tijuana.

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También se dieron cita familiares de los defensores, algunos regidores,

niños de escuelas, asociaciones civiles, el promotor del monumento, burgueses conservadores, empresarios y prensa, todos invitados entre otros muchos que no lo fueron, que sumaban como cuatrocientas

personas aparte de un centenar de militares, músicos y periodistas; a los que no fueron invitados no se les permitía sentarse en las sillas reservadas

bajo la sombra de dos carpas, como a la compañera defensora del Parque Benito Juárez, Juana Corral, que le pidieron se levantara de una silla reservada para los invitados de honor y la echaron hasta atrás, siendo que

días antes se publicó en un diario el evento, invitando a las personas a llegar temprano para alcanzar silla preferencial.

El suscriptor asistió al evento, sin derecho a silla preferencial, para saber en qué consistía, que se decía y cotejarlo con el libro “Nacionalismo y

revolución: los acontecimientos de 1911 en Baja California”, de Marco Antonio Samaniego, recién terminado de leer el mismo día 22 de junio por

la mañana.

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El evento da inicio a las 10:00 a.m. con honores a la Bandera,

interpretaciones de los Himno Nacional y a Baja California por un tenor con auricular en la oreja derecha; luego, el bisnieto de Pastor Ramos, Armando Fidel Ramos, acompañado por una niña como de diez años de

edad, lee su discurso iniciando con la sentencia: “Los mexicanos mueren pero no se rinden”, agregando que se venció a fuerzas enemigas que

invadieron nuestro territorio, una horda de bandidos que a los defensores de la ciudad de Tijuana les pidieron que se rindieran, como respuesta recibieron las palabras de la sentencia enunciada.

Sergio Vázquez Ruíz, dijo que el 29 de mayo los invasores toman Tijuana sin ninguna resistencia (sic), y precisa que los defensores eran 77 hombres en armas; José María Larroque lideró 21, el Teniente Miguel

Guerrero a 25 y el resto fueron voluntarios. Destacó el valor de los defensores, “que a pesar de estar lejos del centro de la república y ante la falta de municiones, se enfrentaron a los filibusteros dispuestos a recuperar el territorio”.

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El 9 de mayo de 1911, recordó, fue el día más sangriento, sin

embargo, tras 44 días de ocupación se volvió a izar la bandera mexicana, agrega que en esos días 500 filibusteros reclutados en Los Ángeles

California, quemaron la plaza de toros, la iglesia, hicieron saqueos, cometieron desmanes e ingirieron alcohol, que estoy seguro fue “la primera piedra negra que tristemente arrastra y desprestigia a Tijuana”.

Conrado Acevedo Cárdenas, felicitó a la regidora impulsora de ésta

actividad, Franciscana Krauss Velarde, que por propia iniciativa y con aprobación unánime de Cabildo del 20 Ayuntamiento se decreta; “2011, Primer Aniversario de la Defensa Histórica de Tijuana”. Precisa que Tijuana es la ciudad número 35 en obtener el nombramiento como “Ciudad Heroica”, “nombramiento que debe reivindicar a las futuras generaciones,

ya que es uno de los momentos más importantes para la ciudad”.

A un siglo de la defensa del territorio, se declaró satisfecho de poder

llamar a la Ciudad Heroica y dejar atrás los adjetivos degradantes, a veces irresponsables, para decirle: “Tijuana Heroica”.

El Dr. Alejandro Lugo Perales dio lectura a los nombres de los hombres caídos en la defensa:

1. Juan Osuna, gendarme 2. José María Larroque, subprefecto político de la ciudad. 3. Pastor Ramos, administrador del timbre.

4. Clemente Angulo, un septuagenario sin actividad específica. 5. Alfonso Padilla de la Torre, comerciante.

6. Francisco Cuevas, administrador de correos. 7. Bernardino Bortaris, gendarme. 8. Bernardino Partida, soldado.

9. Blas Guzmán, soldado 10. Eulogio Morales, Soldado

11. José Cerda, voluntario auxiliar. 12. Andrés Navarro, voluntario auxiliar 13. Voluntario de nombre desconocido.

Durante el acto se dispararon 27 balas de salva en honor de los

caídos, por elementos del 28º Batallón de Infantería.

Por su parte, Alcides Roberto Beltrones, en su mensaje hizo un llamado a construir una mejor ciudad, “pues la población no puede seguir esperando a que los partidos políticos se pongan de acuerdo”.

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Cuauhtémoc Cardona Benavides celebró que el alcalde de Tijuana, Carlos Bustamante Anchondo, y el gobernador del Estado, José

Guadalupe Osuna Millán, “hayan viajado juntos a Europa para promover mayores inversiones en el Estado y para el bien de Tijuana; aquí donde empieza la patria es donde empieza este coraje tijuanense, es donde empieza esta iniciativa emprendedora de querer buscar el reconocimiento nacional e internacional para generar inversiones y empleos”. Destacó el

gran legado que dejan los defensores del territorio y felicitó a las autoridades municipales, en particular a la regidora Franciscana Krauss, quién estuvo ausente por motivos de salud.

Tras los discursos, Samuel Ruíz Madrigal, recibe un reconocimiento de manos de Alcides Roberto Beltrones, por su labor para considerar a Tijuana oficialmente “Ciudad Heroica”.

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Frente al mausoleo donde descansan los restos del Teniente Miguel Guerrero, Celso Vega, Pastor Ramos, José María Larroque, Alfonso Padilla

de la Torre, Francisco Cuevas y Clemente Angulo, se develó la placa alusiva conmemorativa.

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De acuerdo a Marco Antonio Samaniego, la toma de Tijuana se inició

el 8 de mayo de 1911, en el poblado de Tijuana se realizó el primer enfrentamiento que duró 8 horas, en el cual murió el gendarme Juan

Osuna, y la madrugada del 9 de mayo, Carl Ap Rhys Pryce, un galés con antecedentes aristocráticos, al frente de 250 insurrectos realizó el ataque definitivo.

“En las calles de Tijuana correrá la sangre de los ciudadanos leales a

México antes de que nuestro poblado caiga en manos de los revolucionarios”, a través de un circular afirmó José María Larroque, un antiguo miembro del ejército, que había sido subprefecto político del

Partido Norte de la Baja California en la década de 1860 y que a la edad de ochenta años, organizó y comandó a los defensores de Tijuana; contaba

con alrededor de setenta hombres, trece de ellos desertaron el 8 de mayo junto con Juan I. Iriarte, que se retiraron a los Estados Unidos al darse cuenta que la defensa del poblado era una tarea prácticamente imposible,

el grupo en general carecía de municiones suficientes. Veintidós defensores encabezados por el ranchero tecatense Lerdo González, luego

de observar que era inútil seguir resistiendo, abandonaron el poblado con rumbo a Ensenada. A las diez de la mañana el poblado fronterizo quedó bajo el control de los insurrectos.

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Hubo 46 muertos en el combate, entre los defensores murieron los

identificados ya mencionados, además de los voluntarios Manuel (a) “el Torero” y el “Chapo” Márquez, desconociéndose los nombres de los

insurrectos muertos. El subteniente Miguel Guerrero resultó herido y sus ayudantes lo trasladaron a la línea divisoria para entregarlo a los soldados estadounidenses para su atención. En los siguientes días hubo constantes

elogios a la valentía mostrada por Guerrero, incluso Carl Ap Rhys Pryce, en una visita a San Diego, fue a felicitarlo por su coraje en el combate, pero como Guerrero no entendía ingles y Pryce no sabía español, se

concretó a ofrecerle un cigarro y saludó de mano a Guerrero y demás combatientes heridos en el mismo hospital.

También en los acontecimientos se menciona que el contingente de

ocupación estaba compuesto por una gran mayoría de extranjeros, y que

los mexicanos integraban el 5% del grupo rebelde; que la bandera roja del PLM junto con la estadounidense, fue izada en uno de los comercios, y en

cuatro lugares más del poblado fronterizo, comerciantes estadounidenses colocaron banderas de su país con la esperanza de que no fueran saqueados de nuevo.

El avance sobre Tijuana no fue ordenado por Ricardo Flores Magón -

arrestado por las autoridades de los Estados Unidos, después de su

fracasada rebelión de 1906, en la ciudad de Los Ángeles, California, junto con Librado Rivera, Antonio I. Villarreal y Manuel Sarabia, por el delito de

invadir México con una fuerza armada desde territorio estadounidense y violado la Ley de Neutralidad de los Estados Unidos, encarcelados primero en Yuma y luego en Florence, Arizona. Ricardo, Antonio y Librado

estuvieron tres años en la cárcel, desde agosto de 1907 al 4 de agosto de 1910- que había dado órdenes de que se atacaran las fuerzas del octavo

batallón de infantería (cuyos hombres eran en su mayoría indígenas oaxaqueños) que resguardaban las obras de irrigación comandadas por Miguel Mayol, enviado por Porfirio Díaz para cumplir con las exigencias del

gobierno de William Taft y proteger las obras del Rio Colorado iniciadas en enero de 1911 en territorio mexicano para beneficiar a los rancheros del Valle Imperial. Previamente, en enero de 1907 durante el gobierno de

Theodore Roosevelt, el Senado de su país aprobó un millón de dólares para invertir en el Valle de Mexicali. La dictadura estuvo dispuesta a dar

protección a los inversionistas norteamericanos que gozaban de toda clase de privilegios, y se empeñó en desacreditar a los rebeldes tildándolos de filibusteros al servicio de intereses extranjeros.

El grupo insurgente no tenía relación directa con el Partido Liberal y

su dirección no estaba sujeta a las órdenes de Flores Magón, ni había

mexicanos dirigiendo las acciones en el campo de batalla. El 28 de mayo, los indígenas kiliwa y pa-ipai, al mando de otro Guerrero, pero de nombre

Emilio, llegaron al poblado de Tijuana.

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El 2 de junio, el filibustero Louis James pretendió izar una nueva

bandera que representaba la República de Baja California y con la intención de de que formara parte de los Estados Unidos, diseñada por

otro filibustero promotor de espectáculos de nombre Richard Ferris; la nueva bandera estaba formada por siete barras rojas y seis blancas, con un cuadro azul cielo en el centro y con una estrella blanca. Según Ferris,

“las franjas rojas representan la sangre que se ha derramado a través de los tiempos; el color azul, la firmeza de su propósito y la estrella blanca, con un carácter dual, representa no solo a la nueva República en el

firmamento de las naciones sino, como la famosa Estrella de Belem, será guía constante hacia la victoria”.

James al llegar a Tijuana “tubo un hostil recibimiento por parte de

los mexicanos, y sobre todo los indígenas comandados por Emilio

Guerrero, mirando que el “capitán” James desplegaba la bandera y sin importarles que el resto del contingente fuera mucho más numeroso,

protestaron a gritos contra la erección de la “Nueva República”, quemaron la bandera y estuvieron a punto de matar a James, cargaron sus armas, listos para batirse contra quienes aprobaron dicha erección”.

La intervención de varios estadounidenses, alrededor de cincuenta,

evitó que James muriera. Los indígenas y los mexicanos presionaron para

que se le formara una corte marcial, pero al no lograrlo lo corrieron del poblado.

Así, los indígenas y varios mexicanos echaron abajo la bandera que

Louis James trató de izar en Tijuana. Estos, enfrentados constantemente a

los extranjeros como producto de sus diferencias de carácter de nacionalidad, se sintieron traicionados y el 5 de junio se retiraron del lugar

convencidos de que era un movimiento filibustero, para internarse en el Distrito; Pryce deja el poblado de Tijuana el 31 de mayo y se dirige a San Diego, abandonando el mando del contingente debido a las rencillas

internas, por lo que, tanto Guerrero como Pryce, no participaron en el enfrentamiento del 22 de junio que se inició a las diez de la mañana, a la altura del rancho Agua Caliente.

Celso Vega, jefe político y militar del Distrito de 1903 a 1911, al

mando del octavo batallón de infantería, los voluntarios, tanto residentes de Baja California como de los que llegaron de San Diego y de la compañía fija del Distrito, que en total eran un poco mas de 800 hombres

convencidos de que lucharían en contra de un grupo filibustero, combatieron en contra de 120 extranjeros y 75 mexicanos e indios, estos últimos pertenecientes a grupos de California que combatieron bajo las

ordenes de sus propios jefes.

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Luego de casi tres horas de combate, el filibustero Jack Mosby,

decidió cruzar la frontera con los miembros extranjeros de la tropa y llora como un niño su derrota. Cinco heridos y entre dieciséis y treinta hombres de Mosby murieron, mientras que Vega tubo cuatro muertos y tres

heridos.

A las cinco de la tarde el jefe militar tomó el poblado de Tijuana. Las banderas rojas del PLM fueron arriadas de inmediato y una de México fue izada en el poblado. El resto de los miembros insurgentes, alrededor de

cincuenta, se retiró hacia Tecate perseguidos por el capitán Justino Mendieta del octavo batallón de infantería, dando muerte a cinco insurgentes y los demás lograron escapar a los Estados Unidos.

Celso Vega es señalado como responsable de que los poblados de

Mexicali y Tijuana se transformaran en zonas de vicio, otorgó los permisos correspondientes para el establecimiento de cantinas y juegos de azar.

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En agosto de 1907, en Valle Imperial se decreta la ley seca y en

Mexicali, con aprobación del jefe político, proliferan los prostíbulos, las cantinas y juegos de azar propiedad de estadounidenses, prostitutas y su

habitual clientela de gente non sancta, igualmente estadounidenses. Las obras de irrigación, el ferrocarril y desde 1907 en adelante, las

cantinas, se convirtieron en los ejes principales de crecimiento fronterizo en Tijuana y Mexicali.

En la sección municipal de Tijuana se registró en 1910 un total de

956 habitantes, de los cuales 460 vivían en los campos de trabajadores del

ferrocarril. En el poblado de Tijuana había 273 residentes y los demás estaban distribuidos en rancherías.

En marzo de 1909 se establecieron cuatro casinos con la aprobación del jefe político. “Los que están causando verdadera alarma entre las

personas sensatas de ambas fronteras, pues prevén que muy pronto surgirán dificultades internacionales dado el tráfico de toda la gente perdida de este país que, no pudiendo ejercitar sus vicios en él por tenerlo

prohibido pasa ahora a nuestra frontera a cometer robos y abusos”, el cónsul mexicano en San Diego, Joaquín Díaz Prieto, informó a la

Secretaría de Relaciones Exteriores, en el mes de abril. Desde esos años, Tijuana empezó a ser identificada por los periódicos estadounidenses como el Montecarlo de México.

La supuesta alarma provocada por los primeros casinos provocó que

Porfirio Díaz, a través de la Secretaría de Gobernación, mandara clausurar

oficialmente los establecimientos. Sin embargo, los jugosos recursos que comenzaron a fluir por la vía de los impuestos hicieron que en relativa

clandestinidad siguieran funcionando, con el conocimiento de autoridades locales. Así, cuando las fuerzas comandadas por Carl Ap Rhys Pryce tomaron Tijuana, una forma de obtener recursos económicos fue permitir

juegos de azar en los establecimientos, que a pesar de la supuesta prohibición, estaban adaptados para ello y además el público

estadounidense de sobra conocía.

De “la primera piedra negra que tristemente arrastra y desprestigia a Tijuana”, colocada por Celso Vega, son “La Cahuila” y “Caliente”

desprestigio de Tijuana; actualmente ningún jefe político ha sido capaz de clausurarlos, ni aún el Jefe Supremo de la Nación, Felipe Calderón Hinojosa, que dijo estar “dispuesto a lanzarse a las pedradas en su guerra contra las bandas criminales”, que ha causado tantos “daños colaterales” ignorados con desdén.

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En los discursos de la celebración del Centenario de la Defensa de

Tijuana, nunca se mencionó el nombre de Ricardo Flores Magón (1873-1922), considerado el precursor e ideólogo de la Revolución Mexicana,

fundador del Partido Liberal Mexicano (PLM) que en 1911 organizó la expedición armada a la Baja California para establecer el anarquismo, es decir: “El establecimiento de un orden social basado en la fraternidad y el amor, al contrario de la presente forma de sociedad, fundada en la violencia, el odio y la rivalidad de una clase contra otra y entre los miembros de una misma clase. Que aspira a establecer la paz para siempre entre todas las razas de la tierra, por medio de la supresión de la fuente de todo mal: El derecho de propiedad privada”.

En Ricardo Flores Magón prosperó el descredito de la dictadura para

condenar la expedición, pues se aprovechó la buena fe y el patriotismo de los bajacalifornianos con el fin de despertar contra Flores Magón un

repudio, que investigaciones históricas configuran claramente como repudio injustificado.

Hay que recordar que en los lugares de los acontecimientos de 1911 en la Baja California existían intereses de empresas norteamericanas e

inglesas, que como acontecía con los inversionistas extranjeros en la época de la dictadura, gozaban de toda clase de privilegios. Esas compañías, junto con la francesa ubicada en la región de Santa Rosalía,

prácticamente eran dueñas de la Península de Baja California, y que los soldados de Celso Vega estaban destacamentados para proteger aquellos

interese extranjeros.

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En la actualidad, los nuevos gobiernos de México lacayos del capital

financiero internacional, mediante actos de corrupción entregan la Península de Baja California para su saqueo y explotación a las

corporaciones multinacionales, principalmente estadounidenses y españolas con sus socios nacionales, que gozan de toda clase de privilegios sin importarles las consecuencias desastrosas al medio ambiente y a la

ecología de la Península, que cuenta con una gran biodiversidad y riqueza natural extraordinarias.

La lucha de Ricardo Flores Magón era de carácter social en contra del capital, y consideraba a Baja California como la base de operaciones

para extender la revolución social a todo México; una revolución integral, en la que deberían desaparecer plena y totalmente los gobiernos y la propiedad privada, que establezca las reglas mediante las cuales quedara

entendido que la propiedad era un derecho de la asociación libre de los trabajadores.

Sostenía que, el gobierno representa un instrumento de privilegio y

corrupción; que el cambio de amo no era fuente de libertad ni de bienestar.

Se necesitaba –insistía- la transformación de las condiciones que hacen desgraciada la raza mexicana. El objetivo que atrae a los hombres y mujeres en el mundo es el éxito material. “Todo por el éxito”, es el lema, y

la noble faz de la tierra es profanada con la sangre de las bestias contendientes. Tales son las condiciones que engendran todas las formas

de degradación moral y material. En nuestros tiempos, los cambios en la sociedad civil han

demostrado que cuando la gente se organiza, se expresa y actúa, los gobiernos pierden legitimidad y poder; y puede atajar por si misma los

problemas sociales, como en México lo demuestran las comunidades indígenas que practican modelos de civilización más avanzados.

Vivimos en una sociedad clasista dominada por los intereses monetarios en la que todo está subordinado al capital. Vil máxima de los amos de la humanidad: Todo para nosotros y nada para los demás. En el

nuevo orden económico de globalización, corporaciones multinacionales y hegemonía del capital financiero, basado en la especulación y deuda, “un

país puede enriquecerse a costa de otro, así como también en el interior de un país una clase puede enriquecerse a costa de otra”, escribió Carl Marx.

Flores Magón con “sus “ideales hermosos”, según decía, pretendía la destrucción del capitalismo y la formación de una nueva sociedad en la que el capital no jugara un papel primordial. Propone alternativas a los

senderos de la codicia y la violencia: La abolición de la propiedad privada y la repulsa de la explotación del hombre por el hombre.

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Ricardo Flores Magón, ideólogo del nacionalismo mexicano, remontó

hasta círculos internacionales y continuó la lucha social, ahora con arrebatada condenación a la guerra mundial. En el año de 1917, cuando el

presidente Woodrow Wilson y el Congreso llevaron a los Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial, la libertad de expresión se suprimió porque creaba un “peligro claro y presente”. El Congreso promulgó la Ley de

Espionaje, dejando sin sentido la garantía de la Primera Enmienda de la Constitución, que declara que el Congreso no puede hacer ninguna ley que “coarte la libertad de expresión o de prensa” La Ley de Espionaje

criminalizó cualquier cosa o crítica que se hiciera a la entrada de los Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial, como desalentadora al

reclutamiento en las fuerzas armadas. Muy pronto, cerca de mil personas fueron a prisión por protestar contra la guerra, entre ellas Ricardo Flores Magón. Las inmolaciones en masa, el sacrificio de millones de jóvenes en

aras de un imperialismo deshumanizado y frío, constituyeron el blanco de sus ataques. Razón suficiente para que Ricardo volviera a la cárcel el 21 de

marzo de 1918, en esta ocasión, por haber publicado en Regeneración un Manifiesto declarado sedicioso, es decir, “encaminado a provocar la insubordinación y amotinamiento de las fuerzas militares y navales de los

Estados Unidos”.

El 21 noviembre de 1922, el prisionero número 14596, Ricardo Flores Magón, fue asesinado en la cárcel federal de Leavenworth, Kansas. Poco antes de morir escribió:

<<Cegaré, me pudriré y moriré dentro de éstas horrendas paredes que me separan del resto del mundo, mas prefiero esto que volver la

espalda a los trabajadores, y tener las puertas de la prisión abiertas a precio de mi vergüenza, porque no voy a pedir perdón. ¡No lo haré!

Lo he perdido todo, menos una cosa, y esa cosa es mi honra como

luchador; cuando muera no habrá nadie que se atreva a estampar esta inscripción: “Aquí yace un cobarde y traidor a sus ideas”>>

Bibliografía:

Samaniego Marco Antonio

Nacionalismo y revolución: los acontecimientos de 1911 en Baja California

Universidad Autónoma de Baja California. Centro Cultural Tijuana 2008

Flores Magón Ricardo

Epistolario y Textos

Fondo de Cultura Económica 1984

SAÚL TORRES BARBOSA.

Tijuana, Baja California, 110711