TIEMPO - Teatro Municipal · 2016. 5. 10. · Preludios, op. 28 N.° 6 en Si menor N.°3 en Sol...

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GRANDES PIANISTAS Brahms • Beethoven • Debussy • Prokofiev • Chopin • Piazzolla • Villa-Lobos • Ginastera 10 mayo 2016 • 19:00 H PIANISTAS SERGIO TIEMPO “Un colorista enamorado con la infinita variedad que un piano puede producir” – Gramophone PROGRAMA DIGITAL

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GRANDES PIANISTASBrahms • Beethoven • Debussy • Prokofiev • Chopin • Piazzolla • Villa-Lobos • Ginastera

10 mayo 2016 • 19:00 H

PIANISTAS

SERGIOTIEMPO“Un colorista enamorado con la infinita variedad que un piano

puede producir” – Gramophone

PROGRAMADIGITAL

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SERGIO TIEMPO

Johannes BrahmsCuatro piezas para piano, op. 119 

I. Intermezzo en Si menor

Dieciséis valses para piano, op.39N.° 15 en La bemol mayor

Ludwig van BeethovenSonata para piano n. ° 23 en Fa menor,

op. 57, “Appassionata” Allegro assai

Andante con motoAllegro ma non troppo - Presto

Claude DebussyImágenes: primera serie

I. Reflets dans l’eau (Reflejos sobre el agua)

Sergei ProkofievDiez piezas para piano de Romeo y Julieta, op. 75

La joven Julieta (Young Juliet)Montescos y Capuletos (Montagues and Capulets)

Danza de las niñas con los lirios (Dance of the Girls With Lilies)

Mercutio (Mercutio)

Frédéric ChopinPreludios, op. 28 N.° 6 en Si menorN.°3 en Sol mayorN.° 4 en Mi menor

N.° 8 en Fa menor sostenido N.° 15 en Re bemol menor N.° 16 en Si bemol menor

Astor Piazzolla Fuga y Misterio

Heitor Villa-Lobos A prole do bebê, n.° 1

Branquinha Moreninha

O PolichinelloA Pobresinha

Alberto Ginastera Malambo, para piano op. 7

TEMPORADA DE GRANDES PIANISTAS 2016

PROGRAMA

Martes 10 de mayo 2016 • 19 H / E3

Con el auspicio de

96.5 FM

Con el patrocinio de

PARA ESCUCHAR PRESIONE

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“Un colorista enamorado con la infinita variedad que un piano puede producir” – Gramophone

Sergio Tiempo comenzó sus estudios de piano bajo la guía de su madre, la profesora Lyl Tiempo, cuando sólo contaba con dos años de edad, e hizo su concierto debut pocos meses más tarde. Alcanzó notoriedad internacional cuando participó en el ciclo Grandes Pianistas del Concertgebouw de Amsterdam, a

los catorce años. Desde entonces se presenta en recitales y conciertos con orquesta en los principales centros musicales del mundo, habiendo actuado bajo la dirección de Claudio Abbado; Charles Dutoit; Christoph Eschenbach; Leonard Slatkin; Michael Tilson Thomas y Sir Mark Elder, entre otros. Ha actuado junto a orquestas tan prestigiosas como la Sinfónica de Chicago; la Orquesta de Cleveland; la Sinfónica de Houston; la Filarmónica de Los Angeles; la Sinfónica de Montreal; la Orquesta Metropolitana; la Filarmónica de Tokio; la Filarmónica de Rotterdam; la Orquesta Sinfónica de la Academia Nacional de Santa Cecilia; la Orquesta Sinfónica de Bamberg y la Orquesta Estatal de Halle.

A lo largo de su carrera artística y profesional, ha recibido frecuente asesoramiento y consejo musical de Martha Argerich, Nelson Freire, Magaloff Nikita y Alan Weiss. Además, en el marco de la Fondazione per il Pianoforte de la ciudad de Como, Italia, trabajó con Dimitri Bashkirov, Fou Ts’ong, Murray Perahia y Dietrich Fischer Dieskau.

Realiza regularmente presentaciones con su compatriota y amigo Gustavo Dudamel, en conciertos junto a la reconocida Orquesta Simón Bolívar de Venezuela. Asimismo, ha realizado exitosas giras por Sudamérica, China y Australia, y ha participado en numerosos festivales internacionales como el de Hong Kong; el de Salzburgo en Austria; el Festival Klara del Palais de Beaux Arts de Bruselas; el de Schleswig-Holstein; el Martha Argerich y Amigos de Munich en Alemania; el Festival Verbier en Suiza; la Roque d’Antheron; Colmar y Montpellier en Francia, así como el Arturo Benedetti Michelangeli de Bergamo y en las Jornadas de Música del Festival de Lisboa.

El año 2010 presentó el estreno mundial de Tango rhapsody, obra para dos pianos y orquesta dedicada a tangos de Piazzolla y Pablo Ziegler, del compositor argentino Federico Jusid, con la conducción de Jacek Kaspszyk, que luego grabó junto a su hermana Karin Lechner.

Entre sus grabaciones se cuentan, un registro de tres CDs del sello LIVE, dedicados íntegramente a obras de Chopin, con los Preludios, op. 28, las Sonatas n. ° 2 y n. ° 3, y el Concierto n. ° 1 en Mi menor. Grabó asimismo, un recital en vivo con obras de Beethoven, Schumann y Chopin, y dos discos con obras para dúo de pianos con Karin Lechner. Grabó también dos discos para Deutsche Grammophon, uno sólo con obras de Mendelssohn y otro con piezas Rachmaninov, ambos con el chelista Mischa Maisky, a los que Classic FM y la Revista BBC Music adjudicaron cinco estrellas.

SERGIO TIEMPOPIANISTA

PARA ESCUCHAR PRESIONE

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Johannes Brahms escribió sus Cuatro piezas para piano hacia 1892. Como en muchas otras piezas que nacían de una inspiración pasajera y que luego se consolidaban en algo más concreto y menos caprichoso, el compositor llamó a la primera de estas Intermezzo. Se trata principalmente de una pieza de sutilezas armónicas y cambios, de viajes “por debajo” de una melodía que puede pasar desapercibida con facilidad. Sin embargo, la simplicidad de esta estructura esconde un detallado trabajo de disonancias, donde sólo algunas de ellas son resueltas. En una carta a su amiga Clara Schumann, en mayo de 1893, Brahms escribe: “es una pieza excepcionalmente melancólica, para ‘tocarse muy lento’, y lo digo en serio; como si cada compás tuviese su propio retardando”. Parte de lo que da a la pieza su lirismo, tan marcadamente romántico, es el hecho de que al estar escrita en 3/8 permite sentir, a ratos, el ritmo de un vals. Brahms amaba este género y escribió una colección de dieciséis valses cortos, donde tomaba como ejemplo justamente el carácter bailable y popular de estas piezas. Aunque primero las escribió para piano a cuatro manos, al poco tiempo las publicó en dos versiones: fácil y difícil. De toda la serie, el más popular -y una de las melodías más famosas del compositor- fue el N.° 15 en la bemol mayor.

Brahms consideraba que la música de Beethoven era la de “un gigante”, bajo cuya sombra se cobijaron muchos músicos del siglo XIX y, por tanto, sus composiciones fueron el referente constante para muchos. En particular, se habla de un periodo “medio” de la producción de Beethoven, o periodo “heroico”, donde buena parte de su obra más revolucionaria y transformadora fue creada, rompiendo con las pautas de su tiempo

y, en consecuencia, siendo claves para la posterior flexibilidad de los artistas románticos. Entre las obras para piano creadas en esta etapa, resalta con fuerza la conocida hoy como Appassionata, título en italiano que sólo fue usado a partir de 1838, una década tras la muerte de Beethoven.

Escrita entre 1804 y 1806, fue recibida con sorpresa por la sociedad vienesa: no sólo era la sonata para piano más virtuosa escrita por el músico, o quizás por ningún otro compositor hasta entonces, sino que también proponía una serie de ideas nuevas, como la extraña forma de abrir la pieza, con un tema grandioso que cubre buena parte del piano. Beethoven viaja desde un sector del instrumento al otro, cambia de carácter y parece estar declamando, más que recitando, la música que entrega al papel. Pero, de hecho, los dos primeros movimientos de la sonata demoraron un par de años en ser escritos, con muchísimos bocetos, quizás más que ninguna otra obra para piano en ese periodo y, por tanto, lo que hoy sentimos como algo casi improvisado, en realidad fue un trabajo elaborado por parte del compositor. El final, en cambio, inspirado en una caminata, fue escrito en menor tiempo. Según su alumno Ferdinand Ries, Beethoven llegó corriendo a la casa y se sentó al piano por horas hasta que lo desarrolló por completo, concluyendo, al poco tiempo, una sonata que rompería buena parte de los esquemas de su época.

Claude Debussy escribió sus Reflejos sobre el agua en 1905, la que fue incorporada luego en su serie Imágenes. Es una pieza breve que, de algún modo, remite al Intermezzo de Brahms: una melodía sutil que flota sobre acordes cambiantes y ambiguos, como reflejos sobre el agua, pero tal como buena

VIAJE POR EL REPERTORIOPor José Manuel Izquierdo

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parte de la obra de Debussy, nunca es claro qué se refleja o porqué, como si la música fuera sólo una expresión contemplativa de lo que ocurre. Por lo mismo, todos los pequeños cambios, de ritmo, color y velocidad, se vuelven muy significativos en una pieza tan breve como esta.

Sergei Prokofiev, por su parte, tras salir de Rusia aun siendo joven, tomó mucho de los compositores franceses para elaborar su propio estilo. Por esto, cuando regresó a su país natal, intentó mezclar la tradición rusa con los conocimientos adquiridos fuera. Quizás el caso más famoso, en este sentido, fue su ballet Romeo y Julieta, de 1935, que por su radicalidad le trajo problemas tanto con el gobierno como con los bailarines, pese a ser hoy reconocido como uno de los ballets más importantes del siglo XX. La música, en particular, llamó la atención por su fuerza y pronto fue solicitada por directores y orquestas de todo el mundo. Prokofiev mismo grabó suites de la obra en disco y, en 1937, una suite más larga -Diez piezas para piano de Romeo y Julieta, op. 75- fue arreglada y publicada por el compositor, incluyendo la famosa Montescos y Capuletos.

Frédéric Chopin compuso sus Preludios, op.28 entre el invierno de 1838 y 1839. Los preludios, veinticuatro en total, fueron pensados como un ciclo que pasa por diversas tonalidades, en referencia a El clavecín bien temperado de Bach. Claro que, como se ha dicho varias veces, hay algo mágico en esta colección, donde un preludio sigue a otro sin mayor asunto al que preludiar. Por lo mismo, son unidades cerradas, cada una de ellas es una exploración de un ámbito particular. Sus títulos, fríos y referenciales, sin los sugestivos nombres habituales en la obra de sus contemporáneos, esconden una riqueza profunda de expresiones, incluyendo el N.° 16 en Si bemol menor que, para muchos, es el preludio más complejo de todos los que escribió Chopin en su vida.

Quizás no haya habido compositor latinoamericano más famoso que Astor Piazzolla, quien logró combinar

el tango con sus propias preocupaciones estéticas desde la música contemporánea. Su ópera-tango María de Buenos Aires, fue estrenada en mayo de 1968, y de ella salieron varias piezas complejas que sobrevivieron a la ópera. Entre ellas, Fuga y misterio, música que acompaña la quinta escena de la obra y donde Piazzolla demuestra su habilidad técnica con la construcción de una fuga al modo de Bach, seguida del “misterio”, con influencia de jazz y del tango, en un crescendo que lleva la pieza a un final totalmente virtuoso.

Heitor Villa-Lobos, de origen brasileño, escribió tres grupos pequeños de piezas titulados La familia del bebé; donde pequeños juguetes son miembros de una familia. Villa-Lobos utiliza diversos recursos para expresar el modo en que un niño vería tal familia: como algo lleno de significado. Por tanto, no son obras “para niños”, sino profundamente complejas y cargadas de emoción, principalmente pensadas para Artur Rubinstein, el gran pianista que lanzó a Villa-Lobos a la fama en Europa y Estados Unidos. Cuatro piezas de la serie serán interpretadas en este programa, comenzando con la aún inocente Blanquita, muñeca de porcelana, seguida por Morenita, muñeca de papel maché; luego la preferida de Rubinstein: Polichinello, un muñeco importado y, finalmente, Pobrecita, muñeca de trapo.

El mismo virtuosismo es expresado por otro músico argentino: Alberto Ginastera, quien supo combinar los lenguajes del folklore con una compleja sonoridad rítmica contemporánea. El compositor toma un “malambo”, una danza folklórica rápida y asociada al mundo gaucho en Argentina, donde los zapateos son particularmente importantes, y desde ella construye una pieza para piano que parece ir desarmando la danza. Particularmente impresionante es la sección intermedia, en que el “malambo” parece totalmente destruido por las escalas y complejas figuras en el piano, aunque de a poco el compositor logra reconstruirlo y, así, cerrar la obra retornando a la danza.