The Markandeya Story

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La historia de Markandeya Hace mucho, mucho tiempo, todas las criaturas vivientes habían muerto. El mundo no era más que un gran mar, un pantano gris, helado y nublado. Sólo un hombre había permanecido, él sólo, a salvo de la devastación. Su nombre era Markandeya, el inmortal. Markandeya caminó y caminó entre el agua estancada, exhausto, sin encontrar refugio en ningún sitio, ningún rastro de vida. Markandeya estaba desesperado, su garganta oprimida por una angustia infinita. De repente, sin saber por qué, se volvió y vio detrás de él, un árbol que asomaba de un pantano, una higuera, y a los pies de la higuera estaba un niño muy hermoso, hermoso y sonriente. Markandeya se detuvo, sin aliento, atónito, sin entender que hacía allí un niño. Y el niño le dijo: “Veo que necesitas descansar, ven y únete en mi cuerpo” El viejo de repente experimentó un completo desdén por su inmortalidad. El niño abrió su boca y se levantó un gran viento, una ráfaga intensa arrastró a Markandeya dentro de la boca del niño. Sin poder resistirse Markandeya entró, tal como era y cayó y cayó hasta llegar a la panza del niño. Allí, mirando a su alrededor, descubrió un arroyo, árboles, un rebaño de ovejas. Vio una mujer trayendo agua en un cántaro, una ciudad, calles, multitudes, ríos. Sí, en la panza del niño Markandeya vio la Tierra toda, en calma, hermosa, vio el océano, vio el cielo interminable.

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Mitologia hindu

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La historia de Markandeya

Hace mucho, mucho tiempo, todas las criaturas vivientes habían muerto. El mundo no era más que un gran mar, un pantano gris, helado y nublado. Sólo un hombre había permanecido, él sólo, a salvo de la devastación. Su nombre era Markandeya, el inmortal. Markandeya caminó y caminó entre el agua estancada, exhausto, sin encontrar refugio en ningún sitio, ningún rastro de vida. Markandeya estaba desesperado, su garganta oprimida por una angustia infinita. De repente, sin saber por qué, se volvió y vio detrás de él, un árbol que asomaba de un pantano, una higuera, y a los pies de la higuera estaba un niño muy hermoso, hermoso y sonriente.

Markandeya se detuvo, sin aliento, atónito, sin entender que hacía allí un niño.

Y el niño le dijo: “Veo que necesitas descansar, ven y únete en mi cuerpo”

El viejo de repente experimentó un completo desdén por su inmortalidad. El niño abrió su boca y se levantó un gran viento, una ráfaga intensa arrastró a Markandeya dentro de la boca del niño. Sin poder resistirse Markandeya entró, tal como era y cayó y cayó hasta llegar a la panza del niño.

Allí, mirando a su alrededor, descubrió un arroyo, árboles, un rebaño de ovejas. Vio una mujer trayendo agua en un cántaro, una ciudad, calles, multitudes, ríos. Sí, en la panza del niño Markandeya vio la Tierra toda, en calma, hermosa, vio el océano, vio el cielo interminable. Markandeya caminó por mucho tiempo, por más de cien años, sin llegar nunca al final del cuerpo. Luego sopló de nuevo el viento, lo arrastró hacia arriba, lo hizo salir por la misma boca y vio de nuevo al niño sentado bajo la higuera.

El niño lo miró con una sonrisa y le dijo:

Espero que hayas tenido un buen descanso