The Black Rosse - Arnoia · mala pasada en esos últimos días y no podía permitir que ......

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The Black Rosse

La Lágrima de Cristal

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© Irene Castañeda© 2016 - Maquetación: Irene Castañeda© 2016 - Diseño de cubierta: Michael Molina

Modelo portada - Zayk, COO & Fundadora de metalovisiónWeb - www.metalovision.com Fotógrafo - Octavio Lagunas

© 2016 - Adaptación de Maqueta y de Diseño de cubierta: www.artgerust.com

ISBN Papel: 978-84-16899-79-1ISBN PDF: 978-84-16899-80-7

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AA mis amados padres, José Luis Castañeda Albear y

Mª Carmen Matute Rodríguez. Por apoyarme siempre en cada paso que daba

y por haber conseguido que con mi cabezonería y vuestro apoyo

pueda haber hecho del Black Rosse una realidad.

Estoy orgullosa de ser vuestra hija, no podría tener unos padres

mejores. Gracias por todo. Os amare por siempre.

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DDedicado a ti, mi amado Michael,

por haber sido el primero en oír mi historia

bajo la luz de las siete lunas. Y por apoyarme

en cada momento de flaqueza y tristeza,

dándome la fuerza que siempre necesitaba.

Me enseñaste, que incluso en la oscuridad

puede brillar la más fuerte luz. Te amare por siempre.

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Capítulo 106.02.2011.Swain's Ln, London N6 6PJ, Reino Unido03:54am.

Un rumor. En extrañas ocasiones todo comenzaba con eso, un rumor.Un pequeño desliz que ocasionaba que algo que debería

permanecer en silencio, llegara a los oídos de quienes menos debían saber la verdad. Pero en esa ocasión dicho descuido podía ocasionar una mejoría en la familia Arsenics o al menos, eso esperaban.Estaban en pleno mayo y aun así el frio había caído sobre los terrenos de Highgate.

Los barrotes de las entradas se encontraban completamente helados; el suelo cubierto por una fina capa de hielo hacía difícil caminar sobre él; los arboles movían sus ramas al son del fuerte viento, que parecía estar a punto de partirlas en dos; la luna llena, teñida en aquellos días de un tono azul y más grande de lo habitual, velaba cada alma bajo su manto, cubriendo todo de un aura de misterio y tristeza; y el cielo solo auguraba que sería una larga noche.

Años atrás un grupo de guerreros de la raza se habían refugiado en uno de los viejos mausoleos donde habían construido un refugió fortificado y listo para la defensa de los civiles que se encontraran en peligro y ahora tras muchos años deshabitado serviría para otro propósito.

Protegido no solo por la espesura de la vegetación, sino por el poder de las runas antiguas que protegían el bosque de Highgate, los hermanos Arsenics habían encontrado en él mausoleo un lugar donde resguardarse de las frías y largas noches de invierno y de los

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peligros que el mundo reservaba para ellos. Y a pesar de que al principio el mausoleo se había encontrado demacrado y desaliñado, por los años que había estado abandonado, poco a poco lo convirtieron en un verdadero hogar.

En el salón se encontraba una gran mesa de roble macizo tallada a mano que poseía a su alrededor treinta sillas de cristal y circonio negro.

Podías sentarte frente a la gran chimenea que alumbraba y daba calidez a la sala y a cada uno de sus rincones, o sentarte en uno de los amplios sofás sumergiéndote en una nube de terciopelo rojo.

En las paredes se encontraban fotos de los dos hermanos, las pocas que tenían desde su reencuentro y un par de tesoros familiares que habían ido encontrando en sus viajes. Y en la esquina posterior a la puerta de entrada se encontraba una gran biblioteca con cientos y cientos de libros en latín, griego y rúnico que durante siglos habían narrado las historias de los antepasados de las distintas razas y de las luchas encarecidas entre Los Sombras y el Black Rosse.

Las armas, el dinero y la ropa se amontonaban encima de la larga mesa del salón, y mientras Zael comprobaba que todo estuviera en orden y que no se les olvidaba nada, Elizabetha miraba con tristeza su reflejo. Se podía ver en sus ojos el sufrimiento y la soledad que embargaba su alma. No podía recordarla... apenas podía recordarlos a ninguno de ellos. Una lágrima cayo por su mejilla y por un instante se sumergió en sus pensamientos más profundos, buscando ese recuerdo tan añorado en su mente…

- ¿Estás bien enana? - pregunto Zael despertándola de su sueño.

- Si hermano, solo…- la joven suspiró y miró al suelo. Sus dudas, recuerdos y pensamientos le estaban jugando una mala pasada en esos últimos días y no podía permitir que eso pasara, no era solo su vida la que estaba en juego.

- ¿Solo que…? - pregunto Zael dejando su cuaderno a un lado y cruzándose de brazos. - Hermana, sé que a veces soy un capullo, que no tengo mucho tiempo para hablar contigo, que cuando lo tengo siempre la cago diciendo algo que te enfada a más no poder y que la mayoría de tiempo eres tú la más

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responsable de los dos. Pero quiero que sepas que pase lo que pase, y por muy idiota y desastroso que sea, puedes contar conmigo. Y si es por ellos... Poco a poco los recuperaremos, aunque sea solo en nuestra mente.

Elizabetha miró con una sonrisa a su hermano y se dio cuenta de que no solo ella se sentía mal al no recordarlos con nitidez y tenerlos cerca. Sin embargo, las dudas seguían allí, martilleando su cabeza a base de preguntas y más preguntas como si de un insaciable juez se tratara, y no cesara de arremeter contra su mente hasta que no obtuviera las respuestas que quería.

Suspiro y cerró los ojos durante un instante, no podía causarle más preocupaciones a su hermano y menos aún esa noche que necesitaban tener la mente lo más despejada posible.

Por lo que solo le quedaba una salida…Tenía que fingir estar bien otra vez.

- No me pasa nada hermano, solo estoy cansada. - dijo está intentando convencerse a sí misma.

- Más te vale enana, te necesito aquí conmigo y a ser posible de buen humor. - Zael le lanzó una sonrisa, y volvió a sus tareas. - Ahora desconecta un rato. Yo me encargo de organizarlo todo y si necesito tu ayuda para lo que sea, te pego un grito.

Elizabetha se sentó en el suelo frente a la chimenea pensado en que había tenido suerte al tener un hermano como Zael. Era un poco alocado e irresponsable en muchas ocasiones, pero en cuanto se trataba de la familia, cambiaba de niño a adulto y la protegía de quien fuera o de lo que fuera.

Miró con detenimiento las llamas e intento dejar sus pensamientos a un lado. Recordó como su hermano le había enseñado ese ejercicio una noche frente a una hoguera para que en los momentos en los que su mente se encontrara distraída o irritada encontrara la calma. No supo cuánto tiempo estuvo mirando las llamas, pero a pesar de que cientos de veces ese ejercicio había

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conseguido calmarla y aplacar todo sentimiento que nublara su mente, esa vez no estaba haciendo efecto.

No se sentía, ni se encontraba nada bien. Se volvió a levantar más irritada y nerviosa que antes. Debía vestirse y prepararse para esa noche y a pesar de que

sabía que debía de dejar todo lo malo en esa habitación, por alguna razón sus nervios estaban a flor de piel.

Calmada…. Necesitaba estar calmada y atenta a todo lo que sucediera esa noche.

Pero… ¿Cómo podía estarlo? Desde que tenía uso de razón y a pesar de haber tenido la

suerte de que en el orfanato una familia humana la hubiera acogido, se había sentido sola. Sentía como el mundo humano era demasiado pequeño para ella. Sentía como conforme iba creciendo, la sed de sangre aumentaba y su fuerza y agilidad también. Era distinta a todos los que conocía, nadie corría como ella, nadie saltaba como ella y nadie… Nadie tenía sed de sangre como ella.

Llevaba recordando su pasado los últimos días y con ese recuerdo las preguntas se amontonaban en su mente.

¿Qué habría sido de su familia y de su hermana? ¿Los recordarían allí donde estuvieran? ¿Los encontrarían pronto? O estarían… no, no quería pensar en eso último.

Había demasiados sentimientos que se contradecían en su cabeza. Demasiadas dudas respecto a su origen y sus diferencias con el resto de la gente ¨normal¨.

Recordaba la tristeza que había sentido en el pasado. La soledad al sentir que no encajaba y que provenía de un mundo diferente; la desconfianza al ver por primera vez a Zael y escuchar que después de todo no estaba sola y que él había venido para sacarla del orfanato.

Toda su ¨vida¨ había dado un vuelco en esos dos años y solo esperaba que esa noche acabara toda esa búsqueda que les había obligado a moverse de un lado a otro, en busca de respuestas sobre su familia.

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Muchas noches habían querido darse por vencidos, pero por el momento solo tenían una cosa, esperanza y no podían dejar que el desánimo acabara con ella.

Toco el símbolo de la runa que se encontraba en lo alto de su

omóplato izquierdo y pensó en lo que Zael le dijo una noche, sobre que sus dos hermanas habían sido bendecidas con la runa de la unión, la runa Liitto y que dicha runa las mantendría por siempre unidas, provocando en su mente los flashes que le dejaban verla por unos instantes, indicándoles así si se encontraba bien o donde se encontraba.

Tanto revuelo en su cabeza y muy pocas respuestas. Salió del cuarto y fue al salón a ver si su hermano había

acabado de organizarlo todo. Tenía mucha prisa en salir de allí e ir a verificar si los rumores eran ciertos y su hermana se encontraba realmente en Londres.

Todo apuntaba a que esta vez encontrarían algo más que una imagen, un camino a un callejón sin salida, o un viaje sin retorno. Tenía la fe de que al fin se acabaría la eterna búsqueda. La búsqueda de una unión que se les fue negada sin motivo aparente. Una unión de sangre, o como su alocado hermano solía decirle, un vínculo mágico que jamás dejaría de unirlas.

Un gran alboroto a las afueras de la guarida la sacó de sus pensamientos. ¿Serian esas criaturas otra vez? Se dispuso a salir de la guarida e inspeccionar un poco, pero una voz la detuvo:

- No salgas. - dijo Zael con una voz más seria de lo normal.

Sabía muy bien de quien era esa voz. Miro a su hermano a los ojos y confirmo de esa manera su sospecha, el color de la bestia brillaba en ellos.

Era extraño que su hermano empezara a perder el control por un estruendo del exterior, por lo que le hacía pensar que aquello que les esperara afuera, les iba a traer serios problemas. Miro a su hermano y este le devolvió la mirada, él sabía muy bien que, si perdía el control, masacraría a todo aquel que se encontrara alrededor suya, incluyendo a su hermana.

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- No te preocupes, puedo controlarlo, y aquí no pueden entrar. - continuó éste señalando la runa que había dibujada encima de la puerta. Zael la miró a los ojos para tranquilizarla. Estos habían recuperado su tonalidad normal. - Ahora ve, prepárate y date prisa.

Elizabetha asintió y corrió a su cuarto.

Ni siquiera se molestó en sacar las cosas con delicadeza del armario, se vistió lo más rápido que pudo y regreso al salón donde su hermano lo esperaba, ya listo para la batalla.

Estaban listos. Los dos hermanos no pudieron evitar sonreírse mutuamente,

puesto que sabían que pasara lo que pasara esa noche, volverían a verse.

Zael se acercó a ella y le acaricio suavemente la cara y mirándola a los ojos esperó que por una vez le hiciera caso.

- Toma mi espada. - dijo cogiendo su mano y dándole su katana.- No dudes en usarla si las cosas se nos van de las manos. Y lo más importante, si te digo que corras y me dejes atrás, corres. - dijo levantando con suavidad su barbilla. - ¿Entendido?

- Pero Zael yo…- empezó a replicar la joven. Sin embargo, al ver el brillo de la bestia en los ojos de su hermano de nuevo, supo que sería lo correcto, no solo para ella, sino para ellos dos. -De acuerdo, hermano.

Zael pudo ver en la mirada de su hermana un sentimiento de preocupación y cariño. Hacía apenas dos años que la había recuperado y no podía perderla otra vez, o por un descuido estúpido… para siempre.

Tomo dos Berettas M9, un par de cargadores y sin pensarlo dos veces se dirigieron a la entrada de su guarida, desde donde pudieron ver y oír todo lo que ocurría.

Mientras corrían a la salida del cementerio, manteniéndose en guardia en todo momento, pudieron observar más detenidamente como aproximadamente unos veinticinco Sombras estaban

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encarnados en una lucha bestial con unos cinco miembros de su propia especie.

- <<Interesante, - pensó Zael mirando a la única hembra del grupo que acababa de disparar a un Sombra en la cabeza. - vampiros en Highgate.>>

Este se dio cuenta de que los Sombras superaban en número

a los vampiros y que estos a duras penas podían contra ellos. Necesitaban ayuda y rápido o no pasarían de esa noche. Además, ellos quizás pudieran darles algún tipo de información sobre sus orígenes o de cómo encontrar al resto de su familia.

- Elizabetha huye al bosque, allí estarás a salvo. Nos reuniremos en King Cross en cuanto Zero acabe con ellos. -dijo Zael soltándole la mano y dándole una de sus dos Berettas.

- ¡Bien, allí estaré! Pero hazme un favor hermano. - dijo está mirándolo con preocupación. -No me dejes sola y ven a buscarme- dijo ella echando a correr en dirección al bosque.

Zael observaba como su hermana se alejaba corriendo

cuando un par de Sombras lo vieron y se tiraron hacia él. Este empezó a disparar y uno de ellos cayó al suelo derribado por una bala entre ceja y ceja, pero cuando iba a apuntar al otro, el arma se encasquilló y el Sombra aprovecho esos segundos para acercarse a Zael y apuntarle en la cabeza.

- Y bien vampiro… ¿Tú quién eres? - dijo presionando el cañón de la pistola en la nuca del joven.

- Soy tu peor pesadilla. - dijo este entre dientes. - Te sugiero que me sueltes ahora y te matare rápidamente.

- ¿Soltarte? -pregunto el Sombra entre risas. - Me temo que no, primero jugaremos contigo un poco y luego bueno… digamos que ya no te preocupara la llegada del sol. Además, quizás tú tengas alguna información de provecho. Así que… ¿Me dices lo que quiero saber a la primera o jugamos contigo hasta que no dures más?

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- ¿Cooperar o jugar? - comenzó a decir Zael riéndose a carcajadas y llamando la atención de varios Sombras más. - ¡Juguemos con Zero entonces, Sombra!

Un grito desgarrador inundo Highgate. Zero se había despertado.

Elizabetha se paró en seco al oír el grito desgarrador que partió el silencio del bosque en dos. Había conseguido ocultarse en la espesura del bosque, en lo alto de un gran roble, pero por desgracia, no se encontraba sola. Esos malnacidos la habían seguido y la buscaban entre la maleza con una excitación impropia en ellos.

- ¡Pienso rajarla en dos! - dijo uno partiendo una rama con sus propias manos. - Será divertido oír sus gritos de dolor.

- ¡Mejor déjamela a mí y a mi cuchillo! -comento otro lamiendo la punta de su arma y produciendo un corro de risas. - ¡Usaré su suave piel como un lienzo y su sangre se la ofreceré a nuestro Dios como una ofrenda!

Elizabetha irritada estuvo a punto de sacar la espada de su

empuñadura y demostrar a esos desgraciados que nadie iba a tocarle ni un pelo. Eran demasiado lentos y estúpidos para ver llegar sus golpes y mucho menos para pararlos.

Pero cuando se disponía a abalanzarse sobre uno de los Sombras con la espada sacada ya de su empuñadura, una carcajada llamo no solo su atención, sino la de varias sombras más que acudieron al encuentro de sus compañeros.

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- Maldición. - pensó Elizabetha pegando su cuerpo lo más posible al tronco del árbol y guardando de nuevo su espada.

El más bajo de ellos tenía el cabello de un tono rubio, liso y

largo casi hasta la cintura. Sus ojos tenían un brillo especial y durante un segundo sintió que un secreto se guardaba en ellos, una sonrisa burlona lo acompañaba en todo momento. Su tez era clara y su aspecto reflejaba algo animal dentro de él, pero sin embargo denotaba honor y lealtad a la vez. Llevaba en la mano derecha un cuchillo Aitor Oso Blanco y en la cintura se vislumbraba la culata de una Sig Sauer. Sus músculos estaban marcados, bajo un pantalón de cuero y una camiseta negra de licra y su postura de combate indicaba que no era ningún idiota sin cualidades, sino que era un guerrero veterano.

El otro hombre era un poco más alto que el primero. Pelo

largo y oscuro, de un negro azabache y sus ojos también negros, trasmitían furia e ira. Serio, muy erguido y con la cabeza alta, andaba con paso firme como si todo lo que pisara fuera o se convirtiera en suyo.

Sin duda alguna Zael hubiera dicho que se lo tenía muy creído. Llevaba un par de Berettas M92FS, un cinturón con tres o cuatro cargadores y un par de dagas, las cuales juraría que estaban hechas a mano, ya que no conseguía recordar ningún arma parecida a la que éste portaba y al igual que el primero iba vestido completamente de negro. El pantalón era de cuero negro con grebas a los lados, casi en la junta de las costuras. Al igual que sus botas de estilo militar y suela de metal. Sus músculos se marcaban bajo una camiseta de licra negra y llevaba una gabardina de cuero que le llegaba a los tobillos.

Parecían asesinos o matones y durante un instante creyó que se irían sin más del lugar al ver a los Sombras, pero en vez de eso, se acercaron con una sonrisa y se plantaron enfrente de estos en una postura no muy amigable.

- ¡Qué hijos de puta sois! ¿Intentando huir cuando la diversión solo acaba de empezar? - dijo el más bajo sin dejar de sonreír

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y manteniendo fija la mirada en todo momento. - ¡Venir, venir que os voy a dar un ¨gran abrazo¨!

- Brandom, tu siempre tan amable y caritativo con todo el mundo. - soltó el de mayor altura entre risas jugando con una de las dagas.

Brandom miró a su compañero encogiéndose de hombros y

se acercó despacio a uno de los Sombras, que por alguna razón permanecía inmóvil sujetando sus armas.

- Huele mucho a miedo por aquí, ¿sabes? Y eso me incomoda bastante, teniendo en cuenta que aún... no os hice nada-. justo después de esas palabras su puño impactó contra la mandíbula del Sombra haciéndole caer al suelo. - Ahora tienes un motivo para temblar y ahora dime donde esta y acabaremos con esto antes de lo previsto. -dijo furioso cogiéndole de la camisa. - ¿Dónde está? ¿Dónde está Eonneh?

Los Sombras permanecieron inmóviles como si estuvieran

esperando ordenes de su líder. - ¿Eonneh? ¿Eonneh? No caigo... ¿Me das alguna pista de la

putita que estás buscando? - el Sombra sonreía más y más conforme la mirada de Brandom cambiaba de expresión.

- No te lo repetiré de nuevo escoria, dinos donde está y nos iremos sin mirar atrás perdonando vuestras inmunes vidas. De lo contrario...- empezó a decir Brandom sacando su arma de la empuñadura y preparándose para atacar.

- ¿Iros de aquí? -dijo el líder Sombra riéndose a carcajadas lo que hizo que el ego de sus compañeros se agrandara. - No solo no os iréis de aquí, sino que a partir de ahora... jugaremos más con ella. - una sonrisa lúgubre asomo en la cara del Sombra mientras se ponía en pie. - Creo que disfruto bastante de mi última visita y la próxima vez que vaya a verla, le daré recuerdos tuyos y le contaré como me suplicaste por tu vida.

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- ¡No la volverás a tocar porque no saldrás de aquí, cabrón! - dijo Brandom lanzándose contra el Sombra y clavándole la daga en el cuello.

Tras el impacto que soltó este sobre el líder Sombra, la lucha

comenzó. Elizabetha pudo observar desde su posición, como ambos

bandos no dejaban de dispararse mutuamente, vaciando por completo sus cargadores y como los Sombras caían sim parar, pero eso no les iba a hacer perder la batalla, ya que conforme caían, llegaban nuevos efectivos para sustituir a los ya caídos.

Brandom soltó las Sig Sauer cuando vio que no le quedaban balas por usar y se abalanzo hacia uno de los Sombras con el cuchillo en la mano, clavándoselo en el pecho. Seguidamente esquivó con rapidez un gran machete que iba directo a su cara, y golpeo con el puño la mandíbula del Sombra a la vez que le clavaba la daga en el pecho bañando así el suelo de su sangre espesa y negra.

Sin apenas tener tiempo para recuperarse, dos de esos malnacidos se tiraron hacia él, haciéndole caer momentáneamente, pero para sorpresa de Elizabetha este se levantó antes de que al Sombra le diera tiempo a reaccionar.

Esta sonrió para sí misma, eran valientes, pero a la vez unos estúpidos suicidas.

Cualquier otro había salido corriendo de allí al ver lo que se les avecinaba, pero ellos seguían ahí golpe a golpe, paso a paso y asalto a asalto.

Estaba claro que no eran unos aficionados en el combate, estaban muy bien entrenados y durante un instante sintió curiosidad de saber algo más sobre ellos, aunque una parte de ella le decía que no era muy buena idea acercarse a esos tipos.

Ahora ella solo era una mera espectadora en ese baile de golpes, disparos y violencia y para su suerte los Sombras se habían olvidado de ella. Así que, ¿Por qué preocuparse más de la cuenta por unos hombres que no conocía de nada?

Elizabetha se sorprendió al observar como el otro hombre estaba entablado en una lucha cuerpo a cuerpo con dos Sombras a la

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vez, esquivando golpes con rapidez y arremetiendo con la misma crueldad con una sonrisa en el rostro.

Cogió a uno del cuello y tras alzarlo unos centímetros por encima del suelo, y disfrutar de un rastro de pánico en ellos, clavó sus colmillos en la garganta del Sombra desgarrándola completamente, su mirada era gélida y estaba segura que momentos antes, sus ojos eran de color negro y no rojos como ahora.

Esos dos eran sorprendentes, sin duda, pero solo habían acabado con seis oponentes y los demás persistían en seguir de pie luchando y arremetiendo contra ellos sin piedad alguna. No tardarían mucho tiempo en caer de nuevo y los Sombras aprovecharían ese desliz para atacarles sin piedad. ¿Y si ella los ayudaba? ¿Y si arremetía desde lo alto y los ayudaba a huir?

Elizabetha suspiró y cerró los ojos un instante. Tenía un conflicto interno por las palabras de su hermano que resonaban en su mente como un gran trueno: “si te digo que corras y me dejes atrás, corres”

Pero… ¿cómo ponerse ella a salvo si veía que había gente en peligro?

Aunque sabía que tenía que hacerle caso a su hermano y salir de allí cuanto antes, su instinto le decía que tenía que ayudarles.

Pensó en irse de allí y hacer lo correcto, pero observó como uno de esos Sombras se abalanzaba hacia el tipo del cabello negro sin que él se percatara de ello. De un salto bajó del árbol, empujando lo más lejos que pudo al joven apartándolo así del camino del Sombra.

Elizabetha y el hombre impactaron contra un árbol cercano y esta se levantó rápidamente, se preocuparía de él luego, ahora tenía que ingeniárselas para salir airosa de esa situación.

Desenfundó la espada que Zael le había dado y se abalanzo hacia ese ser con una rapidez innata en ella, cortándolo por la mitad, este se deshizo en mil pedazos salpicando su cara de esa sucia sangre.

- ¿Estás bien? - preguntó Elizabetha mirando al hombre del pelo largo que la miraba con desconfianza. -<<Es normal. -

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pensó ella. - No sabe si soy amiga o enemiga, tal vez sea mejor así, menos respuestas que dar.>>

- Sí, gracias por lo de antes. -dijo este sonriéndole momentáneamente. - Soy Zaecron, por cierto, ¿quién eres tú?

- No es momento para presentaciones, ¿no crees? - dijo Elizabetha lanzándole una de sus propias armas. - Prepárate, ahí vienen.

Elizabetha miró a su alrededor buscando una salida por la

cual huir, pero estaban rodeados. No había duda de que lo mejor sería permanecer unidos e ir abriendo un camino por el cual escapar.

Zaecron se encontraba detrás suya guardando su retaguardia. ¿pero dónde se encontraba el otro muchacho?

La respuesta llegó al mirar a un par de metros a su derecha. Un Sombra estaba en el suelo debajo de Brandom que intentaba

en vano contener el cuchillo que se acercaba cada vez más a su pecho, segundos después este estaba cubierto de esa espesa sangre.

Se levantó lentamente, percatándose de la presencia de Elizabetha.

Durante un instante esta sintió un flujo de energía y algo raro en su cabeza, mientras el macho la miraba con mirada desafiante y fija.

Pero ella no tenía tiempo para jugar a ese juego de mantener la mirada para ver quién era más duro, ya que esos seres parecían salir de todos lados por más que los exterminaran.

- ¿A qué juegas? - pregunto está enfadada. - ¡Céntrate en la batalla imbécil!

Este parpadeó y miró a su alrededor como si los gritos de la

joven lo hubieran despertado de una extraña hipnosis y se disponía a correr cuanto podía para llegar al lado de su camarada y luchar junto a él, cuando un Sombra desenfundo su daga para enterrarla en el cuerpo de este. Elizabetha no podía permitirlo y se puso en medio recibiendo el golpe por él.

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Notó como la sangre caliente empapaba su costado justo donde estaba la daga del Sombra, pero no se daría por vencida, no esa noche, tenía aun que ver a su hermana, encontrarla y reunirse con ella.

- No vas a poder conmigo escoria. - susurro entre dientes la joven. - ¿Me oyes? ¡No podrás conmigo! -Elizabetha gritó con una furia incontenible, se arrancó la daga del costado y con dicha arma acabo con la vida del Sombra.

Aun con esta en la mano se giró hacía Brandom. El chico la

miraba fijamente sorprendido y preocupado, y ella le sonrió, - Gracias. - la miraba con gratitud y con algo más que no

alcanzaba a distinguir. - ¿Podrás seguir con eso? -dijo señalando la herida que no paraba de sangrar. - Deberías quedarte detrás nuestra, te mantendré a salvo.

Elizabetha comenzó a reírse y sin ayuda alguna volvió a su

posición de ataque justo delante de él, sintió como la miraba y también sentía la presencia del otro hombre cerca, estaban listos para matar de una vez a esa plaga.

Dio un paso hacia delante y el dolor en el costado le cortó la respiración una fracción de segundo, pero eso no iba a distraerla, iba a seguir adelante pasara lo que pasara, pero cuando se dispuso a atacar oyó voces y pisadas provenientes del bosque.

- ¡Brandom! ¡Zaecron! -era una voz masculina, y grave. El macho parecía estar cansado y cabreado. Elizabetha miro a los dos hombres, llegaban los refuerzos y ella tenía que salir de allí cuanto antes.

Ya la habían visto demasiados esa noche y sin duda Zael

estaría buscándola frenético y desesperado, le esperaba una buena regañina.

Enfundó su espada mientras los dos guerreros se enzarzaban en otro ataque contra los Sombras. Aprovecho la confusión y salió corriendo de allí, tenía que dirigirse a King Cross lo más rápido posible.

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Zael… Su hermana… No podía dejar que aquello se le escapara de las manos, no

esta vez que estaban tan cerca de encontrarla. Apretó el paso notando como aquella herida y el veneno que había en ella llegaba al interior de su sistema circulatorio, debilitándola cada vez más y más.

Al llegar a la estación sintió como las fuerzas le fallaban. Se apoyó en la pared y pudo ver a su hermano acercándose a ella corriendo.

Lo había conseguido, había llegado a la estación. Ahora solo quedaba aguantar un poco el dolor y verla al fin.

- ¿Dónde está? ¿La has encontrado hermano? - preguntó ésta entre sollozos esperando su respuesta.

Al ver que este bajaba la mirada y decía que no, las fuerzas

la abandonaron. Su cuerpo no aguantaba más, demasiado frio... demasiado dolor...solo necesitaba descansar un poco y todo mejoraría.

- Tranquila enana. - dijo Zael cogiéndola entre sus brazos. - Te prometo que te recuperarás, y que pronto la volveremos a encontrar y la traeremos a casa. Te lo juro por mi honor hermana.

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Capítulo 2

4 años después. 70 Hurst Street. Digbeth Birmingham, Reino Unido.

The Darkness estaba a rebosar. Un grupo bastante conocido en la zona presentaba aquella noche

su nuevo disco y las entradas para ver a la princesa del Folk Metal y a sus compañeros, se habían agotado en apenas unos minutos.

Thorment miraba a su alrededor y sonreía al oír las quejas de dos humanos que habían estado varias horas en la cola, esperando para entrar. Suerte que tanto él, como sus amigos, siempre tenían un hueco en el bar y no tenían ese tipo de problemas, pudiendo así disfrutar de cada actuación desde el mejor lugar del local.

Aunque en ese momento, por desgracia, sus cinco sentidos estaban puestos en otro asunto de más valía y no disfrutaría del concierto de esa noche, como realmente hubiera deseado.

- ¿Brandom, realmente que piensa o quiere hacer Zaecron? -le preguntó Thorment sutilmente a su acompañante cuando ya llevaban un rato sentados en una mesa.

Este que había permanecido toda la noche bebiendo y mirando al

techo, giró la cabeza y dirigió su mirada hacia él. Los ojos del demonio se encontraron con los suyos.

- No sé de qué me estás hablando, Thor. -dijo Brandom desviando la mirada hacia un lado. -Y por cierto deberías estar atento, ella actuará esta noche y no quiero perdérmelo. Así que haz el favor de no dar el coñazo, o al menos inténtalo ¿vale?

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Thorment bebió un sorbo de su whisky escocés y una sonrisa lúgubre asomó a su rostro, dejando entrever, fugazmente sus colmillos.

- Estás loco, si crees que voy a creerte Brandom, y mucho menos si por un segundo piensas que lo dejaré pasar. Estas muy tenso últimamente y más cuando Zaecron nos reúne para hablar. Así que... ¿por qué no me dices lo que ocurre y no me sigues obligando a sacarte las cosas con ayuda de un puto cuchillo y evitamos de paso que me siga comiendo la puta cabeza?

- No todo es tan fácil como parece Thorment. Las cosas a veces son... demasiado complicadas. Demasiadas preguntas, y muy pocas de ellas con respuestas. Además, en el caso de que pasara algo. ¿Porque crees que sería yo el adecuado para decírtelo? Soy el menos indicado y el último con el que tendrías que hablar. Y créeme, Zaecron mataría a quien traicionara su confianza y lo sabes mejor que nadie.

- ¿Mataría? Más bien matará, porque no pienso parar hasta que me cuentes lo que sabes. Y además sería divertido verlo. - Thorment sonrió a su amigo mientras una camarera del local anunciaba el comienzo del concierto y de los teloneros que actuarían esa noche.

- Eres un capullo, ¿lo sabías? - preguntó Brandom mientras se giraba buscando con la mirada a quien sería la principal atracción del espectáculo.

Los rumores de la llegada de Spei, el contenido de su nuevo Cd

y el aspecto de su nueva y misteriosa líder, habían llenado el local al completo. Brandom estaba intrigado y nervioso de lo que vería esa noche, la joven que había conseguido hechizarlo con la voz aún no había querido mostrar su cara a ninguna revista, ni programa de televisión, solo había salido en la radio anunciando su primera actuación con el grupo y ahí sería donde al fin podría poner cara a su musa.

Aquella que, con unas notas musicales, unas letras profundas y ese sentimiento que ponía al cantar había hecho que tantas veces una

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situación desagradable pasara de negro a gris, no era exactamente la música que solía oír, pero había algo en esa voz que resultaba mágico.

- ¿Me dirás entonces de una vez que es lo que ocurre? -preguntó Thorment por décima vez.

- ¿Qué demonios esperas que te diga? -preguntó Brandom histérico por las preguntas incesantes de su amigo.

- ¿Qué que quiero? Pues quiero saber que se trae Zaecron entre manos, porque si tiene que ver con La Sociedad, tiene que ver con nosotros. Y yo ya no estoy solo en ese mundo como para sumergirme en cada una de las locuras que ha Zaecron le entran en la cabeza. Tengo a mi hermana y no me gustaría perderla al igual que ha Charlie no le gustaría perder a su mujer y a su futura hija.

- No me vas a dejar en paz hasta que te lo diga, ¿verdad? - suspiró Brandom, deseando que su amigo dejara de acribillarlo a preguntas.

- No, necesito saber que ocurre. Y no solo yo...-Thorment sonrío pícaramente. - Digamos que ciertas señoritas nos pidieron amablemente a James, a Charlie, a Leonnelh y a mí que habláramos contigo y que, si no nos decías nada, ellas con mucha delicadeza te lo sacarían a las buenas o a las malas.

- Eso es chantaje y del duro, no hay nada que dé más miedo que nuestras queridas compañeras siendo “amables” pero aún más, todas juntas. - Brandom tembló por un instante. - Escalofriante…- finalizo soltando una carcajada. - Aunque pensándolo bien...Acabarían todas de rodillas suplicando que las tomara para mí, recuerda que controlo la mente de cierto modo. Así que igual ganaría no contándote nada. ¿no crees?

- No te pases capullo, que entre esas hembras esta mi hermana y la mujer de C y sabes que te duraría poco esa felicidad cuando te tuviéramos delante.

- ¡Vale, vale tío! Ya sabes que es de coña joder. - dijo este entre risas y tomando un trago de su copa.

- Entonces…-dijo impaciente Thorment- ¿Me lo dirás?

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- ¿De verdad quieres saberlo? - preguntó este alzando las cejas y poniendo cara de: <<como te lo diga no habrá vuelta atrás>>

- Si, necesito saberlo. - dijo Thorment muy atento y decidido.

Brandom suspiró y durante un instante pareció vacilar, mirando a todas partes menos a su amigo. Zaecron había sido muy estricto y directo en sus palabras: “Nadie debe enterarse de esta misión Brandom, nadie en absoluto. ¿Entendido? Solo en caso de extrema necesidad”

Pero Thorment tenía razón, necesitaban saberlo. - ¡Está bien! Pero como Zaecron se entere de que te lo he

contado, te mato antes de que me mate él a mí. - De acuerdo, estoy conforme y ahora dime lo que ocurre - ¿Recuerdas lo que pasó hará cuatro años? Ya sabes...La

chica misteriosa y la bestia que nos ayudaron a todos, incluyéndonos...Al jefe y a mí. -dijo Brandom, escupiendo las palabras y mirando avergonzado durante un instante a su amigo. – Según el jefe alguien capaz de enfrentarse a esos Sombras y sobrevivir es demasiado bueno para ser cierto, por lo que nos vendría muy pero que muy bien en nuestra lucha.

- ¿La chica misteriosa? ¿En Serio? ¿El jefe va detrás de esa chica después de tanto tiempo? -Thorment se echó a reír a carcajadas. - ¡Flipante!

- Yo no me río, capullo. El jefe nos está matando a trabajar a J y a mí con una muestra de sangre que supuestamente pertenece a esa chica.

- ¿Supuestamente? -preguntó Thorment muy confuso. - ¿Cómo que supuestamente? Deberías pasarla por el escáner y mirar en los archivos a ver a qué especie pertenece. - se puso muy serio y tomo un trago de su copa. - No es tan complicado, cualquiera de la Sociedad sabría hacerlo y más tú y J. Sois los putos frikis de la tecnología y todas esas mierdas.

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Durante un par de minutos tuvieron que interrumpir la charla, ya que los gritos alocados de los Fans de Spei no les permitían seguir con la conversación.

La joven cantante salió al escenario vestida completamente de cuero negro y con una capucha que ocultaba la mayor parte de su rostro. Durante un instante creyó que la misteriosa joven que tiempo atrás, con solamente una mirada había conseguido hechizarle en ese mismo bar y la vocalista del grupo, eran la misma persona. Pero cuando se bajó la capucha, la decepción le dio una buena dosis de realidad, al ver los ojos de esa desconocida.

Sonrió, pues, al fin y al cabo, había visto a una de las dos mujeres que lo acompañaban en sus pocas noches de soledad. Estuvo esperando a que el bullicio de los gritos disminuyera para así poder seguir con la conversación que se había quedado pendiente.

- La cuestión es que…-empezó a decir Brandom dudoso de si contarlo o no.- Ya lo hemos hecho y el resultado es inconcluyente. -dijo empezando a liarse un porro de esencia de dragón.

- Pero eso es imposible. Debería aparecer en alguno de los grupos. - Thorment se quedó callado un segundo y miró con cara de horror a su amigo. -Al menos que sea…

- Al menos que sea un Sombra cosa que esta fuera de discusión ya que el jefe dice que no lo es y yo no pienso llevarle la contraria en esto. Por lo que nos quedaría alguna de las otras opciones: una criatura de nuestro mundo sin conocimiento de que lo es, o que, por cualquier motivo, su sangre no llegara a registrarse en su nacimiento, lo que indicaría que no sería de clase, digamos baja. Podría pertenecer al mundo de demonios, magos, místicos, elfos...

- ¿Y por qué crees que no tiene conocimiento? - preguntó Thorment interrumpiendo la interminable lista de su amigo.

- No hemos encontrado ninguna coincidencia con ninguna criatura, ni humano conocido. Ya lo único que me queda es enviárselo a algún miembro de la corte fuera de nuestro reino, pero desde la muerte de la familia Arsenics, ninguno

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de los otros reinos se pone de acuerdo ni para tomar un aperitivo. Y lamentándolo, mucho menos para ayudar.

- Entonces el jefe me temo que deberá conformarse esta vez. - Thorment bebió un trago de su copa y se quedó mirando a su amigo que se había quedado muy callado de repente. - ¿Hay algo más?

- Me temo que sí, pero no sé cómo interpretarlo. - Tengo una idea. Yo pido alguna cosilla de picar y tú mientras

piensas la forma correcta de interpretarlo y de decírmelo. - Me parece bien, pero no pienso pagar la cuenta como la

última vez…- expuso Brandom ante la mirada de hambre de su amigo. - Tuve que ir al cajero para pagar todo lo que pediste…

- Ok trato…-Thorment sonrió. - Yo invito. ¿Vale? Sin esperar respuesta llamo a la camarera y tras unos minutos

leyendo de arriba a abajo la carta empezó a pedir y a pedir… - Para compartir… Una ensalada de bogavante, y el especial

Tierra y mar de la casa. - Perfecto caballero. ¿En su especial prefiere chuletón,

costillar de cerdo con salsa barbacoa o mariscada variada? - preguntó la camarera amablemente sin quitarle los ojos de encima ni un solo momento.

- Todos, por favor. -sonrió momentáneamente este, antes de meter su cabeza de nuevo en la carta.

- ¿Los tres platos señor? Es muchísima comida, le recomiendo que pida solo uno de los platos.

- Créeme guapa. - dijo Brandom guiñándole un ojo a la joven y provocándole una sonrisa. - Solo es el principio de lo que este tío se va a comer. Ten paciencia con él.

- Los tres platos entonces. -la camarera espero impaciente mientras Thorment revisaba la carta.

- El chuletón de buey poco hecho por favor. A ver… dos hamburguesas completas con extra de bacón, queso y pepinillos, añádele aros de cebolla y patatas. –dijo sonriendo mientras revisaba también la carta de los postres y de las

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bebidas. - Dos postres de la casa, 6 bolas de helado de menta, chocolate y stracciatella, a ser posible por separado, dos flanes de vainilla con helado de nata y nata montada, con chocolate caliente sobre el helado de nata y una tarta de queso con mermelada de fresa, no de frutas del bosque. ¿Entendido?

- ¿Algo más? -preguntó la camarera con los ojos abiertos de par en par y mirando a Thorment de arriba abajo y posteriormente a su amigo que había empezado a reírse.

- Te lo dije cielo. - suspiro Brandom pensando en que se había librado de pagar una buena suma de dinero.

- ¡Ah sí, se me olvidaba! Dos buenas cervezas de barril, con un chupito de absenta. Y cuando acabemos la cena quiero que me traigas dos copazos de whisky.

A los diez minutos la camarera vino con los primeros pedidos, y

uno a uno fueron cayendo ante la mirada incrédula de la joven. Conforme uno se acababa, la camarera colocaba el siguiente en la mesa. Al cabo de casi una hora, los dos amigos ya habían acabado de cenar y un par de camareras recogían su mesa y colocaban sobre ella las copas de whisky que habían pedido con anterioridad.

- ¡Joder tío sí que tenías hambre! - marcó Brandom señalando con el dedo los platos amontonados en la barra que provenían de su mesa. - Se nota que se acerca tu transición. -dijo señalando el cuerpo del muchacho. - Parecía que no ibas a acabar nunca de comer. El cambio te da hambre, ¿eh?

- Si, un poquito. ¡Jajaja! -Tras unos minutos de risas la seriedad en la cara de Thorment volvió. - Y ahora lo prometido, dime que ocurre.

Brandom tomo un poco de aire, se encendió el porro que había

dejado olvidado en la mesa y cuando estuvo preparado soltó la bomba.

- Hallamos un accidente un tanto extraño de una humana el día que nos atacaron Los Sombras.

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- No lo veo tan relevante hermano. -interrumpió Thorment. - Al fin y al cabo… ¿Una humana? ¿Qué tiene de extraño? Sufren accidentes constantemente.

- Escucha y tal vez entiendas algo. La joven medía un metro setenta y cinco, morena y ojos azul zafiro tirando a lila. Y según la descripción del informe médico, llegó a las 05:00 am casi en parada con un corte bastante profundo en el costado.

- Lo siento, pero… sigo sin ver nada relevante…-Thorment suspiro. - Como ya te dije los humanos se caen, tropiezan y no vigilan ni sus pasos, ni a quienes tienen al lado. Además, si vas por donde yo creo que vas… ¿Crees que después de la pelea podría haber ido a ese hospital? No creo que sea la misma persona. No puede ser ella. -dijo Thorment suspirando. - ¡Joder! Debería haberos seguido aquel día, pero los demás no podían solos contra esos Sombras.

- Ellos te necesitaban y respecto a ella... puede ser la misma, mira. -dijo Brandom mostrándole a su amigo una fotografía de la herida de la joven que había sacado del bolsillo interior de su chaqueta.

- ¿Y esto? - Thorment se quedó mirando la foto durante unos segundos. Los laterales de la herida parecían estar cristalizados como cuando…- ¡No me jodas! ¿Es de la humana?

- Sí, es de ella y no es una herida normal como puedes ver. Según los informes, un chaval que dijo ser su hermano fue testigo de cómo ella se había hecho esta herida jugando, pero el corte se distingue perfectamente y no es de una caída, sino de una daga negra de Pimeys. Comprueba todas las fotografías. - Brandom sacando de su bolsillo un sobre con un par de fotografías más. - Las comprobé personalmente, hace un par de noches busque en los alrededores del hospital y halle el arma de un Sombra, puede que ellos también la busquen.

- Cuéntame lo demás. - dijo Thorment más serio de lo normal.

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- La joven que llego al hospital no reaccionaba y como ya te dije, llego en parada. Al ver la herida la limpiaron y extrajeron un trozo de metal puntiagudo que el hermano no sabía de dónde provenía ni como había llegado allí. Según los informes seguía manteniendo la teoría de una caída, pero…

- Tú no estás de acuerdo. ¿Me equivoco? -dijo Thorment muy convencido.

- Yo creo que ese trozo pertenecía a la daga que la chica que nos salvó se arrancó del costado, del mismo costado donde esa humana tenía la herida.

- ¡Pues ya está hermano, la encontrasteis! Los Sombras no atacan a los humanos al menos que ellos los provoquen. Si sobrevivió será sencillo encontrarla. ¿Cómo se llama?

Brandom miro al techo durante un instante, se levantó de golpe y

abrió la cortina para llamar a la camarera, necesitaba un par de tragos más antes de que la puta información hiciera que su cabeza estallara en mil pedazos. Cuando le trajeron las copas volvió a cerrar la cortina y más tranquilo se sentó de nuevo.

- Aunque no me creas…-empezó a decir este frustrado. - No tengo ni puta idea ni de cómo se llama, ni donde está, ni nada de ella, nada en absoluto.

- ¿Me estas vacilando no? -al ver que su compañero miraba avergonzado a otro lado Thorment intentó comprender lo que pasaba y ayudarlo. - ¿Cómo no vais a saber nada de ella? ¿Acaso te diste un golpe en la cabeza que te volvió gilipollas y te impide hacer bien tu trabajo?

- Primero, vete a la mierda. Y segundo... No sabemos nada, y no porque me diera un golpe ni ninguna mierda de esas. - irritado bebió un trago de su copa y siguió hablando con su amigo. - Cuando la reanimaron y curaron su herida, la joven se negó a darles sus datos personales. Fueron a pedir explicaciones a su hermano, pero este no estaba. Y por motivos de seguridad, llamaron a la policía. Pusieron a dos guardias del hospital en la puerta para que la joven no se

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escapara mientras llegaban. - dio un par de caladas y siguió hablando cada vez más tranquilo, esa mierda que había comprado empezaba a hacer efecto. - Cuando la policía llegó al hospital y fueron a la habitación los dos guardias estaban en el suelo.

- ¿Había matado a los guardias? - preguntó Thorment un poco sorprendido.

- No, claro que no.- dijo Brandom riéndose de la cara de su amigo y liberando tensiones con ello. - Lo curioso es que solo estaban inconscientes. Ningún golpe, nada del otro mundo, según el informe de la policía que J nos consiguió, sospechan que fue alguna especie de llave del sueño.

Thorment miraba a su amigo con incredulidad. Ninguna chica

humana hubiera podido hacer todo eso y más aún sola. - Intentaron buscar pistas en las cámaras de seguridad, pero

faltaban las cintas de las 6 últimas horas. Desde el ingreso de la joven, hasta el incidente y su desaparición. He buscado alguna pista, pero no hay nada.

- ¡Increíble! ¡Realmente increíble! -dijo muy sorprendido Thorment.

- ¿Increíble? ¡Y una mierda! No sabes lo que nos costó conseguir las fotografías, estaban en una especie de archivo con clave al igual que el minucioso informe cifrado, todo era un lio de letras, números y símbolos extraños, suerte que J sabe de esas cosas. - exclamo irritado Brandom.

- Pero realmente tenéis algo bueno entre manos. -dijo este eufórico. - Piénsalo hermano. Todo esto empieza a ser muy raro. Estáis en peligro y una joven vestida de cuero y tremendamente sexy aparece para salvaros el culo. Y no solo eso, sino que se enfrenta a un montón de Sombras y sobrevive cuando nosotros a duras penas podemos con cuatro, y esa misma noche aparece una humana con una herida de una daga de un Sombra. Así que dime… ¿Qué coño vas hacer para encontrarla? Y lo más importante. -dijo

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poniéndose serio y hablando con voz firme. - ¿Cómo vas a decírselo al jefe?

- No lo sé. El jefe no para de dar vueltas buscando a esa chica. Lussia empieza a sospechar algo y no sé qué va ocurrir entre ellos dos. Solo sé que las cosas van de mal a peor y no hayo nada en claro.

- Demasiadas coincidencias y no me gusta el camino por el que vas hermano. - dijo Thorment observando nuevamente las fotografías. - No me gusta nada.

- Solo una daga bañada con la oscuridad de un Sombra puede helar la herida por los bordes, evitando así que esta cicatrice y ayudando a que el veneno se extienda, congelando el sistema circulatorio hasta llegar al corazón. - comentaba bastante excitado Brandom. – Solo alguien con mucha fuerza puede sobrevivir si consigue que no se extienda demasiado, ni siquiera sé si Zaecron conseguiría sobrevivir a esta herida. ¿Sabes lo que puede significar esto para La Sociedad

Thorment no paraba de mirar una y otra vez las fotografías, y

de mirar a su amigo, las pruebas apuntaban a que una simple humana había sido quien los había salvado aquella noche, pero no llegaba a tener sentido. Ni tampoco hallaba explicación a nada de lo que su amigo contaba. Solo conseguían estar de acuerdo en una cosa, esa herida estaba hecha con una daga de algún Sombra, lo demás no alcanzaba a tener sentido.

- Y hay algo más que debes saber de aquella noche. - Brandom

saco un sobre con un informe dentro. - Un par de detalles más que se han ocultado a La Sociedad, como Secreto Alfa Rango X.

- ¿Qué? -Thorment se levantó furioso y golpeo la mesa. - ¿Qué más nos habéis ocultado?

- Esa noche cuando Z y yo nos dispersamos tras esos Sombras, hubo uno de ellos…que estuvo a punto de cumplir su objetivo y de acabar con el jefe y conmigo. Lo único que lo impidió, fue esa chica, empujo a el jefe y salió disparado

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contra un árbol y cuando el Sombra estaba a punto de clavarme la daga, en el último momento se puso en medio y se llevó el golpe por mí. Rozo mi cara con su mano y me pareció ver un tatuaje rúnico en su hombro.

- Eso descarta a los demonios, ellos no pueden tener ese tipo de tatuajes, algo es algo. Pero no entiendo la gravedad por la que se cataloga esta información dentro de ese rango. ¿Qué marca era?

- Una runa de unión y por si no lo sabías una runa de unión solo puede otorgarse bajo el gran Sauce Blanco, en luna azul y solo un gran místico o un elfo posee dichos conocimientos y dicho poder para hacerlo. Y hace años que ese poder está prohibido, hermano. Desde la época en la que la familia Arsenics desapareció, dejo de usarse dicho poder.

- ¿Eso significaría que proviene de una de las grandes familias? - pregunto confuso Thorment.

- La verdad es que no creemos que sea este el caso Thorment. Pero lo que sí es cierto y sabemos, es que ella siguió como si nada. Siguió luchando con la daga clavada en el costado y evitando que ningún Sombra se acercara a nosotros. Y de repente… todo fue muy rápido.

Brandom permaneció en silencio como si estuviera absorto en

sus pensamientos, recordando detalle a detalle lo que había sucedido aquel día.

- Esa joven, se abalanzo contra cada uno de esos Sombras y su velocidad con la espada era… ella era asombrosa y durante un instante postro su mirada en mí, sus ojos… sus ojos eran de un azul zafiro. Profundos… era como si mirara en lo más hondo de mí alma. Sonrió y siguió luchando hasta que aparecisteis vosotros, y en un instante se esfumo. -prosiguió Brandom.

- ¡No puede ser humana! Porque si hubiera seguido luchando el veneno habría entrado en su sistema nervioso y un cuerpo humano no hubiera aguantado más de tres minutos. -dijo

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Thorment interrumpiendo a su amigo. - ¡Hubiera muerto Brandom!

- A no ser, como ya dije, que no sea humana, que es lo más probable. -histérico daba caladas al porro sin cesar, intentando relajarse mientras el humo flotaba en el aire.

Brandom y Thorment se quedaron paralizados pensando en lo

mismo durante un instante. Las conclusiones a las que habían llegado no eran para nada buenas.

Brandom se levantó y bebió su copa de un trago. Ya eran casi las doce y su ronda empezaba.

- He de irme Thorment esta noche me toca ronda y en cuanto a eso, hablaré con el cuándo sea el momento. Y tranquilo. - dijo en tono calmado a su amigo. - Prometo seleccionar cuidadosamente mis palabras para que el jefe no tenga ganas de arrancarnos la cabeza a ninguno.

Brandom se dirigió a la salida del bar, hecho una última mirada

al The Darkness y se sumergió en la oscuridad. Thorment por desgracia no se sentía tan seguro y las cosas no le pintaban bien.

<< Brandom …- pensó Thorment mientras se tomaba una cerveza. – No la cagues o acabaremos todos bajo tierra. >>

Fue entonces cuando su móvil sonó sacándolo de sus

pensamientos más profundos. Era un mensaje: “Sé que estas en The Darkness no te muevas hasta que yo llegue,

tenemos que hablar de algo importante. Llama a todos los hermanos menos a Brandom, a él ya le he avisado yo. Tenemos reunión en cinco horas. No faltéis bajo ningún concepto.

Zaecron.” Interesante, muy interesante. Si Zaecron recurría no solo a sus

dos mejores sabuesos, sino a todos los miembros del Black Rosse, significaba que no solo era un encaprichamiento, sino que algo grande se acercaba.

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Se estaba preguntando cuánto tardaría Zaecron en llegar, cuando la escoria humana le dio la respuesta.

La multitud se desplazó, amontonándose unos contra otros, dejando paso a alguien o a algo.

- Maldición. Ahí viene -farfulló Thorment. Observó cómo aquella marea humana se dividía para apartarse

del camino de una imponente sombra oscura que sobresalía por encima de todos ellos.

El instinto de huir era un buen reflejo de supervivencia. Zaecron medía un metro noventa y cinco de puro terror vestido

de cuero. Su cabello, largo y negro, caía directamente desde un mechón en forma de M sobre la frente.

Unas grandes gafas de sol ocultaban sus ojos, que realmente muy pocos habían visto y sus hombros tenían el doble del tamaño que los de la mayoría de los varones.

Con un rostro tan aristocrático como brutal, parecía el rey que en realidad era y el guerrero en que el destino lo había convertido.

La oleada de peligro que le precedía era su mejor carta de presentación.

Cuando el gélido odio llegó hasta Thorment, éste agarró su cerveza y bebió un largo sorbo.

Realmente esperaba que estuvieran haciendo lo correcto.

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Capítulo 3

20 Notting Hill Gate Londres, Reino Unido.

Todo era muy distinto en Londinium Pub. No era el típico bar

de baile, y no siempre había un buen ambiente, pero sí que era cierto que las copas estaban tiradísimas de precio, que siempre había buena música y cientos de personas con la mente demasiado abierta, incluso para su gusto.

Zael disfrutaba de su cerveza, sentado en la barra y cada vez que bebía un trago no podía dejar de acordarse de sus colegas, que se habían recorrido casi 200 Km hasta un bar de ¨señoritas¨ donde solo faltaba que pusieran guirnaldas de colores en el techo para que el que pasara por ahí pensara que estaban haciendo una fiesta de fin de curso.

Pero a ellos les encantaba ese sitio, e intentaban convencerle de ir muy a menudo: “Titanium es el mejor bar de baile de todo Birmingham deberías venir Zael, te lo pasaras genial”

Si claro. Si te gustaba bailar alrededor de un grupo de salidos que

miraban más el aspecto de los artistas que el mero hecho de sentir las letras que estos componían y pagar 15 dólares por una copa de ron-cola, si… era el sitio oportuno para ti.

Pero él no era para nada igual que sus amigos, al menos no en ese aspecto. La noche para él significaba parte de su vida, la cual… no era nada típica y monótona.

Entrenamientos, currar en el bar, más entrenamiento, algún que otro polvo con Daniela y estaba también su ¨amistad¨ con esos cabrones que parecían multiplicarse día a día.

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¿Sombras? Sí ya…. Tocapelotas los llamaría él, cuanto más tranquilo estaba uno más ganas tenían ellos de encontrarle.

- ¿Eres gótico o maricón? -ahí estaba David, otro tocapelotas que siempre parecía estar buscando bronca. Zael sonrío al ver que aún se le notaba la marca de su última “conversación”.

- ¿Qué quieres ahora? ¿Acaso tu amigo Alex no te da suficiente cariño y vienes pidiendo más? Recuerda que nuestro último encuentro no fue muy satisfactorio para ti. - comento Zael con una sonrisa torcida.

Lo que Zael le dijo al joven no le debió de sentar nada bien, ya

que lo miro con rabia y parecía a punto de explotar. Bien, no le sentaría mal un poco de ejercicio para comenzar la

noche. Elizabetha, solía decirle que su agresividad y bravuconería algún día le buscarían un lio de los gordos, pero… si algún día pasaba eso, siempre estaba Zero de por medio para arreglar el asunto.

David se dio la vuelta durante un instante, pero Zael sabía perfectamente que no pretendía irse sin armar jaleo, sino que seguramente habría hecho algún tipo de señal para que alguno de sus amigos cada cual más idiota y más grande que el anterior, le rodearan y lo intentaran sacar del local para intentar darle una paliza entre todos.

Lo gracioso era que siempre usaban ese truco con todo aquel al que intentaban darle un palo, pero con el sabían muy bien que iban a necesitar a más de un gorila para tocarlo, y ya no digamos para sacarlo del bar.

- ¡Mira maricón, creo que mi amigo David te ha hecho una pregunta así que o respondes o mueves tu culo de esa silla y te vas a la puta calle! - dijo uno de los matones de David poniendo su mano en el hombro de Zael. - ¿Que dices? ¿Vas a responder ya o no?

- ¿No os cansáis de estar siempre en la misma situación? Me provocáis, salimos, os doy una paliza y vuelvo a entrar al bar. –Zael se libró de la mano de aquel tío con un veloz

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movimiento- Y lo peor es que a la semana siguiente pensáis que podréis conmigo por traer a cinco gorilas más como vosotros. Patético. - concluyo acabando lo que quedaba de su cerveza de un trago.

- Cansada se quedará tu hermana cuando la cojamos al salir del trabajo. - le dijo uno de esos matones al oído. - Un pajarito nos contó que trabajaba en Thompson Technology and Security, la hora en la que salía y que siempre iba...sola de regreso a casa.

Zael no pudo evitarlo, ese tío había tocado uno de los dos temas,

de los que nadie tenía derecho a hablar y mucho menos a amenazar. Se levantó muy lentamente, dejo el dinero de su cerveza en la

barra y le hizo una señal a la camarera para que se alejara lo más posible.

Sonrió para sus adentros, hacía mucho que no bailaba y tenía ganas de hacerlo y si esos idiotas le habían pedido el primer pase. ¿Quién era el para decirles que no?

Miró directamente a los ojos a ese tipo. ¿Quién se creía ese bastardo para hablar así de su hermana?

Bien, le borraría esa estúpida sonrisa del rostro a golpes. No tenían ni idea de lo mucho que lo había cabreado eso y notó a la bestia removerse inquieta en su interior.

Le dio un puñetazo en el centro de la cara y lo mandó directamente hacia una de las mesas del local, donde un hombre estaba hasta el momento disfrutando de su cerveza.

Zael le hizo una señal al hombre para que saliera escopetado de allí, ya que sin querer lo había metido en una guerra que no era la suya, pero para su sorpresa este se quitó la chaqueta apretó los puños y empezó a golpear a los demás matones de David que los habían rodeado a ambos.

Uno a uno los matones de David fueron saliendo del bar como si su vida dependiera de ello y en cierta manera así era. Cuando se vio solo, David se dispuso a salir huyendo también, pero el desconocido lo agarro por el cuello y le obligo a sentarse en una silla, observando

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como muy lentamente Zael se acercaba con una expresión no muy amigable en el rostro.

- Escúchame bien David. - Cogió una silla y se sentó frente a él- Si a uno de esos imbéciles o a ti, se os ocurre tocar a mi hermana, las peleas que hemos tenido hasta ahora, solo serían una caricia para vosotros comparado con lo que os esperaría. ¿Lo has entendido?

Éste asintió enérgicamente y el hombre que le tenía agarrado del

cuello lo soltó. En cuanto David se vio libre salió disparado hacia la puerta huyendo como la rata que era.

Tanto Zael como el hombre empezaron a reírse a carcajadas. - Siento haberte metido en mis problemas, y gracias. - Zael le

ofreció la mano- Soy Zael.

El hombre se la estrechó y sonrió levemente. Se notaba que entrenaba a menudo, tenía unos hombros bastante anchos y musculosos brazos, su pelo era de un castaño claro, rapado al dos, vestía de cuero como él y era unos escasos centímetros más bajo.

- Yo soy Charlie, y no te preocupes, se veía claramente que querían una buena zurra. – Se rio un poco más y se sentó en la mesa invitando a Zael a sentarse con él.

- La verdad es que me están esperando en casa. - empezó a decir este a Charlie. Pero en el último momento decidió quedarse un rato. - Aunque pensándolo mejor mi hermana ya es mayorcita y no creo que me mate por llegar un rato tarde.

- ¡Jajaja! ¿Un tipo duro amaestrado por su hermana? - dijo Charlie sin malicia. - Pues ya que te quedas…. Pídete una birra, yo invito.

- ¡Acepto! Pero me quedare una hora a lo mucho que sino… - Lo entiendo, mujeres… – ambos se echaron a reír a

carcajadas.

Lo que debían ser sesenta minutos se convirtieron en horas y para cuando se quisieron dar cuenta, el sol estaba a punto de salir.

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Zael había disfrutado gratamente de esa noche, no solo había hecho un nuevo colega, sino que compartían muchas cosas en común; tácticas de combate, armas, mujeres, aunque casualmente Charlie le había comentado que estaba casado e iba a ser padre.

- Así que… ¿Casado ehhh? -comenzó a preguntar Zael levantando una de sus cejas perfectas- Y además vas a tener un hijo, impresionante yo lo máximo que he conseguido es tener un cactus vivo durante dos semanas, el pobre se ahogó de agua o no se… Pero ya sabes colega las cosas cambian y ahora tengo una hermana a la que cuidar... o más bien es ella quien me cuida a mí. De todas formas, uno no puede descuidarse con la familia o las personas que quiere.

- Estoy de acuerdo contigo en eso. Para tener un aspecto de macarra veo que debajo de eso eres un tío legal. - dijo sonriendo sutilmente. - Y tú que, ¿tienes novia o algo de eso?

- Bueno… Digamos que no tendría tiempo suficiente para dedicárselo a esa persona, y tampoco es seguro para esa persona estar cerca de mí. - dijo este suspirando. - Así que… intento disfrutar al máximo de mi vida, evitando atarme a alguien.

- Entiendo…- dijo Charlie suspirando también. - Cuando yo empecé con Neil las cosas no fueron fáciles para ninguno de los dos. La vida nos mantuvo separados un tiempo, las típicas discusiones de pareja, los errores de juventud y todas esas situaciones en las que uno debería de cerrar la puta boca. Todo eso nos causó más de una mala pasada en nuestra relación. Un día, cuando aún seguíamos sin hablarnos, me di cuenta de que me había comportado como un estúpido en cientos de ocasiones y que sin embargo ella siempre había tenido una sonrisa para mí. Y decidí… decidí ir a buscarla.

Zael levantó su botella y miro a Charlie.

- Brindemos pues por ese hijo y porqué las cosas se arreglaron Charlie. - comentó con una sonrisa. - Las cosas a veces no van bien pero incluso de los fallos se pueden aprender grandes lecciones y conseguir algo maravilloso de ellas.

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- ¡Brindemos pues por las lecciones! ¡Salud! - Charlie se bebió el último trago de su Franziskane e iba a pedir otra ronda cuando su móvil sonó.

“C, Zaecron nos reclama, ha dicho que nos reunamos en el

complejo en media hora. Es algo importante. Thorment.” La sonrisa se borró de la cara de Charlie siendo sustituida por

una máscara de seriedad. Apenas quedaba una hora para que saliera el sol y si Zaecron creía oportuno reunirlos significaba que algo no andaba del todo bien. Esperaba que no le hubiera pasado nada a Neil, ni a la niña.

- ¿Está todo bien amigo? - pregunto Zael sobresaltándolo en gran manera. -Pareces preocupado.

- Es la parienta. - dijo intentando disimular. - Ya sabes los antojos.

Él no podría saber nada del Black Rosse o de esos insufribles

seres, aunque el aspecto y el aura de Zael le daban la sensación de que no era del todo humano. Tal vez estuviese equivocado claro, su mundo no era para nada igual que el de los demás, él estaba rodeado de demonios, vampiros y demás seres mágicos de los que Zael tal vez no tuviese ni la más remota idea de que existían.

- No te preocupes, nos vemos otro día y seguimos hablando. Yo suelo rondar por aquí. - dijo Zael levantándose y pagando la última ronda. - Ya nos vemos, dame un toque cuando la parienta te deje libre.

- ¡Echo! Y tu cuando tu hermana te suelte un poco de la correa. - dijo entre carcajadas Charlie saliendo detrás de Zael hacía el aparcamiento.

Con un último saludo, Zael se subió a su moto y se colocó el

casco. De camino a su apartamento pasaría por el bar en el que estarían aun sus amigos. Acelero levemente y vio a un corro de humanas entrar en un local cerca de Londinium.

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Durante una fracción de segundo creyó ver a su hermana, solo que eso era imposible.

Su hermana no salía con humanas de normal, su pelo era algo más largo y esa muchacha era unos centímetros más baja que ella, debía ser el alcohol y el cansancio que le jugaban malas pasadas, paró durante un instante y aclaro su mente. Cuando se encontró un poco mejor, arrancó la moto de nuevo y se dirigió hacía casa con la extraña sensación de que alguien le observaba.

Después de que sus amigas le insistieran durante toda la tarde

para que fuera a Londinium, allí se encontraban al fin. Habían tardado casi dos horas en llegar a Notting Hill, pero era

importante para ella, de echo solo había accedido a ir a ese lugar por un motivo.

Esa misma tarde, había estado dormida, cuando había tenido una extraña visión, de esas en las que el tiempo se paraba y veía cosas que jamás antes había vivido. Esta vez se trataba de una muchacha hermosa, no recordaba su cara, pero hablaba con alguien, un hombre de pelo largo que le decía que se dirigía a Londinium, que necesitaba relajar a la… ¿Bestia? Y a pesar de que eso tenía poco sentido para ella, algo en su interior le indicaba que tenía que ir allí. Como si su futuro estuviese en ese lugar.

Había demasiada cola para entrar en Londinium así que decidieron ir al local de al lado, justo cuando abrieron las puertas de The Dragon Pub algo captó su atención, esa maldita sensación otra vez.

Se dio la vuelta y al mirar al otro lado de la calle sintió como su respiración se entrecortaba durante un instante, era exactamente igual al hombre de su sueño. El la miro confundido y en el momento en el que ella se dirigía hacia él, este arranco la moto y paso a toda velocidad por su lado.

- ¡Eh Siriana, que los tíos nos esperan! - dijo Sarah una de sus amigas indicándole el interior del lugar con impaciencia.

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Al entrar en The Dragon Pub se dio cuenta de que el ambiente estaba demasiado sobrecargado a pesar de que casi estaba amaneciendo.

Se apoyó durante un instante en la pared y respiro profundamente, no se encontraba del todo bien. La imagen de ese desconocido aún estaba en su mente. ¿Cómo podía haber salido en sus sueños?

Se acercó a Sarah y la miro con una disculpa en los ojos. - Sarah… no me encuentro bien, creo que volveré a casa. - ¿Qué te ocurre? ¿Necesitas que te acompañe? - preguntó está

dejando en la barra su copa y centrándose en su amiga. - Puedo decirles a las chicas que nos vamos y te llevo en un momento. No hay problema.

- No hace falta Sarah. Pediré un taxi… además- dijo Siriana sonriendo. – El rubio de la esquina lleva echándote miraditas desde que llegamos y es una pena que eches a perder lo poco que queda de noche. ¿No crees?

Sarah se puso colorada y miro de reojo al rubio que la observaba

y le saludo tímidamente con la mano. - Bueno, vale. Pero con una condición. - dijo acercándose

mucho a su amiga. - Nada más llegar a casa me llamas sin ningún tipo de excusa. ¿De acuerdo? - insistió Sarah mirando a su amiga a los ojos.

- Vaaaaleee. - respondió esta antes de salir a la calle.

Lo bueno de esa zona es que no había que esperar mucho a que un taxi te recogiera, sino que había una fila de coches esperando toda la noche para llevar y recoger a los jóvenes de los pubs.

- A la 196 de High Street, Albans City, por favor. - dijo subiéndose al primer taxi que vio libre.

En el trayecto de vuelta a casa sus pensamientos seguían puestos

en el joven misterioso de su sueño. ¿Sueño? ¿Podría llamarse así a lo que le ocurría o era otra cosa?

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Siriana siempre se había sentido unida al mundo que la rodeaba, pero desde que tenía uso de razón recordaba haber vivido y sentido cosas que se salían de lo normal y cotidiano.

Pero desde el día que ocurrió el incidente con Sarah, su mejor amiga de infancia, las cosas habían cambiado por completo. Cerro por un momento los ojos recordando aquella noche...

La casa estaba solitaria esa noche, sus padres la habían dejado sola por una importante cena de negocios y ella había decidido invitar a su mejor amiga a dormir con ella.

- Eres una suertuda Siriana, mis padres no me dejan estar nunca en casa sola. Siempre me dicen: Una joven de 17 años no puede estar sola en casa. Y a ti van y ala, cada dos por tres sola.

- ¡Jaja! Tal vez sea porque soy muchísimo más responsable que tú. - dijo está poniendo caras de burla a su amiga.

- Si, si… más responsable. - dijo está haciéndole un gesto grotesco con la mano. Provocando carcajadas entre las dos. - Bueno… señorita responsable te toca hacer la salsa y yo partiré los ingredientes.

- ¡Genial macarrones a la carbonara! ¡Mis preferidos! La sonrisa se ilumino en la cara de Siriana. Le encantaban

esas veladas con su mejor amiga, una rica cena con música movidita de fondo, hablando de chicos y de los chismes de la vida cotidiana, una buena peli, sesión de belleza… ¡Una noche de locuras asegurada!

Se disponía a hacer la salsa cuando un olor dulzón y metálico llego a su nariz.

Por un momento se sintió débil y su mirada se volvió turbia. Miro hacia atrás y vio cómo su amiga le hacía señas para que le diera algún pañuelo para tapar la herida que se había hecho, pero ella solo podía fijarse en las gotas de sangre de un reluciente rojo carmesí que resbalaban desde la punta de su dedo hasta la encimera.

Ese olor…

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Se sintió atraída hacia algo nuevo, desconocido, sentía un nudo en la garganta y solo podía pensar en una cosa. Su parte racional le decía que la sangre de Sarah no le podía estar atrayendo de tal manera, pero cuando se quiso dar cuenta estaba cogiéndole la mano y lamio su herida saboreando la sangre que emanaba de la herida.

Al instante sintió como si renaciera y una explosión de fuerza física y mental la inundara por completo.

Era increíble sentirse de aquella manera. Sus sentidos se habían agudizado y se sentía fuerte y poderosa, pero a la vez tenía miedo. ¿Qué le estaba ocurriendo?

Abrió los ojos súbitamente cuando sintió que Sarah la llamaba. Los ojos de su amiga reflejaban desconcierto, preocupación y… ¿Miedo?

Esta se percató de lo que estaba haciendo y soltó a su amiga, intentando sonreír, cogió un pañuelo de encima de la mesa y tapó la pequeña herida del dedo de Sarah.

- ¿Qué demonios hacías Siriana? -pregunto está tapándose la herida.

- Perdona Sarah. - suplico aun extrañada y asustada por lo que había ocurrido. - Voy a buscar una tirita al baño. Tu túmbate y dedícate a elegir la película que veremos esta noche ¿sí? Yo seguiré haciendo la cena. - dijo Siriana reaccionando a tiempo. Le sonrió a Sarah y salió de la cocina aun nerviosa por todo lo ocurrido.

- Hemos llegado señorita. - dijo el conductor del taxi

sobresaltándola.

Cuando ya hubo pagado al taxista y le hubo dado las gracias, salió disparada hacía la puerta de su casa.

Una vez dentro, como cada día que llegaba, fue encendiendo las luces conforme se adentraba en las distintas estancias para asegurarse de que todo permanecía en orden.

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Pensó en su amiga Sarah y le envió un mensaje para que no se preocupara, aunque sabía que esta estaría ocupada con el rubio del bar.

Había aceptado hace tiempo que esa sed de sangre era parte de ella, no sabía cómo o porque, pero ahí estaba en su interior.

Conforme pasaba el tiempo todo aquello la alejaba más y más de su vida humana.

Poco a poco la comida normal no le saciaba, y a pesar de que podía sobrevivir alimentándose de comida humana, no estaba satisfecha del todo alimentándose solo de eso.

Sabia por alguna extraña razón que esa sed de sangre estaría siempre unida a ella, al igual que aquellas imágenes que aparecían en su mente, pero necesitaba saber el porqué de todo aquello.

¿Quiénes serían aquellos desconocidos que aparecían en sus sueños? ¿Qué le estaba ocurriendo? O más bien… ¿Qué o quién era ella? Muchas preguntas e incógnitas y muy pocas respuestas.

Sentía como si su cabeza fuera a estallar en mil pedazos, el trabajo, la infidelidad de Tomas y ahora esto. Necesitaba un largo baño y olvidar todo aquello que tenía en mente.

Se disponía a ir al baño cuando un suave maullido le hizo levantar la cabeza.

- Hola, Panterita. -dijo, chasqueando los dedos con desgana. El pobre animal había huido despavorido cuando ella había entrado como una tromba por la puerta y hasta ese momento no había hecho acto de presencia. - ¡Menuda semanita llevamos los dos! ¿eh?

Maullando nuevamente, el gato negro se aproximó. Sus grandes

ojos azules parecían preocupados mientras saltaba con elegancia hacia su regazo.

- Lamento todo el jaleo de estos días -murmuró ella, haciéndole sitio en el sofá y sentándose a su lado.

El animal frotó la cabeza contra su hombro, ronroneando. Su

cuerpo estaba tibio, apenas pesaba y su pelaje era suave como si fuera de terciopelo.

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Eran ya las ocho de la mañana y el noticiario había empezado hace tiempo. Decidió poner la televisión y ver si salía algo sobre las últimas desapariciones que se habían cometido en la zona, en las últimas semanas.

- Las nuevas investigaciones de los cuerpos del estado en cooperación con el FBI, apuntan a que las desapariciones no han sido al azar. Sino que siguen un patrón muy exacto y todas las victimas coinciden en un único punto, Birmingham, ya que tras numerosas investigaciones han llegado a la conclusión de que todas las víctimas tenían como punto de reunión la visitada zona de Broad Street. Por el momento no se han encontrado testigos ni sospechosos. Les iremos informando conforme se actualicen los datos del caso. Aquí Jessie Mcfly, para informativos BBC.

¿Birmingham? Hacía un año que había ido allí, a un local

nocturno llamado... ¿Cómo era? Ah sí, The Darkness. Recordó como allí le ocurrió algo bastante parecido a lo que esta noche le había ocurrido.

Su mente se puso a divagar y no podía controlarla, era raro, ya que cuando estaba bien alimentada y su sed estaba saciada podía sobrellevar mejor todas las cosas raras que pasaban a su alrededor.

No pudo evitar que el otro recuerdo le golpease fuertemente y aunque quiso, no fue capaz de detener las imágenes y recuerdos que afloraban a su mente.

Habían decidido ir a Birmingham esa noche. ¿Decidido? Si, sin duda esa era una forma muy optimista de verlo ya que literalmente la habían arrastrado sin opción de votar.

- O te vistes o te sacamos de casa tal como estas. - le habían dicho sus amigas tras aparecer de improvisto en su casa.

Estas habían decidido sacarla por ahí para que olvidara

de alguna manera todo lo ocurrido hacía pocos meses. Se había mudado de casa de sus padres a una casita

bastante apartada de la sociedad en St. Albans. Su nuevo

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trabajo, la infidelidad de Tomas, el incidente con Sarah... Y luego estaba lo de su nuevo menú.

Todo eso la había llevado a tomar la decisión de mudarse. Ella sabía que sus padres no estarían seguros si ella estaba bajo el mismo techo que ellos, los echaba de menos y como a Sarah, apenas los veía.

Su vida era una locura, viviendo dos vidas e intentando pasar desapercibida ante el mundo para no levantar sospechas y acabar en una mesa de laboratorio.

A pesar de su pésimo humor decidió ir a ese dichoso local con tal de que sus amigas dejaran de darle la tabarra con salir.

Tras esperar una cola infinita durante un par de horas, vio que el ambiente era algo espeso, no era muy luminoso y las luces parpadeantes hacían que vieses las cosas como si fueran escenas cortadas de un video mal hecho. Había una zona de baile en el centro del local, rodeado de mesas y una gran barra situada en la parte izquierda de la sala. Había tanta gente en la pista saltando al ritmo de los rasgueos de una Gibson que decidieron ir a la barra, pero... ¿cómo iban a atravesar toda esa marea humana?

Raven, una de sus amigas, las condujo hacia la barra. Allí también había bastante gente, y pudo observar que a un lado de esta había una estancia más tranquila. La cual seguramente era para los clientes VIP, ya que había dos hombres enormes en la entrada y no dejaban pasar a nadie que no tuviese pinta de ser un rico multimillonario.

- ¿Qué desean tomar señoritas? - les pregunto el camarero, una a una fueron pidiendo, pero cuando llego su turno aún estaba mirando a la entrada de la sala V.I.P.- ¿Señorita? ¿Que desea tomar? - pregunto nuevamente el camarero.

- Perdone, tomare un Cosmopolitan, gracias. - respondió está apartando la mirada solo un segundo y volviendo a mirar a la zona privada.

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Sus amigas estaban llamando su atención cuando salió un hombre del reservado continuo que le llamo bastante la atención. ¿Pero de que le sonaba aquel sujeto?

Entonces lo recordó. Hace cuatro años, en uno de sus ¨sueños¨ lo había visto al

lado de ese tal Zaecron. Debido a la tenue luz del local sus rasgos no se distinguían

bien pero sabia y sentía que era el hombre de su sueño. Siriana se dio cuenta de que no podía dejar de mirarlo.

Sintió como su corazón se aceleraba y entonces el fijó su mirada en ella, haciendo que esta bajase la vista ruborizada.

- ¿Puedo invitarte a una copa? - pregunto el desconocido sorprendiéndola por un momento.

Siriana permaneció en silencio mirándolo sin pestañear y

con el semblante serio. No sabía porque estaba tan nerviosa. Ni porque le llamaba tanto la atención, porque no podía apartar la vista de sus ojos castaño oscuro… su boca sensual y carnosa, sus hombros fuertes bajo esa camiseta de licra, que dejaba entrever fugazmente un cuerpo esbelto…

El cuello descubierto del joven, hizo que su estómago rugiera, necesitaba salir a alimentarse, pero solo podía imaginarse a ese hombre desnudo encima de su cama, saboreando su dulce sangre mientras la acariciaba.

¿Pero qué demonios le pasaba? Tenía que salir de ahí y al ser posible ya. Porque no iba a aguantar mucho más sin abalanzarse sobre la yugular de alguien.

Volvió a mirarlo para darle las gracias amablemente y entonces un mal presentimiento le hizo darse la vuelta y buscar a sus amigas. Cuando las hubo encontrado se sintió más segura, aunque unos metros más allá él seguía observándola y creyó ver curiosidad en su mirada. ¿El la habría visto a ella también en un sueño? Todo aquello, las preguntas, el lugar, la mirada de ese hombre… estaban haciendo que no se sintiera bien, necesitaba tomar algo de aire fresco…

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Siriana se despertó sobresaltada y algo desorientada, miró a su

alrededor, se encontraba en su casa, en High Street. La tele aún estaba encendida y el sol apenas alumbraba por la venta. ¿Qué hora era? Miro el reloj y comprobó que eran las nueve y media de la noche. ¿Había dormido un día entero? Intento levantarse, pero las fuerzas no le respondían y eso solo significaba una cosa, estaba débil y era hora de salir a alimentarse.

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