Textos para el mate _ MERCADO URBANO

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1 A03 En Tiempo Real ___________ TEXTOS xA EL MATE

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recopilación de textos vinculados a las temáticas que aborda A03 en el primer semestre 2010

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A03En Tiempo Real___________

TEXTOS xA EL MATE

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el material tiene como único objetivo la difusión de obras y autores con fi nes de estudio e investigación, y en ningún caso existen fi nes de lucro

a costa del trabajo de los autores y entidades citadas.

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MVRDV | PAISAJES DE DATOSFARMAX. Excursions on density

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Los ‘paisajes de datos’ pueden ser vistos como una clase de técnica, o como unaherramienta que intenta revelar las teorías del caos que tanto aparecen en el debate arquitectónico actual, procurando escapar de la mítica ocultación de las nociones del caos existente. Supongo que los trabajos que hemos hecho en los últimos tres años pueden ser todos considerados escenarios de datos, en el sentido de que todos intentan decir algo acerca de las limitaciones con las quete encuentras, las que establece la sociedad, las normas o las leyes edifi catorias-que son establecidas-. La intuición ‘artística’ radica en el uso de la técnica, enla manera en que puedes mirar las cosas. De alguna manera es una especie de espejo de esas limitaciones; normalmente es muy difícil mostrarlas puesto que están ‘escondidas’, engullidas por otros parámetros. Pero al radicalizar las cosas es como una olla a presión- esas limitaciones ‘aparecen’. Lo cual hace posible el discutirlas y el generar una argumentación.

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ESPACIO COLECTIVO O RELACIONAL (ANTES PÚBLICO)M Gausa / Diccionario Metápolis de Arquitectura Avanzada

Del espacio público hemos pasado al espacio relacional.

Un espacio autenticamente colectivo abierto al uso, al disfrute, al estímulo, a la sorpresa, a la actividad. A la indeterminación de lo dinámico, del intercambio entre escenarios activos y paseantes-usuarios-actores activadores.

Ya no, pues, un espacio de “arredo urbano”, una mera recreación neomonumentalizadora apoyada en diseños cerrados, es decir, en imágenes “puras”, acabadas (estéticas pulcras y autistas para el disfrute de rebeldes-vándalos ocasionales) sino un espacio de nuevos paisajes -o paisajes de paisajes- para la interacción y la apropiación. No ya diseños formalizadores sino dispositivos informalizadores. No ya modelos cívicos sino situaciones mestizas. Dispositivos -desiciones tácticas- abiertas al cambio y generadoras de acción y mixicidad, capaces de combinar la alegría plástica de la incorporación de las instalaciones temporales para el ocio, el deporte, la cultura, el asociacionismo, la intercomunicación, la diversidad, la relación y, en defi nitiva, la proyección del ciudadano.

Pero también para la captación y reformulación de energías -e informaciones- locales y globales. Dis-positivos basados en construcciones ligeras conectadas a redes de energía e información; en suelos naturales y/o artifi ciales inteligentes (reinformados); en soluciones mas desenfadadas -y económicas- concebidas a partir de materiales coloristas de reciclaje.

Un espacio relacional, pues, cómplice. No solo para el paseo sino para el estímulo personal y/o compar-tido. Un espacio colectivo, desinhibido, optimista, distendido -y en muchos aspectos cambiante, mutable, precario y reversible- para una ciudad defi nitivamente más alegre y exitante que elegante.

“Mientras miraba a la izquierda y a la derecha de la avenida, tratando de decidir la dirección a tomar, vio que había una media docena de fachadas de hotel, una hilera de bicitaxis, el lluvioso brillo de otra fi la de tiendas pequeñas, y gente, mucha gente moviéndose como si fueran en la cresta de una ola, todos con un destino al que llegar. [...] Aquel fl ujo era placentero y nadie se detenía. Se contentó con hechar oca-sionales vistazos de reojo a los escaparates. La ropa era como la de los estims, incluso algunas cosas eran de un estilo que no había visto nunca en ningún lugar.

Aquí debería haber estado yo, se dijo, debería haber estado aquí todo el tiempo. No en un criadero de peces. Esto es un lugar, un verdadero lugar.”

(Gibson William, Mona Lisa Acelerada, Barcelona: Minotauro, 1997, p 109)

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RE-INFORMACIÓNV Gualart / Diccionario Metápolis de Arquitectura Avanzada

Re-información:

Volver a formar algo utilizando la información como materia prima fundamental.

En una ciudad que no puede (ni debe) crecer físicamente hacia elexterior, hay que conseguir, al igual que ocurre con los chips informáticos, “hacer más cosas en el mismo espacio”, con el fi n de que su economía progrese. Para ello hay que analizar con múltiples parámetros la información que la ciudad emite y proyectar métodos para aumentar su complejidad sin que aumente su “cantidad” de caos. La re-información urbana propone invertir esfuerzos en conocer de forma precisa, y en tiempo real, la infor-mación social, ambiental, física, funcional, económica y cultural de una ciudad con el fi n de incidir sobre ella. El territorio urbano que se debe re-informar debería ser analizado con el fi n, tanto de incidir en los edifi cios ya existentes y condicionar los de nueva planta, como de impulsar la construcción de un nuevo espacio público.

Re-información de los edificios

Ante un mundo donde el trabajo, el ocio y el comercio se pueden realizar a través de ordenadores (que ocupan espacios que nonecesitan una cualifi cación espacial), la función no debería ser un parámetro fundamental para defi nir una porción de suelo de la ciudad. Admitiendo que el número de alturas de un terreno (es decir, cuántas veces se puede multiplicar una porción de suelo sobre sí misma) es un parámetro a defi nir, la re-información de los edifi cios debería incidir en la capacidad de organizar el funcionamiento de los mismos en sección más que en planta. Con el subsuelo dedicadoa funciones de almacenamiento (automóviles, bienes), la plantabaja y su entorno a funciones de comercio y atención al público, las plantas del edifi cio a usos mixtos (vivienda, trabajo de lainformación), la cubierta sería el nuevo espacio a descubrir, permitiendo actividades de ocio y esparcimiento a nivel público o semi-público. La organización de las plantas debería permitir una fl exibilidad total que permitiese variar el uso de los espacios a lolargo del día y a lo largo de la vida del edifi cio. La re-información del edifi cio supone la aportación masiva de información, principalmente a través del cable de fi bra óptica. El cable debería producir una transformación en el edifi cio similar ala llegada de agua corriente o de electricidad hace más de cienaños.

El teletrabajo (realizado en la vivienda, o en un apartamento o localen la proximidad ) necesitará espa-cios específi cos en entornosdomésticos para evitar “el síndrome del trabajo permanente”. El aumento del tiempo de ocio doméstico hará que se disfrute de espectáculos desde la vivienda en gran formato, desde salas audiovisuales. La vivienda, ya domótica, pasará a formar parte de la red de lugares donde

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discurre la vida de las personas (que incluye el automóvil, el lugar de trabajo o los lugares de ocio) según el proceso al que asistimos de desaparición de los ordenadores y la creación de un entorno conectado. Asimismo la re-información de los edifi cios supone que el edifi cio es sensible al medio que lo rodea, y por lo tanto organiza su interacción con el eco-sistema urbano de forma sostenible. Por ello el edifi cio produce la mayor parte de la energía que consume mediante superfi cies fotovoltaicas instaladas en lafachada del propio edifi cio o mediante árboles fotovoltaicos emplazados en la cubierta. Del mismo modo, el edifi cio debería ser capaz de acumular agua, o extraerla del subsuelo próximo con el fi n de disminuir el consumo externo al mismo. Con la re-información del espacio público cada nueva calle a urbanizar debe estar preparada para refl ejar y refl ejarse en elmundo virtual. No sólo se deben construir calles cableadas que lleven información a alta velocidad a las viviendas colindantes sino que se debe conseguir que la información fl uya también por elespacio público. Que éste sea sensible a las personas que lo habitan de forma continua (desde el suelo), y a través de nuevos iconos urbanos que interactúan con los habitantes de entornos próximos y lejanos. Que permita la expansión activa mediante el deporte y el ocio de las personas concentradas digitalmente en las viviendas próximas. Que permita regular el tráfi co de vehículos y personasde forma fl exible a lo largo del día, de la semana y del año (y en perma-nente interacción con los propios vehículos que también gestionan su información). Que permita nuevas relaciones entreelementos orgánicos (los árboles, las plantas...), no ya como elemento que responde a una lógica urbana (alineación, perspectiva, repetición) , sino permitiendo que tenga una lógica propia. Que asimile de forma activa los fenómenos climáticos y atmosféricos de entorno, produciendo la energía que se consume. Surgen nuevos elementos urbanos propios de la cultura digital como el árbol fotovoltai-co, el avatar urbano, el pavimento reactivo, las sport-rocks, la agricultura urbana y mini-telecentros. Si la sociedad industrial produjo una transformación destinada aconseguir una calidad mínima para el máximo número de personas, tanto en la ciudad como en la vivienda, la sociedad de la informacióndebe buscar una calidad máxima para todos aquellos lugares que transforma.

La re-información de los edifi cios permite:

1. Regulación funcional en sección.

2. Flexibilidad funcional en planta con la aparición de nuevosespacios.

3. Utilización de la cubierta con fi nes de esparcimiento.

4. Llegada masiva de información a través del cable para el trabajo,el ocio y el comercio.

5. Interacción entre la vivienda y el resto de objetos y lugares delos individuos.

6. Interacción sostenible con el medio.

La re-información del espacio público permite:

1. Diseño de espacios reactivos y sensibles a los individuos conacceso a los entornos telemáticos.

2. Producción de nuevos iconos urbanos que interactúen con losindividuos.

3. Zonas de esparcimiento y ocio continuo.

4. Flexibilidad en los fl ujos de tráfi co y en la relación peatón-vehículos.

5. Producción de energía en la calle e interacción inteligente conel medio.

6.Nuevos tipos de plantaciones.

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PAISAJES OPERATIVOSM Gausa / Diccionario Metápolis de Arquitectura Avanzada

Paisajes operativizados para el uso, la función y la arquitectura que manifi estan una condición natural y artifi cial a un tiempo.

“Se intenta codifi car la situación contemporánea según diversos modos: los vacíos, los contenedores y fl ujos, el bigness, las citylandscapes y citiscopes, la Grosstadt, la hiperville, la arrogancia zenital...

Nada que objetar a esos útiles esfuerzos de la razón para revelar la trama de la acción. Pero nada hay de más específi co en este presente que su carácter abierto, nada más fructífero, y difícil, que la jmposibilidad de fi jarlo.

El paisaje, tal como lo queremos ver aquí, no tiene relación con la escala, no es necesariamente la ar-quitectura de los espacios grandes o vacíos, o abiertos, o «verdes», ni tampoco el control cientifi sta de los posibles estropicios que pueden causar las grandes construcciones. Pudo defi nirse en un principio aproximadamente así, pero ha cristalizado en arquitectura. Una arquitectura que se caracteriza por:

- atender tanto a lo que está entre las cosas como a las cosas en sí mismas: el espacio público -un salón doméstico, una plaza, una terrazaes, por tanto, con frecuencia su objeto.

- constatar la variabilidad, el cambio -aprendido, sí, desde experiencias de gran escalapero extrapolable a otras muchas- como constituyente de la arquitectura. Más énfasis enel diseño fi nalista de objetos que en la confi guración de defi nitivos bibelots.

- la acción del proyecto como compromiso entre escalas. La conciencia de que el proyectose determina e infl uye en multitud de ámbitos más allá de los que se le otorgan por razónde mera contigüidad física. La consideración de la labor del proyectista como capacidad de traslación, de viaje, entre escalas.

- ahora somos capaces de entender y sentir simultáneamente diversas escalas y ámbitosde percepción y acción. Pero los obstáculos que evito, los caminos que elijo, siguen siendo los que permiten mi cuerpo y mis sentidos.

- actuar sobre lo próximo, lo inmediato, lo táctil, y entender al tiempo muchos otros receptáculos y dimen-siones que modifi co támbién con mi acción, es un buen programa detrabajo para los próximos años”.

(BRU, Eduard, “La mirada larga”, en Nuevos paisajes, nuevos territorios. Barcelona Actar/macba 1997)

Arquitectura y contexto. Establecer estos términos sería como hablar de otra dualidad, una especie de cabalgadura entre arquitectura y contexto, de solape, de suma inevitable, por contaminaciones super-puestas. Se trata de una singular ecología, entre lo que da a conocer la arquitectura y lo que ya existía. La arquitectura se incorpora como paisaje, es también paisaje y no objeto. (J Morales)

Si la ciudad es paisaje, los edifi cios son montañas. (V Gualart)

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LA CIUDAD AZULIñaki Abalos

1. Datos

Comenzaré mi exposición sobre lo que he denominado “la ciudad azul” con unos pocos datos de re-ferencia, de sobra conocidos, pero que permitirán acotar el contexto de esta idea de ciudad. La franja tropical/subtropical ha experimentado profundas mutaciones en los últimos 30 años, tanto demográfi cas como económicas. A principios de siglo ni una sola de las 10 ciudades más habitadas del planeta estaba en el trópico (Tokio, entonces la séptima ciudad, con millón y medio de habitantes, sería la excepción si hablásemos también de la región subtropical). Hoy si buscamos las diez ciudades más populosas del planeta tan solo encontraremos Moscu fuera del cinturón tropical (si nos extendemos a las veinte mayores ciudades encontramos también, en los puestos 16 y 18 Nueva York y Londres. Si en vez de ciudades buscásemos áreas metropolitanas los resultados variarían poco; solo quedaría incluida el área de New York-New Jersey entre las diez primeras). Pero, además, ha aumentado en paralelo la población urbana; hoy el 80% de la población mundial vive ya en ciudades. Se da también la coincidencia de que basta observar el mapa de las grandes metrópolis, especialmente en la franja tropical/subtropical, para darse cuenta de que una mayoría prácticamente absoluta de ellas está ubicada frente al mar; que las ciudades tropicales/subtropicales con éxito son siempre ciudades costeras. En España la población que ocupaba la franja costera ha pasado en el siglo XX de representar menos del 10% de la población a contar con el 25% del total. Varios factores han in?uido en este transvase de población hacia el trópico y hacia el mar; la deslocalización de empresas debida a la economía global, el turismo, los movimientos migratorios unidos al propio crecimiento demográfi co. Es conocido que en el régimen de acumulación fl exible -tal y como David Harvey denomina al capitalismo contemporáneo frente al modelo de acumu-lación fordista- la relación entre materia prima y producción ha perdido cohesión tanto por la aparición de nuevas formas de generación de riqueza ajenas a la manufactura como porque, aún en los sectores productivos industriales tradicionales, mejores condiciones de contratación de mano de obra hacen hoy rentable el desplazamiento de las materias primas. Es conocido también el vertiginoso incremento de peso del sector servicios en la economía actual propiciado por la revolución digital y telemática que ha alterado las concepciones tradicionales espacio/temporales. La relación entre un régimen de producción de capital que no demanda ni proximidad ni en muchos casos existencia de materias primas –como el sector servicios- y un desplazamiento y crecimiento de la población hacia áreas del globo caracterizadas por el “buen tiempo” y la contigüidad con la línea costera se aparece así como una consecuencia de dos movimientos, uno estrictamente económico, la búsqueda de mano de obra barata y nuevos hipotéticos mercados, otro estrictamente ligado a las voluntades individuales que desde la democratización del ocio en las posguerra de los cincuenta no han dejado de sentirse hechizadas por la vida placentera a la que se asocian estos lugares (una asociación en la que seguramente los propios industriales del sector turístico

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y sus estrategias mercadotécnicas han tenido mucho que ver). El azul del cielo y el azul del mar como grandes atractivos, económicos y poblacionales, es el resultado, y este es un fenómeno estrictamente contemporáneo, ni siquiera moderno. De hecho, da lugar a un modelo de implantación del hombre en el planeta que es casi una inversión literal del modelo de la modernidad. Esta es la ciudad azul.El turismo es obviamente una de las industrias hoy más importantes, moviendo al año a más de 700 millones de personas con recursos económicos. Su evolución es interesante porque si por una parte es una industria –a pesar de las continuas “crisis” que se anuncian en los medios- que nunca ha dejado de crecer (y esto es ya un hecho bien singular), la forma en la que el mercado turístico ha ido evolucionando señala un claro desplazamiento de atracción desde los polos tradicionales a la franja tropical/subtropical. La atracción de una vegetación exuberante y muchas veces exótica, así como las condiciones climáticas y el mar, suponen tres elementos decisivos en la evolución de una industria que si aún hoy está capitalizada por algunas ciudades como París y Nueva York, no solo se desplaza cada vez de forma más intensa hacia la franja tropical y subtropical sino que retiene en ella a una parte sustancial de la masa turística, a menudo tras la jubilación de los profesionales. Así, si los diez primeros países turísticos acaparaban en los años 50 el 88% de los turistas hoy apenas se reparten el 49%. Si comprobamos también el auge del turismo hacia los continentes antes olvidados y vemos las grá?cas prospectivas que aumentan la tendencia, completaremos el cuadro a grandes rasgos que se per?la para las primeras décadas del siglo XXI. Habría que hacer algunos matices: en realidad el régimen de acumulación ?exible aprovecha atractivo y precios bajos y estos últimos desaparecen según crece la riqueza de la población. A pesar de los cambios experimentados, aún hoy los tres destinos turísticos principales son Francia, USA y España. El modelo de turismo de playa están según todos los expertos, agotado o a punto de agotarse. La franja tropical, hoy superpoblada, es la zona más expuesta del mundo a acciones naturales indeseables cuya prevención es urgente y costosa. El ecoturismo, mencionado reiteradamente como una alternativa, aún hoy tiene una incidencia baja. Consolidar su atractivo para garantizar el futuro obliga a proyectar ese fu-turo políticamente de forma seria, equilibrar población y recursos, preservar aire, agua y verde. Las cosas no están resueltas ni hay panaceas, pero sí un cuadro ?uido que muestra su orientación prospectiva y nos explica quiénes somos a través de cómo nos localizamos. Un cuadro, como es sabido, bien distinto al que hace un siglo podían hacerse los arquitectos modernos para los que aún Estados Unidos era una fuerza emergente con escalas, técnicas y sistemas de colonización del territorio inéditas en Europa, entonces el centro de la cultura moderna.

2. La ciudad azul. Genealogía

Lo que era exótico en la modernidad (Le Corbusier visitando Brasil, Argel e India; Niemeyer, Costa, Burle Marx construyendo un nuevo Brasil etc) hoy es central y protagonista del futuro. Una vez rotas parcialmente las relaciones materias primas-producción las relaciones jerárquicas N-S dan paso a con-versaciones E-O que ponen de relieve el interés que las cuestiones climáticas o paisajísticas y el uso del tiempo libre han adquirido en la sociedad contemporánea. Esta idea de Bruno Stagno es clave, pero aún

no se pone en práctica de forma sistemática.La ciudad azul es el último capítulo aún escribiéndose de los viajes de la fantasía pintoresca El Grand Tour ilustrado y las excursiones a la región de los lagos y otras de interés paisajístico de Gran Bretaña -que vulgarizaron la experiencia del Grand Tour y la extendieron a la clase burguesa- son la clave para entender los orígenes de ese atractivo ejercido por el trópico, cuyo primer apóstol fue Alexander von Humboldt, hijo de la estética pintoresca. Recordaremos de forma sucin-ta las principales ideas de la estética pintoresca: fusión naturaleza-arti?cio, secuencias narrativas frente a objeto estático, invención del genio del lugar como instrumento proyectual, primacía de la percepción empírica frente a la racionalidad analítica (alzado y planta, apuntes del natural)-. Al descubrimiento de la belleza de los paseos por la región de los lagos en Escocia por William Gilpin le sigue la teoría pintoresca de Uvedale Price y el auge del jardín inglés. Tras ellos surgirá el interés por el mediterráneo (Sicilia, Grecia); el interés hacia España y Oriente en general (Washington Irving); hacia América tropical y los volcanes (Humboldt); hacia los balnearios y las playas. Después, de la mano de Olmsted, llegará la crea-ción de los parques públicos y luego los parques nacionales y los sistemas de parques. Después vendrán las zonas verdes de la carta de Atenas, la ciudad verde lecorbuseriana, los monumentos naturales, la “sección del valle” de Patrick Geddes, que dio lugar al concepto de ciudad-región. Más recientemente los movimientos ecologistas, Greenpeace, las reservas de la biosfera, la declaración de Río, la agenda 21, el desarrollo sostenible, los acuerdos de Kioto… Todos estos episodios, vinculados entre sí, están en el código genético de la ciudad azul. Todas estas etapas han descrito el paso de una apuesta estética elitis-ta a una agenda política casi universal, y desde unas ?ncas próximas a Escocia o Londres a un cinturón tropical/subtropical que contiene el grueso de la población mundial y de las reservas de la biodiversidad.Como alguien dijo, el siglo XX es la historia de una persona que a los 20 tiene una gran crisis y otra a los 40, y que tras una época de gran riqueza en los 50 y 60 basada en la industrialización, tiene un achaque a los 73 -la crisis energética- que le obliga a dejar paso a una nueva cultura. El modelo del mundo de la arquitectura del XX estaba basado en el positivismo y la industrialización. Solo el reformismo social de algunos daba un papel testimonial a la naturaleza, la gran vencida por la cultura industrial. Aquí una cosa y allá la otra. Ese es el modelo que ha ido siendo puesto en crisis, incluso por los mismos protagonistas de la modernidad, a veces de forma esquiva, como Le Corbusier. Un modelo dicotómico, naturaleza e industrialización, equivalente a la división del trabajo dentro de nuestra profesión entre paisajistas (fondo) y arquitectos (?gura). Pero este modelo está dando lugar a una cultura en la que tales divisiones maniqueas ya no tienen razón de existir. Esta nueva cultura se ha estado incubando y tiene ahora armas políticas y cientí?cas. Pero no será adulta hasta que no tenga una estética asociada e independiente, un “estilo”. Ese estilo debe marcar la identidad de la ciudad azul y es el trabajo propio de los arquitectos contemporáneos.Para de?nir el estilo de esta ciudad hay que saber cual es el atractivo de estas tierras que Alexander von Humboldt “descubrió”, y hay que desarrollar técnicas propias y actualizadas con las que operar con garantías a largo plazo: encontrar las técnicas y la estética que den voz propia a la arqui-tectura y el paisaje de la ciudad azul. Parece indiscutible que es necesario integrar la cultura paisajística y medioambiental, seriamente, en la enseñanza; dejar de pensar la materia como algo pasivo y formal, y devolver a la noción de energía que Aristóteles inventó –la esencia de la materia como un proceso de paso de potencia a acto continuamente actualizándose, desbloqueando así la antítesis entre ser y

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puro devenir heredada de los pensadores griegos previos- un papel protagonista en las concepciones estéticas, arquitectónicas y paisajísticas. Para lograrlo debiéramos repensar la disciplina en el contexto contemporáneo, al menos a cuatro escalas.

3. Las cuatro escalas. La escala técnica

A escala de técnicas es evidente la dependencia con la que nos encontramos los profesionales de un modelo tecnológico puesto a punto en la modernidad para las áreas desarrolladas del norte así como la profunda irracionalidad que ello conlleva, incluyendo las soluciones canónicas que los modernos im-provisaron con más buena fe que criterio cientí?co, para el contexto tropical. Hay que abolir tanto las importaciones tecnológicas como los clichés modernos. España, Brasil e Indonesia, entre otros, deben trabajar como países industrializados que son, en una tecnología avanzada propia de este cinturón E-O. Los primeros ejemplos de actitudes seriamente comprometidas inauguran una nueva proyección de la arquitectura sobre las cuestiones medioambientales que no es ni el modelo tercermundista del pay-pay y el chiringuito, ni las exhibiciones ferolíticas e hipermecanicistas que llegan del norte. Encontramos en ellas sistemáticamente una fusión natural-arti?cial que sería por así decirlo el rasgo más característico a todas las escalas (no por casualidad el gran rasgo iniciático del pintoresquismo, con el que comenzába-mos esta disgresión). Aquel contraste entre naturaleza y arti?cio de la modernidad se disuelve, y fondo y ?gura componen un artefacto/proceso/objeto único, integrado, complementario y mestizo. “Técnica híbrida, estética mestiza” es el título de un micromani?esto que publicamos hace tiempo y que podrá aclarar algo en qué dirección podría desarrollarse esta estética: “Técnica híbrida, estética mestiza. La sensibilización hacia las políticas de la naturaleza ha in?uido en los paradigmas técnicos desplazando el interés desde los experimentos de alta tecnología –sin duda un residuo del espíritu moderno– hacia modelos híbridos, en los que el acento ha pasado a ponerse en la interacción entre materiales naturales –masivos e inertes energéticamente- y materiales arti?ciales altamente so?sticados –ligeros y activos energéticamente–, sensibles en su comportamiento a las variaciones del entorno, dando lugar a sistemas compuestos en los que los primeros tendrían un papel acumulador y reductor de los intercambios, y los segundos como generador, captador de recursos energéticos. Este nuevo modelo tecnológico supone un desplazamiento desde los aspectos de organización material –producción en serie, simpli?cación de montaje, optimización de tiempos y coste etc.– hacia la organización racional de las energías consumidas tanto en la producción como en el mantenimiento de lo construido, un desplazamiento que permite con-cebir hoy los “sistemas” ya no desde la coherencia y unidad de los materiales sino desde su coherencia ambiental, abriendo así el campo a experimentaciones en las que la mezcla coherente de materiales heterogéneos pasa a ser un rasgo visual nuevo y característico. Una materialidad híbrida que implica una transformación profunda de los ideales estéticos en sintonía con el mestizaje de nuestros paisajes humanos”. El nuevo modelo tecnológico abre un campo inédito de experimentación estética y en él deben trabajar los arquitectos de la franja tropical/subtropical sin complejos, sabiendo que están abriendo un territorio inexplorado en el que alta tecnología, elementos y materiales tradicionales, y materiales natura-

les conviven creando nuevas entidades. Todavía hoy son muy pocos los que tienen conciencia de esta nuevo protagonismo que está reservado a los arquitectos hasta hace bien poco receptores de los valores culturales importados de Europa y América. Y esa conciencia es un primer paso necesario para que tales técnicas y estéticas se abran paso.

4. La escala urbana

La ciudad azul es el territorio en el que deben integrarse las formas de pensar el fenómeno urbano individualizadas por el paisajismo, la ecología y el urbanismo.La ciudad azul es heredera de la ciudad verde, de la sección del valle, pero es otra entidad diferente de todas aquellas referencias, una ciudad en la que el aire y el agua, el cielo y el mar han pasado a ser los recursos naturales más valiosos y más políticos (de polis, ciudad): verdaderos materiales de construcción -y, mal administrados, de destrucción-. Es heredera de la sección del valle, pero nuestro valle es único y universal, la aldea global, y sometido a perturbaciones permanentes (el efecto mariposa) que obligan a políticas de protección civil a escala pla-netaria. El fondo del valle, el lugar reservado por Geddes a la metrópoli, es ahora el trópico y las regiones subtropicales, el cinturón del globo. Rossi mencionaba a Levi Strauss en Tristes Trópicos: “la ciudad es la cosa humana por excelencia” decía, y copiaba tipologías y morfologías que Lévi-Strauss había trasla-dado del mundo natural a las organizaciones sociales primitivas. Rossi las trasladaba de la organización social y del mundo natural a la fábrica arti?cial que él imaginaba eran las ciudades. La memoria, los tipos y las morfologías están en la naturaleza y en la sociedad y comienzan a ser hoy entendidas en el marco de la ciudad azul precisamente porque la disolución de límites entre naturaleza y ciudad condensa la agenda de la ciudad azul: tanto la naturaleza como la fábrica, se mezclan, son el disolvente que permite la aparición de una amalgama que se diferencia tanto de una como de otra. La cita completa de Lévi Strauss no deja lugar a dudas: “Por lo tanto y no sólo metafóricamente, tenemos el derecho de comparar, como tan a menudo se ha hecho, una ciudad con una sinfonía o un poema: son objetos de la misma naturaleza. Quizás más preciosa aún, la ciudad se sitúa en la con?uencia de la naturaleza y del arti?cio. Congregación de animales que encierran su historia biológica en sus límites y que al mismo tiempo la modelan con todas sus intenciones de seres pensantes, la ciudad, por su génesisy por su forma, de-pende simultáneamente de la procreación biológica, de la evolución orgánica y de la creación estética. Es a la vez objeto de naturaleza y sujeto de cultura; es individuo y grupo, es vivida e imaginada: la cosa humana por excelencia”.

5. El espacio público/espacio natural

La ciudad azul, con su benigno clima, favorece las densidades y el crecimiento en altura de los rascacielos con la misma facilidad que lo hace sobre las especies naturales de la jungla. Y da forma a una topología porosa, de vacíos y grandes concentraciones, de memoria y áreas puramente tecnológicas, atravesadas por grandes infraestructuras rizomáticas de conectividad. Tiene una conformación propia, natural y arti?cial,

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como Banham entendió que la tenía Los Ángeles (la playa, las autopistas, la parte histórica, las montañas), que no es metafórica ni utópica como la ciudad verde lecorbusierana, sino literal. La ciudad azul así orga-nizada da protagonismo al cuerpo humano, al confort proporcionado por el clima –soleamiento, humedad, meteorología- y por la mezcla o el mestizaje humanos. Crea así una nueva modalidad de espacio público: las playas, los paseos marítimos, los parques terrestres y ?uviales, como en Río de Janeiro, como en Sid-ney, lugares sin “representación” política, de intensa mezcla e intercambio, de los cuerpos entre sí, de cada cuerpo con el sol, el cielo, el aire, el mar, la humedad. No es ninguna banalidad entendido como propuesta contemporánea de un verdadero espacio público.La ciudad azul consolida un nuevo paisaje, en parte hecho de una naturaleza exuberante, en parte de la proyección de una mirada estética sobre paisajes antrópicos, en parte de las tradiciones locales, en parte del consumismo vorazmente excitado universalmente por el capital. Áreas intocadas, áreas de protección en las que convive el hombre, la actividad productiva y la natu-raleza, y áreas intensamente entrópicas conforman una estructura temporal y del espacio público que la ciu-dad azul comparte con las llamadas “reservas de la biosfera”, territorios con diversos grados de protección dinámica (frente a los Parques Nacionales intocables prácticamente por el hombre); que son una amalgama de naturaleza y actividad humana componiendo un ecosistema completo y sostenible, con futuro, tanto en términos de progreso y economía como de biodiversidad. En términos estéticos, este modelo de estructura del territorio casi diríase un aggiornamento de la estética pintoresca.

6. Los tipos arquitectónicos

Por último, la escala de los tipos arquitectónicos. Los tipos monofuncionales modernos y su organización urbana segregada se abren en la ciudad azul hacia nuevas tipologías híbridas que reproducen la comple-jidad del conglomerado urbano a escala de edi?cio; mezclas de espacios naturales, públicos y privados dan forma a nuevos artefactos cuya escala no es tan signi?cativa como su automor?smo, su capacidad de replicarse a todas las escalas a lo largo de la franja tropical/subtropical. En ellos la verticalidad, la constitución como organismos de estructura espacial vertical es, como ya hemos mencionado, casi una mímesis de la exuberancia de la vegetación natural y su empuje vertical en la jungla y los bosques hú-medos. Dan forma así a una ciudad que, precisamente por la interacción entre medio físico y actividad humana, naturaleza y cultura, exige replantear los tipos de la modernidad, en especial rascacielos, pero no solo, también edi?cios culturales y museísticos, creando nuevas modalidades en las que se articula de forma coherente la relación entre conocimiento y estructura espacial. De ahí que haya adoptado la voz “observatorio” para designar estructuras verticales que son también, al menos en parte estructuras culturales. En otro texto resumíamos así el programa de los observatorios: un observatorio no es una

atalaya que permite una experiencia o percepción inmediata. Es un lugar en el que por mediación de la tecnología, de distintas técnicas, se consigue establecer un diálogo con la naturaleza que traduce la experiencia primera e inocente de la percepción en conocimiento. Por ello nos interesa especialmente este concepto de observatorio, porque se trata de una tipología en la que técnica, naturaleza y arquitec-tura interactúan para intensi?car el diálogo entre hombre y mundo, adoptando cada uno el papel que le corresponde en la cultura contemporánea. El observatorio es así un mecanismo topológico, una forma de tecni?cación y un modo de relacionar naturaleza y cultura que abraza en un único gesto las tipologías tradicionales del rascacielos, del museo y del parlamento, rede?niendo también las formas en las que la arquitectura ha interactuado con el parque en la tradición pintoresca y moderna. El observatorio es una forma de relacionar la tradición pragmatista -de raíz técnica- con la tradición pintoresca -de raíz plástica-, ambas subyacentes pero diferenciadas de la corriente principal del modernismo positivista.

Los tipos mixtos, los edi?cios híbridos, los rascacielos bioclimáticos de Ken Yeang, los observatorios son denominaciones contingentes y pioneros de fenómenos de transformación, de disipación energética, ahora produciéndose en la ciudad azul, estimulados por ella. De hecho son los cuatro elementos, el aire, el agua, el sol y la tierra, considerados como objeto de contemplación, como infraestructuras o como energías, los que ahora se constituyen en los objetos principales de proyectación: exfolian continuamente proyectos, tanto de naturaleza pública como privada. Repensar los tipos desde esta atención a los ele-mentos naturales es la clave para desarrollar una nueva organización tipológica en la ciudad azul.

7. Conclusión

En resumen, sabemos que hace un siglo el centro del mundo estaba entre París y Berlín y todo lo demás era exotismo y casos particulares. Hoy se desplaza y se seguirá desplazando hacia el cinturón tropical/subtropical (el modelo será policéntrico), y hay que pensar invirtiendo los papeles: la ciudad azul, el neopintoresco, las tecnologías híbridas y estéticas mestizas iluminarán el futuro próximo; lo que aún hoy parece a algunos testimonial crece y crecerá. Solo esperamos que igual que los modernos fueron capa-ces de construir una estética a partir de la humildad de las construcciones mediterráneas, hoy seamos capaces de construir una estética que sepa integrar inteligentemente la herencia de la re?nada tecnolo-gía del norte con tanta belleza e ilusión como entonces se desplegó.

- junio 2006 - editado on line / INSTITUTO DE ARQUITECTURA TROPICAL - Fonds C

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UNA NUEVA NATURALIDAD (7 MICROMANIFIESTOS)Ábalos & Herreros

1. El jardín latente

Sólo como un resto puritano de modernidad puede entenderse que aún hoy la palabra belleza esté pros-crita de los debates profesionales. Basta con enunciar que la atracción por construir una nueva noción de belleza es casi lo único que da sentido a nuestra profesión (si quiere seguir entendiéndose como tal), para imaginar un programa de acción contundente, alejado de las trampas que meticulosamente nos ten-demos. Si uno acepta esta proposición, la propia obra se transforma en notas de un particular cuaderno de viajes. Se construye con él un atlas mental, una geografía imaginaria capaz de iluminar cada lugar desde la propia proyección (invirtiendo el contextualismo tradicional) y dando forma, paso a paso, a un jardín latente. Esta visión remite quizás al fi lón pintoresco, superviviente subterráneamente hasta noso-tros, encadenando nombres (Uvedale Price, Frederick L. Olmsted, Le Corbusier, Bruno Taut, Roberto Burle Marx, Lina Bo Bardi, Robert Smithson, Archigram, Cedric Price y otros). La fusión de naturaleza y artifi cio, la disolución de límites disciplinares entre arquitectura, arte, jardín y pensamiento, la organiza-ción de la experiencia como secuencias narrativas, la primacía de lo visual y el movimiento, también en lo inmaterial e invisible, la construcción de un espacio público y una arquitectura refl ejo de las nuevas sensibilidades... Estos ingredientes conducen a un nuevo jardín que se ve o no se ve, pero sin él no hay nueva arquitectura sino, a lo sumo, variaciones. Quien lo imagina no se alimenta sólo de enunciados abstractos y nombres propios; debe construir otra cartografía paralela que ilumine sus proyectos con-quistando nuevas referencias formales, nuevos símbolos, palabras y técnicas que le permitan abandonar los antiguos, carentes ya del atractivo necesario. Y debe reconstruir el interlocutor, a quién habla, a qué mundo se dirige (ver puntos 2, 3, 4 y 5). El cuaderno de notas se confi gura así con esbozos (las obras y proyectos), notas a pie de página, ideas prestadas y originales, nombres, imágenes, conversaciones, múltiples materiales que se miran a sí mismos y que recomponen nuestra propia mirada. El trabajo del arquitecto se confunde con el del jardinero: desbrozar, preparar el terreno, escoger las especies y sem-brarlas de forma organizada, cuidando después de que el paso del tiempo haga bien su trabajo.

2. Descampados/Áreas de impunidad

La disolución de la oposición natural-artifi cial que observamos a todas las escalas, conlleva un programa de trabajo que no es otro que el de redescribir, a través de la arquitectura, la posición del hombre contem-poráneo frente al mundo. Las “áreas de impunidad” son precisamente lugares en los que se produce de forma excepcional esa condición ambigua, cuya defi nición como espacios públicos o espacios naturales

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es imprecisa. Lugares antes negativos, a los que la mirada de los nuevos sujetos sociales y sus prácticas han dado una nueva urbanidad. Mirad los descampados de nuestras periferias, cómo en esos terrenos baldíos se han construido casi todas las formas de socialización emergentes aún, o precisamente por-que, son territorios desregulados. Uno siente la tentación de preguntarse si en ellos no habrá un modelo metafórico, un casi-modelo, si cabría pensar en su complemento, el “desedifi cado”, pues la palabra “des-campado” es, en sí misma, fascinante, un campo que ha perdido sus atributos al acercársele la ciudad, esterilizándolo antes de ocuparlo, pero también dándole un papel trascendental en su nuevo contexto. Nos preguntamos si podría construirse una arquitectura así.

3. “Ecomonumentalidad”

Nos han acostumbrado a pensar la arquitectura en función del lugar, entendiendo que en él podríamos encontrar las claves con las que abordar el proyecto. Muchas son las formas de anclaje al lugar desa-rrolladas en las últimas décadas; desde las de raíz fenomenológica (Anchoring es el título de un texto signifi cativo de Steven Holl) hasta actitudes que parten de la escuela de Francfort (Kenneth Frampton y su contextualismo) pasando por la infl uencia bergsoniana en la obra de Rafael Moneo o la estructu-ralista del genius loci en Aldo Rossi. Pero en los últimos años estamos asistiendo a una transferencia signifi cativa: todo lugar ha pasado a ser entendido como un paisaje, sea natural o artifi cial, y éste ha dejado de ser ese fondo neutro sobre el que destacan objetos artifi ciales arquitectónicos, más o menos vocacionalmente escultóricos, para ser objeto de interés primario, foco de la atención del arquitecto. Así, modifi cado el punto de vista, el paisaje pierde su inercia y pasa a ser objeto de transformaciones posi-bles; es el paisaje lo que puede proyectarse, lo que deviene artifi cial. Al mismo tiempo, la arquitectura inicia procesos aún difusos de pérdida de defi nición tradicional, en los que es obvio un interés creciente por incorporar una cierta condición naturalista tanto en los aspectos geométricos y compositivos como en los constructivos, a la búsqueda de una sensibilidad medioambiental y de una complejidad formal que respondan con precisión a los nuevos valores de nuestra sociedad. El proyecto queda validado en tanto que construya una completa redescripción del lugar; que proponga, ante todo, la invención de una topografía. Se rescata, así, con este doble movimiento desde la naturaleza al proyecto y del proyecto a la naturaleza, una condición “ecomonumental” que comienza a abrirse paso, inexorablemente, más allá de cualquier argumento de oportunidad, de una forma que otros no dudarían en denominar “espíritu de los tiempos” o “voluntad de una época”.

4. Material mundo

Ese artefacto-ciudad del que hablamos aparece como una amalgama, un material hasta ahora desco-nocido, un conglomerado de elementos naturales, artifi ciales e inmateriales o fl ujos, al mismo tiempo poroso y fi broso, con áreas densas y estables, cargadas de memoria y vastas extensiones desleídas, sin cualidades, casi líquidas; constituido por elementos antitéticos que han roto con la precisión de los límites tradicionales entre natural y artifi cial. Si fuésemos arquitectos modernos, pensaríamos esta ciudad en términos morales, y daría lugar a políticas reformistas. Pero parece más necesario y, si se quiere, más ligado a la práctica de la arquitectura, encontrar en ese magma un sustrato poético, entenderlo como algo que está invitado a ensayar una nueva mirada y, a su través, alcanzar una dimensión crítica. Ese ma-terial, la disolución de la oposición natural-artifi cial a todas las escalas, conlleva un programa de trabajo que no es otro sino el de redescribir, a través de la arquitectura, la posición del hombre contemporáneo frente al mundo.

5. Técnica híbrida, estética mestiza

La sensibilización hacia las políticas de la naturaleza ha infl uido en los paradigmas técnicos, despla-zando el interés desde los experimentos de alta tecnología (sin duda un residuo del espíritu moderno) hacia modelos híbridos, en los que el acento ha pasado a ponerse en la interacción entre materiales naturales (masivos e inertes energéticamente( y materiales artifi ciales altamente sofi sticados (ligeros y activos energéticamente), sensibles en su comportamiento a las variaciones del entorno, dando lugar a sistemas compuestos en los que los primeros tendrían un papel acumulador y reductor de los intercam-bios, y los segundos uno generador, captador de recursos energéticos. Este nuevo modelo tecnológico supone un desplazamiento desde los aspectos de organización material (producción en serie, simplifi -cación de montaje, optimización de tiempos y coste, etc.) hacia la organización racional de las energías consumidas tanto en la producción como en el mantenimiento de lo construido, un desplazamiento que permite concebir hoy los “sistemas”, ya no desde la coherencia y unidad de los materiales, sino desde su coherencia ambiental, abriendo así el campo a experimentaciones en las que la mezcla coherente de materiales heterogéneos pasa a ser un rasgo visual nuevo y característico. Una materialidad híbrida que implica una transformación profunda de los ideales estéticos, en sintonía con el mestizaje de nuestros paisajes humanos.

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6. Una nueva naturalidad

¿Cómo se formó el uso coloquial del término “natural”? Seguramente no pudo utilizarse el vocablo “natu-ral” o “naturalmente” (como hoy lo hacemos en tantas lenguas) hasta que la naturaleza fue domesticada, comprendida, sometida a organizaciones taxonómicas que explicaban como razonable lo que previa-mente había sido concebido como misterio inaprensible y amenazador. Hasta que pudo contemplarse como algo digno de representarse y una concepción pintoresca se superpuso a cierta ordenación cos-mogónica, como efecto de múltiples viajes que otorgaron la necesaria distancia y capacidad de obser-vación. Es una hipótesis verosímil que no merece la pena ratifi car; basta con enunciarla para imaginar una nueva naturalidad que surgiera de la profunda ambigüedad con la que la naturaleza se nos presenta como objeto de conocimiento y de experiencia estética, ese conglomerado híbrido y mestizo, entrópico, humanizado, confundido con su antiguo enemigo el artifi cio, enroscado en el espacio político, trasunto de lo que algún día fue el espacio público, un magma turbulento, fl uyente y azaroso. Paradójica conclu-sión: una nueva naturalidad sin referencias naturales. Quizás la clave para alumbrar esa naturalidad de la mirada a desplegar nos la den los viajes por hacer, las zonas oscuras del atlas del pintoresquismo, esos constantes continentes ajenos al juego de trayectos que lo arma. Una nueva naturalidad debiera partir de integrar esos espacios, darles voz y vida, exigiendo siempre arquitecturas capaces de tener sentido tanto en Lagos y Quito como en Nueva York o Düsseldorf, capaces de articular un sentido inme-diato y universal de la belleza, algo dotado de simplicidad e intensidad, que nunca resultase insultante o prepotente (¿quién puede presumir de haberlo logrado hoy?). Pero, quizás, ese fructífero viaje sólo pueda hacerse en la dirección contraria a la tradicional, desde aquellos agujeros negros hacia nosotros (reencarnados ahora en los nuevos indígenas de otra forma de naturaleza salvaje); es posible que esos viajes hayan comenzado a y aún no seamos capaces de entenderlos; objetos, y ya no sujetos, de una belleza turbulenta por venir.

7. Nota final

Si pensamos en lo que signifi ca para la arquitectura un mundo hiperconectado, podremos entender hasta qué punto economía y ecología están asociados, no sólo etimológicamente (oikos, la administración prudente de los recursos domésticos), sino también estéticamente. Aquellos que hoy se ven a sí mismos como vanguardistas, nostálgicos en todo caso, han imaginado que las nuevas tecnologías abrían los métodos proyectuales a procedimientos pseudocientífi cos y formas asociadas a una sofi sticada libertad. El sentido de la globalización sólo parece darse en una dirección, la de George Bush: mera intensifi ca-ción del dominio de los de siempre sobre otros. Pensada desde otras posiciones, sólo nos interesa la conectividad del mundo si puede imaginarse en los dos sentidos, como construcción de una mirada mu-tua, a cuyo través repensar el sentido de la tecnifi cación en las formas de imaginar la arquitectura. Sólo hemos comenzado a entender que una técnica híbrida, una estética mestiza y una naturalidad de nuevo cuño conducen hacia emociones de una simplicidad mucho más profunda de la que conocíamos hasta ahora (y que promocionaban los medios de comunicación). Conectados universalmente, los cánones tradicionales se nos escurren de las manos, enfrentados a escalas e interlocutores de infi nita diversidad e interés. Cuando vemos una idea feliz, felizmente resuelta con casi nada, como si la arquitectura no hubiese estado ahí interfi riendo, como si una nueva mirada sobre el mundo comenzara a desplegarse, no hay patrias, ni culturas, ni primer o tercer mundo: hay pura transmisión de una belleza contemporánea que deja todas las demás muy lejos en el tiempo. Queremos esa arquitectura que traspasa el tiempo y el espacio, que nos sobrecoge por simple, universal, feliz, barata e intensa. Ése es el jardín que vemos desplegarse y ésa es la emoción que queremos capturar.

[texto. en Revista 2G n°22, Ábalos & Herreros por Iñaki Ábalos y Juan Herreros]

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INTERVENCIONES PÚBLICAS EN CIUDADES MASIVAS HOYSaskia Sassen

La enormidad de la experiencia urbana, la presencia impresionante de arquitecturas masivas y densas infraestructuras, como también la lógica irresistible de buscar utilidad que organiza gran parte de las inversiones en las ciudades de hoy han producido desplazamiento y distanciamiento entre individuos y comunidades enteras. Estas condiciones perturban las antiguas ideas y experiencias de la ciudad en general y del espacio público en particular. Aunque los espacios públicos monumentalizados de las ciu-dades europeas siguen siendo sitios espectaculares para rituales y rutinas, manifestaciones y festivales, crece la sensación general de que hemos pasado de un espacio cívico a un espacio urbano politizado, con fragmentaciones y múltiples diferencias.

Al mismo tiempo, hay una serie de espacios subutilizados en estas ciudades, a menudo marcados más por la memoria que por su signifi cado en el presente. Estos espacios se vuelven parte de la interioridad de la ciudad, aunque no forman parte de las lógicas guiadas por la utilidad y los marcos espaciales. Son “terrenos baldíos” que permiten a muchos residentes conectarse con la ciudad en la que viven y que cambia muy rápidamente, y dejar de lado, subjetivamente, las masivas infraestructuras que cada vez abarcan más el espacio urbano de sus ciudades. Desde este punto de vista, sería un error abalanzarse sobre estos terrenos baldíos con el fi n de maximizar el desarrollo urbanístico. Mantener algo de esta apertura podría tener sentido en términos de tener la posibilidad en el futuro de crear opciones en mo-mentos en que las lógicas de la utilidad cambian tan rápida y violentamente. Uno de los mejores ejemplos es la construcción descontrolada de rascacielos de ofi cinas. Se genera aquí un dilema en cuanto a las actuales condiciones urbanas, que las conduce más allá de las nociones bastante transparentes de arquitectura relacionadas con alta tecnología, espacios virtuales, simulacros y parques temáticos. Todos éstos son elementos importantes, pero constituyen fragmentos de un rompecabezas incompleto. Hay una condición urbana que habita entre la realidad de las estructuras masivas y la existencia de lugares semiabandonados; considero que es esencial para la experiencia de vivir lo urbano, y que hace legibles las transiciones y desequilibrio de confi guraciones espaciotemporales específi cas. La arquitectura y el urbanismo pueden también funcionar como prácticas artísticas críticas que nos permiten capturar algo más esquivo que lo que se representa en las nociones de los parques temáticos de las ciudades. En este documento busco analizar estas preguntas a través de la creación de espacio público y a través del cambio en el signifi cado de la condición urbana.

CREACIÓN DE ESPACIO PÚBLICO VERSUS PRIVATIZACIÓN Y USO DEL ESPACIO URBANO COMO ARMA

La creación de espacio público aporta un enfoque a este tipo de preguntas. El espacio público está pa-sando por una especie de crisis debido a la creciente comercialización, la transformación de lo urbano en un parque temático y la privatización del espacio público.

Por lo general lo primero que se nos viene a la mente al pensar en el concepto de espacio público, son los grandes espacios públicos de carácter monumental del estado y la corona, especialmente en las antiguas

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capitales imperiales. Los usuarios los vuelven públicos a través de sus prácticas. Pero, ¿qué pasa con la creación de espacios públicos en estas complejas ciudades a través de intervenciones arquitectónicas y prácticas de los usuarios?

La vida entre mega edifi cios y terrenos baldíos forma parte de la experiencia urbana desde hace mucho. Tanto en el pasado como hoy en día esta realidad sufre transiciones y oposiciones claras. También pue-de reinsertar la posibilidad de creación urbana en una forma que los proyectos masivos no logran hacerlo. Lo que me interesa aquí es la creación de espacios públicos pequeños, constituídos con las prácticas de personas como base e intervenciones arquitectónicas críticas a escala pequeña o intermedia. No me preocupan aquí los espacios públicos monumentales o los espacios públicos preparados que en el fondo se podrían defi nir mejor como espacios de acceso público en vez de espacios públicos. La creación de espacios públicos abre el debate en torno a la actual condición urbana que no se aplica a los grandes espacios de la corona y del estado o espacios sobrediseñados de acceso público.

El trabajo de capturar esta escurridiza calidad producida por las ciudades en forma comprensible y el trabajo de crear espacios públicos en esta zona intermedia no es sencillo.

La lógica empleada desde el punto de vista de la utilidad no es sufi ciente. No puedo evitar pensar en la creación artística como parte de la respuesta– ya sea ésta presentaciones o montajes públicos puntuales o tipos perennes de escultura correspondiente al arte ubicados en un sitio/comunidad específi cos o del tipo itinerante que circula entre localidades. Más aún, las nuevas tecnologías de red amplían mucho la inquietud de la creación en pequeños espacios basándose de las prácticas de la gente.

La forma en que urbanizamos los espacios abiertos es una pregunta que podría dilucidar las caracterís-ticas esenciales de este proyecto.

Las prácticas arquitectónicas, específi camente las que pueden ser empleadas en espacios problemáticos o excepcionales, representan un aspecto esencial en este tema. Esto permite a los arquitectos indagar en distintos tipos de conocimiento para introducir alguna variante arquitectónica en espacios donde el ojo desnudo de la imaginación del ingeniero no logra ver formas, posibilidad de crearlas, infraestructura básica y la utilidad de la misma. Algunos de los tipos de espacio que tengo en mente son, por ejemplo, intersecciones de redes de transporte y comunicaciones múltiples, techos de plantas de reciclaje o de sistemas de tratamiento de aguas, espacios complejos sin uso que han sido olvidados o que no calzan con la planifi cación desde el punto de vista de utilidad. Otra variante es la de un espacio que requiera el trabajo de elaborar una solución arquitectónica viable en espacios en los que actualmente solo existe silencio o se encuentra emplazada la nada, como es el caso de un terreno baldío que nadie nota, y no un gran terreno abandonado cuya grandeza se manifi esta mediante la decadencia, como en el caso de un viejo puerto industrial o una fábrica de hierro en desuso.

Las variantes relativas a este tipo de creación, detección e intervención han sido objeto de reformulación

en las últimas dos décadas al ser este un período marcado por el creciente poder / autoridad obtenido por los privados en los espacios otrora considerados públicos. Más aún, el estado ha buscado “armar” espacios urbanos y hacer de estos objetos de vigilancia. Al mismo tiempo, el cada vez más notorio nivel de restricciones, vigilancia y desplazamientos están rigiendo los espacios urbanos. Quizás el aspecto más evidente es el impacto del aburguesamiento de espacios generado por la actividad comercial y residencial lo que produce un desplazamiento que puede justifi car la generación de subjetividad política centrada en la oposición más que en un sentido de lo cívico de cualquiera de los dos lados del confl icto. El desplazamiento físico de hogares de bajos ingresos, espacios usados sin fi nes de lucro o por grupos de pequeñas empresas hace evidente la relación de poder y el control directo de un grupo humano sobre otro como se expresa directamente mediante los desalojos o indirectamente mediante el mercado. La re-glamentación de los espacios urbanos y su manifestación también se hace evidente en la proliferación de barreras físicas en los espacios otrora públicos, lo que quizás es más notorio en las ciudades de Estados Unidos, y aún más palpable tras los ataques del 11 de Septiembre de 2001. Las embajadas estadouni-denses alrededor del mundo se parecen cada vez más a fortalezas medievales. Es en este contexto que el espacio de acceso público es un enorme recurso y necesitamos un mayor número de ellos. Pero no debemos confundir el concepto de espacios de acceso público con espacios públicos. Estos últimos se deben crear en base a la subjetividad de la gente. Los usuarios son los que terminan determinando el gra-do de apertura al público de estos espacios a través de sus actividades.iv En resumen, varias tendencias están convergiendo y esto permite la práctica e imaginería sobre la creación, más que el mero acceso de los espacios públicos. Una está relacionada con algunas de las condiciones mencionadas anteriormente, específi camente la generalizada oposición a las antiguas nociones de espacio público. Esta posición proviene de los límites entre creación de espacio público en espacios monumentalizados así como de los cambios enfocados a la reglamentación de los espacios urbanos y de la debilitada experiencia cívica en las ciudades. Ambas condiciones tienen por resultado una apertura en relación a la experiencia y opciones de creación.

Una segunda tendencia es la opción de crear pequeños espacios públicos que bien podrían ser esen-ciales para recuperar la posibilidad de crear espacios públicos. Este tipo de creación era históricamente importante en las ciudades europeas y diverge de la creación de amplios espacios monumentales en cuanto a proyecto se refi ere: implicaba situar la creación entre los límites deespacios de la realeza y del estado. Actualmente, la creación se adapta a los límites entre el poder público y privado, agregando una dimensión novedosa: el reposicionamiento de la noción y experiencia de localidad, y por ende de los espacios públicos de pequeña envergadura en las redes potencialmente globales que incluyen varias de estas localidades.

Una tercera tendencia es la delicada negociación entre una renovada valorización de la diversidad, como se ilustra en el multiculturalismo, y los nuevos desafíos que esto plantea en términos de experiencias y nociones de público.

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LAS CIUDADES COMO ZONAS FRONTERIZAS: LA CREACIÓN DE LA POLÍTICA INFORMAL

El otro aspecto de la extensa y compleja ciudad, especialmente en el caso de ciudades globales, es que constituyen una suerte de nueva zona fronteriza en la que converge una enorme mezcla de gente. Aque-llos que no tienen poder, aquellos en desventaja, los forasteros, las minorías discriminadas pueden obte-ner participación en este tipo de ciudades, participación en el poder y participación en su propio grupo. A mi parecer, estos signos representan la posibilidad de un nuevo tipo de política centrada en nuevos tipos de actores políticos. No se trata simplemente de tener poder o no. Existen nuevas bases híbridas desde las cuales actuar. Cuando utilizo el término presencia estoy tratando de capturar algo de esto.

Desde el punto de vista político, la noción de espacio de la ciudad es mucho más concreta que desde el punto de vista de nación. Se convierte en un lugar en el que los actores políticos informales pueden ser parte del escenario político, lo que sería más complejo a escala nacional. Desde la perspectiva de nación, la política tiene que pasar por sistemas formales ya existentes, ya sea el sistema político electoral, o el judicial (juicio contra instituciones gubernamentales). Los actores políticos informales se tornan invisibles en el espacio político nacional; el espacio de la ciudad alberga una amplia gama de actividades políticas: ocupación, manifestaciones contra los abusos políticos, lucha por los derechos de los inmigrantes y de los indigentes, la política de cultura e identidad, políticas relacionadas con homosexuales y lesbianas. Mucho de esto se ve en la calle. Gran parte de la política urbana es concreta, adoptada por la gente más que dependiente de las tecnologías mediáticas masivas. La política a nivel urbano hace posible la apari-ción de nuevos tipos de sujetos políticos que no tienen que pasar por el sistema político formal.

Más aún, mediante las nuevas tecnologías de red, las iniciativas locales se vuelven parte de una red global de activismo sin dejar de centrarse en las luchas específi cas locales. Permite un nuevo tipo de activismo político que traspasa fronteras, uno centrado en múltiples localidades que sin mbargo están al mismo tiempo conectadas digitalmente. Esto es, desde mi punto de vista, unade las formas clave de políticas críticas que es posible hacer a través de Internet y otras redes: una política local con una gran diferencia, estas son localidades que están conectadas unas con otras, dentro de una región, un país o el mundo. Que la red sea global no signifi ca que todo tenga que suceder a nivel global. Las redes digitales están contribuyendo a la producción de nuevas formas de interconexiones que subyacen en lo que aparecen como topografías fragmentadas, ya sea a nivel global o local. Los activistas políticos pueden usar redes digitales para transacciones globales o no locales y pueden usarlas para reforzar las comunicaciones locales y operaciones dentro de una ciudad o comunidad rural.

La gran ciudad de hoy, especialmente la ciudad global, emerge como un sitio estratégico para estos nue-vos tipos de operaciones. Es un sitio estratégico para el capital social global. Pero tambièn es un lugar en el que se materializan y toman forma defi nida los reclamos de los actores políticos informales.

REPLANTEAMIENTO DE LA NOCIÓN DE LOCALIDAD

No tomará mucho tiempo para que muchos de los residentes urbanos comiencen a experimentar lo “lo-cal” como un tipo de microclima de envergadura global. Gran parte de lo que seguimos experimentando como algo local, un edifi cio o lugar urbano, una casa, una organización activista perteneciente a nuestro vecindario, son aspectos que no solamente se encuentran localizados en lugares concretos en los que los podemos ver, sino que también están presentes en redes digitales que llegan al resto del mundo. Es-tán conectados con otros edifi cios, organizaciones y hogares de su tipo que posiblemente se encuentran en el otro lado del mundo. De hecho, pueden estar más orientados a esas áreas que a su propio entorno. Pensemos en los centros fi nancieros de la ciudad global, o en las ofi cinas u hogares de los activistas relacionados con medio ambiente y derechos humanos: su actividad se orienta hacia el proceso global y no a lo que los rodea.

Categorizo a estas entidades locales como microclimas con efecto global. Hay dos temas que quisiera analizar brevemente. Uno de ellos, es el signifi cado que tiene la presencia de la proliferación de estas ofi cinas, hogares y organizaciones locales pero con orientación global para “la ciudad”. Es en este con-texto que la ciudad se convierte en la fusión estratégica de múltiples circuitos globales que giran a través de ellos. Debido a que las ciudades y regiones urbanas tienen una presencia cada vez mayor en los circuitos no locales, notablemente en los globales, mucho de lo que experimentamos como local dado que aparece como algo ubicado a nivel local, en realidad es una condición adaptada de la dinámica no local o es una adaptación de procesos globales. Una forma de enfocar esto consiste en situarlo en térmi-nos de espacialización de distintos proyectos: económicos, políticos y culturales. Esto genera una serie específi ca de interacción en la relación de la ciudad con su topografía. La nueva espacialización urbana que se crea de esta manera es parcial en dos sentidos: representa sólo una parte de los sucesos que se producen en la ciudad y refl eja sólo una parte de la esencia de la ciudad, y sólo forma una parte de nuestro concepto de espacio en la ciudad ya sea esto entendido como diversidad dentro de un marco de límites administrativos de una ciudad o en el sentido de una amplia gama de imaginería pública que pue-da existir en los distintos sectores de la población de una ciudad. Si consideramos los espacios urbanos como productivos, como medios que permitan implementar nuevas reformulaciones, entonces este tipo de desarrollo es un indicador de múltiples posibilidades.

El segundo tema que surge de la proliferación de redes digitales que atraviesan ciudades está relaciona-do con el futuro de las ciudades y un mundo cada vez más globalizado y digitalizado.

Aquí, el cúmulo de condiciones y dinámicas que determinan el modelo de ciudad global podría ser un fi l-tro útil para determinar el actual concepto de centralismo de los espacios urbanos en ciudades complejas. Sólo por nombrar una dinámica clave: mientras más globalizadas y digitalizadas sean las operaciones de las empresas y mercados, las funciones de gestión central y coordinación (y las estructuras materiales necesarias) se hacen más estratégicas. La digitalización es precisamente la causa de la diseminación

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simultánea de operaciones a nivel mundial (ya sea a nivel de fábricas, ofi cinas o servicios) pudiéndose de esta forma lograr la integración de sistema. Esta combinación es la que precisamente genera la importancia de las funciones centrales. Las ciudades globales son puntos estratégicos para combinar los recursos necesarios en la producción de estas funciones centrales. viPor ende, gran parte de lo que se fusiona y circula en redes digitales y que entra en la categoría de hiper movilidad, es en realidad algo físico, y por lo tanto posiblemente urbano en alguna de sus partes. Sin embargo, al mismo tiempo, lo que es físico ha sufrido un cambio por el hecho de encontrarse representado mediante instrumentos

líquidos que circulan en mercados globales. Puede tener la misma apariencia, puede estar construido con los mismos ladrillos y los mismos morteros, puede ser nuevo o antiguo, pero es una entidad modifi ca-da. Tomemos el ejemplo de bienes raíces. Las empresas de servicios fi nancieros inventaron instrumen-tos que fusionan los bienes raíces, lo que facilita la inversión y circulación de estos instrumentos dentro de mercados globales. Sin embargo, una parte de lo que constituye la industria de bienes raíces sigue siendo muy físico; pero el edifi cio representado por instrumentos fi nancieros que circulan globalmente no es igual a un edifi cio que no goza de esta ventaja.

Es difícil identifi car la multivalencia de las nuevas tecnologías mediante categorías convencionales: si es físico es físico; si es líquido, es líquido. De hecho, la representación parcial de los bienes raíces mediante instrumentos fi nancieros líquidos produce una compleja superposición de momentos materiales y digita-lizados de lo que seguimos llamando bienes raíces.

Por otro lado, la necesidad de los mercados fi nancieros para producir múltiples condiciones materiales en centros fi nancieros físicos sin embargo produce otro tipo de superposición compleja que demuestra que son precisamente estos sectores, que están más globalizados y digitalizados, los que siguen teniendo una dimensión urbana estratégica y afi anzada.

Normalmente, se considera la hipermovilidad o digitalización como meras funciones propias de las nue-vas tecnologías. Este concepto elimina el hecho que es necesario materializar varias condiciones mate-riales para obtener este resultado. Una vez que reconocemos que se tuvo que generar la hiper movilidad del instrumento o la desmaterialización de la parte real de bienes raíces, introducimos la superposición entre lo material y lo no material. La producción de la movilidad del capital requiere la aplicación de las últimas tendencias del entorno, infraestructura convencional, desde carreteras hasta aeropuertos y líneas férreas, así como también talentos bien afi anzados. El conjunto, al menos en parte, es una serie de condiciones relacionadas con la limitación geográfi ca, a pesar de la naturaleza que caracteriza al lugar como limitado es distinta a lo que era hace 100 años cuando esta misma característica estaba asociada a inmovilidad. Es la limitación geográfi ca lo que hoy en día modifi ca e inserta la hiper movilidad de algu-

nos de sus componentes / productos / resultados. Tanto la movilidad como la inmovilidad de capital se encuentran emplazadas en un marco temporal en que la velocidad es consecuente y va en aumento. No se puede describir completamente este tipo de inmovilidad de capital en términos de sus características materiales y locales, como se haría por ejemplo, en una lectura topográfi ca.

La conceptualización de la digitalización y la globalización en base a este análisis genera la apertura operacional y retórica para reconocer la importancia del actual mundo material, incluso en el caso de algunas de las actividades con un alto grado de no materialidad.

MEDIOS DIGITALES Y LA CREACIÓN DE PRESENCIA

Los nuevos artistas de medios que usan computadores centrados en redes tecnológicas están represen-tando políticas así como proyectos artísticos en un número creciente de ciudades alrededor del mundo. Lo que quiero capturar aquí es una característica muy específi ca: la posibilidad de construir formas de globalidad que ni son parte de los medios corporativos globales o empresas de consumidores, ni tampoco parte de los universalismos de elite o culturas de altas esferas. Es la posibilidad de dar pre-sencia a múltiples actores locales, proyectos e imaginerías de modo que puedan constituir globalidades alternativas y de oposición. Estas intervenciones suponen un uso variado de tecnología, desde un uso político a uno lúdico, que pueden subvertir la globalización corporativa. Nosotros estamos siendo testigos de la formación de redes, proyectos y espacios alternativos. La metáfora de “hacking” ha sido, quizás, emblemáticamente separada de su discurso técnico especializado, para formar parte de nuestra vida diaria. Dentro del marco de un régimen depredador de derechos de propiedad intelectual, vemos la actual infl uencia del movimiento del software gratuito. Estas globalidades alternativas se deben diferenciar de la suposición común que establece que lo global es necesariamente cosmopolita. Los tipos de formas globales que me preocupan son, como una forma de provocación, los que yo llamo formas de globalidad no cosmopolita. Un nuevo tipo de globalidad toma forma cuando iniciativas y proyectos locales pueden formar parte de una red global sin perder el enfoque en lo específi camente local. Por ejemplo, grupos o individuos preocupados por una serie de planteos medioambientales –desde diseño de energía solar hasta materiales arquitectónicos adecuados- pueden formar parte de una red global sin descuidar sus

preocupaciones puntuales. Aplico la noción de escenarios anti-globalización en un esfuerzo de sintetizar la diversidad de intervenciones subversivas dentro del espacio de capitalismo global: estas intervencio-nes son profundamente superpuestas con algunas de las dinámicas más importantes que constituye la globalización corporativa y que sin embargo, no son parte del aparato formal o de los objetivos de este

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aparato (como lo es la formación de empresas y mercados globales). Estos contraescenarios prosperan en la intensifi cación de redes transnacionales y translocales, el desarrollo de las tecnologías de comu-nicación que fácilmente escapan a las prácticas convencionales de vigilancia, etc. Más aún, el fortaleci-miento, y en algunos casos la formación de nuevos circuitos globales, son irónicamente posibles o se ven fomentados por la existencia del mismo sistema económico global al que se oponen. Estos escenarios de oposición son dinámicos y cambian sus características a nivel local.

Los conceptos de narración forma y presencia, existentes en los ambientes digitalizados suponenun signifi cado muy particular cuando se movilizan para representar / aplicar los específi cos locales

en un contexto global. Mas allá de los tipos de trabajo en terreno involucrados en estas luchas, los nuevos artistas de medios y activistas, siendo estos últimos en su mayoría artistas, se han convertido en actores clave de estos desarrollos, ya sea a través de TacticalMedia, Indymedia, o entidades similares a la en-carnación original de Digital City Amsterdam y Transmediale en Berlín.

Pero los nuevos artistas de medios también se concentran en problemáticas que no pertenecen al mundo de la tecnología. Quizás no debería sorprendernos que un enfoque clave ha sido el régimen, cada vez más restrictivo, aplicado a las personas que migran y refugiados en un mundo global en el que el capital fl uye sin ningún tipo de restricción. Las organizaciones como Nobody is Illegalix, el Mongrel web projectx, Mute Magazinexi, Futuresonicxii en Manchester y el Theater der Weltxiii, en Bonn/Colonia, han realizado proyectos enfocados en la inmigración.

En conclusión, tanto el trabajo relativo a la creación de público y la creación de políticas en espacios urbanos, se convierte en un aspecto esencial en un momento que se caracteriza por el aumento de la velocidad, la creciente importancia del proceso y fl ujo sobre artefactos y permanencia, las estructuras masivas que no son a escala humana, la creación de una imagen como la mediación básica entre indi-viduos y mercados. El trabajo de diseño produce narrativas que dan valor agregado a los contextos ya existentes, y más específi camente, a las lógicas de utilidad del mundo de las corporaciones económicas. Pero también es un trabajo de creación pública que puede producir narrativas contestatarias, haciéndolo mas comprensible para los entes locales y la masa silenciosa.

Saskia Sassen (USA)

Profesora de Sociología, Universidad de Chicago, EE.UU.

Autora de Territory, Authority, Rights: From Medieval to Global Assemblages (Princeton 2006)

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EL NUEVO ESPACIO PÚBLICO ES GLOCALDiego Barajas (Husos)

2am, 12am, 4pm, 11pm corresponden a instantes a lo largo de un día en una belhuis en Rótterdam. Como los locutorios en Chapinero en Bogotá o Lavapíes o Prosperidad en Madrid, las belhuis son la versión holandesa de una variada tipología de casas de teléfonos usadas por comunidades transnacionales de migrantes, que en la última década se han venido multiplicando por todo el mundo como nuevos espacios colectivos tanto a nivel local como global. Estos espacios representan un servicio esencial mediante el cual estas comunidades articulan su territorio transnacio-nal, de manera física con la tienda (en el momento-espacio de espera) y virtual con el teléfono (el momento-espacio de la acción). En Rótterdam como en otras ciudades, además del servicio de llamadas telefónicas, a las belhuis se han agregado usos muy variados, muchos de los cuales pensaríamos como incompatibles con una casa de llamadas como pelu-querías, alquiler de películas, venta de teléfonos móviles, de fi nca raíz, de alimentación. Aunque la mayoría de sus dueños son pakistaníes y marroquíes, estas congregan a diferentes grupos que entran para hacer llamadas al extranjero de acuerdo a la hora del país de destino. La razón de su efi caz capacidad de reunir a diferen-tes comunidades es simple: una belhuis dedicada a un solo grupo signifi caría también reducir su tiempo de operatividad a la franja horaria comúnmente usada por éste y por lo tanto no sería rentable como negocio. Esto las convi-erte en interfases de conexión entre territorios físicamente distantes, pero creando a la vez un nuevo tipo de espacio colectivo dentro de paisajes interiores y artifi ciales.Esta serie está enmarcada dentro de una investigación que aproximándose a la globalización como experiencia espacial, analiza las transforma-ciones del entorno urbano, de su territorialidad y de su espacio público. Parte de entender esti-los de vida transnacionales, muchos de los cuales más que manifestarse en el espacio urbano, construyen uno propio globalmente disperso y artifi cialmente interconectado. Esta dispersión es un proceso que se manifi esta de manera física y tangible, pero es también una condición mental, y los mecanismos que la activan emplean dispositivos particulares que van desde cámaras web, teléfonos móviles, revistas multi-nacionales, hasta restaurantes, templos religio-sos, y toda clase de servicios sociales y comerciales. En este marco, frente a la calle o la plaza tradicionalmente reconocidas como espacios públicos de la ciudad, y espacialmente medidas en escalas convenciona-les, aparecen nuevas infraestructuras como las telecomu-nicaciones y las técnicas atmosféricas interiores.En las cuatro imágenes aparece una de las tantas belhuis donde la baja tecnología del teléfono ha sido reemplazada por alta tecnología de globos teletransportado-res free body movement, y ambientes con tele proyecciones en vivo que hacen uso de la estructura social conformada por diferentes comunidades de usuarios que se superponen según los husos horarios de los lugares a los que llaman, como herramienta de diseño para estimular lo que de antemano existía: atmós-feras cambiantes a lo largo del día, yendo de mas asiáticas a mas saharianas a mas caribeñas.Tan pronto como el migrante cruza la puerta de entrada se entra en unmundo radicalmente distinto al de la calle donde rigen otras reglas; setrata de otro territorio. El ambiente inmersivo de este espacio actúacomo estimulador de objetos de deseo diferentes a los que se encuentra afuera. Ya no se esta en Holanda. Si la migración ha llevado a la de-territorialización, por medio de la atmósfera que recrea lugares distantes el usuario se re-territorializa en un ambiente de familiaridad y de extrañeza a la vez. Se construye una ciudad dentro de otra ciudad, con reglas defi nidas, como el ‘no raye las paredes’, ‘no escupa en la bocina’, o ‘prohibido

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fumar’. La belhuis tiene su zonifi cación con zonas más o menos restringidas, su propio espacio comercial y de servicios, su zona de administración, una de estancia, zona de transporte (virtual) de la cabina y también sistemas propios de media como la TV especializada y de seguridad con cámaras y alarmas combinadas con el prototípico hombre vigilante. Aquí el diseño interior hace urbanismo.No es lo diáfano lo que constitu-ye este espacio colectivo, sino en cambio un espacio de opacidades (como en la fachada), distorsiones (los relojes) y simulaciones (los papeles de pared con imágenes). Se trata de un espacio ultra diseñado y de ca-rácter específi co. La libertad de acción que la belhuis permite a sus usuarios se basa no en lo vacío sino en lo lleno; viene mas bien dada por el cargado carácter de su atmósfera transportadora, por su diversifi cación programática, por la manera fl exible en la que cambia el espacio y los diferentes actores que operan en el a la vez en un sistema abierto y de jerarquías si, pero inestables y cambiantes[1].De la separación radical entre estos lugares y sus entornos inmediatos, es responsable tanto el espacio en sí, como el tiempo, por el desfase entre el huso horario de afuera y los husos horarios extranjeros que coinciden y se superponen en su interior, atraídos por la conectividad de la llamada. Esta separación espacio temporal como condición para lo público, cuestiona la hegemonía del discurso arquitectónico tradicional de fl uidez y limites borrosos, del espacio continuo que en la primera modernidad[2] respondía a una sociedad de masas; cuestiona la idea del “cubo abierto” de grandes aperturas o pilotes como garantía para generar ciudad a través de la arquitectura. No se contaba con la efectividad de otras ventanas, como las de los medios de comunicación; las que se abren a través de programas de radio, guías especializadas, paginas Web o simples panfl etos, como sucede comúnmente entre servicios para migrantes, que hoy en día conectan de manera efi caz entornos urbanos de muchas subculturas red contemporáneas. Una de las versiones de “cubo abierto” más sonadas dentro de las recientes, es como la belhuis otro local, la tienda Prada de Rodeo Drive en Los Ángeles inaugurada en 2004 y concebida por OMA como un espacio híbrido entre comercial y público[3]. Este sin embargo pone en evidencia los límites de la fl uidez física dentro de la ciudad contemporánea, al tratarse de un local en continuidad a una calle que sin embargo funciona de manera casi tan excluyente como el local mismo. En la belhuis en cambio, no es la continuidad con la calle, sino la experiencia de deterritorializarse que ocurre por la acción de la atmósfera sumada a su articulación al espacio de redes superpuestas y en diferentes escalas de aquellos que entran y se comunican a través de las llamadas, lo que las ha convertido en un espacio colectivo a escala global, sin dejar de funcionar a escala local como espacio condensador de los que las visitan.Conectando las ciudades de la dispersión, y de manera opuesta a modelos archiconocidos de la globalización estándar como el MacDonalds, surgen las casas de teléfonos como nuevas interfaces; como tipologías también globales pero basadas en la diferenciación, hibridación, y una revalo-ración de la especifi cidad local. Estas responden a una nueva temporalidad y territorialidad de lo urbano en donde aparecen estructuras espa-ciales hasta ahora prácticamente inexploradas pero sorpren-dentemente efi caces al estimular la interacción entre esferas de acción de las personas de procedencia y los estilos de vida más distantes. Las belhuis al negarse de diferentes formas a la calle, logran abrirse a otros exteriores más lejanos. En contraposición a la idea de “cubo abierto” de los primeros modernos son un “cubo cerrado”; o abierto si, pero en escalas que responden a un nuevo sujeto globalizado.

Diego Barajas (Husos)

Husos es una pequeña ofi cina multimedia de arquitectura y urbanismo comprometida con la preservación de diversas formas de vida relacionadas con modelos plurales de globalización. Está dirigida por Diego Barajas (Bogotá) y Camilo García (Cali). Tiene sede en Madrid y funciona principalmente entre España y Colombia. Diego Barajas. Se gradúa de arquitectura en la Universidad de los Andes en 1999.Después trabaja en proyectos de espacio público en Bogotá. Tras obtener su Maestría en el Berlage Institute en el 2002, trabaja en proyectos de planeación urbana y de transporte en Rótterdam. En 2003 publica Dispersion, A Study of Global Mobility and the Dynamics of a Fictional Urbanism. Ha participado en numerosas exposiciones de arte y arquitectura. Su trabajo se ha presentado en lugares como el Museo de Historia de Rótterdam incluido en la colección permanente, en el Witte de With (Centro de Arte Contemporáneo Holandés), en la bienal Archilab 2004, y con Camilo García en la IV bienal Iberoamericana de Arquitectura en Lima, en Panorama Emergente, y en 2005 en PhotoEspaña. Sus ensayos de investigación en urbanismo se han publicado en diferentes revistas europeas. Ha impartido clases y talleres en instituciones como la Universidad Europea de Madrid, la Academia de Arquitectura de Rótterdam o en el Museo Tamanian en Yereván. Ha sido invitado como conferencista por diferentes instituciones entre ellas el concurso Europan en Hamburgo, AIR Foundation en Rotterdam o la Universidad de Alicante. Actualmente desarrolla

su Doctorado en la Universidad Politécnica de Madrid. Radicado en Madrid, trabaja continuamente entre España y Colombia.

Este texto ha sido escrito por Diego Barajas (HUSOS).

Para su reproducción total o parcial se deberán citar su autor y se hará únicamente con fi nes no comerciales. Hace parte del ensayo “Bio-arquiectura y formas de vida cosmopolitas. Inmersiones en la mundialización”, escrito en 2005. Contacto: D. Barajas: diegoba-

[email protected]ón última: 2006_11_10 Versión revisada para la Publicación 2G Dossier. Editorial GG. Barcelona.

[1] La defi nición de espacio público en la belhuis se aleja de la defi n-ición tradicional que tiende a seguir el esquema ideal del ágora ateniense y está más cercana a la experiencia del public domain descrita por los teóricos Hajer y Reijdorp. En la defi nición de estos autores, la experiencia de lo público, ocurre en el limite entre fricción (entrar en la esfera de otros, lo no familiar y la confrontación con otras maneras de hacer) y libertad (poder acceder a la esfera dominada por otros y decidir hasta que punto adentrarse en ella).Hajer and Reijdorp, In Search of the New Public Domain, (Rotterdam: NAI Publishers, 2001).

[2] Por medio de los conceptos de primera y segunda modernidad, Ulrich Beck adopta una posición de critica hacia el postmodernis-mo y las teorías postmodernas que de acuerdo a el, funcionan mas como visiones limitadoras que como posibilitadoras. La primera modernidad que corre-sponde a la industrialización, y que dura hasta poco mas de la mitad del siglo XX es aquella determinada por la producción en serie, una sociedad de masas mas o menos homogéneas, por una división clara de roles entre hombre y mujer, por una estructuración del territorio basada en la nación-estado y por una hegemonía claramente occidental. Aunque radical-mente distinta en estos aspectos, la segunda modernidad caracterizada por los procesos crecientes de globalización e individualización, no se enmarca dentro de una nueva periodización como si lo hace el postmodern-ismo. Esta supone por una parte ruptura, pero también ciertas coinciden-cias importantes que implican por otra parte continuidad con la moderni-dad del siglo XX, (principalmente dada por la lucha por los derechos humanos y cívicos, y los valores de la democracia).Beck, Ulrich. Libertad o capitalismo, (Bar-celona: Paidos, 2002)

[3] Prada Beverly Hills Epicenter, Icon-magazine, Octubre 2004.

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EL ESPACIO URBANO PARA LAS PRÁCTICAS CREATIVASCOMO INTERFAZ HACIA OTRA GLOBALIZACIÓN Y

ELHABITANTE COMO CONSTRUCTOR DE LA CIUDADDiego Barajas (Husos)

Este artículo ha sido escrito por Diego Barajas, (HUSOS). Para su reproducción total o parcial se deberán citar su autor y se hará únicamente con fi nes no comerciales.Contacto: D. Barajas: [email protected] Versión última: 2007_01_05 Este texto fué escrito para la Publicación “Un lugar bajo el sol” y como aporte individual al encuentro de refl exión sobre espacios para las prácticas creativas actuales convocado por Nekane Aramburu y el Centro de Cultura Español en Buenos Aires en Agosto de 2006.

La ciudad como lugar participativo, es tal vez el espacio por excelencia de las prácticas creativas y por lo tanto, un referente necesario en la proyectación de espacios para la producción creativa y cultural en cual-quier escala. Planteando la hipótesis de que el espacio para unas prácticas creativas que estén basadas en la participación, debe ante todo constituirse como espacio urbano, 1 aquí enunciaré siete puntos que considero claves al refl exionar sobre estos espacios partiendo de algunas condiciones urbanas actuales.

Espacios urbanos de la mundialización o una globalización creativa

Sabemos que la experiencia de lo urbano ya no está ligada exclusivamente a un lugar geográfi co, sino a un territorio de redes artifi cialmente conectadas y a formas glo-calizadas de identidad. De esta manera, modelos territoriales monolíticos y auto contenidos como la nación-Estado se han vuelto incapaces de res-ponder por sí solos a la multipli-cidad de entidades en la ciudad. La globalización de lo urbano ya no puede ser asociada directamente a homogeneización. Más allá de la occidentalización, se hacen cada vez más presentes procesos yuxtapuestos de distintos tipos de latinización, chinización o africanización. No solo son evidencia de esto algunos lugares como los asentamientos de comunidades transnacionales de migrantes provenientes de países no occiden-tales en una ciudad como Madrid, sino también la infl uencia de migra-ciones no físicas pero sí muy importantes de imaginarios, por ejemplo, aquellos distribuidos a través de los medios de comunicación como las telenovelas latinoamericanas en el Medio Oriente. Los espacios paralas prácticas creativas actuales deberían servir como lugares de reconocimiento y estimulación de estas enti-dades y de sus diferencias desde la micro, hasta la macro escala donde éstos operan. Una globalización grassroots del sujeto creativo conllevaría a un sujeto participativo en la misma, y aceptado en su diversidad, una globalización creativa, democrática y pública: mundialización.

Espacios red

Paralelo al avance de nuevas tecnologías, y así como diferentes subcul-turas urbanas alternan espacios virtuales con físicos, de experiencias sensoriales y lugares “incubadora”; prácticas creativas como las nó-ma-das, o las que se desarrollan a través de redes virtuales, no parecensustituir al espacio lugar como ente físico, aunque sí lo transforman. El espacio, retomando la clasifi cación de Castells, ya no se puede leer exclusivamente como un espacio lugar, sino también como un espacio de fl ujos. Pensar el espacio como red implica asumirlo como sistema abierto, descentralizado geográfi ca y logísticamente. Diseñar el espacio para las prácticas creativas como espacio red, requiere nuevas herra-mientas de aproximación espacial como la inclusión de la velocidad en la que los diversos fl ujos se mueven. No interesa solo la distancia física entre puntos, sino su capacidad de conexión en el espacio-tiempo.

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Espacios atmósferas interactivas

Espacios de atmósferas interactivas son espacios para la estimulación de los sentidos y la imaginación; la imaginación no entendida en relación a la fantasía individual, sino como la entendería Appadurai, una fuer-za social de un sujeto activo en la construcción de su entorno. Un ejemplo serían algunos espacios urbanos donde se suelen generar formas participativas de creación social como las sesiones híbridas en la sala “De nombre público” en Madrid. Se trata de espacios con características específi cas que promueven la interac-ción entre las diferentes entidades (sociales, económicas, territoriales) que conforman su contexto glo-cal; atmósferas híbridas, densas, heterogéneas, multi-programadas en el espacio tiempo; capaces de estimular diferentes imagi-narios por medio de procesos de desterritorialización y reterritorial-ización, de lo no entera-mente familiar. Un espacio para unas prácticas creativas participativas sería un espaciolugar de atmósferas capaces de responder al sujeto creador/espectador en sus particularidades estimu-lando la confrontación del sujeto consigo mismo, y a la vez con difer-entes entornos,experimentados e imaginados.

Espacios en múltiples escalas

De manera similar a lo que está sucediendo con otros espacios colectivos de la ciudad, como los nuevos templos religiosos, los espacios de ocio u otros lugares de encuentro, que responden a determinados nichos (no necesariamente homogéneos en si mismos), el espacio para la creación entendido como Gran Monumento, no puede pretender representar a la sociedad de la multiplicidad. Si debemos pensar en espacios para las prácticas creativas que representen a una sociedad plural, éstos deberían concebirse y pensarse en múltiples escalas y tipos. Tal vez debemos plantearnos más redes de pequeños espacios como entidades a la vez abiertas pero especializadas, y menos el Gran Centro Cultural.

Espacios en proceso

Así como funcionan en la ciudad ciertos lugares muy fl exibles y autorga-nizados, como algunos pequeños mercados espontáneos, más típicos de la ciudad informal, enmarcados dentro de una globalización que desde arriba es contraria a la participación y por tanto a la creación, un espacio para las prácticas creativas como espacio participativo y de contest-ación a este tipo de globalización, posiblemente no puede si no aceptar su condición de constante superviviente y diseñarse como un espacio estratégico capaz de usar las fuerzas de poder contrarias a su favor. Debería pensarse como un espacio muy fl exible y por tanto siempre en proceso, inacabado. Para sobrevivir en estas condiciones, es un espacio que requiere además, ser pensado en interacción constante con elentorno como lugar económico, político y social.

Espacios Wiki

Partiendo de que el espacio urbano es un espacio de producción, éste ya no se puede entender dentro de una relación muda entre producción y consumo (Negri), sino íntima entre ambos procesos. Se produce entonces una situaciónde total inmersión del sujeto consumidor en los procesos de producción. La situa-ción aunque alienante, parece sin embargo ofrecerle una nueva e inesperada fuerza en el momento en que se ve inmerso y por tanto, partícipe del propio proceso. Estaríamos hablando de una especie de situación Wiki en la que producción y consumo (urbanista y habitante, ¿artista y espectador?), podrían fundirse fi -nalmente en uno solo. Los nuevos espacios para las prácticas creativas de la ciudad no tienen otro camino que responder a las nuevas formas de producción/consumo, estimu-lando la participación activa del sujeto/habitante, como mejor fórmula para poder transgredirlas.

Espacios para la conservación y estimulación de emergencias

Espacios urbano para la conservación de emergencias son aquellos espa-cios de la ciudad que tienen la capacidad de albergar procesos creativos latentes; incubadoras en los que éstos tienen un lugar donde cre-cer. Un espacio para prácticas creativas y participativas debería actuar comoun lugar para la conservación y estimulación de aquellas realidades emergentes que están allí, en la ciudad misma, pero que pueden ser difíciles de ver. Dentro de la idea de conservación que intento esbozar aquí, sería necesaria una renovada actitud de conservación que no mire la historia como una línea, sino más bien como yuxtaposición de reali-dades y tiempos. Conservación no solo de las formas de vida (socio y bioambientales) que hay, sino de las que puede haber. Creo que los mejores ejemplos de espacios para las prácticas creativas actuales suelen estar en los espacios urbanos construidos en el día a día.Es en las propias realidades, experimentadas e imaginadas, donde tal vez podemos aproximarnos mejor a sus lógicas de funcionamiento, a su diseño y planeación.

(1) Con espacio urbano me refi ero aquí a un espacio socialmente denso. Densidad no en los términos habituales del urbanismo y que se refi eren a la cantidad de habitantes (puntos) en un determinado espacio, sino en relaciones (líneas) entre diferentes entidades sociales, ya sean estas relaciones virtuales o físicas, y en el espacio-tiempo.

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TERAPIA SUB-URBANA[ecosistemaurbano]

“Una ciudad puede cambiar en dos años, no importa la escala ni los recursos fi nancieros. Sin interferir en la planifi cación general se pueden realizar actuaciones rápidas de mejora en puntos concretos” (Jaime Lerner).

Usuario vs arquitecto

La arquitectura cargada de ideología puede ser dirigista, constrictivay perjudicial social, psicológica o física-mente para quienes la usen. Sólo una arquitectura dictatorial trata de imponerse al usuario.La arquitectura debería estar a favor de la libertad y la incertidumbre, pensada siempre desde la realidad y alejada de las utopías y de las soluciones que procuran la resolución de todos los problemas.El fi lósofo austriaco Karl Popper, defensor de la “sociedad abierta”, relacionaba directamente los totalitarismos y las ideologías del pensamiento único —con las que se mostraba implacablemente crítico— con aquellas corrientes que trataban de cambiar o conocer toda la sociedad, utopismo y holismo respectivamente.A lo largo de la Historia de la arquitectura, numerosas propuestasde vanguardia, fracasaron en su objetivo de hacer una arquitecturapara la libertad, precisamente por estar más cerca de la utopía que de la realidad. Un buen ejemplo es la propuesta situacionista de New Baby-lon, de Constant Nieuwenhuys (1949-69), la ciudad del homo ludens, de la cual, Yona Friedman, autor de La ville Spatial (1958), comentaba en una entrevista: “...yo no creo que la gente deba jugar. Yo creo que la gente debería poder jugar, si eso es lo que desea... yo trato de imponer sólo lo mínimo”.De ser construido el Fun Palace (1961) de Cedric Price, habríasido el primer edifi cio en el que se ensayaran ideas de uso no-autoritario en arquitectura; era un laboratorio de diversión activa, donde el visitante podía ser estimulado o informado, pudiendo reaccio-nar, interactuar e incluso abandonar. Era una arquitectura que servía como soporte y posibilitaba la actividad humana en total libertad. Lasideas de J. Bentham, sobre la libertad para ser útil, unidas a la fasci-nación por la tecnología, defi nían entonces un concepto de arquitecturacomo mecanismo capaz de posibilitar, acondicionar y pro-veer al individuo de una mayor utilidad y posibilidad de actividades.Debemos involucrar a los usuarios en la redefi nición de su ciudad. François Ascher, en su ensayo Los nuevos principios del Urbanismo, detalla ocho principios que deberíamos tener en cuenta a la hora de pensar nuestras ciudades, uno de ellos dice: “...un urbanismo participa-tivo: la concepción y la realización de proyectos son el resultado de la intervención de muchos actores con ideas distintas y de la combinación de dichas ideas...”.El gobierno urbano supone un enriquecimiento de la democracia represen-tativa por nuevos procedimientos deliberativos y consultivos. Se hace necesaria una relación mas directa con los ciudadanos y al mismo tiempo formas democráticas de representación a escala metropolitana, que es la escala a la que deben tomarse las decisiones urbanas estructurales y estratégicas. El espacio público en su dimensión física abarca las calles, pasajes, paseos peatonales, plazas, parques, entre otros; en su dimensión social abriga la capacidad de los grupos para organizarse eimplementar acciones de bien común; y en su dimensión política, repre-senta un lugar de encuentro de ideas y de transparencia.El espacio público es así una tarea de todos y para todos los ciu-

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dadanos y, por tanto, su desarrollo y mantenimiento forman parte de la constante búsqueda por una vida social más justa y placentera. Implica la capaci-dad que tienen los ciudadanos de incidir en las decisiones referidas a asuntos públicos que son de su interés. Cuando la participación ciuda-dana está bien encau-zada, contribuye positivamente al desarrollo de las políticas, programas y proyectos, tanto públicos como privados. Además, fortalece y potencia el patrimonio social y la vida democrática.

Temporalidad vs. permanencia

La permanencia como valor arquitectónico, debe ser cuestionada y probada, no asumida sin más. La arqui-tectura puede entenderse como un proceso reversible, de tiempo limitado, que no condicione las aspira-cio-nes de los ciudadanos en el futuro.Debido a la lentitud de los procesos relacionados con la arquitectura,los arquitectos deben desarrollar capacidad de anticipación, y hacer uso de un pensamiento estratégico que cuente con el tiempo como un material más de trabajo. Un proyecto de arquitectura no es sino un plan de gestión de la vida útil de un objeto. El Inter-action Centre (1973-2000, Londres) de Cedric Price, es la versión reducida del proyecto para el Fun Palace, que celebra la incertidumbre y la naturaleza impredecible del futuro de la arquitectura. El proyecto se realizó conociendo la fecha en que desaparecería, e incluía los documentos necesarios para su construcción y también las instrucciones para su desmantelamiento 27 años después. En determinadas situaciones, puede ser interesante realizar una arquitectura ligera, que se disfrute sólo durante el tiempo que sea necesaria, un diseño con fecha de caducidad. Las ideas de cambio y fl exibilidad deben trascender los postulados que confi aban en la adaptabilidad de los edifi cios mediante partes móviles o complejos sistemas prefabricados, y en arquitectura deben asociarse con estructu-ras de vida limitada y organizaciones dependientes de su emplazamiento o interacción con otros artefactos.

Prevenir vs. curar

El arquitecto es hoy, quizá lo ha sido siempre, una fi gura queopera puntualmente en la ciudad, resolviendo problemas en lugarde utilizar la arquitectura como instrumento reventivo. Prevenires una actitud más sos-tenible que curar, pero las intervencionescon las que nos encontramos los arquitectos más frecuentemen-tesuelen ser del segundo tipo, como las de un dentista, engastandouna pieza en un contexto más o menos consolidado; o como lasde un ortopedista, implantando prótesis que sustituyen o corrigenalgún miembro que ha dejado de funcionar correctamente.Existen múltiples analogías relacionadas con los modos deope-rar en arquitectura, pero nos parece importante señalar unono tan común. El arquitecto también debe saber, cual expertocirujano, cuándo es preciso no actuar, y cuestionarse la relevanciay necesidad de su interven-ción.La propuesta de Lacaton y Vassal para la plaza de Lèon Aucoclleva la arquitectura de la abstención al extremo. Ante el encargode la ciudad de Burdeos para realizar una propuesta de “embellecimiento”de la plaza, y tras realizar un inventario preciso y exhaustivo, así como una encuesta entre los habitantes

de la zona, llegan a la conclusión de que lo único que la plaza realmente necesita es un mejor cuidado y conservación, presentando una lista de medidas a tomar. La plaza es bella tal y como está, no viendo la necesidad de transformarla arquitectónicamente.El proyecto propuso trabajos sencillos e inmediatos de mantenimiento (cambiar el suelo de grava, prever limpiezas periódicas, podar los tilos, etc.).

Economía vs. minimalismo

Vivimos tiempos de opulencia arquitectónica, en los que priman la sofi sticación formal y material, y la economía de medios en arquitectura no es demasiado frecuente. Nuestro trabajo debería consistir en el establecimiento de prioridades encaminadas a conseguir más con menos, y a obtener un efecto máximo con una intervención mínima, que tiene mucho de sostenible y poco de minimalista. Buckminster Fuller decía que el diseño no era otra cosa que gestión de recursos y que deberíamos pensar en nuestro planeta como si se tratase de una “Nave Espacial Tierra”, un sistema cerrado con recursos limitados. La labor principal de un arqui-tecto es la de gestionar los recursos disponibles de la manera más óptima, bien sean energéticos, materiales o presupuestarios. Todaconstrucción implica un gran consumo energético, produ-ce emisiones,antes, durante y una vez fi nalizada y habitada la obra (fabricación,transporte, maquinaria, climatización, servicios, etc). Por ello, debe-mos tomar conciencia de la importancia que cada una de las decisiones que tomamos tiene, y de su repercusión a nivel global con especial sensibilidad hacia el medio ambiente.No podemos olvidar que un presupuesto es también un importante material de proyecto con el que trabajar. No se trata de optimizar exclusivamente bajos presupuestos, sino de generar siempre “lo máximo con lo mínimo”. Para ello, la planifi cación del proyecto y su materialidad, deben suponer un esfuer-zo mayor en la etapa de concepción. La calidad de un proyecto no tiene por qué ser equivalente al esfuerzo económico. El proyecto de Lacaton y Vassal para el Palais Tokio de Paris supone la reutilización de un edifi cio con un establecimiento claro de priori-dades. El proyecto propone una respuesta sencilla y ligera, tomando el término “instalación” al pie de la letra e inspirándose en las cuali-dades espaciales desveladas, como en lo restringido del presupuesto: utilizar lo existente, no transformarlo, sacar el máximo partido de las cualidades físicas y estéticas del edifi cio. Asegurar la estabilidad estructural, la accesibilidad y la seguridad; rehacer las instalaciones y ofrecer un confort térmico sencillo.

Intensificación vs. expansión

Ya en 1966 el economista Kenneth Boulding aconsejaba que dejáramosde actuar “como si viviéramos en una economía de cowboys con ilimitados territorios para conquistar y recursos para consumir”. La disper-sión periurbana o sprawl es un fenómeno urbanístico importado, que exter-naliza los costes pagados por las administraciones en términos de bienes públicos, provocando un consumo irreversible de suelo que ensancha la huella sin fundamento demográfi co, planteando un agravio comparativo en la distribución del

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derecho de propiedad.La Carta de Aalborg apuntaba en 1994 que “la ciudad es la mayor entidad capaz de abordar inicialmente los numerosos desequilibrios arquitectóni-cos, sociales, económicos, políticos, am-bientales y de recursos natu-rales que afectan al mundo moderno y la unidad más pequeña en la que los problemas pueden ser debidamente resueltos de manera integrada, holís-tica y sostenible”. Pero el avance de las ciudades y del territorio hacia un modelo de desarrollo más sostenible, requiere un compromiso que vaya más allá de la retórica. Debemos exigir que se modere la expansióndel actual modelo urbano, para dar prioridad a la optimización, diversi-fi cación y regeneración de la ciudad existente, promoviendo el uso más efi ciente del patrimonio construido, intensifi cando y reprogramando el tejido urbano. El planeamiento debe incluir cambio y re-planeamiento. La ciudad y el territorio no pueden ser en ningún caso entendidos solamente como el resultado de las decisiones de los propietarios del suelo y del ejercicio de la libertad de empresa, sino como el ámbito donde se desar-rolla la vida de todos los ciudadanos. Nuestros proyectos deben incidir en la creación de sistemas de gestión que contribuyan a crear nuevas redes de relaciones interpersonales a través del espacio público.El arquitecto Richard Rogers, en su libro Ciudades para un pequeño planeta, propone recuperar la ciudad compacta mediterránea, diversa y mezclada, en la que las actividades se superponen en un mismo espacio y la comunidad social tiene su referente en el barrio. La ciudad compacta tiende a optimizar la gestión de los recursos, como un auténtico ecosistema urbano, su supervivencia depende del equilibrio entre las partes que lo conforman, perdido el cual, no quedará otra solución que su extinción, como le sucedería a cualquier ecosistema natural.

Público vs. privado

Vivimos en una era democrática, de la que cabría esperar importantesaportaciones en el ámbito del es-pacio público, sin embargo la contribución de muchos arquitectos parece erosionar cada vez más dicho espacio. Los arquitectos debemos tomar conciencia de ello y debemos evitar convertirnos en cómplices de la segregación urbana, al aceptar encargos que colaboren explícitamente en la privatización del espacio público con fi nes comerciales. Hoy se planifi ca un espacio público sin rasgos de identidad y que aparece como un campo estéril de actividad y sin las condiciones mínimas para el desarrollo de la necesaria vida social que constituye ciudad. El espacio público se concibe como un espacio para el automóvil, y ha perdido las cualidades que conformabansu carácter e identidad, porque ha sido proyectado sin ellas.La edifi cabi-lidad comercial se expolia de la calle, verdadero espacio público, para concentrarse en los grandes malls importados también de Norteamérica, y que son hoy los verdaderos escenarios de la vida pública contem-poránea, caracterizados por la identifi cación ocio-consumo. El origen, tanto de este nuevo espacio público climatizado, como del modelo de ensanche que se repite de manera autista y sistemática por todo el país, superponiéndose a las distintas realidades geográfi cas, físicas, climáticas y ambientales y confi gurando periferias muertas, ciudades dormitorio carentes de complejidad, lo encontramos a mediados del siglo XIX: los ensanches higienistas de Castro y Cerdá, y el Crystal Palace dela Exposición Universal Londres (1851),

que emergió como un nuevomodelo de espacio arquitectónico, en el que un mundo cerrado de artícu-los de venta convivían con árboles y plantas; este espacio representa el nacimiento de lo que hoy conocemos como Sociedad de Consumo, al ser el primer espacio público “climatizado”.Un espacio público debería ser un soporte abierto a la ciudadanía,un lugar de encuentro, de todos y para todos, en el que la participación de cada uno de los individuos que lo ocupan, lo defi na y caracterice. La Plaza de Djemaa-el-Fnaa en Ma-rrakech, es un extenso vacío asfaltado en el centro de la ciudad, donde personas, coches y mercancías se mezclan sin orden establecido. Es una gran plaza, a la vez lugar de paso y de encuentro, de libertad espacial y de uso. Se trata de un solar sin limitaciones, sin mobiliario, sin restricciones, un espacio libre. Cada día, la plaza se renueva y metamorfosea indefi nidamente, al ritmo del movimiento.

Entorno vs. materia

“La multiplicidad de formas de nuestro mundo se compone en gran medida de la multiplicidad de nuestros espacios respiratorios... el modo en que su respiración se mezcla con el aire común a todos los presentes... todo esto es desde el punto de vista de quien respira, una situación absolu-tamente única... Ahora bien, avancen ustedes unos cuantos pasos y se toparán con una situación totalmente diferente, en un espacio respirato-rio diferente... La gran ciudad está tan repleta de estos espacios respiratorios como de individuos aislados...” (Elías Canetti, La conciencia de las palabras). Los arquitectos debemos dejar de pensar sólo en términos de materialidad, ya que el hombre crea condiciones artifi ciales, confi gura entornos que también son arquitectura. El uso de medios inmateriales puede ser tan importante, o más, que el de los materiales, para caracterizar un espacio. El espacio está defi nidoinicialmente por unas condiciones climáticas: luz, presión atmosférica,temperatura, la humedad, la calidad del aire, la dirección del viento, la exposición solar, etc, y sin embargo no tiene funciones determinadas (descansar, respirar aire fresco, entrenar, encontrarse con otros, ligar, discutir, pensar, mirar...) Las nuevas tecnologías generan espa-cios intangibles que se relacionan e interactúan con el espacio real creando nuevas situaciones de uso. Un proyecto actualmente puede consis-tir en una serie de acciones indefi nidas e inmateriales, que se propaguen por la ciudad o de una ciudad a otra.

Acción vs. inacción

Frente a posturas teórico-críticas y pasivas relacionadas con la arqui-tectura, mantenemos la de la puesta en acción, a partir de una mirada crítica y propositiva de la realidad, que utilizamos como mecanismo de proyecto. La acción va más allá de la crítica de una situación concreta y precisa de una estrategia activa como base del proyecto. Una acción implica una reacción, no tiene escala, no necesita de grandes recur-sos, genera complejidad a partir de elementos muy simples, no es necesari-amente arquitectura pero pue-de dar lugar a ella, su duración puede ser determinada inicialmente o no, hace partícipes a los ciudadanos,

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tienecapacidad de interactuar con el entorno y adaptarse a él, y sus últimas consecuencias son difícilmente predecibles. A continuación se presenta una serie de acciones urbanas que han sido planifi cadas como desen-cadenantes abiertos a la reacción espontánea, propia de la complejidad urbana.

La Playa de Luna. Madrid, 2006

Frente a la forma ofi cial de solucionar los problemas de los espaciospúblicos degradados de los centros históricos mediante obras de larga duración que consumen ingentes cantidades de presupuesto y recursos, creemos que es posible otra forma de actuar que no confía en las técni-cas invasivas de intervención. Nos interesan las acciones de bajo presu-puesto capaces de desencadenar una respuesta por parte de los ciudadanos y de sembrar la semilla de la autoreparación, consiguiendo que el ciuda-dano forme de nuevo parte activa del espacio público. Esta propuesta acude en ayuda de un barrio unido por la necesidad de cambiar un entorno muy degradado junto a la Gran Vía madrileña. Era necesario pasar a la acción en un periodo de tiempo muy corto, unir las aspiraciones vecina-les y lograr la repercusión mediática necesaria que obligase a los responsables municipales a negociar con los vecinos una mejora sustan-cial de las con-diciones de un barrio con muchas carencias.Un nuevo ambiente urbano temporal (Playa de Luna) ligado a un entorno wi-fi gratuito, genera un área de descanso uniendo las actividades veraniegas de los vecinos del barrio con la necesidad de fomentar un área de relax para los usuarios de la Gran Vía de Madrid. Durante los meses que dura la acción urbana (verano 2006) se generan múltiples conexiones e interferencias ines-peradas que se vienen a sumar a los esfuerzos desencadenantes de la acción. En este periodo de tiempo se crea la ilusión de que es posible que los ciudadanos tomen decisiones sobre su ciudad y se sientan parte integrante del espacio urbano.1

Urban Voids. Revitalización urbana de Filadelfia. EEUU, 2006

Propuesta de acción en la trama urbana de Filadelfi a, ciudad actualmente inmersa en un proceso de re-fl exión sobre su revitalización urbana. En los últimos cincuenta años un cuarto de su población ha aban-donado el centro para trasladarse a la periferia, siendo en la actualidad la ciudad de Estados Unidos con mayor densidad de vacíos urbanos (40.000 solares). La “Reconfi guración-ecológica” de Filadelfi a es una estrategiade acción, que pretende generar los mecanismos que promuevan la partici-pación ciudadana como punto de partida que haga posible la autoregener-ación del tejido urbano. La nueva Filadelfi a se construirá sobre sí misma por sus ciudadanos.

Conceptos:

A. Corredores-ecológicos: concentración de esfuerzos en una línea estructurante de actividad. Conectarán zonas de alto porcentaje de vacíos-urbanos con el downtown, estableciendo conexiones con la actual red de espacios verdes de la ciudad. Una serie de intervenciones de bajo presupuesto sobre la trama de calles seleccionada caracterizará la red de corredores- ecológicos, motor de la regeneración urbana de Filadel-fi a:

1. Reconfi guración de la sección de la calle seleccionada como corredor.

2. Red de espacios verdes, ligados por el corredor, en los vacíosurbanosperimetrales.

3. Acondicionamiento básico de solares entorno al corredor para usos ciudadanos temporales.

B. Catalizadores-urbanos: foco dinamizador de la escena urbana de Filadelfi a.

Conectados con el downtown por la red de corredores ecológi-cos y estratégicamente situados en zonas de alta concentración de vacíos-urbanos.

Condensador de programas de carácter público. Construcción ligera y desmontable. Generador de ener-gías alternativas, abasteciendo y potenciando los vacíos-urbanos del entorno. Una vez cumplidala labor sanadora de una zona podrán desmontarse ubicándose en otro punto a activar de la red de corredores-ecológicos.2

Wifi-rona. Gerona, 2006

Los arquitectos crean entornos artifi ciales y para ello, también pueden emplear medios inmateriales como la energía o la información. Un entorno wi-fi de acceso libre establecerá una cobertura virtual sobre el área histórica de Gerona, permitiendo a los ciudadanos, acceder desde el “espacio público real” al “espacio público virtual”, utilizando la tecnología como activador social y abriendo las posibilidades de uso a nuevas situaciones no planifi cadas. Un injerto de suelo natural,3 como alfombra superpuesta sobre el pavimento existente, sirve para reivindi-car una conciencia más sostenible y, a modo de huella ecológica4 nos recuer-da que el ser humano malconsume los recursos del planeta desde que habita en ciudades.5

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Parkeing. Alcalá de Henares, 2004

Acción urbana realizada con alumnos de la Escuela de Arquitectura.Elegimos como soporte urbano para la acción un solar polvoriento en el límite con la zona declarada Patrimonio de la Humanidad, cuando descub-rimos una singular historia de uso ciudadano y su califi cación urbanís-tica como zona verde. En realidad funciona como gigantesco aparcamiento irregular que ahoga al barrio. Programas electorales de todos los parti-dos incluyen su transformación en parque desde hace 15 años. Cada equipo cuenta con un presupuesto de 400 euros, que multiplicamos mediante una buena gestión y estableciendo prioridades. 150 llamadas telefónicas, 450 horas de trabajo, 20 toneladas de asfalto reciclado, cinco olmos planta-dos por un vecino, siete alibustres, tres ginkgos, 50 m2 de arbustivas aromáticas, diez neumáticos de camión, diez litros de pintura, dos bancos del Ayuntamiento, 20 plazas de parking suprimidas... Un parque en cinco días. Se inserta una semilla de espacio público que se entrega alos vecinos para que lo mantengan, lo reivindiquen o lo abandonen.6

Espacios urbanos temporales. Copa América 2007. Valencia, 2006

Un evento deportivo de repercusión planetaria se pretende utilizar como revulsivo urbano para recuperar zonas del territorio de la costa hasta ahora ocupadas por instalaciones portuarias y muy lejos de un posible uso ciudadano. El espacio público que rodeará las nuevas instalaciones y los nuevos territorios ganados al mar debe planifi carse sobre unas enormes plataformas existentes, sin la seguridad de su permanencia una vez fi nalizado el evento. El encargo plantea proponer dos nuevos espa-cios públicos que cubren un área de 60.000 m2. Rapidez, espectaculari-dad, economía y reversibilidad son términos asociados a la propuestadesde el inicio. Se decide la inserción de dos paisajes artifi cialessuperpuestos sobre la superfi cie asfaltada existente. Un jardín atmos-férico horizontal con dispositivos que interactúan con las condiciones climáticas se enfrenta a un jardín vertical que apila sus elementos vegetales sobre una ligera estructura desmontable. Todos los elementos estarán apoyados y serán superfi ciales, todas las instalaciones serán aéreas y autosufi cientes.

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