Texto Referencia, Pardo, La Metafisica

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  • LA LEY DE LOS TRES ESTADOS

    J" u- JA"w, tA vurrd|f ih'uA . ?'r^Au rwr'It11ir intlf vvlilt h ilvu $vwtff\ hV l^ v./l^'wlivuu-iyFT.n'r, l11

    Es posible que, durante algn tiempo, metafsica significasesimplemente una coleccin de escritos aristotlicos que plan-teaban de modo no excesivamente sistemtico problemas dendole fsica, trans-fsica y post-fsica; es tambin, sin duda,muy probable que la metafisica fuese, durante otro periodo nomenos dilatado, una disciplina con vocacin sistemtica en laque se ordenaban los discursos sobre el ente en general y enla que se jerarquizaban sus diferentes especialidades. Lo quees, sin embargo, seguro, es que la metafsica

    -salvo en algunasacepciones notoriamente debilitadas y hasta cierto punto des-naturalizadas- no es percibida as desde nuestra actualidad; alcontrario, se trata para nosotros

    -mayoritariamente- de unamodalidad de pensamiento, un gnero literario-filosfico ouna perforntance discursiva queha

    "*ig.dg_4-"_1.-.t p-osible. Enesto, no obstante, nuestra poca no manifiesta una especialoriginalidad, pues el tema de la problematizacion de la meraposibilidad de la metafsica es quiz tan antiguo como l miSmametifiiica-

    Ante la consideracin de la filosofa de nuestro tiempo, lametafsica se aparece como un edificio de inmensas propor-ciones en cuya obra quedan reflejados los talentos ms brillantes

    Il,rf It-,t.,f"-'14f'u

    15

  • del pensamiento occidental, arquitectos que han coiaboradodurante siglos a su construccin; pero, dadas sus dimensiones,su estructura y su distribucin, tai edificio resulta

    -desde elpunto de vista de'uestras necesidades contemporneas- deltodo inhabitabie. puede ser solamente observado, estudifaTmiraa lalizado como er monumento estremecedor deuna civilizacin, de una curtur" a. u"ffio.a que ya no sonlas nuestras. por encima de ras arduas dificurtades que amena-zan a todo el que pretenda ofrecer una perspectiva de conjun_to sobre esta materia, este es quiz el nico rasgo distintivo que

    ,. puede aspirar a una aquiescencia generalizada.

    t r. _

    t , Segn todo parece u.r.,rrciar, no vivimos 7 a enlapoca de Ia, r\, ' J---:=*f "'u metaflmica (decidir a qu distancia lgica e histrils ha-' i'. i- ' lllmos de ella es cuestin ms controvertida). Este es ei insos-\"' layable punto de partida de todo discurso que aspire en la actual

    coyuntur a a referirse a la metafsica. En estas condiciones, estelibro, que por su formato y por su intencin no puede consti_tuir un sustituto de la , quisiera con-tribuir a expiicitar las razones que hicieron un da posibre y ne-cesario para la humanidad occidental un discurso que, con elpoder desnudo de la razn, se enfrent a lo real con la preten_sin inslita de agotar con su decir la verdad toda del ser; siguiendo los avatares de ese disiurso, que se confunder, .or. .lpropio devenir de la filosofa y del pensamiento en esta partedel pianeta durante ms de veinte siglos, quisiera tambin esteescrito esbozar las condiciones que hoy da nos fuerzan a con-

    --) siderar la metaffsica como una forma imposible, innecesaria e\r , iuch,so indeseable de ejercerii pensarn-i?ntoF -.-----_\r_/v"

    -'-...

    v ..._

    .ill trazar esta triple taxonoma -pensamiento pre-metafsi-

    co, metafsico y post-metafsico-, es inevitable que resuene ennuestros odos la divisin que hiciera Comte de las pocas dela historia de la humanidady de la historia de cada individuo:estadio teolgico, estadio metafsico, estadio positivo. Y aun-quel verdad que nosotros dibuiaremos a conlinuacin uncuadro que podra subsumirse bajo una especie de uley de lostres estados>, el ocaso de la metafsica ha comportado en nuestracultura el abandono del clima progresista y evolucionista quean animaba el espritu de Comte y sus seguidores. De modoque, alejados por completo de1 talante positivista, intentare-mos mostrar por qu, si bien ya no es til ni consecuente pen-sar o hablar metafsicamente, p ieguir siendo frcifero eincluso inevitable, desde nuestt'o mismo preserTte y con el objeti-yo de orientarnos en l/, continuar_pe*nf"1d_q_ !q_p.tafsica y ha-blgdq i::11a, en lugar de;ro.;it*pi""a..i a" r" ttuai-cin por un gesto tan radic,al co-mo simple.

    Advertimos de entlada-que Ia ideade recorrer un trecho tanlargo en un espacio tan breve nos obliga a abandonar desde elprincipio toda iiusin de exhaustividad: a veces seremos es-quemticos, a veces parciales, a veces, sencillamente, lacni-cos y desmemoriados. Pues aqu solamente se aspira a iniciaral lector en los ceremoniales de un rito que, aunque en otrotiempo fue celebrado por doquier, hoy est pronto a ser olvi-dado incluso en las aulas universitarias que fueron su itimotemplo; no se trataba de re-escribir el texto de la metafsica,sino tan slo de componer un libro de claves pai-g_gg9Sd_efaese texto.

    17t6

  • Tras un primer captulo dedicado a dilucidar el significado yla condicin de la metafsica en la actual coyuntura del pensa-miento occidental (y qte el lector apremiado puede omitir enuna primera lectura), el segundo y el tercero se ocupan, res-pectivamente, de las grandes lneas de la metafsica antigua yla metafsica moderna. Una ltima seccin disea el panora-ma de la nciencia del seo en una poca que se vanagloria de

    Jh"b.r superado la metafsica y que todos -quiz en vano- es-I peraramos que fuera Ia nuestra.

    I. LOS USOS DE LA METAFSICA

  • (siglo r), que coloc los libros que hoy conocemos bajo tal nom-bre despus de la Fsica (Meta-Fsica).

    Si el contenido de los textos en cuestin permitiese reunirlosbajo una rbrica unitaria e inequvoca, el , trmino que ser empleado por Descartes para denominarsus M e dit aci o ne s me taf si cas), habindose apl icado posterior-mente este ttulo para referirse a veces a la ontologa, a veces ala teologa. As pues, la forzosa polisernia de la expresin ntetata physik que designa ciertos escritos de Aristteles, se ha con-vertido histricamente en confusionismo semntico acerca delsignificado de metafsica en el orden de las disciplinas filosficas.

    Por ello, el reproche dirigido por Hobbes contra la escols-tica es en cierto modo injusto: Ia supuesta tergiversacin de laEscuela

    -que convierte la metafisica en teologa- se apclya direc-tamente en un contenido en el texto mismo de Aris-tteles. La escolstica, en consonancia con los esrerzos nacidos

    de los propios seguidores del Estagirita anteriores a la EdadMedia, procurar, por su parte, establecer cierto orden en esaconfusin distinguiendo entre una metafsica general

    -que seocupara del ente en cuanto ente y sus principios ms uni-versales- y una serie de metafsicas especiales que tratan de . Segn ya hemos anunciado, la historia de laImrc-tafSiea-t6lie pareja con la de la crtica de sus condiciones

    Ide posibilidad

    -a tal punto que puede sospecharse legitima- [mente que una se alimenta de la otra-. En |662,Arnauld y Ni-cole recomiendan sin miramientos, en \a Lgica llamada dePort- Royal (L' Art de P en s er, IY, I ), mantenersdItge": .,Hayne-fnniud de cuestiones metafsicas

    -escriben- que, al serdemasiado vagas, demasiado abstractas, y al estar demasiadoalejadas de los principios claros y conocidos, no se soluciona-rn jarns; lo ms seguro es deshacerse de ellas lo antes posible

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  • tras haber aprendido ligeramente lo que las constituye, resol-verse firmemente a ignorarlas>. De ah al wittgensteiniano udelo que no se puede hablar, rnejor es callarse, parece haber unsolo paso. Pero se plantea en seguida otra cuestin: Existe real-

    -) mente -ha existido alguna vez- la metafsica? En Aristteles, se(/ 't"''- la llama ,,i li"iii iii; la Edad Meclia y la escolstica pa-lr.ii!' J

    " ,"..n haber contribuido a forjar la idea de que tal saber haba

    . _ rl ,-;_".i-"sido alcanzado y totalmente roturado y domeado; sin em-i { bargo, la reforma epistemolgica del Renacimiento, al cambiarlafaz de lo que deba entenderse en sentido estricto por ciencia,pone en entredicho esa idea, y tal parece que, en el siglo xvtt,la metafsica se encuentra en un estado tan rudimentario comoen el siglo IV antes de nuestra era:

    nAquella ciencia principal que por tradicin recibe el nombre de filo-sofa primera, y que Aristteles design como ciencia buscada y de-seada, se encuentra todava hoy entre las ciencias que se buscan... I apesar de los esfuerzos d;Tlatn y .ist"teies,"tfttr.jy dTlescar-tes y los cartesianos, despus] no se ha logrado un resultado apre-ciable... otras personas de extraordinario talento han abordado tam-bin cuestiones metafsicas y han reflexionado profundamente sobrealgunos problemas. Pero los rodearon con tantas tinieblas que rrsparecen adivinanzas que demostraciones.>

    (nla relorrna de la filosofa primera y la nocinde substancia>, Obras filo sficas, lY, 468-9)

    As se expresaba Leibniz en 1694, y, aunque por su parte sedispuso a solucionar ese inconveniente, el testimonio de Hurqecuarenta y cinco aos despus sigue dando pruebas .!*-no

    hay acuerdo sobre qu sea la metafsica, ni siquiera entre los

    estudiosos: (Trentiseof Human Nature, , p' XVIIi)' Kant se har cargoe todo este confusionismo' y emprender laiirea de una refun-

    dacin y definitivo asentamiento de la metafsica' contra el des-

    potism del racionalismo dogmtico y contrala anarqua del

    escepticismo empirista. Mas si, ya en los umbrales del siglo xtx'

    el marqus de Condqrcgt consideraba la metafsica antigr'ra

    .o-o un cmuloElnsentidos -

  • 1.2. DE UN ACABAMiENTO QUE NO TERMINA

    "Hubo un tiempo en el que la metafsica reciba el nombre de reinade todas las ciencias y, si se toma el deseo por la realidad, bien mere-ca este honroso ttulo, dada la importancia prioritaria de su objeto.La moda actual, por el contrario, consiste en manifestar ante ella elmximo desprecio. La matrona, rechazada y abandonada, se lamen-ta como Hcuba: hasta hace poco la ntayor rle todas, poderosa entretantos yernos e hijos, y ahora soy desterrada c(rmo una miserable.>

    (Kant, prlogo a la prirnera edicindela Crtica de la Razn Pura, A VIII-IX)

    (Kant, prlogo a la primera edicinde la Crticn de la Ilazn Pura, l) XIV-XV)

    Pero, junto a la sospecha de que Ia metafsica no ha llegado. nunca a nacer, late la de que hace mucho tiempo que ya est;\

    K^ r " ntuerla. En efecto, tras los (grandes sisLemas metafsicosD de laY',.,. , Antigedad (Platn y Aristteles), es frecuente definir comols\i1 [ \,"-, t!" 24

    v - ---\

    . *^\f- \

    (anti-metafsicas) a las filosofas que les sucedieron en ia pocahelenstica, y especialmente al llamado (materialismo> epic- ,. . ir.;n;;rit a .t" tno*nto, puede esiabiers.er catlogo "ilt;-,' ,de las omuertes de la metafsica), al menos tan nutrido como

    ---tuel de las (veTlroes ddllnuerte de Diosu *",."'J"^.;l;;t; 'i".' '' (de Nietzsche: despus de la muerte (Post-aristotlica> -y de su ?renacimiento como teologa cristiana-, Ia muerte de la meta-fsica como teologa especulativa

    -Duns Scoto declara a la teo-loga ciencia prctica-y el ascenso del empirismo y del nomi-nalismo desde Guillermo de Ockharn hasta David Hume; trassu renacimiento como , la muerte pro-piciada por el

  • dable funcin de la filosofa la lucha contra la infeccin meta-fsica que se propaga insidiosamente en forma de epidemia denperplejidades mentales>, creeremos que combate contra segui-dores de Platn o de Leibniz que sostienen an masivamentela existencia de mnadas o de Ideas separadas? Y, aun si asfuera, cmo entender que hermeneutas y analticos, teniendoen comn su constante gllerra contra la metafsica, constitu-yan o hayan constituido durante largo tiempo dos tendenciasfilosficas radicalmente nfrentadas?

    Esta situacin evidencia dos hechos: primero, que, aunquela metafsica parece no haber llegado nunca a nacer del todo-segn se repite desde sus clmienzoilaslsiglo Fr-, sumuerte es un acontecimiento que no cesa de continuarse sinil e gi!-ma-rs f fi =tl s e i 1 a'aT I i, o

    " d e c a d u c i d a d

    que acompaa a la metafsica desde el siglo xvru-; segundo,, ..rr que, en nuestros das, la confusin semntica tradicionalmen-,

    .;, ,, . i te asociada al trmino

  • deberamos creer que la metaffsica como discurso acerca del(ser del) ente termina con Kant para abrir paso a la que se convierte despus en , metodologa en fin, filosofa analtica del lengua_je. Este (curso de la historia> estara adems apoyado encircunstancias de orden pragmtico: a partir del siglo xvIIr,las realizaciones tcnicas de la ciencia natural, legitirnadas porsu eficacia prctica, cierran el paso a Ia meditacin especula-tiva sobre la verdad del ser. La filosofa hermenutica impug-na esta versin de mltiples maneras. En primer luga soste-niendo que la no es el fin de lametafsica, sino su ms coherente continuacin; despus, su_giriendo que todos los movimientos de oposicin a la meta-fsica hegeliana

    -lase: positivismo, neo-positivismo, analti_ca- forman parte de esa misma metafsica; finalmente,presentando ala tcnica, esa forma privilegiada de dominacinde la civilizaciElstrial, como la e'cJrnacin materiar det^W"fl*g^realizada y ia consecuencia ltima de su historia.Por tanto, la ,ifisofa analtica>, pese a su discurso explcito,no sera sino ei modelo ms acabado, viruiento y desnudo delpensamiento metafsico (vid. Heidegger, , V-X).

    Sea cual sea el partido que uno tome entre estas dos posi-ciones, se notar que, al desenvolverse de esta forma, la pol_mica contempornea en torno a la metafsica ha contribuido,en primer lugar, a ampliar los lmites histrico_semnticos dela metafsica, convirtiendo en sus cmplices a aquellos disc'r-sos tradicionalmente considerados en sus antpoclas; en segundoz8

    lusar. a introducir en el centro de esa discusin algunos de losa'probl"gSffipreg!3ltq9-J-Il-g'qlie-le.ye'straqstLplidad:lasi.gtutLttguaje y el lenguaje de las reglas, la dominacin dela tcnica y las tcnicas de dominacin. Y todo ello -conviene

    f'subrayarlo- aunque consideremos la metafsica como un len-(- Stu;. o una tcnica cultural e histricamente agotada''- Si puru la antigedad fue una cienciabuscaday para la esco-

    lstica y la primera modernidad urt sistenta, en nuestro siglo lametafsica se ha entendido como un discurso !lue, pese a no

    contener una verdad , exPrejebL eifp ig cie4ovalorhistrico : wa Weltan s chauung (visin del mundo ) irreducti-bliilGspritu> de cierta poca. Pero cuando se le quiso bus-car un buen lugar entre los mltiples juegos de lenguaje queatraviesan el tejido de nuestra cultura, Wittgenstein (el prime-ro y el segundo) seal qug. ese jueso es el ni:931 9-Y" y*lt"podemos jugar'

    , 1.3. Ln lErucu MUERTA.{.r 413

    Sentimos, p ues, la metafsica como rrylp9Jtr e ii s c u y). quecomienza con Platn y termina con Hil----------------!el launque sea, desdeluego, prologado por los pensadores presocrticos y prolon-gudo po, los herederos dialcticos' positivistas y hermenuti-cos de la descomposicin del sistema de Hegel)' Si podemosadjudicar una cierta

    -problemtica- unidad a ese discurso' apesardelasenormesdistanciasimpuestasporlavariacinhis-iri.u, es, claro est, porque Ie atribuimos' como habla' una

  • .S.'' ' l.-) ': tr-r''-rt: /\ V\' L^ '\r

    ciertalengua, un cdigo cuyas reglas definen en lo esencial a la.,epbted.mEafiio. Esas reglas, como es

    -u"iErto, rotopueden es-Eft-er3e desde afuera, y desde el momento en quela metafsica es ya tenida por una

    -noble- Iengua muerta.Talparece que ya no resulta posible hacer metafsieATon nuestrosdiscursos, sino tan slo hacer discursos acerca de una metaf-sica que yace ag!1n--gsotros como anhecho (de discurso) abso-lutamente hr"g"bi. p"- A A tnno participamos: slo

    I podemos intentar re-hacerlo o des-hacerl o,La reconstruccinft y la descorstruccin se presentan as como las dos principales'' actitudes filosficas eq bll-o_Sa dg!-pgUiamiento post-metaf-srco. C,l^l k" ft

    Ahora bien, la metafsica -ese juego de Ienguaje al que yu J+

    nadie juega- se nos ofrece, materialmente, en forma de textos: ,{*'coleccin laberntica de documentos jeroglficos. Como ,u..- fQ l',.de con todr l.@ldgs3p?reciclo, su gru- t f t"mtica, su lgica, su sintaxis, su semntica y su pragmticapueden slo determinarse esc rc@]:)i!fu4o y atentamentela conversacin muda que unos escritos mantienen con otrosms all de los lmites establecidos por las obras, los autores olas escuelas. Cuando uno se aplica minuciosamente a esta escLl-cha, percibe en seguida que el dilogo toma la forma de relato.Y lo que se relata es, en esencia, la historia d. lu.uroo pn rigor,habra que decir: , pero eseacljetivo cartogrfici es yail?p'i* q"" se hace descle elexterior del texto de la mglaf9i.a; pr", la raznque habla ensu inEioirio s dislingu" de otras razones

    -se suea nica-y carece de puntos cardinales; no se piensa a s misma en la

    .30

    .-x \//' n r-" , ".

    J " ,rl , l_f ,,

    historia, sino siendo su propia historia' una historia que se "

    constituye al contarse (igual que se destituye al ser des-con-iuu o ds-construida)' Que se hable cle un no significa que la razn metafsica se desenvuelva

    cons-

    cientemente en el curso del tiempo, ya que se trata de un tij:mpo

    ."y:ry1-l n31i1es intrnsecamepte Sgff,sica; ms quetiempo es tempo,rltm que el propio deurso de la razn se-nutu, or.n ,.riudo de sucesin' Como una sinfona' el

    texto

    de la metafsica dicta su propia temporalidad, que empieza con

    "1 prirn., acorde, termina con el ltimo' y tt tutl:-tt-'::-,'

    puede reconocerse y repetirse- gracias a una preclsa y pecu-

    liar sucesin de acordes desde el primero al ltimo' Y lo mis-

    mo le sucede respecto del espacio: se trata de un discurso que

    it *jg ., ptopto-peiquig "l t!-t-y-ltil'

    que inventa l mismo su

    exterioridad, q,r. ,t*iti'a st'sTionteras desde el inteiior y de-il=-".ro u sus necesidades' la mscara aparente de lootro: pues el discurso metafsico se abre con la negacin

    del

    .ro-r"r' tiene necesidad de nombrar y hace:5s!T a-s-u ene-

    mieo como una nada' EIlo no obstante' y justamente porq:te.^"'D: -' como una obra del

    .l telto d. la-Gfsica se nos transmrtepasado,la forma inicial c1e su presencia es la dela letra muer-

    tu. Parahacer sonary dotar de sentido a los signoi eriGridos

    -"t pup.t -ulgu.tu' de cuyas pginas permanecen ptclica-mente ilegibles- se precisa, lo mismo que- para actualizar

    una

    sinfona, n3!n'!9!j[etacin'Y entonces el texto' no conformecon ser posedo poitttt" Voz' se puebla de voces; ya.que los ,

    \ ;;;;;;-:;tos cleipasado slo sobreviven a su ruina si son re- \I ..,rrrtrui.lo, o d"r-.onrtruidos, y dado qtte rnuchas interpreta- |

    3r

  • [;,"i*'*: " L' r/v-\ t {r'' t'" ''ciones divergentes son posibles, nos apercibimos as de que eltexto de la metafsica no cuenta una historia (ni mucho me_nos la Historia), sino historias, EistEilde la tribu de los fi_lsofos en la pocr'lIffiffisica. cad,auna de esas historiases una versin de la historia (de la metaffsica), de la historiadelarazn, que se dispersa de ese modo en mil razones queconversan entre s a travs de la interpretacin. Justo es decirque, adems, / tras denodados e infructuosos esfuerzos, losintrpretes han renunciado por completo a la posibilidad dehallar algun avezla versin original de la que todas las demsderivan.

    Es necesario comprender que esta coyuntura que acabamossumariamente de describir supone una situacin muy pecu_liar, cuya originalidad quiz estamos lejos de captar en todassus dimensiones, y que en parte es responsable del clima en quehace ms de un siglo vive la filosofa, conjurando en cada mo_vimiento las condiciones de su propia lnuerte. y puesto queesta situacin configura las condiciones crticas de aproxima_cin a un tipo de discurso como ese, es preciso ahondar en esacomprensin para situarse ante la tarea.

    I.4. CU^'|RO RASGOS DIS]INTIVOS

    Para ello contamos principalmente con cuatro criterios querivalizan y se complementan a la hora de distinguir la metaf_sica de otro tipo cie discursos y de caracter izar efr,cazmente suslmites.

    32

    El primero de ellos procede de Nietzsche, y consiste en sea-, ,. '. 'lar como comienzo de la rnetafsica la ruptura del ser en las dos r Imitades de lo sensible y lo inteligible, to, .ffihtifu;, '+-los seildIffi 3eiia,1iiira!'ue desde Platn se conver -tir en su paradigma. Segn esto, por consiguiente, es metaf-sica toda forma de expresarse que presuponga y alimente eldualismo ontolgico omundo sensible/mundo inteligibler, yque dibuje este (mundo sensible, como plida copia del inte-ligible, nico mundo verdadero y continente de la realidadgenuina. No obstante, algunos comentaristas contemporneosde Nietzsche han sealado conrazn que el criterio nietzscheanono puede reducirse solamente a la descripcin que acabamosde ofrecer. El trabajo de Platn

    -la ninvencin, de la metafsi-ca- habra consistido ms bien en arrojar d-efinitivamente alexterior de la representacin todas aquellas copias que no seconforman a su modelo inteligible, que degradany amenazanla integridad de la Idea. Pues la metafsica no se siente ofendi- .,da por lo sensible que responde al modeio de lo inteligible, no fteme a la escisin entre la esencia y la apariencia; al contrario, fvive de ella. Leibniz y Hegel se encargarn de mostrar la con- 'vertibilidad mutua de rnodelos y copias e, incluso, su identi-dad. Pero este es un juego que slo funciona si previamente secoloca del ladgdel no- e1.

    _/o que n_o et sensible ni inteligible-todo aquello que no pasa por la red conceptual de la represen-tacin.

    En cualquier caso, se hace ah evidente que, siguiendo esecriterio, encontraremos metafsica en muchos ms lugares

    -aveces insospechados- que en ios que esta se halla declarada y

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    1, - explcitamente.Este hecho es an ms perceptible en el segundode los criterios, qlre esta vez procede de Heidegger y que podraenunciarse as: es metafsico todo discurso inrnp3z_4*atar y

    i -- p..{g I u 4fr.lgqjtg4lg y_.el,""te ( diferencia ntico-/ ontolgica, llamada abreviadamente diferencia ontolgica). F,x-' plicitemos este criterio: vivimos rodeados de cosas que sor?, pero

    ninguna de estas cosas es el ser; a todas estas cosas que sonlasdesignamos, segn la jerga tcnica, como entes. La metafsj-ca, definida por Aristteles como , deja, pues, de lado

    -y por paradjico que pueda pare-cer- la cuestin del

  • 1)-

    q

    f-r11-.{.r+ \,^ r .1 , i*1'..,i.. .1.-.las cosas, no extraar demasiado el rasgo ofrecido para iden-rificar la metaffsica por el tercer criterio (procedente de la filo-sofia analtica): la carencia de sentido. Lenguaje metafsico sera,de acuerdo con esto, todo aquel que, precisamente por esfor-zarse en decir eI ser, y dado que

    -segn nos acaba de instruirHeidegger- el ser no es ningtn ente al que podamos referirnoscomo nos referimos a las tizas, los rboles o los edificios, ter-mina po{ (no) !::::..Nr. Y ello por dos razones; una prime-ra es formal: el discurso metafsico viola el principio de no-contradiccin (se notar cmo algunas de las expresiones quehemos empleado para explicar el criterio anterior rozan lo con-tradictorio o lo incomprensible si se las interpreta literahnente);habla acerca de algo que no es (ningn ente). La segunda raznes pragmtica: el discurso metafsico emplea los trminos enunas acepciones completamente ajenas a las reglas que rigen elsignificado de los lenguajes naturales:

    nCuando los filsofos usan una palabra -"conocilriento'] "ser'l "ob-

    ieto'l "yo'l "proposicin'] "nombre"- y tratan de captar la esencia deIa cosa, siempre se ha de peguntar: Se usa efectivamertte esta pala-bra de este mod del pensamiento francs de las ltimas

    dcadas. Uno de sus rePresentantes, Gilles Deleuze, dando un

    paso rns all de Heidegger y otro hacia Nietzsche, ha ProPues-io riefinir la metafsica por ia imposibilidad-99*q-9n ella seresistra para inscribir la diferenca eleT conc-eplo" normal-'-o c__1__--:---:-.-i

    ,n_or colno di_mente, cuando hablamos de drJeretrcra,la ptferencia entre dos entes, digamos A y B; y concebimos la dife-

    rencia como una Suerte de no-ser que determina una relacinentre dos cosas que son Y qe, por tanto, exige para existir ypara ser pensada la previa identidad de A y de B, a la que sesubordina. Al actuar asi, pensamos metafsicamenfe' Tenemos'

    bienescierto,uelgl:gptg*.t:f":'".:_g:*_tg{*-i:".',u'Y:"'ode ningn modo hemos alcanzado el umbral en el que la dtte-

    rencia en s mismallegue a grabarse en ei pensamiento' Ello no

    podra suceder sino al precio de cambiar (escindir) la natu-,ul"tumisna del concepto, agredirla o destruirla en cuantoidentidad, pues se ltatara de una diferencia sin A y sin B que

    ya no es ni siquiera la diferSnci.a ontolgica, y que lpJg.el O"::a uGtblogjgi*-,:g-*.t{eii q se sita, por fuerza' ms allde la metafsica'

    Estos cuatro criterios, esbozados Por sus autores paracarac'terizar un discurso -el suyo propio- que pretende escapar a lascoerciones de la metafsica, nos servirn, utilizados conjunta oalternativamente' para introducirnos en ese territorio univer-salmente vituperado, pero terriblemente escurridizo y adhe-rente, de lo que si es la metafsica'

    37{i^

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