Texto Control Espacio Laura Gonzalez

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CONTROL + (ESPACIO). Retórica de la vigilancia de Bentham a “Big Brother”. 1 Por Laura González Flores Para Marta y David, por soportar mi intromisión en su privacidad barcelonesa. ¿Te importa si uso aquel ojo de la cerradura portátil? Cora en La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock. Si se pulsan simultáneamente las teclas de [Control] y [Espacio] mientras se contempla una imagen en el Photoshop, se producirá un efecto inmediato de ampliación y acercamiento de ésta. Considerado como síntoma característico de una cultura obsesionada por el control y la vigilancia visual, este “zoom” fotográfico artificial servirá también como título y leif motif gráfico del libro al que nos referiremos 2 . Si bien esta publicación es la memoria de una exposición reciente en el Centro de Artes y Medios de Karlsruhe (ZKM I Karlsruhe), en realidad es mucho más que un catálogo. Es una original y completísima compilación de material textual y gráfico en torno a las fenomenologías de vigilancia a lo largo del tiempo. Si bien el subtítulo Retóricas de vigilancia de Bentham a ‘Big Brother’ parece indicar una concentración en lo visual, la vigilancia a la que hace referencia el libro rebasa la cultura panóptica y del espectáculo: más allá de la violencia evidente que ejerce la intromisión de lo público en lo privado a través de múltiples tecnologías de vigilancia, en nuestra cultura contemporánea se utilizan ya variadas estrategias de rastreo de datos no visuales. Editado por Thomas Y. Levin, Ursula Frohne y Peter Weibel, el libro explora el vasto mundo de las estrategias de vigilancia a través de una treintena de ensayos teóricos, otros tantos proyectos artísticos, y una cantidad impresionante de documentos visuales de procedencia variada. El libro es un recorrido historiográfico que va de la cultura moderna de disciplina y castigo, centrada en lo visual y simbolizada por el panóptico de Bentham, a la posmodernidad digital y trans-visual, en que el horror distópico del ‘Big Brother’ de Orwell, no sólo se ha vuelto un espectáculo lúdico sino que se ha introyectado y transformado en un autosentimiento voluntario de lo individual a lo social a través de los medios. A través de una serie de ensayos que exploran diversas facetas de la vigilancia las políticas de control, la voluntad de castigo, los placeres asociados a la observación, el diseño de los espacios, el rastreo de huellas y datos- el libro constituye una riquísima fuente de información y documentación sobre las estrategias de vigilancia. Los primeros capítulos, Fenomenologías de vigilancia, Vigilancia y castigo y Políticas de observación, describen el complejísimo panorama de los valores subyacentes a la cultura de la vigilancia implicados en el modelo panóptico de Jeremy Bentham, y más allá de éste. Porque la 1 González Flores, L. (2002). CONTROL + (ESPACIO). Retórica de la vigilancia de Bentham a “Big Brother”.Luna Córnea número 25, Intimidad expuesta, pp. 108-117. CONACULTA: México, D.F. 2 Tomas Y. Levim, Ursula Fronen and Peter Weibel, Ctrl [Space] Rhetorics of Surveillance from Betham to Big Brother. Larksruhe, Cambridge: ZKM, Center for Art and Media, MIT Press, 2002.

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CONTROL + (ESPACIO). Retórica de la vigilancia de Bentham a “Big Brother”.1

Por Laura González Flores

Para Marta y David, por soportar mi intromisión en su privacidad barcelonesa.

¿Te importa si uso aquel ojo de la cerradura portátil?

Cora en La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock.

Si se pulsan simultáneamente las teclas de [Control] y [Espacio] mientras se contempla una

imagen en el Photoshop, se producirá un efecto inmediato de ampliación y acercamiento de ésta.

Considerado como síntoma característico de una cultura obsesionada por el control y la vigilancia

visual, este “zoom” fotográfico artificial servirá también como título y leif motif gráfico del libro al

que nos referiremos2. Si bien esta publicación es la memoria de una exposición reciente en el

Centro de Artes y Medios de Karlsruhe (ZKM I Karlsruhe), en realidad es mucho más que un

catálogo. Es una original y completísima compilación de material textual y gráfico en torno a las

fenomenologías de vigilancia a lo largo del tiempo. Si bien el subtítulo Retóricas de vigilancia de

Bentham a ‘Big Brother’ parece indicar una concentración en lo visual, la vigilancia a la que hace

referencia el libro rebasa la cultura panóptica y del espectáculo: más allá de la violencia evidente

que ejerce la intromisión de lo público en lo privado a través de múltiples tecnologías de vigilancia,

en nuestra cultura contemporánea se utilizan ya variadas estrategias de rastreo de datos no

visuales. Editado por Thomas Y. Levin, Ursula Frohne y Peter Weibel, el libro explora el vasto

mundo de las estrategias de vigilancia a través de una treintena de ensayos teóricos, otros tantos

proyectos artísticos, y una cantidad impresionante de documentos visuales de procedencia

variada. El libro es un recorrido historiográfico que va de la cultura moderna de disciplina y

castigo, centrada en lo visual y simbolizada por el panóptico de Bentham, a la posmodernidad

digital y trans-visual, en que el horror distópico del ‘Big Brother’ de Orwell, no sólo se ha vuelto un

espectáculo lúdico sino que se ha introyectado y transformado en un autosentimiento voluntario

de lo individual a lo social a través de los medios. A través de una serie de ensayos que exploran

diversas facetas de la vigilancia –las políticas de control, la voluntad de castigo, los placeres

asociados a la observación, el diseño de los espacios, el rastreo de huellas y datos- el libro

constituye una riquísima fuente de información y documentación sobre las estrategias de

vigilancia.

Los primeros capítulos, Fenomenologías de vigilancia, Vigilancia y castigo y Políticas de

observación, describen el complejísimo panorama de los valores subyacentes a la cultura de la

vigilancia implicados en el modelo panóptico de Jeremy Bentham, y más allá de éste. Porque la

1 González Flores, L. (2002). CONTROL + (ESPACIO). Retórica de la vigilancia de Bentham a “Big

Brother”.Luna Córnea número 25, Intimidad expuesta, pp. 108-117. CONACULTA: México, D.F. 2 Tomas Y. Levim, Ursula Fronen and Peter Weibel, Ctrl [Space] Rhetorics of Surveillance from Betham to Big

Brother. Larksruhe, Cambridge: ZKM, Center for Art and Media, MIT Press, 2002.

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vigilancia no necesariamente tiene un carácter óptico sino también auditivo. En su ensayo El oído

escuchante: fenómenos de vigilancia acústica, Dörte Zbikowski describe la evolución de las

tecnologías de espionaje y control que permiten oír sin que sea evidente que “las paredes oyen”:

de los conos auditivos de Athanasius Kircher, del siglo XVII, a los modernísimos micrófonos de

espionaje, muestra cultura ha desarrollado sofisticadísimos aparatos para oír sin ser visto3.

En relación con el modelo panótpico, descrito por Bentham por primera vez en 1785 pero

elaborado por él mismo a lo largo de dos décadas, el libro incluye una variedad de ilustraciones y

planos arquitectónicos y hospitales panópticos realizados por diferentes autores desde el siglo

XVIII. El panóptico era un modelo de cárcel cuyo diseño arquitectónico, con una torre central

rodeada por celdas visibles desde ésta permitías a los guardas vigilar a los reclusos sin ser vistos

por ellos. Aunque prácticamente todos los ensayos aluden al panóptico de Jeremy Bentham como

una piedra de toque en la cultura con la visión omnisciente. El mérito de Bentham habría sido el

de formalizar, en un diseño arquitectónico, una idea que ya había estado flotando en la cultura

desde varios siglos antes. En el ensayo de Astrid Schmidt-Burkhardt, el “ojo de Dios” que “todo lo

ve”, descrito por Cusa en el siglo XV, se transforma, en el siglo XVIII, en el diseño de Bentham, y se

materializa, en el siglo XX, en el Internet y otras tecnologías de información4.

Eludiendo describir la vigilancia y el control a través de asociaciones fáciles, los ensayos

describen cómo, a lo largo del tiempo, más bien ocurren deslizamientos sutiles y variables entre

valores como custodia e información, vigilancia y entretenimiento, dominio y autocontrol. El

ensayo de Schmidt-Burkhardt antes mencionado, “El que todo lo ve: el ojo de Dios como proto-

vigilancia”, es particularmente interesante por su mención del carácter utópico y positivo que el

ojo omnisciente tenía en la ideología del siglo XVIII, ya sea en la filosofía ilustrada, en las máximas

de los revolucionarios franceses y los independentista estadounidenses o, como se ha mencionado

antes, en el utilitarismo de Bentham. El “ojo que todo lo ve” constituye, en esa época, un símbolo

de la autoridad moral de la autodisciplina llavada a su aplicación como teoría social. Schmidt-

Burkhardt muestra el deslizamiento de sentido del símbolo: si en Los siete pecados capitales del

Bosco el “ojo que todo lo ve” tiene implicaciones religiosas (el ojo de Dios como omnipoder y

omnisciencia), en la iconografía revolucionaria del siglo XVII las tendrá humanistas (el ojo como

ética y conocimiento), y en el siglo XX, estéticas (el ojo como placer y entretenimiento).

Así pues, no se considera a la vigilancia bajo la única luz del control y el castigo: en diversos

momentos y por variadas razones, pueden invertirse, en la gnosis “panóptica”, las relaciones de

sujeto y objeto, de acción y poder. En el artículo de Rem Koolhas5, por ejemplo, se incluye una

3 Dörte Zbikowski, “The Listening Ear: Phenomena of Accoustic Surveillance” Ibid, pp. 33-49.

4 Astrid Schmidt-Burkhardt, “The All-seer: God’s Eye as Proto-Surveillance” en Levin, Fronen and Weibel, op.

cit., pp. 17-31.

5 Rem Koolhas, “Project for the Renovation of a Panopticon Prison” en Levin, Fronen and Weibel, op. cit., pp.

120-127.

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reconsideración contemporánea de la arquitectura de prisiones en la que, al reciclarse el uso de la

estructura arquitectónica ideada por Bentham, se subvierte el concepto del control y la vigilancia.

En el uso actual de las antiguas prisiones construidas con el principio “panóptico”, son los reclusos

de las habitaciones externas los que pueden controlar visualmente a los guardas que usan el

cubículo central para tomar café. El puesto de vigilancia ya no se asocia con el centro: los guardias

circulan por el mismo espacio en que también circulan libremente los reclusos. Al ideal

mecanicista de una autoridad central que vigila y controla a una serie de sujetos aislados, se

opone hoy el concepto de un proceso de integración por medio de la socialización. La conclusión

de Koolhas es que el cambio en la concepción del uso del espacio es más trascendente que la

reforma de la estructura arquitectónica. El diseño panóptico, en sí mismo, no garantiza el control,

la seguridad o la vigilancia.

Siguiendo la misma lógica, podrías sostenerse que no sólo el modelo panóptico sino todas

las tecnologías desarrolladas para ampliar la visión o la audición a lo largo de la era moderna, en

realidad tienen una capacidad limitada de asegurar el control o la seguridad: la identificación

imposible de los asaltantes o rebeldes encapuchados del proyecto de Jürgen Klauke6 o la

impotencia del público producida por la distancia ante el inevitable y real espectáculo de muerte y

destrucción de las Torres Gemelas del 11 de septiembre del 2001, dejan esto en claro. Ver –u oír-

no necesariamente implica controlar o prevenir. El hecho de que la total visibilidad o audibilidad

no sea más una garantía de seguridad se trata en varios de los ensayos y proyectos, por ejemplo,

en el ensayo de Paul Virilio sobre la inminente “debacle visual”7 o en el proyecto “Ruido” de Zum

Todorovic.8

La inestabilidad de la observación proviene, según Christian Katti, de la misma naturaleza

de la observación: sólo tomando en consideración el contexto y las condiciones en que ésta se da

puede realmente comprenderse lo que se observa. Siguiendo el concepto de paradoja de la teoría

de sistemas de Luhmann, Katti advierte un punto paradójico existente en cualquier observación:

ésta no es comunicable mientras que la comunicación no es observable9. En la calidad de medios

como la fotografía, el video y el audio, que pueden proveernos con evidencias, la observación sólo

es comprensible en apariencia. Lo que se observa en el testimonio son más las condiciones

paradigmáticas de la observación que lo observado mismo. La observación funciona más como

dirección que como testimonio. Katti asocia a Luhmann con Heisenberg: la observación es incierta

al pertenecer el observador al sistema de lo observado. La paradoja de la observación se

encontraría, pues, en el hecho de que el observador nunca puede observarse a sí mismo. La

6 Jürgen Klauke, “Faces 1972-2000” Ibid, pp. 194-199.

7 Paulo Virilio, “The Visual Crash” Ibid, pp. 109-113.

8 Zum Todorovic, “Sum (Noise)” Ibid, pp. 144-145.

9 Christian Katti, “‘Systematically’ Observing Surveillance: Paradoxes of Observation according to Niklas

Luhmann’s System Theory” Ibid, pp. 51-63.

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incertidumbre que se produce en la observación por las condiciones de percepción mismas es el

eje de los proyectos Observing Observation: Uncertainty, de Peter Weibel, Untitled (Horizontal

Sliding) y Safe Zones No. 7 de Jonas Dahlberg. El primero es una instalación en la que Weibel

instala un trío de cámaras orientadas de tal manera que siempre devuelven al espectador, en el

centro de la instalación, una imagen suya de espaldas. Por más que el espectador se gire, los

monitores siempre devolverán esta imagen paradójica. En el segundo proyecto Dahlberg

construye un espacio circular, de tipo panóptico, con una serie de cuartos cuyas puertas pueden

encontrarse alineadas o no alineadas. Desde su punto de vista en el centro del espacio, la mirada

del espectador sólo podrá llegar al fondo de aquellas habitaciones con puertas alineadas. Tendrá

siempre una falsa idea de la profundidad de la estructura arquitectónica. El otro proyecto, Safe

Zones No. 7, es una divertida instalación que provoca reacciones equívocas en el espectador por

una manipulación dirigida de sus condiciones de observación: en la entrada de unos baños,

Dahlberg instala una cámara de video que registra lo que parece ser el interior del baño. La

presencia de la cámara y el monitor descorazonaba a los posibles usuarios, que pasaban casi todos

de largo. Sólo unos cuantos, cuya imperativa necesidad fisiológica era mayor que su sentido de

pudro, lograban entrar apara encontrarse con lo que la cámara tomaba: un modelo del mismo

baño, construido a escala.

La promesa de seguridad moderna se basaba no sólo en la visibilidad y transparencia del

modelo panóptico sino en su economía de medios (una cantidad reducida de guardas vigilaba a

una gran cantidad de reclusos). Sin embargo, lo que muestran muchos de los ensayos y proyectos

del libro es la relativa facilidad –y economía- de las estrategias de subversión de la vigilancia. En su

texto Placeres culposos, Geoffrey Batchen hace una relectura de la historia de la fotografía a través

del desarrollo tecnológico de sus aparatos provocado por la pulsión voyeurista10. A más muros

informáticos (proxies), más y más sofisticados túneles y llaves: todo puede subvertirse o

trastocarse encontrando el punto débil o ciego de la observación.

La propuesta moderna del modelo panóptico de vigilancia y control a través de la

transparencia y visibilidad podrá fracasar, pero no su efecto en la conducta del sujeto observado.

Ésta normalmente cambia con la observación, por razones psicológicas: al igual que el usuario de

los baños de Dahlberg, que no los usa por temor a ser observado en una situación íntima e

incómoda, prácticamente todos modificamos nuestra conducta al sabernos observados. Muchos

de los ensayos y proyectos del libro tratan esta introyección del sistema de vigilancia por parte del

observado que Bentham encontraba como una cualidad positiva de su modelo; éste no sólo hacía

visibles los hechos delictivos sino que los prevenía. Por ello, el panóptico podía ser considerado

como una verdadera propuesta moderna y humanista, un “huevo de Colón”, en palabras del

propio Bentham.

Sea que se inscriban en las utopías humanistas del modelo panóptico del siglo XVII, o lo

hagan en sus versiones distópicas del siglo XX, como aquella de la novela 1984 de George Orwell,

10

Geoffrey Batchen, “Guilty Pleasures” Ibid, pp. 446-659.

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escrita en 1947, todos los sistemas de vigilancia presuponen alguna auto-regulación del

comportamiento humano. Si la importancia de tal modificación de la conducta es minimizada por

los participantes de los programas Big Brother, o por Jenni, la autora de un proyecto de

transmisión continua de su vida cotidiana en su habitación a través de la red11, es sólo para ocultar

el hecho de que en la actualidad no sólo existe un cambio de conducta hacia lo voyeurista, sino

también hacia lo exhibicionista. No sólo nos da placer ver sino ser vistos. Como siguiendo la lógica

de la película de Peter Weir El Show de Truman, la mirada del Otro garantiza la existencia del

sujeto. “Sólo existo,” dice Slavoj Sizek en su ensayo Big Brother o el triunfo de la mirada sobre el

ojo, “en la medida en que soy visto todo el tiempo”.12 Y este hecho se da a un grado tal en la

actualidad, que la verdadera existencia de los sujetos observados parece darse sólo en su versión

mediática y no en su condición real. Siguiendo al psicoanalista Donald Winnicott, Sisek sostiene

que este tipo de relación pertenece más al imaginario que a lo simbólico: el sujeto pierde la

capacidad de imaginarse si el Otro no lo ve. Salir de la casa de Big Brother, por tanto, implica, dejar

de existir, por lo que los habitantes-convertidos-en-actores-de-sí-mismos deben buscar, cual

adictos a una droga, una permanencia de su exposición mediática a través de su continuidad en

otros programas de televisión, entrevistas en periódicos, o revistas. Incluso a costa de hacer el

ridículo.

Lo que estos ensayos manifiestan es el deslizamiento del carácter persecutorio y

predatorio del Big Brother de Orwell al carácter lúdico y espectacular del programa televisivo del

mismo nombre. La vigilancia, pues, no sólo se asocia con la sociedad de castigo que describía

Foucault, sino con la sociedad del espectáculo de Guy Debord. Mientras que la primera se asocia

con el carácter represivo y totalizador de los sistemas de observación, la segunda subvierte éstos

hacia el lado del placer. No sólo se da una auto-regulación del comportamiento sino una

perversión de éste hacia diversos polos de un placer de trasfondo sexual: el sujeto se obsesiona

por ver (voyeurismo), por ser visto (escopofilia), por convertir al otro en un objeto (fetichismo), y

finalmente, por exponerse a la vista del otro (exhibicionismo). En cualquiera de los casos

anteriores, la implosión de lo privado a lo público se torna placentera.

De los proyectos más representativos asociados con las anteriores estrategias subversivas

incluidos en el capítulo Placeres vigilantes destacan, por su importancia histórica, los de Andy

Warhol. Tanto en el texto de Branden W. Joseph, Nada especial: Andy Warhol y el surgimiento de

la vigilancia13 como el de Ursula Frohne, “Pruebas de pantalla”: Narcisismo mediático, teatralidad

y el observador internalizado14, uno de los más largos y completos del libro, puede constatarse la

11

Victor Burgin, “Jenni’s Room: Exhibitionism and Solitude”, Ibid, pp. 228-235.

12 Slavoj Sizek, “Big Brother, or, the Triumph of Gaze over the Eye” Ibid, pp. 224-227.

13 Branden W. Joseph, “Nothing Special: Andy Warhol and the Rise of Surveillance” Ibid, pp. 237-251.

14 Ursula Frohne, “Screen Tests: Media Narcissism, Theatricality, and the Internalized Observer”, Ibid, pp.

253-277.

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importancia de Warhol como un artista que exploró, de manera consistente, dirigida y pionera,

una variedad de estrategias visuales y auditivas relacionadas con la observación y el espionaje.

Utilizando un lenguaje cinematográfico muy directo, carente de adornos y de recursos de edición,

Warhol desnudaba –y denunciaba- el carácter voyeurista de la fotografía y el cine. Al utilizar en sus

películas (Chelsea Girls, de 1966, o Nothing Special, de 1969) el mismo recurso que criticaba,

Warhol subrayaba aquella característica inherente a la vigilancia de oscilar ambiguamente entre el

control y el placer. Además de los conocidos experimentos cinematográficos de Warhol, los

ensayos cubren también aquellos en cinta magnética de audio, como la novela grabada A: A Novel,

de la cual se reproduce una parte del guión. Las obras de Warhol atestiguan cómo, con una

utilización crítica y consciente de los medios, pueden subvertirse los mecanismos de control de

éstos. En el proyecto seleccionado para la muestra, Outer and Inner Space, de 1965, Warhol

propone el desdoblamiento de la imagen del artista Edie Sedgwick mediante la utilización de

tecnología experimental de cine y video. Filmando un retrato en video de la artista delante de una

proyección cinematográfica de sí misma, Warhol no sólo logra la ilusión de que la persona está

hablando consigo misma, sino que confunde la imagen en directo de la artista con su imagen

filmada. Al distorsionar, por momentos, ambas imágenes, Warhol se adelanta a los experimentos

más conocidos de Nam June Paik y Joan Jonas.15

El texto de Frohne es representativo del recorrido del libro. Empezando con una

revaloración crítica del trabajo de Warhol, Frohne describe las pautas de la vigilancia y analiza sus

temas más significativos: el ojo como recurso omnisciente, la sociedad de la imagen como

voyeurismo institucional, la constitución de regímenes de ficción y la nueva economía de la

atención. Sobre todo, recalca el cambio del modelo panóptico, en que claramente se distinguen el

sujeto (el que observa) y el objeto (el que es observado), hacia un modelo disperso, horizontal, de

una “intersubjetividad” de vigilancia intercambiable. Como en Big Brother u otros programas de

televisión en vivo, los actores se escogen de entre los mismos espectadores. El éxito “ontológico”

de estos nuevos sujetos televisivos dependerá de su capacidad de atraer el máximo de atención de

los espectadores a su persona. Como los autorretratos de Cindy Sherman en sus Film Stills, que

Frohne discute, las figuras construyen su propia realidad a través de una teatralización de la

identidad. El resultado, concluye Frohne, es una incapacidad verdadera de establecer diferencias

entre los procesos de ficción y de realidad. En definitiva, pura esquizofrenia.

A pesar de haberse escrito tan precozmente en 1995, el texto de Giles Deleuze, Epílogo

para la Sociedad de Control, resume nuestro estado actual de cosas.16 Deleuze plantea cómo la

actual es una situación límite entre dos estadios de evolución social-cultural: entre un estadio

moderno de disciplina, en que eran necesarios –y evidentes- los recursos de vigilancia y castigo

institucional (como aquellos de las fábricas, las escuelas y las prisiones), y un estadio posmoderno,

en que se ha internalizado de tal manera el control que ya no es necesaria la disciplina y el castigo.

15

Andy Warhol, “Outer and Inner Space”, Ibid, pp. 278-281.

16 Gilles Deleuze, “Postscript on Control Societies” Ibid, pp. 316-322.

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Mientras que la sociedad disciplinaria funciona a partir de una economía de producción y del

ejercicio externo del poder, la sociedad de control funciona por un intercambio de producción e

información y por una autoimposición de códigos o claves. En la primera, el confinamiento vigilado

–y más bien solitario, como en el panóptico de Bentham- produce la privación de oportunidades

de acción y, por ende, se constituye en la garantía de dominio social. En la sociedad de control, es

la interminable oferta de oportunidades y la continua necesidad de reciclaje del proceso

educativo, la que introduce nuevas formas de dominio y auto-regulación social. En la primera, las

oportunidades del hombre están acabadas, mientras que, en la segunda, nunca terminan. En todo

caso, vigilancia o auto-regulación, podríamos concluir que el problema de fondo es el mismo, y es

uno de ausencia de comunicación. El problema inherente de los modelos de vigilancia, de

Bentham a Big Brother, es su destrucción de la posibilidad de diálogo.