Texto argumentativo por Luisa Fernanda Vargas

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Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Facultad de Ciencias y educación

Licenciatura en Pedagogía Infantil.

Necesidades educativas especiales (NEES)

Isabel Torres

Luisa Fernanda Vargas Angulo

Cód.: 20141187213

¿Porque tengo que ser como el otro quiere?

¿Por qué él o ella no pueden aceptarme como soy? ¿Qué tiene él o ella que no

tenga yo? Yo soy como ellos, yo siento como ellos, respiro como ellos, veo como

ellos, hablo y escucho como ellos, solo que no soy del mismo color que ellos.

Ellos son blancos, mestizos, y pues yo, yo soy negra. Soy una mujer negra, con

labios gruesos, ojos pequeños, uso lentes, soy delgada, pero mis piernas son

gruesas. A parte de eso, no soy como las mujeres negras “normales”, es decir, se

tiene pensado que las mujeres negras son voluptuosas, su nariz es ñata, sus

labios gruesos y casi perfectos, altas, que tienen mucho ritmo, que saben bailar de

todo… y otras cosas más. No soy voluptuosa, incluso, mis senos son bastante

pequeños, mi cola también lo es, mis labios son gruesos pero tienen una pequeña

cicatriz que los aleja de la perfección. A pesar de todas esas cosas que me hacen

“distinta” yo me amo, yo me quiero, yo me acepto, entonces… ¿Porque ellos no

pueden aceptarme? ¿Por qué tengo que alisar mi cabello para parecerme a ellos y

poder ser aceptada? ¿Por qué no puedo tener mi acento Chocoano? ¿No me

entienden? O que pasa.

Para muchas personas, demasiadas personas soy anormal, soy anormal porque

no cumplo con muchos de los estándares puestos por la sociedad. Soy anormal

porque no estoy en el “promedio”. ¿Quiénes están en el promedio? Las mujeres

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que están en el “promedio” son aquellas, blancas-mestizas, delgadas,

voluptuosas, que viven en sectores altos, que tienen cargos importantes, que son

“cómodas” de ver. Ellas están en el promedio, y por lo dicho anteriormente, yo no

encajo en el promedio.

¿Pero qué tiene que ver todo esto con la educación especial?

Skliar. 2002 “… la educación especial es antes que más nada la fabricación de un

conjunto de dispositivos, tecnologías y técnicas que se orientan hacia una

normalización – inventada- de otro – también inventado- como otro deficiente”.

(pág. 119).

De lo que dice Skliar se puede desprender la idea de que, la educación especial lo

que busca es reunir una serie de herramientas que permitan hacer “normales” a

aquellos que son “anormales”. O en otras palabras, completar a todos aquellos

sujetos que según la sociedad están incompletos. Por ejemplo, yo uso lentes, uso

gafas, sin ellas no veo nada, realmente no veo nada; cuando estaba en el colegio

no usaba gafas aún, entonces pasaba mucho trabajo porque no alcanzaba a leer

lo que colocaban en el tablero o no podía leer las lecturas que dejaban porque mis

ojos se cansaban rápido, ¿Qué hacían mis profesores? Me trataban como una

persona “x”, me excluían de ciertos trabajos, de ciertas actividades. Cuando eran

trabajos de “hacer resúmenes a partir de una lectura” en grupos, yo tenía que

hacerme aparte porque según ellos yo tenía una “limitación” para trabajar con mis

compañeros. Entonces, a mí no me trataban como un estudiante más, sino que

para ellos yo era la niña diferente.

Además, yo tengo arritmia y taquicardia, digo que tengo porque es una

enfermedad que se puede curar, que se puede “manejar”, con una que otra

operación se puede “quitar”. Esta enfermedad también provoco que tuviera tratos

distintos en la escuela.

Skliar dice “Así, tener una deficiencia es ser un animal, es ser parte de los otros

no-humanos” (Pág 130). Mi enfermedad me hacía una “no-humana”, porque no

podía hacer la mayoría de las cosas que hacían mis compañeros, no podía correr,

no podía bailar, no podía mojarme, no podía hacer cosas que requerían esfuerzos

físicos. También se podría decir que aplicaban en mi la “ganancia secundaria”;

“Que pecao’ con Luisa, ella no puede correr, mejor que escriba y escriba”, eso fue

tan fuerte que yo me lo creí por un tiempo, viví con el pensamiento de que yo no

podía hacer nada de eso, que mi destino era quedarme tranquila, ser pasiva, etc.

Aquí traigo a colación el tema que trabaja la película “Al frente de la clase”. Al

frente de la clase muestra que las limitaciones no están en la persona que tiene el

síndrome, sino que están afuera. El maestro tiene el síndrome de Tourette y es

consciente de ello, pero también sabe que eso no lo puede limitar, que eso no le

puede impedir llevar una vida “normal” o una vida “común”. Muchas personas que

lo rodean, lo excluyen, dicen que no es normal, que tiene un problema, una

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enfermedad, que para él hay unas actividades establecidas, actividades que va a

poder desarrollar sin tener que preocuparse porque su “enfermedad” afecte o

influya en ello.

Después de mucho tiempo, entendí que es real, las limitaciones las coloca la

sociedad, tengo arritmia, tengo taquicardia, pero soy, bailarina, atleta, vivo en una

loma y soy capaz de alzar cosas bastantes pesadas. Mi condición no me lo

impide, la sociedad sí, pero no me puedo quedar con lo que piensa la sociedad.

Esta experiencia de vida me ayuda a pensarme mi papel como docente, entender

que no debo o no es correcto o mejor, no se tiene que recibir al alumno como un

“huésped”, como el “impedido” o el que no puede hacer las cosas, al contrario, hay

que buscar la manera que de que salgan a flote sus potencialidades y trabajar

desde allí, explotar eso, que sea su forma de “escape” de esa sociedad que los

excluye.

Convertir la escuela o al menos el salón de clase en el lugar de salvación, donde

puedan sentir que son ellos y no la persona que los otros quieren que sea.

Y también como docente debo partir desde el principio de reconocer la existencia

del otro, aceptar que es diferente a mí, pero que eso no lo hace menos que yo.

Porque si no se parte desde ese principio no reconoceré nada en el otro y al final

no querré ser como él y entrara en acción la exclusión. (Alteridad deficiente)

No tengo que ser como el otro quiere que sea, tengo que ser como yo quiero ser.

Yo soy un sujeto que está completo, solo que estoy diseñado de otra manera; no

necesito que otro me complete, porque yo no estoy incompleto.