Testimonio_La Cofradía de La Escucha_ Viú 18 10 2015

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  • 8/16/2019 Testimonio_La Cofradía de La Escucha_ Viú 18 10 2015

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    La cofradía de la escuchaENFRENTAR EL CÁNCER ES UN TRANCE ÍNTIMO, CONFUSO Y SOLITARIO,

    PERO EN EL CAMINO NECESITAMOS UNA RED DE APOYO

    Por Bomba de [email protected]

    diagnosticada con cáncer de cuello uterino.

    Una mujer muy observadora con quien

    coincidí en una de las tantas salas de espera

    que por estos días frecuento. Me abordó

    una mañana diciendo: Usted ya tuvo

    cáncer antes, ¿verdad?. Se percata –o al

    menos eso cree– de que quienes ya hemos

    pasado antes por el trance de esta enfer-

    medad vamos solos a nuestros controles.

    Mientras que ‘los nuevos’ –como ella– van

    acompañados por un familiar o amigo. Esto

    la perturba porque siente que ha venido a

    cambiarles la vida a las personas que más

    quiere. Ahora necesita más de ellos.

    Nos quedamos conversando unos minu-

    tos y compartí con ella algunos episodios

    de mi cáncer anterior. Ella a su vez me contó

    que es madre de una joven de diecinueve

    años. Ambas residen en el extranjero, pero

    su familia vive en el Perú. Con el diagnós-

    tico de cáncer no hay tiempo que perder.

    Así que, mujer práctica, dejó organizada

    a su hija universitaria y se vino a seguir su

    tratamiento acá.Mafe no entiende cómo puede estar

    pasando por esto si apenas cinco meses

    antes había tenido sus chequeos de rutina.

    Está muy preocupada por su hija, pues

    PRIMERAPERSONA

    Esta es la segunda entrega de una serie detextos en primera persona que documentan la

    experiencia de una mujer frente a un desafío.

    uienes tenemos cáncer

    muchas veces sentimos la

    necesidad de hablar, de

    preguntar, de explorar,

    de explotar. Siempre pen-

    samos que el momento

    no es el apropiado: no

    queremos que nuestro

    diagnóstico nos obligue a cancelar viajes

    de trabajo ni opacar la ilusión de dos perso-

    nas entrañables que empiezan a dar forma

    a su proyecto de vida en conjunto. También

    sucumbimos ante la famosa pregunta

    ¿por qué a mí?. Si llevo una vida sana, no

    fumo, periódicamente voy a mis controles y

    no estoy pasando por situaciones de estrés.

    Nos volvemos impacientes y sensibles. Y a

    nuestros familiares más cercanos les pasa

    lo mismo.

    Pensando en quienes quieren compartir

    sus experiencias y no saben con quién

    hacerlo, es que hace dieciocho años –

    cuando me detectaron cáncer por primera

    vez– decidí abrirles mis oídos. Cada vez queme tropezara con un paciente oncológico

    yo estaría ahí. Me propuse dar respuestas

    a sus dudas, aliviar sus miedos, aligerar su

    carga de culpa. Ofrecer este servicio de

    escucha equivale a fundar una ‘cofradía

    unipersonal no inscrita en registros públi-

    cos’, como suelo referirme a ella.

    La ‘Cofradía’ se reactivó hace un par de

    semanas cuando conocí a ‘Mafe’*, paciente

    hace poco más de un año falleció su padre,

    a quien adoraba. Estaba acompañada por

    ella cuando recibió la noticia: tiene cán-

    cer. Mafe recuerda haber girado su cabeza

    para mirarla. Florencia* la toma de la mano

    –con la madurez que refiere la caracteriza–

    y le dice “Mom, everything will be fine”.

    (Todo estará bien).

    A Mafe le gusta definirse como una roca,

    trata de estar bien pese a que tiene días

    fatales, sabe que esta batalla sí la vamos

    a ganar. A fines de noviembre tendrá el

    panorama más claro.

    Le hablé sobre la ‘Cofradía’ y le di mi

    correo y celular. Hace días mantenemos

    una correspondencia epistolar. Somos

    el apoyo uno de la otra. Sabemos que

    para superar la enfermedad tenemos que

    encontrar la unidad de psiquis, espíritu y

    cuerpo. El problema con el cáncer, altera-

    ción que se produce en nuestro cuerpo por

    la transformación de las células de manera

    anormal e incontrolada, es que modifica

    nuestro statu quo y nos obliga a replantearnuestra rutina, cambiar hábitos alimen-

    ticios para tolerar mejor el tratamiento y

    mejorar nuestra actitud para ser más con-

    descendientes con los demás. La enferme-

    dad nos vuelve más emotivos.

    Ese cambio de actividades nos lleva a

    dedicarnos a tiempo exclusivo a ocuparnos

    en darle batalla al cáncer. Abrazamos ESE

    proyecto de vida, pese a las dif icultades que

    conlleva su ejecución. Cada proyecto que

    formamos es un ‘emprendedurismo’ uniper-

    sonal que se enlaza con el otro por el sentido

    de compromiso, experiencias que se com-

    parten o por cofradías de la escucha.

    *Nombres ficticios.

    EL COMERCIO8