Testimonio Sala de Espera_4 Noviembre

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  • 8/16/2019 Testimonio Sala de Espera_4 Noviembre

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    Caminar en los zapatos del cáncerLA INFORMACIÓN RELEVANTE Y OPORTUNA NEUTRALIZA EL ESTRÉS

    Y LA DESCONFIANZA. LA FALTA DE SENSIBILIDAD, LA POTENCIA.

    Por Bomba de [email protected]

    nes) que trajo del extranjero, iba a ser operada

    cuando el tratamiento correcto para ella era

    recibir radio y quimioterapia. El médico le dio

    a entender –luego de que ella insistiera en

    saber por qué no le había solicitado el exa-

    men– que era un tema de costos para el cen-

    tro especializado. Ella podía –y quería– cubrir

    ese gasto pero nadie le preguntó. Esto ocurre

    –y es lo que se percibe– porque mientras los

    auditores médicos suelen velar por la correcta

    administración de los recursos, los médicos

    requieren de exámenes complementarios

    (tipo Pet Scan) para un diagnóstico más acer-

    tado. Este divorcio de visiones crea descon-

    fianza y sobre todo incrementan el estrés. Sin

    duda una variable que los pacientes no pode-

    mos manejar sin el respaldo de la compañía

    empática de los médicos.

    El cirujano oncólogo Raúl Velarde opina que

    el cáncer de mama es diferente de una per-sona a otra y que por lo tanto el tratamiento

    debe ser personalizado. Es cierto que no todos

    los cuerpos son iguales ni reaccionan igual

    ante el mismo protocolo. Recuerdo casi con

    horror los efectos en mi estómago (varias hos-

    pitalizaciones) cuando recibí mi primera qui-

    mioterapia hace dieciocho años. La dosis era

    baja pero igual no la toleraba como sí la tole-

    PRIMERA PERSONA

    Esta es la cuarta entrega de una serie de textos en primera persona que documentan la experiencia

    de una mujer frente a un desafío.

    l cáncer trae consigo una

    serie de obligaciones y

    ocupaciones. Debemos

    replantear nuestra rutina

    para tolerar mejor el tra-

    tamiento y encontrar el

    modo de convertir en

    oportunidad aquellas situaciones y actitudes

    que, de no ser tratadas adecuadamente, con-

    tribuyen a incrementar nuestros niveles de

    estrés. En las tres entregas anteriores mencio-

    naba que cargamos con la ansiedad, la incerti-

    dumbre ante lo desconocido y las miradas de

    desconcierto, sobre todo aquellas cuya fuente

    son propias de nuestra observación interior.

     Trabajamos sin cesar para ganarle la batalla al

    cáncer, pero el enemigo más duro al que

    tenemos que enfrentar es todo aquel que no

    quiere ponerse en el zapato del otro. Todo

    aquel que no quiere –o no sabe cómo– cami-nar en los zapatos del cáncer para acompañar-

    nos mejor.

    Una paciente que se llama Mafe* (nombre

    ficticio) que paga su seguro en el centro

    especializado en el que se atiende y que fue

    diagnosticada con cáncer de cuello uterino,

    me comentaba que de no haber insistido en

    que revisaran el Pet Scan (estudio de imáge-

    raban otros pacientes. Tuve la suerte de pasar

    por esa curva de aprendizaje y transmitirla a

    mi oncólogo actual para tomar las previsiones

    y atenuar los efectos secundarios en este

    nuevo tratamiento. Gracias a ello, hasta ahoracasi no tengo ‘resaca’ de la quimioterapia.

    Otros aspectos que nosotros no podemos

    manejar y que nos estresan son por ejemplo

    los papeleos que tenemos que realizar para

    que las empresas aseguradoras nos cubran

    los medicamentos o exámenes que son

    solicitados por el cuerpo médico avalado por

    dichos sistemas de provisión de servicios,

    el tiempo que nos toma sacar una cita o las

    salas de espera –llenas de ruidos de taladros y

    programas estridentes de televisión– que son

    un ambiente opuesto para uno que aliente la

    vida.

    Con frecuencia se organizan caminatas y

    carreras donde miles de personas se solida-rizan con quienes recorremos el camino del

    cáncer. Pero tal vez hace falta, antes de andar

    tantos kilómetros, probar simplemente andar

    un ratito en nuestros zapatos.

    LUCIANO LOZANO/GETTY IMAGES

    EL COMERCIO8