Testimonio Literario de Yuri Vásquez. Tercera parte.

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13 Arequipa Lunes, 27 de Abril de 2015 CULTURAL 2. DE LA TÉCNICA LITERARIA Y LOS PERSONAJES DE LA NOVELA (Connuación) El otro personaje princi- pal, Mauro Apaza, años atrás también, bajo la seducción no consumada de una Olga mucho mayor que él, sufre la maldición de la raza de no poder ser amado por una mujer disnta y bella. Pero esta maldición que proviene de Olga Zapana, no viene de una mujer de otro estrato social o de otro linaje, de alguien de una apariencia realmente disnta, sino de alguien semejante a Mau- ro Apaza y perteneciente a su misma clase y origen. Es entonces que ambos per- sonajes sintezan el drama existencial histórico de una sociedad que ha internali- zado como uña y carne el prejuicio y la maldición del español al indio, de una aris- tocracia nava, muerta y desaparecida para siempre pero que vive en el indivi- duo como fantasma eterno, adueñadas sin saberlo de sus almas. Los personajes mencio- nados a lo largo de la nove- la llevan consigo marcas o huellas que son las sombras de su propia vida y el eco intangible pero real de un pasado histórico sintezado y hecho sangre. Todos ellos se desenvuelven atenaza- dos por estos condicionan- tes que impiden que vivan realmente. Las relaciones humanas que se enden entre ellos son falsas y apa- rentes y están presididas por lo que llamaremos aquí la Testimonio literario de El nido de la tempestad [III] PARTE FINAL DELTESTIMONIO DE YURI VÁSQUEZ. TEXTO FUE LEÍDO EN AYACUCHO una novela histórica, y antes que una novela totalizadora debe también leerse como una novela existencial. Esto, con respecto a lo primero, porque reproduce una épo- ca crucial del país, finales de los setenta del siglo pasado, en la que se desintegra el poder oligárquico y aparen- temente se abre un nuevo empo en el que pudo fun- darse una nueva República, y en la que pudo solucionarse o al menos enfrentarse sus problemas históricos. No se hizo y se perdió otra oportu- nidad y posibilidad; en cam- bio, dejándose irresuelto el camino de una sociedad en descomposición, se abrieron las puertas para la violen- cia. Es también una novela existencial porque recoge el espíritu esencial de la época, marcada, como ya hemos dicho, por el conflicto de el “ser histórico-individual” peruano del ser y no ser, por la crisis de idendad, que dio lugar a la falta de niveles básicos de convivencia, a la afirmación de una sociedad negándose a sí misma, su cultura andina, su meszaje y su futuro, y en el que el in- dividuo, síntesis de la colec- vidad, fue atravesado dolo- rosamente por el pasado y el presente hosl. Desde los años ochenta a la fecha han pasado muchos años, y las úlmas páginas de la novela describen a un Mauro Apaza que, en medio de la vorágine que vive, se interroga sobre el futuro, so- bre lo que vendrá después. Hoy tenemos otro empo delante de nosotros, al me- nos aparentemente, cuyo violencia social consuetudi- naria o estructural de la crisis de idendad, de la falta de aceptación de su meszaje y su cultura. Si bien es cierto que de uno a otro personaje parecen darse lazos afec- vos, éstos esconden el vacío e imposibilidad de los verda- deros senmientos. Y es que en el centro de sus vidas, de- trás de su yo personal, aga- zapado, casi invisible, respira como un animal nocturno lo que aquí también llamare- mos el “ser histórico”. El “ser histórico” viene a perfilarse en ellos como su relación personal con el pasado de la colecvidad que condiciona sus actos. Maura Apaza, el personaje principal de la no- vela, lleva en su interioridad la huella de ese “ser histó- rico” que no es sino la crisis de la idendad que hace de él un individuo vícma de la maldición de la raza que le profiere su hermanastra Olga, que a su vez represen- ta la maldición del español al aborigen en el escenario de la conquista. Pero el perso- naje Olga no es, como ya se ha señalado, alguien de otro estrato social o de apariencia radicalmente disnta, sino de alguien finalmente igual que él por el origen. Este or - den de cosas muestra el pro- blema de intolerancia y ena- jenación, la imposibilidad de niveles necesarios de con- vivencia, el fracaso terrible de las relaciones humanas que fomentan la violencia social y estructural de cada día. Los personajes se ven arrastrados por esta lógica y cada cual, Mariela Velarde Muñoz, Marco Velarde “El Criollo”, Olga Zapana Men- doza y Mauro Apaza Páu- car viven su propia historia atrapados por esta violencia, siendo así que Mauro Apaza parece encaminarse a fina- les de los años setenta a la violencia que se desatará en el país en los años ochenta, esto de una manera trágica y envuelto por una desespe- ración ontológica que es ma- yor que cierta lucidez que le invade súbitamente y que le hace intuir que el camino que está a punto de seguir no es el camino de su verda- dera liberación como ser so- cial y humano. Sin embargo, de igual modo, la vorágine del mundo y la vida, la fata- lidad de los años ochenta, su “ser histórico” individual, síntesis de la colecvidad pe- ruana, lo arrastra finalmente al caos. 3. DE LA SIGNIFICACIÓN LI- TERARIA DE EL NIDO DE LA TEMPESTAD Finalmente, debo decir que hoy en día El nido de la tempestad, debe, creo, leer- se fundamentalmente como Por: Yuri Vásquez signo disnvo es la migra- ción del campo a las grandes ciudades, de la andinización y cholificación de la costa y la sociedad criolla, a decir de Aníbal Quijano y Maos Mar, precisamente producto de las migraciones y despla- zamientos ocasionados por la violencia y la guerra. Este empo actual que dura casi veinte años es empo de magma y hervor, en el que está en proceso y juego la aceptación de nuestro mes- zaje, fundamentalmente como cultura andina, la su- peración del ser histórico- individual peruano del ser o no ser, del conflicto de iden- dad y culturas que arrastra- mos desde la irrupción del poder y la cultura española y occidental en estas erras andinas. Mauro Apaza termina la novela preguntándose, a fi- nales de los setenta: ¿Qué cosas pasarán en veinte, treinta años en el Perú? ¿Aprovecharemos la opor- tunidad de ahora para sal- tar hacia adelante y ser otro país?... ¿En veinte o treinta años el país connuará per - dido en los fantasmas de la Colonia y sin reconocerse en la maldición del cholo, que es la maldición contra uno mismo? En la medida que estas preguntas se resuel- van en el proceso que hoy vivimos y que todavía será un proceso largo, Mauro Apaza, en todo caso, será un eco lejano de nuestro pasa- do, o acaso una sombra que, pese a muchas cosas buenas logradas, nos siga a nuestras espaldas como un animal in- visible y nocturno.

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Testimonio Literario de Yuri Vásquez. Tercera parte. Texto fue leído en "Miradas Literarias" en Ayacucho el 2014.Libros publicados por el autor: Cortometrajes, El nido de la tempestad, Témpanos y kamikazes.

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13ArequipaLunes, 27 de Abril de 2015CULTURAL

2. DE LA TÉCNICA LITERARIA Y LOS PERSONAJES DE LA NOVELA (Continuación)

El otro personaje princi-pal, Mauro Apaza, años atrás también, bajo la seducción no consumada de una Olga mucho mayor que él, sufre la maldición de la raza de no poder ser amado por una mujer distinta y bella. Pero esta maldición que proviene de Olga Zapana, no viene de una mujer de otro estrato social o de otro linaje, de alguien de una apariencia realmente distinta, sino de alguien semejante a Mau-ro Apaza y perteneciente a su misma clase y origen. Es entonces que ambos per-sonajes sintetizan el drama existencial histórico de una sociedad que ha internali-zado como uña y carne el prejuicio y la maldición del español al indio, de una aris-tocracia nativa, muerta y desaparecida para siempre pero que vive en el indivi-duo como fantasma eterno, adueñadas sin saberlo de sus almas.

Los personajes mencio-nados a lo largo de la nove-la llevan consigo marcas o huellas que son las sombras de su propia vida y el eco intangible pero real de un pasado histórico sintetizado y hecho sangre. Todos ellos se desenvuelven atenaza-dos por estos condicionan-tes que impiden que vivan realmente. Las relaciones humanas que se tienden entre ellos son falsas y apa-rentes y están presididas por lo que llamaremos aquí la

Testimonio literario de El nido de la tempestad [III]

PARTE FINAL DELTESTIMONIO DE YURI VÁSQUEZ. TEXTO FUE LEÍDO EN AYACUCHO

una novela histórica, y antes que una novela totalizadora debe también leerse como una novela existencial. Esto, con respecto a lo primero, porque reproduce una épo-ca crucial del país, finales de los setenta del siglo pasado, en la que se desintegra el poder oligárquico y aparen-temente se abre un nuevo tiempo en el que pudo fun-darse una nueva República, y en la que pudo solucionarse o al menos enfrentarse sus problemas históricos. No se hizo y se perdió otra oportu-nidad y posibilidad; en cam-bio, dejándose irresuelto el camino de una sociedad en descomposición, se abrieron las puertas para la violen-cia. Es también una novela existencial porque recoge el espíritu esencial de la época, marcada, como ya hemos dicho, por el conflicto de el “ser histórico-individual” peruano del ser y no ser, por la crisis de identidad, que dio lugar a la falta de niveles básicos de convivencia, a la afirmación de una sociedad negándose a sí misma, su cultura andina, su mestizaje y su futuro, y en el que el in-dividuo, síntesis de la colec-tividad, fue atravesado dolo-rosamente por el pasado y el presente hostil.

Desde los años ochenta a la fecha han pasado muchos años, y las últimas páginas de la novela describen a un Mauro Apaza que, en medio de la vorágine que vive, se interroga sobre el futuro, so-bre lo que vendrá después.

Hoy tenemos otro tiempo delante de nosotros, al me-nos aparentemente, cuyo

violencia social consuetudi-naria o estructural de la crisis de identidad, de la falta de aceptación de su mestizaje y su cultura. Si bien es cierto que de uno a otro personaje parecen darse lazos afecti-vos, éstos esconden el vacío e imposibilidad de los verda-deros sentimientos. Y es que en el centro de sus vidas, de-trás de su yo personal, aga-zapado, casi invisible, respira como un animal nocturno lo que aquí también llamare-mos el “ser histórico”. El “ser histórico” viene a perfilarse en ellos como su relación personal con el pasado de la colectividad que condiciona sus actos. Maura Apaza, el personaje principal de la no-vela, lleva en su interioridad la huella de ese “ser histó-rico” que no es sino la crisis de la identidad que hace de él un individuo víctima de la maldición de la raza que le profiere su hermanastra Olga, que a su vez represen-ta la maldición del español al aborigen en el escenario de la conquista. Pero el perso-naje Olga no es, como ya se ha señalado, alguien de otro estrato social o de apariencia radicalmente distinta, sino de alguien finalmente igual que él por el origen. Este or-den de cosas muestra el pro-blema de intolerancia y ena-jenación, la imposibilidad de niveles necesarios de con-vivencia, el fracaso terrible de las relaciones humanas que fomentan la violencia social y estructural de cada día. Los personajes se ven arrastrados por esta lógica y cada cual, Mariela Velarde Muñoz, Marco Velarde “El

Criollo”, Olga Zapana Men-doza y Mauro Apaza Páu-car viven su propia historia atrapados por esta violencia, siendo así que Mauro Apaza parece encaminarse a fina-les de los años setenta a la violencia que se desatará en el país en los años ochenta, esto de una manera trágica y envuelto por una desespe-ración ontológica que es ma-yor que cierta lucidez que le invade súbitamente y que le hace intuir que el camino que está a punto de seguir no es el camino de su verda-

dera liberación como ser so-cial y humano. Sin embargo, de igual modo, la vorágine del mundo y la vida, la fata-lidad de los años ochenta, su “ser histórico” individual, síntesis de la colectividad pe-ruana, lo arrastra finalmente al caos.

3. DE LA SIGNIFICACIÓN LI-TERARIA DE EL NIDO DE LA TEMPESTAD

Finalmente, debo decir que hoy en día El nido de la tempestad, debe, creo, leer-se fundamentalmente como

Por: Yuri Vásquez signo distintivo es la migra-ción del campo a las grandes ciudades, de la andinización y cholificación de la costa y la sociedad criolla, a decir de Aníbal Quijano y Mattos Mar, precisamente producto de las migraciones y despla-zamientos ocasionados por la violencia y la guerra. Este tiempo actual que dura casi veinte años es tiempo de magma y hervor, en el que está en proceso y juego la aceptación de nuestro mes-tizaje, fundamentalmente como cultura andina, la su-peración del ser histórico-individual peruano del ser o no ser, del conflicto de iden-tidad y culturas que arrastra-mos desde la irrupción del poder y la cultura española y occidental en estas tierras andinas.

Mauro Apaza termina la novela preguntándose, a fi-nales de los setenta: ¿Qué cosas pasarán en veinte, treinta años en el Perú? ¿Aprovecharemos la opor-tunidad de ahora para sal-tar hacia adelante y ser otro país?... ¿En veinte o treinta años el país continuará per-dido en los fantasmas de la Colonia y sin reconocerse en la maldición del cholo, que es la maldición contra uno mismo? En la medida que estas preguntas se resuel-van en el proceso que hoy vivimos y que todavía será un proceso largo, Mauro Apaza, en todo caso, será un eco lejano de nuestro pasa-do, o acaso una sombra que, pese a muchas cosas buenas logradas, nos siga a nuestras espaldas como un animal in-visible y nocturno.