Testimonio de Catalina Rivas

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  • 7/31/2019 Testimonio de Catalina Rivas

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    Testimonio de Catalina Rivas

    Recib la Santa Eucarista y me puse de rodillas cerca a mi asiento, en ese momento tuvecomo una pantalla dentro de m, una gigante pantalla en la que vi un campo enorme: haba

    lugares verdes, pequeas lomas con plantas, arboledas, un lago muy grande... Era un lugardefinitivamente precioso.

    Pero en medio de todo este campo haba como una gran parcela que no estaba trabajada, sevea fea, toda llena de espinas y tierra, algo que se desdeca con aquel mgico paisaje.

    All, en medio de todas esas espinas haba una pequea oveja blanca, de la que no se podaver mucho la piel porque estaba llena de sangre. Tena muchas heridas en las patitas, en elcuerpo y lloraba incesante y dolorosamente. Intentaba salir de all pero no poda, caminaba

    dos pasos y las espinas comenzaban a crecer y a lastimarla ms.El cielo estaba oscuro en ese lugar, haba muchos nubarrones, tronaban los rayos y unviento sucio haca ms fea la escena y asustaba ms al pequeo animal.

    De pronto vi una mujer de espaldas a m, vestida de azul y con un velo muy blanco y supe enseguida que era la Santsima Virgen. Ella extenda las manos y llamaba a la ovejita para que

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    se acercase, pero la ovejita asustada intentaba salir por otro lado, y puesto que las espinascrecan rpidamente, se iba alejando ms y ms, como tratando de escapar de las espinas ya la vez de las manos que la llamaban. Era tanto su miedo que no saba hacia donde correr,resbalaba, se caa y se le abra nuevamente la carne en sangrantes heridas.

    Por un momento la Virgen se dio la vuelta y pude ver su perfil, tan hermoso y tan dulce.Mir hacia un punto lejano, como tratando de buscar a alguien con la mirada y desapareci.

    Al momento apareci ante mis ojos un hombre alto y fuerte, vestido con una brillantetnica de color blanco perlado. Calzaba sandalias y tena un bastn alto. El cabello castaooscuro le caa un poco sobre los hombros; los brazos y la parte del cuello que se alcazaba aver cuando el viento le levantaba el pelo, mostraban su piel bronceada. Tena los brazosfuertes, de persona trabajadora.

    Mi corazn iba a saltar de emocin: era Jess, quien sin pensarlo siquiera, se meti entrelas espinas. Unas tres o cuatro veces, golpe las espinas altas con su bastn e hizo saltarlas plantas. Sin embargo, las dems espinas rompan tambin su piel, desgarraban su tnica,que se enganchaba entre ellas, pero a l pareca no importarle que se desgarrara su ropa, nique las espinas lastimasen Su piel.

    Se apresuraba en entrar y vi cmo la sangre saltaba de sus pies, tobillos y piernas,salpicando la tierra por donde pasaba. La ovejita se meta ms y ms hacia otra maraa deespinas, ya era prcticamente una mancha de sangre cuando Jess se agach, la tom entre

    Sus brazos y comenz a salir del campo. Ya ni se fijaba en las espinas que parecan atacarlo,lacerando su piel. El nico objeto de Su atencin era el animalito que llevaba en Sus brazos.

    Sali de aquel campo caminando hacia un lugar donde yo poda verlo de frente. l estaballorando, juntamente con la ovejita. Ella temblaba entre Sus brazos, que estaban tindosede sangre, y lo miraba como buscando Su consuelo. Jess la apretaba contra Su pecho.

    De pronto l mir hacia el Cielo, su gesto se endureci un poco por instantes, el tiemposuficiente para que desaparecieran velozmente todas las nubes oscuras y comenzara a salirel sol. Sus ojos estaban llenos de lgrimas, que corran por sus mejillas.

    Jess comenz a besar a la ovejita y all, donde caa cada una de sus lgrimas, o donde lbesaba, de golpe se cerraban las heridas del pequeo animal y apareca la blanca lana.

    Eran tan grandes la ternura y el Amor de Jess que pareca que aquel animalito fuese todolo que l posea. Lleg un momento en que besaba la cabecita de la oveja, ella lama Su mano

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    mientras las lgrimas de ambos se entremezclaban, y al tiempo que lloraban juntos, Jesssonrea y la ovejita emita un dbil balido.

    Un momento despus vi a Jess caminando con pasos lentos, como esperando a su pequeacompaera. Su porte era altivo. Pese a la sencillez de Su vestir, era majestuoso como unRey y la ovejita feliz, con la cabeza muy levantada, sanita, corra detrs de l, balando yams vigorosamente, lamindole la punta de los dedos de la mano, de cuando en cuando. Pormomentos l le acariciaba la cabecita, correspondiendo a su ternura.

    Como en imgenes sucesivas, vi despus a Jess sentado sobre una roca, l hablaba, y laovejita sentada sobre sus dos patas traseras, como se sientan los perros, lo escuchabaatenta. De cuando en cuando, l tomaba la cabeza de ella entre Sus manos y la besabariendo. Luego era ella la que lama los pies de Jess y las heridas del Seor se sanaban.Todas las heridas se vieron as cerradas, y hasta la tnica de Jess pareca nueva.

    Ya no quedaban rastros de tanta sangre y tanto dolor. Era una escena muy bella, ya nohaba nubes, el sol brillaba con unas luces doradas sobre la cabeza del Pastor, corra unabrisa fresca que haca mover Su cabello y l sonrea.

    Se oy otro balido lastimero y vi a Jess caminando presuroso nuevamente hacia el campode espinas. Su semblante reflejaba entre tristeza y preocupacin; nuevamente seencaminaba en bsqueda de otra ovejita, pero esta vez la que ya estaba sana se adelant alSeor y corri a buscar a la que ahora gema.

    Como si fuera una experta, entr por los senderos ms escarpados. Se lastimaba, s, peroera como si no le importara o no le doliera mucho, porque corra, buscaba a su compaera yla guiaba hacia donde estaba el Seor, a los brazos fuertes y seguros de Jess

    En ese momento la voz del Sacerdote me volvi a la celebracin cuando dijo: OremosMir en torno mo a toda aquella gente, con mucha pena de que tan hermosa visin hubieraterminado. Tena el rostro cubierto de lgrimas y todava se me escapaba algn sollozo.Entonces me habl Jess, que dulcemente me dijo as: Ah tienes el tema, relata as tuconversin, porque esa primera ovejita eres t.