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1 TERCER SECTOR Y PROVISIÓN DE SERVICIOS SOCIALES, LA NECESIDAD DE UN “CAMPO” DE COMPRENSIÓN. _______________________________________________________________ Abordar adecuadamente este tema exige plantearle en un marco de conocimiento para que seamos capaces de desentrañarle. De lo contrario no pasaríamos de una reflexión genérica que le dejaría en un nivel puramente conceptual. A ello quiere contribuir esta intervención. Para ello que se van a plantear dos partes. La primera de contextualización para poder captar lo que atañen al TSAS los procesos de cambio en que nos encontramos. Y una segunda parte en la que ya tomaremos directamente en cuenta los retos que esos cambios plantean al TSAS así como las funciones que desarrolla. Iª PARTE. LOS ESCENARIOS DEL CAMBIO DEL MODELO SOCIAL. Sin tener presentes los cambios que en nuestra sociedad se están produciendo, parece un asunto arriesgado poder plantear la relación TSAS y provisión de servicios. Por ello, lo primero que necesitamos es tomar conciencia de ello planteando dos escenarios. Un primer escenario referido al cambio en el ámbito institucional de gestión del bienestar, y uno segundo referido a la toma de conciencia de las paradojas de una sociedad vulnerable y excluyente. 1.- CRISIS O CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO PROYECTO SOCIAL. 1.- El contexto conforma y forma parte del texto. “El contexto re-traduce el texto”. Lo primero de lo que conviene tomar conciencia de la denominada crisis es que no es tal crisis. Al menos no es una crisis entendida como suele ser habitual, como una crisis del ciclo económico, sino que estamos en presencia de un cambio de época, de ciclo histórico, y eso es cada vez más patente, y no sólo en el desarrollo de los estados de bienestar en cuanto a sus prestaciones, sino en algo más profundo pues afecta a la construcción de los derechos sociales. El Sector Social debe afrontar un verdadero cambio de época después de varias décadas de crecimiento continuado del TSAS al amparo de la relación con la administración pública.

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TERCER SECTOR Y PROVISIÓN DE SERVICIOS SOCIALES, LA NECESIDAD DE UN “CAMPO” DE COMPRENSIÓN. _______________________________________________________________ Abordar adecuadamente este tema exige plantearle en un marco de conocimiento para que seamos capaces de desentrañarle. De lo contrario no pasaríamos de una reflexión genérica que le dejaría en un nivel puramente conceptual. A ello quiere contribuir esta intervención. Para ello que se van a plantear dos partes. La primera de contextualización para poder captar lo que atañen al TSAS los procesos de cambio en que nos encontramos. Y una segunda parte en la que ya tomaremos directamente en cuenta los retos que esos cambios plantean al TSAS así como las funciones que desarrolla.

Iª PARTE.

LOS ESCENARIOS DEL CAMBIO DEL MODELO SOCIAL. Sin tener presentes los cambios que en nuestra sociedad se están produciendo, parece un asunto arriesgado poder plantear la relación TSAS y provisión de servicios. Por ello, lo primero que necesitamos es tomar conciencia de ello planteando dos escenarios. Un primer escenario referido al cambio en el ámbito institucional de gestión del bienestar, y uno segundo referido a la toma de conciencia de las paradojas de una sociedad vulnerable y excluyente. 1.- CRISIS O CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO PROYECTO SOCIAL. 1.- El contexto conforma y forma parte del texto. “El contexto re-traduce el texto”. Lo primero de lo que conviene tomar conciencia de la denominada crisis es que no es tal crisis. Al menos no es una crisis entendida como suele ser habitual, como una crisis del ciclo económico, sino que estamos en presencia de un cambio de época, de ciclo histórico, y eso es cada vez más patente, y no sólo en el desarrollo de los estados de bienestar en cuanto a sus prestaciones, sino en algo más profundo pues afecta a la construcción de los derechos sociales. El Sector Social debe afrontar un verdadero cambio de época después de varias décadas de crecimiento continuado del TSAS al amparo de la relación con la administración pública.

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Esto hace más urgente la pregunta de si el TSAS tiene una reacción acorde a una crisis que ha trastocado la propia dimensión cívica de las entidades sociales como parte de la politeya, porque lo que se está jugando en estos momentos es más que los recortes. No debemos olvidar que el deterioro del clima social o crisis de legitimidad de los estados de bienestar se produce a partir de los años 80, debido sobre todo a la puesta en cuestión de la fiscalidad necesaria para darles soporte. Cuestión de presente acorde al enfoque de lo público atravesado por la concepción neoliberal, que ha ido cuestionando la función de lo público y la legitimación de lo privado que empezó a funcionar como modelo de referencia de lo público bajo el paradigma de sospecha de lo colectivo, y se hacían notar cada vez más los efectos de un modelo que gira al individuo desligado de lo social. Todo ello se reforzaba, además por la opinión presentada como evidencia de que el Estado no resolvía las demandas que de forma individual, y cada vez más de forma corporativa, se planteaban. De ahí que el estado de bienestar inicia un proceso de reestructuración. Sin hacer una historia ni un análisis de la ante crisis, la crisis y la postcrisis, lo relevante, lo realmente importante, son los cambios en la filosofía del modelo de derechos sociales, que empiezan a sufrir tanto un retroceso o contención material como sobre todo un retroceso institucional e ideológico al hacer entrar en acción un abstracto principio de responsabilidad individual (que en la actualidad se manifiesta a través de los copagos, exigencias suplementarias, activación, entre otros mecanismos), cuya plasmación deteriora y condiciona la accesibilidad de los colectivos vulnerables al Estado de Bienestar, si bien la crisis actual extenderá también dicho deterioro al conjunto de las clases trabajadoras y medias. Se trata de una vía de sustitución selectiva y progresiva de los riesgos sociales en riesgos individuales que supera la capacidad de respuesta económica e institucional de las organizaciones del TSAS que han entrado en un nuevo período histórico en el que tienen que hacer frente no solo a los efectos sociales de los recortes del gasto social que afectan a los colectivos vulnerables a quienes representan, sino también a las propias organizaciones, a su sostenibilidad económica e institucional. Así pues, podemos dudar fundamente de si estamos en crisis, o en un proceso de un nuevo proyecto social. Y es decisivo que el TSAS se lo plantee pues tiene consecuencias decisivas. ¿Hacia dónde apunta el actual proceso? Comparto la tesis de Gregorio Rodríguez Cabrero de que asistimos al final del consenso sobre el modelo dominante de orden social y económico regido por lo que se suele denominar como modelo transaccional socialdemócrata, con el que se refiere al consenso de postguerra en torno a la articulación entre keynesianismo y fordismo bajo la regulación del Estado de Bienestar 1. Se está imponiendo un modelo que conlleva el retroceso de los derechos sociales y limitaciones intensas en el desarrollo del Estado de Bienestar. Y entre los debates clave del nuevo modelo, quizás el central, es: 1. cómo debe ser la gestión de los riesgos de la existencia social (individual o colectiva); 2. cómo se deben financiar los riesgos (mediante capitalización o reparto), y 3. con qué instituciones deben gestionarse (públicas o privadas).

1 Cfr. nº 23 de la “Revista Española del Tercer Sector” sobre el impacto de la crisis en el TSAS.

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Éste es un debate central para el TSAS pues, en la medida en que el modelo del estado de bienestar se basaba en el predominio de la gestión colectiva de los riesgos sociales, eso le permitía actuar de manera complementaria con la acción pública en los ámbitos de prevención de riesgos y atención particular a colectivos en situación de exclusión o riesgo. Por el contrario, un modelo de gestión individual obliga al TSAS a actual de manera supletoria y asistencial sin garantía de avances en inclusión social bajo un Estado de naturaleza asistencial y residual. 2.- ¿Cuál es la pregunta para el TSAS en este proceso en marcha? La pregunta evidentemente es compleja, pero tiene un vector dominante, y es que la crisis estructural plantea abiertamente la crisis de sostenibilidad del sector en un contexto de mayor exclusión social. Hacer frente a esta pregunta necesita que el TSAS resuelva una inercia que le es asidua, pues tiene una cierta dificultad para dar respuestas estratégicas, ya que sus reacciones tienden a ser sobre todo de tipo operativo. Dar respuesta a esta pregunta exige afrontar el cambio de época que vivimos y eso requiere un enfoque de cambio estratégico transversal que va más allá de la suma de cambios operativos. Porque no hay que entender la pregunta por su “sostenibilidad” referida a las dificultades de financiación del TSAS que, existir, existen. Sino, sobre todo a la sostenibilidad institucional o capacidad del sector para ser un agente central en el desarrollo de un nuevo modelo social; es decir, la capacidad para movilizar a la población en defensa de los derechos sociales y el impulso renovado de la participación cívica que ha sido anticipado por los nuevos movimientos sociales (p.e., 15M, Plataforma de Afectados por la Hipoteca, entre otros). Porque la respuesta a las necesidades es insuficiente según las propias estrategias del TSAS, si no van acompañadas de acciones en el ámbito de la reivindicación de derechos y en la promoción de la participación social, que son base de la reconstrucción de la reciprocidad social y de la redistribución pública de recursos. Así pues, el “contexto” de cambio del propio modelo social, y el “texto” que debe escribir el propio TSAS se ha unificado, pues ha puesto encima de la mesa del sector: 1. que el TSAS como un actor social y político debe tener “la incidencia necesaria” en la garantía de los derechos sociales; 2. debe realizar su acción como promoción de la participación social que es la base de la reconstrucción de la reciprocidad social y de la redistribución pública de recursos; 3. debe tomar conciencia de que la crisis estructural plantea abiertamente la crisis de sostenibilidad del sector si no retoma la lógica de “generar sociedad”.

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2.- EL TSAS SE DEFINE Y REAL-(H)-IZA (SE HACE REAL) EN LA CONFRONTACIÓN CON LAS PARADOJAS DE UNA SOCIEDAD EXCLUYENTE. LA PREGUNTA POR EL SENTIDO MODIFICA EL SENTIDO DE LA PREGUNTA Y “CONFIGURA LA RESPUESTA CON SENTIDO”. En esta dinámica texto/contexto podemos bucear las preguntas, los interrogantes, del TSAS. Y son preguntas e interrogantes internos/externos al Sector que deben ser evaluados desde la búsqueda de sentido del propio TSAS. Pero no podemos quedarnos solo en ellas pues corremos el riesgo de acabar quedándonos en un debate con algo exterior al TSAS como es la deriva institucional del bienestar sin plantear su propio sentido desde lo que le constituye y realiza –le hace real-, o sea, desde su propia acción. Hay, pues, que abordar lo que da razón de lo que el TSAS “es”. Y esto no como una definición, pues el Sector y las entidades que lo conforman tienen sus propias definiciones y su propia autocomprensión. Se trata de llegar a la posición que el TSAS adopta ante su propio objeto de acción, a la actuación que realiza ante las necesidades y paradojas de la realidad, a los recursos que activa ante esos retos; en definitiva, a cómo realiza su acción, pues todo ello le conforma (y le define) más allá de los discursos, configurándole en sus coherencias y en sus disonancias. Para ello se van a formular una serie de paradojas que nos pueden y deben llevar a lo más profundo de lo que plantean, pues suponen una confrontación con las paradojas de una sociedad excluyente. Se intenta llegar a las estructuras lógicas del TSAS desde las paradojas que se le presentan en su propia acción cuya resolución configura su realidad. Se trata de captar el sentido y el significado de esa realidad descubriéndolo en la forma en que se resuelven esas paradojas, pues precisamente en el cómo de ese proceso es en el que se puede encontrar el significado, o sea, “el ser que es” el TSAS. Y sin pretender ser una búsqueda absoluta, pues como toda búsqueda es limitada, nos pueden servir estas cinco paradojas que, por necesidad de no ser una exposición inacabable, se van a formular de forma telegráfica: 1ª paradoja.- La centralidad del margen y de la periferia: la necesidad de des-centrarnos para encontrar la brújula. * la periferia en que están las personas que quedan al margen; pero siendo (o debiendo ser) las personas el centro. * la marginalidad de las políticas; pero la centralidad de las decisiones que se toman, sus efectos y consecuencias, y el modelo que imponen. * la periferia en que se suele colocar al TSAS y la insignificancia que le asigna al pretender que su rol sea simplemente paliativo; pero la centralidad de lo que hace en esa periferia, una periferia habitada de iniciativas que están surgiendo.

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* la periferia en que se ubica a los considerados marginales, a los que han sido desechados, a los que no cuentan; pero la centralidad de las conexiones ocultas que existen y que deberían ser patentes y estructuradoras de una nueva sociedad, y de un nuevo tejido societal, y de un nuevo sentido de ser sociedad. Y eso, qué significa: “lo que sentimos e inteligimos”. - hacerse cargo de la realidad para liderar la sociedad supone ocupar un lugar social determinado que otorgue una visión diversa y diferente en la defensa de la fragilidad humana. Quiera o no, el TSAS será un tipo de entidad social, de tejido social, según se ubique en esa paradoja y en ese “cómo somos” que define lo que es pues define su lógica y lugar social según su estar al lado de las “víctimas”; cercanía y proximidad -projimidad- serán los dos vectores de su lógica. - su ser, y su liderazgo, vendrá dado por la capacidad que tenga de caminar junto a las personas excluidas, de los esfuerzos por constituir nuevos marcos de acción colectiva con las personas excluidas y de la radicalidad en la defensa de los derechos y deberes de los más débiles; - el TSAS debe convertir la reciprocidad en objeto de su actuación promoviendo nuevos marcos de acción que contribuyan a expresiones sociales y organizativas de formas de sociedad que devuelvan la autonomía a las personas y a los grupos humanos, y que obliga a reforzar la capacidad de vínculo del TSAS con los tejidos locales y a buscar su espacio en las redes y plataformas, así como a acompañar las iniciativas sociales, formales-informales, vecinales y comunitarias, alternativas y de apoyo, conectándolas con los procesos de intervención, y a aprehender-se en lo comunitario. 2ª paradoja.- La invisibilización de lo abundante. * lo paradójico es que un bien solo es considerado como tal por la ciencia económica cuando es escaso, no cuando es abundante. Y es entonces cuando se le cuantifica y se le da “peso y medida”, valorado desde su precio económico, haciendo invisible lo que es más visible, lo que es más abundante. * por eso la paradoja, pues en la periferia también existen bienes abundantes que deben sujetarse a esta ley económica que no hace visible lo abundante 2 porque solo se contabiliza y se da valor a lo cuantificado y cuantificable, y se olvida lo cualitativo y relacional, dejando todo reducido a la escasez de los recursos “económicos” destinados a las situaciones periféricas.

2 “En vez de utilizar sus recursos técnicos y materiales, que habían experimentado un incremento

extraordinario, para construir una ciudad maravillosa, los hombres del siglo XIX construyeron suburbios

deprimentes[ …] [que] según los criterios de la empresa privada eran “rentables”, mientras que la ciudad

maravillosa, pensaban, habría sido una extravagancia que, en la estúpida jerga de la moda financiera,

habría “hipotecado el futuro” … La misma regla de cálculo económico autodestructivo gobierna todos los

ámbitos de la vida. Destruimos la belleza del paisaje porque los esplendores de la naturaleza, de los que

nadie se ha apropiado, carecen de valor económico. Seríamos capaces de apagar el sol y las estrellas

porque no dan dividendos”. John Maynard Keynes, citado por Tony Judt en “Algo va mal”. Editorial

Taurus. Madrid 2011, ps.151-152.

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* por lo que esta paradoja se extiende a la pregunta de ¿qué es contabilizar?, ¿qué es medir? Pues estamos en una sociedad en que todo es medido para dar un valor que queda reducido a lo económico de modo que solo queda reducido a lo que se cuantifica como beneficio monetario, incluso si es social 3. Y esto invisibiliza la abundancia de bienes relacionales, de bienes comunes, de sinergias positivas Y eso, qué significa: “lo que sentimos e inteligimos”. - que hay que cambiar el concepto de lo que debe ser considerado recurso y de lo que es medir y contabilizar cuando no todo es reductible a cuantificación económica. - que son otros métodos e indicadores los que deben contabilizar los bienes relacionales, los intangibles sociales sin los que no habría sociedad. - que, y esto es muy relevante, resolver esta paradoja supone considerar como inversión lo que ha sido demonizado como gasto. - que debe ser prioritario reconsiderar el tiempo, el espacio, la inversión, los recursos, los bienes, los servicios, etc., pues con ellos se prioriza y contabiliza, o mejor, se da cuenta del propio el proceso de personalización (y de promoción, y de cambio, y de transformación). 3ª paradoja.- La profundidad de lo cercano. * lo cercano es lo que vemos (gente pobre), los “sin”, los humillados, los insignificantes (y, junto con ellos, el no-futuro, la transmisión de ese status, el rol que les adjudican), los impotentes; pero también está la profundidad de lo que no se ve en lo cercano, las potencialidades y capacidades de las personas, grupos, territorios. * lo cercano es cómo quedan descalificadas esas personas; pero en su profundidad eso significa que hay que desvelar cómo se buscan argumentos para negar el derecho de las personas, aún a pesar de eso tiene como anverso la afirmación de la dignidad como supuesto no negociable que modifica el orden de los factores. Y eso, qué significa: “lo que sentimos e inteligimos”. - que el TSAS está colocado ante la ineludible reinvención de la solidaridad, pues tiene obligación moral de devolver como don lo que en la sociedad algunos se apropian como privilegio, encontrando el sentido de no-sociedad de lo que en realidad son privilegios, enriquecimiento, dualización, polarización.

3 “Hay algo profundamente erróneo en la forma en que vivimos hoy. Durante treinta años hemos hecho

una virtud de la búsqueda del beneficio material: de hecho, esta búsqueda es todo lo que queda de nuestro

sentido de un propósito colectivo. Sabemos qué cuestan las cosas, pero no tenemos idea de lo que valen”.

Tony Judt, ibid. p. 17.

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- que la dignidad no se afirma ni se la hace viable cuando se pretende ejercer de forma individual, porque “el pobre sólo” es sólo pobre, ya que sólo el “pobre vinculado”, que ejerce su vinculación como un activo social, (el pobre organizado si no se entiende de forma reductiva y simple), resurge como ciudadano. - que debe hacer valer la potencia de los impotentes, no como ejercicio del poder sino como realización de las potencialidades y capacidades, de un nuevo sentido y entendimiento de las necesidades, y de la dignidad personal y comunitaria. 4ª paradoja.- La claridad de lo oscuro. * el recorte de los derechos se suele plantear de modo que aparezca como propuesta para su garantía, ¡gran paradoja!, porque se dice que es para hacer viables los sistemas sociales que deben garantizarlos, cuando lo que es claro es que el derecho o es pleno o deja de existir, y no puede quedar oscurecido que se están suprimiendo. * la reducción de prestaciones no produce tanto la rebaja de la función del bienestar mientras se retoma el crecimiento (que se nos propone como algo evidente), cuanto la negación de la justicia social como una apuesta colectiva de sociedad, haciendo aparecer el paso a la privatización del vivir social como lo deseable. Y eso, qué significa: “lo que sentimos e inteligimos”. - que hay que restaurar los vínculos, las relaciones que nos aúnan en un proyecto de responsabilidad y acción colectiva, frente a la agresividad, la ruptura que se ha instalado como propuesta social y rompe la relación social. - que hay que reinventar el estado de bienestar hace imperativo reconstruir la relación de reciprocidad que es la constituyente del sentido profundo del TSAS. - que hay que exigir la relación de redistribución dando dimensión estructural al compartir los bienes y recursos. - que hace imperativo ser agentes, actores y autores de la propuesta de un nuevo pacto por un nuevo modelo social. 5ª paradoja.- La transcendencia de lo intrascedente. * lo que parece intrascendente es que partimos de la singularidad de cada situación; pero lo trascendente es que en ello encontramos, debemos encontrar, la transversalidad de lo que atraviesa a las diferentes situaciones, lo común que nos constituye como sociedad. * lo que parece intrascendente es situarnos en el contexto y en el texto de las condiciones de vida de las personas excluidas; pero es el lugar adecuado para

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transcender lo particular de cada situación desde el reconocimiento de la dignidad de las personas que dignifique al sujeto ninguneado. * lo que parece intrascendente es realizar un proceso y unos itinerarios personales y personalizados, porque actuar significa solidaridad desde el lugar de los que son considerados inservibles, desde lo que la sociedad niega; pero lo trascendente es que eso exige y nos exige profundos cambios culturales, sociales y estructurales. * lo que parece intranscendente es el acompañamiento social como la clave angular del método de acción, y que solo es viable desde la projimidad, desde la reciprocidad; pero que no se agota en lo inmediato sino que exige trascenderse en la ‘recreación del sujeto y del tejido social’ y no se agota en la vigencia de la pobreza y la exclusión como una cuestión de una pura dimensión individual. Y eso, qué significa: “lo que sentimos e inteligimos”. - que hay que replantear la acción contra la pobreza y la exclusión, pues los proyectos de trabajo no serán tales si no realizan modelos indicadores de nuevas formas, de nuevas posibilidades de relaciones humanas no excluyentes. - que lo fundamental es reforzar la potencia relacional 4, construir entornos relacionales ya que el sentido aparece en la contribución a la creación de sociedad y a la constitución de comunidad / comunidades desde lo cotidiano de la acción. - que el valor de lo común forma parte de nuestra identidad que no niega la singularidad pero sí el individualismo y se realiza a través de “acciones que constituyen ‘proyectos alternativos’ desde las propias situaciones de pobreza y exclusión social”.

6.- Qué nos dicen estas paradojas y significados. El TSAS tiene por delante un reto sustantivo, un reto que tiene que ver con su sentido y razón de ser como tal, que no es hacer de suplente de nadie sino ser una realidad con sentido propio y en ello se juega su propia sostenibilidad. Lo que, por otra parte, es coherente con la realización de su Misión que incluye su compromiso con un modelo social que pone en el centro la cohesión y la inclusión social, e implica “transformar” lo que en el actual modelo social va en dirección opuesta. Y si ésta es una cuestión sustantiva al TSAS, su propia autocrítica sobre el rol que está jugando en estos momentos abre la cuestión de si no se ha quedado relegado a un segundo plano la misión fundamental del TSAS de ser generador de procesos de cambio social, y no quedar reducido a un modelo de prestador de servicios.

4 Cfr. ponencia de Imanol Zubero en La Convención del Tercer Sector, organizada por la Plataforma del

Tercer Sector. Madrid, 25 de octubre de 2016, documento en mimeo.

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IIª PARTE

¿QUÉ RETOS DEBE AFRONTAR EL TSAS? LAS FUNCIONES DEL TSAS Pues bien, dada la contextualización que hemos realizado, se plantean diversos retos e interrogantes al TSAS en el ineludible proceso de organización / desorganización / reorganización que el cambio en el contexto plantea. Porque la sostenibilidad del TSAAS no vendrá de la garantía en la obtención de recursos como sinónimo de superación de su crisis de sostenibilidad, sino sobre todo de aquel tipo de acciones y políticas que profundicen la relación del TSAS con su ámbito natural, la sociedad civil, y que aseguren su sostenibilidad social, y ello como cumplimiento de su Misión. . Por tanto, tendrá que profundizar su relación con su ámbito natural, la sociedad civil, ante la cual deberá preguntar y responderse cuál es su función cívico-política por una parte, y su función social por otra. “La pregunta por lo que el TSAS es, se configura en la respuesta de cómo es”. Y a ello quieren contribuir las siguientes reflexiones. 3.- SER UN SUJETO CON SENTIDO Y RAZÓN DE SER PROPIOS. SU FUNCIÓN CÍVICO-POLÍTICA. El TSAS tiene por delante un reto sustantivo, un reto que tiene que ver con su sentido y razón de ser como tal, que no es hacer de suplente de nadie sino ser una institución con sentido propio y en ello se juega su propia sostenibilidad. Para lo que debe resolver los siguientes retos 1.- Redefinir sus funciones en relación a los regímenes de bienestar. Como consecuencia de los cambios estratégicos que se están produciendo en el contexto de los regímenes de bienestar, el TSAS se está viendo obligado a redefinir sus formas de colaboración con el Estado a la vez que volver la mirada hacia la sociedad civil de la que ha surgido. Un giro que no implica la pérdida de complementariedad con el Estado, pero sí un reforzamiento de la naturaleza del TSAS como eje de defensa de los derechos sociales y promotor de la democracia participativa ya que el debilitamiento del Estado de Bienestar conlleva también el debilitamiento de la democracia, del mismo modo que la multiplicación de inseguridades en el seno de la sociedad civil y el deterioro del espacio de la reciprocidad cuestiona el papel del Estado como gestor de riesgos colectivos y mediador en la forja de una razón común.

Pero no se debe olvidar que eso también cuestiona el papel del TSAS, pues la mera prestación de servicios no significa por sí misma ni la participación de la sociedad, ni de las personas afectadas, en el afrontamiento colectivo de esos riesgos, en la construcción de un nuevo concepto y una nueva praxis de la solidaridad social.

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2.- El TSAS como actor de las políticas sociales. El TSAS ha de ser actor e interlocutor clave ante cualquier política social, y esto no se reduce a la mera consulta puntual en la fase de planificación, sino que implica un flujo de comunicación y participación permanente en todo el proceso de desarrollo de la misma. Por ello el TSAS debe poner encima de la agenda la necesidad de no ser considerado simplemente como actor instrumental, que colabora subsidiariamente en el desarrollo de determinadas funciones. Una concepción de lo público como el bien común, es decir, como lo que es asunto de todos, está vinculada a una idea dinámica de ciudadanía, orientada a la participación en los asuntos públicos, donde reside la verdadera cuota de poder social de los individuos y los grupos sociales.

Por ello el TSAS es un actor político no porque actúe con otros actores en la provisión del bienestar, ni solamente porque entre en relación con las Administraciones públicas, sino porque el TSAS además de jugar un papel imprescindible en la producción y distribución del bienestar en nuestra sociedad, promueve y ejerce la experimentación de la participación democrática; en consecuencia, ha de compartir un espacio público en el que contribuye al interés general y el bien común, a través de la participación de las personas y del desarrollo del compromiso solidario. Su contribución al bien común se manifiesta identificando y dando respuesta a nuevas necesidades sociales, favoreciendo con ello la democracia participativa y creando canales para el compromiso altruista de los ciudadanos, así como de reivindicaciones sociales a favor de los grupos vulnerables.

3.- Qué es dar respuesta hoy a las necesidades sociales. En una situación de crisis dar respuesta a las necesidades de la sociedad no se puede reducir a la gestión de servicios.

Si nos atenemos a las teorías de las necesidades humanas, las necesidades son pocas, fácilmente identificables y universales para todos los seres humanos independientemente del contexto histórico, la cultura o el lugar donde se inserten. Lo que varía es el procedimiento, la forma y el medio para satisfacer esa necesidad en cada periodo histórico, cultura y contexto de desarrollo sociocultural que permite alcanzar una determinada calidad de vida, que en este planteamiento se denomina como “satisfactores”. Los satisfactores pueden ser de muy distinta naturaleza: desde satisfactores destructores o violadores, que al ser aplicados con la intención de satisfacer una determinada necesidad, terminan afectando negativamente en la satisfacción de esa u otras necesidades para nosotros mismos o para otros sujetos; hasta satisfactores sinérgicos, donde el procedimiento a través del cual se satisface una determinada necesidad estimula y contribuye a la satisfacción de otras necesidades para uno mismo y para otros sujetos en el presente y/o en el futuro. Esto plantea una reciprocidad sinérgica entre las necesidades, pues conforman un sistema complejo donde todas las necesidades se encuentran profundamente interrelacionadas.

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Teniendo presente este enfoque de las necesidades5, y particularmente el desarrollado por los autores del Desarrollo a Escala Humana (DEH), el sistema de necesidades combina categorías axiológicas (nueve necesidades: subsistencia, protección, afecto, comprensión, participación, creación, ocio, identidad y libertad) con categorías existenciales (ser, tener, hacer, estar). Todas ellas las podríamos considerar también como derechos humanos, y cada una de ellas, si es satisfecha a través de satisfactores sinérgicos, contribuye transversalmente a la adecuada satisfacción de las demás. Así cualquiera de las demás necesidades, como el afecto y la protección, por ejemplo, no se podrán satisfacer adecuadamente, si no se desarrolla el sistema de necesidades como un conjunto interrelacionado, como un todo.

Es verdad que hoy en día es necesaria una acción real en el ámbito de las necesidades básicas para la vida. Otra cuestión es que todo el universo de la intervención se agote en la mera ayuda, o que los modos de atención sean indignos y sólo veamos en las personas sus carencias y no sus capacidades, ya que una necesidad no es sólo carencia sino también potencialidad. Quedarse en la carencia es dar un giro asistencial, por lo que el TSAS necesita una reflexión para no acabar negando la realidad de la carencia ni enalteciendo la mera ayuda material. Por ello, junto a la gestión de servicios, el TSAS debe desarrollar otro tipo de acciones: intermediación, ampliar la economía social alternativa, procesos de largo recorrido, etc. Pero lo que sobre todo el TSAS debe hacer hoy, en este cambio de época, es desarrollar la innovación social en el desarrollo de servicios de interés general.

Es en el campo de innovación donde el TSAS tiene acumulado un importante conocimiento social, sobre todo en el acompañamiento social en los procesos sociales, en la gestión local de proyectos, en la capacidad de transversalidad de sus acciones e incluso en el desarrollo de formas de colaboración con la empresa mercantil desde la reserva de su autonomía. El potencial de experimentación social del TSAS es una herramienta importante de producción de bienestar.

4.- Diferenciación del valor añadido en el diseño de las políticas sociales. El TSAS debe ser capaz de mostrar claramente el impacto social y económico de su actividad. No vale solo con estar convencidos de ello, hay que ser capaces de mostrarlo y de reivindicar la aportación social y económica a la sociedad. Pero medir el impacto sólo con datos que hagan valer la aplicación de recursos como una inversión, con el retorno que se genera, con su 5 Para consultar las teorías de las necesidades humanas: Elizalde, A.; Hopenhayn, M.; Max Neff, M. (1986): "Desarrollo a Escala Humana: Una opción para el futuro", Numero especial de la Revista Development Dialogue, Cepaur - Fundacion Dag Hammarskjold, Uppsala. Doyal, L., Gough, I. (1994): Teoría de las necesidades humanas. Barcelona: Edit. Icaria. Cfr. también, Vidal, F. (2009): “Necesidades en red y políticas de presencia social. Teoría de las necesidades sociales y exclusión social desde la sociología fenomenológica”; en Jaraiz, G.(coord.): Actuar ante la exclusión social. Madrid: Cáritas Española; Fundacion FOESSA.

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generación de riqueza, etc., es algo que va acabar llegando porque los financiadores se lo van a acabar exigiendo. Más vale que el TSAS se adelante marcando la pauta, el estilo y las dimensiones que el TSAS considere realmente importantes.

Quedar en la sola dimensión económica es reducir la política social, el bienestar y la integración social a los resultados de mercado, al menos a la cuantificación de su medición en valores de intercambio. ¿Y la riqueza social? ¿Y los valores de la convivialidad, de la calidad de vida y no sólo de las condiciones de vida, del desarrollo social, de las personas, de sus aspiraciones, valores, etc., etc.? O sea, hay que ponerse las pilas en que la medición de impacto recorra todos los ámbitos de lo que constituye una sociedad acogedora, comunitaria y accesible, promocional, plena, etc., para que luego no nos quejemos de que nos miden mal, y que lo que hacen lo hacen sólo por lo económico. Un TSAS del siglo XXI ha de saber explicar a la sociedad no sólo el valor económico de lo que aporta, sino, y en mayor grado, el valor de los intangibles sociales sin los que no habría sociedad.

5.- Recuperar la función cívica y reivindicativa. Ello supone que el TSAS debe desde conectar con los nuevos movimientos sociales y colectivos de personas afectadas por el impacto de las políticas de devaluación interna y de recorte del gasto social, hasta la promoción de iniciativas de participación de la ciudadanía en su conjunto como de los colectivos en situación de exclusión. Y debe hacerlo “al modo propio”, es decir, “vinculando la acción cotidiana a la participación en los procesos de cambio general de la sociedad”. Por tanto debe ser capaz de generar complicidad social, que va mucho más allá de buscar apoyos pues se trata de promover y generar compromisos. Y supone también superar la sectorialización, pues la necesidad de ampliación de la sociedad civil organizada es una exigencia para afrontar los cambios estratégicos en el estado del bienestar.

Como anverso de todo ello, hay que tomar conciencia de que desde la sola prestación de servicios, sin la dimensión cívica de su hacer, es muy difícil liderar ningún proceso societal de carácter comunitario o político. La sociedad civil es un entramado de asociaciones que tomadas en su ámbito público son capaces de generar vinculación ciudadana, constituir esferas públicas de debate y liderar procesos de acción y transformación social. Por ello, el TSAS tiene que abrirse a un liderazgo ético-social. Desde este liderazgo podremos agrupar voluntades con otras organizaciones de la sociedad civil para construir una red de liderazgo cívico. El TSAS no es el actor en exclusiva de la sociedad civil sino un actor/autor más del escenario cívico. Es una tentación grave reducir la sociedad civil al TSAS porque ahogaría múltiple voces sociales que emergen allende de las fronteras de lo conocido y que movilizan ideas, acciones y argumentos esenciales en este momento.

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4.- EL TERCER SECTOR EN LA PROVISIÓN DE SERVICIOS. SU FUNCIÓN SOCIAL Ser coherente con la realización de su Misión incluye el compromiso del TSAS con un modelo social que ponga en el centro la cohesión y la inclusión social, e implica “transformar” lo que en el actual modelo social va en dirección opuesta. Y si ésta es una cuestión sustantiva al TSAS, su propia autocrítica sobre la función que está jugando ante los actuales procesos sociales abre la cuestión de si no se ha quedado relegado a un segundo plano la misión fundamental del TSAS de ser generador de procesos de cambio social, y no quedar reducido a un modelo de prestador de servicios. Por ello, una vez abordados los cambios y planteadas las preguntas que en este nuevo contexto se producen al TSAS, tenemos la hermenéutica necesaria para poder abordar la pregunta por la función del Tercer sector en la provisión de servicios. Aunque podemos ser reiterativos, pues lo fundamental ya está aportado. Indicaré, por ello, de forma sintética las líneas estratégicas en que se puede concretar su función que, insistimos, en que deben ser leídas según las cuestiones han ido emergiendo. Pero antes de entrar en las líneas estratégicas, es conveniente simplemente indicar dos premisas previas 1.- Primera Premisa: Qué no es su función: estar entre la ambigüedad de la suplencia de la responsabilidad pública, y de su utilidad para lo marginalizado por el sector lucrativo. Las Entidades sociales, y el Tercer Sector Social en su conjunto, están experimentando una serie de tensiones en una triple dimensión: 1. la reestructuración del Estado de Bienestar, 2. la remercantilización de las relaciones sociales y económicas, 3 y la reconstitución de la sociedad civil. Estos procesos, en su profunda interrelación, se están traduciendo en:

nuevas formas de intervención de los Estados de Bienestar, ahora más contenidos y menos comprometidos con la reforma social,

una ampliación del espacio mercantil en la prestación de servicios de bienestar en el ámbito del Sector Público,

y, no menos importante, nuevos desarrollos de las sociedades civiles como ámbito complejo de satisfacción de necesidades, descarga de compromisos estatales y experimentación de participación democrática.

En concreto, y refiriéndonos a las entidades sociales, estos cambios están teniendo importantes consecuencias:

desde el punto de vista de la producción de bienestar estas entidades aportan una elevada flexibilidad para adaptarse a los nuevos problemas sociales, tienen una notable capacidad de innovación y captación de

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nuevas necesidades sociales;

además, desde el punto de vista de la extensión de la democracia son canales de reclutamiento de voluntariado y de reivindicaciones sociales a favor de los grupos vulnerables.

Pero estas tendencias están produciendo una difícil ubicación en el entramado social de iniciativas sociales voluntarias, junto con las iniciativas privadas lucrativas que actúan en relación a los mismos problemas, situaciones, servicios, etc. Lo que genera confusión, desconfianza, además de situarnos en un contexto de competitividad, lo que rompe la lógica de actuación del TSAS.

La promoción de las iniciativas sociales solidarias, que se presentan como iniciativas de protagonismo y participación social, y de colaboración con el Estado para hacer frente a los riesgos sociales y a sus efectos, se debaten en la ambigüedad de la suplencia de las responsabilidades públicas y de ser consideradas sólo válidas para lo que el sector lucrativo no considera rentable. Lo que va contra la lógica del propio sector social.

Por ello es imprescindible abordar cuáles son las líneas estratégicas del TSAS, que constituyen la función del TSAS; o sea, cuál es el proyecto social del tercer sector social.

2.- Segunda Premisa: Su orientación a los grupos vulnerables y excluidos. La orientación preferente de su acción social hacia los grupos vulnerables y excluidos de la sociedad. De ahí la necesidad de:

dar un marco adecuado a los derechos económicos y sociales que supere las lagunas y disfunciones de los distintos sistemas producto de muy diversas circunstancias.

que desde el Estado se asuma que la lucha contra la vulnerabilidad y la exclusión no es sólo cuestión de la Política Social, sino que debe ser elemento a tener en cuenta en todas las Políticas.

establecer un marco de acción que desarrolle los compromisos públicos sin merma por la participación de las iniciativas sociales, sino articulando la responsabilidad pública y la participación social.

Pero esta orientación no es aleatoria, por lo que no es improvisada, ni se resuelve en la atención a lo inmediato de las carencias como factor más visible de esos grupos, por lo que no es simple sino compleja. De ahí la implementación de programas y servicios en los que al mismo tiempo se promueva la participación social de los afectados, del voluntariado y, en general, del conjunto de la sociedad favoreciendo una sociedad receptiva. De ahí la necesidad de:

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que la participación de las entidades sociales alcance niveles de responsabilidad en la planificación y evaluación de las decisiones sustantivas que afectan al campo de la acción y los servicios sociales.

Y que sea un componente crítico de las mismas la competencia, formación y calidad en la acción.

3.- Primera Línea Estratégica: El rol del TSAS en la inserción/integración social. La experiencia indica que lo que debe constituirse como aportación fundamental del TSAS ante los actuales procesos de empobrecimiento y de exclusión social, se nuclea en la dialéctica exclusión / integración como la dialéctica fundamental de tensión entre autonomía - participación de los sujetos (o proceso de autodependencia) por una parte, y por otra la sociedad dual y las estrategias de acceso o integración social. Es decir, desde el compromiso público de garantía de derechos y de crear las condiciones de ejercicio de los mismos, para hacer frente a la sociedad excluyente y a los procesos de vulnerabilidad social, las entidades sociales deben entrar en el amplio campo de contribuir a la autonomía y a la participación de los sujetos por una parte, y a realizar estrategias de accesibilidad desde las condiciones más próximas a los sujetos, por otra; o sea, a lo que implica la integración de todas las personas en el tejido social para el ejercicio de la ciudadanía social. Por tanto, la inserción/integración es el aspecto que especialmente hará relevante la aportación de las entidades sociales y que, por ello, debe concentrar las prioridades y ser constitutivo de su acción, cualquiera sea el grupo, sector, servicio, programa, proyecto o acción en el que esté actuando. O lo que es lo mismo, el elemento sobre el que pueden actuar como aportación insustituible -cualquiera sea la prestación en que concreten su acción-, es la promoción de la inserción/integración social como ejercicio del derecho de participación en la sociedad como un derecho básico, incluso como el derecho-llave de los excluidos.

Así pues, será la tarea de favorecedor de la integración lo que expresará su aportación a la calidad de vida de los grupos que han sido dejados al margen del dinamismo social. Por ello, se plantea como criterio catalizador de las tareas de las entidades sociales, y del propio TSAS, su intervención en el ámbito de la promoción de las condiciones que desde el nivel micro promueven los procesos de integración social. Aunque, eso sí, sabiendo que ninguno de los objetivos de la política social, puede ser planteado a espaldas de los demás y que eso ejemplifica la necesidad de la horizontalidad en la intervención social. Pues ni todas las cosas las tienen que hacer las organizaciones socio-voluntarias, ni los demás actores sociales deben dejar de hacer lo que les corresponde. Lo que se contrapone

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con la tendencia a la fragmentación y sectorización de la acción, de los servicios sociales, de las actuaciones de la administración pública, de las iniciativas sociales.

Y esto mismo será su tarea en relación con el conjunto social, pues favorecer la integración implica hacer frente a las tensiones de rechazo típicas de la sociedad con graves problemas de cohesión social, así como a los desequilibrios de ruptura social que en ellos se expresan. Y ello en todas las dimensiones y en todos los aspectos de la integración/inserción; o sea.

- en la capacitación para la autonomía personal, - en la participación social, - en la incorporación e inserción laboral; - en la acción de prevención, promoción o reinserción.

Lo que, como anverso de la misma cuestión, plantea a las entidades sociales considerar 'la integración/inserción' como el elemento definidor de sus intervenciones sociales organizadas y estructuradas.

Conclusión Por tanto, la inserción/integración social, antes que la protección –y las prestaciones como instrumentos de la protección-; y la inserción/integración social articulada con la protección.

Es decir, el “acompañamiento en la reciprocidad”, aun en la garantía de derechos, y en la accesibilidad a lo que constituye la relación de redistribución.

4.- Segunda Línea Estratégica: Una propuesta con valor social: solidaridad y ciudadanía activa; el desarrollo social. El TSAS no sólo tiene como prioridad la acción solidaria con los menos favorecidos de la sociedad. Esto es en sí mismo una propuesta con valor social, de ahí su función de promoción de valores en la sociedad como son los de solidaridad y ciudadanía activa. O lo que es lo mismo, la necesidad de entender la tarea del TSAS desde un adecuado concepto de desarrollo social. Los valores que promueve el TSAS no son conceptos ni concepciones abstractas sino muy encarnadas en lo concreto, en la acción concreta, o lo que es lo mismo, las oportunidades de construir estos valores estará condicionado por la realización de las dos funciones expresadas en las dos líneas estratégicas señaladas. Porque el TSAS construye esos valores contribuyendo a la satisfacción de las necesidades humanas y a la creación de las condiciones de la integración social, sin lo que no tiene base o fundamento la consecución del desarrollo social.

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El TSAS forma parte del conjunto de instituciones sociales que intervienen en la configuración de la matriz de las necesidades humanas, y, por ello en el ejercicio de los derechos sociales en tanto la satisfacción de las necesidades se articula con el ejercicio de los derechos. Y cuando esto sucede lo que se está realizando es el desarrollo social, porque

en primer lugar, las entidades sociales voluntarias contribuyen al desarrollo social en tanto son una de las precondiciones sociales de la satisfacción de necesidades sociales, y lo hacen optimizando la participación social y el desarrollo de los derechos sociales;

en segundo lugar, lo hacen en tanto son medio de satisfacción de necesidades intermedias e incluso básicas (en el caso de los grupos más excluidos de la sociedad).

Las necesidades que se satisfacen desde las entidades sociales voluntarias, en complementariedad con el Estado de Bienestar en muchas ocasiones, en menor medida con el mercado, son de tres tipos:

económicas (prestación de servicios para satisfacer necesidades intermedias e incluso básicas),

políticas (defensa de los derechos sociales y promoción de la participación social), e

ideológicas (defensa de una sociedad solidaria). Su contribución al desarrollo social:

la contribución de este tipo de organizaciones, junto a otros agentes sociales y públicos, a la creación de una sociedad accesible,

la defensa y extensión de los derechos sociales, sobre todo de los grupos vulnerables y excluidos,

y la profundización de la participación social. El TSAS, aunque modesto en dimensión económica, es un ámbito institucional que satisface necesidades de producción, distribución e integración social guiadas por los valores de la solidaridad y la participación. Es un sector que, a diferencia del Estado y el mercado, está orientado de manera particular a la satisfacción de las necesidades sociales de todos los ciudadanos pero, de manera especial, las de los grupos con menor capacidad de voz. El logro de la satisfacción de esas necesidades y, en definitiva, el logro del desarrollo social, forma parte de su tarea y función, si bien las acciones que realice para ello tienen una importancia y una jerarquía muy diferente. Pues tiene que

gestionar actividades que son medios y demandan solvencia o eficacia social en la satisfacción de necesidades,

y otras actividades que son fines al servicio del desarrollo social y demandan lo que se denomina como “crear sociedad” o capacidad para crear capital relacional.

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En definitiva, solidaridad y ciudadanía activa, como valores trasversales a la plena participación en la sociedad de los grupos vulnerables y excluidos, son la realización de su función y su tarea por y desde la lógica del desarrollo social que se produce cuando el proceso de satisfacción de necesidades y de integración social se realiza desde la consecución y ejercicio de los derechos sociales, pues cuando se realiza quedando en la lógica de la satisfacción de las carencias le acaba llevando a la lógica de la suplencia, lo que situaría su función en un nivel al menos insuficiente por no estar orientado por un proyecto colectivo como es el desarrollo de los derechos sociales y el desarrollo social en general.

Conclusión. En consecuencia, el valor añadido del TSAS se configura en un triángulo fundamental entre necesidades – derechos – creación de sociedad. De modo que el proceso “lógico” del desarrollo de su función, no del proceso complejo que se produce en cada actuación, es: 1. Su función no está en la lógica ni del Estado ni del mercado, sino en la función de la reciprocidad social, por lo que sirve de control – contrapeso a la de los otros dos sectores, y que es una cuestión que debe ser más atendida y desarrollada. 2. Tiene la capacidad de hacer visibles necesidades y demandas inatendidas, y gestiona y produce servicios normalmente no cubiertos o cubiertos deficitariamente, así como las nuevas necesidades que van apareciendo. 3. La inserción/integración social, antes que la protección –y las prestaciones como instrumentos de la protección-; y la inserción/integración social articulada con la protección. 4. Contribuye al desarrollo social logrando una mayor extensión de los derechos sociales, actuando como defensor de los grupos más vulnerables y excluidos. 5. El “acompañamiento en la reciprocidad”, aun en la garantía de derechos, y en la accesibilidad a lo que constituye la relación de redistribución. 6. Aporta valores añadidos de solidaridad y ciudadanía social, contribuyendo al desarrollo social desde la intersección entre necesidades – derechos – creación de sociedad o capacidad para crear capital relacional. Este es su valor añadido que emerge y ese triángulo.

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5.- Tercera Línea Estratégica: “Crear sociedad” en la realización de sus funciones. El valor añadido del TSAS. La “donación” en la constitución de la estructura social; hacer retornar las cuestiones de sentido. Evidentemente los cambios llevan al TSAS a plantearse la pregunta sobre cuál sea su “valor añadido”, como por otra parte es lógico en cualquier contribución social, que además debe articularse en la realización de sus variadas funciones; en suma, cuál es su proyecto social.

Su compromiso con el desarrollo social (segunda línea estratégica) ya nos abría esta pregunta, puesto que si el TSAS promueve valores como la solidaridad y la ciudadanía activa, genera reconocimiento de su valor social. Lo que fundamenta la pregunta por cuál es su valor añadido, desde “lo que crea en la sociedad”. Además, cuando pone los acentos sobre las desprotecciones, insuficiencias de los servicios, pérdidas de oportunidades y de aportaciones de capital social, y de no dar soporte e impulso al sector, todo ello agudiza la pregunta por su valor añadido, pues si no se aclara suficientemente se acaba generando la duda de si ello constituye su función social. Lo que nuevamente cuestiona si “lo que crea en la sociedad” forma parte de su función.

Pero no es suficiente con enunciar que la satisfacción de las necesidades y la promoción de los derechos forman un triángulo estratégico con “crear sociedad”, o capacidad de generar capital relacional, como se ha afirmado en la línea estratégica anterior. Es el momento en que debemos abordar qué es eso, por qué “lo que crea en la sociedad” es su valor añadido; en definitiva, si realmente es una línea estratégica que identifique la función del TSAS. Entre la afirmación y la duda, ¿cómo el TSAS puede poner a la luz su “valor añadido” de “crear sociedad”? ¿cómo es constituyente de su valor diferencial y, por ello, de su función? El TSAS, en la realización de sus funciones, aporta valor añadido cuando da respuesta a las necesidades de los grupos vulnerables desde: - la proximidad a los problemas sociales, - la implicación de las personas afectadas, - la autonomía de las personas, - la promoción a largo plazo, - la conexión e implicación de las personas con la comunidad - la sensibilidad social, - la motivación y el sentido del compromiso, - el altruismo y la capacidad de movilización social. Con una última observación, y es que si no es así, realiza una función que perfectamente puede ser realizada por “otros” (estado, empresas-mercado, …).

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Por ello, la prestación de servicios por parte del TSAS no tiene sentido si se hace sólo por obtener recursos, crecer o competir con la empresa; más bien al contrario, lo que diferenciará al TSAS como Sector diferenciado, con legitimidad y valor propio no será lo que hacen otros. Ahora bien, si son esos los factores que hacen posible dar respuesta a las necesidades de los grupos vulnerables sin quedar atrapados en la lógica de la carencia, La cual aboca a la función de la suplencia (del estado o del mercado), algo nuevo, algo diferente existe. Con estos factores, el TSAS aporta valor añadido, aporta un valor diferencial no sólo porque está al servicio de las necesidades y de la garantía de los derechos de las personas, sino porque:

- en primer lugar, realiza su acción desde los criterios de acompañamiento y empoderamiento, para lo que es ineludible la creación de capital social (relaciones de confianza, capital relacional y tejido social), y su vinculación con la base social y la propia sociedad;

- en segundo lugar, genera riqueza colectiva a través del fenómeno asociativo y participativo que vehicula la participación activa, solidaria y comprometida en las entidades;

- en tercer lugar, impulsa la necesidad de movilizar a la población afectada, que sigue siendo tan acuciante como siempre, y promueve la participación de los propios grupos implicados en la definición, ejecución y evaluación de las intervenciones;

- en cuarto lugar, radica la fuerza del sector en su capacidad de movilizar

energías, voluntades, bienes relacionales y sinergias de la sociedad civil –y no en el volumen del servicio que presta-.

- en quinto lugar, vehicula la corresponsabilización ciudadana e

institucional, que genera tejido social y “crea sociedad con valores solidarios”, la implicación voluntaria de la ciudadanía en la acción colectiva y la responsabilización de la propia sociedad a través de la participación voluntaria que expresa y hace valer relaciones gratuitas en el mundo del individualismo posesivo.

Y sobre esto último se debe dejar claro en el TSAS que si el voluntariado significa algo, es que es expresión –o eso es lo que debe o debería ser- de una sociedad que se hace cargo de sí misma, a través de hacerse cargo de sus fracturas sociales. Por tanto, lo que el voluntariado es, lo que corresponde que sea, es ser “expresión de una comunidad que se hace cargo de sí misma”. Por tanto, ni es “auxiliar”, ni instrumento, ni agente, ni nada, de los servicios sociales. Es “comunidad en acción” que participa en, con, y desde su responsabilidad solidaria con lo que anda en juego en el ámbito de los derechos. Cierto que plantear esto en estos momentos de urgencia puede parecer algo ilógico, o sea, como la floritura que se nos puede permitir hacer cuando todo

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va bien (¡Por cierto, ¿cuándo ha ido bien en lo de la pobreza y la exclusión?!), pero no ahora que esto está mal. Pero esto no es así. Porque si sólo aportamos lo que ya se puede aportar desde cualquier instancia, ¿cuál es su sentido y significado? ¿Cuál es el valor añadido que aporta?

Lo que se puede sintetizar en que su valor añadido está en “crear sociedad, tejido social, sociedad inclusiva cohesionada y solidaria basada en la cohesión social y en la justicia”. Y constituye su valor añadido que está, por ello, en plena consonancia con la más profunda razón de ser del TSAS como actor que actúa en la complejidad de las relaciones estructurales de la sociedad. Y decimos que es la razón más profunda porque lo es constitutivo de la legitimidad que da razón de ser al TSAS, o sea, porque está en la lógica de la legitimidad de la que deriva el TSAS, que es desde la relación de reciprocidad, del ejercicio del don, de la solidaridad y el empoderamiento de los vulnerables.

Si el TSAS quiere no ser invisible como actor con carácter propio y diferenciado tendrá que realizarse desde lo que constituye su legitimidad, pues su rol no deviene de la relación de redistribución, que es competencia del Estado, ni de la de intercambio, que lo es del Mercado. Hay que poner en valor que su legitimidad no deriva de cubrir las necesidades que ni el Estado ni el Mercado cubren. Más aún, cada vez tiene más legitimidad que el TSAS tiene un rol definido y definible desde su propio espacio que es el espacio social, el de la propia sociedad, y ello en y desde la realización de sus propias funciones. Lo que no significa que, entendido el TSAS desde la propia sociedad, eso signifique que haya que pensarle, organizarle y exigirle cual si fuera una empresa, quedando reducido a la dimensión empresa aunque sea denominada social.

Es desde ahí desde donde interviene en los ámbitos de los otros actores. Porque, aun afrontando los déficits de los sistemas de provisión y de garantía de derechos, es actor de las relaciones de reciprocidad que se amplían para incorporar los valores de la reciprocidad en las relaciones de redistribución y en las de intercambio, “creando sociedad”, “creando tejido social y comunitario”. Y lo que cierra el círculo de su sentido y significado es “crear donación en el espacio de lo público”.

En síntesis, el Sector Social define su acción (como titular de su ser, tener, hacer y estar) desde su proximidad a los mundos vitales para hacerlos presentes en el ámbito de la producción y distribución de bienes, -el mercado, la economía social-, y también en el ámbito de la garantía de derechos, -el estado-. Y ello sin renunciar a su ser, sino realizándolo en esos diversos ámbitos.

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Conclusión. El valor añadido del TSAS es el conjunto de bienes e intangibles que favorecen el desarrollo social en general y que constituyen sus señas de identidad: los valores añadidos de los fines estratégicos, los ligados a la creación de capital relacional y desarrollo de los derechos sociales son los que deben ser situados en primer lugar.

Es decir, la “práctica de la reciprocidad”, de la “relacionalidad”, en la gestión de servicios y procesos, “crea sociedad” en la creación de condiciones de integración y participación.

Es decir, la “relación del don desde la reciprocidad” (gratuidad, accesibilidad, solidaridad, sociedad/asociación/comunidad) es su valor añadido en la constitución de la estructura social para un modelo de desarrollo inclusivo.

5.- A MODO DE EPÍLOGO: LA COMUNIDAD Y LO COMUNITARIO COMO EJE ESTRATÉGICO DEL TSAS. Hemos terminado, pero creo que hoy es necesario insistir en algo que denomino eje estratégico, o sea, que debe recorrer y ser trasversal a la función del TSAS, y es que “La comunidad y lo comunitario como eje estratégico del TSAS”. No es que esto resuma todo, sino que es una dimensión que debe ser trasversal al TSAS, a sus realizaciones, pero incluso a toda la política social. De modo breve quiero señalar esta cuestión. Se necesita una “nueva ciudadanía” para estos nuevos tiempos. Y esto constituye una clave fundamental, sin renunciar a logros del pasado, pero con visión de actualidad y futuro. Esta visión no es una abstracción, sino que toma formas concretas en las que el eje de la “comunidad” y lo “comunitario” debe atravesar todo el proceso del TSAS. Una nueva ciudadanía necesita una visión de las entidades del TSAS como “comunidades” (cercanas, identificables, empáticas, deliberativas, …), que actúan en un entorno concebido también como ”comunidad” (comprometidas con su entorno local, abiertas a él, cooperadoras las unas con las otras, compartiendo recursos y prácticas). Y todo ello es crítico para ampliar y reforzar la base social.

La gestión de proyectos sociales en los territorios y barrios vulnerables y deprimidos no puede colocar al TSAS en una situación de “actor frente a un determinado problema” como única dimensión de su acción. Si no ve ni contempla que el objeto de su acción o servicio es, y debería ser, el propio tejido que tejen esas problemáticas, lo que acaba haciendo es separar las problemáticas de las personas del sistema de relaciones que esas personas tejen; o sea, del propio tejido social. Por lo que su actuación puede prestar servicios pero sin poner nuevas bases para el

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desarrollo de las personas y así su actuación no revierte en generar sujetos, sobre todo si estos son planteados como sujetos colectivos.

Cierto que esto es algo ya sugerido en que la acción del TSAS debe ser una acción que crea sociedad. Pero hay que darla contenido y sustantividad, pues es crear tejido social, tejido comunitario, red ciudadana, vinculación social y ciudadanía, que trasciende al TSAS pero a lo que el TSAS contribuye con su acción de acogida, acompañamiento, encuentro. En definitiva, eso es algo que deviene de la propia naturaleza del TSAS que se constituye no desde la relación mercantil, ni desde la relación de redistribución que define el espacio del Estado, sino desde la relación de reciprocidad que define el espacio del TSAS que es el espacio del don, de la gratuidad, del apoyo, de la relacionalidad, de la comunidad 6.

Es desde esta relación de reciprocidad social desde la que el TSAS, con capacidad, conocimiento y experiencia, puede y debe ser una contribución decisiva a una nueva sociedad. Puede y debe hacer de la reciprocidad no solo el fundamento de su naturaleza y de su lógica, ni solo el objetivo de su misión, sino algo más importante hoy, el objeto de su acción. Y hacerlo con valores que le son propios, aunque no exclusivos. A título sugerente, y solo a ese título, podríamos mencionar: 1. el valor de los bienes y relaciones intangibles:

el valor de la sinergia que hace fluir la puesta en valor de las potencialidades de las personas,

el valor de la gratuidad,

el valor de la aportación de conocimiento en la producción de condiciones que aporten dignidad a las personas.

2. el valor de hacer valer la dignidad como eje de las decisiones y no la economía del PIB.

el valor de la economía de la “C” (cooperación, colaboración, comunidad, …),

el valor del mercado solidario,

el valor de la economía social, alternativa y de la solidaridad. 3. el valor de pasar de sujetos individuales a sujetos comunitarios y colectivos.

el valor de compartir necesidades y desarrollar modos de vida desde la reciprocidad,

el valor de generar hábitos de apoyo mutuo, autoorganización y autogestión,

6 Como dice Imanol Zubero en la ponencia inaugural de la I Convención del Tercer Sector (25-octubre-

2016): “Y es que creo que es fundamental que el Tercer Sector, refuerce su potencia relacional que es de

lo que sabe el Tercer Sector. El Tercer Sector sabe sobre todo de relación, sabe de construir entornos

relacionales, que esa es su identidad”. Documento en mimeo. Cfr. Marcel Mauss: “Ensayo sobre el don”,

en “Sociología y antropología”. Edit Tecnos. Madrid 1979.

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el valor de generar vecindad, de generar espacios relacionales, tejido relacional,

el valor de crear sociedad. 4. el valor de los bienes comunes 7.

el valor de los bienes que se pueden reducir a ser ni mercantiles ni mercantilizables,

el valor de producir escenarios inclusivos y de promocionar espacios de expresión cultural, cívica, …

5. el valor del espacio público y la redistribución como opción de sociedad.

el valor de la fraternidad como objetivo político y como condición necesaria para la propia política,

el valor de inculcar el sentido de un propósito común y dependencia mutua como piedra angular de la sociedad, el valor de afrontar y hacerse cargo de los derechos de todos y a su promoción como garantía de una sociedad cohesionada, comunitaria y accesible.

Expresiones todos ellos de la función cívico-política del TSAS que nos remite a la reciprocidad. Quizá deberíamos tomarnos en serio este asunto, que tal parce que es mucho más que una referencia ilustrada. Quizá nos jugamos más como sociedad de lo que pensamos, y no solo como TSAS. O, quizá, sí como TSAS porque nos lo jugamos como sociedad.

7 Cfr. Documentación Social (2012): “Los bienes comunes: cultura y práctica de lo común“, nº 165.

Caritas. Madrid 2012. Ecología Política (2013): “Los bienes comunes”, nº 45. Icaria editorial. Barcelona.

Rendueles, C. y Subirats, J.: “Los (Bienes) Comunes ¿Oportunidad o espejismo? Icaria editorial.

Barcelona 2015.