TEORÍA DE JEROME BRUNER

TEORÍAS COGNITIVAS. Tarea Nº:01-A

Sergio A. Pérez Matías.

Análisis Punto Por Punto; “LA TEORÍA DE JEROME BRUNER”.

TEORÍA DE JEROME BRUNER.

IDEOLOGÍA EDUCATIVA.

El autor Jerome Bruner, asume una postura ideológica e investigativa

relacionada con los entresijos del proceso cognoscitivo en el aprendizaje. Señala

de manera reiterada, que la adecuada aprehensión de los elementos del medio, y

su óptima internalización, dependen a lo sumo, de factores de carácter extrínseco,

es decir, de todos aquéllos que se hallan en el contexto donde el sujeto es

instruido. He ahí, que el desarrollo intelectual del mismo, se torne potenciado o

limitado en razón del nivel cultural de una sociedad determinada. La motivación

intrínseca en el depositario de la educación, está circunscrito y pegado en los

hábitos proyectados por el colectivo al que pertenece. Ésta sería una especie de

idiosincrasia educativa. Igualmente, éste arquetipo de modelo educativo es

bidireccionalmente condicionante, siendo que, en un primer momento, el grupo

condiciona al particular en la construcción de su propio acervo cognitivo, y éste

una vez formado en los menesteres del conocimiento con su praxis profesional, y

con su inercia de vida, constituye un agente condicionante de la sociedad que

proviene. Entonces, se advierte el estereotipo social, que deviene en toda la carga

de productos inmateriales, los valores; mismos que a su vez proponen el

paradigma del estatus quo, parámetro normativo que el colectivo asentado en un

espacio y lugar específicos, asume como guía y modus vivendi. Éste producto

final, no tiene sino una intención política bastante clara y contundente, pese a su

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carácter tímido y táctico en el despliegue de sus acciones. Jerome Bruner, insiste

con plena consciencia de ello, en el trasfondo político con que la educación asiste

la instrucción formal de sus educandos, y propone que, de no poseer ésta cualidad

ideológica, la educación proporcionada por el aparato Estatal, estaría siendo una

educación endeble y sin rumbo, por ende, no sería un instrumento que procurase

el avance ni la evolución de su sociedad hacia mejores estados de vida.

Ampliando el panorama y dando por sentado el anterior precepto

tendencioso, bien puede afirmarse, que en simultáneo, también, pueden

presentarse intenciones oscuras, paralelas y con objeto de diezmar el acceso de

una determinada sociedad a una educación libertadora de mentes, lo anterior,

como efecto de la manipulación malsana del poder que reside en el Estado.

Existen países que han cultivado esquemas, modelos educativos progresistas y

abiertos, y que tras su oportuna implementación, los habitantes han sido testigos

vivientes de la mejora en la calidad de vida, en la producción tecnológica e

ideológica, así como en la puesta en acción de modelos económicos y políticos

con una predicción más asertiva y confiable, que beneficia de forma más directa a

sus gobernados. La autorrealización del ciudadano común está firmemente ligada

al pensamiento político, que la educación formal impartida por el Estado ostente

en su despliegue pedagógico al interior de las aulas, mientras, que el sentido

informal de ésta reside en el conjunto de conocimientos populares y su impacto en

lo personal de la percepción del sujeto. De éstos dos se obtendrán el

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pensamiento, el desarrollo personal, el profesional y las expectativas de vida del

ciudadano estándar de una Población cualquiera del globo.

PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO Y LA EDUCACIÓN.

El proceso de aprendizaje además de poseer el rasgo político antes

descrito, prima de un entendimiento pedagógico que explique la naturaleza de su

fenómeno. La capacidad de un sujeto cualquiera para ser instruido formalmente,

apela al momento biológico y psicológico maduracional en el que puntualmente se

halle. Jerome Bruner, en sintonía con otros autores como Jean Piaget, acude a su

sapiencia para advertir la relevancia, que el desarrollo de la inteligencia del ser

humano significa para fines prácticos, en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Desde el nacimiento hasta la vejez, el aprendizaje es la herramienta que acerca al

hombre al conocimiento y reconocimiento de su medio, no obstante, hay un vasto

arsenal de vías para arribar a dicho saber.

Un niño instalado en la primera infancia analiza el medio a través del

contacto con los sentidos. Paulatinamente, va construyendo redes y conexiones

neuronales desde las más simples hasta las tramas más complicadas, para

constituir un esquema de acción, que le permita generar respuestas que se

correspondan con las necesidades del entorno. La asimilación de la realidad es

instantánea y simultánea, es decir, mientras se procuran los acercamientos y

tocamientos sensoriales con los objetos exteriores, dispuestos en un orden en la

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realidad, es decir, el proceso de la sensación, la actividad cerebral del niño,

genera en paralelo a la misma velocidad, la experiencia que ello conlleva,

obteniéndose así, el aprendizaje. El niño ha aprendido a qué sabe, si es pesado o

no, y la textura de los objetos que le circundan y que erigen su realidad más

próxima. Jerome Bruner, denominó y enmarcó a ésta manera en que el niño

genera el conocimiento, etapa ejecutora.

La inteligencia prosigue su camino y su estrategia, los sentidos maduran, y

el proceso cognitivo también lo hace, pues no podríamos vivir aprendiendo sólo a

través de las sensaciones, que nos provoca el mundo exterior y su realidad

objetiva, siendo que, el proceso senso-perceptivo es muy subjetivo. La inteligencia

sabemos que nos proyecta intelectualmente hacia conocimientos y hechos

científicos. El nivel maduracional de los componentes cefálicos, así como la

integración de las capacidades psicológico-cognitivas, van permitiendo de forma

paulatina, que la inteligencia vaya asumiendo nuevas formas de hacer conjeturas

de la realidad. La etapa icónica, es el peldaño registrado por Jerome Bruner, como

el paso subsecuente, en que el desarrollo humano se integra para alcanzar el

aprendizaje. Éste periodo comprende los niños instalados en la segunda infancia,

y es caracterizado por la implementación de la imaginación, un concepto

especialmente cargado de simbolismo en la vida lúdica de los infantes. Mediante

el juego y la representación sistemática de roles, aprenden de la realidad del

mundo ocupado por los adultos de referencia, en el que participan, padres,

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familiares, maestros y toda aquella persona que represente una profesión, oficio

y/o acción que son visibles en las rutinas del niño. El avance se genera a partir del

aprendizaje del lenguaje. Las imágenes de los elementos de la realidad del niño,

están bien internalizadas, insinuando que, ya no es necesaria la manipulación

directa con el objeto ni que éste se encuentre presente, para saber de él y de sus

atributos. El niño acude a su memoria, y al concepto verbal que expresado evoca

la imagen simbólica del elemento de que requiera el juego y su correcta

representación.

Una vez transcurrida la anterior etapa, J. Bruner, ubica al niño en la etapa

simbólica, misma que se caracteriza por el empleo del pensamiento lógico-

abstracto en el desenvolvimiento de las acciones. La resolución de problemas es a

un nivel más complejo, puesto que, los símbolos ya son comprendidos dada la

madurez psicológica y fisiológica del niño. Las representaciones y sus imágenes

son utilizadas a merced de la voluntad del sujeto. La mentalidad de éste, en

conjunto con sus sentimientos son expresados por el habla, es decir, todo cuánto

el niño desea hacer, piensa o siente en un momento determinado, bien puede ser

representado por el lenguaje. En ésta etapa la realidad objetiva es abstraída por el

pensamiento, para modificarse en razón de querer mejorarla o simplemente

cambiarla. La volición es el estallido inicial de todo proceso generado en el

espacio cognitivo en éste punto de la inteligencia humana, aquello que en

pensamiento y sentimiento es anhelado, a la postre es plasmado a través de la

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comunicación verbal y/o escrita, pues el lenguaje es la vía más rápida para su

precisa y puntual expresión. La instrucción formal impartida en las aulas es una

condición que clarifica, evidencia la capacidad y las dotes mentales, intelectuales y

cognitivas del niño, que le avientan a nuevas formas de aprendizaje de la realidad.

EL LENGUAJE Y LA TEORÍA DE LA INSTRUCCIÓN.

El origen del lenguaje posee dos funciones pragmáticas. La primera con un

sentido mucho más simplista, la interacción y comunicación de necesidades entre

los coetáneos. Cada cultura o asentamiento social ha requerido del empleo del

lenguaje para transmitir conocimientos populares, así como para reconocer sus

propias características como grupo. Las tradiciones, el compendio de saberes que

ha traspasado el tiempo, las creencias religiosas, el significado de todo aquello

que se verbaliza o se escribe, el simbolismo en lo general que nos une como

especie humana, y que también nos hace distintos los unos de los otros; ésta es

una función parcial del lenguaje. La segunda complementa e integra al lenguaje

como un verdadero sentido de apego humano, es el aprendizaje y sus procesos

necesarios para llegar a él. Los avances científicos y tecnológicos forzosamente

partieron de una idea bien conceptualizada. Éste nivel de esfuerzo cognitivo

requiere de procesos mentales e inteligibles superiores. La inteligencia se une con

el lenguaje en una trama indisoluble para hacer asequible lo que antes no lo era.

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La instrucción formal se asemeja en mucho a éste objetivo del lenguaje.

Procura en su despliegue de acciones con el educando, despertar éste sentido

utilitario de la razón y la inteligencia humana. Razonar es el punto de referencia

básico con el que se cuenta para poder mesurar la realidad objetiva. El arribo a

éste escenario prima de herramientas, habilidades y actitudes básicas para

comprender la información, mismas que han de ser activadas y motivadas por el

docente durante la formación del educando. Éste es el trasfondo de la instrucción

formal. Que el desarrollo biológico, se corresponda con el psicológico, y éste con

el mental. Una idea es el átomo indivisible de que parten otras ideas, que a su vez,

crean más y más ideas todas encaminadas a la resolución de situaciones, bien

sean problemáticas o no. La adecuada expresión de las necesidades, también,

requiere de un lenguaje ilustrado, y para obtener uno, la mente deberá estar ávida

de aprender para insertar contenidos de toda índole, que reconfiguren el

paradigma de su conducta y su voluntad, reconduciendo para bien, el rumbo de

los pensamientos y las actitudes del niño.

El bosquejo del contexto tanto en lo personal como en lo colectivo, en el

que se halla inmersa la educación se identificó en los anteriores subtemas. La

cultura en ocasiones es una amenaza para el avance de la educación, siendo que,

los motivos extrínsecos son los que de forma muy flagrante matizan e inducen el

aprendizaje de los individuos. La educación, según Jerome Bruner, aspira ser ése

nuevo guía que proponga las pautas, en las que habrá de discurrir la movilidad

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social. Entonces, el interés de la educación ha de ser; los problemas educativos,

mientras que la cultura se debe encargar de las manifestaciones culturales.

Ciertamente, el destino de una nación depende de la consideración de ésta

variable. El dominio de estrategias cognoscitivas propone la instauración de

métodos y mecanismos coherentes con la etapa madurativa del niño, para que

éste aprenda del medio, incluso aquéllos conceptos complejos, contemplando los

rasgos generales que comparte el proceso cognitivo humano, tales como la

discriminación, selección y agrupación de la información. Garantizando con ello en

la mente del niño, la asimilación nítida y precisa de los hechos, que conduce a

comprender las causas que dieron puntual origen a los mismos.

Básicamente, consiste en adecuar los contenidos al nivel psicológico y

madurativo de la audiencia que recibirá la instrucción formal. Comprendiendo la

pedagogía a emplear según los rasgos de la población, es primordial reconocer y

dominar todos los contenidos básicos de que está compuesto el programa de

enseñanza, ya que, no sólo basta con saber cómo dar una cátedra, sino también,

tener plena consciencia de lo que se está enseñando para evitar la inconsistencia

y la ambigüedad en los temas abordados en clase. Una acotación pertinente que

sintetiza lo antes descrito, es que si los conocimientos que forman el basamento

de la educación básica son bien entregados a las consciencias de los niños, éstos

en ulteriores niveles de aprendizaje, no toparán con circunstancias ni dificultades,

que le signifiquen un traspié drástico ni traumático, que confluya en un fracaso

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escolar, por el contrario, el pensamiento en pro de la razón irá consolidándose a

un punto tan integrado, que será capaz de comprender fenómenos complejos e

incluso de índole científica.

En conclusión, lo sugerido por éste apartado se resume en el siguiente

lineamiento:

La adecuación de un entorno afable y dispuesto, que promueva actos de

voluntad y una buena actitud hacia el aprendizaje, contribuye en la

reafirmación del niño frente a situaciones de tipo problemático y

cognoscitivo, que personalmente, sean abordados como desafíos al

intelecto.

El manejo de los contenidos y las vías metodológicas, que se utilicen para

acercarlos al aprendizaje infantil deberán estar atenidos a las maneras más

eficientes, lógicas y asertivas, de modo que, su aprendizaje resulte más

sencillo para el niño.

La autoridad y la disciplina son atributos impostergables para generar un

ambiente que se corresponda con el aprendizaje, de ahí, que se ha de ser

claro ante el niño respecto de cómo funcionará el sistema de ajuste

disciplinario, tanto para recompensar las conductas y actitudes positivas,

como para castigar aquéllas que generen desórdenes en el contexto

educativo, que trastocan el proceso de enseñanza y lo tornan ineficaz.

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EL APRENDIZAJE SIGNIFICATIVO.

El concepto de aprendizaje significativo más que un fin, es una

consecuencia tangible de un buen planteamiento, el empleo de estrategias

pertinentes, el dominio de los contenidos, así como una disciplina consistente,

devienen en un ambiente fértil para el conocimiento, y tras su eventual suscitación

se produce, en consecuencia, el aprendizaje significativo. La procuración e

implantación de todo éste aparato psicopedagógico, es el mejor modo de

conseguir, que aquélla motivación que un principio fue de origen extrínseco,

ahora, provenga desde el interior de la voluntad del niño, es decir, el aprendizaje

se convierta en un interés personal e intransferible, que el medio ya no sea la

condicionante que sirva de andamiaje en su instrucción formal, pues sólo

entonces, se advertirá en el estado de ánimo del sujeto, la disposición por

aprender, y todo cuanto sea aprendido cobrará relevancia, que podrá ser

proyectada hacia la realidad externa. El aprendizaje será el verbo que conmoverá

la vida del niño a tal punto, que le evocará emociones increíblemente intensas y

satisfactorias cada vez que la enseñanza y el reto académico se presenten en su

vida diaria, comprendiendo que ésta se encuentra compuesta por los saberes

prácticos, que surgen de los fundamentos teóricos de que provée la instrucción

formal.

La estructura del objeto de estudio y su plena exposición, es un recurso con

que el docente se apaña, para someter al proceso de enseñanza dicho

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conocimiento. Esto permite al alumno ver la intención y el esqueleto de los

contenidos, le ubica justo en el medio del problema y lo que su aprendizaje

implica. Tras vislumbrar con nitidez las cualidades del problema, son capaces de

motivarse y desarrollarse habilidades de memorización y comprensión, el contexto

cognitivo idóneo en que se generan inferencias verosímiles y válidas; la ganancia

que se consigue en éste pasaje consciente, se torna, en lo venidero, un elemento

potencialmente susceptible de ser aplicado en cuanto a su método de aprendizaje,

al escrutinio de situaciones problemáticas símiles.

El currículo en espiral, procura la eficaz movilización del conocimiento

partiendo de un esquema educativo, que primeramente, se aboca al estudio de los

eventos y las situaciones problemáticas de forma manipulativa, es decir,

manteniendo el contacto directo con los elementos integradores del fenómeno que

se estudia. Por su parte, una vez superada ésta instancia, el educando es

conducido al abordaje de la problemática desde la intuición, pues el niño es capaz

de asirse con un pensamiento analítico y lógico, que da solución a las

inconveniencias sin tener presente el físico de las variables dispuestas en el

problema. Sí se alcanza la consolidación de éste modo de operar el conocimiento,

el educando, que ya abstrae los objetos, las variables y sus atributos, es ahora

más que nunca, prodigioso para generar el conocimiento de lo que se está

escrutando, acudiendo únicamente a la imagen que rememora su más fiel

representación y su respectivo símbolo. El aprendizaje se considera significativo

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en el momento, en que el sujeto es capaz de concebir con éste rasgo simbólico,

las implicaciones, además de su contenido y carga significante implícitas.

APRENDIZAJE POR DESCUBRIMIENTO.

El presente apartado de la base teórica propuesta por J. Bruner, hace

referencia a las formas y los medios exhortativos de que se ha de valer la

pedagogía, para despertar el interés intrínseco del educando por el aprendizaje.

Jerome Bruner, afirma que, la voluntad por aprender a aprender, habrá de verse

incitada en el sujeto, a través del descubrimiento del conocimiento. Así, el carácter

de la metodología de la enseñanza, deberá ser inductivo, esto es, proponer al

educando una situación problemática, que a su vez, induzca a éste a valerse de

sus propias competencias intelectuales, para esforzarse mentalmente a fin de

acceder al conocimiento último. El descubrimiento del saber se origina en la

consciencia personal del educando y ya no parte de las experimentadas bocas de

los arcaicos docentes. La intención inmersa en ésta perspectiva de pensamiento

pedagógico, es que la dialéctica entre el objeto de estudio y sus verdades últimas,

sea sostenida, entendida y guiada por el propio educando, siempre contando con

la vigilancia docente, que se ha de percatar del desarrollo del proceso educativo.

Se haría bien en concluir, que las bases teóricas están más que claras, y

con ello, se acentúa y hace un preciso hincapié sobre la problemática de la

enseñanza en la educación formal. Entonces, el reto de la educación ya no radica

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en el territorio de los investigadores ni de los teóricos, sino que se halla en la

frontera que integra al otro colectivo social, uno en el que caben perfectamente, el

aparato del Estado encargado del diseño de los planes de estudio, y de proponer

las políticas que persigue la educación al instruir a la Población; en ése mismo

borde limítrofe, están los padres, los docentes y demás personajes tutoriales

implicados en el ambiente de la enseñanza, que han de asumir con perpetua

vigilancia la formación del pupilo en su instancia básica.

En el último, así como en el primer eslabón de la cadena de

responsabilidades está el estudiante, ya que, si bien es cierto, en un primer

momento de su ciclo vital, el Estado, los padres, los docentes y todos quienes

están inmersos en su entorno son los tutores y administradores de su educación,

empero, transitados los años y arribada la madurez intelectual, se hace factible el

reconocimiento de su propio estado de consciencia, entonces, queda obsoleto el

argumento de culpabilizar al sistema, siendo que, el individuo ahora responsable

de sí mismo, acusa y dilucida con extrema lucidez sus carencias y deficiencias,

mismas, en las que por civismo y un elevado sentido de compromiso, habría de

labrar más a menudo con objeto de superarse, puesto que, la instrucción formal en

su objetivo más fiel insiste en generar en el educando, que la percepción de la

realidad y la integración de sus capacidades y valores, previamente otorgados por

la educación, le induzcan a adaptarse, modificar crecientemente y favorablemente

los elementos obsoletos susceptibles de cambio en su entorno más cercano.

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