Tenemos Un Vacío Legal Enel Tema de Patrimonio Submarino

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VIERNES 11 DE DICIEMBRE DEL 2015 A30. EL COMERCIO H éctor López decidió jun- tar su pasión por la his- toria y sus estudios en leyes para centrar sus in- vestigaciones en el patri- monio submarino. “Lo primero que quiero aclarar es que esos no son tesoros, son patrimo- nio. No tienen un valor económico sino uno histórico”, precisa. —Ud. desarrolló una tesis sobre el hallaz- go y juicio posterior de la fragata españo- la Nuestra Señora de las Mercedes... Sí, fue un trabajo con dos vertientes: la histórico- jurídica y también la de divulgación, porque es un tema muy poco conocido acá y que se trató muy mal. El caso se remonta a 1999, pero el hallazgo se dio en el 2007. Entonces comenzó un juicio entre la empresa Odyssey Marine Explora- tion y el Estado Español, con EE.UU. como árbitro. Odyssey había traba- jado bajo la cobertura del Gobierno Británico, que los había autoriza- do para buscar un buque inglés y un portaaviones de la Segunda Guerra Mundial en la misma zona. — Perú participó alegando que los objetos a bordo salieron de acá. Odyssey buscó la forma de ganar tiempo y lo hizo llevando más gente al proceso para complicarlo. El argu- mento que presentamos fue muy dé- bil. No resistía ninguna lógica por- que el buque salió en 1804 y el Perú existe como Esta- do desde 1821. La can- cillería no llamó a ex- pertos y se contactó a un abogado con el que no se hizo nada, que- damos en ridículo en esa oportunidad. Esto funciona por el principio de bandera, es decir, el bu- que es una extensión del territorio. —¿Por qué Odyssey llevó el caso a juicio si todo indicaba que España tenía la razón? POSDATA Nací hace 42 años en Lima. Soy soltero y no tengo hijos. Estudié leyes en la Universidad de Lima. Mi pasatiempo es la historia, con el tiempo he logrado fusionar mis dos pasiones. Mi padre, Héctor López Martínez, fue la principal inspiración en mi pasatiempo. No sé cuál es mi mayor virtud, pero mi peor defecto es mi terquedad. Soy el autor de la tesis titulada: “La fragata Mercedes: Análisis histórico-jurídico de un contencioso internacional”. Tengo planes de convertirlo en un libro dentro de poco. Héctor López Aréstegui Abogado e historiador CONSUELO VARGAS “Tenemos un vacío legal en el tema de patrimonio submarino” RENZO GINER VáSQUEZ El hallazgo del galeón San José, hundido en 1708 frente a las cos- tas de Cartagena, marcó un hito en la historia latinoamericana. Algo que podría ser superado por el Perú, pues Héctor López asegu- ra que en nuestras costas hay dos barcos hundidos hace 400 años. No era un juicio ganado, eso sería adelantar la conclusión. El proble- ma es que no hay una legislación uniforme en el tema porque todo funciona por las Cortes Marítimas, el sistema de Europa Continental funciona de un modo y en Estados Unidos, Inglaterra, Australia y Ca- nadá funcionan de otra manera. Esta última se rige por el derecho de hallazgo; es decir, el que encuentra algo tiene derecho a cobrarlo y si no encuentra de quién es, se lo queda. España terminó ganando este juicio porque había un precedente. —¿Cuál? En el 2002 se encontraron dos fraga- tas, el Juno y la Galga. El estado de Virginia reconoció que esos buques eran españoles y se los devolvieron. —Hace poco se halló el San José cer- ca de Colombia y en el 2003 ese país promulgó una ley que especifica que todo patrimonio encontrado en sus costas le pertenece al Estado. ¿Eso hará de este caso algo distinto? No fue precisamente una ley, fue una sentencia de la Corte Constitu- cional. Ese principio fue llevado a la práctica en la Ley de Patrimonio Arqueológico del 2013, una ley muy criticada porque era una especie de privatización del patrimonio cultu- ral arqueológico. El problema es que esta ley choca contra el derecho in- ternacional. Quieren apropiarse de un buque de estado y es una norma que va en contra de la historia. —¿Por qué vemos tanta seguridad en Juan Manuel Santos al asegurar que el barco les pertenece? Dos posibilidades. Una, por desco- nocimiento, y dos, porque debe po- ner la cara y dar una postura. El tema no es fácil de explicar, legalmente hablando es enredado. Sería hasta poco patriótico explicar la verdad, ¿qué presidente lo haría? Nadie. Pa- ra que el San José sea de los colom- bianos, el presidente Santos debería decir que Colombia existía hace 300 años y eso, obviamente, es falso. —¿Por qué España está ofreciéndo- le cooperación a Colombia? Con la Mercedes España tuvo que improvisar sobre la marcha y el ca- so se complicó por la presencia de la empresa privada. Ahora los espa- ñoles ofrecen crear un gran museo donde se pueda exponer con propie- dad todo esto. —¿El Perú podrá beneficiarse? Podría adherirse a la cooperación entre ambos países. El problema es que acá no hay conocimiento del te- ma, tenemos un vacío legal. —¿Qué es lo primero que debe ha- cer el Perú para solucionar eso? Firmar la Convención de Patrimo- nio Subacuático de la Unesco. Ade- más, debemos desarrollar una legis- lación adecuada para el tema. —¿En el litoral peruano hay barcos hundidos similares al San José? Es probable. Se hizo un censo hace años sobre objetos del siglo XIX y XVIII, pero para tener una idea real tendríamos que ir al archivo de Sevi- lla e investigar caso por caso. —¿Y ese patrimonio puede ser aun mayor que el San José? Bastante más. El año pasado estu- vieron trabajando por Cerro Azul, según los historiadores hay restos de dos buques hundidos en 1615 cuan- do atacaron los holandeses. Son bu- ques únicos porque no se tiene idea de cómo eran. Según los historiadores [frente a Cerro Azul] hay restos de dos buques hundidos en 1615 cuando atacaron los holandeses. Son únicos porque no se tiene idea de cómo eran”. Lo primero que debe hacer el Perú es firmar la Convención de Patrimonio Subacuático de la Unesco”. Colecciones El Comercio @elcomercio elcomercio.pe (51) 947-031-286 -- RIQUEZAS -- A bordo del San José se encontraron piezas valorizadas en US$1.500 millones. L a mañana del domingo 7 de di- ciembre de 1941, aparecieron reflejadas en uno de los espejos de agua de la isla de Oahu una bandada de aves mortecinas. Ca- zas de combate, torpederos, bombarderos, armas voladoras, cientos de ellas rugiendo al unísono mientras se acercaban y ensom- brecían la geografía entre espesas nubes y dagas de luz, anunciando el final de un tiempo. Y el principio de otro. Eran aves de mal agüero. El sol fue parte del fuego. El fuego, un largo grito que cayó del cielo, sacudió la tie- rra, se hundió en el mar. Muchos militares norteamericanos murieron esa mañana. Otros tantos quedaron lisiados. Hubo los que sobrevivieron pero nunca más pudie- ron ni quisieron olvidar. Algunos veteranos dedicaron sus vidas a recordar a sus herma- nos caídos en el USS Arizona, donde se ha construido un monumento y memorial. Es- tuve allí, sobre el acorazado que descansa en las profundidades marinas, y pude sentir la agonía y muerte de esos muchachos debajo de mis pies. Casi mil doscientos de ellos, solo en uno de los buques que fue derribado des- de el aire. Quizás me dolió aun más porque tengo un hijo que tiene la edad que debie- ron tener ellos cuando fueron enviados lejos de casa, a un escenario hostil y lejano a sus realidades. También es duro imaginar a los pilotos japoneses, jóvenes aún, en pequeñas naves, es probable que atemorizados y re- cordando a sus familias, a sus novias, porque nadie quiere morir y en el fondo de sus cora- zones, en el último de los instantes, segura- mente pocos de ellos querrían realmente matar, pocos de ellos sabrían quién era ese enemigo o por qué debían dispararle. Fue un ataque sorpresa, cobarde, conce- bido con mucha anticipación. Cuenta la his- toria que el peruano Ricardo Rivera Schrei- ber, embajador del Perú en Tokio en esos años, había escuchado que Japón estaba preparando una flota aeronaval para atacar a Estados Unidos, y advirtió meses atrás al gobierno norteamericano. Pero menospre- ciaron su información. Fue obviamente el ataque a Pearl Harbor lo que motivó a Esta- dos Unidos a declarar la guerra al Japón. Como siempre pasa, la Segunda Guerra Mundial propulsó la industria norteameri- cana, anteriormente deprimida. Pero, a la par, se buscó el conocimiento en armas; se hicieron nuevos descubrimientos acerca de cómo matar a más personas en menos tiem- po. Esta vez sin tener que mirarle el rostro al enemigo, sin verlo sangrar, sin derrapar, sin ensuciar manos y botas. El uranio y el plu- tonio fueron protagonistas. Las personas se desintegraron. Solo quedaron sombras, huesos, ropas, ruinas de dos ciudades japo- nesas: Hiroshima y Nagasaki. Esas dos bom- bas dieron un giro a la historia. De la muerte nacía una superpotencia. De la búsqueda de paz en la venganza. Nunca más fuimos los mismos. Había comenzado la era nuclear. Quien portara la bomba atómica más des- tructiva dominaría el mundo. Esa sería la secuela del 7 de diciembre de 1941 en Pearl Harbor. Una cadena de acontecimientos que aún no se rompe. Una cadena de la que somos eslabones, acaso esclavos. JOSEFINA BARRÓN AVES DE MAL AGÜERO “Esas dos bombas dieron un giro a la historia. De la muerte nacía una superpotencia”.

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El Comercio 11 diciembre 2015

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viernes 11 de diciembre del 2015A30. el comercio

Posdata

H éctor López decidió jun-tar su pasión por la his-toria y sus estudios en leyes para centrar sus in-vestigaciones en el patri-

monio submarino. “Lo primero que quiero aclarar es que esos no son tesoros, son patrimo-nio. No tienen un valor económico sino uno histórico”, precisa.—Ud. desarrolló una tesis sobre el hallaz-go y juicio posterior de la fragata españo-la Nuestra Señora de las Mercedes...Sí, fue un trabajo con dos vertientes: la histórico- jurídica y también la de divulgación, porque es un tema muy poco conocido acá y que se trató

muy mal. El caso se remonta a 1999, pero el hallazgo se dio en el 2007. Entonces comenzó un juicio entre la empresa Odyssey Marine Explora-tion y el Estado Español, con EE.UU. como árbitro. Odyssey había traba-jado bajo la cobertura del Gobierno Británico, que los había autoriza-do para buscar un buque inglés y un portaaviones de la Segunda Guerra Mundial en la misma zona.— Perú participó alegando que los objetos a bordo salieron de acá.Odyssey buscó la forma de ganar tiempo y lo hizo llevando más gente al proceso para complicarlo. El argu-mento que presentamos fue muy dé-bil. No resistía ninguna lógica por-

que el buque salió en 1804 y el Perú existe como Esta-

do desde 1821. La can-cillería no llamó a ex-pertos y se contactó a un abogado con el que no se hizo nada, que-

damos en ridículo en esa oportunidad. Esto

funciona por el principio de bandera, es decir, el bu-

que es una extensión del territorio. —¿Por qué Odyssey llevó el caso a juicio si todo indicaba que España tenía la razón?

posdata

Nací hace 42 años en Lima. Soy soltero y no tengo hijos. Estudié leyes en la Universidad de Lima. Mi pasatiempo es la historia, con el tiempo he logrado fusionar mis dos pasiones. Mi padre, Héctor López Martínez, fue la principal inspiración en mi pasatiempo. No sé cuál es mi mayor virtud, pero mi peor defecto es mi terquedad. Soy el autor de la tesis titulada: “La fragata Mercedes: Análisis histórico-jurídico de un contencioso internacional”. Tengo planes de convertirlo en un libro dentro de poco.

Héctor López Aréstegui

Abogado e historiador

consuelo vargas

“Tenemos un vacío legal en el tema de

patrimonio submarino”rENzO GiNEr váSqUEz

El hallazgo del galeón San José, hundido en 1708 frente a las cos-tas de Cartagena, marcó un hito en la historia latinoamericana. Algo que podría ser superado por el Perú, pues Héctor López asegu-ra que en nuestras costas hay dos barcos hundidos hace 400 años.

No era un juicio ganado, eso sería adelantar la conclusión. El proble-ma es que no hay una legislación uniforme en el tema porque todo funciona por las Cortes Marítimas, el sistema de Europa Continental funciona de un modo y en Estados Unidos, inglaterra, Australia y Ca-nadá funcionan de otra manera. Esta última se rige por el derecho de hallazgo; es decir, el que encuentra algo tiene derecho a cobrarlo y si no encuentra de quién es, se lo queda. España terminó ganando este juicio porque había un precedente.—¿Cuál?En el 2002 se encontraron dos fraga-tas, el Juno y la Galga. El estado de virginia reconoció que esos buques eran españoles y se los devolvieron. —Hace poco se halló el San José cer-ca de Colombia y en el 2003 ese país promulgó una ley que especifica que todo patrimonio encontrado en sus costas le pertenece al Estado. ¿Eso hará de este caso algo distinto?No fue precisamente una ley, fue una sentencia de la Corte Constitu-cional. Ese principio fue llevado a la práctica en la Ley de Patrimonio Arqueológico del 2013, una ley muy criticada porque era una especie de privatización del patrimonio cultu-ral arqueológico. El problema es que esta ley choca contra el derecho in-ternacional. quieren apropiarse de un buque de estado y es una norma que va en contra de la historia.—¿Por qué vemos tanta seguridad en Juan Manuel Santos al asegurar que el barco les pertenece?Dos posibilidades. Una, por desco-nocimiento, y dos, porque debe po-ner la cara y dar una postura. El tema no es fácil de explicar, legalmente hablando es enredado. Sería hasta poco patriótico explicar la verdad, ¿qué presidente lo haría? Nadie. Pa-ra que el San José sea de los colom-bianos, el presidente Santos debería decir que Colombia existía hace 300 años y eso, obviamente, es falso.—¿Por qué España está ofreciéndo-le cooperación a Colombia?Con la Mercedes España tuvo que improvisar sobre la marcha y el ca-so se complicó por la presencia de la empresa privada. Ahora los espa-ñoles ofrecen crear un gran museo donde se pueda exponer con propie-dad todo esto.—¿El Perú podrá beneficiarse?Podría adherirse a la cooperación entre ambos países. El problema es que acá no hay conocimiento del te-ma, tenemos un vacío legal.—¿Qué es lo primero que debe ha-cer el Perú para solucionar eso?Firmar la Convención de Patrimo-nio Subacuático de la Unesco. Ade-más, debemos desarrollar una legis-lación adecuada para el tema.—¿En el litoral peruano hay barcos hundidos similares al San José?Es probable. Se hizo un censo hace años sobre objetos del siglo XiX y Xviii, pero para tener una idea real tendríamos que ir al archivo de Sevi-lla e investigar caso por caso.—¿Y ese patrimonio puede ser aun mayor que el San José?Bastante más. El año pasado estu-vieron trabajando por Cerro Azul, según los historiadores hay restos de dos buques hundidos en 1615 cuan-do atacaron los holandeses. Son bu-ques únicos porque no se tiene idea de cómo eran.

“ Según los historiadores [frente a Cerro Azul] hay restos de dos buques hundidos en 1615 cuando atacaron los holandeses. Son únicos porque no se tiene idea de cómo eran”.

“ Lo primero que debe hacer el Perú es firmar la Convención de Patrimonio Subacuático de la Unesco”.

Colecciones El Comercio

@elcomercio elcomercio.pe (51) 947-031-286

--riquezAs

--A bordo del San

José se encontraron piezas valorizadas

en US$1.500 millones.

l a mañana del domingo 7 de di-ciembre de 1941, aparecieron reflejadas en uno de los espejos de agua de la isla de Oahu una bandada de aves mortecinas. Ca-

zas de combate, torpederos, bombarderos, armas voladoras, cientos de ellas rugiendo al unísono mientras se acercaban y ensom-brecían la geografía entre espesas nubes y dagas de luz, anunciando el final de un tiempo. Y el principio de otro. Eran aves de mal agüero.

El sol fue parte del fuego. El fuego, un largo grito que cayó del cielo, sacudió la tie-rra, se hundió en el mar. Muchos militares norteamericanos murieron esa mañana. Otros tantos quedaron lisiados. Hubo los que sobrevivieron pero nunca más pudie-ron ni quisieron olvidar. Algunos veteranos dedicaron sus vidas a recordar a sus herma-nos caídos en el USS Arizona, donde se ha construido un monumento y memorial. Es-tuve allí, sobre el acorazado que descansa en las profundidades marinas, y pude sentir la agonía y muerte de esos muchachos debajo de mis pies. Casi mil doscientos de ellos, solo en uno de los buques que fue derribado des-de el aire. quizás me dolió aun más porque tengo un hijo que tiene la edad que debie-ron tener ellos cuando fueron enviados lejos de casa, a un escenario hostil y lejano a sus realidades. También es duro imaginar a los pilotos japoneses, jóvenes aún, en pequeñas naves, es probable que atemorizados y re-cordando a sus familias, a sus novias, porque nadie quiere morir y en el fondo de sus cora-zones, en el último de los instantes, segura-mente pocos de ellos querrían realmente matar, pocos de ellos sabrían quién era ese enemigo o por qué debían dispararle.

Fue un ataque sorpresa, cobarde, conce-bido con mucha anticipación. Cuenta la his-toria que el peruano ricardo rivera Schrei-ber, embajador del Perú en Tokio en esos años, había escuchado que Japón estaba preparando una flota aeronaval para atacar a Estados Unidos, y advirtió meses atrás al gobierno norteamericano. Pero menospre-ciaron su información. Fue obviamente el ataque a Pearl Harbor lo que motivó a Esta-dos Unidos a declarar la guerra al Japón.

Como siempre pasa, la Segunda Guerra Mundial propulsó la industria norteameri-cana, anteriormente deprimida. Pero, a la par, se buscó el conocimiento en armas; se hicieron nuevos descubrimientos acerca de cómo matar a más personas en menos tiem-po. Esta vez sin tener que mirarle el rostro al enemigo, sin verlo sangrar, sin derrapar, sin ensuciar manos y botas. El uranio y el plu-tonio fueron protagonistas. Las personas se desintegraron. Solo quedaron sombras, huesos, ropas, ruinas de dos ciudades japo-nesas: Hiroshima y Nagasaki. Esas dos bom-bas dieron un giro a la historia. De la muerte nacía una superpotencia. De la búsqueda de paz en la venganza. Nunca más fuimos los mismos. Había comenzado la era nuclear. quien portara la bomba atómica más des-tructiva dominaría el mundo. Esa sería la secuela del 7 de diciembre de 1941 en Pearl Harbor. Una cadena de acontecimientos que aún no se rompe. Una cadena de la que somos eslabones, acaso esclavos.

Josefina barrón

aves de mal agüero

“Esas dos bombas dieron un giro a la historia. De la muerte nacía una superpotencia”.