Tenamitl Junio 2011

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No. 19 JUNIO DE 2011 POR QUÉ J. M. PINO SUÁREZ ES “MI HÉROE FAVORITO” PERSONAJES DESTACADOS DE TENANCINGO: “ALBINITA”, UNA VIDA DEDICADA A LOS MÁS NECESITADOS TRADICIONES Y LEYENDAS: “LA BENDICIÓN DEL MUERTO” EL REBOZO DE TENANCINGO EN EL CORREDOR CULTURAL ROMA-CONDESA DE LA CIUDAD DE MÉXICO

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No. 19 JUNIO DE 2011

POR QUÉ J. M. PINO SUÁREZ ES

“MI HÉROE FAVORITO”

PERSONAJES DESTACADOS DE TENANCINGO:

“ALBINITA”, UNA VIDA DEDICADA A LOS MÁS NECESITADOS

TRADICIONES Y LEYENDAS: “LA BENDICIÓN DEL MUERTO”

EL REBOZO DE TENANCINGO EN EL CORREDOR CULTURAL ROMA-CONDESA

DE LA CIUDAD DE MÉXICO

2

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POR QUÉ JOSE MARÍA PINO SUÁREZ

ES MI HÉROE FAVORITO

“Está en la naturaleza trágica de los apóstoles, el que su

calvario se conozca mejor que su obra; o que, en cierta forma, su

calvario sea su obra”

Así como hay héroes en la historia nacional que logran la

inmortalidad culminando con éxito sus intenciones de grandeza o de

gloria para sí mismos o para su país, también hay héroes casi

anónimos, que juegan un papel secundario en la epopeya histórica;

que no son reconocidos como merecen, y que en algún momento

pueden considerarse poco influyentes en el resultado de los hechos. Es

decir, pudieron estar o no, y eso no cambiaría nada la historia. José

María Pino Suárez es uno de estos héroes ―secundarios‖ quien, a mi

modo de ver, y analizando su participación al lado de Francisco I.

Madero, puede considerarse aun más heroico y valiente que el mismo

Presidente al que acompañó a la muerte.

Más valiente porque nunca se derrumbó su entereza y estaba

aun más dispuesto a la muerte que Madero, ya que éste vivió hasta sus

últimos momentos una especie de ensoñación que no le permitía darse

cuenta del peligro que corrían, incluso llegando a sentirse invulnerable

por su calidad de Presidente y artífice de la Revolución que derrocó al

Dictador Porfirio Díaz.

Más heroico por tanto más débil y humano que Madero,

porque Pino Suárez sí se dio cuenta desde el principio que serían

asesinados, y sí le reprochó a este, no fue por cobardía, sino con todo

el derecho y la inteligencia que le correspondían, para hacerle ver a

Madero los errores que estaba cometiendo, los que los llevarían a

ellos, así como a su hermano Gustavo, a la muerte.

Durante su prisión en la intendencia de Palacio Nacional —al

lado de Francisco I. Madero y Felipe Ángeles—, José María Pino

Suárez escribió una carta a su amigo y paisano Serapio Rendón. El

embajador cubano, Márquez Sterling, ofreció entregársela en propia

mano:

―Dispensa que te escriba con lápiz, pero no he logrado que

nuestros carceleros me proporcionen una pluma. Como sabes, hemos

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sido obligados a renunciar a nuestros respectivos cargos de presidente

y vicepresidente de la República, pero no por eso están a salvo

nuestras vidas. Creo que peligran aun más que antes. Nunca estuve de

acuerdo en esas renuncias precipitadas, pero el presidente Madero

insistió. Me parecía un verdadero acto suicida. Yo sugería

presentarlas, sí, pero al tiempo en que estuviéramos ya embarcando en

Veracruz rumbo al exilio. Y aún ahí, por lo menos dejar constancia de

que nos forzaron a firmarlas. Porque una vez que hemos renunciado a

nuestros cargos, somos ciudadanos comunes y corrientes y Huerta

puede hacer con nosotros lo que le venga en gana, ¿no te parece? Por

eso, yo no soy tan optimista como el presidente Madero respecto a

que Huerta cumplirá su palabra de respetar nuestras vidas. ¿Por qué

ese afán de confiar en alguien como Huerta? Temo lo peor, y en caso

de que suceda, te ruego que hables con María, mi esposa, sobre las

circunstancias trágicas de mi muerte. Se lo he escrito veladamente

para no angustiarla, pero creo que hará falta que alguien hable

personalmente con ella apenas esté yo ausente de este mundo. La

pobre quedará sola, con apenas unos cuantos pesos ahorrados, y seis

hijos a los cuales criar y educar. ¿Sabes lo peor, mi querido Serapio,

lo que más me duele de esta situación? Que por consejo de ella,

precisamente el día en que fuimos arrestados, por la mañana le había

yo presentado mi renuncia al presidente Madero y él, por fin, la había

aceptado cuando le expliqué que lo hacía por mi familia y nada más

que por mi familia. Lo entendió y hasta me deseó suerte en la nueva

actividad que fuera a emprender, que estaría totalmente alejada de la

política, por supuesto, le dije. A mí, no tengo duda, la política me

endilgó un sueño que en realidad era una pesadilla‖.

En efecto, durante los días en que estuvo preso en la

intendencia de Palacio al lado de Madero y Ángeles, las palabras de

Pino Suárez insistieron en su rechazo a cualquier actividad política y

que quien correría la peor suerte de los tres era él. Al embajador

cubano, Márquez Sterling, le dijo:

- ¿Qué he hecho yo para que quieran matarme, señor

embajador? Créame usted que sólo he deseado hacer el bien, respetar

la vida y el sentir de los ciudadanos, cumplir con las leyes y exaltar la

democracia. Pero la política sólo me ha proporcionado dolores y

decepciones y un hondo sentimiento de frustración. Ni siquiera tengo

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la vocación de martirio del presidente Madero y del general Ángeles.

No sabía yo en la que me metía cuando acepté el puesto de

vicepresidente. La política, al uso, es sólo odio, intriga, falsedad,

lucro. Hoy lo veo con claridad y les doy la razón a quienes me pedían

que me alejara de ella. ¿No es cierto que el mejor medio de gobernar a

los pueblos de nuestra raza lo da el ánimo perverso de quienes los

explotan y oprimen?

A Felipe Ángeles le dijo estas palabras proféticas:

- A usted no se atreverán a tocarlo, general, por su rango

militar. En cuanto al presidente Madero y yo, ¿no le parecemos como

en capilla? Como que el odio prevalecerá por sobre la reconciliación y

espíritu democrático, en los que tanto ha creído el presidente Madero.

Con Madero insistió sobre el odio:

- Es extraño, este puesto, la vicepresidencia, el puesto por el

que estoy aquí. El puesto para el cual me eligió entre tantos, y por el

que tantos otros se pelearon; que le causó los más graves conflictos a

partir de que fue usted presidente; el que consideraba de mayor

importancia dentro de su gabinete; ese puesto es el más ingrato que

puedo imaginar y hoy no volvería a aceptarlo de ninguna manera. Hoy

me alejaría como de la peste de todo lo que oliera a política… Me

persiguen y me perseguirán los mismos odios que a usted, señor

presidente, sin la compensación de sus honores y su gloria, que se

acrecentarían si lo mataran. Por eso mi suerte tiene que ser más triste

y amarga que la suya.

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En la pieza había sillones de piel oscura, una pequeña mesa de

mármol, un gran espejo que presidía —y parecía eternizar— cuanto

ahí sucedía, y los tres camastros en donde dormían los cautivos. Una

de las puertas daba a un depósito de trastajos, sin ventilación, que

servía de comedor, y la otra, al lado de una ventana, con un centinela

inconmovible afuera, como de piedra y una bayoneta que atrapaba los

rayos del sol, se abría al patio de Palacio, con grupos de soldados

conversando, adormilados, sentados en el suelo, sacando brillo a los

botones, aceitando los rifles, boleando las botas, remendando las

mantas o inclinados apetentes sobre una olla de barro que se mecía

sobre unos palos cruzados, mientras las mujeres, enrebozadas,

aplaudían frente a los fogones con la masa de maíz.

Mientras miraba ese patio —con un rostro que parecía

derrumbársele sobre la palma de las manos—, Pino Suárez pensaba en

la futilidad del poder humano y sus avatares, en tanta sangre inútil

derramada. ¿Cuánto tiempo hacía que en ese patio se escucharon los

gritos jubilosos de ¡Viva Madero, abajo la dictadura!? ¡Viva el partido

antirreeleccionista! Gritos que para Pino Suárez, en aquel momento,

se entreveraban sin remedio con los otros: ¡Viva Porfirio Díaz! ¡Viva

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la revolución de Tuxtepec! O aún un poco antes —apenas un

parpadeo—: ¡Viva el batallón de supremos poderes! ¡Viva la

república! ¡Viva Benito Juárez! O: ¡Que viva el emperador! ¡Que

vivan México y Francia! O: ¡Que viva el padre de la república! ¡Que

viva el general Santa Anna! O: ¡Que viva el ejército de las tres

garantías! ¡Muera el congreso! ¡Viva Agustín Primero! ¿Presintió

Pino Suárez que al cruzar por primera vez el patio central de Palacio

que por ahí lo llevarían para conducirlo a la muerte? ¿Sabía que ese

patio, simbólicamente, a fines de 1700, lo convirtieron los

comerciantes de la Plaza Mayor en ―infame burdel‖ y en la

―madriguera de jugadores y borrachos‖, según noticias de la época?

―La política, al uso, es sólo odio, intriga, falsedad, lucro‖.

¿Recordó, sin embargo, alguno de sus versos juveniles, como

aquel que tituló Alma de lucha, que en su momento consideró uno de

sus predilectos?

Combatir contra todos los tiranos

y contra toda imposición injusta;

defender la Verdad santa y augusta

y de la Patria sus fueros soberanos.

Sólo a hombres libres extender la mano;

a los serviles, descargar la fusta

de nuestra frase señorial y adusta

con valor y civismo catonianos.

Contra el Error y la Injusticia alertas,

montar la guardia austera y formidable

del Honor y el Deber ante las puertas.

Y en el suplicio siempre inacabable

de Tántalo infeliz, dejar abiertas

nuestras alas que van a lo insondable.

¿Y aquel poema que le dedicó a don Porfirio y que, según

decía, lo motivó a participar en la lucha antirreeleccionista?

Vilipendiaste de la Patria el nombre

y Padre de la Patria te proclamas.

Hollaste la República y te llamas

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héroe y Caudillo de inmortal renombre.

No hay proditorio crimen que te asombre

si al Poder en sus hombros te encaramas.

Y cuando el nombre de justicia infamas

te das de justiciero el sobrenombre.

Y todo gime a tu Poder opreso

y cede ante tu afán homicida.

Más de tu oprobio y baldón el peso

morir no puede el pensamiento humano

que al firmar tu registro de partida

con tinta roja escribirá: ¡Tirano!

¿Y recordó Pino Suárez cuando se afilió, con todo el

entusiasmo de que era capaz, al Partido Nacional Antirreeleccionista y

cuando participó en la campaña de Francisco I. Madero en Tabasco y

Yucatán? ―Cuenta usted con mi vida y trabajo de día y de noche,

señor Madero‖, le dijo.

¿Y recordó que a fines de 1910 viajó subrepticiamente a

Guatemala a comprar armas para la causa revolucionaria, y que

participó muy activamente en las negociaciones que concluyeron con

la firma de los Tratados de Ciudad Juárez? ¿Y que fue gobernador de

Yucatán y abandonó el puesto luego de que el Partido Constitucional

Progresista lo hizo su candidato para la vicepresidencia de la

República?

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―Qué he hecho yo para que quieran matarme, señor

embajador? Créame usted que sólo he deseado hacer el bien, respetar

la vida y el sentir de los ciudadanos, cumplir con las leyes y exaltar la

democracia. Pero la política sólo me ha proporcionado dolores y

decepciones y un hondo sentimiento de frustración‖.

Por eso ya casi no se sorprendió la noche que fueron por ellos

a la intendencia el mayor Cárdenas, el cabo Pimienta y un piquete de

soldados armados con carabinas. Pimienta llevaba una linterna y la

dirigió —como el resplandor de un disparo, como si los matara ya— a

cada uno de ellos, mientras los nombraba.

—Éste es el señorMadero; éste es el licenciado Pino Suárez y

este otro el general Felipe Ángeles.

A Pino Suárez la luz no lograba despertarlo del todo y parecía

llevarlo de un sueño al otro, con las siluetas del grupo delineándose

dentro de una atmósfera que era más bien una materia untuosa en

donde las cosas flotaban, temblorosas. Puso una mano enfrente en

señal de alto y entrecerró los ojos para detener la luz, lo inminente, el

otro sueño.

―A mí, no tengo duda, la política me endilgó un sueño que en

realidad era una pesadilla‖.

¿Y no fue el propio Madero quien le endilgó ese sueño?

— ¿Qué sucede? — preguntó Madero.

—Tengo órdenes de entregarlos a ustedes a sus custodios—

informó el mayor Cárdenas, con sequedad.

Alguien encendió el foco pelón que pendía del techo, y que

abría de cuajo lo que iluminaba.

— ¿Adónde nos van a llevar?— insistió Madero mientras

tomaba la ropa que tenía a un lado, colgada cuidadosamente en una

silla: la camisa dura, el jacquet, el pantalón claro a rayas.

— A la penitenciaría. Allá estarán más seguros—agregó el

mayor Cárdenas, quien llevaba un traje negro de charro, inaudito en

aquellos momentos, y tenía toda la facha de ser quien los ejecutaría.

Se vistieron con premura y en silencio.

—Usted no va, general Ángeles —le dijo el mayor Cárdenas al

salir. Ángeles los miró desconcertado. ¿Hubiera preferido ir? Por su

expresión, podría haberse asegurado.

Madero y Ángeles se dieron la mano.

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— Adiós, general.

— Adiós, señor presidente.

Pino Suárez, que ya estaba en la puerta, hizo una seña de

despedida.

— General, hasta luego.

―A usted no se atreverán a tocarlo, general, por su rango

militar‖.

— Hasta luego, licenciado— respondió Ángeles, encogiéndose

bajo el chorro de la luz del foco pelón, dentro de su capote militar,

quizá pesándole ya la soledad.

El mayor Cárdenas les lanzaba unas miradas de cuchillo y se

mostraba crecientemente nervioso. Le tomó un brazo a Madero con

una fuerza innecesaria.

—Vamos, vamos, tenemos prisa, señores.

Iban en silencio en el Packard gris, el mayor Cárdenas al

volante y el cabo Pimienta a un lado. Atrás, Madero y Pino Suárez.

Fueron por la calle de Moneda, por la del Rélox, por la de Cocheras,

por la de Lecumberri, hasta los llanos de San Lázaro.

El Packard se detuvo en la parte de atrás de la Penitenciaría,

suficientemente iluminada.

— ¿Por qué aquí si no hay puerta? ¿Quién les ha dado la orden

absurda de traernos aquí?— preguntó Madero, replegándose en el

asiento.

Patio del Palacio

Nacional después de

la aprehensión de

Madero y Pino

Suárez.

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—Tenemos que bajar — dijo el mayor Cárdenas mientras

abría la portezuela.

— ¿Qué es lo que pretenden hacer con nosotros? — preguntó

Pino Suárez.

―En cuanto al presidente Madero y yo, ¿no le parecemos como

en capilla, general Ángeles?‖.

— ¡Bájense ya, carajo! — gritó el mayor Cárdenas, con una

voz que parecía refundir el odio que manifestaban su mirada y sus

movimientos. Obligó a bajar a Madero, jalándolo de la manga del

saco. En el momento en que Pino Suárez bajaba del auto vio —como

iluminado por un relámpago— el cuerpo de Madero cimbrarse y

enseguida caer tras el disparo que le propinó en la cabeza el mayor

Cárdenas. Entonces gritó: ¡asesinos!, y empujó al cabo Pimienta con

fuerza, haciéndolo trastabillar, y corrió hacia el despoblado, hacia la

noche cuajada, impasible, desprendiéndose de las luces en lo alto de

las paredes de la penitenciaría. Volvió a gritar: ¡asesinos! Pero en

realidad no se alejó demasiado porque uno de los disparos del cabo

Pimienta le dio en una pierna. El propio Pimienta fue hacia él y le dio

el tiro de gracia, al tiempo que decía:

— Ya cállese de una buena vez, cabrón.

Pino Suárez no había dejado de gritar: ¡asesinos!, pero, quizá,

sin referirse únicamente a quienes les habían disparado a Madero y a

él, sino englobando a cuantos lo habían encerrado en aquella

pesadilla. Igual pudo haber gritado ahí, desgajado sobre la tierra

desolada del llano, con una mano en la herida borboteante de la

pierna, y mientras veía a su verdugo acercarse, ocupar la noche entera:

―La política sólo me ha proporcionado dolores y decepciones y

un hondo sentimiento de frustración. Ni siquiera tengo la vocación de

martirio del presidente Madero y del general Ángeles. No sabía yo en

la que me metía cuando acepté el puesto de vicepresidente. La

política, al uso, es sólo odio, intriga, falsedad, lucro. Hoy lo veo con

claridad y les doy la razón a quienes me pedían que me alejara de

ella‖.

Ignacio Solares.

Del libro Ficciones de la Revolución Méxicana

de próxima publicación en Editorial Alfaguara.

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Piensa…

Un individuo con un reloj, sabe qué hora es…

Un individuo con dos relojes, nunca está seguro de la hora correcta.

No veas dónde te caíste…

Mejor precisa con qué te resbalaste.

Aprecia tu vida a través de tu vidrio frontal,

no por tu espejo retrovisor.

Las personas dudarán de lo que dices…

Mas te creerán por lo que haces.

Sé agradable con las personas mientras subes,

porque las necesitarás cuando vayas de picada.

Nunca des explicaciones.

Tus amigos no las necesitan, y tus enemigos no te creerán.

Mientras buscas la venganza, prepara dos tumbas.

Una de ellas será tuya.

El tiempo perdido que disfrutaste, no fue tiempo perdido.

Valor no es ausencia de miedo,

es más bien tu habilidad para enfrentarlo.

Tienes que tener tu propio crecimiento,

no importa qué tan alto haya sido tu padre.

La mejor manera de predecir tu futuro,

Es creándolo tú mismo.

La Página de Gloria Temblador

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LEYENDAS DE TENANCINGO

LA BENDICIÓN DEL MUERTO

El siguiente relato lo escuché varias veces de boca de mi

abuelita, y lo corroboraron varias personas que nos visitaban en aquel

tiempo. Aunque suene a cuento, es un hecho real, aunque no haya una

explicación lógica o coherente para el mismo.

Las personas que saben de este suceso son ampliamente

conocidas tanto en Zepayautla como en Tenancingo y. aunque los

protagonistas ya murieron, sus hijos y netos lo escucharon de viva voz

de sus padres y abuelos.

Mi abuelita, la profesora Fortunata Duarte, trabajó varios años

como maestra rural en la comunidad de Zepayautla y muy pronto

trabó amistades y hasta compadrazgos con los vecinos del lugar,

quienes siempre la trataron con agrado y deferencia, siendo invitada a

todos los acontecimientos de las

familias y de la comunidad, así que

tenía muchos ahijados, y

precisamente fue con uno de sus

compadres con quien ocurrió este

hecho.

En la época de la que

hablamos se estableció la educación

socialista científica, por lo que no se

permitía ni una insinuación religiosa en la educación. Los maestros

tenían que capacitarse en ese tipo de educación. La profesora Duarte

lo hizo en la Universidad Obrera de México ―Karl Marx‖. Los

maestros que se resistían a ese tipo de enseñanza eran desorejados o

desaparecidos. Sin embargo, en las comunidades rurales había cierta

flexibilidad. El maestro era la persona más importante; se le pedía que

ayudara a redactar las actas de los Delegados Municipales; que

aconsejara qué hacer aun en cuestiones domésticas; que orientara a las

parturientas, que rezara el rosario del difunto; que los ayudara a bien

morir; que atestiguara los testamento… en fin, era consejero y

sabelotodo del pueblo, pues para eso era el maestro o maestra.

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Retomando nuestro relato, tenemos que la señora profesora fue

invitada para que llevara a bautizar a la niña Alicia Orihuela Millán,

hija del señor Román Orihuela y Francisca Millán, en la comunidad

de Zepayautla. Don Román era trabajador de la Compañía de Luz y

Fuerza del Centro.

Cuando Alicia ya era mayor, se casó con el profesor Fidencio

Becerril, muy conocido aquí en Tenancingo por su entrega y

profesionalismo, así como por ser un entusiasta promotor del deporte.

Entre sus hijos podemos contar a los también profesores Saúl y Rocío

y a Lupita, que es enfermera. Cuando don Román, el papá de Alicia,

murió, sus familiares tuvieron la gentileza de avisarle a mi abuelita,

quien desde hacía varios años que ya no trabajaba en Zepayautla, sino

en San Simón el Alto, por lo que llegó hasta el otro día del deceso,

cuando se disponían a llevar al difunto a sepultar al panteón.

Al ver a mi abuela, Alicia la abrazó llorando y le dijo:

―Madrina, haga algo; mi papá no nos dio la bendición y ya lo van a

sepultar.‖ La profesora le dijo: ―¿Pero yo qué puedo hacer?‖ ―No sé,

madrina –le contesto Alicia- pero queremos su bendición.‖

Era tal su angustia y súplica, que doña Fortunata se acercó a la

caja del difunto y lo tocó; don Román ya estaba tieso y duro como

piedra. Mi abuela se acordó de que la gente dice que los difuntos oyen

todo lo que se dice a su alrededor, hasta que no se les cierran los oídos

en cuanto llegan al panteón. Entonces, se acercó y le dijo al oído:

―Compadre Román, compadre Román, tus hijos quieren que les des la

bendición. Afloja tu mano, compadre…‖

Entonces, ocurrió lo increíble: la mano y brazo del difunto se

hizo suave y flexible. Entonces le colocaron un Cristo y los hijos se

hincaron, recibiendo al fin la ansiada bendición. Terminando ésta, el

brazo se hizo duro otra vez y regresó pesadamente a su posición

anterior. Los hijos quedaron muy agradecidos, pero la gente que

estaba ahí reunida veía a la profesora como si fuera una bruja o algo

así. Fueron muchos los que atestiguaron: gente del pueblo,

compañeros electricistas, amigos y familiares y, aunque parezca un

cuento, este es un hecho real; tan real como la vida misma; o, en este

caso, como la muerte misma.

Maestro en Historia Raymundo Cruz Centeno.

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Restaurante

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¡MÚSICA, MAESTRO!

LAS PERCUSIONES,

EL PRIMER INSTRUMENTO MUSICAL

DE LA HUMANIDAD

Un instrumento de percusión es un tipo de instrumento

musical cuyo sonido se origina al ser golpeado o agitado. Es, quizá, la

forma más antigua de instrumento musical.

La percusión se distingue por la variedad de timbres que es

capaz de producir y por su facilidad de adaptación con otros

instrumentos musicales. Cabe destacar que puede obtenerse una gran

variedad de sonidos según las baquetas o mazos que se usen para

golpear algunos de los instrumentos de percusión.

Un instrumento de percusión puede ser usado para crear patrones de

ritmos (batería, tam-tam entre otros) o bien para emitir notas

musicales (xilófono). Suele acompañar a otros con el fin de crear y

mantener el ritmo.

Los instrumentos de percusión pueden clasificarse en dos categorías

según la afinación:

De altura definida: Los que producen notas identificables. Es

decir, aquellos cuya altura de sonido está determinada.

Algunos son: el timbal, el xilófono, el vibráfono, la campana,

la campana tubular, los tambores metálicos de Trinidad.

De altura indefinida: Aquellos cuyas notas no son

identificables, es decir producen notas de una altura

indeterminada.

Entre ellos están: el bombo, la caja, el cajón, el afuche, las

castañuelas, las claves, el cencerro, el címbalo, el güiro, la

matraca, la zambomba, el vibraslap

Siendo el primer recurso humano junto con la voz para hacer música,

las percusiones fueron utilizadas casi siembre para pautar el ritmo

sobre el cual el hombre movería sus cuerpos. Cuando la música se

hizo arte, las percusiones conservaron su importancia y poco a poco se

convirtieron en un instrumento musical, que desde diferentes tonos,

conservaron la importancia de indicar el ritmo.

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El Coro de la Ciudad de Tenancingo

Presenta:

CONCIERTO DE CANTO

Tengo Armando Manzanero Besame mucho Consuelito Velázquez

Dime que si Alfonso Esparza Oteo

Soprano: Ana Paola Guadarrama Castañeda

Arrullo Mario Talavera Te quiero dijiste María Grever

El día que me quieras Manuel Esperón

Tenor: Raúl Arévalo Ramírez

Alma mía María Grever

Así María Grever

Siboney Ernesto Lecuona

Soprano: Itzel Marín Gallegos

Maestro: Guillermo López Nava

ENSAMBLE DE GUITARRAS Y PERCUSIONES Guitarrristas: Jaqueline Carlón Molina

Javier Medina

Cesar Cano Torres

Maestro: Alejandro López Islas

Percusionistas: Ricardo Velázquez Angeles

Eduardo Mejía Dávila

Maestro: Aarón Flores Muciño

Sábado 25 de Junio de 2011

8:00 p. m. Auditorio Petronilo Monroy

ENTRADA LIBRE ¡NO FALTES!

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PERSONAJES DESTACADOS DE TENANCINGO

ALBINA FLORES GALINDO

(ALBINITA)

Toda una vida dedicada a los más necesitados

Entre las muchas y muy nobles personas que han dedicado

parte de su vida y recursos económicos a alegrar un poco la existencia

de los ancianos en el Asilo de San Vicente, en Tenancingo, ninguna

más digna de reconocimiento

que Albina Flores Galindo, la

abnegada, humilde y paciente

mujer que dedicó más de 40

años a cuidar de los huéspedes

de esta institución, sin más

retribución que el

agradecimiento de quienes

recibieron con sus acciones el

cariño y el amor que tanta falta

les hacían.

Albinita, como

cariñosamente se le conocía,

nació en 1882 en Monte de

Pozo, y desde muy pequeña

vino a radicar a Tenancingo.

Aquí se casó con Luciano Díaz

Mendoza, de oficio jornalero,

con quien procreó dos hijos:

Cirilo y María; esta última recibe el llamado de Dios y desde muy

joven ingresa al Convento de las Carmelitas Descalzas, en la Ciudad

de México.

Durante la Guerra Cristera, Luciano muere defendiendo la

causa de la religión católica, por lo que Albinita queda sola y se

dedica, a partir de 1930, a asistir a los sacerdotes que sucesivamente

vienen a ocuparse de la Parroquia de Tenancingo. Así, se ocupa de

atender a los padres José Fidel Quintana, José Garibay, Eliseo

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Velasco, Guadalupe Zárate y Rodrigo Alcántara. Es este último quien

la pone al frente de la asistencia del asilo de ancianos, labor que ella

emprende con amor y responsabilidad desbordada, sobre todos con los

más débiles y desprotegidos, dándoles de comer en la boca,

bañándolos, curándolos, cambiándolos y ayudándoles a bien morir

cuando estaban en agonía. Después, ella misma los preparaba y

acomodaba en su ataúd rústico para su entierro.

Lo más admirable de esta

labor, era que a pesar de las

adversidades, enfermedades y

contratiempos, jamás se quejó,

poniendo todos los días de su vida al

servicio de los más necesitados.

Asistía a los cuartos de contagio

donde tenían enfermos aislados y,

por Gracia de Dios, nunca se

contagió.

Con el padre Carlos

González Anaya al frente del Asilo,

Albinita vio reforzada su labor

gracias a la disposición del Señor

Cura. Mariquita, su hermana, era su

brazo derecho, así como las familias

de ambas, que nunca cobraron un

centavo por los servicios que prestaban; haciendo el aseo, tendiendo

camas, lavando ropa, preparando alimentos y dando de comer.

Albinita tuvo un año de purificación previo a su muerte, con el

sufrimiento de su dolorosa enfermedad hepática, que le había iniciado

22 años atrás. Finalmente, es llamada por Dios el 31 de mayo de 1972

a la edad de 90 años.

Pero no solamente con quienes vivían ya sus últimos

momentos en la tierra se mostró generosa Albinita. Su dedicación y

amor también tuvieron efecto en la formación de un valioso ser

humano, quien gracias a ella se crio y desarrolló para convertirse,

como ella, en un ejemplo a seguir. Este personaje fue quien organizó

un homenaje a esta gran señora con motivo del 35 aniversario de su

fallecimiento, realizándolo, en sus propias palabras: ―en memoria de

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Albinita, a quien quise como una madre, que cuidó de mí y me hizo

ser el hombre que soy ahora‖.

Así pues, vaya nuestro reconocimiento a una mujer sacrificada

que dio la vida por los más necesitados, y nuestro más profundo

agradecimiento porque gracias a ella hoy podemos disfrutar de la

valiosa amistad de una excelente persona: nuestro gran amigo José

Torres.

Agradecemos la documentación aportada por el L. D. G. Sergio

López Oscós, así como las fotografías incluidas en este artículo, las

cuales forman parte de su archivo.

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EL REBOZO DE TENANCINGO

PRESENTE EN EL CORREDOR CULTURAL

ROMA-CONDESA.

Instalación “Rapacejos” en Artes de México.

México, D.F. Mayo 29, de 2011 (ALCOMM). Por sexta

ocasión se llevó a cabo el Corredor Cultural Roma-Condesa en donde

53 espacios de arte y diseño abrieron sus puertas con propuestas

inéditas para todos los asistentes. Además en esta ocasión el Corredor

Cultural Roma-Condesa se extendió hacia otras áreas como el

Corredor ambiental y el gastronómico, resaltando en particular, el

dedicado al Rebozo de Tenancingo, en las magnificas oficinas de la

Revista ―Artes de México‖ que dirige la Dra. Margarita de Orellana

Iglesias.

Bajo el

titulo ―Rapacejo,

Corazón del Re-

bozo‖ se montó

una ex-posición

en su variante de

instalación, dise-

ñada y producida

por la creativa co-

lombiana Nicole

Taboada, presen-

tando solo algu-

nos de los cerca

de veinte pasos por los que atraviesa la elaboración artesanal del

rebozo. Durante la jornada, que se extendió desde las diez de la

mañana y hasta cerca de las veintiuna horas, se contabilizó la visita de

más de mil 500 personas que siguieron el itinerario del Corredor

Cultural hasta donde llegó la Coordinadora General de este evento, y

quien en su momento fuera curadora de los Museos Soumaya, Carrillo

Gil y Subdirectora del Museo Rufino Tamayo, Ana Elena Mallet, se

mostró muy satisfecha por la acogida que tuvo esta sexta edición del

Corredor así como la instalación de rebozos y su comercialización.

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Por la tarde, la experta en rapacejos de rebozo, Morales Herrera

ofreció una conferencia sobre el arte, dificultades, situación actual y

prospectiva sobre esta prenda femenina, al mismo tiempo que la sutil

empuntadora originaria de San Martin Coapaxtongo, Tenancingo,

Nancy Suárez Millán realizaba su labor en una fina pieza al crudo.

Se proyectó además, un documental sobre la elaboración de la

afamada pieza de vestir, realizado a fines del pasado mes de abril por

el cineasta Salvador Ortega, con locaciones realizadas en talleres de la

cabecera municipal de Tenancingo y algunos shots de los atractivos

sitios de la cuna del rebozo. Los artesanos representativos en esta

ocasión fueron Esperanza Vásquez Carrillo, Teresa García Díaz,

Carmen López Sánchez, Félix González, Félix Escobar y Vicente

Vásquez Ferreira, cuyos trabajos fueron altamente apreciados por los

visitantes tanto nacionales y extranjeros que se dieron cita, entre ellos,

algunos escoceses y holandeses quienes adquirieron varias piezas para

llevarlas a sus países de origen.

Entre otros asistentes a esta expo-venta en ―Artes de México‖

se distinguió a la Antropóloga Marta Turok Wallace, la más

importante especialista en textiles tradicionales mexicanos y decidida

luchadora en pro de los derechos de los artesanos.

Al ser entrevistada por ALCOMM, de Orellana Iglesias afirmó

que en base a sus investigaciones Tenancingo es la verdadera cuna del

rebozo, sin obviar que en Santa María del Rio, S.L.P., también se

hacen, gracias a que maestros artesanos tenancinguenses fueron hace

ya varias décadas a aquel lugar a enseñar la técnica que estos

dominan. La visita que hizo el 9 de febrero de este mismo año a la

Ciudad de Tenancingo y a sus artesanos reboceros resultó ser una

experiencia en verdad espectacular, por lo que surgió la idea de darle

una real importancia al trabajo de éstos, y habiéndose presentado la

oportunidad en la sexta edición del Corredor Cultural, es ahora el

momento de reconocer y difundir el trabajo y valor artístico que

tienen las puntas o rapacejos, y por ello, impulsó que la instalación

llevara el nombre de ―Rapacejo, Corazón del Rebozo‖.

Es de destacar que principalmente los jóvenes se interesaron

sobre estos textiles.

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Editor: Héctor Gordillo Camacho

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