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TEMA 9 FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DEL ESTADO

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TEMA 9 FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DEL ESTADO

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1.- LA FILOSOFÍA POLÍTICA

El término política, en la Antigua Grecia, significaba el arte de vivir en sociedad. Así, la

filosofía política es la rama de la filosofía que estudia cómo se organiza esta vida en sociedad, a

la vez que se plantea si los modos de organización social y las formas de gobierno que se han

venido dando hasta ahora son los más adecuados. Por ello, una de sus tareas principales

consiste en formular juicios de valor sobre el carácter aceptable o inaceptable de las ideas

políticas.

1.1 La sociabilidad humana

La tendencia a vivir en sociedad se ha bautizado con el nombre de sociabilidad y consiste

básicamente en la inclinación a vivir compartiendo con otros individuos de la misma especie,

no solo un territorio común, sino la responsabilidad y el trabajo de garantizar la supervivencia

de cada miembro en particular y del grupo en conjunto. Sin embargo, mientras que para

algunos el hecho de compartir la vida con los demás es puramente accidental y casual; para

otros es necesario y propio de la naturaleza humana vivir y convivir con los otros. La cuestión

que se discute es, en definitiva, si la sociabilidad humana es natural o interesada.

Sociabilidad por interés. Autores como Thomas Hobbes o Sigmund Freud mantienen

que el hombre no es un ser social por naturaleza, sino por interés. Su constitución no

le inclina a vivir en sociedad para realizarse como ser humano, sino para garantizarse

la supervivencia. El hombre, por su forma de ser, no se siente inclinado a relacionarse

con los otros; al contrario, es un ser egoísta que ve en los otros a posibles rivales en la

satisfacción de sus deseos, o bien a medios para satisfacerlos.

Sociabilidad por naturaleza. Para autores como Aristóteles o Erich Fromm, el ser

humano es por naturaleza incompleto y, por tanto, está necesitado de los demás. La

vida en sociedad es el estado en el que el hombre puede realizarse como tal y

desarrollar plenamente todas sus posibilidades.

1.2 Concepto de Estado

En sentido amplio, podemos entender que el Estado aparece cuando en las primeras

organizaciones humanas encontramos que alguno o algunos de sus miembros se encargan de

dirigir la vida comunitaria de los demás. Surge entonces una sociedad políticamente

organizada, en la cual quienes ostentan el poder pasan a regular, administrar y controlar

tanto los bienes comunes, como los derechos y obligaciones de cada uno de los miembros de

la comunidad.

Sin embargo, tal y como entendemos actualmente el concepto de Estado, sería exagerado

considerar que estas primeras organizaciones lo son. En la actualidad, manejamos un

concepto de Estado mucho más restrictivo, pues consideramos que se trata de un tipo de

organización que tiene fecha de aparición relativamente tardía (siglo XVI).

Debemos a Maquiavelo la primera utilización de este término en el ámbito de la filosofía

política. Desde entonces, se entiende que el Estado es una forma de organización política

caracterizada por un poder permanente e indiscutible en un territorio concreto; poder que,

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a pesar de ser ejercido desde distintas instituciones (sociales, jurídicas, administrativas…), es

único y exclusivo.

A partir de entonces, el término <<Estado>> se empleará para hacer referencia al poder

soberano sobre un territorio, ejercido desde diversas administraciones y que posee el

monopolio de la fuerza y la violencia. Estos son algunos de los rasgos que se le atribuyen:

o Tiene poder territorial. El poder del Estado se extiende a todo el territorio que

delimitan sus fronteras. Dentro de los márgenes que estas señalan, nada ni nadie

escapa a su poder.

o Es soberano. En el ámbito estatal no existe una instancia superior a la que el

estado deba someterse. En este sentido, es el máximo soberano dentro de su

territorio, pues tiene autoridad suprema. Las demás asociaciones de esa

comunidad (empresas, clubes…) se subordinan a él y, en este sentido, han de

funcionar dentro de lo autorizado estatalmente; en caso contrario, pueden ser

sancionadas o anuladas.

o Es el encargado de mantener el orden. El Estado posee otras funciones, pero esta

es la principal. Tiene la obligación de proteger a sus miembros de las amenazas

interiores y exteriores. Internamente debe hacer cumplir y respetar la ley para

evitar los conflictos y asegurar la estabilidad y la paz social. Externamente, debe

proteger a sus ciudadanos de incursiones foráneas mediante las relaciones

internacionales.

1.3 Necesidad y origen del Estado

¿La sociabilidad humana implica necesariamente la existencia de Estado? , ¿Hay alguna

justificación para el hecho de que algunas personas tengan poder que otras?, ¿Podría haber

sociedades sin Estado? A estas controvertidas cuestiones pueden darse básicamente dos

respuestas:

El Estado no es necesario. Postura defendida por un movimiento político que se

conoce con el nombre de anarquismo. Los anarquistas consideran que el Estado

es el instrumento de los poderosos para oprimir al pueblo de manera que unos

pocos se hagan con la riqueza de todos. El Estado es utilizado para perpetuar las

injusticias de una clase dominante dispuesta a provocar guerras, hambre, abusos

y toda clase de privaciones a la mayoría para poder mantener sus privilegios.

El Estado es necesario. Y ello básicamente por dos razones:

Como el Estado monopoliza la fuerza, limita y controla los brotes de

violencia que puedan darse. En efecto, la competitividad, la rivalidad y la

agresividad son tan naturales al hecho social como la cooperación y la

solidaridad. El estado se presenta como el único capaz de evitar que estas

tensiones y conflictos hagan peligrar la estabilidad social.

El Estado, además, es necesario porque es la única instancia que

promueve el bien común. Los individuos particulares y las distintas

asociaciones que componen la sociedad civil están tan preocupados por

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conseguir sus propios objetivos que hacen imprescindible una institución

(el Estado) que se ocupe del interés general.

Algunas de las teorías que defienden la necesidad del Estado se conocen como teorías

contractualistas. Las teorías contractualistas surgen en el siglo XVII y consideran que el Estado

es el fruto de un pacto o contrato que todos los individuos, libres, e iguales, firman para

constituir un gobierno que organice la convivencia común. Antes de ese acuerdo habría

existido un estado de naturaleza, en cual los seres humanos vivirían siguiendo sus

inclinaciones naturales. Y tanto Hobbes, Locke y Rousseau, principales representantes de este

enfoque, considerarán, por diferentes motivos, que los seres humanos salimos ganando con el

pacto que dará lugar al nacimiento del estado.

HOBBES

LOCKE

ROUSSEAU

Estado de naturaleza

Derecho absoluto de

todos a todo, que produce un estado de guerra de todos contra

todos. No hay ley ni moral sino barbarie.

<<El hombre es un lobo para el hombre>>.

Derechos individuales e

inalienables (vida, salud, libertad y

posesiones) fundados en una ley moral que se deriva de la ley natural promulgada por Dios. Sin embargo, no hay

mecanismos para hacerlos respetar.

Libertad y felicidad completas. El

ser humano es bueno por naturaleza y se muestra solidario

con sus semejantes. Es la sociedad la que los corrompe.

Contrato

Razones para

salir del estado de naturaleza

Miedo y peligro de

muerte continuos en el estado de naturaleza.

Se es juez para castigar el daño recibido; esto

lleva a excesos y a nuevos agravios. Ante alguien más poderoso, las injusticias quedan

sin reparación.

Al vivir aislado, el ser humano tiene

menos posibilidades de supervivencia; por eso se une en

sociedad.

Términos del

contrato o pacto

Todos acuerdan ceder todos sus derechos a

un soberano que a partir de entonces

impondrá el orden y garantizará la seguridad

mediante la ley.

Todos acuerdan ceder

sus derechos a un grupo de personas (gobernantes) de

manera provisional y revocable si los gobernantes no

cumplen.

Al vivir en sociedad y aparecer la

propiedad, el ser humano se corrompe; aparece la envidia, la competencia y la tiranía de los

poderosos. Rousseau propone un pacto para reformar la sociedad: someterse todos libremente a la

voluntad general.

Forma de gobierno resultante

Un estado autoritario regido por un poder incontestable; por

ejemplo, la monarquía absoluta.

Democracia

representativa con separación de poderes,

que busque el bien público y garantice los

derechos de los ciudadanos.

Democracia directa e igualitaria

regida por la voluntad general, que busca el bien de todos. Los

derechos individuales serán los que concedan dicha voluntad

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1.4 Las formas del Estado

Históricamente el Estado ha ido cambiando y así, aunque los primeros Estados eran

principalmente autoritarios, en la actualidad existen muchos que se autocalifican como

Estados sociales de derecho.

Estado autoritario. El poder se ejerce con una autoridad sin límites y sin someterse a

ningún tipo de control. No existe separación de poderes, no se elige a los gobernantes

ni se puede expresar disconformidad con la forma de ejercer el poder. Se distinguen

dos tipos de Estado autoritario:

ESTADO ABSOLUTISTA ESTADO TOTALITARIO

Propio del inicio de la Edad Moderna y cuyo máximo representante fue el rey francés Luis XIV. Es el Estado que propugna Thomas Hobbes: cedemos nuestros derechos a un soberano, que pasa a ejercer el poder sin restricción alguna dentro de las fronteras de su dominio.

Es la forma más terrible de Estado autoritario, pues controla toda la esfera privada como pública de las personas. Desde las creencias personales hasta los medios de comunicación, la educación o las relaciones personales son vigiladas para evitar cualquier tipo de disidencia que amenace al Estado. El fascismo y el nazismo supusieron claros ejemplos del Estado totalitario.

Estado de derecho. Se define como aquel Estado que está regulado por las leyes

(derecho) de manera que hasta el propio poder político se encuentra sometido al

cumplimiento de estas. El poder político no puede ejercerse arbitrariamente, sino que

debe hacerse dentro de los límites del ordenamiento legal. Los rasgos característicos

de un Estado de derecho son la Constitución y la división de poderes. La Constitución

es la ley máxima que regula y estructura el funcionamiento de un Estado de derecho.

Se trata de un documento en el que se fijan por escrito las normas generales, los

órganos y procedimientos para el ejercicio del poder, así como la relación que estos

órganos tienen con los individuos y sus derechos. Entre otras cosas, señala de forma

explícita los derechos individuales y colectivos que deben ser protegidos. El filósofo

Montesquieu diferenció tres tipos de poder (legislativo, ejecutivo y judicial) que

debían recaer en tres manos distintas e independientes. La idea es evitar un poder

autoritario (la división de poderes).

Estado social de derecho. Esta forma de Estado, de la que todos los países

democráticos se consideran ejemplo, se basa en la convicción de que el

reconocimiento legal de las libertades individuales es indispensable, pero insuficiente.

Para que el Estado sea justo y satisfactorio para sus ciudadanos, no solo debe

ajustarse al derecho, sino que también debe subsanar las deficiencias y desigualdades

que genera el propio sistema. El Estado debe intervenir directamente en la

consecución de derechos, como el acceso a una vivienda y a un trabajo digno, a una

buena educación y a una atención sanitaria adecuada. La función principal del Estado

ya no se reduce, por tanto, a proteger y velar por los derechos individuales, sino que

se le reconoce, además, una labor fundamental en el ámbito social. Así pues, se

entiende que entre sus funciones está también promover el bienestar material y la

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seguridad económica de sus ciudadanos. El Estado se ha convertido en las

sociedades democráticas en un Estado del Bienestar.

Las mujeres sufragistas, luchando por conseguir el voto para la mujer (1908)

DIVISIÓN DE PODERES

PODER LEGISLATIVO

PODER EJECUTIVO

PODER JUDICIAL

Elabora las leyes y controla al poder ejecutivo.

Aplica las leyes y dirige la administración y defensa del Estado.

Aplica las leyes y sanciona su incumplimiento. También vela por la constitucionalidad de las leyes aprobadas.

PARLAMENTO

GOBIERNO

TRIBUNALES

1.5 La legitimidad del Estado

¿Por qué los miembros de una sociedad, que son muchos, obedecen a quien gobierna, que

es uno solo o un grupo reducido? Esta pregunta está relacionada con el concepto consideran

legítimo. El problema es que existen diversas formas de legitimación. A veces, los habitantes

de un país obedecen al Estado por miedo a un castigo fácilmente imaginable. En muchos otros

casos, en cambio, los ciudadanos obedecen sin sentirse amenazados, considerando que es su

deber hacerlo.

Tener autoridad es tener derecho a mandar o a dirigir. Alguien tiene autoridad cuando los

demás le obedecen no porque se sientan intimidados, sino porque reconocen el derecho del

otro a mandarles. Es decir, autoridad no es sinónimo de poder, sino de poder legitimado.

Además, la legitimación de algo, en este caso la legitimación del poder, coincide con su

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justificación. Según el pensador Max Weber, hay tres formas de legitimación del poder:

LEGITIMACIÓN TRADICIONAL

LEGITIMACIÓN CARISMÁTICA

LEGITIMACIÓN RACIONAL-LEGAL

El poder se legitima por recurso a la tradición. Ciertas familias, dinastías o clases han ocupado el poder desde siempre y, por tanto, parece natural que lo sigan haciendo.

El poder se legitima por recurso al carisma: es decir, en función de una especie de don que poseen algunas personas que las hace especialmente dotadas para atraer y movilizar la población.

El poder se legitima por recurso a la ley. Esta es la que confiere autoridad porque emana de la voluntad popular, es decir, ha sido establecida democráticamente. El Estado posee un poder legitimado porque es fruto del acuerdo racionalmente aceptado por los ciudadanos.

2. CONCEPCIONES DEL ESTADO

Aunque el término Estado en su concepto moderno no aparece hasta Maquiavelo,

desde la Antigüedad se han sucedido formas distintas de organización social y política. Las

concepciones del Estado, por lo tanto, han sido muchas y variadas.

2.1. El origen de la democracia

La democracia llegó a Atenas entre los siglos VI y V a. C. impulsada por Solón,

Clístenes y sobre todo Pericles, y se mantuvo fundamentalmente hasta que la conquista

macedónica impuso su eliminación en el año 322 a. C. La democracia ateniense era una

democracia directa, pues los ciudadanos participaban, sin intermediarios ni representantes, en

la legislación y el gobierno. Sin embargo, este sistema tenía algunas deficiencias.

Por una parte, los derechos y privilegios democráticos estaban restringidos a una

cuarta parte de la población. Ni las mujeres, ni los metecos (ciudadanos de origen extranjero),

ni los esclavos tenían derecho a voto.

Es en este contexto en el que hacen su aparición los sofistas (Atenas), considerados

los maestros de la democracia. Eran extranjeros cultos y grandes viajeros que aportaban

nuevas ideas que fueron acogidos con entusiasmo por la juventud ateniense. Como

extranjeros, no tenían derecho a participar en la política de la ciudad así que se dedicaron a

enseñar, a cambio de dinero, cómo triunfar en política y en los tribunales. Enseñaban oratoria

para que sus alumnos supieran hablar en público, ya que todo el sistema democrático

ateniense estaba basado en el uso de la palabra.

Los sofistas consideraban más importante la forma de decir las cosas que la verdad o

falsedad que contenían sus palabras. Se trataba de que la gente se creyera el discurso, de que

fuera persuasivo.

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Los sofistas separan tajantemente el ámbito de lo creado por el ser humano (nomos)

del ámbito de la naturaleza (physis). El ser humano es un ser natural, y está sometido a las

leyes de la physis, pero lo que crea es artificial y carece de la consistencia de lo natural. Por

este motivo afirman que las leyes humanas y las ideas acerca de lo bueno y lo malo, de lo

justo y lo injusto, son contingentes y variables, fruto de la convención o de la imposición. Por

el contrario, las leyes naturales se caracterizan por la necesidad y la inmutabilidad.

Protágoras de Abdera: es considerado el sofista de mayor talla filosófica y el de mayor

influencia junto a Gorgias de Leontini. Se le considera el padre del relativismo, con su

famosa sentencia: <<El hombre es la medida de todas las cosas>>. Cada persona

“mide” (aprecia, juzga, aprueba o rechaza, etc.) desde su particular perspectiva, y su

peculiar <<medición>> es siempre verdadera. No hay, por tanto, una medida única y

universal.

La idea democrática daba por sentado que todos los ciudadanos entendían de política:

un labrador, un carnicero… Contra esta idea se rebela Platón (427 -347 a. C.), discípulo de

Sócrates, negando que todos estén capacitados para gobernar y afirmando que solo los que

saben deben hacerlo. Para Platón, el mejor gobernante sería el filósofo, el único capaz de

gobernar con justicia, porque es el único que la conoce. Platón dedica uno de sus diálogos

más importantes e influyentes –República- a tratar de definir la justicia. En él entiende por

justicia no solo una cualidad de la polis, sino también del alma; de hecho existe una

correspondencia directa entre las partes del alma y las partes del Estado.

Platón distingue tres partes del Estado, correspondientes a tres grupos especializados

en determinadas funciones:

Clase social

Virtud

Parte del alma

Productores: los que proporcionan los medios de subsistencia y otros medios

imprescindibles o necesarios (alimentos, vestido,

vivienda…)

Templanza

Concupisicble

Guardianes: los encargados

de defender la ciudad (guerreros).

Valentía

Irascible

Gobernantes: aquellos que por naturaleza sean aptos para gobernar (filósofos).

Prudencia

Racional

JUSTICIA

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2.2 El nacimiento de la ciencia política moderna

La ciencia política, tal y como es entendida en la actualidad, empezó a existir a partir

de la figura de Nicolás de Maquiavelo.

Maquiavelo es el primer pensador que da absoluta independencia a la política

respecto de la ética. Defiende y justifica que una cosa son las razones de Estado y otra, muy

distinta, los criterios éticos. La frase <<el fin justifica los medios>> define perfectamente el

pensamiento político de Maquiavelo aunque, curiosamente, nunca llegó a reflejar dicha frase

en ningún escrito.

El análisis de su pensamiento político se desenvuelve, principalmente, en su obra El

príncipe, donde plasma todos sus conocimientos para acceder al poder y conservarlo. El

gobernante, el príncipe, ha de combinar la fortaleza del león y la astucia del zorro; ha de ser

experto en las artes de la guerra; no ha de tener escrúpulos cuando la situación lo requiera ni

vacilar en emplear medidas drásticas contra aquellos que se opongan a él dentro del Estado;

ha de incumplir su palabra y recurrir a la traición si es necesario, porque eso es lo que hacen

todos. También ha de procurar ser amado y atraerse el favor de sus súbditos, pero, de no ser

así, no debe dudar en hacerse temer, porque el miedo asegura la obediencia mejor que el

amor. El gobernante debe prever los vuelcos de la caprichosa fortuna, pues, aunque esta es

irresistible, daña más a quien no se prepara para las desgracias venideras ni tiene poder, ni

virtud suficientes para resistirla.

Maquiavelo suele expresarse crudamente y sin ambages, proponiendo, en ocasiones,

actitudes abiertamente contrarias a la moral. Así, el príncipe << a menudo se ve obligado,

para conservar su Estado, a actuar contra la fe, contra la caridad, contra la humanidad, contra

la religión>>. Sin embargo, debe siempre aparentar lo contrario, de modo que parezca, <<al

verlo y oírlo, todo piedad, todo fe, todo integridad, todo humanidad, todo religión>>.

Maquiavelo

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2.3 Parlamentarismo y separación de poderes

El parlamentarismo es el sistema político en el cual es el parlamento, escogido por los

ciudadanos, quien elabora las leyes y controla la actuación del gobierno. Este modelo implica

la división de poderes. La propuesta de división de poderes de Montesquieu, que vimos al

analizar el Estado de derecho, es una evolución de la propuesta de John Locke en su Segundo

Tratado del gobierno civil, donde sienta las bases de la monarquía parlamentaria. La división

de poderes propuesta por Locke era:

PODER LEGISLATIVO PODER EJECUTIVO PODER FEDERATIVO

Es el encargado de crear las leyes. Es el más importante, pues es el escogido por los

ciudadanos mediante votación e incluye el poder judicial. Debe buscarse el bien común, conservar la

libertad y la propiedad de los miembros de la comunidad y

legislar igual para todos.

Es el encargado de realizar o ejecutar las leyes realizadas

por el legislativo. Está confiado al gobierno, el cual también debe obedecer las leyes, como el resto de los ciudadanos. No obstante,

Locke otorga al poder ejecutivo el derecho de

prerrogativa: solo en situaciones excepcionales y

solamente cuando sea por el bien del pueblo, el monarca

puede incumplir legítimamente alguna norma

legal.

Es el encargado de las

relaciones con otros países, del comercio y de la

seguridad del Estado. Ha de observar qué pactos y

alianzas pueden establecerse con otros Estados, y cuándo entrar en confrontación si

fuera necesario.

Si el poder perjudica a los derechos naturales, Locke reconoce a los gobernados el

derecho a sublevarse y desencadenar la <<insurrección sagrada>> para volver a dotarse de un

gobierno que cumpla el pacto y garantice los derechos naturales.

2.4 El pensamiento liberal y la sociedad capitalista

El liberalismo parte de la idea de que es el individuo y sus derechos quienes ocupan la

centralidad de la escena política. Por tanto, el Estado debe garantizar un marco legal que

proteja los derechos individuales, vele por el libre intercambio y respete las reglas de la

competencia económica.

El Estado liberal se convierte en el defensor de:

Las libertades civiles (derecho a la vida, la propiedad y la libertad, así como los que

emanan de ellos: honor, libertad de culto, derecho de reunión…)

La libertad de mercado, pues la economía se convierte en el núcleo de la sociedad.

Adam Smith (1723 - 1790) parte de la libertad de mercado y en su libro La riqueza de las

naciones defiende que el Estado tiene como fin primordial asegurar el crecimiento económico

que dará lugar a la prosperidad de las naciones. Por lo tanto, las actuaciones del Estado deben

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limitarse a proteger el comercio, facilitar el intercambio económico entre particulares,

proteger la propiedad privada y hacer respetar las leyes. Smith defiende la no intervención

del Estado en la economía pues el bienestar y la riqueza de una sociedad dependen de:

El egoísmo individual o interés propio. En el intercambio comercial, el consumidor

está dispuesto a pagar lo mínimo y el productor a ganar lo máximo, por lo tanto, el

interés de cada uno hace que lleguen a un acuerdo justo.

La ley de la oferta y la demanda como regulador del mercado. A mucha demanda y

poca oferta, precios más caros, y a menos demanda y más oferta, precios más bajos.

La división y mecanización del proceso productivo. Con una mayor productividad de

los costes bajan y el producto puede venderse más barato o dejar mayores

beneficios.

2.5 El análisis marxista

Frente a las teorías liberales, la teoría marxista surge como una oposición natural al

liberalismo y al capitalismo salvaje que este genera. Marx defiende que el <<motor de la

historia es la lucha de clases >>; esto significa que en todas las sociedades siempre han

existido clases dominadas, explotadas, y clases dominantes, explotadoras. Pero los explotados

acaban tomando conciencia de su situación, se rebelan y terminan provocando la sustitución

del sistema económico vigente por uno nuevo.

En la sociedad capitalista, la clase explotadora son los burgueses y la clase explotada,

los proletarios. La preocupación de Marx es acabar con la explotación del hombre por el

hombre, estableciendo un sistema que no permita que nadie explote ya a nadie. Para ello

defiende un análisis científico del sistema capitalista que le permita superarlo y eliminar las

clases sociales para siempre. En el sistema capitalista, el ser humano acaba convirtiéndose en

una mercancía más, pues su trabajo solo le sirve para cubrir sus necesidades animales en vez

de realizarse como hombre, por lo que se produce su alienación (significa privar a un hombre

de su libertad o eliminarle su condición humana).

La solución pasa por superar la alienación del hombre, pero ello solo es posible

cambiando la estructura económica del sistema capitalista. Por ello, según Marx la

transformación social siempre ha de comenzar por un cambio en el modelo económico.

MODO DE PRODUCCIÓN

SUPERESTRUCTURA

(Estado, derecho, religión, moral, arte, filosofía)

INFRAESTUCTURA

Según Marx, el capitalismo produce inevitablemente una mayor concentración del

capital en cada vez menos manos, y por tanto, una creciente masa de proletarios condenados

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a una miseria cada vez mayor. Cuando esta situación llegue a su extremo, se producirá la

inevitable toma del poder por parte del proletariado.

Marx vaticina la llegada de la sociedad comunista. En ella ya no existirá el Estado ni la

propiedad privada de los medios de producción y desaparecerá la explotación de unos seres

humanos por otros.

2.6 La polémica entre Popper y la escuela de Frankfurt

Karl Popper se encuadra dentro del liberalismo político. Sin embargo, desde el punto

de vista económico, se sitúa en la socialdemocracia, pues defiende la intervención del Estado

en la economía para conseguir unas mínimas condiciones de vida y una mayor igualación de la

riqueza. Los pensadores de la escuela de Frankfurt, de orientación marxista, se encuentran

en una posición contraria a la de Popper.

Algunos miembros importantes de la escuela de Frankfurt como Theodor W. Adorno

o Jürgen Habermas han sostenido arduas discusiones con Karl Popper acerca del método

que se debe seguir en las ciencias sociales.

Los frankfurtianos acusan a Popper de ser partidario del positivismo, es decir, de

defender un modelo de ciencia que supone la instrumentalización de la razón (razón

instrumental). En la sociedad capitalista, muy industrializada, esta razón se pondría al servicio

exclusivo de la producción de objetos tratados como simple mercancía. Además, la razón

instrumental proporcionaría una falsa objetividad (como ideología), al no tener en cuenta la

totalidad de la sociedad históricamente considerada.

De este modo, en las sociedades capitalistas contemporáneas el ser humano se

despersonaliza y se convierte en un mero instrumento de la producción industrial.

Karl Popper, por su parte, acusa a los frankfurtianos de carecer de modestia intelectual

y de usar una terminología grandilocuente y oscura. También los acusa de no resolver

problemas. Popper promueve el racionalismo crítico, que es la búsqueda de teorías cada vez

mejores, con las cuales la humanidad irá ampliando y perfeccionado su saber en la búsqueda

sin término de la verdad. Él se considera defensor de lo que él llama la sociedad abierta. Se

trata de una forma de sociedad basada en la libertad y que ofrece la posibilidad de progresivas

reformas que vayan reduciendo cada vez más las injusticias y la pobreza.

3. EL PENSAMIENTO UTÓPICO

Procedente del griego ou, <<no>>, y topos, <<lugar>>, la palabra utopía designa <<algo

que no existe en ningún lugar>>. Sin embargo, las utopías políticas, al describir algo que se

supone bueno y deseable, designan algo que no existe pero debería existir, aunque sea de

muy difícil realización.

El término fue acuñado por Tomás Moro (1478 – 1535), humanista y político inglés,

que escribió una obra titulada Libro de la óptima organización de la república y de la nueva

isla Utopía (1516).

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Tomás Moro Ilustración de la novela Utopía de Tomás Moro

En general, podemos definir una utopía como un Estado imaginario que reúne todas

las perfecciones y que hace posible una existencia feliz porque en él reinan la paz y la justicia.

Estas utopías han jugado distintas funciones: orientar reformas sociales, valorar las sociedades

en las que fueron escritas, criticar las limitaciones e injusticias del Estado real o dar esperanza

al ser humano en la posibilidad de encontrar una sociedad mejor.

A lo largo de la historia contamos con numerosas propuestas de cómo debería ser esa

isla perdida y remota. Veamos las más relevantes.

3.1 Las utopías renacentistas

Durante el Renacimiento se produjo un florecimiento espectacular del género

utópico. Probablemente porque fue una época de grandes cambios sociales y económicos. Sin

embargo, estas transformaciones no fueron igual de positivas para todos, ya que ocasionaron

enormes desigualdades entre unos miembros y otros de la sociedad.

El principal y más importante modelo utópico de esta época es, indiscutiblemente,

Utopía de Tomás Moro. Como ya hemos comentado, la influencia de esta obra fue tal que

su título sirvió, a partir de entonces, para dar nombre a todas las obras de este género.

Utopía se divide en dos partes: la primera supone una aguda crítica a la sociedad de la

época; la segunda es propiamente la descripción de esa isla localizada en ningún lugar, en la

que sus habitantes han logrado construir una comunidad justa y feliz. Básicamente, el secreto

de Utopía se debe a una organización política fundada racionalmente, en la que destaca la

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abolición de la propiedad privada, considerada la causa de todos los males e injusticias

sociales.

La ausencia de propiedad privada comporta que prevalezca el interés común frente a

la ambición y el interés personal que rigen las sociedades reales. En Utopía, además, impera

una estricta organización jerárquica de puestos y funciones, a los que se accede, como en la

república platónica, por capacidad y méritos.

También pertenece al Renacimiento La ciudad del Sol, del religioso Tomaso

Campanella (1568 – 1639), en la que propone su ciudad ideal. Un marino cuenta cómo en un

viaje llega a la isla Taprobana, donde los nativos le llevan a la ciudad del Sol. Allí, la propiedad

es comunitaria; todas las personas trabajan por el bien de la comunidad y viven únicamente

sometidos a los dictados de la razón.

La Nueva Atlántida, de Francis Bacon (1561 – 1626) es la gran utopía renacentista.

Esta última añade un elemento importante, ausente en las otras dos utopías, como es el

aprovechamiento de los avances científicos y técnicos que empezaban a darse en aquel

momento en la mejora de las condiciones de vida de los seres humanos.

3.2 La paz perpetua en Kant

El texto La paz perpetua, escrito por Immanuel Kant en 1795, no es una utopía ni la

intención del autor era que lo fuera, pero viendo la realidad histórica da la impresión de que la

paz perpetua es un ideal <<imposible de encontrar o construir>>, es decir, una utopía.

Kant propone como objetivo de esta obra establecer un marco jurídico que

determine que la guerra es ilegal.

Kant hereda dos conceptos: el contractualismo y el estado de naturaleza. Así

siguiendo a Hobbes, considera que los Estados se encuentran como los individuos en el estado

de naturaleza, esto es, en un permanente estado de guerra (efectiva o latente). Esto se debe

a la ausencia de un tribunal externo que regule las relaciones entre los Estados y evite que la

guerra sea la única salida para que un Estado defienda sus intereses en caso de desacuerdo.

Kant propone un contrato originario similar al que da origen a cada Estado. Del

mismo modo que cada individuo abandona su libertad sin ley, propia del estado salvaje, y se

sometía a unas leyes coactivas, así los Estados podrían abandonar su derecho a la guerra

mediante la creación de un Estado Universal. Este Estado universal tendría jurisdicción sobre

sus miembros (los diferentes Estados), lo mismo que cada Estado particular la tiene sobre los

individuos que lo componen. Kant cree que esta situación aseguraría la paz mundial, pero, al

mismo tiempo, la considera poco factible. Por eso propone, al menos, la creación de una

federación de la paz que uniese cada vez a más Estados y se esforzase por frenar o al menos

retrasar el impulso de estos hacia la violencia.

3.2 Distopías

Por distopía entendemos la descripción de una sociedad futura en la que se han

desarrollado exageradamente algunos de los rasgos que son sobrevalorados en la civilización

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actual. Constituyen un macabro espejo de aquello en lo que se podría convertir la sociedad si

no se pone fin a algunas tendencias que en ella se dan. Lo que más destaca en estos relatos

futuristas no es su carácter idealizador, como ocurría en las utopías, sino que en las distopías

el ser humano se halla ante un mundo en el que superficialmente existen más adelantos,

comodidades y bienestar material, pero en el que se encuentra asfixiado por un Estado

despótico y una tecnología deshumanizadora.

A pesar de las diferencias entre utopía y distopía, ambas comparten una función

similar: servir de crítica a una sociedad que se centra exclusivamente en objetivos y valores

superficiales, olvidando a menudo otros más fundamentales (libertad, solidaridad…).

Las tres que han tenido mayor influencia han sido:

Un mundo feliz, de Aldous Huxley;

1984, de George Orwell

Farenheit 451¸ de Ray Bradbury.

Huxley, en su novela Un mundo feliz, describe una sociedad destinada a conseguir la máxima felicidad de sus miembros. La manera más eficaz de que las personas se sometan al Estado es moldear individuos que deseen hacer lo que deben hacer. Esto es posible, en un mundo feliz, mediante sofisticados adelantos tecnológicos de manipulación que comienzan desde antes de que uno nazca (ingeniería genética). En la obra de Orwell titulada 1984, la distopía se caracteriza por la preeminencia del Todo, del Estado, por encima de sus miembros. En este caso, son las técnicas más sofisticadas de control y opresión las que garantizan la estabilidad del sistema. La policía del pensamiento, adscrita al Ministerio de la Verdad, se dedica a eliminar cualquier signo de disensión u oposición política. La propaganda es masivamente utilizada, difundiéndose por doquier retratos del líder absoluto con el eslogan <<El Gran Hermano está vigilándote>>. Por su parte, Farenheit 451 (referencia a la temperatura a partir de la cual arde el papel en la escala Farenheit), Bradbury nos habla de una sociedad imaginaria en la cual los bomberos se dedican a quemar los libros (las casas se fabrican de manera que no puedan

incendiarse), pues estos son un peligro para la sociedad, ya que al leerlos las personas empiezan a pensar en exceso y dejan de ser felices. En realidad, el gobierno necesita de la ignorancia de la gente para que no se cuestionen su forma de actuar y mantengan la producción. BIBLIOGRAFÍA

Mosterín, J. Racionalidad y acción humana

Arendt, H. La condición humana

Camps V. La imaginación ética

Maquiavelo, N.; El príncipe

Ramonet, I.: La corrupción de la democracia

Augé, M.: Los no lugares: espacios del anonimato.

Manuales de Filosofía de distintas editoriales: Teide, Algaida, Edebé, etc.

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