Tema 9 el bronce final

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TEMA 9: EL BRONCE FINAL (PÁG. 319) RESUMEN REALIZADO POR SILVIA PÉREZ VÁZQUEZ CURSO 2012/2013 Página 1 1.- PRECISIONES TERMINOLÓGICAS Y MARCO CRONOLÓGICO El Bronce Final es el último período de la Prehistoria y fue en toda Europa una etapa de importantes cambios, con repercusiones en la demografía, la organización económica y las relaciones sociales: Reactivación de todos los sectores productivos debido a las novedades tecnológicas. Transformación de los modos de producción tradicionales. Cambios importantes en la estructura social: en muchas zonas surgen sociedades jerarquizadas en las que el poder lo ejercían algunos individuos pertenecientes a los grupos dominantes, denominadas sociedades complejas. En la Península Ibérica este cambio se ve favorecido por el despegue comercial entre las diferentes culturas, originado por la gran producción de los talleres metalúrgicos atlánticos y la enorme actividad mercantil desarrollada en el Mediterráneo. En el siglo X a.C. los talleres atlánticos alcanzan su máximo desarrollo y sus producciones son imitadas y adquiridas en todo el Mediterráneo. Es durante el Bronce Final cuando se consolida la industria del bronce, frente a las producciones de cobre, con un notable incremento de los objetos metálicos. Se observa un empobrecimiento de la industria lítica y ósea, reservándose los trabajos en hueso y asta para enmangues y monturas. En términos generales se aceptan como fechas límites el 1.250 a.C. para el inicio y el 700 a.C. como fecha de transición a la Edad del Hierro (Pág. 321). Fachada Atlántica: o Bronce Final Atlántico I: 1.250-1.100 a.C. o Bronce Final Atlántico II: 1.100-940 a.C. o Bronce Final Atlántico III: 940-750 a.C. Fachada Mediterránea: o Sureste: Fase I: 1.100/1.000-850 a.C. Fase II: 850-750 a.C. Fase III: 800/750-700 a.C. Denominada por algunos preibérica u orientalizante, de transición a la Edad del Hierro. o Noreste: Campos de Urnas antiguos o Bronce Final II: 1.300-1.100 a.C. Campos de Urnas recientes o Bronce Final III: 1.100-650 a.C. Meseta Norte: Se establecen tres fases teniendo en cuenta el armamento metálico: o Bronce Final I: 1.200-1.100 a.C. o Bronce Final II: 1.100-900 a.C. o Bronce Final III: 900-700 a.C.

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RESUMEN REALIZADO POR SILVIA PÉREZ VÁZQUEZ CURSO 2012/2013 Página 1

1.- PRECISIONES TERMINOLÓGICAS Y MARCO CRONOLÓGICO

El Bronce Final es el último período de la Prehistoria y fue en toda Europa una etapa de importantes

cambios, con repercusiones en la demografía, la organización económica y las relaciones sociales:

Reactivación de todos los sectores productivos debido a las novedades tecnológicas.

Transformación de los modos de producción tradicionales.

Cambios importantes en la estructura social: en muchas zonas surgen sociedades jerarquizadas en las

que el poder lo ejercían algunos individuos pertenecientes a los grupos dominantes, denominadas

sociedades complejas.

En la Península Ibérica este cambio se ve favorecido por el despegue comercial entre las diferentes

culturas, originado por la gran producción de los talleres metalúrgicos atlánticos y la enorme actividad mercantil

desarrollada en el Mediterráneo. En el siglo X a.C. los talleres atlánticos alcanzan su máximo desarrollo y sus

producciones son imitadas y adquiridas en todo el Mediterráneo.

Es durante el Bronce Final cuando se consolida la industria del bronce, frente a las producciones de cobre,

con un notable incremento de los objetos metálicos. Se observa un empobrecimiento de la industria lítica y ósea,

reservándose los trabajos en hueso y asta para enmangues y monturas.

En términos generales se aceptan como fechas límites el 1.250 a.C. para el inicio y el 700 a.C. como fecha

de transición a la Edad del Hierro (Pág. 321).

Fachada Atlántica:

o Bronce Final Atlántico I: 1.250-1.100 a.C.

o Bronce Final Atlántico II: 1.100-940 a.C.

o Bronce Final Atlántico III: 940-750 a.C.

Fachada Mediterránea:

o Sureste:

Fase I: 1.100/1.000-850 a.C.

Fase II: 850-750 a.C.

Fase III: 800/750-700 a.C. Denominada por algunos preibérica u orientalizante, de

transición a la Edad del Hierro.

o Noreste:

Campos de Urnas antiguos o Bronce Final II: 1.300-1.100 a.C.

Campos de Urnas recientes o Bronce Final III: 1.100-650 a.C.

Meseta Norte: Se establecen tres fases teniendo en cuenta el armamento metálico:

o Bronce Final I: 1.200-1.100 a.C.

o Bronce Final II: 1.100-900 a.C.

o Bronce Final III: 900-700 a.C.

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2.- LA INCIDENCIA DE LOS APORTES ATLÁNTICOS, MEDITERRÁNEOS Y

CONTINENTALES SOBRE LOS INDÍGENAS

A la Península Ibérica llegan distintas corrientes socio-culturales a finales del II milenio a.C.:

1. Atlántica: Se desarrolla al oeste y norte de la Península Ibérica y procede de las Islas Británicas, Bretaña e

Irlanda. Incorporan nuevas armas y una nueva tecnología metalúrgica muy desarrollada, la del verdadero

bronce, con la aleación cobre-estaño y plomo. Se produce una renovación tecnología en la navegación:

con cascos tallados en los que las tablas se yuxtaponen y ensamblan, y cascos en “tingladillo” (las tablas

se solapan y cosen); los remos son muy rápidos y es posible que ya se usara la vela.

2. Mediterránea: Se documenta en el sureste y Andalucía, con dos características: los elementos

mediterráneos se cruzan con los que llegan desde el Atlántico y comienzan las relaciones con el Oriente

mediterráneo, preludio de la influencia fenicia y griega. Aportan cerámicas, objetos de adorno y uso

personal y tal vez la escritura.

3. Centroeuropa: Afecta a Cataluña y País Vasco por el norte, y por el sur hasta Castellón y Albacete.

Difusión de los campos de túmulos y de urnas, generalizando el rito de incineración y una metalurgia de

bronce desarrollada, con nuevos tipos de armas.

Se puede definir unas características esenciales de todos los grupos culturales de la Península Ibérica:

Gran diversidad cultural y mayor dinamismo en las relaciones regionales.

Su originalidad, debida al sustrato del Bronce Medio.

El protagonismo del litoral mediterráneo, con profundos cambios culturales desde el siglo VIII a.C.

Minorías aristocráticas que concentran el poder económico y político de comunidades tribales, que al

pasar el tiempo se consolidan en territorios buen definidos.

La amplitud y apertura de las relaciones extrapeninsulares, con las tres corrientes descritas, que producen

el cambio cultural.

3.- FACHADA ATLÁNTICA

El Bronce Atlántico es un complejo tecnológico y material, sobre todo del bronce y orfebrería, que se

extiende por las regiones marítimas del continente europeo. La difusión de ideas y la comunicación se vio

favorecida por el desarrollo de la navegación.

Atendiendo a la tipología de las armas, se establecen tres fases para esta área:

1. Bronce Final Atlántico I (1.250-1.100 a.C.): metalurgia que une tradiciones locales y productos atlánticos.

2. Bronce Final Atlántico II (1.100-940 a.C.): plena incorporación hispánica en los circuitos atlánticos.

3. Bronce Final Atlántico III (940-750 a.C.): complejo de las “espadas en lengua de carpa” en Bretaña,

marcado por un gran desarrollo de los talleres metalúrgicos y el comercio.

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3.1 NOROESTE Y CORNISA CANTÁBRICA Norte de Portugal y Galicia, penetrando hacia la meseta norte y zona este de Asturias y Cantabria. Es la

etapa más brillante y original de la Edad del Bronce en esta área; se definen dos facies diferentes:

1. Bronce reciente I: 1.200-900 a.C El útil característico es el hacha de talón con una anilla lateral, o de dos

anillas con nervio central; son productos de talleres locales y se exportan a otras regiones. Las de una

anilla se utilizan como verdaderas hachas y las de dos como azuelas. Suelen hallarse en escondrijos,

fuera de contexto arqueológico, algunas sin utilizar. Se acompaña de hachas de cubo tipo bretón,

escoplos, cinceles y muchas espadas, tipo estoque largo (argáricas) y más adelante pistiliformes de

empuñadura calada, de posible origen bretón.

2. Bronce reciente II: Relacionado con la llegada de gentes centroeuropeas con diferentes tipos de armas,

las espadas de hoja larga y punta de “lengua de carpa” o “gota de sebo”, con empuñaduras de lengüeta

calada y puntas de lanza, hoces lisas o con nervaduras. Se siguen fabricando las hachas con talón de una

o dos anillas laterales, puñales con empuñadura calada y calderos de cobre con remaches (irlandeses). El

estadio terminal en la evolución de este útil es el hacha de talón, desde los tipos planos del Bronce

antiguo, pasando por las de rebordes salientes y las de tope sin nervaduras, siempre intentando ahorrar

metal, ya que era un producto caro. Un avance son las hachas de cubo o tubo, con una oquedad para el

enmangue, relegadas cuando se generaliza el hierro. La orfebrería está representada por cuencos de

oro, como los del tesoro de Riantxo (La Coruña), y en menor medida por pulseras.

En el Bronce Final hubo un intenso tráfico de mercancías y personas, basado en el intercambio de

determinados elementos hacia el interior de la península, con hallazgos en escondrijos, como el de Beratón

(Soria); las influencias no sólo fueron importadas, también fueron exportadas.

3.2 EXTREMADURA Es un punto de encuentro entre las corrientes mediterránea, atlántica y centroeuropea, y difusor hacia el

interior. En los depósitos de objetos de bronce, los escondrijos de oro y el arte rupestre, está lo más

representativo de esta etapa; hay dos yacimientos esenciales:

1. La Cueva del Boquique (Cáceres), que da nombre a la cerámica de este tipo, fósil director del Bronce

Reciente y de la Edad del Hierro. En esta cerámica, la impresión e incisión se alternan de manera rítmica,

con dos motivos geométricos que les son respectivamente característicos: el punto impreso y la línea

incisa, formando bandas con series de “punto y raya”.

2. Valcorchero (Cáceres): único poblado excavado hasta ahora, asociado a una necrópolis de cistas de piedra

y ubicado en un cabezo, entre cuyos peñascos se construyeron chozas de planta circular.

La metalurgia está muy desarrollada, con hachas de diferentes tipos, puntas de lanza, escoplos, colgantes,

etc., y en la orfebrería destacan los torques de oro con decoración geométrica, cadenas de espirales y brazaletes

de ascendencia bretona.

3.3 ANDALUCÍA OCCIDENTAL Debió iniciarse hacia el siglo X a.C. y se desarrolla durante los dos siglos siguientes en las tierras bajas de

Huelva, depresión bética y zonas bajas de las estribaciones de Sierra Morena.

Aparecen cerámicas con decoración bruñida y pintada geométrica, junto con armas como las espadas

pistiliformes con empuñadura maciza, y especialmente puñales y espadas con empuñadura calada y punta de

“lengua de carpa”. Se encuentran depósitos de armas en aguas, religión sin representaciones de divinidades,

metalurgia de tipo atlántico y un posible lenguaje de origen indoeuropeo no céltico.

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La cerámica ofrece vasos con carena muy marcada y decorados con surcos, botellas con gallones en relieve,

cuencos, ollas de fondo plano, etc. El metal al principio es escaso y aumenta con los influjos atlánticos,

apareciendo puñales cortos con remaches, hachas planas con rebordes y al final, espadas de “lengua de carpa” y

lengüeta calada. En oro hay grandes torques y brazaletes.

3.4 METALURGIA La metalurgia del bronce convierte a las regiones peninsulares productoras de cobre y estaño en las

principales abastecedoras de materias primas para territorios como Francia, Islas británicas y Centroeuropa.

En la fachada atlántica se han encontrado gran cantidad de objetos metálicos, pero la mayoría no están

asociados con los grupos humanos que los utilizaron.

Aparecen una gran variedad de armas: espadas de carpa, lanzas, hachas de diversos tipos y otros útiles

realizados con aleaciones de cobre, estaño y plomo, introducidos como productos de trueque por materias

primas, y más adelante sirvieron de prototipo en los talleres peninsulares. La mayoría de las comunidades

fabricaron sus instrumentos sin necesidad de acudir a especialistas, aunque hay también algunos centros cuya

producción rebasa el marco del autoabastecimiento.

Existieron dos centros de producción metalúrgica importantes en el estuario del Tinto-Odiel (Huelva) y al

norte del Tajo en Portugal. Se relacionaban entre sí e intercambiaban sus productos con otras regiones

peninsulares, Mediterráneo central-oriental y el suroeste francés. En la ría de Huelva, fechado en la primera

mitad del siglo IX a.C., apareció una metalurgia compuesta de centenares de piezas, destacando espadas de

lengua de carpa y punta, regatones de lanza, puñales, fíbulas de codo y un casco de cresta (Pág. 328, 329 y 330).

En el centro y norte de Portugal se inicia la actividad hacia fines del siglo IX a.C., estando en plena

producción en la primera mitad del siglo VI a.C., cuando se difundieron las producciones más representativas: los

asadores articulados y las lanzas y espadas con pomo rematado en botón.

En Extremadura y centro-norte de Portugal se han encontrado hallazgos de oro, piezas sueltas o conjuntos

que pueden llegar a pesar varios kilos. Algunas veces se escondían tesoros en un hoyo o dentro de un recipiente

que se enterró en el suelo. Entre los objetos de adorno personal destacan los torques, de uno, dos y hasta tres

aros soldados, decorados con motivos geométricos incisos, brazaletes cilíndricos decorados con molduras,

calados y púas talladas cuidadosamente a cincel.

A través de las relaciones de intercambio debieron llegar nuevos cultivos e innovaciones técnicas para el

laboreo de la tierra: la substitución de la azada por el arado tirado por animales o el empleo del abono y otras

técnicas de fertilización del suelo, que permitieron incrementar la producción y mantener un mayor volumen de

población en los asentamientos permanentes.

En Asturias y Galicia se talaron grandes extensiones de bosque con el fin de ampliar tanto los pastizales

como los terrenos de cultivo. Aunque no se tiene constancia, es posible que se aplicara al trabajo del campo el

nuevo instrumental metálico.

3.5 CERÁMICA Se generalizan algunas técnicas para el acabado y la decoración de las vasijas (bruñido y decoración

geométrica), dando preferencia a las formas abiertas de perfiles carenados.

Entre Miño y el Duero, se realiza cerámica a mano de tradición campaniforme, con decoración incisa. En la

mayoría de poblados de Andalucía occidental se encuentran cerámicas de tipo doméstico, decoradas en el

interior con motivos geométricos y con las superficies bruñidas. También son características del Bronce Final las

cerámicas decoradas con motivos geométricos, con la superficie pintada en rojo, de grandes dimensiones y de

tipología variada: vasos cerrados, cuencos, cazuelas y soportes.

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3.6 ASENTAMIENTOS El desconocimiento de los rasgos culturales propios de las poblaciones más antiguas, nos impide saber qué

relaciones existían entre los grupos del final de la Edad del Bronce.

Las comunidades se establecieron sobre lugares estratégicos económicamente hablando, en las áreas de

captación de recursos o próximas a las vías de comunicación.

En el territorio portugués se evidencia la existencia de un sistema de poblamiento jerarquizado, en el que

las aldeas situadas en lugares elevados, favorece su defensa, y son ideales para el acceso a los recursos

diversificados y complementarios.

Se conocen también pequeños núcleos de población instalados en terreno llano o suaves colinas, tierras

aptas para su aprovechamiento agrícola.

A partir del siglo IX a.C. en el Bajo Guadalquivir tiene lugar un auténtico auge poblacional del que no

sabemos su naturaleza.

En la desembocadura de los ríos Tinto y Odiel (Huelva), surgió alrededor del siglo IX a.C. un poblado de

cabañas circulares construidas con materiales perecederos, que tuvo una importante participación en los

intercambios comerciales entre la fachada atlántica y el Mediterráneo. Se supone que en el poblado se procedía

a la transformación del mineral de cobre que se extraía en la cuenca minera de Riotinto. También existían otros

asentamientos más pequeños especializados en otros aspectos de la producción minero-metalúrgica.

Varias de estas comunidades del Bronce Final fueron el origen de poblaciones actuales como Lebrija, Coria

del Río o Córdoba.

3.7 ENTERRAMIENTOS Poco se sabe de las prácticas funerarias de los momentos finales del Bronce, es muy probable que siguieran

las pautas de los últimos siglos del II milenio, en fosas, cistas, etc. Tal vez se generalizó la costumbre de la

exposición de los cadáveres al aire libre, lo que explicaría la carencia de restos para investigar. A partir del siglo

VIII a.C., mediante el contacto con los fenicios, existen evidencias de lugares de enterramientos.

Esta ausencia de manifestaciones funerarias hace pensar que debieron existir prácticas mortuorias

diferentes a las convencionales, como arrojar los muertos a las aguas. Las numerosas espadas recuperadas del

fondo de los ríos, podrían ser el equipo para el más allá de varones poderosos. Esta hipótesis se basa en que al

lado de las armas extraídas en ríos de la fachada atlántica europea, aparecen cráneos humanos. Así, el conjunto

de espadas, lanzas y fíbulas de codo, de la Ría de Huelva, se puede considerar como un gran depósito funerario

del siglo IX a.C.

En el Bronce Final los únicos enterramientos que se conocen en toda la fachada atlántica están en el

suroeste de Portugal, en la región del Alentejo, en donde continuaban las tradiciones de principios del II milenio

a.C., enterrándose en pequeñas cistas, rectangulares o cuadradas. En algunas tumbas cubiertas con lajas de

esquisto, se esculpieron además de signos de difícil interpretación, símbolos religiosos, un repertorio variado de

armas y otros instrumentos metálicos: espadas, hachas, alabardas, puñales, cinceles, etc. Fechándose en la

última etapa del Bronce Final.

Las estelas decoradas son características del Suroeste. Se trata de grandes lajas planas, de piedra,

decoradas con grabados en los que se representan guerreros con sus armas, carros y objetos personales, a las que

se le ha dado un significado funerario, ritual, social y simbólico de heroización de personajes relevantes (Pág.

335). Estas estelas normalmente aparecen fuera de contexto arqueológico, por lo que resulta difícil asociarlas a

un tipo determinado de hábitat, y se les atribuye la cronología a través de la tipología de los objetos

representados: espadas del Bronce Final atlántico, escudos con escotadura en V, de tipo tartésico, lanzas, fíbulas,

peines y espejos. En pocos casos se ha podido relacionar la estela a una tumba, un ejemplo es la roca en Solana

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de las Cabañas (Cáceres). La mayor parte se concentran en Extremadura y el Alentejo y suelen fecharse entre

1.100 y 800 a.C. (Pág. 336 y 337).

3.8 ESTRUCTURA SOCIAL El desarrollo de las actividades de intercambio provocó la acumulación de poder en pocas manos y acentuó

las desigualdades, tanto en el interior de cada grupo social como entre las distintas comunidades. No existe un

único criterio para explicar las causas que propiciaron dicho proceso. Para algunos fue la metalurgia el motor de

los cambios económicos y sociales, complementado con el comercio y las redes de intercambio por parte de las

élites, distribuyendo objetos de prestigio. Otros apuntan hacia el desequilibrio medioambiental y el crecimiento

demográfico como causas del cambio cultural. Para los últimos, los cambios se produjeron por la mejora

generalizada de la producción agropecuaria y el desarrollo de la metalurgia, que propiciaron un crecimiento

económico.

Considerar las armas y joyas ostentosas como símbolos de poder y riqueza, hace suponer que a fines de la

Edad del Bronce, en la mayoría de la fachada atlántica peninsular, se implantó una organización política compleja,

equiparable a las jefaturas, reforzando los jefes su papel privilegiado mediante la acumulación de bienes de

prestigio, que acentuaba más las desigualdades entre la población.

El control de las fuentes de recursos y de las redes de intercambio y distribución de materias primas y

bienes que consolidaban este poder, y el libre tránsito de las mismas, estaba garantizado por pactos entre jefes y

el intercambio de regalos. Muchas alianzas se aseguran mediante matrimonios. Quizá los torques de oro

pudieron formar parte de las transacciones matrimoniales, como dote de la novia. En una sociedad de jefaturas,

el jefe puede consolidar su poder por diferentes causas, pero para mantener el dominio a largo plazo debe

apoyarse en una élite o un grupo de guerreros.

El estudio de los objetos metálicos encontrados en la Península a partir del Calcolítico, permite asegurar

que el desarrollo inicial de la metalurgia del cobre y del bronce está relacionado con la fabricación de objetos

valiosos, principalmente adornos y armas. Su carácter lujoso hace que sean exclusivos de una parte de la

comunidad. También pudieron ser usados como moneda de cambio para la obtención de otros bienes de

prestigio tales como el ámbar o el marfil, ganado y quizá personas.

En la Edad del Bronce se asiste al crecimiento del poder de las armas, propiciado por las desigualdades

sociales y la competitividad que surgió entre las comunidades por el control y defensa de los recursos

económicos. Aparecieron conflictos y surgió la necesidad de defensa y protección por parte de grupos de poder.

La rapiña y la guerra se convirtieron en algo habitual para obtener beneficios rápidos, así como fuerza de trabajo

adicional, mediante la captura de esclavos.

A partir del III milenio a.C. está ya esbozada la figura del guerrero occidental, a medio camino entre el

cazador y el luchador. En una sociedad que compite por el control de los recursos económicos, los

enfrentamientos serían una forma de obtener prestigio y poder.

En el Bronce el guerrero se convierte en una figura aceptada socialmente, poseedora de un status elevado,

relacionado con las jerarquías.

Fruto de la generalización del armamento será la creación de una panoplia ofensiva y defensiva formada

por objetos tales como escudos, petos de cuero, lanzas o cascos. Con el hierro se perfeccionarán y ampliarán los

modelos, que permanecerán sin grandes cambios hasta la llegada de la ballesta y las armas de fuego.

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4.- SURESTE Y LEVANTE

Este período está caracterizado por la llegada en el Nordeste de los grupos indoeuropeos de los Campos de

Túmulos y Urnas, mientras que Levante y Sudeste reciben influencias de la Meseta y Andalucía occidental, que se

convierte ahora en un área difusora.

4.1 PERIODIZACIÓN Se ha estructurado en tres fases:

Bronce Final I (1.100-850 a.C.): continúa la introducción de elementos meseteños de Cogotas I, de los

Campos de Urnas del noreste e influencias del Bronce Atlántico, debido a las relaciones comerciales. En

metal destacan los alfileres de cabeza enrollada.

Bronce Final II (850-750 a.C.): desaparecen los materiales de Cogotas I y se elaboran vasos con decoración

pintada a mano, bicromos o monocromos. Aparecen cerámicas bruñidas. Destacan espadas de lengüeta

calada y hoja pistiliforme, con hoja en forma de lengua de carpa o con empuñadura de lengüeta estrecha

con cruceta.

Bronce Final III (800/750-700 a.C.): fase paralela al período orientalizante en el sur andaluz y momento

previo a la aparición del mundo ibérico.

4.2 ASENTAMIENTOS Es la región peninsular mejor conocida después de la Meseta en la etapa del Bronce Final. El urbanismo se

caracteriza por estar compuesto de verdaderas viviendas, no estructuras adosadas, de planta circular u oval, con

zócalos de piedra y alzados de tapial, adobe y ramajes, generalmente enlucidos, y con columnas que sustentan el

techo. Los materiales son cada vez menos consistentes, se abandona la mayoritaria utilización de la piedra

(cultura argárica), sustituyéndose por muros de adobes, tapial y ramajes.

Aquí se documenta una etapa denominada Bronce Tardío, que no es argárico pero se apoya en ella. Ofrece

dos tipos de asentamientos:

1. Unos en que perdura el viejo sustrato argárico, con poblados como Fuente Álamo (Murcia).

2. Otros promovidos por gentes de la Meseta, de la cultura de Cogotas I. En la Cuesta del Negro (Granada),

se ocupó entre el siglo XIII y finales del X a.C., un cerro abandonado por una comunidad argárica,

construyendo sobre los restos, modestas cabañas de barro y ramas con zócalos de piedra y hogar en el

centro.

Un poblado destacado en esta zona es Peña Negra (Alicante), fundado en el siglo IX a.C. y vinculado al

comercio del metal entre las costas atlánticas y el Mediterráneo. También debió de ser por su situación un nudo

clave de comunicación hacia las rutas ganaderas del interior, así como para la obtención de sal. Se ha

desenterrado una cabaña con un horno de fundición, en cuyo exterior, amontonados junto a las paredes, se

encontraron escorias y mazas para triturar mineral, numerosos fragmentos de moldes de piedra y arcilla para

fabricar espadas, lanzas, hachas, agujas y abundantes restos de objetos metálicos (Pág. 342). No es casual que el

hierro apareciera por primera vez en estos centros minero-metalúrgicos.

4.3 ENTERRAMIENTOS Existen pocos datos sobre sus costumbres funerarias, y es posible que se introdujera la incineración en un

momento avanzado del Bronce Final.

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4.4 CULTURA MATERIAL La economía es agrícola de regadío, con ganadería de ovejas y cabras, caza y pesca a pequeña escala. Hay

industria textil.

Es de destacar la orfebrería, quizá con fines comerciales. Destaca el tesoro de Villena (Alicante), conjunto

escondido en la primera mitad del siglo IX a.C., del que forman parte además de brazaletes, cuencos con

decoraciones en relieve y embutidas, botellas de oro y plata, láminas de oro caladas y algunos elementos de

hierro, que se utilizó como un metal noble más (Pág. 343).

En instrumentos, los materiales más comunes son puntas de flecha y punzones de hueso, dientes de hoz de

sílex y molederas de piedra pulimentada, brazaletes de piedra y pesas de telar.

La cerámica ofrece cuencos, vasos ovoides, cazuelas troncocónicas, botellas y vasos con fondos planos. Las

hay de diversos tipos, destacando el tipo Cogotas (excisa y de Boquique), testimoniando la expansión de las

gentes meseteñas por esta zona.

5.- NORESTE. CAMPOS DE URNAS

Al final de la Edad del Bronce en la región de Cataluña, Valle del Ebro y norte de Valencia, existían grupos

de ascendencia centroeuropea, que difundieron nuevas formas de vida y nuevas creencias, relacionadas con el

mundo de ultratumba, diferentes de las poblaciones autóctonas. Éstos quemaban los cadáveres y depositaban

sus restos en urnas de cerámica que enterraban en cementerios comunitarios, auténticos Campos de Urnas, que

ha dado nombre a este grupo cultural.

Cronología:

Campos de Urnas antiguos: 1.100-900 a.C.

Campos de Urnas recientes: 900-700 a.C.

Campos de Urnas de la Edad del Hierro: 700-500 a.C.

5.1 ORÍGENES Se desconocen las causas que dieron lugar a la dispersión de las gentes de los Campos de Urnas por gran

parte de Europa. A lo largo del tiempo fueron cruzando los Pirineos pequeños grupos cuyo destino eran las

tierras del Languedoc y Rosellón, llegando a Cataluña y desde allí al resto.

Los distintos grupos de Campos de Urnas, desarrollan unos rasgos específicos en cada zona, que permiten

diferenciar hasta siete círculos.

Tanto sus costumbres funerarias, como el uso de cerámicas decoradas con motivos acanalados sobre vasos

bicónicos de borde convexo, distinguen a estos inmigrantes. Tienen una primera etapa en la alfarería que

evoluciona por tendencias que adoptan al otro lado de los Pirineos, a partir del 900 a.C., los Campos de Urnas

peninsulares inician una evolución propia.

Respecto al substrato local, se tiene poca información. En las montañas, donde el pastoreo era su medio

de vida, se han documentado hábitats y enterramientos de inhumación colectiva en cuevas. El hallazgo de

cerámicas acanaladas en algunas cuevas de Cataluña y en algunos poblados al aire libre con tradiciones del

Bronce Medio, prueban que pronto se establecen contactos entre extranjeros e indígenas.

La rápida propagación y asimilación de la cultura de Campos de Urnas, hace pensar que las comunidades

indígenas fueron absorbidas. Las gentes de los Campos de Urnas acabaron hablando ibérico, lo que indica que a

su vez sufrieron un proceso de iberización lingüística, pero lograron imponer su organización económica, sus

costumbres funerarias y su utillaje doméstico. Desde comienzos del I milenio a.C. resulta difícil distinguir cada

uno de los grupos étnicos, debido a que sus registros arqueológicos son muy similares.

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5.2 ACTIVIDAD ECONÓMICA Son comunidades de no más de 50 ó 60 individuos y se sabe poco de su estructura socioeconómica. Eran

campesinos dedicados al pastoreo y la agricultura, y producían lo necesario para autoabastecerse. En los valles

del Ebro y el Segre se cultivan cereales y en las montañas se dedican al pastoreo, de cabras y ovejas. Se hacían

intercambios con otros grupos para adquirir instrumentos metálicos y de bronce.

Son sociedades tribales gobernadas por vínculos de parentesco, sin que existieran desigualdades

significativas entre los diferentes miembros.

5.3 ASENTAMIENTOS Tenemos pocos restos de la presencia de las gentes de Campos de Urnas en la Península Ibérica, debido a

que no permanecían mucho tiempo en el mismo lugar, y sus cabañas estaban hechas con materiales perecederos.

Un grupo de pastores se estableció entre 1.100 y 900 a.C. en el Ampurdán (Gerona). Habitaban cabañas

hechas con troncos y ramas, con hogar dentro, cultivaban trigo y cebada además de criar bóvidos, cerdos y

ovicápridos, cazaban, pescaban y recogían en la costa moluscos.

En las tierras fértiles de la llanura costera sí debieron de existir poblados o aldeas estables, dedicados a la

agricultura.

5.4 ENTERRAMIENTOS Los rituales funerarios en esta etapa son bastante desconocidos, tal vez se practicara la inhumación en

cuevas, monumentos colectivos megalíticos o incluso en alguna de carácter individual; así lo evidencia la

necrópolis de Los Castellets en Mequineza, Zaragoza.

A partir del siglo X a.C. en el valle del Segre y el Bajo Aragón, las prácticas funerarias cambian, no el ritual de

tratamiento del cadáver, sino en la estructura de la tumba. Eran enterramientos en urna donde los restos

quemados, se tapaban con un plato invertido o con una piedra plana, y se introducían en un hoyo que se cubría

con un túmulo de piedras y tierra; es probable que en el exterior una estela de madera o una piedra señalaba el

lugar. No era costumbre poner ajuar en las tumbas, aunque en algunas se ha encontrado vasos pequeños de

cerámica que pudieron contener ofrendas. Los túmulos solían emplazarse sobre colinas visibles desde los

poblados (Pág. 247).

5.5 EXPANSIÓN TERRITORIAL En los Campos de Urnas se produce un gran crecimiento demográfico a partir del siglo X a.C. En Valencia se

localizan cerámicas acanaladas, pero se interpreta como resultado de contactos ocasionales, en cambio en

Alicante sí se ha evidenciado pequeños grupos de Campos de Urnas.

En el sur de Cataluña las aldeas se construían sobre cerros elevados y con buena visibilidad. Las viviendas

eran de planta rectangular, tapial o adobe y con techo sostenido por postes de madera, con el hogar en el centro

o en una esquina, como en La Pedrera (Lérida).

En el valle medio del Ebro el poblado más representativo es el de Cortes de Navarra. En la llanura alavesa

se han documentado asentamientos tanto en llano como en cerros de fácil defensa.

6.- MESETA

La meseta es la zona mejor conocida debido al estudio y localización de una serie de asentamientos que, al

no ser reocupados, se conservaron y proporcionaron datos de gran interés.

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TEMA 9: EL BRONCE FINAL (PÁG. 319)

RESUMEN REALIZADO POR SILVIA PÉREZ VÁZQUEZ CURSO 2012/2013 Página 10

6.1 MESETA SUR Esta zona recibió influencias del Bronce atlántico y de Cogotas I. Existen los poblados denominados

“fondos de cabaña” con pocos metales, que evidencian una continuidad con épocas anteriores. Horizontes:

Pantoja (yacimiento epónimo de Toledo): datado antes del 1.000 a.C. y paralelizable a Boquique.

Ecce Homo (yacimiento cerca de Alcalá de Henares): desde el 1.000 a.C., con cuchillos, láminas de sílex y

molederas; hay cerámicas lisas, incisas tipo campaniforme, excisas, de Boquique, pellizcadas y pintadas.

Se documenta una importante actividad agrícola, con ganadería y caza como complemento.

6.2 MESETA NORTE Basándonos en el armamento metálico, se establecen tres fases cronológicas:

Bronce Final I (1.200-1.100 a.C.): el depósito de Valdevimbre (León) refleja la síntesis de las corrientes

autóctona y extranjera.

Bronce Final II (1.100-900 a.C.): armamento enriquecido por las novedades del desarrollo de los Campos

de Urnas, y queda plasmado en las espadas de hoja pistiliforme. Ahora la Meseta se incorpora a la órbita

económica de la zona atlántica. Aparecen las hachas de apéndices laterales (originarias de Oriente

Medio), difundidas a partir del año 1.000 a.C. hacia el sur de la Península. De finales de esta época

destaca el depósito burgalés de Huerta de Arriba, fechado en torno al 900 a.C. o el depósito de Sansueña

(Zamora, pág. 350).

Bronce Final III (900-700 a.C.): Las espadas de hoja pistiliforme son sustituidas por las de punta de “lengua

de carpa”, fósil director de esta fase.

La Edad del Bronce en la Meseta finaliza cuando llega la metalurgia del hierro, a partir del 700 a.C.

6.3 COGOTAS I Aunque el Bronce Final se inicia en la Meseta hacia el 1.200 a.C., este horizonte, que toma su nombre del

yacimiento epónimo de Ávila, parece iniciarse antes, con centro principal en la cuenca del Duero y penetración de

sus materiales en contextos peninsulares de Andalucía, Levante y Norte. Se caracteriza por sus cerámicas

elaboradas a mano, con decoraciones incisas, de Boquique y excisas, pudiendo tener antecedentes en el

Campaniforme Ciempozuelos la fase inicial de Proto-Cogotas. (Pág. 351 y 352).

6.3.1 Asentamientos

Se documentan diferentes formas de asentamientos: unos en alto dominando el entrono; otros en

lugares de ocupación prolongada anterior; y los más habituales están en las terrazas de las cuencas medias y

finales de los ríos.

En Cogotas I su urbanismo se caracteriza por establecimientos formados por agrupaciones de cabañas,

posiblemente circulares, construidas con materiales perecederos, y junto a éstas e incluso en su interior, se abren

hoyos o fosas de uno a dos metros de diámetro de boca, con funciones diversas: almacenamiento de productos

agrícolas, tumbas o depósitos votivos.

Las gentes de Cogotas I (1.300-900 a.C.) se desplazan por toda la Península, demostrado por la dispersión

de sus cerámicas, que se encuentran desde el sur del País Vasco a Andalucía, del norte de Portugal al valle del

Ebro y desde la sierra de Teruel al valle del Vinalopó (Alicante).

6.3.2 Enterramientos

Estos grupos limitan sus manifestaciones funerarias a unos pocos enterramientos individuales y a lo sumo,

dobles o triples. Estos se hacen en el interior de alguna de las fosas que se abren dentro de las cabañas del

poblado, pudiendo ser unos privilegiados. La mayoría fueron colocados en lugares de enterramientos

tradicionales, como cuevas o dólmenes.

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TEMA 9: EL BRONCE FINAL (PÁG. 319)

RESUMEN REALIZADO POR SILVIA PÉREZ VÁZQUEZ CURSO 2012/2013 Página 11

Uno de los yacimientos que más documentación aporta es el de San Román de la Hornija (Valladolid). Se

encontraron tres individuos inhumados con las piernas replegadas. Uno de ellos sostenía en las manos un

pequeño lingote de bronce, y sobre su cabeza, un conejo como ofrenda; otro llevaba un arete de bronce en una

oreja. El hoyo estaba sellado por un enlosado de piedras y se rellenó de tierra mezclada con ceniza y fragmentos

de cerámicas, con formas y decoraciones de este grupo cultural. En el relleno se encontró una fíbula de codo,

igual a las del depósito de la Ría de Huelva.

6.3.3 Actividades económicas

Se supone que la principal actividad económica de las gentes de Cogotas I era la ganadería trashumante

por:

La alta densidad de pequeños y pocos duraderos asentamientos en parajes muy próximos.

La debilidad de las estructuras de habitación.

La coincidencia de los emplazamientos con cañadas o terrenos de pasto.

La abundancia de restos faunísticos en algunos yacimientos.

La difusión de las cerámicas puede que sea por la necesidad de estas gentes, de buscar pastos para el

ganado en otras tierras. Se intercambiaban cerámica entre las comunidades por bienes o servicios. Esta cerámica

se caracteriza por su buena factura, uniformidad de formas: cuencos de cuerpo troncocónico, fuentes de carenas

altas, vasos globulares, todo con base plana y estrecha, con decoración excisa, incisa, puntillado, impresión y de

bobuique, recubriendo la mayoría del vaso con un estilo geométrico en el que se combinan zigzags, triángulos,

ajedrezados y guirnaldas (Pág. 354).

La necesidad de proveerse de sal para la alimentación, conservación de la carne y aprovechamiento de las

pieles, podría ser la causa de los contactos con la costa, lo que explicaría la colección de fíbulas de codo halladas

en la meseta.

También se debió practicar una agricultura itinerante, de rozas. Los recursos agrarios como principal

fuente económica aparecen claramente en Moncín (Borja), en el que se han excavado silos con capacidad para

guardar dos toneladas de trigo, encontrándose abundantes piezas de piedra, hojas de hoz y molinos para la siega

y transformación del grano.

La organización del los asentamientos situados en cerros altos y bien defendidos, parece más compleja. Da

la impresión de que éstos tienen que ver con el comercio, que estimuló la aparición de centros de población en

las principales vías de paso, como en Cancho Enamorado (Salamanca), que domina desde un lugar inaccesible, un

camino que comunica el suroeste peninsular con la Meseta Norte. Algunos autores piensan que por este camino

llegaron a partir del siglo X a.C., elementos atlánticos: hachas, puñales, fíbulas; y más tarde los primeros útiles de

hierro conocidos en la Meseta.

7.- BALEARES

El Bronce Final en las islas baleares está representado por la cultura Talayótica I, incluso parte del

Talayótico II. Abarca desde el siglo XIV al VIII a.C., y se caracteriza por la aparición de los talayots y otras

construcciones complejas, el abandono de las cuevas a favor de asentamientos al aire libre, la concentración de

población y una mayor complejidad en la economía agrícola y ganadera.

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TEMA 9: EL BRONCE FINAL (PÁG. 319)

RESUMEN REALIZADO POR SILVIA PÉREZ VÁZQUEZ CURSO 2012/2013 Página 12

7.1 ARQUITECTURA Los talayots son torres construidas con técnicas ciclópeas, de planta circular, oval o cuadrada, con alzados

de mampostería en forma troncocónica o troncopiramidal. La parte inferior es maciza y algunas presentan una

cámara circular o cuadrada, con corredor y puerta de acceso por medio de una rampa o de corredor. Un

elemento básico es la columna central, formada por tambores de piedra que amplía diámetro a la vez que altura;

las cubiertas serían de lajas de piedra, aunque se conoce el uso de vigas de madera como en Sant Agustí

(Menorca).

Se cree que son estructuras jerarquizadas de carácter militar. Suelen aparecen aislados, en conjunto,

dentro de un poblado o formando parte de la muralla.

Poblados

Aunque perviven algunas navetas de habitación de Mallorca, ahora dominan los poblados. Suelen ser de

planta circular o paracircular, alzándose tanto en terrenos elevados como en llanuras o pequeñas laderas; no

existe un urbanismo, las viviendas se distribuyen irregularmente respetando un talayot central, al que se añaden

construcciones o habitaciones distribuidas a lo largo de un eje central. La mayoría de poblados están limitados

por una muralla con puerta adintelada sobre dos jambas, aunque no hay fortificaciones en los accesos. Las casas

son rectangulares, circulares o radiales, y a veces, se sujeta el techo mediante columnas. En Menorca destacan

las casas circulares o poligonales, con patio cuadrado interior, hogar y diversas habitaciones (Torre d’en Gaumés)

Las salas hipóstilas son exclusivas de Menorca y ocupan un lugar central dentro de algunos poblados. Se

trata de estructuras semisubterráneas, de planta alargada, a las que se accede por una puerta adintelada o un

corredor. El espacio interior se compartimenta a base de columnas que sostienen la techumbre de lajas de

piedra. También podía estar cubierta por un túmulo de tierra, como en Torralba d’en Salort (Pág. 357 y 358). Se

las interpreta como viviendas relevantes, pero se ha confirmado en Torralba que se trataba de un almacén, que

en su fase final albergó numerosas ánforas.

Las taulas son construcciones más sencillas; constan de una piedra vertical apoyada en el suelo y otra

horizontal sobre ella, y se discute si fueron lugares sacros. Alzada en el interior de un recinto, frente a la puerta

de acceso abierta en el centro de la fachada principal, suelen estar orientadas entre sur-sudeste y sur-sudoeste.

Las navetas de Menorca, en contra de las de Mallorca que se utilizaron como viviendas en época

pretalayótica, son construcciones funerarias en forma de nave invertida, con la fachada plana, en la que se abre la

puerta de acceso que da a un corredor que comunica con la cámara. Algunas tenían dos pisos y la cubierta era de

lajas planas. Generalmente están situadas lejos de los asentamientos. La más conocida es la de Els-Tudons,

donde se localizaron en su parte inferior expoliada, más de un centenar de inhumaciones (Pág. 358).

Progresivamente estos enterramientos fueron desapareciendo y reemplazados por hipogeos, enterramientos en

cuevas tapadas con muros, cremaciones y tumbas con cal de época más tardía.

7.2 METALURGIA, CERÁMICA Y PIEDRA Desde el comienzo de esta cultura, existe un gran dominio de las técnicas metalúrgicas, localizándose un

gran número de moldes de fundición, que demuestra un comercio exterior, ya que las islas tienen pocos

yacimientos mineros.

Se han encontrado espadas de bronce, de hoja ancha, algunas con nervio marcado y empuñadura maciza,

elemento clásico de la metalurgia balear; también se conocen hachas de cubo, de talón y anillas y de apéndices

laterales, como en Can Mariano Gallet (Pág. 358). Además de escoplos, puntas de flecha triangulares con

pedúndulo y puntas de lanza con enmangue tubular.

La cerámica está realizada a mano, de pasta de calidad mediocre y de color negruzco. Suelen ser ollas,

vasos troncocónicos, platos y copas.

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TEMA 9: EL BRONCE FINAL (PÁG. 319)

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La piedra es el material más abundante. Son frecuentes percutores y alisadores, además de molinos de

vaivén, lo que indica un importante cultivo de cereales. Los molinos mallorquines suelen ser aplanados y los

menorquines más voluminosos y pesados, realizados con arcillas rojas del norte de la isla, lo que indica la

existencia de rutas terrestres para su transporte.