Tema 5

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TEMA 5: EL SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874): INTENTOS DEMOCRATIZADORES. INTRODUCCIÓN. Se denomina Sexenio Democrático (1868-1874) al comprendido entre la revolución que originó la caída de Isabel II (1868) -La «Gloriosa»-, y la posterior restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII, hijo y sucesor de la primera (1874). Durante este período se sucedieron diferentes regímenes y gobiernos: un Gobierno provisional, una regencia (la del general Serrano), una monarquía (Amadeo de Saboya), una república con dos etapas (federal y centralista), y un epílogo autoritario (Serrano, nuevamente). Como vemos, se trata de un período complejo desde el punto de vista político. A todo ello y de forma paralela, España sufrió una nueva guerra civil -la Tercera Guerra Carlista-; otra guerra separatista, la cubana; y el movimiento cantonal. A pesar de esta acumulación de acontecimientos, aparentemente contradictorios en muchos casos, el Sexenio no puede ser considerado como una etapa aislada, sino otra más en el proceso de consolidación del régimen liberal en España, donde tiene lugar el desenlace lógico de los postulados del liberalismo, llevados hasta sus últimas consecuencias. Por fin, surge también el movimiento obrero organizado con la fundación de la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores), que al igual que en Europa también empieza en España su lenta y complicada singladura. Desde el punto de vista del contexto internacional hay que destacar la culminación de los procesos unificadores de Italia (Víctor Manuel-Cavour-Garibaldi) y Alemania (Bismarck), la Comuna de Paris como primer ensayo de realización práctica de las ideas de los “internacionalistas”, y el reforzamiento del colonialismo propiciado por el desarrollo de la segunda fase de la Revolución Industrial. 1.- PRIMERA ETAPA. LA CONSTRUCCIÓN DEL RÉGIMEN DEMOCRÁTICO-BURGUÉS. 1.1.- La Revolución de 1868. La revolución del 68, la “Septembrina” o “la Gloriosa” se produjo por una mezcla de causas políticas, económicas y sociales (especialmente por el agotamiento del programa moderado-conservador de la etapa anterior) 1 , y se inició con el pronunciamiento de la armada al mando del almirante Topete que fue apoyado por una parte del ejército (dirigido por los generales Serrano, Prim y otros oficiales o jefes que se fueron sumando al alzamiento). La situación se decantó definitivamente a favor de los sublevados cuando las tropas gubernamentales, enviadas al mando del marqués de Novaliches para sofocar el levantamiento andaluz, fueron derrotadas por Serrano en la escaramuza, más que batalla, del puente de Alcolea, en las cercanías de Córdoba. La reina Isabel, que se hallaba veraneando en San Sebastián emprendió, junto con su familia, el camino del exilio hacia Francia. La revolución de septiembre de 1868 fue por tanto un pronunciamiento de tipo clásico en principio y no una revolución popular. Sin embargo, ésta tomaría un cariz más revolucionario a medida que transcurría el tiempo con la formación de las Juntas, donde se decidía el programa revolucionario que acogía las reivindicaciones populares más comunes: supresión de las quintas, abolición de los consumos y establecimiento del sufragio universal. Nada más producirse el destronamiento de Isabel II se constituyó el 8 de octubre un Gobierno Provisional presidido por el general Serrano, quien designó a Prim para el Ministerio de la Guerra y a Sagasta para el de la Gobernación. El nuevo Gobierno se formó rápidamente con el fin de atajar el proceso revolucionario y evitar así 1 Ver también las causas en el último apartado del tema dedicado al reinado de Isabel II.

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TEMA 5: EL SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874):

INTENTOS DEMOCRATIZADORES.

INTRODUCCIÓN.

Se denomina Sexenio Democrático (1868-1874) al comprendido entre la revolución que originó la caída

de Isabel II (1868) -La «Gloriosa»-, y la posterior restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso

XII, hijo y sucesor de la primera (1874). Durante este período se sucedieron diferentes regímenes y gobiernos: un

Gobierno provisional, una regencia (la del general Serrano), una monarquía (Amadeo de Saboya), una república

con dos etapas (federal y centralista), y un epílogo autoritario (Serrano, nuevamente). Como vemos, se trata de

un período complejo desde el punto de vista político. A todo ello y de forma paralela, España sufrió una nueva

guerra civil -la Tercera Guerra Carlista-; otra guerra separatista, la cubana; y el movimiento cantonal.

A pesar de esta acumulación de acontecimientos, aparentemente contradictorios en muchos casos, el

Sexenio no puede ser considerado como una etapa aislada, sino otra más en el proceso de consolidación del

régimen liberal en España, donde tiene lugar el desenlace lógico de los postulados del liberalismo, llevados hasta

sus últimas consecuencias. Por fin, surge también el movimiento obrero organizado con la fundación de la AIT

(Asociación Internacional de Trabajadores), que al igual que en Europa también empieza en España su lenta y

complicada singladura.

Desde el punto de vista del contexto internacional hay que destacar la culminación de los procesos

unificadores de Italia (Víctor Manuel-Cavour-Garibaldi) y Alemania (Bismarck), la Comuna de Paris como

primer ensayo de realización práctica de las ideas de los “internacionalistas”, y el reforzamiento del colonialismo

propiciado por el desarrollo de la segunda fase de la Revolución Industrial.

1.- PRIMERA ETAPA. LA CONSTRUCCIÓN DEL RÉGIMEN DEMOCRÁTICO-BURGUÉS.

1.1.- La Revolución de 1868.

La revolución del 68, la “Septembrina” o “la Gloriosa” se produjo por una mezcla de causas políticas,

económicas y sociales (especialmente por el agotamiento del programa moderado-conservador de la etapa

anterior)1, y se inició con el pronunciamiento de la armada al mando del almirante Topete que fue apoyado por

una parte del ejército (dirigido por los generales Serrano, Prim y otros oficiales o jefes que se fueron sumando al

alzamiento). La situación se decantó definitivamente a favor de los sublevados cuando las tropas gubernamentales,

enviadas al mando del marqués de Novaliches para sofocar el levantamiento andaluz, fueron derrotadas por

Serrano en la escaramuza, más que batalla, del puente de Alcolea, en las cercanías de Córdoba. La reina Isabel,

que se hallaba veraneando en San Sebastián emprendió, junto con su familia, el camino del exilio hacia Francia.

La revolución de septiembre de 1868 fue por tanto un pronunciamiento de tipo clásico en principio y no

una revolución popular. Sin embargo, ésta tomaría un cariz más revolucionario a medida que transcurría el tiempo

con la formación de las Juntas, donde se decidía el programa revolucionario que acogía las reivindicaciones

populares más comunes: supresión de las quintas, abolición de los consumos y establecimiento del sufragio

universal.

Nada más producirse el destronamiento de Isabel II se constituyó el 8 de octubre un Gobierno Provisional

presidido por el general Serrano, quien designó a Prim para el Ministerio de la Guerra y a Sagasta para el de la

Gobernación. El nuevo Gobierno se formó rápidamente con el fin de atajar el proceso revolucionario y evitar así

1 Ver también las causas en el último apartado del tema dedicado al reinado de Isabel II.

su desbordamiento. Como siempre llegaba la fase moderada, la fase de freno de la revolución y se procedió

inmediatamente a disolver las Juntas revolucionarias locales y a desarmar a los Voluntarios de la Libertad, la

milicia progresista y revolucionaria surgida a raíz del movimiento de septiembre.

1.2.-Las elecciones de 1869.

Una vez controlada la situación, se procedió inmediatamente a convocar elecciones a Cortes

Constituyentes mediante sufragio universal para mayores de 25 años. Era la primera vez que se utilizaba este

tipo de sufragio.

Durante la campaña electoral a Cortes Constituyentes ya se mostraron las divergencias entre las diversas

fuerzas políticas que habían apoyado a la Gloriosa. Las opiniones se dividieron principalmente en cuanto a la

forma monárquica o republicana del Estado. Unionistas y progresistas eran partidarios de una Monarquía

democrática, mientras que los demócratas se dividieron en dos facciones: los primeros, entre los que se

encontraban Manuel Becerra y Cristino Martos, firmaron un manifiesto de apoyo a la Monarquía democrática con

sufragio universal; mientras que el otro grupo, en que se encontraban Castelar, Figueras y Fernando Garrido se

inclinó por la República. Al final triunfó la opción monárquica gracias al apoyo más o menos disimulado del

Gobierno Provisional. De entre los grupos monárquicos los progresistas obtuvieron más del 40% de los votos, la

Unión Liberal un 20 % a los que hay que sumar otro 10% de demócratas monárquicos y otras fuerzas no

identificadas. Por contra el 22% del voto fue a parar a los republicanos. Los carlistas sólo contaban con un 5% de

los votos.

Tras las elecciones se constituyó una Regencia presidida por el general Serrano a la espera de “encontrar”

un nuevo rey para España.

Composición de la Asamblea Constituyente de 1869

1.3.- La Constitución de 1869.

La Constitución de 1869, claramente liberal democrática, perfilaba un régimen de libertades muy amplio

si se la compara con otras europeas de la misma época. Se proclamaba la soberanía nacional y se confirmaba el

sufragio universal masculino. Incluía una amplísima declaración de derechos, en la que junto a los

tradicionales derechos individuales defendidos por el liberalismo, se garantizaba la libertad de residencia,

enseñanza o culto y la inviolabilidad del correo. También tenían cabida algunos derechos colectivos, como el de

reunión o el de asociación.

La monarquía se mantuvo como forma de gobierno. Al rey le correspondía el poder ejecutivo y el de

disolver las Cortes; pero sólo ejercía su poder por medio de sus ministros. Las leyes eran elaboradas en las Cortes

y el rey sólo las sancionaba o promulgaba. Se proclamaba, como en otras constituciones, la independencia del

poder judicial, creando un sistema de oposiciones a juez que acababa con el nombramiento de éstos por el

gobierno y se establecía también el juicio mediante jurado.

La Nación española, y en su nombre las Cortes Constituyentes, elegidas por sufragio universal... Art. 3.- Todo detenido será

puesto en libertad o entregado a la autoridad judicial dentro de las veinticuatro horas siguientes Art. 17.- Tampoco podrá ser privado ningún español de derecho de emitir libremente sus ideas y opiniones, del derecho de

reunirse pacíficamente, del derecho de asociarse para todos los fines de la vida humana Art. 21.- La Nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la religión católica. Art. 32.- La soberanía reside esencialmente en la Nación de la cual emanan todos los poderes Art. 34.- La potestad de hacer

las leyes reside en las Cortes. El Rey sanciona y promulga las leyes. Art. 33.- La forma de gobierno de la Nación española es la Monarquía... Art. 35.- El poder ejecutivo reside en el Rey, que lo ejerce por medio de sus ministros. Art. 36.- Los tribunales ejercen el poder judicial.

Extracto de la Constitución de 1869.

1.4.- El gobierno de Prim durante la regencia de Serrano.

La labor del gobierno de Prim durante la regencia del general Serrano continuó tras quedar aprobada la

Constitución el 1 de junio de 1869. Ahora se trataba de llevar a la práctica los cambios que se contemplaban en

el texto constitucional:

- La política económica se encomendó al ministro Laureano Figuerola, quien reorganizó la Hacienda

pública en dos aspectos importantes: la revisión de los aranceles y la reforma del sistema monetario. Figuerola

practicó una política librecambista, en virtud de la cual realizó un desarme arancelario de hasta un 15 %. La

rebaja de las tarifas aduaneras, que abría las puertas de par en par a los productos industriales extranjeros, le

enfrentó a los industriales catalanes. Otro hecho económico importante es el establecimiento de la nueva moneda

la peseta.

- La labor legislativa del Gobierno fue intensa, publicándose una serie de leyes que desarrollaban los

principios constitucionales. Las más importantes fueron: el nuevo Código Penal, la Ley Orgánica del Poder

Judicial, la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la Ley de Orden Público y la Ley sobre el Matrimonio Civil.

1.5.-Los problemas durante la Regencia.

Fueron muchos, aunque merecen ser destacadas tres:

Los levantamientos republicanos se produjeron inmediatamente como consecuencia del descontento ante la

política del Gobierno Provisional y de la Regencia. Escarmentados los republicanos ante las maniobras y

alianzas que habían dado el triunfo al bloque monárquico en las elecciones constituyentes; y recelosos de la

trayectoria emprendida por el Gobierno, se levantaron en septiembre de 1869 en varias ciudades españolas,

siendo de destacados sucesos de Sevilla, Cádiz, Málaga y Jerez. El Gobierno se vio obligado a suspender las

garantías constitucionales y a declarar el estado de guerra.

Las revueltas campesinas de Andalucía fueron un problema añadido al alzamiento de los republicanos. El

movimiento andaluz venía motivado por las malas cosechas de los años 1867 y 1868, y por el desengaño que

se extendió entre las masas campesinas al comprobar cómo el nuevo régimen tampoco hacía realidad las

esperanzas que había suscitado la Gloriosa en cuanto al reparto de la tierra. El estado de ánimo que generó el

fracaso de los levantamientos campesinos andaluces habidos hasta 1873 sería rentabilizado social y

políticamente por el carlismo; pero todavía más por otra corriente específicamente obrera y campesina: el

anarquismo.

El estallido de la guerra en Cuba vino a añadir un elemento más a las dificultades con que se encontró el

nuevo gobierno. La insurrección, dirigida por Carlos Manuel Céspedes, se inició con el Grito de Yara en

octubre de 1868. La revolución se extendió rápidamente por toda la isla cuando se adhirieron a ella los esclavos

negros y los propietarios de pequeñas plantaciones de azúcar. La Guerra Larga no finalizaría hasta diez años

más tarde, con la Paz de Zanjón, durante el período de la Restauración.

2-SEGUNDA ETAPA. LA MONARQUIA DEMOCRATICA DE AMADEO I DE SABOYA (1871-1873).

2.1.-La elección del rey. Candidaturas.

La Constitución de 1869 establecía la instauración en España de un régimen monárquico, justamente

cuando acababa de ser destronada una reina y eliminada una dinastía, la borbónica, que, obviamente, quedaba

excluida de entre las alternativas posibles. La elección del nuevo Rey no era asunto sencillo, en tanto que de ello

se derivaban importantes consecuencias en cuanto al equilibrio de las alianzas internacionales. Entre los

pretendientes se encontraban:

1) El duque de Montpensier, candidato de los moderados y los unionistas, pero vetado por Napoleón III y

además sospechoso del asesinato en duelo de un primo de la Reina.

2) Fernando de Coburgo, de la casa real portuguesa, propuesto por progresistas y demócratas, pero rehusó.

3) Quien causó mayores complicaciones internacionales fue Leopoldo de Hohenzollem, el candidato apoyado

por Prim y Sagasta y apadrinado por el canciller prusiano Bismarck. Fue una de las causas de la guerra

francoprusiana. Al final, ante la insistencia de Napoleón III se retiró esta candidatura.

4) Incluso fueron propuestos el ya anciano Espartero o el propio Serrano pero fueron vetados por Prim.

5) Por fin, la elección recayó en Amadeo de Saboya, hijo del rey de Italia, Víctor Manuel, el candidato que

causaba menos alteraciones en el juego de las alianzas internacionales. La "salida italiana" ofrecía garantías de

pureza liberal: los Saboya, dinastía unificadora de Italia, no estaban contaminados de autoritarismo y además

ofrecían una posibilidad de contención frente a los republicanos. Prim apostó decididamente por esa solución y

consiguió que las Cortes nombrasen rey a Amadeo de Saboya por 191 votos contra 120. Escaso apoyo para

asunto tan fundamental.

2.2.-El Reinado de Amadeo de Saboya. Oposición y hostilidad crecientes.

El 30 de diciembre de 1870 desembarcaba en Cartagena el nuevo rey de España. Tres días antes habían

asesinado en un atentado a Prim, que era su principal valedor. Juró la Constitución ante las Cortes el día 3 de

enero, comenzando así un reinado breve de dos años que para él sin duda fue demasiado largo. En efecto los

apoyos que encontró a su llegada se reducían a los progresistas.

Para colmo de males, los unionistas también fueron alejándose del nuevo régimen, al tiempo que los

carlistas comenzaban insurrecciones en Cataluña, Valencia, Navarra y País Vasco.

El corto reinado de Amadeo, un monarca que sinceramente se había marcado el compromiso de ser un

verdadero rey constitucional, fue acumulando una creciente hostilidad:

- Los sectores industriales eran hostiles a Amadeo I, convencidos de que el nuevo régimen iba a

continuar la tendencia librecambista que había entronizado la Ley Figuerola. Todos temían que esta política

económica terminara por arruinar toda la industria española, especialmente la textil, menos evolucionada y

competitiva que la europea.

- La antigua aristocracia terrateniente y la nueva de los negocios manifestaron desde el primer

momento una actitud hostil hacia el nuevo monarca, convencidos todos ellos de que el sistema democrático que

representaba la monarquía de Saboya acabaría con el dominio oligárquico que desde siempre habían detentado y

ejercido sobre la nación española. A estos sectores hay que sumar el grupo de poder que representaban los grandes

hacendados españoles en las islas del Caribe y los hombres de negocios, residentes en la Península pero con

intereses en las mismas. La antigua clientela del partido moderado iba aglutinándose en torno a la idea de restaurar

a los Borbones en la persona del hijo de Isabel, don Alfonso. Se estaba formando el llamado partido Alfonsino

dirigido por Cánovas del Castillo que ya había conseguido en 1870 la renuncia de Isabel II al trono en favor de

su hijo, el futuro Alfonso XII.

- La Iglesia criticaba a un monarca, cuyo padre había usurpado los Estados

Pontificios al Papa Pío IX

- Los republicanos celebraban congresos y pactos federales a la espera de una república que

reconociera la libre federación de las regiones y estados de España.

- Los obreros y campesinos ya no confiaban ni siquiera en los republicanos, y empezaban a mirar

con buenos ojos a la Internacional (AIT) y, en especial, a su facción bakuninista (anarquistas); por tanto,

despreciaban el juego político y soñaban con la revolución social y el comunismo libertario…

Los progresistas de Sagasta y Ruiz Zorrilla debían, si quería sobrevivir el régimen, ampliar la base social de

apoyo al nuevo monarca. Se presentaban dos opciones:

a) Realizar un giro moderado en lo político que permitiese atraer a unionistas y conservadores, como quería

Sagasta.

b) Con una apertura hacia la izquierda, suprimiendo impuestos, aboliendo la esclavitud en Cuba y reduciendo el

presupuesto eclesiástico, logrando así que los demócratas y republicanos benevolentes se acercaran a Amadeo.

Esta cuestión acabó dividiendo a los progresistas en dos grupos, los "constitucionalistas" de Sagasta y los

radicales de Ruiz Zorrilla.

2.3.-La abdicación.

Amadeo, dijo desde un principio que no se impondría a la nación por la fuerza, y lo cumplió. Rechazado

por la aristocracia española, que ni siquiera le invitaba a sus fiestas y salones, y que por su condición de “rey

extranjero” también suscitaba hostilidad entre gran parte de la población que no cesaba de caricaturizarlo, se

encontraba aislado, pero rechazó las propuestas de dureza que le hacía Serrano. Aprovechó finalmente un

conflicto, provocado por la sedición de los oficiales del arma de artillería y la disolución de ese cuerpo por Ruiz

Zorrilla, para abdicar el 11 de febrero de 1873.

Dos años largos hace que ciño la Corona de España, y España vive en constante lucha, viendo cada día más lejana la era de paz y de

ventura que tan ardientemente anhelo. Si fuesen extranjeros los enemigos de su dicha, entonces, al frente de estos soldados tan

valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos, pero todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra agravan y

perpetran los males de la nación, son españoles. Todos invocan el dulce nombre de la patria, todos pelean y se agitan por su bien; y

entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas

manifestaciones de la opinión pública, es imposible atinar cuál es la verdadera, y más imposible todavía hallar el remedio para

tamaños males. Lo he buscado ávidamente dentro de la ley, y no lo he hallado. Fuera de la ley no ha de buscarlo quien ha prometido observarla. Estas son, señores diputados, las razones que me mueven a devolver a la nación, y en su nombre a vosotros, la Corona que me ofreció

el voto nacional, haciendo renuncia de ella por mí, por mis hijos y sucesores. Palacio de Madrid, 11 de febrero de 1873

3-TERCERA ETAPA. LA PRIMERA REPÚBLICA.

3.1.-La proclamación de la I República.

La instauración de la Primera República no fue obra solamente de los republicanos, sino fruto del

compromiso entre monárquicos radicales y republicanos parlamentarios para cubrir el vacío de poder que se había

producido con la renuncia de Amadeo I. La experiencia de la Primera República reviste una importancia

excepcional en la historia institucional de nuestro país, a pesar de su corta duración. Por primera vez se intentaba

reorganizar la estructura del Estado de manera democrática.

El 11 de febrero de 1873 las Cortes, en sesión conjunta del Congreso y Senado, votaron por gran mayoría

la constitución de una república, cuyo primer presidente del Gobierno provisional fue Estanislao Figueras. Sin

embargo, la mayoría de la cámara era monárquica, por lo que la votación fue una estrategia para acelerar el

deterioro político y permitir el regreso de los Borbones.

A primeros de mayo de 1873 se celebraron elecciones a Cortes constituyentes por sufragio universal de

todos los varones mayores de 21 años, resultando ganadores los partidos republicanos (aunque con un 60 % de

abstención). Las nuevas Cortes aprobaron dotar al Estado de una estructura federal.

Sin embargo, la República federal se enfrentó a numerosos problemas, casi todos ellos heredados del

Gobierno Provisional y de la breve monarquía de Amadeo de Saboya. Conviene señalar tres, al menos: la

experiencia federal, la Tercera Guerra Carlista y el movimiento cantonal.

3.2.-La experiencia federal.

Tras el breve mandato de Estanislao Figueras, el Gobierno estuvo presidido por Pi i Margall, quien

accedió al poder tras la celebración de las elecciones constituyentes que dieron el triunfo a los republicanos

federales. Este partido se formó como una escisión del partido demócrata en 1868. Obviamente, defendían una

república federal, eran partidarios del laicismo del Estado, de amplios derechos democráticos y de la intervención

del estado en las relaciones laborales. Tenían el apoyo de parte de la pequeña burguesía y de los campesinos y

obreros (antes de que éstos fueran atraídos por las ideas anarquistas y socialistas).

Inmediatamente el nuevo presidente formó una comisión de Cortes para elaborar una nueva Constitución.

Esta, que era de las llamadas federalistas, seguía los modelos de Estados Unidos y Suiza, y contemplaba la Nación

española estructurada en 17 estados, incluyéndose entre ellos a Cuba y Puerto Rico. Cada estado podría elaborar

su propia Constitución, que en cualquier caso debía estar comprendida en el marco que delimitaba la Constitución

mayor o federal, sin sobrepasar sus límites. La Constitución era además de las llamadas progresistas, muy similar

por tanto a la de 1869 en cuanto a su contenido en materia de derechos y libertades. La Constitución Federal de

1873 fue, sin embargo, otra más de las non nata, por causa del levantamiento cantonal, el recrudecimiento de la

guerra cubana y el rebrote de la guerra carlista, circunstancias todas ellas que impidieron su aprobación.

La nación española, reunida en Cortes Constituyentes, deseando asegurar la libertad, cumplir la justicia y realizar el fin humano a que

está llamada la civilización, decreta y sanciona... Art.34.- El ejercicio de todos los cultos es libre en España. Art. 39.- La forma de gobierno de la Nación española es la República federal. Art. 40.- El poder de la Federación se divide en poder legislativo, poder ejecutivo, poder judicial y poder de relación entre estos poderes… Art. 50.- Las Cortes se compondrán de dos Cuerpos: Congreso y Senado Art. 35.- Queda separada la

Iglesia del Estado. Art. 36.-Queda prohibido a la Nación o al Estado federal, a los Estados regionales y a los Municipios subvencionar directa ni

indirectamente ningún culto... Proyecto de Constitución de 1873

3.2.1.- La Tercera Guerra Carlista.

La proclamación de la República avivó un conflicto que no se resolvería hasta 1876, cuando ya se había

producido la restauración borbónica en la persona del joven rey Alfonso XII. La guerra carlista, en torno al

pretendiente Carlos VII, se recrudeció en 1873. La rebelión, comenzó en Valencia y el Maestrazgo, se extendió

por Aragón, Cataluña, Navarra, el País Vasco, Cuenca y Albacete. Las victorias carlistas de Eraul y Montejurra

les permitieron poner de nuevo sitio a Bilbao y establecer un embrión de estado carlista en las provincias

vascongadas.

En el seno del carlismo se perfilaron rápidamente dos tendencias: la insurreccional o tradicional y la

de los neocatólicos, grupo dirigido por Cándido Nocedal, partidarios de utilizar los cauces legales que

proporcionaba el sistema para conquistar el poder, y entre ellos la vía electoral.

3.2.2.- El levantamiento cantonal.

Los republicanos federales intransigentes iniciaron la insurrección cantonal en Cartagena en el mes de

julio de 1873. Desde esta ciudad se extendió rápidamente por el Levante y Andalucía. Por todas partes surgieron

los cantones, que eran gobiernos territoriales o pequeños estados teóricamente independientes que se federaban

libremente unos con otros en un proceso que debería culminar en una federación mayor que abarcase a todo el

territorio nacional. El movimiento cantonal era en realidad la concreción del federalismo radical o, dicho de otra

manera, la realización práctica de la idea federal sobre la conformación del Estado: «de abajo hacia arriba».

La idea federal del cantonalismo y el programa social que conllevaba ganó la adhesión de muchos

internacionalistas, especialmente anarquistas, que compartían ideas parecidas en cuanto a la estructuración de la

sociedad en entidades autónomas. Sin embargo, conviene no confundir la naturaleza del movimiento cantonal,

que no es específicamente anarquista sino pequeño burgués, aunque el movimiento obrero tuviera especial

protagonismo en algunos episodios como el levantamiento de Alcoy (Alicante). Desde la localidad alicantina,

donde se hallaba la sede de la dirección de la AIT, el movimiento se extendió hacia Torrevieja, Almansa,

Cartagena, Cádiz, Sevilla, Málaga y Valencia, entre otros focos de menor importancia.

Finalmente, Pi i Margall tuvo que dimitir, siendo sustituido por Salmerón, que inició acciones militares

contra el movimiento cantonal y prohibió la AIT. La insurrección cantonal trajo consecuencias a corto plazo: de

inmediato se adoptaron posturas cada vez más conservadoras por parte de las autoridades republicanas; y a medio

plazo se produjo la ruina total de la idea federal y el fracaso del experimento democrático del Sexenio.

Caricatura de la República publicada en la Flaca en 1873. Pi i Margall se ve desbordado por el federalismo, representado en figuras infantiles ataviadas con los distintos trajes regionales,

mientras Castelar intenta poner orden instruyendo a los alumnos.

3.2.3.- El recrudecimiento de la guerra de Cuba.

En Cuba, la guerra, iniciada en 1868, continuaba y la República era incapaz de mejorar la situación, entre

otras causas, porque los funcionarios y autoridades españolas en la isla, eran proclives a la restauración borbónica,

por lo que actuaron al margen del poder central.

3.3.-El final de la Primera República.

La multitud de problemas surgidos a raíz de la proclamación de la República impidieron la aprobación de

la Constitución federal y provocaron la dimisión de Pi i Margall. En el mes de julio de 1873, las Cortes eligieron

como presidente del Gobierno a Nicolás Salmerón, aunque su mandato duró tan sólo tres meses. Nicolás Salmerón

dimitió, al parecer por motivos de conciencia, al negarse a firmar unas sentencias de muerte dictadas contra unos

sublevados cantonalistas.

El último presidente fue Emilio Castelar, orador eminente y profesor de Historia. Republicano de

tendencias conservadoras, el lema de su política fue orden, autoridad y gobierno, suscitado sin duda como reacción

a la situación creada durante la erupción cantonalista. Nos encontramos por tanto ante un intento de recomposición

de la estructura de un Estado unitario y de una práctica política de orientación autoritaria.

La política de Castelar concitó sobre él la oposición de la izquierda republicana, encabezada por Pi i

Margall y por Estanislao Figueras, quienes le retiraron su confianza. Ante la posibilidad de que se volviera a

formar un gobierno de tendencias izquierdistas y de que se retornara de nuevo al federalismo, el general Pavía,

capitán general de Madrid entró en el hemiciclo de las Cortes disolviendo la Asamblea el 3 de enero de 1874. El

poder pasó a una coalición de unionistas y progresistas con el general Serrano a la cabeza, que intentó estabilizar

un régimen republicano de corte conservador.

Sin embargo, el 29 de diciembre de 1874 se produjo en Sagunto un pronunciamiento militar, con

Martínez Campos a la cabeza, que proclamó a Alfonso XII rey de España. Pocos días antes, el futuro rey había

firmado el Manifiesto de Sandhurst, en el que se exponían las bases de la nueva monarquía: régimen monárquico

conservador y católico, orden social y garantías para un sistema político liberal.

Se abría así camino una nueva etapa de la historia de España: la Restauración.