Tema 3 Concepciones filosóficas del ser humano

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CONCEPCIONES FILOSÓFICAS DEL SER HUMANO 1. INTRODUCCIÓN En el tema anterior hemos estado analizando la naturaleza humana desde distintos puntos de vista. Revisamos la evolución biológica y psicosocial de nuestra especie, descubrimos la necesidad de relacionarnos socialmente con nuestros semejantes como medio para humanizarnos, establecimos la existencia de una “segunda naturaleza”, la cultura, en los comportamientos humanos y, finalmente, planteábamos algunos de los conflictos que esa dualidad provoca en la convivencia social. Efectivamente, la cultura o, mejor dicho, las culturas, son la causa de continuos conflictos entre los seres humanos. Pero habría que recordar a falta de instintos naturales, la cultura se impone como única vía para resolver los problemas y retos que históricamente se le ha presentado a la especie humana. Los problemas han sido de muy diversos tipos, el hambre, la escasez de recursos, las emigraciones, las guerras. A estos retos, la inventiva de los seres humanos ha generado múltiples respuestas a lo largo de la Historia. La religión, los saberes populares, la ciencia, tal como veíamos en el tema 1 han sido alguno de los ámbitos en los que con mayor o menor acierto han proporcionado soluciones a los enigmas e incógnitas que nuestra especie se ha ido formando. También la Filosofía. La Filosofía es un producto de la cultura humana que a lo largo de la Historia ha contribuido a proporcionar respuestas a las grandes preguntas que se ha planteado la humanidad. Preguntas sobre el origen y necesidad de la vida, el sentido de la existencia o la racionalidad o irracionalidad del mundo han acompañado siempre al ser humano a las que la Filosofía ha intentado responder generando concepciones integrales sobre nuestra existencia. En este tema vamos a revisar algunas de las concepciones que de la realidad y el ser humano han tenido mayor relevancia a lo largo de la historia. Un recorrido que nos tiene que 3

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Tema 3 de Filosofía Y Ciudadanía de 1º de Bachillerato del IES Sierra Sur de Osuna

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CONCEPCIONES FILOSÓFICAS DEL

SER HUMANO

1. INTRODUCCIÓN

En el tema anterior hemos estado analizando la naturaleza humana desde distintos

puntos de vista. Revisamos la evolución biológica y psicosocial de nuestra especie, descubrimos

la necesidad de relacionarnos socialmente con nuestros semejantes como medio para

humanizarnos, establecimos la existencia de una “segunda naturaleza”, la cultura, en los

comportamientos humanos y, finalmente, planteábamos algunos de los conflictos que esa

dualidad provoca en la convivencia social.

Efectivamente, la cultura o, mejor dicho, las culturas, son la causa de continuos

conflictos entre los seres humanos. Pero habría que recordar a falta de instintos naturales, la

cultura se impone como única vía para resolver los problemas y retos que históricamente se le

ha presentado a la especie humana.

Los problemas han sido de muy diversos tipos, el hambre, la escasez de recursos, las

emigraciones, las guerras. A estos retos, la inventiva de los seres humanos ha generado

múltiples respuestas a lo largo de la Historia. La religión, los saberes populares, la ciencia, tal

como veíamos en el tema 1 han sido alguno de los ámbitos en los que con mayor o menor acierto

han proporcionado soluciones a los enigmas e incógnitas que nuestra especie se ha ido

formando.

También la Filosofía.

La Filosofía es un producto de la cultura humana que a lo largo de la Historia ha

contribuido a proporcionar respuestas a las grandes preguntas que se ha planteado la

humanidad. Preguntas sobre el origen y necesidad de la vida, el sentido de la existencia o la

racionalidad o irracionalidad del mundo han acompañado siempre al ser humano a las que la

Filosofía ha intentado responder generando concepciones integrales sobre nuestra existencia.

En este tema vamos a revisar algunas de las concepciones que de la realidad y el ser

humano han tenido mayor relevancia a lo largo de la historia. Un recorrido que nos tiene que

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interesar, entre otros motivos, por dos razones fundamentales. En primer lugar porque estas

concepciones se han incorporado a nuestra manera de entender la realidad hasta tal punto que

conocer su origen e intención puede servirnos para conocernos a nosotros mismos; en segundo

lugar porque estas visiones del mundo aún son valiosas para resolver los desafíos e incógnitas

del mundo actual.

2. EL IDEALISMO

2.1. Origen e importancia de la concepción idealista

Una de las formas que más ha influido e influye en el comportamiento de los seres

humanos es la concepción idealista de la realidad y del ser humano.

Popularmente denominamos idealistas a aquellas personas que toman decisiones y se

comportan de acuerdo a unos ideales. Este sería el idealista ético o político que considera que

la realidad puede y tiene que mejorarse de acuerdo a unas ideas que cambiarían el mundo,

arreglarían los problemas y solucionarían los conflictos.

Al idealismo se opondría el pragmatismo, que considera que las necesidades y

obligaciones del “mundo real” siempre acaban

imponiéndose y que tratar de transformar el mundo es

propio de los jóvenes sin experiencia y de personas

ingenuas. Cualquier intento de mejorar o transformar

la realidad está condenado al fracaso porque los

ideales son solo un invento, una ficción de la

imaginación.

Ahora bien, ¿tienen razón los pragmáticos? ¿Es

infantil, ingenuo, o inútil tratar de mejorar el mundo

que nos rodea porque, como afirman los cínicos “cada

vez que alguien intenta cambiar el mundo, el mundo

acaba cambiándole a él”?

Para da respuesta a esta pregunta tendremos que analizar la concepción idealista de la

realidad y del ser humano.

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2.2. Concepción idealista de la realidad

El idealismo es una concepción filosófica que parte de la constatación de que la realidad

es compleja. Pensar que la realidad es simple y evidente

como piensan los pragmáticos sería engañarnos a

nosotros mismos: solo si nos quedamos en la superficie

o en las apariencia de la cosas podemos creer que

sabemos como son. A simple vista solo se capta lo

exterior, lo aparente mientras que la verdadera

realidad no se puede captar a simple vista sino que es

necesario aplicar la inteligencia. Cuando un pragmático

nos dice que hay que adaptarse a la realidad se le

podría preguntar ¿qué es la realidad?

Mediante la inteligencia generamos ideas que nos permiten distinguir entre lo que es

aparente de lo que es superficial. Las ideas tienen esa capacidad porque nos obligan a ser

racionales, es decir, a ser coherentes y consecuentes con lo que pensamos. Por ejemplo, cuando

tenemos una idea de lo que es la amistad podemos distinguir cuando las personas que nos

rodean se comportan como verdaderos amigos o sólo son simples conocidos ya que el verdadero

amigo se comportará de acuerdo a la idea que tenemos de amistad.

En términos filosóficos las ideas nos permiten acceder a la esencia de las cosas, es

decir, a aquello que es fundamental de las cosas. Por tanto, gracias a la idea descubriremos que

resulta superficial o accidental en esa cosa ya que todo lo que no resulta esencial es algo de lo

que podemos prescindir. En ejemplo anterior, la idea que tenemos de amistad nos permite

saber quiénes son nuestros amigos y quienes son simples conocidos porque de estos últimos

podemos prescindir sin que se alteren fundamentalmente nuestras relaciones. Por su parte, lo

esencial, es aquello que si no existe esa realidad sería radicalmente diferente. En términos

filosóficos la esencia es su definición fundamental. Por ejemplo, el oro es un metal maleable

con una masa atómica de 196,9665 (uma), es su definición esencial, el que se presente con el

color amarillo, en forma de pepita, como pulsera, moneda o sea considerado el símbolo de la

riqueza es algo accidental o superficial.

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Para el idealismo, por tanto, la esencia no es algo superficial, no se capta a simple vista

sino que es necesario indagar, analizar y estudiar la realidad para poder captar la naturaleza

profunda de la realidad. ¿Por qué esto es así?

Algunos idealistas piensan que la información que nos proporcionan los sentidos es

insuficiente y que la inteligencia nos puede proporcionar una visión más acertada de cómo es y

cómo funciona la realidad. Es lo que se conoce como idealismo subjetivo: la verdad es posible si

el sujeto hace el esfuerzo de descubrirla.

Esta forma de idealismo se encuentra con un problema fundamental: ¿Cómo podemos

estar seguros de que hemos alcanzado la verdad? Un problema teórico que tendría su

correspondencia en la práctica cuando nos planteáramos si los idealistas realmente quieren

mejorar la realidad o solo imponer su manera de ver las cosas a los demás.

De ahí que la forma más común de idealismo sea el que se conoce como idealismo

objetivo o idealismo absoluto: captamos la realidad con la inteligencia porque la realidad es

esencialmente inteligente, es decir, espiritual. La auténtica esencia de la realidad es el

ideal.

Esta manera de concebir la realidad se ha mantenido con mayor o menor éxito a lo largo

de la historia de la humanidad (el

romanticismo, las épocas revolucionarias,

en el impulso colonizador de América, etc.)

pero si queremos entenderlo

correctamente tenemos que ir su génesis, a

su formulación filosófica original; el

idealismo de Platón.

2.3. La realidad de las Ideas: Platón

Para Platón las Ideas son la auténtica realidad. Cuando están en nuestra inteligencia

las llamamos ideas pero en la realidad son las formas. Una idea es una forma, la estructura, la

organización de algo. Por ejemplo, la idea de la mesa es la forma como han de ensamblarse los

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distintos elementos (patas, tornillos, tapa, etc.) para que la mesa sea realmente una mesa y no

cualquier otra cosa.

Para Platón la Idea o la Forma es la esencia de

la realidad. Todo lo demás, todo lo que no sea ideal o

formal es secundario o directamente inexistente. Así

lo importante de la mesa es que exista un proyecto un

diseño que nos permita hacerla, todo lo demás, si es

de plástico o madera, si es más o menos pesada o de

un color u otro deja de tener importancia. Por tanto la

realidad auténtica, la realidad real es la realidad que

nos muestra la inteligencia (realidad inteligible)

mientras que la realidad que nos muestran los

sentidos, (la realidad sensible) es solo aparentemente

real.

Esta concepción platónica de que existe la realidad real, que es la que se capta por la

inteligencia es decir, es espiritual y la realidad sensible, que es solo aparente y superficial es

común a todos los idealismos. De hecho el idealismo, tanto el platónico como sus derivados, ha

defendiendo el dualismo, es decir, la teoría según la cual la realidad verdadera la espiritual

es radicalmente diferente de la material.

Esto se explica porque la auténtica realidad es esencialmente espiritual. Esto significa

que no está sometida a las circunstancias corrientes: el tiempo, el espacio, la materia. Por

ejemplo, desde el punto de vista de los idealistas, la humanidad es igual en todos los tiempos

lugares y sociedades por eso los derechos humanos tienen que ser universales

independientemente de las sociedades en la que se estén aplicando.

La ideas, como las de humanidad, derecho, justicia o belleza no son materiales sino que

trascienden la materia. Son trascendentes. Al trascender las ideas están por encima de

tiempo y espacio por eso son universales y eternas.

En consecuencia, para el idealismo platónico existe una realidad aparente y una realidad

real. Esta realidad real está formada por las esencias ideales de las cosas que han existido y

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existirán para siempre en todo lugar puesto que se hallan por encima, trascendiendo por encima

de todo lo material.

2.4. Concepción platónica del ser humano.

Si la verdadera realidad es trascendente y los seres

humanos podemos ser capaces de captar la realidad la

consecuencia será que los seres humanos podemos

trascender, es decir, elevarnos por encima de las

circunstancias concretas para captar la auténtica realidad.

El ser humano como la realidad también está

dividido en una existencia dual. Para el idealismo somos un

compuesto de materia y espíritu, de cuerpo y alma que

conviven en continuo conflicto.

El cuerpo pertenece al mundo de lo sensible, está hecho de materia por lo que su

condición es el cambio: nace, se transforma, perece. La auténtica realidad de una persona, su

esencia, es el alma. El alma es inmaterial y, por tanto, no está sometida a la cambio: es eterna

y siempre igual aunque todo le que le rodea esté cambiando.

El alma inmaterial se haya prisionera del cuerpo que tiene sus propias necesidades y

deseos. Por eso el ser humano se encuentra dividido, escindido entre las necesidades del

cuerpo y los proyectos y aspiraciones del alma. En ocasiones el alma se deja llevar por los

impulsos del cuerpo, en otros momentos somos capaces de sobreponernos a las necesidades

corporales y se deja guiar por la inteligencia del alma.

Cuando el ser humano sigue su inteligencia y supera el mentiroso mundo superficial

entonces nos ponemos en contacto con nuestra auténtica personalidad. Sin embargo superar las

exigencias del cuerpo no es fácil y requiere disciplina, esfuerzo y, sobre todo, educación.

La educación es un proceso de autosuperación en el que mejoramos nuestra inteligencia

para ser capaces de descubrir la verdadera esencia de la realidad. Pero como estamos divididos

o influidos por las pasiones del cuerpo la educación requiere de la ayuda de los demás. La

sociedad entera ha de colaborar para que las personas puedan alcanzar todas sus

potencialidades. Las leyes, el Estado ha de organizarse con un objetivo prioritariamente

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educativo. Por eso han de ser los sabios, los filósofos quienes han de dirigir los asuntos del

estado para que las personas puedan alcanzar la felicidad.

3. EL PENSAMIENTO RELIGIOSO

3.1. La concepción religiosa de la realidad

La concepción religiosa del mundo ha ejercido y aún ejerce una enorme influencia en la

sociedad actual. De hecho existen una enorme cantidad de religiones en el mundo aunque son

tres de ellas las que mantienen una enorme ascendiente sobre el pensamiento occidental. Estas

religiones son el cristianismo, el islamismo y el judaísmo.

Las tres concepciones religiosas

mencionadas tienen una forma de entender la

realidad y al ser humano de una forma similar. De

hecho el elemento en común es una concepción

idealista similar a la que elabora Platón.

Coinciden con el idealismo platónico al establecer

que la autentica realidad es la realidad espiritual

mientras que la realidad material no solo es

superficial sino también perjudicial para el alma

humana.

La diferencia con el platonismo es que estas religiones entienden que la realidad real, es

decir, la esencia espiritual de la realidad no solo es trascendente como proponía Platón sino

sobrenatural. Esto es debido a que entienden que el origen y el sustento del mundo se halla en

la acción de un ser supremo (Dios, Iahvé, Allah) que ha creado al mundo en un determinado

momento de la Historia. Esta idea de ser creador tiene unas consecuencias que modifican la

concepción idealista original

En primer lugar al entender que la realidad no existe desde siempre sino que ha sido

creada proporciona al pensamiento religioso una ventaja sobre el idealismo Platónico. Para el

idealismo la realidad es de una manera determinada sin más explicación. En cambio para el

pensamiento religioso, Dios ha creado el Universo con un sentido, con un propósito aunque

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tal propósito se nos escape a nuestra limitada inteligencia. Aunque los seres humanos no

podamos soportar el mal, el dolor o la muerte sabemos que estas desgracias forman parte de un

plan divino que hace que la vida tenga esperanza. La esperanza de que Dios, finalmente, nos

revele el sentido de la creación.

En segundo lugar, si el

mundo ha sido creado por Dios,

todo lo que existe depende

absolutamente de su voluntad. La

realidad no solo ha sido creada sino

que depende para seguir existiendo

de la voluntad (la gracia) divina.

Todo lo que ocurre, ha ocurrido y

ocurrirá es debido a la intervención

directa de Dios en el mundo. En consecuencia, todas las criaturas dependemos de Dios para

seguir existiendo. Nuestra dependencia de Dios es tan grande que se entiende que todo lo que

existe incluido nuestra propia vida está en manos de Dios y sólo él es imprescindible.

Finalmente, si el origen de todo es sobrenatural, la explicación de la realidad

sobrepasa nuestras capacidades. Solamente mediante la fe podemos llegar a acercarnos a la

auténtica verdad del mundo. La fe ha de estar siempre por encima de cualquier intento de

racionalización

Las religiones que desarrollan esta concepción de la realidad (hay un propósito divino;

dependemos de la voluntad de Dios; la voluntad no se racionaliza porque depende de la fe)

surgieron en momentos de la Historia de grandes incertidumbres y peligros. Pretendían

ofrecer una seguridad sobre la existencia humana antes que una explicación racional sobre

cómo funciona el universo. Por eso, antes que la concepción de la realidad (que puede ser más o

menos discutible) es más importante en las religiones la concepción que ofrecen sobre el

origen, la naturaleza y el sentido de la existencia humana.

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3.2. La concepción religiosa del ser humano.

Para empezar Dios ha creado a todos los seres humanos. En consecuencia, todos los

seres humanos tenemos que comportarnos como hijos de un mismo padre, es decir, como

hermanos. Esto supone, por un lado, que todos los seres humanos, a los ojos de Dios, somos,

esencialmente, iguales. Por otra parte, los creyentes de esa religión crean una hermandad o

fraternidad que convierte a sus miembros en una familia o comunidad (“Ekklesía” en griego,

“Umma” en árabe)

También, lo mismo que ocurría con el idealismo platónico, los pensadores religiosos

entienden que el ser humano tiene una naturaleza dual. Por un lado han sido creados con un

cuerpo pero Dios ha dotado a ese cuerpo con un alma que se encuentra oculta, escondida en

el interior del cuerpo. Con el pensamiento religioso se produce una búsqueda de la verdad

interior. Al mirar en nuestro interior nos encontraremos con verdades y principios morales

que resultan tan evidentes y universales, tan perfectos que solo podemos pensar que ha sido el

propio Dios quien los ha colocado ahí.

Por ejemplo, hay muchas ocasiones en las que tenemos que tomar una decisión que no

tenemos muy clara. Si queremos resolverla tendremos que echar mano a aquellos principios que

dirigen nuestra conducta o, en otras palabras, a descubrir qué estaríamos dispuestos a hacer o

no hacer aunque la ganancia material fuera inmensa.

Así descubriríamos que el matar, robar o mentir son

acciones que no estaríamos dispuestos a cometer.

Por eso, al tratar de conocernos a nosotros mismos

descubriríamos nuestros límites y los principios

morales universales.

Ahora bien, aunque Dios ha puesto en

nuestro interior las verdades y los principios

morales no todo el mundo está dispuesto a

reconocerlos y, mucho menos, a seguirlos. Aunque

somos capaces de conocer y actuar de acuerdo al

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Bien, Dios ha creado al ser humano con la capacidad de elegir libremente. Es decir, puede

elegir el mal y, por tanto, puede pecar.

El pecado es la elección consciente y libre del mal por parte del ser humano, nos

descubre como unas criaturas que han caído en desgracia. Mientras que el resto de la

creación vive en armonía con la naturaleza, los seres humanos nos estamos en un continuo

conflicto con nuestros semejantes y con lo que nos rodea. Esto es debido a que tenemos que

entendernos como seres caídos, como criaturas que se han alejado de Dios y que solo mediante

la intervención divina, podemos alcanzar el perdón y la salvación.

Precisamente la intervención de Dios para salvar al ser humano introduce en la

concepción del ser humano un elemento radicalmente nuevo: la intervención de salvadora de

Dios, nuestra especie no sea una más dentro de los seres naturales. No formamos parte de la

naturaleza porque la intervención de Dios nos da un origen y un destino sobrenatural. Destino

que queda confirmado por la intervención de un ser salvador enviado por Dios (el Mesías judío,

el Jesús del cristianismo, el profeta Mahoma.

4. MECANICISMO

Durante los siglos XVI y XVII tiene lugar en Europa una auténtica revolución científica.

Esta revolución trae consigo la aparición de una concepción mecanicista de la naturaleza y del

ser humano.

4.1. Concepción mecanicista de la realidad

El pensamiento religioso imperante en la Europa medieval había establecido muy

claramente que los seres humanos tienen un origen y un destino sobrenatural. Por tanto tratar

de comprender el alma humana o los designios divinos quedaban fuera del alcance de la razón y

eran objeto de la fe o de la teología. Sin embargo la razón humana puede tratar de entender

una realidad que sí está a su alcance, la realidad natural, la naturaleza.

Ahora bien, si intentamos comprender la naturaleza nos encontramos con el problema

señalado por el idealismo: al tratar de conocer la realidad solo por los sentidos solo podemos

tener acceso a un conocimiento parcial o superficial de la realidad.

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Los científicos del Renacimiento aceptaban este inconveniente pero también pensaban

que aunque fuera superficial o incompleto siempre será mejor tener algún conocimiento de la

naturaleza que no tener ninguno. Esto es lo que se

conoce como naturalismo, es decir, la idea de que la

realidad natural o material tiene aunque no sea tan

importante como la realidad espiritual merece la

pena ser tomada en cuenta e investigada.

Ahora bien, la investigación de la naturaleza

no puede hacerse de cualquier forma. La única

garantía de que nuestro conocimiento puede ser

valioso es si intentamos que sea lo más exacto y

preciso posible. La nueva ciencia que empieza a desarrollarse en Europa tendrá como

característica principal el que para garantizar la validez de los resultados todos debían

someterse a demostraciones matemáticas. En palabras de Galileo “la naturaleza es un gran

libro escrito en lenguaje matemático” corresponde a los científicos traducir ese libro para

desvelar sus secretos.

Ahora bien, para aplicar las matemáticas a la naturaleza tenemos que cambiar

completamente nuestra concepción del mundo natural. Esta nueva concepción es como

mecanicismo y tendría las siguientes características principales.

Reduccionismo. Para empezar la naturaleza es una realidad compleja en el que existen

animales, piedras, seres humanos, vientos o enfermedades. Si queremos investigarla mediante

la aplicación de métodos matemáticos no nos queda más remedio que simplificar esa

complejidad y eliminar de nuestras investigaciones todo aquello que no se pueda convertir

en matemático. No es que los sentimientos, los colores o las demás cualidades del mundo no

existan es, simplemente, que solo pueden convertirse en objeto de estudio científico si se

pueden medir o se pueden cuantificar de alguna manera. Por tanto, la nueva ciencia exige la

reducción de lo natural a lo cuantitativo.

Determinismo. Si la naturaleza es reducida a número, todo lo que sucede puede

averiguarse con un cálculo matemático. Por ejemplo, podríamos saber cuando se produce un

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eclipse de sol a partir del cálculo del recorrido de la tierra. En consecuencia, nada se produce

por casualidad sino que todo está determinado o establecido de acuerdo con los resultados

matemáticos. Si algo no ocurre según lo previsto será debido a un fallo en los datos o en la

capacidad del científico.

Mecanicismo. La idea que da nombre a esta concepción es la consecuencia de la

aplicación de estas dos características anteriores. Si el mundo se puede explicar en términos

puramente cuantitativos con total certeza o determinación esto significa que podemos imaginar

que la naturaleza es una enorme máquina en la que todo funciona a base de cuerpos que

empujan, golpean o tiran de otros cuerpos.

De acuerdo con esta visión mecanicista se impone una imagen del mundo en el que cada

cuerpo es como una pieza de una gran maquinaria que se mueve como consecuencia el

movimiento de otros cuerpos, movimiento que no tiene ningún tipo de propósito intención o

sentido (o, al menos, si existe lo desconocemos).

4.2. Concepción mecanicista del ser humano

Los científicos de la época se dedicaban

fundamentalmente a resolver problemas concretos sin

plantearse los importantes cambios que sobre la

concepción de la naturaleza produciría estos nuevos

descubrimientos. No sería hasta que René Descartes

(“Cartesio” en latín, la lengua culta de la época) elabora

su famoso “Discurso del Método” que la aplicación del

cálculo matemático a la naturaleza se mostraría en sus

auténticas consecuencias.

Según Descartes la única certeza que se puede

tener con total seguridad es la de mi propio

pensamiento (“pienso, luego existo”). Todo lo demás, es decir, el mundo e incluso Dios sólo

puede ser verdadero si se puede demostrar de manera racional, lógica o matemática su

existencia.

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Con los seres humanos pasaría exactamente igual. El cuerpo humano sería una realidad

matemática como cualquier otro mecanismo del mundo. Una máquina compleja en la que

huesos, nervios, músculos etc. Funcionan como palancas, cuerdas engranajes, etc. Dentro del

cuerpo residiría el alma cuya existencia consiste en pensar y tomar decisiones (entendimiento

y voluntad) capacidades ambas que no pueden explicarse en términos mecánicos.

En realidad cuerpo y alma son dos realidades completamente diferentes. El cuerpo es

un mecanismo que está sometido a leyes perfectamente determinadas. El alma es espiritual y

tiene la capacidad de pensar espontáneamente y de tomar decisiones libres. Esta radical

diferencia plantea dos problemas fundamentales que surgirán en el pensamiento moderno de

manera constante

En primer lugar el de la comunicación de cuerpo y alma.

Si el cuerpo y el alma son dos realidades completamente

diferentes ¿cómo puede ser que el alma puede dirigir al

cuerpo? ¿No sería mejor pensar que tal esencia espiritual no

existe, que es solo una hipótesis que no se puede comprobar?

La polémica sobre la existencia o no de una realidad

espiritual sería permanente siempre que se producía un avance

biológico o médico (por ejemplo, si la evolución se producía por

un mecanismo de selección natural ¿en qué momento de la

evolución de los primates se generaría el alma humana sobrenatural?)

El segundo problema tiene que ver con el pensamiento. Si cada ser humano es un espíritu

encerrado dentro del mecanismo del cuerpo. Podemos saber de la existencia de otros cuerpos

similares al nuestro y, por tanto, imaginar que nuestros semejantes son como nosotros pero ¿lo

son realmente? ¿Cuáles pueden ser los sentimientos, las emociones la personalidad de las almas

encerradas dentro de los cuerpos? No podemos saberlo: estamos condenados a existir de

manera independiente unos de otros sin saber lo que hay en las profundidades de las almas

humanas. El misterio, la indeterminación, la incomunicación sería la característica de los seres

humanos y también el punto de partida del movimiento romántico.

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5. LA CONCEPCIÓN MATERIALISTA

5.1. Concepción materialista de la realidad

El materialismo es la concepción filosófica que entiende que la esencia de la

realidad es la materia. Por materia se entiende el material, es decir, aquello que compone a

una cosa, Por tanto el materialismo afirma que la esencia de todo lo que existe se establece a

partir de la materia o componentes de los objetos. La forma, la organización o el diseño de los

objetos resulta ser algo secundario.

Ahora bien, la materia sin

organización es un caos sin sentido

(serian como las piezas de un puzle

desmontado) y si observamos la

realidad vemos que esto no ocurre: la

naturaleza muestra la realidad

muestra que sigue un orden unas

leyes que la ciencia se encarga de

descubrir. Sin embargo para el

materialismo, el que exista orden en

el mundo no implica que exista una

inteligencia ordenadora de la materia: el orden de la materia no existe antes que la propia

materia sino que el orden, la regulación es un resultado de la acción de la materia por

autorregularse.

A diferencia del idealismo y el pensamiento religioso, el materialismo no cree necesario

la existencia de un orden eterno o ideal. Tampoco una inteligencia creadora que ordenase la

materia de acuerdo a un propósito. Para el materialismo, la realidad es materia y la

organización una consecuencia de la acción de la materia.

La materia, por definición, está en continuo cambio, en evolución. Estos cambios

generan distintas posibilidades que se concretarían en aquellas que proporcionaran mayor

estabilidad y la estabilidad genera orden. Por ejemplo, desde la concepción materialista, la

aparición de la vida es una probabilidad de la evolución de la materia y la aparición de vida

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inteligente no estaba a en absoluto prevista sino que era una posibilidad entre otras muchas.

Por tanto el que apareciese vida en la tierra no es el obedece al plan de una inteligencia y

mucho menos que adoptara la forma de ser humano. Ahora bien, aunque la vida y el ser humano

no estuviera previsto en un plan divino sino que era el resultado de la evolución de la materia,

una vez que han aparecido, se han mostrado como formas de organizar la materia

especialmente estables y duraderas.

Aunque a lo largo de la historia hubo numerosos intentos de desarrollar una filosofía

materialista, no será hasta el siglo XIX en que esta concepción pueda construirse de manera

completa. Previamente el idealismo y espiritualismo imperante en la sociedad censuraban e

incluso perseguían cualquier intento de explorar la concepción materialista por lo que los

intentos de desarrollar una filosofía materialista sólo quedaban en proyectos bastante

confusos. Con el desarrollo de las investigaciones científicas, el materialismo pudo tener el

suficiente apoyo intelectual y social para que se desarrollaran de manera integral. Una de estas

concepciones alcanzaría gran importancia tanto por lo elaborado de su construcción como por la

influencia social y política que tuvo posteriormente: es el Materialismo Histórico de Carlos

Marx.

5.2. Concepción marxista del ser humano.

La filosofía marxista pretende ser, ante todo como un

humanismo. El principal interés de Marx es averiguar cuál es la

explicación de la injusticia y la pobreza en las sociedades

humanas y hacerlo sin recurrir a causas sobrenaturales o

conceptos como los de pecado y castigo divino.

Desde el punto de vista de Marx, si la realidad es, ante

todo, material, el ser humano se ha de entender en términos

materiales. Esto significa que los seres humanos somos

realidades corporales, materiales, no una conciencia, un alma

inmortal o una máquina. Ser una realidad corporal significa que los seres humanos han de

entenderse a partir de lo que hacen y no desde una posible personalidad o realidad

interior que establece lo que hacemos y cómo lo hacemos. En otras palabras las personas nos

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realizamos a partir de las relaciones que establecemos con el medio y las personas que nos

rodean. La conciencia, la personalidad por tanto, no es una esencia previa y permanente sino un

resultado de la acción humana de tres formas distintas: el trabajo, la sociedad y la historia

Trabajo. Las actividades que realizamos en relación con el medio le denominamos

trabajo. A través del trabajo se modifica el medio adaptándolo a las necesidades corporales.

En este proceso de modificación del medio mediante el trabajo el ser humano se modifica a sí

mismo, es decir, se construye como persona. Esta concepción del trabajo como forma de

realización rompe con la visión tradicional que lo consideraba una actividad inferior, una

esclavitud (mundo grecorromano) o un castigo impuesto por Dios como resultado de nuestros

pecados (tradición judeocristiana).

Sociedad. El ser humano no se relaciona solo con la naturaleza sino se encuentra con

otros seres humanos. Estos otros seres humanos se pueden convertir en competidores (puesto

que buscan los mismos recursos que nosotros) o en colaboradores (nos ayudamos mutuamente

en el trabajo). Tanto en uno como otro caso se está formando la sociedad de la cual nosotros

somos tanto el resultado como los productores.

Historia. El trabajo y la sociedad no se producen de manera abstracta y en condiciones

ideales. Ambas realidades son también materiales y concretas. Esto quiere decir que no existe

un modelo de actividad o de sociedad ideal sino que tanto una como la otra cambian con el

tiempo. Ni el ser humano ni las sociedades permanecen estables a lo largo del tiempo sino que

se transforman de acuerdo a fuerzas y leyes sociales similares a las que se pueden observar en

la naturaleza.

5.3. Los cambios históricos

A partir de estos conceptos, Marx plantea un cambio radical en la forma como se estaba

entendiendo los cambios históricos de la Humanidad.

Habitualmente las transformaciones históricas se explican por la intervención de

políticos, reformadores religiosos, artistas o pensadores. Sin embargo, Marx piensa que la

política, la religión, la cultura o los estados solo serían la parte superficial de una sociedad, la

superestructura. El origen de los cambios habría que encontrarlos en la infraestructura

económica y social.

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Filosofía y Ciudadanía Tema 3: Concepciones filosóficas del ser humano

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Por infraestructura entiende Marx la base material de una sociedad. Esta base

material está formada por las fuerzas de producción

y las relaciones económicas que se producen en una

sociedad. Fuerzas de producción es todo aquello

que permite generar productos que permiten la

subsistencia material de las personas: las materias

primas, las herramientas, el trabajo… Estas fuerzas

de producción generan, a su vez, relaciones de

producción (compra/ venta de productos, relaciones

laborales, clases sociales…) en la que los individuos

entran en contacto social (competencia o

colaboración). En estas relaciones de producción

existen determinados individuos que parten con

ventaja ya que han sido capaces de dominar alguno de las fuerzas productivas (las materias,

primas, las herramientas, etc.) Se constituyen así en clases dominantes y para mantener su

situación de privilegio generan una superestructura que favorezca a sus intereses: dirigen la

política, las leyes e incluso el pensamiento mediante el control de la cultura que la sociedad va

generando.

Los cambios históricos se producen por un cambio en las fuerzas productivas

(agotamiento de materias primas, descubrimiento de nuevas tecnologías, nuevas fuentes de

energía) que modifican las relaciones de producción. Al cambiar las fuerzas productivas, las

relaciones económicas tienen que cambiar. Quienes hasta entonces controlaban la economía, las

clases dominantes, luchan por mantener su situación de privilegio aunque inevitablemente

caerán para ser sustituidas por otras. Por ejemplo, durante el Renacimiento los nuevos

sistemas de navegación y orientación hacen el comercio más seguro por lo que el poder

económico depende cada vez menos de la posesión de la tierra y más del control del comercio.

La consecuencia será la pérdida del poder por parte de los señores feudales y su sustitución

por los burgueses.

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Filosofía y Ciudadanía Tema 3: Concepciones filosóficas del ser humano

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El cambio de la clase dominante trae como consecuencia un cambio en la superestructura

política y cultural. Así el triunfo de la burguesía sobre la nobleza lleva aparejado la eliminación

de los privilegios de los nobles, la aparición del arte Renacentista, el cristianismo protestante

etc.

5.4. La injusticia social: la alienación del ser humano.

La existencia de clases dominantes se produce porque determinadas personas tienen

ventaja en las relaciones de producción. Ahora bien, si

todos somos materialmente semejantes ¿por qué existen

dominantes y dominados?

Marx explica que la mayoría de las personas vivimos

en un régimen social injusto en el que estamos siendo

esclavizados económicamente por otras personas

impidiéndonos desarrollarnos libremente como personas. A

esta situación la denomina Marx alienación. Por alienación

debemos entender un estado en el que los seres humanos

no podemos tomar nuestras propias decisiones porque no

podemos decidir sobre nuestra propia vida. La alienación consiste, por tanto, en la

“enajenación” (del latín “alienum” ajeno) o robo de la propia existencia.

En la sociedad moderna, la sociedad capitalista el trabajador es víctima de dos tipos de

alienación: la económica y la social que genera la alienación ideológica.

Alienación económica: se produce porque las personas tenemos que vender nuestra

fuerza de trabajo a aquellos que controlan los medios de producción. Puesto que el trabajador

no es dueño de los materiales ni las herramientas con las que producir, no le queda más remedio

que ponerse al servicio de aquellos que se han apropiado de los medios de producción. De

esta manera nuestro tiempo, nuestro esfuerzo e inteligencia, nuestra propia vida incluso, no

nos pertenece porque los hemos vendido. El trabajador vive una existencia alienada

Alienación social. Quienes dominan los medios de producción no solo están en una

situación privilegiada sino que pretenden seguir estándolo. Para ello organizan la sociedad de

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Filosofía y Ciudadanía Tema 3: Concepciones filosóficas del ser humano

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según reglas que les favorecen, es decir, las leyes, el sistema jurídico que las elabora y el

sistema político que las hace cumplir benefician a los que poseen propiedad de los medios. Las

leyes y la política son solo herramientas en manos de los poderosos.

Esta alienación social llega hasta tal punto que el trabajador no solamente vive en un

sistema social le es extraño y desfavorable sino que la sumisión es tal que incluso cree que

esto debe ser así, que este es el orden natural

de las cosas. Es la forma más sutil de alienación, la

alienación ideológica por la que el pensamiento y el

arte convencen a los trabajadores no solo que las

cosas tienen que ser así sino que intentar

rebelarse contra la injusticia sería ir en contra del

orden natural de las cosas. La forma máxima de

alienación ideológica sería la religión que fomenta el conformismo de las clases dominadas bajo

la promesa de una vida futura que solo está al alcance de aquellos que sean buenos y se

aguanten con la vida que les ha tocado soportar.

La alienación es causa y consecuencia de la existencia de la propiedad privada de los

medios de producción. Ahora bien, según Marx la alienación capitalista lleva dentro de sí las

semillas de su propia destrucción y, por tanto, la eliminación de la injusticia.

Efectivamente, la lógica capitalista obliga a la búsqueda del beneficio y la búsqueda de

beneficio implica la eliminación de la competencia. Cada vez menos manos serán dueñas de una

mayor cantidad de producción. La concentración será tan grande que llegará un momento en

que los dueños del capital llegarán a ser prescindibles. La revolución ocurrirá cuando los

trabajadores tomen el control de los medios de producción y en consecuencia, desaparezca la

alienación y las injusticias.

La superación de la alienación le permitirá al trabajador recuperar su humanidad

puesto que ya no serán definidos como miembros de una clase social (clase dominante o clase

dominada) sino solo por el trabajo libre y consciente que realicen durante su vida.

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Filosofía y Ciudadanía Tema 3: Concepciones filosóficas del ser humano

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6. CONCEPCIÓN EMERGENTISTA

Uno de los elementos comunes de la reflexión

sobre el ser humano es el de la explicación de la

existencia de la mente, inteligencia o espíritu humano.

Como hemos visto, la mayoría de las filosofías hacen un

planteamiento dualista. Son aquellas quieren presentar

el espíritu humano como una realidad distinta a la del

resto de la naturaleza, incluso, con un origen

sobrenatural. El materialismo, por su parte pretende que

la personalidad humana es un elemento más dentro de una

naturaleza estrictamente material.

El dualismo tiene a su favor el que ha sido la concepción dominante del pensamiento

sobre el ser humano durante siglos ello es debido a que permite establecer la diferencia

evidente que existe entre los seres humanos y el resto de los seres naturales. Pero los

descubrimientos e investigaciones llevados a cabo durante los siglos XIX y XX tales como la

teoría de la evolución, los avances en psiquiatría y neurología, los avances en inteligencia

artificial, etc. parecen volver insostenible la tesis de una mente independiente del cerebro y,

en general toda forma de dualismo. Esto ha sido empleado por el materialismo para establecer

que los seres humanos somos realidad exclusivamente materiales.

En esta polémica se empieza a plantear una nueva vía de explicación del fenómeno

humano. El emergentismo parte del materialismo porque sostiene que es el sistema nervioso

central el origen de las capacidades humanas. Por decirlo en una fórmula conocida según esta

concepción “el alma está en el cerebro”.

Sin embargo, el cerebro humano no es una máquina sino un sistema complejo que no

se puede reducir a la actividad bioeléctrica de un conjunto de neuronas. De la misma forma

que al hidrógeno y el oxígeno son la condición de que exista el agua pero no son, por sí solos, el

agua, el emergentismo considera que la actividad neuronal es condición imprescindible de la

aparición de la mente humana pero no es la mente humana.

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Filosofía y Ciudadanía Tema 3: Concepciones filosóficas del ser humano

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Si la complejidad de la mente humana no se puede reducir a

sus reacciones físico-químicas, habrá que entenderla entonces

como un sistema en el que la totalidad no equivale a la suma de

sus partes). La suma de los elementos que componen al ser

humano conforma una estructura compleja cuyo comportamiento

no se puede explicar por la acción de un solo órgano aislado.

La aparición de capacidades nuevas que no estaban

previstas en la unión de las partes. Así, los contactos sinápticos

son la base del funcionamiento cerebral, pero este funcionamiento

y los procesos mentales que produce no se pueden reducir a tales

contactos. El cerebro humano no es una simple máquina o computadora, es mucho más complejo.

De esta manera el emergentismo se sitúa más allá del simple materialismo aunque sin

caer en la idea dualista que afirma que somos un espíritu que controla el cuerpo. Por el

contrario, el emergentismo ha de entenderse como un monismo (de “mono”, uno o único) El

monismo emergentista es monista por reducirlo todo a la materia pero viene a sostener que

la compleja evolución de la materia ha hecho posible la emergencia de estratos de realidad

como la mente humana que no podemos explicar, ni reducir a los niveles o estratos

inferiores.

En el proceso evolutivo de la materia se han producido distintos noveles de emergencias

naturales. El nivel fisicoquímico primario es superado por la emergencia de lo biológico, con

sus propias características, y éste por la emergencia de lo psíquico, con sus nuevas

características. En cada nivel superior emergen o surgen nuevas características.

Lo psíquico supone la emergencia final de los estratos o niveles anteriores. En ningún caso se

trata de una realidad sobrenatural sino de la emergencia de un mayor nivel de complejidad.

Los pasos de esta evolución serían: la materia inerte de carácter fisicoquímico, lo biológico

(seres vivos), el sistema nervioso y su coronación cerebral que da paso a lo mental.