Tema 14 los celtas en la p.i. en la ii edad del hierro

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TEMA 14: LOS CELTAS EN LA P.I. EN LA II EDAD DEL HIERRO (PÁG. 515) RESUMEN REALIZADO POR SILVIA PÉREZ VÁZQUEZ CURSO 2012/2013 Página 1 1.- INTRODUCCIÓN A lo largo de la segunda Edad del Hierro y hasta la conquista romana (siglos IV-III a.C.), continúa el proceso de aculturización del sustrato indígena iniciado a principios del Hierro. Los pueblos del interior reciben una doble influencia, íbera orientalizante y celta. Este proceso avanza hacia formas de vida urbanas complejas, en paralelo al desarrollo social y económico, favorecido por el torno de alfarero y la metalurgia del hierro, que impulsarán las nuevas organizaciones sociales de jefaturas guerreras gentilicias, procedentes de la cultura de los Campos de Urnas. Este auge económico-social dará lugar a un aumento del urbanismo y los sistemas defensivos en las ciudades, que serán los centros de jerarquización del territorio que controlan. Con la conquista romana en el siglo II a.C. las sociedades celtizadas del interior se adaptan a la nueva situación, llegando incluso a unirse políticamente, lo que hasta ahora nunca fue posible. La aculturización de los celtas se observa en la adopción de moneda, el torno, la escritura (tenían lengua propia pero no escritura), códigos, teselas de hospitalidad, etc. 2.- VALLE DEL EBRO El verdadero origen de los celtíberos hay que buscarlo en las dos oleadas de pueblos indoeuropeos procedentes de Centroeuropa, que llegaron en el 960 y 700 a.C. La segunda oleada atravesó los Pirineos con la cultura de los Campos de Urnas. Los pueblos celtas tienen un origen indoeuropeo común, al igual que una lengua celta y otros rasgos culturales, pero se diferencian entre ellos. Los celtíberos representarían el grupo más poderoso y representativo de los celtas de Hispania, que se irá expandiendo a partir del siglo VI a.C. y “celtiberizando” distintas zonas desde el valle del Ebro hasta el Atlántico. Están compuestos por: Belos, titos y Lusones (curso medio del Ebro); Arevacos y Pelendones (meseta norte oriental); Berones (Rioja) y Vecceos (meseta norte occidental, curso medio del Duero). Pelendones, berones y vacceos son los más iberizados. El sustrato indígena sobre el que se asentó la élite guerrera gentilicia de la cultura de los Campos de Urnas, data de finales del Bronce o principios del Hierro I, y en el siglo VI-IV a.C. están plenamente establecidos. Estas gentes modificaron el sustrato indígena introduciendo nuevos elementos y desarrollando una cultura de guerreros-pastores de gran capacidad de expansión. A su vez, son receptores de la cultura local y de otras zonas peninsulares, como la íbera, tartesia, etc. 2.1 SOCIEDAD Y ECONOMÍA La base social celta es la tribu, unión de personas con un parentesco común formando una sociedad patriarcal cuyo elemento más característico eran las gentilidades o grupos suprafamiliares, que descendían de un patriarca común y constituían la base social. Estas gentilidades se agruparán en poblados que con el paso del tiempo, se irán jerarquizando hasta formar un contexto social y político que regirá la vida de los poblados. Las influencias íberas y luego romanas, hicieron que esta región fuese política y económicamente muy superior al resto de regiones. En esta zona surgirán hacia finales del siglo IV a.C. una sociedad fuertemente jerarquizada, formando una cultura de guerreros-pastores muy expansiva. Se constata en los ajuares funerarios la existencia de una jefatura guerrera. Esta clase se apoya en una base de clientes a la que están unidos por la práctica de hospitium y devotio, de influencia romana.

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TEMA 14: LOS CELTAS EN LA P.I. EN LA II EDAD DEL HIERRO (PÁG. 515)

RESUMEN REALIZADO POR SILVIA PÉREZ VÁZQUEZ CURSO 2012/2013 Página 1

1.- INTRODUCCIÓN

A lo largo de la segunda Edad del Hierro y hasta la conquista romana (siglos IV-III a.C.), continúa el proceso

de aculturización del sustrato indígena iniciado a principios del Hierro. Los pueblos del interior reciben una doble

influencia, íbera orientalizante y celta.

Este proceso avanza hacia formas de vida urbanas complejas, en paralelo al desarrollo social y económico,

favorecido por el torno de alfarero y la metalurgia del hierro, que impulsarán las nuevas organizaciones sociales

de jefaturas guerreras gentilicias, procedentes de la cultura de los Campos de Urnas.

Este auge económico-social dará lugar a un aumento del urbanismo y los sistemas defensivos en las

ciudades, que serán los centros de jerarquización del territorio que controlan.

Con la conquista romana en el siglo II a.C. las sociedades celtizadas del interior se adaptan a la nueva

situación, llegando incluso a unirse políticamente, lo que hasta ahora nunca fue posible.

La aculturización de los celtas se observa en la adopción de moneda, el torno, la escritura (tenían lengua

propia pero no escritura), códigos, teselas de hospitalidad, etc.

2.- VALLE DEL EBRO

El verdadero origen de los celtíberos hay que buscarlo en las dos oleadas de pueblos indoeuropeos

procedentes de Centroeuropa, que llegaron en el 960 y 700 a.C. La segunda oleada atravesó los Pirineos con la

cultura de los Campos de Urnas.

Los pueblos celtas tienen un origen indoeuropeo común, al igual que una lengua celta y otros rasgos

culturales, pero se diferencian entre ellos.

Los celtíberos representarían el grupo más poderoso y representativo de los celtas de Hispania, que se irá

expandiendo a partir del siglo VI a.C. y “celtiberizando” distintas zonas desde el valle del Ebro hasta el Atlántico.

Están compuestos por: Belos, titos y Lusones (curso medio del Ebro); Arevacos y Pelendones (meseta norte

oriental); Berones (Rioja) y Vecceos (meseta norte occidental, curso medio del Duero). Pelendones, berones y

vacceos son los más iberizados.

El sustrato indígena sobre el que se asentó la élite guerrera gentilicia de la cultura de los Campos de Urnas,

data de finales del Bronce o principios del Hierro I, y en el siglo VI-IV a.C. están plenamente establecidos. Estas

gentes modificaron el sustrato indígena introduciendo nuevos elementos y desarrollando una cultura de

guerreros-pastores de gran capacidad de expansión. A su vez, son receptores de la cultura local y de otras zonas

peninsulares, como la íbera, tartesia, etc.

2.1 SOCIEDAD Y ECONOMÍA La base social celta es la tribu, unión de personas con un parentesco común formando una sociedad

patriarcal cuyo elemento más característico eran las gentilidades o grupos suprafamiliares, que descendían de

un patriarca común y constituían la base social. Estas gentilidades se agruparán en poblados que con el paso del

tiempo, se irán jerarquizando hasta formar un contexto social y político que regirá la vida de los poblados.

Las influencias íberas y luego romanas, hicieron que esta región fuese política y económicamente muy

superior al resto de regiones. En esta zona surgirán hacia finales del siglo IV a.C. una sociedad fuertemente

jerarquizada, formando una cultura de guerreros-pastores muy expansiva. Se constata en los ajuares funerarios

la existencia de una jefatura guerrera. Esta clase se apoya en una base de clientes a la que están unidos por la

práctica de hospitium y devotio, de influencia romana.

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Económicamente la actividad principal es la ganadería pastoril trashumante, favorecida por el territorio

montañoso sobre el que se asientan, lo que favoreció su expansión a partir del siglo V a.C.

Los animales son básicamente cabras, ovejas y cerdos, también se encuentra el asno, perro y gallos, de

origen fenicio.

Otra actividad importante fue la agricultura. Actividades complementarias serían: la cerámica, la industria

textil y sobre todas ellas la minería. Y es que el Sistema Ibérico es una de las zonas de la Península Ibérica con

mayor variedad de minerales. Los metales más empleados por las poblaciones celtíberas son: plomo, plata,

cobre, hierro. La sal será también fácil de obtener en la zona.

2.2 URBANISMO Se trata de hábitats en cerros no muy altos, también los hay en llano, dominando un extenso territorio, con

sólidas fortificaciones. Característicos de esta época son los castros, poblados situados en lugares de fácil

defensa, reforzados por murallas, que defienden en el interior viviendas de tipo familiar, y que controlan una

unidad elemental de territorio. Los fosos, muy característicos, se asocian a la muralla. Los castros se asientan en

lugares estratégicos, junto a recursos naturales, ríos, rutas de comunicación y comerciales, etc. Se agrupan en

dos tipos de emplazamientos, los costeros y los interiores.

El espacio interior de los centros urbanos se distribuye conforme a un esquema previo, que consta de una

calle central, en torno a la cual se alinean casas a ambos lados. Cada casa comparte con la de al lado un muro

medianero, mientras que el muro trasero se adosa a la muralla o forma parte de esta. Las viviendas suelen ser de

planta rectangular distribuida en tres estancias: vestíbulo, habitación central y despensa. Los materiales de

construcción son la piedra local para zócalos y los adobes para el resto de los muros, enlucidos estos con yeso o

barro. Los suelos son de tierra pisada. Se aprecia una jerarquización social en el acabado y tamaño de las

viviendas en las que vive la élite.

En Numancia las casas constan de tres habitaciones pero con la peculiaridad de que cuentan con un corral

adosado y un almacén subterráneo (Pág. 519, 520 y 521).

A finales del siglo III e inicios del siglo II a.C., aparecerán los grandes oppida fortificados. No tenemos

constancia de edificios de carácter público o comunal; tan sólo en Belaisca se han localizado una pequeña

acrópolis con doble muralla en donde existía un edificio de adobe de grandes dimensiones, con columnas

toscanas en el pórtico. Se trata de una estructura a dos plantas con cinco naves estrechas, que para algunos es un

silo o almacén y para otros un complejo industrial destinado al tejido; también se ha interpretado como un

recinto sagrado.

2.3 RELIGIÓN Y RITOS La religión celta se basó en el culto a la naturaleza: bosques, peñas, ríos, lagos y también a los ciclos solares.

Se conoce la existencia de ritos en lagos, peñas, etc., a veces sangrientos e incluso con sacrificios humanos. Existe

un culto a las cabezas cortadas e incluso hay vaticinios y magia, pero no se ha podido constatar la existencia de

una casta sacerdotal o druidas.

El dios principal de los celtas es Lug. Otros dioses importantes son Epona (diosa de los caballos), Matres

(diosa de la fecundidad) y otros seres mitológico-mágicos, que varían en función de su situación geográfica.

En Peñalba de Villastar (Teruel), se cree que hay un santuario dedicado al dios Lug en la cima de una peña

(Pág. 522), en el cual se han encontrado inscripciones y grabados (zoomorfos, antropomorfos, geométricos y

solares), que parecen indicar un culto a este dios. En la parte superior de la peña hay oquedades que se

comunican entre sí, y que se relacionan con determinados tipos de ritos. Son teorías sin confirmar.

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2.4 NECRÓPOLIS Suelen ubicarse en zonas llanas o en laderas de cerros, siempre cerca de los núcleos de población. El

cadáver antes de ser depositado era incinerado en una pira denominada ustrina, que hasta la fecha ha sido

imposible de localizar. En ocasiones estaban ordenadas con estelas, toscamente labradas e incluso sin labrar,

formando calles. Las estelas decoradas son un documento de heroización ecuestre que se han sintetizado en tres

grupos:

a) Jinete lancero aislado cercano a la iconografía monetal.

b) Jinete sobre cadáver del enemigo muerto.

c) Representación aislada de un caballo.

Los restos se podían depositar en un hoyo en el suelo, envueltos con una tela, con o sin cubierta de piedra,

o bien en unas urnas junto al ajuar, cubiertas con tapas de piedra o cerámica. El ajuar que no cabía en la urna se

inutilizaba en caso de su pertenencia a un guerrero. También se utilizaron estructuras tumulares para depositar

el cadáver, como en La Yunta o en La Umbría (Daroca).

Para los enterramientos infantiles se utilizaba la inhumación bajo los suelos de las casas y junto a las

paredes; se supone que porque aún no los consideraban personas con derecho.

Otro tipo de ritual es el de la descamación, en el que el cadáver del guerrero se exponía a la acción de los

buitres, animal sagrado, que elevaría su “alma” al cielo.

En la necrópolis arévaca de Numancia, se han encontrado restos óseos sólo de cráneos y huesos largos,

acompañados de restos de fauna, lo que se ha interpretado como restos de un banquete funerario o de una

ofrenda. En ocasiones no aparecen restos óseos y sólo se encuentras restos de fauna, lo que se ha interpretado

como un enterramiento simbólico sin el cadáver.

Las cabezas cortadas de Numancia se podrían interpretar como trofeos o como una reliquia de un

antepasado al que se veneraría.

En función del tipo de ajuar encontrado, se asocia a determinados grupos sociales. Los ajuares de

guerreros presentan armas, arreos de caballos, tijeras, etc. Los ajuares femeninos presentan elementos de

adorno personal, cuchillos y útiles, casi nunca armas, y cuando aparecen es para remarcar su alto status social.

(Pág. 524 y 525).

2.5 MANIFESTACIONES CULTURALES

2.5.1 Cerámica

A mediados del siglo IV a.C. aparece por influencia ibérica, el torno de alfarero, abandonándose la cerámica

a mano y sustituida por otra mucho más elaborada y perfecta, con engobe de tonos rojos y ocres, decorada con

pintura negra formando figuras geométricas, con gran variedad de formas, siendo más comunes los perfiles

subtriangulares, vasos carenados, las copas, jarras, etc. (Pág. 526).

Destaca la cerámica numantina por su policromía y variedad formal. Las decoraciones son simétricas y

geométricas. Los pocos zoomorfos y representaciones humanas, son reducidos a meros elementos

ornamentales, sin intención narrativa. Los vasos de pasta roja se pintan en blanco y en negro y sólo en el caso de

las copas se pinta el interior.

Existen también algunas figurillas de arcilla: zoomorfas, antropomorfas, etc., y las “trompas de guerra”

rematadas con una cabeza con las fauces abiertas, muy similares a las empleadas por otros grupos celtas

europeos.

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2.5.2 Lenguaje y escritura

La lengua de los celtíberos pertenecía a la familia celta, miembro a su vez de la familia indoeuropea.

Poseían su lengua pero no una escritura, por lo que emplearon la íbera o latina para transcribir sus textos.

El uso que se da a la escritura es religioso-institucional, como el caso de los dos grandes bronces

celtibéricos de Botorrita, que atestiguan la existencia de instituciones, demostrando poseer una complejidad

cultural superior de la que se creía.

Es fundamental el uso de la escritura para confeccionar las “teseras de hospitalidad”, que son documentos

que recogen los pactos y normas de hospitalidad (hospitium y devotio), entre los pueblos. (Pág. 528).

2.5.3 Armamento

La presencia de abundantes filones de mineral de hierro en el Sistema Ibérico, explica el gran desarrollo de

la actividad siderúrgica. Junto a la cerámica, el armamento constituye el registro arqueológico más abundante,

cuya procedencia se constata en los ajuares funerarios de las necrópolis y poblados, pero también en los

depósitos de armas encontrados.

Se observa una influencia europea de la Tené, con las espadas de antenas, pero también hay influencias del

Sureste peninsular, por las espadas tipo falcatas o por las espadas de frontón. Han aparecido diversos tipos de

armamento de guerreros celtas (Pág. 529):

Armamento con predominio de lanzas, soliferrum, arcos y hondas. El soliferrum tenía casi dos metros y

estaban hechas completamente de hierro. También había lanzas con la punta de hierro y enmangue

tubular para insertar un astil, que terminaba en un regatón de hierro o pico de hierro. Se documentan

hondas por los restos de los proyectiles de plomo o barro encontrados. El arco tendría un uso residual ya

que apenas se han localizado restos.

Armamento con predominio de espadas, puñales, cuchillos. Suelen ser espadas de hierro de 60 cms de

largo, con hoja de doble filo y punta muy definida. A veces la hoja de hierro está decorada con adornos

de bronce y plata. A partir del siglo V a.C. aparecen las espadas de antenas (La Tené), aunque aquí se

sustituyen las antenas por discos horizontales. Los puñales reciben la influencia íbera, con pomo en

forma de frontón, que evolucionarán a los “puñales biglobulares”, que adoptaron las legiones romanas al

llegar a la península. También se han encontrado en los ajuares restos de vainas de cuero, cuchillos,

puñales, etc. En la numismática está documentado la hoz o “falx”.

Escudos, petos, cascos y corazas. Los caetra eran circulares y los scutum alargados. Sólo quedan los

restos de los “umbos” y las manillas de metal, el resto del escudo sería de madera o cuero. Los cascos

suelen ser de cuero, siendo muy escasos los metálicos. Existen petos y corazas que posiblemente fuesen

de lino.

Discos-coraza, estandartes y trompas de guerra. Discos-coraza que se ponían en el pecho, pero de

función más que defensiva de prestigio social; a veces repujados. Existen estandartes metálicos con

enmangue tubular y decorados con figurillas similares a cabezas de caballos. Son trompas cerámicas

largas de origen europeo y servían para llamar al combate.

2.5.4 Orfebrería

Aparece tanto en contextos habitacionales como en contextos funerarios. Los testimonios más antiguos los

encontramos en sepulcros del siglo VI-III a.C. Predominan los utensilios de plata, también hay oro y bronce.

La orfebrería tuvo gran importancia como motivo de ostentación y poder de las élites que las portaban;

atestiguado en los ajuares de necrópolis de alto status social, con numerosos objetos de adorno.

El orfebre celta evita la línea recta y la simetría. Las formas animales o humanas aparecen muy estilizadas.

Los accesorios del vestido se realizaban en plata, bronce u otros metales, con incrustaciones de esmalte.

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El objeto de joyería más representativo es el torque, pesado collar circular que llevaban las élites de la

sociedad alrededor del cuello, como demostración de poder y riqueza. Unos eran de tubo hueco para abrirlo y

cerrarlo; otros eran muy pesados, con varillas retorcidas de oro o hilos de plata profusamente decorados,

reservados para los grandes ceremoniales, debido a su peso y su escasa manejabilidad.

El objeto de orfebrería más popular sería la fíbula, que tenía una doble función, sujetar la prenda y de

talismán mágico. Es un objeto en el que se observa una evolución, considerado “fósil director”. Las fíbulas

aparecen desde el siglo VI hasta el I a.C., siendo las más representativas las de doble resorte, que se darán en

toda la península.

Otros elementos orfebres serían pectorales, alfileres decorados, broches de cinturón, fíbulas-placa

ornamentales y diademas.

3.- MESETA

Forman un grupo bastante heterogéneo. La formación de estos pueblos arrancaría en los siglos VII-VI a.C.,

en la Meseta oriental, con los primeros castros fortificados, las primeras necrópolis con tumbas de guerrero y la

cerámica a torno.

En los siglos V-IV a.C. se generalizan en la Meseta norte los castros amurallados y las necrópolis con tumbas

de guerrero. Se utiliza el hierro y la cerámica es a mano. En la Meseta sur se generaliza el uso del torno por

influencia fenicio-tartesia. En ambas mesetas se generaliza el rito de la incineración y se desarrolla el urbanismo

por influencia íbera.

Entre los siglos III-II a.C., la Meseta norte oriental se celtiberiza y luego lo hará la Meseta norte occidental.

Se introducen el torno y el molino circular, y los castros se sitúan junto a los ríos y donde existen recursos

económicos. La Meseta sur no sufre grandes variaciones.

3.1 MESETA NORTE Aparte de los pelendones, arévacos y vacceos del apartado anterior, conforman la Meseta norte: Vetones

(cultura de los Verracos o Cogotas II) y Turmogos. (Pág. 532 y 533).

3.2 MESETA SUR Carpetanos; Olcades; Oretanos y Lusitanos.

3.3 ECONOMÍA Y SOCIEDAD A partir de finales del Hierro I, se pasa de agrupaciones tribales a jefaturas organizadas, que hacían posible

la creación de núcleos poblacionales estables. Este cambio fue la causa del considerable aumento de tamaño de

los lugares de habitación. Este cambio es notorio en la Meseta norte y alto Tajo, con una poderosa élite guerrera,

reflejado en sus ajuares funerarios.

Junto a estas jefaturas de carácter unipersonal y hereditarias, existieron órganos colegiados, como la

asamblea popular y el consejo de notables, de origen centroeuropeo.

También existieron las gentilidades, sociedades agrupadas en familias que reconocen un antepasado

común. La agrupación de varias familias integra la gentilidad. Sus vínculos son tan fuertes, que quedan reflejados

en las necrópolis, con tumbas agrupadas en zonas perfectamente separadas por espacios vacios.

El sistema de jefaturas militares irá desapareciendo a partir del siglo IV a.C.

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En la Celtiberia y la Meseta sur, se desarrollan las ciudades-estado, con una organización política superior,

debida al proceso de iberización de estas regiones. Avanzado el Hierro II, el sistema de gobierno de las ciudades-

estado se irá introduciendo en la Meseta norte, junto con la moneda y la escritura.

La economía se basa en la agricultura y la ganadería; en el valle medio del Duero se cultivaron cereales.

También han aparecido restos de bellotas, habas y lentejas.

Los vacceos sorteaban el terreno que cada año cultivaba cada uno, ya que parece que la propiedad

pertenecía a la tribu, y se distribuía según las necesidades.

La ganadería tuvo gran importancia en la Meseta norte, basada en el cerdo y los toros (esculturas de

verracos); en el resto de la Meseta también existieron grandes áreas ganaderas, patente en los cercados

amurallados de carácter familiar o colectivo. Actividades complementarias fueron la pesca y la caza.

Se sabe que elaboraban harina y que existió una actividad textil, complementada con el curtido y la

cestería.

Cabe destacar la metalurgia en la Meseta norte, dedicada al trabajo del hierro, bronce, plata y en menor

medida el oro. El hierro se utilizaba para la fabricación del armamento y útiles de tamaño medio y grande. El

bronce se empleó para útiles de uso personal y pequeño utillaje industrial y doméstico. La plata y el oro se

utilizaron para la fabricación de objetos de lujo personal y la acuñación de monedas.

En la Meseta sur los objetos metálicos son mucho más escasos, excepto en el alto Tajo. El resto tiene los

elementos tipológicos y tecnológicos del área ibérica.

3.4 URBANISMO El urbanismo es uno de los fenómenos que mejor caracterizan esta etapa en ambas Mesetas. Supone el

abandono de aldeas, formadas por pequeños grupos de cabañas, agrupadas de manera aleatoria y realizadas con

materiales perecederos, para pasar a ocupar lugares situados en puntos estratégicos, con obras defensivas y

habitaciones realizadas en materiales sólidos y consistentes. El urbanismo supone un profundo cambio social,

con la consolidación de jefaturas, que ordenan y dirigen los trabajos comunitarios, superando la organización

social tribal.

El urbanismo en ambas Mesetas se caracteriza por su diversidad tanto en tamaños como en peculiaridades,

acentuándose las diferencias regionales y locales, con características comunes. Los hábitats se sitúan cerca de

ríos, con gran importancia de las posiciones estratégicas. Existieron cuatro tipos de establecimientos:

Los oppida, fortalezas y verdaderas ciudades, situados en posiciones estratégicas, con murallas, torres y

fosos.

Las urbes o civitas, asentadas en llano, en las cuencas sedimentarias, más pequeñas que los oppida, no

gozan de una posición estratégica y tampoco poseen obras defensivas.

Entre los núcleos de pequeño tamaño existen dos tipos:

o Los castillos o turres, situados en posiciones defensivas.

o Los caseríos, situados en parajes abiertos.

Característicos de la Meseta y Guadalajara son los castros sorianos, situados en lugares de fácil defensa,

con murallas de muros externos cerrados y/o accidentes naturales, que defienden en su interior viviendas de tipo

familiar, que controlan una unidad elemental de territorio, con una organización social poco compleja y

jerarquizada. Se asientan junto a recursos naturales, cursos de ríos, rutas de comunicación y comerciales, etc. El

sistema natural de defensas se complementa por otro artificial, de murallas, campos de piedras hincadas, fosos y

torreones. Estos últimos, suelen ser cuadrangulares y a partir del siglo III a.C., serán rectangulares. Los fosos se

asocian en la Meseta norte a los campos de piedra, pueden ser longitudinales o en curva, rodeando todo el

perímetro urbano. Los campos de piedra son el anillo defensivo más alejado del centro urbano, consistente un

piedras afiladas que se hincan en el suelo para dificultar el avance del ejército asaltante.

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El urbanismo en la Meseta se inicia en la franja oriental, como consecuencia de los grupos tardíos de

Campos de Urnas y de gentes del sureste peninsular.

3.5 RELIGIÓN Los pueblos de la Meseta practican una religión naturalista, siendo sus objetos de culto ríos, astros, rocas y

animales. En la Meseta norte merecen especial atención los lugares de culto construidos a cielo abierto, en cuyo

interior había grandes rocas con canalillos y oquedades talladas. Destaca el santuario abulense de Ulaca, de

planta rectangular, labrado en roca, ubicado en el centro del poblado. En su interior contiene una gran piedra

terminada en una plataforma a la que se acede mediante dos escaleras. El sistema de canalizaciones tallado en la

plataforma, permite que el líquido vertido en las cazoletas circule hasta la zona inferior.

En la Meseta sur el único santuario conocido es el de El Cerrón (Toledo), se encuentra en un hábitat y uno

de sus muros contiene un relieve de barro, en el que se representa una escena con dos carros tirados por caballos

y dirigidos por un auriga, de difícil interpretación.

Mención aparte merecen los hallazgos plásticos, de posible carácter cultural, como los verracos (Pág. 537).

Se trata de esculturas zoomorfas muy toscas, aparecidas en la región vetona. Están presentes en la mayoría de

los castros. Representan toros, cerdos o jabalíes, situados entre finales del siglo VI o comienzos del V a.C., hasta

época romana.

3.6 NECRÓPOLIS Es uno de los aspectos en los que se registra un cambio mayor durante el Hierro II. Se generalizan las

necrópolis, que serán lugares extensos destinados al depósito de cadáveres, con el rito de incineración, sólo

practicado hasta entonces en las zonas más orientales.

En el alto Tajo se generalizan en el siglo VII y se sitúan en terrenos bajos y fértiles, al pie de los castros.

Algunas tumbas se marcaron con estelas. Se sabe por los ajuares encontrados, que las necrópolis corresponden a

una sociedad estratificada, destacando las tumbas de guerreros, con ajuares de armas: puñales con sus vainas,

soliferrum, puntas de lanza, piedras de honda, escudos fíbulas (Pág. 539) y broches.

En la Meseta sur son sincrónicas a las anteriores y los ajuares no llegan a presentar diferencias tan

marcadas como en los anteriores. No existen ajuares con armas, ni tumbas de guerreros. Los enterramientos se

realizan en tumbas tubulares y la sociedad parece estar poco estratificada.

En la Meseta norte se generalizan las necrópolis a partir del siglo V a.C., con conjuntos espectaculares

como el de Cogotas II, con más de 1.613 tumbas (Pág. 540) y La Osera, con unas 2.230 tumbas (Pág. 541). El ritual

más característico es la cremación, en una pira y vestido con sus mejores galas, armas y adornos. Luego los restos

se depositaban en una vasija de barro o directamente en el suelo, envueltos en una tela.

Las necrópolis vetonas se localizaban a las puertas de los poblados, próximas a ríos y concentradas en

varios sectores, pertenecientes a una familia o clan diferentes. Dentro de cada sector había tumbas con ajuares

mezcladas con otras sin ningún tipo de ajuar. Destacan los ajuares de las tumbas de guerreros, con armas de gran

riqueza, como espadas, puñales, lanzas, escudos y adornos personales. Algunas se señalizaban con toscas estelas

de piedra (Cogotas II).

En el área vaccea las necrópolis se hayan a mayor distancia de los poblados. Las tumbas aparecen también

marcadas con estelas. Destacan los ricos ajuares cerámicos, con tendencia a la miniaturización.

3.7 MANIFESTACIONES CULTURALES

3.7.1 Cerámica

Cada poblado producía la cerámica indispensable para cubrir sus necesidades y las de las aldeas

dependientes de ellos. Pudo existir el comercio de algunos lotes, asimilando novedades técnicas y decorativas.

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Los pueblos de ambas Mesetas, incorporaron a lo largo del Hierro II, por influencia del mundo ibérico, el

torno y el horno de tiro variable, mejorando la calidad de los productos. En la Meseta sur se incorporan a partir

del siglo VI a.C. y en la norte en el siglo IV a.C.

En la Meseta norte se distinguen dos períodos cerámicos:

La fase Cogotas II (siglos VI-IV a.C.), no se utiliza el torno ni el horno de tiro variable. Cerámica gris o

negra con decoración a peine.

Etapa celtibérica (fin siglo IV-III a.C.), con torno y horno de tiro variable, producciones de pasta roja y

claras con decoración de pinturas precoccion.

En la Meseta sur no existen grandes diferencias en las producciones cerámicas, con un aumento de las

realizadas a torno en detrimento de las confeccionadas a mano. Decoración más variada que en la Meseta norte,

combinada con la decoración pintada de tipo ibérico.

Existió la importación de cerámicas griegas y romanas, aunque en % muy bajos, y aparecen más en

necrópolis que en poblados, por lo que se cree que se adquirieron como productos exóticos, sin carácter práctico.

3.7.2 Lenguaje y escritura

Las gentes de la Meseta oriental adoptan el sistema de escritura de origen ibérico que utilizaban las

poblaciones del valle del Ebro, aunque apenas tenemos conocimiento de ello.

4.- FACHADA ATLÁNTICA

El origen étnico de los lusitanos ha sido muy debatido, de los estudios lingüísticos se deduce su origen

indoeuropeo pero no celta. Parece que su núcleo principal se encontraba en la sierra de la Estrella, al este

limitaban con los vetones, con los que tuvieron una gran afinidad; al oeste con los turduli veteres, por el sur

estaban los célticos y en el Algarbe portugués estaban los conios.

Sobre el sustrato cultural del Bronce Atlántico, se aprecia una influencia orientalizante procedente del sur,

por la llamada Ruta de la Plata, sobre todo en la época en que los tartesios comerciaban con estos pueblos.

Desaparecidos éstos, la celtización fue más intensa, llegando a su apogeo en el siglo II a.C., momento de la llegada

de los romanos a Hispania.

4.1 ECONOMÍA Y SOCIEDAD Las fuentes de riqueza fueron durante la II Edad del Hierro, las derivadas del cultivo de la tierra, la

ganadería y en la zona costera, la pesca. La agricultura cerealista se dio en las planicies entre el Duero y el Tajo,

así como los olivos, vides y lino; en las regiones occidentales con tierras muy pobres, su economía se basaba en la

ganadería y la actividad minera.

Destaca el ganado ovino, caballar, bovino y porcino. La caza no fue muy apreciada, pero la pesca fue muy

abundante, palpable en la gran cantidad de anzuelos y pesas de red, encontrados en los yacimientos costeros.

Debido a una celtización tardía, apenas se dio en el ámbito céltico-lusitano una organización social de

carácter gentilicio. Parece que existía una élite militar, siendo escogido su caudillo mediante asambleas

populares. Además de esta aristocracia guerrera, existían los grandes latifundistas de la tierra y el ganado, que

unido a un posible régimen de mayorazgo (los hijos menores no heredaban la tierra), hacía que hubiera gran

cantidad de población sin tierras ni ganado, que formaban la base social de las razias, que asolaban las regiones

béticas (algunos autores piensan que estan bandas no eran más que ritos iniciáticos de los jóvenes para la

guerra).

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TEMA 14: LOS CELTAS EN LA P.I. EN LA II EDAD DEL HIERRO (PÁG. 515)

RESUMEN REALIZADO POR SILVIA PÉREZ VÁZQUEZ CURSO 2012/2013 Página 9

4.2 URBANISMO El hábitat común lusitano es el castro o poblado fortificado, ubicado en áreas estratégicas, y que en la

región principal de este pueblo (Beira Alta), presenta dos tipos diferentes:

De montaña, con grandes sistemas defensivos en el exterior (murallas, torres, fosos, etc.), y el espacio

interior ocupado por viviendas circulares ordenadas, semejantes a los situados en la zona castreña al

norte del Duero.

De litoral, con un urbanismo pseudo-ortogonal de casas con planta rectangular, basamentos de piedra y

muros de adobe, sin compartimentos internos; algunos sin fortificar (poblados abiertos), y otros confiaron

su defensa a la que le proporcionaba una ubicación estratégica favorable (desembocaduras de ríos,

meandros, etc.).

En las comarcas portuguesas de Ribatejo y Extremadura, se desarrolló la cultura de los turduli y sus oppida

más importantes fueron Olissipo (Lisboa), Collipo y Eburrobrittium.

Los castros del oeste cacereño cuentan con una potente fortificación de dos líneas de murallas, semejantes

a los del área celtibérica. Se localizan en zonas ricas en recursos (agricultura, ganadería o minería), o en lugares

adecuados para el control de las comunicaciones. Entre los célticos de la Beturia, se ha documentado la presencia

de turres (fortificaciones aisladas), similares a las turres Hannibalis de la Bética, con una función estratégica.

4.3 NECRÓPOLIS Y RELIGIÓN En el área lusitana no existen necrópolis excavadas, parece ser que la incineración era de uso generalizado

(como lo atestiguan las fuentes en el funeral de Viriato). En el área subtajana, en territorio céltico, se han

excavado diversas necrópolis, en las que se comprueba este ritual incinerador en urnas (siglos IV-III a.C.).

El número de divinidades parece que era muy alto debido a la gran atomización de los cultos indígenas.

Algunas divinidades (Endovélico y Ataecina), ampliamente distribuidas por el territorio céltico y lusitano, eran de

origen celta, otras, como Trebaruna, Reve, Labeo, etc., eran de tradición indoeuropea precéltica. Religión de

carácter naturalista, sus objetos de culto estaban en la naturaleza: ríos, montes, etc.

Sobre los ritos de carácter religioso, destaca la inscripción de Baceço das Fraguas, que nos relata un rito de

purificación indoeuropeo (suovetaurila). Estrabón describe los sacrificios humanos y examen de las vísceras para

predecir el futuro o la amputación de la mano derecha de los prisioneros, para ofrecer a sus dioses.

4.4 MANIFESTACIONES CULTURALES

4.4.1 Cerámica

Ocupó un papel básico tanto para uso doméstico como ritual. En los primeros momentos abundan las

cerámicas a mano, lisas y decoradas (incisa o plástica), ligadas al horizonte Cogotas I. En los estratos de los siglos

V-IV a.C., convive la cerámica lisa de cocción oxidante con los tipos estampillados y pintados. Tanto la

estampillada (ligada al horizonte de Cogotas II), como la pintada (en tonos rojos o vinosos), eran elaboradas a

torno. Las formas eran abiertas (platos, cuencos) o cerradas (ollas, urnas). En los hábitats del sur se han

encontrado ánforas ibero-púnicas cuya cronología va desde el siglo IV al I a.C.

4.4.2 Orfebrería

La mayoría de las joyas han aparecido sin contexto arqueológico, provenientes de los llamados “tesoros”

(joyas y monedas escondidas en recipientes cerámicos y enterrados). El tesoro de Segura de León (Badajoz), está

compuesto de un conjunto de tres placas trapezoidales y un colgante en forma de bellota.

La joya más característica es el torque sogueado de plata, seguida de brazaletes, fíbulas de tipo anular y

arracadas. La técnica y la iconografía son un cruce de elementos célticos y orientalizantes (filigrana, granulado y

repujado). La plata era el elemento más empleado, pero también se usó el oro y el cobre.

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TEMA 14: LOS CELTAS EN LA P.I. EN LA II EDAD DEL HIERRO (PÁG. 515)

RESUMEN REALIZADO POR SILVIA PÉREZ VÁZQUEZ CURSO 2012/2013 Página 10

4.4.3 Lenguaje y escritura

No se conoce la lengua que hablaban los celtici, aunque la mayoría de estudiosos se inclinan por una lengua

indoeuropea. La escritura está documentada en la Primera Edad del Hierro (de origen foráneo), pero en la

Segunda Edad del Hierro no hay rastros de escritura hasta el siglo II a.C.

El lusitano sería un dialecto con personalidad propia y de origen indoeuropeo, más arcaico que el

celtibérico. En Lusitania se conservan varias inscripciones en escritura latina con una lengua indoeuropea

precéltica.

5.- PUEBLOS DEL NOROESTE: CULTURA CASTREÑA

El noroeste peninsular estaba ocupado en esta época por una serie de pueblos entre los que destacaban:

a) Los galaicos que habitaban las tierras del suroeste, a partir del Duero, separados de los lusitanos por este

río; al sureste limitaban con los vetones y al este con:

b) Los astures, que se extendían desde la tierra de los galaicos hasta el valle del Sella por el este, ocupando

por el sur la Meseta hasta el río Esla.

c) Los cántabros, que se extendían entre el Cantábrico y las llanuras de la Meseta, centrados en los Picos de

Europa; sus límites eran los astures por occidente, los austrigones por oriente, y por el sur los turmogos y

los vacceos.

Esta cultura que se extiende desde el siglo VII a.C. hasta el Bajo Imperio, tiene un fuerte sustrato del Bronce

Atlántico, con influencias orientalizantes transmitidas a través de la cultura castreña lusitana y de los vetones, e

influencias del continente europeo, a través de los vacceos y celtíberos.

Aunque los castros no son exclusivos de esta cultura, sus características propias y diferenciadas de las otras

áreas, ha llevado a denominarlos como cultura “castreña”, por la enorme importancia que tiene el castro en el

desarrollo de la misma.

5.1 PERIODIZACIÓN Se reconocen tres períodos para esta cultura según algunos autores:

1. Castreño antiguo o formativo: aparecen las cerámicas del atlántico.

2. Castreño clásico o de desarrollo (siglos V-II a.C.), de este período hay muy poco material salvo al final del

mismo. Se introduce la piedra en la construcción, generalización del hierro y de la plástica castreña.

Aparecen cerámicas y monedas de importación griega.

3. Castreño tardío (siglo II a.C.- I d.C.). Período de contacto con el mundo romano. Aparecen nuevas formas

de organización y edificios públicos.

5.2 URBANISMO Lo más característico de esta cultura son los castros (o citanias), fortificados con muralla, tanto en la playa

como en el interior, a veces con foso y terraplenes, y más raro con campos de piedras hincadas. Se erigen sobre

alturas medias, promontorios costeros o espolones fluviales (buena visibilidad y condiciones defensivas

adecuadas). Los castros son muy numerosos lo que evidencia una población abundante. Su distribución y

extensión es irregular. En su interior las viviendas se reparten sin ningún orden, con un escaso desarrollo urbano.

Las viviendas son circulares o redondeadas, con zócalos de piedra, constan de una sola habitación con vestíbulo y

un anexo (Pág. 549).

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TEMA 14: LOS CELTAS EN LA P.I. EN LA II EDAD DEL HIERRO (PÁG. 515)

RESUMEN REALIZADO POR SILVIA PÉREZ VÁZQUEZ CURSO 2012/2013 Página 11

En algunos castros aparecen unas construcciones de carácter monumental, con horno cubierto con cúpula

y comunicando con una estancia rectangular con cubierta a dos aguas. La parte frontal suele estar cerrada por

grandes losas dotadas de una abertura semicircular en el centro de su parte inferior, profusamente decoradas con

una temática muy variada, que se conocen como pedras formosas. Situadas en la parte baja de los castros y lejos

de la zona superior habitada, se han interpretado como monumentos funerarios, hornos de fundición o

santuarios dedicados a las aguas; la teoría más actual y aceptada es que eran edificios termales, y la distribución

de las dependencias sería la equivalente a las termas romanas (Pág. 549).

5.3 ECONOMÍA Y SOCIEDAD Mayor relevancia de la agricultura sobre la ganadería, aunque existen evidencias de cría de ganado lanar,

porcino, bovino y de caballos, considerada como secundaria en el período castreño. Esta agricultura cerealista y

arcaica en sus aperos (no conocían el arado ni el carro), no era suficiente para alimentar a una población tan

elevada, de ahí los desequilibrios sociales y las incursiones devastadoras, que realizaban según las fuentes, en las

tierras de la Meseta. Para completar su alimentación, además de la bellota cuyo consumo era altísimo, se

dedicaban a la pesca y el marisqueo.

Pero el recurso económico más importante fue la minería y la metalurgia, ya que sus ríos y tierras eran

ricos en metales (oro, plata, estaño, hierro, etc.). Se han encontrado talleres y hornos metalúrgicos en algunos

castros en los que se fabricaban fíbulas, hebillas y armas (caetras, puñales de antena, puntas de flecha y lanzas).

Más importancia tuvo la orfebrería cuyo desarrollo debe vincularse a la gran cantidad de oro y plata que poseían

las tierras norteñas.

Se ha hablado de un régimen matriarcal, ya que la mujer poseía y cuidaba la tierra, recogía el oro de los

ríos, transmitía las herencias a las hijas, las hermanas eran las encargadas de buscar esposa a sus hermanos, etc.

Esto denota un gran poder económico y social de las mujeres, pero la autoridad de la familia estaba en manos del

hombre, a través de la figura del tío materno (régimen avunculado). Una costumbre muy extendida en esta

región fue el de la “covada”, en donde el hombre se metía en la cama cuando la mujer daba a luz y ésta le

cuidaba, interpretado como una recuperación del prestigio masculino en una sociedad de régimen matriarcal en

vías de desaparición. Ya que la principal ocupación del hombre era la guerra, se cree que la sociedad tendría una

cierta estratificación social, en la que los guerreros ocuparían un lugar preeminente.

5.4 RELIGIÓN Se cree que usaban distintos nombres para la misma divinidad. En esta sociedad guerrera tuvieron gran

importancia los dioses de la guerra y así se vio que existía un dios, Cosu (con múltiples derivados), que los

romanos asimilaron a Marte. En honor a este dios se realizaban danzas y competiciones, se sacrificaban machos

cabríos y caballos. Además de adorar a elementos naturales (característico de los pueblos indoeuropeos), como

ríos, montes, bosques, etc., tenían dioses tutelares, diferentes en cada castro.

Destaca la ausencia de elementos funerarios y se sabe que el rito practicado era el de la incineración, no

habiéndose encontrado ninguna inhumación. Se han encontrado testimonios de incineración en:

a) Cajas o cistas de piedra

b) Pucheros con función de vasijas funerarias

c) Sepulcros

Los castreños adivinaban el futuro valiéndose del vuelo o de las vísceras de las aves, y los cántabros

entonaban himnos de victoria y ejecutaban danzas en los banquetes, acompañándose de la flauta y la trompeta.

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TEMA 14: LOS CELTAS EN LA P.I. EN LA II EDAD DEL HIERRO (PÁG. 515)

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5.5 ESCULTURA Y ORFEBRERÍA Dentro de las manifestaciones artísticas, destaca la escultura en sus tres variantes:

1. Figuras antropomorfas: las más conocidas son los guerreros galaico-lusitanos, esculturas de granito de

tamaño natural, con caetra, puñal colgado al cinto, túnica corta o sayo y rostros parecidos. Suelen tener

barba, bigotes y ojos globulosos (Pág. 552). De gran interés son las cabezas-trofeo encontradas en

algunos castros (cabezas masculinas con los ojos abiertos o entornados, nariz triangular y la boca es un

simple trazo).

2. Figuras zoomorfas, cabezas aisladas de animales y algún verraco de cuerpo entero.

En la ornamentación arquitectónica de puertas (jambas y dinteles) y zócalos, los temas más utilizados son

espirales, cruces, círculos, etc.

La orfebrería es una de las manifestaciones que mejor conocemos. Del mundo orientalizante aprendieron

las técnicas de la filigrana y el granulado, del mundo centroeuropeo copiaron el repujado y el estampado. El

material preferido fue el oro, muy abundante en la zona, también la plata y el cobre. Se han encontrado gran

cantidad de torques, diademas, amuletos, brazaletes y arracadas.

La celtización de estos pueblos se data en torno al siglo III-II a.C., no alterando su economía ni su sociedad,

al igual que en la romanización, ya que galaicos y cántabros siguieron conservando sus estructuras sociales,

mientras que los astures, influenciados por los vetones, adoptaron la organización gentilicia y la onomástica

vetona, siendo de los tres pueblos el primero en ser celtizado.

6.- PUEBLOS VASCO-PIRENAICOS

Se extendían desde el límite oriental de Cantabria hasta la vertiente meridional de los Pirineos. Los más

importantes de oeste a este eran: austrigones, carisios, várdulos, vascones y suesetanos.

Son pueblos mal conocidos con un sustrato cultural mal documentado, muchos de ellos presentan un

sustrato indoeuropeo, al que se añade un proceso de celtización e incluso de iberización, en el caso de los más

orientales.