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TELEVISION CHICHA Los medios de comunicación van perdiendo su carácter informativo y el propósito de su función. La TV chicha (o Telebasura según algunos especialistas) se apodera lentamente de nuestras pantallas reflejándonos, a su criterio, la bombarda multicolor de una sociedad sumergida en el urbanismo. La primera noción de la palabra "chicha" figura originalmente como bebida, nombrada así por los indios de Panamá y llegada al Perú en tiempos ignotos. Debe advertirse, que "lo chicha" sugiere también lo ordinario, corriente, perteneciente al vulgo, a la gente "maleada", "achorada". Pero ¿cuándo nace esta variante en la televisión? Según el periodista y profesor, Juan Gargurevich, "el término viene dando nombre desde la década del ochenta, a una forma de hacer televisión caracterizada por explotar el morbo, el sensacionalismo y el escándalo como palancas de atracción de la audiencia". En este sentido podemos definir a la TV chicha por los asuntos que aborda, por los personajes que exhibe y coloca en primer plano, y, sobre todo, por el enfoque distorsionado al que recurre para tratar dichos asuntos y personajes. Según Gargurevich "la TV Chicha peruana ofrece variantes: la primera es la de programas de chismes, historias de famosos, personajes de mundo rosa. La segunda, los conocidos De Conversación o en su título original de "talk shows" que es lo que se usa comúnmente y tercero es la que ofrecen noticieros que se inclinan a la crónica policial en sensacionalismo franco." Sintonía y rating Esta ambición por ocupar los primeros lugares en los ratings o medidas de teleaudiencia, provocó en Lima la apertura de espacios para la televisión denominada "amarilla" que pronto pasó a parecerse mucho a la prensa chicha incluso se retroalimentaba con ella pues los personajes centrales de ambos suelen ser los mismos. Como claros ejemplos a principios del 2000, tenemos a Magaly Medina, Beto Ortiz y Carlos Cacho, esta última creación de Michael Alexander, una de las productoras que

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Los medios de comunicación van perdiendo su carácter informativo y el propósito de su función. La TV chicha (o Telebasura según algunos especialistas) se apodera lentamente de nuestras pantallas reflejándonos, a su criterio, la bombarda multicolor de una sociedad sumergida en el urbanismo.La primera noción de la palabra "chicha" figura originalmente como bebida, nombrada así por los indios de Panamá y llegada al Perú en tiempos ignotos. Debe advertirse, que "lo chicha" sugiere también lo ordinario, corriente, perteneciente al vulgo, a la gente "maleada", "achorada".Pero ¿cuándo nace esta variante en la televisión? Según el periodista y profesor, Juan Gargurevich, "el término viene dando nombre desde la década del ochenta, a una forma de hacer televisión caracterizada por explotar el morbo, el sensacionalismo y el escándalo como palancas de atracción de la audiencia".En este sentido podemos definir a la TV chicha por los asuntos que aborda, por los personajes que exhibe y coloca en primer plano, y, sobre todo, por el enfoque distorsionado al que recurre para tratar dichos asuntos y personajes.Según Gargurevich "la TV Chicha peruana ofrece variantes: la primera es la de programas de chismes, historias de famosos, personajes de mundo rosa. La segunda, los conocidos De Conversación o en su título original de "talk shows" que es lo que se usa comúnmente y tercero es la que ofrecen noticieros que se inclinan a la crónica policial en sensacionalismo franco."Sintonía y ratingEsta ambición por ocupar los primeros lugares en los ratings o medidas de teleaudiencia, provocó en Lima la apertura de espacios para la televisión denominada "amarilla" que pronto pasó a parecerse mucho a la prensa chicha incluso se retroalimentaba con ella pues los personajes centrales de ambos suelen ser los mismos.Como claros ejemplos a principios del 2000, tenemos a Magaly Medina, Beto Ortiz y Carlos Cacho, esta última creación de Michael Alexander, una de las productoras que abrió los ojos sensacionalistas del espectador cautivo. La secuela de estos programas tuvo su repercusión en la población y sirvieron, en algunos casos, como cortinas de humo sobre la maraña política que eran denunciadas en escasos espacios televisivos.El impacto social causado por esta iniciativa, repercutió en el nacimiento de una cultura (proveniente de la música chicha) maciza en las clases bajas. Esta población asimiló las costumbres y doctrinas propaladas por esta televisión que declinaron en una reacción en cadena. Retrospectiva chicha Como un tiempo de transición y enfriamiento chicha en la televisión, se replegó esta pseudo tendencia a un solo espacio televisivo que recibió una teleaudiencia ansiosa por el morbo y el show del espectáculo: Magaly Te Ve.Para contrarrestar esta permanencia en la punta del sondeo televisivo, se buscó renovar la TV chicha con programas que calen en

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la sensación popular. Así nacen, "Dina, la lucha por un sueño" (premio ANDA 2004), "Misterio" de Aldo Miyashiro y "Chacalón, el ángel del pueblo" una producción de Michael Alexander que logró en su corta temporada (al igual que con Dina Paucar) unos exorbitantes 37 puntos de rating, compitiendo en horario estelar contra el otrora líder del rating, la señora Medina.Para Alexander la denominación de "Creadora de bestias" (madre de los productos Beto Ortiz y Carlos Cacho) fue un término no adecuado. Aunque no reniega de sus éxitos pasados ahora ella traslada su talento con otra visión: "trato de hacer historias que son más trascendentes y que le hacen más bien al televidente que un programa donde se dice que fulano se emborrachó con mengano, u otro en el que por estrategia dices hoy te disfrazas de tal cosa porque así le vas a ganar en el rating al otro."Los medios de comunicación van perdiendo su carácter informativo y el propósito de su función. La TV chicha (o Telebasura según algunos especialistas) se apodera lentamente de nuestras pantallas reflejándonos, a su criterio, la bombarda multicolor de una sociedad sumergida en el urbanismo. La primera noción de la palabra "chicha" figura originalmente como bebida, nombrada así por los indios de Panamá y llegada al Perú en tiempos ignotos. Debe advertirse, que "lo chicha" sugiere también lo ordinario, corriente, perteneciente al vulgo, a la gente "maleada", "achorada".Pero ¿cuándo nace esta variante en la televisión? Según el periodista y profesor, Juan Gargurevich, "el término viene dando nombre desde la década del ochenta, a una forma de hacer televisión caracterizada por explotar el morbo, el sensacionalismo y el escándalo como palancas de atracción de la audiencia".En este sentido podemos definir a la TV chicha por los asuntos que aborda, por los personajes que exhibe y coloca en primer plano, y, sobre todo, por el enfoque distorsionado al que recurre para tratar dichos asuntos y personajes.Según Gargurevich "la TV Chicha peruana ofrece variantes: la primera es la de programas de chismes, historias de famosos, personajes de mundo rosa. La segunda, los conocidos De Conversación o en su título original de "talk shows" que es lo que se usa comúnmente y tercero es la que ofrecen noticieros que se inclinan a la crónica policial en sensacionalismo franco."

Sintonía y ratingEsta ambición por ocupar los primeros lugares en los ratings o medidas de teleaudiencia, provocó en Lima la apertura de espacios para la televisión denominada "amarilla" que pronto pasó a parecerse mucho a la prensa chicha incluso se retroalimentaba con ella pues los personajes centrales de ambos suelen ser los mismos.Como claros ejemplos a principios del 2000, tenemos a Magaly Medina, Beto Ortiz y Carlos Cacho, esta última creación de Michael Alexander, una de las productoras que abrió los ojos sensacionalistas del espectador cautivo. La secuela de estos programas tuvo su

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repercusión en la población y sirvieron, en algunos casos, como cortinas de humo sobre la maraña política que eran denunciadas en escasos espacios televisivos.El impacto social causado por esta iniciativa, repercutió en el nacimiento de una cultura (proveniente de la música chicha) maciza en las clases bajas. Esta población asimiló las costumbres y doctrinas propaladas por esta televisión que declinaron en una reacción en cadena.Retrospectiva chichaComo un tiempo de transición y enfriamiento chicha en la televisión, se replegó esta pseudotendencia a un solo espacio televisivo que recibió una teleaudiencia ansiosa por el morbo y el show del espectáculo: Magaly Te Ve.Para contrarrestar esta permanencia en la punta del sondeo televisivo, se buscó renovar la TV chicha con programas que calen en la sensación popular. Así nacen, "Dina, la lucha por un sueño" (premio ANDA 2004), "Misterio" de Aldo Miyashiro y "Chacalón, el ángel del pueblo" una producción de Michael Alexander que logró en su corta temporada (al igual que con Dina Paúcar) unos exorbitantes 37 puntos de rating, compitiendo en horario estelar contra el otrora líder del rating, la señora Medina.Para Alexander la denominación de "Creadora de bestias" (madre de los productos Beto Ortiz y Carlos Cacho) fue un término no adecuado. Aunque no reniega de sus éxitos pasados ahora ella traslada su talento con otra visión: "trato de hacer historias que son más trascendentes y que le hacen más bien al televidente que un programa donde se dice que fulano se emborrachó con mengano, u otro en el que por estrategia dices hoy te disfrazas de tal cosa porque así le vas a ganar en el rating al otro."

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