Tejer, destejer, retejer€¦ · punto A hacia un punto B. La lanzadera es como un barquito cuya...

6
profanos y grafiteros | 9 Tejer, destejer, retejer: metáfora y método en la práctica de la traducción Irlanda Villegas / Christopher Michael Fraga Imagen: La niña obrera, Joan Planella y Rodríguez, 1885

Transcript of Tejer, destejer, retejer€¦ · punto A hacia un punto B. La lanzadera es como un barquito cuya...

Page 1: Tejer, destejer, retejer€¦ · punto A hacia un punto B. La lanzadera es como un barquito cuya proa y popa son picudas, como si fueran la punta de un lápiz; recibe ese nombre porque

profanos y grafiteros | 9

Tejer, destejer, retejer: metáfora y método en la práctica de la traducción

Irlanda Villegas / Christopher Michael Fraga

Imagen: La niña obrera, Joan Planella y Rodríguez, 1885

Page 2: Tejer, destejer, retejer€¦ · punto A hacia un punto B. La lanzadera es como un barquito cuya proa y popa son picudas, como si fueran la punta de un lápiz; recibe ese nombre porque

10 | casa del tiempo

Esta es la historia de un ir y venir entre un texto fuente que busca erguirse en texto meta, en el contexto de la esperada compilación de la poscolonialista Gayatri Chakravorty Spivak, desde una universidad pilar en la academia estadounidense, una emblemática editorial mexicana cuya importancia no la salva de ser periférica, un osado traductor en Pennsylvania y una revisora audaz de la traducción en Veracruz, ambos un tanto subalternos. Nos referimos a An Aesthetic Education in the Era of Globalization.1 Sabemos que, según la propia Spivak, “en la traducción […] el sentido salta en el vacío espacioso entre dos lenguas” y “se hacen malabares con la retoricidad disruptiva”;2 este es el recuento metodológico de tales saltos al vacío.

christopher michael fraga: Detengámonos un momento en esta metáfora del “vacío espacioso” entre dos idiomas. ¿En qué consistiría tal espacio, tal grie-ta? ¿Cuál es la diferencia que distingue al español del inglés? ¿Es la misma que separa al español del francés, o al inglés del bengalí? Si brincar del español al francés, por ejemplo, no implica lo mismo que brincar del español al inglés, ¿qué hacemos los traductores con los espacios que separan unos idiomas de otros? ¿Cómo calculamos la distancia que hay que cruzar para pisar tierra de nuevo?

irlanda villegas: Esta es la historia de varios anhelos que se entrecruzan, en un marco, tal vez de madera, que bien puede ser un telar donde se entretejen ideas revisadas en las múltiples lenguas de Spivak: hindi, francés, inglés, ideas que buscan expresarse en una lengua que podamos leer los interesados en el poscolonialismo que habitamos en América Latina e, incluso, más allá.

1 El libro se publicó en español como: Una educación estética en la era de la globalización, trad. Christopher Michael Fraga con la colaboración de Irlanda Villegas y Gunther Dietz. unam/uam/ Palabra de Clío/udlap/ Siglo XXI Editores, México, 2017, 566 pp.2 “The Politics of Translation”, en Gayatri Chakravorty Spivak, Outside in the Teaching Machine, 1993.

Page 3: Tejer, destejer, retejer€¦ · punto A hacia un punto B. La lanzadera es como un barquito cuya proa y popa son picudas, como si fueran la punta de un lápiz; recibe ese nombre porque

profanos y grafiteros | 11

La figura del telar no se nos ocurrió a nosotros, sino que está ahí, en el tex-to spivakiano. Mi bisabuelo era rebocero en Jiquilpan, Michoacán. Cuando era niña, mi abuela Raquel —su hija— solía regalarme hermosos rebozos tornaso-lados cada vez que regresaba de su pueblo. Recuerdo que al ordenarme poner el mantel tejido a mano, mi madre siempre decía: “¡Fíjate bien cuál es el derecho!, no lo vayas a poner al revés”. Descubrir que la caída del mantel era distinta si me equivocaba, me llevó a entender que el “derecho y el revés” tenía bastante senti-do: al tacto y a la vista sí que era algo notorio. Quizá por ello, no me sorprendió tanto que Liliana Valenzuela, la traductora de Sandra Cisneros, definiera a la traducción como el “revés del bordado”: “nudos y retazos en hilos de colores […] no aparentes a primera vista, pero que se encuentran ahí de todos modos”. La ocurrencia de epilogar su traducción de Caramelo me pareció magnífica pues, a diferencia de Ryukichi Terao (traductor de Kensaburo Oe al español y de Carlos Fuentes al japonés), quien se inclina por la no intervención,3 comparto con Va-lenzuela la creencia de que algunas traducciones exigen ser comentadas y que vale la pena el tiempo dedicado a ello. Tal es el caso de la que nos ocupa. Cada texto nos dicta su manera de ser traducido. Esta aseveración es particularmente cierta en el caso del texto spivakiano cuya autora no sólo ha erigido un com-plejo sistema de pensamiento basado en un activismo individual y colectivo bastante autocrítico, sino que también ha reflexionado incansablemente acerca del acto mismo de traducir. En el salto al vacío, afirma Spivak en “The Politics of Translation”, “las orillas del tejido del lenguaje se aflojan, se deshilan en hebras, frayages o facilitaciones”. Recordemos que tales términos provienen de Freud y se refieren a la mayor o menor resistencia que se da en el proceso de excitación neuronal que, desde luego, preferirá un textil aflojado, deshilado, para trabajar con nuevos significados.

cmf: Si el acto de leer o escribir es un acto de tejer, el acto de traducir sería, en un primer instante, un intento de echar la lanzadera al revés. Es decir, traducir sería, en un primer instante, destejer. La figura de la lanzadera nos ofrece un ejemplo clarísimo de lo que quiero decir. Spivak la toma prestada de Derrida. Aparece en Glas (1974) que apenas se editó en una traducción al español, bajo el título Clamor. Al tomar este préstamo, la autora destaca que el movimiento de la lanzadera no se limita al territorio de un texto particular. No sólo es lo que teje una palabra a la siguiente dentro de los bordes de un texto, sino tam-bién lo que teje un texto a otro, para así dar forma a un intertexto y, más aún, para dar forma a ese megatejido dinámico que es un idioma vivo.

La palabra inglesa que estamos traduciendo como “lanzadera” es “shuttle”. Aparece varias veces en el libro de Spivak, pero tardé hasta el séptimo capítu-lo en percatarme que ella se valía de una metáfora textil, pues en el inglés la

3 Ryukichi Terao y Guillermo Quartucci en el Ágora de la Ciudad, Xalapa, Ver. Presentación dentro del Ciclo Palabra de Autor. 23 de agosto de 2014.

Page 4: Tejer, destejer, retejer€¦ · punto A hacia un punto B. La lanzadera es como un barquito cuya proa y popa son picudas, como si fueran la punta de un lápiz; recibe ese nombre porque

12 | casa del tiempo

palabra “shuttle” tiene varios sentidos. Sobre todo describe un movimiento, un ir y venir entre un lado y otro. Para alguien como yo, un joven que se impresionó cuando explotó el transbordador espacial Challenger en 1986, quizás el sentido más pertinente de shuttle era precisamente el de esa clase de nave que va y vie-ne entre la Tierra y destinos extraterrestres, es decir, entre el espacio “interior” y el “exterior”. Tal vez esta imagen nos hace concebir de otra forma el tipo de espacio que separa un idioma de otro. Uno es la Tierra y otro es la luna, pero las dos están entrelazadas en su rotación gravitacional.

La palabra francesa que Derrida emplea en la versión original de Clamor es “navette”. Explica el filósofo, “La navette es […] la palabra indispensable. […] Se trata de un pequeño recipiente de metal en la forma de un navío […]. Enseguida la navette del tejedor. Él la echa a correr. Va y viene, tramada en una cadena. La trama está en la navette”. Antes de echar la lanzadera de nuevo, quiero detenerla para repetir: “La navette [o la lanzadera] es la palabra. […] La palabra —la navette [o la lanzadera]— es indispensable”. Lo que va y viene en medio del intertexto, lo que se mueve entre Derrida y Spivak, son palabras. Irlanda y yo, al traducir a Spivak, tenemos que ir y venir entre su texto y los demás textos entre los cuales está tejido. La palabra navette corrió como una lanzadera: se fue de Derrida a Spivak. Luego la palabra traducida se fue del inglés de Spivak al español de sus traductores. Pero para traducirla, nosotros tenemos que echarla a correr al re-vés. Tenemos que ir de Spivak a Derrida, del inglés al francés, para encontrar el sentido más adecuado de la palabra shuttle. Para llegar a la lanzadera, tenemos que ir del shuttle a la navette, destejer el texto y seguir los hilos del intertexto.

iv: Cuando vi por vez primera cómo funciona la lanzadera en un telar, lo que más llamó mi atención fue su forma de nuez partida a la mitad y no pude evitar recordar a Hamlet: “Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito”. Como dice Christopher: Spivak desteje los textos que lee, los textos que vive, para retejerlos articulando sus propias teorías, sus postulados. Añado: nosotros, en tanto traductores, estamos circunvalados por el texto de Spivak, pero desde esa pequeña nuez nos sentimos reyes del vasto espacio que ella nos invita a ocupar en el acto más íntimo posible de lectura.

Adentro de esa especie de nuez hay un palo horizontal alrededor del cual se han enredado hebras de un solo grosor y tipo, formando una suerte de elipse a cuyos extremos se permite el movimiento brusco, rápido y certero, desde un punto A hacia un punto B. La lanzadera es como un barquito cuya proa y popa son picudas, como si fueran la punta de un lápiz; recibe ese nombre porque li-teralmente la lanzas, de derecha a izquierda (imagino a mi bisabuelo lanzando el fulguroso morado de mi rebozo de niña), bajo los hilos ya enmarcados en el telar de madera para introducir un nuevo y delgado filamento en esa trama pre-viamente montada sobre el marco de madera, una suerte de escenario para este nuevo actor: la lengua translatese de la que ya hablaba Cortázar (La vuelta al día en ochenta mundos). Esa intrusión en el “cruce de la trama que es la lanzadera”, como

Page 5: Tejer, destejer, retejer€¦ · punto A hacia un punto B. La lanzadera es como un barquito cuya proa y popa son picudas, como si fueran la punta de un lápiz; recibe ese nombre porque

profanos y grafiteros | 13

lo define un tejedor artesanal, altera “la calada”, es decir, el conjunto de hilos más monótonos, más gruesos, que constituyen el conjunto mayoritario del tejido.

cmf: Derrida planteó que las palabras están tramadas en una cadena. Lo vemos claramente en la palabra navette, con sus conexiones etimológicas a una serie de palabras afines: navette se encadena, por ejemplo, con la palabra naviguer y con todo lo derivado de la raíz latina navis, o nave. En inglés la palabra naviga-te también deriva de esta raíz, y de hecho el Oxford English Dictionary sí registra la palabra navette, pero con otro sentido por completo. La etimología de shu-ttle, según el mismo diccionario, viene del étimo germánico skut-, que a su vez se encadena con palabras como shoot (disparar), shut (cerrar) y scoot (deslizar-se). Parece que la palabra schooner, que se refiere a un tipo de barco semejante a una goleta, no tiene nada que ver con esta genealogía, sino que más bien era un invento neoinglés del siglo xviii.

Sin embargo, vemos que, pese a sus etimologías distintas, el shuttle de Spivak sí logró retener tanto el sentido del vaivén como el sentido textil de la navette de Derrida. Es más, navette también se usa en francés para referirse a los transbordadores espaciales. Cuento por lo menos tres sentidos en que shuttle se traslapa con navette. Así, vemos que, pese a la historia compartida que vincula la lengua francesa al español, la rama etimológica que deriva en el sentido tex-til de navette no da como resultado las mismas asociaciones que en el caso de la naveta española, la cual puede referirse a un incensario o a un monumento megalítico que se encuentra en Menorca. De acuerdo con la Real Academia Es-pañola, lo que vincula la naveta (en sus dos sentidos) a la nave no es más que su forma visual: tanto el incensario como el monumento se asemejan a un barco. Podríamos observar que los botafumeiros católicos sí oscilan de acá para allá, pero creo que resulta obvio que esta imagen del “botafumeiro” se desvía del sentido de navette o del de shuttle.

Resulta que, no obstante las distancias etimológicas, el espacio semántico que separa shuttle de navette es más pequeño que el que separa navette de nave-ta. Para enmarcar esta observación con la metáfora que estamos desarrollando aquí, traducir se vuelve destejer en otro sentido: además de destejer un texto para devolverlo al intertexto del cual surge, hay que destejer la lengua misma en que el texto está escrito.

iv: Algunos tejedores incluso danzan sobre los pedales de sus precarias má-quinas fabricadas con simples tablones, escuchan música al tejer, se mueven rítmicamente mientras crean grecas y formas caprichosas a partir de flexibles hebras. Mientras trabajaba con el libro, no pocas veces me imaginé danzando con Christopher, tratando de seguir sus pasos, de captar la melodía que inspi-raba y exhalaba, el tempo marcado por el fluir de una música que proviene desde Spivak. No digo —para nada— que el discurso spivakiano sea dúctil, por el contrario, es reacio, difícil de diseminar.

Page 6: Tejer, destejer, retejer€¦ · punto A hacia un punto B. La lanzadera es como un barquito cuya proa y popa son picudas, como si fueran la punta de un lápiz; recibe ese nombre porque

14 | casa del tiempo

Imaginaba su voz: las pausas orales y el tono de su dicción son mucho más claras de lo que lo son sus escritos veloces, voraces, desparpajados: esos largos paréntesis, las digresiones casi sternianas sin las que la idea principal apenas se sostiene. Me imaginaba en una danza compleja con todos los actores del libro: editores, el traductor principal, yo, como traductora-revisora, Gunther Dietz como consultor temático, María Oscos como la lectora ideal-editorial de un texto en producción. Un baile donde los programas Word, Excel, los globitos de comen-tarios, las notas de autora, las de Christopher y las mías, todos esos elementos tenían que intervenir. Esa danza donde los acentos y los cambios de pieza los po-nían las indispensables consultas bibliográficas, las revisiones de textos originales y en traducción de Spivak, la búsqueda frenética de pistas aquí y allá…

Recordaba entonces que el telar tradicional ha quedado tan sólo en un re-cuerdo de antaño y pensé en la lanzadera como obsoleta o contraproducente. Y, sin embargo, Spivak la invoca, la trae al primer plano y nos obliga a trabajar con fibras, violentamente, con ímpetu, dentro de ese ritmo marcado por la perplejidad que causan sus hipótesis, sus (des)esperanzas, ese obligarnos a ir y venir entre expe-riencias y deconstrucciones: “cada acto de comunicación es un poco del arriesgado deshilarse que lo revuelve todo de cierto modo” (“The Politics of Translation”).

Sé por YouTube que en Chile aún queda algún telar de lanzadera industrial, marca Picañol (Bélgica, 1965) y que lo consideran una reliquia. Dicen también que fue John Key quien inventó la primera máquina capaz de producir a nivel fabril en 1733. No puedo dejar de preguntarme qué tan artesanalmente tra-ducimos Fraga, Villegas, Dietz, Oscos y su equipo. Seguro a momentos somos artesanos, pero en otros, también somos fabricantes en serie (la propia Spivak es implacable en términos de producción), aunque tal vez jamás lleguemos —y eso me causa cierto orgullo— al frenesí de la traducción a tontas y a locas que exige no la globalización intelectual pero sí los imperativos de una globalización comercial (Javier Calvo, El fantasma en el libro. La vida en un mundo de traduccio-nes). La escritura de Spivak jamás lo permitirá y sus editores, en cualquiera de las lenguas a la que sea traducida, tendrán que reconocerlo. Spivak encontrará a sus traductores en el momento adecuado, con la disposición necesaria para reco-nocer la importancia de hacer pasar su obra, de “decir casi lo mismo” (Umberto Eco, Decir casi lo mismo. Experiencias de traducción), que ella en otros contextos, para que los lectores interesados en su pensamiento hagan “como si” (Volpi, Leer la mente) lo que estuvieran leyendo es ese mundo spivakiano, cuando enfrenten ese mundo del translatese zurcado por la lanzadera Fraga-Villegas.

cmf: Hemos argumentado que traducir es destejer en un primer instante. Al destejer la palabra shuttle llegamos a navette, y al destejer las etimologías de las dos palabras llegamos a la conclusión de que no pudimos traducirla como na-veta. Llegamos a una aporía. Para salir de aquí tenemos que tomar en cuenta que traducir, en un segundo instante, se convierte en retejer. Para realizar la traducción, hay que echar la lanzadera de nuevo.