Cada grupo tenía que traer a la mesa 20 problemas cotidianos.
Problemas tan mundanos como olvidarse las llaves dentro del auto, o no encontrar el
control remoto, u olvidarse cuándo cambiar el aceite del auto. En fin, cosas con las que
todos podíamos relacionarnos.
De los 20 problemas cada grupo tuvo que elegir 5.
Y luego describir el contexto de esos 5 problemas: a quién es más probable que le suceda, dónde, en qué momento del día, qué factores suelen entrar en juego para que se
genere cada problema.
Hasta ahí seguíamos todo bien.
Cada grupo era dueño de su trabajo.
Pero como no podía ser todo tan lindo y aburrido…
…una vez que cada grupo terminó de armar el contexto de sus 5 problemas vino la parte
interesante:
Cada grupo tuvo que pasarle sus 5 problemas y sus contextos al siguiente grupo.
La primera vez no dolió tanto, porque aún no teníamos nada concreto, solo reconocimos
problemas pero aún no nos metimos con las soluciones.
Soltar no fue tan difícil.
Pero la siguiente tapa ya se complicó la cosa.
Cada grupo tuvo que elegir 2 problemas de los 5 que recibieron.
Y pensar 3 posibles soluciones o caminos para cada problema.
Pero de nuevo llegó el momento de soltar, y pasarles esos 2 problemas con sus posibles
soluciones al siguiente grupo.
Esta vez ya no fue tan fácil soltar, uno se encariña con sus ideas.
Finalmente, cada grupo tuvo que elegir un problema/solución y desarrollarlo para
presentarlo frente a toda la clase.
Salieron tres ideas que gustaron a todos, que de publicidad tenían poco y nada, que buscaban solucionar problemas
reales de la gente.
Ideas útiles.
Luego de esta experiencia nos planteamos varias preguntas:
¿Se puede saber de quién fue cada una de estas ideas?
¿Podríamos reconocer cuál fue la dupla que trabajó en esto?
¿O quién fue el director creativo?
La respuesta a estas preguntas es totalmente irrelevante.
Cada grupo fue independiente.
Ni una voz más importante que la otra.
Todos los grupos se auto gestionaron.
Pero al mismo tiempo, todos los grupos trabajaron sobre el trabajo de otros grupos.
Todos colaboraron.
¿Para qué sirve toda esta experiencia?
Para darnos cuenta que la misma estructura que venimos usando hace
50 años ya queda corta.
Porque no estamos tratando de maquillar problemas de las marcas.
Y crear discursos que no interesan a nadie.
Estamos buscando solucionar problemas de la gente.
Lo cual requiere otra manera de trabajar.
Otra manera de encarar los problemas.
Porque las ideas interesantes nacen de problemas interesantes.
Tecnología al Servicio de las Marcas y Marcas al Servicio de la Gente intentó
ser un vistazo al futuro.
Pero tratando de dejar en claro que el futuro ya está acá, solo que aún
no está bien distribuido.
Ya depende de cada uno el elegir vivir en el tiempo que quiera.
Las herramientas para crear hoy están mucho más democratizadas.
Lo que hace solo unos años era considerado imposible hoy es cosa de todos los días.
Como dicen algunos: Ciencia ficción es ficción por poco tiempo.
Si tuviera que elegir una sola cosa para anotar de estas 8 clases sería
una frase hecha y que además suena trillada:
La persona que quiera HACER va a encontrar maneras de hacerlo…