Tecnoautobiografía: Viaje al baúl de los recuerdos

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TECNOBIOGRAFA

Viaje al bal de los recuerdos

Viaje al bal de los recuerdos

Nac un soleado da de enero del ao 69, unos meses antes de la llegada del hombre a la Luna, y desde entonces, mi vida ha estado rodeada de tecnologa. Una tecnologa ms o menos sofisticada, ms o menos moderna, pero ah ha estado siempre. Empezando por la cuna de Hospital, o por la magia que representa el hecho de inventar un sol en el interior de una habitacin mediante un interruptor, o por el lenguaje o las nanas de una madre que mira embelesada a su hijo...

Cuando nos hablan de tecnologa, rpidamente, como activado por una especie de resorte oculto, nos vienen a la mente ordenadores, telfonos mviles de ltima generacin, vehculos con nuevos dispositivos de seguridad, naves espaciales... imaginamos una tecnologa que acaba de aparecer, lo ltimo de lo ltimo. Pero el agua corriente, la luz, el techo que permite que no nos mojemos cuando llueve, cuentos, libros e historias que permiten viajar a lugares donde nunca has estado, un lpiz, una silla, la partitura de una cancin que ensayarn despus mi padre o mi hermano, una radio, vasos, platos, camas, ropa, jabn, puertas y ventanas, los colores de una camiseta de un club de ftbol, lenguaje... tambin son tecnologa. Todos estos tipos de tecnologa y tantos otros que ahora no recuerdo forman parte de mi existencia desde siempre.

Viaje al bal de los recuerdos

An recuerdo, como si fuera hoy, el descubrimiento del interruptor por mi parte. El click, click, click que haca que la luz se encendiera y se apagara, y otra vez, y otra ms...

Neeeeeeeeeen se oa desde el comedor. Era la voz de mi madre, cargada de paciencia, pero con ese tono que denotaba un estate quieto de alarma. Si esto no es tecnologa simblica...El nen de mi madre o de mi padre tenan mltiples formas, y segn la entonacin, volumen, cadencia... queran decir unas cosas u otras. A veces, acababan con sonrisas... a veces, con la rpida acusacin por mi parte ha comenat ell, sealando a mi hermano. Tecnologa simblica en estado puro.

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Como tambin eran tecnologas los violines o los saxofones de mi padre. Recuerdo que cuando era pequeo el sonido del saxo me asustaba... pero el violn, tena un algo especial que enredadaba mi alma, que la ataba y la soltaba. Recuerdo haber llorado, pequeo como era, de emocin al escuchar alguna pieza interpretada por mi padre.

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Creo que tampoco debera dejar fuera de esta especie de biografa la bicicleta, esa compaera de juegos. La ma era de la marca BH, verde, y a diferencia de las modernas bicicletas de hoy, ni tena marchas, ni suspensiones... y pesaba una tonelada. Pero tena sus ventajas: se poda llevar sin tener que ponerte ni un casco ni las ridculas rodilleras y coderas que las de hoy llevan. No eran ni de carretera ni de trial, ni de Btt, ni mountains... eran bicis, y podas hacer lo que te diera la real gana con ellas. Despacio, rpido, por agua, saltar... y pegarte unas castaas del quince (mi rodilla an tiene la cicatriz de un freno clavado). Pero lo mejor era que en la parte de atrs, llevaba una especie de soporte donde podas llevar a amigos y a amigas... era todo un ritual social.

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O un baln... sea como fuere ste, hecho con bolsas de plstico o con papeles, de cuero o de goma, o incluso con piedras... bastaba que alguien dijese de hacer un partido para que nos pusisemos a jugar como si estuviramos en el Camp Nou... imaginacin no nos faltaba.

O los cuentos y despus las novelas. Desde los Mortadelos al Asterix, pasando por el El Corsario Negro o Robinsn Crusoe. O buscar en enciclopedias como El por qu de las cosas respuestas a preguntas curiosas. O las interminables colecciones de cromos, o los fascculos... Todo eso tambin forma parte de mi historia.

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La radio y la televisin tambin forma parte de mi infancia. Con la radio se escuchaba casi siempre el programa Protagonistas, y el seor Casamaj...no entenda nada de lo que decan, pero era agradable escucharlo. Y la televisin, qu distinta era. Era en blanco y negro, solo tena dos cadenas y no tena mando a distancia. Las dos cadenas eran la normal, la buena (de hecho no tena ni nombre, solo se nombraba a la otra por contraposicin), y la otra que era el UHF. A los chavales de entonces no nos dejaban verla mucho. La verdad es que pocas cosas recuerdo de su programacin, salvo los payasos de la tele y su Cmo estn ustedes? (Gabi, Fofo, Fofito y Milikito), y un tiempo despus, las sobremesas de los sbados y los domingos con Mazinger Z, Marco o Heidi... Los dibujos animados empezaban a enamorarnos. Y cmo no mencionar a Flix Rodrguez de la Fuente, y su programa El Hombre y la Tierra?. Nos quedbamos embobados viendo las aventuras de ese pequeo mamfero roedor o ese magnfico animal: el lobo... Cmo llor su prdida, y la de Fof. Durante un tiempo no pude escuchar la cancin de Enrique y Ana Amigo Flix sin que unas lgrimas, nada simblicas, rodaran por mis mejillas.

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Recuerdo una tecnologa simblica dentro de otra tecnologa simblica que a su vez estaba integrada en otra tecnologa: Los rombos. Seal que avisaba a los padres y nios que el contenido que viene a continuacin no era apropiado para menores... y que nosotros entendamos con un sencillo, inevitable e innegociable a la cama.

Muchos aos despus, apareci Tv3, y fue muy extrao oir hablar en cataln por la tele, aunque lo ms extrao fue escuchar a J.R. llamar meuca a la Sue Ellen, o que los disparos haban afectado la melsa de J.R.... recuerdo las risas que haba con mis tas, porque de toda la vida, la melsa era lo que se compraba para que comieran los gatos.

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Ms o menos por aquella poca, aparecieron por mi pueblo las primeras maquinitas de marcianitos, con el juego de los marcianitos (nunca supe como se llamaba), y poco despus el de las moscas. Descubr la manera de jugar sin pagar con un magik click (aparato tecnolgico sin igual que se usaba para encender el fuego en lugar de cerillas). Evidentemente, los grficos y argumentos de esos juegos no tienen nada que ver con los modernos Call of duty, por ejemplo, pero nos dieron tardes divertidsimas.

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Utilizaba el tren y el metro con frecuencia, completamente solo, para pasar el fin de semana con mis tos. Y tampoco eran como ahora. El concepto de no fumador no exista an, y la gente fumaba no slo en los andenes o estaciones, sino tambin en el interior del metro o del tren... yo tambin. Se fumaba en todas partes, incluso en los hospitales o en los cines durante las proyecciones... haba una mirada diferente en lo relativo al tabaco, y no me refiero slo a una permisividad, es que incluso estaba bien visto (las vueltas que dan las mentalidades).

Y fui creciendo. Con catorce aos me dieron la primera beca y me fui de casa de mis padres (desde entonces, miro de espabilar solo) a estudiar a Tarragona. Los trenes y autobuses se convirtieron en elementos inseparables del paisaje de mi adolescencia, como tambin lo fueron los hornillos de alcohol, los tickets para comer o cenar (simblicos ellos), y las cartas: Remigio, Pker, la mona, el siete y medio, solitarios... anda que no dieron de s en tardes lluviosas.

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Ah descubr que las cintas de cassette se rebobinaban mejor con un boli bic, aparte de no gastar las pilas del radiocassette. Y que los vinilos se llamaban o singles, maxisingles o L.P. en funcin de si era un tema sencillo, o su versin larga, o un lbum entero, respectivamente. Aparecieron los primeros walkman.

Los trabajos de instituto los presentbamos hechos a mquina (con mquina de escribir), ya usbamos calculadoras cientficas y descubrimos qu era un mechero bunsen en los laboratorios de qumica.

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Los coches haban cambiado, de los seiscientos o seat 124 de mi padre se haba pasado a vehculos tan deportivos y sofisticados como el Renault 5 turbo de los amigos.

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Pero todo empez a cambiar vertiginosamente. Si bien a lo largo de mi vida he ido asistiendo a una creciente sofisticacin y presencia de las tecnologas, en un momento dado, sin poder precisar cundo, empez a nacer el miedo interior a quedarse fuera, a no comprender, junto con una enorme curiosidad.

Tarjetas de crdito, ordenadores, mviles, televisin de pago, libros electrnicos, formatos, mp3, Cds y Dvds, cmaras digitales y mandos a distancia, coches con gps, microondas, escner e impresoras, cajeros automticos, webcam, internet... Estas tecnologas, junto con otras, aparecieron en un breve lapso de tiempo.

Como he dicho, en parte por no quedarse fuera, en parte por curiosidad de explorar nuevos caminos, o sencillamente, porque la nueva alternativa ofreca ms comodidad y rapidez, trat de adaptarme. Renovarse o morir, en mi caso, y en el de mi generacin fue adaptarse o morir.

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Intentamos publicar una nueva revista de filosofa en la facultad, El Nuevo Topo (slo conseguimos publicar un nmero 0). Ninguno del grupo tena verdadera experiencia con ordenadores ni con sus programas. Y con toda la ilusin del mundo, con un ordenador que nos dej la facultad y cincuenta mil disquettes de 5 y que guardaban 12 programas... empezamos a conocer el mundo del Wordperfect

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No, no tenamos miedo de la tecnologa en s, ni de no ser capaces de dominarla. Quiz el miedo que pudiramos tener (aunque nunca verbalizado) es el quedarnos fuera por no tener acceso a ello. No eran para nada productos asequibles... Hasta que no lleg el mundo de los ordenadores clnicos y la invasin que realizaron por todos los locales de la calle Seplveda y alrededores, eran tecnologas reservadas a unos pocos privilegiados.

Recuerdo conversaciones de bar, mientras tratbamos de comprender qu era internet, cmo funcionaba, qu era un mdem... sin tener acceso fsico a nada de ello. De forma puramente imaginativa... cuando pudimos, nos metimos dentro de ese mundo de cabeza.

Telefnica, que tena el monopolio del acceso a internet, facturaba por minutos de conexin. Unos precios carsimos, si adems tenemos en cuenta que las velocidades de conexin eran lentsimas, entenderemos el sobrenombre que se le dio a la compaa: Timofnica. Pero eso no impidi para que se empezaran a usar los primeros correos electrnicos, los primeros foros, los primeros chats.

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Nos describieron como la generacin del cambio, como una generacin que ha visto los cambios inmerso en los mismos, desde dentro. Ni como espectadores (la anterior a la ma) ni sumergidos ya en los nuevos tiempos (la siguiente)... la vi cambiar en primera persona, y como el resto, me adapt. Es quiz lo que define mejor a mi generacin, la capacidad de adaptacin. Podemos vivir con o sin internet, con o sin mvil, con o sin ordenador, con o sin tarjetas... porque hemos vivido de las dos maneras. Pero hay que evitar caer en la castracin del concepto tecnologa. Si no delimitamos su significacin hacia esas formas ms ltimas y sofisticadas que he sealado anteriormente, dando tambin el pertinente estatus de tecnologa a una silla o la electricidad (como si no fueran tan importantes como pudiera ser un satlite,por ejemplo...), comprenderemos la afirmacin que nadie podra vivir sin tecnologa, al menos de forma civilizada. Y si alguien insistiera, a pesar de la definicin amplia del concepto, en que la tecnologa es algo absolutamente prescindible, le dira que echase un vistazo a lo que ocurri en New York, del 13 al 14 de julio del 77. Nuestra sociedad, nuestra civilizacin depende ms de lo que estamos dispuestos a aceptar de la tecnologa.

Adaptarse o morir...

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Soy de los pocos supervivientes a este lado de la tarima, de la generacin que vea en el bolgrafo bic el aparato tecnolgico ideal para rebobinar las cintas de casette; que vio nacer y morir el sistema 2.000 en medio del VHS y del sistema beta, que vio nacer los "commodore", los "amiga" y los "spectrum". Soy de la generacin del "boli bic de cuatro colores. Fui de los primeros en jugar a las mquinas de marcianitos; fui de aquellos a quienes nos decan que si no aprendamos "basic", "cdigo mquina" o binario nos quedaramos fuera del mundo que vena... y tambin fui de aquellos que se rean cuando veamos a un "fantasma" con uno de los primeros mviles en la mano, inconscientes de lo que se estaba gestando, de lo que estaba por venir... La frase tpica que todo el mundo pronunciaba a que no sabes desde dnde te llamo? cuando le instalaban la lnea de telfono en casa ha dejado de tener sentido alguno.

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Yo me adapt, es cierto, como tantos y tantsimos otros. Hace mucho que ni compro un peridico ni miro la televisin (se ha convertido en una gran pantalla para mi ordenador desde el que ver series o conciertos), no tengo "lnea de telfono fija", ni me llegan recibos ni facturas en papel. Uso las redes sociales y el 70% de mis compras las hago a travs de la red... pero no quiero dejar mi humanidad.

Sin querer hacer una apologa del hombre silvestre, y aunque me guste mucho la naturaleza, yo no vivira en la copa de un pino. Pero hay extremos, y desgraciadamente las tecnologas y las nuevas redes sociales tienen algo de impersonal, algo que hace pagar un cierto precio en lo social.

Hasta no hace mucho, apropiarse de lo tecnolgico era un gesto de estatus social. Tener lo ltimo conllevaba automticamente la envidia del otro. Pero eso ha cambiado, ahora ya no se posee la tecnologa, sino ms bien al contrario: La tecnologa puede poseerte a ti.

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Con frecuencia veo mviles que llevan pegadas personas a ellos. Grupos de personas que comparten mesa, comparten cena, pero ni siquiera se miran... los mviles y las redes sociales han adoptado cuerpos humanos. No miran alrededor, solo reaccionan a los destellos de una minscula pantalla, para mover los dedos de forma compulsiva con cara de nada.

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Por mucho que reconozca lo importante y vital que han sido las tecnologas en mi vida, no quiero renunciar a mi derecho de ser ser humano, ser natural. Mi derecho a emocionarme ante la mirada de un nio, o rer con las carcajadas de un beb. Reclamo mi derecho al placer de ver una puesta sol, o sentir en mi piel una lluvia de verano, el calor de unos labios o la suavidad al tacto de unos cabellos. De sentir la ternura en una mirada, de emocionarme con unos primeros pasos, de flotar en el mar o de quedarme embobado mirando las estrellas.

Viaje al bal de los recuerdos

Reclamo mi derecho a sentir.