Te cuento150 historia

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Recopilación de 150 cuentos para pensar y emocionarse. Edición Octubre de 2006 Córdoba, Argentina

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Recopilación de 150 cuentos para pensar y emocionarse.Para usar en la clase de religión o labor pastoral.

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Recopilación de 150 cuentos

para pensar y emocionarse.

Edición Octubre de 2006

Córdoba, Argentina

Indice

1. Estaba escrito 1 2. La mejor entrevista 2 3. El vendedor estrella 3 4. El circulo del noventa y nueve 4 5. El sabio y el niño 7 6. Carta de un padre a su hijo 8 7. Dios hace todo para mejor 10 8. Un amigo fiel 12 9. Eddie and Michael 14 10. !Amor verdadero! 16 11. El gran debate 19 12. El placer de enseñar 21 13. El portero del prostíbulo 23 14. Un Ángel 27 15. Amar es darse todo 28 16. Su nombre era Fleming 29 17. Este es Jim reportándose 30 18. La pregunta más importante 31 19. Auxilio en la lluvia 32 20. Los obstáculos en nuestro camino 33 21. Donando sangre 34 22. El hijo 35 23. El Amor Verdadero 37 24. No todo es como lo vemos 39 25. El andinista 40 26. Jerry 41 27. Hermanos 43 28. Los problemas del Mundo 45 29. El Verdadero Valor del Anillo 46 30. Una hermosa historia de amor 47 31. Mi nombre es Alberto 48 32. La cajita dorada 50 33. Un vaso de leche 51 34. Una amistad de la secundaria para recordar 52 35. La puerta 54

36. El milagro de la canción 55 37. La ciudad de los pozos 57 38. Mil perritos 59 39. La actitud de una mula 60 40. ¿Ya fuiste al barbero? 61 41. ¿Cuanto ganas por hora? 62 42. Su nombre era la señorita Thompson 63 43. Un grupo de ranas 66 44. El sueño de María 67 45. La vaquita 68 46. Historia de un ángel 69 47. Reflejo de la vida 70 48. El anillo 71

49. ¿Qué eres? 73 50. La paz perfecta 74 51. Aprender a volar 75 52. El buscador 76 53. Naranjas al Personal 78 54. Un recurso valioso 79 55. Un cumpleaños muy especial 80 56. El corazón perfecto 82 57. El árbol confundido 83 58. Damón y Pitias 84 59. El heredero 86 60. ¿Dónde escondieron La Felicidad? 88 61. Los tres ancianos 89 62. Virtudes Choice 90 63. La vasija agrietada 93 64. ¡Gracias, Emilia! 94 65. La mentira descubierta 95 66. Se buscan profesores 96 67. Hola amigo 98 68. El árbol de los problemas 100 69. A quién estás cargando aún? 101 70. La llamada de un Amigo 102 71. El cachorro 103 72. Dar tiempo al tiempo!!! 104 73. El único recuerdo que permanece 105 74. La más bella flor 106 75. Las tres pipas 108 76. Carta para Ruth 109 77. El Violinista 111 78. Hoy tengo que jugar 112 79. Cómo templar el acero 114 80. Que bello es vivir 115 81. Estaba seguro de que vendrías 116 82. Los tres consejos 117 83. El Rey Arturo 120 84. El eco de la vida 122 85. El Elefante Encadenado 123 86. ¿Dónde están sus muebles? 124

87. Rescatando una Estrella 125 88. La asamblea de herramientas 126 89. Ahora lo Entiendo 127 90. La Canasta Vacía 128 91. Sensibilidad 130 92. El Sabio y el Rey 131 93. El segundo traje 132 94. Las herramientas del diablo 134 95. Vive como creas que es mejor 135 96. Todos somos iguales a los ojos de Dios 136 97. Fe verdadera 137 98. La pintura de la santa cena 138 99. Aprende a escuchar los susurros 140

100. Buen ejemplo de utilidad 141 101. Buen ejemplo de humildad 142 102. Raíces profundas 143 103. Delante de Dios 145 104. El jorobado 146 105. El ruido de la carreta 148 106. Cosas de chicos 149 107. Los tiempos difíciles 150 108. Vivir como las flores 151 109. El naufragio 152 110. Un astrólogo muy ingenioso 153 111. Un interrogatorio insólito 154 112. El León y el Mosquito luchador 156 113. El sentido de Contar 157 114. Soltar plumas 158 115. La historia de Tres Pequeños Arboles 159 116. Pesebre de amor 161 117. Sábanas 162 118. Descubriendo el verdadero miedo 163 119. Las cucharas 165 120. Confrontación 166 121. El todo en todo 167 122. Un vaso con agua 168 123. Afila tu discernimiento 169 124. El mendigo que confesó a Juan Pablo II 170 125. El florero de porcelana 171 126. Comparte tu maiz 172 127. No te rindas 173 128. El Apariencias 174 129. Gente de Campo 175 130. La actitud interior 176 131. El pescador satisfecho 177 132. Venciendo el desánimo 178 133. El mercader y los camellos 180 134. La Escalera 181 135. Hay una ratonera en la casa 182 136. El Hachero 183 137. La brasa solitaria 184

138. El Secreto de la Felicidad 185 139. Aprendiz de Samurai 188 140. El Examen 193 141. Vendo Casa 194 142. ¿A quien pertenece el obsequio? 195 143. El Frasco lleno 196 144. Las Nueve Vacas 197 145. El Rey y el Pobre 200 146. La naturaleza es así 202 147. El hielo roto 204 148. La silla 205 149. El rey de casi-todo 207 150. Ángeles en el callejón 208

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Estaba escrito

Un acaudalado hombre de negocios salió de su oficina. Al dirigirse a

su automóvil, donde lo esperaba su chofer, tropezó con una figura alta y encapuchada. El millonario, irritado, miró a su alrededor y vió que aquella

figura lo contemplaba con asombro. Entonces el enojo del hombre dio paso al horror cuando se percató que estaba observando el rostro de la Muerte, y supo que si no escapaba moriría. Corrió a su auto y le ordenó al chofer que lo llevara lo más rápidamente al aeropuerto, donde alquiló un jet. El aparato voló toda la noche y, tras aterrizar, el hombre de negocios pidió un helicóptero para trasladarse a las regiones más recógnitas de las montañas. Por último contrató a un guía para que lo condujera a un valle remoto y, cuando amaneció, se internó arrastrándose en la oscuridad de una caverna. La Muerte nunca me encontrará aquí, pensó, y comenzó a relajarse. En ese instante, un dedo huesudo le dio unos golpecitos en el hombro. “Felicidades”, dijo la helada voz. “Estaba escrito que nos encontraríamos en esta caverna hoy, al despuntar la aurora. Por eso me sorprendí tanto anoche al verte en el otro lado del mundo. Pero veo con gusto que, si bien con los minutos contados, acudiste a nuestra cita”.

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La mejor entrevista

Una vez un hombre muy afortunado había conseguido la mejor

entrevista de su vida: iba a entrevistar ni más ni menos que a Dios. Esa tarde el hombre llegó a su casa dos horas antes se arregló con sus mejores ropas, lavó su automóvil e inmediatamente salió de su hogar. Manejó por la

avenida principal rumbo a su cita, pero en el trayecto cayó un aguacero que produjo un embotellamiento de tránsito y quedó varado. El tiempo transcurría , eran las 7:30 y la cita era a las 8:00 horas. Repentinamente le tocaron el cristal de la ventanilla y al voltear vió a un chiquito de unos nueve años ofreciéndole una caja llena de alfajores. El hombre sacó algún dinero de su bolsillo y cuando lo iba a entregar al niño ya no lo encontró. Miró hacia el suelo y ahí estaba, en medio de un ataque de epilepsia. El hombre abrió la puerta e introdujo al niño como pudo al automóvil. Inmediatamente buscó salir del embotellamiento y lo logró, dirigiéndose al hospital más cercano. Ahí entregó al niño, y después de pedir que lo atendieran de la mejor forma posible, se disculpó con el doctor y salió corriendo para tratar de llegar a su cita con Dios. Sin embargo el hombre llegó diez minutos tarde y Dios ya no estaba. El hombre se ofendió y le reclamó al cielo: - Dios mío, te has dado cuenta, no he llegado a tiempo por el niño, no me pudiste esperar. ¿Qué significan 10 minutos para un ser eterno como tú? Desconsolado se quedó sentado en su automóvil; de pronto lo deslumbró una luz y vió en ella la carita del niño a quien auxilió. Vestía el mismo suetercito deshilachado, pero ahora tenía el rostro iluminado de bondad. El hombre, entonces, escuchó en su interior una voz: - Hijo mío, no te pude esperar y salí a tu encuentro.

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El vendedor estrella

Resulta que hay un vendedor en su primer día de trabajo en una

tienda de artículos varios, cuando termina el día, su jefe le pregunta como le ha ido con las ventas, a lo que el noble vendedor responde: pues muy bien... hice una sola venta!

Cómo?, Una sola venta? Pero si el promedio de ventas es de 30 o 40 por día! Si, pero la venta fue de 300.000 dólares! 300.000 dólares? Y que vendiste Bueno, mire... Resulta que primero le vendí un anzuelo chiquito, un anzuelo mas grande y uno de esos todos coloridos... pero le dije que tan buenos anzuelos merecían una caña buena... así que le vendí dos chicas y una enorme, también le vendí la carnada, y como todo eso no lo iba a llevar en la mano le vendí también una hermosa valija para los artículos de pesca. Como estaba medio nublado le dije que no se descuidara de la lluvia por lo que el hombre decidió comprar también, un par de botas, un capuchón de lluvia y todo un conjunto impermeable, nos pusimos a hablar y tampoco tenía linterna ni radio por lo que también se llevo eso... le pregunte que donde pescaba y me dijo que le gustaba la pesca de mar... y le ofrecí el bote con motor fuera de borda... que también compro..... cuando se iba me dijo: Pero este bote me va a rayar todo el auto! Entonces le ofrecí una Land Rover 4x4 que le encanto... como iba a estar en el bote y el auto le quedaba en el puerto le instalamos un equipo de seguridad de ultima generación... y como la pesca era mar adentro también decidió llevarse unas cuantas redes! El jefe atormentado le dijo: Y todo eso se lo vendió porque vino a comprar un par de anzuelos? ¿Anzuelos? No, el tipo vino a comprar toallas femeninas "Siempre Libre" y entonces yo le dije: Ya que se te arruino el fin de semana... ? Por que no te vas de pesca?

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El circulo del noventa y nueve

Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente, que como

todo sirviente de rey triste, era muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey cantando y tarareando alegres canciones de juglares. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para

con la vida era siempre serena y alegre. Un día el rey lo mandó a llamar. - Paje -le dijo- ¿cuál es el secreto? - ¿Qué secreto, Majestad? - ¿Cuál es el secreto de tu alegría? - No hay ningún secreto, Alteza! - No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira. - No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto. - ¿Por qué está siempre alegre y feliz? ¿por qué? - Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la Corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿cómo no estar feliz? - Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar -dijo el rey-. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado!!!! - Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero no hay nada que yo esté ocultando... -Vete, vete antes de que llame al verdugo! El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación. El rey estaba como loco. No consiguió explicarse cómo el paje estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana. - ¿Por qué él es feliz? - Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo. - ¿Fuera del círculo? - Así es. - ¿Y eso es lo que lo hace feliz? - No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz. - A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz. - Así es. - ¿Y cómo salió? - ¿Nunca entró? - ¿Qué circulo es ese? - El círculo del 99. - Verdaderamente, no te entiendo nada. - La única manera para que entendieras, sería mostrártelo en los hechos. - ¿Cómo? - Haciendo entrar a tu paje en el círculo.

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- Eso, obliguémoslo a entrar. - No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo. - Entonces habrá que engañarlo. - No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará solito, solito. - ¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad? - Si se dará cuenta. - Entonces no entrará. - No lo podrá evitar. - ¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir? - Tal cual. Majestad, ¿estás dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo? - Sí - Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. ¡99! - ¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso? - Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche. - Hasta la noche. Así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. Allí esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía: "Este tesoro es tuyo" Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie cómo lo encontraste. " Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a esconderse. Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban desde atrás de unas matas lo que sucedía. El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados de la puerta, y se arrimaron a la ventana para ver la escena. El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado sólo la vela. Se había sentado y había vaciado el contenido de la bolsa sobre la mesa. Sus ojos no podían creer lo que veían, ¡Era una montaña de monedas de oro! El, que nunca había tocado una de estas monedas, tenia hoy una montaña de ellas para él. El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía brillar la luz de la vela sobre ellas. Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez,

dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis.... y mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60.... hasta que formó la última pila: 9 monedas!!! Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa. "No puede ser", pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja. - Me robaron -gritó- me robaron, malditos!! Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro "sólo 99". "99 monedas. Es mucho dinero",

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pensó. Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo -pensaba- Cien es un número completo pero noventa y nueve, no. El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus, por el que se asomaban los dientes. El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien? Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más. Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario. "Doce años es mucho tiempo", pensó. Quizás pudiera pedirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él mismo, después de todo, él terminaba su tarea en palacio a las cinco de la tarde, podría trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello. Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. Era demasiado tiempo!!! Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender.... Vender....Vender....Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno? ¿Para qué más de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a sumo a cien. El rey y el sabio, volvieron al palacio. El paje había entrado en el círculo del 99..... Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche. Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando de pocas pulgas. - ¿Qué te pasa? -preguntó el rey de buen modo. - Nada me pasa, nada me pasa. - Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo. - Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también?

No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.

.... Todos nosotros hemos sido educados en esta falsa ideología: siempre nos falta algo para estar completos, y sólo completos se puede gozar de lo que se tiene. Pero que pasaría si la iluminación llegara a nuestras vidas y nos diéramos cuenta, así, de golpe, que nuestras 99 monedas son el cien por ciento del tesoro, que no nos falta nada, que nadie se quedó con lo nuestro, que nada tiene de más redondo cien que noventa y nueve, que todo es sólo una trampa, una zanahoria puesta frente a nosotros para que jalemos del carro. Una trampa para que nunca dejemos de empujar y que todo siga igual.......eternamente igual!....

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El sabio y el niño

En el lejano oriente había un sabio.

Este hombre tenía la sabiduría en plenitud. Había dedicado toda su vida a tener esa sabiduría.

Pero en el mismo lugar también había un niño. Este niño quería engañar al viejito sabio. Y para conseguirlo, tomaba diferentes objetos entre sus manitas, iba con el sabio y le decía: - A ver viejillo sabio, ¿ qué tengo entre mis manos ?. El sabio con mucha paciencia le decía: - Sabes, tienes una piedrita roja. El niño comenzó a desesperarse porque cada vez que se presentaba con este sabio, le adivinaba las cosas que tenía entre las manos: - tienes una canica. - tienes una luciérnaga. - tienes una bolita blanca. Pero en una ocasión en que el niño salía de estar con el sabio pensó. Tengo que engañar a este sabio. Yo se que no es sabio, pero, cómo le hago. ¡ Ya se ! buscaré un árbol y me subiré a él. Es lógico que en ese árbol encuentre un nido, pues bien, buscaré el nido. Obviamente en ese nido tendrá que haber pajaritos, pues bien, tomaré un pajarito entre mis manos e iré con el sabio y le preguntaré: A ver, viejillo sabio, ¿ qué tengo entre mis manos ?. Como el dice que es un sabio me dirá: tienes un pajarito. Entonces yo le preguntaré: ¿ está vivo o está muerto ?. Si el me dice, está vivo, lo voy a comenzar a apretar hasta matarlo, abriré las manos y le diré, no mira está muerto. Pero si me dice, está muerto, entonces abro las manos y le digo, no mira está vivo. Ante estos pensamientos el niño se pone muy contento por poder engañar al sabio. Y cuando a los niños se les mete algo a la cabeza hasta no lograrlo, así es que el pequeño busca el árbol, encuentra el nido, también encuentra el pajarito lo toma entre su manos y.... - a ver viejillo sabio, ¿ qué es lo que tengo entre mis manos ?. El viejito le responde: - sabes, tienes un pajarito. El niño, se pone contento por ver que el plan va viento en popa. Y le dice: - es cierto. Yo se que tú eres un sabio grande, que nada es imposible para ti. Que nadie en la tierra tiene esa sabiduría que sale por tus mismos poros, pero dime: - ¿ está vivo o está muerto ?. El viejito sabio, conservando su serenidad, le dice: LA DECISIÓN ES TUYA.

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Carta de un padre a su hijo

Era una mañana como cualquier otra. Yo, como siempre, me hallaba

de mal humor. Te regañé porque te estabas tardando demasiado en desayunar, te grité porque no parabas de jugar con los cubiertos y te reprendí porque masticabas con la boca abierta. Comenzaste a refunfuñar y

entonces derramaste la leche sobre tu ropa. Furioso te levanté por los cabellos y te empujé violentamente para que fueras a cambiarte de inmediato. Camino a la escuela no hablaste. Sentado en el asiento del auto llevabas la mirada perdida. Te despediste de mí tímidamente y yo solo te advertí que no te portaras mal. Por la tarde, cuando regresé a casa después de un día de mucho trabajo, te encontré jugando en el jardín. Llevabas puestos unos pantalones nuevos y estabas sucio y mojado. Frente a tus amiguitos te dije que debías cuidar la ropa y los zapatos, que parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte. Te hice entrar a la casa para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas delante de mí te indiqué que caminaras erguido. Más tarde continuaste haciendo ruido y corriendo por toda la casa. A la hora de cenar arrojé la servilleta sobre la mesa y me puse de pie furioso porque no parabas de jugar. Con un golpe sobre la mesa grité que no soportaba más ese escándalo y subí a mi cuarto. Al poco rato mi ira comenzó a apagarse. Me di cuenta de que había exagerado mi postura y tuve el deseo de bajar para darte una caricia, pero no pude. ¿Cómo podía un padre, después de hacer tal escena de indignación, mostrarse sumiso y arrepentido? Luego escuché unos golpecitos en la puerta. "Adelante" dije adivinando que eras tú. Abriste muy despacio y te detuviste indeciso en el umbral de la habitación. Te miré con seriedad y pregunté: ¿Te vas a dormir?, ¿vienes a despedirte? No contestaste. Caminaste lentamente con tus pequeños pasitos y sin que me lo esperara, aceleraste tu andar para echarte en mis brazos cariñosamente. Te abracé y con un nudo en la garganta percibí la ligereza de tu delgado cuerpecito. Tus manitas rodearon fuertemente mi cuello y me diste un beso suavemente en la mejilla. Sentí que mi alma se quebrantaba. "Hasta mañana, papito" me dijiste. ¿Qué es lo que estaba haciendo?, ¿porqué me desesperaba tan fácilmente? Me había acostumbrado a tratarte como a una persona adulta, a exigirte como si fueras igual a mí y ciertamente no eras igual. Tú tenías unas cualidades de las que yo carecía: eras legítimo, puro, bueno y sobre todo, sabías demostrar amor. ¿Porqué me costaba tanto trabajo?, ¿porqué tenía el hábito de estar siempre enojado? ¿Qué es lo que me estaba aburriendo? Yo también fui niño. ¿Cuándo fue que comencé a contaminarme? Después de un rato entré a tu habitación y encendí una lámpara con cuidado. Dormías profundamente. Tu hermoso rostro estaba ruborizado, tu boca entreabierta, tu frente húmeda, tu aspecto indefenso como el de un bebé. Me incliné para rozar con mis

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labios tu mejilla, respiré tu aroma limpio y dulce. No pude contener el sollozo y cerré los ojos. Una de mis lágrimas cayó en tu piel. No te inmutaste. Me puse de rodillas y te pedí perdón en silencio. Te cubrí cuidadosamente con las cobijas y salí de la habitación. Si Dios me escucha y te permite vivir muchos años, algún día sabrás que los padres no somos perfectos, pero sobre todo, ojalá te des cuenta de que, pese a todos mis errores, te amo más que a mi vida.

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Dios hace todo para mejor

Un monarca tenía un ministro célebre por su sabiduría y desde lejos

venían a consultarlo. A todos aquellos que en la desgracia y la aflicción le pedían consejo y consuelo, invariablemente les decía: "Dios hace todo para mejor".

Un día, el rey llevó a su ministro a cazar a la jungla. Al lacear una fiera, el soberano y su favorito se alejaron de la comitiva real terminando por extraviarse en el corazón del bosque inmenso. Al mediodía, el calor se hizo insoportable. Desesperado y hambriento, el rey se sumió en el desconsuelo bajo la sombra de un árbol. Ministro gimió mis fuerzas se acaban y tengo un hambre horrible. Intenta buscarme algo de comer. El ministro fue a recoger frutas que le ofreció a su amo, pero éste, en un acceso de febril glotonería, hizo un mal movimiento con su cuchillo y se cortó un dedo. ¡Ay, cómo me duele, ministro! ¡Qué dolor! gritó apretándose el dedo cortado, que sangraba. El otro se contentó con decirle muy tranquilo: "Dios hace todo para mejor". Tales palabras exasperaron al rey, que ya estaba furioso por el contratiempo. Loco de rabia, se abalanzó sobre el ministro y lo hizo rodar a punta de golpes, mientras aullaba: "¡Cretino miserable! ¡Estoy harto de tu filosofía! Estoy padeciendo los peores sufrimientos y lo único que sabes decirme como consuelo es: `¡Dios hace todo para mejor!' ¡Vete al diablo! ¡No quiero verte nunca más ni oír hablar de ti!" El ministro se retiró de inmediato, repitiendo muy tranquilo: "Dios hace todo para mejor". Solo, el monarca se confeccionó un vendaje con un trozo de su túnica, en medio de amargos pensamientos. De pronto, dos robustos mozos surgieron entre la espesura precipitándose sobre él y lo ataron con rapidez. El rey no estaba en condiciones de batirse, y los hombres eran verdaderos colosos. ¿Cuáles son vuestras intenciones? ¿Qué queréis de mí?, preguntó el soberano aterrado. Te ofreceremos en sacrificio a nuestra Diosa Kali. Todos los años, en esta fecha, acostumbramos a rendirle un homenaje así. Y, justamente, buscábamos una víctima adecuada, cuando un azar propicio nos guió hasta ti.

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¡Esto es imposible! protestó el cautivo, horrorizado. ¡Vosotros no sabéis frente a quién estáis! ¡Soy el rey de este país! ¡Soltadme! ¡Ah, qué bien! exclamaron los dos gigantes . Nuestra venerada Madre Kali estará muy contenta cuando vea qué importante personaje le ofreceremos este año. Y ahora, ¡vamos! ¡Síguenos! Cualquier resistencia será inútil. El monarca, aterrado, fue arrastrado hasta el templo de la diosa y depositado sobre el altar. El sacerdote se aprestaba a levantar su puñal, cuando reparó en el vendaje aún ensangrentado que tenía la víctima. Después de constatar que al rey le faltaba un pedazo de dedo, lo hizo liberar de inmediato, diciendo: "Este individuo no es digno de nuestra gran diosa. Debemos ofrecerle a Kali un hombre entero, bien constituido. Este de nada sirve. ¡Que se vaya!" El rey se fue rápidamente, feliz de haber escapado a una suerte tan funesta. Y se puso a recordar las palabras de su ministro: "Dios hace todo para mejor". ¿Acaso en esos momentos no estaría despedazado en el altar de Kali, si no se hubiera cortado un dedo a causa de una infeliz distracción? Reprochándose, en verdad, la forma de cómo había insultado y golpeado a su consejero, recorrió el bosque llamando al ministro para reparar la injusticia con rapidez. Por fin, descubrió al sabio, que meditaba en un claro del bosque. El rey lo abrazó llorando, mientras le suplicaba perdón por su error. Luego, le contó su aventura y cómo los adoradores de Kali lo habían libertado gracias a su mutilación. Señor, nada tengo que perdonarle dijo el ministro y usted no me ha ofendido. Al contrario, soy yo quien le debo la vida. Si usted no me hubiera echado, también habría sido capturado y los devotos de la diosa me hubiesen inmolado a mí en su lugar, porque mi cuerpo está intacto. De modo que, en verdad, "Dios hace todo para mejor". Del libro Los Locos por Dios de P. Ravignant

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Un amigo fiel

Un hombre, su caballo y su perro, caminaban por una calle..

Después de mucho caminar, el hombre se dio cuenta que los tres habían muerto en un accidente. Hay veces que lleva un tiempo para que los muertos se den cuenta de su nueva condición...

La caminata era muy larga, cuesta arriba, el sol era fuerte y los tres estaban empapados en sudor y con mucha sed... Necesitaban desesperadamente agua. En una curva del camino, avistaron un portón magnífico, todo de mármol, que conducía a una plaza calzada con bloques de oro, en el centro de la cual había una fuente de donde brotaba agua cristalina... El caminante se dirigió al hombre, que desde una garita, cuidaba de la entrada... - Buen día - dijo el caminante - Buen día - respondió el hombre - ¿Qué lugar es este, tan lindo? - pregunto el caminante - Esto es el cielo - fue la respuesta - Que bueno que nosotros llegamos al cielo, estamos con mucha sed, dijo el caminante - Usted puede entrar a beber agua a voluntad - dijo el guardián, indicándole la fuente... - Mi caballo y mi perro también están con sed.. - Lo lamento mucho - le dijo el guarda - Aquí no se permite la entrada de animales... El hombre se sintió muy decepcionado porque su sed era grande. Mas el no bebería, dejando a sus amigos con sed. De esta manera, prosiguió su camino... Después de mucho caminar cuesta arriba, con la sed y el cansancio multiplicados, llegaron a un sitio, cuya entrada estaba marcada por un portón viejo semiabierto. El portón daba a un camino de tierra, con árboles de ambos lados que le hacían sombra. A la sombra de uno de los árboles, un hombre estaba recostado, con la cabeza cubierta por un sombrero, parecía que dormía... - Buen día - dijo el caminante - Buen día - respondió el hombre - Estamos con mucha sed, yo, mi caballo y mi perro... - Hay una fuente en aquellas piedras - dijo el hombre indicando el lugar - Pueden beber a voluntad... El hombre, el caballo y el perro fueron hasta la fuente y saciaron su sed... - Muchas gracias - dijo el caminante al salir... - Vuelvan cuando quieran - respondió el hombre - A propósito - dijo el caminante - ¿cuál es el nombre de este lugar? - Cielo - respondió el hombre.. - ¿Cielo? ¡Mas si el hombre en la guardia de al lado del portón de mármol me dijo que allí era el cielo! - Aquello no es el cielo, aquello es el infierno.. El caminante quedó perplejo.. - Mas entonces - dijo el caminante - esa información falsa debe causar grandes confusiones..

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- De ninguna manera - respondió el hombre - En verdad ellos nos hacen un gran favor. Porque allí quedan aquellos que son capaces de abandonar a sus mejores amigos..

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Eddie and Michael

Durante un fin de semana en un Casino de un Hotel de Atlantic City,

Nueva Jersey, una mujer se ganó una cubeta llena de monedas de veinticinco centavos de dólar. Decidió tomarse un descanso para ir a cenar con su esposo en el comedor del hotel, pero primero quería guardar en su

cuarto la cubeta con las monedas. "Ya vuelvo, le dijo a su esposo, guardo esto y nos vamos a cenar". Se dirigió al ascensor y cuando intentó entrar, vio que ya dos hombres estaban adentro. Ambos eran negros. Uno de ellos era grande, muy grande...una mole intimidante y presionaba el botón que mantenía la puerta abierta. La mujer se congeló en la puerta del ascensor. Su primer pensamiento fue: !Estos dos negros me van a robar!. Su siguiente pensamiento fue: !No seas racista, ellos parecen unos caballeros amables! Pero sus estereotipos raciales eran muy poderosos y el miedo la mantuvo inmovilizada. Permaneció parada y mirando fijamente a ambos hombres. Se sentía angustiada, aturdida, avergonzada. Rogó que ellos no pudieran leer sus pensamientos, pero sabía que seguramente sabían lo que le pasaba. Su vacilación en entrar con ellos al ascensor era demasiada obvia. Se sonrojó. Sabía que no podía permanecer parada ante ellos, por lo que con un gran esfuerzo dio un primer paso hacia el ascensor y luego otro y otro, hasta lograr entrar. Evitando el contacto visual con ellos, se volteó rápidamente y quedó de frente a la puerta, con los dos negros detrás de ella. ¡Sus temores se incrementaron! La puerta se había cerrado, pero el ascensor no se movía. El pánico la consumía. !Dios mío, pensó, estoy atrapada y a punto de ser robada! Su corazón latía apresuradamente. Sudaba por cada poro de su piel. Luego, uno de los hombres dijo: !!Al piso!! Su instinto de supervivencia le aconsejó: !!Haz lo que te digan. No opongas resistencia por una cubeta llena de monedas. Piensa en tu integridad física!! Lanzó la cubeta hacia arriba, extendió sus brazos y se tiró de cabeza sobre la alfombra del piso del ascensor y cerró sus ojos con firmeza. Una lluvia de monedas cayó sobre ella. Rogó a Dios que los dos negros tomaran las monedas y que no le hicieran daño. Pasaron unos segundos que le parecieron interminables. Oyó que uno de los dos hombres, le dijo cortésmente: "Señora, si nos dice a que piso se dirige, presionaremos el botón correspondiente". El que lo dijo tuvo problemas en articular las palabras. Estaba tratando muy vigorosamente de no soltar una carcajada. Ella abrió los ojos, levantó la cabeza y miró hacia arriba a ambos negros. Ellos le ofrecieron sus manos para ayudarla a levantarse. Confundida, trastabilló hasta lograr ponerse de pie. El más bajo de los dos le dijo:

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"Cuando le dije a mi amigo "al piso", quise decir que debería presionar el botón de nuestro piso. No quise decir que usted se arrojara al piso, señora." El hombre se estaba mordiendo los labios. Era obvio que a duras penas podía contener las carcajadas que se revolvían incontenibles en su interior. Ella pensó: "Dios mío, he hecho el gran ridículo." Estaba muy humillada para poder hablar. Deseaba lograr emitir una disculpa, pero no le salían las palabras. Como se le pide disculpas a dos respetables caballeros con quienes te comportasteis como si te fueran a robar? No sabía que decir, apenas logró tartamudear el número de su piso. Entre los tres recogieron las monedas y rellenaron la cubeta. Cuando el ascensor llegó al piso de ella, los dos hombres insistieron en acompañarla hasta la puerta de su habitación. Ella caminaba muy inestablemente y los dos hombres temían que ella no lograría llegar hasta el final del corredor. En frente a la puerta de su habitación, ellos le desearon que tuviese una buena noche. Mientras ella se escurría dentro de su cuarto, podía oír las grandes carcajadas de ambos hombres caminando hacia el ascensor. La mujer se cepilló el traje, se peinó y logró calmarse y controlarse. Bajó a cenar con su esposo. Al día siguiente, un ramo de flores fue llevado a su habitación: una docena de rosas. La tarjeta del ramo decía: "Muchas gracias por las mejores carcajadas que hemos tenido en muchos años." Eddie Murphy y Michael Jordan

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!Amor verdadero!

El día en que María José nació, en verdad no sentí gran alegría

porque la decepción que sentía parecía ser más grande que el gran acontecimiento que representa tener hijo. Yo quería un varón. A los dos días de haber nacido, fui a buscar a mis dos mujeres, una lucía pálida y la

otra radiante y dormilona. En pocos meses me deje cautivar por la sonrisa de María José y por el negro de su mirada fija y penetrante, fue entonces cuando empecé a amarla con locura, su carita, su sonrisa y su mirada no se apartaban ni un instante de mi pensamiento, todo se lo quería comprar, la miraba en cada niño o niña, hacia planes, todo sería para mi María José. Este relato era contado a menudo por Randolf, según decía el mismo. Una tarde estaba mi familia y la de Randolf haciendo un picnic a la orilla de una laguna cerca de casa y la niña entabla una conversación con su papá, todos escuchábamos. Papi, cuando cumpla quince años, ¿ Cuál será mi regalo?. Pero mi amor, si apenas tienes diez añitos, ¿No te parece que falta mucho para esta fecha?. Bueno papi, tu siempre dices que el tiempo pasa volando, aunque yo nunca lo he visto por aquí. La conversación se extendía y todos participamos de ella. Al caer el sol regresamos a nuestras casas. Una mañana me encontré con Randolf enfrente del colegio donde estudiaba su hija quien ya tenia catorce años. El hombre se veía muy contento y la sonrisa no se apartaba de su rostro. Con gran orgullo me mostró el registro de calificaciones de María José, eran notas impresionantes, ninguna bajaba de veinte puntos y los estímulos que les habían escrito sus profesores eran realmente conmovedores, felicité al dichoso padre y lo invite a un café. María José ocupaba todo el espacio en casa, en la mente y en el corazón de la familia, especialmente el de su padre. Fue un domingo muy temprano cuando nos dirigíamos a misa, cuando María José tropezó con algo, eso creímos todos, y dio un traspié, su papá la agarra de inmediato para que no cayera. Ya instalados en nuestros asientos, vimos como María José fue cayendo lentamente sobre el banco y casi perdió el conocimiento. La tome en brazos mientras su padre, buscaba un taxi y la llevamos al hospital. Allí permaneció por diez días y fue entonces cuando le informaron que su hija padecía de una grave enfermedad que afectaba seriamente su corazón, pero no era algo definitivo, que debía practicarle otras pruebas para llegar a un diagnóstico firme. Los días iban transcurriendo, Randolf renunció a su trabajo para dedicarse al cuidado de María José, su madre quería hacerlo pero decidieron que ella trabajaría, pues sus ingresos eran superiores a los

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de él. Una mañana Randolf se encontraba al lado de su hija cuando ella le pregunta: ¿Voy a morir, no es cierto?. Te lo dijeron los médicos. No mi amor, no vas a morir. Dios que es tan grande, no permitiría que pierda lo que más he amado en el mundo respondió el padre. ¿Van a algún lugar?, ¿Pueden ver desde lo alto a las personas queridas?. Sabes si pueden volver? Bueno hija, respondió, en verdad nadie ha regresado de allá a contar algo sobre eso, pero si yo muriera, no te dejaría sola. Estando en el mas allá buscaría la manera de comunicarme contigo, en última instancia utilizaría el viento para venir a verte. ¿Al viento?. Replicó María José. ¿Y como lo harías?. No tengo la menor idea hija, sólo sé que si algún día muero, sentirás que estoy contigo cuando un suave viento roce tu cara y una brisa fresca bese tus mejillas. Ese mismo día por la tarde, llamaron a Randolf, el asunto era grave, su hija estaba muriendo, necesitaban un corazón pues el de ella no resistiría sino unos quince o veinte días más. ¡Un corazón!. ¿Dónde hallo un corazón?. Lo venden en la farmacia acaso, en el supermercado, o en una de esas grandes tiendas que propagandean por radio y televisión ¡Un corazón!. ¿Donde? Ese mismo mes, María José cumpliría sus quince años. Fue el viernes por la tarde cuando consiguieron un donante, las cosas iban a cambiar. El domingo por la tarde, ya María José estaba operada. Todo salió como los médicos lo habían planeado. ¡Éxito total!. Sin embargo, Randolf no había vuelto por el hospital y María José lo extrañaba muchísimo. Su mamá le decía que ya que todo estaba bien y que será el papá quien trabajaría para sostener la familia, María José permaneció en el hospital por quince días más, los médicos no habían

querido dejarla ir hasta que su corazón estuviera firme y fuerte y así lo hicieron. Al llegar a casa todos se sentaron en un enorme sofá y su mamá con los ojos llenos de lágrimas le entrego una carta de su padre. María José, mi gran amor: "Al momento de leer mi carta, debes tener quince años y un corazón fuerte latiendo en tu pecho, esa fue la promesa de los médicos que te operaron. No puedes imaginarte ni remotamente cuanto lamento no poder estar a tu lado en este instante. Cuando supe que ibas a morir sentí que yo también moriría contigo, y me preguntaba qué podía hacer?…Después de pensar y

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sentir mil cosas dentro de mí, decidí finalmente que la mejor manera de hacer algo por ti era darle respuesta a una pregunta que me hiciste cuando tenías diez años y a la cual no respondí. Decidí hacerte el regalo más hermoso que nadie jamás ha hecho. Te regalo mi vida entera, sin condición alguna para que hagas con ella lo que creas que es mejor, sintiendo muchas cosas bellas y sabiendo que en el mundo lo más importante es que quieras vivir, ¡Vive hija!. Te amo !!!…. También quiero que sepas que hoy, mañana y siempre estaré a tu lado, siempre. Te Amo y siempre de amaré, porque eres lo más grande y hermoso que Dios me ha dado… siempre estaré contigo, siempre TE AMARE… María José lloró todo el día y toda la noche. Al día siguiente, fue al cementerio y se sentó sobre la tumba de su papá, lloró como nadie la ha hecho y susurró: Papi ahora puedo comprender cuanto me amabas, yo también te amo aunque nunca te lo dije. Por eso también comprendo la importancia de decir "TE AMO". Y te pido perdón por haber guardado silencio"…en ese instante las copas de los árboles se movieron suavemente y cayeron algunas flores. Sintió María José que un suave viento rozó su cara y una brisa fresca besó sus mejillas. Alzó la mirada al cielo sintiendo una paz inmensa y dio gracias a Dios por eso. Se levantó y caminó a casa con la alegría de saber que lleva en su corazón "el amor más grande del mundo"…

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El gran debate

Hace muchos años, allá por la Edad Media, los consejeros del Papa

recomendaron a éste que desterrara a los judíos de Roma. Según ellos, resultaba indecoroso que aquellas personas vivieran tan ricamente en el corazón mismo del mundo católico. Así pues, se redactó y fue promulgado

un edicto de expulsión, para general consternación de los judíos, que sabían que, dondequiera que fuesen, no podían esperar un trato mejor que el que les obligaba a salir de Roma. De manera que suplicaron al Papa que reconsiderara su decisión. El Papa, que era un hombre ecuánime, les hizo una propuesta un tanto arriesgada: debían elegir a alguien para que discutiera el asunto con él mismo en público y, si salía victorioso del debate, los judíos podrían quedarse. Los judíos se reunieron a considerar la propuesta. Rechazarla significaba la expulsión. Aceptarla significaba exponerse a una derrota segura, porque ¿ quién iba a vencer en un debate en el que el Papa era juez y parte a la vez ?. Sin embargo, no había más remedio que aceptar. Ahora bien, resultaba imposible encontrar a un voluntario dispuesto a debatir con el Papa: la responsabilidad de cargar sobre sus hombros con el destino de los judíos era más de lo que cualquier hombre podía soportar. Pero, cuando el portero de la sinagoga se dio cuenta de lo que ocurría, se presentó ante el Gran Rabino y se ofreció como voluntario para representar a su pueblo en el debate. - ¿ El portero ?, exclamaron los demás rabinos cuando lo supieron. - ¡ Imposible !. - Está bien, dijo el Gran Rabino, - ninguno de nosotros está dispuesto a hacerlo; de manera que , o lo hace el portero o no hay debate. Y así, a falta de otra persona, se designó al portero para que celebrara el debate con el Papa. Llegado el gran día, el Papa se sentó en un trono en la plaza de San Pedro, rodeado de sus cardenales y en presencia de una multitud de obispos, sacerdotes y fieles. Al poco tiempo llegó la pequeña comitiva de delegados judíos, con sus negros ropajes y sus largas barbas, rodeando al portero de la sinagoga. Quedaron el uno al otro, y el debate comenzó. El Papa alzó solamente un dedo hacia el cielo y trazó un amplio arco en el aire. Inmediatamente el portero señaló con énfasis hacia el suelo. El papa pareció quedar desconcertado. Entonces volvió a alzar su dedo con mayor solemnidad aún y lo mantuvo firmemente ante el rostro del portero. Este, a su vez, alzó inmediatamente tres dedos y los mantuvo con la misma firmeza frente al Papa, el cual pareció asombrarse de aquel gesto. Entonces el Papa deslizó una de sus manos entre sus ropajes y extrajo una manzana. El portero, por su parte, sin pensarlo dos veces, introdujo su mano en la bolsa de papel que llevaba consigo y sacó de ella una delgada torta de pan. Entonces el Papa exclamó con voz potente: -¡ El representante judío ha ganado el debate. Queda revocado, pues, el edicto. Los dirigentes judíos rodearon inmediatamente al portero y se lo llevaron, mientras los cardenales se apiñaban atónitos en torno al Papa. - ¿ Qué ha sucedido, Santidad?, le preguntaron. - Nos ha sido imposible seguir el rapidísimo toma y daca del debate.... El Papa se enjugó el sudor de su frente y dijo: - Ese hombre es un brillante teólogo y un maestro del debate.

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Yo comencé señalando con un gesto de mi mano la bóveda celeste, como dando a entender que el universo entero pertenece a Dios; y él señaló hacia abajo con su dedo, recordándome que hay un lugar llamado infierno donde el demonio es el único soberano. Entonces alcé yo un dedo para indicar que Dios es uno. ¡Imagínense mi sorpresa cuando le ví alzar a él tres dedos indicando que ese Dios uno se manifiesta por igual en tres personas, suscribiendo con ello nuestra doctrina sobre la Trinidad!. Sabiendo que no podía vencer a ese genio de la teología, intenté, por último, desviar el debate hacia otro terreno, y para ello saqué una manzana, dando a entender que, según los más modernos descubrimientos, la tierra es redonda. Pero, al instante, él sacó una torta de pan ázimo para recordarme que, de acuerdo a la Biblia, la tierra es plana. De manera que no he tenido más remedio que reconocer su victoria... Para entonces, los judíos habían llegado ya a su sinagoga. - ¿ Qué es lo que ha ocurrido ?, le preguntaron perplejos al portero, el cual daba muestras de estar indignado. - ¡ Toda ha sido un montón de tonterías !, respondió. - Veréis: primero, el Papa hizo un gesto con su mano como para indicar que todos los judíos teníamos que salir de Roma. De modo que yo señalé con el dedo hacia abajo para darle a entender con toda claridad que no pensábamos movernos. Entonces él me apunta amenazadoramente con un dedo como diciéndome: ¡ No te pongas loco !. Y yo le señalo a él con tres dedos para decirle que él era tres veces más loco que nosotros, por haber ordenado arbitrariamente que saliéramos de Roma. Entonces veo que él saca su almuerzo, y yo saco el mío. Por lo general la realidad no es lo que es, sino lo que nosotros hemos decidido que sea...

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El placer de enseñar

En aquel tiempo, Jesús subió con los discípulos a la montaña, y tras

sentarlos a su alrededor, se puso a enseñarles, diciendo: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los

cielos. Bienaventurados los mansos. Bienaventurados los limpios de corazón. Bienaventurados los misericordiosos. Bienaventurados los que tienen sed de justicia. Bienaventurados los perseguidos. Bienaventurados los que sufren. Alégrense y estén contentos, que su recompensa será grande en el cielo". Entonces preguntó Simón Pedro: - ¿Tenemos que aprendernos este rollo? Y Andrés añadió: - ¿Tenemos que copiar todo esto o nos lo darás por apuntes? Y Santiago: - ¿Hay que hacer algún trabajo de esto? Y Felipe: - Yo no tengo cuaderno. Y Lucas: - ¿Podrías darnos un ejemplo? Y Marcos: - ¿Podrías dibujarnos un modelo? Y Mateo: - ¿Puedo ir al baño? Y Judas: - Esto no sirve para nada. ¿Qué tiene que ver esto con la vida real? (Judas tenia vocación de Ingeniero). Entonces uno de los fariseos allí presentes, tras pedir a Jesús el diseño Curricular Base, más los proyectos Curriculares específicos, le inquirió: - ¿Cuál es tu proyecto de modelo educador integrador y comprensivo, y tus objetivos en el campo cognitivo? A lo que otro fariseo añadió: - Tras oír tus palabras, no se si estas a favor de la Reforma o pretendes ir contra ella. Aclárame además cuantos puntos dan por asistir a tu charla. Uno de los saduceos comentó:

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- Más le valdría dejarse de protagonismos y redactar con tus colegas un P.E.C. (Proyecto de Enseñanza Curricular) aplicable a todo el distrito de Galilea. Y un escriba protestó: - Si quiere trabajar como Orientador, que primero haga el curso o te nombre como tal el ministerio, previo informe del Claustro y del inspector. Un esenio que escuchaba todos estos comentarios, alzando la voz, dijo: - En verdad les digo que yo sé más, enseño mejor, tengo muchos mas años de experiencia y saqué la carrera con las mejores notas, mi expediente es mucho más brillante. Y un centurión romano que vigilaba posibles alborotos, avisó: - Este no es más que un frustrado, un resabiado, un manipulador y un demagogo. Además, carece de realismo político. Uno de los padres de los discípulos protestó: - No me parece que esta sea una forma adecuada de ejercer la labor tutorial. Y la madre de Juan se lamentó: - Los padres, como siempre, quedamos marginados en sus planes de enseñanza. Y los padres de Pedro musitaron: - Con estos maestros no vamos a tener dinero suficiente para pagar tantas academias y clases particulares. Y la C.A.P.D.J. (Coordinadora de Asociaciones de Padres de Discípulos de Jesús) - sector renovado- redactó un escrito de protesta, exigiendo que se

tomaran medidas urgentes contra él. Y la Secretaria Departamental de Educación de Judea-Samaria (D.P.E.J.S.) le abrió un expediente por incompetente y por no estar registrado. El colectivo de Escribas y Doctores (C.E.D.) de Jerusalén le acuso de intrusionismo profesional, declarándole persona non grata en la ciudad. Y los discípulos de Jesús (D.J.) se alegraron, porque no tuvieron que asistir más a clase durante aquel año, pues no había para mandarle un reemplazo. Y Jesús lloró.

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El portero del prostíbulo

No había en aquel pueblo un oficio peor conceptuado y peor pagado

que el de portero del prostíbulo... Pero ¿qué otra cosa podía hacer ese hombre?

De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio. En realidad era su puesto porque su padre había sido el portero de ese prostíbulo, y también antes el padre de su padre. Durante décadas el prostíbulo se pasaba de padres a hijos y la portería se pasaba de padres a hijos. Un día, el viejo propietario murió y se hizo cargo del prostíbulo un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio. Modificó las habitaciones y después citó al personal para darle nuevas instrucciones. Al portero le dijo: - A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, me va a preparar una planilla semanal. Allí anotará usted la cantidad de parejas que entran día por día. A una de cada cinco, le preguntará cómo fueron atendidas y qué corregirían del lugar. Y una vez por semana, me presentará esa planilla con los comentarios que usted crea convenientes. El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo, pero... - Me encantaría satisfacerlo, señor- balbuceó- pero yo... yo no sé leer ni escribir. - ¡Ah! ¡Cuánto lo siento! Como usted comprenderá, yo no puedo pagar a otra persona para que haga esto y tampoco puedo esperar que usted aprenda a escribir, por lo tanto... - Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabajé en esto toda mi vida, también mi padre y mi abuelo... No lo dejó terminar. - Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Lógicamente le vamos a dar una indemnización, esto es, una cantidad de dinero para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, lo siento. Qué tenga suerte. Y sin más, se dio vuelta y se fue.

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El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca había pensado que podía llegar a encontrarse en esa situación. Llegó a su casa, por primera vez, desocupado. ¿Qué hacer? Recordó que a veces en el prostíbulo cuando se rompía una cama o se arruinaba una pata de un ropero, él, con un martillo y clavos se las ingeniaba para hacer un arreglo sencillo y provisorio. Pensó que esta podía ser una ocupación transitoria hasta que alguien le ofreciera un empleo. Buscó por toda la casa las herramientas que necesitaba, sólo tenía unos clavos oxidados y una tenaza mellada. Tenía que comprar una caja de herramientas completa. Para eso usaría una parte del dinero que había recibido. En la esquina de su casa se enteró de que en su pueblo no había ferretería, y que debería viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la compra. ¿Qué más da? Pensó, y emprendió la marcha. A su regreso, traía una hermosa y completa caja de herramientas. No había terminado de quitarse las botas cuando llamaron a su casa. Era su vecino. - Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme. - Mire, sí, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar... como me quedé sin empleo... - Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano. - Está bien. A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó la puerta. - Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende? - No yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería está a dos días de mula. - Hagamos un trato - dijo el vecino - Yo le pagaré a usted los dos días de

ida y los dos días de vuelta, más el precio del martillo, total usted está sin trabajar. ¿Qué le parece? Realmente, esto le daba un trabajo por cuatro días... Aceptó. Volvió a montar su mula. Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa. - Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?

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- Sí... - Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus cuatro días de viaje y una pequeña ganancia por cada herramienta. Usted sabe, no todos podemos disponer de cuatro días para nuestras compras. El ex - portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue. "...No todos disponemos de cuatro días para hacer compras", recordaba. Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que él viajara a traer herramientas. En el siguiente viaje decidió que arriesgaría un poco del dinero de la indemnización, trayendo más herramientas que las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo en viajes. La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje. Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes. Pronto entendió que si pudiera encontrar un lugar donde almacenar las herramientas, podría ahorrar más viajes y ganar más dinero. Alquiló un galpón. Luego le hizo una entrada más cómoda y algunas semanas después una vidriera, el galpón se transformó en la primera ferretería del pueblo. Todos estaban contentos y compraban en su negocio. Ya no viajaba, de la ferretería del pueblo vecino le enviaban sus pedidos. Él era un buen cliente. Con el tiempo, todos los compradores de pueblos pequeños más lejanos preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha.

Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para él las cabezas de los martillos. Y luego, ¿por qué no? Las tenazas... y las pinzas... y los cinceles. Y luego fueron los clavos y los tornillos... Sucedió que en diez años, aquel hombre se transformó con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas. El empresario más poderoso de la región. Tan poderoso era, que un año para la fecha de comienzo de las clases, decidió donar a su pueblo una escuela. Allí se enseñaría además de lectoescritura, las artes y los oficios más prácticos de la época.

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El intendente y el alcalde organizaron una gran fiesta de inauguración de la escuela y una importante cena de agasajo para su fundador. A los postres, el alcalde le entregó las llaves de la cuidad y el intendente lo abrazó y le dijo: - Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la primera hoja del libro de actas de la nueva escuela. - El honor sería para mí -dijo el hombre- . Creo que nada me gustaría más que firmar allí, pero yo no sé leer ni escribir. Yo soy analfabeto. - ¿Usted? -dijo el intendente, que no alcanzaba a creerlo- ¿Usted no sabe leer ni escribir? ¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado. Me pregunto, ¿qué hubiera hecho si hubiese sabido leer y escribir? - Yo se lo puedo contestar -respondió el hombre con calma-. Si yo hubiera sabido leer y escribir... sería portero del prostíbulo!!!

.... Es el cuento de un hombre común...Quizás muchas veces nos esforzamos demasiado en "tener que" hacer algo. Si lo hacemos con placer y cambiamos ese "tener que" por "elijo ser", seguramente las cosas van a ser distintas.

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Un Ángel

Cuenta una antigua leyenda que un niño que estaba por nacer, le

dijo a Dios:

- me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra, pero ..... ¿ Cómo viviré tan pequeño e indefenso que soy?. - Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te esta esperando: el te cuidara. - pero dime: aquí, en el cielo, no hago mas que cantar y sonreir, eso basta para ser feliz. - Tu ángel te cantara, te sonreirás todos los días, y tu sentirás su amor y serás feliz. - ¿y como entenderé lo que la gente me diga, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?. - Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar, y con mucha paciencia y cariño te enseñara a hablar. - Y ¿qué haré cuando quiera hablar contigo?. - Tu ángel te juntara las manitos y te enseñara a orar. - he oído que en la Tierra hay hombres malos.... ¿quién me defenderá?. - Tu ángel te defenderá aún a costa de su propia vida. - pero estaré siempre triste por que no te veré mas Señor. - Tu ángel te hablara de mí, y te enseñara el camino para regresar a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado. En ese instante una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces terrestres, y el niño presuroso, repetía suavemente: - Dios mío, si ya me voy dime el nombre. ¡Cómo se llama mi ángel!. - Su nombre no importa, tu le dirás MAMÁ.

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Amar es darse todo

El hombre que estaba tras el mostrador, miraba la calle

distraídamente. Una niñita se aproximó al negocio y apretó la naricita contra el vidrio de la vitrina. Los ojos de color del cielo brillaban cuando vio un determinado

objeto. Entró en el negocio y pidió para ver el collar de turquesa azul. - Es para mi hermana. ¿Puede hacer un paquete bien bonito?.- dice ella. El dueño del negocio miró desconfiado a la niñita y le preguntó: - ¿Cuánto dinero tienes? Sin dudar, ella saco del bolsillo de su ropa un pañuelo todo atadito y fue deshaciendo los nudos. Los colocó sobre el mostrador y dijo feliz: - ¿Eso da? Eran apenas algunas monedas que ella exhibía orgullosa. - Sabe, quiero dar este regalo a mi hermana mayor. Desde que murió nuestra madre, ella cuida de nosotros y no tiene tiempo para ella. Es el cumpleaños de ella y tengo el convencimiento que quedara feliz con el collar que es del color de sus ojos. El hombre fue para la trastienda, colocó el collar en un estuche, envolvió con un vistoso papel rojo e hizo un trabajado lazo con una cinta verde. - Tome, dijo a la niña. Lleve con cuidado. Ella salió feliz corriendo y saltando calle abajo. Aun no acababa el día, cuando una linda joven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el ya conocido envoltorio deshecho e indagó: - ¿Este collar fue comprado aquí? - Sí señora. - ¿Y cuánto costó? - ¡Ah!, hablo el dueño del negocio. El precio de cualquier producto de mi tienda es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente. La joven continuó: "Pero mi hermana tenía solamente algunas monedas. El collar es verdadero, ¿no? Ella no tendría dinero para pagarlo". El hombre tomo el estuche, rehizo el envoltorio con extremo cariño, colocó la cinta y lo devolvió a la joven. - Ella pagó el precio mas alto que cualquier persona puede pagar. - ELLA DIO TODO LO QUE TENIA. El silencio llenó la pequeña tienda y dos lágrimas rodaron por la faz emocionada de la joven en cuanto sus manos tomaban el pequeño envoltorio.

.... La verdadera donación es darse por entero, sin restricciones. La gratitud de quien ama no coloca límites para los gestos de ternura. Se siempre agradecido pero no esperes el reconocimiento de nadie. Gratitud con amor no sólo reanima a quien recibe, como reconforta a quien ofrece.

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Su nombre era Fleming

Su nombre era Fleming y él era un pobre agricultor inglés. Un día,

mientras trataba de ganarse la vida para su familia, escucho a alguien pidiendo ayuda desde un pantano cercano. Inmediatamente soltó sus herramientas y corrió hacia el pantano. Allí, enterrado hasta la cintura en el

lodo negro, estaba un niño aterrorizado, gritando y luchando tratando de liberarse del lodo. El agricultor Fleming salvo al niño de lo que pudo ser una muerte lenta y terrible. El próximo día, un carruaje muy pomposo llegó hasta los predios del agricultor inglés. Un noble inglés, elegantemente vestido, se bajó del vehículo y se presentó a si mismo como el padre del niño que Fleming había salvado. "Yo quiero recompensarlo" dijo el noble inglés. "Usted salvo la vida de mi hijo." "No, yo no puedo aceptar una recompensa por lo que hice," respondió el agricultor inglés, rechazando la oferta. En ese momento el propio hijo del agricultor salió a la puerta de la casa de la familia. "¿Es ese su hijo?" preguntó el noble inglés. "Si," respondió el agricultor lleno de orgullo. "Le voy a proponer un trato. Déjeme llevarme a su hijo y ofrecerle una buena educación. Si él es parecido a su padre crecerá hasta convertirse en un hombre del cual usted estará muy orgulloso." El agricultor acepto. Con el paso del tiempo, el hijo de Fleming el agricultor se graduó de la Escuela de Medicina de St. Mary's Hospital en Londres, y se convirtió en un personaje conocido a través del mundo, el notorio Sir Alexander Fleming, el descubridor de la Penicilina. Algunos años después, el hijo del noble inglés, cayó enfermo de pulmonía. ¿Que lo salvo? La Penicilina. ¿El nombre del noble ingles? Randolph Churchill. ¿El nombre de su hijo? Sir Winston Churchill.

....

Alguien dijo una vez: Siempre recibimos a cambio, lo mismo que ofrecemos.

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Este es Jim reportándose

Un sacerdote estaba dando un recorrido por la iglesia al mediodía. Al

pasar por el altar decidió quedarse cerca de éste, para ver quien había venido a orar. En ese momento se abrió la puerta y el sacerdote frunció el entrecejo al ver a un hombre acercándose por el pasillo. El hombre estaba

sin afeitarse desde hacía varios días; vestía una camisa rasgada, tenía el abrigo gastado cuyos bordes se habían comenzado a deshilachar. El hombre se arrodilló, inclinó la cabeza, luego se levantó y se fue. Durante los siguientes días, el mismo hombre, siempre a mediodía, entraba a la Iglesia, se arrodillaba brevemente y luego volvía a salir. El sacerdote, un poco temeroso, empezó a sospechar que se trataba de un ladrón, por lo que un día se puso en la puerta de la Iglesia y cuando el hombre se disponía a salir le preguntó: ¿Qué haces aquí? El hombre dijo que trabajaba cerca y que tenía media hora libre de almuerzo y aprovechaba ese momento para orar. “Solo me quedo unos instantes, sabe, porque la fábrica queda un poco lejos, así que me arrodillo y digo: “Señor: solo vine nuevamente para contarte Jesús, qué feliz me haces cuando me liberas de mis pecados; no sé muy bien rezar, pero pienso en ti todos los días, así que Jesús, este es Jim reportándose”. El sacerdote, sintiéndose un tonto, le dijo a Jim que estaba bien y que era bienvenido a la Iglesia cuando quisiera. El sacerdote se inclinó ante el altar, sintió dentro de su corazón derretirse con el gran calor del amor y encontró a Jesús. Mientras lágrimas corrían por sus mejillas, en su corazón repetía la plegaria de Jim : “SOLO VINE PARA DECIRTE SEÑOR JESÚS, CUAN FELIZ SOY DESDE QUE TE ENCONTRÉ A TRAVÉS DE MI SEMEJANTE Y ME LIBERASTE DE MIS PECADOS. NO SE MUY BIEN COMO ORAR, PERO PIENSO EN TI TODOS LOS DÍAS, ASÍ QUE JESÚS, SOY YO REPORTÁNDOME”. Cierto día, el sacerdote notó que el viejo Jim no había vuelto; los días siguieron pasando sin que Jim volviese para orar. Continuaba ausente , por lo que el padre comenzó a preocuparse. Hasta que un día, fue a la fábrica a preguntar por él. Allí le dijeron que él estaba enfermo; que pese a que los médicos estaban muy preocupados por su estado de salud, todavía creían que tenía un chance de sobrevivir. Desde que Jim ingresó en el hospital tuvo muchos cambios; él sonreía todo el tiempo y su alegría era contagiosa. La enfermera jefe no podía entender por qué Jim estaba tan feliz, ya que nunca había recibido flores, ni tarjetas, ni visitas... El sacerdote se acercó al lecho de Jim y la enfermera dijo: “Ningún amigo ha venido a visitarlo; él no tiene a quien recurrir”. Sorprendido, el viejo Jim dijo con una sonrisa: “La enfermera está equivocada porque ella no puede saber que todos los días desde que llegué aquí, a mediodía, un querido amigo mío viene, se sienta aquí en la cama, me agarra de las manos, se inclina sobre mí y me dice: “SOLO VINE PARA DECIRTE, JIM, LO FELIZ QUE HE SIDO DESDE QUE ENCONTRÉ TU AMISTAD Y TE LIBERÉ DE TUS PECADOS. SIEMPRE ME GUSTÓ OÍR TUS ORACIONES; PIENSO EN TI CADA DÍA, ASÍ QUE JIM, ESTE ES JESÚS REPORTÁNDOSE”.

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La pregunta más importante.

Durante mi segundo semestre en la escuela de enfermería, nuestro

profesor nos dio un examen sorpresa. Yo era un estudiante consciente y leí rápidamente todas las preguntas, hasta que leí la última: Cuál es el nombre de la mujer que limpia la escuela? Seguramente esto era algún tipo de broma. Yo había visto muchas veces a la mujer que limpiaba la escuela. Ella era alta, cabello oscuro, como de cincuenta años, pero?, como iba yo a saber su nombre? Entregué mi examen, dejando la última pregunta en blanco. Antes de que terminara la clase, alguien le preguntó al profesor si la última pregunta contaría para la nota del examen. Absolutamente, dijo el profesor. En sus carreras ustedes conocerán muchas personas. Todas son importantes. Ellos merecen su atención y cuidado, aunque sólo les sonrían y digan: Hola! Yo nunca olvidé esa lección. También aprendí que su nombre era Dorothy.

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Auxilio en la lluvia.

Una noche, a las 11:30 p.m., una mujer afro-americana, de edad

avanzada estaba parada en el acotamiento de una autopista de Alabama, tratando de soportar una fuerte tormenta. Su carro se había descompuesto y ella necesitaba desesperadamente que la llevaran. Toda mojada, ella decidió detener el próximo carro. Un joven blanco se detuvo a ayudarla, a pesar de todo los conflictos que habían ocurrido durante los 60. El joven la llevó a un lugar seguro, la ayudó a obtener asistencia y la puso en un taxi. Ella parecía estar bastante apurada. Ella anotó la dirección del joven, le agradeció y se fue. Siete días pasaron, cuando tocaron la puerta de su casa. Para su sorpresa, un televisor pantalla gigante a color le fue entregado por correo a su casa. Tenía una nota especial adjunta al paquete. Esta decía: Muchísimas gracias por ayudarme en la autopista la otra noche. La lluvia anegó no sólo mi ropa sino mi espíritu.

Entonces apareció usted. Gracias a usted, pude llegar al lado de la cama de mi marido agonizante, justo antes de que muriera. Dios lo bendiga por ayudarme y por servir a otros desinteresadamente. Sinceramente: La Señora de Nat King Cole. No esperes nada a cambio y lo recibirás

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Los obstáculos en nuestro camino.

Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un

camino. Entonces se escondió y miró para ver si alguien quitaba la tremenda roca. Algunos de los comerciantes más adinerados del rey y cortesanos vinieron y simplemente le dieron una vuelta. Muchos culparon al rey ruidosamente de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo algo para sacar la piedra grande del camino. Entonces un campesino vino, y llevaba una carga de verduras. Al aproximarse a la roca, el campesino puso su carga en el piso y trató de mover la roca a un lado del camino. Después de empujar y fatigarse mucho, lo logró. Mientras recogía su carga de vegetales, él notó una cartera en el piso, justo donde había estado la roca. La cartera contenía muchas monedas de oro y una nota del mismo rey indicando que el oro era para la persona que removiera la piedra del camino. El campesino aprendió lo que los otros nunca entendieron. Cada obstáculo presenta una oportunidad para mejorar la condición de uno.

Si alguna vez caes levántate y sigue adelante

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Donando sangre.

Hace muchos años, cuando trabajaba como voluntario en un

Hospital de Stanford, conocí a una niñita llamada Liz quien sufría de una extraña enfermedad. Su única oportunidad de recuperarse aparentemente era una transfusión de sangre de su hermano de 5 años, quien había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado anticuerpos necesarios para combatir la enfermedad. El doctor explicó la situación al hermano de la niña, y le preguntó si estaría dispuesto a dar su sangre a su hermana. Yo lo vi dudar por sólo un momento antes de tomar un gran suspiro y decir: Sí, lo haré, si eso salva a Liz. Mientras la transfusión continuaba, él estaba acostado en una cama al lado de la de su hermana, y sonriente mientras nosotros lo asistíamos a él y a su hermana, viendo retornar el color a las mejillas de la niña. Entonces la cara del niño se puso pálida y su sonrisa desapareció. Él miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa: A qué hora empezaré a morirme? Siendo sólo un niño, no había comprendido al doctor; él pensaba que le

daría toda su sangre a su hermana. Y aún así se la daba. Da todo por quien ames. Actitud, después de todo, es todo.

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El hijo

Un hombre rico y su hijo tenían gran pasión por el arte. Tenían de

todo en su colección; desde Picasso hasta Raphael. Muy a menudo, se sentaban juntos a admirar sus obras de arte. Desgraciadamente, el hijo fue a la guerra.

Fue muy valiente y murió en la batalla mientras rescataba a otro soldado. El padre recibió la noticia y sufrió profundamente la muerte de su único hijo. Un mes más tarde, justo antes de la navidad, alguien tocó a la puerta. Un joven con un gran paquete en sus manos dijo al padre: “Señor, usted no me conoce, pero yo soy el soldado por quien su hijo dio la vida. Él salvó muchas vidas ese día, y me estaba llevando a un lugar seguro cuando una bala le atravesó el pecho, muriendo así instantáneamente. Él hablaba muy a menudo de usted y de su amor por el arte. El muchacho extendió los brazos para entregar el paquete; “Yo sé que esto no es mucho, yo no soy un gran artista, pero creo que a su hijo le hubiera gustado que usted recibiera esto.” El padre abrió el paquete. Era un retrato de su hijo, pintado por el joven soldado. El contempló con profunda admiración la manera en que el soldado había capturado la personalidad de su hijo en la pintura. El padre estaba tan atraído por la expresión de los ojos de su hijo que los suyos propios se arrasaron de lágrimas. Le agradeció al joven soldado y ofreció pagarle por el cuadro. “OH no, señor, yo nunca podría pagarle lo que su hijo hizo por mí. Es un regalo. El padre colgó el retrato arriba de la repisa de su chimenea. Cada vez que los visitantes e invitados llegaban a su casa, les mostraba el retrato de su hijo, antes de mostrar su famosa galería. El hombre murió unos meses más tarde y se anunció una subasta con todas sus pinturas que poseía. Mucha gente importante e influyente acudió con grandes expectativas de hacerse con un famoso cuadro de la colección. Sobre la plataforma estaba el retrato del hijo. El subastador golpeó su mazo para dar inicio a la subasta. “Empezaremos los remates con este retrato del hijo”. ¿Cuánto ofrecen por este retrato? Hubo un gran silencio. Entonces una voz del fondo de la habitación gritó: ¡Queremos ver las pinturas famosas! “¡Olvídese de esa!” Sin embargo el subastador persistió: ¿Alguien ofrece algo por esta pintura? $100.00, $200.00 “Otra voz gritó con enojo: “No venimos por esa pintura” “Venimos por los Van Goghs, los Rembrandts. ¡Vamos a las ofertas de

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verdad! Pero aún así el subastador continuaba su labor: “¡El Hijo!” “¡El Hijo!” ¿Quién se lleva a El Hijo? Finalmente, una voz se oyó desde muy atrás de la habitación: ¡Yo doy $10 dólares por la pintura! Era el viejo jardinero del padre y del hijo. Siendo un hombre muy pobre, era lo único que podía ofrecer. “Tenemos $10 ¿Quién da $20? gritó el subastador. La multitud se estaba enojando mucho, no querían la pintura del hijo. Querían las que representaban una valiosa inversión para sus propias colecciones. El subastador golpeó por fin el mazo: “Va a la una, va a la dos, VENDIDA POR $10.00 DLS. “Empecemos la colección” gritó uno. El subastador soltó su mazo y dijo: lo siento mucho, damas y caballeros, pero la subasta llegó a su final. ¿Pero, que de las pinturas?, dijeron los interesados. “- Lo siento, contestó el subastador, cuando me llamaron para conducir esta subasta, se me dijo de un secreto estipulado en el testamento del dueño. Yo no tenía permitido revelar esta estipulación hasta este preciso momento. Solamente la pintura de EL HIJO sería subastada. Aquel que la comprara heredaría absolutamente todas las posesiones de este hombre, incluyendo las famosas pinturas.” “¡El hombre que compró a EL HIJO se queda con todo!”

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El Amor Verdadero....

Un famoso maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que

estaban en contra del matrimonio. Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando

éste se apaga, en lugar de entrar a la hueca monotonía del matrimonio. El maestro les dijo que respetaba su opinión, pero les relato lo siguiente: " Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno y sufrió un infarto. Cayó. Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y casi a rastras la subió a la camioneta. A toda velocidad, rebasando, sin respetar los altos, condujo hasta el hospital. Cuando llegó, por desgracia, ya había fallecido. Durante el sepelio, mi padre no habló, su mirada estaba perdida. Casi no lloró. Esa noche sus hijos nos reunimos con él. En un ambiente de dolor y nostalgia recordamos hermosas anécdotas. El pidió a mi hermano teólogo que le dijera, donde estaría mamá en ese momento. Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte, conjeturó cómo y dónde estaría ella. Mi padre escuchaba con gran atención. De pronto pidió: "llévenme al cementerio". "Papá" respondimos " Son las 11 de la noche! No podemos ir al cementerio ahora!" Alzó la voz y con una mirada vidriosa dijo: "No discutan conmigo por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años". Se produjo un momento de respetuoso silencio. No discutimos más. Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador, con una linterna llegamos a la lápida. Mi padre la acarició, lloró y nos dijo a sus hijos que veíamos la escena conmovidos: "Fueron 55 buenos años ...saben?, Nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer así". Hizo una pausa y se limpio la cara. "Ella y yo estuvimos juntos en aquella crisis, cambio de empleo", continuó, "hicimos el equipaje cuando vendimos la casa y nos mudamos de ciudad. Compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de seres queridos, rezamos juntos en la sala de espera de algunos hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad, y perdonamos nuestros errores... Hijos, ahora se ha ido y estoy contento, saben por qué?, porque se fue antes que yo, no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida . Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios.

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La amo tanto que no me hubiera gustado que sufriera..." Cuando mi padre termino de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado de lágrimas. Lo abrazamos y él nos consoló: "Todo esta bien hijos, podemos irnos a casa; ha sido un buen día". Esa noche entendí lo que es el verdadero amor. Dista mucho del romanticismo, no tiene que ver demasiado con el erotismo, mas bien se vincula al trabajo y al cuidado que se profesan dos personas realmente comprometidas. Cuando el maestro terminó de hablar, los jóvenes universitarios no pudieron debatirle, ese tipo de amor era algo que no conocían.

.... El tiempo no espera a nadie. Atesora cada momento que tienes. Lo atesoraras mucho más si lo compartes con alguien especial.

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No todo es como lo vemos

Estaba una vez esta señora en una estación de trenes porque tenía

que hacer un viaje muy, muy largo. Y no va que cuando llega la hora de partir se informa que su tren tenía, al menos, dos horas de retraso, por lo que se dirigió al kiosco y compró un paquete de galletitas, una coca y una

revista, y se fue a sentar a uno de los bancos cerca del andén. No hacía mucho que había comenzado a leer la revista cuando un joven se sentó en el otro extremo del banco, abrió un periódico y tomó una galletita del paquete. La mujer, asombrada, no pudo más que atribuir esa osadía a la falta de valores de la juventud de estos días. Pero no quiso darle demasiada importancia y continuó leyendo su revista. Minutos mas tarde, el joven tomo una segunda galletita. Esta vez se sintió ofendida y tomó ella misma una galletita, esperando que el joven la mirara y cuando esto ocurrió, con destellos en la mirada, la mordió indignada. El joven le sonrió. "Que descarado, el muy vago!!" pensó ella. Y siguió leyendo, confiada en que la historia no se repetiría. Pero se equivocaba: al rato el chico agarró nuevamente el paquete de galletitas y tomó una tercera. Mirándola y siempre sonriéndole. La señora, fuera de si, tomo otra galletita. Y la escena se repitió una y otra vez hasta que finalmente sólo quedaba una galletita. Ella pensó "el muy descarado no se va a comer mi ultima galletita". Y él, como leyéndole la mente, tomo el paquete casi vacío, tomó la última galletita, la partió en dos y, al tiempo que le sonreía, le entrego una mitad a la señora . A todo esto, la mujer sintió que se anunciaba su tren, así que tomo sus cosas y se decidió a embarcar. Una vez ubicada en su asiento (que daba a una ventana, muy cerca de donde momentos había estado sentada) observó al joven que aún permanecía allí. No podía quitarse de la mente el episodio ocurrido. El tren se puso en marcha y comenzaba a dar sus primeros y lentos pasos. Tenía sed, pues había deglutido las galletitas a toda prisa y sin disfrutarlas. Agarro la cartera con el fin de buscar la gaseosa, y mientras revolvía encontró, junto a la gaseosa, el paquete de galletitas que había comprado. Miro desesperada por la ventana, y pudo ver como aquel joven tomaba sus cosas y emprendía su partida.

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El andinista

Cuentan que un andinista, desesperado por conquistar el Aconcagua,

inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria para él solo y por lo tanto subió sin compañeros.

Empezó a subir, pero se le fue haciendo tarde y no se preparó para acampar sino que decidió seguir subiendo, empecinado en llegar a la cima. Oscureció y la noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña; ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro y la visibilidad era nula; las estrellas estaban cubiertas por las nubes y no había luna. Subiendo por un acantilado, a sólo cien metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires. Caía a una velocidad vertiginosa y sólo podía ver veloces manchas cada vez más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de sentir la proximidad del final. Seguía cayendo y en esos angustiosos momentos pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos; de repente sintió un tirón tan fuerte que casi lo parte en dos. Sí, como todo andinista experimentado, había clavado estacas de seguridad a una larguísima soga que lo amarraba a la cintura. En esos momentos de quietud, y luego de estar un tiempo suspendido en el aire, no le quedó más que gritar: - ¡Ayúdame Dios mío...! Entonces una voz grave y profunda que provenía desde el cielo le contestó: - ¿Qué quieres que haga hijo? - Sálvame Dios mío. -¿Realmente crees que te pueda salvar? - Por supuesto Señor. - Entonces corta la cuerda que te sostiene... Hubo un momento de silencio. El hombre se aferró más a la cuerda y se quedó pensando en aquella locura que le proponía Dios. Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron muerto a un andinista, sosteniendo con fuerza una cuerda... a tan sólo dos metros del suelo.

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Jerry

Jerry era el tipo de persona que te encantaría odiar. Siempre estaba

de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir. Cuando alguien le preguntaba como le iba, el respondía: "Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo.

El era un gerente único porque tenia varias meseras que lo habían seguido de restaurante en restaurante. La razón por la que las meseras seguían a Jerry era por su actitud. El era un motivador natural. Si un empleado tenía un mal día, Jerry estaba ahí para decirle al empleado como ver el lado positivo de la situación. Ver este estilo realmente me causo curiosidad, así que un día fui a buscar a Jerry y le pregunte: "No lo entiendo... no es posible ser una persona positiva todo el tiempo... como lo haces..." Jerry respondió: Cada mañana me despierto y me digo a mi mismo, Jerry, tienes dos opciones hoy: Puedes escoger estar de buen humor o puedes escoger estar de mal humor. Escojo estar de buen humor. Cada vez que sucede algo malo, puedo escoger entre ser una victima o aprender de ello. Escojo aprender de ello. Cada vez que alguien viene a mi para quejarse, puedo aceptar su queja o puedo señalarle el lado positivo de la vida. Escojo el lado positivo de la vida. " Si... claro... pero no es tan fácil" (proteste). " Si lo es" dijo Jerry. "Todo en la vida es acerca de elecciones". Cuando quitas todo lo demás, cada situación es una elección. Tu eliges como reaccionas a cada situación. Tu eliges como la gente afectara tu estado de animo. Tu eliges estar de buen humor o mal humor. En resumen: "TU ELIGES COMO VIVIR LA VIDA". Reflexione en lo que Jerry me dijo. Poco tiempo después, dejé la industria de restaurantes para iniciar mi propio negocio. Perdimos contacto, pero con frecuencia pensaba en Jerry cuando tenía que hacer una elección en la vida en vez de reaccionar con ella. Varios años mas tarde, me enteré que Jerry hizo algo que nunca debe hacerse en un negocio de restaurante. Dejó la puerta de atrás abierta una mañana y fue asaltado por 3 ladrones armados. Mientras trataba de abrir la caja fuerte, su mano temblando por el nerviosismo, yerró la combinación. Los asaltantes sintieron pánico y le dispararon. Con mucha suerte, Jerry fue encontrado relativamente pronto y llevado de emergencia a una clínica. Después de 18hs. de cirugía y semanas de terapia intensiva, Jerry fue dado de alta aún con fragmentos de bala en su cuerpo.

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Me encontré con Jerry seis meses después del accidente y cuando le pregunte como estaba, me respondió: "Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo". Le pregunte que paso por su mente en el momento del asalto. Contestó:"Lo primero que vino a mi mente fue que debí haber cerrado con llave la puerta de atrás. Cuando estaba tirado en el piso recordé que tenia 2 opciones: Podía elegir vivir o podía elegir morir. "Elegí vivir". "No sentiste miedo ", le pregunté. Jerry continuó: "Los médicos fueron geniales. No dejaban de decirme que iba a estar bien. Pero cuando me llevaron al quirófano y vi las expresiones en las caras de los médicos y de las enfermeras, realmente me asuste... podía leer en sus ojos: Es hombre muerto. Supe entonces que debía tomar acción..." "Que hiciste?" pregunté. "Bueno... uno de los médicos me preguntó si era alérgico a algo y respirando profundo grite SI, a las balas... Mientras reían les dije: Estoy escogiendo vivir... opérenme como si estuviera vivo, no muerto". Jerry vivió por la maestría de los médicos pero sobre todo por su asombrosa actitud. Aprendí de que cada día tenemos la elección de vivir plenamente. La actitud, al final, lo es todo.

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Hermanos

No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas

adyacentes tuvieron un conflicto. Este fue el primer conflicto serio que tenían en 40 años de cultivar juntos

hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continua. Esta larga y beneficiosa colaboración termino repentinamente. Todo comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo hasta llegar a ser una diferencia mayor entre ellos, hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio. Una mañana alguien llamo a la puerta de Luis. Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero: "Estoy buscando trabajo por unos días", dijo el extraño, "quizás usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser de ayuda en eso". "Si", dijo el mayor de los hermanos, "tengo un trabajo para usted". Mire al otro lado del arroyo en aquella granja, ahí vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor. La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros y el tomo su maquinaria y desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros. Bueno, el pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor. ¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero? Quiero que construya una cerca, una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca mas." El carpintero le dijo: "Creo que comprendo la situación. Muéstreme donde están los clavos y la pala para hacer los hoyos de los postes y le entregare un trabajo que lo dejara satisfecho." El hermano mayor le ayudo al carpintero a reunir todos los materiales y dejo la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo. El carpintero trabajo duro todo el día midiendo, cortando, clavando. Cerca del ocaso, cuando el granjero regreso, el carpintero justo había terminado su trabajo. El granjero quedo con los ojos completamente abiertos, su quijada cayo. No había ninguna cerca de dos metros!!! En su lugar había un puente, un puente que unía las dos granjas a través del arroyo!!! Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos. En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano le dijo:

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"Eres un gran persona, mira que construir este hermoso puente después de lo que he hecho y dicho !!". Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas y se marchaba. "No, espera!", le dijo el hermano mayor. "Quédate unos cuantos días. Tengo muchos proyectos para ti", le dijo el hermano mayor al carpintero. "Me gustaría quedarme", dijo el carpintero, "pero tengo muchos puentes por construir"...

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Los problemas del Mundo

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo,

estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas. Cierto día, su hijo de 7 años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar.

El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención. De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba. Con unas tijeras recorto el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: "como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie". Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente. "Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo." Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que, a su edad haya conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz? - Hijito, tu no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste? - Papá, yo no sabía como era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía como era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo.

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El Verdadero Valor del Anillo

- Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo

fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro, sin mirarlo, le dijo: - Cuanto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Si quisieras ayudarme tú a mi, yo podría resolver este tema con más rapidez, y después, tal vez te pueda ayudar. - Encantado - titubeó el muchacho, pero sintió otra vez que era desvalorizado y sus necesidades postergadas.- - Bien - asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó. - Toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debes vender este anillo, y es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más rápido posible. El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, unos se reían, otros daban vuelta la cara y un viejito le explico que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio del anillo. Después de ofrecer la joya a más de cien personas y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. Entró en la habitación y dijo: - Maestro lo siento, no pude conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo. - ¡Que importante lo que dijiste, joven amigo! - Contestó sonriente el maestro. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quien mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo, y pregúntale cuanto te da por él ; pero no importa cuanto te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con el anillo. El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo, lo miró con la lupa, lo pesó y luego le dijo: - Dile al maestro, muchacho que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro. - ¿¿58 monedas?? - exclamó el joven. - Si - replicó el joyero- se que con el tiempo podríamos obtener hasta 70, pero si la venta es urgente... El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido. - Siéntate - dijo el maestro después de escucharlo. Tu eres como este anillo: una joya valiosa y única, y como tal solo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Que haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.

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Una hermosa historia de amor

John Raymer se levantó del banco, arreglando su uniforme, y

estudió la multitud de gente que se abría paso hacia la Gran Estación Central. Buscó la chica cuyo corazón el conocía pero cuya cara nunca había visto, la chica de la rosa. Su interés en ella había comenzado 13 meses antes, en una Biblioteca de Florida. Tomando un libro del estante, se

encontró intrigado, no por las palabras del libro, sino por las notas escritas en el margen. La escritura suave reflejaba un alma pensativa y una mente brillante. En la parte del frente del libro descubrió el nombre de la dueña anterior, la señorita Hollys Maynell. Con tiempo y esfuerzo localizó su dirección. Ella vivía en Nueva York. El le escribió una carta para presentarse y para invitarla a corresponderle. Al día siguiente, John fue enviado por barco para servir en la Segunda Guerra Mundial. Durante un año y un mes, los dos se conocieron a través del correo, y un romance fue creciendo. John le pidió una fotografía, pero ella se negó. Ella sentía que si a él de verdad le importaba, no importaría como ella luciera. Cuando por fin llego el día en que él regresaría de Europa, ellos arreglaron su primer encuentro: a las 7:00 pm en la Gran Estación Central de Nueva York. "Tu me reconocerás" dijo ella, "por la rosa roja que llevare en la solapa". Así que a las 7 John estaba en la estación buscándola. Dejaré que el señor Raymer les diga lo que sucedió: "Una joven mujer vino hacia mí, su figura alta y esbelta. Su cabello rubio y rizado se encontraba detrás de sus delicadas orejas; sus ojos eran azules como flores. Sus labios y su mentón tenían una gentil firmeza y en su traje verde pálido eran como la primavera en vida. Yo comencé a caminar hacia ella sin darme cuenta que no llevaba la rosa. Mientras me movía, una pequeña y provocativa sonrisa curvó sus labios: "Vas por mi vía, marinero?" Murmuró ella. Casi incontrolablemente dí un paso hacia ella y entonces ví a Hollis Maynell. Estaba parada casi directamente detrás de la chica. Una mujer, ya pasada de sus 40, con cabello grisáceo bajo un sombrero gastado. Era mas que regordeta, sus pies con gruesos tobillos descansaban en zapatos de suela baja. La chica en el traje verde se iba rápidamente. Sentí como si me partiera en dos: mi deseo tan agudo de seguirla, y a la vez tan profundo mi anhelo por la mujer cuyo espíritu me había acompañado y apoyado. Y ahí estaba ella. Su pálida y rolliza cara era gentil y sensible, sus ojos grises tenían un brillo cálido y amigable. No vacilé. Mis dedos apretaron la pequeña y usada copia de cuero del libro que era para identificarme con ella. Esto no sería amor, pero sería algo preciado, algo quizá mejor que el amor, una amistad por la que había y debía estar siempre agradecido. Cuadré mis hombros, saludé y le ofrecí el libro a la mujer, aunque mientras hablaba, me sentí ahogado por la amargura de mi decepción. "Soy el Teniente John Raymer, y usted debe ser la Srta. Maynell. Estoy muy contento que me pudiera conocer; ¿la puedo llevar a cenar?" La cara de la mujer se ensancho en una sonrisa tolerante. "No se de que se trata esto hijo" ella respondió, "pero la señorita de traje verde que se acaba de ir me rogó que usara esta rosa en mi abrigo. Y ella dijo que si usted me invitaba a cenar yo le diría que lo esta esperando en el restaurante del frente. Ella dijo que era una clase de prueba!". No es difícil de entender y admirar la sabiduría de la Srta. Maynell. La verdadera naturaleza de un corazón se ve en su respuesta a lo no atractivo.

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Mi nombre es Alberto.....

Casi no la había visto. Era una señora anciana con el auto varado en

el camino. El día estaba frío, lluvioso y gris. Alberto se pudo dar cuenta que la anciana necesitaba ayuda. Estacionó su vetusto Pontiac delante del Mercedes de la anciana, aún estaba

tosiendo cuando se le acercó. Aunque con una sonrisa nerviosa en el rostro, se dio cuenta que la anciana estaba preocupada. Nadie se había detenido desde hacía mas de una hora, cuando se detuvo en aquella transitada carretera. Realmente, para la anciana, ese hombre que se aproximaba no tenía muy buen aspecto, podría tratarse de un delincuente. Más no había nada por hacer, estaba a su merced. Se veía pobre y hambriento. Alberto pudo percibir como se sentía. Su rostro reflejaba cierto temor. Así que se adelantó a tomar la iniciativa en el diálogo: - "Aquí vengo para ayudarla señora. Entre a su vehículo que estará protegida del clima. Mi nombre es Alberto"-. Gracias a Dios solo se trataba de un neumático bajo, pero para la anciana se trataba de una situación difícil. Alberto se metió bajo el carro buscando un lugar donde poner el "gato" y en la maniobra se lastimó varias veces los nudillos. Estaba apretando las últimas tuercas, cuando la señora bajó la ventana y comenzó a platicar con él. Le contó de donde venía; que tan sólo estaba de paso por allí, y que no sabía como agradecerle. Alberto sonreía mientras cerraba el baúl del coche guardando las herramientas. Le preguntó cuanto le debía, cualquier suma sería correcta dadas las circunstancias, pues pensaba las cosas terribles que le hubiese pasado de no haber contado con la gentileza de Alberto. Él no había pensado en dinero. Esto no se trataba de ningún trabajo para él. Ayudar a alguien en necesidad era la mejor forma de pagar por las veces que a él, a su vez, lo habían ayudado cuando se encontraba en situaciones similares. Alberto estaba acostumbrado a vivir así. Le dijo a la anciana que si quería pagarle, la mejor forma de hacerlo sería que la próxima vez que viera a alguien en necesidad, y estuviera a su alcance el poder asistirla, lo hiciera de manera desinteresada, y que entonces... - "tan solo piense en mi"-, agregó despidiéndose. Alberto esperó hasta que al auto se fuera. Había sido un día frió, gris y depresivo, pero se sintió bien en terminarlo de esa forma, estas eran las cosas que más satisfacción le traían. Entró en su coche y se fue. Unos kilómetros mas adelante la señora divisó una pequeña cafetería. Pensó que sería muy bueno quitarse el frió con una taza de café caliente antes de continuar el último tramo de su viaje. Se trataba de un pequeño lugar un poco desvencijado. Por fuera había dos bombas viejas de gasolina que no se habían usado por años. Al entrar se fijó en la escena del interior. La caja registradora se parecía a aquellas de cuerda que había usado en su juventud. Una cortés camarera se le acercó y le extendió una toalla de papel para que se secara el cabello, mojado por la lluvia. Tenía un rostro

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agradable con una hermosa sonrisa. Aquel tipo de sonrisa que no se borra aunque estuviera muchas horas de pie. La anciana notó que la camarera estaría de ocho meses de dulce espera. Y sin embargo esto no le hacía cambiar su simpática actitud. Pensó en cómo, gente que tiene tan poco, pueda ser tan generosa con los extraños. Entonces se acordó de Alberto... Luego de terminar su café caliente y su comida, le alcanzó a la camarera el precio de la cuenta con un billete de cien dólares. Cuando la muchacha regresó con el cambio constató que la señora se había ido. Pretendió alcanzarla. Al correr hacia la puerta vió en la mesa algo escrito en una servilleta de papel al lado de 4 billetes de $100. Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando leyó la nota: - "No me debes nada, yo estuve una vez donde tú estás. Alguien me ayudó como hoy te estoy ayudando a tí. Si quieres pagarme, esto es lo que puedes hacer: No dejes de asistir y ser bendición a otros como hoy lo hago contigo. Continúa dando de tu amor y no permitas que esta cadena de bendiciones se rompa. Aunque había mesas que limpiar y azucareras que llenar, aquel día se le fue volando. Esa noche, ya en su casa, mientras la camarera entraba sigilosamente en su cama, para no despertar a su agotado esposo que debía levantarse muy temprano, pensó en lo que la anciana había hecho con ella. ¿Cómo sabría ella las necesidades que tenían con su esposo, los problemas económicos que estaban pasando, máxime ahora con la llegada del bebé. Era consciente de cuan preocupado estaba su esposo por todo esto. Acercándose suavemente hacia él, para no despertarlo, mientras lo besaba tiernamente, le susurró al oído: - "Todo va a estar bien, te amo... Alberto"-.

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La cajita dorada

Hace ya un tiempo, un hombre castigo a su pequeña niña de 3 años

por desperdiciar un rollo de papel de envoltura dorado. El dinero era escaso en esos días, por lo que se enojó muchísimo cuando vió a la niña tratando de envolver una caja para ponerla debajo del árbol de Navidad.

Sin embargo, la niña le llevo el regalo a su padre a la siguiente mañana y dijo: "Esto es para vos, Papito". El se sintió avergonzado de su reacción, pero volvió a explotar cuando vió que la caja estaba vacía. Le volvió a gritar diciendo: "No sabes que cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro?". La pequeñita lo miró con lágrimas en los ojos y dijo: "Papito, no está vacía, yo soplé besitos adentro de la caja, y eran todos para vos, Papi." El padre se sintió morir; puso sus brazos alrededor de su niña y le pidió que lo perdonara. Se cuenta que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y siempre que se sentía derrumbado, el tomaba de la caja un beso imaginario y recordaba el amor que su hija había puesto ahí. De alguna manera, cada uno de nosotros, hemos recibido un recipiente dorado, lleno de amor incondicional y besos de nuestros hijos, amigos, familia..... o de Dios. Nadie podría tener un regalo mas hermoso que este.

… En una forma muy sensible, cada uno de nosotros humanos hemos recibido un recipiente dorado, lleno de amor incondicional y besos de nuestros hijos,

amigos, familia o de Dios. Nadie podría tener una propiedad o posesión más hermosa que esta.

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Un vaso de leche

Un día, un muchacho pobre que vendía mercancías de puerta en

puerta para pagar su escuela, encontró que sólo le quedaba una simple moneda de diez centavos, y tenía hambre. Decidió que pediría comida en la próxima casa. Sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una

encantadora mujer joven le abrió la puerta. En lugar de comida pidió un vaso de agua. Ella pensó que él joven parecía hambriento así que le trajo un gran vaso de leche. Él lo bebió despacio, y entonces le preguntó, "¿Cuanto le debo? "No me debes nada," contestó Ella. "Mi madre siempre nos ha enseñado a nunca aceptar pago por una caridad". Él dijo ....."Entonces, te lo agradezco de todo corazón." Cuando Howard Kelly se fue de la casa, no sólo se sintió físicamente más fuerte, si no que también su fe en Dios y en los hombres era más fuerte. Él había estado listo rendirse y dejar todo. Años después esa joven mujer enfermo gravemente. Los doctores locales estaban confundidos. Finalmente la enviaron a la gran ciudad, donde llamaron a especialistas para estudiar su rara enfermedad. Se llamó al Dr. Howard Kelly para consultarle. Cuando oyó el nombre del pueblo de donde ella vino, una extraña luz llenó sus ojos. Inmediatamente subió del vestíbulo del hospital a su cuarto. Vestido con su bata de doctor entró a verla. La reconoció en seguida. Regresó al cuarto de observación determinado a hacer lo mejor para salvar su vida. Desde ese día prestó atención especial al caso. Después de una larga lucha, ganó la batalla. El Dr. Kelly pidió a la oficina de administración del hospital que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla. Él la reviso y entonces escribió algo en el borde y le envió la factura al cuarto de la paciente. Ella temía abrirla, porque sabia que le tomaría el resto de su vida para pagar todos los gastos. Finalmente la abrió, y algo llamo su atención en el borde de la factura. Leyó estas palabras..... "Pagado por completo hace muchos años con un vaso de leche - (firmado) Dr. Howard Kelly". Lágrimas de alegría inundaron sus ojos y su feliz corazón oró así: "Gracias, Dios por que Tu amor se ha manifestado en las manos y los corazones humanos."

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Una amistad de la secundaria para recordar

Un día, cuando era estudiante de secundaria, vi a un compañero de

mi clase caminando de regreso a su casa. Se llamaba Kyle. Iba cargando todos sus libros y pensé: "¿Por que se estará

llevando a su casa todos los libros el viernes? ¡Debe ser un "traga"! Yo ya tenia planes para todo el fin de semana: fiestas y un partido de fútbol con mis amigos el sábado por la tarde, así que me encogí de hombros y seguí mi camino. Mientras caminaba, vi a un montón de chicos corriendo hacia él, cuando lo alcanzaron, le tiraron todos sus libros y le hicieron una zancadilla que lo tiró al suelo. Vi que sus anteojos volaron y cayeron en el pasto como a tres metros de él. Miró hacia arriba y pude ver una tremenda tristeza en sus ojos. Mi corazón se estremeció, así que corrí hacia él mientras gateaba buscando sus anteojos. Vi lágrimas en sus ojos. Le acerque a sus manos sus anteojos y le dije, "¡esos chicos son unos tarados, no deberían hacer esto!". Me miró y me dijo: "¡Hola, gracias!" Había una gran sonrisa en su cara; una de esas sonrisas que mostraban verdadera gratitud. Lo ayude con sus libros. Vivía cerca de mi casa. Le pregunté por que no lo había visto antes y me contó que se acababa de cambiar de una escuela privada. Yo nunca había conocido a alguien que fuera a una escuela privada. Caminamos hasta casa. Lo ayudé con sus libros; parecía un buen chico. Le pregunté si quería jugar al fútbol el sábado, conmigo y mis amigos, y acepto. Estuvimos juntos todo el fin de semana. Mientras más conocía a Kyle, mejor nos caía, tanto a mí como a mis amigos. Llego el Lunes por la mañana y ahí estaba Kyle con aquella enorme pila de libros, de nuevo. Me paré y le dije: "Hola, vas a sacar buenos músculos si cargas todos esos libros todos los días". Se rió y me dió la mitad para que le ayudara. Durante los siguientes cuatro años, Kyle y yo nos convertimos en los mejores amigos. Cuando ya estabamos por terminar la secundaria, Kyle decidió ir a la Universidad de Georgetown y yo iría a la de Duke. Sabía que siempre seríamos amigos, que la distancia no sería un problema.

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El estudiaría medicina y yo administración, con una beca de fútbol. Kyle fue el orador de nuestra generación. Yo lo cargaba todo el tiempo diciendo que era un "traga". Llegó el gran día de la Graduación. Él preparó el discurso. Yo estaba feliz de no ser el que tenía que hablar. Kyle se veía realmente bien. Era uno de esas personas que realmente se había encontrado a sí mismo durante la secundaria, había mejorado en todos los aspectos y se veía bien con sus anteojos. ¡Tenia mas citas con chicas que yo y todas lo adoraban! ¡Caramba! Algunas veces hasta me sentía celoso... Hoy era uno de esos días. Pude ver que él estaba nervioso por el discurso, así que, le di una palmadita en la espalda y le dije: "Vas a ver que estarás genial, amigo". Me miro con una de esas miradas (realmente de agradecimiento) y me sonrió. "Gracias" me dijo. Limpió su garganta y comenzó su discurso: "La Graduación es un buen momento para dar gracias a todos aquellos que nos han ayudado a través de estos años difíciles: tus padres, tus maestros, tus hermanos, quizá algún entrenador...pero principalmente a tus amigos. Yo estoy aquí para decirles a ustedes, que ser amigo de alguien es el mejor regalo que podemos dar y recibir, y a propósito, les voy a contar una historia. Yo miraba a mi amigo incrédulo, cuando comenzó a contar la historia del primer día que nos conocimos. Aquel fin de semana él tenía planeado dejar su casa e irse de la ciudad. Habló de como limpió su armario y por que llevaba todos sus libros con él, para que su mamá no tuviera que ir después a recogerlos a la escuela. Me miraba fijamente y me sonreía. "Afortunadamente fui salvado. Mi amigo

me salvó de hacer algo irremediable". Yo escuchaba con asombro como este apuesto y popular chico contaba a todos ese momento de debilidad. Sus padres también me miraban y me sonreían con esa misma sonrisa de gratitud. Recién en ese momento me di cuenta de lo profundo de sus palabras: "Nunca subestimes el poder de tus acciones: con un pequeño gesto, puedes cambiar la vida de otra persona, para bien o para mal.”

… “Dios nos pone a cada uno frente a la vida de otros, para impactarlos de

alguna manera. Mira a Dios en los demás".

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La puerta

Esta es la historia de un muchachito que tenía muy mal carácter. Su

padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia debería clavar un clavo detrás de la puerta.

El primer día el muchacho clavo 37 clavos detrás de la puerta. Las semanas que siguieron, a medida que él aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta. Con el tiempo, descubrió que era mas fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta. Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día. Después de informar a su padre, éste le sugirió que retirara un clavo cada vez que pudiera controlar su carácter. Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta. El padre, le dijo: has trabajado muy duro hijo mío, pero mira todos esos hoyos detrás de la puerta. Nunca más será la misma. Cada vez que tu pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que ves aquí.

… Tu puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero el modo como lo digas lo

devastará y la cicatriz perdurará para siempre. Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física. Los amigos son joyas preciosas. Nos hacen reir y nos animan a seguir adelante. Nos escuchan con atención y siempre están presentes para abrirnos su corazón. Cuídate de no dañar a tus seres

queridos.

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El milagro de la canción

Como cualquier buena mamá, cuando Karen supo que estaba

esperando un bebe, hizo lo que pudo para ayudar a su hijo Michael de tres años a prepararse para una nueva etapa en su vida.

Supieron que el nuevo bebe iba a ser una niña, y día y noche, Michael le cantaba a su hermanita en el vientre de su madre. El estaba encariñándose con su hermanita aun antes de conocerla. El embarazo de Karen progresó normalmente. A tiempo empezó su labor de parto, pronto los dolores eran cada cinco, cada tres y finalmente cada minuto. Pero una complicación se presento de repente y Karen tuvo horas de labor de parto. Finalmente, después de muchas horas de lucha, la hermanita de Michael nació, pero en muy malas condiciones. La llevaron inmediatamente en una ambulancia a la Unidad de Cuidados Intensivos, sección neonatal del Hospital St.Mary, en Knoxville, Tennessee. Los días pasaron y la niña empeoraba. Los pediatras tuvieron que decirle finalmente a los padres las terribles palabras "Hay muy pocas esperanzas, prepárense para lo peor". Karen y su esposo contactaron al cementerio local para apartar un lugar para su hijita. Ellos habían creado un cuarto nuevo para su hija y ahora se encontraban haciendo arreglos para un funeral. Sin embargo, Michael, les rogaba a sus padres que le dejaran ver a su hermanita "Quiero cantarle", decía una y otra vez. Estuvieron dos semanas en Terapia Intensiva y parecía que el funeral vendría antes de que acabara la semana. Michael siguió insistiendo que quería cantarle a su hermanita, pero le explicaban que no se permitía la entrada de niños a Terapia Intensiva. De pronto Karen se decidió, llevaría a Michael a ver a su hermanita, la dejaran o no! Si no veía a su hermanita en ese momento, tal vez no la vería viva nunca. Ella le puso un overol inmenso y lo llevo a Terapia Intensiva, Michael parecía una enorme canasta de ropa sucia. Pero la jefa de enfermeras se dio cuenta de que era un niño y se enfureció... "Saquen a ese niño de aquí ahora mismo! No se admiten niños aquí!" El carácter fuerte de Karen afloro y, olvidándose de sus lindos modales de dama, que siempre la habían caracterizado, miro con ojos de acero la enfermera, sus labios eran una sola línea y con firmeza dijo: "El no se va hasta que le cante a su hermanita" y levanto a Michael y lo llevo a la cama de su hermanita. El miro a la pequeñita, perdiendo la batalla por conservar la vida. Después de un momento empezó a cantar con la voz que le salía del corazón de un niño de tres años. Michael le canto: " Eres mi luz del sol, mi única luz, tu me haces feliz cuando el cielo es gris...." (conocida canción en ingles " You are my sunshine"). Instantáneamente, la bebe pareció responder al estimulo de

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la voz de Michael, su pulso se empezó a volver normal. "Sigue cantando, Michael" le pedía desesperadamente su mamá con lágrimas en los ojos. Y el niño seguía: "Tu no sabrás nunca, querida, cuanto te amo, por favor no te lleves mi luz del sol..." Al tiempo que Michael cantaba a su hermana, la bebe se movía y su respiración se volvía tan suave como la de un gatito cuando lo acarician. "Sigue cantando cariño" le decía su mamá y el continuaba haciéndolo como cuando todavía su hermanita estaba en el vientre de su madre. "La otra noche, querida, cuando dormía, soñé que te abrazaba en mis brazos..." seguía cantando el niño; la hermanita de Michael empezó a relajarse y a dormir con un sueño reparador que parecía que la mejoraba por segundos. "Sigue cantando Michael"... ahora era la voz de la enfermera gruñona que con lágrimas en los ojos no dejaba de pedirle al niño que continuara. "Tu eres mi luz del sol, mi única luz del sol, por favor no te lleves mi sol..." Al día siguiente... el mismísimo día siguiente... la niña estaba en perfectas condiciones para irse a casa. La revista "Woman's Day" lo llamo "El Milagro de la canción del Hermano". Los doctores le llamaron simplemente un milagro. Karen le llamo "El Milagro del amor de Dios". La vida es demasiado buena como para desperdiciarla...... Confía en que Dios sabe que estas exactamente donde debes estar.

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La ciudad de los pozos

Esa ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás

ciudades del planeta. Esa ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes...pero pozos al fin. Los pozos se diferenciaban entre sí, no sólo por el lugar en el que estaban

excavados sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el exterior). Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros aún más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra. La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las noticias cundían rápidamente, de punta a punta del poblado. Un día llegó a la ciudad una " moda " que seguramente había nacido en un pueblito humano: La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie, debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo superficial sino el contenido. Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban de joyas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más, optaron por el arte, y fueron llenándose de pinturas, pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y revistas especializadas. Pasó el tiempo. La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron incorporar nada más. Los pozos no eran todos iguales, así que, si bien algunos se conformaron, hubo otros que pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior... Alguno de ellos fue el primero: en lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose. No paso mucho tiempo antes de que la idea fuera imitada, todos los pozos gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior. Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus camaradas ensanchándose desmedidamente. El pensó que si seguían hinchándose de tal manera, pronto se confundirían los bordes y cada uno perdería su identidad... Quizá a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerme más hondo en lugar de más ancho. Pronto se dio cuenta de que todo lo que tenía dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de todo contenido... Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego, cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo. Vacío de posesiones, el pozo comenzó a volverse profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho...

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Un día, sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa: Adentro, muy adentro, y muy en el fondo encontró agua... !!! Nunca otro pozo había encontrado agua... El pozo superó la sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo las paredes, picando los bordes y por último sacando agua hacia afuera. La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era bastante escasa, así que la tierra alrededor del pozo, revitalizada por el agua, empezó a despertar. Las semillas de sus entrañas, brotaron en pasto, en tréboles, en flores, y en tronquitos endebles que se volvieron árboles después... La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a llamar "el vergel". Todos le preguntaban cómo había conseguido el milagro. Ningún milagro -contestaba el vergel- hay que buscar en el interior, hacia lo profundo... Muchos quisieron seguir el ejemplo del vergel, pero desandaron la idea cuando se dieron cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse. Siguieron ensanchándose cada vez más, para llenarse de más y más cosas... En la otra punta de la ciudad otro pozo decidió correr también el riesgo al vacío... Y también empezó a profundizar... Y también llegó al agua... Y también salpicó hacia afuera creando un segundo oasis verde en el pueblo... ¿Que harás cuando se termine el agua? - le preguntaban. No sé lo que pasará -contestaba- Pero, por ahora, cuanto más agua saco, más agua hay. Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento. Un día, casi por casualidad los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma... Que el río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro. Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida. No sólo podían comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente, como todos los demás, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y

secreto punto de contacto: La comunicación profunda que sólo consiguen entre sí, aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar...

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Mil perritos

Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una

casa abandonada. Cierto día, un perrito buscando refugio del sol, logro meterse por un agujero

de una de las puertas de dicha casa. El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de subir las escaleras se topó con una puerta semi-abierta; lentamente se adentró en el cuarto. Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto habían como 1000 perritos más observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos. El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco. Los 1000 perritos hicieron lo mismo. Posteriormente sonrío y le ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedo sorprendido al ver que los1000 perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él ! Cuando el perrito salió del cuarto se quedo pensando para si mismo: Que lugar tan agradable! Voy a venir mas seguido a visitarlo!" Tiempo después, otro perrito callejero entro al mismo sitio y se encontró entrando al mismo cuarto. Pero a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros 1000 perritos del cuarto se sintió amenazado, ya que lo estaban viendo de una manera agresiva. Posteriormente empezó a gruñir; obviamente vió como los 1000 perritos le gruñían a el. Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros 1000 perritos le ladraron también a él. Cuando este perrito salió del cuarto pensó: "Que lugar tan horrible es este! Nunca mas volveré a entrar allí!" En el frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía: "La casa de los 1000 espejos".

No eres responsable de la cara que tienes, eres responsable de la cara que pones...

"Todos los rostros del mundo son espejos"...

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La actitud de una mula

Se cuenta de cierto campesino que tenia una mula ya vieja. En un

lamentable descuido, la mula cayó en un pozo que había en la finca. El campesino oyó los bramidos del animal, y corrió para ver lo que ocurría. Le dio pena ver a su fiel servidora en esa condición, pero después de

analizar cuidadosamente la situación, creyó que no había modo de salvar al pobre animal, y que más valía sepultarla en el mismo pozo. El campesino llamó a sus vecinos y les contó lo que estaba ocurriendo y los enlisto para que le ayudaran a enterrar la mula en el pozo para que no continuara sufriendo. Al principio, la mula se puso histérica. Pero a medida que el campesino y sus vecinos continuaban paleando tierra sobre sus lomos, una idea vino a su mente. A la mula se le ocurrió que cada vez que una pala de tierra cayera sobre sus lomos. ¡ELLA DEBÍA SACUDIRSE Y SUBIR SOBRE LA TIERRA! Esto hizo la mula palazo tras palazo. SACÚDETE Y SUBE. sacúdete y sube. sacúdete y sube!! Repetía la mula para alentarse a sí misma. No importaba cuan dolorosos fueran los golpes de la tierra y las piedras sobre su lomo, o lo tormentoso de la situación, la mula luchó contra el pánico, y continuó SACUDIÉNDOSE Y SUBIENDO. A sus pies se fue elevando de nivel el piso. Los hombres sorprendidos captaron la estrategia de la mula, y eso los alentó a continuar paleando. Poco a poco se pudo llegar hasta el punto en que la mula cansada y abatida pudo salir de un brinco de las paredes de aquel pozo. La tierra que parecía que la enterraría, se convirtió en su bendición, todo por la manera en la que ella enfrentó la adversidad. ¡ASÍ ES LA VIDA! Si enfrentamos nuestros problemas y respondemos positivamente, y rehusamos dar lugar al pánico, a la amargura, y las lamentaciones de nuestra baja autoestima, las adversidades, que vienen a nuestra vida a tratar de enterrarnos, nos darán el potencial para poder salir beneficiados y bendecidos!

… "En la vida nunca te quedes con los brazos cruzados, porque el hombre mas grande del mundo murió con los brazos abiertos"...

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¿Ya fuiste al barbero?

Un hombre fue a una barbería a cortarse el cabello y recortarse la

barba, como es costumbre. Empezó una amena conversación con la persona que le atendía. Hablaban de tantas cosas y tocaron muchos temas, de pronto tocaron el tema de Dios, el barbero dijo:

* Fíjese caballero que yo no creo que Dios exista, como usted dice... * Pero, ¿porqué dice usted eso? - preguntó el cliente. * Pues es muy fácil, basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no existe, o dígame, acaso si Dios existiera, habrían tantos enfermos, habrían niños abandonados, si Dios existiera no habría sufrimiento ni tanto dolor para la humanidad, yo no puedo pensar que exista un Dios que permita todas estas cosas. El cliente se quedó pensando un momento, pero no quiso responder para evitar una discusión. El barbero terminó su trabajo y el cliente salió del negocio. Recién abandonaba la barbería cuando vio en la calle a un hombre con la barba y el cabello largo, al parecer hacía mucho tiempo que no se lo cortaba y se veía muy desarreglado. Entonces entró de nuevo a la barbería y le dijo al barbero. * ¿Sabe una cosa? los barberos no existen * ¿Cómo que no existen? - preguntó el barbero, si aquí estoy yo, y soy barbero. * ¡No! - dijo el cliente - no existen, porque si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de ese hombre que va por la calle. * Ahh!, los barberos si existen, lo que pasa es que esas personas no vienen hacia mi. * ¡Exacto! - dijo el cliente - ese es el punto, Dios SI existe lo que pasa es que las personas no van hacia El y no Lo buscan, por eso hay tanto dolor y miseria.

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¿Cuanto ganas por hora?

¿Papi cuanto ganas por hora? con voz tímida y ojos de admiración

un pequeño recibía a su padre al término de su trabajo. El padre dirigió un gesto severo al niño y repuso:

- Mira hijo; esos informes, ni tu madre los conoce, no me molestes que estoy cansado - - Pero papi, -insistía- dime por favor ¿Cuanto ganas por hora? La reacción del padre fue menos severa, solo contesto: - $ 10.- la hora. - Papi ¿me podrías prestar $ 5? preguntó el pequeño. El padre montó en cólera y tratando con brusquedad al pequeño le dijo: - Así que era esa la razón de saber lo que gano. Vete a dormir y no molestes, muchacho aprovechado. Había caído la noche. El padre, había meditado lo sucedido y se sentía culpable. Tal vez su hijo quería comprar algo. En fin, queriendo descargar su conciencia dolida se asomó al cuarto de su hijo. - ¿Duermes hijo? preguntó el padre. - Dime papi - contestó entre sueños. - Aquí tienes el dinero que pediste - respondió el padre. - Gracias papi -contestó el pequeño y metiendo su manito bajo la almohada sacó billetes - Ahora ya completé papi "tengo $ 10.- ¿Me podrías vender una hora de tu tiempo? preguntó el pequeño.

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Su nombre era la señorita Thompson

Mientras estuvo al frente de su clase de 5º grado, el primer día de

clase lo iniciaba diciendo a los niños una mentira. Como la mayor parte de los profesores, ella miraba a sus alumnos y les decía que a todos los quería por igual. Pero eso no era posible, porque ahí en la primera fila,

desparramado sobre su asiento, estaba un niño llamado Teddy Stoddard. La señorita Thompson había observado a Teddy desde el año anterior y había notado que él no jugaba muy bien con otros niños, su ropa estaba muy descuidada y frecuentemente necesitaba darse un buen baño. Teddy comenzaba a ser un tanto desagradable. Llegó el momento en que la señorita Thompson disfrutaba al marcar los trabajos de Teddy con un plumón rojo haciendo una gran X y colocando un cero muy llamativo en la parte superior de sus tareas. En la escuela donde la señorita Thompson enseñaba, le era requerido revisar el historial de cada niño, ella dejó el expediente de Teddy para el final. Cuando ella revisó su expediente, se llevó una gran sorpresa. La Profesora de primer grado escribió: "Teddy es un niño muy brillante con una sonrisa sin igual. Hace su trabajo de una manera limpia y tiene muy buenos modales... es un placer tenerlo cerca". Su profesora de segundo grado escribió: "Teddy es un excelente estudiante, se lleva muy bien con sus compañeros, pero se nota preocupado porque su madre tiene una enfermedad incurable y el ambiente en su casa debe ser muy difícil". La profesora de tercer grado escribió: "Su madre ha muerto, ha sido muy duro para él. El trata de hacer su mejor esfuerzo, pero su padre no muestra mucho interés y el ambiente en su casa le afectará pronto si no se toman ciertas medidas". Su profesora de cuarto grado escribió: "Teddy se encuentra atrasado con respecto a sus compañeros y no muestra mucho interés en la escuela. No tiene muchos amigos y en ocasiones duerme en clase". Ahora la señorita Thompson se había dado cuenta del problema y estaba apenada con ella misma. Ella comenzó a sentirse peor cuando sus alumnos le llevaron sus regalos de Navidad, envueltos con preciosos moños y papel brillante, excepto Teddy. Su regalo estaba mal envuelto con un papel amarillento que él había tomado de una bolsa de papel. A la señorita Thompson le dió pánico abrir ese regalo en medio de los otros presentes.

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Algunos niños comenzaron a reír cuando ella encontró un viejo brazalete y un frasco de perfume con solo un cuarto de su contenido. Ella detuvo las burlas de los niños al exclamar lo precioso que era el brazalete mientras se lo probaba y se colocaba un poco del perfume en su muñeca. Teddy Stoddard se quedó ese día al final de la clase el tiempo suficiente para decir: "Señorita Thompson, el día de hoy usted huele como solía oler mi mamá". Después de que el niño se fue ella lloró por lo menos una hora. Desde ese día, ella dejó de enseñarles a los niños aritmética, a leer y a escribir. En lugar de eso, comenzó a educar a los niños. La señorita Thompson puso atención especial en Teddy. Conforme comenzó a trabajar con él, su cerebro comenzó a revivir. Mientras más lo apoyaba, él respondía más rápido. Para el final del ciclo escolar, Teddy se había convertido en uno de los niños más aplicados de la clase y a pesar de su mentira de que quería a todos sus alumnos por igual, Teddy se convirtió en uno de los consentidos de la maestra. Un año después, ella encontró una nota debajo de su puerta, era de Teddy, diciéndole que ella había sido la mejor maestra que había tenido en toda su vida. Seis años después por las mismas fechas, recibió otra nota de Teddy, ahora escribía diciéndole que había terminado la preparatoria siendo el tercero de su clase y ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido en toda su vida. Cuatro años después, recibió otra carta que decía que a pesar de que en ocasiones las cosas fueron muy duras, se mantuvo en la escuela y pronto se graduaría con los más altos honores. El le reiteró a las señorita Thompson que seguía siendo la mejor maestra que había tenido en toda su vida y su favorita. Cuatro años después recibió otra carta. En esta ocasión le explicaba que

después de que concluyó su carrera, decidió viajar un poco. La carta le explicaba que ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido y su favorita, pero ahora su nombre se había alargado un poco, la carta estaba firmada por Doctor Theodore F. Stoddard. La historia no termina aquí, existe una carta más que leer, Teddy ahora decía que había conocido a una chica con la cual iba a casarse. Explicaba que su padre había muerto hacía un par de años y le preguntaba a la señorita Thompson si le gustaría ocupar en su boda el lugar que usualmente es reservado para la madre del novio, por supuesto la señorita Thompson aceptó y adivinen... Ella llegó usando el viejo brazalete y se aseguró de usar el perfume que Teddy recordaba que usó su madre la última Navidad que pasaron juntos.

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Se dieron un gran abrazo y el Dr. Stoddard le susurró al oído, "Gracias señorita Thompson por creer en mí. Muchas gracias por hacerme sentir importante y mostrarme que yo puedo hacer la diferencia". La señorita Thompson con lágrimas en los ojos, tomó aire y dijo, "Teddy, te equivocas, tú fuiste el que me enseñó a mí que yo puedo hacer la diferencia. No sabía cómo educar hasta que te conocí". Recuerda que a donde quiera que vayas y hagas lo que hagas, tendrás la oportunidad de tocar y/o cambiar los sentimientos de alguien, trata de hacerlo de una forma positiva.

"Los amigos son ángeles que nos levantan sobre nuestros pies cuando nuestras alas tienen problemas para recordar como volar".

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Un grupo de ranas

Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas

cayeron en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo para poder ver lo sucedido. Cuando vieron cuan hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas en el fondo

que para efectos prácticos, se debían dar por muertas. Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serian inútiles. Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió. Ella se desplomó y murió pesa del pánico. La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas para que dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía caso seguir luchando. Pero la rana saltó cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo. Cuando salió, las otras ranas le dijeron: "nos da gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritábamos". La rana les explicó que era sorda, y que pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más y salir del hoyo.

"Una palabra tiene el poder de salvar o hundir una vida... cuidemos lo que decimos y oimos"

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El sueño de María

Tuve un sueño José, y realmente no lo puedo comprender, pero creo

que se trataba del nacimiento de nuestro hijo.

La gente estaba haciendo los preparativos con seis semanas de anticipación, decoraban las casas, compraban ropa nueva, salían de compras muchas veces y adquirían elaborados regalos. Era un tanto extraño, ya que los regalos no eran para nuestro hijo; los envolvían en vistosos papeles y los ataban con preciosos moños, y todo lo colocaban debajo de un árbol. Si, un árbol José, adentro de sus casas; Esta gente había decorado el árbol y las ramas estaban llenas de adornos brillantes y había una figura en lo alto del árbol, me pareció que era un ángel, era realmente hermoso. Luego vi una mesa espléndidamente servida, con platillos deliciosos y muchos vinos, todo se veía exquisito y todos estaban contentos, pero... no estábamos invitados. Toda la gente se veía feliz, sonriente y emocionada por lo regalos que se intercambiaban unos con otros, pero, sabes, José, no quedaba ningún regalo para nuestro hijo; Me daba la impresión de que nadie lo conocía, porque nunca mencionaron su nombre. No te parece extraño, que la gente trabaje y gaste tanto en los preparativos, para celebrar el cumpleaños de alguien a quien ni siquiera mencionan y que da la impresión de que no lo conocen? Tuve la extraña sensación, de que si nuestro hijo hubiera entrado a esos hogares, para la celebración, hubiera sido solamente un intruso. Todo se veía tan hermoso y la gente se veía feliz, pero yo sentía enormes deseos de llorar, porque nuestro hijo era ignorado por casi toda esa gente que lo celebraba. Que tristeza para Jesús, no ser deseado en su propia fiesta de cumpleaños. Estoy contenta porque sólo fue un sueño, pero que terrible seria si esto se convierte en realidad.

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La vaquita

Un maestro de la sabiduría paseaba por un bosque con su fiel

discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar. Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de las

visitas, también de conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que tenemos de estas experiencias. Llegando al lugar constató la pobreza del sitio, los habitantes, una pareja y tres hijos, la casa de madera, vestidos con ropas sucias y rasgadas, sin calzado. Entonces se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó: En este lugar no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿Cómo hacen usted y su familia para sobrevivir aquí? el señor calmadamente respondió: amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros alimentos en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, manteca, etc.., para nuestro consumo y así es como vamos sobreviviendo. El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, luego se despidió y se fue. En el medio del camino, volteó hacia su fiel discípulo y le ordenó: busque la vaquita, llévela al precipicio de allí en frente y empújela al barranco. El joven vió al maestro con espanto y le cuestionó el hecho. Sobre todo porque la vaquita era el único medio de subsistencia de esa familia. Mas como percibió el silencio absoluto del maestro, cumplió temeroso la orden y empujó la vaquita por el precipicio, viéndola morir. Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante algunos años. Un día, el joven resolvió dejar a su maestro y regresar a aquel lugar para contarle todo a la familia, pedir perdón y ayudarlos. Así lo hizo, y a medida que se aproximaba al lugar veía todo muy bonito, con árboles floridos, todo habitado, con un automóvil en el garaje de tremenda casa y algunos niños jugando en el jardín. El joven se sintió triste y desesperado, imaginando que aquella humilde familia tuviese que vender el terreno para sobrevivir, aceleró el paso y llegando allá, fue recibido por un señor muy simpático, el joven preguntó por la familia que vivía ahí hace unos cuatro años, el señor respondió que seguían viviendo ahí. Consternado, el joven entró corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hace algunos años con el maestro. Elogió el lugar y le preguntó al señor: ¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar la vida? El señor entusiasmado le respondió: nosotros teníamos una vaquita, pero un día se cayó por el precipicio y murió, de ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos. Así, alcanzamos el éxito que sus ojos vislumbran ahora... Todos nosotros tenemos una vaquita que nos proporciona alguna cosa básica para nuestra supervivencia. Ocúpate de tu vaquita mientras exista, pero no temas si la vaquita por algún motivo se cae por el precipicio...

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Historia de un ángel

En los días en que un helado costaba mucho menos, un niño de 10

años entró en un establecimiento y se sentó en una mesa. La mesera puso un vaso de agua enfrente de él.

- Cuánto cuesta un helado de chocolate con maní?, Preguntó el niño. - Cincuenta centavos, respondió la mesera. El niño sacó su mano del bolsillo y examinó un número de monedas. - Cuánto cuesta un helado solo?, Volvió a preguntar. Algunas personas estaban esperando por una mesa y la mesera ya estaba un poco impaciente. - Treinta y cinco centavos, dijo ella con brusquedad. El niño volvió a contar las monedas, - Quiero el helado sólo, dijo. La mesera trajo el helado, puso la cuenta en la mesa y se fue. El niño terminó el helado, pagó en la caja y se fue. Cuando la mesera volvió, empezó a limpiar la mesa y entonces le costó tragar saliva con lo que vio. Allí, puesto ordenadamente junto al plato vacío, había veinticinco centavos... su propina. Mas vale pensar siempre bien de las personas, porque para descubrir lo malo siempre hay tiempo. Uno debe tratar todos los días de descubrir el lado bello de las cosas y de la gente, haciendo un ejercicio de amor con la vida como una gimnasia para el alma. Mira, grande será la satisfacción cuando te alegres de la bondad y la belleza, la virtud y la sinceridad, tanto que perdurará por toda tu vida en los pasos que des en esta tierra, porque reconocerás que la luz del espíritu existe y es la que alumbra el camino. Mientras que la envidia, el egoísmo, los celos, las dudas, la maldad y la soberbia son como células que se multiplican sin sentido y terminan por consumir a quien las generó hasta llegar al centro de su propio ego. © Miguel Angel Arcel

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Reflejo de la vida

Había una vez un anciano que pasaba los días sentado junto a un

pozo a la entrada del pueblo. Un día, un joven se le acercó y le preguntó: "Yo nunca he venido por estos

lugares, ¿cómo son los habitantes de esta ciudad?" El anciano le respondió con otra pregunta: "¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de la que vienes?" "Egoístas y malvados, por eso me he sentido contento de haber salido de allá." "Así son los habitantes de esta ciudad", le respondió el anciano. Un poco después, otro joven se acercó al anciano y le hizo la misma pregunta: "Voy llegando a este lugar, ¿cómo son los habitantes de esta ciudad?" El anciano, de nuevo, le contestó con la misma pregunta: "¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de donde vienes?" "Eran buenos, generosos, hospitalarios, honestos, trabajadores. Tenía tantos amigos que me ha costado mucho separarme de ellos". "También los habitantes de esta ciudad son así", respondió el anciano. Un hombre que había llevado a sus animales a tomar agua al pozo y que había escuchado la conversación, en cuanto el joven se alejó le dijo al anciano: "¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta hecha por dos personas?" "Mira" -le respondió- "Cada uno lleva el universo en su corazón. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquel que tenía amigos en su ciudad, encontrará también aquí amigos leales y fieles. Porque las personas son lo que encuentran en sí mismas, encuentran siempre lo que esperan encontrar."

"TODO LO BUENO Y LO BELLO DE LA VIDA QUE NECESITAS LO LLEVAS DENTRO DE TI. SIMPLEMENTE DÉJALO SALIR"

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El anillo

Había una vez, un rey sabio y bueno, que se encontraba al final de

su vida. Cierto día, presintiendo la llegada de su muerte, llamo a su único hijo, que

lo sucedería en el trono, saco de su dedo un anillo y se lo dio diciendo: Hijo mío, cuando seas rey, lleva siempre contigo este anillo. En el hay una inscripción. Cuando estuvieras viviendo situaciones extremas de gloria o de dolor sácatelo y lee lo que en el dice. El rey murió, y su hijo pasó a reinar en su lugar, siempre usando el anillo que o padre le dejara. Pasado algún tiempo, surgieron conflictos con un reino vecino, que culminaron en una terrible guerra. El joven rey, al frente de su ejército partió para enfrentar al enemigo. En el fragor de la batalla, sus compañeros luchaban bravamente, teniendo muchas bajas entre muertos y heridos, con tristeza y dolor, el rey se acordó del anillo y leyó la inscripción: ESTO TAMBIEN PASARA. Y continuó la lucha. Perdió batallas, venció otras tantas, pero al final, salió victorioso. Retornó, entonces, a su reino y cubierto de gloria, entró triunfante a la ciudad. El pueblo lo aclamó. En ese momento el se acordó de su viejo y sabio padre. Sacó el anillo y leyó: ESTO TAMBIEN PASARA. Todas las cosas, en la Tierra, pasan... Los días de dificultades, pasarán... Pasarán también los días de amargura y soledad... Los dolores y las lágrimas pasarán. Las frustraciones que nos hacen llorar... un día pasarán. La tristeza de un ser querido que se va de la mano de la muerte, pasará. Los días de glorias y triunfos, en que nos juzgamos mayores y mejores que los otros... igualmente pasarán. Esa vanidad interna que nos hace sentir como el centro del universo, un día pasará.

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Los días de tristeza... Días de felicidad... Son lecciones necesarias que, en la Tierra, pasan, dejando en el espíritu inmortal las experiencias acumuladas. Si hoy, para nosotros es uno de esos días repletos de amargura, paremos un instante. Elevemos el pensamiento a lo Alto y busquemos la voz suave que nos dice cariñosamente esto también pasará... Y guardemos la certeza, por las propias dificultades ya superadas, que no hay mal que dure para siempre. El planeta Tierra, semejante a enorme embarcación, a veces parece que va a zozobrar frente a las turbulencias de gigantescas olas. Sean guerras, intereses mezquinos, desvalores... Mas eso también pasará, porque Dios no está ajeno de eso, y sigue con la mirada serena de quien tiene la certeza de que la agitación hace parte del rotero evolutivo de la humanidad, y que un día también pasará... El sabe que la Tierra llegará a puerto seguro porque ese es su destino. Así, hagamos nuestra parte lo mejor que podamos, sin desmoralizarnos, y confiemos en Dios, aprovechando cada segundo, cada minuto que, por cierto... también pasaran..."

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¿Qué eres?

Una hija se quejaba a su madre acerca de su vida y cómo las cosas

le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro. Su madre, una chef de cocina, la

llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose que estaría haciendo su madre. A los veinte minutos la madre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un recipiente. Sacó los huevos y los colocó en un plato. Coló el café y lo puso en una taza. Mirando a su hija le dijo : "Querida, ¿qué ves?" "Zanahorias, huevos y café", fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Al sacarle la cáscara, observó que el huevo estaba duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrío mientras disfrutaba de su rico aroma. Humildemente la hija preguntó : "¿Qué significa esto, Mami?" Ella le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fría, dura, pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido, pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos, después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua. "¿Cúal quieres ser tú ?" - le preguntó la chef a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes?... ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?". Y ¿cómo eres tú? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?. ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable?. ¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, un divorcio o un despido te has vuelto duro y rígido?. Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido o eres como el grano de café?. El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren. ¿Y tú... cómo manejas la adversidad?. ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?...

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La paz perfecta

Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que

pudiera en una pintura dibujar la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron y presentaron sus obras en el palacio del rey, el gran día había llegado.

El rey observo y admiró todas las pinturas, pero solo hubieron dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas. La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre estas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos quienes miraron esta pintura pensaron que esta reflejaba la paz perfecta. La segunda pintura también tenia montañas pero estas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacifico. Pero cuando el rey observó cuidadosamente, miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido ... Paz perfecta ... el pueblo entero se preguntaba que cuadro elegiría el rey? El sabio rey escogió la segunda, y explicó a la gente el porque... "Porque," explicaba el rey, "Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz." Y tú... ya has encontrado la verdadera paz del corazón, entre tanto bullicio?...

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Aprender a volar

Un rey recibió como obsequio, dos pequeños halcones, y los entrego

al maestro de cetrería para que los entrenara. Pasando unos meses, el maestro le informo al rey que uno de los halcones estaba perfectamente pero que al otro no sabía que le sucedía, no se había movido de la rama

donde lo dejo desde el día que llego. El rey mandó llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo hacer volar el ave. Encargó entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió. Al día siguiente por la ventana, el monarca pudo observar, que el ave aun continuaba inmóvil. Entonces decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa, a la persona que hiciera volar al halcón, a la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente por los jardines. El rey le dijo a su corte, traedme al autor de ese milagro. Su corte rápidamente le presento a un campesino. El rey le pregunto; - ¿Tu hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago? Intimidado el campesino le dijo al rey: -Fue fácil mi rey, sólo corté la rama, y el halcón voló, se dió cuenta que tenía alas y se largo a volar. Y tú..., ¿a qué te estas aferrando que no puedes ser todo lo que puedes llegar a ser? ¿Qué esta esperando para soltarte? No puedes descubrir nuevos mares... a menos que tengas el coraje para volar.

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El buscador

Esta es la historia de un hombre que yo definiría como un

buscador...Un buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien que encuentra. Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está

buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda. Un día, el buscador sintió que debería ir a la ciudad de Kammir. El había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de si mismo, de modo que dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó a lo lejos la ciudad de Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo una colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención . Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores bellas. La rodeaba por completo una especie de valla de madera lustrada....Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspasó el portal y caminó lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles . Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor. Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió sobre una de las piedras, aquella inscripción : "Aquí yace Abdul Tareg vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días". Se sobrecogió un poco al darse cuenta que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estuviera enterrado en ese lugar . Mirando a su alrededor el hombre se dió cuenta que la piedra de al lado tenía también una inscripción. Se acercó a leerla y decía: "Aquí yace Yamir Kalib. vivió 5 años ,8 meses y 3 semanas". El buscador se sintió terriblemente abatido. Ese hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una leyó las lápidas. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. Pero lo que más lo conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los 11 años. Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar. El cuidador del cementerio, que pasaba por ahí, se acercó. Lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar. -No, ningún familiar- dijo el buscador. ¿Qué pasa con este pueblo? ¿Qué cosa terrible hay en esta ciudad..? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar..? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente? ¿Qué los ha obligado a construir un cementerio de niños..?

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El anciano respondió: - Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que sucede es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré... Cuando un joven cumple quince años sus padres le regalan una libreta como ésta que tengo aquí colgando del cuello. Y es tradición entre nosotros que a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y anote en ella: a la izquierda, que fue lo disfrutado... a la derecha, cuanto tiempo duró el gozo. Conoció a su novia, y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla.?¿una semana..? ¿dos.? ¿tres semanas y media..? Y después..., la emoción del primer beso, el placer maravilloso de la primera noche, ¿cuanto duró el minuto y medio del beso..? ¿dos días..? ¿una semana..? ¿Y el casamiento de sus amigos..? ¿Y el viaje más deseado..? ¿Y el encuentro con quien vuelve de un país lejano..? ¿ Cuánto tiempo duró el disfrutar de esas sensaciones...?¿Horas..? ¿días...? ... así...vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos. Cuando alguien muere es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba, porque es, amigo caminante, el único y verdadero tiempo VIVIDO.

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Naranjas al Personal

Juan trabajaba en una empresa hace dos años.

Siempre fue muy serio, dedicado y cumplidor de sus obligaciones. Llegaba puntual y estaba orgulloso de que en 2 años nunca recibió una amonestación

Cierto día buscó al Gerente para hacerle un reclamo: Señor, trabajo en la empresa hace dos años con bastante esmero y estoy a gusto con mi puesto, pero siento que he sido postergado. Mire; Fernando ingresó a un puesto igual al mío hace sólo 6 meses y ya ha sido promovido a Supervisor. ¡Uhmm!-mostrando preocupación- le dice. Mientras resolvemos esto, quisiera pedirte que me ayudes a resolver un problema. Quiero dar fruta al personal para la sobremesa del almuerzo de hoy. En la bodega de la esquina venden fruta. Por favor, averigua si tienen naranjas. Juan se esmeró en cumplir con el encargo y en 5 minutos estaba de vuelta. Bueno Juan, qué averiguaste? Señor, tienen naranjas para la venta. ¿Y cuánto cuestan? ¡Ah!............... No pregunté por eso. Ok, ¿pero viste si tenían suficientes naranjas para todo el personal? (preguntaba serio). Tampoco pregunté por eso señor. ¿Hay alguna fruta que pueda sustituir la naranja? No sé señor, pero creo... Bueno, siéntate un momento. El Gerente tomó el teléfono y mandó llamar a Fernando. Cuando se presentó, le dio las mismas instrucciones que le diera a Juan y en 10 minutos estaba de vuelta. Cuando retornó el Gerente pregunta: Bien Fernando, qué noticias me tienes? Señor, tienen naranjas, lo suficiente para atender a todo el personal, y si prefiere también tienen plátano, papaya, melón y mango. La naranja está a 1,5 pesos el kilo, el plátano a 2,2 la mano, el mango a 0,9 el kilo, la papaya y el melón a 2,8 pesos el kilo. Me dicen que si la compra es por cantidad, nos darán un descuento de 8%. He dejado separada la naranja pero si usted escoge otra fruta debo regresar para confirmar el pedido. Muchas gracias Fernando, pero espera un momento.. Se dirige a Juan, que aún seguía esperando estupefacto y le dice: Juan, qué me decías? Nada señor, eso es todo, muchísimas gracias, con su permiso..

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Un recurso valioso

Cuenta una antigua leyenda, que en la Edad Media un hombre muy

virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad, el verdadero autor era una persona muy influyente del reino, y por eso, desde el primer momento se procuro un "chivo expiatorio", para

encubrir al culpable. El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas chances de escapar al terrible veredicto: ¡la horca! El Juez, también complotado, cuidó no obstante de dar todo el aspecto de un juicio justo, por ello dijo al acusado: "Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Senor, vamos a dejar en manos de El tu destino: vamos a escribir en dos papeles separados las palabras "culpable" e "inocente". Tu escogerás y será la mano del Dios la que decida tu destino. Por supuesto, el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda: "CULPABLE" y la pobre victima, aun sin conocer los detalles, se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria. El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados. Este respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca lo engulló rápidamente. Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon airadamente..."Pero ¿qué hizo...? !! Y ¿ahora...? ¿Cómo vamos a saber el veredicto...?! "Es muy sencillo, respondió el hombre...." Es cuestión de leer el papel que queda, y sabremos lo que decía el que me trague..." Con rezongos y bronca mal disimulada,... debieron liberar al acusado, y jamás volvieron a molestarlo...

… Por más difícil que se nos presente una situación, nunca dejes de buscar la salida ni de luchar hasta el último momento. !! Se creativo...!! Cuando todo parezca perdido, usa la imaginacion..!!

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Un cumpleaños muy especial

Jamás olvidaré el día en que mamá me obligó a ir a una fiesta de

cumpleaños, cuando estaba en tercer grado. Una tarde llegué a casa con una invitación algo manchada de jalea. - No pienso ir - dije -. Es una chica nueva que se llama Ruth. Berni y Pat no

irán. Invitó a toda la clase. A los treinta y seis. Mamá estudió con extraña tristeza esa invitación hecha a mano. De pronto anunció: - Bueno, tú irás. Mañana iré a comprar el regalo. Yo no podía creerlo. ¡Mamá nunca me había obligado a ir a una fiesta! Eso me mataría, sin duda. Pero no hubo ataque de histeria que la hiciera cambiar de opinión. Llegó el sábado, mamá me sacó de la cama para que envolviera el regalo: Un bonito juego de peine, espejo y cepillo, de color rosa perlado, que había comprado por menos de tres dólares. Luego me llevó en su viejo automóvil amarillo. Ruth abrió la puerta y me guió por la escalera más empinada y peligrosa que yo había visto jamás. Cruzar la puerta fue un verdadero alivio; los pisos de madera relumbraban en la sala llena de sol. Los muebles eran viejos, pero estaban recubiertos por fundas níveas e impecables. En la mesa vi la torta más grande de mi vida. Estaba decorada con nueve velas rosadas, un "Feliz Cumpleaños Ruthie" bastante desmañado y algo que parecían pimpollos de rosa. Rodeaban la torta treinta y seis tazas llenas de chocolate casero, cada una con su nombre. "No será tan horrible una vez que lleguen los otros", me dije. Y pregunté a Ruth: -¿ Dónde está tu mamá? Ella bajó la vista al suelo. - Bueno, está medio enferma. - Ah. ¿Y tu papá? - Se fue. Luego se hizo silencio; sólo se oían algunas toses carrasposas detrás de una puerta cerrada. Pasaron quince minutos. Luego, diez más. De pronto comprendí la horrible verdad: No vendría nadie. ¿Cómo escapar de allí? En medio de mi autocompasión oí unos sollozos apagados. Al levantar la vista me encontré con la cara de Ruth, surcada de lágrimas. De inmediato, mi corazón de niña se llenó de simpatía hacia Ruth y de ira contra mis treinta y cinco egoístas compañeras. Me levanté de un salto, plantando en el suelo los zapatos de charol blanco, y proclamé a todo pulmón. -¿ Para qué queremos a los otros? La expresión sobresaltada de Ruth se convirtió en entusiasmado acuerdo. Allí estábamos: Dos niñas de ocho años con una torta de tres pisos, treinta y seis tazas de chocolate, helado, litros y litros de refresco rojo, tres docenas de artículos de cotillón, juegos a jugar, premios a ganar.

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Empezamos por la torta. Como no encontrábamos ningún fósforo y Ruthie (había dejado de ser Ruth) no quería molestar a su mamá, nos limitamos a fingir que las encendíamos. Le canté el Feliz Cumpleaños en tanto ella pedía un deseo y apagaba de un soplido las velas imaginarias. En un abrir y cerrar de ojos llegó el mediodía y mamá hizo sonar su bocina frente a la casa. Después de recoger todos mis recuerdos y de dar mil gracias a Ruthie, volé al auto burbujeando de alegría. - ¡Gané todos los juegos! Bueno, la verdad es que Ruthie ganó el de ponerle la cola al burro, pero dijo que la del cumpleaños no podía llevarse los premios, así que me lo cedió. Y repartimos las cosas de cotillón, la mitad para cada una. Le encantó el juego de tocador, mamá. Yo era la única. ¡La única de todo el tercer grado! y no veo la hora de decirle a los otros que se perdieron una fiesta estupenda. Mamá detuvo el coche junto al cordón y me abrazó con fuerza. - ¡Estoy orgullosa de tí! - me dijo, con lágrimas en los ojos. Ese día descubrí que una sola persona puede cambiar las cosas. Yo había cambiado por completo el noveno cumpleaños de Ruthie. Y mamá había cambiado mi vida por completo. Una persona, un gesto, puede cambiarnos la vida. Pero así como pueden cambiárnosla a nosotros, también pueden cambiársela a los demás. Por eso es importante que siempre recordemos que somos personas, y que somos dueños de nuestros gestos. Y que al vivir en un mundo de relación, en contacto con otras personas, nuestra propia persona y nuestros gestos pueden cambiar la vida de los demás. ¿Nos pusimos a pensar simplemente en el valor de una sonrisa? Cuán diferente nos sentimos cuando se nos recibe con una sonrisa en lugar de una mueca o sólo con indiferencia. Qué distinto nos predispone la amabilidad, una palabra cálida, un gesto de cariño una caricia, un beso, Una manifestación de ternura... En cambio, la grosería, el desprecio, la indiferencia, el maltrato, pueden destruirnos. Tratamos de ir por la vida sembrando amor y respeto; y no siempre recibimos lo mismo. Pero eso no debe hacer que nosotros cambiemos, porque, entonces, estaríamos imitando modelos que repudiamos. Si algo nos lastima tratemos de cambiarlo; y si no podemos, apartémonos de ello. Pero no emulemos su accionar. Recordemos que esas, nuestras acciones, pueden cambiar la vida

de los demás. Y lo lindo es cambiar la vida de los demás para bien, para mejor. Lo bueno es cambiar lágrimas por sonrisas, tristeza por alegría, desprecio por consideración, odio por amor, maldad por bondad... Siempre, lo bueno, es cambiar malo por bueno. Obremos de modo tal que, en nuestro paso por la vida de los demás, sembremos sólo amor. Seguramente cosecharemos más de lo que nos podemos imaginar...

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El corazón perfecto

Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y

proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca. Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en el ni

máculas ni rasguños. Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto. Al verse admirado el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar . De pronto un anciano se acercó y dijo: "Perdona mi atrevimiento, pero, porqué dices eso, si tu corazón no es ni tan, aproximadamente, tan hermoso como el mío, o el de tantos otras personas ?" Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y éstos habían sido reemplazados por otros que no encastraban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su derredor. Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos. La mirada de la gente se sobrecogió ¿como puede él decir que su corazón es más hermoso?, pensaron ... El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír. "Debes estar bromeando," dijo. Compara tu corazón con el mío... El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor." "Es cierto, dijo el anciano, tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo... Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido." "Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos, dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día -tal vez- regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón." "¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?" El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes. El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior. Sí, en verdad ahora, puedo ver lo hermoso que es tu corazón.

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El árbol confundido

Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un

tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos.

Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: "No sabía quién era." "Lo que te falta es concentración", le decía el manzano, "si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ve que fácil es?" - No lo escuches, exigía el rosal. Es más sencillo tener rosas y "¿Ves que bellas son?" Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado. Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó: - No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Yo te daré la solución. No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas. Sé tu mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior. Y dicho esto, el búho desapareció. - ¿Mi voz interior...? ¿Ser yo mismo...? ¿Conocerme...?, se preguntaba el árbol desesperado, cuándo de pronto, comprendió. Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole: - Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje... Tienes una misión "Cúmplela". Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz. Y tu... ¿dejas crecer el roble que hay en ti? En la vida, todos tienen un destino que cumplir, un espacio que llenar. No permitas que nada ni nadie te impida conocer y compartir la maravillosa esencia de tu ser.

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Damón y Pitias

Esta historia transcurre en la ciudad-estado siciliana de Siracusa, en

el siglo IV antes de Cristo. El orador romano Cicerón nos cuenta que Damón y Pitias eran seguidores del filosofo Pitágoras. Aún hoy, su historia es ejemplo de la amistad sin reservas que brinda todos

los motivos para la confianza y no deja margen para la duda. Damón y Pitias habían sido excelentes amigos desde la infancia. Cada cual confiaba en el otro como en un hermano, y cada cual sabía en su corazón que sería capaz de todo por su amigo. Con el tiempo llegó el momento de demostrar la hondura de su devoción. Sucedió de esta manera. Dionisio, el monarca de Siracusa, se fastidió cuando oyó los discursos que pronunciaba Pitias. El joven estudioso decía al público que ningún hombre debía ejercer poder ilimitado sobre otro, y que los tiranos eran reyes injustos. En un arrebato de ira, Dionisio convocó a Pitias y su amigo. - ¿ Quiénes creéis que sois, para sembrar el descontento entre la gente ? - Preguntó. - Yo sólo digo la verdad - respondió Pitias -. No puede haber nada de malo en ello. - ¿ Y tu verdad sostiene que los reyes tienen demasiado poder y que sus leyes no son buenas para sus súbditos ? - Si un Rey ha tomado el poder sin autorización del pueblo, eso es lo que yo diría. - Estas palabras son traición - gritó Dionisio -. Estas conspirando para derrocarme. Retráctate de tus palabras, o enfrenta las consecuencias. - No me retractaré - respondió Pitias. - Entonces morirás. ¿ Tienes un último pedido ? - Sí. Déjame ir a casa para despedirme de mi esposa y mis hijos, y para poner mis cosas en orden. - Veo que no sólo crees que soy injusto, sino que además soy estúpido -rió desdeñosamente Dionisio -. Si te dejo salir de Siracusa, no volveré a verte. - Te haré un juramento. - ¿ Qué clase de juramento podrías hacer que me indujera a creer que regresarás ? - preguntó Dionisio. En ese momento Damón, que había permanecido en silencio, se adelantó. - Yo seré su garantía - dijo -. Reténme en Siracusa, como prisionero, hasta el regreso de Pitias. Nuestra amistad es bien conocida. Puedes tener la certeza de que Pitias regresará mientras me tengas aquí. Dionisio estudió en silencio a ambos amigos. - Muy bien - dijo al fín -. Pero si deseas tomar el lugar de tu amigo, debes estar dispuesto a aceptar su sentencia si él rompe su promesa. Si Pitias no regresa a Siracusa, morirás en su lugar. - Él mantendrá su palabra - respondió Damón -. No tengo la menor duda de ello.

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Pitias obtuvo autorización para irse por un tiempo, y Damón fue a dar a la cárcel. Al cabo de varios días, como Pitias no aparecía, Dionisio no pudo con su curiosidad y fue a la prisión para ver si Damón se arrepentía del trato que había hecho. - Tu tiempo se está acabando - se mofó el monarca de Siracusa -. Será inútil pedir piedad. Fuiste un necio en confiar en la promesa de tu amigo. ¿ De veras creíste que sacrificaría su vida por tí o por cualquier otro ? - Sólo ha sufrido una demora - respondió Damón sin inmutarse -. Los vientos le han impedido navegar, o tal vez ha sufrido un accidente en la carretera. Pero si es humanamente posible, él regresará a tiempo. Creo en su virtud tanto como en mi existencia. Dionisio se asombró de la confianza del prisionero. - Veremos - dijo, y dejó a Damón en su celda. Llegó el día fatal. Damón fue sacado de la prisión y conducido ante el verdugo. Dionisio lo saludó con una sonrisa socarrona. - Parece que tu amigo no ha llegado - rió -. ¿ Qué piensas ahora de él ? - Es mi amigo - respondió Damón -. Confío en él. Y mientras hablaba, las puertas se abrieron y Pitias entró tambaleándose. Estaba pálido y magullado, y apenas podía hablar de cansancio. Se arrojó en brazos de su amigo. - Estás a salvo, loados sean los dioses - jadeó -. Parece que los hados conspiraban contra nosotros. Mi barco naufragó en una tormenta, y luego me atacaron salteadores. Pero me negué a abandonar mis esperanzas, y logré llegar a tiempo. Estoy dispuesto a cumplir mi sentencia de muerte. Dionisio quedó atónito al oír estas palabras, y sus ojos y su corazón se abrieron. Era imposible resistir el poder de semejante constancia. - La sentencia queda revocada - declaró -. Nunca creí que tanta fe y lealtad pudieran existir en la amistad. Me has demostrado cuán equivocado estaba, y es justo que seas recompensado con tu libertad. Pero a cambio os pediré un gran servicio. - ¿ A qué te refieres ? - preguntaron los amigos. - Enseñadme a formar parte de una amistad tan noble. Del libro de las virtudes. Amistad.

de William J. Bennett.

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El heredero

Erase una vez, de acuerdo con la leyenda, que un reino europeo

estaba regido por un rey muy cristiano, y con fama de santidad, que no tenía hijos.

El monarca envió a sus heraldos a colocar un anuncio en todos los pueblos y aldeas de sus dominios. Este decía que cualquier joven que reuniera los requisitos exigidos, para aspirar a ser posible sucesor al trono, debería solicitar una entrevista con el Rey. A todo candidato se le exigían dos características: 1. Amar a Dios. 2. Amar a su prójimo. En una aldea muy lejana, un joven leyó el anuncio real y reflexionó que él cumplía los requisitos, pues amaba a Dios y, así mismo, a sus vecinos. Una sola cosa le impedía ir, pues era tan pobre que no contaba con vestimentas dignas para presentarse ante el santo monarca. Carecía también de los fondos necesarios a fin de adquirir las provisiones necesarias para tan largo viaje hasta el castillo real. Su pobreza no sería un impedimento para, siquiera, conocer a tan afamado rey. Trabajó de día y noche, ahorró al máximo sus gastos y cuando tuvo una cantidad suficiente para el viaje, vendió sus escasas pertenencias, compró ropas finas, algunas joyas y emprendió el viaje. Algunas semanas después, habiendo agotado casi todo su dinero y estando a las puertas de la ciudad se acercó a un pobre limosnero vera del camino. Aquél pobre hombre tiritaba de frío, cubierto sólo por harapos. Sus brazos extendidos rogaban auxilio. Imploró con una débil y ronca voz: - Estoy hambriento y tengo frío, por favor ayúdeme... ¿por favor? El joven quedó tan conmovido por las necesidades del limosnero que de inmediato se deshizo de sus ropas nuevas y abrigadas y se puso los harapos del limosnero. Sin pensarlo dos veces le dio también parte de las provisiones que llevaba.

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Cruzando los umbrales de la ciudad, una mujer con dos niños tan sucios como ella, le suplicó: - ¡Mis niños tienen hambre y yo no tengo trabajo! Sin pensarlo dos veces, nuestro amigo se sacó el anillo del dedo y la cadena de oro de cuello y junto con el resto de las provisiones y se los entregó a la pobre mujer. Entonces, en forma titubeante, continuó su viaje al castillo vestido con harapos y carente de provisiones para regresar a su aldea. A su llegada al castillo, un asistente del Rey le mostró el camino a un grande y lujoso salón. Después de una breve pausa, por fin fue admitido a la sala del trono. El joven inclinó la mirada ante el monarca. Cuál no sería su sorpresa cuando alzó los ojos y se encontró con los del Rey. Atónito y con la boca abierta dijo: - ¡Usted... usted! ¡Usted es el limosnero que estaba a la vera del camino! En ese instante entró una criada y dos niños trayéndole agua al cansado viajero, para que se lavara y saciara su sed. Su sorpresa fue también mayúscula: - ¡Ustedes también! ¡Ustedes estaban en la puerta de la ciudad! - Sí --replicó el Soberano con un guiño-- yo era ese limosnero, y mi criada y sus niños también estuvieron allí. - Pero... pe... pero... ¡usted es el Rey! ¿Por qué me hizo eso? - Tartamudeo tragando saliva, después de ganar un poco de confianza. - Porque necesitaba descubrir si tus intenciones eran auténticas frente a tu amor a Dios y a tu prójimo --dijo el Monarca--

Sabía que si me acercaba a ti como Rey, podrías fingir y actuar no siendo sincero en tus motivaciones. De ese modo me hubiera resultado imposible descubrir lo que realmente hay en tu corazón. Como limosnero, no sólo descubrí que de verdad amas a Dios y a tu prójimo, sino que eres el único en haber pasado la prueba. - ¡Tú serás mi heredero! --sentenció el Rey-- ¡Tú heredaras mi reino!

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¿Dónde escondieron La Felicidad?

En cierta ocasión se reunieron todos los dioses y decidieron crear al

hombre y la mujer; planearon hacerlo a su imagen y semejanza, entonces uno de ellos dijo: - Esperen, si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, van a tener

un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra, debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de no ser así, estaremos creando nuevos dioses. Debemos quitarles algo, pero, ?Que les quitamos? Después de mucho pensar uno de ellos dijo: - ¡ya se!, vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser en donde esconderla para que no la encuentren jamás. Propuso el primero: - Vamos a esconderla en la cima del monte mas alto del mundo; a lo que inmediatamente repuso otro: no, recuerda que les dimos fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde esta. Luego propuso otro: - Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar, - y otro contesto: - No, recuerda que les dimos inteligencia, alguna vez alguien va construir una máquina por la que pueda entrar y bajar y entonces la encontrara. Uno mas dijo: - Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra. Y le dijeron: - No, recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien va construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros. - El último de ellos, era un Dios que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás dioses, analizó en silencio cada una de ellas y entonces rompió el silencio y dijo: - Creo saber en donde ponerla para que realmente nunca la encuentren, Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono: ¿En donde? "La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que no la encontraran." Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así, el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo... Estos son buenos días.......para ser FELIZ!

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Los tres ancianos

Una mujer salió de su casa y vió a tres ancianos con largas barbas

blancas sentados al frente de su casa. No los reconoció. Dijo "creo que no los conozco pero deben de estar hambrientos, por favor entren y tendrán algo para comer"."Esta el hombre de la casa dentro

preguntaron?"."No", dijo ella. El esta fuera. Entonces no podemos entrar, replicaron. Al anochecer cuando su esposo llegó a casa, le contó lo que había ocurrido."Ve a decirles que estoy en casa.- Invítalos a entrar". La mujer salió invitando a los hombres a entrar. "Nosotros no entramos a la casa juntos", replicaron.¿Por que?, quería saber ella. Uno de los ancianos explicó: "su nombre es ABUNDANCIA", dijo señalando a uno de sus amigos, y luego dijo señalando al otro, "el es EXITO y yo soy AMOR".Luego agrego, ahora entra a tu casa y conversa con tu esposo, sobre cual de nosotros quiere en su casa. La mujer fué y le contó a su esposo lo que le había dicho el anciano. Su esposo estaba encantado, !que bonito!, dijo. Ya que este es el caso, invitemos a la ABUNDANCIA, déjalo entrar y que llene nuestra casa de ABUNDANCIA. Su esposa no estaba de acuerdo. Querido por que no invitamos a EXITO. Su nuera estaba escuchando desde el otro lado de la casa. Saltó con su propia sugerencia: No seria mejor invitar a AMOR, nuestra casa se llenaría de AMOR. Escuchemos el consejo de nuestra nuera dijo el esposo a su esposa. Ve e invita a AMOR. La mujer salió y le preguntó a los tres ancianos, ¿ quien de ustedes es AMOR?, por favor entre y sea nuestro invitado. AMOR se levantó y empezó a caminar hacia la casa. Los otros 2 se pararon y lo siguieron. Sorprendida, la señora le pregunto a ABUNDANCIA y a EXITO; solo invite a AMOR, ¿ porque vienen ustedes?. Los ancianos replicaron juntos:"si tu hubieras invitado a ABUNDANCIA o a EXITO, los otros dos de nosotros nos hubiéramos quedado afuera, pero como invitaste a AMOR, a dondequiera que el vaya vamos nosotros con el. Donde quiera que haya AMOR hay también ABUNDANCIA y EXITO.

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Virtudes Choice

Había una vez una escuela en medio de las montañas. Los chicos

que iban a aquel lugar a estudiar, llegaban a caballo , en burro , en mula y en patas .

Como suele suceder en estas escuelitas perdidas, el lugar tenía una sola maestra; una solita, que amasaba el pan, trabajaba la quintita, hacía sonar la campana y también hacía la limpieza. Me olvidaba: La maestra de aquella escuela se llamaba Virtudes Choique. Era una morocha más linda que el 25 de Mayo. Y me olvidaba de otra cosa: Virtudes Choique ordeñaba cuatro cabras , y encima era una maestra llena de inventos, cuentos y expediciones. (Como ven, hay maestras y maestras). Esta del cuento vivía en la escuela. Al final de la hilera de bancos tenía un catre y una cocinita. Allí vivía, cantaba con la guitarra y sabía golpear la caja y el bombo. Y ahora viene la parte de los chicos. Los chicos no se perdían un solo día de clase, principalmente porque la señorita Virtudes tenía tiempo para ellos. Además sabía hacer mimos, y de vez en cuando jugaba al fútbol con ellos. En último lugar estaba el mate cocido de leche de cabra, que Virtudes servía cada mañana. La cuestión es que un día Apolinario Sosa volvió al rancho y dijo a sus padres: -Miren, Miren...! Miren lo que me ha puesto la maestra en el cuaderno! El padre y la madre miraron, y vieron unas letras coloradas. Como no sabían leer, pidieron al hijo que les dijera, entonces Apolinario leyó: -"SEÑORES PADRES: LES INFORMO QUE SU HIJO APOLINARIO ES EL MEJOR ALUMNO". Los padres de Apolinario abrazaron al hijo, porque si la maestra había escrito aquello, ellos se sentían bendecidos por Dios. Sin embargo al día siguiente otra chica llevó a su casa algo parecido. Esta chica se llamaba Juanita Chuspas, y voló con su mula al rancho para mostrar lo que había escrito la maestra: -"SEÑORES PADRES: LES INFORMO QUE SU HIJA JUANITA ES LA MEJOR ALUMNA". Y acá no iba a terminar la cosa. Al otro día Melchorcito Guare llegó a su rancho chillando como loco de alegría: -Mire, Mamita...! Mire, Tata...! la maestra me ha puesto una felicitación de color colorado, acá, vean: -"SEÑORES PADRES: LES INFORMO QUE SU HIJO MELCHORCITO ES EL MEJOR ALUMNO". Así los cincuenta y seis alumnos de la escuela llevaron a sus ranchos una nota que aseguraba :"SU HIJO ES EL MEJOR ALUMNO". Y así hubiera quedado todo, si el hijo del boticario, Don Pantaleón Minoguye, apenas se enteró de que su hijo era el mejor alumno dijo: -Vamos a hacer una fiesta. Mi hijo es el mejor de toda la región!. Sí, hay que hacer un asado con baile. El hijo de Pantaleón Minoguye ha honrado a su padre, y por eso lo voy a celebrar como dios manda. El boticario escribió una carta a la señorita Virtudes. La carta decía: "Mi estimadísima, distinguidísima y hermosísima maestra:

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El sábado que viene voy a dar un asado en honor a mi hijo. Usted es la primera invitada. Le pido que avise a los demás alumnos para que vengan al asado con sus padres. Muchas Gracias. Beso sus pies. Pantaleón Minoguye: Boticario Imagínense el revuelo que se armó. Ese día cada chico voló a su rancho para avisar del convite, y como sucede siempre entre la gente sencilla, nadie faltó a la fiesta. Bien sabe el pobre cuánto valor tiene reunirse, festejar, reírse un rato, cantar, saludarse, brindar, y comer un asadito de cordero. Por eso ese sábado todo el mundo bajó hacia la casa del boticario, que estaba de lo más adornada. Ya estaba el asador, la pava con el mate, varias fuentes con pastelitos, y tres mesas puestas una al lado de la otra. Enseguida se armó la fiesta. Mientras la señorita Virtudes Choique cantaba una Baguala, el mate iba de mano en mano, y la carne del cordero se iba dorando. Por fin don Pantaleón el boticario, dio unas palmadas y pidió silencio. Todos prestaron atención. Seguramente iba a comunicar una noticia importante ya que el convite era un festejo. Don Pantaleón tomó un banquito, lo puso en medio del patio, y se subió. Después hizo: Ejem, Ejem, y sacando un papelito leyó el siguiente discurso: -"Señoras, Señores, Vecinos, Niños, Queridos convidados: Los he reunido a comer el asado aquí presente, para festejar una noticia que me llena de orgullo. Mi hijo, mi muchachito, acaba de ser nombrado por la maestra Doña Virtudes Choique el mejor alumno. Así es. Nada más ni nada menos..." El hijo del boticario se acercó al padre, y le dio un vaso con vino. Entonces el boticario levantó el vaso y continuó: -" Por eso, señoras y señores, los invito a levantar el vaso y brindar por este hijo que ha horado a su padre, a su apellido, y a su país. He dicho". Contra lo esperado, nadie levantó el vaso. Nadie aplaudió. Nadie dijo ni Mu. Al revés. Padres y madres empezaron a mirarse unos a otros, bastante serios. El primero en protestar fue el padre de Apolinario Sosa: -Yo no brindo nada. Acá el único mejor es mi chico, el Apolinario. Ahí nomás se adelantó colorado de rabia el padre de Juanita Chuspas, para retrucar: ¡Qué están diciendo, pués! Acá la única mejorcita es la Juana, mi muchachita.

Pero ya empezaron los gritos de los demás porque cada cual desmentía al otro diciendo que no, que el mejor alumno era su hijo y que se dejaran de andar diciendo mentiras. A punto de que Don Sixto Pillén agarraba de las trenzas a Doña Dominga Llanos, y todo se fuera para el lado del demonio, pudo oírse la voz firme de la señorita Virtudes Choique. -Parense...! Cuidado con lo que están por hacer...! Esto es una Fiesta!. La gente bajó las manos y se quedó quieta. Todos miraban fiero a la maestra. Por fin uno dijo: -Maestra: Usted ha dicho mentira. Usted ha dicho a todos lo mismo. Entonces sucedió algo notable. Virtudes Choique empezó a reirse loca de contenta. Por fin dijo:

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-"Bueno, ya veo que ni acá puedo dejar de enseñar. Escuchen bien y abran las orejas, pero abran también el corazón, porque si no entienden, adiós fiesta. Yo seré la primera en marcharse". Todos fueron tomando asiento. Entonces la señorita habló así: -Yo no he mentido. He dicho la verdad, verdad que pocos ven y por eso no creen. Voy a darles ejemplo de que digo verdad: Cuando digo que Melchor Guare es el mejor, no miento. Melchorcito no sabrá las tablas de multiplicar, pero es el mejor arquero de la escuela cuando jugamos al fútbol... Cuando digo que Juanita chuspas es la mejor, no miento. Porque si bien anda floja en historia es la más cariñosa de todas... Y cuando digo que Apolinario Sosa es mi mejor alumno, tampoco miento. Y Dios es testigo que aunque es desprolijo, es el más dispuesto para ayudar en lo que sea... Tampoco mientom cuando digo que aquel es el mejor en matemática... pero me callo si no es servicial. Y aquel otro es el más prolijo, pero me callo si le cuesta prestar algún útil a sus compañeros. Y aquella es peleadora, pero escribe unas poesías preciosas. Y aquel, que es poco hábil jugando a la pelota, es el mejor alumno en dibujo. Y aquella que es mi peor alumna en ortografía, pero es la mejor de todas a la hora de trabajo manual! ¿Debo seguir explicando?. ¿Acaso no entienden?. Soy la maestra y debo construir el mundo con estos chicos. Pués entonces ¿con qué levantaré la patria? ¿Con lo mejor, o con lo peor?... Todos habían ido bajando la mirada. Los padres estaban mas bien serios. Los hijos sonreían contentos. Poco a poco cada cual fue buscando a su chico y lo miró con ojos nuevos, porque siempre habían visto principalmente los defectos, y ahora empezaban a sospechar que cada defecto tiene una virtud que le hace contrapeso y que es cuestión de subrayar, estimular y premiar lo mejor. Porque con eso se construye mejor. Cuenta la historia que el boticario rompió el largo silencio, dijo: -A comer...! la carne ya está a punto, y el festejo hay que multiplicarlo por cincuenta y seis...! Comieron más felices que nunca. Brindaron. Jugaron a la taba, al truco, a la escoba de quince y bailaron hasta las cuatro de la tarde.

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La vasija agrietada

Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que

colgaban a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo

hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua. Durante dos años completos esto fue así diariamente, desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación. Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador diciéndole: "Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir." El aguador apesadumbrado, le dijo compasivamente: "Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino." Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo del trayecto, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar. El aguador le dijo entonces "¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino?. Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Madre. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza." Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados.

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¡Gracias, Emilia!

Emilia pertenecía a una familia de clase media en un país europeo

que sufría estragos y carestías después de una prolongada guerra nacional. Hambre y epidemias amenazaban a toda la población. Emilia desde pequeña había tenido una salud delicada, que no había podido

mejorar por las condiciones en las que vivía. Siendo muy joven, se casó con un obrero textil y se establecieron en una población nueva lejos de familiares y conocidos. Poco tiempo después nació su primer hijo, Edmundo, un chico atractivo, buen estudiante, atleta y con gran personalidad. Unos años más tarde, Emilia dió a luz a una niña, que sólo sobrevivió pocas semanas por las malas condiciones de vida a la que la familia estaba sometida. Catorce años después del nacimiento de Edmundo y casi diez de la muerte de su segunda hija, Emilia se encontraba en una situación particularmente difícil. Tenía cerca de cuarenta años y su salud no había mejorado: sufría severos problemas renales y su sistema cardiaco se debilitaba poco a poco debido auna afección congénita. Por otro lado, la situación política de su país era cada vez más crítica, pues había sido muy afectado por la recién terminada primera guerra mundial. Vivían con lo indispensable y con la incertidumbre y el miedo de que estallase una nueva guerra. Y justamente en esas terribles circunstancias, Emilia se dio cuenta de que nuevamente estaba embarazada. A pesar de que el acceso al aborto no era sencillo en esa época y en ese país tan pobre, existía la opción y no faltó quien se ofreciera para practicárselo. Su edad y su salud hacían del embarazo un alto riesgo para su vida. Además su difícil condición de vida le hacía preguntarse: ¿qué mundo puedo ofrecer a este pequeño? ¿Un hogar miserable? ¿Un pueblo en guerra?. Emilia desconocía que sólo le quedaban diez años de vida a causa de sus problemas de salud. Trágicamente, también Edmundo, el único hermano del bebé que esperaba, viviría sólo dos años más. Algunos años más tarde, estallaría la segunda guerra mundial, en la que el padre de la criatura que estaba por nacer también perdería la vida. Emilia optó por darle la vida a su hijo, a quien puso el nombre de Karol. Ese niño, ahora anciano, todavía vive, le gusta mucho venir a México y cada vez que pasa por las calles de este país, millones de gargantas exaltadas le gritan: "Juan Pablo Segundo, te quiere todo el mundo"... ¡Gracias, mil gracias, Emilia!

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La mentira descubierta

El Dr. Arun Gandhi, nieto de Mahatma Gandhi y el fundador del

instituto M.K. Gandhi para la Vida Sin Violencia en su lectura del 9 de Junio en la Universidad de Puerto Rico, compartió la siguiente historia como un ejemplo de la vida sin violencia en el arte de sus padres:

"Yo tenia 16 años y estaba viviendo con mis padres en el instituto que mi abuelo había fundado a 18 millas en las afueras de la ciudad de Durban, en Sudáfrica, en medio de plantaciones de azúcar. Estábamos bien adentro del país y no teníamos vecinos, así que a mis dos hermanas y a mí, siempre nos entusiasmaba el poder ir a la ciudad a visitar amigos o ir al cine. Un día mi padre me pido que le llevara a la ciudad para atender una conferencia que duraba el día entero y yo salté a la oportunidad. Como iba a la ciudad mi madre me dio una lista de cosas del supermercado que necesitaba y como iba a pasar todo el día en la ciudad, mi padre me pidió que me hiciera cargo de algunas cosas pendientes como llevar el auto al taller. Cuando despedí a mi padre él me dijo: Nos vemos aquí a las 5 p.m. y volvemos a la casa juntos. Después de muy rápidamente completar todos los encargos, me fui hasta el cine más cercano. Me enfoqué tanto con la película, una película doble de John Wayne que me olvidé del tiempo. Eran las 5:30 p. m. cuando me acordé. Corrí al taller, conseguí el auto y me apuré hasta donde mi padre me estaba esperando. Eran casi las 6 p. m. Él me preguntó con ansiedad: Por que llegas tarde? Me sentía mal por eso y no le podía decir que estaba viendo una película de John Wayne entonces le dije que el auto no estaba listo y tuve que esperar...esto lo dije sin saber que mi padre ya había llamado al taller. Cuando se dio cuenta que había mentido, me dijo: -Algo no anda! bien en la manera que te he criado que no te ha dado la confianza de decirme la verdad. Voy a reflexionar que es lo que hice mal contigo. Voy a caminar las 18 millas a la casa y pensar sobre esto. Así que vestido con su traje y sus zapatos elegantes, empezó a caminar hasta la casa por caminos que ni estaban cementados ni iluminados. No lo podía dejar solo... así que yo manejé 5 horas y media detrás de el...viendo a mi padre sufrir la agonía de una mentira estúpida que yo había dicho. Decidí desde ahí que nunca más iba a mentir. Muchas veces me acuerdo de este episodio y pienso... Si me hubiese castigado de la manera que nosotros castigamos a nuestros hijos...hubiese aprendido la lección?... No lo creo... Hubiese sufrido el castigo y hubiese seguido haciendo lo mismo...Pero esta acción de no violencia fue tan fuerte que la tengo impresa en la memoria como si fuera ayer...Esto es el poder de la vida sin violencia.

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Se buscan profesores

Los animales que vivían en el bosque decidieron que había llegado la

hora de abrir una escuela para sus pequeños. Los que tenían a su cargo la proyectada escuela pusieron un anuncio en los periódicos locales que decía: "Se necesitan profesores para escuela nueva. Entrevista el domingo por la

mañana. Sólo se admiten solicitudes de quienes tengan títulos adecuados". El domingo por la mañana los presuntos profesores esperaban fuera de la sala de entrevistas. El primero en aparecer ante el comité seleccionador fue un gorrión. Tímidamente dijo: "Deseo solicitar el puesto de profesor de canto". La comisión comenzó a preguntar al pequeño gorrión. "¿Sabe cantar?", le preguntaron. "¿Es un cantor con experiencia?". "Desde luego: canto muy bien. Llevo cantando desde el día que nací", contestó el gorrión. Dicho esto, comenzó a cantar una armoniosa y delicada melodía. De repente, la comisión le interrumpió. "No nos interesa lo bien que sepa cantar. Lo que queremos saber es donde ha aprendido y los títulos y diplomas que posee. No podemos tomar en cuenta su petición a menos que posea títulos adecuados". El gorrión quedó desconcertado. "Yo sé cantar, como han oído; pero no poseo diplomas ni títulos", dijo. "En tal caso, no podemos admitirle", dijo bruscamente la comisión. "No nos interesan profesores sin título". El siguiente candidato entrevistado fue un delfín. "Deseo ser empleado como preceptor de natación en su nueva escuela", dijo. "¿Dónde ha aprendido a nadar?", preguntó la comisión. "Es de suponer que tendrá un título o certificado de alguna institución de natación". El delfín movió la cabeza apesadumbrado. "Lo siento", dijo. "Soy un excelente nadador y un profesor amable y benévolo, pero no poseo títulos". La comisión lo despidió sin escucharle más.

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"No tenemos en cuenta las solicitudes de quienes no poseen títulos", dijeron. Uno tras otro, fueron entrevistados el resto de los solicitantes. Las abejas dijeron: "Deseamos solicitar el puesto para la sección de trabajos manuales de su escuela. Nuestras colmenas son una maravilla de formas intrincadas y un primor. Somos pacientes y laboriosas. Seríamos buenas profesoras de manualidades". Pero al enterarse de que no poseían títulos la comisión las rechazó. Un ciervo solicitó dar clases de carreras, y un mono pidió el puesto de preceptor de gimnasia. Una araña quería enseñar a los pequeños a hilar. Todos ellos fueron rechazados por carecer de los necesarios requisitos. Al final la comisión decidió que no era posible abrir una nueva escuela por falta de personal bien instruido y titulado.

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Hola amigo

Éramos la única familia en el restaurante con un niño.

Yo senté a Daniel en una silla para niño y me di cuenta que todos estaban tranquilos comiendo y charlando. De repente, Daniel pego un grito con ansia y dijo, "Hola amigo!"

Golpeando la mesa con sus gorditas manos. Sus ojos estaban bien abiertos por la admiración y su boca mostraba la falta de dientes en su encía. Con mucho regocijo el se reía y se retorcía. Yo mire alrededor y vi la razón de su regocijo. Era un hombre andrajoso con un abrigo en su hombro; sucio, grasoso y roto. Sus pantalones eran anchos y con el cierre abierto hasta la mitad y sus dedos se asomaban a través de lo que fueron unos zapatos. Su camisa estaba sucia y su cabello no había recibido una peinilla por largo tiempo. Sus patillas eran cortas y muy poquitas y su nariz tenia tantas venitas que parecía un mapa. Estábamos un poco lejos de el para saber si olía, pero seguro que olía mal. Sus manos comenzaron a menearse para saludar. "Hola bebito, como estas muchachón," le dijo el hombre a Daniel. Mi esposa y yo nos miramos, "Que hacemos?" Daniel continuo riéndose y contesto, "Hola, hola amigo." Todos en el restaurante nos miraron y luego miraron al pordiosero. El viejo sucio estaba incomodando a nuestro hermoso hijo. Nos trajeron nuestra comida y el hombre comenzó a hablarle a nuestro hijo como un bebe. Nadie creía que era simpático lo que el hombre estaba haciendo. Obviamente el estaba algo borracho. Mi esposa y yo estábamos avergonzados. Comimos en silencio; menos Daniel que estaba super inquieto y mostrando todo su repertorio al pordiosero, quien le contestaba con sus niñadas. Finalmente terminamos de comer y nos dirigimos hacia la puerta. Mi esposa fue a pagar la cuenta y le dije que nos encontraríamos en el estacionamiento. El viejo se encontraba muy cerca de la puerta de salida. "Dios mío, ayúdame a salir de aquí antes de que este loco le hable a Daniel." Dije orando, mientras caminaba cercano al hombre. Le di un poco la espalda tratando de salir sin respirar ni un poquito del aire que el pudiera estar respirando. Mientras yo hacia esto, Daniel se volvió rápidamente en dirección hacia donde estaba el viejo y puso sus brazos en posición de; cárgame."

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Antes de que yo se lo impidiera, Daniel se abalanzo desde mis brazos hacia los brazos del hombre. Daniel en un acto de total confianza, amor y sumisión recargo su cabeza sobre el hombro del pordiosero. El hombre cerró sus ojos y pude ver lagrimas corriendo por sus mejillas. Sus viejas y maltratadas manos llenas de cicatrices, dolor y duro trabajo, suave, muy suavemente, acariciaban la espalda de Daniel. Nunca dos seres se habían amado tan profundamente en tan poco tiempo. Yo me detuve aterrado. El viejo hombre se meció con Daniel en sus brazos por un momento, luego abrió sus ojos y me miró directamente a los míos. Me dijo en voz fuerte y segura, "Usted, cuide a este niño." De alguna manera le conteste: "Así lo haré" con un inmenso nudo en mi garganta. El separó a Daniel de su pecho, lentamente, como si tuviera un dolor. Recibí a mi niño, y el viejo hombre me dijo: "Dios le bendiga, señor. Usted me ha dado un hermoso regalo." No pude decir mas que un entrecortado gracias. Con Daniel en mis brazos, camine rápidamente hacia el carro. Mi esposa se preguntaba por que estaba llorando y sosteniendo a Daniel tan apretadamente, y por que yo estaba diciendo: "Dios mío, Dios mío, perdóname." Yo acababa de presenciar el amor mas puro a través de la inocencia de un pequeño niño que no vio pecado, que no hizo ningún juicio; un niño que vio un alma y unos padres que vieron un montón de ropa sucia. Yo fui un cristiano ciego, cargando un niño que no lo era. Para todos los cristianos, les deseamos pasen unidos una hermosa Navidad, llena del mas puro amor.

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El árbol de los problemas

El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una

vieja granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se dañó y le hizo perder una hora de trabajo y ahora

su antiguo camión se negaba a arrancar. Mientras lo llevaba a casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Cuando nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos. Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente me acompañó hasta el auto. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que lo había visto hacer un rato antes. -"Oh, ese es mi árbol de problemas", contestó. -"Sé que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego en la mañana los recojo otra vez". -"Lo divertido es", dijo sonriendo, "que cuando salgo en la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.

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A quién estás cargando aún?

Dos monjes que regresaban a su templo llegaron a un arroyo donde

encontraron a una hermosa mujer que no se atrevía a cruzarlo , temerosa porque el arroyo había crecido y la corriente era fuerte. Uno de los monjes, el mayor, casi sin detenerse, la alzó en sus brazos y la

llevó hasta la otra orilla. La mujer le agradeció, ya que su hijo estaba gravemente enfermo y ella necesitaba cruzar ese arroyo para verlo, y los hombres siguieron su camino. Después de recorrer tres días el otro monje, el joven, sin poder contenerse más, exclamó: "¿Cómo pudiste hacer eso, tomar una mujer en tus brazos ?. Conoces bien las reglas..." y otras cosas por el estilo. Respondió el monje cuestionado con una sonrisa : " Es posible que haya cometido alguna falta, pero esa mujer necesitaba cruzar ese arroyo para ver a su hijo. Yo solo crucé a la mujer y la dejé en la otra orilla. "¿Pero que te pasa a vos, que ya pasaron tres días del episodio y aún la llevas a cuestas?". Yo la dejé del otro lado del arroyo. Y tú, a quién o a qué llevas aún en tus hombros?? Hay circunstancias que requieren que demos vuelta la hoja y olvidemos lo pasado para tomar nuestro debido rumbo.

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La llamada de un Amigo

Hace tiempo, estando en mi casa, siendo como las 11:00 PM, recibí

la llamada telefónica de un buen amigo. Me dio mucho gusto su llamada y lo primero que me preguntó fue: ¿Cómo estás?

Y sin saber por qué le contesté "Muy solo". ¿Quieres que hablemos?- me dijo Le respondí que sí y me dijo: ¿Quieres que vaya a tu casa? Y respondí que sí... Colgó el teléfono y en menos de quince minutos él ya estaba tocando a mi puerta. Yo hablé por horas de todo, de mi trabajo, de mi familia, de mi esposa, de mis deudas, y él, atento siempre, me escuchó. Se nos hizo de día, yo estaba totalmente cansado mentalmente, me había hecho mucho bien su compañía y sobre todo que me escuchara, que me apoyara y me hiciera ver mis errores. Me sentía muy a gusto y cuando él notó que yo ya me encontraba mejor, me dijo: Bueno, me voy, tengo que ir a trabajar. Yo me sorprendí y le dije: ¿Por qué no me habías dicho que tenias que ir a trabajar? Mira, la hora que es, no dormiste nada, te quité tu tiempo toda la noche. El sonrió y me dijo: No hay problema, para eso estamos los amigos. Yo me sentía cada vez más feliz y orgulloso de tener un amigo así. Lo acompañé a la puerta de mi casa y cuando él caminaba hacia su automóvil le grité desde lejos: Y a todo esto, ¿por qué llamaste anoche tan tarde?. El regresó y me dijo en voz baja: Es que te quería dar una noticia..... y le pregunté: ¿Qué pasó? Y me dijo: Fui al doctor y me dijo que estoy muy enfermo. Yo me quedé mudo... él me sonrió y me dijo: Ya hablaremos de eso. Que tengas un buen día... Se dio la vuelta y se fue. Pasó un buen rato para cuando asimilé la situación y me pregunté una y otra vez, por qué cuando él me preguntó cómo estaba me olvidé de él y solo hablé de mi. ¿Cómo tuvo la fuerza de sonreírme, de darme ánimos, de decirme todo lo que me dijo, estando él en esa situación?... Eso fue increíble... desde entonces mi vida ha cambiado. Suelo ser menos dramático con mis problemas y disfrutar más de las cosas buenas de la vida. Ahora aprovecho más el tiempo con la gente que quiero... por ejemplo, con mi amigo.... Procuro disfrutar mas el tiempo que convivimos y conversamos, sigo disfrutando de sus chistes, de su locura, de su seriedad, de su sabiduría, de su temple, de mi amigo... Les deseo que tengan un hermoso día y recuerden... "El que no vive para servir... No sirve para vivir..."

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El cachorro

El dueño de una tienda estaba colocando un anuncio en la puerta

que leía: "Cachorritos en venta".

Esa clase de anuncios siempre atraen a los niños, y pronto un niñito apareció en la tienda preguntando: "¿Cuál es el precio de los perritos?" El dueño contestó: "Entre $30 y $50". El niñito metió la mano en su bolsillo y sacó unas monedas: "Solo tengo $2.37... ¿puedo verlos?". El hombre sonrió y silbó. De la trastienda salió su perra corriendo seguida por cinco perritos. Uno de los perritos estaba quedándose considerablemente atrás. El niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado que cojeaba. "¿Qué le pasa a ese perrito?", preguntó. El hombre le explicó que cuando el perrito nació, el veterinario le dijo que tenía una cadera defectuosa y que cojearía por el resto de su vida. El niñito se emocionó mucho y exclamó: " Ese es el perrito que yo quiero comprar!". Y el hombre replicó: "No, tu no vas a comprar ese cachorro, si tu realmente lo quieres, yo te lo regalo". Y el niñito se disgustó, y mirando directo a los ojos del hombre le dijo: "Yo no quiero que usted me lo regale. El vale tanto como los otros perritos y yo le pagaré el precio completo. De hecho, si Ud. me permite, le voy a dar mis $2.37 ahora y 50 centavos cada mes hasta que lo haya pagado completo". El hombre contesto: "Tu en verdad no querrás comprar ese perrito, hijo. El nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perritos". El niñito se agacho y se levantó la pierna de su pantalón para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miro de nuevo al hombre y le dijo: "Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el perrito necesitará a alguien que lo entienda". El hombre estaba ahora entendiendo la situación, y con sus ojos llenos de lágrimas y sonriendo al niño le dijo: "Hijo, solo espero y rezo para que cada uno de estos cachorritos tenga un dueño como tú". Y tú, ¿intentas comprender a los demás?.

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Dar tiempo al tiempo!!!

Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba

la tierra duramente con su hijo. Un día el hijo le dijo: -¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo. -¿Por qué le llamas desgracia? - respondió el padre, veremos lo que trae el

tiempo... A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo. -¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho - Nuestro caballo ha traído otro caballo. -Por qué le llamas suerte? - repuso el padre - Veamos qué nos trae el tiempo. En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo. El muchacho se quebró una pierna. -¡Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho -. ¡Me he quebrado la pierna! Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció: -¿Por qué le llamas desgracia? Veamos lo que trae el tiempo! El muchacho no se convencía de la filosofía del padre, sino que gimoteaba en su cama. Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo. El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver que lo malo no era tan malo y que siempre hay algo bueno esperando. *La moraleja de este antiguo consejo chino es que la vida da tantas vueltas, y es tan paradójico su desarrollo, que lo malo se hace bueno, y lo bueno, malo. Lo mejor es esperar siempre el día de mañana, pero sobre todo confiar en DIOS, porque todo sucede con un propósito positivo para nuestras vidas.....

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El único recuerdo que permanece

Tengo muchos recuerdos de mi padre y de cómo crecí a su lado en

nuestro departamento junto a las vías del tren elevado. Durante veinte años oímos el rugido del convoy cuando pasaba por la ventana de su dormitorio.

De noche, tarde, papá esperaba solo en las vías el tren que lo llevaba a su empleo en la fábrica, donde trabajaba en el turno de medianoche. Esa noche en particular, esperé con él en la oscuridad para despedirlo. Su rostro estaba triste. Su hijo menor, es decir yo, había sido reclutado. Le tomarían juramento a la mañana siguiente a las seis, mientras él estaba en su máquina de cortar papel en la fábrica. Mi padre había hablado de su rabia. No quería que "ellos" se llevaran a su hijo de sólo diecinueve años, que nunca había bebido o fumado un cigarrillo, a pelear en una guerra en Europa. Puso sus manos en mis delgados hombros. -Ten cuidado, Jorge, y si alguna vez necesitas algo, escríbeme y me ocuparé de que lo consigas. De pronto oímos el rugido del tren que se aproximaba. Me abrazó con fuerza y me besó suavemente en la mejilla. Con los ojos llenos de lágrimas murmuró: -Te quiero, hijo mío. Entonces llegó el tren, las puertas lo encerraron dentro y desapareació en la noche. Un mes mas tarde, a los cuarenta y seis años, mi padre murió. Tengo setenta y seis en el momento de sentarme a escribir esto. Una vez oí a Pete Hamill, el periodista de Nueva York, decir que los recuerdos son la mayor herencia de un hombre, y tengo que coincidir con él. Sobreviví a cuatro invasiones en la Segunda Guerra Mundial. He tenido una vida llena de todo tipo de experiencias. Pero el único recuerdo que permanece es el de aquella noche en que mi papá me dijo: "Te quiero, hijo mío ".- Y tú.. sabes que puedes estar haciendo un recuerdo? Extraído de Chocolate caliente para el Alma.

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La más bella flor

Se cuenta que por el año 250 AC, en la China antigua, un príncipe de

la región norte del país, estaba en vísperas de ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, debía estar casado. Sabiendo esto, resolvió hacer una competencia entre las doncellas de la corte que fueran dignas de

su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que ofrecería una celebración especial para las pretendientes al puesto y allí les lanzaría un desafío. Una vieja señora, sierva del palacio por muchos años, oyendo los comentarios sobre los preparativos, sintió una ligera tristeza, pues sabía que su joven hija guardaba un sentimiento profundo de amor por el príncipe. Al llegar a casa y relatarle los planes del príncipe, se asombró al saber que ella pretendía ir a la ceremonia. Indagando incrédula preguntó: Hija mía, ? qué es lo que harás allí? Estarán presentes las más bellas y ricas doncellas de la corte, por favor sácate esa idea de la cabeza, yo sé que debes estar sufriendo, pero no conviertas el sufrimiento en locura. La hija respondió: No querida madre, no estoy sufriendo y mucho menos estoy loca, yo se que jamás podré ser la escogida, pero es mi oportunidad de estar cuando menos algunos momentos, cerca del príncipe y esto ya me hace feliz. Por la noche, la joven llegó al palacio y en verdad, allí estaban las más bellas chicas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y aún más, con las más determinadas intenciones. Finalmente, el príncipe anunció el desafío: Les daré a cada una de ustedes una semilla, y aquella dama que dentro de seis meses me traiga la más bella flor, será escogida como mi esposa y futura emperatriz de China. La propuesta del príncipe no se desvió de las profundas tradiciones de aquel pueblo que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, ya fuesen costumbres, amistades, relaciones, etc. El tiempo pasó y la dulce joven, que no tenía mucha habilidad en las artes de jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgiese con la misma extensión de su amor, ella no necesitaría preocuparse con el resultado. Pasaron tres meses y nada surgió. La joven intentó de todo, usando todos los métodos conocidos de cultivo, pero nada había nacido. Día tras día ella veía cada vez más lejano su sueño y cada vez más profundo era su amor. Por fin, los seis meses pasaron y nada había brotado... Consciente de su esfuerzo y dedicación, aquella joven le informó a su madre que independientemente de las circunstancias, iría al palacio en la fecha y hora acordadas, pues no pretendía nada mas que algunos momentos cerca de la compañía del príncipe. En la hora marcada, estaban allí ella y las demás pretendientes, sólo que su vasija estaba vacía y las otras jóvenes pretendientes, tenían todas flores bellísimas variadas en formas y colores. Ella estaba admirada, nunca había visto tan bella escena.

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Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observa la vasija de cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una por una, anunció el resultado e indicó que aquella bella joven, la hija de la sierva del palacio sería su futura esposa. Los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones ... Nadie comprendía por qué había escogido justamente aquella que nada había cultivado. Entonces el príncipe les aclaró: Esta fue la única que cultivó la flor que es digna de ser convertida en mi emperatriz: la flor de la honestidad, pues todas las semillas que les había entregado eran estériles Y tu... que precio estas dispuesto a pagar por vencer? Si para vencer, debes poner en juego tu honestidad...pierde....ya que siempre serás un vencedor.

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Las tres pipas

Una vez un miembro de la tribu se presento furioso ante su jefe para

informarle que estaba decidido a tomar venganza de un enemigo que lo había ofendido gravemente. ¡Quería ir inmediatamente y matarlo sin piedad!

El jefe lo escuchó atentamente y luego le propuso que fuera a hacer lo que tenía pensado, pero antes de hacerlo llenara su pipa de tabaco y la fumara con calma al pie del árbol sagrado del pueblo. El hombre cargó su pipa y fue a sentarse bajo la copa del gran árbol. Tardó una hora en terminar la pipa. Luego sacudió las cenizas y decidió volver a hablar con el jefe para decirle que lo había pensado mejor, que era excesivo matar a su enemigo pero que si le daría una paliza memorable para que nunca se olvidara de la ofensa. Nuevamente el anciano lo escuchó y aprobó su decisión, pero le ordenó que ya que había cambiado de parecer, llenara otra vez la pipa y fuera a fumarla al mismo lugar. También esta vez el hombre cumplió su encargo y gastó media hora meditando. Después regresó a donde estaba el cacique y le dijo que consideraba excesivo castigar físicamente a su enemigo, pero que iría a echarle en cara su mala acción y le haría pasar vergüenza delante de todos. Como siempre, fue escuchado con bondad pero el anciano volvió a ordenarle que repitiera su meditación como lo había hecho las veces anteriores. El hombre medio molesto pero ya mucho más sereno se dirigió al árbol centenario y allí sentado fue convirtiendo en humo, su tabaco y su bronca. Cuando terminó, volvió al jefe y le dijo: "Pensándolo mejor veo que la cosa no es para tanto. Iré donde me espera mi agresor para darle un abrazo. Así recuperaré un amigo que seguramente se arrepentirá de lo que ha hecho". El jefe le regaló dos cargas de tabaco para que fueran a fumar juntos al pie del árbol, diciéndole: "Eso es precisamente lo que tenía que pedirte, pero no podía decírtelo yo; era necesario darte tiempo para que lo descubrieras vos mismo". Mamerto Menapace

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Carta para Ruth

Ruth fue a su buzón de correo y solo había una carta, ella la tomó y

la miró antes de abrirla, y noto que no tenía estampillas ni sello del correo. Sólo su nombre y dirección.

Ella leyó: Querida Ruth: "Voy a estar en tu barrio el sábado en la tarde y quisiera verte. Te quiere siempre, Jesús" Sus manos temblaban mientras colocaba la carta en la mesa. ¿Por qué Dios querrá visitarme si no soy nadie especial? También recordó que no tenía nada que ofrecerle, pensando en eso, ella recordó su alacena vacía."Oh, no tengo nada que ofrecerle. Tengo que ir al supermercado y comprar algo para la cena" Ella tomo su cartera que contenía $ 5,40. -"Bueno, puedo comprar pan y embutidos por lo menos" Se puso el abrigo y corrió a la puerta. Compró un molde de pan francés, media libra de jamón y un cartón de leche, lo que le dejó con tan sólo doce centavos hasta el lunes. Se sentía bien a medida que se acercaba a su casa con su humilde compra bajo el brazo. -Señorita, por favor, ¿puede ayudarnos? Ruth había estado tan sumergida en sus planes para la cena que no había notado dos figuras acurrucadas en la acera. Un hombre y una mujer, ambos vestidos de andrajos. -Mire señorita, no tengo trabajo y mi esposa y yo hemos estado viviendo en las calles, nos estamos congelando y tenemos mucha hambre y si usted nos pudiera ayudar se lo agradeceríamos mucho. Ruth los miro. Ellos estaban sucios y mal olientes y pensó que si ellos en verdad quisieran trabajar ya habrían conseguido algo. -Señor, me gustaría ayudarlos, pero soy pobre también. Todo lo que tengo es un poco de pan y jamón, y tendré un invitado especial a cenar esta noche y pensaba darle esto de comer. -Esta bien, comprendo. Gracias de todas maneras. El hombre puso su brazo sobre los hombros de la mujer y se fueron rumbo al callejón. Ella los miraba alejarse y sintió mucho dolor en su corazón. -Señor espere. -La pareja se detuvo, mientras ella corría hasta ellos. -Por que no toman esta comida, puedo servirle otra cosa a mi invitado. -Dijo ella mientras le entregaba la bolsa del supermercado.

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-Gracias. Muchas gracias señorita. -Si, Gracias... -Le dijo la mujer, y Ruth pudo ver que estaba temblando de frío. -Sabe, tengo otro abrigo en casa, tome este. -Le dijo mientras se lo ponía sobre los hombros. Ella regresó a casa sonriendo y sin su abrigo ni comida que ofrecer a su invitado. Se estaba desanimando a medida que se acercaba a la puerta de su casa, pensando que no tenía nada que ofrecer a su especial invitado. Cuando metió la llave en la cerradura noto otró sobre en su buzón. -Que raro. Usualmente, el cartero no viene dos veces el mismo día". Ella tomó el sobre y lo abrió: Querida Ruth: Fue muy agradable verte de nuevo. Gracias por la comida y gracias también por el hermoso abrigo. Te quiere siempre, Jesús. - y tú, ¿sabes reconocer el verdadero valor de las personas?....

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El Violinista

Esta historia es sobre un hombre que reflejaba en su forma de vestir

la derrota, y en su forma de actuar la mediocridad total. Ocurrió en París, en una calle céntrica aunque secundaria. Este hombre,

sucio, maloliente, tocaba un viejo violín. Frente a él y sobre el suelo estaba su boina, con la esperanza de que los transeúntes se apiadaran de su condición y le arrojaran algunas monedas para llevar a casa. El pobre hombre trataba de sacar una melodía, pero era del todo imposible identificarla debido a lo desafinado del instrumento, y a la forma displicente y aburrida con que tocaba ese violín. Un famoso concertista, que junto con su esposa y unos amigos salía de un teatro cercano, pasó frente al mendigo musical. Todos arrugaron la cara al oír aquellos sonidos tan discordantes. Y no pudieron menos que reír de buena gana. La esposa le pidió, al concertista, que tocara algo. El hombre echó una mirada a las pocas monedas en el interior de la boina del mendigo, y decidió hacer algo. Le solicitó el violín. Y el mendigo musical se lo prestó con cierto resquemor. Lo primero que hizo el concertista fue afinar sus cuerdas. Y entonces, vigorosamente y con gran maestría arrancó una melodía fascinante del viejo instrumento. Los amigos comenzaron a aplaudir y los transeúntes comenzaron a arremolinarse para ver el improvisado espectáculo. Al escuchar la música, la gente de la cercana calle principal acudió también y pronto había una pequeña multitud escuchando arrobada el extraño concierto. La boina se llenó no solamente de monedas, sino de muchos billetes de todas las denominaciones. Mientras el maestro sacaba una melodía tras otra, con tanta alegría. El mendigo musical estaba aún más feliz de ver lo que ocurría y no cesaba de dar saltos de contento y repetir orgulloso a todos: " ¡¡Ese es mi violín!! ¡¡Ese es mi violín!!". Lo cual, por supuesto, era rigurosamente cierto. La vida nos da a todos "un violín". Son nuestros conocimientos, nuestras habilidades y nuestras actitudes. Y tenemos libertad absoluta de tocar "ese violín" como nos plazca. Algunos, por pereza, ni siquiera afinan ese violín. No perciben que en el mundo actual hay que prepararse, aprender, desarrollar habilidades y mejorar constantemente actitudes si hemos de ejecutar un buen concierto. Pretenden una boina llena de dinero, y lo que entregan es una discordante melodía que no gusta a nadie. Los mejores lugares son para aquellos que no solamente afinan bien ese violín, sino que aprenden con el tiempo también a tocarlo con maestría. Por eso debemos de estar dispuestos a hacer bien nuestro trabajo diario, sea cual sea. Y aspirar siempre a prepararnos para ser capaces de realizar otras cosas que nos gustarían. La historia está llena de ejemplos de gente que aún con dificultades iniciales llegó a ser un concertista con ese violín que es la vida. Y también, por desgracia, registra los casos de muchos otros, que teniendo grandes oportunidades, decidieron con ese violín, ser mendigos musicales.

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Hoy tengo que jugar

Un muchacho vivía solo con su padre, ambos tenían una

relación extraordinaria y muy especial. El joven pertenecía al equipo de fútbol americano de su colegio, usualmente no tenía la oportunidad de jugar, bueno casi nunca, sin embargo su padre permanecía siempre en las

gradas haciéndole compañía. El joven era el mas bajo de la clase cuando comenzó la secundaria e insistía en participar en el equipo de fútbol del colegio, su padre siempre le daba orientación y le explicaba claramente que "el no tenía que jugar fútbol si no lo deseaba en realidad"... Pero el joven amaba el fútbol, no faltaba a una práctica ni a un juego!. Estaba decidido a dar lo mejor de sí, se sentía felizmente comprometido!!!! Durante su vida en secundaria, lo recordaron como el "calentador de banco", debido a que siempre permanecía sentado.... Su padre con su espíritu de luchador, siempre estaba en las gradas, dándole compañía, palabras de aliento y el mejor apoyo que hijo alguno podría esperar!!! Cuando comenzó la Universidad, intentó entrar al equipo de fútbol, todos estaban seguros que no lo lograría, pero a todos venció, entrando al equipo. El entrenador le dio la noticia, admitiendo que lo había aceptado, además por como él demostraba entregar su corazón y su alma en cada una de las prácticas y al mismo tiempo le daba a los demás miembros del equipo el entusiasmo perfecto. La noticia llenó por completo su corazón, corrió al teléfono más cercano y llamo a su padre, quien compartió con él la emoción. Le enviaba en todas las temporadas todas las entradas para que asistiera a los juegos de la Universidad. El joven atleta era muy persistente, nunca faltó a una práctica ni a un juego durante los 4 años de la Universidad, y nunca tuvo la chance de participar en algún juego!. Era el final de la temporada y justo unos minutos antes que comenzara el primer juego de las eliminatorias, el entrenador le entregó un telegrama. El joven lo tomó y luego de leerlo murió en el silencio.....tragó muy fuerte y temblando le dijo al entrenador: "Mi padre murió esta mañana, no hay problema de que falte al juego hoy?". El entrenador lo abrazo y le dijo "Toma el resto de la semana libre, hijo. Y no se te ocurra venir el sábado". Llegó el Sábado, y el juego no estaba muy bien, en el tercer cuarto, cuando el equipo tenía 10 puntos de desventaja, el joven entró al vestuario y calladamente se colocó el uniforme y corrió hacia donde estaba el entrenador y su equipo, quienes estaban impresionados de ver a su luchador compañero de regreso!!! "Entrenador por favor, permítame jugar... Yo tengo que jugar hoy" imploró el joven. El entrenador pretendió no escucharle, de ninguna manera él podía permitir que su peor jugador entrara en el cierre de las eliminatorias. Pero el joven insistió tanto, que finalmente el entrenador sintiendo lástima lo aceptó: "Ok hijo, puedes entrar, el campo es todo tuyo "Minutos después el entrenador, el equipo y él público, no podían creer lo que estaban viendo. El pequeño desconocido,

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que nunca había participado en un juego, estaba haciendo todo perfectamente brillante, nadie podía detenerlo en el campo, corría fácilmente como toda una estrella. Su equipo comenzó a ganar, hasta que empató el juego. En los segundos de cierre el muchacho intercepta un pase y corrió todo el campo hasta ganar con un touch down. La gente que estaba en las gradas gritaba emocionada, y su equipo lo llevó cargado por todo el campo. Finalmente cuando todo terminó, el entrenador nota que el joven estaba sentado calladamente y solo en una esquina, se acercó y le dijo: "Muchacho no puedo creerlo, estuviste fantástico!!! "Dime cómo lo lograste???" El joven mira al entrenador y le dijo: "Usted sabe que mi padre murió... pero sabía que mi padre era ciego?" El joven hizo una pausa y trato de sonreír... "Mi padre asistió a todos mis juegos, pero hoy era la primera vez que él podía verme jugar.... y yo quise mostrarle que si podía hacerlo"...

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Cómo templar el acero

Lynell Waterman cuenta la historia del herrero que, después de una

juventud llena de excesos, decidió entregar su alma a Dios. Durante muchos años trabajó con ahínco, practicó la caridad, pero, a pesar de toda su dedicación, nada parecía andar bien en su vida.

Muy por el contrario: sus problemas y sus deudas se acumulaban día a día. Una hermosa tarde, un amigo que lo visitaba, y que sentía compasión por su situación difícil, le comentó: -Realmente es muy extraño que justamente después de haber decidido volverte un hombre temeroso de Dios, tu vida haya comenzado a empeorar. No deseo debilitar tu fe, pero a pesar de tus creencias en el mundo espiritual, nada ha mejorado. El herrero no respondió enseguida: él ya había pensado en eso muchas veces, sin entender lo que acontecía con su vida. Sin embargo, como no deseaba dejar al amigo sin respuesta, comenzó a hablar, y terminó por encontrar la explicación que buscaba. He aquí lo que dijo el herrero: -En este taller yo recibo el acero aún sin trabajar, y debo transformarlo en espadas. ¿Sabes tú como se hace esto? Primero, caliento la chapa de acero a un calor infernal, hasta que se pone roja. En seguida, sin ninguna piedad, tomo el martillo más pesado y le aplico varios golpes, hasta que la pieza adquiere la forma deseada. Luego la sumerjo en un balde de agua fría, y el taller entero se llena con el ruido del vapor, porque la pieza estalla y grita a causa del violento cambio de temperatura. "Tengo que repetir este proceso hasta obtener la espada perfecta: una sola vez no es suficiente". El herrero hizo una larga pausa, y siguió: -A veces, el acero que llega a mis manos no logra soportar este tratamiento. El calor, los martillazos y el agua fría terminan por llenarlo de rajaduras. En ese momento, me doy cuenta de que jamás se transformará en una buena hoja de espada. Y entonces, simplemente lo dejo en la montaña de hierro viejo que ves a la entrada de mi herrería. Hizo otra pausa más, y el herrero terminó: -Sé que Dios me está colocando en el fuego de las aflicciones. Acepto los martillazos que la vida me da, y a veces me siento tan frío e insensible como el agua o el martillo que hace sufrir al acero. Pero la única cosa que pienso es: "Dios mío, no desistas, hasta que yo consiga tomar la forma que Tú esperas de mí. Inténtalo de la manera que te parezca mejor, por el tiempo que quieras -pero nunca me pongas en la montaña de hierro viejo de las almas".

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Que bello es vivir

Estaba cansado del trabajo y de ver a la misma gente, de caminar a

mi trabajo todos los días. Llegar a casa y mi esposa sirviendo la misma comida de siempre para cenar. Cada vez que quería entrar al baño para una ducha, mi hija de apenas año y medio no me dejaba, porque quería jugar

conmigo, no entendía que estaba cansado. Mi Padre también me molesta algunas veces y entre clientes, esposa, hija, padre, me volvían loco, quería paz. Lo único bueno era el sueño, al cerrar mis ojos, sentí un gran alivio al olvidarme de todo y de todos... - Hola, vengo por ti. - ¿Quién eres tu? ¿Cómo entraste? - Me manda Dios por ti. Dice que escuchó tus quejas y tienes razón, es hora de descansar. - Eso no es posible, para eso tendría que estar... - Así es, si lo estás, ya no te preocuparás por ver a la misma gente, ni de aguantar a tu esposa con su guisos, ni a tu pequeña hija que te moleste, ni escucharás los consejos de tu padre. - Pero...que va a pasar con todo ?? con mi trabajo ?? - No te preocupes, en tu empresa ya contrataron a otra persona para ocupar tu puesto y por cierto, está muy feliz por que no tenía trabajo. - Y mi esposa y mi bebé ?? - A tu esposa le fue dado un buen hombre que la quiere, respeta y admira por sus cualidades y acepta con gusto todos sus guisos sin reclamarle nada. Y además, se preocupa por tu hija y la quiere como si fuera suya, y por muy cansado que siempre llegue del trabajo, le dedica tiempo para jugar con ella y son muy felices. - No, no puedo estar muerto. - Lo siento, la decisión ya fue tomada. - Pero...eso significa que jamás volveré a besar la mejillita de mi bebé, ni a decirle te amo a mi esposa, ni darle un abrazo a mi padre. NO, NO QUIERO MORIR, QUIERO VIVIR, envejecer junto a mi esposa, NO QUIERO MORIR TODAVÍA.... - Pero es lo que querías, descansar, ahora ya tienes tu descanso eterno, duerme para SIEMPRE. - NO, NO QUIERO, NO QUIERO, POR FAVOR DIOS....!!!! - ¿Qué te pasa amor?, ¿tienes una pesadilla?, dijo mi esposa despertándome. - No, no fue una pesadilla..., fue como nacer de nuevo, otra oportunidad para disfrutar de ti, de mi bebé, de mi familia, de todo lo que Dios creo. ¿Sabes?, estando muerto ya nada puedes hacer y estando vivo puedes disfrutarlo todo. ¡¡ QUE BELLO ES VIVIR !! Muchas veces sin darnos cuenta de lo que tenemos nos quejamos y hasta lo perdemos, y casi siempre nos damos cuenta de lo que tenemos y lo valoramos cuando ya es muy tarde... Y tu: ¿valoras lo que tienes y lo que eres?...

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Estaba seguro de que vendrías

¡ Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor.

Solicito permiso para salir a buscarlo ! ¡ Permiso denegado !, replicó el oficial. ¡ No quiero que

arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto ! El soldado, haciendo caso omiso de la prohibición, salió, y una hora más tarde regresó mortalmente herido, transportando el cadáver de su amigo. El oficial estaba furioso: ¡ Ya le dije yo que había muerto ! ¡ Ahora he perdido a dos hombres ! Dígame, ¿ merecía la pena salir allá para traer un cadáver ? Y el soldado, moribundo, respondió: ¡ Claro que sí, señor ! Cuando lo encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme: "Jack... estaba seguro de que vendrías" Amigo... "Un amigo es aquel que llega cuando todo el mundo se ha ido". "Amigo no es aquel que regala rosas, sino aquel que le quita las espinas." "La amistad no se mide en minutos ni en años. Se mide en lealtad, comprensión y colaboración." "El auténtico amigo es el que lo sabe todo sobre ti y sigue siendo tu amigo." Kurt Cobain

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Los tres consejos

Una pareja de recién casados era muy pobre y vivía de los favores

de un pueblito del interior. Un día el marido, luego de pensarlo mucho, le hizo la siguiente propuesta a su esposa: - Querida, voy a salir de la casa, voy a viajar bien lejos, buscar un empleo y

trabajar hasta tener condiciones para regresar, y darte una vida más cómoda y digna. No sé cuanto tiempo voy a estar lejos, sólo te pido una cosa, que me esperes y mientras yo este lejos, me seas fiel, pues yo te seré fiel a ti. Así, siendo joven aún, caminó muchos días a pie, hasta encontrar un hacendado que estuviera necesitando de alguien, para ayudarlo en su hacienda. El joven llegó, se ofreció para trabajar y fue aceptado. Pidió hacer un trato con su jefe, el cual fue aceptado también. El pacto fue el siguiente: - Déjeme trabajar por el tiempo que yo necesite y entienda que debo irme, el señor me libera de mis obligaciones. Yo no quiero recibir mi salario. Le pido al señor que lo coloque en una cuenta de ahorro hasta el día en que me vaya. El día que yo salga, Ud. me dará el dinero que yo haya ganado. Estando ambos de acuerdo, aquel joven trabajó durante 20 años, sin vacaciones y sin descanso. Después de veinte años se acercó a su patrón y le dijo: - Patrón, yo quiero mi dinero, pues quiero regresar a mi casa. - El patrón le respondió: "Muy bien, hicimos un pacto y voy a cumplirlo, sólo que antes quiero hacerte una propuesta, ¿está bien? Yo te doy tu dinero y tú te vas, o te doy tres consejos, y no te doy el dinero, y te vas. Si yo te doy el dinero, no te doy los consejos, y viceversa. Vete a tu cuarto, piénsalo y después me das la respuesta. Él pensó durante dos días, buscó al patrón y le dijo: QUIERO LOS TRES CONSEJOS . El patrón le recordó: - Si te doy los consejos, no te doy el dinero. Y el empleado respondió: - Quiero los consejos... El patrón entonces le aconsejó: 1. NUNCA TOMES ATAJOS EN TU VIDA, caminos más cortos y desconocidos te pueden costar la vida. 2. NUNCA SEAS CURIOSO DE AQUELLO QUE REPRESENTE EL MAL, pues la curiosidad por el mal puede ser fatal. 3. NUNCA TOMES DECISIONES EN MOMENTOS DE ODIO Y DOLOR, pues puedes arrepentirte demasiado tarde. Después de darle los consejos, el patrón le dijo al joven, que ya no era tan joven, así: - AQUÍ TIENES TRES PANES, estos dos para comer durante en viaje y este, el tercero, es para comer con su esposa cuando llegues a tu casa. El hombre entonces, siguió su camino de vuelta, de veinte años lejos de su casa y de su esposa que él tanto amaba. Después del primer día de viaje, encontró una persona que lo saludó y le preguntó:

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- ¿Para donde vas? Él le respondió: - Voy a un lugar muy distante que queda a mas de veinte días de caminata por esta carretera... La persona le dijo entonces: - Este camino es muy largo, yo conozco un atajo con el cual llegarás en pocos días. El joven contento, comenzó a caminar por el atajo, cuando se acordó del primer consejo, entonces volvió a seguir por el camino normal. Días después supo por comentarios en un pueblo cercano que el atajo lo llevaba seguro a una emboscada. Después de algunos días de viaje, y cansado al extremo, encontró una pensión donde poder hospedarse, pagó la tarifa por día y después de tomar un baño se acostó a dormir. De madrugada se despertó asustado con gritos aterradores. Se levantó de un salto y se dirigió hasta la puerta para ir a donde escuchó el grito. Cuando estaba abriendo la puerta se acordó del segundo consejo. Regresó a la cama, y se acostó a dormir. Al amanecer, después de tomar café, el dueño de la posada le preguntó si no había escuchado los gritos, y él le contestó que si lo había escuchado. El dueño de la posada le preguntó: -¿Y no sintió curiosidad ? Él le contesto que no. A lo que el dueño le respondió: - Ud. es el primer huésped que sale vivo de aquí, pues unos ladrones y asesinos, robaron y luego mataron a todos los huéspedes del hotel que salieron asustados de sus habitaciones. El joven siguió con su larga jornada, ansioso por llegar a su casa. Después de muchos días y noches de caminata, ya al atardecer, vio entre los árboles humo saliendo de la chimenea de su pequeña casa, caminó y vio entre los arbustos la silueta de su esposa. Estaba anocheciendo, pero alcanzó a ver que ella no estaba sola. Anduvo un poco más y notó que ella tenía sobre sus piernas un hombre al que estaba acariciando los cabellos. Cuando vio aquella escena, su corazón se llenó de odio y amargura y decidió correr al encuentro de los dos y matarlos sin piedad. Respiró profundo, apresuró sus pasos, cuando recordó el tercer consejo. Entonces se paró y reflexionó, decidió dormir ahí mismo aquella noche y al día siguiente tomar una decisión. Al amanecer ya con la cabeza fría, él dijo: - NO VOY A MATAR A MI ESPOSA.

- Voy a volver con mi patrón y a pedirle que me acepte de vuelta. - Sólo que antes, quiero decirle a mi esposa que siempre le fui fiel a ella. Se dirigió a la puerta de la casa y tocó. Cuando la esposa le abre la puerta y lo reconoce, se cuelga de su cuello y lo abraza afectuosamente. El trata de quitársela de arriba, pero no lo consigue. Entonces con lágrimas en los ojos y le dijo: - Yo te fui fiel y tu me traicionaste... Ella espantada le responde: -¿Cómo? Yo nunca te traicioné, te espere durante veinte años. Él entonces le preguntó: - ¿Y quién era ese hombre que acariciabas ayer por la tarde? Y ella le contestó:

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- AQUEL HOMBRE ES NUESTRO HIJO. Cuando te fuiste, descubrí que estaba embarazada. Hoy, él tiene veinte años de edad. Entonces el marido entró, conoció, abrazo a su hijo y les contó toda su historia, en cuanto su esposa preparaba la cena. Se sentaron a comer el último pan juntos. DESPUÉS DE LA ORACIÓN DE AGRADECIMIENTO, CON LÁGRIMAS DE EMOCIÓN, él partió el pan y al abrirlo, se encontró todo su dinero, el pago de sus veinte años de dedicación. Y tu...? tomas los caminos con atajos, sientes curiosidad por el mal y tomas decisiones en momentos de odio y dolor?? Piénsalo.... "La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca ¡cómo los hiciste sentir!".

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El Rey Arturo

El joven rey Arturo fue sorprendido y apresado por el monarca del

reino vecino, mientras cazaba furtivamente en sus bosques. El rey pudo haberlo matado en el acto, pues tal era el castigo para quienes violaban las leyes de la propiedad, pero se conmovió ante la juventud y la

simpatía de Arturo y le ofreció la libertad, siempre y cuando en el plazo de un año hallara la respuesta a una pregunta difícil. La pregunta era: ¿Qué quiere realmente la mujer? Semejante pregunta dejaría perplejo hasta al hombre más sabio y al joven Arturo le pareció imposible contestarla. Con todo, aquello era mejor que morir ahorcado; de modo que regresó a su reino y empezó a interrogar a la gente: a la princesa, a la reina, a las prostitutas, a los monjes, a los sabios y al Bufón de la corte... en suma, a todos pero nadie le pudo dar una respuesta convincente. Eso si, todos le aconsejaron que consultara a la vieja bruja, pues solo ella sabría la respuesta. El precio sería alto, ya que la vieja bruja era famosa en todo el reino por el precio exorbitante que cobraba por sus servicios. Llegó el último día del año convenido y Arturo no tuvo más remedio que consultar a la hechicera. Ella accedió a darle una respuesta satisfactoria a condición de que primero aceptara el precio: ¡Ella quería casarse con Gawain, el caballero más noble de la Mesa Redonda y el más íntimo amigo de Arturo!. El joven Arturo la miró horrorizado: era jorobada y feísima, tenía un solo diente, despedía un hedor que daba náuseas, hacía ruidos horrendos... Nunca se había topado con una criatura tan repugnante. Se acobardó ante la perspectiva de pedirle a su amigo de toda la vida que asumiera por él esa carga terrible. No obstante, al enterarse del pacto, Gawain afirmó que no era un sacrificio excesivo a cambio de la vida de su compañero y la preservación de la Mesa Redonda. Se anunció la boda y la vieja bruja, con su sabiduría infernal, dijo: Lo que realmente quiere la mujer es... ¡Ser la soberana de su propia vida! Todos supieron al instante que la hechicera había dicho una gran verdad y que el joven rey Arturo estaría a salvo. Así fue: al oír la respuesta, el monarca vecino le devolvió la libertad. Pero menuda boda fue aquella,...asistió la corte en pleno y nadie se sintió mas desgarrado, entre el alivio y la angustia que el propio Arturo.

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Gawain se mostró cortés, gentil y respetuoso, La vieja bruja hizo gala de sus peores modales, engulló la comida directamente del plato sin usar los cubiertos, emitió ruidos y olores espantosos. Llegó la noche de bodas: Cuando Gawain, ya preparado para ir al lecho nupcial aguardaba a que su esposa se reuniera con él, ... ella apareció con el aspecto de la doncella más hermosa que un hombre desearía ver! Gawain quedó estupefacto y le preguntó que había sucedido. La joven respondió que como había sido cortés con ella, la mitad del tiempo se presentaría con su aspecto horrible y la otra mitad con su aspecto atractivo. ¿Cuál prefería para el día y cuál para la noche? ¡Qué pregunta cruel!... Gawain se apresuró a hacer cálculos...¿quería tener durante el día a una joven adorable para exhibirla ante sus amigos y por las noches en la privacidad de su alcoba a una bruja espantosa? o ¿prefería tener de día a una bruja y a una joven hermosa en los momentos íntimos de su vida conyugal?... El noble Gawain luego de pensarlo un buen tiempo, replicó que la dejaría elegir por sí misma. Al oír esto, ella le anunció que sería una hermosa dama de día y de noche, porque él la había respetado y le había permitido ser dueña de su vida. ¿y tu qué hubieras preferido... hubieras elegido la misma opción?....

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El eco de la vida

Un niño y su padre, estaban caminando en las montañas. De

repente, el hijo se cae, se lastima y grita: -¡Hooola! Para su sorpresa oye una voz repitiendo en algún lugar de la montaña: -

¡Hooola! Con curiosidad el niño grita: - ¿Quién está ahí?. Recibe una respuesta: - ¿Quién está ahí?. Enojado con la respuesta, el niño grita: - Cobarde. Y recibe de respuesta: - Cobarde. El niño mira a su padre y le pregunta: - ¿Que sucede? El padre, sonríe y le dice: - Hijo mío, presta atención. Y entonces el padre grita a la montaña: - Te admiro. Y la voz responde: - Te admiro. De nuevo, el hombre grita: - Eres un campeón. Y la voz le responde: - Eres un campeón. El niño estaba asombrado, pero no entendía. Luego, el padre le explica: - La gente lo llama eco, pero en realidad es la vida. Te devuelve todo lo que dices o haces. Nuestra vida es simplemente un reflejo de nuestra acciones. Si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor. Si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean. Si quieres una sonrisa en el alma, da una sonrisa al alma de los que conoces. Esta relación se aplica a todos los aspectos de la vida. La vida te dará de regreso exactamente aquello que tu le haz dado. Tu vida no es una coincidencia, es un reflejo de ti, alguien dijo: "Si no te gusta lo que recibes de vuelta, revisa muy bien lo que estás dando..." Y tu, ¿estás conforme con lo que recibes?...

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El Elefante Encadenado

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me

gustaba eran los animales. Me llamaba poderosamente la atención, el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca

clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir. ¿Qué lo mantiene? ¿Porqué no huye? Cuando era chico, pregunte a los grandes. Algunos de ellos me dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces, la pregunta obvia... - Si está amaestrado, ¿porqué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta. El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño. En aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca, era ciertamente, muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a intentar, y también el otro, y el que seguía... Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque CREE QUE NO PUEDE. El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor, es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente si podía. Jamás.... jamás intentó poner a prueba su fuerza otra vez. Y tu, tienes algo de elefante? Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos" simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos en nuestro recuerdo: No puedo... No puedo y nunca podré. Muchos de nosotros crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar. La única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento TODO TU CORAZÓN.

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¿Dónde están sus muebles?

Cierto día estaba yo de turista y llegué de visita a la casa de un

sabio maestro.

Al entrar, me di cuenta que la morada del viejo consistía de un colchón en el piso y unos pocos libros. Extrañado, le pregunté: - Disculpe, pero, ¿dónde están sus muebles? El anciano me miró con calma y respondió: - ¿En dónde están los suyos? - Pero si yo sólo estoy aquí de paso.- le repliqué. El maestro sonrió levemente y continúo: - Yo también estoy de paso en esta vida, y mal haría en cargar mi existencia con todos los armarios de mi pasado. A lo que después de un tiempo de pensarlo, continué preguntando. - ¿Cuáles son los armarios de mi pasado que podría resistirme a soltar? - Además de los que en tu casa se puedan ver.. estás los resentimientos, las desilusiones o los dolores con los que haces tu vida más pesada. En cierta forma tenía razón, le di las gracias por sus consejos y me fui mucho más liviano; hasta hoy, ya no cargo tantos "muebles" pesados conmigo.

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Rescatando una Estrella

Había una vez un sabio que solía ir a la playa a escribir. Tenía la

costumbre de caminar por la playa antes de comenzar su trabajo. Un día, mientras caminaba junto al mar, observó una figura humana que se movía como un bailarín. Se sonrió al pensar en alguien bailando para saludar el

día. Apresuró el paso, se acercó y vio que se trataba de un joven y que el joven no bailaba sino que se agachaba para recoger algo y suavemente lanzarlo al mar. A medida que se acercaba saludó: - "Buen día, ¿Qué está haciendo?" - El joven hizo una pausa, se dio vuelta y respondió: - "Arrojo estrellas de mar al océano". - - "Supongo que debería preguntar ¿Por qué arrojas estrellas de mar al océano?" -, dijo el sabio. El joven respondió: - "Anoche la tormenta dejó miles de estrellas en la playa, hoy hay sol fuerte y la marea está bajando, si no las arrojo al mar, morirán". - - "Pero joven, replicó el sabio, no se da cuenta que hay cientos de kilómetros de playa y miles de estrellas de mar, ¿Realmente piensa que su esfuerzo tiene sentido?" - El joven escuchó respetuosamente, luego se agachó, recogió otra estrella de mar, la arrojó al agua y luego le dijo: - "Para aquella, sí tuvo sentido". La respuesta sorprendió al hombre. Se sintió molesto, no supo que contestar y regresó a su cabaña a escribir. Durante todo el día, mientras escribía, la imagen de aquel joven lo perseguía. Intentó ignorarlo pero no pudo. Finalmente al caer la tarde se dio cuenta que a él, el científico, a él, el sabio, se le había escapado la naturaleza esencial de la acción de aquel joven. Él había elegido no ser un mero observador en el Universo y dejar que pasara ante sus ojos. Había decidido participar activamente y dejar su huella en él. Se sintió avergonzado y esa noche se fue a dormir preocupado. A la mañana siguiente se levantó sabiendo que debía hacer algo. Se vistió, fue a la playa, encontró al joven y pasó el resto de la mañana arrojando estrellas de mar al océano. ...Nada puedo hacer para solucionar las penas del mundo, pero mucho puedo hacer para colaborar en el pedacito de mundo que me toca...

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La asamblea de herramientas

Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea.

Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo

golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto. En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial que se convirtió en un lindo mueble. Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: "Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos". La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos. Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán. Cuando en una empresa el personal busca a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores logros humanos. Es fácil encontrar defectos, cualquier tonto puede hacerlo, pero encontrar cualidades, eso es para los espíritus superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos.

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Ahora lo Entiendo

Siendo niño pertenecí al Movimiento Scout. Ahí nos enseñaban,

entre otras cosas, la importancia de la "Buena Acción" que consistía en realizar todos los días actos generosos y nobles, como recoger algún papel en la calle y botarlo en la papelera, ayudar en la casa a lavar platos, cuidar

la fauna y la flora, ayudar a alguna persona anciana o impedida a cruzar la calle, etc. Me gustaba mucho cumplir esa tarea. Un día caminaba por una calle de la ciudad de Coro y vi a un perro tirado en plena vía sin poder moverse. Estaba herido, un carro lo había atropellado y tenía rotas las dos patas traseras, los vehículos le pasaban muy de cerca y mi temor era que lo mataran porque era imposible que él solo pudiera levantarse. Vi allí una gran oportunidad para hacer la "Buena Acción" y como buen Scout detuve el tráfico, me dispuse a rescatar al perro herido y ponerlo a salvo para entablillarle las patas. Yo nunca había entablillado a nadie pero el "Manual Scout" decía cómo hacerlo. Con mucho amor y entrega me acerqué, lo agarré pero me clavó los dientes en las manos. Inmediatamente me llevaron a la Sanidad y me inyectaron contra la rabia, aunque la rabia por la mordida no se me quitó con la vacuna. Durante mucho tiempo no entendí por qué el perro me había mordido si yo sólo quería salvarlo y no hacerle daño, no sé que pasó y no me lo pude explicar. Yo quería ser su amigo, es más, pensaba curarlo, bañarlo, dejarlo para mí y cuidarlo mucho. Esta fue la primera decepción que sufrí por intentar hacer el bien, no lo comprendí. Que alguien haga daño al que lo maltrata es tolerable, pero que trate mal a quien lo quiera ayudar no es aceptable. Pasaron muchos años hasta que vi claro que el perro no me mordió, quien me mordió fue su herida; ahora si lo entiendo perfectamente. Cuando alguien está mal, no tiene paz, está herido del alma y si recibe amor o buen trato: ¡Muerde! Pero él no hunde sus dientes, es su herida la que los clava. Comprende el malestar de las personas que te rodean. Cuando alguien te grita, te ofende, te critica o te hace daño no lo hace porque te quiere mal sino porque está herido, está herido del alma, se siente mal o algo malo está pasando por su vida. No te defiendas ni lo critiques, mas bien compréndelo, acéptalo y ayúdalo. Ahora lo entiendo. Autor Padre Ricardo Bulmez

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La Canasta Vacía

La esposa del Faraón de Egipto había perdido muchos hijos en su

vientre... Este parto, seguramente, era su última oportunidad para darle un heredero

al Faraón. Rodeada de médicos y sirvientas el dolor de su vientre fue en aumento hasta que explotó en un grito de dolor liberador y, simultáneamente a su muerte dio un parto de cinco hijos, cuatro de ellos varones y una niña. El Faraón crió con amor y dedicación a sus hijos, dándoles la educación de futuros gobernantes a los varones y de princesa a la hija. Pasados los años y crecidos sus hijos, el Faraón se enfrentó al dilema de escoger a su sucesor. Dado que todos habían nacido en el mismo parto, no había un primogénito a quién el derecho le correspondiese naturalmente. Consultó con el Consejo de Ancianos: - ¿Qué debo hacer?, ¿Cómo elegir a mi sucesor?, ¿Quizás deba dividir el Imperio en cuatro reinos para ser justo con todos ellos? Los sabios respondieron: - 'No su majestad, dividir el Imperio implica debilitarlo y ello acarreará su destrucción, además, usted tuvo cinco hijos y sería injusto con su hija. Lo mejor es hacer un Concurso entre ellos y el que traiga el Proyecto que más beneficie a Egipto, ese sea el escogido' Satisfecho con la sabiduría del consejo recibido, el Faraón citó a sus hijos -incluida la hija- y les dijo: - 'Tienen seis meses para plantear el Proyecto más beneficioso para Egipto, quién así lo haga será elegido mi sucesor' En ese mismo instante los cuatro varones se miraron suspicaces, surgiendo por primera vez entre ellos el recelo, el temor y quizás, hasta el odio mismo. Seis meses después los cinco hijos se congregaron en el Salón del Faraón portando los varones gran cantidad de maquetas y planos y la hija una canasta vacía. El Faraón escuchó por turno los Proyectos...cada cual superaba al anterior: Que un Sistema de Caminos para el Reino, Que un Sistema de Canales de

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Riego, Que un Sistema de Silos para las Cosechas, Que un Sistema de Puertos para el comercio...era difícil pensar en uno que superase en beneficios al otro. La discusión para analizar el valor de cada uno, sin duda sería ardua, problemática y difícil. Sin embargo, al llegar el turno a la hija ésta mostró su canasta vacía y dijo: - 'Padre, yo traigo una canasta vacía que hoy vale tanto como las maquetas que has visto. Nadie puede decir qué obra es la mejor hasta no verla hecha y, para ese entonces el contenido de mi canasta podría superar en valor a cualquiera de ellos.' Todos quedaron sorprendidos por el enunciado, pero el Faraón y el Consejo de Sabios estuvieron de acuerdo en que discutir el valor de los Proyectos no tenía más sentido que discutir el valor del contenido de una canasta vacía. Entonces la solución fue obvia: los recursos del reino se afectarían al desarrollo de los Proyectos durante dos años y, al cabo de ese tiempo se analizaría el beneficio real de cada obra para el Reino. Pasaron los dos años de febril actividad y llegó el momento de presentarse al Salón del Trono. Cada uno de los hijos venía orgulloso con gran cantidad de documentos y asesores para demostrar que su obra había sido la más beneficiosa al Reino...y la hija llegó con su canasta vacía... A su turno cada hijo expuso el valor de las obras hechas: de cómo ahora el sistema de riego había aumentado las cosechas, de cómo ahora el sistema de caminos permitían que esas cosechas llegasen hasta el último rincón del Reino, de cómo ahora el sistema de silos permitía almacenarlas de modo limpio y seguro, de cómo ahora los nuevos puertos eran fuente de comercio y prosperidad. Al llegar el turno de la hija, esta señaló su canasta y dijo:

- 'Padre, tal como lo anuncié, el tiempo me permitiría dar valor al contenido de esta canasta...ahora lo ves, gracias a mi canasta vacía el Reino tiene canales, caminos, silos y puertos...sin ella sólo hubiésemos tenido Proyectos y una larga discusión para ver cual era el mejor sin que nunca ocurriese nada...' Los cuatro hermanos se dieron vuelta sorprendidos y azorados y, tras un momento de vacilación se arrodillaron frente a su hermana... ... Y así Egipto tuvo su primera Emperatriz....' Creo que nuestros gobernantes y funcionarios deberían recibir en el acto de asunción una canasta vacía y una copia de este cuento.

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Sensibilidad

Algunos años atrás, en las Olimpiadas Especiales de Seattle, nueve

participantes, todos con deficiencias mentales o físicas, se alinearon para dar la largada de una carrera de 100 metros planos.

Al sonar la señal, todos salieron, no exactamente a toda velocidad, pero con la voluntad de dar lo mejor de sí, terminar la carrera y ganar. Todos, con la excepción de un muchacho que tropezó, cayó al piso y comenzó a llorar. Los otros ocho escucharon el llanto. Disminuyeron el paso y miraron hacia atrás. Entonces, todos ellos se detuvieron y dieron la vuelta. Una de las muchachas, con Síndrome de Down, se agachó, le dió un beso al muchacho y le dijo: “Pronto, ahora te vas a sanar”. Y todos los nueve competidores se tomaron de las manos y caminaron juntos hasta la meta. El estadio entero se puso de pie y los aplausos duraron varios minutos. Y las personas que estaban allí continúan repitiendo esa historia hasta hoy. Tal vez los atletas tenían “deficientes” mentales… Pero con seguridad no eran deficientes en sensibilidad…¿Por qué? Porque, allá en el fondo, todos sabemos que lo que importa en esta vida es más que ser un ganador solitario. Lo que importa en esta vida es ayudar a los otros a vencer, aunque esto signifique disminuir el paso y caminar más despacio junto a los demás.

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El Sabio y el Rey

Un Rey soñó que había perdido todos los dientes.

Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.

- ¡Qué desgracia mi señor! - exclamó el Sabio - Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra majestad. - ¡Qué insolencia! - gritó el Rey enfurecido - ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí! Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos. Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Rey con atención, le dijo: - ¡Excelso señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes. Se iluminó el semblante del Rey con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado: - ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro. - Recuerda bien amigo mío - respondió el segundo Sabio - que todo depende de la forma en el decir... uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, mas la forma con que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado.

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El segundo traje

Cierta vez un hombre visitó a su Rebe, Rabí Ierajmiel de Pshisja, y le

relató su problema. - "Rebe, soy un sastre. Con los años gané una excelente reputación por mi

experiencia y alta calidad de mi trabajo. Todos los nobles de los alrededores me encargan sus trajes y los vestidos de sus esposas. Hace unos meses, recibí el encargo más importante de mi vida. El príncipe en persona escuchó de mí y me solicitó que le cosiera un ropaje con la seda más fina que es posible conseguir en el país. Puse los mejores materiales e hice mi mejor esfuerzo. Quería demostrar mi arte, y que este trabajo me abriera las puertas a una vida de éxito y opulencia. Pero cuando le presenté la prenda terminada, comenzó a gritar e insultarme: ¿Esto es lo mejor que puedes hacer? ¡Es una atrocidad! ¿Quién te enseñó a coser? Me ordenó que me retirara y arrojó el traje tras de mí. ¡Rebe, estoy arruinado!. Todo mi capital estaba invertido en esa vestimenta, y peor aún, mi reputación ha sido totalmente destruida. ¡Nadie volverá a encargarme una prenda luego de esto! ¡No entiendo qué sucedió, fue el mejor trabajo que hice en años!" -"Vuelve a tu negocio", dijo el Rebe, "descose cada una de las puntadas de la prenda y cóselas exactamente como lo habías hecho antes. Luego llévala al príncipe." - "¡Pero obtendré el mismo atuendo que tengo ahora!", protestó el sastre. "Además mi estado de ánimo no es el de siempre". - "Haz lo que te indico, y Dios te ayudará", dijo Rabí Ierajmiel. Dos semanas después, el sastre retornó. - "¡Rebe, usted ha salvado mi vida! Cuando le presenté nuevamente el ropaje, el rostro del noble se iluminó: ¡Hermoso!, exclamó. ¡Este es el más hermoso y delicado traje que haya visto! Me pagó generosamente y prometió entregarme más trabajo y recomendarme a sus amigos. Pero Rebe, deseo saber ¿cuál era la diferencia entre la primer prenda y la segunda?" - "El primer traje", explicó el Rebe, "fue cosido con arrogancia y orgullo".

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"El resultado fue una vestimenta espiritualmente repulsiva que, aunque técnicamente perfecta, carecía de gracia y belleza. Sin embargo, la segunda costura fue hecha con humildad y el corazón quebrado, transmitiendo una belleza esencial que provocaba admiración en cada uno que la veía". ¿Y tú cómo haces tu trabajo profesional, familiar, personal, etc.. con arrogancia y orgullo, o con humildad en el corazón?

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Las herramientas del diablo

Cierta vez, se corrió la voz de que el diablo se retiraba de los

negocios y que vendía sus herramientas al mejor postor. En la noche de la venta, estaban todas las herramientas dispuestas en tal

forma que llamaban la atención. Eran un lote siniestro: odio, celos, envidia, malicia, lujuria, engaños... Además de otros implementos del mal. Aparte del lote, había un instrumento de forma inofensiva, en forma de cuña, muy gastado y cuyo precio era más alto que todos los otros. Alguien preguntó al diablo cómo se llamaba ese instrumento. DESALIENTO, respondió - ¿Por qué su precio es tan alto? - Porque ese instrumento me es más útil que cualquier otro. Cuando los demás me fallan, con él puedo entrar en la conciencia de cualquier ser humano y, una vez adentro, por medio del desaliento, puedo hacer de esa persona lo que se me antoja. Está muy gastado porque lo uso con casi todo el mundo, y como muy pocas personas saben que me pertenece, lo puedo usar continuamente.. . . . Como el precio para Desaliento era tan alto, esa herramienta no se vendió. Aún sigue siendo propiedad del diablo...

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Vive como creas que es mejor

Había una vez un matrimonio con un hijo de doce años y un burro.

Decidieron viajar, trabajar y conocer mundo. Así, se fueron los tres con su burro. Al pasar por el primer pueblo, la gente comentaba:

Mira ese chico mal educado! Él arriba del burro y los pobres padres, ya grandes, llevándolo de las riendas!". Entonces, la mujer le dijo a su esposo: "No permitamos que la gente hable mal del niño". El esposo lo bajó y se subió él. Al llegar al segundo pueblo, la gente murmuraba: "Mira qué sinvergüenza ese tipo! Deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras él va muy cómodo encima!". Entonces, tomaron la decisión de subirla a ella al burro mientras padre e hijo tiraban de las riendas. Al pasar por el tercer pueblo, la gente comentaba: "¡Pobre hombre! Después de trabajar todo el día, debe llevar a la mujer sobre el burro! Y pobre hijo ¡qué le espera con esa madre!". Se pusieron de acuerdo y decidieron subir al burro los tres para comenzar nuevamente su peregrinaje. Al llegar al pueblo siguiente, escucharon que los pobladores decían: "¡Son unas bestias, más bestias que el burro que los lleva, van a partirle la columna!" Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro. Pero al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces decían sonrientes: "¡Mirá a esos tres idiotas: caminan, cuando tienen un burro que podría llevarlos!" Siempre te criticarán, hablarán mal de ti y será difícil que encuentres alguien a quien le conformen tus actitudes. Entonces: vive como creas!, haz lo que te dicte el corazón. . . ¡lo que sientas! Una vida es una obra de teatro que no permite ensayos... Por eso: canta, ríe, baila, ama !!!!! y vive intensamente cada momento de tu vida... antes que el telón baje... y la obra termine sin aplausos.

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Todos somos iguales a los ojos de Dios

En un avión que cubría un vuelo entre Johannesburgo y Londres, a

una señora blanca, de unos cincuenta años, le toca sentarse al lado de un hombre de color. Llama a la azafata para quejarse:

-¿Cuál es el problema señora? -pregunta la azafata. -Pero, ¿no lo ve? -responde la señora. -Me colocó al lado de un negro. No puedo quedarme al lado de estos "inmundos". Deme otro asiento. -Por favor, cálmese -dice la azafata. -Casi todos los lugares de este vuelo están tomados. Voy a ver si hay algún lugar en clase ejecutiva o en primera. La azafata se apura y vuelve unos minutos después. -Señora -explica la azafata -como yo sospechaba, no hay ningún lugar vacío en clase económica. Conversé con el capitán y me confirmó que tampoco hay lugar en ejecutiva. Pero sí tenemos un lugar en primera clase. Antes que la señora pudiese responder algo, la azafata continuó: -Es totalmente inusitado que la compañía conceda un asiento de primera clase a alguien que está en económica, pero dadas las circunstancias, el capitán consideró que sería escandaloso que alguien sea obligado a sentarse al lado de una persona que nos haga sentir mal ... La señora, con cara de satisfacción, se prepara para abandonar su asiento e ir a ocupar el asiento en la clase ejecutiva... en eso, la azafata mira a la persona de color y le dice: -Si el señor me hiciera el favor de tomar sus pertenencias, el asiento de primera clase ya está preparado. Y todos los pasajeros alrededor, que acompañaron la escena, se levantaron y aplaudieron por la actitud de la compañía. "Todos somos iguales a los ojos de Dios"

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Fe verdadera

En un pueblito de zona rural en los años 50, se produjo una larga

sequía que amenazaba con dejar en la ruina a todos sus habitantes, debido a que subsistían con el fruto del trabajo del campo. A pesar de que la mayoría de sus habitantes eran creyentes, ante la

situación límite, marcharon a ver al cura párroco y le dijeron: -"Padre, si Dios es tan poderoso, pidámosle que envíe la lluvia necesaria para revertir esta angustiante situación." - "Está bien, le pediremos al Señor, pero deberá haber una condición indispensable." - "¡Díganos cuál es!", respondieron todos. - "Hay que pedírselo con fe, con mucha fe, contestó el sacerdote." - "¡Así lo haremos, y también vendremos a Misa todos los días!" Los campesinos comenzaron a ir a Misa todos los días, pero las semanas transcurrían y la esperada lluvia no se hacía presente. Un día, fueron todos a enfrentar al párroco y reclamarle: -"Padre, usted nos dijo que si le pedíamos con fe a Dios que enviara las lluvias, El iba a acceder a nuestras peticiones. Pero ya van varias semanas y no obtenemos respuesta alguna." - "¿Han ustedes pedido con fe verdadera?", les preguntó el párroco. - "¡Sí, por supuesto!", respondieron al unísono. - "Entonces, si dicen haber pedido con Fe Verdadera... ¿porqué durante todos estos días ni uno solo de ustedes ha traído el paraguas?"

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La pintura de la santa cena

La historia de la pintura del cuadro de la ultima cena es muy

interesante. Dos incidentes concuerdan para reforzar la lección mas convincente acerca de los efectos del pensamientos en la vida de un niño o niña, o de un

hombre o mujer. "La ultima cena " fue pintada por Leonardo Da Vinci, un artista italiano notable. El tiempo empleado para completarla fue de 7 años. Las figuras que representaban a los doce apóstoles fueron pintadas de personas que hicieron de modelos La persona para el modelo de Cristo fue escogida primero. Cuando se decidió que Da Vinci pintaría esta obra, cientos y cientos de hombres jóvenes fueron examinados en un esfuerzo por encontrar una cara y personalidad que expresara inocencia y belleza, libre de las sombras y señales causados por el pecado y la disolución. Finalmente después de semanas de una búsqueda muy laboriosa, un joven de 19 años fue seleccionado como modelo para la figura de Cristo. Los siguientes seis meses, Da Vinci trabajo para pintar el personaje mas importante de su famosa obra. Durante los 6 años siguientes Da Vinci continuó trabajando en un su sublime obra de arte. Una por una las personas más apropiadas fueron escogidas para representar a cada uno de los apóstoles, y dejó un espacio en la pintura para la figura que representaría a Judas Iscariote el punto final de su obra maestra. Por semanas, Da Vinci buscó un hombre que tuviera un rostro endurecido, con un rasgo marcado por la avaricia, el engaño, la hipocresía y el crimen, un rostro que delatase el carácter de alguien que vendería a su mejor amigo. Después de muchas experiencias desalentadoras en la búsqueda del tipo de persona requerido para representar a Judas, Da Vinci recibió la noticia de que había sido encontrado un hombre que llenaba los requisitos del pintor. Estaba en un calabozo de Roma, sentenciado a muerte por una vida de crimen y asesinato. Da Vinci viajó a Roma de inmediato, el hombre fue sacado de su encierro en el calabozo y conducido a la luz del sol. Allí, Da Vinci vio en él aun hombre oscuro, despiadado. Su largo, áspero y desgreñado pelo caía sobre su cara. Una cara que reflejaba el carácter de la maldad y de la ruina completa. Al fin el pintor había encontrado la persona que quería para representar el personaje de Judas. Con el permiso especial del rey, este preso fue llevado a Milán donde se estaba pintando el cuadro. Durante 6 meses, el se sentó allí delante de Da Vinci en unas horas establecidas para cada día , cuando el talentoso artista continuaba diligentemente en su tarea de transmitir a su pintura la base de ese carácter, que representaba al traidor y delator del Salvador. Cuando terminó el último trazo, se volvió a los guardias y dijo: "Yo he terminado; pueden llevarse al prisionero. "Cuando los guardianes conducían al preso fuera, él repentinamente perdió el control de sí mismo y se precipitó sobre Da Vinci llorando y diciendo: "Oh, Da Vinci. ¡Mírame! ¿No sabes quién soy?". Da Vinci con sus ojos bien entrenados de estudioso de los caracteres humanos, escudriñó cuidadosamente al hombre cuyo rostro él había estado mirando durante 6 meses y dijo: "No, yo nunca te había visto en mi vida, hasta que te sacaron de los calabozos ante mí en Roma". Entonces elevando sus ojos hacia el cielo el prisionero dijo: "¡Oh Dios!, ¿He caído tan bajo?", entonces volviendo su cara al pintor él gritó:

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"Leonardo Da Vinci, mírame otra vez, porque yo soy el mismo hombre que pintaste hace justo 7 años como la figura de Cristo".

.... Esta es la verdadera historia de la pintura de "La Santa Cena" que enseña tan fielmente la lección de los efectos de los pensamientos buenos o malos en el individuo. Él fue un joven cuyo carácter era tan puro y libre de los pecados del mundo que representaba la continencia, la inocencia y la belleza y dio pie a ser utilizado por el pintor como la representación de Cristo. Pero durante 7 años siguió una vida de malos pensamientos pecado y crimen, lo que le cambió para llegar a ser el retrato del carácter más notorio siempre conocido en la historia del mundo.

.... Esta historia esta plasmada en un poema llamado El Judas de la Cena, escrito por Luis Coballes Gandia en 1933 y publicado en 1934 en Arecibo, P.R. Luego fue publicado por una revista española que anoto que el nombre de el modelo era Juan Bandinelli, hecho que desconocía el autor.

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Aprende a escuchar los susurros

José, un joven y exitoso ejecutivo paseaba a toda velocidad en su

auto Jaguar último modelo, sin ningún tipo de precaución. De repente sintió un estruendoso golpe en la puerta, se detuvo y al bajarse vio que un ladrillo

le había estropeado la pintura, carrocería y vidrio de la puerta de su lujoso auto. Se subió nuevamente, pero esta vez lleno de enojo, dio un brusco giro de 180 grados; y regresó a toda velocidad al lugar donde vio salir el ladrillo que acababa de desgraciar lo hermoso que lucía su exótico auto. Salió del auto de un brinco y agarró por los brazos a un chiquillo, empujándolo hacia el auto estacionado le gritó a toda voz: "¿Qué rayos fue eso?, ¿Quién eres tú?, Qué crees que haces con mi auto?". Y enfurecido, casi botando humo, continuó gritándole al chiquillo: "¡Es un auto nuevo, y ese ladrillo que lanzaste va a costarte muy caro?!, ¿Por qué hiciste eso?". "Por favor, señor, por favor. ¡Lo siento mucho!, no se que hacer", suplicó el chiquillo. "Le lancé el ladrillo porque nadie se detenía"... Las lágrimas bajaban por sus mejillas hasta el suelo, mientras señalaba hacia alrededor del auto estacionado. "Es mi hermano", le dijo. Se descarriló su silla de ruedas y se cayó al suelo... y no puedo levantarlo". Sollozando, el chiquillo le preguntó al ejecutivo: "Puede usted, por favor, ayudarme a sentarlo en su silla?, está golpeado, y pesa mucho para mi solito...soy muy pequeño". Visiblemente impactado por las palabras del chiquillo, José tragó grueso el taco que se le formó en su garganta. Indescriptiblemente emocionado por lo que acababa de pasarle, levantó al joven del suelo y lo sentó nuevamente en su silla; y sacó su pañuelo de seda para limpiar un poco las cortaduras y las heridas del hermano de aquel chiquillo tan especial. Luego de verificar que se encontraba bien, miró al chiquillo y este le dio las gracias con una sonrisa que no tiene posibilidad de describir nadie... "DIOS lo bendiga, señor...y muchas gracias" le dijo. José vio como se alejaba el chiquillo empujando trabajosamente la pesada silla de ruedas de su hermano, hasta llegar a su humilde casita. José aún no ha reparado la puerta del auto, manteniendo la hendidura que le hizo el ladrillazo... para recordarle el no ir por la vida tan de prisa que alguien tenga que lanzarle un ladrillo para que preste atención.

.... DIOS normalmente nos susurra en el alma y en el corazón, pero hay veces que tiene que lanzarnos un ladrillo a ver si le prestamos atención.

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Buen ejemplo de utilidad

Tres albañiles estaban desempeñando la misma tarea, cuando un

distraído transeúnte se acerco a ellos. El caminante le pregunto al primero: - ¿qué está usted haciendo? .

A lo que el albañil respondió, - ¿no ve? apilando ladrillos! con un gesto molesto, consecuencia de una pregunta que este percibió como tonta y de respuesta obvia. El caminante repitió la misma pregunta al segundo albañil. La respuesta no se hizo esperar. - Levantando una pared! . El tercer albañil también respondió al particular interrogatorio, y con una amplia sonrisa de orgullo dijo, - Construyendo el hospital de niños del pueblo. El grado de comprensión respecto de la significación y utilidad de su trabajo para las personas es muy distinto, tan distinto como distintos son sus respectivos niveles de motivación y compromiso en la labor.

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Buen ejemplo de humildad

Hace muchos años que un sargento de batallón increpaba

duramente a unos cuantos soldados que no podían sacar un coche atascado en el barro.

De momento se presentó allí un hombre alto y flacucho. Vio la situación y le preguntó al sargento por que no les ayudaba. - ¿Por qué he de hacerlo? Soy el sargento--, contestó éste con altanería. Sin pérdida de tiempo el hombre alto y flacucho se despojó de su chaqueta y se puso a ayudar a los soldados a sacar el coche del sucio y renegrido barro. Cuando se terminó la tarea, se lavó las manos, se puso la chaqueta y caminó hacia el sargento. - Si en otra ocasión usted necesitara mi ayuda, llámeme - le dijo. -¨¿Y quién es usted? - le preguntó el sargento. - Yo soy Abraham Lincoln, el presidente de la nación - le respondió. La grandeza de un hombre es el servir con humildad.

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Raíces profundas

Tiempo atrás, yo era vecino de un médico, cuyo "hobby" era plantar

árboles en el enorme patio de su casa. A veces observaba, desde mi ventana, su esfuerzo por plantar árboles y más árboles, todos los días.

Lo que más llamaba mi atención, entretanto, era el hecho de que él jamás regaba los brotes que plantaba. Pasé a notar, después de algún tiempo, que sus árboles estaban demorando mucho en crecer. Cierto día, resolví entonces aproximarme al médico y le pregunté si él no tenía recelo de que las plantas no crecieran, pues percibía que él nunca las regaba. Fue cuando, con un aire orgulloso, él me describió su fantástica teoría. Me dijo que, si regase sus plantas, las raíces se acomodarían en la superficie y quedarían siempre esperando por el agua fácil, que venía de encima. Como él no las regaba, los árboles demorarían más para crecer, pero sus raíces tenderían a migrar hacia lo más profundo, en busca del agua y de los variados nutrientes encontrados en las capas más inferiores del suelo. Así, según el, los árboles tendrían raíces profundas y serían más resistentes a las intemperies. Y agrego que él frecuentemente daba unas palmadas en sus árboles, con un diario doblado, y que hacía eso para que se mantuvieran siempre despiertas y atentas. Esa fue la única conversación que tuvimos con mi vecino. Tiempo después fui a vivir a otro país, y nunca más volví a verlo. Varios años después, al retornar del exterior, fui a dar una mirada a mi antigua residencia. Al aproximarme, noté un bosque que no había antes. ¡¡Mi antiguo vecino, había realizado su sueño!!. Lo curioso es que aquel era un día de un viento muy fuerte y helado, en que los árboles de la calle estaban arqueados, como si no estuviesen resistiendo al rigor del invierno. Entretanto, al aproximarme al patio del médico, noté cómo estaban sólidos sus árboles: prácticamente no se movían, resistiendo estoicamente aquel fuerte viento. Qué efecto curioso, pensé... Las adversidades por las cuales aquellos árboles habían pasado, llevando palmaditas y habiendo sido privados de agua, parecía que los había beneficiado de un modo que el confort y el tratamiento más fácil jamás lo habrían conseguido. Todas las noches, antes de ir a acostarme, doy siempre una mirada a mis hijos. Observo atentamente sus camas y veo cómo ellos han crecido. Frecuentemente rezo por ellos. En la mayoría de las veces, pido para que sus vidas sean fáciles, para que no sufran las dificultades y agresiones de éste mundo... He pensado, entretanto, que es hora de cambiar mis ruegos. Ese cambio tiene que ver con el hecho de que es inevitable que los vientos helados y fuertes nos alcancen. Sé que ellos encontrarán innumerables dificultades y que, por tanto, mis deseos de que las

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dificultades no ocurran, han sido muy ingenuos. Siempre habrá una tempestad en algún momento de nuestras vidas, porque, queramos o no, la vida no es muy fácil. Al contrario de lo que siempre he hecho, pasaré a rezar para que mis hijos crezcan con raíces profundas, de tal forma que puedan retirar energía de las mejores fuentes, de las más divinas, que se encuentran siempre en los lugares más difíciles. Pedimos siempre tener facilidades, pero en verdad lo que necesitamos hacer es pedir para desenvolver raíces fuertes y profundas, de tal modo que cuando las tempestades lleguen y los vientos helados soplen, resistamos bravamente, en vez de que seamos subyugados y barridos.

.... La naturaleza nos enseña muchas cosas si las sabemos ver...

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Delante de Dios

Un viejo vendía juguetes en el mercado de Bagdad. Sus

compradores, sabiendo que tenía la vista muy débil, le pagaban de vez en cuando con monedas falsas.

El viejo, que se daba cuenta del truco, no decía nada. En sus oraciones, pedía a Dios que perdonase a los que le engañaban. "Tal vez tengan poco dinero, y quieran comprar regalos a sus hijos", se decía. Pasó el tiempo y el hombre murió. Delante de las puertas del Paraíso, rezó una vez más: - ¡Señor! -dijo-. Soy un pecador. Cometí muchos errores, no soy mejor que las monedas falsas que recibí. ¡Perdóname! En este momento se abrieron las puertas y dijo una Voz: - ¿Perdonar qué? ¿Cómo puedo juzgar a alguien que, en toda su vida, jamás juzgó a los demás?

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El jorobado

En un pueblo había un hombre que era todo bondad y que dedicaba

su tiempo a ayudar a los demás. Pero ocurre que ese hombre, que siempre vestía con una capa larga hasta los tobillos, llevaba debajo de esa prenda una enorme joroba.

Su aspecto era bello pero aquella joroba lo transformaba en un ser deforme y casi toda la gente del lugar se burlaba de él, le palmeaban la giba entre risotadas y no lo tenían en cuenta para nada a pesar de que él tenía en cuenta a todos y a cada uno, preocupándose y ayudándolos. Algunos, incluso, si estaban de malhumor le arrojaban piedras porque no les gustaba tener cerca a alguien a quien veían como una especie de monstruo. "Por algo será que Dios lo castigó de esa manera decían algunos que, por supuesto, desconocían si existía ese "algo" al que hacían mención. El hombre de la joroba, mientras tanto, bajaba la cabeza y jamás respondía a ninguna de las agresiones o los desprecios. Seguía yendo de un lado a otro del pueblo, bamboleando en cada paso el gran bulto que llevaba en su espalda y ofreciéndose para lo que desearan. Un chico solamente, uno de los chicos del pueblo, lo trataba con amor, le sonreía, hablaba con él y lo tomaba de la mano para acompañarlo en sus recorridas. Un día las gentes del pueblo parecieron ponerse de acuerdo para despertar de pésimo humor. Como este tipo de cosas es contable, discutiendo entre ellos por pequeñeces, empujándose, mirándose con mala cara. De repente apareció, como siempre el hombre de la capa y la joroba. Eso sólo les faltaba a los iracundos habitantes del lugar. Como en casos así, los humanos, por su curiosa forma de actuar, buscan descargar sus iras en los más indefensos, el hombre de la joroba fue de inmediato el blanco elegido por todos. De las agresiones verbales, que fueron creciendo cada vez más y con mayor crueldad, pasaron casi enseguida al ataque físico. Algunas piedras, al principio. Luego, con esa ira que es más ciega cuando es de muchos, comenzaron a armarse con palos y algunas herramientas y lo cercaron. Rodeándolo, se disponían ya a atacarlo cuando el chico se abrió paso entre todos y se puso junto a su amigo jorobado. Hubo un instante de duda. Y fue entonces que el niño les habló y les dijo: - "No pueden tocarlo. Gracias a él muchas desgracias que pudieron ocurrir en nuestro pueblo no ocurrieron, muchos enemigos se amigaron, muchas familias siguen unidas, muchos hombres conservan sus trabajos y muchas mujeres a sus hijos. Nos trajo el bien y ustedes eligen ahora pagarle con el mal y él no puede hacer nada para evitarlo.. Nunca me dijo quién es, pero yo lo sé......

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Y, dicho esto, tomo la capa del deforme y la arrancó de un tirón. En ese momento quedaron al descubierto dos bellas y luminosas alas a las que todos, hasta entonces, habían confundido con una joroba. El ángel besó al niño en la frente y se fue en silencio, sin un reproche, caminando en medio de los hombres del pueblo que se abrían a su paso estupefactos, dejando caer sus armas y más de una lágrima, aun los más rudos ... lo más importante, sólo se ve con los ojos del alma.

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El ruido de la carreta

Cierta mañana, mi padre me invito a dar un paseo por el bosque y

acepte con placer. El se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó: Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?

Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: Estoy escuchando el ruido de una carreta. Eso es -dijo mi Padre-. Es una carreta vacía. Pregunté a mi Padre: Como sabes que es una carreta vacía, si aun no la vemos? Entonces mi padre respondió: Es muy fácil saber cuando una carreta esta vacía, por causa del ruido. Cuanto mas vacía la carreta, mayor es el ruido que hace. Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todo el mundo, inoportuna, presumiendo de lo que tiene (y lo mas seguro que no tiene nada), de sentirse prepotente y haciendo menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo: "Cuanto mas vacía la carreta, mayor es el ruido que hace" ...La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas, y recuerda que existen personas tan pobres que lo único que tienen es dinero y nadie está más vacío que aquel que está lleno de egoísmo.

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Cosas de chicos

Nunca sabes que es lo que va decir o hacer un niño, es

sorprendente: * Al autor y orador Leo Buscaglia se le solicito una vez que fuera parte del

jurado en un concurso. El propósito del concurso era encontrar al niño más cariñoso. El ganador fue un niño de 4 anos cuyo vecino era un anciano a quien recientemente le había fallecido su esposa. El niño al ver al hombre llorar, fue al patio de la casa del hombre, se subió a su regazo y se sentó. Cuando su mama le pregunto que le había dicho al vecino, el pequeño niño le contesto, "Nada, solo le ayude a llorar"........ * La Maestra Debora Luna de primer grado estaba discutiendo con su grupo la pintura de una familia. Había un niño en la pintura que tenia el cabello de color diferente al del resto de los miembros de la familia; uno de los niños del grupo sugirió que el niño de la pintura era adoptado y una niña compañera del grupo le dijo "Yo se todo de adopciones por que yo soy adoptada". "¿Que significa ser adoptado?" pregunto otro niño "Significa", dijo la niña, "que tu creces en el corazón de tu mama en lugar de crecer en su vientre"....... Si quieres dominar tu destino vigila tus pensamientos.... Vigila tus pensamientos, porque se convierten en palabras. Vigila tus palabras, porque se convierten en actos. Vigila tus actos, porque se convierten en hábitos. Vigila tus hábitos, porque se convierten en carácter. Vigila tu carácter, porque se convierte en tu destino.

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Los tiempos difíciles

Un hombre vendía naranjas en medio de una carretera. Era

analfabeto, de modo que nunca leía los diarios. Colocaba por el camino algunos carteles y pasaba el día pregonando el sabor de su mercancía. Todos le compraban, y el hombre progresó. Con el dinero colocó más

carteles y pasó a vender más frutas. El negocio progresaba rápidamente cuando su hijo, que era culto y había estudiado en una gran ciudad, lo fue a ver. -Papá, ¿no sabes que el mundo está atravesando momentos difíciles? !La economía del país anda pésima! Preocupado, el hombre redujo el número de carteles y pasó a revender mercadería de inferior calidad porque era más barata. Las ventas se derrumbaron inmediatamente. "Mi hijo tiene razón", pensó él. "Los tiempos están muy difíciles"

.... Si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo. Gandhi

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Vivir como las flores

- Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto? Algunas

personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro con aquellas que calumnian.

- ¡Pues, vive como las flores!, advirtió el maestro. - Y ¿cómo es vivir como las flores?, preguntó el discípulo. - Pon atención a esas flores -continuó el maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos. Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse... Ejercita pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien. Ésto, es vivir como las flores.

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El naufragio

Un Día, zarpó un barco a alta mar. Iban 20 hombres. Era un viaje de

50 días y entre ellos se encontraba un fiel cristiano de quien todos en la tripulación se burlaban. Un cristiano marinerito. Una noche estallo el cuarto de máquinas y se hundió el barco sobreviviendo solo el fiel cristiano al

naufragio. El único sobreviviente de un naufragio estaba sobre una pequeña isla desierta. Estaba orando fervientemente, pidiendo a Dios que lo rescatara. Todos los días revisaba el horizonte buscando ayuda, pero ésta nunca llegaba. Ya cansado, eventualmente empezó a construir una pequeña cabaña para protegerse y proteger sus pocas posesiones. Un día se fue a pescar y regreso corriendo al ver que se quemaba su choza y no pudo salvar nada. después de haber perdido todo, anduvo vagando en la isla como sonámbulo, ya sin esperanza. El náufrago estaba confundido y enojado con Dios y llorando le decía: "¿Cómo pudiste hacerme esto?", y se quedó dormido sobre la arena. Temprano a la mañana siguiente, escuchó asombrado la sirena de un buque que se acercaba a la isla. ¡Venían a rescatarlo!. Al llegar sus salvadores les preguntó: "¿Cómo sabían que yo estaba aquí?". Y ellos les respondieron: "Vimos las señales de humo que nos hiciste..."

.... Es fácil enojarse cuando las cosas van mal, pero no debemos perder La Fe, porque Dios está trabajando en nuestras vidas en medio de las penas y el sufrimiento, para darnos crecimiento espiritual y más Fe en Él. Recuerda la próxima vez que tu pequeña choza se queme. . . . No pierdas la Fe puede ser simplemente una señal de humo que surge....

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Un astrólogo muy ingenioso

Había una vez un adivino y un rey poderoso y despótico al que le

molestaba sobremanera la atención que el pueblo le brindaba a sus predicciones.

Cierto día, decidió mandarlo a matar, no sin antes dar una lección al pueblo y al astrólogo. -Dime, amigo de los astros. Tú que todo lo sabes, ¿podrías decirme que día vas a morir? El astrólogo miró al pueblo reunido alrededor de la plaza, miró al verdugo y pidió unos minutos para consultar a los astros, pasados los cuales el rey preguntó: -Y bien, ¿qué te han respondido? -Mi Señor, no me atrevo a decirlo. -Dilo ya, ¿o no lo sabes? -Mi Señor, los astros dicen que moriré exactamente un día antes que su Majestad.... Sobra decir que el ingenioso astrólogo vivió muchos años en palacio y cuidado con gran dedicación "por las dudas".

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Un interrogatorio insólito

Hace unos meses atrás, cuando recogía a los niños del colegio, otra

madre a la que cual conocía bastante bien, se me acercó. Emilia estaba histérica y muy indignada. "¿Sabes lo que tú y yo somos?" me preguntó.

Antes de que yo pudiera darle una respuesta, la cual la verdad no sabía yo cuál era, ella me empezó a contar la razón por la cual me hizo esa pregunta. Parece que ella recién venía de renovar su licencia de conducir en la oficina de tránsito del condado. Cuando la oficial que tomaba los datos, le preguntó cuál era su ocupación, ella no supo que responder. Al percatarse de esto la oficial que tomaba los datos le dijo, a lo que me refiero, - explicó la oficial- es a sí trabaja Ud. o es simplemente una ..."Claro que tengo un trabajo - le contestó Emilia - soy una mamá". A lo que la oficial respondió, "No ponemos mamá como opción, - explicó la oficial,- vamos a ponerle ama de casa."- Fue la respuesta enfática de la oficial. Había yo olvidado por completo la historia, hasta que un día a mí e pasó exactamente lo mismo, sólo que esta vez, en la oficina del ayuntamiento. La funcionaria era obviamente una mujer de carrera, eficiente, de mucha postura, y tenía un título muy despampanante que decía "Interrogadora Oficial". "Cuál es su ocupación?"- me preguntó ella. (Qué me hizo contestarle esto? No lo sé. Las palabras simplemente salieron de mi boca.) - "Soy una Investigadora Asociada en el campo del Desarrollo Infantil y Relaciones Humanas." La funcionaria se detuvo, el bolígrafo quedó congelado en el aire, me miró como si no hubiese escuchado bien. Repetí el título lentamente, haciendo énfasis en las palabras más importantes. Luego, observé asombrada como mi pomposo anuncio era escrito en tinta negra en el cuestionario oficial. "Me permite preguntarle",- dijo la funcionaria, con un aire de interés, -"qué es exactamente lo que hace Ud. en este campo de investigación?" Con una voz muy calmada y pausada, me escuché contestarle, "Tengo un programa continuo de investigación (qué madre no lo tiene) en el laboratorio y en el campo (normalmente me hubiera referido a lo anterior como adentro y afuera). Estoy trabajando para mi maestría (la familia completa) y ya tengo cuatro créditos (todas mis hijas). "Por supuesto que el trabajo es uno de los que mayor demanda tiene en el campo de humanidades (alguna madre está en desacuerdo?) y usualmente trabajo 14 horas diarias (en realidad son más, como 24). Pero el trabajo tiene muchos más retos que cualquier trabajo sencillo, y las remuneraciones más que solamente económicas, también están ligadas al área de la satisfacción personal". Se podía sentir una creciente nota de respeto en la voz de la funcionaria, mientras completaba el formulario. Una vez terminado el proceso, se levantó de la silla y

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personalmente me acompañó a la puerta. Al llegar a casa, emocionada por mi nueva carrera profesión salieron a recibirme tres de mis asociadas del laboratorio, de 13, 7, y 3 años de edad. Arriba podía yo escuchar a nuestro nuevo modelo experimental en el programa de desarrollo infantil (de 6 meses de edad), probando un nuevo programa de patrón en vocalización. Me sentí triunfante! Le había ganado a la burocracia! Había entrado en los registros oficiales como una persona más distinguida e indispensable para la humanidad que sólo "una madre más". La maternidad...que carrera más gloriosa. Especialmente cuando tiene un título en la puerta.

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El León y el Mosquito luchador

Un mosquito se acercó a un león y le dijo:

- No te temo, y además, no eres más fuerte que yo. Si crees lo contrario, demuéstramelo. ¿Que arañas con tus garras y muerdes con tus dientes? ¡Eso también lo hace una mujer defendiéndose de un ladrón !

Yo soy más fuerte que tú, y si quieres, ahora mismo te desafío a combate. Y haciendo sonar su zumbido, cayó el mosquito sobre el león, picándole alrededor de la nariz, donde no tiene pelo. El león empezó a arañarse con sus propias garras, hasta que renunció al combate. El mosquito victorioso hizo sonar de nuevo su zumbido; y sin darse cuenta, de tanta alegría, fue a enredarse en una tela de araña. Al tiempo que era devorado, se lamentaba de que él, que luchaba contra los más poderosos, fuese a perecer a manos de un insignificante animal, la araña.

.... No importa que tan grandes sean los éxitos en tu vida, cuida siempre que la gloria por haber obtenido uno de ellos, no lo arruine todo.

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El sentido de Contar

El maestro sufi contaba siempre una parábola al finalizar cada clase,

pero los alumnos no siempre entendían su sentido.. -Maestro- lo encaró uno de ellos una tarde-. Tú nos cuentas los cuentos

pero no nos explicas su significado... -Pido perdón por eso- se disculpó el maestro-. Permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno. -Gracias maestro- respondió halagado el discípulo-. -Quisiera, para agasajarte, pelearte tu durazno yo mismo. ¿Me permites? -Si. Muchas gracias- dijo el alumno. -¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo...? -Me encantaría... pero no quisiera abusar de tu hospitalidad maestro... -No es un abuso si yo te lo ofrezco. Sólo deseo complacerte... Permíteme también que te lo mastique antes de dártelo.. -No maestro..¡No me gustaría que hicieras eso!- se quejó sorprendido el discípulo-. El maestro hizo una pausa y dijo: -Si yo les explicara el sentido de cada cuento... sería como darles de comer una fruta masticada. … Cuento de la sabiduría sufi.

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Soltar plumas

Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo

suyo, y todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que había alcanzado.

Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo: "Quiero arreglar todo lo que hice, ¿como puedo hacerlo?", a lo que el hombre sabio respondió: "Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suelta una donde quiera que vayas". El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco lleno de plumas y en el cabo de un día las había soltado todas. Volvió donde el sabio y le dijo: "Ya he terminado", a lo que el hombre sabio contestó: "Esa era la parte fácil...ahora debes volver a llenar el saco con esas mismas plumas que soltaste, sal a la calle y búscalas". El hombre se sintió muy triste pues sabía lo que eso significaba, y no pudo juntar casi ninguna. Al volver el hombre sabio le dijo: "Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es pedir perdón.

.... Lo más ofensivo que pueda lanzarte a la cara tu peor enemigo no se compara con lo que tus amigos más íntimos hablan de ti a tus espaldas. - Proverbio ruso-

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La historia de Tres Pequeños Arboles

Erase una vez en la cumbre de una montaña, tres pequeños árboles,

siempre juntos, y soñando sobre lo que querían llegar a ser cuando fueran grandes... El primer arbolito miró hacia las estrellas y dijo: "Yo quiero guardar

tesoros....quiero estar repleto de oro y ser llenado de piedras preciosas, yo seré el baúl de tesoros más hermoso del mundo!". El segundo arbolito miró a un pequeño arroyo realizando su camino al océano y dijo: "Yo quiero viajar a través de aguas temibles y llevar reyes poderosos sobre mi. Yo seré el barco más impotente del mundo!". El tercer arbolito miró hacia el valle que estaba abajo de la montaña y vio hombres y mujeres trabajando en un pueblo y dijo: "Yo no quiero irme de la cima de la montaña nunca...Yo quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo se pare a mirarme, ellos levantaran su mirada al cielo y pensaran en Dios. Yo seré el árbol más alto del mundo!". Los años pasaron, llovió, brilló el sol y los pequeños árboles crecieron alto.... Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña. el primero miró al primer árbol y dijo: "¡Que árbol tan hermoso!" y con la arremetida de su hacha brillante, el primer árbol cayó..."Ahora me deberán convertir en un baúl hermoso, deberé contener tesoros maravillosos!" dijo el primer árbol... El segundo leñador miró al segundo árbol y dijo: "Este árbol es muy fuerte, es perfecto para mi" Y con la arremetida de su hacha brillante, el segundo árbol cayo..."Ahora deberé navegar aguas temibles!", pensó el segundo árbol, "Deberé ser un barco imponente para reyes temidos y poderosos." El tercer árbol sintió su corazón sufrir cuando el ultimo leñador lo miro. El árbol se paro derecho y alto y apuntando ferozmente al cielo...pero el leñador ni siquiera lo miró hacia arriba y dijo: "Cualquier árbol es bueno para mí" Y con la arremetida de su hacha brillante, el tercer árbol cayó... El primer árbol se emocionó cuando el leñador lo llevo a una carpintería...Pero el carpintero lo convirtió en una caja de alimento para animales de granja. Aquel árbol hermoso no fue cubierto con oro, ni llenado con alimento para animales de granja hambrientos. El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó cerca de un embarcadero, pero ningún barco imponente fue construido ese día. En lugar de eso aquel árbol fuerte fue cortado y convertido en un simple bote de pesca. Era demasiado chico y débil para navegar en el océano, ni siquiera en un río, y fue llevado a un pequeño lago. El tercer árbol estaba confundido cuando el leñador lo cortó para hacer tablas fuertes y lo abandonó en un almacén de madera. "Que estará pasando?" fue lo que se preguntó el árbol. "Yo todo lo que quería era quedarme en la cumbre de la montaña y apuntar a Dios" Muchísimos días y noches pasaron. A los tres árboles ya casi se les habían olvidado sus sueños. Pero una noche, una luz de estrella dorada alumbró al primer árbol cuando una joven mujer puso a su hijo recién nacido en la caja de alimento..."Yo quería haberle podido hacer una cuna al bebe" le dijo su esposo a la mujer. La madre le apretó la mano al esposo y sonrió mientras la luz de la estrella alumbraba a la madera suave y fuerte de la cuna. Y la mujer dijo "Este

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pesebre es hermoso" Y de repente el primer árbol supo que contenía el tesoro más grande del mundo. Una tarde, un viajero cansado y sus amigos se subieron al viejo bote de pesca. El viajero se quedó dormido mientras el segundo árbol navegaba tranquilamente hacia adentro del lago. De repente, una impresionante y aterradora tormenta llegó al lago, el pequeño árbol se lleno de temor, el sabía que no tenía fuerza para llevar a todos esos pasajeros a la orilla a salvo con ese viento y lluvia. El hombre cansado se levantó y alzando su mano dijo: "Calma". La tormenta se detuvo tan rápido como comenzó. Y de repente el segundo árbol supo que él llevaba navegando al rey del Cielo y de la Tierra. Un viernes en la mañana, el tercer árbol se extrañó cuando sus tablas fueron tomadas de aquel almacén de madera olvidado...Se asustó al ser llevado a través de una impresionante multitud de personas enojadas. Se llenó de temor cuando unos soldados clavaron las manos de un hombre en su madera...Se sintió feo, áspero y cruel. Pero un domingo por la mañana, cuando el sol brilló y la tierra tembló con júbilo debajo de su madera, el tercer árbol supo que El Amor de Dios Había Cambiado Todo. Esto hizo que el árbol se sintiera fuerte, y cada vez que la gente pensara en el tercer árbol, ellos pensarían en Dios...Eso era mucho mejor que ser el árbol mas alto del mundo. La próxima vez que te sientas deprimido porque no conseguiste lo que tu querías, solo siéntate firme y sé feliz porque Dios esta pensando en algo mejor para darte...

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Pesebre de amor

Hace tiempo que un viajero en una de sus vueltas por el mundo,

llegó a una tierra, le llamó la atención la belleza de sus arroyos que cruzaban los campos, y los sembrados. Habiendo caminado ya un rato, se

encontró con la casas del pueblo, sencillas, coloridas y con puertas abiertas de para en par. No podía creerlo...él venía de un lugar muy distinto. Se fue acercando pero su sorpresa fue mayor cuando tres niños, hermanitos, salieron a recibirlo y lo invitaron a pasar, los padres de los niños invitaron al viajero a quedarse con ellos unos días. El viajero aprendió muchas cosas, por ejemplo a hornear el pan, trabajar la tierra, ordeñar la vacas, pero había una de la cual no podía descubrir el significado, cada día y algunos días en varias ocasiones el papá, la mamá y los hermanos se acercaban a una mesita donde habían colocado las figuras de María y José, un burrito marrón y una vaca. Despacito dejaban una pajita entre María y José. Con el correr de los días el colchoncito de pajitas iba aumentando y se hacía más mullido. Cuando le llegó al viajero el momento de partir, la familia le entregó un pan calentito y frutas para el camino, lo abrazaron y lo despidieron. Ya se iba cuando dándose vuelta les dijo:- Una cosa quisiera llevarme de este hermoso momento. - Por supuesto le contestaron ¿ Qué más podemos darte para el camino? Y el viajero entonces preguntó- ¿Por qué iban dejando esas pajitas a los pies de María y José? Ellos sonrieron y el niño más pequeño respondió: - Cada vez que hacemos algo con amor, buscamos una pajita y la llevamos al pesebre. Y así vamos preparando para que cuando llegue el niño Jesús, María tenga un lugar para recostarlo. Si amamos poco, el colchón va a ser un colchón delgado y por lo mismo frío. Pero si amamos mucho, Jesús va a estar más cómodo y calentito. El viajero parecía comprenderlo todo. Sintió ganas de quedarse con esa familia hasta la Nochebuena, pero una voz adentro suyo lo invitó a llevar por otros pueblos lo que había conocido tanto de nuevas labores, como de los corazones sencillos tan llenos de amor, como los de esa familia.

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Sábanas

Una pareja de recién casados, se mudó para un barrio muy

tranquilo. En la primera mañana en la casa, mientras tomaba café, la mujer reparó a

través de la ventana que una vecina colgaba sábanas en el tendal. - Qué sábanas sucias está colgando en el tendal! Está precisando de un jabón nuevo... ¡Si yo tuviese intimidad le preguntaría si ella quiere que yo le enseñe a lavar las ropas! El marido miró y quedó callado. Algunos días después, nuevamente, durante el desayuno, la vecina colgaba sábanas en el tendal y la mujer comentó con el marido: ¡Nuestra vecina continúa colgando las sábanas sucias! ¡Si yo tuviese intimidad le preguntaría si ella quiere que yo le enseñe a lavar ropas! Y así, cada dos o tres días, la mujer repetía su discurso, mientras la vecina colgaba sus ropas en el tendal. Había pasado un mes, la mujer se sorprendió al ver las sábanas siendo tendidas, y entusiasmada fue a decir al marido. ¡Mirá, ella aprendió a lavar las ropas! ¿¿¿Será que la otra vecina le enseñó??? Porque yo no hice nada. El marido calmosamente respondió: ¡No, hoy yo me levanté más temprano y lavé los vidrios de nuestra ventana ! Y así es. Todo depende de la ventana, a través de la cual observamos los hechos. Antes de criticar, verifique si usted hizo alguna cosa para contribuir. Verifique sus propios defectos y limitaciones. Debemos mirar, antes de todo, para nuestra propia casa, para dentro de nosotros mismos. Lave sus vidrios. Abra su ventana.

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Descubriendo el verdadero miedo

Un sultán decidió hacer un viaje en barco con algunos de sus

mejores cortesanos. Se embarcaron en el puerto de Dubai y zarparon en dirección al mar abierto.

Entretanto, en cuanto el navío se alejó de tierra, uno de los súbditos -que jamás había visto el mar, y había pasado la mayor parte de su vida en las montañas - comenzó a tener un ataque de pánico: sentado en la bodega de la nave lloraba, gritaba y se negaba a comer o a dormir. Todos procuraban calmarlo, diciéndole que el viaje no era tan peligroso, pero aunque las palabras llegasen a sus oídos no llegaban a su corazón. El sultán no sabía qué hacer, y el hermoso viaje por aguas tranquilas y cielo azul se transformó en un tormento para los pasajeros y la tripulación. Pasaron dos días sin que nadie pudiese dormir con los gritos del hombre. El sultán ya estaba a punto de mandar volver al puerto cuando uno de sus ministros, conocido por su sabiduría, se le aproximó: Si Su Alteza me da permiso, yo conseguiré calmarlo. Sin dudar un instante, el sultán le respondió que no solo se permitía, sino que sería recompensado si consiguiera solucionar el problema. El sabio entonces pidió que tirasen al hombre al mar. En el momento, contentos de que esa pesadilla fuera a terminar, un grupo de tripulantes agarró al hombre que se debatía en la bodega y lo tiraron al agua. El cortesano comenzó a debatirse, se hundió, tragó agua salada, volvió a la superficie, gritó más fuerte aún, se volvió a hundir y de nuevo consiguió reflotar. En ese momento, el ministro pidió que lo alzasen nuevamente hasta la cubierta del barco. A partir de aquel episodio, nadie volvió a escuchar jamás cualquier queja del hombre, que pasó el resto del viaje en silencio, llegando incluso a comentar con uno de los pasajeros que nunca había visto nada tan bello como el cielo y el mar unidos en el horizonte. El viaje - que antes era un tormento para todos los que se encontraban en el barco - se transformó en una experiencia de armonía y tranquilidad. Poco antes de regresar al puerto, el Sultán fue a buscar al ministro: ¿Cómo podías adivinar que arrojando a aquel pobre hombre al mar se calmaría? Por causa de mi matrimonio - respondió el ministro. Yo vivía aterrorizado con la idea de perder a mi mujer, y mis celos eran tan grandes que no paraba de llorar y gritar como este hombre. Un día ella no aguantó más y me abandonó, y yo pude sentir lo terrible que sería la vida sin ella. Solo regresó después de que le prometí que jamás volvería a atormentarla con mis miedos. De la misma manera, este hombre jamás había probado el

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agua salada y jamás se había dado cuenta de la agonía de un hombre a punto de ahogarse. Después que conoció eso, entendió perfectamente lo maravilloso que es sentir las tablas del barco bajo sus pies. Sabia actitud - comentó el sultán. Está escrito en un libro sagrado de los cristianos, la Biblia: "todo aquello que yo más temía, terminó sucediendo". Ciertas personas solo consiguen valorar lo que tienen cuando experimentan la sensación de su pérdida.

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Las cucharas

En aquel tiempo, dice una antigua leyenda china, un discípulo

preguntó al Maestro: ¿Cuál es la diferencia entre el cielo y el infierno?. El Maestro le respondió: es muy pequeña, sin embargo tiene grandes consecuencias.

Ven, te mostraré el infierno. Entraron en una habitación donde un grupo de personas estaba sentado alrededor de un gran recipiente con arroz, todos estaban hambrientos y desesperados, cada uno tenía una cuchara tomada fijamente desde su extremo, que llegaba hasta la olla. Pero cada cuchara tenía un mango tan largo que no podían llevársela a la boca. La desesperación y el sufrimiento eran terribles. Ven, dijo el Maestro después de un rato, ahora te mostraré el cielo. Entraron en otra habitación, idéntica a la primera; con la olla de arroz, el grupo de gente, las mismas cucharas largas pero, allí, todos estaban felices y alimentados. No comprendo dijo el discípulo ¿Por qué están tan felices aquí, mientras son desgraciados en la otra habitación si todo es lo mismo? El Maestro sonrió. Ah... ¿no te has dado cuenta? Como las cucharas tienen los mangos largos, no permitiéndoles llevar la comida a su propia boca, aquí han aprendido a alimentarse unos a otros. Beneficio común, trabajo común... ¿Tan complicadas son las cosas que no vemos el beneficio común, que en definitiva es nuestro beneficio?

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Confrontación

Un país estaba en guerra. El avance de las tropas enemigas había

hecho de la población, aterrorizada, huyera a refugiarse en las montañas. Así que cuando el ejército llegó al pueblo ya no quedaba ni un alma. El general, que era un hombre sin escrúpulos y de mirada asesina, se

enfureció al comprobar que el lugar había quedado completamente desierto. Convocó a todas sus tropas y les preguntó: - ¿Adónde demonios habrán ido todos?. - Se habrán enterado de nuestro avance y habrán huido -respondieron sus hombres. - ¿Ya no queda nadie a quien exigir tributo? ¿Nadie a quien esclavizar? ¿A quien aterrorizar? ¿A quien saquear? – exclamó el caudillo, cuya maldad no conocía límites. -General, el único hombre vivo en kilómetros a la redonda es un hombre santo que habita en una ermita a las afueras del pueblo. Sin pensárselo dos veces, el general fue a buscar del hombre santo. Al llegar a la capilla encontró al hombre meditando en silencio. Cuando el hombre santo se negó a reconocerlo como conquistador, el guerrero se puso como una fiera y empezó a amenazar al anciano: -¿Acaso no sabes quién soy yo? Tienes delante a un hombre que puede arrebatarte la vida en un abrir y cerrar de ojos. El hombre santo levantó la mirado y la clavó fijamente en la del irritado militar. -¿Acaso no sabe- le dijo al general con voz pausada- que tiene delante a un hombre que puede perder la vida sin siquiera pestañear?. El general se quedó sin habla, captado por la serena mirada del ermitaño. A continuación, le hizo una reverencia, convocó a sus tropas y ordenó la retirada del pueblo sin ninguna destrucción o saqueo.

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El todo en todo

Cuando Ketu completó doce años de edad fue enviado a un maestro,

con el cual estudió hasta completar sus veinticuatro. Al terminar su aprendizaje, volvió a su casa lleno de orgullo.

Su padre le dijo: ¿Cómo podemos conocer aquello que no vemos? ¿Cómo podemos saber que Dios, el Todopoderoso, está en todas partes? El chico comenzó a recitar las escrituras sagradas, pero su padre lo interrumpió: Esto es muy complicado; ¿no existe una forma más simple de aprender sobre la existencia de Dios? - No que yo sepa, padre mío. Hoy en día soy un hombre culto, y necesito de esa cultura para explicar los misterios de la sabiduría divina. - Perdí mi tiempo y mi dinero enviando a mi hijo al monasterio – se quejó el padre. Y cogiendo a Ketu por las manos lo llevó a la cocina. Allí llenó una vasija con agua y mezcló un poco de sal. Después salieron a pasear por la ciudad. Cuando volvieron a la casa, el padre pidió a Ketu: Trae la sal que coloqué en la vasija.. Ketu buscó la sal pero no la encontró, pues ya se había disuelto en el agua. - Entonces,¿ ya no ves la sal? Preguntó el padre. - No. La sal está invisible. - Prueba, entonces, un poco de agua de la superficie de la vasija. ¿Cómo está? - Salada. - Prueba un poco del agua del medio. ¿Cómo está? - Tan salada como la de la superficie. - Ahora prueba el agua del fondo de la vasija y dime que gusto tiene. - Ketu la probó y el gusto era el mismo que antes. - Has estudiado tantos años y no consigues explicar con simplicidad como Dios es invisible y está en todas partes dijo el padre. Usando una vasija de agua y llamando sal a Dios, yo podría hacer entender eso a cualquier campesino. Por favor, hijo mío, olvida la sabiduría que nos aleja de los hombres, y vuelve a procurar la inspiración que nos aproxima.

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Un vaso con agua

Un conferencista hablaba sobre el manejo de la tensión. Levantó un

vaso con agua y preguntó al auditorio: ¿Cuánto creen ustedes que pesa este vaso con agua?

Las respuestas variaron entre veinte y quinientos gramos. Entonces el conferencista comentó: No importa el peso absoluto. Depende de cuánto tiempo voy a sostenerlo. Si lo sostengo por un minuto, no pesa nada. Si lo sostengo durante una hora, tendré un dolor en mi brazo. Si lo sostengo durante un día completo, tendrán que llamar una ambulancia. Y es exactamente el mismo peso, pero entre más tiempo paso sosteniéndolo, más pesado se va volviendo. Y concluyó: Si cargamos nuestros pesos todo el tiempo, más temprano o más tarde, ya no seremos capaces de continuar, la carga se irá volviendo cada vez más pesada. Lo que tienes que hacer es dejar el vaso en algún lugar y descansar un poco antes de sostenerlo nuevamente. Tienes que dejar la carga de lado periódicamente, ¡De la forma que sea! Es reconfortante y te vuelve capaz de continuar. Entonces, antes de que vuelvas esta noche a tu casa, deja afuera el peso, en un rincón. No lo cargues hasta tu casa. Mañana podrás recogerlo otra vez, al salir.

.... Un hombre no es desdichado a causa de la ambición, sino porque esta lo devora. - Montesquieu

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Afila tu discernimiento

"El gurú y el discípulo estaban departiendo sobre cuestiones

místicas. El maestro concluyó con la entrevista diciéndole: -Todo lo que existe es Dios. El discípulo no entendió la verdadera naturaleza de las palabras de su

mentor. Salió de la casa y comenzó a caminar por una callejuela. De súbito, vio frente a él un elefante que venía en dirección contraria, ocupando toda la calle. El jovencito que conducía al animal, gritó avisando: -¡Eh, oiga, apártese, déjenos pasar! Pero el discípulo, inmutable, se dijo: "Yo soy Dios y el elefante es Dios, así que ¿cómo puede tener miedo Dios de sí mismo? Razonando de este modo evitó apartarse. El elefante llegó hasta él, lo agarró con la trompa y lo lanzó al tejado de una casa, rompiéndole varios huesos. Semanas después, repuesto de sus heridas, el discípulo acudió al mentor y se lamentó de lo sucedido. El gurú replicó:-De acuerdo, tú eres Dios y el elefante es Dios. Pero Dios, en la forma del muchacho que conducía el elefante, te avisó para que dejaras el paso libre. ¿Por qué no hiciste caso de la advertencia de Dios?"

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El mendigo que confesó a Juan Pablo II

Hace unos días, en el programa de televisión de la Madre Angélica

en Estados Unidos (EWTN), relataron un episodio poco conocido de la vida Juan Pablo II. Un sacerdote norteamericano de la diócesis de Nueva York se disponía a

rezar en una de las parroquias de Roma cuando, al entrar, se encontró con un mendigo. Después de observarlo durante un momento, el sacerdote se dio cuenta de que conocía a aquel hombre. Era un compañero del seminario, ordenado sacerdote el mismo día que él. Ahora mendigaba por las calles. El cura, tras identificarse y saludarle, escuchó de labios del mendigo cómo había perdido su fe y su vocación. Quedó profundamente estremecido. Al día siguiente el sacerdote llegado de Nueva York tenía la oportunidad de asistir a la Misa privada del Papa al que podría saludar al final de la celebración, como suele ser la costumbre. Al llegar su turno sintió el impulso de arrodillarse ante el santo Padre y pedir que rezara por su antiguo compañero de seminario, y describió brevemente la situación al Papa. Un día después recibió la invitación del Vaticano para cenar con el Papa, en la que solicitaba llevara consigo al mendigo de la parroquia. El sacerdote volvió a la parroquia y le comentó a su amigo el deseo del Papa. Una vez convencido el mendigo, le llevó a su lugar de hospedaje, le ofreció ropa y la oportunidad de asearse. El Pontífice, después de la cena, indicó al sacerdote que los dejara solos, y pidió al mendigo que escuchara su confesión. El hombre, impresionado, les respondió que ya no era sacerdote, a lo que el Papa contestó: "una vez sacerdote, sacerdote siempre". "Pero estoy fuera de mis facultades de presbítero", insistió el mendigo. "Yo soy el obispo de Roma, me puedo encargar de eso", dijo el Papa. El hombre escuchó la confesión del Santo Padre y le pidió a su vez que escuchara su propia confesión. Después de ella lloró amargamente. Al final Juan Pablo II le preguntó en qué parroquia había estado mendigando, y le designó asistente del párroco de la misma, y encargado de la atención a los mendigos.

.... Venerado por algunos, criticado por otros, el Papa Juan Pablo II fue quizás la persona más reconocida del mundo. Fue un gran líder espiritual, pero también político que supo utilizar los medios de comunicación para llevar el mensaje de la Iglesia Católica como nadie antes lo había hecho. Viajero infatigable que registró 1,25 millones de kilómetros en 104 viajes que cubrieron unos 130 países, el Papa era una figura familiar en todo el mundo. Atrajo multitudes de hasta cuatro millones de personas. Juan Pablo II fue el primer Papa que predicó en una iglesia protestante y en una sinagoga, el primero que pisó una mezquita y un incansable defensor de la unidad de los cristianos.

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El florero de porcelana

El gran maestro y el guardián dividían la administración de un

monasterio Zen. Cierto día, el guardián murió y fue preciso substituirlo.

El gran maestro reunió a todos los discípulos para escoger, quien tendría la honra de trabajar directamente a su lado. “Voy a presentarles un problema y aquel que lo resuelva primero, ser el nuevo guardián del templo.” Termino su corto discurso, coloco un banquito en el centro de la sala. Encima estaba un florero de porcelana carísimo, con una rosa roja que lo decoraba. “Este es el problema” dijo el maestro. Los discípulos contemplaban perplejos, por lo que veían; lo diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y la elegancia de la flor. ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál seria el enigma? Después de algunos minutos, uno de los discípulos se levanto, le miro al maestro y a los alumnos, camino resolutamente hasta el florero y lo tiro al suelo destruyéndolo. “Vd. es el nuevo guardián”. Al volver a su lugar el alumno el gran maestro se explico: “Un problema es un problema”; puede ser un florero de porcelana muy caro, un lindo amor que ya no tiene sentido, un camino que precisa ser abandonado- por más que insistimos en recorrerlo porque nos trae confort. “Solo existe una manera de lidiar con un problema”: atacándolo de frente. En esas horas, no se puede tener piedad, ni ser tentado por el lado fascinante que cualquier conflicto acarrea consigo.

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Comparte tu maiz

Un reportero le preguntó a un agricultor si podía divulgar el secreto

de su maíz, que ganaba el concurso al mejor producto, año tras año. El agricultor confesó que se debía a que compartía su semilla con los

vecinos. ¿Por qué comparte su mejor semilla de maíz con sus vecinos, si usted también entra al mismo concurso año tras año?, preguntó el reportero. Verá usted, señor, dijo el agricultor. El viento lleva el polen del maíz maduro, de un sembradío a otro. Si mis vecinos cultivaran un maíz de calidad inferior, la polinización cruzada degradaría constantemente la calidad del mío. Si voy a sembrar y obtener buen maíz debo ayudar a que mi vecino también lo haga.

.... Lo mismo es con otras situaciones de nuestra vida. Quienes quieran lograr el éxito, deben ayudar a que sus vecinos también tengan éxito. Quienes decidan vivir bien, deben ayudar a que los demás vivan bien, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca. Y quienes optan por ser felices, deben ayudar a que otros encuentren la felicidad, porque el bienestar de cada uno se halla unido al bienestar de todos.

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No te rindas

Era mitad del siglo XIX y se escuchaba en las oficinas de la Escuela

Primaria de un pequeño pueblo de Ohio de los Estados Unidos la siguiente conversación.

"El niño tiene un leve retraso mental que le impide adquirir los conocimientos a la par de sus compañeras de clase, debe dejar de traer a su hijo a esta escuela". A la mujer no pareció afectarle mucho la sentencia de la maestra, pero se encargó de transmitirle a su hijo que él no poseía ningún retraso y que Dios, en quien confiaba fielmente desde su juventud, no le había dado vida para avergonzarlo, sino para ser un hombre de éxito. Pocos años después, este niño, con solo 12 años, fundó un diario y se encargaba de venderlo en la estación de ferrocarril de Nueva York. No fue todo, se dedicó a estudiar los fenómenos eléctricos, y gracias a sus estudios logró perfeccionar el teléfono, el micrófono, el megáfono, y otros inventos como el fonógrafo, por citar sólo algunos. Que lejos quedaba en el recuerdo del niño las palabras de su maestra! Todo parecía conducirse sobre ruedas hasta que un día se encontró con un gran obstáculo, su mayor proyecto se estaba desvaneciendo ante sus ojos, había buscado incansablemente la forma de construir un filamento capaz de generar una luz incandescente, pero que al mismo tiempo resista la fuerza de la energía que lo encendía. Sus financistas estaban impacientes, sus competidores parecían acercarse a la solución antes que él, y hasta sus colaboradores se encontraban desesperanzados. Luego de tres años de intenso trabajo uno de ellos le dijo ... "Thomas, abandona este proyecto, ya llevamos mas de tres años y lo hemos intentado en más de dos mil formas distintas y solo conocemos el fracaso en cada intento". La respuesta no se hizo esperar y se dirigió a el con la misma vehemencia que su madre había tenido unos 25 años atras..... "Mira, no sé que entiendes tu por fracaso, pero de algo si estoy seguro, y es que en todo este tiempo aprendí que antes de pensar en dos mil fracasos he descubierto mas de dos mil maneras de no hacer este filamento y eso me da la pauta de que estoy encaminado". Pocos meses después iluminó toda una calle utilizando la luz eléctrica. Su nombre fue Thomas Alva Edison, una persona que entendió la manera de vivir de Gloria en Gloria, y pudo ver aún en las tormentas más fuertes, el pequeño sendero que lo llevaría al éxito

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El Apariencias

Moses Mendelssohn, abuelo del conocido compositor alemán,

distaba de ser guapo. Además de una estatura algo baja, tenia una grotesca joroba.

Un día visitó a un mercader de Hamburgo que tenía una hermosa hija llamada Frumtje. Moses se enamoró perdidamente de ella, pero a ella le repelía su apariencia deforme. Cuando llegó el momento de despedirse, Moses hizo acopio de su valor y subió las escaleras hasta donde estaba el cuarto de aquella hermosa joven, para tener la última oportunidad de hablar con ella. Era tan hermosa, pero a Moses le entristecía profundamente su negativa a mirarlo.. Después de varios intentos de conversar con ella, le preguntó tímidamente: -¿Crees que los matrimonios se crean en el cielo? - Si- respondió ella, todavía mirando al suelo - Y tú ?... - Si, lo creo - contestó -. Verás. En el cielo, cada vez que un niño nace, el Señor anuncia con qué niña se va a casar. Cuando yo nací, me fue señalada mi futura esposa. Entonces el Señor añadió: "Pero tu esposa será jorobada". Justo en ese momento exclamé: "Oh, Señor, una mujer jorobada sería una tragedia, dame a mi la joroba y permite que ella sea hermosa".. Entonces Frumtje levantó la mirada para contemplar los ojos de Moses y un hondo recuerdo la conmovió. Alargó su mano y se la dió a Moses, tiempo después, ella se convirtió en su esposa.

.... Qué prejuicios tenemos ante quienes no son como nosotros, ante los desvalidos, los discapacitados, los que no opinan como nosotros, los que no viven de acuerdo a nuestras costumbres, los pobres, los inmigrantes, los otros... Así que, disfrutemos, compartamos, integremos. Sumemos en vez de restar. Nosotros también somos los "diferentes" para las otras personas. Vamos...hagamos un lugarcito, que en el banquete de la vida hay lugar para todos...

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Gente de Campo

Una vez, un padre de una familia acaudalada lleva a su hijo a un

viaje por el campo con el firme propósito de que su hijo viera cuan pobres eran las gentes del campo.

Estuvieron por espacio de un día y una noche completa en una granja de una familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo: -"¿Qué te pareció el viaje?" - "Muy bonito Papi", respondió - "¿Viste que tan pobre puede ser la gente?" - "Sí, Papi". - "¿Y que aprendiste, hijo? - "Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina que llega de una pared a la mitad del jardín, ellos tienen un riachuelo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. El patio llega hasta la pared de la casa del vecino, ellos tienen todo el horizonte de patio. Ellos tienen tiempo para conversar y estar en familia; vos y mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo". Al terminar el relato, el padre quedo mudo... y su hijo agregó. - "¡Gracias Papi, por enseñarme lo rico que podemos llegar a ser!"

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La actitud interior

Cuentan que hace muchos años en India había dos jóvenes que eran

grandes amigos. Trabajaban en una pequeña aldea y decidieron ir a pasar unos días a la ciudad.

Cuando llegaron a ella, comenzaron a caminar por las calles populosas, llenas de actividad y gentes bulliciosas. Y así fue que llegaron a una gran calle donde se encontraba un conocido burdel que estaba frente a la casa de un hombre santo muy famoso. Uno de los amigos decidió pasar unas horas en el burdel, bebiendo y disfrutando de las bellas prostitutas, en tanto que el otro optó por pasar ese tiempo en el santuario, escuchando al maestro que hablaba sobre la conquista interior. Cuando había pasado un buen rato, el joven que estaba en el burdel comenzó a lamentar no estar escuchando al maestro en el santuario, en tanto que el otro amigo, por el contrario, en lugar de estar atento a las enseñanzas que estaba oyendo, estaba fantaseando con los placeres del burdel y reprochándose a sí mismo lo necio que había sido por no elegir la diversión. De este modo, el hombre que estaba en el burdel obtuvo los mismos méritos que si hubiera estado en el santuario, y el que estaba en el santuario acumuló tantos deméritos como si hubiera estado en el burdel. Mientras tanto el maestro seguía hablando del valor de vivir el momento presente con todo el ser y el corazón y decía: "No basta con estar físicamente presente, ni con hacer los gestos o decir las palabras de forma mecánica. Precediendo a los actos, está la actitud interior, la conciencia del acto y sus consecuencias. En la actitud interior, en la conciencia del acto se encierra su autentico valor". Pero el discípulo perdido en sus fantasías no lo escuchaba.

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El pescador satisfecho

El rico industrial del Norte se horrorizó cuando vio a un pescador del

Sur tranquilamente recostado contra su barca y fumando una pipa. - ¿Por qué no has salido a pescar?- le preguntó el industrial.

- Porque ya he pescado bastante por hoy- respondió el pescador. - ¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas? – insistió el industrial. - ¿Y qué iba a hacer con ello? –preguntó a su vez el pescador. - Ganarías más dinero. De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Entonces podrías internarte en aguas más profundas y pescar más peces. Luego ganarías lo suficiente como para comprarte unas redes de nylon, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas... y hasta una verdadera flota. Entonces, serías rico como yo. - ¿Y qué haría con toda esa riqueza?- preguntó nuevamente el pescador. - Podrías sentarte y disfrutar de la vida- alardeó el industrial. - ¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento? –concluyó, satisfecho, el pescador.

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Venciendo el desánimo

El gran auto de lujo paró delante del pequeño escritorio a la entrada

del cementerio y el chofer, uniformado, se dirigió al vigía. - ¿Usted puede acompañarme, por favor? Es que mi patrona está enferma y

no puede andar, explicó. Quiere tener la bondad de venir a hablar con ella? Una señora de edad, cuyos ojos en el fondo no podían ocultar el profundo sufrimiento, esperaba en el auto. - Soy la Sra. Adams, le dijo. - En estos últimos dos años mandé cinco dólares por semana... - Para las flores, recordó el vigía. - Justamente. Para que fuesen colocadas en la sepultura de mi hijo. - Vine aquí hoy, dijo un tanto consternada, por que los médicos me avisaron que tengo poco tiempo de vida. Entonces quise venir hasta aquí para una última visita y para agradecerle. El funcionario tuvo un momento de excitación, mas después habló con delicadeza: - Sabe, mi señora, yo siempre lamenté que continuase mandando el dinero para las flores. - ¿Como es eso? Preguntó la dama. - Es que... la señora sabe... las flores duran tan poco tiempo... - Y al final, aquí, nadie ve... - ¿El señor sabe lo que está diciendo? Retrucó la señora Adams. - Sí, sí señora. Pertenezco a una asociación de servicio social, cuyos miembros visitan los hospitales y los asilos. - Allá si, que las flores, hacen mucha falta... - Los internados pueden verlas y apreciar su perfume. La señora quedó en silencio por algunos momentos. Después sin decir palabra, hizo una seña a su chofer para que partiesen. Meses después, el vigía fue sorprendido por otra visita. Doblemente sorprendido por que, esta vez, era la propia señora Adams quien venía manejando el auto.

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- Ahora soy yo misma quien lleva las flores a los enfermos, le explicó, con una sonrisa muy amable. Usted tenía razón, los enfermos se sienten radiantes y hacen que yo me sienta muy feliz. - Los médicos no saben la razón de mi cura, pero yo si sé. - Es que encontré motivos para vivir. No me olvidé de mi hijo, al contrario, entrego las flores en su nombre y eso me da fuerzas. La Sra. Adams descubrió lo que casi todos ignoramos, pero que muchas veces olvidamos. Ayudando a otros, conseguirá ayudarse a usted mismo. ¡Claro! La opción, es siempre suya...

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El mercader y los camellos

Cuenta una historia árabe, que un rico mercader salió a vender

mercancías en compañía de sus servidores y con una caravana de 12 camellos.

De noche pararon en un oasis, y cuando el señor ya estaba listo para dormir, llegó su asistente y le dijo: - Señor, tenemos un problema: ya hemos amarrado 11 camellos pero olvidamos traer una estaca y no sabemos qué hacer con el que nos falta. - Muy sencillo, dijo el mercader: simula delante del animal que clavas la estaca y lo amarras a ella. El camello, que es torpe, creerá que está sujeto y se quedará quieto. Los servidores hicieron lo que dijo su señor y se fueron a dormir. Al amanecer vieron que todos los camellos estaban en su lugar. Fue de nuevo el asistente y le dijo al comerciante que tenían los camellos listos para partir, pero no podían poner en camino al camello número 12. El señor les dijo que simularan desatarlo porque creía que estaba amarrado. Así se hizo y la caravana pudo proseguir su camino.

....

¿Cuántos lazos mentales nos frenan? "Si piensas que estás vencido, ya lo estás"

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La Escalera

Un carpintero que todos los días iba a rezar a la montaña, se puso

un día a construir una escalera para poder subir por la montaña más rápido y poder estar cerca de Dios. Pasó un vecino, vio lo que estaba haciendo y le dijo: si me regalas un

pequeño pedazo, a mí me servirá mucho y a tu obra casi no le perjudicará, ¿pudieras regalarme un tramo de tu escalera? El carpintero se rascó la cabeza y se lo dio. El vecino se lo agradeció y se fue contento. Después vino otra persona y le explicó que, permitiéndole usar unos peldaños, trabajaría y alimentaría a sus hijos. El carpintero accedió y le regaló unos peldaños. El hombre se retiró contento y agradecido. El carpintero continuó trabajando en su obra. Pasó por allí una pobre mujer y le pidió que le regalara un pedazo de madera, ya que era urgente arreglar una pared de su casa por la que se colaba el viento. El carpintero accedió. La mujer se alejó contenta y agradecida. Vinieron muchos más y el carpintero seguía accediendo. El invierno era duro, la miseria muy grande y el carpintero daba a todos pedazos de su escalera, aun para quemarlos como leña. Y decía: - "No comprendo, mujer. Mi escalera es cada vez más chica y, sin embargo, ¡me siento cada día más cerca del cielo!"

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Hay una ratonera en la casa

Un ratón, mirando por un agujero en la pared ve a un granjero y a

su esposa abriendo un paquete. Pensó, qué tipo de comida podía haber allí. Quedó aterrorizado cuando descubrió que era una trampa para ratones.

Fue corriendo al patio de la Granja a advertir a todos: - Hay una ratonera en la casa, una ratonera en la casa! La gallina, que estaba cacareando y escarbando, levanto la cabeza y dijo: - Discúlpeme Sr. Ratón, yo entiendo que es un gran problema para usted, más no me perjudica en nada, no me incomoda El ratón fue hasta el cordero y le dice: - Hay una ratonera en la casa, una ratonera! - Discúlpeme Sr. Ratón, mas no hay nada que yo pueda hacer, solamente pedir por usted. Quédese tranquilo que será recordado en mis oraciones. El ratón se dirigió entonces a la vaca, y la vaca le dijo: - Pero acaso, estoy en peligro?....Pienso que no, dijo la vaca. Entonces el ratón volvió a la casa, preocupado y abatido, para encarar a la ratonera del granjero. Aquella noche se oyó un gran barullo, como el de una ratonera atrapando su víctima. La mujer del granjero corrió para ver lo que había atrapado. En la oscuridad, ella no vio que la ratonera atrapó la cola de una serpiente venenosa. La serpiente veloz picó a la mujer. El granjero la llevó inmediatamente al hospital. Ella volvió con fiebre alta. Todo el mundo sabe que para reconfortar a alguien con fiebre, nada mejor que una nutritiva sopa. El granjero agarró su cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina. Como la enfermedad de la mujer continuaba, los amigos y vecinos fueron a visitarla. Para alimentarlos, el granjero mató el cordero. La mujer no mejoró y acabó muriendo. El granjero entonces vendió la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral. La próxima vez que escuches que alguien tiene un problema y creas que como no te afecta, no es tuyo, y no le prestas atención.... piénsalo dos veces. El que no vive para servir, no sirve para vivir. El mundo no anda mal por la maldad de los malos, sino por la apatía de los "buenos".

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El Hachero

Había una vez un hachero que se presentó a trabajar en una

maderera. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aun; así que el hachero se decidió a hacer buen papel.

El primer día se presentó al capataz , quien le dio un hacha y le designó una zona. El hombre entusiasmado salió al bosque a talar. En un solo día cortó 18 árboles. -Te felicito , le dijo el capataz , sigue así. Animado por las palabras del capataz , el hachero se decidió a mejorar su propio desempeño al día siguiente ; así esa noche, se acostó bien temprano. A la mañana se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo el empeño, no consigió cortar mas que 15 árboles. -Me debo haber cansado- pensó y decidió acostarse con la puesta del sol. Al amanecer se levanto y decidió batir su marca de 18 arboles. Sin embargo ese día, no llego ni a la mitad. Al día siguiente fueron 7, luego 5 y el último día estuvo toda la tarde tratando de voltear su segundo arbol. Inquieto por el pensamiento del capataz , el hachero se acercó a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se esforzaba al limite de desfallecer. El capataz le preguntó: -¿Cuándo afilaste tu hacha la ultima vez ? - ¿afilar? No tuve tiempo de afilar , estuve muy ocupado cortando árboles.

.... Cuántas veces estamos tan ocupados en lo que nos parece urgente, que le restamos tiempo a lo importante.... Y tu?... ¿Cuál es el hacha de tu vida, que no estás afilando? Tal vez estamos tan ocupados en querer llegar a destino, que nos olvidamos de mirar el paisaje.

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La brasa solitaria

Juan iba siempre a los servicios dominicales de su parroquia. Pero

como empezó a parecerle que el pastor decía siempre lo mismo, dejó de frecuentar la iglesia. Dos meses más tarde, en una fría noche de invierno, el pastor fue a

visitarlo. "Debe de haber venido para intentar convencerme de que vuelva", se dijo Juan. Se le ocurrió que no podía aducir el verdadero motivo: lo repetitivos que eran los sermones. Tenía que encontrar una disculpa, y mientras pensaba, colocó dos sillas delante de la chimenea y se puso a hablar del tiempo. El pastor no decía nada. Juan, tras intentar en vano mantener la conversación un rato, se calló también. Los dos se quedaron en silencio, contemplando el fuego durante casi media hora. En ese momento se levantó el pastor, y con ayuda de una rama que aún no había llegado a arder, apartó una brasa y la colocó lejos del fuego. La brasa, al no tener suficiente calor para seguir ardiendo, empezó a apagarse. Juan, con gran rapidez, la tiró de nuevo al centro del hogar. -Buenas noches -dijo el pastor, levantándose para marcharse. -Buenas noches y muchas gracias -respondió Juan-. -Uuna brasa lejos del fuego, por muy brillante que sea, acaba apagándose rápidamente. -El hombre lejos de sus semejantes, por muy inteligente que sea, no conseguirá conservar su calor y su llama. El domingo que viene volveré a la iglesia.

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El Secreto de la Felicidad

He aquí la fábula más maravillosa sobre una niña huérfana que no

tenía familia o persona alguna que la quisiera. Cierto día, mientras caminaba por la vera del río sintiéndose más triste y solitaria que de costumbre, observó una pequeña mariposa atrapada cruelmente en un

espino. Cuando más luchaba por liberarse, más laceraba su frágil torso. Con delicadeza, la huerfanita liberó a la mariposa de su cautiverio. Esta, al verse libre, en vez de emprender el vuelo se convirtió en una bella hada. La jovencita no podía creer lo que veían sus ojos. El hada bondadosa le dijo a la niña: "Para agradecerte por tu maravilloso gesto, te concederé cualquier deseo". La pequeña pensó un momento y le contestó: "Deseo ser feliz!" "De acuerdo", dijo el hada inclinándose para hablarle al oído, y acto seguido desapareció. A medida que la pequeña fue creciendo, en toda la comarca no se encontraba una persona más feliz que ella. Todos deseaban conocer su secreto. Ella se limitaba a sonreir mientras decía: "Yo sólo escuché las palabras de un hada cuando era pequeña". Cuando ya era anciana y estaba en su lecho de muerte, todos los vecinos se arremolinaron a su alrededor, deseosos de hacerse a su fórmula maravillosa de la felicidad antes de que muriera. "Por favor, cuéntanos", le rogaban, "cuéntanos lo que te dijo el hada". La bella anciana sonrió y contestó: Me dijo que cada persona, por más segura de sí misma que pareciera, o por más joven o vieja, rica o pobre que fuera, necesitaba de mí". ** Cuatro Secretos Para Ser Feliz ** Lo que más deseamos en la vida es la felicidad. Pero en ocasiones saboteamos nuestros esfuerzos para alcanzarla. La felicidad no es un destino a donde se llega, sino es la manera de caminar por la vida. Sin embargo, de manera extraña, en el trayecto podemos tropezar con dos problemas graves: algunos seres humanos tienen miedo de ser felices y muy pocos saben exactamente qué desean.

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Si quieres vencer estos dos obstáculos y pertenecer al selecto grupo de gente feliz, te sugerimos seguir estos cuatro pasos para lograrlo. 1- Desmantela tu armadura. Con frecuencia tememos ser felices y saboteamos nuestras ilusiones porque pensamos que no merecemos la felicidad y nos da miedo tratar de alcanzarla. La forma más sencilla y frecuente de protegernos y mantenernos a salvo es construir una armadura de acero en la que encerramos nuestros sueños y deseos para que nadie pueda alcanzarlos ni destruirlos. Y, por supuesto, el resultado es que jamás damos un solo paso para hacerlos realidad. Acepta que al reprimir tus sueños no los proteges, sino que impides que se realicen. Haz esfuerzos verdaderos para convertirlos en realidad. Esta decisión te puede llevar a correr algunas desilusiones y desengaños; pero también te llevará a éxitos que de otra manera no lograrías jamás. 2-Conéctate con los deseos de tu corazón. Haz una "cita" contigo mismo para explorar cuáles son los sueños y los deseos que duermen en el fondo de tu corazón. Considérala y trátala como la cita más importante de tu vida. Si lo consideras necesario, asiste a ella con libreta y pluma en mano. Anota cuanta idea se te ocurra sobre lo que deseas, aunque te parezca absurda. Cuando no tenemos idea de cuáles son nuestras metas en la vida ni sabemos cómo alcanzarlas, es una buena idea ayudar al cerebro a realizar esta exploración. Lo importante es que logres conectarte con lo que tu corazón anhela realmente y que llegues a vislumbrar los diferentes caminos por medio de los cuales podrías alcanzarlo. De este modo, te será más fácil empezar a dar los pasos necesarios para convertir ese sueño en realidad. Los esfuerzos que hagas llenarán de interés tu vida y te harán probar las primeras mieles de la felicidad. 3-Reconoce tu propio poder. Todos somos mental y físicamente capaces de hacer lo que nos proponemos; los límites los ponen nuestro miedo y nuestra imaginación. Y todos merecemos el éxito, como merecemos el amor y la felicidad. Desafortunadamente, para muchos es más fácil decir no puedo; y todos solemos creer en nuestras propias palabras.

Así que para conquistar la felicidad, empieza a practicar una actitud positiva, a fomentar la confianza en ti mismo y a decir "sí puedo", a todos los retos que te vaya planteando la vida. Muy pronto descubrirás que puede hacer cosas de las que antes te sentías incapaz. 4-No tomes precauciones como pretextos. Algunos temores son buenos. Ser precavido y cauteloso es una virtud cuando se conduce un automóvil, se tienen hijos pequeños y se desea evitar cualquier tipo de accidente. Pero cuando el miedo te impide lanzarte en busca de tus sueños, ha llegado el momento de deshacerse de él. En las decisiones importantes de la vida los temores y pretextos deben dejarse a un lado y debe imponerse el valor para correr ciertos riesgos,

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porque se necesita determinación para perseguir y alcanzar los grandes sueños. Para ser feliz hace falta honradez para seguir el camino correcto en su consecución y para no estropearla con la mentira o el egoísmo. Pero, ¿cómo sé en cada momento que estoy siendo honrado con las personas que realmente me importan? El problema que se nos plantea es el de reconocer el tipo de amor apropiado -cuál es la manera correcta de amar-, y distinguirla de un amor equivocado -que pueda terminar destruyendo aquello que uno ama. Denis Derivet

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Aprendiz de Samurai

Hoy era un día feliz para Kan, hoy cumplía 12 años y su padre había

prometido concederle el mayor de los tesoros. Una espada de Samurai. Naturalmente no sería una espada de doble diamante como la de su padre, sería una sencilla espada katana. Lo demás habría de ganárselo por si

mismo. Era un inmenso honor el que le hacía su padre. A partir de ahora dejaba de ser un niño para convertiste en todo un aprendiz de Samurai. Un brillante futuro se presentaba por delante si estaba dispuesto a aprender y a trabajar. Y kan lo estaba desde lo más profundo de su corazón. Su padre Kazo estaba frente a él, solemne e imponente como era natural en su persona. El anciano Samurai aparentaba mucha menos edad de la que realmente tenía, solo su larga cabellera blanca y unos ojos llenos de sabiduría rebelaban su verdadera edad. Su armadura de General Samuai reflejaba los dorados rayos del sol como si fuera de oro mientras que los dobles diamantes engastados en la empuñadura de su propia espada katana formaba un doble arco iris enlazado en su base. Kazo había luchado mil batallas y formado a cientos de Samurais, y por fin hoy iba a instruir a su propio hijo. Un acontecimiento que llevaba esperando desde hace doce años. En sus manos sostenía la futura katana de su hijo, un arma poderosa que debía usarse con sabiduría. Kan debía entender que lo más importante de un Samuai no era su arma, sino su sabiduría y su honor. La cara de Kan resplandeciente de honor y gozo al recibir su espada, llenó el corazón de su padre de un orgullo como nunca antes había sentido. Ahora ya era oficial, el joven aprendiz había superado todas las sutiles trampas que se le habían tendido y por sus propios méritos se había convertido en uno más del clan. Esa misma noche, después de las celebraciones y las risas, padre e hijo se sentaron juntos alrededor de la hoguera. La noche era cálida y en el cielo lucían las estrellas como luciérnagas en un estanque, la Luna llena brillaba con fuerza, como si quisiera arropar al joven Samurai con sus rayos de luz. - Hijo mío - La voz de Kazo era grabe, relajante y penetrante como las caricias de una madre - Hoy has dado un paso muy importante en tu vida. Has dejado de ser una persona normal, has dejado el bosque para introducirte en el camino de la vida por el sendero del Samurai. Has superado la trampa invisible que tienden los fantasmas del miedo y del fracaso. Nunca luches contra los fantasmas del miedo, ellos harán que todos los problemas parezcan agolparse para vencerte y doblegarte, cuando estos fantasmas te ataquen, no te defiendas, sigue adelante enfentandote a los problemas uno a uno. Ese es el único secreto del éxito hijo mío. - Si padre, estas semanas las dudas recorrían mi mente - Kan miraba a la Luna en busca de fuerzas para expresar lo que había sentido - no sabía si sería capaz de llegar al final, tenía miedo de entrar en la senda del Samurai por miedo al fracaso, por miedo a decepcionarte, por miedo a que se rieran de mi los demás mientras no domine todas las técnicas como lo hace un

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Samurai de verdad. Era un dolor intenso - dijo mientras su mano se posaba en su estomago - como si me clavaran afiladas agujas en el estomago. Pero me di cuenta que si no empezaba, habría fracasado aun antes de intentarlo. - Sus ojos se clavaron en los de su padre - No se si llegaré algún día a ser un Samurai tan bueno y poderoso como tú padre, pero ten por seguro que lo intentaré hasta con el ultimo vestigio de mi alma, nunca me rendiré al camino. Siempre seguiré adelante. Kazo no podría estar más orgulloso. Su hijo poseía una fuerza que le conduciría allí donde el quisiera. Por que nadie mejor que el viejo Samurai sabía que él mayor secreto para conseguir en la vida lo que se desea es el no rendirse jamas. A su tierna edad ya conocía ese secreto sin duda llegaría muy lejos, mucho más lejos que su padre el General de Generales. - Hijo, ahora eres parte de los Samurais y por lo tanto has de regirte como tal - El viejo Samurai cogió un grueso leño y se lo paso a su hijo. - Parte este leño hijo mío, se que puedes hacerlo. - Pero padre, este leño es muy grueso, - dijo el joven abatido - y yo solo tengo doce años, aun no soy un hombre maduro. No tengo la fuerza suficiente. - Claro que tienes la fuerza hijo, pero tu fuerza no esta en tus músculos - sentenció a la vez que rodeaba con su grande y cálida mano el estrecho brazo de su hijo - Si no en tu cabeza, es en tu inteligencia y en tu fuerza de voluntad donde posees la energía suficiente para realizar todo aquello que desees. Si piensas que no eres capaz de hacerlo... seguramente nunca serás capaz. Sin embargo, si estás convencido de que es posible, y desde el fondo de tu corazón brilla la verde llama de la esperanza y la fe en ti mismo. Podrás hacer lo que desees, solo habrás de buscar el medio. - Pero padre... - Kan quería creer a su padre, era un Samurai y los Samurais nunca mienten. Entonces debía existir una forma... pero cual - ¡Ya se! Ahora yo también soy un Samurai, ¡puedo hacer lo imposible! Y desenfundando por primera vez su espada katana lanzó con todas sus fuerzas un terrible golpe contra el tronco... consiguiendo que la katana se incrustara fuertemente dentro del tronco. Kan intentó sacarla de un tirón,

pero sus esfuerzos eran inútiles. Estaba demasiado fuertemente enganchada. Se estaba poniendo muy nervioso, y si no fuera por que la cálida mano de su padre le calmó, como tantas veces había hecho de pequeño, se habría echado a llorar. - Tu intento ha sido digno de elogio Kan, pero has de aprender antes de hacer. - El viejo samurai tomo entre sus manos la espada de su hijo y con un giro rápido de muñeca extrajo la espada del tronco. - Has de fijarte pequeños objetivos, fáciles de cumplir con tus capacidades, para conseguir lo que deseas. - Dicho esto devolvió la espada a su hijo. - Primero intenta crear una zanja en el tronco, no de un golpe directo, si no de dos curvos que te ayuden a debilitar la rama.

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Kan lanzó un tajo curvo y cortante que hizo saltar unas astillas del tronco, a continuación lanzó otro en dirección opuesta que hizo que casi la mitad del tronco se dispersara por el suelo. Animado repitió la operación y unos instantes después el grueso tronco reposaba en el suelo, partido en dos pedazos y un montón de astillas. - Tienes razón padre! El tronco entero era demasiado para mí, pero poco a poco he logrado debilitarlo y al final yo he vencido. Si hubiera pensado que no podía, nunca lo hubiera intentado. Pero decidí que era capaz, que debía de existir una manera de cortarlo y la encontré! - Siempre existe una manera - La voz del viejo Samurai penetro en los oídos de su hijo grabando estas palabras a fuego - siempre existe una manera de lograr lo que deseamos. - Y para ello debemos hacer lo que sea padre - Pregunto inocentemente Kan. Kazo se alarmo, no quería que su hijo le interpretara mal, siempre había que regirse por el honor y la generosidad, pero una vez que vio la inocente mirada de su hijo, la calma se apoderó otra vez de su corazón. - Hijo, Puedes conseguir todo lo que desees en la vida solo con que ayudes a otras personas a conseguir lo que ellas desean. - No entiendo padre. - Tu sabes que el granjero siempre recoge más de lo que siembra ¿No es así? - Kazo sabía que su hijo había ayudado a sembrar a sus vecinos y se había quedado maravillado al ver como crecían las planas día a día y como de un puñado se semillas surgían, con el tiempo, cientos de sabrosos frutos - Pues igual que el granjero siempre recoge más que lo que siembra, tu debes saber que no estas solo y has de ayudar todo lo que puedas a tu equipo, si lo haces así después recogerás la cosecha más fructífera que nunca ayas soñado. Kan quedó pensativo, todavía era muy joven para entender todas las palabras de su padre, pero el sabía que su padre siempre había sido

generoso y gracias a ello había llegado a ser un general de generales, por eso decidió firmemente que él haría lo mismo. - Padre, tengo una duda que me atormenta - Se sinceró Kan - antes no te la quise decir por que hoy es un día de dicha. Pero no concuerda con lo que me acabas de decir. - ¿Si hijo? - Ayer conté a mis amigos del pueblo que me iba a convertir en Samurai, que aprendería los secretos de nuestro arte y que me convertiría en el tipo de guerrero más poderoso que existe - los ojos de Kan se clavaron en el crujiente fuego - y los otros niños se rieron de mí, me dijeron que era un

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blandengue, que todo eran mentiras y que tuviera cuidado por que lo más seguro es que me dieran una paliza los verdaderos Samurais por mentiroso y que luego me echarían a la hoguera. ¿he de ser generoso también con esos niños padre? - Hijo... - Una sonrisa de comprensión surcaba los labios del viejo Samurai, a él le había pasado lo mismo en su juventud y sabía que las mismas personas que hoy criticaba y ridiculizaban a su hijo, mañana serían sus más fervientes admiradores por su valentía y coraje - Hay una forma muy fácil de evitar las criticas... -¿Cual es padre? - Pregunto entusiasmado Kan - ... simplemente no seas nada y no hagas nada, consigue un trabajo de barrendero y mata tu ambición. Es un remedio que nunca falla. - ¡Pero Padre! Eso no es lo que yo quiero, yo quiero ser fuerte y poderoso como tú, tengo aspiraciones y sueños que quiero cumplir en la vida. Y solo tengo esta vida para hacer esos sueños realidad ¿Como me pides que haga eso? - Entonces Kan, ten mucho cuidados con los ladrones de sueños - dijo Kazo misterioso - ¿Los ladrones de sueños? - El niño Samurai miro temeroso a su alrededor - ¿Que son? ¿demonios de la noche? ¿Duendes malignos? ¿Seres tenebrosos? - No hijo, son tus amigos y personas cercanas a ti - Los ojos de su hijo lo miraban con una expresión triste, como si le acabara de caer el mundo encima - No te preocupes, solo son amigos tuyos, mal informados que quieren protegerte, quieren todo el bien para ti y que no sufras, por eso intentarán detenerte en todos los proyectos que hagas, para evitar que fracases y te hagas daño. - Pero entonces son como los fantasmas del miedo y del fracaso, quieren mi bien y sin embargo me infringen el mayor daño que puede existir. Róbame mis sueños, mis ambiciones y por tanto las más poderosas armas que tengo

de alcanzar lo que yo quiero. Si nunca lo intento... nunca lo conseguiré. Es cierto que si lo intento puedo fracasar, sin embargo también puedo tener éxito y conseguir lo que yo quiero! - Eso es hijo y además, sin quererlo, acabas de descubrir tus tres armas más poderosas. - ¡Cuales! dímelo - su ilusión ante la perspectiva de tener más armas era enorme. - La primera el Entusiasmo, si crees en lo que haces y de verdad te gusta podrás conseguirlo todo y debes creerlo con todos los vestigios de tu ser.

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Kan asintió con la cabeza temeroso de interrumpir a su padre. - La segunda ¡El Empuje! Has de aprender y trabajar, aprender y trabajar y después... enseñar, aprender y trabajar. Solo con el trabajo conseguirás tus objetivos. Si pretendes aprovecharte de la gente solo encontraras el fracaso, sin embargo, si trabajas con honor, en equipo y siempre intentas superarte... no habrá nada que pueda pararte. Kan posó la mano en su corazón y se prometió a si mismo, en absoluto silencio que siempre trabajaría con honor y que nadie le pararía. - Y tercero la Constancia - los ojos de Kan preguntaban a su padre que era la constancia, acaso no era lo mismo que el empuje - La Constancia hijo mío, es la capacidad de aguantar en los tiempos duros y seguir trabajando para que vengan los tiempos buenos, la constancia es el Arte de Continuar Siempre! Tú ahora acabas de empezar y mañana empezarás a practicar con los Samurais. Al principio, después de cada entrenamiento, te dolerán los músculos y estarás cansado, tendrás ganas de abandonarlo todo por que pensarás que esto es demasiado duro para ti. Pero si eres Contante y continuas aprendiendo y practicando, poco a poco tu cuerpo se irá adaptartando y desarrollando, así como tu mente. Y veras como cada vez las cosas te resultarán más fáciles y obtendrás más resultados y más fácilmente. Los comienzos son siempre duros hijo, y solo si eres Contante tendrás el éxito asegurado. Kazo vio como su joven hijo asentía medio dormido. Ya era tarde y hoy había aprendido más que en toda su vida. EL viejo Samurai cogió a su joven hijo y ahora aprendiz de su arte en sus brazos, levantando, a pesar de su avanzada edad, como si de una pluma se tratara. Su hijo le susurro algo al oído como "gracias papa!" antes de quedarse dormido. El general de generales se preguntó si realmente su hijo seguiría al pie de la letra todos los consejos que hoy había aprendido. Sabía que si así lo hacía llegaría aun más alto de lo que él, general de generales, había logrado.

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El Examen

La acción transcurre en una atiborrada aula universitaria ,donde un

severo profesor se dispone a tomar examen escrito a un numerosísimo grupo de estudiantes. En el pizarrón ha escrito la hora de inicio y la hora de entrega en tamaño

fácilmente apreciable. Con anterioridad les había hecho hincapié en que debía respetarse estrictamente el tiempo de duración del examen. Era un profesor reconocido por su mal talante. Reparte los formularios, consulta parsimoniosamente su reloj y da la señal de inicio. En el gran aula, sólo se escucha el apagado ruido de las hojas de papel y algún nervioso movimiento de silla. El tiempo transcurre en cámara lenta. El profesor, con gesto agriado, relee un libro y de tanto en tanto levanta la vista, contemplando las cabezas inclinadas sobre los escritos. Así pasan veinte, treinta, tal vez más, minutos de vigilancia. Repentinamente, la puerta se abre sobresaltando a todos. Y entra un joven, viene fatigado por haber corrido. Sabe que ha llegado tarde y se disculpa al solicitar el formulario del examen. El profesor se lo da, señalando con gesto malicioso el pizarrón, con los horarios. No va a poder, piensa, no va a llegar. El muchacho se sienta y comienza a escribir, febrilmente. El tiempo se va agotando, uno a uno los estudiantes más adelantados entregan sus hojas. Inexorablemente, la hora se cumple, ante el último aviso del profesor, todos se levantan y dejan sus pruebas en el escritorio. Todos menos uno, el alumno retrasado, que sigue escribiendo, sin levantar la cabeza, casi sin respiro. El profesor calla y piensa: qué desperdicio, -Sonríe para adentro- lo va a dejar terminar antes de decirle que está reprobado. Y esa será una buena lección para aprender a tomar las reglas y normas en serio. Unos minutos después, el muchacho concluye, firma y se acerca al escritorio atiborrado de exámenes y le tiende el suyo al maestro. -Se dá cuenta que han pasado más de quince minutos del horario de finalización de la prueba y que ya no puedo aceptar la suya -declara el profesor, con la mitad de una sonrisa.-Sería una violación de las normas y una falta de respeto hacia sus compañeros, que han cumplido con el horario. -Pero... -No, no hay peros que valgan, ustedes creen que siempre van a salirse con la suya pero no. Usted está reprobado. -¿Yo?¿Y usted sabe quién soy yo? El profesor está francamente ofendido por el tono. Y el estudiante vuelve a insistir: -¿Usted sabe quién soy yo? -No, yo no sé quién es usted y ¡no me importa! -¡Gracias a Dios!- grita el alumno, al mismo tiempo que mezcla su examen con los esparcidos en el escritorio y desaparece raudamente por la puerta.

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Vendo Casa

El dueño de un pequeño negocio, amigo del gran poeta Olavo Bilac,

cierto día lo encontró en la calle y le dijo: Sr. Bilac, estoy necesitando vender mi casa, que usted tan bien conoce. ¿Me podría redactar el aviso para el diario?

Olavo Bilac tomó lápiz y papel, y escribió: “Se vende encantadora propiedad, donde cantan los pájaros al amanecer en las extensas arboledas. Rodeado por las cristalinas aguas de un lindo riachuelo. La casa, bañada por el sol naciente, ofrece la sombra tranquila de las tardes en la baranda. ” Algunos meses después, el poeta se encontró con el comerciante, y le preguntó si ya había vendido la casa. No pensé más en eso, dijo el hombre. Después que leí el aviso me di cuenta de la maravilla que tenía!

.... A veces, no nos damos cuenta de las cosas buenas que tenemos, y vamos tras falsos tesoros. Debemos valorizar lo que tenemos y que nos fue dado gratuitamente por la vida. Los amigos, la familia, la sonrisa de los hijos, el conocimiento que adquirimos, la salud, y el poder razonar. Éstos sí, son verdaderos tesoros.

.... SI. Si abrigas un bello pensamiento no te quedes con él, manifiéstalo. Si tienes oportunidad de componer un poema, escríbelo y obséquialo. Si deseas cantar una canción, cántala y se feliz. Si unas lágrimas asoman a tus ojos, déjalas brotar, desahógate. Si te viene el deseo de reír, ríe y contagia tu alegría. Si ansías tener algo y puedes poseerlo, adquiérelo y disfrútalo. Si puedes brindar ayuda a un semejante, dale toda, no te limites. Si vas a dar un consejo, mejor sugiere, para no equivocarte. Si tienes animales no los maltrates, protégelos. Si anhelas un mundo más hermoso, cuida tu naturaleza. Si hay un niño a quien puedes educar, cuídalo hasta hacerlo hombre. Si tienes sueños, hazlos realidad esforzándote más y siendo digno. Si en verdad quieres ser feliz, ¡Sé auténtico! ¡Sé natural! ¡Sé sincero! ¡Sé bondadoso! ¡Sé genuino!

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¿A quien pertenece el obsequio?

Cerca de Tokio vivía un gran samurai ya anciano, que se dedicaba a

enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario. Cierta tarde, un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por

utilizar la técnica de la provocación: Esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Con la reputación del samurai, se fue hasta allí para derrotarlo y aumentar su fama. Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío. Juntos, todos se dirigieron a la plaza de la ciudad y el joven comenzaba a insultar al anciano maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos -ofendiendo incluso a sus ancestros-. Durante horas hizo todo por provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró. Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron: -¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usaste tu espada, aún sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros? El maestro les preguntó: -Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién pertenece el obsequio? -A quien intentó entregarlo- respondió uno de los alumnos. - Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos -dijo el maestro-. Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo.

.... Limítate a ser quién eres: sereno, transparente y brillante. Cuando irradiamos lo que somos, cuando sólo hacemos lo que deseamos hacer, esto aparta automáticamente a quienes nada tienen que aprender de nosotros, y atrae a quienes sí tienen algo que aprender y también algo que enseñarnos. Richard Bach

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El Frasco lleno

Cuando las cosas en la vida parecen demasiado, cuando 24 horas al

día no son suficientes, recuerda el frasco de mayonesa y el café. Un profesor delante de su clase de filosofía, sin decir palabra, tomó un frasco de mayonesa vacío y procedió a llenarlo con pelotas de golf.

Luego les preguntó a sus alumnos si el frasco estaba lleno. Los estudiantes estuvieron de acuerdo en decir que sí. Así que el profesor tomó una caja llena de bolitas y las vació entre las pelotas de golf. Volvió a preguntarle a su clase si el frasco estaba lleno y ellos volvieron a decir que sí. Entonces tomó una caja con arena y la vació dentro del frasco. Por supuesto, la arena llenó todos los espacios vacíos y el profesor preguntó nuevamente si el frasco estaba lleno. En esta ocasión los estudiantes respondieron con un "sí" unánime. Entonces el profesor agregó 2 tazas de café al contenido del frasco y efectivamente llenó todos los espacios vacíos entre la arena. Los estudiantes reían en esta ocasión. Cuando la risa se apagaba, el profesor dijo: "Quiero que se den cuenta que este frasco representa la vida". "Las pelotas de golf son las cosas verdaderamente importantes, como la familia, los hijos, los amores, los amigos, la salud, las cosas que nos apasionan, Dios. Son cosas que aún si todo lo demás lo perdiéramos y sólo éstas quedaran, nuestra vida aún estaría llena, aún tendría sentido. Las bolitas son las otras cosas que importan, como el trabajo, la casa, el auto, etc.. La arena es todo lo demás, las pequeñas cosas." "Si ponemos arena en el frasco primero, no habría lugar para las bolitas ni para las pelotas de golf. Lo mismo ocurre con la vida." "Si gastamos todo nuestro tiempo y energía en pequeñas cosas o en cosas que no nos llenan, nunca tendremos lugar para las cosas realmente importantes." Presta atención a las cosas que son cruciales para tu felicidad. Juega con tus hijos, ve a cenar con tu pareja, tómate tiempo para asistir al doctor y practica tu deporte o afición favorita. Siempre habrá tiempo para limpiar la casa y terminar ese proyecto de la oficina. Ocúpate de las pelotas de golf primero, de las cosas que realmente importan. Establece tus prioridades, el resto es sólo arena. Uno de los estudiantes levantó la mano y preguntó que representaba el café. El profesor sonrió y dijo: "Qué bueno que lo preguntas. Sólo es para demostrarles que no importa cuán ocupada tu vida pueda parecer, siempre hay lugar para un par de tazas de café con un amigo".-

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Las Nueve Vacas

Dos amigos marineros viajaban en un buque carguero por todo el

mundo, y andaban todo el tiempo juntos. Así que, esperaban la llegada a cada puerto para bajar a tierra, encontrarse con mujeres, beber y divertirse.

Un día llegan a una isla perdida en el Pacífico, desembarcan y se van al pueblo para aprovechar las pocas horas que iban a permanecer en tierra. En el camino se cruzan con una mujer que está arrodillada en un pequeño río lavando ropa. Uno de ellos se detiene y le dice al otro que lo espere, que quiere conocer y conversar con esa mujer. El amigo, al verla y notar que esa mujer no es nada del otro mundo, le dice que para qué, si en el pueblo seguramente iban a encontrar chicas más lindas, más dispuestas y divertidas. Sin embargo, sin escucharlo, el primero se acerca a la mujer y comienza a hablarle y preguntarle sobre su vida y sus costumbres. Cómo se llama, qué es lo que hace, cuantos años tiene, si puede acompañarlo a caminar por la isla. La mujer escucha cada pregunta sin responder ni dejar de lavar la ropa, hasta que finalmente le dice al marinero que las costumbres del lugar le impiden hablar con un hombre, salvo que este manifieste la intención de casarse con ella, y en ese caso debe hablar primero con su padre, que es el jefe o patriarca del pueblo. El hombre la mira y le dice: "Está bien. Llévame ante tu padre. Quiero casarme con vos". El amigo, cuando escucha esto, no lo puede creer. Piensa que es una broma, un truco de su amigo para entablar relación con esa mujer. Y le dice: "Para qué tanto lío? Hay un montón de mujeres más lindas en el pueblo. Para qué tomarse tanto trabajo?". El hombre le responde: "No es una broma. Me quiero casar con ella. Quiero ver a su padre para pedir su mano". Su amigo, más sorprendido aún, siguió insistiendo con argumentos tipo: "Vos estás loco?", "Qué le viste?", "Qué te pasó?", "Seguro que no tomaste nada?" y cosas por el estilo. Pero el hombre, como si no escuchase a su amigo, siguió a la mujer hasta el encuentro con el patriarca de la aldea. El hombre le explica que habían llegado recién a esa isla, y que le venía a manifestar su interés de casarse con una de sus hijas. El jefe de la tribu lo escucha y le dice que en esa aldea la costubre era pagar una dote por la mujer que se elegía para casarse. Le explica que tiene varias hijas, y que el valor de la dote varía según las bondades de cada una de ellas, por las más hermosas y más jóvenes se debía pagar 9 vacas, las había no tan hermosas y jóvenes, pero que eran excelentes cuidando los niños, que costaban 8 vacas, y así disminuía el valor de la dote al tener menos virtudes. El marino le explica que entre las mujeres de la tribu había elegido a una que vió lavando ropa en un arroyo, y el jefe le dice que esa mujer, por no ser tan agraciada, le podría costar 3 vacas.

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"Está bien" respondió el hombre, "me quedo con la mujer que elegí y pago por ella nueve vacas". El padre de la mujer, al escucharlo, le dijo: "Ud. no entiende. La mujer que eligió cuesta tres vacas, mis otras hijas, más jovenes, cuestan nueve vacas" "Entiendo muy bien", respondió nuevamente el hombre, "me quedo con la mujer que elegí y pago por ella nueve vacas". Ante la insistencia del hombre, el padre, pensando que siempre aparece un loco, aceptó y de inmediato comenzaron los preparativos para la boda, que iba a realizarse lo antes posible. El marinero amigo no lo podía creer. Pensó que el hombre había enloquecido de repente, que se había enfermado, que se había contiagiado una rara fiebre tropical. No aceptaba que una amistad de tantos años se iba a terminar en unas pocas horas. Que él partiría y su mejor amigo se quedaría en una perdida islita de Pacífico. Finalmente, la ceremonia se realizó, el hombre se casó con la mujer nativa, su amigo fue testigo de la boda y a la mañana siguiente, partió en el barco, dejando en esa isla a su amigo de toda la vida. El tiempo pasó, el marinero siguió recorriendo mares y puertos a bordo de los barcos cargueros más diversos y siempre recordaba a su amigo y se preguntaba: qué estaría haciendo?, cómo sería su vida?, viviría aún?. Un día, el itinerario de un viaje lo llevó al mismo puerto donde años atrás se había despedido de su amigo. Estaba ansioso por saber de él, por verlo, abrazarlo, conversar y saber de su vida. Así es que, en cuanto el barco amarró, saltó al muelle y comenzó a caminar apurado hacia el pueblo. Donde estaría su amigo?, Seguiría en la isla?, Se habría acostumbrado a esa vida o tal vez se habría ido en otro barco?. De camino al pueblo, se cruzó con un grupo de gente que venía caminando por la playa, en un espectáculo magnífico. Entre todos, llevaban en alto y sentada en una silla a una mujer bellísima. Todos cantaban hermosas canciones y obsequiaban flores a la mujer y esta los retribuía con pétalos y guirnaldas. El marinero se quedó quieto, parado en el camino hasta que el cortejo se

perdió de su vista. Luego, retomó su senda en busca de su amigo. Al poco tiempo, lo encontró. Se saludaron y abrazaron como lo hacen dos buenos amigos que no se ven durante mucho tiempo. El marinero no paraba de preguntar: Y cómo te fue?, Te acostumbraste a vivir aquí?, Te gusta esta vida?, No querés volver?. Finalmente se anima a preguntarle: Y como está tu esposa?. Al escuchar esa pregunta, su amigo le respondió: "Muy bien, espléndida. Es más, creo que la viste llevada en andas por un grupo de gente en la playa que festejaba su cumpleaños". El marinero, al escuchar esto y recordando a la mujer insulsa que años atrás encontraron lavando ropa, pregunto: "Entonces, te separaste?, No es misma mujer que yo conocí, no es cierto?.

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"Si" dijo su amigo, "es la misma mujer que encontramos lavando ropa hace años atrás". "Pero, es muchísimo más hermosa, femenina y agradable, cómo puede ser?", preguntó el marinero. "Muy sencillo" respondió su amigo. "Me pidieron de dote 3 vacas por ella, y ella creía que valía 3 vacas. Pero yo pagué por ella nueve vacas, la traté y consideré siempre como una mujer de nueve vacas. La amé como a una mujer de nueve vacas. Y ella se transformó en una mujer de nueve vacas". Cuando alguien nos valora y nos estimula, con sinceridad y amor, obramos cambios impensados....

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El Rey y el Pobre

En Persia se cuenta la historia del gran Manú, Shah Babas, en cuyos

dominios no se ponía el sol, que reinó con todo esplendor, tenía fama de justo y le encantaba mezclarse con el pueblo, pasando desapercibido para

compartir y dar solución a sus problemas. En cierta ocasión, se vistió de pobre y al pasar por la cocina observó en un rincón una angosta puerta para él hasta entonces desconocida. Descendió el largo, lóbrego y húmedo trecho de escaleras que conducía a un sótano, de reducidas dimensiones y calor asfixiante, en el que un carbonero sentado en un montón de cenizas, atendía la caldera de palacio. El Manú se sentó a su lado y comenzó a hablar. Llegó la hora de comer y el fogonero sacó un sucio pan moreno y áspero y una jarra de agua. Se sentaron a comer y beber. El shah se fue, pero continuó visitándolo con frecuencia, movido por la compasión que sentía por aquel hombre solitario. Amablemente le dio consejo y el pobre le abrió todo su corazón y amó a aquel amigo tan bondadoso y sabio pero tan pobre como él. Finalmente, el Manú pensó: " Este hombre que vive permanentemente recluido en el sótano, cumpliendo de forma abnegada con su trabajo, con total aceptación de su destino y sin que una sola queja salga de sus labios, merece una gran recompensa. Le diré quién soy a ver qué presente me pide." Le dijo pues: -- Crees que soy pobre, pero soy tu Manú, el Shah Babas, pídeme lo que quieras. El gobernante esperaba que le pidiera algo grande, pero el hombre se quedó sentado, inmóvil, petrificado, mirándolo con amor y asombro. Entonces el Manú le dijo posando una mano sobre su hombro: -- ¿No entiendes? Te puedo hacer rico y noble, puedo poner una ciudad en tus manos, te puedo hacer un gran gobernador: ¿No tienes nada que pedir? El hombre respondió amablemente: -- Sí, mi señor, he entendido. Más no entiendo cómo tu que gobiernas más de 3.000 por 10.000 mundos y varios soles, mandas sobre billones y trillones de seres y eres el encargado de crear un nuevo mundo para afrontar mejores tiempos, puedes haber salido de tu palacio y tu gloria para sentarte conmigo en este lóbrego cuchitril, comer mi tosca comida y

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preocuparte por si estoy feliz o apenado. Ni tú mismo me puedes dar nada más valioso. A otros les puedes otorgar ricos presentes, pero a mí me has dado a ti mismo; lo único que te puedo pedir es que nunca me quites este regalo de tu amistad y de tu amor". La emoción que embargaba su espíritu enmudeció sus palabras y desde el fondo del corazón brotó un "gracias" e inclinándose en señal de respeto depositó a sus pies dos brillantes lagrimas.

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La naturaleza es así

Cuentan que hace muchísimos en un pequeño pueblo de Inglaterra

sucedió algo que cambiaría para siempre la vida del joven Mortimer y de sus dos amigos. Una mañana cuando iba de camino a la escuela, el jovencito

divisó a un costado del bosque un enorme nogal cargado de nueces. Se acercó sigilosamente hasta el alambrado y evaluó de un vistazo las posibilidades de tomar alguno de esos frutos sin ser atrapado. Rápidamente se dio cuenta de que necesitaría ayuda. Al llegar a la escuela le contó a sus futuros cómplices lo que había visto y decidieron dar el golpe esa tarde al salir de clase. Así fue. Mientras Mortimer vigilaba el sendero, uno de sus amigos hacía de pilón para que el más ágil y pequeño trepara por el tronco e hiciera caer las nueces. Apenas Mortimer vio que un carro se acercaba, dio la alarma y los otros recogieron las nueces derribadas y salieron corriendo para encontrarse con Mortimer en el bosque. Allí vaciaron los bolsillos y miraron con satisfacción el montoncito de nueces conseguidas. - Hay que repartirlas, dijo uno. - Sí, dijo otro. - ¿Cuántas son?, preguntó el tercero. Eran 17. Los tres se miraron mientras buscaban alternativas en la tabla del 3…3 x 4, 12 .. 3 x 5, 15… 3 x 6, 18! Mortimer finalmente tomó la palabra. - Ya que yo soy el que trajo el dato. Creo evidente el reparto que hay que hacer: 5 para cada uno y las otras dos para mí. - En todo caso –dijo el que había trepado-. Una para ti y otra para mí, porque si yo no hubiera subido… - Un momento –interrumpió el tercero-, si yo no te lo sostenía no hubieras podido tomar ni una sola nuez. Así que.. Como no pudieron llegar a un acuerdo, decidieron preguntarle al viejo sabio que vivía en el calro del bosque. Lo encontraron en su sabaña y le explicaron el problema. El viejo preguntó: - ¿Y quieren que yo reparta las nueces? - Sí –dijeron los tres. - ¿Y cómo quieren que lo haga? –preguntó el anciano- ¿Como a mí me parezca o naturalmente…? - No. Como a ti te parezca no. Queremos un reparto natural, lo mas natural que puedas… -dijeron los tres a coro. El viejo contó las nueces y le dio al que había hecho el sostén 11 nueces. Al que había trepado le dio 4 y a Mortimer 2. - ¿Qué es esto? –preguntaron ellos-, dijimos naturalmente, no como quisieras… - Si yo lo hubiese hecho como yo quería, hubiese sido más equitativo. Hubiera puesto en manos de cada uno cinco nueces, hubiera abierto las restantes dos, hubiera agregado a vuestra tenencia media nuez más para cada uno y me hubiera comido la última mitad en pago a mi participación y para no favorecer a ninguno de los tres. Pero pedisteis que fuera un reparto natural. Pues bien, la naturaleza es así, a unos les da mucho, a otros algo menos y a algunos les concede casi nada.

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Pasaron muchos años. Mortimer se volvió primero periodista de un importante diario del Reino Unido, luego jefe de redacción y después de mucho trabajo, dueño de la Gaceta Británica. El epígrafe de cada número era siempre el mismo, decía: “La realidad de la vida no es equitativa porque, por mucho que nos moleste, para la suerte no todos somos iguales.”

.... Prever algunos de estos injustos sucesos de la naturaleza está muchas veces más allá de nuestras posibilidades. Este concepto no debería desmoralizarnos, ni mucho menos ser utilizado como argumento de sostén para las injusticias. Por el contrario, debería reafirmarnos en el compromiso vital del ser humano con su entorno. El hombre, debe acomodar las distorsiones que plantea el desigual reparto de recursos y posibilidades que el azar distribuye entre las personas. Sólo podemos luchar para aceptar estos hechos y tener conciencia del papel que juegan estas circunstancias en nuestra realidad . Y usted… ¿Es una persona con suerte?

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El hielo roto

Cuentan que en la periferia de una ciudad canadiense, en un soleado

día de invierno dos niños patinaban alegremente sobre una laguna congelada. Los niños no se habían percatado que en el centro de la laguna yacía una bandera roja que anunciaba hielo angosto, caída sobre el hielo por una ráfaga de viento. Los niños jugaban alegremente sin preocupación, al no percibir el peligro que corrían. Cuando de pronto, el hielo se reventó y uno de los niños cayó al agua. El otro niño, viendo que su amiguito era llevado por la ligera corriente unos

metros más lejos y se ahogaba debajo del hielo, tomó una piedra y empezó a golpear con todas sus fuerzas hasta que logró quebrarlo y así salvar a su amigo. Un automovilista que pasaba, dio la alarma y corrió con una manta a socorrerlos, pero no se atrevía a ir más allá de la orilla, por temor al hielo quebradizo. Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaron: ¿Cómo un niño tan pequeño fue capaz de romper un hielo de más de 5 centímetros de ancho? - El hielo está muy grueso, es imposible que lo haya podido quebrar, con esa piedra y sus manos tan pequeñas!!!! En ese instante apareció un anciano, quien les dijo: - "Yo se cómo lo hizo. - ¿Cómo ?... Le preguntaron al anciano quien contestó: - "No había nadie a su alrededor para decirle que era imposible que lo pudiera hacer".

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La silla

La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a

hacer una oración para su padre que estaba muy enfermo. Cuando el sacerdote llegó a la habitación, encontró a este pobre hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su

cama, por lo que el sacerdote pensó que el hombre sabía que vendría a verlo. ¿Supongo que me estaba esperando?, le dijo. No, ¿quien es usted?, dijo el hombre enfermo. Soy el sacerdote que su hija llamó para que orase por usted; cuando entré y noté la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabía que yo vendría a visitarlo. ¡Ah si, la Silla! ¿Le importa cerrar la puerta?, dijo el hombre enfermo. El sacerdote sorprendido cerró la puerta. El hombre enfermo le dijo: “Nunca he dicho esto a nadie, pero toda mi vida la he pasado sin saber como orar. Cuando he estado en la iglesia he escuchado siempre al respecto de la oración, cómo se debe orar y los beneficios que trae...pero siempre esto de las oraciones; no se...!me entra por un oído y me sale por el otro! De todos modos, dijo el enfermo, no tengo idea de como hacerlo. Entonces...hace mucho tiempo abandoné por completo la oración. Esto ha sido así en mí hasta hace unos cuatro años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo: “José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Jesús, así es como te sugiero que lo hagas: Te sientas en una silla y colocas otra silla vacía enfrente tuyo, luego con fe miras a Jesús sentado delante de ti”. No es alocado hacerlo, dijo el amigo, pues él nos dijo: “Yo estaré siempre con vosotros”. Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estas haciendo conmigo ahora. Es así que lo hice una vez y tanto me gustó que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces, dijo el enfermo. Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija...pues me internaría en el manicomio. El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era algo muy bueno lo que venía haciendo, y que no dejara de hacerlo nunca. Luego hizo una oración con él. Le extendió una bendición y se fue a su parroquia. Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. El sacerdote le preguntó ¿falleció en Paz?

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Sí, dijo la hija, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde me llamó y fui a verlo a su cama. Me dijo que me quería mucho y me dio un beso. Cuando regresé de hacer unas compras una hora más tarde ya lo encontré muerto. Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues aparentemente antes de morir se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza a ella, pues así lo encontré.¿Qué cree usted que pueda significar esto? El sacerdote profundamente estremecido, se secó las lágrimas de emoción y le respondió:“Ojalá que todos nos pudiésemos ir de esa manera”

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El rey de casi-todo

El rey de casi-todo tenía casi todo. Tenía tierras, ejércitos y tenía

mucho oro. Pero el rey no estaba satisfecho con el casi todo. Él quería todo.

Quería todas las tierras. Quería todos los ejércitos del mundo. Y quería todo el oro que hubiese todavía. Entonces, mandó a sus soldados en procura del todo. Y fueron conquistadas más tierras. Otros ejércitos fueron dominados. En sus cofres ya no cabía tanto oro. Pero el Rey todavía no tenía todo. Seguí siendo el Rey de Casi-todo. Por eso, quiso más. Quiso las flores, los frutos y los pájaros. Quiso las estrellas y quiso el sol. Flores, frutos y pájaros le fueron traídos. Se apresaron las estrellas y el sol perdió su libertad. Pero el rey todavía no tenía todo. Porque teniendo las flores, no podía quitarles la belleza y el perfume. Teniendo los frutos, no podía quitarles el sabor. Teniendo los pájaros, no podía quitarles el canto. Teniendo las estrellas, no podía quitarles la luz. El Rey era aún el Rey de Casi-todo. Y se puso triste. En su tristeza salió a caminar por sus reinos. Pero sus reinos eran ahora muy feos. Las flores y los frutos habían sido recogidos. La noche no tenía estrellas y el día no tenía sol. Y tristes como él estaban sus súbditos. Entonces el Rey de Casi-todo no quiso nada más. Mandó que devolviesen las flores a los campos y que entregasen las tierras conquistadas. Mandó que plantasen árboles que dieran frutos y que soltasen a los pájaros. Mandó que distribuyesen las estrellas por el cielo y que liberaran al sol. Y el rey se volvió feliz. En su inmensa alegría, sintió la paz. Y sintiendo la paz, el Rey vio que no era más el Rey de Casi-todo. Él ahora lo tenía todo.

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Ángeles en el callejón

Ana, una joven estudiante cristiana de la universidad, estaba en

casa por el verano. Fue a visitar algunos amigos en la noche y por quedarse platicando se le hizo muy tarde, más de lo que había planeado, así que tuvo que caminar sola a su casa. No tenía miedo porque vivía en una ciudad

pequeña y vivía a solo unas cuantas cuadras del lugar. Mientras caminaba a su casa oró a Dios que la mantuviera a salvo de cualquier mal o peligro. Cuando llegó al callejón que le servía como atajo para llegar más pronto a su casa decidió tomarlo, sin embargo cuando iba a la mitad, notó a un hombre parado al final del callejón y se veía como que estaba esperando por ella. Ana se puso nerviosa y empezó a rezar a Dios por protección. Al instante un sentimiento de tranquilidad y seguridad la envolvió, sintió como si alguien estuviera caminando con ella; llegó al final del callejón y caminó justo enfrente del hombre y llegó bien a su casa. Al siguiente día, leyó en el periódico que una joven había sido violada en aquel mismo callejón unos 20 minutos después de que ella había pasado por ahí. La joven dio gracias a Dios por haberla cuidado y le rogó que ayudara a la otra joven. Decidió ir a la estación de policía, pensó que podría reconocer al hombre y les dijo su historia. El policía le preguntó si estaría dispuesta a identificar al hombre que vio la noche anterior en el callejón, ella accedió y sin dudar reconoció al hombre en cuestión. Cuando el hombre supo que había sido identificado, se rindió y confeso. El policía agradeció a Ana por su valentía y le preguntó si había algo que pudieran hacer por ella, y ella le pidió que le preguntaran al hombre porque no la atacó a ella cuando pasó por el mismo callejón; cuando el policía le preguntó al hombre él contestó: "Porque ella no estaba sola, habían dos hombres altos caminando uno a cada lado de ella". Así que... ¡¡¡no subestimes el poder de una oración!!!