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ta 5 CARLOS BONELLI ENVIADO ESPECIAL SEVILLA lego resucitó su duende de ‘crack’ fuera deserie tras una larga travesía personal por el desierto que le condujode Nápoles a lanoche sevillana deayer. Vol vió por fin y fue aclamado. Vivió el partido desu reaparición por todossus poros, con lamisma intensidad conque patea ba labola ensus primeros tiempos y que lo llevaron a conver tirse enunmago delfútbol. Lejos aúnde su mejor forma, en medio deun climain dudablemente tensoy de gran responsabilidad para él,Ma radonadejó patente destellos desu gran calidad y llevó hasta el delirioa la aficiónsevillista, que no cesóen aclamar su nombrey que vibrómuy especialmente cuando el argentino lanzó una falta al travesaño o cuando sirvióen bandeja de plata un gol a su compañero Suker. No fue el Maradona imperial del86,pero todavía hay estiloy capacidad dees trella en este hombre, sin duda el gran héroe delfútbol en ladécada de los 80. Lo primero que destaca ría uno es quea Diego se le vio muyágil de cabeza aun .- que había pasado horas pre vias de gran tensión.Eldo mingo se acostó a las cuatro de latardey no se despertó hasta las 1 1,30delamañana del lunestras ingerir unos calmantesque le recetósu médico. Sugrandía de lare aparición, el más esperado sin duda por Maradona en los últimos tiempos, lo vivió con mucha tranquilidad. Lo primero quehizofuecortar- se el pelomodificando algo su ‘look’ bajolainiciativa de José Luis Londero, su pelu quero personal, que vinoex presamente desde Buenos Aires. Luegomerendó con sus compañeros, asistió a la charla técnica de Bilardo como unomás de laplantilla y se subió al autocar quelo trasladaría al estadio. El Sánchez Pizjuán no se llenó.Latransmisión por TV y laeconomía doméstica a final demes pasaron factu ra. Sinembargo elambiente era grande, cálido, inequívo camente porteño. Unagran pancartadecía: “Diego, con vos hasta la muerte” para añadir “Bilardo sos el número 1 “. Iba firmada por “LosPibes de Unión Santa Fe”. Otra, muy divertida para losargentinos ya que el giro español es diferente al bonaerense, rezaba “Fuengirola es delBoca”. Era una gran pancarta vertical que enlazaba los colores deBoca, deArgentina y de España. En el palco, Claudia y las dos hijas deDiego, Dalma Nerea y Gianni na, concitaban todas las simpatías y curiosidad. La madre ha bía conseguido sendos uniformes delSevilla coneldorsal mero 10. Cerca deallí, Oscar Quintabani pasaba desapercibi do parael públicosevillano, peroera uno de los invitados más especiales deDiego. Se tratadel que fue portero suplen te deArgentinos Juniors eldíaque Diego Armando Marado na debutó en Primera División, el 20 de octubrede 1976. Porallá se comentaba que una embajada dejugadores del Nápoles, conMáximo Crippa a lacabeza, ibaa trasladarse a Sevilla, pero Ferlaino, el presidente, vetó el permiso conla excusa del euro-partido conel Valencia. El jefe de Prensa de los tiempos de Diego, Giuliano Carletto, si que estuvo en el palco, atento y felizpor loque sucedía. Mario Alberto Kempes,otro argentino universal, no quiso perderse elacontecimiento y debutó comocomen tarista para el canal de TV quetrasmitióen exclusiva el en cuentro. Durante lashoras previas al partido,Maradona se mostró distendido, escuchó repetidamente sevillanas del conjunto ‘Losdel Río’, queparecen entusiasmarle, y hasta tuvo unarranque debaile cuando saludó a Matthaeus. Y, por fin, apareció en el campo. Lució el brazalete de capitán, se persignó, fue recibido comoun ídolo y Franchi, su mánager, le llevó personalmente a sus dos hijas hasta el césped. En aquellosmomentos sonaba por losaltavoces del estacio la canción‘Mi enfermedad’ de lacantante Faliana Cantilo, una ‘rockera’muy popular enArgentina. Todo unsímbolo. El clima porteño no podíasermayor. Hasta localiza mos al doctorAlberto Cormillot, eldietólogo de Diego, que ya está haciendo gestiones para establecer unpuente aéreo con alimentos argentinos para Maradona Todoelcalordel mundoestuvoalladode Diego, la noche enquesalió de su gran pesadilla personal y se reencontró conlagran ilusión de toda su vida:el fútbol.

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ta 5CARLOS BONELLI • ENVIADO ESPECIAL • SEVILLA

lego resucitó su duende de ‘crack’ fuera de serie trasuna larga travesía personal por el desierto que lecondujo de Nápoles a la noche sevillana de ayer. Vol

vió por fin y fue aclamado. Vivió el partido de su reapariciónpor todos sus poros, con la misma intensidad con que pateaba la bola en sus primeros tiempos y que lo llevaron a convertirse en un mago del fútbol.

Lejos aún de su mejor forma, en medio de un clima indudablemente tenso y de gran responsabilidad para él, Maradona dejó patente destellos de su gran calidad y llevó hastael delirio a la afición sevillista, que no cesó en aclamar sunombre y que vibró muy especialmente cuando el argentinolanzó una falta al travesaño o cuando sirvió en bandeja deplata un gol a su compañeroSuker. No fue el Maradonaimperial del 86, pero todavíahay estilo y capacidad de estrella en este hombre, sinduda el gran héroe del fútbolen la década de los 80.

Lo primero que destacaría uno es que a Diego se levio muy ágil de cabeza aun

.- que había pasado horas previas de gran tensión. El domingo se acostó a las cuatrode la tarde y no se despertóhasta las 1 1,30 de la mañanadel lunes tras ingerir unoscalmantes que le recetó sumédico. Su gran día de la reaparición, el más esperadosin duda por Maradona enlos últimos tiempos, lo viviócon mucha tranquilidad. Loprimero que hizo fue cortar-se el pelo modificando algosu ‘look’ bajo la iniciativa deJosé Luis Londero, su peluquero personal, que vino expresamente desde BuenosAires. Luego merendó consus compañeros, asistió a lacharla técnica de Bilardocomo uno más de la plantillay se subió al autocar que lotrasladaría al estadio.

El Sánchez Pizjuán nose llenó. La transmisión porTV y la economía domésticaa final de mes pasaron factura. Sin embargo el ambienteera grande, cálido, inequívocamente porteño. Una granpancarta decía: “Diego, convos hasta la muerte” paraañadir “Bilardo sos el número 1 “. Iba firmada por “Los Pibesde Unión Santa Fe”. Otra, muy divertida para los argentinosya que el giro español es diferente al bonaerense, rezaba“Fuengirola es del Boca”. Era una gran pancarta vertical queenlazaba los colores de Boca, de Argentina y de España. En elpalco, Claudia y las dos hijas de Diego, Dalma Nerea y Giannina, concitaban todas las simpatías y curiosidad. La madre había conseguido sendos uniformes del Sevilla con el dorsal número 10. Cerca de allí, Oscar Quintabani pasaba desapercibi

— do para el público sevillano, pero era uno de los invitadosmás especiales de Diego. Se trata del que fue portero suplente de Argentinos Juniors el día que Diego Armando Marado

na debutó en Primera División, el 20 de octubre de 1976.Por allá se comentaba que una embajada de jugadores del

Nápoles, con Máximo Crippa a la cabeza, iba a trasladarse aSevilla, pero Ferlaino, el presidente, vetó el permiso con laexcusa del euro-partido con el Valencia. El jefe de Prensa delos tiempos de Diego, Giuliano Carletto, si que estuvo en elpalco, atento y feliz por lo que sucedía.

Mario Alberto Kempes, otro argentino universal,no quiso perderse el acontecimiento y debutó como comentarista para el canal de TV que trasmitió en exclusiva el encuentro. Durante las horas previas al partido,Maradona semostró distendido, escuchó repetidamente sevillanas delconjunto ‘Los del Río’, que parecen entusiasmarle, y hastatuvo un arranque de baile cuando saludó a Matthaeus. Y, porfin, apareció en el campo. Lució el brazalete de capitán, se

persignó, fue recibido como un ídolo y Franchi, su mánager,le llevó personalmente a sus dos hijas hasta el césped. Enaquellos momentos sonaba por los altavoces del estacio lacanción ‘Mi enfermedad’ de la cantante Faliana Cantilo, una‘rockera’ muy popular en Argentina. Todo un símbolo.

El clima porteño no podía ser mayor. Hasta localizamos al doctor Alberto Cormillot, el dietólogo de Diego, queya está haciendo gestiones para establecer un puente aéreocon alimentos argentinos para Maradona Todo el calor delmundo estuvo al lado de Diego, la noche en que salió de sugran pesadilla personal y se reencontró con la gran ilusión detoda su vida: el fútbol.