TACAMBARO: LAS AVENTURA DE REMI TAMBOR

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de MICHEL PROVOST

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GOBIERNO DEL ESTADO DE MICHOACÁN DE OCAMPO

Salvador Jara Guerrero

Gobernador de Michoacán

Marco antonio aGuilar cortéS

Secretario de Cultura

Paula criStina Silva torreS

Secretaria Técnica

BiSMarck izquierdo rodríGuez

Secretario Particular

María catalina Patricia díaz veGa

Delegada Administrativa

raúl olMoS torreS

Director de Promoción y Fomento Cultural

arGelia Martínez Gutiérrez

Directora de Vinculación e Integración Cultural

eréndira HerreJón rentería

Directora de Formación y Educación

JaiMe Bravo déctor

Director de Producción Artística y Desarrollo Cultural

Héctor García Moreno

Director de Patrimonio, Protección y Conservaciónde Monumentos y Sitios Históricos

Miguel Salmon Del RealDirector Artístico de la Orquesta Sinfónica de Michoacán

Héctor BorGeS PalacioS

Jefe del Departamento de Literatura y Fomento a la Lectura

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Gobierno del Estado de MichoacánSecretaría de Cultura

MICHEL PROVOST

LAS AVENTURAS DE REMI TAMBOR

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2011 Primera edición, Illustrata, publicada en Izegem, Bélgica.

2015 Segunda edición, Secretaría de Cultura de Michoacán.

dr © Michel Provost

dr © Secretaría de Cultura de Michoacán

Coordinación editorial:Marco Antonio Aguilar CortésBismarck Izquierdo RodríguezHéctor Borges Palacios

Traducción:Ma. de los Ángeles Aguilera AndaluzAlejandra Bravo Pérez

Diseño de portada y formación:Jorge Arriola Padilla

Secretaría de Cultura de MichoacánIsidro Huarte 545, Col. Cuauhtémoc,C.P. 58020, Morelia, MichoacánTels. (443) 322-89-00 www.cultura.michoacan.gob.mx

ISBN Volumen: En trámite

Impreso y hecho en México

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PRESENTACIÓN

Tacambaroplein (Plaza de Tacámbaro) es un sitio histórico localizado en la ciudad de Oudenaarde, parte del Reino de Bél-gica, en el cual se erigió la estatua de una dama recostada so-bre una tumba mirando en dirección a México. Ésta, cumple la función de enaltecer la memoria de los 400 soldados belgas encabezados por Alfred Baron Van der Smissen y quienes opusieron una heroica resistencia al general Nicolás de Régu-les Cano, durante los eventos que constituyeron lo que hoy conocemos como la “Batalla de Tacámbaro”.

Tacambaroplein se erigió en el 1867, actualmente continúa siendo un sitio no muy conocido tanto para mexicanos como para belgas, pero su importancia se resalta especialmente en este 2015, pues se celebran 150 años de aquel combate su-cedido entre el 7 y 11 de abril de 1865. En años recientes, un grupo de enérgicos tacambarenses, in-tegrantes del Patronato para el Museo Regional Histórico de Tacámbaro, han impulsado un sinnúmero de actividades cultu-rales con miras a culminar un homenaje histórico que refuerce la identidad de sus pobladores, y, que a su vez sea apreciado por el resto de los habitantes de Michoacán. Entre las remar-cables actividades que han realizado, organizaron una expedi-ción a la ciudad de Oudenaarde, donde tuvieron la oportunidad de encontrarse con el talentoso historiador y artista Michel Provost, quien amablemente aceptó ceder los derechos de su obra “Tacámbaro” a favor de la Secretaría de Cultura del Estado de Michoacán, y lograr así su publicación y difusión en una versión adaptada al español de nuestros días.

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En estas páginas se ilustran las aventuras del soldado Remi Tambor, quien nos narra todo lo que vivió durante su estancia en aquel inexplorado y exótico territorio defendido por fuer-zas liberales.

Originalmente estas aventuras se redactaron en francés, afortunadamente se encontró el apoyo del Departamento de Idiomas de la UMSNH, donde las académicas Alejandra Bravo Pérez y Ángeles Aguilera Andaluz lograron una extraordina-ria traducción accesible para todo tipo de público.

Sirvan estas últimas líneas para reconocer el ímpetu de Mar-garita Zarco Jiménez y Fernando Ruiz Santillán, quienes han dedicado gran parte de su vida a proteger y promover el pa-trimonio cultural de Tacámbaro.

9000 kilómetros separan la explanada Nicolás de Régules y Tacambaroplein, empero, este libro representa uno de mu-chos vínculos que enlazarán a Tacámbaro y Oudenaarde, de-seo que disfrutes esta historia.

BiSMarck izquierdo rodríGuez

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A Elise, Pierre y Clara

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MÉXICO ENTRE EL ÁGUILA Y LA SERPIENTE

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LA INTERVENCIÓN Y EL IMPERIO DE MAXIMILIANO

Es en 1821 que México se había liberado, como muchos otros estados de América, de la tutela secular española. Aún habiendo adquirido su independencia, el país jamás había conocido la estabilidad.

Durante cuarenta años, hubo una suce-sión de levantamientos, de golpes de es-tado, de dictaduras, de revoluciones y de guerras civiles.

El 11 de enero de 1867, después de una lu-cha de tres años que había enfrentado el presidente conservador Miramón, el liberal Benito Juárez tomó la Ciudad de México. En Francia, el emperador Napoleón III no fue insensible a la inestabilidad que reinaba en México y escuchó las recriminaciones de los conservadores.

Consciente de las oportunidades que nac-cieron por este clima, Napoleón III vio la ocasión de establecer en América Central una monarquía católica, en oposición a los vecinos Estados Unidos, quienes estuvie-ron bajo la influencia protestante. Algunos meses después de la toma de poder, Juá-rez, frente a una situación financiera ca-

tastrófica de su país, hizo votar a su Con-greso una ley que suspendió el pago de las deudas exteriores, especialmente las de Francia que eran las más importantes. Bajo el falaz pretexto de créditos impagables para recuperarse y bajo otro, más popular, la protección de los residentes franceses sometidos a exacciones, el emperador Na-poleón III envió a México un ejército que alcanzó el número de 30,000 hombres y éstos últimos no fueron bienvenidos y se encontraron con una feroz resistencia por parte de los mexicanos, reagrupados alrededor del emblemático presidente Be-nito Juárez.

Finalmente después de una serie de derro-tas las tropas francesas terminaron por hacer caer a Puebla, ciudad clave sobre la ruta a la Ciudad de México.

A través de numerosas y diversas opera-ciones llevadas por la toma de la ciudad, el célebre combate de Camarón tuvo lugar el 30 de abril de 1863. Sin duda, el hecho ar-mado más alto de la legión extranjera que vio su 3ª compañía resistirse durante diez horas contra más de 2,000 rebeldes mexicanos. Entre los 63 heroicos defen-sores de la hacienda de Camarón, 15 eran legionarios de origen belga.

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Algunas semanas más tarde, el 20 de junio de 1863, las tropas francesas entraron a la Ciudad de México. El país a conquistar era inmenso, pero la resistencia mexica-na se amplió. Mientras tanto, deseoso de liberarse de esta excesiva empresa, Na-poleón III ofreció la corona de México al hermano del emperador Francisco José, el archiduque Maximiliano de Habsburgo, es-poso de Carlota, la hija del rey Leopoldo I de Bélgica.

El 12 de junio Maximiliano y Carlota hicie-ron su entrada a la Ciudad de México. Su llegada no puso término a la lucha que llevaban los liberales juaristas contra

las fuerzas expedicionarias francesas. Maximiliano acumulo las torpezas en este México que él quería modelar a imagen de los estados europeos. Atrapado en el en-granaje de las deudas exteriores, el Em-perador se encontró cada vez más aisla-do en un país que jamás lo aceptó y que estaba lejos de ser pacificado.

El general Bazaine no logró controlar, con sus 30,000 hombres, un país tan in-menso. Los guerrilleros, utilizando su per-fecto conocimiento del terreno, se mos-traron imperceptibles, mientras que las tropas francesas no cesaron de pelear constantemente en campaña.

Los nuevos soberanos desembarcaron enVeracruz el 29 de mayo de 1864.

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LA LEGIÓN DE LOS VOLUNTARIOS BELGAS

En Bélgica, el rey Leopoldo 1° había emitido rápidamente el deseo de que su hija Car-lota y su yerno Maximiliano, nuevos sobe-ranos de México, pudieran disponer de una tropa de confianza, compuesta de com-patriotas. Esta resolución fue tomada, además, al igual que los 6,800 voluntarios austriacos que el emperador Francisco José había enviado a México para soste-ner el trono de su hermano.

Antes de la salida de la pareja imperial ha-cia México, se puntualizaron, en Bélgica, las modalidades de reclutamiento de los volun-tarios destinados a constituir una guardia de la emperatriz. Al general barón P. Cha-zal, ministro de guerra, le fue encargada por el Rey la formación de este cuerpo.

El mando de la futura legión belga tuvo la suerte de contar, gracias a la orden de Chazal, con el barón Alfred Van der Smis-sen, un militar de temperamento temido. El llamado de los voluntarios fue principal-mente atendido en los medios de la armada, a pesar de un gran esfuerzo de propagan-da para atraer al elemento civil. El efectivo definitivo de la legión fue fijado en 2,000 hombres, repartidos en dos batallones, granaderos y tiradores de seis compañías cada uno. La comisión de reclutamiento fue instalada en Audenarde al final del mes de julio de 1864. Los voluntarios fueron reclutados en el mismo lugar, en dos anti-guas abadías transformadas en cuarte-les. Los controles efectuados durante el alistamiento, muy severos al principio, se relajaron considerablemente. Fue así que una docena de menores de edad llegaron a

enlistarse. La edad máxima tolerada había sido fijada en 35 años. Lo que no impidió que ciertos voluntarios mayores fueran acep-tados, a razón de sus estados de servicio adquiridos frecuentemente en la legión extranjera o gracias a su conocimiento de la lengua española. ¡El voluntario más viejo tenía 54 años!

El 13 de enero de 1865 fueron clausura-das definitivamente las operaciones de reclutameinto, hasta esa fecha se inscri-bieron en Audenarde 2,087 voluntarios y una quincena de cocineras. De hecho sólo 1,554 reclutados, repartidos en cuatro destacamentos partieron a México. Fue sobre todo el resultado de una hábil propa-ganda llevada a cabo por los opositores a la intervención. Ciertos emisarios fueron hasta Audenarde para provocar la deser-ción, agregando que ninguna ley estaba en la medida de reprimirla. Estos alegatos re-sultaron, por otro lado, exactos.

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En Audenarde el espacio consagrado a una tropa tan numerosa era sin embargo muy reducido. Dos grandes salas servían a la vez de comedor y de dormitorio para más de cien hombres. Por este hecho, el lugar presentaba un aspecto de desor-den inevitable, este caos generalizado era el corolario de una ausencia casi total de disciplina. Era extremadamente fre-cuente que a la llamada de la tarde la mi-tad de los voluntarios estaban ausentes, éstos eran raramente castigados pues el temor a que desertaran era grande. El libro de órdenes del cuerpo constata la frecuente embriaguez de algunos le-gionarios de servicio. Los voluntarios no tardaron en adquirir esa mala reputación, tanto en Audenarde como en los alrede-dores. Las riñas se multiplicaban y varios cafés colocaron pronto letreros que de-cían: prohibido para los mexicanos.

La formación de los voluntarios en Au-denarde fue de las más sumarias. La ins-trucción estaba limitada al estudio de los movimientos de la evolución de compañía.

Estas obligaciones se desarrollaban dos horas en la mañana, dos horas en la tar-de. Para los voluntarios pertenecientes a la armada, ya familiarizados con el ofi-

cio de las armas, el ejercicio se realizaba en el exterior, a algunos cientos de me-tros del cuartel.

Había que mostrar una buena impresión sobre los pasantes y los paseantes. Es hasta que a fuerza de ejercicios, la evo-lución de la tropa fue presentable, y so-bre la gran plaza se desarrolló la manio-bra cotidiana.

Entre los voluntarios que partieron 874 pertenecían al medio militar. Los 75 civi-les que se alistaron pertenecían en su mayoría a las clases más miserables de la sociedad.

Cerca de 200 extranjeros se habían ad-herido a la legión, varios alemanes vieron en la expedición belga, un medio económi-co para llegar a los Estados Unidos para encontrar trabajo, reunirse con compa-triotas o miembros de su familia, por lo que no fue inesperado que 25 de los 79 alistados desertaron a su llegada a sue-lo mexicano. Los voluntarios llegaron a México en cuatro travesías, el coronel Van der Smissen tomó personalmente la orden del primer destacamento que tuvo lugar el viernes 14 de octubre de 1864, bajo una fuerte lluvia.

Transportados por ferrocarril, los vo-luntarios llegaron a San Nazario el día si-guiente donde fueron trasladados en un barco buque de vapor.

El viaje de los cuatro destacamentos se realizó bajo terribles condiciones.

Un buen número de voluntarios sufrieron mareos y otros disentería. La mayoría

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de los navíos que efectuaban la trave-sía solo disponían de dos baños, lo que provocaba un olor pestilente.

Además los tres primeros destacamen-tos debieron enfrentar, durante algunos días, la tormenta en el Golfo de Gascona.

La travesía del Atlántico duraba trein-ta días, incluyendo un descanso de 36 horas en Martinica, donde los volunta-rios, desembarcados en Fort-de-Fran-ce, fueron propiamente encerrados en el Fuerte Desaix.

Es en la mañana del 13 de noviembre de 1864 que el primer destacamento des-embarcó en Veracruz.

Las tropas europeas que desembar-caban en el puerto mexicano no perma-necían ahí por mucho tiempo, ya que la fiebre amarilla o el vómito negro, verda-dera peste prolífica provocaba estra-gos permanentemente.

El itinerario de los contingentes que ve-nían de Europa hacia la capital mexica-na era el siguiente: La Tejería, Soledad, Camarón, Paso del Macho, El Potre-ro, Córdoba, Orizaba, La Cañada, San Agustín del Palmar, Acatzingo, Amo-zar, Puebla, Río Prieto, San Bartolo, Puente de Smaluca, Río Frío, Buenavis-ta, Santa Martha, México. Al principio, sólo bastaba al primer contingente bel-ga subirse a un tren.

En Camarón se terminaban las vías del tren y el viaje continuaba a pie con una mochila en la espalda, sobrecargada de ropa y cartuchos, todo cubierto con la

lona de la tienda de campaña, las esta-cas, la escudilla y un par de zapatos de cambio.

Las ilusiones de los voluntarios ya se habían desvanecido durante el desem-barco en Veracruz. Aquellos que imagi-naban poner sus pies en algo parecido a El Dorado, vanagloriado por los servicios de propaganda en Bélgica partieron con sus propios gastos.

Las rutas eran casi intransitables y la caminata se desarrollaba bajo un sol de plomo. A partir de Paso del Marcho, el te-rreno comenzaba a subir. En Potrero, la al-titud se aproximaba a los 700 metros, en Orizaba a 1,240 metros, en el paso de las Cumbres, alcanzaba los 2,200 metros.

Las anécdotas de nuestros voluntarios en el curso de este recorrido turístico no faltaron hacia la Ciudad de México.

Cuando, el 21 de diciembre, el segundo destacamento llegó a Córdoba, el doctor Lejeune se quejó de haber sido mal re-cibido por el propietario designado para su alojamiento. Informado, el comandan-te del lugar, para castigar al mexicano, le dio a alojar veinte músicos belgas, sin embargo, el procedimiento iba a ser del

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gusto del anfitrión quien al día siguiente fue a presumir de no haberse jamás di-vertido tanto en compañía de sus hués-pedes que habían, durante toda la no-che, producido un insoportable alboroto.

En Puebla los belgas del primer contin-gente fueron recibidos por el coronel Jeannigros, comandante del regimiento extranjero y comandante superior del de-partamento. Jeanningros los criticó: elo-gió a los belgas que servían numerosos en la legión extranjera, alabó sus cuali-dades militares, pero se lamentó que hu-biera tantos bebedores entre ellos. En la tarde y al día siguiente un ponche mons-truoso fue ofrecido. Los belgas no podían por este hecho flaquear a su reputación.

El 10 de diciembre de 1864 los volunta-rios del primer destacamento llegaron a la Ciudad de México. Fueron recibidos a una legua de la capital por Maximiliano y Carlota, acompañados de varios ofi-

ciales superiores, entre ellos el Mariscal Bazaine. Los otros tres destacamentos fueron recibidos por un general francés y no por los soberanos. Después de las ceremonias de uso, los belgas hicieron su entrada en la Ciudad de México. Los tiradores fueron enseguida conducidos hacia Tacubaya, los granaderos hacia Chapultepec y Molino del Rey, donde es-taban situados los cuarteles destina-dos al grupo de los belgas.

El clima era muy agradable en la Ciudad de México, sobre todo durante el invier-no. La vida desgraciadamente era cara. También la mayoría de los voluntarios se deprimían en una banal existencia de guarnición. Sus mayores preocupacio-nes, no faltas de amargura, se limitaron muy pronto a las únicas condiciones ma-teriales de la existencia que ellos lleva-ban a cabo en el cuartel. Aquí se sitúa el inicio de nuestro relato.

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Ciudad de México, Castillo de Chapultepec, residencia del Emperador Maximiliano. Lunes 2 de enero de 1865.

A propósito, general… Ayer, después de haber presentado sus deseos, el coronel Van der Smissen solicitó que sus hombres puedan participar en la pacificación del país al lado de las tropas francesas.

Mire que es inesperado, su majestad, el coronel se convirtió enalguien muy indeseableen la capital,ya que, ¡eh!

…él tiene además varios duelos bajo el brazo, lo sé, general.

Como deseo mantener un buen entendi-miento entre mis tropas, su alejamiento de la Ciudad de México me parece, en este momento, deseable.

La actitud de Van der Smissen es sin embar-go excusable. Mire usted, mi queridoL’Hérillier, los belgas vinierona este país convencidos deservir únicamente comoguardias personales de la emperatriz.

Esto les ha valido de ser tratados como “influ-yentes” y de “aprovechados”, particularmente por los franceses… y como son muy susceptibles estos “belguitas”…

¡En efecto su Señoría!

al mismo tiempo, en las afueras al oeste de la ciudad de México.

Ahí está por fin, ese Van der Smis-sen, con veinte minutos de retraso.

Mira, ¿viene solo?

Pero… ¡no esVan der Smissen!

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¡Capitán Chazal para servirles! Lo siento seño-res, el Coronel no podrá venir para honrar su desacuerdo.

Vaya, vaya, y ¿por qué en-tonces, mi buen señor?

El Coronel tiene ictericia.

¿?

¿Ictericia? ¡Mira qué buena idea! ¿no es verdad muchachos?

¡ja ja! ¡ja ja!

A propósito, mi Comandante…

… si usted estima que este asunto debe abso-lutamente ser lavado en sangre, el Coronel Van der Smissen me autorizó reemplazarlo. Duelo en pistola, ¿creo yo?

Eh… Necesitoconsultar a

mis testigos. Cuídate Eugenio, es seguro que Vandersmissen nos ha enviado

un buen tirador.

Capitán, le dirá al CoronelVandersmissen que pondremos esta

“discusión” en una fecha posterior.

¡A sus órdenes mi Comandante!

Un poco más tarde

Entonces ¿mi valiente Chazal?

Está arregladomi Coronel.

Tenía que enfermarmejusto en este momento.

Acabo de recibir la noticia, demi querido Ernest: partimos el 24

para Puebla con la misión de escoltar un convoy destinado al

Mariscal Bazaine que emprendió la toma de Oaxaca..

¿ Y usted piensa saliren tal estado,

mi Coronel?

El General L’Hérillier me ha dicho que un cambio de clima me beneficiaría. Este dicho

fue confirmado por el doctor Vercamer.

Mi Chazalito, Usteddará la orden a la tropa

en la víspera denuestra salida.

¡A sus órdenes mi

Coronel!

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Lunes 23 de enero de 1865

¡Ciento veintisiete!

¡Esto hace doce más que tú Blandinière!

A falta de chinacos(1), siempre ha-bremos liquidado una buena división de cucarachas al final de nuestra estancia.

¡Caramba Remi!

(1) nombre dado por las tropas imperiales a los republicanos.

Entonces los payasos¿se divierten?

¡El sargento!

¡A la orden!

¡En descanso! Todas las salidas están

suspendidas.Inspección de equipamiento

en una hora, ¡Salimosdefinitivamente mañana!

¡Ya se fue! ¿Qué pasa Remi?

¿No es verdad?

Es necesario que yo salga esta noche.

¡Estás locoamigo!

¡Ah! Si… sin duda unaúltima vez pulque,

aguardiente, tequila…

¡Teresa!

¿Una mujer? Dios mío Remi, cuántas veces te he dicho que

era la primera cosa a evitaren este país.

Las mujeres, estas no llevan a otro lado, ¡sólo provocan problemas!

Nada de moral Blandinière, saldréde todas maneras.

Bueno, bueno, cabeza de mula.

Trataré de darte una mano.

Esa noche.El cuartel parece

solo, vayamos.

Es necesario que atraviese estepatio antes de la llegada de la guardia.

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Pedir una guardia en lavíspera de una campaña. Pero

¿qué venimos a hacer aquí?

Silencio enlas r…

Rápido, eso venía dellado de la garita.

Allá mi lugarteniente.Pero ¡es Blandinière!

Mi lugarteniente, lo siento,el disparo salió solo.

Es mejor olvidar este asunto. ElCoronel tiene bastantes

preocupaciones en este momento.

Gracias mi lugarteniente.

Ojalá que Remi haya podido aprovechar esta distracción.

La oportunidad se dio, gracias Blandinière.

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Se trata de alejarme de aquí lo más rápido posible.

No es muy segura la Ciudad de México en la noche.

Es aquí.Vaya, la reja está abierta.

¿Caballos?Qué raro…

Allá, una ventana iluminada

No es prudentequedarse un día más en la

Ciudad de México.

Nos acompañas, Teresa.

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¡A sus órdenes Majestad! Estoy muy

contenta de verlo tan restablecido. Lamento haberlo encontrado esta

noche en tan triste estado.

Pero sentémonos mi amigo. Por favor señoras, pueden dejarnos.

Supe que el cuerpo belga entróen campaña esta mañana.

Sin duda quería usted disfrutarde una última velada en la capital.Usted ignora que es demasiado

peligroso recorrer la Ciudadde México en la noche…

Finalmente, no olvido que ustedes hanvenido de tan lejos por única devoción

hacia mí quién no ha hecho todavíanada por ustedes.

Este uniforme de la guardia leva perfectamente. ¿Le gustaría

ser parte de ella?Se… eh… su majestad, me gustaría mucho encontrar a mis compañeros.

Esta decisión lo honra, soldado.Mi secretario encontrará el medio

de justificar su ausencia.

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¡Buena suerte Remi!

Ignoro cómo la emperatriz Carlota supo mi nombre. Nunca entenderé esta increible desventura. Saliendo de este palacio, iba a descubrir que noestaba lejos de mi cuartel.

24 de enero de 1865Al Comandante del Cuerpode los voluntarios belgas

Mi querido comandante:Debo señalarle que, en grande confidencia, que la noche anterior, el soldado Remi Tambor fue encargado de una misión particular, la cual realizó admirablemente.Le solicito entonces disculpar su ausencia temporal.Tengo el honor de dirigirle, mi querido Comandante mis respetuosos saludos.

Su afecta suscribiente,

CARLOTA

Un poco más tarde.

¡Caramba! Un pase firmado del puño de la emperatriz. ¡No se puede decir que a

usted le faltan relaciones!

El Coronel Van der Smissen dejó la Ciudad de México esta mañana con

gran parte de su cuerpo.

Lo he adscrito a míservicio hasta su completo

restablecimiento.

Eso le permitirá, fuera de horas de servicio,visitar la Ciudad de México… de día y acompañado.

¡Gracias mi mayor!

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¡Por Dios!¡Carambolas!

Se terminó muchachos,los chinacos se rinden.

De hecho, ese mismo día, el General Juarista Porfirio Díaz entregaba la plazaa las tropas del general Achille Bazaine.

Sobre la ruta a Oaxaca, el coronel Van der Smissen…

¡Señores! Aquí tres días, el cuerpo austriaco abatió a lospartidarios de Juárez en Jalapa. Hoy, se me anuncia la victoria

de las tropas francesas en Oaxaca. Por Dios ¿cuándotendremos nosotros nuestro campo de batalla?

21 de febrero de 1865, Van der Smissen y sus hombres regre-saron a la Ciudad de México. Unos contentos de su inacción, otros, como el Coronel, amargamente decepcionados de su inactividad.

¡Contento de volver a verte mi amigo Remi!

¡Blandinière!

Habíamos retomado la monótona vida de guarnición cuando el 2 de mayo…

Remi, ¿sabes laúltima noticia?

Partiremosa Morelia

¿Morelia? A lo mejorpodré encontrar a

Teresa. Ella me debe ciertas explicaciones.

Mi pobre amigo, ¡el amor te ha

vuelto loco!

Y cuatro días mástarde fue la partida.

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El 7 de marzo recibíamos el refuerzo del escuadrón mexicano delCapitán Godart, conde de Pachta.

Atravesábamos el país por caminos insoportables, a menudo bajo un calor atroz…

Algunas veces debimos soportar lluvias torrenciales.

Atravesábamos montañas… …y grandes selvas tropicales.

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Sargento, deje a este hombre tranquilo.

Pero, mi capitán…

Nada de “peros”. Tomo laresponsabilidad de todo esto.

Sargento, le confío mi caballo. Tú, recoge tu fusil yvamos con el Coronel.

“¡Con el coronel!”

De hecho, ¿cuál es tunombre mi amigo?

Remi Tambor,mi Capitán.

Mi coronel…Nuestra actitud hacia la

población es escandalosa. Nodejaré de hacer un reporte de estos

acontecimientos a mi padre.

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Como usted guste,mi pequeño Chazal.

Usted sabe, nuestroshombres roban, queman, pillan…

¡pero son soldados!

Mi coronel, le suplico aceptemi cambio de asignación.

Se hará deacuerdo a sus deseos Chazal.

¿Usted no verá inconveniente, miCoronel, que el soldado aquí presente sea

adjudicado a mi servicio?

Haga como mejor le parezca, Capitán, esta entrevista se ha terminado en este momento.

Miércoles 22 de marzo. El cuerpo belga, después de haber completado su triste misión, había entrado a Zitácuaro.

Hey Gallo (1) ¿pulque?

No, gracias.

(1) Gallo: coq en francés: sobre-nombre dado por los mexicanosa los belgas, en razón de sucubre fuego adornado con plumas de ese animal.

Te vi en acción el otro día. ¿No te gusta esta guerra?

¡No cuando la hacemos contra inocentes!

Me agradas, gringo, mi nombre esFaraón Lempereur. Ven, te voy a

mostrar los caballos.Me llamo Remi Tambor. ¿Eres de aquí Faraón?

¡Ja! ¡ja! ¿Has visto el color de mi piel?

Oh, discúlpeme.

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Un caballo, necesito un caballo.¡Allá Tequila!

Pero no sabes montar, amigo.

¡Llegó el momentode aprender!

¡arre! ¡ehhh!

Creo que hice una gran tontería

Farao… …Farao, amigo, ¿qué pasa?

Un gringo un poco loco fue a perseguir a algunos chinacos.

¡A sus caballos muchachos!

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¡Despacio Tequila!Al mismo tiempo en Zitácuaro.

¿Qué pasa?Unos Chinacos, mi

Coronel. Nuestros aliados mexicanos se lanzaron

a su persecución.

: ¿Qué esperamospara participar en la

persecución?

Pero mi Coronel ¡no tenemos caballería!

¡No importa! Envíe una sección a pie. ¡Ejecútelo!

Se hará según susórdenes mi Coronel.

¡El gallo nossigue amigos!

Es más bien fastidioso. Continúen sin mí. ¡Voy a arreglar de una

vez por todas la cuenta de este canalla!

Lleguen al bosque yno me esperen. ¡!

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Es la última vez que teatreves a hacer esto, gringo

loco. ¡Los mexicanos son también personas de honor!

¡Hasta la vista!

¡Tequila! ¡Ahí estás! Nosé que te pasó… …pero ciertamente me

salvaste la vida.¡Hola Remi! ¡Es inútil

intentar alcanzar a los chinacos desde aquí!

Los belgas vienenatrás… a pie.

Un poco más tarde, mexicanos a caballo ybelgas a pie, regresaban a Zitácuaro. Tambor, repórtate con

el Capitán Visart,¡inmediatamente!

¿Qué hice ahora?

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El 24 de marzo de 1865,el Coronel Van der Smissen y lalegión belga dejabanZitácuaro con destino a

Morelia, con el fin de rem-plazar el 81° delínea francés del CoronelDe Potier. Yo estaba muy

triste de no poder acompa-ñarlos, ya que siempre guar-

daba en secreto la esperanza de volver a ver un día a Teresa.

En los alrededores de Zitácuaro, el 26 de marzo de 1865.

¡Ahí están otra vez!

Podemosregresar a la

ciudad.

Mi querido Visart, estamostotalmente rodeados. No bastan nuestros

doscientos hombres para consideraruna acciónde asalto.

Solo nos queda fortificar nuestra

posición y reunir provisiones, bajo el riesgo de hacernos

masacrar en el lugar.

El 28 de marzo de 1865.

Nuestra situación no es buena, mis amigos. Solo veouna solución: obtener refuerzos y además

habrá que tratar de advertir a nuestras tropasde nuestra situación.

Paco y Ramírez, ustedesalcanzarán al Coronel

Imperialista Méndez en Toluca, para que venga a nuestro

rescate en caso de ataque.

Siento interrumpir tu instrucción Tambor, te confío la misión de

ir a advertir al Coronel Van der Smissen a Morelia. Lempereur te

acompaña: él conoce laruta y la región.

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Les tocará a ustedesseñores, tratar de

atravesar sus líneas.

Entonces, Remi, henosaquí otra vez lanzándonos

a una chusca aventura.

Precisamente eso no me encanta Faraón, apenas me

sostengo del caballo.

Bah, una legua de cabalgata para atravesar sus

líneas, no esel infierno. Lo demás será

más fácil.

En la madrugada del 29 de marzo de 1865.

Buena suerte muchachos ¡contamos con ustedes!

Gracias mi capitán,¡haremos lo posible!

Imposible efectuar esta misiónsin estar armado, Tambor. Toma

este revolver.

Bien mi Capitán.

¿Crees que lolograrán, Visart?

De verdad lo esperomi querido Timmerhans,

lo espero…

El principio es simple: cuando escuchemos silbar las balas ennuestras oídos, una sola consigna: ¡espolear y arremeter!

Adelante, ¡a galope!

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Listo muchachos, la fiesta puede empezar. A galope. ¡Adelante!

Listo, creo que pasamos. A partirde ahora, es preferible dejar el camino

para evitar las malas sorpresas.

Haremos una parada para el café.Enseguida, nos separaremos.

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Se necesita agua para el café. Un riachuelo

corre más abajo…

Voy yo Faraón.

tron, tron, tron, la lari la la…

¡Qué tipo tan valiente Remi!

Montañas,desiertos,

selvastropicales. Dios mío, ¡este paístan magnífico!

El terreno bajacada vez más.

Ahí está el río.

Más arriba, al mismo tiempo…

No se trata de darse un chapuzón con esta corriente, sobre todo que no sé nadar.

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Dios mío ¡Es una verdadera

fusilería!

No entiendo porqué meentretengo con

este utensilio. Qué sorpresa, ¿no es así gringo?

El corto camino que completamos juntos,

desafortunadamente se termina aquí para ti.

Arriesgo todo por el

todo.

Antes de seguir con esta conversación es mejor apropiarme de este objeto.¡Y sobre todo no se te ocurra tocar

tu revolver!

Ah… Carambolas, Ramírez…ah… Fallé. Incluso este diablo logró

desarmarme… ah…

¿Y Faraón? ¿Dónde está Faraón?

Aquí estoy, Remi.

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Hazte a un lado Remi, que yo arreglo definiti-vamente la cuenta de

estos miserables.

No Faraón, nada de eso. Esta guerra,

lo sabes,es también

la mía.

Lárguense de aquí, ustedes dos, ¡antes de

que cambiemosde opinión!

Solo tenemos que reunir-nos con los nuestros.

Tuvimos suerte. Juntemos los caballos. ¿Vienes Faraón? Eh… ¿Algún problema?

Yo… estoy herido.

Una bala me atravesó elbrazo. ¿Puedes ayudarme

a ponerme una venda?

Eh, tengo apenas algunas nociones sobre este tema.

Entonces esoayudará. Lo más difícil será quitarme el saco.

Vayamos primero a encontrar los caballos.

Un poco más tarde…

Debemos largarnos de aquí lo más rápido posible. Los tiros podrían atraer a los indeseables. Los caballos de nuestros

agresores nos atrasarían. También vamos a desensillarlos. Encontrarán sin problema a sus propietarios.

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¿Estás bien Faraón?

Lo puedo sobrellevar, compa-ñero, pero me duele mucho.

Y además siento que me diofiebre. Vamos a llegar a una

hacienda situada cerca de Lorenzo.El propietario, Don Perdenales,

no se negará a ayudarnos.

Lo siento Remi, pero creo que a partir de aquí, deberás completar solo nuestra misión.

Su compañero delira. Juanita podráseguramente bajar la fiebre. Venga

muchacho, no podemos hacer nada porél en este momento.

Su amigo se quedará aquí hasta su completo restablecimiento.

Este gesto lohonra, Señor.

Soy mexicano antes que nada, pero por el momento a

favor de la causa del Imperio. Los republicanos crean

demasiado desorden en el país para obtener la victoria. Esto no impide que los colora-dos(1) tengan una muy mala reputación. También he he-

cho desaparecer el uniforme de su compañero.

(1) sobrenombre dado a la contra-guerrilla.

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No sé cómo agra-decerle su ayuda,

Señor Perdenales.

Es hora de irse a descansar. Le

puedo proporcionar un buen mapa de la

región. Partirámañana alamanecer.

Al alba del 31 de marzo de 1865.

Esta vez, Tequila, no tendremosdificultades.

Y durante la tarde de este mismo día…

¡Maravatío!

Un poco más tarde, en casadel Coronel Lamadrid.

Lamento sus desventuras.La situación se ha tornado

realmente preocupante.Encuentro penoso que un buen

número de nuestros hombres se pasen a las filas enemigas. Mis

efectivos no me permitensocorrer al cuartel de Zitácuaro.

Pero envío inmediatamente

un correo a Toluca. El coronel Ramón Méndez será ca-

paz seguramente de desbloquear esta situación.

¿Y Faraón Lempereur mi Coronel?

Esté tranquilo: mañana envío a cinco de mis hombres para recuperar a su amigo.

¿Supongo que quiere reunirse lomás rápido posible con suscompatriotas en Morelia?

Efectivamentetengo una carta para

entregar al Coronel Van der Smissen.

Bueno, ¡terminados los riesgos!El sargento Paulino Valdez lo

acompañará. Sin riesgo para pasarpor otra desventura. Valdez es unimperialista convencido y conoce la

región como la palma de su mano.

¡Gracias, mi Coronel!

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Morelia, 2 de abril de 1865.

Señores oficiales, queridos compañeros. La llegada del cuerpo belga,comandado por mi excelente amigo el Coronel Van der Smissen, nos

permite considerar una acción determinante en la lucha que llevamoscontra los disidentes de esta región.

¡Qué hombre tan fascinanteeste Coronel De Potier!

Según nuestras últimas informaciones, los jua-ristas agrupados alrededor del lago de Chapala

se pusieron en camino en nuestra dirección.

Parece evidente que nuestros enemigos van a intentar llegar a Tacámbaro y amenazar a todas

las ciudades que ocupamos. Aquí está el mapa que confiscamos con el coronel Van der Smissen.

El mayor Tijdgadt, el capitán Chazal y cuatro compañíasde tiradores belgas ocuparán Tacámbaro. A manera

de carnada.

Laguna de Chapala

UruapanPátzcuaro

Tacámbaro

Morelia

Zitácuaro

Toluca

México, D.f.

Nos tocará a nosotros, 81° de línea francésa, al resto del cuerpo belga y a nuestros auxiliares mexicanos hacer una caza implacable de las fuerzas juaristas. Tomaré personalmente el mando de estas fuerzas con la ayuda invaluable de nuestro gran amigo el coronel Van der Smissen. Puedo asegurarles, Señores, el éxito denuestra empresa.

Jamás nuestras fuerzas han sido tan importantes y la ocasión nos es finalmente ofrecida para pacificar esta región para siempre.

¿Me pregunto, mayor, siestamos cantando gloria antes de tiempo?

No lo sé, mi querido De Schri-jnmakers, pero nuestro papel esencial, en cuanto soldados ¿no es solo obedecer?

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En la mañana del 3 de abril de 1865, el 81° regimiento, un escuadrón del 5° húsar, la mayoría del cuerpo belga y un centenar de jinetes imperialistas mexicanos dejaban Morelia con destino a Pátzcuaro.

A algunas leguas de Pátzcuaro.

Buena suerte mayor. No se preocupe. Seguiremos

de cerca a los juaristas que tienen planeado

atacarlo.

Pueden contar conmigo.Ejecutaré sus órdenes a la letra, Señores coroneles.

El mayor Tÿdgadt, Chazal, algunos oficiales, 256 tiradores y unos cuarenta jinetes mexi-canos imperialistas dejaron la columna para llegar al lugar donde se jugará su destino: ¡Tacámbaro!

Durante la tarde de ese mismo día…

¡Morelia!

El coronel partió esta mañana en campaña. No puedo hacer nada

para ayudar al cuartel deZitácuaro con las pocas tropas

que me quedan aquí.

El coronel Méndez llegará seguramente para hacer lo nece-sario por nuestros hombres. (1) Sólo le

falta unirse al mayor Tijdgadt y al capitán

Chazal en Tacámbaro.

(1) Esta reflexión resulto exacta.

Page 54: TACAMBARO: LAS AVENTURA DE REMI TAMBOR

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Lo siento Tambor, pero el sargento Val-déz se queda aquí, donde me será muy

útil. Usted se irá entonces solo, después de una buena noche de descanso, evi-

dentemente. Usted se lo merece.

Gracias mi capitán.

Al día siguiente.

Me dio mucho gusto reco-rrer esta parte del camino en tu compañía, Paulino.

Cuídate mucho belguita. Esta región es un verdadero

polvorín republicano. Co-nozco a sus jefes: Arteaga, Régules y Riva Palacio. Esos demonios pueden hacernos

ver nuestra suerte.

Gracias ybuena suerte

mi amigo Paulino.

¡Hasta la vista compañero!

En el transcurso de este día iba a evitar las rutas y las localidadesprincipales. Las vueltas que daba fueron la causa de mi lento progreso. De hecho, seguía los consejos del buen Valdéz que me había dado un mapa detallado de la región, trazado con su puño.

La región hervía de enemigos. En la noche per-manecía al acecho, sólo cerrando un ojo. No osaba desensil-lar a Tequila, para evitar toda eventu-alidad. Mi valiente compañero, como siempre, me cuidaba.

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En la tarde del miércoles 5 de abril, en el rancho de la Piedra del Molino,finalmente meuní a la columnadel mayorTÿdgadt que sedirigía haciaTacámbaro.

Ahí encontré al capitán Chazal.

¡Hola Remi!

Y bien, mi amigo, ¡no esperaba

volverte a ver tan pronto!

Yo tampoco mi capitán. ¿Vamos a Tacámbaro?

En efecto, pero qué importa,

ven más bien a contarme tus

aventuras.

Un poco más tarde…

Y así, mi capitán, es todo.

¿Mi capitán? ¿Todo bien mi capitán?

Discúlpame Remi. Desde hace algunos días tengo un mal presentimiento.

Pero no es nada. Vayamos a dormir. Algunas horas de reposo

serán bienvenidas.

Bien mi capitán.

Rápido, ¡Vamos a ver! ¿Qué pasa? Chinacos que nosdisparan, mi capitán.

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Zamora

Zacapu

Morelia

Acuitzio

Tacámbaro

PátzcuaroUruapan

Ario

ChupioPedernales

Turicato

PuruaránLa Huacana

Inguarán

Huetamo

San Antonio de las Huertas

Zinapécuaro

Cd. Hidalgo

Río Balsas

Quiroga

Churumuco

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Maravatio

El Oro

Villa Victoria

Tuxpan

Zitácuaro

Toluca

Taxco

Cuernavaca

México

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¡Allá mi capitán! Remi, conmigo, rápido. Vamos

a tratar de detenerlos.

Seguramente dejaron suscaballos más lejos.

Rápido, podemos atraparlos antes de que caiga la noche. Quizá no es prudente alejarse

demasiado de la tropa, mi capitán.

Remi, quédate a diez metros detrásde mi para cubrirme.

Imposible continuar la persecución con nuestros caballos. Dejemos aquí nuestras monturas.

Entendido, mi capitán.

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Cuidado mi capit…

¡PAS! Auch…

¡No podemos dejarlo aquí mi capitán!

Dios mío, lo…

No Remi, es muy riesgoso, hay que

irnos de aquí lo más rápido posible.

Pátzcuaro, miércoles 5 de abril de 1865. Cuartel general de los coroneles De Potier y Van der Smissen.

Mis exploradores confirman nuestras previsiones, mi querido Van der Smissen. Las fuerzas de los generales Arteaga y

Régules ocupan Zacapu y parecen enton-ces querer atacar Morelia.

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No nos queda más que tomar aesos bandoleros en tenaza. Rodearé

el lago de Pátzcuaro por el norte, mientras que usted efectuará el mismo

movimiento por la otra orilla.

Nuestros coroneles se reunirán en los alrededores de Comanja. Los supervivientes intentarán sin ninguna

duda un repliegue hacia el sur.

Las Tropas del mayor Tijdgadt enviadas a Tacámbaro, solo

tendrán que terminar la faena. Las horas que vienen serán decisivas, mi querido coronel. ¡Esta vez no se nos escapa-

rán!

¡Esperemos que no!

Al mismo tiempo en las proximidades de Zacapu, cuartel general del ejército del Centro, bajo el mando de los generales Arteaga y Régules. Los imperialistas acaban de entrar en campaña.

Tenemos cerca de un día de camino de ventaja.

¡Eh ahí una ventaja queexplotaremos a fondo!

¿Atacamos Morelia?

Para nada, Régules. Arre-metemos en pleno norte. Rodeamos el lago de Cuitzeo para ponernos fuera del alcance de nuestros enemigos. Vamos a recorrer una larga distancia, pero nuestros adversarios, como siempre, sólo encontrarán fantasmas en su camino.

Llegado el momento, atacaremos,pero no a Morelia, como lo suponen los

imperialistas, si no a…

…¡Tacámbaro!

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Jueves 6 de abril de 1865, 20 horas. Ribera norte del lago de Pátzcuaro, columna del coronel Potier.

Mi coronel, los republicanos dejaron Zacapu des-de ayer. Tomaron la dirección del lago de Cuitzeo.

Estrategia rara. En fin ¡qué importa!

Señores, el toque de acoso está atrasado por un día. Continuamos con el mismo movi-miento en tenaza. Advertiré inmediatamente a los belgas.

Jueves 6 de abril de 1865, alrededor de media noche, en Comanja, lugar al que llegaronVan der Smissen y sus hombres.

¡Un mensaje del coronel De Potier!

“Lo importante es guardar constante-mente el contacto. No dudo del éxito de nuestra empresa. Espéreme al sur del

lago de Cuitzeo para el ataque decisivo. Firmado: Coronel de Potier.”

¿Cuáles son lasórdenes, mi coronel?

Eh… continuamos el movimiento en tenaza elaborado por el coronel de Potier.Despierte a la tropa en cuatro horas.

A sus órdenes.

Este asunto empeoracada vez más.

Noche del 6 al 7 de abril de 1865. Compañía del mayor Tÿdgadt, a algunas leguas de Tacámbaro.

Esta mañana, me dirigí con un destacamento al lugar de nuestra agresión. El hombre

al que le disparaste había desaparecido, sin duda recu-perado por los suyos. Tal vez no estaba más que herido…

Si, quizás…

El 7 de abril a la 1 de la mañana, la columna del mayor Constintin Tÿdgadt llega a Tacámbaro.

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En las primeras horas del día, algunos oficiales realizaron un reconocimiento de los alrededores. Este pueblo está totalmente encajo-

nado. La vegetación permite además un acercamiento fácil del enemigo. En pocas palabras, esta localidad

es indefendible en caso de ataque. Vayamos a prevenir al mayor.

En el centro de la localidad nuestras tropas serían tomadas desprevenidas. A menos de una legua de aquí está situada una hacienda

ubicada sobre un terreno elevado. En ese lugar, podríamos oponer una resistencia más eficaz al

enemigo en caso de ataque.

Señores ¡suficiente! ¡Las órdenes son las

órdenes! Nuestros su-periores nos conminaron

a establecer nuestra defensa en el centro

del pueblo. ¡Es necesario respetar sus órdenes!

¡Ejecutémoslo!

Los fusileros se ocuparon en el curso de ese día de fortificar

la iglesia y sus anexos, que cons-tituían en Tacámbaro los únicos

edificios defendibles.

A 25 leguas más al norte, el coronel Van der Smissen y su tropa habían llegado al sur del lago de Cuitzeo.

¡Allá, mi coronel, los chinacos! Llegamos muy tarde para

interceptarlos.

¿Qué hacemos ahora, mi coronel? Nuestros hombres están agotados.

¿Qué quiere que le diga? No me toca to-

mar la mínima decisión en esta campaña

malgastada. El coronel De Potier nos pidió es-perarlo aquí, entonces ¡esperemos! ¡Levante

el campamento!

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Tacámbaro, 8 de abril de 1865.

¡Una hora de descanso!

Mira, ciertos pueblerinos al parecer se atreven a salir finalmente.

Bah, sabes, los entiendo. Aquí, se fusila y se detiene a la gente casi por

costumbre…

…tanto más que los ecosde nuestras hazañas enZitácuaro seguramentellegaron hasta aquí. Y…

¡Oh!

Eh, Remi ¿a dónde vas así?

Espera, regreso enseguida.

Quiero tener a qué atenerme.

Ah, ahí está ella… Esa silueta…

¡Alto ahí!

Ay, ¡el capitán De Schrijnmaekers!

¡Nada sensible éste!

Entonces solda-do, lo sorprendo

tentando la aventura.

Parece ignorar las consignas: evitar todo contacto con los habitantes.

Pero, mi capitán…

¡Nada de peros! Y además ¿qué es esta vestimenta completamente desaliña-

da? Es inadmisible, mi buen mozo.

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Bueno, olvidemos este incidente. Usted forma parte de nuestras tropas monta-das. Preséntese inmediatamente y vigile la ruta de Chupio. Esperará a que vengan

a relevarlo al anochecer… Y además, rectifique su vestimenta.

A sus órdenesmi capitán.

Uf, me libré de esta no tan mal.

Otro vago más que no me gus-taría tener a mi lado en caso de

problema.

Tacámbaro, domingo 9 de abril de 1865.

¡Entre!

¿Me llamó mi capitán?

Si Remi, quisierarevelarte exactamente

nuestra situación.

De hecho, no es muy brillante. Los generales Régules y Arteaga, al rodear el lago de Cuitzeo desbarataron total-

mente nuestros planes de intercepción. El movimiento de nuestros adversarios

es estratégicamente soberbio. Aún mejor: tienen en este momento más de medio día de adelanto sobre los

coroneles Potier y Van der Smissen y se dirigen hacia el sur.

Si entiendo bien, mi capitán ¿nos arries-gamos aquí en Tacámbaro a tener que afrontar a todo el ejército republicano?

¡Exactamente!

En este momento, el camino hacia Morelia debe estar totalmente

cortado. Descender hacia el sur se presenta imposible: sería penetrar

en pleno territorio enemigo…

… y además, el mayor Tijdgadt aplicando sus órdenes a la letra, espera tener Tacámbaro hasta la llegadade loscoroneles.

Pero, mi capitán, ¿por qué me hace estas revelaciones?

Soldado, como usted sabe, soy el hijo del ministro de

guerra. Concibo difícilmente que, según una tradición

jerárquica bien establecida, sólo los oficiales deban

estar al corriente de las realidades. Tendré la sa-

tisfacción que al menos un hombre de la tropa sepa el

drama que se avecina.

Bueno, es hora de asistir a lagran misa. ¿Vienes conmigo?

No, mi capitán, debo hacer mi guardia cerca de la ruta

de Chupio.

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Mucha gente para esta misa.Dios mío, allá, mi bella desconocida

que entra en la iglesia. Tequila ¡espérame aquí!

Esta vez, sabré a qué atenerme, con osin el consentimiento del capitán

De Schrijnmaekers.

Sobretodo, no hacerme notar. Oh ¡allá está!

¡TERESA!

¡Es apenas creíble! Bueno, es

necesario queme largue de aquí

lo más rápido.

A galope, Tequila.El deber nos llama.

Vaya, ahí va uno de los hombres de nuestras tropas

montadas que parece bien decidido. Eso siempre causa

placer verlo.

En esta época del año anochecía muy rápido en México. Remi admiraba las montañas que lo

rodeaban: estaba feliz…

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Tacámbaro, lunes 10 de abril de 1865.

Es absolutamente necesario que encuentre el medio para toparme con Teresa en este pueblucho.

¿Qué piensas Tequila?

¿Esto te es totalmente

indiferente, ah bonita?

Remi ¡vamos a hacer un reconocimiento sobre el camino de Morelia!

¡Chispas!

A sus órdenes mi capitán.Tiempo de ensillar Tequila.

Mira, ahí está el doctor Lejeune.¡Buenos días Ernest!

Fui llamado al otro lado del pueblo a la cabecera de

un enfermo recogido por una dama. Este hombre

vino a buscarme. ¿Quiere acompañarme?

Con gusto, doctor. Es enefecto más prudente.

¿Vienes Remi?

Eh… sí, mi capitán.

Un poco más tarde…

¡Encantado, Señora! Señor Doctor, ¡sígame por

favor!

Eh… Doctor, nosotrosesperamos aquí afuera.

Muy bien capitán.

Page 67: TACAMBARO: LAS AVENTURA DE REMI TAMBOR

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Permanezcamos al alba. Remi,vas a echar un vistazo detrás

de esta casa.

Bien mi capitán.

¡Pst Pst!

¡TERESA!

shhh, sígueme.

Estoy tan contenta devolverte a ver Remi.

Al mismo tiempo.

Ernest, quieres venir,tenemos un problema.

Nuestro enfermo me parece más bien ser un disidente herido

por las balas.

Pero lo reconozco. Se trata de mi agresor que mi orden cree haber matado

hace 5 días.

No les pido para nada sus apreciaciones, Señores,

tan sólo curar aeste hombre.

Al mismo tiempo, en otra pieza de la casa.

Lo siento Teresa…

…debo reunirme con los otros pero regreso lo

más pronto posible.

No te muevas, extranjero.

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Dios mío, Teresa, esta es la segunda vez que me agreden en tu presencia.

¿Por qué? ¿Por qué?

Pronto lo enten-derás, Remi. Si

quieres seguirnos. Vamos juntos a

reunirnos con tus oficiales.

Unos instantes más tarde.

No es fácil trabajar bajorestricciones. En fin, pude extraer la bala. Ahora hace falta dejar todo en

manos del Dios.

Jesús, te vas inmediatamentede Tacámbaro con Paco.

Señores, soy laesposa del general

Nicolás Régules. Aquí están mis hijos…

…y mi sobrina Teresa. El heridoque usted curó es mi sobrino.

¡Mi hermano Remi!Ahora, señores, me

pongo en sus manos.

Lo esperaremos aquídoctor. Remi, más vale que

salgamos de aquí porrespeto a esta gente.

Bueno, solo hace falta ir aadvertir al mayor de todo esto.

El momento parecía oportuno para contarle al Capitán Chazal mis desventuras sentimentales.

Y es así mi Capitán, ahora ya sabe todo.

Entiendo sobre todo que, pasa salvarme la vida, debiste abatiral hermano de una mujer quellevas en el corazón.

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No lo sabía mi capitán. Más vale olvidar todo esto.

Pero ¿podré olvidar?

No lo sé Remi,no lo sé.

Un poco más tarde…

Le aseguro, señora, que no se le hará ningún mal ni a losmiembros de su familia. Debo sin embargo, conducirla

personalmente con sus hijos a una casa más cercana a la iglesia.

Respondo al deseo del capitán Chazal de dejar en esta casa al herido y a su sobrina, bajo la guardia del soldado aquí presente.

Mientras que la señora Régules, sus hijos, el mayor Tÿdgadt y el doctor Lejeune de-jaron este lugar, Ernest Chazal se quedó un poco atrás. El valiente capitán me hizo un signo con la mano y me guiñó.

Ya nunca lo volvería a ver. Esta imagen se quedaría para siempre grabada en mi memoria.

Y en la tarde del 10 de abril de 1865, se pudo ver este extraño cortejo atravesar las calles de Tacámbaro.

La noche había caído en ese momen-to. El sargento Chapitre y algunos hombres efectuaban patrullajes fre-cuentes en la pequeña ciudad.

Tengo la impresión de que pocas personas duermen esta noche, sargento.

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Sobre la plaza ciertos tiradores velaban. Entre ellos, la pareja formada porPhilippe Opdemessing y su esposaCatherine la cocinera.Creo que podemos

esperar un ataque en las horas que vienen.

Si “ellos” atacan, Trinette, terefugias en el fondo de la iglesia.

Y tú, no te arriesgues tanto,te conozco mi buen mozo.

Mientras esperamos, tratemos de dormir algunas horas.

Según una tradición bien establecida en los ejércitos de la época, los oficiales se hospedaban cerca de los pobladores. En Tacámbaro, algunos estaban muy lejos de sus soldados que acampaban en las proxi-midades de la iglesia.

¿No hay más noticias del coronel, mayor?

Nada, Ernest, pero es-toy persuadido que llega-rá aquí en las siguientes

horas.

Como Napoleón en

Waterloo, esperaba a Grounchy y fue Blucher.

Lejos del centro, en la casa de la señora Régules, Remi plasmaba en su dia-rio los eventos pasados.

¡Remi!

¡TERESA!

La fiebre parece desapa-recer. Mi hermano duerme

en este momento. Dejé-moslo descansar. ¡Ven!

Teresa, soy yo quien…

Lo sé, Remi, pero no es tu culpa.

Cayeron en los brazos del uno y del otro. Parecían en ese momento estar solos sobre esta tierra. Olvidaron entonces las vicisitudes de sus coexistencias, tan solo reteniendo los sentimientos que había del uno hacia el otro.

Tienes unos ojos muy bellos, sabes…

Bésame.

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Tacámbaro, 11 de abril de 1865. En la madrugada, el subte-niente Adam, oficial del día, se retira para visitar los puestos de guardia situados en la entradade la localidad. Entonces ¿ninguna novedad?

No, mi lugarteniente

El oficial se dirige enseguida hacia la iglesia donde se alojaba la tropa con el fin de hacer sonar la alarma.

Mi lugarteniente ¡allá! El oficial lleva maquinalmente su mirada sobre la colina situada al norte de la localidad donde una multitud de jinetes acaban de aparecer…

…mientras que un cañón abre fuego: es la señal de ataque

¡Fuego!

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Son las fuerzas de mi tío que ata-can Tacámbaro.

¡El cañón!¿Qué pasa?

¿Qué?

Quédate conmigo y no nada te

pasará. No puedo. Sería traicionar a mi

destacamento y a mis compatriotas.

Lo siento, Teresa, me reúno con mis compañe-

ros en la plaza.

Pero Remi, tú…

Desdichado, no lo lograrás. Todos ustedes serán

masacrados.

Los jinetes republicanos se habían lanza-do al ataque en dirección al centro de la localidad.

Eran precedidos por una multitud depersonas a pie que avanzaba bajo elabrigo de la exuberante vegetación.

En la morada de los belgas,el despertar fue brutal.

Mi mayor, mi capitán,¡¡¡”ellos” están allá!!!

Un segundo golpe de cañón fue disparado. El proyectil iba a alcanzar la iglesia.

¡¿?!

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Al mismo tiempo, Remi sa-lía de la casa de la esposa del general Régules.

Es necesario quellegue a la plaza.

¡Muy tarde! PUM

PUM

Los republicanos habían tomado rápidamente el centro de Tacámbaro. Dentro la iglesia situada en la plaza…

¿Y nuestrosoficiales? Van a llegar. ¡Todo

el mundo a su puesto de combate!

Con mucho trabajo el mayor Gÿdgadt y el capitán Chazal progresaban hacia el reducto al abrigo de las columnas que rodeaban la plaza.

Olvidé mis armas.

PUM

PUM

Ya no es tiempo de ir abuscarlas. Chispas, nos han visto.

Voy a tratar de detenerlos.

Efectivamente, ante la determinaciónde Chazal los republicanos detuvieron su

ataque momentáneamente.Aprovechemos este corto repliegue

para reunirnos con nuestros hombres.Auch, ¡me hirió!

Ernest.

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No tiene importancia: es un simplerasguño. Aparentemos otra cosa.

Los dos hombres consiguie-ron con mucho esfuerzo reunirse con sus hombres.

Ahí están nuestros ofi-ciales. Rápido, cúbranos.

…No era el caso de los oficiales de la6ª compañía entre los cuales estabael capitán Arsène De Schrynmackers.

Qué estupidez de alojarnos tan lejosde nuestros hombres.

Imposible pasar. Hay que atacarpor la retaguardia, Arsène.

Voy a tratar de detenerlos un poco.

Algunos instantes más tarde.

No creo poder retrasarlos más.Por otro lado, ya no tengo tiempo

de recargar mi arma.

Larguémonos de aquí. Es necesario que llegue a nuestro alojamiento.

Evidentemente, los otros no me esperaron.

Con dificultad De Schÿmmackers llegó al abrigo.

Rayos, la puerta está bloqueada.

De repente, el oficial fue herido en la mano y en la pierna.

Solo me queda enfrentarlos y arriesgar el pellejo.

Por aquí, mi capitán.

Page 75: TACAMBARO: LAS AVENTURA DE REMI TAMBOR

75

Carambolas,soldado ¿qué haces aquí?

No hay tiempo de explicarle, capi-tán, mi revolver está casi vacío.

Llegando aquí, vi que una delas ventanas de esta casa

estaba entre abierta. Puede estarlo todavía.

Vayamos rápido.

Aquí, es nuestra única oportunidad de

salvarnos.

Afortunadamente disparan mal. Vamosbuen hombre. Me toca detenerlos. En el interior

encontraremos armas y municiones. A propósito ¿Cuál es tu nombre?

Remi Tambor,mi capitán.

Frente a la determinación y al fuego nutrido del oficial, los mexicanos se detuvieron un segundo, así que Schÿnmackers aprovechó para deslizarse por el vano de la ventana.

Despacio, mi capitán, está usted herido.

No importa. Rápido, esto comienza a calentarse.

Al mismo tiempo, en la habitación de la entrada de la misma casa se juega un drama. Después de haber intentado desesperadamente contener a sus adversarios, los oficiales de la 6ª compañía

sucumben en número.

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Dios mío, micapitán

¿escucha?

Creo, desgraciadamente, que no podemos hacer

nada por mis desafortu-nados compañeros.

¡Los malvados! ¡Intentan derribar

la puerta!

Esta protección irrisoria no aguantará mucho tiempo. Nada de dejarse asesinar

tan fácilmente. ¡Carambolas! Tambor, ¿qué sucede?

Por Dios, soldado ¡recupé-rate! No es el momento de

flaquear. Como si no tuviera suficiente con estos furio-sos que nos quieren masa-

crar. ¿Entiendes?

Eh… si, mi capitán.

Vamos, muchacho, sígueme. Si estos cana-llas creen obtener nuestro pellejo fácilmente,

se equivocan… burdamente.

Cargados con todas las armas y muni-ciones encontradas, los dos hombres

subieron al segundo piso.

¡Ahí están! Habrá que ahorrar las municiones. Dispararé mientras que

tú cargas las armas. ¿Entendido?

Sí, mi capitán.

¡Atrapen esto, canallas!

Page 77: TACAMBARO: LAS AVENTURA DE REMI TAMBOR

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Las fuerzas mexicanas se habían expandido por todas las callejuelas de Tacámbaro. Todas convergían en ese momen-to hacia la plaza…

…dónde los belgas intentaban vanamentedestrozar la flota de los agresores haciendomúltiples salidas a partir del reducto.

Al regreso de uno de esos ataques.

No creo que los oficiales dela 6ª compañía puedan unirse

a nosotros aún.

¡Solo Dios sabe quéfue de ellos!

Capitán Delannoy, ¿piensa queserán suficientes nuestros

hombres para repelerlos?

¡Ciertamente mayor!

Vamos camaradas, mostrémosles lo que valen los soldados de la 2ª

compañía de carabineros. Adelante, con la bayoneta.

Toda la compañía se lanzó al contra ataque, logrando atacar momentáneamente a losrepublicanos de la plaza.

Los tiradores mexicanos redo-blaron desde las terrazas y los balcones circundantes.

El capitán Eugenio Delannoy fue abatido durante esta acción.

Una vez más los voluntarios fueron forzados obligados a replegarse en el reducto.

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Al mismo tiempo.

Parece que ellos renuncian a atacarnos.

Dios mío ¡allá!

Los canallas, incendiaron la casa. No nos podremos que-dar aquí por mucho tiempo.

No perdamos un segundo.Esta ventana a la pieza contigua.

Hay que tumbarla.

Yo me encargo,mi capitán.

¡Cuidado!¿Qué pasó muchacho?

Uff… ¡Tuve suerte!

Esto confirma, desgraciadamente, que el enemigo ocupa esta pieza. Ya no tenemos ninguna posibilidad de retirarnos.

No hay duda que la totalidad del techo será presa de las llamas.

La posición de los mexicanoses igualmente insostenible

como la nuestra.

Conclusión: la victoria será de quien resista más tiempo en este infierno. No hay opción en lo que nos concierne. Con riesgo de caer como ratas, ¡se-remos los últimos en irnos de aquí!

Para empezar, bloqueamostodas salidas. ¡Sin duda no

permitamos tener a los furiosos sobre nosotros!

Page 79: TACAMBARO: LAS AVENTURA DE REMI TAMBOR

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Mi capitán, acabo de encontrar un cántaro lleno de agua.

Eso es un lujo en nuestra situación.

Pero nada de refrescarse. Mojamos nuestros pañuelos en

esta agua.

…y nos protegemosasí del humo.

Sobre la plaza, acorralados cerca de la iglesia, los belgas resistían todavía reali-zando salidas sucesivas que resultaban ser sin embargo muy costosas en hombres.

Ese fue el caso del mayor Gÿdgadt, del lugarteniente Vanderbussche, del lugarteniente Carlot, del capitánGauchin, del capitán Chazal…

Los carabineros lograron llevar al reducto al desafortunado mayor

Gÿdgadt, seriamente herido…

…después al capitán Chazal en unestado aún más deplorable.

Los belgas pronto se vieron obligados a limitar sus salidas, conformándose con

una defensa determinada de su posición.

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Todavía inmovilizados en la casa en llamas, Remi y el capitán Schrÿmackers se tiraron en el suelo para escapar de los vapores tóxicos.

No puedo más, mi capitán.Yo tampoco, muchacho. Ni modo,

es mejor masacrar que morir aquí quemados como ratas.¡Derribemos el batiente!

El fuego ha totalmente invadido esta pieza.

Lo que obligó a los que medispararon a abandonar el lugar.

Conservemos las armas de puño.Al final de esta pieza hay aire puro.Lo siento por lo que nos espera allá.

A mi señal: uno, dos, tres.A nosotros…

…¡EL INFIERNO!

Aguantar algunos metros más. Allá, puede

ser la salvación…

Cof, cof…

Aire, por fin.

El patio está vacío. Un verdadero milagro. Refugiémonos en esta caballeriza.

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Aquí también parece que el fuegocompletó su trabajo destructor.

¡QUÉ HORROR!

Valor, muchacho, esto es parte de la guerra. Vayamos a ver más adelante.

Se escuchan todavía los rui-dos del combate por el lado de la plaza. Parece que los nues-

tros se resisten todavía.

Creo, mi capitán, que es preferible esperar aquí,

hasta que todo se calme.

Esa es miintención.

Un pocomás tarde…

Encontré en un rincón ropa de

civiles.

Fantástico. Estos ha-rapos nos servirán para dejar la ciudad en cuanto el combate haya cesado.

En la plaza principal, en una esquina, losrepublicanos habían conseguido meter un cañón listo para usarse.

En la iglesia y el reducto

Nos van ahacer papilla. ¡Debemos des-

truir esa pieza!

¡Voy! No se dirá que el hijodel ministro de Guerra faltó

a su deber.

A pesar de sus heridas, el capitán Ernest Chazal, seguido por algunos voluntarios, lanzó una nueva embestida.

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Los encargados del cañón fueron des-armados. Chazal fue en ese momento mortalmente herido.

El oficial fue llevadoal reductomoribundo.

Cada carabinero luchaba por su pro-pia cuenta en ese momento. Algunos disparaban en medio de la plaza…

Yo disparo la última. Yo también.

…después se iban al reducto en medio de una verdadera lluvia de proyectiles.

Philippe, ¿te volviste loco?

Sin duda, Catherine,

pero ¿tenemos opción? Sírveme un vaso antes de

que regrese.

En esemomento…

Mi lugarteniente, ¡ya notenemos municiones!

Tacámbaro, martes 11 de abril de 1865, 13 horas.

¡Soy el general Régules!

Un parlamentario, ¡cesen el fuego!

¡Escuchen ustedes! Somos todos amigos… ¡Viva la libertad! (1)

(1) ¡Escuchen ustedes! Somos todos amigos… ¡Viva la libertad!

¿Cuáles son lascondiciones de rendición?

Capitulación digna.

Es aceptada,detengamos los

cargos.

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Al mismo tiempo, algunas cuadras más lejos.

Mi capitán, escuche: el fuego cesó.

Es elmomento de salir de este agujero.

El camino está libre, pero no tenemos opción. Para dejar Tacámbaro e

intentar llegar a Morelia, debemospasar por la plaza.

Lo importante es nohacerse notar.

A la vuelta deuna callejuela.

Muy tarde para dar mar-cha atrás. ¡Vayamos!

Dios mío, ¡nuestroscompañeros prisioneros!

Allá, el capitánDe Schrijnmaekers y Remi.¡Están vivos, muchachos!

¡¿?!

Eso, no es muy astuto. Efectivamente.

Mi oficial está herido y necesita curación.

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En la tarde los generales Arteaga y Riva Palacio hicieron su entrada a Tacámbaro en compañía del general Nicolás Régules, quién había encontrado a su familia indemne.

¿Y qué hacemos con los prisione-

ros, general?

Todos los oficiales serán fusilados mañana a las 7 en punto y esto es para responder a las atrocidades cometidas

por el gobierno imperial.

¡De esto no hay duda, José!

Mi esposa me señaló la acti-tud correcta

observada por estos belgas en el cuidado de los míos. Y además,

di mi palabra durante su rendición.

Comandantes, nues-tros exploradores

nos señalan que una columna imperialista

marcha hacia la ciudad. Me parece prudente

que abandonemos este lugar lo más

rápido posible.

Antes de dejar Tacámbaro, Arteaga se presentó ante los oficiales prisioneros que habían sobrevivido al combate.

Se hará según sus deseos,

amigo.

Responderemos con la generosidad a los asesinatosde la corte marcial. (1)

Responderemos con generosidad a los asesinatos de la Corte marcial.

Siendo un simple soldado, ni siquiera ha-bía podido acompañar al capitán De Schrÿnmackers. Me llevaron con los otros tiradores prisioneros. A los oficiales he-ridos los habían juntado en una casa

situada cerca de la plaza. Me di cuenta más tarde que mi querido capitán Cha-zal había agonizado y muerto duran-te la noche. El desafortunado mayor Tÿdgadt, herido mortalmente por el es-tallido de una granada, había sobrevi-vido solo unas cuantas horas. El combate de Tacámbaro había confrontado a 250 voluntarios belgas contra unos tres mil quinientos mexicanos del partido juaris-ta. Teníamos oficiales muertos, 4 heridos y

cerca de 50 suboficiales y soldados habían sido puestos fuera de combate.

En la noche del 11 al 12 de abrilde 1865, el general Régules entregó

los 203 prisioneros…

...de los cuales yo formaba parte, al coronel Villagómez, con la encomienda deconducirnos hacia la pequeña ciudad de Huetamo, sobre el río Balsas,a algunas leguas del Pacífico.

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Mi pobre Remi, temo que aquí no se termi-nen tus aventuras.

Permítame dudarde sus palabras mi

querida Teresa.

Además, a partir deahora, me encargo del

destino de Remi Tambor.

Los días siguientes, bajo una buena escolta, los prisioneros belgas fueron conducidos inexorablemente hacia el sur, zona bajo la in-fluencia republicana.

Morelia

Pátzcuaro

Tacámbaro

San Antonio de las Huertas

HuetamoRío Balsas

El domingo 16 de abril de 1865,llegaron a Huetamo.

¿Qué va a ser de nosotros mi lugarteniente? ¿Volveremosa ver algún día nuestro país?

No lo sé, perouna cosa

es segura…

…el coronel no nos dejará caer, con el riesgo de venir a buscar-

nos aquí.

Mientras esperamos, ahí va nuestro caldo de hoyque parece ventajoso.

El mismo 16 de abril de 1865, la columna del co-ronel Van der Smissen llegaba a Tacámbaro.

Es una verdadera catástrofe. La más grande humillación que jamás

haya tenido nuestro ejército.

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Y todo esto por lavanidad e incom-petencia de este coronel francés.

Solo veo una solución. Que los hombres se preparen. Vamos alanzarnos hacia el sur para liberar a nuestros hombres retenidos por estos ridículos republicanos.

Es imposible, mi coronel. Los franceses pronto se van a retirar de Michoacán y usted sabe que nos toca aquí asegurar el relevo.

Así será, pero créanme, señores, haré todo para obtener una victoria avasalladora sobre estos bandidos.

Tomaremos un máximo de prisioneros que intercambiaremos por nuestros

desafortunados compatriotas.

Y además, hagan borrarla grosería escrita por

esta gentuza sobre el muro de la iglesia.

Una noche, en Huetamo. Remi Tambor, ¡sígueme!

¡Yo! ¿Lo tengo que seguir? Y ¿por qué?

Sin duda por una u otra faena, Remi. No les gus-tan mucho los trabajos

a estos bribones. Por cierto, a nosotros

tampoco ¡ja ja!

AQUÍ HAN QUEMADO LOSCANALLAS BELGAS

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Es muy raro que haya dicho mi nombre. No me gusta esto.

Entra aquí, ¡espera aquí!

: Entonces, Remi, nosadaptamos a las

costumbres del país.

¡F A R A Ó N!

No te imaginas la alegría de volverte a ver.

¡Ni a mí!Pero, dime,

cómo…

Escucha, Remi, no tengo tiempo de darte explicacio-

nes. También tengo a Tequila que tiene muchas ganas de

volverte a ver. Para Remi. Como prisionero, no me sirves de nada.Lo que importaes que vuelvasa ser un hombrelibre.

¿Entonces Remi? No tenemostiempo de tergiversar, sabes.

Salimos por detrás de esta casa. Los caballos nos esperan.

Bien, Faraón.Te sigo.

Un poco más tarde.

Pero yo...

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Faraón, me tienes que explicar.

Te escucho.

¿Cómo le hiciste para liberarme tan fácilmente?

Asistí al combate en el campo republicano sin, claro está, participar. Sabes, me rela-

ciono rápidamente. Y además aquí, como en otros lados ¡el peso es el rey!

¿Y tu herida?

Como puedes constatar-lo, no es más que un mal

recuerdo. Me curaron bien, sabes, y como recobro muy

rápido las fuerzas…

¿Qué vamos a hacer ahora Faraón?

Tan solo llegar a la hacienda

del Señor Perdenales.

Al día siguiente llegábamos a nuestro destino, sin problema. Parecía que toda la región había sido desolada por sus beligerantes.

Que alegría de volverlos a ver, muchachos.

Aquí estarán seguros. El trabajo no falta en una hacienda. Toda mano de obra es siempre bienve-nida. En este momento,

algunos broncos salvajes piden ser domados. Ya

verán: ¡es apasionante!

… comenzaba para Faraón y para mí uno de los más bellos periodos de nuestra vida.

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Los días, las semanas y después los meses pasaron.

Y después, una mañana…

El periódico oficial El Diario del Imperio relata que las tropas belgas infligieron

una estrepitosa derrota a los republica-nos en las alturas de La Loma, cerca de

Tacámbaro.

El coronel Van der Smissen tiene por fin su gran victo-ria. Los numerososprisioneros servirán cierta-mente de moneda de cambio para liberar a tus compatriotas detenidos en Huetamo. (1)

Es una maravillo-sa noticia Faraón.

(1) Los prisioneros belgas fueron efectivamente liberados el 5 de diciembre de 1865.

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Después, fue organizada una fiesta con motivo del año nuevo. ¿Y Remi? No lo sé, se fue a las caballerizas… solo.

Entonces Remi ¿no participasen la fiesta?

Lo siento Faraón, pero no consigo olvidar que la guerra continúa aquí. Siento nos-

talgia por los horizontes más pacíficos. Y además, extraño mi país.

Conozco esto, muchacho. A partir de mañana reflexionaremos sobre eso.

Mientras tanto, ven a divertirte.

Al día siguiente.

Sugiero dirigirnos al norte hacia la frontera.

¿Ir a Estados Unidos? Cierto, la guerra de

secesión terminó, pero no lo lograrán, hombres,

por el Mapimí.

¿El Mapimí?

Es un desierto que tendríamos que atravesar. Es propicio en las incursiones de los indios Apaches y los Yaquis. Su travesía repre-sentaría en efecto, demasiados

peligros.

Yo les aconsejo irse hacia Tampico y embarcarse hacia Nueva Orleans. Las zonas por atravesar tienen poca presencia, tanto

republicana como imperialista. Veamos todo esto en el mapa.

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Tendrán que recorrer 600 kilómetros. Eviten sobre

todo los caminos principales.Señor, este itinerario

me parece en efecto el más viable.

Y al día siguiente.Señores, buena suerte y sean prudentes.

Gracias, Señor Perdenales. Jamás lo olvidaremos.

Fue un gran recorrido épico, a través de paisajes suntuosos. La brújula fue frecuentemente necesaria, ya que nuestro trayecto se desarrollaba fuera de los grandes accesos.

Anochece. Nos instalaremos ahí para pasar la noche.

Mañana, atravesaremos el camino que conduce de Querétaro a… …San Luis Potosí. Será…

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¡Remi, no te muevas!

¡QUÉ HORROR!

Un mocasín de México: la serpiente más peligrosa. Lo siento Remi por esta acción

espectacular, pero un disparo habría podido atraer otros intrusos igualmente desa-

gradables.

Mientras esperamos, Faraón, podríamos pasar la noche un poco más lejos en caso de que

este animal tuviera otros miembros de su familia en las

proximidades.

Al día siguiente… Veo una columna.

Si, franceses. Van haciaSan Luis Potosí.

Es la tercera columna en esta mañana. De seguro las tropas impe-riales llevan una campaña hacia el norte de México. Eso no cambia nuestro itinerario, pero tendremos que ser más prudentes.

Era una noche de luna llena. Logramos atravesar la ruta de Querétaro a San Luis Potosí. Nos dirigimos hacia el este. Antes del amanecer, tomamos algunas horas de descanso, cuando de repente…

¡LOS COLORADOS!

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Mi querido Remi, te presento a la contraguerrilla francesa.

Sobre todo, ningún gesto: estos pillos raramente fallan

su puntería.

Señores si quieren seguir-nos, después de habernos

entregados sus armas, claro está…

Hay que jugar con tiento con estos individuos. Son menos cómodos que los mocasines. Formé parte de esta unidad

cuando operaba en tierra caliente al momento del combate de Camarón.

Tuviste en Zitácuaro una muestra del tipo de guerra que llevan estos demonios. Enton-

ces inmediatamente cambié de unidad. Por desgracia, en

la contraguerrilla de Pachuca, nada iba a cambiar. Siempre la misma orden: robar, matar…

La contraguerrilla fran-cesa tenía cerca cuarteles en la Mesa de Palotes. Llegamos a esta hacienda al anochecer.

Tengo la impresión de que voy aencontrarme a un viejo conocido.

Entren señores, los esperan.

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Este querido cabo primero Faraón Lempe-

reur. ¡Qué sorpresa!

Encantado de volverlo a ver, mi coronel. Remi, te presento al coronel Dupin, comandan-

te de de la contraguerrilla francesa.

Entonces Faraón, ¿se han unido al rango de

los desertores?

Jamás, mi coronel. Como usted lo sabe, digamos

que todavía estoyen busca de nuevas

aventuras…

…y dado tus orígenes, dudo que puedas encon-trarlas aquí. Siempre me

agradaste, muchacho.

Mientras esperan, conoces la consigna: o te unes a nosotros con tu compañero o los aprehendo.

Será un enorme placer unirnos a usted, mi coronel.

Freynet, te encargas de proporcionar el equipo a nuestros dos nuevos reclutados.

Al día siguiente…

¡Ahí están ustedes dos! Por orden del coronel, vengo a presentarles dos de nuestros hombres encar-

gados de vigilarlos, todo esto para evitar cualquier contagio nuevo de

deserción.

¡ELLOS! PACO Y RAMíREZ.

Todavía tengo una cuenta que

saldar con estos dos canallas.

Veo que estos señores ya se conocen. Los dejo enton-ces arreglar tranquilamente

sus problemas.

Entonces ¿una vez más cambiaron de bando?Faraón, tengo la impresión de que

estos dos tienen mucho interés de que su pasado no sea evocado delante

del coronel. Creo que como nosotros, ellos están totalmente desorienta-dos en esta aventura mexicana. No

podríamos soñar de mejores ángeles guardianes.

De acuerdo, pero puedo asegu-rarte, Remi, que soy yo quien se encargará de tener en la mira a

estos bribones.

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Algunos días más tarde… Señores, regresamos a Tampico. Lo que nos va muy bien.

¿Por qué esa sonrisa, Lempereur?

Es de felicidad de servirle de nuevo, mi coronel.

Ten cuidado muchacho. Mi paciencia tiene límites. Todo esto podría termi-narse en un cara a cara.

Se que eres un famoso tirador, Lempereur, pero

mi propia reputación en este tema no se queda

atrás.

Eso lo sé, mi coro-nel, pero lamenta-

ría que hombres de nuestra calidad se maten entre ellos.

Carambolas, Faraón, constato una vez más que tu reputación de sabio no está usurpada. Nos será muy útil en estos momentos difíciles. Dejare-mos entonces para mástarde nuestra confrontación.

Ese mismo día, la contraguerrilla se puso en camino, bajo una lluvia fuerte en dirección a la costa.

Pronto, la columna iba a avanzar en una región totalmente inundada.

El gran peligro en esta situación es no poder diferenciar entre el lecho de los ríos de la tierra firme.

La corriente se vuelve rápida.

Una media hora más tarde, a pesar de un progreso prudente…

¡Remi!

¡Faraón, me resbalo!

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¡Faraón, no sé nadar!

¡Sostente de Tequila! ¡Ya voy!

Y entonces, ustedes dos ¿qué esperan? ¿Su misión no esestar al pendiente de estos dos nuevos? ¡Tráiganme a esos

dos chistositos! ¡Ejecución!

¡V A M O S!

Los cuatro jinetes y sus monturas fueron llevados por las olas cada vez más tumultuosas.

¡Remi! ¡Hay que aguantar!

¡Jamás saldremos vivos de aquí!

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Tan sólo una media hora más tarde las aguas se volvieron más tranquilas. Las oleadas iban a disminuir, el torrente se convertía en río…

¡Remi, mi caballo puede tocar el fondo!

¡Tequila también!

Ramírez fue el primero en poder tocar tierra firme.

Un poco más tarde…Remi, creo que es el momento de comunicar nuestras intenciones a nuestros dos compañeros de

viaje.

Es inútil volver por ese camino de agua. Nues-tro periplo probablemente nos acercó

a la costa de Tampico, destino de lacontraguerrilla.

Y además, pongamos las cartas sobre la mesa. Lempereur, lo

sabe, no soportará más. Remi y yo esperamos llegar a los

Estados Unidos. ¡Supe que en el oeste hay oro!

¡ORO! ¡ORO!

Como lo constato, señores, el far-west les interesa. Es así que dejamos un negocio bien arreglado. Podemos entonces volver a tomar

el camino.

Por Dios Faraón, no tuviste problema para persuadirlos.

Solo se trata de usar losargumentos adecuados.

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Ves, Remi, reflexioné mucho en el curso de esta campaña. Así, muy seguido me pregunté: ¿por qué los hombres presentan siempre sus

diferencias en consideración?

Esta actitud es la fuente de todos los con-flictos. Si, por el contrario, sus puntos comu-nes fueran únicamente tomados en cuenta,

sólo la paz y el entendimiento reinarían.

¿Es la sabiduría de tupaís, Faraón?

Tal vez sólo humanismo,Remi. ¡Hará falta más y por

todos lados!

¡Vaya que es un análi-sis genial, mi amigo!

Algunas horas más tarde…

Señores, aquí está el Golfo de México.

¡Los colorados! ¡Los colorados!Allá, ¡niños! Estamos sin duda cerca de un

pueblo. Espérenme aquí. Voy solo. Más vale no espantar a los pobladores locales.

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¡Hace más de doshoras que se fue!

Por fin, aquí está nuestroFaraón que regresa.

¿y entonces Faraón?

Estamos al norte de Tampico. Allá hay un pueblo de pescadores que parecen a favor de la causa republicana. Igualmente efec-túan contrabando. A partir de mañana, un

barco nos podrá conducir a Nueva Orleans, incluso con caballos.

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REMI TAMbOR

Y al día siguiente…

bajo la viñeta: Adiós México,¡me gustabas! ¡Tú lo sabes!

FIN

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Las aventuras de Remi Tambor

-Tacámbaro-Pintor autodidacta, creador de timbres, Michel Provost es igualmen-te el autor de diversos estudios de carácter histórico, que revelan un conocimiento profundo de los conflictos de la segunda mitad del siglo XIX.El presente comic, presentado en blanco y negro, fue realizado a par-tir de su obra TACÁMBARO, la campaña heroica de los voluntarios belgas en México (1864-1867).

Se terminó de imprimir en enero de 2015en los talleres gráficos de Morevalladolid,

ubicado en Tlalpujahua #208Col. Felícitas del Río, Morelia, Michoacán.

La edición consta de 1,000 ejemplares,y estuvo al cuidado de Marco Antonio Aguilar Cortés,

Héctor Borges Palacios y Bismarck Izquierdo Rodríguez.

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