T E A T R O - Revista de la Universidad de México · en los tangos o se grita en las canciones...
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Retablo de las maravillas
DON GIL DE LAS CALZAS VERDES
T E A T R O
_l:JN1VER,SlDAD Dl MEXICO
"El desierto de Altar es un obstáculo infranqueable."
"El Maldito es el Secretario de Comunicaciones",' piensa el espectador.Nada, el ·Sr. Secretario es una bellísimapersona, como lo de~u~stran l~s tres ocuatro parlamentos SigUIentes. El Maldito es Rodolfo Landa, que anda allíentre los presentes, muy sospechoso, nomás mirando, sin decir palabra." ¿Perocómo iba a ser maldito el hermano delSecretario de Gobernación? RodolfoLanda es el Jefe de Ingenieros y el Maldito es el desierto de Altar; pero esto losabe uno hasta pasada la mitad de lapelícula, cuando Iglesias le confiesa asu gran amigo, que sólo tiene tres razones para vivir: su hijo, la gran amistadque le tiene aél y partir el desierto endos.
Es decir, la película comienza con unafrase ambigua. Una frase que hace suponer la existencia de una larga historiadramát~a, de un pasado no revelado yen la posibilidad de que se produzca unarevelación o una venganza terrible. Nadade esto existe, porque la película tratade cómo se hace un ferrocarril y cómomurieron unos ingenieros al trazarlo.
Esto es un detalle aparentemente sinimportancia, pero característico de laactitud de los productores de ésta y detodas las películas mexicanas con pretensiones. Es fruto de un complejo de inferioridad o de un delirio de persecución. Los productores están convencidosde que la historia que están contandono tiene interés, de que si la cuentan talcual es, el público saldrá de estampiday de que la única manera de evitar suestampida es engañarlo y darle esperanza de que va a recibir lo que le gusta: lahistoria de interés humano, con villanosy héroes, la trama complicada, la venganza terrible.
La película fue hecha en el desiertode Altar, pero aunque estuviera filmadaen Marte, sería lo mismo. Habría unmomento en que el joven ingeniero entraría en el despacho de su padre y lediría:
-No comprendo su actitud para conmi madre y conmigo. Dígame: ¿es queusted la engaña o es que ella lo ha engañado a usted?
y en Marte, el padre se volvería en susillón giratorio y le contestaría al hijo:
-Cállese la boca, no tiene usted derecho a juzgar a sus padres.
La construcción de un ferrocarril através del desierto supone, en la realidad, la existencia de una serie de elementos que pueden ser de gran interés.El primero que se me ocurre es el de laconvivencia. Hay trabajadores indios ytrabajadores blancos, ¿cuáles son las relaciones entre ellos? ¿cuáles son las relaciones entre los jefes de las cuadrillas ylos jefes indios? ¿cuáles son las relacionesentre los ingenieros y los capataces? ¿oentre los ingenieros entre sí? Ahora bien,la existencia del ferrocarril, no sólo demuestra que los problemas existieron,sino que fueron resueltos con gran sabiduría. Un capataz como Iglesias, queno ha podido dominar a su esposa, nientender a su hijo y que para obligar aun soldador a cargar durmientes tieneque' incendiarle el cuero cabelludo conel soplete oxhídrico, es incapaz de construir un kilómetro de vía.
¿Quiénes son los ingenieros? Un jovencon barbita beatnick que lleva un cartapacio con fotos pornográficas y quetrata de violar a la única mujer que hay
en el campamento; un joven cuyo padrelo ha amenazado con desheredarlo si noparticipa en la construcción del ferrocarril Chihuahua-Pacífico; un joven queestá esperando que su mujer dé a luz unhijo; un joven que admira a su padre,pero que tiene dificultades para entenderse con él. Ahora bien, estos cuatrojóvenes, entre ellos, ¿cómo se llevan?¿se simpatizan? ¿se odian? ¿cómo son ensu profesión? ¿son torpes, qué tan torpes,todos igual de torpes? Misterio.
Algien me dirá que éstos son problemas que no le interesan al públicomexicano. Pero entonces, ¿por qué irhasta el desierto de Altar a hacer unapelícula con una historia digna de Televicentro?
La película tiene dos momentos culminantes; son dos accidentes. Una locomotora descarrila y se hunde en laarena y una camioneta explota en medio
Por Sergio FERNÁNDEZ
Asistir al espectáculo que presenta Héctor Mendoza en el frontón de la CiudadUniversitaria es tener ante sí, más queuna obra, conjeturas realmente deliciosas. El que llega contempla cosas quevan surgiendo en escena de la mismamanera en que otras salen de las manoso del sombrero de copa de un prestidigitador. Tal realidad me recuerda encierto modo el retablo de las maravillas,en que todo pasa sin que pase nada.
Ignoro si ésta es la impresión de unespectador que no ha leído la obra, perosupongo que para él el encuentro coneste especial Don Gil de las calzas verdes estaría en la línea que indico y si sequiere resultaría aún más agudizada. Encuanto al otro tipo de espectador el fenómeno es harto curioso pues uno vadescubriendo aquí y allá, como en rompecabezas, la acción de Tirso de Malinaya por un verso, ya por actitudes quecomo características del personaje se iluminan de pronto en la memoria. Estoes, naturalmente, una arma de dos filospues en rigor en el teatro -si se respetano sólo el texto sino su ámbito culturaltendría que suceder lo contrario, es decir, la congruencia habría de revelarsepor una estricta cronología literaria. Esevidente que Héctor Mendoza, conservando íntegramente las jornadas de DonGil, lo que hace es romper del todo elcontorno cultural que lo envuelve. Deallí que la obra al mismo tiempo resultey no distorsionada y que si bien tocalos límites de lo grotesco, conserve el toque magistral del espíri tu comúnmentellamado barroco.
Los desaciertos son varios: no es excelente la dicción y por eso en ocasionesse pierde el verso en un rumor improductivo. Tampoco existe una tónica dearmonía entre el nuevo ámbito escenográfico, espiritual y mímico con la acción en sí misma aun cuando a veces el
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del desierto. Las dos cosas son interesantes, ¿pero a qué conducen? Cuandola locomotora se está hundiendo en laarena, Iglesias dice: "¡Hay que desenganchar para evitar el chicote!" o algopor el estilo. Entonces, los profanos nosdamos cuenta de que el chicote es elbandazo que da el tren cuando la máquina se sale de la vía. ¿Y quién evitael chicote? El Mapache, que es tan profano como nosotros. Por otra parte,cuando la camioneta explota, la situación se vuelve igual a la de la PatrullaPerdida, nomás que sin beduinos.
Por último, hay un defecto de dirección muy serio. El ritmo es completamente falso. El escenario es natural, perola gente se mueve como si estuviera enlos Estudios Churubusco. Nadie ha caminado así en el desierto, ni ha gritadoasí en el desierto, ni ha pensado así enel desierto.
equilibrio se dé de modo excepcional.Los actores, no acostumbrados a la trepidación a que los somete el hábil v
talentoso director, se marean vitalment~pero esta modalidad encaja bien en elextravagante y regocijado ejercicio quese ve con ojos, desmesuradamente sorprendidos por el ánimo de travesura queexiste en todos los momentos.
El acierto, en cambio, es el <.le sacara un clásico de sus lineamientos culturales propios y ponerlo a una presiónhistórica distinta de todo, lo cual resultaun híbrido (lo digo como elogio) endonde al final de la representación elrompecabezas al que hemos aludido queda armado sin que le falte un solo U'ozoaunque la obra, más que tal, sea, ya lodijimos, conjeturas.
Críticas más ortodoxas que la míacondenan este tipo de realización, perocreo sinceramente que de aquí -de intentos que acusan el inicio de una fuentede cuItura- habrá de salir una escuelade teatro clásico que ya en una, ya enotra forma, nos ponga al alcance de estequehacer que consiste en estructurar contan viejas arcillas moldes que se acomoden al tacto y al gusto de un espectadorcon temporáneo.
No creo, sin embargo, que por estecamino se pueda ir más allá. Si HéctorMendoza pone en escena, con el mismométodo, otras obras del tipo, acabaríanpor volverse la misma. E igual seríaCalderón que Tirso que Bartolomé Torres Naharro. Pero el asunto es impredecible porque quizás su talento, puestoa "presión" como por él lo ha sido elgenio de Tirso de Malina, saque delsombrero más y más figuras, más y másfantasías. Ojalá fuera así porque a nodudarlo, y por lo que revela el esmeráldico Don Gil, Héctor es un verdaderotaumaturgo.
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"... todo pasa sin que pase nada .. ."
"... cxlJ1"csión que sigue siendo vigente . ..H
Por Margo GLANTZ
Ib~ñez, Héct?r Mendoza son, entre otros,qUIenes contmuaron esa obra
Con l?iálolf? entre el amor 'y un viejo,J osé LUIS Ibanez probó que la fuerza deuna.obra reside en la palabra. PalabraarcaIca y nueva que rechaza lo superfluo, y acentúa brutalmente su caráctermed~eval; des,nudez escenográfica y vest~,arIo raquítico para liberar la expreSIO~. Por lo contrario, en Mudarse pormeJora,rse de ~uiz de Alarcón, la esce·nografIa acentua, el enredo y. la graciade la palabra aSI como las SItuaciones.
Héctor Mendoza ha explorado muchoscampos dramáticos: de Buchner a Tirsopasando por Brecht. Su puesta en escenade Don. Gil de las calzas verdes ha sidoesce~ano de ,controversias ¿Es legítimode~vIrtuar aSI. a los clásicos? ¿PodemosqUl~arles sus Jubones y tocas para desves~Irlos ~ la Courrege? ¿No es una aleVOSIa de.cIr vers~s en tango, en mariachiy en tWIst? Holtday onice de. estudiantes, gag~ del cine mudo, grupos tipobe~tl.e, sIllas a caballo, corte de pelo geometnco, escaleras de electricistas se mezclan a go go. ¿Es un sacrilegio o una revaloración? Es en síntesis la controversia.
A mi juicio es una revaloración. Yq~i~á un intento de adaptar el teatroclaSlCo a las teorías escenográficas deBre~ht. L~ comedia d~ enredo proponede mmedlato una desIdentificación delespectador; ¿cómo identificarse a unaestructura vacía de honor y honra? ¿cómo entender el amor así, disfrazado degil y de gílico, de calzas verdes y de rayas? Cantar la venganza como se cantaen los tangos o se grita en las cancionesrancheras, bailar la gavota con ritmoepiléptico es alejar toda idea real devenganza, es poner de relieve las situaciones convencionales y acentuar lafarsa.
El enorme escenario del Frontón Cerrado despliega a los personajes y matizalos decorados de Arnold Belkin, especiede tinker toys que se arman y desarmanpara formar puentes, huertas geométricas, casas, jaulas, balcones y carruajes.Las graderías incómodas son como remedo de un viejo teatro griego símbolodel deporte.
Con esta ambientación la obra asimilamuchos de los símbolos toncretos quedefinen nuestra época y reafirma su clasicismo, es decir, su vigencia. Con todo,el verso bien estudiado es, en última instancia, la piedra de toque de toda puestaen escena de obras de este tipo. El actordebe servir al texto, no soslayarlo, debe"haber asimilado, como dice Jean Vilar,esa sintaxis y ese ritmo a la vez múltiplesy estrictos".
Ese es el principal defecto de esta interpretación. La actuación marca a vecesun desnivel entre el verso y el gesto. Losprimeros parlamentos, centro del enredo, se pierden porque la emisión incorrecta y apresurada de los actores lostergiversa y sólo las escenas subsiguientesnos entregan el hilo sutil de la farsa.
Defecto por lo demás bastante difundido, siempre presente en mayor o menor grado en todas las puestas de teatroclásico. Es aquí donde se manifiestanuestra falta de tradición. La audacia,la incorporación de elementos de todotipo son justificables y no sólo justificables, necesarios. Don Gil de las calzasverdes es un ejemplo magnífico, pero lasinnovaciones deben asentarse en basessólidas y una de ellas, indispensable, esdarle su dimensión a la palabra.
¿Sacrilegio o revaloración?
Clásico y barroco suelen considerarse co- pretendida historización difiere esencialmo términos antitéticos, ':todo clasic~s~? ,.. mente de !a idea dinámica con la quepresupone un romantiCismo antenor, Brecht entiende este término: "Un aconafirma Valery, y nosotros podríamos, tecimiento histórico está ligado a ciertasustituyendo palabras, afirmar lo mismo época, , .. el comportamiento de los indel ~arroquismo. P~ro. ,ent~nces ¿cómo dividuos no es un comportamiento simexplIcar la contradICClOn mherente a plemente humano e inmutable; es sinnuestro teatro b~r.roco 9ue es tamb~én guiar, ,. porque presenta aspectos quen~estro teatro clasIco? SI el barroco 1m- en el curso de la historia se han sobre~lIca un desorden frente al "?rden" ~lá- pasado o ~odrán sobrepasarse, es sinSICO a. la manera.francesa; SI Corn;I.lle g~l~r tambIén porque está sujeto a lay Racme -prototIpOS del teatro claslCo CrIUca de todas las épocas venideras"francés- vienen a contrarrestar el desor- inmovilizar la obra en su marco históden formal y la impureza del lenguaje rico-escenográfico-natural la esteriliza'del teatro barroc~ de un Montchr,étien I?ás valdría dejarla en lectura. No e~o de un Hardy; SI el teatro de la epoca esta la ley tampoco. Los escenarios his~e Shakespeare se califica como román- tóricos pueden realzar la obra no cuantiC? y barro~o,. aunque clásico ¿cómo po- do sirven de marco de museo, ~ino como~rIamos dehmr ese nuestro teatro espa- contraste, y por contraste entiendo aquínol, a la vez tan barroco y tan clásico? ~na .co~~osición sab~a que aproveche
Probablemente, la confusión sea bi- Ilumm.aclOn y vestuano para resaltar lazantina y su origen pueda residir en la actuaCIón; composición que sólo se comequívoca concepción que se tiene del pleta con la utilización técnica de latérmino "clásico" y quizá del "barroco". voz. ..Si clasicismo es, como pretende Brune- . ~evIvIr a los clásicos, ponerlos a contiére, "el producto de una nación y una VIVIr con los modernos, manejar su idiogeneración que ha adquirido consciente- ma y ~a~erlo comprensible, fue una demente un avance definitivo en lo moral las muluples tareas de Poesía en Vozlo político y lo intelectual", el barroc~ Alta. Labor que t~rminó repentinamenespañol podría ser clásico aunque tam- te, pero no sm depr secuela. José Luisbién es clásica La Celestin~ que pertenece a otro periodo de la historia de España. ¿Es el clasicismo una síntesis y elbarroco una serie de fuerzas desatadas?¿o la cl~ve estaría mejor en la palabra yen el rIgor formal que le confiere elmolde clásico? Cuestiones múltiples quesuelen no encon~r.ar respuesta pero quenos aclaran la dIfIcultad de acuñar unatermin?l?gía precisa y concreta, capazde defImr una forma literaria.
Podem?s quizás, aunque no sin peligro, conSIderar al teatro clásico como elpunto de partida de una tradición literaria y teatral; igualmente, como unaexpresión que sigue siendo vigente porno quedar circunscrita solamente a laépoca en que se produjo. O como elmo~ento de mayor perfección en el leng~aJe. Así barroco y clásico serían térmmos que se complementan y no términos ?puestos. Pero dejemos aquí estacuestIOn y planteemos otra: ¿cómo enfrentarnos, en México, a esa tradiciónque es nuestra, pero a la vez prestada?~arente hasta hace poco de una tradiCIón teatral.. l!uestro país es escenariode, ~n r~naClmIento del teatro clásico. LautIlizaCIón de conventos, capillas abiertas y plazas coloniales para darle unmarco "a~ecuado e histórico" a las piez~s; las mterpretaciones poco convenCIOnales de "Poesía en Voz Alta" I
d d· ' as
pue.st~s e Irectores que tratan de es-peCIalizarse en este difícil género y, porfm, l~s adaptaciones que pretenden revalOrIzar la obra clásica insertándola enun marco moderno.
Lo~ escenarios naturales son armas dedos. fIlos; re~rear una época es imposibley nmguna plazoleta con faroles o ningúnconvento de altas torres y amplio patiop~ede logr~rlo. A lo sumo, se cae en unpIntoresqUIsmo arqueológico que se traga a la ob~~ en. ~~~ f~lsa pretensión delograr la liusIOn hIstórica que conduzca al espectador a comprender losvalores de la obra y de su época. Esta