Suya en Cuerpo y Alma 4

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4to libro de la saga Suya, Olivia Dean

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En la biblioteca:

Cien Facetas del Sr.Diamonds - vol. 1 Luminoso

Pulsa para conseguir un muestragratis

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Olivia Dean

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Suya, cuerpo y alma

Volumen 4

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En la biblioteca:

Muérdeme

Una relación sensual yfascinante, narrada con talento

por Sienna Lloyd en un libroperturbador e inquietante, a medio

camino entre Crepúsculo yCincuenta sombras de Grey.Pulsa para conseguir un muestra

gratis

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1. La mañana de un nuevo día

"No voy a abrir los ojos. No mevoy a mover. Voy a revivir una yotra vez los minutos de esta nochemágica. Nuestros cuerpos ardientesde deseo, el placer que nos hadesbordado. Charles. Su alientoincandescente en mi cuello, su voz,sus palabras cercanas, febriles…

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Siento cómo renace en mí el

deseo. Mi vientre hambrientoquiere más. Imagino sus manos queme recorren el cuerpo, ardientes.Sus dedos expertos, su lenguaindiscreta, sus potentes embestidas.Siento su cuerpo dormido detrás demí. Quisiera que me tomara en suletargo, así sin más,desprevenida…

"Señorita Maugham, tengo unpaquete para usted… ¿Me puedeabrir, por favor?"

No tengo la menor duda, odio a

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esa mujer."Un segundo, ya voy"Me separo difícilmente de mi

cama, todavía húmeda de nuestroscuerpos. Me visto rápidamente parapoder coger el paquete. Entreabrola puerta. No estoy para palabreríasy tampoco quiero que veademasiado… Desgraciadamente,esta mañana tiene ganas de hablar.

"Es para su memoria de launiversidad, ¿verdad?

– Sí.– ¿Lo ha pedido por Internet?

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– Sí.– Eso está bien.– Sí.– ¿Estabas estudiando?– Sí, de hecho ahora mismo.– Entonces le dejo.– Sí, gracias. "La portera se ha ido. Acabo de

cerrar la puerta. Me quedo plantadadelante de ella. Retraso el momentode darme la vuelta. ¡Venga, Emma,fuerza! No puedes estar así todo eldía. Un, dos, tres y listo. La verdad.Cruel e implacable. No hay nadie

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en mi cama deshecha. CharlesDelmonte nunca vino a secarme laslágrimas. Pasé la noche sola.Tuvimos una bronca y yo regresédesesperada, aunque ardiente dedeseo. El resto me lo he imaginado.Estuvo bien. Incluso creo que fuesaludable…

Aunque poco creíble. ¿A quiénquería engañar con esa historia?Además, ¿ese Charles tan cariñosoy abierto, es realmente del que mehe enamorado? Suponiendo que sepueda hablar de amor. ¿Cuánto hace

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que nos conocemos? ¿Realmentenos conocemos? Necesito abrir losojos.

Sin duda él me conoce, debiójuzgarme en cinco minutos.Jovencita americana recién llegadaa la Ciudad de las luces, fácilmenteimpresionable y poco familiarizadacon las cosas del amor. Bueno, yaestá todo dicho. No soy demasiadoguapa, ni inteligente, ni simpática.Sé que a él le gusta mi parte torpe,desastrosa. En resumen, que lodivierto. Le gusta mi cuerpo, ¿o no?

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Creo que lo único que le gusta es elsexo, simplemente. Además, elhecho de que sea novata y receptivadebe jugar en mi favor. Soy unjuguete, una muñeca que viste ydesviste a su antojo. Una amablemuñeca que vive en el mismo piso.Bastante práctico.

En cuanto a él… ¿Cómo hepodido dejarme engañar así? ¡Esehombre es un estereotipo!Guapísimo, inteligente sin lugar adudas… ¡y rico! ¡Debería habermefiado de mi primera impresión!

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Pero no… no ha necesitado muchopara que acabe en su cama y paraque le dé vueltas a la cabeza comouna adolescente. ¿Qué creía? ¿Queyo, la estudiante torpe, podríaseducir a Charles Delmonte, elintocable millonario? ¿Y despuésqué?

Tengo que ocuparme de esto yesta vez, seriamente.

Etapa 1: dejar de montarmepelículas.

Etapa 2: centrarme en la razónpor la que he venido a París.

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Etapa 3: evitar cualquiercontacto con Charles. Tengo que sercapaz de resistir a sus encantos,tengo de parar este juego. Cuandose es alérgico a algo, se evita, no sebusca… Pero bueno, él es micasero y vivimos bajo el mismotecho. Es misión imposible. Ya hebuscado piso, pero no tengo cómopagarlo. Sin embargo, si sigo aquípor la cara, la ambigüedad no medejará tranquila y quiero detenereste jueguecito…

"¡Puedes venir a mi casa si

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quieres, mientras decides quéhacer!"

Manon lo dice con el corazón enla mano, pero no puedo aceptarlo.Vive en un estudio minúsculo por elque paga una fortuna. Además, yacomparte a menudo su sofá-camacon Mathieu… No me veo yo deaguafiestas. Por otra parte, nopuedo hacerme ilusiones, esa es latípica situación temporal que puededurar más de lo previsto…

"Quizás podría volver aconsultar el organismo que gestiona

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las habitaciones de estudiantes. Talvez tengan algo para los casos deurgencia.

– Sí, claro. Hay un fondo paralos estudiantes enamorados de sucasero multimillonario…

– Qué graciosa…– ¿Y buscar un trabajo y pagarte

un estudio?– Ya me gustaría… pero el tío

de la agencia inmobiliaria con elque hablé me dijo que mi dossier esuna porquería. No tengo lossuficientes avaladores. Además,

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¿qué trabajo podría darme parapagar un estudio sin tener quesacrificar mis estudios?

– ¡Yo sé de un aval fiable, perono creo que te guste!

– ¡No es mi padre! No, no, seríademasiado raro… ¡Además, casi ninos conocemos!

– Bueno, lo suficiente como paraacostaros juntos, ir un fin de semanaa Italia…

– ¡Pero no como parasubvencionar mis estudios!

– ¡Como quieras, Emma! "

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Al volver de la cafetería de launiversidad, me digo a mí mismaque Manon está equivocada, porsupuesto, aunque no del todo. Tengoque hablar con Charles. No puedoseguir viviendo en su ático así.

Etapa 4, por lo tanto: hablar conCharles. Seriamente. Sin ponermeroja, sin llorar, sin perder lospapeles. Ni mi ropa. No va a sermoco de pavo.

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2. En los dientes

"Buenos días, Emma."

Me mira de una forma que mehace estremecer. Está sentado enuna silla y yo estoy plantada delantede él como una colegiala que debedecir en alto su lección.

"No puedo seguir viviendo asíen su ático después de lo que ha

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pasado.– ¿En serio?"Parece que le da igual lo que le

digo. Se está desabrochando lacamisa, seguro de sí mismo.Debería darle un bofetón. Susmanos se posan en mi cintura,ardientes. Con sus dedosdesabrocha el cinturón de mipantalón. Después, con un gestoseguro y rápido, me los baja hastalas rodillas con las bragasincluidas. Sus manos aprietan mitrasero en el que clava sus uñas.

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"Prosigue, Emma. Te estoyescuchando", dice seriamente comosi nada estuviese pasando. Susgestos y palabras van de la mano ymete dos de sus dedos en miinterior, desatando un suspiro enmí.

"Tómame…"¡Oh dios mío! ¡Yo no he venido

para esto! ¿Qué me pasa? ¡Nopuede ser cierto, tengo quedespertarme!

He necesitado dos horas paraencontrar el valor y mantener la

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compostura. Ahora, estoy delantede su puerta esperando que él no laabra. No estoy lista. Silencio.Respiro. Cuento hasta veinte y mevoy. Uno, dos, tres, cuatro, cinco,seis, siete, ocho, nueve, diez,once…

"¿Emma?"Vaya, está y con el torso

desnudo. Son las 7 de la tarde, ¿quéhace vestido así? No te vayas porlas ramas, sigue centrada en tuobjetico.

"Quería hablar contigo.

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– Claro, pero iba a salir,Emma…

– Ahora. Por favor."Mi tono ha mostrado la autoridad

y desesperación necesarias paraque no pueda decirme que no. Memira como si estuviera muy enfermay me dice que me siente en latumbona. Se pone una camisa y sesienta en una silla delante de mí.Ahora tengo que hablar, pero no sépor dónde empezar. Miro a mis piescomo si ellos fuesen a sacarme deallí.

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"Emma, lo siento, no quisehacerte daño."

Ha sido él el que ha roto elhielo.

"No pasa nada, no es la primeravez…

– No lo creo. En parte es por esoque lo siento.

– ¿Qué sabes de mí?– Lo suficiente como para saber

que no te sueles acostar conextraños o simplemente, acostartecon hombres. No hace falta que melo digas, Emma, eso se nota. De

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todas formas, lo encuentroencantador… salvo que te apegasfácilmente y tienes tendencia aequivocarte."

La rabia se apodera de mí.Tengo ganas de darle una torta.Vale, no está equivocado, pero esono es motivo para humillarme así.Si no tuviese este problema dealojamiento, lo plantaría ahoramismo.

"Ayer fuimos demasiado lejos.No estoy seguro de pensar todo loque te dije, pero estaba enfadado y

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me pillaste por sorpresa.– Yo… Yo tampoco. Perdón."Muy bien. Todo el mundo ha

pedido perdón. Ya podemosrecomenzar de cero y todo ello sinlágrimas. Me felicito.

"Emma. Voy a ser claro. Noestoy para nada enamorado de ti."

Vale, ya está dicho. Aunque yame lo temía, la frase me ha sentadocomo una bofetada. No puedesllorar, no pierdas la dignidad.

"Me pareces una chica deliciosa,encantadora. Pensé que nos lo

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podríamos pasar bien juntos, perohe sido egoísta, obvié el hecho deque yo a ti te gustaba. He hecho queasumas riesgos, que sufras, quetengas esperanzas… Pero lo nuestroes imposible. Y eso no tiene nadaque ver con mi mujer. Tú no eres mitipo y eso es todo."

¡Hala, ahora me pongo a llorar!¡Bravo! Llorando a moco tendido.Como si ya fuera poco serrechazada tan fríamente, me pongo alloriquear como una niña. Charlesno se mueve de su silla. Me mira

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aterrado. Seguro que es la primeravez que asiste a un espectáculoparecido. Me da la impresión deque no está ni siquiera emocionado,sino que parece incómodo, pero¿quién no lo estaría? Se siente mal,es eso lo que ha dicho y no es eltipo de sentimientos que queríaprovocar en él…

Si queremos continuar estaconversación, voy a tener querecuperarme. Para empezar, dejarde llorar. Evitar cruzarme con sumirada, fijar mi atención en otra

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cosa… el piano, por ejemplo. Esgracioso, esa cosa ocupa un espacioconsiderable, sin embargo, nunca lohe visto abierto. ¿Charles sabrátocarlo? ¿O simplemente lo utilizapara posar vasos? ¡50.000 eurospor un posavasos, creo que esdemasiado! Bueno, yo tengo unalengua viperina, pero esta nochesomos dos… Me entran náuseas.Charles no se estaba preparandopara irse. Acaba de salir de lacama, es evidente. Esas dos copasde champán recién empezadas son

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el doloroso testimonio. Miro haciala puerta de la habitaciónentreabierta. ¿Quién es? ¿Élisabeth?¿Una hermana Petrovska? ¿Las dos?¿Una nueva estudiante ingenua a laque le pisoteará el corazón cuandose haya cansado?

Ya no tengo ganas de llorar, solotengo ganas de sacarle los ojos.Este estado de ánimo es muchomejor para tener la conversaciónque yo quería. Vayamos a ello.

"Sea lo que sea, me parecedifícil seguir viviendo de este

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modo.– ¿A qué te refieres?– Vivir gratis en tu ático.– Pero a mí no me molestas…– ¡Pero a mí sí!"Lo he dicho en un tono

voluntariamente agresivo mirandohacia la puerta entreabierta de lahabitación.

"Como tú quieras, Emma. Peroyo creía que no podías pagarte unalojamiento…

– Voy a buscar. "Por un momento, me siento

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totalmente segura de mí misma,pero lamento lo que acabo de deciren el mismo instante. ¿Y si me tomala palabra y me pone de patitas enla calle?

"¿Y si me pagas un alquiler?Quiero decir, algo “asequible”…¿Te sentirías mejor?

– No es solo eso. Es que noquiero seguir viéndote."

Esta confesión le hace sonreír.Se levanta. Mira su Smartphone yreflexiona.

"Sin duda tienes razón, pero ya

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sabes que no paso mucho tiempoaquí. Estas últimas semanas me hasvisto mucho porque estaba laexposición de los Petrovska.Normalmente, este apartamento mesirve de vivienda de paso. A veces,pasan meses sin que aparezca poraquí."

Acaba de levantarse. Sique consu Smartphone a vueltas y despuéspone la cafetera. Me ofrece una tazacomo quien concluye un contrato.

"Te propongo una cosa. Siguesen la habitación como inquilina

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oficial y me pagas 200 euros. ¿Teparece razonable?

– Pues… sí.– Muy bien."Es el final de nuestra entrevista.

Recoge mi taza y me acompaña a lapuerta de una forma que yocalificaría como profesional.Vuelvo a tener ganas de llorar.Gracias a dios, no me da laposibilidad. Tras un "buenasnoches" convencional, cierra lapuerta sin más protocolos.

Una hora después, me encuentro

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un contrato de alquiler en dobleejemplar en mi buzón. ¡200 euros,menuda ganga! Aunque todavía nolos tengo. Siguiente etapa: encontrarun trabajo.

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3. El trabajo de mi vida

¡Voy a por ti, empleo.fr! Nodebe de ser tan difícil encontrar untrabajillo. Además, creo que no mecostará mucho conseguir 200 euros.

Lugar de trabajo: Paris, es fácil.Tipo de contrato: ni idea. ¿Qué

es eso de CDD o CDI?Empleo deseado: buena

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pregunta. Donde yo vivía, cuandoquería ganar algo de dinero demanera rápida, hacía de niñera.Empleo deseado: niñera. Darle a"Buscar". ¡Bingo! "12 ofertasresponden exactamente a suscriterios." Veamos.

"Buscamos niñera para cuidar ados niños de 3 y 6 años, los martesde 18.00 a 19.30 H. Se exigetitulación y experiencia. Enviar CVy carta de motivación."

¿Titulación? ¿Cuentan los tresaños de sociología en Estados

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Unidos? En cuanto a lamotivación…

"Rechazada por mi propietariomultimillonario, me gustaría curarmi amor propio pagándole unalquiler simbólico. Hacer de niñerame parece una actividad adecuadateniendo en cuenta que nunca hehecho otra cosa y que no me parecedemasiado difícil."

Dudo que el cinismo forme partede las cualidades que los padresbuscan para seleccionar unaniñera… Creo que no estoy de

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humor para cuidar niños. Veamos…¿Qué hacen mis compañeros de launiversidad? Manon trabaja demodelo, pero es altísima yguapísima. Mathieu da clasesparticulares de latín. Le pega.Hipotéticamente, yo podría darclases de inglés, solo que nunca lohe hecho antes y no sabría pordónde empezar. Me angustia desolo pensarlo. ¿Camarera? ¿Por quéno? No se necesita ningunatitulación en particular, bueno, esocreo y además, están las propinas…

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Empleo deseado: camarera"68 ofertas responden a sus

criterios. "Genial. Veamos la primera."Urgente. Busco camarera.

Estarás encargada de acoger,instalar, servir y cobrarle al cliente.Se precisa muy buena presencia. Seacepta principiante motivada.Horarios flexibles y compatiblescon los estudios."

¡Este anuncio de trabajo estáhecho para mí! Llamo al momento yobtengo una cita acto seguido. El

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jefe ha sido muy afable. Mepropone que empiece esa mismatarde. Tengo que pasar más tardepara conocer el sitio y presentarme.

A las dos de la tarde en punto,estoy delante del Edén. Mi vestidonegro me asegura "muy buenapresencia". El director, al que yoimaginaba un poco más distinguido,parece apreciar mi vestimenta. Elestablecimiento es bastante oscuroy está casi vacío. Michel, que medice desde el principio que lo llamepor su nombre, me explica que su

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clientela es bastante nocturna. Meenseña el bar rápidamente mientrasyo asiento a todo lo que dice eintento quedarme con lainformación. La caja, los vasospara cócteles, los vasos paralicores, el guardarropas… A lastres de la tarde, decide que ya estoylista para el bar y se instala en lasala, para ver cómo me muevo, diceél. Solo hay un cliente que bebe asorbitos el mismo líquidoamarillento desde que he llegado.Sin duda, se debe tratar de un

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cliente habitual.A falta de clientes, me pongo a

secar los vasos que salen dellavavajillas, imitando lo que hevisto en las películas. Por ahora, noparece muy complicado.

"¡La hermana pequeña!"¡Mi primera misión! El tipo del

bar ha terminado su bebida.Desgraciadamente, no tengo lamenor idea de lo que bebe.

"¿Perdón?– Lo mismo.– Sí… ¿Qué era?

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– Un Suze.– Vale, marchando."Un Suze, vale. Me doy la vuelta

desesperada hacia los estantes delas botellas que me miran desdehace una hora. Martini, Fernet-Branca, Coñac, Whisky…. Un Suze,¿será una bebida de verdad? Derepente, siento una presencia detrásde mí. Un cuerpo caliente, húmedoincluso. Y una erección.

"Aquí tienes, tu Suze."Es Michel. Ha venido a

rescatarme. Le doy las gracias, un

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poco incómoda, aunque él no loparece lo más mínimo. Sin dudaquiere hacerme ver que no hapasado nada. A mí me vale. Sigosecando los vasos. Finalmente,parece que me gusta este trabajo.Creo que podría pasarme horassoñando despierta mientras secovasos. Si no tuviera a Michel a misespaldas todo el día, creo que hastapodría progresar en la memoria…

"Bueno, son las cinco. Siguehasta las siete para familiarizartecon las bebidas, te vas a casa y

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vuelves para las 10. ¿Te parece?– Muy bien."Me parece bastante difícil poder

estar aquí de nuevo a las 10, pero elazar juega bien sus cartas. Estoymuy cerca del estudio de Mathieu.Con un poco de suerte, puede queManon esté con él y que podamospasar la tarde juntos. Los llamo muyorgullosa de anunciarles que heencontrado un trabajo tanrápidamente. La admiración deMathieu se puede adivinar en suvoz.

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"¡Es estupendo! ¿Y qué hasencontrado? ¿Trabajas en unabiblioteca, una sala de conciertos?

– ¡Soy camarera!– ¡Ya ves! ¡Pues ponnos dos

cervezas que ahora vamos paraallá!

– ¡Marchando!– ¿Dónde es?– Se llama el Edén, en la calle

Martyrs.– ¡Qué graciosa!– …– Date prisa, no tengo mucha

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batería. ¿Dónde es?–Pues en el Edén, como te acabo

de decir…– ¿Me estás diciendo que no lo

dices de broma?– No…– ¡No te muevas, ahora vamos!"No me han dado ni tiempo a

decirles que termino dentro de doshoras. Bueno, pues tendrán queesperarme dando una vuelta.

Estaba en lo cierto, estoy justo allado de casa de Mathieu. Cincominutos después de haber colgado,

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veo entrar a mis amigos."¡Coge tus cosas, nos vamos! "Manon lo dice con un tono

autoritario. Parece una madre queva a buscar a su hija borracha a lafiesta del instituto. No sé qué decir.La miro extrañada. Mathieu sonríe.Mira a todas partes, como un niñoen Disneyland. Manon parecetotalmente segura, así que deberíaseguirla, aunque solo sea por evitarun escándalo en mi lugar de trabajo.Miro a Michel que sin duda alguna,le da igual si sigo o no en mi

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puesto. Cojo mi bolso y me dejoguiar por Manon hasta la acera.

"Lo primero es darte las gracias,Emma. Llevaba mucho tiempopreguntándome qué escondía laentrada del Eden. ¡Me hadecepcionado un poco, pero ha sidoun momento grandioso!

– ¡Mathieu, por favor! ¿Pero quéte pasa, Emma? ¿Tan desesperadaestás para terminar en un puticlub?

– ¿Un qué…?"Ahora todo encaja. El bar oscuro

y vacío, la clientela "más bien

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nocturna", el patrón libidinoso…Charles tenía razón, soy unainocente, hasta el punto de empezara trabajar en un puticlub sin darmecuenta de nada. Quierodesaparecer, pero lo cómico de lasituación gana. Me siento en laacera y me echo a reír y al finalacabamos todos riéndonos acarcajadas.

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4. Normal

Guapo, muy guapo. De unos25 años. Alto. Delgado. Quizásdemasiado, pero eso le da un toquetorpe, atractivo. Está enfrascado ensu lectura, El conde deMontecristo; llevo ya media hora yno le he visto apartar la mirada dellibro. Me gustaría ver sus ojos.

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Espero que no venga por el mismotrabajo que yo. Odiaría tener queodiarlo.

"Guillaume Colin"Es él. Se levanta y mete su libro

en la mochila antes de desaparecertras un hombre gris. ¡Si ni siquierame ha mirado! ¡Qué bien! Yotambién debería haber cogido unlibro. Ojeo una revista que estásobre la mesa baja. Les CahiersOctave Mirbeau… le faltanimágenes. De todas formas, estáclaro que no iba a encontrar una

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revista de la prensa rosa en labiblioteca de una universidad.¿Cuánto va a durar esta entrevista?¿Qué criterios tendrán en cuenta?Según Mathieu, es pan comido. Lachica que tenía el trabajo, una desus amigas, acaba de irse deErasmus y necesitan a alguienrápidamente y ni siquiera hanpuesto un anuncio… Al parecer,soy la única en la lista. Entre unestudiante francés que lee un librogordo por placer y una americanaque ojea una revista literaria para

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mantener la compostura, está claroa quién elegiría. Anda mira, esteautor, Mirbeau, escribió un librosobre su perro, creo que al finalvoy a leer un poco…

"¿Emma Maugham?"Me toca. ¡Qué pena! No vi salir

al chico guapo. Pero estoy aquí porel trabajo, no te olvides. Me tocapasar a la oficina del hombredesganado. Sonreír, ser positiva yestar siempre dispuesta a ayudar.Sí, bueno, aunque parece que a él leda un poco igual. Lo único que hace

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es cubrir un formulario con lainformación que le doy. Con midirección y mis horarios dedisponibilidad no veo yo cómopuedo mostrar mi motivación.

"Muy bien. La llamaremos elviernes para darle una cita.Gracias."

¿Eso es todo? ¿La llamaremos?¿Entonces estoy contratada? ¿Mehan cogido? ¿Tengo que pasar otraentrevista? No lo parece. Quizásdebería haber continuado micarrera en el Edén…

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"¿Te tomas un café?"Está de pie delante de la

biblioteca con su libro en la mano.El chico guapo. Guillaume. Me estáhablando a mí. Estoy absorta.

"¿Quieres tomar un café?– Sí."Le sigo dócilmente hasta la

cafetería ¿Pero qué quiere?"Me llamo Guillaume, por

cierto. ¿Y tú?– Emma. ¿Qué quieres?– Yo… Pues, nada… solo

conocerte. "

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Creo que he estado un pocoagresiva. Este chico quiereconocerme, simplemente. Estechico guapo quiere pasar tiempoconmigo. Por lo tanto, me haesperado delante de la biblioteca,ni más ni menos. Es fantástico.Hablamos. Guillaume está haciendouna tesis en letras sobre un autorque finjo conocer. Sus ojos, queahora sí puedo mirar, son de unverde azulado que me recuerdan alacuario de mi ciudad. Sé que eso notiene nada de sexy, pero es

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reconfortante. Me mira a los ojos ysonríe y yo me siento totalmente agusto. Me habla de la universidad,de su vida, de sus padres. ..De esetrabajo en la biblioteca. Según él,está seguro de que hay trabajo paralos dos. La entrevista de estamañana era tan solo una meraformalidad. El tipo solo quierecomprobar que realmente estamosinscritos en la facultad y quecomencemos rápidamente. Mepregunta dónde vivo. Me gustaríadecirle que estoy en la residencia

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universitaria, pero si quiero queesto tenga un futuro, es mucho mejorque sea honesta con él. Así pues, lehablo de mi habitación en el ático yde mi propietario misteriosomultimillonario, aunque no denuestra aventura. A él le parecemuy novelesco, aunque "un pocoestereotipado". Le dedico unasonrisa forzada; si el supiera…

Después, se tiene que ir."¿Me das tu número de teléfono?– ¿Por qué? "¿Por qué tengo que ser tan

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agresiva? ¡No todos los hombresson como Charles Delmonte!

"¿Para volver a tomar un café?¿Para dar un paseo? ¿Ir al cine?¿Tomar una copa? ¿O varias?¿Besarnos fogosamente bajo lalluvia? ¿Discutir? ¿Hacer el amor?¿Casarse? ¿Mandar los niños a uncampamento? Organizar comidasfamiliares…

– ¡Vale, te lo doy!"Me hace reír. Decido volver a

pie para pensar en esta citaimprovisada. Salir con un chico

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normal. Una idea que empieza aencantarme. ¿Acostarme con unchico normal? Una situacióninédita. Intento imaginarnos, a él y amí. Iríamos a su habitación deestudiante. Veríamos una película yél me besaría en el cuello. Yo mesobresaltaría y le besaría en laboca. Nos desvestiríamosfrenéticamente sin decirnos nada.Imagino mis manos sobre su cuerpodesnudo, su boca en mis senos…Haríamos el amor en el sueloporque no tendría tiempo de

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desplegar el sofá-cama."Se te ve muy pensativa, Emma."¡Charles! Siempre tan oportuno."He conocido a alguien y

encontrado un trabajo."Ahí va esa para cerrarle el pico.

Salvo que ni una cosa ni la otra sontotalmente ciertas.

"Muy bien. Me alegro por ti" -dice mirándome con esos ojosmisteriosos de multimillonarioestereotipado.

"Buenas noches, Charles."Me engullo en el hueco de la

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escalera donde las obras hanterminado, satisfecha de mi efecto,mientras él espera al ascensor,solo.

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5. La educación

"¿Qué? ¿Nunca has leído Lasamistades peligrosas?"

Nunca había visto antes aMarion tan sorprendida. Al parecer,mi caso es muy grave. No sé dóndemeterme.

"¿Al menos habrás visto lapelícula?"

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Miro en mi bolso como si estefuese a darme una respuesta.

"¿Glenn Close, JohnMalkovich…?

– Pues… lo siento… No, no mesuena…

– Estoy alucinando. De verdad,Emma, estoy flipando.

– ¿Tan grave es?– Sí."Revuelvo en mi bolso… Nunca

pensé que pudiese llegar a crisparlatanto. Y ya ves, el día habíaempezado bien. Un café en el bar de

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la esquina, una charla… Hasta queempezamos a hablar de Charles yella me llamó Cécile de no sé qué.

"De Volanges."No sabía quién era. Error. Un

gravísimo error. ¿Cómo salir deesa?

"¿Y si me cuentas de qué va eselibro?

– ¿Ese libro?"Mis palabras la ponen furiosa.

Juraría haber visto cómo le salíahumo por la nariz. Me reiría si noestuviese petrificada por el miedo.

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Manon tiene un lado autoritariofascinante.

"Ese libro, como tú le llamas, esuna puta obra de arte. Y no piensocontarte de qué va. Ahora quetrabajas en una biblioteca, cógelo yléetelo."

Es verdad, voy a poder leerdurante mis horas de trabajo.Hablando de trabajo... Es hora devolver a él. Le doy un beso a miamiga todavía furiosa y me voycorriendo a la biblioteca. Le doylos buenos días a las "mujeres de

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recepción" (que nunca sé cuál esMonique y cuál es Chantal), saludocon la mano al hombre gris que estáen su oficina y bajo las escalerasdonde me está esperando mi colegade trabajo.

"¡Qué pronto llegas! ¿Has vistola hora?"

Me dice siempre lo mismo concara contrariada. Y yo le doy unbeso en la mejilla para excusarme.Cada día un poco más cerca de laboca. Es un ritual.

"¿No hay trabajo?

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– Nada desde hace una hora,Señorita Maugham. Te dejo, estoyhambriento. "

Me encuentro sola en el sótano.A Manon este sitio le parece unlugar sórdido. Como un parking, "unlugar ideal para que te den unapaliza o te violen" -dice ella. Escierto que el ambiente podría sermejor, pero hay libros. Pasillosrepletos de libros que nunca seacaban. Mi trabajo es ordenarlos,aunque durante una gran parte de mijornada, mi trabajo es esperar. A

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veces se pasa toda la tarde y notengo nada que ordenar. Despuésllega el carrito por el montacargas.Monique (o Chantal) solo lo envíancuando está completamente lleno ycomo es evidente, esto puede tardarbastante. Además, la biblioteca denuestra facultad es pocofrecuentada. Mathieu dice que esuna porquería. Incluso él va a otrauniversidad a sacar libros. Para míes más que suficiente. Además, esome da la oportunidad de ponerme aldía de forma discreta. Las

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amistades peligrosas… Esgracioso, últimamente estoyleyendo muchas novelas libertinas.No sé si es porque los francesesson expertos en la materia o porquetengo el don de que siempre acabenen mis manos, pero tengo laimpresión de que solo leo historiaspicantes. Artimañas, intrigaspalaciegas, sexo sin amor… Queuno se acuesta con la criada, queengaña a su esposo con elmayordomo, que seduce a unamuchacha inocente o a una monja…

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Me gusta leer sobre estas cosas yademás, aprendo mucho. Sin duda,mucho más que con la vidalicenciosa que pretendo llevar paraCharles. Porque he decidido jugarun poco con él. Pero que quedeclaro, no quiero volver con él.

A pesar de todo, me gustaríavengarme un poco. Me gustaría queme desee. Que me necesite. Megustaría que se hiciese preguntas,quién sabe, que esté un pococeloso. Así pues, según la teoríaque deduzco de las noveles, paso a

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la práctica al volver a casa. Miarma principal: parecer siempreque acabo de salir de la cama. Paraello, lo primero es mi pelo. Enlugar de la coleta de chica buenaque ostentaba al llegar a París, mehago un moño rápido que Manon meha enseñado. Sobre todo, dejaralgunos mechones sueltos queacaricien la nuca de formasugestiva. Lección 2: ir con calmacon el maquillaje, incluso no llevarnada. Lección 3: llevar la mismaropa por la noche que por la

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mañana (cuidado, nada te impidecambiarte al medio día, es más, esrecomendable…) Lección 4: llevarlos estigmas del orgasmo.Concretamente, cada vez que corroel riesgo de encontrármelo, memuerdo los labios y me pellizco lasmejillas y después, intento mostrarun aspecto de satisfacción, deensueño. Tiene que ser muy sutil.Lección5: olvidarse la ropainterior. Bueno, tengo que decir quetodavía no he probado. Esa idea nome convence demasiado porque no

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me apetece salir con el culo al aireen pleno invierno. Manon measegura que da mucho morbo."Sientes como si la tierra estuvieraa tus pies, es como un súper poder."Muy típico de Manon, pero yo no sési funcionaría con mi vecino. Detodas formas, últimamente lo veomucho, aunque me había aseguradoque estaría muy de vez en cuando…Esta tarde aún me lo crucé en elvestíbulo de la entrada. Hice comosi estuviera absorta en mispensamientos (libidinosos, por

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supuesto). Me pareció sorprendidoy curioso. Me ha preguntado cómoestaba. Yo solo le he dicho "bien"de una forma directa antes dedesaparecer. Misteriosamente.Dejando a mi paso aromas de unperfume embriagador. Mañanasalgo sin ropa interior, estoydecidida.

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6. Experiencias

Hoy es el día. Hoy salgo sinbraguitas. Y también sin sujetador.Es el día ideal. Hace frío, pero elsol se abre paso entre las nubes. Unjersey ajustado, una falda justo pordebajo de las rodillas y mediasnegras. Delante de mi espejo noparece evidente. Bueno, quiero

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decir que no salta a la vista, hayque prestar mucha atención paradarse cuenta. Voy a empezar dandoun paseo hasta la panadería paraacostumbrarme. Me pongo unacazadora vaquera y una bufandalarga y salgo a la calle. Me sientosexy y segura de mí misma.Desgraciadamente, mi barrio nomadura al mismo tiempo que miscostumbres. Sigue estando pobladode extrañas viejecitas con el pelovioleta y perros recién salidos de lapeluquería. Los treintañeros no

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suelen estar por aquí a estas horas.Nota para mí misma: ni los perrosni las viejecitas parecen darsecuenta de mi vestimenta, así comotampoco la panadera. Me comprouna napolitana que voy comiendode regreso a casa. Estoyrelamiéndome los labios delantedel ascensor cuando llega Charles.¡Perfecto! Si lo hubiese queridohacer adrede, no me hubiese salidomejor. Lo detengo con el pretextode pagarle el piso. En realidadsiempre le pago antes del día 5 del

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mes, es mi lado friki decontroladora. Acaba de darsecuenta, estoy segura, pero sus ojosrevelan más asombro que lujuria.Cada cosa a su tiempo. Después deemitirle un cheque, acorto nuestraconversación diciéndole que mevoy a dar una ducha rápida antes devolver a clase. Como si volviese deuna noche loca. Manon tiene razón,da morbo.

Voy a darme una ducha deverdad. Después de todo si quieroparecer creíble, va a tener que oír

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el agua correr. Quiero que meimagine desnuda en la ducha y queeso lo obsesione. Que se veaobligado a escucharme, que sereprima de venir a verme, que seimagine mi cuerpo mojado, susmanos recorriéndolo conexcitación, mis labios entreabiertos,mi respiración entrecortada, miscaderas flexibles… Sería suficientecon que cruzase mi puerta, tan solonos separan unos metros. Solotendría que utilizar su copia de lasllaves, entrar en mi casa, como un

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ladrón y venir a la duchasigilosamente. Tendría los ojoscerrados, pero adivinaría laurgencia de su deseo. Él no diríanada, me besaría frenéticamente yme tomaría en un alientoapasionado. Quiero que se vuelvaloco de deseo escuchando el aguacorrer… Mientras tanto, creo quesoy yo la que siento todo eso.Tengo que guardar la calma. Paraempezar, debo vestirme. Bueno, nodel todo. Estoy convencida de queme quedaré así todo el día. Después

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de todo, no tengo clases. Voy atrabajar un poco a la universidad,donde nadie se dará cuenta, despuésa comer con Manon y acontinuación, a la biblioteca hastalas 5 de la tarde.

"¡Bueno, bueno… parece queCécile de Volanges ha terminadopor corromperse!

– ¡Muy buenos consejos,Merteuil!

– Me alegra saber que hasseguido mis consejos de lectura…Pero me gustaría que dejases de

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llamarme Merteuil.– Vale. Pues tú llámame Emma,

entonces.– Hecho. ¿Así que estás

desnuda?– Pues sí. Se me hace raro hablar

de esto en la cafetería de launiversidad…

– ¿Y Delmonte, te ha visto?– Sí. Se ha dado cuenta. Estoy

segura.– ¿Le ha incomodado? ¿Te ha

suplicado que le dieses tu mano?– Qué graciosa. No, solo parecía

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sorprendido.– Has dominado la situación

perfectamente. Créeme, ningúnhombre estaría simplemente"sorprendido" ante tal espectáculo.

– Si tú lo dices… "Nuestra comida se desarrolla

con normalidad; yo me como elpostre corriendo hacia labiblioteca. ¿Qué pasa si Guillaumese da cuenta? ¿No es demasiadoprovocador teniendo en cuentanuestra relación? De todas formas,si eso le ayuda un poco…

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"¡Qué pronto llegas! ¿Has vistola hora?"

Siempre tan mono. Hoy tardo unpoco en darle el beso, pero cuandolo hago mis labios rozan los suyos.Nos quedamos inmóviles,mirándonos a los ojos. ¿Quién va adar el siguiente paso? Es unmomento de extraña intensidad, noestoy segura de tener ganas debesarle, lo que tenemos antenosotros es cien veces más fuerte.

"¿Emma?– ¿Sí?

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– El teléfono. Deberías cogerlo."Maldito teléfono. El hombre

gris, siempre tan inoportuno. Mellama para preguntarme si ya heordenado unos papeles de no sé quécoloquio… Guillaume me hace ungesto de que se va y que ya mellamará más tarde. Yo muevo lacabeza, sin más remedio.

No sé si Guillaume se ha dadocuenta de algo, pero lo que esseguro, es el efecto que causa enmí. Me siento sexy y muy deseable.Y dispuesta a todo. ¿Con

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Guillaume? No lo sé…Cuando salgo me está esperando

delante de la biblioteca, como elprimer día que nos conocimos.

"¿Te apetece ir al cineconmigo?"

Le digo que sí. El modo quetiene de sorprenderme es muymono. Tenemos cita delante delcine. Vuelvo a casa para "trabajarun poco" mientras tanto.

"¿Qué hay que ponerse para ir alcine?

– Para empezar unas bragas.

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– Se me había olvidado porcompleto, pero creo que sería unabuena idea. Bueno, ahora en serio,¿qué me pongo?

– Nada especial, vas como estásahora. ¿En Estados Unidos osponéis un vestido de noche?

– A decir verdad, no lo sé, nuncasalí con ningún americano, perocreía que hacía falta arreglarse unpoco.

– Para nada. Ante todo, sé túmisma.

– Vale. Gracias, Manon. Hasta

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mañana. "No tenía tanto trabajo como

pensaba… Quizás debería ponermea ordenador un poco si quiero traera Guillaume después de la película.Sí, voy a hacer eso, pero creo quemás bien voy a desordenar un poco.Estos libros colocados no dan unaspecto demasiado sexy. Miescritorio también demuestra quellevo bastante sin estudiar. Unascarpetas por aquí, un lápiz mordidoy dos libros abiertos por allá…Otro libro abierto en el suelo al

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lado de la cama… De poesía. Esole va a gustar. Perfecto. Unahabitación de chica intelectual-sexy. No de la típica que seencapricharía de su guapo caseropodrido de dinero. ¡Las siete ymedia, me voy!

La película estuvo genial, aunquemuy triste. De esas que dan ganasde suicidarse. Del género que haceque se te pasen las ganas de teneruna vida sexual durante muchotiempo. Sin embargo, le invito atomar un "té" en mi casa cuando

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salimos. Él acepta. En mi casa nosolvidamos un poco de la película.Hablamos, reímos. A veces,dejamos de hablar para mirarnos alos ojos en un silencio sepulcral.Después, pasa la mano por mi pelo,muy suavemente. Sus ojos me pidensilencio. Yo también pongo la manoen su pelo e imito sus movimientos.Es muy dulce. Su mano se aventuraahora por mi nuca. Me estremezco ycierro los ojos.

Cuando los vuelvo a abrir, estáde pie poniéndose el abrigo. Creo

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que me he perdido algo."Me gusta esperar", me dice. A

mí me parece bien.Paradójicamente, lo encuentroincreíblemente sexy. Yo le digo quea mí también me gusta esperar. Lepropongo acompañarlo abajo.Bajamos las escaleras en silencio.En el portal, me besa suavemente.A penas lo siento… pero oigo elruido del temporizador que sereactiva. No estamos solos. Le voya mostrar a Delmonte la intensidadde mi vida sexual, se va a enterar.

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En un abrir y cerrar de ojos,transformo nuestro casto beso en unbeso apasionado. Nuestras lenguasse entrelazan y me pego al cuerpode Guillaume que afortunadamente,no queda impasible. Charles pasarápidamente detrás de nosotros ydesaparece en las escaleras. Esimposible que no nos haya visto.Estoy satisfecha de mi efecto.Guillaume está más participativo.Ahora me mira y pareceprofundamente decepcionado.

"Llámame cuando sepas lo que

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quieres."Lo he echado todo a perder.

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7. La cosecha

Estoy avergonzada. Lo queteníamos Guillaume y yo era algovalioso. Podría haber acabado enalgo magnífico. Y yo lo he echadotodo a perder. Ni siquiera sé si va aquerer dirigirme la palabra. Soyuna tonta. ¿Y todo eso para qué?¡Para despertar la libido de mi

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estúpido vecino! Que sin embargo,me dejó bien claro hace dos mesesque entre él y yo nunca podría habernada. "No estoy para nadaenamorado de ti" Tendría quehabérmelo tatuado. ¡Qué estúpidasoy!

Me siento sucia. Decidoenclaustrarme en casa todo el fin desemana. Voy a trabajar en serio yllamar a mi padre, que ya hacemucho que no lo hago. Él meconoce perfectamente y sabe, tansolo por el tono de mi voz, que algo

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no va bien."¿Es por un chico?"¡Nunca me hubiese imaginado a

mi padre tratando el tema de mivida amorosa! Me quedo sinpalabras.

"Sabía que llegaría ese día, meestaba preparando. ¿Así que se tratade un chico, eh? ¿Un estudiante?

– No, bueno, sí. Se llamaGuillaume.

– ¿Habéis discutido, es por eso?– Sí, algo así.– Sea lo que sea que hayas

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hecho, pide perdón. Personalmente,eso es lo que siempre he hecho contu madre y nuestras broncas nuncaduraban demasiado.

– Ya… Vale. Gracias.– De nada."Parece muy satisfecho de su

consejo. Estoy segura de que lotenía preparado. Ahora que ya le hedado las gracias, debe pensar queha pasado esta prueba. Dar un buenconsejo en el terreno del amor:prueba superada. Como en otrotiempo lo fue: "aprender a andar en

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bici" o "explicar cómo se hace unbebé". No quiero quitarle esailusión, así que no insisto. Además,no está del todo equivocado; claroque debo pedir disculpar. Tengodos días para encontrar laspalabras. Mientras tanto me voy amantener en segundo plano.

En el trabajo, una vez que laseñora Granchamps validó miproyecto, apenas he dado palo alagua. Puede decirse que no hehecho nada, no me voy a mentir amí misma. Cada día, encuentro una

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buena excusa para no ponerme conello. Un libro que quiero terminar,una comida con Manon, falta demoral, un plan maquiavélico paraponer en marcha con el fin deseducir a Charles… Pierdo eltiempo. Ahora alguien llama a lapuerta, una nueva excusa…

"Emma. Buenos días. Perdonaque te moleste, pero me preguntabasi me podrías hacer un favor.

– Sí. ¿De qué se trata?– Esta tarde estoy esperando que

me traigan un cuadro, pero tengo

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una cita en el otro lado de la ciudadque no puedo cancelar. ¿Podríasrecogérmelo tú?

– Sí, puedo trabajar en tu casa,no hay problema. ¿Cuándo quieresque vaya?

– Ahora, si puede ser.– Vale, ya voy."Hacía semanas que no teníamos

una conversación tan larga. Cuandollego a su casa, está en camisa ydescalzo. No parece que esté apunto de salir. Ya me habíaolvidado de lo sexy que es.

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Pone a mi disposición unpequeño escritorio de caoba y meofrece un café. Él sigue de pie.

"¿Qué tal la memoria?– Bien."No le diré más. De todos modos,

sé perfectamente que mi trabajo nole interesa demasiado. Mecomporto como si la pantalla metuviera absorbida para hacerle verque no he venido por él. Él loentiende y se va a su habitaciónpara reaparecer unos minutos mástarde en un traje azul marino.

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Normalmente no me gustan mucholos trajes, pero este es muyfavorecedor.

"Me voy. El cuadro debe estar alllegar. Una vez que lo recibas,puedes cerrar y volver a tuhabitación. Pasaré a recuperar lasllaves por la noche. Bueno, si estásen casa.

– Todavía no lo sé. ¿Tienes unacopia por si acaso?

– Claro.– Estupendo.– Muy bien. Gracias otra vez."

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Me ha costado unas semanas,pero ahora ya controloperfectamente mis reaccionescuando estoy con él. Si el corazónse me acelera siempre que lo veo,puedo mostrar la más grandeindiferencia. Estoy orgullosa de miprogreso. Estoy sola en su casa.Dije que iba a trabajar, pero laocasión es muy tentadora. No voy arebajarme a registrar su casa, peroun pequeño paseo no tiene nada demalo. Empezaré preparándome uncafé expreso. En la encimera

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descansa su correo. Facturas,comunicados de prensa,invitaciones a cócteles… y unacarta escrita a mano. Me doypermiso para leerla. Después detodo, no la habría dejado encima dela encimera si era algo secreto.

"Señor,Me tomo la libertad de hacerle

saber la conducta escandalosa desu inquilina. Al principio, hizogala de una educación envidiable,pero desde hace unas semanas,muestra signos de relajación,

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incluso podría hablar dedepravación. La otra noche, vicómo llevaba a un hombre a susapartamentos…"

Bueno, ahora estoy mástranquila. Si Charles no se habíadado cuenta de los cambios queestaba realizando, la portera se haencargado de hacérselo saber. Nopodría estarle más agradecida. Traseste éxito, decido dejar laexploración y centrarme seriamenteen mi trabajo. El cuadro llega unosminutos más tarde, como estaba

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previsto, y tras haber firmado elrecibo, me vuelvo a casa, o "a misapartamentos", como diría laportera.

He trabajado mucho esta tarde,más que en seis meses en París. Sinduda, gracias a la culpa. Llamandespacio a la puerta. Es Charles. Ledoy las llaves con una sonrisa.

"¿Todavía estás aquí?– Sí. ¿Qué hora es?– Las 7 de la tarde.– Iba a salir ahora.– Vale, ya veo."

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Salir no estaba para nada en misplanes, pero tenía que mentirle aDelmonte. De no ser así, me habríainvitado a cenar y no hubiesepodido decirle que no. O inclusopeor, no me habría dicho nada y mehubiese roto el corazón. Otra vez…

Voy al cine. Sola.

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8. Entre líneas

Lunes. Voy a tener que volver ala facultad. Volver a ver aGuillaume y probablemente, darleuna explicación. No estoy lista paradecirle la verdad. Decirle que apesar de mis esfuerzos, no soy laque pretendía ser. Queefectivamente no soy más que una

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chica frívola enamorada de supropietario indiferente. Pero hoyno. Lo único que tengo que hacer esllegar tarde. ¿Eso evitaría que noscruzásemos? Perfecto, de ahora enadelante, ya puedo añadir lacobardía a la lista de mis defectos.

Manon cree que es mejor nodecirle nada, dejar que el tiempocure las heridas, que pronto loolvidará. Creo que lo toma por unidiota.

No, voy a seguir los consejos demi padre, me voy a disculpar.

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"Hola."Hoy no hay ritual. Nuestra

relación se ha enfriado porcompleto.

"Hola. Escucha, debo pedirtedisculpas por lo del viernes. Estuvomal. Perdón.

– Sí, estuvo mal, pero creo queme merezco más que un “perdón”deprisa y corriendo. Cuando estéslista, ya conoces mi número."

Se va. No hay libros queordenar. Me quedo sola con misremordimientos… y alguien más.

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Me parece haber oído pasos. No esGuillaume, acabo de verle subir lasescaleras.

Pruebo."¿Señor Demange? ¿Monique?

¿Chantal? ¿Hay alguien ahí?"Nadie. Empiezo a sudar. Pienso

en las palabras de Manon, "un lugarideal para que te den una paliza o teviolen"…

Los pasos se acercan, estoysegura, pero no veo a nadie. Nologro adivinar de qué lado vienenlos pasos. En cuanto agudizo el

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oído, los pasos cesan. Se estánburlando de mí y yo empiezo a tenermiedo de verdad. Voy a subir, esmás seguro.

Estoy a tan solo unos metros dela escalera cuando las luces seapagan. Me va a dar un ataque alcorazón. Los pasos vuelven a sonar.Esa persona debe de estar delantede mí en este momento. Estoyparalizada por el miedo.

"Te lo advierto, voy a gritar."Los pasos se acercan. Cada vez

más.

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"¿Que quiere?– Creo que lo mismo que tú."¡Dios mío! ¡Esa voz! Es Charles,

¿pero qué hace aquí?"¿Perdón?– No te hagas la inocente. No te

creo. Emma, no puedes actuar asídurante semanas y sorprenderte porlas consecuencias lógicas…

– No lo entiendo…– ¿Es una costumbre americana

la de pasearse por ahí sinbraguitas? ¿Y ese jovencito del queintentaste abusar en el portal?

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– No sé de qué hablas…– Dejémonos de hablar,

entonces. "Seguimos inmersos en la

oscuridad. Todavía tengo miedo apesar de la revelación de laidentidad del desconocido. Mirespiración está entrecortad, amedio camino entre el temor y eldeseo. De repente, sus manossurgen de la nada y abren micamisa. Él está delante de mí.Siento su aliento en mis labios. Misujetador cae rápidamente al suelo.

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Me gustaría luchar, pero el deseo esmás fuerte. Ya no quiero seguirjugando, solo quiero abandonarme aél, no hacer nada, no decir nada quelo pueda detener. Mi vientre mequema. Sin ni siquiera pensarlo,agarro una de sus manos en mispechos y la deslizo hasta la costurade mi braguita. Sus dedos dudanpor un instante antes de hundirse enmí. No puedo retener un grito. Estoyempapada. Comienzo a ondular miscaderas al compás de las cariciasde sus dedos, pero él los retira

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bruscamente y detiene nuestroacercamiento. Ahora estoy de nuevoen la oscuridad. Sola y casidesnuda. No tengo más que unafalda por las rodillas y unasbraguitas. Cualquiera podría llegary verme allí, temblando de deseo.

"Emma. Cómo echaba de menostus grititos."

Se coloca detrás de mí. Siento sucalor. Su respiración entre miscabellos y su erección, ardiente. Mefroto contra él, me arqueo. Laviolencia de mi deseo me sorprende

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a mí misma. Coloca sus manoscalientes en mis caderas y me pasala lengua por mi hombro derecho.Es un suplicio, tanto este contactohúmedo como la proximidad de susmanos. Me gustaría que meacariciase. Abro ligeramente laspiernas como para invitarlo y élvuelve a detener el contacto. ¿Quépasa? ¿Quiere jugar? Muy bien.Decido terminar de desvestirme. Derepente se enciende la luz. Siguesiendo él. Se acerca a mí. No mesiento intimidada, tengo demasiadas

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ganas de él. Leo en sus labios elmismo deseo. Me agarra de la manoy me lleva a una estantería delibros. Yo me dejo llevar. Me ponecara a la estantería y me coloca lasmanos en el estante. Oigo cómo sedesviste y después, su torso fuertecontra mi espalda. Con sus manos,separa mis muslos que seestremecen con su contacto.Después me toma. La fuerza delacto nos desata un unísono suspiro.Tengo ganas de esta fuerza. Noquiero que sea cuidadoso, quiero

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que me maltrate. Mis caderasacompañan sus envestidas. Grito, séperfectamente que nadie puedeoírme. Sus uñas se hunden en mipiel y quiero que se hundan mástodavía. Su ritmo es cada vez másintenso, he perdido totalmente elcontrol. No puedo evitar pensar quehe aganado, antes de dejar que elplacer se apodere de mí comonunca antes lo había

Cuando consigo recuperarme,Charles ya se ha puesto el pantalón.Está al teléfono. Parece

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conmocionado. Me mira aturdido."Es Alice, acaba de

despertarse."

Continuará...¡No se pierda el siguiente

volumen!

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Suya, cuerpo y alma -Volumen 5

Entre la bondad de su nuevopretendiente y la fascinación quesiente por Charles, el corazón deEmma duda. Sin embargo, unacontecimiento inesperado viene airrumpir en su mundo. Deseo, celosy amor se mezclan y se conviertenen uno solo… ¿Quién saldrávencedor de esta explosión deemociones?

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En la biblioteca:

Toda suya volumen 1

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