Suplemento Universitario 27-02-2014

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Guatemala, 27 de febrero de 2014 Suplemento Especial de Diario La Hora ¿Qué hacer para reducir tanta conflictivad social?

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Guatemala, 27 de febrero de 2014 Suplemento Especial de Diario La Hora

¿Qué hacer para reducirtanta conflictivad social?

JAVIER SANTIZO [email protected]óximo a graduarse en la Facultad de Derecho de la Universidad Francisco Marroquín. Ha sido presidente de la Asociación de Estudiantes de Derecho, participante en competencia internacionales de Philip C. Jessup (Campeón Nacional) y ELSA Moot Court Competition on WTO Law (Tercer lugar, ronda mundial). Miembro de Organizaciones Internacionales como Blackstone Legal Fellowship y Columbia Summer Programo n American Law Alumni.

DIEGO ALEJANDRO ALFARO MÉRIDA [email protected]ó sus estudios de Primaria y Secundaria en el Colegio Viena, y sus estudios de Ingeniería Industrial en la Universidad Rafael Landívar. Trabaja actualmente como Asesor de Pintura

en Cofiño Stahl.

OSCAR GIOVANNI GRACIAS RAMOS [email protected] años de edad, pensum cerrado en la carrera de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Mariano Gálvez. Profesor titular de Moral y Ética y Ética Profesional en la

Escuela Politécnica.

NADIA NINOSHKA SOLANO BARRIOS [email protected] del Colegio Sagrado Corazón de Jesús. Estudiando la Licenciatura en Mercadotécnia en la Universidad Panamericana. Ha tomado cursos adicionales en la Universidad Rafael

Landívar y en la Cámara de Comercio. Su experiencia laboral abarca áreas de Recursos Huma-nos, Compras, Registros, Mercadeo e Investigación de Mercados.

ÁNGEL RUBÉN CIFUENTES MALDONADO [email protected] en Administración de Empresas, estudiando la Maestría en Administración de Negocios en la Facultad de Administración de la Universidad Galileo.

MÓNIKA MICHELLE SCHLESINGER [email protected]óxima a graduarse en la carrera de Derecho de la Universidad del Istmo –UNIS- Bachiller en

Ciencias y Letras del Colegio La Asunción. Recibió de la Sociedad de Estudiantes y de la Facul-tad de Derecho de dicha Universidad el reconocimiento de excelencia académica.

KEVIN PAUL VILLATORO ARDÓN [email protected] cerrado en Ingeniera Industrial (2013) en la Universidad Rafael Landívar. Beca-do “Loyola”. Cursos adicionales de liderazgo en INTECAP. Ha pertenecido a distintos equipos deportivos y agrupaciones estudiantiles. Desde Julio de 2012 trabaja en el sector automotriz.

NERY CHUCUY [email protected] en Ciencias y Sistemas de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Estudiante de la Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad Francisco Marroquín. Actualmente trabaja como Consultor de IT para Promisan p.v. Investiga el impacto dela tecnología en la sociedad y

el comportamiento humano a través de la empresa Mundo Inteligente.

ANA CRISTINA BARBIER [email protected] de la Universidad del Istmo, actualmente se encuentra elaborando su trabajo de tesis de licenciatura y en la preparación de los exámenes privados para graduarse en Ciencias Jurídicas y Políticas, Abogada y Notaria. Con ansias de formar parte del mundo jurídico del país con el fin de poder colaborar en la creación de una Guatemala en donde prevalezca el derecho y la justicia y así poder gozar de un verdadero estado de derecho que se sujeta más al derecho que a la ley.

Tal y como lo mencionan en sus columnas los colaboradores de este suplemento, hay una serie de complejas situaciones que no hacen fácil la

convivencia social en nuestro país que, como todos sabemos, poco necesi-ta para encontrar el momento de iniciar conflictos.

Por tradición y tras los 36 años de conflicto armado interno, lo fácil fue convertirnos en una población que por inercia encontró la costumbre de radicalizarse en uno u otro de los bandos. Como hemos podido ver con el tiempo, Guatemala discute sobre ideologías de izquierda y derecha; el deporte; pobres y ricos; indígenas y ladinos; etc. No somos una sociedad capaz de entender que hay necesidades colectivas y mínimos requisitos para llevar la vida misma en conjunto.

Conocedores consideran que la conflictividad no es más que la demos-tración de una normal acumulación de frustraciones ante la mezcla de un ambiente de violencia, pobreza, injusticia e impunidad en el que cotidia-namente vivimos y por el que no tenemos la costumbre de sentarnos a encontrar soluciones porque nos sentimos acostumbrados al fracaso.

Ha existido momentos de importancia histórica en el país que no han logrado el objetivo de facilitar la vida en común. La firma de la paz debió ser el gran iniciador del pacto social en el que tras la violenta y sangrienta guerra, nos enfocáramos a convertir esa misma paz en demostración de desarrollo para los ciudadanos.

Pero el efecto fue al contrario. Lo que encontramos fue que hasta la misma firma de los “Acuerdos de Paz” nos trajo un gran desacuerdo social que impidió su reconocimiento de parte de representantes de las cúpulas del poder. Se logró silenciar las armas pero no se lograron establecer los parámetros mínimos de las políticas de desarrollo que necesitamos como Estado y como sociedad.

Y de allí en adelante, la historia es la misma. La conflictividad en Gua-temala no es más que el reflejo del fracaso en los satisfactores sociales. No es fácil encontrar ni siquiera, el famoso “circo” de los romanos que nos distraiga de la cotidianeidad de los problemas. Hasta en el deporte se ha demostrado que no podemos ser exitosos.

Pero lo más importante, pareciera ser que somos una sociedad total-mente complaciente con la situación en la que estamos. Una grupo po-blacional que no se inmuta ante las terribles situaciones que enfrentamos todos los días y que en lugar de encontrar el compromiso en involucrarnos para las soluciones de largo plazo, nos queremos convencer que con le-vantar la voz de vez en cuando en alguna protesta estamos aportando lo que está en nuestras manos. La pregunta es ¿Cuántos, verdaderamente, escuchan los pedidos en la protesta?

Ojalá y pronto encontremos esa necesidad de elaborar el pacto que nos ayude a determinar el país que queremos construir. Mientras no lo haga-mos, seguiremos siendo una sociedad conflictiva y sin resultados.

La conflictividad chapina

Página 2/Diario La Hora/Guatemala, 27 de febrero de 2014

Editorial

La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 27 de febrero de 2014, Página 3

El tema de los malos servicios públi-cos al que es sometido nuestro país, es un

tema importante, el cual en la buena ad-ministración de los mismos podría conver-tirse en una herramienta importante para el desarrollo de nuestra Nación. Es impor-tante mencionar que en nuestro país existe una entidad nombrada por el Congreso de la República en el decreto 25-80 de la Ley Orgánica del Instituto Nacional de Admi-nistración Pública, creada con la finalidad de auditar y velar por el cumplimiento de una buena atención brindada por las insti-tuciones que prestan los diversos servicios públicos, conocido como el Instituto Nacio-nal de Administración Pública.

En mi opinión el éxito de una organi-zación u institución depende de la capa-cidad de sus dirigentes y la medida en la cual puedan explotar los recursos otor-gados mediante la soberanía de nuestro país, como también el compromiso que pueda existir en todos los trabajadores del área pública hacia nuestra nación y la identificación de lo importante que es la labor que desempeñan para el desarrollo de nuestra Guatemala, lo cual se puede lograr mediante una buena aplicación de las herramientas del comportamiento or-ganizacional.

Considero que es importante que los

servicios públicos sean diseñados para facilitar la vida de los guatemaltecos y no complicarla como ha venido sucediendo en el transcurso de los años, por ejemplo, los horarios de atención al público de estas en-tidades las cuales algunas de ellas tienen jornadas laborales cortas sin aprovechar el ciento por ciento del tiempo que nuestra Ley permite laborar, desperdiciando horas de servicio para la población guatemal-teca, de esta manera muchas veces com-plican la tarea de satisfacer la necesidad de los ciudadanos guatemaltecos de los servicios públicos, teniendo que interferir en sus obligaciones diarias con su trabajo para realizar diligencias que provienen de entidades públicas.

Este es un problema que se genera en todas las entidades gubernamentales, como lo es la salud, justicia, educación, seguridad, etc.

Es necesario que los dirigentes de las diversas instituciones públicas tengan una preparación académica y experiencia apli-cable a la institución que son nombrados para dirigir, pues al analizar en algunas ocasiones los perfiles de los funcionarios públicos no coinciden con el área que ad-ministran, como reza el refrán: “Zapatero a tus zapatos”, pues no sería productivo que por ejemplo, un mercadólogo esté al man-

do del M i n i s -terio de G o b e r -n a c i ó n , pues sus c o n o c i -mientos sobre armamentos y le-yes son vagos por la preparación que éste ha tenido.

Considero que la calidad de los servi-cios públicos debería de ser similar a la exi-gida por la población hacia empresas del sector privado, pues como consumidores demandamos un buen servicio a cambio de lo que pagamos por obtener un bien o servicio, pienso que la población guate-malteca debería exigir un alto estándar en la calidad de la atención pública, pues to-dos pagamos con nuestros impuestos para poder obtener los servicios que ellos brin-dan, pues la realidad es completamente distinta, ya que al acudir a un organismo gubernamental generalmente el personal que atiende pareciera que se enfadara por atender a los ciudadanos guatemaltecos, por ello pienso que no es culpa únicamen-te del gobierno, sino también de nosotros los ciudadanos por callar y no exigir lo que el pueblo merece.

Discriminación: Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, re-ligiosos, políticos, etc. Definición dada por la Real Academia Española.

Desde tiempos coloniales, Guatema-la ha vivido en un permanente estado de polarización, en el que se ha promulgado sobre todo la discriminación. Dicha discri-minación comenzó a darse en contra de la po-blación indígena, población que constituye un porcentaje sumamente considerable en nuestro país. Sin embargo, en la actualidad dicho estrato social no es el único que sufre de tan terrible mal. UNICEF en su análisis de país explica cómo en Guatemala, a pesar de tener un buen marco legal en la materia, una niña indígena puede ser cuatro veces discriminada: por ser niña, menor de edad, indígena y pobre.

Siendo pues esta realidad tan evidente, es justo pensar en qué po-demos hacer para enfrentar dicho problema y así erradicar o al menos disminuir la discriminación imperante.

La respuesta, a mi modo de verlo, se basa en tres pilares fundamen-tales: la sanción a los actos de discriminación, la identidad nacional y la igualdad ante la ley.

Con respecto al primer punto, creo que constituye una parte del problema mayor que representa la impunidad en Guatemala. En el tema de discriminación, las autoridades y en general la población debe practicar una tolerancia cero a aquellas actividades que conlleven una discriminación de cualquier tipo.

En cuanto a la identidad nacional, hay que enfatizar que vivimos en un país con un pasado desigual y de opresión. Una historia de con-flictos y un presente de polarización. No hace mucho, cierto presidente nos hablaba de “las dos Guatemalas” buscando purgar en aquella he-rida ya tan abierta que constituye nuestra realidad. No faltan tampoco aquellos bienintencionados, que en su intento por luchar contra la de- sigualdad son inclusive más discriminadores, refiriéndose a los grupos minoritarios en términos despectivos y ensalzando la diferenciación entre unos y otros. Es pues justo pensar: ¿Debemos vivir de dicho pa-sado o sería mejor mirar al futuro? Al final del día, todos somos gua-temaltecos y al momento que nos sintamos dueños de este país, que es nuestro, comenzaremos a trabajar en conjunto erradicando aquella vieja postura “cangreja” de intentar evitar el éxito de mi vecino.

Por último, tenemos el pilar final y fundamental en la lucha contra la discriminación: La igualdad ante la ley. No por nada nuestra Carta Magna, en su artículo 4, recoge dicho principio estableciendo taxati-vamente que TODOS los guatemaltecos somos iguales en derechos y obligaciones.

Hago énfasis en este punto porque a pesar de ser un presupuesto de cualquier Estado de Derecho, muchas veces se crean leyes desigua-les para intentar “equiparar la desventaja o desigualdad de determina-do grupo”. Esto, sin darse cuenta que TODOS somos iguales ante la ley y que dichas diferenciaciones han sido y siempre serán aún más nocivas que aquello que intentan remediar. Constituye pues, no solo un aten-tado contra nuestro Estado de Derecho sino, además, una arrogancia fatal al intentar prevenir y calcular exactamente cómo “reorganizar la sociedad”. En este punto, me ciño a la historia para demostrar la impor-tancia de defender lo establecido en nuestra Constitución.

En conclusión, propongo que combatamos la discriminación defen-diendo la igualdad ante la ley; que busquemos esa identidad nacional que nos haga sentir orgullosos de ser guatemaltecos; y que comence-mos a mirar juntos al futuro, el pasado bastantes problemas nos ha creado.

Guatemala, después de una guerra fratricida que duró más de tres décadas. En 1985 después de una serie de aconte-cimientos tanto nacionales como inter-nacionales, vuelve a retomar la demo-cracia como forma de gobierno, dejando a tras los gobiernos militares que se ha-bían sucedido en los periodos anteriores al retorno de tan ansiada democracia.

Lo novedoso de esta transformación es que Guatemala adopta no solo el sistema democrático de gobierno, sino que junto a ello va aparejada la forma de gobernar que es la forma republicana, es decir, en la separación absoluta de pode-res y en la alternancia del poder.

Estos casi treinta años de democracia lejos de llevar al pueblo de Guatemala a una estabilidad social, el deterioro ha sido cada vez más evidente, deterioro que se traduce en una serie de aconte-cimientos sociales que perturban la paz y la tranquilidad de los guatemaltecos.

Cada día nuestros derechos funda-mentales consignados en la Constitución Política de la República, se ven vulnera-dos por asesinatos, robos, secuestros, extorsiones, manifestaciones etc.

Esta radiografía del país, no refle-ja más que la debilidad del Estado de Derecho al que aspiramos como gua-temaltecos en un Estado democrático. Debilidad que no se puede atribuir a un

solo gobernante desde el reinicio de la nueva época democrática. El deterioro al que se ha venido haciendo mención, es responsabilidad de todos los que han gobernado este país, ya que no han sido capaces de hacer cumplir los principios constitucionales que garanticen la paz y tranquilidad de los gobiernos.

La incapacidad para gobernar este país de casi 15 millones de habitantes se ha demostrado de manera clara y descabellada. La forma republicana de gobernar se ha esfumado y ha queda-do en una utopía, la corrupción desde el gobierno de Vinicio Cerezo hasta el actual Presidente ha ido creciendo cada vez que las elecciones de cada cuatro años solo sirven para que salten a la palestra políticos miopes, sin verdaderos programas de gobierno y mucho menos con deseos de atacar los grandes males de la sociedad.

Males que se dejan ver en la pobreza, la falta de justicia, la corrupción en todos los niveles, la violencia imparable, hasta los escándalos de políticos que lejos de hacer su trabajo se dedican a realizar ac-ciones populistas para evitar las críticas de las masas.

Un ejemplo claro de la administración es el de las recientes manifestaciones de los maestros para pedir la ampliación presupuestaria, presionando al Congre-

so desde el Eje-c ut ivo, u t i l i -zando el t i e m p o de traba-jo, dejando desprotegidos a los niños. La pregunta es ¿Quién con estas acciones?, ¿quién pierde con las mis-mas? Los autobuseros piden un subsidio de cien millones de quetzales y como ya tiene el ejemplo anteriormente citado, bloquean carreteras sin importarles el daño y perjuicio que se causa al país.

Esta falta de gobernabilidad, permi-te que nuestra Guatemala viva en una conflictividad permanente, donde no se sabe escuchar de parte de los gobernan-tes y los que protestan, no saben respe-tar a los demás.

Es tiempo de reflexionar como gua-temaltecos, es tiempo de pedir que nuestra bella Guatemala sea conducida por caminos de paz, justicia y seguridad. Ello requiere un programa permanente de gobierno, que deberá de cumplirse gane quien gane, para cerrar las puertas a los compadrazgos y a las improvisa-ciones. Ojalá estas reflexiones ayuden a todos a involucrarnos en la trasforma-ción de nuestro país.

Universidad Rafael Landívar

Diego Alejandro Alfaro Mérida

Oscar Giovanni Gracias Ramos.

Universidad Mariano Gálvez

Discriminación Servicios Públicos Ineficientes

Incapacidad de los gobernantes

Javier Santizo Mansylla

Universidad Francisco Marroquín

Página 4/Diario La Hora/Guatemala, 27 de febrero de 2014

La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 27 de febrero de 2014, Página 5

Independencia93 años de vivirla,

para decir la verdad

Independencia Responsabilidad

Compromiso Rectitud

Referirnos a diversas manifesta-ciones se ha vuelto frecuente tema

de conversación en desayunos, al-muerzos y paradas de autobús.

En definitiva, las medidas de hecho parecen estar de moda, todos piden salud, educación, se-guridad, trabajo y tantas otras cosas más -ejes que han tenido problemas de ejecución desde los tiempos de Tatala-po. Tanto así que nos han hecho preguntarnos a todos en más de una ocasión, si no hay posibilidad de que se manifiesten de una manera diferente sin afectar el tráfico vehicular, pero es que acaso no nos damos cuenta que si no pasan este tipo de cosas, nosotros no salimos de nuestra burbuja diaria llamada rutina y no caeríamos en cuenta del caos en que vive nuestra sociedad.

¿Nos preguntamos si no lo pueden hacer de otra manera? y muchas veces me he preguntado ¿De qué manera podrían ma-nifestar su descontento, hacerlo saber a la población y de paso, que les ponga atención los sectores relacionados? Y todo esto hacerlo sin afectar nuestro camino al trabajo. Somos autómatas que simplemente hacemos lo que nos corresponde y mientras no se metan con nosotros, nuestra forma y calidad de vida, no hay problema.

¿Qué manera se nos ocurre para manifestar este tipo de si-tuaciones sociales, que sea eficaz, llame la atención sobre el tema y se le busque solución? Es una pregunta al aire que todos deberíamos hacernos al criticar este tipo de actos. Esto con el hecho de no sólo buscar un paliativo inmediato y temporal, sino analizar la situación y buscar una solución para mejorar las opor-tunidades de tener una forma de vida digna para tantas personas que viven en situaciones poco menos que humanas.

¿Es que acaso este tipo de manifestaciones solo correspon-de únicamente a personas de extracto social y económico bajo? Además del hecho -porqué ciertamente es un hecho- que la ma-yor parte de las personas que participan en este tipo de manifes-taciones son pagadas o los mueve otro interés, también es cierto que muchos otros viven la problemática día a día. Son personas que buscan trabajo y no encuentran, por lo mismo no tienen re-cursos más que los que le provee el Estado y los mismos son de mala calidad, sobre valorados o inexistentes (como el caso de la seguridad privada, que ahora es un sector que genera grandes utilidades y la posible ejecución efectiva de la inexistente seguri-dad estatal, podría ser una amenaza a la misma).

En ningún momento estoy implicando que el Estado debe de mantener a toda la gente y por eso hay tantas muestras de des-contento social. Al contrario, estoy indicando que mientras más oportunidades de calidad para levantarse se le brindé a la gente y haya más ejemplos de que la justicia y los servicios pueden ser para todos y no sólo para los que pueden pagar en lo privado, habrá menos enfrentamiento social e inclusive las muestras de inconformidad por problemática social, política o económica, podría evolucionar hacia muestras menos violentas o tajantes.

Por el momento sólo nos queda detener el vehículo en el que nos movilizamos, tener listo un buen listado de canciones que nos gusten, armarnos de paciencia hasta que dispersen la ma-nifestación y cavilar sobre lo tarde que llegaremos a la oficina, cita, etc.

La Educación tiene sus orígenes des-de tiempos remotos dando inicio en Guate-mala desde la época de cristianización de los mayas. Luego la educación tuvo cam-bios influenciados por la época de la Con-quista, en donde unos pocos tenían acceso a ella, hasta llegar a la Independencia en la que se refiere a la educación como una obli-gación del Estado. Efectivamente, en nues-tros días, así se maneja, con la variante que la población es mayor y que la educación se ha dividido en pública y privada. Existe una amplia gama de ofertas de centros de estudio en todos los niveles desde el pre-primario y finalizando en las universidades.

Sin embargo, el aprovechamiento de la educación es discrecional, depende del sector de vivienda, de la población y del nivel de educación que los padres tengan. Así será la prioridad que se asignará a esta actividad. En muchos de los casos los hijos son utilizados para servir de refuerzo en las actividades que rodean el entorno familiar. Si el padre es agricultor, el hijo debe ser agricultor, si la madre se dedica a los oficios domésticos, las hijas serán amas de casa. Esto se hereda de generación en genera-ción, en los padres está la decisión para que los hijos estudien o no, situación que es más marcada en el interior del país. Puede su-ceder, que alguno de los hijos, al llegar a la madurez, vea el potencial en la educación, y decida buscar mejores condiciones de vida.

Existe otra parte de la población, con-

centrada en las cabeceras departamentales y la ciudad capital con actividades, relacio-nes sociales, intereses y niveles económicos diferentes. En este sector, un gran porcen-taje de los padres toma la decisión por los hijos en madera de estudios para poder ac-cesar a mejores condiciones de vida, salud y trabajo, dando como resultado que ese aprovechamiento se refleje en la elevación del nivel cultural y académico.

Paradójicamente del ciento por ciento de los estudiantes que ingresan al nivel preprimario y primario, el 80% logra ter-minar este nivel, los porcentajes van dismi-nuyendo sustancialmente en cada uno de los niveles y solamente logran terminar la universidad los más perseverantes, que es lo que pasa en cada uno de los diferentes niveles, cada uno de los educandos en-cuentra algún distractor, ya que los centros de educación no sólo son lugares para el aprendizaje académico, también son usa-dos como un espacio para el hacer social, religión y política, en él se involucran varias áreas, los buenos grupos que influencian en cosas positivas, los malos grupos que enro-lan a los más débiles a grupos fuera de la ley (ejemplo: maras, traficantes, extorsionis-tas, malos líderes) promueven cambios de ideologías, sin hacer discriminación de gé-nero, credo o raza, en el camino encuentran distractores que los alejan de los sueños ini-ciales, se van acomodando en las áreas que se sienten realizados. Como caso especial se

cita a las m u j e -res, ya que ellas como pilar de las nue-vas generacio-nes y transmisoras de valores, tienen más obstáculos para la educación, por los múltiples roles que jue-gan en el hogar y la sociedad.

La falta de educación no permite que se tenga una mejor visión de las cosas, esas zonas de confort en las que se im-pide poder razonar apropiadamente; de ahí el desprendimiento que unos pocos influencian en los demás para que no acepten, como ejemplo, los cambios en el programa de educación que buscan elevarlo a nivel técnico o universitario, movimientos campesinos en contra del desarrollo de las comunidades, como los proyectos hidroeléctricos y minería, el respeto al Estado de Derecho (hacen lo que quieren, cuando quieren, en donde quieren) en donde prevalece el interés particular y no el colectivo.

De nada valen los esfuerzos de los sec-tores públicos y privados, mientras no se lo-gre que todos entiendan que sin educación no hay desarrollo, todo continuará igual y un país en vías de desarrollo en constante conflictividad social seguirá sumido en la pobreza.

“El poder tiende a corromper y el po-der absoluto corrompe absolutamente”.Lord ActomInnumerables causas pueden mencio-

narse al hablar de conflictividad social, una de ellas atribuible a la falta de transparencia en el manejo y administración de fondos públicos del Estado. Otra mayúscula es el flagelo de la corrupción; germen que de-prava y pone en riesgo la institucionalidad y legitimidad de la gestión pública, pues carcome los cimientos del sistema demo-crático y provoca desconfianza por parte de los ciudadanos.

Bien sabido es que en nuestro país impera galopante el reinado del soborno, tráfico de intereses, compadrazgo, cobro de facturas políticas, y toma de decisiones arbitrarias dentro de la administración pública. La percepción generalizada, evi-dencia como regla general, salvo contadas excepciones, la presencia de funcionarios y empleados públicos corruptos, cuya con-ducta deplorable evidencia abuso de poder e irrespeto a la ley.

La edición 2013 del índice de Percepción de la Corrupción, elaborado por Transparen-cia Internacional, cataloga a Guatemala, junto con la región centroamericana, como uno de los países más corruptos en el ámbi-

to mundial, situándose en el puesto de 123 de 175; escenario que desmerece la imagen proyectada internacionalmente, afectando, en consecuencia, la voluntad de la de inver-sión extranjera y potencialmente oportuni-dades de crecimiento económico.

Para lograr transparentar la gestión pú-blica es necesario visualizar el problema en conjunto, de manera armónica, sistémica e integral, que atienda principalmente a los esfuerzos y normativas a nivel internacional en el tema de la lucha progresiva contra la corrupción, dentro de las que se pueden mencionar la Convención de las Naciones Unidas Contra la Corrupción, y la Conven-ción Interamericana Contra la Corrupción, suscritas en México, el 9 de diciembre de 2003 y en Venezuela, el 29 de marzo de 1996 respectivamente.

Para alcanzar óptimos niveles que per-mitan el fortalecimiento institucional, es in-dispensable la intervención de voluntad po-lítica, es decir el ánimo de todos los sectores para desarrollar e implementar mecanis-mos de control patrimonial, que permitan la detección, de manera preventiva de actos de corrupción, evitando el enriquecimiento ilícito de las personas al servicio del Estado o cualesquiera que directa o indirectamente manejen, administren, o recauden recursos

públicos. A d e -

más, es urgente moldear el régi-men dis-ciplinario y sancionatorio para deducir las responsa- bilidades en cada caso, conforme a principios de trans-parencia y probidad, fortaleciendo los órga-nos de control y fiscalización, en especial la Contraloría General de Cuentas. Igualmente importante es vital concebir la transparencia en la gestión pública como una obligación jurídica con un trasfondo moral.

Como ciudadanos nos corresponde ejercer el derecho de acceso a la informa-ción que se traduce en la facultad de todo ciudadano administrado de obtener infor-mación de la Administración pública, para de esa manera fiscalizar y ejercer presión al denunciar y detectar eventuales actos de corrupción, gestando así una cultura de cero tolerancia y fomentar la transparencia. Debemos cumplir con nuestros deberes ciu-dadanos y no ser cómplices de dichos actos, pues es igualmente culpable quien calla frente al mal.

Nadia Ninoshka Solano Barrios

Universidad Rafael Landívar

Ángel Rubén Cifuentes Maldonado

Universidad Galileo

Mónika Michelle Schlesinger Wug

Universidad del Istmo

Conflictividad social por injusticia social en Guatemala

Falta de Educación

Sobre la necesidad de transparentar la gestión pública

Página 6/Diario La Hora/Guatemala, 27 de febrero de 2014

Kevin Paul Villatoro Ardón

Universidad Rafael Landívar

Ana Cristina Barbier Figueroa

Universidad del Istmo

Citando a Hannah Arendt, los seres humanos somos todos

iguales en un solo aspecto: na-die es igual a otra persona que alguna vez vivió, vive o vivirá. En base a este principio filosófico, la completa armonía de un grupo social es por definición una utopía al mero estilo de lo que ilustró Sto. Tomás Moro en su obra Utopía, en 1516. Dado nuestro instinto de supervivencia, los seres humanos somos por naturaleza conflictivos. Durante nuestra enculturación, desarrollamos un ser individual que constante-mente conciliamos con el colectivo, al cual participamos por nuestra necesidad de pertenecer a la sociedad. Al vivir en sociedad, estamos sujetos a un acuerdo abstracto, a un conjunto de normas escritas o no escritas; y como tal, cuando formamos parte de un Estado de Derecho, la relación entre el gobierno y los ciudadanos está descrita por un conjunto de normas jurídicas que se encuentran en la Constitución, tal como es el caso de Guatemala.

Al leer nuestra Constitución y contrastarla con la realidad del país, se evidencia que lo que allí está escrito está lejos de coin-cidir con nuestra constitución (con c minúscula). Nuestra cons-titución (es decir, las expectativas de la población, las cosas a las que estamos acostumbrados, las normas en vigor y todo lo que sucede en la realidad) posee problemas que tienen su ori-gen mucho tiempo atrás. El crisol de culturas que los prime-ros migrantes ocasionaron en esta región, la conflictividad durante el período clásico y posclásico maya, la Conquista y la época colonial; son algunos de los factores importantes que nos han dejado un legado de conflictos.

Particularmente, lo acontecido durante la época colonial y la presencia lejana de la corona a través de leyes como las firma-das con la fórmula “obedézcase, pero no se cumpla”, mezclaron los componentes ideales para dar nacimiento a la burocracia, los privilegios, la arbitrariedad, la ausencia de soberanía y des-trucción del nacionalismo. Dichos elementos hicieron de esta colonia del nuevo mundo un lugar lleno de conflictos socia-les que sufrimos aún al día de hoy de manera muy similar a aquella época, especialmente en el ámbito político. Nuestra Constitución es violada constantemente por nuestra constitu-ción, y lo que esperamos que sea de nuestra condición como ciudadanos guatemaltecos está lejos de ser realidad; y eso, sin considerar los problemas que la misma Constitución posee.

Esta herencia que nos ha hecho tanto daño se propaga mu-chas veces entre la juventud, haciéndonos sentir desencanto acerca de nuestra Guatemala, abriéndole paso a ilusiones engañosas que promueven la igualdad, percibiéndola como igualdad de resultados, ignorando que igualdad de oportuni-dades no implica igualdad de resultados y que la frase popular debiera ser: todos somos diferentes, pero ante la ley debemos ser tratados todos iguales.

Creo que en nuestros años de juventud, con la fuerza que cir-cula en nuestras venas, debemos luchar por dejar atrás esa he-rencia que nos lastima y preguntarnos día a día: ¿Qué le puedo dar yo a mi Guatemala? Y lo más retador: hacerlo realidad.

La inequidad es una de las principa-les causas de conflictos que existen actual-mente en la sociedad guatemalteca. Está comprendida por distintos factores siendo los de mayor importancia: Educación, opor-tunidades y riqueza; los cuales son inheren-tes y no se pueden considerar por separado. Estos tres factores a su vez se pueden resu-mir en la dignidad humana y la calidad de vida que tiene una sociedad dentro de su país, el desarrollo y crecimiento que puede llegar a tener dados estos factores.

La principal riqueza de cualquier socie-dad es la educación, ya que es la base de un crecimiento continuo y generación de vías de desarrollo. Un aprendizaje constante es necesario ante un mundo dinámico que día a día exige nuevas alternativas y soluciones para mejorar la calidad de vida. La educa-ción es un derecho humano que actual-mente en Guatemala no está generando en las cantidades que se necesita tanto a nivel público como privado. Estamos estancados en alcance geográfico y calidad educacio-nal, que en vez de mejorar parece que está empeorando. Una sociedad que aprende, es una sociedad educada, es una sociedad que vela por su bienestar común, y será una sociedad con oportunidades de desarrollo.

El desarrollo de un país se puede medir en base a la cantidad de oportunidades que accede una persona para mejorar su calidad de vida, como es la educación de calidad, trabajo digno y justo, recreación sana, etc. La falta de oportunidades y prin-

cipalmente la inequidad que existe para el acceso de las mismas impide el desarrollo de la sociedad y país. Aquí entra el factor educación; el bajo índice de cobertura educacional contribuye a cerrar y disminuir muchas oportunidades a la gran mayoría de la población guatemalteca que no tiene acceso a la misma y, si tiene acceso, no es una educación de calidad. A su vez se obs-truye el desarrollo y enriquecimiento de esa parte de la sociedad.

Parece que no sabemos que Guatemala está llena de riquezas (que no es únicamen-te económica), y que cualquier país envidia. No tenemos que esperar a que se deteriore o extingan nuestras riquezas: Humana, con gente capaz de lograr inimaginables cosas (ya existen muchos guatemaltecos recono-cidos a nivel mundial por sus logros indivi-duales, imagínense si nos uniéramos como país); vegetal y animal, con gran diversidad en ambos reinos y que muy pocos países cuentan; geográfica, por nuestra posición estratégica en el globo terráqueo que nos permite tener comunicación con todos los continentes y con ambos océanos, algo que no hemos explotado y de lo que nos podre-mos llegar a arrepentir. Guatemala no es un país pobre, pero lastimosamente existe la inequidad injusta para el acceso a oportu-nidades que permitan a personas capaces con visión aprovechar de manera correcta las riquezas de nuestro país.

La inequidad en la distribución de las riquezas está marcada en nuestra socie-

dad, se encuen-tra rela-cionada con las d i s t i n -tas clases sociales que existen, y que atentan con la dig- n i d a d humana. Falta de educación de calidad desde la base primaria hasta la profe-sional universitaria, donde únicamente accede el 2% de la población y un porcen-taje más bajo llega a graduarse. Este no es un futuro que se desee para cualquier sociedad o país, y que da tristeza que una población en crecimiento no cuente con los pilares básicos para sostener el desarrollo del país en beneficio de la po-blación. Pecamos de negligentes al no ser más rigurosos con el sistema por el cual nos regimos, por dejar que esta situación continúe dándose a nivel nacional, por dejar que nuestra población retroceda en calidad de vida en lugar de mejorar, por dejar que solo poca gente se beneficie y aproveche las riquezas de nuestro país, y no buscar el beneficio común de la pobla-ción. Termino con una frase: “Un sistema es tan rápido como el eslabón más lento que le compone”, y si no se enfoca en ese eslabón, no se podrá crecer, desarrollar, y salir adelante un país que tiene todo lo necesario para sobresalir.

Es de conocimiento público el hecho que las manifestaciones en

Guatemala son noticia casi todos los días. No se puede negar que este dere-cho consagrado en la Carta Magna en el artículo 33 es un derecho que se hace valer por miles de ciudadanos constan-temente por las principales calles y ca-rreteras del país. La regulación del de-recho de manifestarse señala que: “Se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. Los derechos de reunión y de manifestación pública no podrán ser restringidos, disminuidos o coartados y la ley los regulará con el único objeto de garantizar el orden público”. Uno de los fines de la regulación de este derecho es que las personas puedan expresar li-bremente sus inconformidades ante las decisiones del poder público o señalar soluciones a los problemas que se han generado por las injusticias que afectan al país.

Dentro de las injusticias que atentan directamente a pequeños y medianos sectores de la población, se encuentran las famosas extorsiones, la falta de re-cursos en los centros de salud, el escaso presupuesto para el sector de educa-ción, entre otros. Las constantes ma-

nifestaciones se han convertido en un círculo vicioso en el cual desde el mo-mento en que se genera el problema, el Gobierno muestra su ignorancia y los grupos de presión se ven forzados a llamar la atención del Estado mediante paros y bloqueos que perjudican ya no a un pequeño sector, sino a gran parte de la población. En un país como Guate-mala, los problemas de estos grupos de manifestantes son silenciados por el Es-tado con alguna promesa o alguna fu-tura solución que en ningún momento llega a concretarse y se vuelve a gene-rar el llamado de atención, volviéndose así al ciclo de las manifestaciones, paros y bloqueos.

Es momento que el Estado empiece a encontrar soluciones a los factores que generan la conflictividad social, mediante soluciones concretas y que sean ejecutables. No se puede seguir ignorando a los pequeños sectores que en su desesperación optan por violar los derechos de otros, como lo son el derecho a la libre locomoción y pudiera decirse el derecho a la vida que en algunas ocasiones se ve fuer-temente amenazado por las acciones violentas de los manifestantes. Es pre-

ciso que se evite l l e g a r al pun-to de e j e r c e r el de-recho de manifestación mediante la colaboración activa de la participación del Gobierno en la so-lución de las injusticias que atacan a estos sectores. Deben mantenerse so-bre la violencia y ataques descontro-lados, los principios de razonabilidad y proporcionalidad con el fin de que prevalezca el orden público. Tal y como señala el famoso político y escritor cu-bano José Martí: “El que tiene un de-recho no obtiene el de violar el ajeno para mantener el suyo.” Por lo mismo se le exige al Estado en primer lugar que fije soluciones y las ejecute, que ponga el ojo más allá y no pretenda tapar el sol con un dedo. Y en segundo lugar que tenga un control sobre quie-nes ejerzan su derecho a manifestar, sin excederse en sus funciones con el fin de no perjudicar a los derechos de los demás ciudadanos.

Constitución versus constitución

Inequidad en la distribución de las riquezas

El círculo vicioso de las manifestaciones

Nery Chucuy

Universidad de San Carlos de Guatemala

Diario La Hora/Guatemala, 27 de febrero de 2014/Página 7

Página 8 / La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 27 de febrero de 2014