SUPLEMENTO ESPECIAL DE JUVENTUD REBELDE miércoles 11 … · Suplemento Especial de Juventud...

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«FELIZ Revolución la que tiene héroes con música en el alma y palabras para conservar y transmitir los combates, los esfuerzos y los sueños». Así escribió sabiamente Roberto Fernández Retamar, al prologar Contra el agua y el viento, texto del Comandante de la Revolución Juan Almedia Bosque, en el que narró los hechos acontecidos tras el paso del ciclón Flora por Cuba en octubre de 1963, y obtuvo el Premio Casa de las Américas, en la categoría Testimonio. El juicio de Retamar resumía la articulación entre la vida y la obra de un hombre cuyo legado como combatiente trascendió en el arte. Y es que la especial sensibilidad humana y artística de Almeida hizo posible el difícil reto de simultanear su intensa, responsable y fecunda labor como dirigente revolucionario, con una valiosa y prolija creación artística, la cual incluye más de 300 canciones y una docena de libros que constituyen un invaluable aporte al conocimiento de nuestra historia. Así vive eternamente en nuestra memoria —a diez años de su partida— el luchador extraordinario que nunca vaciló cuando se trataba de la Patria, el Almeida del Moncada, del presidio, del exilio y del de- sembarco del Granma, el de la lucha insurreccional en la Sierra Maestra y el hombre del Tercer Frente Oriental que sigue siendo ejemplo de luz. Lo mismo en Santiago de Cuba que en cualquier rincón de este Archipiélago inmenso, está el trovador vestido de verde olivo, el Comandante, el guerrillero del coraje y la justicia, quien desde su noble oficio de albañil abrió caminos, sembró ideas, regaló hermosísimas canciones y libros para todos los tiempos. (Yuniel Labacena Romero) Héroe con música y palabras en el alma SUPLEMENTO ESPECIAL DE JUVENTUD REBELDE miércoles 11 de septiembre de 2019

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«FELIZ Revolución la que tienehéroes con música en el alma ypalabras para conservar y transmitirlos combates, los esfuerzos y lossueños». Así escribió sabiamenteRoberto Fernández Retamar, alprologar Contra el agua y el viento,texto del Comandante de laRevolución Juan Almedia Bosque,en el que narró los hechosacontecidos tras el paso del

ciclón Flora por Cuba en octubrede 1963, y obtuvo el Premio Casa

de las Américas, en la categoríaTestimonio.El juicio de Retamar resumía la

articulación entre la vida y la obra de unhombre cuyo legado como combatientetrascendió en el arte. Y es que laespecial sensibilidad humana y artísticade Almeida hizo posible el difícil reto desimultanear su intensa, responsable yfecunda labor como dirigenterevolucionario, con una valiosa y prolija

creación artística, la cual incluye más de300 canciones y una docena de libros que

constituyen un invaluable aporte alconocimiento de nuestra historia.

Así vive eternamente en nuestra memoria —a diezaños de su partida— el luchador extraordinario que

nunca vaciló cuando se trataba de la Patria, elAlmeida del Moncada, del presidio, del exilio y del de-

sembarco del Granma, el de la lucha insurreccional en laSierra Maestra y el hombre del Tercer Frente Oriental que

sigue siendo ejemplo de luz.Lo mismo en Santiago de Cuba que en cualquier rincón de

este Archipiélago inmenso, está el trovador vestido de verdeolivo, el Comandante, el guerrillero del coraje y la justicia, quien

desde su noble oficio de albañil abrió caminos, sembró ideas,regaló hermosísimas canciones y libros para todos los tiempos.

((YYuunniieell LLaabbaacceennaa RRoommeerroo))

Héroe conmúsica ypalabras en el alma

SUPLEMENTO ESPECIAL DE JUVENTUD REBELDE miércoles 11 de septiembre de 2019

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Suplemento Especial de JJuuvveennttuudd RReebbeellddeemiércoles 11 de septiembre de 201902

por JJOOSSÉÉ LLUUIISS EESSTTRRAADDAA [email protected] CCOORRTTEESSÍÍAA DDEELL EENNTTRREEVVIISSTTAADDOO

ERAN las nueve y cuarto de la noche cuando fui a dar-le un beso allí donde estaba sentado viendo televisión.«Papá, voy a salir a un concierto en el Salón Rosado deLa Tropical». Tocaba Dairán y Los Ángeles de La Haba-na, que andaban celebrando su aniversario, y yo, comomuchas otras veces, me aparecía para aprovechar ypromocionar mi nueva orquesta. Con frecuencia AlainDaniel me invitaba a que subiera al escenario y yoponía un coro. Igual lo hacía La Charanga, Gente deZona para que cantara ese tema que interpretábamosjuntos... Como si supiera que nos iba a dejar, me cogióla mano y me la apretó duro, duro, duro. Pero durocomo nunca lo había hecho. Me miró a los ojos y medijo: «Cuídate, mi hijo», y yo salí. No había llegado ni ala primera rotonda de Playa cuando mi hermana Dianame estaba llamando: «Corre, papá falleció».

Siempre viví el orgullo de ser hijo de Juan AlmeidaBosque. Pocos tienen el privilegio de haber nacido dealguien que es amado por todo un pueblo. Fueron esasmuestras constantes de cariño, de admiración, las quehicieron más soportable un dolor profundo, infinito, quejamás había sentido. Cierto que ya mi viejo estaba ma-yorcito —había cumplido en febrero 83 años. Y aunquehabía soportado más de un infarto y tenía varios stents,uno llega a creer que la gente que quiere será eterna...

Todo me parecía mentira. Me cuenta mi madre quedespués que me fui, se había ido con ella para el cuar-to. Se acostó, le tomó la mano y cerró los ojos. Murióde un paro respiratorio. Fueron verdaderamente desgas-tantes los días que vinieron a partir de aquel viernes fatalhasta el martes en que fue enterrado tras un sepelio quelo llevó por distintas plazas. Recuerdo que yo me quedabadormido y me despertaba con sobresaltos, como querien-do espantar una pesadilla,hasta que lograba comprenderque se trataba de una triste realidad. El primer impulso erasalir a buscarlo,pensando que me estaba esperando paradarme un beso. Fueron días duros...

EL PRIMER RECUERDOSiempre me veo en sus brazos, cuando intento re-

memorar el primer recuerdo que tuve de mi padre. Susenseñanzas, su crianza, la manera en que me educó yme convirtió en el hombre que soy hoy. Lo mismo diránmis otros ocho hermanos, nacidos de matrimonios di-ferentes. Sin embargo,era extraño que no buscara queestuviéramos todos juntos los fines de semana. Cuandoalguno no podía estar, él encontraba un momento paraatenderlo, para escucharlo, para que supiera que allíestaba para lo que necesitara. Papá consiguió que loadoráramos. Se convirtió en nuestro héroe: en el va-liente que atacó el Moncada, estuvo en el exilio, de-sembarcó en el Granma, combatió en la Sierra, fundóel III Frente Oriental del Ejército Rebelde, y después de1959 ocupó las más disímiles responsabilidades den-tro de la Revolución, pero nada lo hizo extraño, arro-gante o distante, por el contrario, no escatimó abrazos,ni besos, tampoco regaños cuando lo merecíamos.

No resultó difícil quererlo y respetarlo. Porque eso sí:inspiraba mucho respeto. Cuando se hallaba en casa, mihermana Diana y yo,que éramos quienes vivíamos con él,sabíamos cuándo jaranear, hacer algún chiste; que sushorarios de lectura eran sagrados; igual intuíamos en quémomento necesitaba tranquilidad, concentración...

Era muy excitante escucharlo hablar de la gloria quese vive cuando todo se hace por la libertad de la Patria.De lo duro que es perder a los compañeros de lucha.De cómo se repuso de las heridas en el combate delUvero. De la gran responsabilidad que significa dirigirhombres, velar por su bienestar, ocuparse de sus

necesidades. De aquel momento inolvidable cuando Fidel,como muestra de la confianza que le tenía, lo ascendió aComandante junto a su hermano Raúl... Era inquebranta-ble su lealtad a Raúl y Fidel. Cuando estaba junto a ellosel rostro se le iluminaba de una manera especial.

LA MÚSICA QUE LOS UNEMás de una vez fui testigo envidiable de cómo actua-

ba el compositor. Lo inspiraba la vida. Y cuando le baja-ba la musa, lo mismo escribía en el carro, que en suoficina, en la casa o en otro país... Si yo estaba pre-sente en ese instante me decía: «Anótame lo que tevoy a decir». Ahora me viene a la mente, por ejemplo,aquella que le dedicó a una amiga mexicana suya, deFidel y de Raúl. La escribió en México y me tocó tomarel dictado; al regreso se la entregó a Eddy Gaitán, conquien le gustaba trabajar e hiciera la partitura de lamúsica. Clotilde, todavía inédita, se encuentra entresus últimas canciones.

Ojalá hubiera podido conocer mi trayectoria musicalcon mi orquesta. Me llegó a ver solamente con Gente deZona. Era tan admirable,que siendo un compositor de can-ciones,boleros,sones...,nunca se opuso a que yo eligierami propio camino dentro de la música. Solo me pidió queterminara mi carrera de Derecho. «Puedes dedicarte alo que quieras, pero es importante que te gradúes.Esos conocimientos que adquirirás en la universidad tevan a hacer más fácil la vida», me insistía. Me graduéen 2010,pero tampoco pudo verlo. Sin embargo,fue tre-mendamente feliz cuando mi hermana Diana, actualmen-te pintora, terminó en San Alejandro.

Mi locura con la música empezó a finales de primeraño de Derecho, en que entré como corista de Gente deZona, con quienes permanecí por tres años. Fue mi pa-dre quien me ayudó a dar los pasos iniciales. Así conocí aLazarito, de Yoruba Andabo, quien me acercó a la per-cusión. Después serían fundamentales Randy Marcos,

por aquel tiempo timbalero de la Charanga Habanera,y Luis Guillermo Palacios, todavía hoy director musicalde mi orquesta. David Calzado fue otra escuela.

Lo recuerdo diciéndome: «Sigue con tu musiquita,pe-ro termíname la carrera». Pero estaba contento con miempeño por aprender, por superarme, ¿sabes? Él no le

Juan Guillermo Almeida

Siempre me veo en sus brazos«Uno piensa que esa gente que se quiere mucho estará ahí siempre para ti,

y luego te pesa no haberlo consentido más. Nos dejamos llevar por las “urgencias” de la juventud, pero cuando quieres echar el tiempo atrás a veces es tarde, y duele mucho»

Le agradezco sus enseñanzas, su crianza, la manera en que me educó y me convirtió en el hombre que soy hoy.

Era inquebrantable su lealtad a Raúl y Fidel. Cuando estabajunto a ellos el rostro se le iluminaba de una manera especial.

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tronchaba la carrera a nadie. Siempre tenía un consejopara dar, mas dejaba que solo te enfrentaras a la vida.«Lo único que te pido es que jamás abandones el cami-no correcto, que seas el mismo que yo he educado». Yle he cumplido.

Un mes antes de fallecer, decidí armar mi orquesta alregreso de una gira por Europa. Se lo conté. Ya he crea-do todas las condiciones, creo que ya estoy listo, leaseguré. «¿Cuántas personas crees que pueda tenertu orquesta más o menos?», me preguntó. «Bueno, yopienso que serán entre 14 o 15 músicos,así como cin-co o seis de personal de apoyo», le respondí. «O sea,20,21 personas», quiso asegurarse. «Ah, entonces de-bes tener siempre claro que 20, 21 familias van a de-pender de ti». ¡Te imaginas qué clase de enseñanza!

Si le preguntas a cualquiera de los músicos que hapasado por mi orquesta, estoy convencido de que te di-rá que, como todo ser humano, he tenido días buenosy otros malos, sin embargo, he tratado de ser un direc-tor intachable. Hubo algunos que me anunciaron: «Alprincipio tratarás a los músicos como si fueran partede tu familia,pero después te darás cuenta de que no sonmás que tus empleados». Pero juro que nunca lo he vistoasí. Es como si se tratara de mi padre y los integrantes dela columna que comandó y cuidó con esmero.

Creo que por esa y otras razones me he ganado elrespeto de mis músicos, a pesar de no haber estudia-do en una academia. Como hacía mi viejo cuando com-ponía, llego con la idea al ensayo y comenzamos a tra-bajar de conjunto: «No, eso no me suena, a ver, siguepor esa tesitura del piano, sigue… es por ahí por don-de lo quiero».

NOMBRE SAGRADOHoy que todos se unen,/ esperando la fecha/ que dio

inicio al gran día/ de banderas y gritos,/ de aplausos yalegrías;/ ese día de enero/ que acabó con lo injusto/para ser compañeros...

Gran día de enero... Es mi preferida de todas suscanciones. Y yo, por fin el año pasado, pude regalarlela mía, la cual se hizo realidad gracias a Yaliesky Zaldí-var, uno de los ganadores de Sonando en Cuba. «Hacerato quiero escribirle un tema a mi padre, pero no sécómo, tengo las ideas, mas no sé cómo organizarlas»,le dije. Así nació Mi querido viejo, un tema precioso quela gente ha hecho suyo y que me eriza de pies a cabe-za desde que empiezo a cantarlo.

Apenas había cumplido 22 años cuando su muerteme sorprendió, y son muchas las veces que me digo:«Cómo me gustaría sentarme con él, conversar sobremis nuevos proyectos, contarle de mis problemas, queme dijera cómo podría resolverlos». Por eso a quienes

tienen la dicha de poder disfrutar de su padre les acon-sejo: «Aprovéchenlo, porque cuando parte es cuandomás se extraña». Yo mismo era de los que llegaba y porestar jugando o en mis locuras de juventud, pasabarápido, le soltaba un beso y seguía con mis cosas,pen-sando que jamás se iba a ir de mi lado.

Uno piensa que esa gente que se quiere muchoestará ahí siempre para ti, y luego te pesa no haberloconsentido más. Nos dejamos llevar por las «urgencias»de la juventud, pero cuando quieres echar el tiempoatrás a veces es tarde, y duele mucho.

Confieso que fui un muchacho bastante travieso,pe-ro nunca me aproveché del hecho de ser su hijo. Claro,mis maldades eran como las de cualquier muchachode mi edad, y sin embargo, en mi cabeza resonaban,demanera constante, sus palabras: «El ejemplo debe em-pezar por ti». Cuidar su imagen era prioritario para mí.Y todavía sigue siendo algo esencial a pesar de que yahan transcurrido diez años sin que esté físicamente.Por una cuestión de respeto a su figura, a su obra, a sulegado. Conmigo no hay eso de que: «claro, como eshijo de fulano». Yo soy una persona en verdad correcta,

familiar, que he ido labrando mi futuro con mi sudor, mitrabajo, mi orquesta, como él mismo me inculcó. Memuero de la vergüenza antes de utilizar su nombre sa-grado para acceder a privilegios.

Aún así, no faltan los detractores que me atacan enlas redes sociales intentando denigrar su figura. «Túeres un comunista y haces lo que haces porque ereshijo de papá». A veces me aguanto para no contestar-les y decirles cuatro cosas bien merecidas, pero en elfondo sé que no tiene mucho sentido, porque sonmuchos más aquellos que hablan de su estirpe mambí,los que me invitan a crecer, a ser cada día mejor, a se-guir su ejemplo de hombre grande: valiente, de corajea prueba de balas, de esos que arriesgaron su vida pa-ra cambiar el destino de este país y, al mismo tiempo,fue un ser de sensibilidad enorme, capaz de escribiresas canciones bellas, cubanísimas, que por años hanacompañado a este pueblo.

GENTE DE PUEBLOLos que participaron en la guerra por la indepen-

dencia de Cuba también fueron su preocupación. LaAsociación de Combatientes de la Revolución Cubanaresultó otro anhelo hecho realidad.

A uno se le infla el pecho cuando escucha decir has-ta en el más intrincado rincón de este país: Juan Almei-da fue un hombre limpio, íntegro, familiar, sensible, hu-mano, revolucionario cabal. Es que la gente lo quería.¡Mucho! Sabían que sus oídos estaban siempre aten-tos a los problemas de los demás.

Jamás lo vi rechazando a alguien que viniera a ha-blarle, en el lugar que fuera. En ocasiones, los compa-ñeros de seguridad intentaban detener a quienes,conociendo cómo era, iban a su encuentro. Entoncesles decía: «Tranquilo, déjenlos que lleguen».

Eso explica que los cubanos lo quieran, pero San-tiago de Cuba lo ama. Y él amó esa tierra profunda-mente. Cuando paseaba por sus calles era completa-mente feliz. Me parece estarlo viendo en el parque Cés-pedes, frente al Ayuntamiento, rodeado de artistas ycantado en un gran coro con los que lo acompañaban:Lescay, Kcho, Rancaño y muchos otros que formabanparte de una Brigada Artística que conformó para cele-brar un aniversario cerrado del asalto al Moncada.

Igual le encantaba llevarnos al paseo de los carna-vales santiagueros, únicos con su magia...

En ocasiones me habló de la gran admiración quesentía por Lázaro Expósito, por la labor que había he-cho en Granma. Ya no vivía cuando este dirigente tanquerido pasó al frente del Partido en Santiago. Estoyseguro de que,de estar aquí, lo aplaudiría, orgulloso dever cómo, junto a Beatriz Johnson,presidenta de Asam-blea Provincial del Poder Popular, y ese pueblo amadoy heroico, han hecho hasta lo imposible por mantenerviva y bella esa tierra que siempre veneró.

Ser hijo de papá es una bendición que me dio la vida.Le agradezco de corazón al pueblo de Cuba por el cari-ño que me demuestra en cada uno de mis conciertos,dondequiera que me presente. Me llena de emociónese gesto de que la gente me apriete con fuerza y mediga: «Abrazándote y besándote a ti, es como si estu-viera abrazando y besando a tu padre». Son momentoscomo esos en los que me siento ciento por cientocubano, revolucionario y orgulloso de ser, todos los díasde este mundo, hijo de Juan Almeida Bosque.

Esta noche quisiera,/ mucho más que otras ve-ces,/ que no te fueras lejos/ para salir contigo.

Esta noche de todos,/ de saludos y besos,/ quie-ro también sea mía,/ compartida contigo.

Hoy que todos se unen,/ esperando la fecha/que dio inicio al gran día/ de banderas y gritos,/ deaplausos y alegrías;/ ese día de enero/ que acabócon lo injusto/ para ser compañeros.

Después de los afectos/ a todos los queridos,/en esta linda noche/ dedica unos minutos/ y lléva-me del brazo/ a caminar contigo.

Gran día de eneroAutor: Juan Almeida Bosque

Es que la gente lo quería. ¡Mucho! Sabían que sus oídos estaban siempre atentos a los problemas de los demás.

Me hubiera encantado que hubiera conocido mi trayectoriamusical con mi orquesta.

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Suplemento Especial de JJuuvveennttuudd RReebbeellddeemiércoles 11 de septiembre de 201904

por OODDAALLIISS RRIIQQUUEENNEESS CCUUTTIIÑÑ[email protected]

SANTIAGO DE CUBA.— Le conocen labahía y los rojos tejados del Tivolí, el par-que Céspedes, el Moncada y la Gran Pie-dra, los intrincados parajes del TercerFrente a los que en sempiterno pacto deamor les devolvió la dignidad.

El bolero, el son, la conga: la músicaoriental y los afamados carnavales san-tiagueros le deben el ímpetu de quienlos defendió desde su fina sensibilidadde artista. La historia que se acuna eneste lado cubano encontró en él al testi-go-testimoniante de sus mejores pasajesy sus hijos caídos, el más devoto guar-dián de su memoria.

Cada piedra, cada obelisco, cada pe-destal de héroe de esta cálida tierrasupo de sus cuidados, como la perso-na de detalles que era. Recordada essu constante preocupación por losmonumentos de los mártires del Mon-cada, en la carretera de Siboney, por elestado de los combatientes y madresde mártires.

Las invictas montañas del TercerFrente Mario Muñoz,que lo vieron erguir-se como comandante, guerrillero delcoraje y la justicia, aún guardan la poe-sía de sus pasos, la melodía de sumúsica y se respira el cariño que sem-bró con el fusil al brazo o tocando elcorazón de su pueblo.

«Nunca le dije no al Comandante Al-meida…»,acostumbraba a repetir Titina,la hija de Apolinaria Biset, «Zurita», quie-nes pusieron familia, casa, cama y comi-da a disposición del jefe guerrillero, yque el reciprocó con amor de hijo.

«Con el Comandante me hice hom-bre…», suelen enfatizar curtidos labrie-gos a quienes se les humedecen losojos mientras cuentan a los nuevos desus hazañas por los trillos de la serra-nía, quizá porque les enseñó desde suestatura, ganada con coraje, de uno delos íconos de la épica resistencia de laPatria; que es posible llegar a la cumbresin olvidar los orígenes, sin traicionar la

condición de humano de sólidos princi-pios: sensible y cordial, leal y franco.

Quienes tuvieron el privilegio de acompa-ñarlo en las disímiles y complicadas tareasque asumió aquí como delegado del BuróPolítico en la antigua provincia de Oriente,noolvidan que les legó un estilo de direcciónbasado en el ejemplo, el rigor, el humanis-mo y el contacto directo con la gente, queha marcado pautas hasta hoy y es para-digma para quien intente conducir con cer-teza a los habitantes de esta región.

Nació en La Habana, pero era santia-guero, pues así lo sintió y declaró muchasveces. «Yo soy como los santiagueros,quedan vueltas y vueltas y regresan. Santiagoes mi musa», le promulgaría más de unavez a José Camejo Acosta, su cercanocolaborador aquí por muchos años.

Se decía hijo de este terruño, amanteenamorado de la familia Maceo-Graja-les, y todavía se recuerdan sus desvelospor transformar la situación de cada ba-rrio —los que recorría regularmente—,por el problema del agua o porque unaorquesta emblemática del territorio, co-mo la Chepín-Chovén,no se desintegrara.

Dirigió aquí con el carisma del jefe queno admitía chapucerías,el dirigente apega-do a la gente simple, que sin alardesenfrentaba directamente los problemashasta solucionarlos, luchaba contra loserrores,no contra los hombres y enseñabaa ser exigente, puntual, concreto y justo.

En el fragor de días difíciles demostróque en medio de disímiles responsabili-dades es posible encontrar tiempo paracaminar por las calles, cantar o polemizaren un parque, depositar una flor ante elcompañero caído,ejercitar sus músculos,intentar descifrar los caminos del cocoyéy hasta una que otra noche asomarse auno de los balcones del hotel Casa Gran-da para contemplar el corazón de la ciu-dad o la bahía santiaguera.

En el Santiago que hizo suyo dejó suimpronta,hecha canción,a la manera deaquel tema con el que reciprocó el cari-ño de un pueblo,en 1976: A Santiago. TuSantiago, mi Santiago… pero también demaneras bien tangibles como la fundación

Almeida de SantiagoA una década de su retorno a las serranías del Tercer Frente, el ejemplo de luz del Comandante de la Revolución Juan AlmeidaBosque sigue intacto entre los hombres y mujeres de la tierra que lo acogió orgullosa como uno de sus más entrañables hijos,

gesto que él supo reciprocar tocando el corazón de su pueblo

Almeida en la inauguración del Palacio de Pioneros en Santiago de Cuba. Foto: Archivo de JR

Relieve escultórico realizado por el pintor, diseñador y escultor Enrique Ávila González. Fuecolocado en una pared del teatro Heredia. Foto: Miguel Rubiera Jústiz /ACN

de los Estudios Siboney,de la Empresa deGrabaciones y Ediciones Musicales, en1980; la que como acto de elemental jus-ticia tuvo su debut con un sencillo quetenía por una cara a La Lupe y por la otraA Santiago, ambas de su autoría.

Fue un defensor de la unidad como raízde la libertad y la independencia; y comoportador de una fidelidad sin límites prote-gía la autoridad de Fidel y de Raúl como laniña de sus ojos. «Eres el primero en San-tiago»,cuentan que le dijo en pleno parqueCéspedes un amigo de acá,pero el ripostóde inmediato: «No,soy el tres; el primero esFidel y el segundo,Raúl».

Quien haya compartido ese himno alsentimiento más universal que es LaLupe, lanzado un piropo a una mujer quequiere que la miren o leído alguno de suslibros, que abundan en el pasado histó-rico de los cubanos, comprenderá laexplicación que él mismo dio a un diplo-mático extranjero: «Aunque hice la guerra,compongo canciones de amor», y sabráde su especial sensibilidad humana y

artística, evidencia imperecedera de queen él latía el corazón de un poeta quenunca dejó de soñar con la belleza.

Artista de vocación, mecenas de sutiempo, como legado cultural, al decir demuchos de sus amigos intelectuales,nosdejó también su cortesía, su forma devestir y su apoyo al desarrollo del buenarte oriental.

Más allá de las medallas y condeco-raciones que recibió su andar, su pechode poeta y combatiente pertenece hastahoy a los hombres y mujeres humildes deSantiago de Cuba en los que supo calar.

Por eso, Juan Almeida Bosque sigueteniendo un lugar especial en el corazónde los santiagueros y toda la autoridad,para desde aquí seguir convocando aenfrentar el mañana, tal vez desde aquelpensamiento de Antonio Maceo que tuvoentre sus máximas: «Quiero tener la glo-ria de haber contribuido al bien e indepen-dencia de Cuba y llevar, con orgullo, eltítulo de buen ciudadano, que da brillo ygrandeza cuando se obtiene sin mancha».