Sujeto y Persona

5

Click here to load reader

description

filosofia

Transcript of Sujeto y Persona

Page 1: Sujeto y Persona

El ser humano como sujeto y persona

Cuando hablamos del hombre en cuanto sujeto nos referimos al hombre en cuanto un sí mismo. Por ejemplo, el hombre se conoce en cuanto sujeto se refiere a lo que conoce concomitantemente de sí mismo cuando conoce otras cosas y ejercita su vida integral. También podemos aludir a su comportamiento moral, en el sentido de que las acciones que realiza son suyas, imputables a él, en la medida en que las realiza consciente y libremente. El hombre es también sujeto jurídico, es decir, sujeto de derechos, que puede exigir que se respeten, así como de obligaciones, que se impone a sí misma o que le impone la sociedad.

Sujeto significa originalmente (semejante a substancia o sustrato) aquello que está a la base. Esto es lo significado tanto por el decir como según el asunto. El sujeto es aquél sobre el que se dice algo, a quien se imputa algo, al que algo le corresponde. Lo que según el asunto y en el decir (en el enunciado) sólo puede ser sujeto y no auténtico predicado porque no puede ser dicho de algo aún más fundamental, es decir, que no corresponde a algo aún más fundamental, es un ser concreto, una primer sustancia en el sentido aristotélico. (Desde el punto de vista puramente gramatical un ser único puede ocupar el lugar del predicado. Por ejemplo: Este hombre es Pedro). Cada actuar o efectuar concreto requiere tanto en la realidad como en el discurso de un sujeto que ejerza esta actividad.

Con el comienzo de la época moderna la filosofía ya no comenzó con el ser objetivo dado, sino con el hombre como el cognoscente y queriente. Con ello se convierte al sujeto de las actividades mentales en punto de partida de la reflexión filosófica. Así la expresión Sujeto recibe todavía sólo el significado de sujeto de conocimiento, de la voluntad y de la acción, y será utilizado para caracterización de una persona, en tanto que es está activa o es capaz de dicha capacidad.

Debido a su giro hacia el sujeto la filosofía moderna se convierte en buena medida en filosofía de la subjetividad (Cartesianismo, filosofía trascendental, filosofía de la existencia, fenomenología). El Heidegger tardío criticó esta fijación en el sujeto. En diversas corrientes filosóficas del siglo XX como el estructuralismo y la posmodernidad se cuestiona el papel del sujeto. El naturalismo intenta reducir al sujeto a procesos que responden a leyes naturales explicables.

Cuando hablamos del hombre como persona nos referimos a la consideración de su realidad desde un punto de vista más amplio y abarcador de todo su ser, en sus múltiples aspectos. Su capacidad de actuar de manera consciente, libre, responsable, en atención a

Page 2: Sujeto y Persona

los demás, en su corporeidad, en su carácter histórico, en su capacidad cognoscitiva y volitiva. Ser sujeto alude a la capacidad de volver sobre sí mismo, en forma de autoconsciencia. De conocerse, de reconocerse en lo que hace y de valorarlo.

Ser persona alude a la capacidad de salir de sí, de su capacidad de relacionarse con los demás, consigo mismo, con el mundo y con Dios, de manera más o menos consciente. Cuanto más consciente, podemos decir, tanto más personal.

Su ser persona no se agota en la auto-consciencia como auto-presencia. El hombre, cada hombre, es un “yo”. El “yo” fue el punto de partida de la reflexión moderna sobre el hombre, que puso el énfasis en esa re-flexión del acto consiente. Pero el “yo” es también un ser único, un individuo en sentido pleno. (Los escolásticos le llamaron “suppositum”, palabra latina que traduce el hypokéimenon del griego, un ser que subsiste, es decir, que últimamente, descansa en sí).

La definición de persona de Boecio como “substancia individual de naturaleza racional” conservó algo de la raíz teológica en la que se desarrolló el concepto. Una esencia espiritual indivisible que reposa en sí. Tomás de Aquino avanzó la reflexión al referirse a la persona como suppositum, como algo último, idéntico consigo mismo, que siempre puede entrar sólo en la función (gramatical y lógica) del sujeto, y nunca de determinaciones ulteriores.

Cada persona es un suppositum que se autoposee. Esto significa distintas cosas: que “se es” como desde dentro. La luz con la que se conoce le brota “de dentro”. Mientras que la luz con la que afirma lo que afuera es también la misma que brota de él. Sólo puede poseerse poseyendo algo distinto de sí. El poder poseerse a sí mismo lo debe a su capacidad de auto-consiciencia.

Cabe señalar que la auto-consciencia no es lo más decisivo de la autoposesión. Sí lo será para el pensamiento moderno, que partirá del “yo” como autocerteza lograda en el pensamiento (Ego cogito). Más decisiva de la auto-posesión es la libertad, con la posibilidad de autodominio. Toda posesión consciente remite a otra de tipo preconsciente en la que la metafísica encuentra la esencia última del ser personal.

La vivencia fundamental autoconsciente tiene un sentido de inabarcabilidad, de inaccesibilidad, de misterio propio, que se entrevé como nunca totalmente desvelable. “Conciencia” no equivale a total auto-transparencia. Esta será una de las críticas que se harán a la concepción cartesiana del “cogito”. El descubrimiento de fuerzas inconscientes (Freud), de las determinaciones ideológicas en la propia comprensión (Marx) y de la multiplicidad de móviles vitales (Nietzsche) dejaron una fuerte herida en la pretensión de una conciencia que, al parecer, podía autoposeerse del todo en transparencia y en

Page 3: Sujeto y Persona

dominio. La fuerza inconscciente de un “ello” no suprime el hecho de que el “yo” se hace verdadero centro auto-consciente. El “yo” es el que un día puede reconstruir su propia historia.

Después de que, durante siglos sólo se había utilizado el concepto de persona casi exclusivamente en la teología, en la Edad media comenzó a emplear ese concepto así precisado en referencia al hombre, a todos los hombres como tales, de manera distinta a lo que fue el uso normal de la lengua romana. Fue sólo a partir del Siglo XVII que el concepto de persona cobró importancia. En primer lugar en el sentido de su problematización por parte del empirismo. Locke traduce el concepto ontológico de la identidad de la persona a través del tiempo en términos psicológicos, en la identidad de la auto-consciencia, es decir, en la continuidad de los estados conscientes de un hombre. La palabra persona pasó de ser un vocablo para caracterizar el todo de un hombre a caracterizar algo en el hombre: los seres humanos en la medida en que efectivamente son capaces de determinadas realizaciones psíquicas. Casi al mismo tiempo que Locke, Pufendorf se preguntaba qué tipo de ser tendrían personas que mantienen relaciones morales y jurídicas. Su respuesta fue que se fundan en la naturaleza dada de los seres humanos como seres libres. Dichas relaciones consisten en reconocimiento y respeto. Las personas tienen por tanto una existencia social y jurídica. Ser persona significa tener derechos y obligaciones. Kant construye sobre esta base al declarar el carácter de fin en sí mismo de las personas. No sólo tienen un valor relativo, sino dignidad, un valor absoluto que ha de ser respetado incondicionalmente por cualquiera, no sólo por los demás, sino también por sí mismo.

En el Siglo XX se dio una renovación del pensamiento sobre la persona con el personalismo. Que el hombre es persona, tendría que ser recordado contra tendencias contrarias de la época. Contra el intelectualismo, se tendría que defender la “unidad personal” del sentir, la voluntad y el pensamiento; contra el funcionalismo, se enfatizó la autonomía y finalidad en sí de la persona como ser de libertad; contra el colectivismo se tendría que recordar el carácter individual, que no se puede suprimir en un todo, sino que vive en relaciones interpersonales. El núcleo más profundo de la persona es la relación constitutiva de Dios con ella. Por eso existe la obligación del respeto a sí mismo.