Sueño de una noche de verano - William Shakespeare

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SUEO DE UNA NOCHE DE VERANO

PERSONAJES TESEO, duque de Atenas. EGEO, padre de Hermia. LISANDRO, DEMETRIO, apasionados de Hermia. FILSTRATO, director de fiestas de Teseo. QUINCIO, carpintero. SNUG, ensamblador. BOTTOM, tejedor. FLAUTO, componedor de fuelles. SNOWT, calderero. STARVELING, sastre. HIPLITA, reina de las Amazonas, prometida de Teseo. HERMIA, hija de Egeo, enamorada de Lisandro. ELENA, enamorada de Demetrio. OBERN, rey de las hadas. TITANIA, reina de las hadas. PUCK o ROBIN-BUEN-CHICO, duende. FLOR-DE-GUISANTE, TELARAA, POLILLA, GRANO-DE- MOSTAZA, hadas.

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PRAMO, TISBE, MURO, LUZ DE LUNA, LEN, Tipos en el sainete ejecutado por los bufones. Otras hadas del squito de su rey y su reina.- Squito de Teseo e Hiplita.

ESCENA.- Atenas y un bosque de sus alrededores

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ACTO PRIMERO ESCENA PRIMERA Atenas. Cuarto en el palacio de Teseo (Entran TESEO, HIPLITA, FILSTRATO y acompaamiento) TESEO.- No est lejos, hermosa Hiplita, la hora de nuestras nupcias, y dentro de cuatro felices das principiar la luna nueva; pero, ah! con cuanta lentitud se desvanece la anterior! Provoca mi impaciencia como una suegra o una ta que no acaba de morirse nunca y va consumiendo las rentas del heredero.5

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HIPLITA.- Pronto declinarn cuatro das en cuatro noches, y cuatro noches harn pasar rpidamente en sueos el tiempo; y entonces la luna, que parece en el cielo un arco encorvado, ver la noche de nuestras solemnidades. TESEO.- Ve, Filstrato, a poner en movimiento la juventud ateniense y prepararla a la diversiones: despierta el espritu vivaz y oportuno de la alegra; y quede la tristeza relegada a los funerales. Esa plida compaera no conviene a nuestras fiestas. (Sale Filstrato.) Hiplita, gan tu corazn con mi espada, causndote sufrimientos; pero me desposar contigo de otra manera: en la pompa, el triunfo y los placeres. (Entran Egeo, Hermia, Lisandro y Demetrio.) EGEO.- Felicidades a nuestro afamado duque Teseo. TESEO.- Gracias, buen Egeo. Qu nuevas traes? EGEO.- Lleno de pesadumbre vengo a quejarme contra mi hija Hermia. Avanzad, Demetrio. Noble seor, este hombre haba consentido en casarse con ella... Avanzad, Lisandro. Pero, ste, bondadoso duque, ha seducido el corazn de mi hija. T, Lisandro, t le has dado rimas, y cambiado con ella presentes amorosos: has cantado a su ventana en las noches de luna con engaosa voz versos de fingido6

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afecto; y has fascinado las impresiones de su imaginacin con brazaletes de tus cabellos, anillos, adornos, frusleras, ramilletes, dulces y bagatelas, mensajeros que las ms veces prevalecen sobre la inexperta juventud: has extraviado astutamente el corazn de mi hija, y convertido la obediencia que me debe en ruda obstinacin. As, mi benvolo duque, si aqu en presencia de vuestra Alteza no consiente en casarte con Demetrio, reclamo el antiguo privilegio de Atenas: siendo ma, puedo disponer de ella, y la destino a ser esposa de este caballero, o a morir segn la ley establecida para este caso. TESEO.- Qu decs, Hermia? Tomad consejo, hermosa doncella. Vuestro padre debe ser a vuestros ojos como un dios. l es autor de vuestras bellezas, sois como una forma de cera modelada por l, y tiene el poder de conservar o de borrar la figura. Demetrio es un digno caballero. HERMIA.- Tambin lo es Lisandro. TESEO.- Lo es en s mismo: pero faltndole en esta coyuntura el apoyo de vuestro padre, hay que considerar como mas digno al otro. HERMIA.- Deseara solamente que mi padre pudiese mirar con mis ojos.7

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TESEO.- Ms bien vuestro discernimiento debera mirar con los ojos de vuestro padre. HERMIA.- Que vuestra Alteza me perdone. No s qu poder me inspira audacia, ni cmo podr convenir a mi modestia, el abogar por mis pensamientos en presencia de tan augusta persona; pero suplico a vuestra Alteza que se digne decirme cul es el mayor castigo en este caso, si rehso casarme con Demetrio. TESEO.- O perder la vida, o renunciar para siempre a la sociedad de los hombres. Consultad, pues, hermosa Hermia, vuestro corazn, daos cuenta de vuestra tierna edad, examinad bien vuestra ndole, para saber si en el caso de resistir a la voluntad de vuestro padre, podris soportar la librea de una vestal, ser para siempre aprisionada en el sombro claustro, pasar toda la vida en estril fraternidad entonando cnticos desmayados a la fra y rida luna. Tres veces benditas aquellas que pueden dominar su sangre y sobrellevar esa casta peregrinacin; pero en la dicha terrena ms vale la rosa arrancada del tallo que la que marchitndose sobre la espina virgen, crece, vive y muere solitaria.

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HERMIA.- As quiero crecer, seor, y vivir y morir, antes que sacrificar mi virginidad a un yugo que mi alma rechaza y al cual no puedo someterme. TESEO.- Tomad tiempo para reflexionar; y por la luna nueva (da en que se ha de sellar el vnculo de eterna compaa entre mi amada y yo), preparaos a morir por desobediencia a vuestro padre, o a desposaros con Demetrio, o a abrazar para siempre en el altar de Diana la vida solitaria y austera. DEMETRIO.- Cede, dulce Hermia. Y, t, Lisandro, renuncia a tu loca pretensin ante la evidencia de mi derecho. LISANDRO.- Demetrio, tenis el amor de su padre. Dejadme el de Hermia. Casaos con l. EGEO.- Desdeoso Lisandro, en verdad que tiene mi amor y por l le doy lo que es mo. Ella es ma, y cedo a Demetrio todo mi poder sobre ella. LISANDRO.- Seor, tan bien nacido soy como l y mi posicin es igual a la suya; pero mi amor le aventaja. Mi fortuna es en todos sentidos considerada tan alta, si no ms, que la de Demetrio. Y, lo que vale ms que todas estas ostentaciones, soy el amado de la hermosa Hermia. Por qu, pues, no habra yo de sostener mi derecho? Demetrio, lo digo en su presencia, cortej a Elena, la hija de Nedar, y con9

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quist su corazn; y ella, pobre seora, ama entraablemente, ama con idolatra a este hombre inconstante y desleal. TESEO.- Confieso haber odo referir esto mismo, y me propona hablar sobre ello con Demetrio; pero agobiado por innumerables negocios, perd de vista aquel intento. Sin embargo, venid, Egeo y Demetrio: debo comunicaros algunas instrucciones. Y en cuanto a vos, bella Hermia, haced el nimo a acomodaros a la voluntad de vuestro padre; o si no, a sufrir la ley de Atenas (que en manera alguna podemos atenuar), la cual os condena a la muerte, o al voto de vida clibe y solitaria. Ven, Hiplita ma, qu regocijo idearemos, amor mo? Venid tambin Egeo y Demetrio: tengo que emplearos en lo relativo a mis nupcias, y conferenciar con vosotros acerca de algo que de un modo ms inmediato os concierne. EGEO.- Por deber y por afecto os seguimos. (Salen Teseo, Hiplita, Egeo, Demetrio y el squito.) LISANDRO.- Y bien, amor mo? Por qu palidecen tanto tus mejillas? Cmo es que sus rosas se descoloran tan pronto?

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HERMIA.- Parece que por falta de lluvia; si bien podra yo regarlas de sobra con la tormenta de mis ojos. LISANDRO.- Ay de m! Cuanto llegu a leer o a escuchar, ya fuese de historia o de romance, muestra que jams el camino del verdadero amor se vio exento de borrascas. Unas veces nacen los obstculos de la diversidad de condiciones. HERMIA.- Oh manantial de contradicciones y desgracias, el amor que sujeta al prncipe a los pies de la humilde pastora! LISANDRO.- Otras veces, est la desproporcin en los aos. HERMIA.- Triste espectculo, ver el otoo unido a la primavera. LISANDRO.- Otras, en fin, forzaron a la eleccin las ciegas cbalas de amigos imprudentes. HERMIA.- Oh infierno! Elegir amor por los ojos de otro! LISANDRO.- O si caba afecto en la eleccin, la guerra, la enfermedad, la muerte la asediaron; haciendo que el goce fuese momentneo como el sonido, rpido como la sombra, breve como un corto sueo, y fugaz como el relmpago que en la oscuridad de la noche ilumina cielo y tierra, y antes que el11

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hombre tenga tiempo de decir mira!, se ha perdido ya en el seno de las tinieblas: tan pronto las cosas brillantes se abisman en las sombras de la confusin. HERMIA.- Pues si los verdaderos amantes siempre fueron contrariados, ha de ser por decreto del destino. Armmonos, pues, de paciencia en nuestra prueba, ya que sta no es sino una cruz habitual, tan propia del amor como los pensamientos, las ilusiones, los suspiros, los deseos y las lgrimas, triste squito de la fantasa. LISANDRO.- Prudente consejo. Escucha, por tanto, Hermia. Tengo una anciana ta, viuda y de calidad, muy opulenta y sin hijos, que me considera como a su hijo nico. Su casa dista siete leguas de Atenas; y all, gentil Hermia, podremos desposarnos, pues la dura ley de Atenas no puede perseguirnos hasta all. Si me amas, abandona sigilosamente la casa de tu padre maana por la noche, que yo te aguardar en el bosque a una legua de la ciudad, en el punto donde te encontr una vez con Elena para observar el rito de la maana de Mayo. HERMIA.- Buen Lisandro mo, te juro por el ms firme arco de Cupido, por el candor de las palomas de Venus, por cuanto une las almas y ampara los12

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amores, y por aquel fuego que abrasaba a la reina de Cartago al ver la vela fugitiva del falso troyano; por todos los juramentos que los hombres han quebrantado y que ninguna mujer podra enumerar; te juro que me encontrar maana a tu lado en el mismo sitio que designas. LISANDRO.- Cumple tu promesa, amor mo. Mira, aqu viene Elena. (Entra Elena.) HERMIA.- Sed con Dios, bella Elena. A dnde vais? ELENA.- Bella me llamis? Retirad ese nombre. Demetrio ama a vuestra hermosura. Oh hermosura feliz! Vuestros ojos son estrellas, y la msica de vuestra voz es ms armoniosa que el canto de la alondra a los odos del pastor cuando verdea el trigo y asoman los capullos del blanco espino. Por qu, si las enfermedades son contagiosas, no hubo de serlo el favor? Entonces tomara yo el vuestro antes de irme: mi odo adquirira vuestra voz, mis ojos el encanto de los vuestros, mi lengua la dulce meloda de la vuestra. Si todo el mundo fuera mo... excepto Demetrio, os dara el mundo todo. Oh! Enseadme vuestro hechizo, y por cul arte dirigs los impulsos del corazn de Demetrio!13

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HERMIA.- Le miro con semblante adusto, y sin embargo me ama. ELENA.- Ah! si vuestro enojo pudiera ensear a mis sonrisas semejante destreza! HERMIA.- Lo maldigo, y sin embargo me ama. ELENA.- Si pudieran mis splicas obtener semejante afecto! HERMIA.- Cuanto ms le aborrezco, ms tenazmente me persigue. ELENA.- Cuanto ms le amo, ms me aborrece! HERMIA.- Su insensatez no es culpa ma, Elena. ELENA.- No, pero lo es de vuestra belleza. Ya quisiera yo ser culpable de esa falta. HERMIA.- Cobrad aliento, que l no volver a verme. Lisandro y yo vamos a abandonar este lugar. Antes de conocer a Lisandro, me pareca Atenas un paraso; pues qu seducciones hay en mi amor para que haya convertido un cielo en infierno? LISANDRO.- Elena, os revelaremos nuestro intento. Maana a la noche, cuando Febo contemple su argentada faz en el cristal de las aguas, convirtiendo en perlas lquidas el roco sobre las hojas del csped (hora propicia aun a la fuga de los amantes), hemos convenido en salir furtivamente de Atenas.14

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HERMIA.- Y nos encontraremos en el bosque, all donde vos y yo solamos, reclinadas sobre lechos de rosas, confiarnos nuestros amorosos devaneos; y de all apartaremos la vista de Atenas para buscar nuevos amigos y la sociedad de los extraos. Adis, mi dulce compaera; rogad por nosotros, y que la buena suerte os entregue a vuestro Demetrio! Sed fiel a la promesa, Lisandro: hasta maana a media noche hemos de privar nuestros ojos del alimento de los amantes. (Sale Hermia.) LISANDRO.- Puedes estar segura de que lo har, Hermia ma. Adis, Elena, y que Demetrio os ame tanto como vos a l. (Sale Lisandro.) ELENA.- Cuanto ms felices pueden ser unos que otros! En toda Atenas se me tiene por tan hermosa como ella. Pero de qu me sirve? Demetrio no piensa as, y no quiere saber lo que todos saben. Y as como l se extrava, fascinado por los ojos de Hermia, me ciego yo admirando las cualidades que en l veo. Pero el amor puede transformar en belleza y dignidad cosas bajas y viles; porque no ve con los ojos sino con la mente, y por eso pintan ciego a Cupido el alado. Ni tiene en su mente el amor seal alguna de discernimiento; como que las alas y la ceguera son signos de imprudente premura. Y por ello15

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se dice que el amor es nio, siendo tan a menudo engaado en la eleccin. Y como en sus juegos perjuran los muchachos traviesos, as el rapaz amor es perjurado en todas partes; pues antes de ver Demetrio los ojos de Hermia me jur de rodillas que era solo mo; mas apenas sinti el calor de su presencia, deshicironse sus juramentos como el granizo al sol. Yo le avisar la fuga de la bella Hermia, y maana en la noche lo acompaar al bosque para perseguirla; que si por este aviso me queda agradecido, recibir en ello un alto precio; aunque si aspiro a mitigar mi pena, slo es en poder mirarlo a la ida y a la vuelta. (Sale.)

ESCENA II Cuarto en una quinta (Entran SNUG, BOTTOM, FLAUTA, QUINCIO y STARVELING) QUINCIO.- Estn aqu todos vuestros compaeros?16

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BOTTOM.- Mejor haris en llamarlos uno a uno, segn la lista. QUINCIO.- He aqu la nmina de los que en toda Atenas son considerados aptos para desempear el sainete que se ha de representar ante el duque y la duquesa en la noche de sus bodas. BOTTOM.- Primero, buen Pedro Quincio, decid sobre qu asunto versa la representacin, leed los nombres de los actores y luego distribuid los papeles. QUINCIO.- Ciertamente. Nuestra representacin es La muy lamentable comedia y muy cruel muerte de Pramo y Tisbe. BOTTOM.- Hermoso trabajo, os aseguro, y en extremo alegre. Ahora, mi excelente Quincio, llamad por lista a vuestros actores. Maestros, presentaos. QUINCIO.- Responded a medida que os llame. Nich Bottom, el tejedor. BOTTOM.- Listo. Decid el papel que me toca, y adelante. QUINCIO.- Vos, Nich Bottom, habis sido designado para Pramo. BOTTOM.- Qu es Pramo: un tirano, o un amante?17

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QUINCIO.- Un amante que por amor se mata con el ms grande herosmo. BOTTOM.- Eso para ser bien representado necesita algunas lgrimas: si he de hacer el papel, ya veris al auditorio llorar a moco tendido. Levantar una borrasca, y en cierto modo conmover algo. Por lo dems, mi vocacin es la de tirano. Podra representar a Hrcules con rara perfeccin, o un papel en que se destrozara a un gato, para que todo quedara hecho trizas. Con trmulos golpes las rocas rabiosas rompen los candados de toda prisin, y el carro de Febo que alumbra las nubes los hados revuelve, girando veloz Esto era sublime! Decid ahora los nombres de los otros actores. Este es el estilo de Hrcules, el estilo de un tirano. Un amante es ms plaidero. QUINCIO.- Francisco Flauto. FLAUTO.- Presente, Pedro Quincio. QUINCIO.- Tisbe es el papel que os corresponde. FLAUTO.- Qu es Tisbe? Un caballero andante? QUINCIO.- Es la seora a quien ha de amar Pramo. FLAUTO.- No, a fe ma, no me hagis representar a una mujer. Ya me est saliendo la barba.18

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QUINCIO.- Eso no importa. Llevaris mscara y podris fingir la voz tanto como queris. BOTTOM.- Si es cosa de esconder la cara, dejadme hacer tambin el papel de Tisbe. Soltar una vocecita admirable: Ah Pramo! Mi adorado amante, tu idolatrada Tisbe, y querida seora! QUINCIO.- No, no. Debis representar a Pramo vos, y a Tisbe Flauto. BOTTOM.- Bien. Continuad. QUINCIO.- Robin Starveling, sastre. STARVELING. - Heme aqu, Pedro Quincio. QUINCIO.- Robin Starveling, debis representar a la madre de Tisbe. Tom Snowt, calderero. SNOWT.- Aqu, Pedro Quincio. QUINCIO.- Vos, al padre de Pramo: yo, al de Tisbe. Snug, el ensamblador, vos el papel de len. Y con esto creo que queda bien ordenada la representacin. SNUG.- Tenis escrito el papel del len? Si es as, os suplico que me le deis, pues no tengo gran facilidad para aprender de memoria. QUINCIO.- Podis hacerlo de improviso, pues no tenis que hacer ms que rugir.19

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BOTTOM.- Dejadme hacer tambin de len! Ya veris si cada rugido que yo d no har saltar de alegra el corazn de cualquiera. Hasta el duque ha de exclamar: que vuelva a rugir! que vuelva a rugir! QUINCIO.- Pero lo harais de un modo tan terrible que se asustaran la duquesa y las seoras, y se pondran a dar alaridos; y con eso ya habra lo suficiente para que nos colgaran a todos. TODOS.- A todos? BOTTOM.- Os garantizo, amigos, que si dierais algn gran susto a las seoras, no les volvera el alma al cuerpo mientras no estuvisemos colgados en la horca; pero yo ahuecar de tal manera la voz, que me oiris rugir tan dulcemente como una palomita recin nacida: rugir lo mismo que si fuese un ruiseor. QUINCIO.- No podis desempear otro papel que el de Pramo; porque Pramo es un hombre simptico, hombre correcto como para visto en da de verano, hombre de todo punto amable y caballeroso. BOTTOM.- Bueno; har la prueba. Qu barba os parece mejor que me ponga para la funcin? QUINCIO.- Por supuesto, la que se os antoje. BOTTOM.- Llenar mi cometido con vuestra barba color de paja, vuestra barba color de naranja, vues20

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tra barba color morado oscuro, o vuestra barba color de cabeza francesa, vuestro amarillo perfecto. QUINCIO.- Algunas de vuestras cabezas francesas no tienen cabello alguno, y as serais un actor calvo. Pero, maestros, he aqu vuestros papeles; y estoy en el deber de insinuaros, requeriros y expresaros mi deseo, de ensayarlos maana por la noche. Nos reuniremos en el bosque de palacio, una milla distante de la ciudad, y a la luz de la luna. All, podremos hacer el ensayo; porque en la ciudad. se hara conocido nuestro plan, y nos asediaran las gentes. Al mismo tiempo har una lista de los objetos necesarios que la representacin requiere: ojo! y no faltis. BOTTOM.- Nos reuniremos, y all podremos ensayar con mayor libertad y osada. Daos algn trabajo; sed perfectos. Adis. QUINCIO.- Nos encontraremos en el roble del duque. BOTTOM.- Est dicho: cumpliremos, ocurra lo que quiera. (Salen.)

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ACTO II ESCENA PRIMERA Bosque cerca de Atenas (Entran una HADA por una puerta y PUCK por otra) PUCK.- Hacia dnde vagis ahora, seor espritu? HADA.- Sobre la colina, sobre el llano, entre la maleza, entr los matorrales, sobre el parque, sobre el cercado, al travs del agua, al travs del fuego, por todas partes voy vagando ms rpida que la esfera de las lunas; y sirvo a la reina de las hadas, para llenar de roco sus verdes dominios. Las altas velloritas son sus discpulas. Veis manchas en sus mantos de oro? esos son rubes, regalos de hadas; en esas22

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manchas viven sus perfumes; y tengo que ir a buscar all algunas gotas de roco y colgar una perla en la oreja de cada prmula. Adis oh t, el ms pesado de los espritus! Me voy. Ya nuestra reina y todo su squito no tardarn en llegar. PUCK.- El rey viene a celebrar aqu sus fiestas. Cuida t de que la reina no se presente a su vista; pues Obern est loco de furor porque ella, para que le sirva de paje, le ha robado un hermossimo muchacho de un rey indio. Jams haba ella tenido un pupilo tan encantador; y Obern celoso, habra querido que el muchacho fuese un caballero de su squito para recorrer los bosques enmaraados. Pero ella retiene por fuerza al chico, lo corona de flores, y se deleita en l. Y por eso ahora nunca se encuentran Obern y ella, en gruta, o pradera, o clara fuente, alumbrada por las estrellas, sin que se querellen de modo que asustados todos los duendes se ocultan en los clices de las bellotas de la encina. HADA.- O yo equivoco enteramente vuestra forma, o sois el astuto y maligno espritu llamado Robin Buen-chico. No sois aquel que asusta a las muchachas de aldea, espuma la leche, y a veces trabaja en el molino de mano echando a perder todo el contenido de la mantequera de la pobre mujer hacendosa,23

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y en otras ocasiones hace que no espumee la cerveza? No extraviis a los que viajan de noche y os res del dao que sufren? Hacis el trabajo de los que os llaman buen duende y lindo Puck, y les dais buena ventura. No sois ese espritu? PUCK.- Has hablado con acierto. Yo soy aquel alegre peregrino de la noche; yo hago chanzas que hacen sonrer a Obern; como cuando atraigo algn caballo gordo y bien nutrido de grano, imitando el relincho de una potranca; y algunas veces me escondo en el tazn de alguna comadre, pareciendo en todo como un cangrejo asado; y cuando va a beber, choco contra su labio y hago caer la cerveza sobre su blanco delantal. Suele acontecer que la ta ms prudente refiriendo un tristsimo cuento, me equivoca con su sitial de tres pies; me escurro al punto, y cae a plomo gritando y se apodera de ella un acceso de tos. Entonces toda la concurrencia apretndose los costados se re y estornuda, y jura que nunca se ha pasado all hora ms alegre. Pero, haz campo, que aqu viene Obern. HADA.- Y aqu mi seora. Deseara que se hubiese ido.

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ESCENA II (Entran OBERN por una puerta, con su squito; y TITANIA por otra con el suyo) OBERN.- En mala hora os encuentro a la luz de la luna, orgullosa Titania. TITANIA.- Y bien, celoso Obern? Duende, aljate de aqu. He renegado de su lecho y su sociedad. OBERN.- Poco a poco, jactanciosa. No soy tu seor? TITANIA.- Pues entonces debera ser yo tu seora. Pero yo s cundo te has deslizado fuera de la tierra de las hadas, y has pasado todo el da sentado en forma de Corino el pastor, tocando flautas de tallo de maz, y cantando versos de amores a la enamorada Filida. Por qu te encuentras aqu, habiendo venido desde la ms remota llanura desierta de la India? Solamente, a fe ma, porque la altiva amazona, vuestra turbulenta seora y amante guerrera, debe desposarse con Teseo, y vens a dar alegra y prosperidad a su lecho. OBERN.- Cmo puedes tener la insolencia de aludir as a mi valimiento con Hiplita, cuando sabes que conozco tu amor por Teseo? No eres t25

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quien lo gui en la estrellada noche, lejos de Perigenio, a quien haba reducido? Y no le hiciste quebrantar su promesa a la hermosa Egl, y a Ariadna y a Antope? TITANIA.- Todo esto es puro invento de los celos. Nunca, desde las noches de la cancula, nos hemos encontrado en colina o llanura, en bosque o pradera, junto al surtidor esculpido o el arroyo fugaz, o en la arenosa playa del mar, para bailar nuestras danzas en el viento silbador, sin que hayas venido a perturbar nuestra fiesta con tus disputas. Y por eso los vientos, llamndonos en vano con su msica, han absorbido, como por venganza, las nieblas contagiosas del mar; y cayendo stas sobre la tierra, han engrandecido de tal modo los ms modestos ros, que rebosaron por encima de sus mrgenes. As es que en vano jadeaba el buey bajo su yugo, y que el labrador ha prodigado su sudor. El verde maz se ha podrido antes de que el penacho coronase su espiga; el redil permanece vaco en el campo inundado, y los cuervos se ceban en los rebaos muertos. Desierto y lleno de lodo est el sitio de las danzas con tamboriles y castauelas; y por falta de trfico es imposible discernir las caprichosas masas de verdura del laberinto rstico. Aqu falta a los mortales su26

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invierno, y no hay noche alguna alegrada por un himno o una cancin. La luna, que preside a las inundaciones, plida de clera por todo esto, inunda los aires y hace que abunden las enfermedades reumticas; y a favor de esta perturbacin vemos alteradas las estaciones. El granizo de cabeza cana cae en el fresco regazo de la encarnada rosa, y una guirnalda de perfumados botones se pone como por burla sobre la barba del viejo invierno y encima de su corona de hielo. La primavera, el verano, el frtil otoo, el saudo invierno, cambian sus acostumbradas libreas, y el mundo, atnito con su aumento, no sabe ahora distinguir la una de la otra. Y toda esta serie de males es engendrada por nuestra disensin. Nosotros somos sus progenitores y su manantial. OBERN.- Pues entonces, remdialos; que de ti sola depende. Por qu se empeara Titania en contradecir a su Obern? Todo lo que pido no es ms que un tierno rapazuelo para que me sirva de paje. TITANIA.- Deja tu corazn en paz: que todo el reino de las hadas no bastara a comprarme ese nio. Su madre era una sectaria de mi orden: y por la noche, en el aire embalsamado de la India, habl27

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conmigo muchas veces, y se sent a mi lado en las amarillas arenas de Neptuno, sealando las veleras naves sobre las ondas. Nos reamos al ver las velas hincharse como si hubieran concebido bajo el caprichoso viento; y ella con agraciada ondulacin las imitaba (al peso de su seno que ya atesoraba a mi joven caballero) y emprenda viajes para traerme bagatelas, y volva an, como de larga navegacin, rica de mercancas. Pero, a fuer de mortal, sucumbi al dar a luz al nio; y yo, en amorosa memoria de ella, lo cro y en memoria de ella no me separar de l. OBERN.- Cunto tiempo pensis permanecer en este bosque? TITANIA.- Quiz hasta despus del da de las bodas de Teseo. Si queris pacientemente tomar parte en nuestra danza y ver nuestros juegos en la claridad de la luna, venid con nosotros. Si no, alejaos de m, y yo evitar los lugares que frecuentis. OBERN.- Dame a ese chiquillo y yo ir contigo. TITANIA.- No, ni por todo tu reino. Vmonos, hadas: pues si me quedo ms tiempo, vamos a reir de todas veras. (Salen Titania y squito.) OBERN.- Bien, sigue tu camino; que no saldrs de esta enramada sin que yo te haya atormentado por esta ofensa. Ven aqu, mi gentil Puck. Te28

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acuerdas de cuando te sent en un promontorio y vi a una sirena sobre el dorso de un delfn entonando un aria tan dulce y melodiosa que hasta el rudo ocano se apacigu al or su canto, y ciertas estrellas se lanzaron desatentadas de sus esferas por gozar la msica de la marina doncella? PUCK.- Me acuerdo. OBERN.- En ese mismo tiempo vi (aunque no lo podas t) volar entre la fra luna y la tierra, a Cupido llevando sus armas. Apunt a cierta hermosa vestal entronizada hacia el oeste, y lanz su saeta de amor con suma destreza, como para atravesar cien mil corazones; mas se extingui el inflamado dardo de Cupido en los hmedos rayos de la casta luna, y la imperial virgen pas sin cuidado en solitaria tranquila meditacin. Observ, sin embargo, el sitio donde el proyectil de Cupido cay hiriendo una pequea flor de occidente, blanca como la leche, y que a causa de la herida de amor se ha vuelto purprea, y a la cual las doncellas llaman amor desconsolado?. Treme esa flor: ya en otra ocasin te mostr la planta. Su jugo, vertido sobre los dormidos prpados, hace que el hombre o la mujer se enamoren perdidamente de la primera criatura viva que vea.29

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Treme esa yerba, y cuida de volver aqu antes que Leviatn pueda haber nadado una legua. PUCK.- Dar una vuelta completa alrededor de la tierra en cuarenta minutos. (Sale Puck.) OBERN.- Una vez en posesin de este jugo, acechar el momento en que Titania est dormida, y verter el lquido sobre sus ojos. La primera cosa que mire al despertar, ya sea un len, un oso, un lobo, un buey, un mico travieso, o un afanoso orangutn, le inspirar un amor irresistible; y antes de que yo libre sus ojos de este encanto (como puedo hacerlo por medio de otra yerba), la obligare a que me entregue su paje. Pero quin viene? Soy invisible y puedo escuchar su conversacin. (Entran Demetrio y Elena detrs de l.) DEMETRIO.- No te amo. Es intil que me persigas. Dnde estn Lisandro y la hermosa Hermia? Matar al uno: la otra me mata a m. Me dijiste que se haban refugiado ocultamente en este bosque, y heme aqu, como un loco, porque no puedo encontrarme con Hermia. Ea, vete de aqu y no me sigas ms. ELENA.- Vos me atrais, imn de corazn empedernido; pero no es hierro lo que atrais, pues mi30

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corazn es ms fino que el acero. Despojaos de ese poder, y yo no tendr el de seguiros. DEMETRIO.- Acaso os solicito? Os hablo con dulzura? O antes bien, no os digo en los trminos ms claros que no os amo ni puedo amaros? ELENA.- Y aun por eso mismo os amo ms. Soy vuestro sabueso; y cuanto ms me golpeis, Demetrio, ms os acariciar. Tratadme como a vuestro sabueso; echadme, dadme golpes, descuidadme, abandonadme: pero permitid tan slo que, a pesar de no ser digna de vos, pueda seguiros. Qu puesto ms humilde puedo implorar en vuestro afecto (y sin embargo lo estimo muy alto) que el de ser tratada como tratis a vuestro perro? DEMETRIO.- No tientes demasiado la aversin de mi alma; porque slo el verte me llena de disgusto. ELENA.- Y a m me llena de disgusto el no mirarte. DEMETRIO.- Demasiado acusis vuestra modestia abandonando la ciudad, entregndoos en manos de quien no os ama, sin desconfiar de la oportunidad de la noche ni del mal consejo de un lugar desierto, mientras llevis el tesoro de la virginidad. ELENA.- Me sirve de escudo vuestra virtud. Para m no es noche cuando veo vuestro rostro, y as no me parece que estamos en la noche. Ni falta a este31

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bosque un mundo de sociedad, pues para m vos solo sois todo el mundo. Cmo decir, pues, que estoy sola, si todo el mundo est aqu para verme? DEMETRIO.- Huir de ti y me ocultar en las breas y te dejar a merced de las fieras. ELENA.- La ms feroz no tiene un corazn como el vuestro. Huid adonde queris: se habrn trocado los papeles de la historia: Apolo huye y Dafne le da caza: la trtola persigue al milano: la mansa cierva se apresura a atrapar al tigre. Intil prisa cuando es la cobarda quien persigue y el valor el que huye! DEMETRIO.- No quiero discusiones contigo. Djame ir: o si me sigues, ten por seguro que te har algn mal en el bosque. ELENA.- S, en el templo, en la ciudad, en el campo, me hacis mal. Qu vergenza, Demetrio! Vuestras ofensas tienen escandalizado a mi sexo. Nosotras no podemos combatir, como podran los hombres, por amor. No fuimos hechas para conquistar sino para ser conquistadas. Te seguir, y haciendo de un infierno un cielo, morir por la mano que amo tanto. (Salen Demetrio y Elena.) OBERN.- Ve con Dios, ninfa. Antes de que abandone esta espesura, t huirs de l y l buscar32

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tu amor. (Vuelve a entrar Puck.) Traes ah la flor? Bienvenido, peregrino. PUCK.- S: hela aqu. OBERN.- Te ruego que me la des. Conozco un barranco donde crece el tomillo silvestre y se balancea la violeta junto a las primulceas, sombreado por madreselvas, fragantes rosas y lindos escaramujos. All duerme Titania una parte de la noche, arrullada en esas flores con danzas y regocijos; y all se despoja la serpiente de su esmaltada piel, bastante ancha para servir de vestidura a una hada. Inundar sus ojos con el jugo de esta flor, y quedar llena de odiosas fantasas. Toma t un poco de este jugo y busca en el bosque. Hay una dulce nia ateniense que ama a un desdeoso joven. Vierte el blsamo en los de ste; pero hazlo cuando sea la seora el primer objeto que haya de ver al despertar. Conocers al hombre por el traje ateniense de que est vestido. Haz todo esto con la debida precaucin, a fin de que resulte quedar l ms apasionado de ella, que sta de aqul. Y cuida de encontrarme antes del primer canto del gallo. PUCK.- Estad tranquilo, seor. Vuestro sbdito har lo que decs. (Salen.)33

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ESCENA III Otra parte del bosque (Entra TITANIA con su squito) TITANIA.- Ea! bailemos y cantemos, y en seguida, por un tercio de minuto, alejaos: unas a matar al gusano en los olorosos capullos de las rosas, otras a hacer guerra a los murcilagos por sus alas barnizadas, para hacer las ropas de mis pequeos duendes; y algunas a mantener alejado al bho chilln que se azora a la vista de nuestros espritus y turba la noche con sus gritos. Cantad al son para dormirme; luego cada cual a su faena y dejadme reposar. CANTO 1 HADA: Bilinges sierpes manchadas y erizos, no os dejis ver. Orvetos y lagartijas a la reina no toquis. CORO: Los trinos del ruiseor Arrullen su sueo en paz,34

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y no la turben encantos, magias, hechizos, ni mal. 2 HADA: Las araas tejedoras tnganse lejos de aqu, y el oscuro escarabajo y el empolvado reptil. CORO: Los trinos del ruiseor, etc. 1 HADA: Partamos. Que a nuestra duea una sola vele el sueo. (Salen las hadas. Titania duerme. Entra Obern.) OBERN.- Lo que veas al despertar (Exprime la flor en los prpados de Titania) esto sea tu verdadero amor. Ama y languidece por ello; ya sea onza, gato, oso, leopardo, o cerdoso berraco, ha de aparecer a tus ojos cuando despiertes, como digno de ser amado. Y despierta cuando est cerca algn objeto vil. (Sale. Entran Lisandro y Hermia.) LISANDRO.- Amor mo, estis a punto de desmayaros a fuerza de peregrinar en el bosque; y a decir verdad, he perdido el camino. Descansemos, Hermia, si os parece bien, y aguardemos la luz del da.35

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HERMIA.- Sea, Lisandro. Buscad un lecho para vos, que yo reclinar mi cabeza sobre este banco. LISANDRO.- El mismo hacecillo de yerbas servir de almohada a los dos. Un corazn, un lecho, dos pechos y una fe. HERMIA.- No, buen Lisandro, amado mo. Por amor a m, yaced a ms distancia, no tan cerca. LISANDRO.- Oh! Comprended, vida ma, el sentido inocente de mis palabras. En los coloquios de amor, el amor percibe el intento. Quiero decir que mi corazn est ligado al vuestro, de modo que ambos slo pueden ser uno: dos pechos unidos por un mismo juramento, no son sino dos pechos y una sola fe. No me niegues, pues, un lecho a tu lado; porque descansando junto a ti, no sueo en traiciones. HERMIA.- Lisandro habla con ingeniosa agudeza; habra ofendido mi educacin y mi orgullo, si hubiese pensado mal de Lisandro. Pero, por amor y por cortesa yaced un tanto ms lejos, gentil amigo mo. En la modestia humana semejante separacin es lo que corresponde a un honrado soltero y a una doncella. As, alejaos, y buenas noches, dulce amigo. Nunca se mude tu amor hasta el fin de tu vida.36

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LISANDRO.- Y yo digo, amn, amn, a esa dulce plegaria. Que mi vida acabe donde concluya mi lealtad. He aqu mi lecho. Que te brinde el sueo toda su paz. HERMIA.- Con la mitad de ese deseo, cerrara contenta los prpados. (Duermen. Entra Puck) PUCK.- He recorrido el bosque; pero no he hallado ateniense alguno en cuyos ojos pueda probar el poder del jugo de esta flor para suscitar una pasin. Noche y silencio! Quin hay all? Lleva vestidos de Atenas. ste, a lo que dijo mi seor, es aquel que menosprecia a la virgen ateniense. Y he aqu a la pobre doncella dormida profundamente sobre la tierra hmeda y sucia. Pobre paloma! No se atreve a acostarse junto a ese desalmado y descorts villano! Sobre tus ojos vierto todo el poder de este encanto; que cuando despiertes el amor no te deje cerrar los ojos; y despierta tan luego como me haya ido, pues tengo que volver donde Obern. (Sale. Entran Demetrio y Elena, corriendo.) ELENA.- Detente, aunque me matas, dulce Demetrio. DEMETRIO.- Te exijo que te alejes y no me persigas as.37

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ELENA.- Oh amado mo! me abandonaras? No, no lo hagas. DEMETRIO.- Detente, o te mato; quiero ir solo. (Sale Demetrio.) ELENA.- Ah! Estoy sin aliento por esta caza de afecto. Cuanto ms ardiente mi splica, menos merced alcanza. Dichosa Hermia, donde quiera que se halle, porque tiene ojos bendecidos y seductores. Qu es lo que les da tanto brillo? No las acerbas lgrimas; que a ser as, mis ojos, que han llorado ms, estaran ms brillantes que los suyos. No, no. Soy fea como un oso; porque las bestias que me encuentran huyen amedrentadas. No es maravilla que Demetrio, como de un monstruo, huya de mi presencia. Qu engaoso y maligno espejo pudo hacerme comparar con los ojos de Hermia? Pero quin hay aqu? Lisandro! En el suelo! Est muerto o dormido? Pero no veo sangre, ni herida. Lisandro, buen caballero, si estis vivo, despertad! LISANDRO.- (Despertando.) Y por tu dulce amor me arrojar al fuego! Transparente Elena! La naturaleza en ti despliega su arte; pues al travs de tu pecho me deja ver tu corazn. En dnde est Demetrio? Oh! Y cun bien le estara morir al filo de mi espada!38

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ELENA.- No digis eso, Lisandro, no lo digis. Qu importa que l ame a Hermia? Qu? A despecho de l Hermia os ama. Debis estar contento. LISANDRO.- Contento con Hermia? No! Me arrepiento de los fastidiosos instantes que he pasado con ella. No a Hermia, a Elena es a quien amo. Quin no cambiara un cuervo por una paloma? La voluntad del hombre es guiada por su razn, y la razn me dice que sois ms digna doncella que Hermia. Nada puede madurar antes de su estacin, y yo, siendo tan joven, no he podido madurar a la razn sino desde este momento; someto ahora mi voluntad a mi razn, y sta me gua hacia vos. Leo en vuestros ojos amorosas historias como escritas en el ms rico libro del amor. ELENA.- Ah! Y he nacido para sufrir tan cruel mofa? Cundo he podido merecer que me despreciis de este modo? No basta, oh joven, no basta que yo jams haya alcanzado, no, ni siquiera pueda alcanzar una mirada afectuosa de Demetrio, sino que adems habis de escarnecer mi insuficiencia? En verdad me hacis agravio; a fe que me lo hacis en cortejarme de tan desdeosa manera. Pero adis. Debo confesar que os crea dotado de ms verdadera gentileza. Dios mo! Que una39

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mujer, por ser rechazada por un hombre, tenga que ser insultada por otro! (Sale.) LISANDRO.- No ve a Hermia. Oh, t, Hermia, duerme all y jams vuelvas a acercarte a Lisandro! Pues as como el exceso de golosinas trae al estmago la mayor nusea y fatiga; o como las herejas que los hombres abandonan, por nadie son tan odiadas como por los que sufrieron su engao, as t, exceso y hereja ma, s odiada ms que todo; y an ms por m que por otro alguno! Y que todas mis facultades consagren su poder y su amor a honrar a Elena, y a ser su caballero! (Sale.) HERMIA.- (Levantndose.) Socorro, Lisandro, socorro! Haz cuanto puedas para arrancar esta serpiente que se arrastra sobre mi pecho! Oh, por piedad! Qu pesadilla he tenido! Mira, Lisandro, cmo todava tiemblo de pavor! So que una serpiente me devoraba el corazn, y que t, sentado, te reas de su cruel voracidad. Lisandro, qu! no est aqu! Lisandro oh Dios! ido? Ni al alcance de la voz? ido? sin una palabra, sin un signo? Habla, amor de los amores! Habla, si me escuchas. No? Pues ya veo bien que ests lejos, fuerza ser correr a ti o a la muerte. (Sale.)40

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ACTO III ESCENA PRIMERA Un bosque (Entran QUINCIO, BOTTOM, FLAUTO, SNOWT Y STARVELING) BOTTOM.- Seores, estamos reunidos todos? QUINCIO.- S, s; y he aqu un sitio maravillosamente apropiado a nuestro ensayo. Este pedazo cubierto de verdura ser nuestro proscenio: este matorral de espino blanco, nuestro sitio tras de bastidores; y accionaremos ni ms ni menos que en presencia del duque. BOTTOM.- Pedro Quincio.41

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QUINCIO.- Qu dices, bravo Bottom? BOTTOM.- Hay en esta comedia de Pramo y Tisbe cosas que nunca podrn agradar. En primer lugar, Pramo tiene que sacar su espada y matarse; cosa que las seoras no podrn soportar. Qu respondis a esto? SNOWT.- Que realmente se morirn de miedo. STARVELING.- Me parece que debemos omitir eso del matarse, cuando todo est concluido. BOTTOM.- Nada de eso. Yo he discurrido un medio de arreglarlo todo. Escribidme un prlogo que parezca decir que no podemos hacer dao con nuestras espadas, y que Pramo no est muerto realmente; y para mayor seguridad, que diga que yo, Pramo, no soy Pramo, sino Bottom el tejedor. Con esto ya no tendrn miedo. QUINCIO.- Bien: tendremos ese prlogo, y se escribir en versos de ocho y seis slabas. BOTTOM.- No. Aadidle dos ms y que se escriba en versos de ocho y ocho. SNOWT.- Y las seoras no tendrn miedo del len? STARVELING.- Mucho lo temo, a fe ma. BOTTOM.- Maestros, debis reflexionar en vuestra conciencia que traer - Dios nos asista!- un len en42

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tre las seoras, es la cosa ms terrible; porque no hay entre las aves de rapia ninguna ms temible que un len vivo; y es necesario en esto andarse con mucho cuidado. SNOWT.- Por lo mismo, se necesita otro prlogo que diga que l no es un len. BOTTOM.- No basta. Es necesario que digis su nombre, y que se le vea la mitad de la cara por entre la mscara de len. Y l mismo debe hablar dentro de ella diciendo esto, o cosa parecida: Seoras, o hermosas seoras, quisiera o deseara o suplicara que no tuvieseis susto ni temblaseis; respondo de vuestra vida con la ma. Si os figuris que vengo aqu como un len verdadero, mi vida no valdra un ardite. No, no soy tal cosa, sino hombre como otros. Y en tal coyuntura, que diga su nombre y les haga saber que es Snug el ensamblador. QUINCIO.- Bien; se har as. Pero hay dos cosas muy difciles, a saber: traer la luz de la luna a una habitacin; porque debis saber que Pramo y Tisbe se encuentran a la luz de la luna. SNUG.- Y en la noche de nuestra representacin hay luz de luna? BOTTOM.- Un calendario, un calendario! Buscad en el almanaque a ver si hay luna.43

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QUINCIO.- S; hay luna esa noche. BOTTOM.- Pues podis dejar abierta la ventana de la gran cmara en donde representaremos, y la luna alumbrar por all. QUINCIO.- Eso es. O bien podr venir alguno con un haz de espinos y una linterna, y decir que ha venido a desfigurar o sea presentar la persona del claro de luna. Y luego hay otra cosa: hemos de tener un muro en la cmara; porque Pramo y Tisbe, segn dice la historia, hablaban por una grieta de la pared. SNUG.- Ser imposible llevar un muro. Qu os parece, Bottom? BOTTOM.- Alguien tendr que representar el muro. Que tenga consigo un poco de yeso o de argamasa o de pedazos de piedra y ladrillo para que signifiquen pared; o que ponga los dedos as, y por entre las aberturas podrn hablar Pramo y Tisbe con toda reserva. QUINCIO.- Si puede hacerse as, todo est bien. Ea! Que cada cual se siente, y ensaye su papel. Principiad, Pramo. Cuando hayis dicho vuestro discurso, entrad en aquel matorral; y as cada uno, segn su papel. (Entra Puck por el foro.) PUCK.- Qu groseros patanes andan por aqu metiendo ruido tan cerca del lecho de nuestra hermosa44

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reina? Qu! Tratan de una representacin? Pues ser del auditorio, y an har de actor si veo ocasin para ello. QUINCIO.- Hablad, Pramo. Tisbe, avanzad. PRAMO.- Tisbe, las dulces flores de suave sabor... QUINCIO.- Olor, olor. PRAMO.- ...de suave olor. As es tu aliento, cara, carsima Tisbe. Pero oye, una voz! Qudate aqu no ms que un rato, y dentro de poco volver. (Sale.) PUCK.- (Aparte.) Qu Pramo tan raro! (Sale.) TISBE.- Debo hablar ahora? QUINCIO.- S, por cierto; pues debis entender que no sale ms que a enterarse de un ruido que oy, y tiene que volver. TISBE.- Brillantsimo Pramo, de tinte blanco como el lirio, y del color de la rosa carmes en rosal triunfal; tan retozonamente juvenil, y sin embargo tan adorable; tan digno de confianza como el ms infatigable caballo. Ir encontrarme contigo, Pramo, en la tumba de Nin. QUINCIO.- Tumba de Nino, hombre! Pero eso no debis decirlo todava. Eso es lo que respondis a Pramo. Vos lo decs todo de una vez! Pramo, entra; entonces volvis a hablar. La ltima frase anterior es: infatigable caballo.45

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(Vuelven a entrar Puck, y Bottom con una cabeza de asno.) TISBE.- ...tan digno de confianza como el ms infatigable caballo. PRAMO.- Si yo fuera hermoso, Tisbe, slo sera tuyo. QUINCIO.- Oh! Qu cosa tan monstruosa! tan extraa! Estamos hechizados. Por Dios, maestros, huid! Maestros, socorro! (Salen los payasos.) PUCK.- Yo os seguir, yo os har dar vueltas por todos lados al travs de matorrales y malezas, de helechos y de espinos; a veces ser un caballo, otras un sabueso, un cerdo, un oso sin cabeza, y algunas veces un fuego fatuo. Y me sentiris alternativamente relinchar y ladrar, y gruir y quemar como caballo, perro, cerdo, oso y llama. (Sale.) BOTTOM.- Por qu huyen? Esto no es ms que una bellaquera de ellos por asustarme. (Vuelve a entrar Snowt.) SNOWT.- Oh Bottom! Qu mudanza! Qu veo en ti? BOTTOM.- Qu ves? Una cabeza de asno... la tuya no es esto? (Vuelve a entrar Quincio.) QUINCIO.- Dios te ampare, Bottom! Dios te ampare! Ests transformado. (Sale.)46

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BOTTOM.- Ya entiendo su artimaa. Querran convertirme en un borrico, y asustarme si pudieran. Pero, hagan lo que hicieren, no he de moverme de aqu. Me pasear de arriba abajo y cantar para que me oigan y sepan que no tengo miedo. (Canta.) TITANIA.- (Despertando.) Qu ngel me despierta en mi lecho de flores? Rugote, gentil mortal, que cantes de nuevo. Tu meloda ha cautivado mi odo, as como tu forma ha encantado mi vista. Y la fuerza de tu fascinacin me mueve a la primera mirada, a decirte, a jurarte, que te amo. BOTTOM.- Parceme, seora, que tenis para ello muy poca razn; aunque, a decir verdad, la razn y el amor se avienen bastante mal en estos tiempos, y es lstima que algunos buenos vecinos no los reconcilien. TITANIA.- Eres tan sensato como hermoso. BOTTOM.- Ni lo uno, ni lo otro, seora; pero si tuviera suficiente seso para salir de este bosque, no me faltara el suficiente para aprovecharme de ello. TITANIA.- No, desees ausentarte de este bosque, pues en l permanecers, quieras o no. Soy un espritu superior a lo vulgar. Todava la primavera engalana mis posesiones; y yo te amo. Ven, pues, conmigo. Te dar hadas que te sirvan, y te traern47

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joyas del fondo del mar, y arrullarn con tus cantos tu sueo cuando te acuestes en un lecho de flores. Y purificar tu materia de modo que parezcas un espritu tambin. Flor-de-guisante! Telaraa! Polilla! Grano-de-mostaza! 1 HADA.- Presente. 2 HADA.- Y yo. 3 HADA.- Y yo. 4 HADA.- Y yo. TITANIA.- Sed bondadosas y atentas con este caballero: juguetead en sus paseos y triscad a su vista. Alimentadlo con albaricoques y frambuesas, con uvas moradas, verdes higos y moras. Sustraed de las humildes abejas las bolsas de miel; y para servirle de bujas cortad las piernas cerosas y encendedlas en el fuego de los ojos del gusano de luz, cuando el amor mo se acueste y se levante. Y tomad las alas de las pintadas mariposas para defender de los rayos de la luna sus prpados soolientos. Duendes! Saludadle y presentadle vuestros respetos. 1 HADA.- Salud oh mortal! 2 HADA.- Salud! 3 HADA.- Salud! 4 HADA.- Salud!48

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BOTTOM.- De corazn imploro vuestro favor. Dignaos decirme vuestro nombre. TELARAA.- Telaraa. BOTTOM.- Me placer conoceros ms ntimamente, seor Telaraa. Ya me aprovechar de vos si llego a cortarme el dedo. Y cul es vuestro nombre, honrado hidalgo? FLOR-DE-GUISANTE.- Flor-de-guisante. BOTTOM.- Os ruego saludis a la seora calabaza, vuestra madre, y al seor estuche-de-guisantes, vuestro padre. Tambin deseara conoceros mejor. Querrais decirme por bondad vuestro nombre? GRANO-DE-MOSTAZA.- Grano de mostaza. BOTTOM.- Mi buen seor: bien conozco vuestra paciencia. Muchos caballeros de vuestra casa han sido devorados por el cobarde y gigantesco asado de buey; y os aseguro que ya antes de ahora vuestra parentela me llen de lgrimas los ojos. Deseo ms estrecha relacin con vos, seor Grano-de-mostaza. TITANIA.- Venid y servidle. Llevadle a mi retrete. Parceme que la luna en su manera de brillar anuncia sus lgrimas; y cuando stas caen, cada florecilla gime llorando alguna forzada castidad. Poned silencio a la boca de mi amor, y traedlo sin ruido. (Sale.)49

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ESCENA II Otra parte del bosque (Entra OBERN) OBERN.- Quisiera saber si ha despertado Titania; y en seguida, sobre qu objeto recay su primera mirada, como que ha de estar loca por l. (Entra Puck.) Aqu llega mi mensajero. Y bien, travieso espritu! Qu nocturna nueva prevalece ahora en este misterioso bosquecillo? PUCK.- Mi ama est enamorada de un monstruo. Cerca de su recndito y consagrado retrete, mientras ella pasaba la lnguida hora del sueo, una partida de ganapanes, rudos artesanos que trabajan en las tienduchas de Atenas, se hallaba reunida para ensayar una representacin destinada al da de las bodas del gran Teseo. El ms insustancial de esos imbciles, que haca el papel de Pramo, abandon la escena y se meti en un matorral; y yo, aprovechando esta ocasin, coloqu sobre sus hombros una cabeza de asno. A la sazn, su Tisbe tena que recibir su respuesta; y aqu de mi sainete. Apenas le vieron sus compaeros, cuando se dieron a huir en todas di50

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recciones, como una bandada de gansos silvestres que divisa al cazador agazapado; o como chovas de patas rojizas que se levantan y caen al estampido del fusil, y vuelan desatentadas por el cielo. A nuestro impulso, cae el uno y el otro aqu y all, y grita que lo asesinan, y clama por auxilio de Atenas. As debilitados y extraviados sus sentidos por el temor, convertidos casi en cosas inertes, principiaron a sufrir el mal consiguiente. Desgarraban las espinas y zarzas sus vestidos: quin se hizo girones una manga, quin pierde el sombrero: en todas partes dejaban algo. Yo los gui en este desatentado terror, y dej all al amoroso Pramo trasfigurado; y en ese instante vino a acontecer que despertara Titania y quedara en el acto locamente enamorada de un borrico. OBERN.- Mejor ha salido esto que cuanto yo poda imaginar. Pero has vertido ya el jugo de la flor en los ojos del ateniense, como te lo encargu? PUCK.- Lo atrap dormido. Eso tambin est despachado. Como la mujer ateniense estaba a su lado, claro est que cuando l despierte tendr que verla. (Entran Demetrio y Hermia.) OBERN.- Mantente cerca. Este es el ateniense. PUCK.- La mujer es la misma; pero no el hombre.51

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DEMETRIO.- Oh! por qu rechazis a quien os ama tanto? HERMIA.- Ahora no hago ms que reprender; pero podra tratarte con ms severidad, pues recelo que me has dado motivo para maldecirte. Si has asesinado a Lisandro durante su sueo, llega de una vez hasta el fondo del crimen, y mtame tambin. No es ms fiel el sol al da que Lisandro a m. Habra huido l a ocultas de su Hermia dormida? Antes creera que se puede abrir en la tierra un conducto para que la luna pase al travs y vaya a perturbar la marea en los antpodas. No puede ser sino que t le has muerto; y en verdad que un asesino debera tener tu mismo aspecto homicida y sombro. DEMETRIO.- Mejor dirais que tengo el del moribundo traspasado de dolor; pero vos, que sois mi asesino, aparecis tan clara y brillante como ese astro Venus en su flgida esfera. HERMIA.- Qu importa eso a mi Lisandro? Dnde est?... Ah, buen Demetrio! Quieres devolvrmelo? DEMETRIO.- Preferira arrojar su osamenta a mis perros. HERMIA.- Fuera de aqu, tigre! Fuera, chacal! Me atormentas ms all del lmite de toda paciencia. Es52

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decir que t lo has asesinado? Que jams se te vuelva a contar entre los hombres! Oh! Di la verdad, dila siquiera una vez por piedad. Te atreves a haberlo mirado despierto, y lo matas cuando yace dormido? Oh herosmo! Un gusano, un spid, no podran hacer lo propio? Porque nunca spid alguno pudo herir con lengua ms prfida que la tuya, serpiente! DEMETRIO.- Gastis vuestra clera, vctima de un engao. No soy culpable de la sangre de Lisandro, ni tengo indicio alguno para pensar que haya muerto. HERMIA.- Pues entonces te suplico me digas que est bien. DEMETRIO.- Y Si pudiera hacerlo qu me valdra? HERMIA.- El privilegio de no verme jams. Abandono tu presencia con ese voto. No vuelvas a verme, sea que haya muerto, o no. (Sale.) DEMETRIO.- Es intil seguirla en este arranque de clera. As, me quedar aqu por breve rato y buscar en el sueo alivio a mi dolor, porque ste se hace doblemente pesado con el insomnio. (Se acuesta.)53

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OBERN.- Qu has hecho? La has errado por completo, vertiendo el jugo amoroso en los ojos de algn amante verdadero; y por fuerza tu equivocacin har que se mude un amor sincero, en vez de mudar uno falso. PUCK.- Eso quiere decir que quien impera es el destino, y que por un hombre verdadero, hay un milln que faltan a sus juramentos. OBERN.- Ve por el bosque, ms rpido que el viento y procura encontrar a Elena de Atenas. Triste y abatida est, plidas las mejillas, suspirando de amor, y consumiendo la riqueza de su sangre juvenil. Valindote de cualquiera ilusin hazla venir. Yo encantar los ojos de l antes de que ella haya llegado. PUCK.- Voy, voy. Mirad cmo voy ms veloz que la flecha despedida por el arco del Trtaro. OBERN.- Flor de color de prpura, herida por la saeta de Cupido, penetra en el globo de sus ojos. Cuando l aceche a su amada, que aparezca ella resplandeciente como la Venus del firmamento, y cuando despiertes, implora de ella, si est cercana, el remedio de tu amor. (Vuelve a entrar Puck.) PUCK.- Caudillo, de nuestra hermosa muchedumbre: Elena est prxima, y el joven a quien equivo54

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qu le suplica por el premio de su amor. Cmo hemos de divertirnos con sus coloquios! Santo Dios, y qu locos son estos mortales! OBERN.- Aprtate. El ruido que hacen despertar a Demetrio. PUCK.- Entonces habr dos cortejando a una, y eso slo ya es una diversin. No hay cosa que me guste tanto como lo imprevisto. (Entran Lisandro y Elena.) LISANDRO.- Por qu pensis que os solicito por burla? La burla y el sarcasmo jams vierten lgrimas, y ved que cuando os suplico, lloro. Decid si semejante manera de pedir vuestro amor no lleva en s la prueba de toda su verdad. ELENA.- Refinis vuestra astucia ms haciendo que la verdad sirva para matar la verdad. Oh combate, infernal y divino a un tiempo! Esos juramentos pertenecen a Hermia. Queris abandonarla? Pesad esos juramentos y otros, y no pesarn nada. Puestos en una balanza estar en su fiel y ambos no pesarn ms que cualquier mentira. LISANDRO.- No tuve discernimiento cuando juraba a sus plantas. ELENA.- Ni lo tenis, a mi juicio, en abandonarla. LISANDRO.- Demetrio la ama y no os ama.55

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DEMETRIO.- (Despertando.) Oh Elena! Diosa! Ninfa perfecta y divina! Con qu podr comparar tus ojos, amor mo? El cristal parecera lodo. Oh! Qu tentadores se ostentan tus labios, como cerezas maduras para los besos! Cuando muestras tu mano, parece oscura la nieve de Tauro congelada por el viento de Levante! Oh, djame besar esta princesa de la casta blancura, este sello de felicidad! ELENA.- Oh despecho! oh infierno! Veo que estis conjurados todos contra m para vuestro pasatiempo! Si fuerais corteses, no me harais este agravio. No basta que me aborrezcis, como s que lo hacis, sino que adems habis de unir vuestras almas para burlaros de m? Si fuereis hombres, como lo dice vuestra apariencia, no tratarais as a una dama inofensiva; cortejando y jurando y ponderando mis cualidades, cuando s que me odiis de corazn. Ambos sois rivales en amar a Hermia, y ahora lo sois en escarnecer a Elena: gran hazaa y varonil empresa, arrancar con vuestras burlas las lgrimas de una pobre doncella. Ningn hombre que tuviera la menor nobleza ofendera as a una virgen, atormentando la paciencia de su pobre alma, para procurarse una diversin.56

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LISANDRO.- Malo sois, Demetrio. No seis as. Sabis que conozco, vuestro amor a Hermia; y aqu con toda voluntad, con todo corazn, os cedo mi parte en su amor. Dadme la vuestra en el de Elena, a quien amo y amar hasta la muerte. ELENA.- Jams gastaron tan mal sus palabras los burlones. DEMETRIO.- Lisandro, qudate con tu Hermia. Si alguna vez la am, ese amor se ha ido, y no quiero nada de l. Mi corazn no estuvo con ella sino como un husped pasajero, y ahora vuelve a su hogar, vuelve a Elena para quedarse aqu. LISANDRO.- Elena, no es verdad. DEMETRIO.- No desacredites la fe que no conoces, a menos que la compres caro a costa tuya. Ve ah a tu amada que viene: ve ah a la que adoras. (Entra Hermia.) HERMIA.- Oscura noche, que quitas la vista a los ojos, y aguzas el odo, dando a ste lo que quitas a aquellos! Mis ojos no pudieron encontrarte, Lisandro, pero mi odo me hizo seguir tu voz. Ah! por qu con tanta dureza me has dejado? LISANDRO.- Y por qu se quedara aquel a quien el amor llama a otra parte?57

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HERMIA.- Qu amor podra apartar a Lisandro de mi lado? LISANDRO.- El amor de Lisandro, que no poda separarse de la hermosa Elena, que embellece la noche, ms que el esplendor de todas las estrellas. Por qu me buscas? No basta el que te haya dejado para que conozcas el odio que siento por ti? HERMIA.- Hablis lo que no pensis. Eso no puede ser. ELENA.- Ah! Tambin ella toma parte en la conspiracin! Ahora veo que os habis unido los tres para formar este desleal pasatiempo a despecho mo. Oh t, Hermia, injuriosa e ingrata doncella! Has conspirado con stos, urdiendo esta maligna burla para ofenderme? Y has olvidado las cariosas plticas, los juramentos fraternales, las horas que hemos pasado juntas? Lo has olvidado todo, la amistad de nuestra niez, la compaa inocente de nuestra infancia? Siempre estuvimos unidas, juntas en el mismo asiento, ocupadas en la misma labor, entonando la misma cancin, como si nuestras mentes, nuestras manos, nuestras voces, hubieran sido una sola. As crecimos como un doble fruto gemelo, que parece partido en dos y sin embargo no se puede separar. ramos dos cuerpos con un solo58

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corazn. Y vens a romper todos estos lazos antiguos, para juntaros a esos hombres y escarnecer a vuestra amiga? No: esto no es amistad, ni es digno de una doncella. Nuestro sexo, tanto como yo misma, os censurar por ello, aunque sea yo sola quien sufra el agravio. HERMIA.- Vuestras frases apasionadas me dejan estupefacta. Yo no me burlo de vos. Antes me parece que vos os burlis de m. ELENA.- No habis inducido a Lisandro a seguirme y a alabar mis ojos y mi cara? No habis hecho que vuestro otro apasionado, Demetrio (que an ahora mismo me ha rechazado con el pie) me llame diosa, ninfa divina, preciosa, celestial? Por qu habla as a una que aborrece? Y por qu me niega Lisandro vuestro amor, tan rico en su alma, y me ofrece su afecto, si no es porque lo inducs a ello y obra con vuestro consentimiento? Qu delito hay en que yo no tenga tantas gracias como vos, ni sea tan afortunada en el amor, sino una infeliz que ama sin ser amada? Deberas compadecerme por esto, no despreciarme. HERMIA.- No comprendo lo que queris decir. ELENA.- S, perseverad: fingid tristes miradas, y haceos seas cuando vuelvo la espalda: seguid en59

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esta amable diversin, que, bien sostenida, ser materia de una crnica. Si fueseis capaces de alguna piedad o gentileza, no me tomarais por tema de vuestra irrisin; pero adis. Yo tengo la culpa, y pronto la remediar con la ausencia o con la muerte. LISANDRO.- Quedaos., gentil Elena, y od mi excusa. Hermosa Elena, amor mo, vida ma, alma ma! ELENA.- Oh! Excelente. HERMIA.- Amigo mo, no la burlis as. DEMETRIO.- Sino lo alcanzas rogando, yo le forzar a ello. LISANDRO.- No puedes compeler t ms que rogar ella, y tus amenazas no tienen ms fuerza que sus dbiles splicas. Elena, yo te amo, te lo juro por mi vida, y probar aun a costa de perderte a quien negare la verdad de mi amor, que es un hombre falso. DEMETRIO.- Digo que te amo ms que lo que l pudiera amarte. LISANDRO.- Si tal dices, retrate y vamos a probarlo. DEMETRIO.- Al instante. Ven. HERMIA.- Lisandro a qu conduce todo esto? LISANDRO.- Fuera! Etope!60

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DEMETRIO.- No, no seor. Habla como si la accin fuera a seguir a la palabra; pero no se mueve. Eres un cobarde, bah! LISANDRO.- Mrchate de aqu, cuidado, cosa vil, afuera! O te sacudir y te arrojar lejos de m como a una culebra. HERMIA.- Por qu os habis vuelto tan rudo? Qu cambio es ste, amor mo? LISANDRO.- Amor tuyo? Vete, vete, maldita pcima, remedio detestado. Vete! HERMIA.- Os estis chanceando? ELENA.- S, a fe ma, lo mismo que vos. LISANDRO.- Demetrio, te cumplir mi promesa. DEMETRIO.- Me alegrara de tener alguna prenda de ello; pues no confo en tu palabra. LISANDRO.- Qu! tendra que darle golpes, lastimarla, maltratarla? Por ms que la aborrezca no le hara tal dao. HERMIA.- Pues qu! Podrais hacerme un dao mayor que aborrecerme? Aborrecerme! Y por qu? Desgraciada de m! Qu ha pasado, amor mo? No soy Hermia? No eres t Lisandro? Tan hermosa soy ahora como la noche en que me amaste, como la noche en que me dejaste. No quieran los dioses que hables de veras.61

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LISANDRO.- S, por mi alma! y quisiera no haber vuelto a verte jams. As, pues, no tengas esperanza ni duda: no es una chanza: nada hay tan verdadero y cierto como el odio que siento hacia ti. HERMIA.- Desgraciada de m! Oh t, impostora, ladrona de amor! Has venido de noche para robarme el corazn de se a quien amo? ELENA.- A fe ma, que os sientan bien estas palabras: no tienes ya modestia ni rubor, y se desvaneci la menor sombra de delicadeza? Quieres arrancar por ventura de mi lengua prudente airadas voces? Ests haciendo una comedia, t, mueca! HERMIA.- Por qu mueca? Ah! Ya veo la traza. Ahora caigo en que habr comparado nuestras estaturas, decant la suya, y con sus ventajas, ha prevalecido sobre l. Y habis crecido tanto en su afecto por ser yo tan pequea y baja? Muy baja soy, asta de bandera pintarrajeada? Habla! Muy baja soy? Pues no lo soy tanto que no puedan mis uas llegar hasta tus ojos! ELENA.- Os ruego, seores, aunque os burlis de m, que no la dejis hacerme dao. No es mi costumbre echar maldiciones, ni aptitud para el mal; sino que a fuer de doncella soy temerosa. No dejis que me maltrate. Quiz os parece que por ser ella62

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algo menor de estatura que yo, podr luchar con ella. HERMIA.- La estatura! Otra vez la estatura! ELENA.- Buena Hermia, no os airis contra m. Yo siempre os tuve afecto y segu en todo vuestro consejo, y nunca os hice mal alguno, a no ser que, por amor a Demetrio, le dije de vuestra fuga a este bosque. l os sigui, y yo le segu por amor, pero l me ech de aqu y me amenaz con darme golpes y aun con matarme. Ahora slo deseo que me dejis volver en paz a Atenas y no me sigis ms. Dejadme ir. Ya veis cuan simple y afectuosa soy. HERMIA.- Pues marchaos. Quien os lo estorba? ELENA.- Un corazn desatentado que dejo tras de m. HERMIA.- Con quin! Con Lisandro? ELENA.- Con Demetrio. LISANDRO.- No temas, Elena. No te har ningn mal. ELENA.- Oh! Cuando se enfurece es maligna y astuta. Cuando iba a la escuela era una vbora, y aunque pequea, es de ndole fiera. HERMIA.- Otra vez pequea? Siempre baja y pequea? Por qu permits que me ultraje as? Dejadme que me entienda con ella.63

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LISANDRO.- Vete, enana, avalorio, puado de mala paja! DEMETRIO.- Sois demasiado comedido y solcito en favor de la que desdea vuestros servicios. Dejadla sola: no hablis de Elena, ni tomis su defensa. Si intentis mostrar hacia ella la menor familiaridad, responderis de ello. LISANDRO.- Ahora no tiene imperio sobre m. Sgueme, si te atreves, y probemos quin de los dos tiene mejor derecho para pretender a Elena. DEMETRIO.- Seguirte? No, sino a tu lado. (Salen Lisandro y Demetrio.) HERMIA.- Seora ma: toda esta querella es obra vuestra. No, no os vayis. ELENA.- No confo en vos, no. Ni permanecer ms tiempo en vuestra maldita compaa. Mis manos no estn, como las vuestras, acostumbradas a las contiendas, y as huyo y me salvo. (Sale.) HERMIA.- Estoy azorada y no se que decir. (Sale persiguiendo a Elena.) OBERN.- Esto es fruto de tu negligencia. Tu incurriste en esa equivocacin, o hiciste eso por bellaquera. PUCK.- Creedme, rey de las sombras, que me equivoqu. No me dijisteis que reconocera al hombre64

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por su traje ateniense? Y para probar la inocencia de mi conducta, basta ver que he puesto el jugo de la flor en los ojos de un ateniense; aunque es verdad que me alegra y divierte el ver la confusin y enredo que de ello ha venido a resultar. OBERN.- Ya ves cmo estos enamorados buscan un sitio donde combatir. Ocltate entre las sombras de la noche, extiende la niebla sobre su estrellado velo, hasta que sea oscuro como Aqueronte y gua de tal manera a estos rivales tan lejos el uno del otro, que no se puedan encontrar. Unas veces imitando la voz de Lisandro, excitars a Demetrio con graves insultos; y otras hars lo mismo imitando la voz de Demetrio; y as llevars a uno y otro hasta que caigan rendidos de cansancio y se hundan en el sueo, remedo de la muerte. Exprime entonces en los ojos de Lisandro el jugo de esta yerba, que tiene la virtud de disipar toda ilusin, Cuando despierten, todo lo que ha pasado les parecer un sueo, y volvern los amantes a Atenas unidos hasta la muerte. Mientras t te ocupas en esta misin, yo ir en busca de mi reina y le suplicar que me entregue al muchacho; y entonces desbaratar el encanto de sus ojos y har que todas las cosas le parezcan tales como son en realidad.65

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PUCK.- Areo seor mo: es necesario hacer esto aprisa, porque ya asoman las luces crepusculares que animan la aurora, y empiezan a desgarrarse los velos de la noche. Los fantasmas se apresuran en tropel a ganar su albergue en los cementerios: todos ellos son espritus condenados que tienen su sepultura en los sitios extraviados e inundados, y temen que la luz del da alumbre su vergenza. OBERN.- Pero nosotros somos espritus de otra clase. Mil veces he jugueteado con la amorosa aurora y visitado los bosquecillos hasta que las puertas del Oriente radiantes de luz, se han abierto sobre el ocano baando de oro sus verdes aguas salobres. No obstante, apresrate, y deja esta faena terminada antes de rayar el da. (Sale.) PUCK.- Arriba y abajo, arriba y abajo los he de conducir, de un lado para otro. Me temen en el campo y en la ciudad. Goblin, llvalos arriba y abajo. Aqu viene uno. (Entra Lisandro.) LISANDRO.- Dnde ests, orgulloso Demetrio? PUCK.- Aqu villano! con el acero desnudo y pronto. LISANDRO.- Al instante estoy contigo. PUCK.- Sgueme a mejor terreno. (Sale Lisandro como siguiendo la voz. Entra Demetrio.)66

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DEMETRIO.- Lisandro, habla otra vez! Fugitivo! Cobarde! adnde has huido? Has ido a esconder tu cabeza en algn matorral? PUCK.- Cobarde! Dices tus baladronadas a las estrellas, y cuentas a las malezas que quieres batirte, y, sin embargo, no vienes? Ven, bribn: ven, que como a un nio te he de azotar con un bejuco. El que desnude una espada para ti se deshonra. DEMETRIO.- Ests ah? PUCK.- Sigue mi voz y llegaremos adonde se pueda probar el valor. (Salen. Vuelve a entrar Lisandro.) LISANDRO.- l va por delante y todava me provoca. Cuando acudo al punto de donde me llama, ya no est all. El villano es mucho ms ligero de pies que yo, y cuanto ms aprisa le segua, ms pronto se alejaba. As he venido a dar en un sendero desigual y oscuro, y voy a descansar aqu. Ven, oh grata luz del da! (Se acuesta.) Con los primeros rayos de tu plido fulgor, descubrir a Demetrio y satisfar mi venganza. (Se duerme. Vuelven a entrar Puck y Demetrio.) PUCK.- Oh, oh, oh! Por qu no vienes, cobarde? DEMETRIO.- Ven, si te atreves; pues no haces ms que huir de sitio en sitio, y no osas aguardarme a pie firme y mirarme de frente. Dnde ests? PUCK.- Ven hacia aqu: aqu estoy.67

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DEMETRIO.- No me dejar burlar una vez ms. Caro lo has de pagar si alguna vez alcanzo a verte a la luz del da. Ahora ve donde quieras. Ya la fatiga me fuerza a reclinarme aqu y esperar la luz del da. (Se acuesta y duerme. Entra Elena.) ELENA.- Oh penosa noche! Noche larga y fastidiosa! Acorta tus horas y deja brillar el consuelo en la luz del oriente, para que pueda yo volver a Atenas con el alba, separndome de la vecindad los que aborrecen mi pobre compaa! Oh sueo! T que algunas veces cierras de pesar los ojos, haz que por unos momentos me libre yo de mi propia compaa! (Duerme.) PUCK.- No ms que tres todava? Dos de cada clase hacen cuatro. Aqu viene otra, triste y colrica. Cupido es un muchacho bien travieso, cuando as hace enloquecer a las pobres mujeres. (Entra Hermia.) HERMIA.- Ah! nunca he estado tan cansada ni tan triste; empapada de roco, desgarrada por los espinos, ya no puedo arrastrarme ms lejos, y mis pies se niegan a mi deseo. Aqu me quedar hasta que llegue el da. Que los cielos guarden a Lisandro si ha de haber un duelo! (Se acuesta.)68

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PUCK.- Gentil enamorado, duerme profundamente en el suelo, mientras aplico a tus ojos este remedio. (Vierte el jugo en los ojos de Lisandro.) Cuando despiertes te deleitars en la vista de la que primero amaste y quedar justificado el refrn que dice que cada cual debe tomar lo suyo, y nada saldr al revs. El amante recobrar su pareja y todo quedar en paz. (Sale Puck. Demetrio, Elena, etc., duermen.)

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ACTO IV ESCENA PRIMERA La misma decoracin (Entran TITANIA y BOTTOM, y hadas que les sirven. Tras de ellos OBERN sin ser visto) TITANIA.- Hechizo mo, ven, sintate sobre este florido lecho, mientras yo acaricio tus adorables mejillas, y pongo rosas perfumadas en tu suave cabeza y beso tus largas y hermosas orejas, gentil deleite mo. BOTTOM.- Dnde est Flor-de-guisante? FLOR-DE-GUISANTE.- Presente.70

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BOTTOM.- Rscame la cabeza, Flor-de-guisante. Dnde est el seor Telaraa? TELARAA.- Presente. BOTTOM.- Seor Telaraa, mi buen seor; tomad vuestras armas, y matad una abeja rosada en la cima de un espino: y traedme el saco de miel. Cuidad de no fatigaros mucho y sobre todo que no se rompa la bolsa. Sentira, seor, veros baado del viscoso lquido. Dnde est el seor Grano-de-mostaza? GRANO-DE-MOSTAZA.- Presente. BOTTOM.- Venga esa mano, seor Grano-de-mostaza. Dejad, os ruego, toda cortesa. GRANO-DE-MOSTAZA.- Qu deseis? BOTTOM.- Nada, buen seor, sino que ayudis al caballero Telaraa a rascar. Necesito al barbero, seor, porque pienso que tengo la cara asombrosamente velluda, y soy un asno de tan delicada condicin, que si un solo pelo me hace cosquillas, por necesidad tengo que rascarme. TITANIA.- Querras or un poco de msica, dulce amor mo? BOTTOM.- No tengo muy mal odo para la msica. Venga el tringulo y el martillo. TITANIA.- O dime, alma ma, lo que quisieras comer.71

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BOTTOM.- En verdad, un celemn de heno y cebada. Comera a dos carrillos de vuestra avena seca. Parceme que me apetece mucho una racin de heno: no hay nada comparable al buen heno, al heno fresco. TITANIA.- Tengo una hada muy audaz, que ir a la madriguera de las ardillas, y te traer las nueces frescas. BOTTOM.- Preferira un puado o dos de habas secas. Pero os ruego que ninguno de vuestro squito me moleste: porque principio a tener un poco de sueo. TITANIA.- Duerme y yo te estrechar en mis brazos. Hadas, salid y alejaos en todas direcciones. As la enredadera, la madreselva, la dulce yedra se enlazan al spero tronco del olmo. Oh! Cunto te amo y cmo me deleito en ti! (Duermen. Obern se adelanta. Entra Puck.) OBERN.- Bienvenido, buen Robin. Ves este lindo cuadro? Ya empiezo a compadecer su loco amor; porque no ha mucho, habindola encontrado tras del bosque, buscando golosinas para este odioso imbcil, la reconvine y tuve con ella un altercado; porque haba rodeado con frescas y fragantes flores sus peludas sienes; y ese mismo roco, que en el c72

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liz de los botones pareca redondearse en perlas de Oriente, se mostraba ahora como lgrimas con que las florecillas lloraban su afrenta. Cuando la hube reprendido a mi gusto ella con humilde acento implor mi paciencia, le ped que cediera al nio hurfano, lo cual hizo inmediatamente y lo envi con una de sus hadas para que lo condujera a mi mansin. Ahora que tengo al muchacho, corregir el odioso error de sus ojos. Quita t de la cabeza de este estpido ateniense el disfraz que le transforma; de manera que cuando despierte junto con los dems, puedan regresar todos a Atenas, pensando que el accidente de esta noche no ha sido ms que una cruel pesadilla. Pero antes, libertar a mi amada reina. (Tocando con una yerba los ojos de Titania.) S lo que debes ser, y ve como debes mirar. El capullo de Diana tiene este feliz poder sobre la flor de Cupido. Y ahora, Titania ma, despierta; despierta, mi dulce reina. TITANIA.- Obern mo! Qu visiones he tenido en mi sueo! Pienso que estaba enamorada de un asno. OBERN.- All yace tu amor. TITANIA.- Cmo ha podido suceder esto? Oh! Y cmo mis ojos detestan ahora su figura!73

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OBERN.- Silencio, por un momento! Robin, qutale esa cabeza postiza. Titania, haz or un poco de msica, y que los sentidos de estos cinco se sumerjan en un sueo ms profundo que de ordinario. TITANIA.- Msica! Msica que acaricie el sueo! PUCK.- Cuando despiertes, vuelve a ver con tus propios ojos de necio. OBERN.- Suene la msica. (Se oye msica suave.) Ven, reina ma, toma mi mano, y hagamos retemblar la tierra en que duermen stos. Ya estamos t y yo reconciliados de nuevo, y maana a media noche bailaremos solemnemente en la casa del duque Teseo y con nuestras bendiciones se llenar de felices hijos. All sern desposadas las dos parejas de amantes, al mismo tiempo que Teseo, con general regocijo. PUCK.- Rey de las hadas, advierte que ya despunta la maana. OBERN.- Pues entonces, reina ma, vamos en pos de la sombra; que nosotras podemos recorrer el mundo ms rpidamente que la peregrina luna. TITANIA.- Ven, seor mo, y en nuestra excursin me diris cmo ha sucedido que yo me haya encontrado aqu dormida en el suelo con estos morta74

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les. (Salen, se oyen cuernos de caza. Entran Teseo, Hiplita, Egeo y squito.) TESEO.- Vaya uno de vosotros en busca del guardabosque, porque ya ha terminado la ceremonia; y pues ya amanece, mi adorada debe or la msica de los lebreles. Soltad la trahlla en el valle del Oeste. Daos prisa, y buscad, como he dicho, al guardabosque. Iremos, hermosa reina ma, a la cumbre de la montaa, y nos recrearemos con el musical estruendo de los ladridos de los lebreles y de los ecos lejanos. HIPLITA.- Estuve una vez con Hrcules y Cadino en un bosque de Creta, donde cazaban osos con perros, y nunca he odo ms alegre bullicio; porque adems de los bosquecillos, el firmamento y las fuentes, cada regin vecina pareca unirse a las otras en un grito musical. Nunca he odo tan armoniosa discordancia, tan halageo estrpito. TESEO.- Mis sabuesos son de la raza espartana, hocicones y miopes, y de sus cabezas penden orejas que barren el roco de la maana; tienen las patas torcidas como toros de Tesalia. Son lentos en la persecucin pero de acordadas voces. Jams se excit con el cuerno un grito ms alegre en Creta, en75

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Esparta o en Tesalia; y ya lo juzgaris por vos misma. Pero qu ninfas son sas? EGEO.- Seor. Esta es mi hija aqu dormida; y ste Lisandro; este otro es Demetrio; sta, Elena, la Elena del viejo Nedar. Me asombra encontrarlos todos juntos. TESEO.- Sin duda se levantaron de madrugada a observar el rito de Mayo; y oyendo nuestro intento, han venido atrados por la solemnidad. Pero, di, Egeo; no es hoy el da en que Hermia deba decidir sobre su eleccin? EGEO.- S, mi seor. TESEO.- Di a los monteros que los despierten con sus cuernos. (Suenan los cuernos y exclamaciones dentro.) TESEO.- Buenos das, amigos. Ha pasado ya la Santa-Valentina. Principian a yuntarse ahora estos pjaros del bosque? LISANDRO.- (Arrodillndose.) Perdonadme, seor. TESEO.- Te ruego que te levantes. Conozco que sois dos rivales enemigos. Cmo sucede en este mundo tan extraa concordia y el odio se ha vuelto tan poco receloso que pueda dormir sin temor a la venganza? LISANDRO.- Seor, responder confuso, medio dormido y medio despierto; sin embargo, puedo ju76

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rar que no me es posible decir como vine aqu. Parceme (pues quiero decir la verdad, y ahora pienso que es as) que vine aqu con Hermia. Nuestro propsito era partir de Atenas adonde pudisemos vivir sin el peligro de su ley. EGEO.- Basta, basta, mi seor. Pido que caiga sobre su cabeza todo su rigor. Se habran fugado, Demetrio, y as se habran burlado de nosotros; de vos en vuestra esposa, de m en mi consentimiento de que ella lo sea vuestra. DEMETRIO.- Seor, la hermosa Elena me avis de la fuga de ellos a este bosque, y yo enfurecido los segu, y Elena tuvo el capricho de seguirme tambin. No s, seor, en verdad, por qu poder (es indudable que medi en ello algn poder) mi amor por Hermia se fundi como un copo de nieve, y me parece ahora como el recuerdo de un capricho ocioso acariciado en mi niez; mientras que toda la fe, toda la virtud de mi corazn, el objeto y encanto de mis ojos es slo Elena. A ella, seor, estaba prometido antes de haber visto a Hermia; y as como en una enfermedad, llegu a aborrecer este alimento; pero ahora, como quien recobra la salud, vuelvo a mi gusto natural; y la deseo, la amo, la espero con impaciencia, y le ser para siempre fiel.77

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TESEO.- La buena suerte os ha reunido, hermosos amantes. Ya oiremos despus algo ms sobre esto. Egeo, quiero colmar con creces vuestros deseos; porque, en breve, estas parejas sern unidas eternamente en el templo lo propio que nosotros. Y por estar ya algo avanzada la maana, dejaremos vuestro proyecto de caza. Volvamos, pues, a Atenas. Tres parejas seremos para dar a la fiesta gran solemnidad. Venid, Hiplita. (Salen Teseo, Egeo, Hiplita y squito.) DEMETRIO.- Las cosas que nos han pasado parecen ya pequeas y confusas, como lejanas montaas que se convierten en nubes. HERMIA.- Dirase que veo estas cosas con ojos desviados como cuando todos los objetos parecen dobles. ELENA.- Lo propio me sucede a m: he encontrado a Demetrio como una joya que fuera ma y no lo fuera. DEMETRIO.- Pienso que todava dormimos... que soamos. Creis que el duque estuvo aqu y nos invit a que lo siguiramos? HERMIA.- S, y tambin mi padre. ELENA.- E Hiplita. LISANDRO.- Y nos rog le siguiramos al templo.78

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DEMETRIO.- Pues entonces estamos despiertos. Sigmoslo, y en el camino narraremos nuestros sueos. (Salen. Despierta Bottom.) BOTTOM.- Cuando llegue mi turno, despertadme y yo responder. Lo que sigue es: Hermossimo Pramo. Ea! Oh! Pedro Quincio! Flauto, el estaador! Snowt, el calderero! Starveling! Dios de mi vida! Se han escurrido de aqu y me han dejado dormido! Qu visin ms extraa la ma! He tenido un sueo que ni el hombre ms hbil podra narrarlo. Si lo intentara sera un asno. Me pareci que yo era, me pareci que tena..:, pero un hombre sera un imbcil incurable si pudiera decir lo que me pareci que tena. El ojo humano no ha odo nunca, ni su odo ha visto, ni su mano ha gustado, o su lengua concebido y su corazn repetido, lo que era mi sueo. He de hace que Pedro Quincio escriba una balada sobre l y se titular El sueo de Bottom, porque no tendr asiento. Yo la cantar en la ltima parte de la representacin delante del duque; y para que caiga ms en gracia, he de entonarla al final de la pieza, con la muerte de Tisbe. (Sale.)

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ESCENA II (Entran QUINCIO, FLAUTO, SNOWT y STARVELING) QUINCIO.- Habis enviado a casa de Bottom? No ha vuelto an? STARVELING.- Nada se sabe de l. Sin duda se lo llevaron los espritus. FLAUTO.- Si no viene, adis comedia... nada podemos hacer, verdad? QUINCIO.- Imposible. No hay en toda Atenas hombre capaz de representar a Pramo como l. FLAUTO.- No. Indudablemente no hay en Atenas artesano de tanto talento. QUINCIO.- Ni hombre ms cumplido, por cierto: fuera de que es una malvilla para esto de tener una voz dulce. FLAUTO.- Maravilla, no malvilla, habis de decir. Una malvilla es una cosa cualquiera, que no vale nada. (Entra Snug.) SNUG.- Maestros, el duque est de vuelta del templo y hay adems dos o tres parejas de caballeros y seoras que se han casado tambin. Si nuestra re80

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presentacin pudiera seguir adelante, nuestra fortuna estaba hecha. FLAUTO.- Oh dulce y bravo Bottom! Ha perdido as seis peniques diarios por toda su vida. Imposible que fuera menos; que me ahorquen si el duque no le hubiera dado los seis peniques diarios por haber representado a Pramo. Que me cuelguen si no los merece: seis peniques diarios por Pramo, o nada. (Entra Bottom.) BOTTOM.- Dnde estn esos muchachos? Dnde estn esos corazones? QUINCIO.- Bottom! Oh magnfico da! Oh felicsima hora! BOTTOM.- Maestros, he de contaros mil prodigios, pero no me preguntis qu; si os los digo, llamadme mal ateniense. Os dir punto por punto lo que ocurri. QUINCIO.- Contadlo, amable Bottom. BOTTOM.- De m no sacaris una palabra. Todo lo que puedo deciros es que el duque ha comido... disponed vuestros disfraces: poned buenos hilos a vuestras barbas, nuevas cintas a los zapatos, y reunos en seguida en el palacio. Que cada cual recuerde su papel; pues, en sustancia, lo que hay es que se prefiere a todo nuestra representacin. En todo ca81

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so, que Tisbe se ponga ropa limpia; y que no se recorte las uas el que debe representar al len, porque es necesario que sobresalgan para representar las garras. Y, no comis ajos por Dios, porque es menester que nos huela bien el aliento, con todo lo cual, seguramente exclamarn todos: qu preciosa comedia! Basta de charla. Idos, idos! (Salen.)

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ACTO V ESCENA PRIMERA Aposento en el palacio de Teseo (Entran TESEO, HIPLITA, FILSTRATO, seores y squito) HIPLITA.- Qu extraa cosa es, Teseo mo, lo que refieren estos amantes! TESEO.- Ms extraa que verdadera. Yo no creer nunca en esas antiguas fbulas ni en esos juegos de hadas. Los enamorados y los locos viven tan alucinados, y con tan caprichosas fantasas, que imaginan ms de lo que la fra razn puede comprender. El luntico, el enamorado y el poeta no son ms que un83

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pedazo de imaginacin. El uno ve ms demonios de los que pueden caber en el infierno; ste es el loco furioso. El enamorado, no menos frentico que ste, ve la belleza de Elena en una cara bronceada de Egipto. El ojo del poeta, girando en medio de su arrobamiento, pasea sus miradas del cielo a la tierra y de la tierra al cielo; y como la imaginacin produce formas de cosas desconocidas, la pluma del poeta las disea y da nombre y habitacin a cosas etreas que no son nada. Tal es el poder alucinador de la imaginacin, que le basta concebir una alegra, para crear algn ser que se la trae; o en la noche, si presume algn peligro, con cunta facilidad toma un matorral por un oso! HIPLITA.- Pero el ser repetida unnimemente la narracin por todos y el transfigurarse as la mente de todos ellos, dan testimonio de algo ms que imgenes de la fantasa, y toma mas cuerpo el relato. Como quiera que sea, es extrao y admirable. (Entran Lisandro, Demetrio, Hermia y Elena.) TESEO.- Aqu vienen los desposados, llenos de regocijo y buen humor. Alegra, gentiles amigos! Alegra y risueos das de amor acompaen vuestros corazones!84

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LISANDRO.- Ms que a nosotros, acompaen vuestros regios pasos, vuestra mesa y vuestro lecho! TESEO.- Veamos ahora qu mascaradas, qu bailes tendremos para pasar esta eternidad de tres horas entre la de cenar y la de dormir. Dnde est nuestro director de fiestas? Qu pasatiempos se preparan? No hay algn juego para distraer el fastidio de esta hora de tortura? Llamad Filstrato. FILSTRATO.- Heme aqu, poderoso Teseo. TESEO.- Di cmo vamos a aligerar esta tarde? Qu mscaras? Qu msica? Cmo engaaremos al perezoso tiempo, si no con algn deleite? FILSTRATO.- Aqu tengo una relacin de los festejos ya dispuestos. Vuestra Alteza escoger el que prefiera ver primero. (Dndole un papel.) TESEO.- (Leyendo.) La batalla de los Centauros, cantada por un eunuco en el arpa. No quiero nada de eso. Ya lo he referido a mi amada en honor de mi pariente Hrcules. El motn de las bacanales ebrias destrozando en su clera al cantor de Tracia. Ese es un tema manoseado, y ya se exhibi la ltima vez que volv vencedor de Tebas. Las nueve musas llorando la muerte del saber, que ha fallecido recientemente en la mendicidad. Esa es una especie de stira, acerada y punzante, que no se aviene bien85

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con una ceremonia nupcial. Breve y fastidiosa escena del joven Pramo y su amante Tisbe; sainete muy trgico. Sainete y trgico? Breve y fastidioso? Esto es hielo caliente y nieve de color. Cmo se podrn atar estos cabos? FILSTRATO.- Seor, es una representacin que apenas pasar de una docena de palabras, lo cual es lo ms breve que en punto a representaciones se puede dar. Sin embargo, tiene como doce palabras ociosas; lo cual la hace fastidiosa porque en toda la representacin no hay palabra adecuada ni actor idneo. Y es trgica adems, seor, porque en suicida Pramo. Confieso que cuando vi el ensayo, me re hasta que se me saltaron las lgrimas; y a fe que nunca se habrn derramado con ms jbilo. TESEO.- Quines representan esto? FILSTRATO.- Gentes rudas, trabajadores de Atenas, que jams ejercitaron la mente, y ahora han sobrecargado su rstica memoria con este trozo, en ocasin de vuestras bodas. TESEO.- Y queremos orlos. FILSTRATO.- No, muy noble seor: no es cosa digna de vos. He odo la obra y no es nada, no vale absolutamente nada; a menos que os divierta su in86

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tento y el sobrehumano esfuerzo y la cruelsima labor que se han echado a cuesta creyendo serviros. TESEO.- Oir esa representacin; porque nada me parece mal cuando se inspira en la ingenuidad y en el deber. Id a traerlos. Sentaos, seoras. (Sale Filstrato.) HIPLITA.- Duleme ver fracasar a estos infelices en sus esfuerzos, y el celo sucumbir humillado. TESEO.- Cmo, dulce amiga ma! No veris tal cosa. HIPLITA.- Dice que no son capaces de hacer nada aceptable en este gnero. TESEO.- Pues ser mayor bondad que les demos gracias por nada. Nos divertiremos con sus yerros. En cuanto emprende el buen deseo el nimo noble y generoso considera complacido, no el escaso mrito logrado, sino el de la intencin. Adonde quiera que fui, grandes letrados me han recibido con muy estudiadas arengas, y los he visto plidos y temblorosos atascarse en medio de las frases, ahogar en su temor sus habituales acentos, y finalmente quedar callados y no darme bienvenida alguna. Pero ese mismo silencio, amada ma, era para m cumplido lisonjero; y tan expresiva la modestia del deber tmido, como la bulliciosa lengua de una elocuencia87

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audaz y parlera. El amor y la muda sencillez, a mi juicio, hablan ms en menos palabras. (Entra Filstrato.) FILSTRATO.- Con la venia de vuestra Alteza, el Prlogo est listo. (Sonido de trompetas.) TESEO.- Haced que se presente. (Entra Prlogo.) PRLOGO.- Si os ofendemos ser con nuestra buena voluntad. Eso debis pensar; que no venimos a ofender sino con nuestra buena voluntad. Dar una muestra de nuestro deseo de serviros, es el verdadero principio de nuestro fin. Considerad, pues, que si viniramos a cansaros, no vendramos. Nuestro verdadero intento es: todo por vuestro deleite. Los actores estn prontos; y por su exhibicin sabris lo que debis saber. TESEO.- Este mozo no hace mucho caso de la puntuacin. LISANDRO.- Ha pasado por su prlogo como un potro desbocado: no poda detenerse. Gran enseanza, seor: no basta hablar, sino hablar con propiedad. HIPLITA.- Es verdad que ha repetido su prlogo como un nio su leccin: todo sonidos y ningn discernimiento.88

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TESEO.- Su discurso ha sido como una cadena que se enreda; no faltaba un solo anillo, pero andaban revueltos. (Entran Pramo y Tisbe, Muro, Luz de Luna, y Len, personaje mudo.) PRLOGO.- Gentil pblico. Quizs os admiris de este espectculo; pero admiraos en buen hora, hasta que la verdad lo haga ver todo claramente. Este hombre es Pramo, si queris saberlo; y esta bella seora es Tisbe. Este hombre con cal y cimiento, representa el muro, el vil muro que separaba a los dos amantes. Y por las grietas del muro los pobrecillos se contentaban con hablarse en voz baja; de lo cual ningn hombre se debe admirar. Este hombre con su linterna y su perro, representa la luz de la luna; porque habis de saber que estos amantes no tuvieron a menos encontrarse a la luz de la luna junto al sepulcro de Nino, para galantearse all. Esta pardusca bestia, que tiene por nombre len, asust, o ms bien, espant a la fiel Tisbe, que lleg primero, y en su fuga dej caer su manto, que el vil len manch con su sangrienta boca. A tal punto, llega Pramo, bello y arrogante mozo, y encuentra el manto destrozado de su fiel Tisbe; con lo cual ech mano a su espada; la culpable sanguinaria espada, atraves su hirviente y sangriento pecho; y Tisbe89

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oculta a la sombra de los matorrales, sac su pual y muri. Ahora discurren largamente el len, la luz de la luna, el muro y la pareja de amantes, mientras estn aqu (Salen Prlogo, Tisbe, Len y Luz de luna.) TESEO.- Dudoso estoy de si habr de hablar el len. DEMETRIO.- No hay que dudarlo, seor. Puede muy bien hablar un len cuando lo hacen tantos jumentos. MURO.- En este mismo sainete acontece que yo, de apellido Snowt, represento un muro; un muro tal como deseo que os lo imaginis; que tiene un agujero, o sea una grieta. Por all los amantes Pramo y Tisbe se hablan a menudo muy secretamente. Esta cal, esta piedra y este cimiento, muestran que yo soy el muro. As es la verdad. Y estas aberturas de mi mano derecha y de mi izquierda, son las