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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES AGROPECUARIAS – INIA TAMEL AIKE Consejos para el cuidado de sus praderas Carolina Solís O. – Osvaldo Teuber W. / INIA Tamel Aike [email protected] praderas FICHA TÉCNICA 12 2017 La mayor superficie de praderas de la región de Aysén corresponde a praderas naturalizadas, cuya composición dependerá de la zona agroclimática donde se encuentre; observando, en general, especies como pasto dulce, pasto ovillo, chépica, poa, trébol blanco y rosado, además de especies de menor valor forrajero como diente de león, vinagrillo y siete venas. Las praderas naturalizadas pueden ser mejoradas vía fertilización y/o por la incorporación, vía regeneración, de especies forrajeras de mayor calidad y producción, transformándolas en praderas mejoradas. Finalmente, se encuentran las praderas artificiales, compuestas por especies forrajeras de alta producción y calidad, que reemplazan en su totalidad a las especies naturalizadas. Su establecimiento puede ser a través de labranza tradicional o cero labranza. Independiente del tipo de pradera que se trate, éstas deben ser manejadas adecuadamente para que puedan expresar su máximo potencial de producción. No descuide la fertilidad del suelo… La fertilidad del suelo es uno de los factores que pode- mos manejar para que la pradera exprese su potencial. El análisis de suelo reflejará el nivel de fertilidad de su suelo y permitirá determinar la fertilización de corrección para suplir cualquier deficiencia. Una vez llegado el óptimo, este se mantendrá solo si nos preocupamos de devolver, anualmente al suelo, los nutrientes extraídos, fertilización de mantención. Esta dosis de mantención dependerá del tipo de pradera y de la utilización de ésta (cosecha de pasto vs pastoreo directo). Nitrógeno (N): la aplicación de N tiene efecto positivo en el crecimiento de las praderas. En praderas mixtas con leguminosas dentro de su composición (Foto 1), el efecto del nitrógeno es significativo a inicios de primavera, ya que el aporte de N del suelo en esta época Foto 1. El trébol presente en la pradera se traduce en un mayor aporte de nitrógeno por parte del suelo.

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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES AGROPECUARIAS – INIA TAMEL AIKE

Consejos para el cuidado de sus praderasCarolina Solís O. – Osvaldo Teuber W. / INIA Tamel [email protected]

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FICHA TÉCNICA

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La mayor superficie de praderas de la región de Aysén corresponde a praderas naturalizadas, cuya composición dependerá de la zona agroclimática donde se encuentre; observando, en general, especies como pasto dulce, pasto ovillo, chépica, poa, trébol blanco y rosado, además de especies de menor valor forrajero como diente de león, vinagrillo y siete venas. Las praderas naturalizadas pueden ser mejoradas vía fertilización y/o por la incorporación, vía regeneración, de especies forrajeras de mayor calidad y producción, transformándolas en praderas mejoradas. Finalmente, se encuentran las praderas artificiales, compuestas por especies forrajeras de alta producción y calidad, que reemplazan en su totalidad a las especies naturalizadas. Su establecimiento puede ser a través de labranza tradicional o cero labranza.

Independiente del tipo de pradera que se trate, éstas deben ser manejadas adecuadamente para que puedan expresar su máximo potencial de producción.

No descuide la fertilidad del suelo…La fertilidad del suelo es uno de los factores que pode-mos manejar para que la pradera exprese su potencial. El análisis de suelo reflejará el nivel de fertilidad de su suelo y permitirá determinar la fertilización de corrección para suplir cualquier deficiencia. Una vez llegado el óptimo, este se mantendrá solo si nos preocupamos de devolver, anualmente al suelo, los nutrientes extraídos, fertilización de mantención. Esta dosis de mantención dependerá del

tipo de pradera y de la utilización de ésta (cosecha de pasto vs pastoreo directo).

Nitrógeno (N): la aplicación de N tiene efecto positivo en el crecimiento de las praderas. En praderas mixtas con leguminosas dentro de su composición (Foto 1), el efecto del nitrógeno es significativo a inicios de primavera, ya que el aporte de N del suelo en esta época

Foto 1. El trébol presente en la pradera se traduce en un mayor aporte de nitrógeno por parte del suelo.

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del año es aún escaso debido a las bajas temperaturas. Lo ideal es no aplicar altas dosis de N para evitar la disminución de las leguminosas (tréboles principalmente). La recomendación es no superar los 50 k de N/ha (equivalente a 108 kilos de urea). Cuando no hay leguminosas en la composición de la pradera, las dosis de nitrógeno deben ser mayores.

Fósforo (P) y azufre (S): los suelos de la zona intermedia de la región de Aysén se caracterizan por ser deficitarios en azufre y, en 2° lugar, en fósforo. En la Figura 1 se grafica el efecto de la fertilización de una pradera mixta degradada, que puede incrementar considerablemente su producción después de 4 años de fertilización con S y P (barra roja). El efecto es mar-ginal cuando sólo se usa P en la fertilización (barra azul). Es importante considerar todas las deficiencias que se reflejen en el análisis de suelo, para obtener un aumento significativo en la producción de la pradera.

Potasio (K): los suelos de la región tienen, en general, adecua-dos niveles de potasio. Sin embargo, para cultivos altamente extractivos de este nutriente (como alfalfa), se debe chequear el nivel de este elemento con análisis de suelo y considerarlo dentro del plan de fertilización.

Un buen manejo incide sobre la calidad y rendimiento de la praderaEl manejo adecuado de una pradera en cuanto a su utilización, permitirá ampliar los potenciales de producción de la pradera, aumentar su persistencia en el tiempo, mejorar su calidad y permitir así mejores resultados productivos con su ganado.

Evitar el sobrepastoreo: una vez pastoreadas, las forrajeras necesitan recuperarse y acumular energía (carbohidratos de reserva), para volver a crecer hasta el siguiente pastoreo. Pastoreos a ras de suelo pueden afectar los órganos que alma-cenan esta energía y/o los puntos de crecimiento, influyendo en su posterior rebrote. Por lo tanto, al dejar que los animales pastoreen en forma permanente una pradera, las especies forrajeras se debilitarán y se irán perdiendo con los años, acortando la vida útil de la pradera.

Evitar el sub-pastoreo: la acumulación excesiva de forraje provoca sombreamiento de la parte basal, disminuyendo la formación de macollos (gramíneas) o estolones (trébol blanco) aumentando la acumulación de tejido muerto (Foto 2). Además, el subpastoreo permitirá que las forrajeras pasen a estado re-productivo (flores, espigas, panojas), caracterizadas por ser un material más fibroso. Este subpastoreo genera pérdida en can-tidad y calidad de la pradera, afectando la nutrición del ganado.

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Permitida la reproducción total o parcial de esta publicación citando fuente y autor.Más información: Carolina Solís O., INIA Tamel Aike, [email protected]

Figura 1. Respuesta de una pradera naturalizada degradada (PN) de la zona Intermedia de Aysén a la aplicación de fósforo (P) y azufre (S).

PN sin P

kg M

S/ha

Sin S Con S

8.000

7.000

6.000

5.000

4.000

3.000

2.000

1.000

0PN con P1 PN con P2 PN con P3 PN con P4

Foto 2. Muerte de hojas basales, señal de sub-utilización de la pradera.