Stapledon, Olaf - Sirio

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    SIRIO

    OLAF STAPLEDON

    Titulo original: SiriusTraduccin: Floreal Mazia(c) 1944 by Olaf Stapledon(c) 1961 Ediciones Minotauro SRLHumberto I 545 - Buenos Aires

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    Fantasa de amory discordia

    1Primer encuentro

    Plaxy y yo habamos sido amantes; amantes un tanto inquietos, pues ella nunca hablabafrancamente de su pasado, y a veces se envolva en una nube de reserva y abatimiento. Pero amenudo ramos muy felices, y llegu a creer que nuestra dicha empezaba a arraigarse ms

    profundamente.Luego, con la ltima enfermedad de su madre, Plaxy desapareci. De cuando en cuando

    me enviaba alguna carta donde sugera que poda escribirle a la oficina de correos de ciertaaldea -nunca la misma del norte de Gales. En cuanto al tono, las cartas pasaban de unaamabilidad superficial al sincero deseo de reunirse otra vez conmigo. Haba misteriosas refe-rencias a un extrao deber vinculado, deca ella, con las experiencias de su padre. Yo sabaque el eminente fisilogo se haba dedicado a trabajar con xito notable en el cerebro de los

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    mamferos superiores. Haba obtenido as algunos perros ovejeros maravillosamenteinteligentes, y la muerte lo sorprendi, se dijo, entregado a investigaciones an msambiciosas. Una de las cartas ms fras de Plaxy hablaba de una recompensainesperadamente dulce, en relacin con sus nuevos deberes, pero en otra, ms apasiona-

    da, clamaba contra esta vida imperiosa, fascinante y deshumanizadora. Pareca a veces

    torturada y confundida por algo que no deba explicar. En una de sus cartas se mostraba tanperturbada, que tem por su salud. Decid, por lo tanto, dedicar mis ya cercanas vacaciones auna caminata por el norte de Gales, con la esperanza de encontrarla.

    Pas diez das vagando de taberna en taberna, en las aldeas indicadas por Plaxy,preguntando en todas partes si alguien conoca en las cercanas a cierta seorita Trelone. Alfin supe de ella. En Llan Ffestiniog haba una joven de ese nombre, que viva en la choza deun pastor, al borde del pramo, un poco ms arriba de Trawsfynydd. El tendero local que medio esta informacin dijo con tono misterioso:

    -En verdad es una joven extraa. Tiene amigos, y yo soy uno de ellos, pero tambin tieneenemigos. Siguiendo sus indicaciones, camin unos kilmetros a lo largo del serpenteantecamino de Trawsfynydd, y luego dobl a la izquierda por un sendero. Al cabo de otro par de

    kilmetros, vi al borde del pramo desnudo una casita de toscas losas de esquisto, rodeada porun jardincito y rboles achaparrados. La puerta estaba cerrada, pero de la chimenea salahumo. Llam. Nadie respondi. Atisb por una ventana, y vi la tpica cocina de la regin, peroen la mesa haba una pila de libros. Me sent en un destartalado asiento, en el jardn, ycontempl las pulcras hileras de coles y guisantes. Ms all, a mi derecha, del otro lado deldesfiladero de Cynfal, se extenda Ffestiniog: una manada de elefantes color gris pizarra quesegua a su jefe, la iglesia sin campanario, colina abajo, hacia el valle. Atrs se vea lacordillera Moelwyn.

    Fumaba mi segundo cigarrillo cuando o a lo lejos la voz de Plaxy. La haba odo porprimera vez en un caf, a mis espaldas, sintindome instantneamente arrobado por aquelsonido. Y ahora, una vez ms, la oa sin verla. Durante un momento escuch con placer sucharla, que, como yo haba dicho a menudo, se pareca al fresco parloteo centelleante de lasolas en los guijarros de la playa de un lago, en un da de esto.

    Me incorpor, e iba ya a su encuentro, cuando algo extrao me detuvo. Entretejindose conlas observaciones de Plaxy advert no otra voz humana, sino un sonido distinto, articulado,

    pero inhumano.-Pero, querido, no insistas tanto en tu torpeza! La has dominado maravillosamente -dijo

    luego, ya muy cerca, la voz de Plaxy.Sigui un fluir de sonidos extraos, y en seguida Plaxy y un perro enorme entraron en el

    jardn. Plaxy se detuvo, con los ojos muy abiertos, sorprendida y (esper) contenta. Peroinmediatamente frunci el ceo. Puso una mano sobre la cabeza del animal y me mir en

    silencio. Alcanc a observar que haba cambiado. Llevaba unos pantalones de pana, bastanteembarrados, y una camisa azul. Los mismos ojos grises; la misma boca amplia, pero decidida,que en apariencia no armonizaba con su carcter; la misma mata de cabellos castaos,levemente rojizos. Pero la tez antes plida era ahora morena, y sin ningn maquillaje. Nisiquiera tena los labios pintados. Las oscuras ojeras y una cierta dureza en la boca contra-decan aquel aspecto de ruda salud. Es curioso, pero basta un par de segundos para vermuchas cosas, cuando se est enamorado.

    La mano de Plaxy abandon la cabeza del perro y se tendi hacia m.-Oh, bueno -dijo ella, sonriente-. Ya que nos encontraste, ser mejor que confiemos en ti. -

    Haba cierta turbacin en su tono, pero tambin, quizs, algo de alivio.-No es cierto, Sirio? -agreg contemplando al perrazo.

    Y entonces, por primera vez, observ a la notable criatura. No era, por cierto, un perrocomn. Tena aspecto general de alsaciano, quiz con algo de gran dans o mastn, pues era

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    enorme. El cuerpo pareca de lobo, pero ms esbelto, debido a su alzada. La pelambre, aunquecorta, era muy espesa y sedosa, principalmente en el cuello, donde se cerraba en un turbulentocollar. Su sedosidad no llegaba a parecer femenina merced a una leve, pero empecinada dure-za. Alambre de seda, la llam Plaxy en una ocasin. En el lomo y la cabeza el pelo era negro,

    pero en los flancos y patas, y en la parte inferior se aclaraba hasta un austero gris tostado. Dos

    manchas color canela sobre los ojos daban a la cara un raro aspecto de mscara, y parecan lasaberturas de los ojos en un casco griego echado hacia atrs. Pero Sirio se distingua sobre todopor su enorme crneo. No era, en rigor, tan grande como uno hubiese esperado, en unacriatura de inteligencia humana, pues, como lo explicar ms tarde, la tcnica de Trelone noslo haba aumentado la masa del cerebro, sino que haba afinado tambin las fibrasnerviosas. No obstante, la cabeza era mucho ms alta que la de cualquier perro normal. Por laelevada frente, junto con la sedosidad de la pelambre, se pareca al famoso perro pastor d lafrontera, el ms notable tipo de ovejero. Supe ms tarde que esta brillante raza habacontribuido, efectivamente, a su composicin. Pero su crneo era mucho ms grande que eldel pastor. La bveda llegaba casi a la punta de las grandes orejas alsacianas. Los msculosmuy desarrollados del cuello y los hombros sostenan adecuadamente el peso de la cabeza. En

    aquel instante tena una apariencia en verdad leonina, pues la desconfianza le haba erizado elpelo a lo largo de la columna vertebral. Los ojos grises parecan de lobo, pero las pupilas eranredondas y no rasgadas. En fin, un animal formidable, esbelto y membrudo como una criaturade la selva.

    Sin dejar de mirarme, abri la boca, exhibiendo unas sierras de marfil, y emiti un rarosonido que terminaba en una inflexin ascendente, como interrogativa. Plaxy contest:

    -S, es Robert. Es un buen amigo, recurdalo. -Me sonri, implorante, y en seguidaagreg:- Y puede sernos til.

    Sirio agit cortsmente la cola velluda, pero no apart los fros ojos.Hubo otro incmodo silencio hasta que Plaxy dijo: -Hemos trabajado todo el da con las

    ovejas, en el pramo. No almorzamos y tengo un hambre del demonio. Entra, preparar t. -Yagreg, mientras pasbamos a la cocina embaldosada:- Sirio entiende todo. T no loentenders al principio, pero yo te ayudar.

    Mientras Plaxy iba de un lado a otro preparando el t, yo le hablaba sentado en la cocina.Sirio, echado en el suelo, junto a m, me miraba con evidente ansiedad. Plaxy lo advirti ydijo bruscamente, aunque terminando con una nota de dulzura:

    -Sirio! Te he dicho que es un buen amigo. No seas tan suspicaz! -El perro se incorpor,dijo algo en su extraa jerga, y sali al jardn.- Ha ido a buscar lea -explic Plaxy, y aadien voz ms baja-: Oh Robert, me alegra verte, aunque no quera que me

    encontrases. -Me puse de pie, para abrazarla, pero ella me susurr enfticamente: No, no,ahora no. Sirio volvi con un leo entre las fauces. Lanzndonos una mirada, y dejando caer

    la cola, puso el leo en el fuego, y volvi a salir.-Por qu no ahora? -exclam, y Plaxy murmur:-Por Sirio. Oh, pronto entenders. -Luego de una pausa, aadi:-Robert, no esperes que sea enteramente tuya, y para siempre. Estoy demasiado compli-

    cada en... este trabajo de mi padre. -Insist y la abrac.- Robert, tan bueno y humano... -suspir ella, apoyando la cabeza en mi hombro. Pero en seguida se apart y exclam connfasis-: No, no lo dije yo, lo dijo el animal humano femenino. Yo digo que no puedo jugar alo que quieres que juegue, no de todo corazn.

    Luego grit a travs de la puerta abierta:-Sirio, el t!Sirio contest con un ladrido, y entr evitando mirarme.

    Plaxy coloc un tazn de t sobre un mantel tendido en el suelo, mientras explicaba:

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    -Comnmente hace slo dos comidas: almuerzo y cena. Pero hoy es distinto. -Puso en elsuelo una corteza de pan, un trozo de queso y un platillo con un poco de dulce.- Tealcanzar? -pregunt.

    El perro aprob con un gruido.Plaxy y yo nos sentamos a comer el pan y la mantequilla racionados de tiempos de guerra,

    y ella me narr la historia del perro. De vez en cuando yo haca una pregunta o Siriointerrumpa con su raro lenguaje de gemidos y gruidos.En los captulos que siguen dar la sustancia de esta y muchas otras conversaciones.

    Entretanto debo decir lo siguiente: sin la presencia real de Sirio no hubiera credo en el relato;pero sus moduladas interrupciones aunque caninas e ininteligibles, expresaban una inte-ligencia humana y provocaban respuestas inteligibles de Plaxy. Sirio, evidentemente,intentaba seguir la conversacin, haca comentarios, y vigilaba mis reacciones. Y as, no sinincredulidad, aunque por cierto con asombro, me enter del origen y la carrera de Sirio. En un

    principio escuch con grave ansiedad. Entend entonces por qu en nuestro amor haba habidosiempre un elemento de inquietud, y por qu Plaxy no haba vuelto. Empec a discutirconmigo mismo cmo liberarla de esa inhumana esclavitud, pero a medida que la

    conversacin avanzaba reconoc que esa extraa relacin de muchacha y perro erafundamentalmente hermosa, y en cierto modo sagrada. (As se lo dije a Plaxy.) Mi problemase hizo de ese modo mucho ms difcil.

    En cierto momento, cuando Plaxy me dijo que haba deseado con frecuencia volver averme, Sirio pronunci un pequeo discurso, se acerc a ella, apoy las patas delanteras en el

    brazo del silln y la bes en la mejilla con delicadeza y suavidad. Plaxy acept la cariciamodestamente, sin apartarse como hacen por lo general los seres humanos cuando los perrostratan de besarlos. Pero el saludable rubor de su rostro se acentu, se le humedecieron losojos, acarici la revuelta suavidad del cuello del perro, y me dijo mirndolo an:

    -Quiere que te diga, Robert, que l me ama como slo pueden amar los perros, y ms ahoraque he venido a l, pero que no debo sentirme obligada, pues ya puede defenderse a s mismo.De todos modos, yo... cmo lo dijiste, Sirio, mi querido tonto? -El perro emiti una rpidafrase y ella continu:-Ah, s; yo soy el rastro que seguir siempre, en la cacera de Dios.

    Plaxy se volvi hacia m con una sonrisa que no olvidar. Tampoco olvidar eldesconcertante efecto de la pequea declaracin, sincera y casi formal, del perro. Ms tardeyo notara que cuando Sirio estaba particularmente emocionado, recurra a un estilo algo

    pomposo. El perro hizo en seguida otra observacin, con una mirada taimada, y la colatemblorosa. Plaxy se volvi riendo, y le golpe con suavidad la cara.

    -Bruto -dijo-. No le dir eso a Robert.Cuando Sirio la bes, me sent sorprendido por un repentino espasmo de celos. (Un

    hombre celoso de un perro!) Pero la traduccin de Plaxy provoc en m sentimientos ms

    generosos. Comenc a hacer planes. De acuerdo con ellos, Plaxy y yo podramos ofrecer aSirio un hogar permanente, y ayudarlo a realizar su destino, cualquiera fuera ste. Pero, comose ver ms tarde, nos esperaba otro futuro.

    Durante la extraa comida, Plaxy me dijo que, como yo haba adivinado, Sirio era la obramaestra de su padre. Haba sido criado como miembro de la familia Trelone; y ahora ayudabaa dirigir un criadero de ovejas. Ella cuidaba la casa y a veces trabajaba con l para compensarsu falta de manos.

    Despus del t la ayud en la cocina, mientras Sirio rondaba en torno, celoso, creo, de mihabilidad manual. Al fin Plaxy dijo que convendra recorrer la granja y terminar el trabajoantes de que oscureciese. Decid regresar a pie a Ffestiniog, recoger mi equipaje, y volver enel tren nocturno a Trawsfynydd, donde podra albergarme en la taberna local. Advert que

    Sirio al orme baj la cola. Y la baj an ms cuando anunci que me propona pasar unasemana en las vecindades, esperando ver a Plaxy con ms frecuencia.

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    -Estar muy ocupada -dijo ella-, pero quedan las tardes.Antes de irnos me entreg una coleccin de documentos que yo podra leer a solas con ms

    tranquilidad. Eran trabajos cientficos de su padre, incluso un diario del crecimiento y laeducacin de Sirio. Estos documentos, junto con otro diario de Plaxy, y breves registrosfonogrficos del propio Sirio, que llegaron a mis manos en fecha muy posterior, son las

    fuentes principales de mi relato. A esto se agregaron largas conversaciones con Plaxy, ycon Sirio, cuando aprend a entender su lenguaje.Me propongo utilizar libremente la imaginacin para agregar detalles a muchos sucesos

    que mis fuentes apenas esbozan. Al fin y al cabo, aunque empleado pblico (hasta que meabsorbi la Fuerza Area), tambin soy novelista, y creo que con imaginacin y autocrtica es

    posible penetrar en el espritu esencial de los acontecimientos, aun cuando las noticias seansuperficiales. Por lo tanto, relatar a mi manera la sorprendente historia de Sirio.

    2El nacimiento de Sirio

    El padre de Plaxy, Thomas Trelone, era un hombre de ciencia demasiado eminente paraque pudiese eludir toda publicidad, pero inici sus trabajos sobre la corteza cerebral de losmamferos cuando era slo un brillante y joven investigador, y los desarroll posteriormenteen el ms estricto secreto. Senta una repugnancia exagerada, mrbida, al pblico. Se justifi-caba explicando que su tcnica poda caer en manos de charlatanes y comerciantes. Slo

    algunos de sus colegas ms ntimos de Cambridge, y su esposa, que haba colaborado con l,conocieron durante un tiempo esas experiencias.

    Aunque he ledo todos sus papeles, slo puedo ofrecer una explicacin lega de su trabajo,pues carezco de educacin cientfica. Trelone descubri ante todo que la introduccin dehormonas en la corriente sangunea de la madre, poda afectar el crecimiento cerebral del seren gestacin. En apariencia, la hormona tena un doble efecto. Aumentaba la masa real de lacorteza, y afinaba a la vez las fibras nerviosas, de modo que en determinado volumen decerebro haba mayor cantidad de tejido, y ms conexiones. Creo que Zamenhof realiz en

    Norteamrica experimentos similares; pero con una importante diferencia. Zamenhofalimentaba al animal joven con su hormona; Trelone, como he dicho, introduca la hormonaen el feto utilizando la sangre materna como vehculo. Esto ya era un xito notable, pues una

    membrana filtrante asla eficazmente los sistemas circulatorios de la madre y el feto. Lahormona sin embargo no slo alteraba el crecimiento del cerebro fetal sino tambin el de lamadre, y como el crneo de sta era adulto y rgido, se produca inevitablemente una gravecongestin. Era necesario por lo tanto aislar el cerebro materno de la droga estimulante. Estadificultad fue al fin superada, y se asegur al animal nonato un ambiente adecuado. Despusdel nacimiento, Trelone reforzaba los alimentos con dosis de hormonas, y luego reduca pocoa poco las dosis a medida que el cerebro se aproximaba a las dimensiones mximasaceptables. Haba ideado asimismo una tcnica que demoraba el cierre de las suturas seas. Elcrneo segua as amplindose mientras fuese necesario.

    La tcnica de Trelone se perfeccion merced al sacrificio de una gran poblacin de ratas yratones. Al cabo de un tiempo logr obtener algunas notables criaturas. Aunque la salud de lasratas, ratones, conejillos de Indias y conejos, todos de enorme cabeza, era bastante mala, yalguna enfermedad interrumpa casi siempre sus vidas, poda calificrselos en verdad como

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    modestos genios. Encontraban por ejemplo, con notable rapidez, el camino en un laberinto ysuperaban a cualquier otro miembro de su especie en las pruebas comunes, revelando unainteligencia propia de perros y monos.

    Pero esto fue slo el comienzo. A medida que la tcnica se perfeccionaba, fue necesarioencontrar un mtodo que alterara el ritmo de la vida, a fin de que el animal madurara con ms

    lentitud y viviese ms tiempo. Esto era de suma importancia. Un cerebro ms grande necesitams tiempo para acumular y asimilar mayor nmero de experiencias. Trelone experimentcon mamferos superiores hasta alcanzar progresos satisfactorios en ambos rdenes. La tarea,ms complicada, no prometa resultados rpidos. Al cabo de unos aos Trelone obtuvoalgunos gatos macilentos, un mono muy inteligente que no super su prolongadaadolescencia, y un perro con un cerebro tan enorme, que los ojos, comprimidos e intiles,fueron empujados por la masa enceflica fuera de las rbitas. Esta criatura sufra tanto, queTrelone la destruy, aunque de mala gana, en su infancia.

    Pasaron varios aos. Trelone pudo al fin prestar ms atencin a los problemas psicolgicosque a los fisiolgicos. Dej a un lado el plan original y trabaj desde entonces, y

    principalmente, con perros, y no con monos. Los monos, es cierto, prometan un xito ms

    espectacular; eran ms grandes, el sentido de la vista era ms perfecto y tenan manos. Noobstante, desde el punto de vista de Trelone, los perros contaban con una ventaja abrumadora.Gozaban en nuestra sociedad de una mayor libertad de movimientos. Trelone confesaba quehubiese preferido trabajar con gatos, animales ms independientes; pero el tamao era unobstculo grave. Slo una cierta masa de cerebro (aparte del tamao del animal) permitiraaumentar las asociaciones nerviosas. Una criatura pequea, por supuesto, no necesita uncerebro tan grande como un animal mayor de la misma categora mental. Un cuerpo msdesarrollado requiere un cerebro tambin mayor, slo para gobernar la maquinaria. El cerebrode un len debe ser mayor que el de un gato. El del elefante es incluso mayor que el delhombre. Por otra parte, cierto grado de inteligencia, aparte de las dimensiones del animal,exige una masa cerebral compleja. En relacin con el tamao del cuerpo el cerebro de unhombre es mayor que el de un elefante. Para albergar un cerebro de inteligencia humana serequera, pues, un animal bastante grande. Algunas razas caninas eran particularmente aptas.La adicin de un cerebro complejo trastornara en cambio la organizacin fsica de un gato.

    Y Trelone no esperaba sin embargo, en esta poca, obtener un animal de mente humana.Slo deseaba crear, como l mismo deca, una inteligencia supersubhumana, una mentalidadde eslabn perdido. El perro pareca admirablemente adecuado. La sociedad humana exiga alos perros tareas que requeran una inteligencia situada en el lmite superior de la escalasubhumana. Trelone eligi al perro ovejero como el ms conveniente. Su ambicinreconocida era la de producir un superovejero.

    Pero algo ms dict su eleccin. Podra pensarse que ya en esta etapa de su trabajo Trelone

    jugueteaba con la idea de obtener algo ms que una inteligencia de eslabn perdido. Por sutemperamento, opinaba, el perro estaba ms preparado para alcanzar un nivel humano. Losgatos se destacaban por su independencia, pero los perros eran notables por su concienciasocial, y segn Trelone slo el animal social puede usar plenamente su inteligencia. Al fin y alcabo, la independencia del gato no es la de una criatura socialmente consciente que afirma suindividualidad, sino un ciego individualismo nacido de una conciencia social obtusa. Es ciertoque la naturaleza social del perro le hace caer a veces en un servilismo abyecto. Pero Treloneabrigaba la esperanza de que con mayor inteligencia el perro adquiriese un cierto autorrespetoy algo de desapego crtico.

    A su debido tiempo, Trelone obtuvo una camada de cachorros de cerebro grande. La mayorparte muri antes de la madurez, pero dos sobrevivientes desarrollaron una excepcional

    inteligencia. Mas este resultado desilusion a Trelone. Insisti, y al fin una perra ovejera de

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    raza inglesa engendr una familia de cerebro grande. Tres de los cachorros sobrevivieron yalcanzaron un nivel mental decididamente supercavino.

    La investigacin continu varios aos. Trelone decidi que deba prestar mayor atencin ala materia prima. No poda olvidar que la ms capaz de todas las razas caninas era el pastorde frontera, conocido a lo largo de un par de siglos por su inteligencia y responsabilidad.

    Todos los campeones modernos eran de esa raza, y todos descendan de un tal Old Hemp,brillante animal nacido en Northumberland en 1893. El pastor de frontera actual es resistente,pero ms bien pequeo. Trelone decidi, por lo tanto, que la mejor materia prima sera unacruza entre cierto notable campen internacional ovejero y otro animal tambin inteligente,

    pero mucho ms pesado. El alsaciano era la opcin evidente. Tras prolongadas negociacioneslogr mezclar ambos tipos en distintas proporciones. Luego aplic su tcnica mejorada a al-gunas madres, y al cabo de un tiempo entregaba a sus amigos unos perros domsticos deinteligencia casi similar a la del eslabn perdido. Nada de espectacular haba en estascriaturas. Todas eran, adems, muy delicadas, y todas murieron antes de completar la de-morada adolescencia.

    Trelone perfeccion todava ms sus mtodos. Obtuvo as algunos animales inteligentes,

    fuertes, y de aspecto alsaciano.Le haba dicho a su esposa, Elizabeth, que si alguna vez tena xito, buscaran una casa en

    el distrito ovejero de Gales. All viviran ella, los tres nios y el cuarto que estaba en camino,y l los acompaara en las vacaciones y fines de semana. Luego de muchas idas y venidasencontraron una granja adecuada, no lejos de Trawsfynydd, llamada Garth. Haba que instalarun cuarto de bao y excusados. Se ampliaron algunas ventanas. Se tendieron cables deelectricidad desde la aldea prxima. Una dependencia auxiliar fue convertida en perrera

    palaciega.Tiempo despus, naci el cuarto hijo, y la familia se mud a la casa. Los acompaaba

    Kate, la vieja criada, que era casi miembro de la familia. La ayudara una muchacha de laaldea. Una niera, Mildred, cuidara a Thomasina, Maurice, Giles y la pequea Plaxy.Thomas llev consigo a dos familias caninas: una perra y cuatro perritos resistentes, quequera adiestrar como superovejeros, y otros cuatro animalitos hurfanos. Los cerebros deestos ltimos eran ms grandes, pero tres de ellos tenan poca salud. Dos murieron pocodespus del traslado a Gales. El cuarto, Sirio, una criatura sana y alegre, era an un cachorroindefenso cuando los miembros de la otra camada se haban convertido ya en activosadolescentes. Pasaban los meses, y ni siquiera poda tenerse en pie. Viva echado sobre elestmago, con la abultada cabeza apoyada en el suelo, chillando, quiz de alegra, pues nodejaba de mover la cola.

    Los otros cachorros crecan tambin muy lentamente, aunque con mayor rapidez que lascriaturas humanas. Cuando eran casi adultos, Trelone los regal a los granjeros vecinos,

    reservndose uno que qued como perro de la familia. Algunos granjeros se resistieron aaceptar, ni aun como regalo, a aquellos animales de enorme cabeza. Pero un vecino, el seorLlewelyn Pugh, de Caer Blai, se entusiasm con la aventura y posteriormente compr unsegundo cachorro como compaero del primero.

    Estos superovejeros, y otros que vinieron despus, sirvieron de disfraz a la empresa msimportante de Thomas. (Sirio era por el momento el nico resultado.) La gente dira que la

    preocupacin de Trelone era los superovejeros y otros animales con inteligencia de eslabnperdido. Si el pequeo alsaciano alcanzaba en verdad una estatura mental humana, muy pocoslo advertiran. Thomas repeta una y otra vez que el animalito deba crecer en una decenteoscuridad, y madurar del modo ms natural posible.

    Se permita, por otra parte, que los superovejeros adquiriesen notoriedad. La mayora de

    los granjeros, que los haba aceptado de mala gana, descubri muy pronto que eran dueos deverdaderas perlas. Los animales aprendan con sorprendente rapidez, obedecan las rdenes

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    con rara precisin, y haba que repetirlas pocas veces. Los perros nunca tocaban las ovejas,pero jams les permitan que se alejaran. Yno slo eso, entendan maravillosamente todas lasindicaciones, y las seguan sin supervisin humana. Reconocan por sus nombres pastizales,laderas, valles y pramos. Cuando se les deca que trajeran las ovejas de Cefn, Moel Fach oqu s yo dnde, lo hacan sin equivocarse, mientras el amo los esperaba en casa.

    Del mismo modo llevaban una cesta y una nota a la aldea y traan de vuelta la carne o lalencera pedidas. Todo esto era muy til para los granjeros y de gran inters para Trelone, aquien se le permita, por supuesto, estudiar la conducta de los animales. Descubri as en ellosuna notable iniciativa, y una rudimentaria, pero evidente comprensin del lenguaje. Al fin y alcabo eran subhumanos y no podan entender el lenguaje de los hombres, pero parecan muchoms sensibles que los perros ordinarios a las palabras y frases familiares. Trae lea delcobertizo, Lleva la canasta al carnicero y al panadero, y cualquier orden similar podan serentendidas y obedecidas, y sin dilaciones. Thomas escribi una monografa acerca de sussuperovejeros, y hombres de ciencia de todo el mundo solan aparecer en Garth para ver a losanimales. La fama de los perros se extendi por todo el distrito y hubo mucha demanda decachorros. Pero stos eran pocos. Algunos granjeros se negaban a creer que los descendientes

    no heredaran los dones de los padres. Por supuesto, todas las tentativas de obtenersuperovejeros a partir de superovejeros, sin la introduccin de hormonas en la madre,terminaban en un completo fracaso.

    Pero es hora de volver al pequeo alsaciano, a Sirio. Este animal interes mucho a Trelonedesde un comienzo. Cuanto ms tiempo tardaba en crecer, ms emocionado se mostrabaTrelone. Vea en l la posibilidad de realizar sus ms caras esperanzas. Discuti conElizabeth, encendi su imaginacin hablndole del posible futuro del perro, y despleg sus

    planes. El animal deba vivir, hasta donde fuese posible, en el mismo ambiente que la niamenor. Un psiclogo norteamericano y su esposa haban criado un chimpanc junto a una hijade ambos. Lo haban alimentado, vestido y cuidado exactamente como a la nia, conresultados muy interesantes. Pero no era eso lo que quera para el pequeo Sirio, pues no se

    poda tratar a un cachorro como un ser humano, sin violar su naturaleza. Las estructurascorporales eran muy distintas. Deseaba, en fin, que Sirio se sintiera igual, socialmente, a la

    pequea Plaxy. Las diferencias en el trato no deban sugerir jams diferencias de ordenbiolgico o social. Elizabeth se haba mostrado ya como una madre perfecta, dndoles a losnios la alegra de sentirse amados por un ser de una sabidura y generosidad divinas, yalentndolos a la vez a la independencia, sin exhibir ninguna vida exigencia emocional. seera el ambiente que Thomas quera para Sirio. Su matrimonio, coment, le haba enseadouna verdad de extrema importancia. Luego de las experiencias desdichadas de su propia niezhaba pensado siempre en la familia como una institucin errnea y sin remedio que eranecesario suprimir. Elizabeth recordara sin duda que l haba querido aplicar esas ideas a sus

    propios hijos. Pero ella, Elizabeth, se resisti con habilidad, no permiti que le quitaran susdos primeros hijos, y antes que naciera el tercero, Thomas crea ya que un buen ambiente fa-miliar era lo mejor para la infancia. Elizabeth, indudablemente, haba cometido errores. ltambin. Era posible que en cierta medida y de modo involuntario hubiesen malogrado a sushijos. Ah estaban la terquedad ocasional de Tamsy, y la timidez de Maurice. Pero enconjunto... Bueno, hubiera sido falsa modestia, y una injusticia, no reconocer que los tres erancriaturas hermosas, amables y responsables, pero tambin independientes y con undesarrollado sentido crtico. sta era la tradicin social ideal que convena al cachorro. Los

    perros, record Thomas a Elizabeth, se inclinaban al servilismo, pero era probable que estevicio no se debiera a algo innato. La gran sensibilidad social de los perros se presentaba quizcomo servilismo a causa de la tirana de la especie ms desarrollada. Un perro de inteligencia

    humana, criado respetuosamente, no sera quiz servil, y podra desarrollar dotessobrehumanas para una verdadera relacin social.

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    Elizabeth no se decidi en seguida, pues ella sera la ms responsable. Ms an, como esnatural, deseaba saber qu efectos tendra el experimento sobre su hija. Sufrira de algunamanera la pequea Plaxy? Thomas le asegur que no. En verdad, la amistad de la nia y el

    perro supercanino beneficiara a ambos. Las relaciones sociales ms valiosas, insisti con fer-vor, se desarrollaban siempre entre personalidades muy distintas, pero capaces a la vez de

    simpata mutua. Quiz debamos sealar que Thomas, con escasa capacidad de simpata, haballegado a intuir la naturaleza esencial de la comunidad. Sera muy interesante, dijo, asistir aldesarrollo de esta difcil, pero fecunda relacin. Por supuesto, poda no desarrollarse. Era

    posible que todo se redujera a un mero antagonismo. En verdad, Elizabeth debera mostrarmucho tacto para impedir que la nia dominase al perro valindose de sus ventajas humanas.La mano de la nia, en particular, y su vista ms sutil seran dones que el cachorro jamsalcanzara. Y el ambiente, extrao y molesto para el perro, como era inevitable, podra muy

    bien engendrar una neurosis en una mente no humana, aunque humanamente sensible.Costara mucho impedir que Sirio se volviese indebidamente sumiso, o de una arroganciadesmedida, como esos seres humanos que sufren de un sentimiento de inferioridad.

    Thomas quera que Elizabeth tuviese en cuenta otro principio. Era imposible, naturalmente,

    saber de antemano cmo se desarrollara la naturaleza del perro. Quiz Sirio no se acercasenunca al nivel mental humano. Pero deban actuar como si lo contrario fuera indiscutible.Haba que criarlo no como un cachorro, sino como una persona, un individuo que a su debidotiempo vivir una vida activa, independiente. Era preciso, por lo tanto, estimular sus condicio-nes naturales. Por supuesto, mientras fuese, como deca Thomas, un escolar, sus interesesseran escolares: fsicos, primitivos, brbaros; pero por su naturaleza de perro estosintereses se expresaran de un modo particular. Habra que encauzarlos como vagabundeos,caceras y luchas. Aunque ms tarde, a medida que se le abriera el mundo de los hombres,necesitara algn tipo de persistente actividad humana, como por ejemplo el cuidado de lasovejas, aunque su mente fuese muy superior a la del superovejero tpico. Pero, dejando delado su destino, habra que criarlo duro como el acero y capaz como el demonio. sta habasido la poltica de Elizabeth para con sus propios hijos; pero Sirio necesitara algn tiempo

    para afrontar condiciones mucho ms espartanas que las de cualquier grupo humano. Nopodra obligrsele a aceptar simplemente tales condiciones. Elizabeth tratara de que Siriodesease esas condiciones, por orgullo en un principio, y luego para beneficio de su propiotrabajo. Esto, por supuesto, no regira para su infancia, pero en la adolescencia debera buscarvoluntariamente la vida dura. Ms tarde, abandonara quiz su carrera de ovejero y se dedica-ra a actividades ms adultas. Pero los esfuerzos de la juventud dejaran su huella. Sirio seraun animal fuerte, y confiara en s mismo.

    Elizabeth se mostr mucho ms escptica que Thomas en cuanto al futuro del cachorro.Expres el temor, que no inquietaba a su marido, de que un ser semejante sufriera una

    permanente tortura mental. Sin embargo, decidi participar de la experiencia, y esboz susplanes.

    3Infancia

    Antes de aprender a caminar, Sirio mostr la misma vivacidad que Plaxy en su cuna. Pero

    aun en esta poca la desventaja de la falta de manos fue evidente. Como Plaxy, jugaba con unsonajero, pero sus infantiles mandbulas no podan competir con las manitas de la nia. Se

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    interesaba sin embargo por los juguetes lo mismo que un nio, sin la monomana destructivadel cachorro comn. Agitaba a intervalos el sonajero, gozando del contraste entre el ruido y elsilencio. Cuando Plaxy empez a gatear, Sirio caminaba ya, tambalendose. Su orgullo anteeste nuevo arte y su alborozo ante aquella ampliacin del horizonte fueron notables. Ahorasuperaba a Plaxy, pues su mtodo de locomocin corresponda mejor a su estructura de

    cuadrpedo que el gateo de la nia a su forma de bpedo. Antes que Plaxy comenzara acaminar, vagabundeaba ya por la planta baja y el jardn. Pero cuando ella pudo sostenerse alfin sobre sus pies, Sirio se sorprendi mucho, y quiso que lo ayudaran a imitarla. Prontodescubri que eso no era para l.

    La amistad de Plaxy y Sirio -que tanto afectara sus mentes- se inici ya entonces. jugabanjuntos, se alimentaban juntos, se baaban juntos, se rebelaban o desobedecan juntos. Cuandouno estaba enfermo, el otro se aburra e iba de un lado a otro con aire desdichado; cuando unose lastimaba, el otro gritaba con l. Se imitaban de continuo. Plaxy aprendi a hacer un nudo,y Sirio debi reconocer, muy acongojado, su incapacidad. Cuando Sirio adquiri lacostumbre, observando al superovejero Gelert, de levantar una pata en los postes del portn,Plaxy se resisti a entender que esta operacin, aunque adecuada para perros, no convena a

    las chiquillas. No la imit slo porque le resultaba muy difcil. De un modo similar, aunquepronto advirti que olfatear los postes era bastante intil, pues su nariz no era tan sensiblecomo la de Sirio, no entenda por qu esa prctica deba ofender las normas de decencia de lafamilia. La incapacidad de Plaxy para acompaar a Sirio en sus experiencias de olfateo social,si puedo darles este nombre, qued compensada con la torpeza del perro en los trabajos deconstruccin. Plaxy descubri muy pronto la alegra de amontonar cubos de madera. Pero unda, Sirio, despus de contemplarla con atencin, trajo un cubo y lo coloc con torpeza sobrela tosca pared de Plaxy. No fue ste el primer xito de Sirio en materia de construcciones. Enuna ocasin haba puesto en el suelo tres palitos, formando un tringulo. La hazaa lo dejmuy satisfecho. Haba aprendido a manejar los cubos y muecas con mucho cuidado, sindaarlos con la saliva o los agudsimos dientes. Ya en ese entonces observaba con envidia lasmanos de Plaxy y su versatilidad. El cachorro comn exhibe una curiosidad notable, peroninguna vocacin de constructor. La curiosidad de Sirio era ms persistente, y mostraba aveces una verdadera pasin por las construcciones.

    Su conducta era en muchos sentidos ms simiesca que canina.Thomas juzgaba que su torpeza con los cubos se deba no slo a la falta de manos, sino

    tambin a una vista deficiente, normal en los perros. Mucho despus de la infancia an noreconoca formas que Plaxy no confunda nunca. Por ejemplo, apenas distingua un pulcroovillo de hilo de la confusa maraa que en Garth, como en tantos otros hogares, era el bolsode cordeles. Adems, los valos pronunciados no eran para l muy distintos de los crculos,los rectngulos robustos eran iguales a los cuadrados, los pentgonos se confundan con los

    hexgonos, los ngulos de sesenta grados le parecan similares a los ngulos rectos. Por lotanto, al jugar con los cubos cometa errores que provocaban las burlas de Plaxy. Ms tardecorrigi esta incapacidad, en cierto modo gracias a una cuidadosa educacin, pero su

    percepcin de las formas sigui siendo hasta el fin muy dbil.En los primeros das no sospechaba siquiera su inferioridad visual, y atribuy todos sus

    fracasos como constructor a la falta de manos. Durante un tiempo se temi que esto loobsesionara y le deformara la mente, sobre todo porque la pequea Plaxy acostumbraba arerse de su impotencia. Se le dijo entonces a la nia que no deba mortificar al pobrecito, sinoayudarlo cada vez que fuera posible. Naci as una notable relacin donde las manos de Plaxyeran consideradas casi propiedad comn, como los juguetes. Sirio corra a pedirle a Plaxy quehiciese cosas para l imposibles, como abrir cajas o dar cuerda a algn juguete mecnico. El

    propio Sirio desarroll una sorprendente destreza manual, donde las patas delanteras cola-boraban con los dientes; pero muchas operaciones estuvieron siempre fuera de su alcance.

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    Nunca pudo, por ejemplo, hacer un nudo con un hilo aunque s con una soga o un gruesocordel.

    Plaxy entendi antes que Sirio el lenguaje hablado, pero cuanto la nia empez a hablar lya emita, con frecuencia, pequeos ruidos peculiares, destinados aparentemente a imitar

    palabras. El hecho de que no pudiera hacerse entender lo acongojaba de veras. Meta la cola

    entre las piernas y gema tristemente. Plaxy interpret, antes que nadie, estos desesperadosesfuerzos, y luego Elizabeth, poco a poco, logr relacionar los gruidos y gemidos delcachorro con algn sonido elemental humano. Como Plaxy, Sirio comenz a hablar conmonoslabos infantiles. Esto fue evolucionando gradualmente hasta convertirse en unequivalente canino o supercanino del ingls culto. Tan ajenos eran sus rganos vocales allenguaje hablado, que incluso cuando perfeccion su arte ningn extrao llegaba a sospecharque esos extraos ruidos fuesen palabras. Y sin embargo cada uno de ellos equivala a unsonido vocal. Era dificil distinguir algunas consonantes, pero Elizabeth y Plaxy y el resto dela familia llegaron a entenderlo tan fcilmente como se entendan entre s. He descrito sulenguaje como una serie de gemidos, gruidos y gaidos. Pero hablaba, tambin, con notablesuavidad y precisin, y en su voz haba una fluida calidad musical.

    Thomas, por supuesto, se entusiasm al observar que el perro desarrollaba un verdaderolenguaje, signo de una inteligencia de grado humano. El chimpanc criado con una nia sehaba mantenido al nivel de su hermana adoptiva hasta que sta empez a hablar, pero luegofue retrasndose, y adems nunca haba intentado, aparentemente, reproducir palabras.Thomas decidi registrar lo que dijese el perro. Compr los aparatos necesarios y grabalgunas conversaciones entre Sirio y Plaxy. No permiti que nadie las escuchara, salvo lafamilia y sus dos colegas ms ntimos, el profesor McAlister y el doctor Billing, que influanen la obtencin de fondos para las investigaciones y saban que la secreta ambicin deThomas iba mucho ms all de la produccin de superovejeros. En varias ocasiones Thomasinvit a los distinguidos bilogos para que viesen a Sirio.

    En un momento pareci que estos discos de gramfono seran la nica prueba material yduradera del triunfo de Thomas. A pesar de la vacuna, Sirio enferm de moquillo. Da trasda, noche tras noche, Elizabeth cuid del desdichado animalito, dejando a su hija en manosde Mildred, la nodriza. Si no hubiese sido por la habilidad y devocin de Elizabeth, Sirio nohubiera curado totalmente. Es probable que hubiera muerto. Este incidente tuvo dosimportantes resultados. Desarroll en Sirio un apasionado y exigente afecto hacia su madreadoptiva, de modo que durante semanas enteras Elizabeth no poda dejarlo sin que el perrohiciese un alboroto; y engendr en Plaxy la espantosa creencia de que el amor de su madreestaba dedicado totalmente a Sirio. Plaxy se transform en una criatura solitaria y celosa. Unavez que Sirio se recobr, Elizabeth, ya en condiciones de prestar ms atencin a su hija, sededic a corregir el problema. Pero entonces le toc sufrir al perro. El clmax lleg cuando

    Sirio, al ver que Elizabeth consolaba a Plaxy de una cada, se precipit sobre la nia como unafiera y le mordi la piernecita desnuda. La escena fue espantosa. Plaxy grit. Elizabeth seenoj, esta vez realmente. Sirio aull de remordimiento, y parecindole que era necesariaalguna reparacin, hasta intent morderse una pata. Las cosas empeoraron an ms con laintervencin del superovejero de la familia, Gelert, que haba acudido a la escena del alboroto.Al ver la pierna lastimada de Plaxy, y a Elizabeth furiosa con el cachorro, Gelert pens que elcaso exiga un severo castigo, y se lanz sobre el abyecto culpable. Sirio rod por tierra yGelert lo atac a mordiscos. El remordimiento del cachorro se convirti en terror y susgimoteos en plaideros aullidos. A esto se aadieron los gritos de espanto de la llorosa Plaxy.Los otros nios aparecieron en escena, seguidos por Kate y Mildred, con escobas y un rodillode amasar. Incluso la pequea Plaxy tom a Gelert de la cola y trat de apartarlo. Pero fue

    Elizabeth quien arranc a Sirio de las garras de la muerte (as lo crey l) maldiciendorotundamente al oficioso Gelert.

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    Este incidente tuvo varias e importantes consecuencias. Sirio y Plaxy advirtieron hasta qupunto vivan el uno para el otro. Plaxy comprendi que su madre no prefera a Sirio. Y stesupo que Elizabeth lo quera a pesar de lo ocurrido. Slo el desdichado Gelert no tuvo ningnconsuelo.

    El nico castigo que recibi Sirio fue su propia vergenza. Elizabeth lo trat con frialdad.

    Plaxy, a pesar de reconocer secretamente que Sirio le era muy caro, al verlo libre de las garrasde Gelert se compadeci otra vez de s misma. Para castigar a Sirio, exhibi entonces unviolento afecto por el gatito Tommy, recientemente importado de una granja prxima. Sirio sesinti torturado por los celos y tuvo una buena oportunidad de practicar el dominio de smismo. No le cost mucho trabajo, pues una vez que quiso atacar al gatito, se encontr consus uas. Sirio era muy sensible a las censuras y la indiferencia. Cuando sus amigos humanosle mostraban su desagrado, slo se interesaba en su propia desdicha. No quera jugar, noquera comer. En esta ocasin se dedic a reconquistar a Plaxy con variadas y pequeasatenciones. Le regal una hermosa pluma, luego un guijarro blanco maravilloso, besndolecada vez tmidamente la mano. Un da, de pronto, Plaxy lo abraz y ambos estallaron encabriolas. Con Elizabeth, Sirio era menos audaz. La miraba de reojo, la cola le temblaba

    dbilmente cuando ella lo observaba. Tan cmico era el espectculo, que Elizabeth tuvo quererse. Sirio fue perdonado.

    En esta poca, poco despus del incidente, Gelert despert la respetuosa admiracin deSirio. El animal, apenas mayor que l, biolgicamente adulto, y supersubhumano, lo tratabacon negligente desprecio. Sirio segua a Gelert de un lado a otro y remedaba todos su actos.Un da, Gelert tuvo la suerte de atrapar un conejo y se lo devor, gruendo de mala maneracuando Sirio se le acercaba. El cachorro lo contempl con admiracin y horror. El espectculode la veloz persecucin y la captura despert en l el instinto de caza del perro normal. Pero elgrito del conejo, su lucha, su repentina flaccidez y su repugnante desmembramiento loconfundieron sobremanera. Era de naturaleza amable e imaginativa, y Elizabeth habaeducado a su familia en una actitud de respeto y ternura por todos los seres vivientes. Nacientonces en Sirio un conflicto que lo acongojara toda la vida, un conflicto, como dira mstarde, entre su naturaleza de lobo y su compasiva mentalidad civilizada.

    Como resultado inmediato Sirio sinti una fuerte y culpable atraccin por la caza, y unapasin intensa y temerosa por Gelert. La conejera lo obsesionaba. Olfateaba la entrada una yotra vez y gimoteaba excitado. Durante un tiempo, olvid a Plaxy. La nia intentreconquistarlo, intilmente. El perro no quera participar de sus juegos. Plaxy rondaba envano la conejera, aburrida y enojada. Uno de esos das, Sirio atrap una rana, e intentandocomrsela la mutil desagradablemente. La nia se ech a llorar a gritos. Sirio, horrorizado,olvid por un momento sus instintos de cazador. Se precipit gimoteando sobre su amada y la

    bes con una boca hmeda.

    Sirio dej de admirar a Gelert al descubrir que al superovejero slo le interesaban la caza yla comida. Enfrent otro conflicto. No haba para l mayor alegra que la caza, pero era unaalegra culpable, una exigencia religiosa, un sacrificio reclamado por el oscuro dios de lasangre. Un sacrificio en fin no muy atractivo. El horror de Plaxy lo inquietaba adems

    profundamente. Por otra parte, borrada la obsesin de los primeros momentos, empezaban ainteresarle otra vez las actividades que comparta con la nia. Estas actividades no tenan paraGelert ningn inters.

    Cuando Sirio entendi que Gelert no slo no quera hablar, sino que adems no poda, ladesilusin fue total. El silencio de Gelert le haba parecido sospechoso, pero al principio lohaba atribuido a un carcter altanero. Un da, sin embargo, la verdad fue demasiado evidente.El joven Sirio, con una locomocin cuadrpeda ms desarrollada que los correteos de Plaxy,

    haba seguido a Gelert en los comienzos de una expedicin de caza. De pronto encontraronuna oveja con una pata rota. Aunque Gelert no cuidaba ovejas, saba que estos casos requeran

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    auxilio. Saba tambin que el seor Pugh, de Caer Blai, era el hombre indicado. Corri por lotanto a Caer Blai, aventajando rpidamente al cachorro de dbiles patas. Cuando Sirio lleg ala granja encontr a Gelert que armaba un inarticulado alboroto tratando en vano de que elseor Pugh subiera la colina.

    Sirio advirti que l tampoco podra hacerse entender por Pugh, pero que poda explicarle

    la situacin a cualquier miembro de su propia familia. Volvi sobre sus pasos y encontr aGiles camino de la escuela. Le relat la historia, jadeando, y los dos corrieron a Caer Blai.Giles olvid por un momento el tab familiar (no hay que hablarle a la gente de Sirio) einform a Pugh:

    -Sirio dice que hay una oveja con una pata rota en Nant Twll-y-cwm, y que podraahogarse.

    Pugh lo mir con desconfianza, pero la seriedad del chico y las cabriolas de los perros loimpresionaron. Los acompa valle arriba, y all estaba la oveja. Despus de este incidenteSirio consider a Gelert un idiota, y el granjero sospech que Sirio era un super superovejero.

    El descubrimiento de que Gelert no poda hablar, y de que en otros sentidos era tambin unpoco tonto, conmovi a Sirio. Gelert pareca insuperable en todo aquello en que l superaba a

    su vez a sus amigos humanos: velocidad, resistencia, olfato, odo. Durante un tiempo le habaparecido un modelo. Y hasta imitando la taciturnidad de Gelert haba decidido no hablar.Tuvo tanto xito, que Elizabeth, en una de sus cartas a Thomas, dijo que la mentalidadhumana de Sirio pareca decrecer. Al descubrir que el otro perro no hablaba, Sirio modific suactitud. Se transform de la noche a la maana en un charlatn, y trat de mantenerseconstantemente a la altura de Plaxy. Le hablaba sin cesar al superovejero, y finga que elsilencio de Gelert se deba a un temperamento sombro y taciturno. Gelert no prest muchaatencin, en un principio, al parlanchn; pero al advertir que los espectadores se rean empeza sospechar -su mente era supercanina, aunque subhumana- que el cachorro se burlaba de l.Oa la charla inmvil y perplejo, hasta que al fin se precipitaba sobre el insolente.

    Por ese entonces Plaxy empezaba a aprender a leer y escribir. Su madre dedicaba una horadiaria a esa tarea. Esta extraa ocupacin no interes mucho a Sirio en un principio, ysiguiendo una vez ms el ejemplo de Gelert abandon las lecciones y se dedic a la caza.Elizabeth no insisti en que siguiera sus estudios. La falta de inters del perro poda sertransitoria, o su mente no era bastante supercanina, y obligarlo a estudiar poda terminar en undesastre. Pero con la cada del dolo, Sirio volvi a sus lecciones. Haba perdido muchas, yElizabeth trat de que alcanzara a Plaxy. Por supuesto, la falta de manos le impeda escribirsin algn aparato especial. Se descubri asimismo que aparte de esta imposibilidad obvia, sutosco sentido de la vista sera siempre un serio obstculo en sus lecturas. Plaxy deletreabafcilmente una palabra con su caja de letras, pero Sirio apenas distingua la C de la G; la D, laO y la Q ; o la B de la P, la R y la K. Confunda del mismo modo la E y la F, la S y la Z, la A

    y la H, la H y la K. Ms tarde, cuando iniciaron el aprendizaje de las letras de los cubos mspequeos, las minsculas, las dificultades de Sirio aumentaron. Pareca a veces que suinteligencia era al fin y al cabo subhumana. Elizabeth, que a pesar de su evidenteimparcialidad, haba abrigado el secreto deseo de que Plaxy superara al cachorro, escribi a

    Thomas dicindole que Sirio no pareca muy superior a un retardado mental. Pero Thomas,que deseaba en secreto lo contrario que Elizabeth, replic con una disertacin sobre la dbilcapacidad visual de los perros. Haba que estimular a Sirio, dijo, hablndole de su incapacidadcanina, alabando sus esfuerzos, y recordndole que aventajaba a los seres humanos en otrasesferas. Estas tcticas despertaron en Sirio un notable empecinamiento. Desde entoncesdedic varias horas diarias a la lectura. Progres realmente, pero al cabo de una semanaElizabeth debi intervenir pues se advertan algunos sntomas de colapso mental. Alab a

    Sirio, lo mim, y le asegur que aprendera con ms rapidez con esfuerzos menos pro-longados. Sirio reconoci, por supuesto, que nunca podra escribir como la nia, pero no

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    deseaba prescindir del todo de ese valioso medio, y l mismo invent un instrumento quesupliera su falta de manos. Siguiendo sus indicaciones, Elizabeth le prepar un mitn para la

    pata derecha donde poda colocarse un lpiz o lapicera. Con la ayuda de este adminculo, Sirioinici sus experiencias en el arte de la escritura. Muy excitado, echado en el suelo, encouchant, sosteniendo el papel con la pata izquierda, apoy el codo derecho y alcanz a

    garrapatear perro, gato, Plaxy, Sirio, etc. La organizacin neural de las patas y centrosmotores del cerebro no se adaptaba fcilmente a esta actividad, pero una vez ms triunf aqusu empecinamiento. Al cabo de los aos Sirio fue capaz de escribir una carta con caracteresgrandes, irregulares, pero legibles. Posteriormente, como l mismo cont, se aventur aescribir algunos libros.

    La hazaa impresion ms a Thomas que a Elizabeth, ya que el doctor apreciaba mejor lasdificultades que Sirio haba superado.

    Sirio, mientras le fuera posible, acompaaba a Plaxy en todas sus tareas escolares. Laaritmtica era su punto dbil, quizs a causa de su escasa potencia visual, pero lograba que lania -no muy fuerte tampoco en este punto- no lo aventajara. Quiz por el mismo motivo, caaa menudo en errores ortogrficos, pero mostraba siempre un extraordinario inters por las

    palabras y el lenguaje preciso. La poesa lo afectaba a veces de un modo profundo. Lea abun-dantemente, a pesar de su deficiencia visual, y rogaba a menudo a los miembros de la familiaque le leyeran en voz alta.

    Pero debemos volver a Sirio cachorro. Un da pareci conveniente que Plaxy concurriera ala escuela de la aldea. Sirio, por supuesto, no poda hacer lo mismo. Vea irse todas lasmaanas a su hermana adoptiva, con los libros bajo el brazo, y senta entonces los privilegiosde la libertad, pero, tambin, una enorme envidia. Dedicaba ahora mucho tiempo a va-gabundeos, y gustaba sobremanera de persecuciones y aventuras en el campo. Pero estaba a lavez preocupado. Plaxy conoca ms que l el mundo de los hombres. A la tarde, de regreso dela escuela, la nia le aseguraba que las lecciones eran muy fastidiosas, pero Sirio advertaorgullo y satisfaccin en la voz de Plaxy, y adivinaba que en la escuela ocurran a menudocosas muy divertidas. Al fin se content con sacarle a su amiga, gradualmente, losconocimientos adquiridos ese da, y Plaxy por su parte se acostumbr a trabajar junto con el

    perro, para beneficio de ambos, en las labores escolares.Entretanto Elizabeth continuaba la educacin de Sirio. Sus lecciones no eran regulares,

    pero estimulaban siempre al animal. Muy a menudo Sirio pagaba su deuda con Plaxytransmitindole los frutos de las lecciones de Elizabeth, aunque la nia lo escuchaba con airede condescendencia. Sirio le hablaba tambin de sus conversaciones con Thomas, que lollevaba a veces a pasear por las colinas, y le hablaba de la historia del mundo y las ciencias.Plaxy los acompaaba de cuando en cuando en estas caminatas; pero Thomas se exiga a smismo un ejercicio vigoroso los fines de semana, y su hija no tena la resistencia de Sirio. En

    sus aos de cachorro Sirio volva muy fatigado de estos paseos, pero ms tarde esperaba conplacer el fin de semana y las caminatas por Arenig, los Rhinogs o Moelwyn. Lospensamientos de Thomas fluan entonces en abundancia, y Sirio lo abrumaba a preguntas. Elgran fisilogo responda pacientemente, como si el perro fuera uno de sus estudiantes. Estefrecuente contacto con una mente madura y brillante fue la base de la educacin de Sirio.Discutan a menudo acerca del futuro, y Thomas aseguraba que a l, el perro, le esperaba unagran tarea. Pero de esto hablar ms tarde. Me he alejado otra vez de Sirio cachorro.

    Sirio era inferior a Plaxy, y a casi todos los seres humanos, no slo en lectura y escritura.Era absolutamente ciego a los colores. Entiendo que muchos discuten an la sensibilidad delos perros al color, pues en la retina de estos animales hay, casi, el mismo nmero de conos y

    bastoncillos que en el ojo humano. Quizs ocurra que esta especie de ceguera sea ms

    frecuente en los perros que los hombres. En fin, Sirio, por lo menos, no perciba el color.Mucho despus de aprender a hablar ignoraba que su vista fuera diferente de la de Plaxy.

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    Thomas le haba dicho a Elizabeth que era muy probable que Sirio fuese ciego a los colores,como otros perros, pero ella se haba resistido a aceptarlo. El cachorro reconoca por el color,aparentemente, sus distintos vestidos.

    -No -dijo Thomas-. Debe de distinguirlos par el olor, o la sensibilidad tctil de la lengua.Presta atencin. Cuando Sirio nombra algn color casi siempre se equivoca. De cualquier

    modo, pongmoslo a prueba.Thomas compr una caja de cubos infantiles y les cubri las caras con papeles de distintocolor, cuidando de que los valores tonales, el olor y la textura fueran idnticos. Luego les diolos cubos a Plaxy y Sirio. Plaxy form en seguida un damero rosado y azul. Sirio no mostrespecial inters por el juego, pero trat de imitar como le decan el damero de Plaxy. Prontofue evidente, incluso para el propio Sirio, que Plaxy vea algo que l no poda distinguir.Decidi de inmediato que superara esta dificultad como haba superado los obstculos de lalectura. Descubrira, con ayuda de Plaxy, qu se le haba escapado en los cubos, y seejercitara luego hasta poder dintinguirlo con facilidad. La nia seal los distintos colores,nombrndolos. Se le mostr luego un grabado coloreado y una fotografa monocroma. Gilestrajo un farol de vidrios rojos y azules. Todo en vano. Sirio no adverta diferencias.

    Thomas consol al acongojado cachorro asegurndole que la ceguera para los colores eracomn a todos los perros, y posiblemente a todos los mamferos, excepto el hombre y elmono. De cualquier manera los perros, le record, tenan un olfato y un odo muy superiores.Sirio saba, era cierto, que las narices humanas eran instrumentos defectuosos. Plaxy, porejemplo, era incapaz de olfatear las huellas de su madre en el jardn, ni distinguir una pisadade Gelert de la de otro perro. Ms an, ya haba descubierto, desilusionado, la insensibilidadde la nia a los misteriosos y excitantes olores que exhala el campo despus de la lluvia.Plaxy se contentaba con gozar dulcemente del aire fragante y fresco, mientras l analizaba connariz temblorosa innumerables mensajes.

    -Caballo -deca olfateando la brisa-. Un caballo desconocido. -Y en seguida:- El cartero!Sube ahora por la loma. -O quizs:- Huele a mar -aunque el mar se encontraba a varioskilmetros, detrs de los Rhinogs.

    Un leve cambio en la direccin del viento le traa a veces el olor de una cascada lejana, o elaroma peculiar de algn pramo, o de turba, brezos o helechos. A veces, atrado por un olorespecial, se precipitaba en busca de huellas. En una ocasin volvi a los pocos minutosdiciendo:

    -Un pjaro raro, pero no pude verlo bien.En otra oportunidad sali corriendo de la casa, husme la brisa y fue hacia el pramo. Dio

    varias vueltas, encontr al fin alguna pista y desapareci detrs de la loma. Una hora despusvolvi muy excitado, le pidi a Plaxy que sacara el libro de animales y juntos volvieron las

    pginas hasta llegar al grabado de un zorro.

    -se! -exclam Sirio-. Qu olor!Un da, mientras jugaban en el jardn, Sirio se detuvo de pronto, olfateando. Se le eriz lapelambre y meti la cola entre las patas.

    -Entremos -dijo-, hay algo horrible en el aire. Plaxy se ri, pero el cachorro pareca tanperturbado que se asust y entr en la casa. Veinte minutos despus lleg Giles de la escuelay dijo que por el camino de Ffestiniog haba pasado un zoolgico ambulante.

    Cuando Giles se enter de la reaccin de Sirio sugiri que deban llevarlo con toda lafamilia a ver las fieras. El pequeo cobarde aprendera as que los malos olores no eranrealmente peligrosos. Luego de muchas discusiones, Sirio acept. No olvid nunca laexperiencia. Tan pronto como entraron en el zoolgico se sinti desgarrado por una espantosaconfusin de olores, unos atrayentes, otros formidables, como si (explic mucho despus)

    todos los miembros de una orquesta estuvieran afinando a la vez sus instrumentos,estridentemente. Con el rabo entre las patas, y la mirada asustada, Sirio se apret contra las

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    piernas de Elizabeth mientras el grupo pasaba de una jaula a otra. Algunos animalesdespertaron en l el ya conocido instinto de caza. Pero los grandes carnvoros, el len, el tigrey el oso, sarnosos y abyectos, que se paseaban tristemente en sus estrechas jaulas, torturaron aSirio con sus olores: el olor aterradoramente natural, y el olor adquirido en la enfermedad y lamiseria. Se reconoci, estremecindose, en el lobo de ojos rasgados. Mientras miraba

    fascinado a ese pariente no muy distante, el len rugi de pronto. Sirio, temblando de miedo,se meti entre las piernas de Elizabeth. Siguiendo el ejemplo del len, los otros animales sepusieron a gritar, y cuando el elefante desgarr el aire con uno de sus trompeteos, Sirio diomedia vuelta y desapareci.

    Las experiencias de Plaxy en este mundo de los olores eran muy reducidas. El mundo delos sonidos era para ella ms amplio, pero mucho menos que para Sirio. Si alguien vena haciala casa, el perro oa los pasos antes que nadie, y los reconoca sin titubeos.

    Describa el grito del murcilago, inaudible para los humanos, como una penetrante agujade sonido. Plaxy y Elizabeth descubrieron muy pronto que perciba sutilmente los distintostonos de una voz. Distingua as con facilidad la alabanza espontnea de una bondadosa frasede estmulo, la verdadera reprobacin de la censura condescendiente o divertida. No slo eso.

    Pareca descubrir cualquier cambio de humor antes que el propio sujeto.-Elizabeth -preguntaba de pronto-, por qu ests triste?-Pero, Sirio, no estoy triste -responda Elizabeth, riendo-. Al contrario, estoy contenta. El

    pan se ha horneado bien.-Ests triste, adentro -insista Sirio-. Lo oigo perfectamente. Ests contenta slo en la

    superficie. Al cabo de un rato Elizabeth confesaba:-Oh, bueno, quizs est triste. No s por qu.El olor de la gente le revelaba tambin a Sirio algn estado emocional. Hablaba as de un

    olor iracundo, un olor amistoso, un olor asustado, un olor fatigado.El lenguaje humano, segn Sirio, no poda expresar la riqueza de esos dos universos. En

    una ocasin dijo de cierto olor que haba en la casa:-Se parece ms bien al rastro de una liebre seguido por un perro y cruzado hace tiempo por

    un mulo. Olores y sonidos tenan para l algn rico significado emocional innato o adquirido.Muchos olores desconocidos despertaban su instinto de cazador, y haba otros que trataba deevitar. El significado de muchos de estos olores se deba evidentemente a alguna asociacin.Un da, en el pramo, se cort una pata con un trozo de botella. Mientras regresaba ren-queando, estall una tormenta aterradora. Sirio lleg al fin a la puerta de la casa y Elizabeth locuid y le limpi la herida con un conocido desinfectante. El olor del lquido, que hasta eseda le haba repugnado, despert desde entonces en l, y durante toda su vida, un sentimientode bondad y seguridad.

    Muchos ruidos lo sacudan violentamente. El trueno lo aterraba. El rasguido de una tela lo

    sobresaltaba con un miedo puramente fisiolgico, y rompa a ladrar en divertida protesta. Lasrisas humanas le resultaban sumamente contagiosas. Responda con extraas e inconfundiblescarcajadas, salpicadas de gaidos. El tono de la voz no slo le revelaba el humor delinterlocutor, sino que despertaba en l emociones muy intensas. Algo similar ocurra con losolores de la emocin.

    Como muchos perros, el joven Sirio no soportaba la msica humana. Un tema vocal oinstrumental aislado era ya un tormento, pero ante la combinacin de varias voces perdatotalmente la cabeza. Una buena ejecucin de un solo le pareca siempre desafinada. Laarmoniosa combinacin de temas era para l una repugnante cacofona. Luego de algunamerienda campestre Elizabeth y los nios solan bajar por el pramo cantando rondas.Invariablemente, Sirio abandonaba sus habituales correras, se acercaba a ellos, y aullaba. Los

    nios lo ahuyentaban indignados, pero recomenzaban las canciones y Sirio apareca otra vez

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    con sus aullidos. En una ocasin, Tamsy, el miembro ms seriamente musical de la familia,exclam, implorante.

    -Sirio, por favor, cllate o vete!-Pero cmo pueden soportar esa horrible confusin de dulces sonidos? -replic el

    cachorro-. Debo acercarme pues los sonidos son tan dulces, y debo aullar pues todo es tan

    confuso... y podra... ser tan hermoso...-Si yo pintara un cuadro -pregunt en otra ocasin-, no se acercaran? Y no perderan lacabeza al ver todos los colores equivocados? Para m los sonidos son mucho ms excitantesque para ustedes esos extraos colores.

    La familia se neg a admitir que sus canciones fueran una confusa masa de sonidos.Decidieron por lo tanto ensear msica a Sirio. El cachorro acept su destino con docilidady fortaleza caninas. Al fin y al cabo, por ms doloroso que fuese el proceso, le ayudara adescubrir algo ms acerca de los seres humanos. Las diferencias que descubra entre l y susamigos le preocupaban desde haca tiempo.

    Toda la familia se reuni en la sala. Elizabeth sac su adorado y olvidado violn. En unaocasin, cuando Sirio lo haba odo tocar, haba corrido aullando hacia ella. Si la puerta estaba

    cerrada, se quedaba afuera, ladrando. Si no, entraba en el cuarto y saltaba hasta que Elizabethdejaba de tocar. En esta ocasin estaba dispuesto a soportar estoicamente la dolorosaoperacin. Pero la excitacin lo abrum muy pronto. Tamsy estaba al piano. Maurice y Gilesaguardaban con sus grabadores de sonido. Plaxy, sentada en el suelo, abrazaba al inquieto

    pero ms bien resignado Sirio para que no se enoje con nosotros. Pues era evidente queSirio dara trabajo. Se le escapaba a Plaxy, corra de un instrumento a otro fingiendo atacarlos.Los fuertes coletazos, que expresaban a la vez alegra y angustia, arrancaban el arco de lamano de Elizabeth, o hacan volar un grabador al otro extremo de la sala. El experimento erasimplemente un caos.

    Aun en brazos de Plaxy, Sirio ladraba con tanta fuerza y virtuosismo que ahogaba elsonido de los instrumentos. Cuando lo convencieron de que deba cooperar seriamente, sedescubri muy pronto que su odo musical superaba al de cualquier miembro de la familia.Elizabeth mova apenas el dedo sobre la cuerda, tan levemente que nadie adverta alguna di-ferencia, excepto Sirio. La mujer descubri asombrada que Sirio cantaba tambin en el tonoexacto. En cierta ocasin Sirio no pudo contenerse y respondi al violn con un aullido quecorresponda en su parte principal a la nota que acababa de dar el instrumento. Elizabeth le

    pidi que la repitiera y Sirio emiti la nota pura, sin adornos. Maurice toc una escala y Siriocant al unsono, en perfecta armona con los tonos inexactos del joven msico en suimperfecto instrumento.

    Con su habitual tenacidad, Sirio se dedic a dominar ese tormento, la msica. Mostrandouna sorprendente aptitud para el canto, pronto super a Plaxy en la reproduccin de las

    canciones familiares. A veces cantaba sin palabras, otras recurra a equivalentes caninos. Sujerga (simplemente un ingls mal pronunciado) rimaba y se escanda de manera apropiada.La msica humana, con el tiempo, dej de torturarlo. Lleg, incluso, a gustarle, si los

    ejecutantes no desafinaban. A veces se una a las rondas, antes insoportables, y cuandoElizabeth tocaba el violn se acercaba a escuchar. En algunas raras ocasiones se retiraba a unlugar favorito del pramo, y cantaba all durante horas, repitiendo las canciones que le habaodo a Elizabeth.

    Era una familia musical. Bajo la direccin de Elizabeth haban desarrollado un divertidosistema de llamadas, como toques de clarn. Cierta meloda significaba: hora de levantarse;otra, el desayuno est listo; otra, podemos empezar el paseo. Plaxy y Sirio, los miembrosms jvenes de la familia, inventaron por su parte algunas llamadas de uso privado. Una de

    ellas, por ejemplo, quera decir Socorro!. Otras sealaban el descubrimiento de algointeresante, que vala la pena investigar, o una invitacin al juego. Un rpido murmullo

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    anunciaba el deseo de orinar. A esto haba dos respuestas musicales posibles. Una informabaMuy bien, tambin yo, y la otra No tengo ganas. Curiosamente, si uno de ellos realizabaesta operacin, el otro tena que imitarlo, al estilo canino. Aunque no siempre. Plaxydescubri muy pronto que no poda seguir el ritmo de Sirio en este aspecto.

    Cuando Thomas supo que Sirio practicaba msica al aire libre, temi que se hiciera famoso

    como el perro cantor y alguien quisiera explotarlo. Los habitantes de las cercanas sesorprendieron sin duda al escuchar la inarticulada voz inhumana, pero exacta y dulce, de unperro que sentado sobre sus cuartos traseros cantaba melodiosamente. Se empez a hablar delos siniestros poderes de Thomas, capaz de meter al propio demonio en un animal. Porfortuna, cuanto ms crecan los rumores, menos se crea en ellos. El perro cantor nodesencaden ninguna locura similar a la de la mangosta parlante o el monstruo del lago Ness.

    Sirio, cachorro, slo entonaba msica humana. Las grandes obras clsicas le interesaronsiempre, pero su estructura fundamental le pareca tosca e inadecuada como posible expresinde emociones. Experiment entonces con nuevas escalas, ritmos y tonos, ms conformes a lamayor sensibilidad de su odo. Recurri as al cuarto de tono y al octavo de tono. A veces,divida la octava de un modo desconocido en el arte musical humano. De esa manera, sus

    melodas ms peculiares se parecan cada vez ms a los ladridos de un perro, aunque esteladrido era curiosamente variado y perturbador.

    Sirio no dispona de otro medio de expresin que aquella voz flexible y dulce. Dese amenudo tocar algn instrumento, para poder experimentar con la armona, pero sin manos esono era posible. Se sentaba a veces al piano, tratando de acompaarse en su canto con dosnotas, pero sus garras eran demasiado toscas. Durante largos perodos abandonaba totalmentela msica, y se paseaba de un lado a otro, cabizbajo, la cola entre las patas, rehusando todoconsuelo. Aquella unin de talento e impotencia no dejaba de atormentarlo. Pero serecuperaba al fin, y resolva que si la msica instrumental le estaba vedada, hara cosasmaravillosas y nuevas con la voz. Sirio altern as, a lo largo de toda la vida, entre la piedadque le inspiraba su propia impotencia, y la aceptacin desinteresada y hasta irnica de sunaturaleza y el medio, adoptando siempre como salida la decisin de triunfar a pesar de todo.

    4Juventud

    En el captulo anterior slo he hablado de Sirio cachorro, pero al describir sus capacidadesy limitaciones tuve que referirme necesariamente a su vida posterior. Inici sus aventuras

    musicales ms serias, por ejemplo, ya en la juventud. Me limitar ahora, con mayor precisin,a la adolescencia de Sirio y su temprana madurez, preparndome as a relatar esa poca dondenuestras vidas se confundieron casi ntimamente.

    En la adolescencia Sirio era ya ms alto que el ovejero comn. Pero su extrema delgadezsugera que el desarrollo no haba sido normal. No era tampoco muy valiente. Evitaba elencuentro con otros perros, ms an al descubrir, luego de varias peleas menores, que el pesode la enorme cabeza le impeda atacar eficazmente a sus enemigos. Perdi en parte esta de-

    bilidad al alcanzar la madurez, pues el constante ejercicio le desarroll los msculos delcuello. Pero en la juventud no poda competir con los ovejeros de menor talla, aunque msexperimentados. Uno de ellos, lamentablemente un vecino, se acostumbr a perseguirlo entodo momento. Un da la ignominiosa persecucin lleg hasta la casa de los Trelone, y Plaxy,

    la escolar, hubo de recurrir a la escoba. Con golpes e insultos alej prontamente al animal, que

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    llevaba el adecuado nombre de Diawl Du, demonio negro. Sirio oy ms tarde que Plaxy lenarraba el incidente a Elizabeth, y aada:

    -Temo que Sirio no tenga muchas agallas.Sirio no conoca la palabra agallas, pero advirti en la voz de Plaxy, que quera parecer

    divertida, una profunda mortificacin. Fue sigilosamente en busca de un diccionario. Con

    mucho trabajo, y recurriendo frecuentemente a la lengua hmeda para volver las delgadashojas, encontr la palabra. No le gust que Plaxy pensara eso. Pues agallas, segn eldiccionario Oxford abreviado, significaba valor, nimo, denuedo, intrepidez, y estabarelacionado con espritu. Deba reconquistar, de algn modo, el cario de Plaxy. Ese mismoda la nia pareci dedicar sus mejores atenciones al gatito Trix, sucesor de Tommy. Plaxy, enverdad, se dedicaba a los gatos siempre que se senta alejada de Sirio. Esta vez mimaba a Trixsin preocuparle la presencia del perro, y sealaba la suavidad de la tostada pelambre o ladelicada nariz. Sirio crey advertir que la misma Plaxy mostraba en ese momento unanaturaleza felina, envolvindose en un altanero silencio y en una abandonada indolencia,abrazndose a s misma, como deca a veces.

    Poco despus de su derrota frente a Diawl Du, Sirio tuvo un serio disgusto con Trix. El

    gato miraba a Plaxy pensando si saltara o no a su regazo, cuando Sirio perdi el dominio des mismo y atac ruidosamente a su rival. El gato arque el lomo, y sin dar un paso atrs lanzun zarpazo a la cara de Sirio. El perro retrocedi gimiendo. El grito de Plaxy se transform enuna carcajada. Llam a Sirio cobarde y brabucn, y tomando a Trix en brazos lo cubri decaricias. Sirio se alej avergonzado y triste.

    Dos semanas ms tarde se advirti que Sirio tena ahora la mana de morder un viejomango de azada que haba en el patio. Cuando tena a su alcance a algn robusto ser humano,

    preferentemente Maurice, lo invitaba a que se uniese al juego. Nio y perro tomaban cada unoun extremo del palo y corran por el jardn. Poco despus, Maurice observ:

    -Sirio est cada da ms fuerte. Ya no puedo sacarle la madera de la boca.Durante todo este tiempo Sirio eludi cuidadosamente a Diawl Du, pero al fin se sinti

    preparado. Aunque confiaba ahora en el poder de su dentellada, y en que mova la cabeza conms rapidez y precisin, no poda depender enteramente de la fuerza fsica. Su estrategia,

    planeada con gran cuidado, se basara sobre todo en la astucia. Estudi el campo de batalla -laescena de su anterior derrota-, y ensay varias veces el ataque que lo llevara a la victoria, en

    presencia de Plaxy. Esper una tarde que la nia volviera de la escuela y corri luego aGlasdo, la granja de Diawl Du. Se pase por all ostentosamente y al fin su enemigo lo vio ysali por el portn como una roca negra que desciende a saltos la falda de una montaa. Siriose volvi y ech a correr hacia Garth. Para llegar a la puerta de la casa, su objetivo aparente,tena que cruzar el portn del patio, doblando en ngulo recto. Antes de aminorar la marcha,mir hacia atrs. Diawl Du se encontraba a la distancia correcta. Entr entonces en el patio

    describiendo una curva cerrada, y lleg nuevamente al portn, pero oculto esta vez por lapared. En ese mismo instante el ovejero cruzaba el portn. Sirio se lanz sobre l, con elimpulso de su propia carrera, por el flanco izquierdo. Diawl Du rod por el suelo. Sirio rodtambin y le clav los dientes en el cuello, encontrando mayor asidero que en el mango durode la azada. Se aferr desesperadamente al otro animal, temiendo que si se le escapaba ladestreza superior del ovejero se le impondra otra vez. Los apagados aullidos de Diawl Du ylos continuos gruidos de Sirio pronto hicieron salir a los habitantes de la casa. De reojo,mientras rodaba por el suelo con su enemigo, Sirio vio a Plaxy. La sangre caliente de DiawlDu le llen la boca, amenazando ahogarlo. Sirio tosi, buscando un poco de aire, pero sinsoltar la presa. El sabor salado y el olor de la sangre de Diawl Du, explic ms tarde, lohaban enloquecido. Sinti que una energa y una furia contenidas se liberaban por primera

    vez en l. En cierto instante le pas por la cabeza como un relmpago, un pensamiento: staes la verdadera vida, mi vida, y no esas tonteras humanas. Apret, sacudi, tirone, mientras

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    Diawl Du forcejeaba cada vez ms dbilmente. La horrorizada familia Trelone trat por todoslos medios de que soltara al ovejero. Lo golpearon, le echaron pimienta a la cara. Sirioestornud con violencia, pero no abri la boca. Cayeron sobre l, inmovilizndolo mientrasintentaban introducirle un palo entre las mandbulas. Sirio sinti que su propia sangre se mez-claba a la sangre del ovejero, y la diferencia de sabores lo sorprendi. Plaxy, desesperada,

    trat de meterle las manos en la boca. Luego, ya fuera de s, empez a chillar. Sirio soltentonces a Diawl Du, que qued tendido en el suelo.El vencedor se alej majestuosamente, lamindose el hocico manchado de sangre, con el

    lomo erizado. Bebi en la artesa, bajo la bomba del patio, y se ech en el suelo, con la cabezaentre las patas, observando la escena. Elizabeth envi a los chicos en busca de agua caliente,desinfectante, vendas, mientras examinaba la herida. Plaxy sostuvo la cabeza del perro in-consciente, mientras Elizabeth pona en la herida un gran trozo de algodn y vendaba elcuello. Al cabo de un rato Diawl Du dio seales de vida. Movi lentamente la cabeza entre lasmanos de Plaxy, emiti el fantasma de un gruido, y al fin un gimoteo. Luego lo llevarondentro de la casa y lo pusieron ante el fuego de la cocina, con un cuenco de agua.

    Nadie prest atencin a Sirio, echado todava en el patio, tieso, y de mal humor; triunfante,

    pero tambin desconcertado y resentido. Si Plaxy quera que demostrase valor, por qu novena a acariciarlo y elogiarlo?

    Pronto sali Elizabeth, y puso en marcha el auto de la familia. Retrocedi hasta lacarretera, entr en la casa, y con ayuda de Maurice sac a Diawl Du en brazos mientras losotros le preparaban un lugar en el asiento trasero del coche. Acostaron cmodamente al perro,sobre una alfombra, y Elizabeth parti hacia Glasdo.

    Los nios se volvieron hacia Sirio.-Caray -dijo Maurice-. Esta vez la hiciste buena.-Te matarn como a un animal peligroso -coment Tamsy.-Fue casi un asesinato -contribuy Giles. Plaxy slo dijo:-Oh, Sirio!Sirio la mir en silencio, tratando de entender qu haba en la voz de Plaxy. Reproche y

    horror, sin duda, pero tambin algo ms, alegra por la proeza de su perro quizs, osuperioridad humana. De cualquier modo, qu le importaba a l? Inmvil, con la cabezaapoyada en las patas delanteras, se qued mirando a plaxy. En ese momento lleg Trix, elgato, y frot el lomo contra las piernas de la nia. Sirio se incorpor rpidamente, con el pelootra vez erizado, y emitiendo un sonido ronco, mezcla de bufido y gruido, se alej conconsciente dignidad y cruz el portn.

    La lucha con Diawl Du fue un punto importante en la carrera de Sirio. Haba probado elsabor del triunfo. Los animales de escasa inteligencia no volveran a amedrentarlo. Pero,adems, haba encontrado cmo expresar su naturaleza ms profunda, su naturaleza

    inconsciente. Haba descubierto algo mucho ms satisfactorio en verdad que el artificiohumano. Estos pensamientos no eran an muy claros para l, pero as lo explic ms tarde, alrecordar el incidente.

    Elizabeth le advirti que si insista en tratar de matar a alguien podra haber dificultadesserias. -Recuerda que para los extraos -le dijo- eres slo un perro. Ninguna ley te ampara. Sialguien decide librarse de ti, no lo acusarn de asesinato. Tendr quizs algunas dificultades,

    porque eres propiedad nuestra, pero nada ms. Sirio, cmo pudiste hacerlo? -concluy-. Fuehorrible, una cosa animal.

    Sirio no respondi a la ofensa. Oli y oy la despectiva hostilidad de Elizabeth. Eraprobable que la mujer hubiera dado salida a un odio reprimido y oculto. Sirio vio claramentela insensatez de su conducta, y el peligro que poda encerrar, pero las ltimas palabras de

    Elizabeth lo pusieron fuera de s.

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    -Al diablo con todos ellos! -dijo interiormente, pero no dio seal alguna de haber odo a sumadre adoptiva. Estaba sentado junto al fuego, y luego del insulto de Elizabeth alz una patay se rasc las partes pudendas con gran cuidado y ostentacin, costumbre a la que recurra,

    con gran xito, cuando quera molestar a los miembros femeninos de la familia.A medida que los meses se convertan en aos, Sirio era menos tmido con los otros perros.

    A su peso y fuerza creciente se aada una notable inteligencia, y no haba ovejero en laregin que no reconociera su superioridad. En cuanto a agallas, parece que durante toda lavida fue en el fondo una criatura pusilnime, que se mostraba audaz slo por desesperacin, ocuando no dudaba del resultado, o en esas raras ocasiones en que era dominado por el oscurodios de la sangre.

    No puedo hablar de sus relaciones con animales de su especie sin citar sus aventurassexuales. Mucho antes de la pelea con Diawl Du, haba empezado a mostrar un perplejointers por cualquier perra en celo que se le cruzara en el camino. Casi todas lo reciban conindiferencia, considerndolo sin duda un cachorro agrandado. Pero una perra negra, grande yde bastante edad, pareca encontrar muy atractivo al insistente y joven gigante. Sirio

    practicaba con ella, peridicamente, una buena cantidad de volubles juegos amatorios.

    Thomas observaba muy interesado las travesuras de la pareja, pues advirti muy pronto queSirio careca de la aptitud intuitiva del perro comn. Los animales correteaban, se lanzaban eluno sobre el otro en fingido combate, complacindose sin duda en el deleitable contactocorporal. Pero al cabo de un rato, Sirio, inmvil, meneaba tontamente la cola, preguntndosequ hara luego. Esta falta de objetivo, ciertamente, es una etapa normal en el desarrollosexual de los perros, aunque se resuelve pronto en la copulacin. Pero Sirio no haba vistocopular a otra pareja canina, y pareca desconcertado. Slo al presenciar cmo otro perro,mucho ms joven que l, pero ms instintivo, y fisiolgicamente ms maduro, posea a suamada, descubri lo que su cuerpo deseaba hacer.

    En adelante sus amores culminaron normalmente. En el plano fisiolgico se encontrabaan en la fase escolar, y las perras maduras no lo juzgaban muy atractivo. El sexo, por otra

    parte, no lo obsesionaba. Le pareca ms un smbolo de madurez -algo que podan hacer losperros mayores- que un fin en s mismo. Comparado con Plaxy, y aun los otros chicos, Siriopareca sexualmente precoz, pero slo por que sus nada restringidos amores acrecentabanconstantemente su experiencia y su tcnica. Para los nios aqul sera en cambio durantemucho tiempo un territorio inexplorado.

    Segn Sirio aquellos lances amorosos eran, en cierto aspecto, deplorablementeinsatisfactorios. La amada de la hora, aun con la figura, la piel y el olor ms deleitables, le

    pareca invariablemente una pobre idiota. No hablaba, no entenda las palabras de cario.Nada saba de las aventuras de la mente. Y cuando la poca de celo conclua, revelaba unafrigidez devastadora y una falta total de atractivos. La fragancia haba desaparecido. Slo

    quedaba la mentalidad de retardada.Thomas se interes sobremanera en las desenfadadas confidencias de Sirio. Cuando eldoctor le preguntaba:

    -Pero qu te atrae en ella? -el joven Sirio slo poda responder: -El olor, un olormaravilloso-. Ms tarde, ya en la madurez, habl ms claramente. En cierta ocasin, Sirio medijo:

    -S, lo ms importante es ese olor. No puedo explicar su poder, pues el olfato humano esmuy deficiente. Pero los poetas han hablado a menudo de las formas y colores deliciosos de laamada, que parecen expresar un espritu encantado, con frecuencia engaoso. Pues bien,traduzca todo eso a trminos de fragancia. La fragancia del deseo de Morwen es como elaroma matinal, con algo de inexpresable. Es el aroma de un espritu muy delicado y fragante,

    aunque lamentablemente dormido. Pero huele como si estuviese realmente despierto.-Pero y su aspecto? -pregunt-. Eso no te atrae?

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    -Me atrae -respondi Sirio-, pero el perro comn no le presta atencin. Slo el olor leimporta, y, por supuesto, tambin el contacto. Pero el xtasis nace del olor, un olor dulce,embriagador, penetrante. El aspecto? S, ciertamente, a m me interesa el aspecto. Es esbelta,lustrosa, elstica; sugiere un espritu que hubiese podido existir si ella estuviese realmentedespierta, como yo. Pero, por otra parte, la importancia que yo doy ahora al aspecto de las

    cosas se debe a haber vivido tanto con los humanos, seres de vista afinada. De cualquiermodo, la voz me importa ms que el aspecto. No sabe hablar, naturalmente. Pero el tono y elritmo de la voz le permiten decir las cosas ms dulces y tiernas. En verdad, no quiere decirlas.Las dice como en sueos. Las dira realmente si estuviese despierta.

    Pero volvamos a la adolescencia de Sirio. Elizabeth haba educado a sus nios de acuerdocon la tradicin moderna. Como vivan en el campo no podan ignorar la existencia del sexo.Bastaba que observaran a bestias y pjaros. Pero como la vida sexual no provocaba en ellosningn sentimiento de culpa, como era an comn en aquel entonces, no prestaban muchaatencin al fenmeno, y necesitaban de un tiempo sorprendentemente largo para entender quocurra. Cuando Sirio tuvo su primer lance amoroso, los dos miembros ms jvenes de lafamilia, que an no iban a la escuela, nada sospecharon. Pero muy pronto Sirio empez a

    hablar del asunto con evidente orgullo. Elizabeth tuvo que recurrir a todo su tacto y sentidodel humor en defensa de las convenciones. Algo perfectamente correcto y adecuado para Siriono lo era para los nios, aunque s para los adultos; por otra parte, no se hablaba de eso fuerade la casa, y menos en Gales. Todo esto, le confes Elizabeth a Thomas, fue bastantefastidioso, y confiaba no haber hecho ms mal que bien.

    Plaxy, por supuesto, haba vivido ya varios amores infantiles. En su primer ao escolar sehaba enamorado violentamente de una compaera galesa. Sirio sinti, por primera vez en suvida, que no lo queran. Plaxy sala de la escuela o terminaba sus tareas en la casa y no tenatiempo para jugar. Gwen siempre la esperaba para algo. Sirio no poda acompaarla porque -explicaba la nia- Gwen descubrira muy pronto que el perro saba hablar, y nadie deba saberan que era algo ms que un superovejero. Era ste un secreto que haban mantenido hastaentonces como un misterio sagrado. Nadie lo conoca, salvo los seis miembros de la familia, yKate, aceptada desde haca tiempo en la tribu. Las otras integrantes del servicio domstico,Mildred la nodriza, y su ayudanta local, haban sido oportunamente despedidas. Sirio entenda

    por lo tanto el valor del argumento de Plaxy, pero crea advertir que la nia se alegrabarealmente de poder recurrir a una excusa tan plausible. La prdida de la confianza y compaade Plaxy fueron un rudo golpe para el cachorro. Se pasaba las horas pasendose por la casa yel jardn esperando el regreso de su amiga. Plaxy llegaba al fin, y Sirio la reciba efusiva-mente, pero la nia pareca siempre algo distrada, y hasta indiferente.

    Al cabo de un tiempo este amor se desvaneci, y Sirio recuper su importancia. Perovinieron otros amores. A los doce aos, Plaxy perdi la cabeza por el hijo del herrero local,

    Gwilin, que tena dieciocho. Fue una relacin unilateral, y Plaxy lo vea muy poco. Hizo deSirio su confidente, y ste la consolaba afirmando que Gwilin deba de ser muy estpido parano enamorarse de una nia tan hermosa. En cierta ocasin dijo:

    -De cualquier modo, Plaxy, yo te quiero. La nia lo abraz.-S, ya lo s -dijo-, y yo a ti. Pero quiero tambin a Gwilin. Es de mi especie, y t no. A ti

    te quiero de otra manera. No menos, pero de otra manera.Mientras Plaxy languideca por su membrudo herrero, Sirio empez a interesarse

    seriamente en las hembras de su especie. Plaxy descubri de pronto que no dispona ya de sufiel confidente, antes dispuesto siempre a escucharla y simpatizar con ella. Lo buscaba aveces, al volver de las clases, y no poda encontrarlo. Y cuando lo encontraba adverta queSirio estaba mentalmente ausente, y que su simpata era superficial. En cierta ocasin Plaxy le

    describa cmo Gwilin blanda maravillosamente el martillo sobre el hierro al rojo-blanco y lasonrisa que le dedic despus, cuando Sirio se incorpor de pronto, husme el aire un

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    instante, y ech a correr. Amargamente mortificada, Plaxy pens que Sirio no era realmenteun amigo, sino una bestia ruda. (Esta expresin la haba aprendido haca muy poco tiempo, enla escuela.) Sirio nada entenda, y en nada se interesaba, concluy. Pero la nia saba muy

    bien que esto no era cierto. Su pasin intermitente, y siempre insatisfecha, se arrastr a lolargo de dieciocho meses, inspirndole muy dulces penas y hacindola sentirse muy

    importante, hasta que un da tropez con Sirio, en el acto mismo del amor con su fragantecompaera del momento. La nia haba visto ya anteriormente a dos perros que secomportaban de esa extraa manera, pero nunca a Sirio. Advirti muy sorprendida que eldescubrimiento la afectaba terriblemente. Se alej con rapidez, sintindose, sin raznaparente, abandonada e insultada.

    Dos o tres aos despus de haberse enamorado de Gwilin, Plaxy hizo su primera conquista.Conwy Pritchard, el hijo del cartero, era ms activo que el siempre amistoso, pero nuncasentimental Gwilin. Ante todo Conwy se haba peleado con otro chico por ella. Esto eraemocionante. Plaxy permiti que Conwy la monopolizara. Sirio fue abandonado otra vez. Aveces (interesado por alguna perra o la caza), no le importaba mucho, pero muy a menudo sesenta solo. Ms an, los modales de Plaxy con Sirio eran ahora de una inexplicable rudeza.

    En una ocasin Sirio encontr a los jvenes, que se paseaban por el campo tomados de lamano. Cuando Plaxy vio al perro se apart y dijo como si se dirigiera a un perro comn:

    -Vete a casa, Sirio!-Pero para qu cra tu padre estas bestias cabezonas? -pregunt Conwy.Plaxy ri nerviosamente, y respondi con voz algo chillona:-Oh, Sirio es bueno. Vete, Sirio, no te necesitamos. Mientras el perro esperaba, inmvil,

    intentandodescubrir qu haba en la voz de Plaxy, Conwy se agach como para recoger una piedra y

    dijo:Vete a casa, demonio.La fuerte cabellera sedosa se eriz a lo largo del cuello y los hombros de Sirio, que se

    dirigi ominosamente hacia Conwy, la cabeza baja, las orejas echadas hacia atrs, y la sombrade un gruido en las fauces. Plaxy grit, asustada:

    -Sirio, no seas loco!El perro la mir framente, se volvi, y se alej camino abajo.Esa misma noche Plaxy intent reanudar su amistad con Sirio, pero sin xito.-Lamento mucho lo de esta tarde -dijo ella al fin, y Sirio advirti que iba a echarse a llorar-

    . Pero qu poda hacer? Deba fingi