SRI AUROBINDO El Miedo a La Muerte y Los Cuatro m Todos Para Ven

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http://hermandadblanca.org/sri-aurobindo-el-miedo-a-la-muerte-y-los-cuatro-metodos-para-vencerlo/ Page 1 of 4 Mar 14, 2015 11:48:38AM MDT Sri Aurobindo SRI AUROBINDO "El Miedo a la Muerte y los cuatro métodos para Vencerlo hermandadblanca.org De una forma general, quizás el mayor de los obstáculos que impide el progreso del hombre sea el miedo, un miedo que tiene múltiples aspectos, multiforme contradictorio, ilógico, irracional, y con frecuencia irrazonable. De todos los miedos, el más sutil y el más tenaz es el miedo a la muerte. Tiene sus raíces profundas en el subconsciente, y no es fácil desalojarlo.  Está constituido, obviamente, de varios elementos entretejidos: el espíritu de conservación y el que se refiere a la autopreservación con el fin de asegurar la continuidad de la consciencia, el repliegue ante lo desconocido, la inquietud causada por lo inesperado y lo imprevisible, y quizás, detrás de todo esto, oculto en las profundidades de las células, el instinto de que la muerte no es inevitable, y que, si se cumplen ciertas condiciones, puede ser vencida; aunque, de hecho, el miedo en sí mismo es uno de los mayores obstáculos que hay que superar. Porque uno no puede vender lo que teme, y quien teme a la muerte ya ha sido vencido por ella.  ¿Cómo sobreponerse a este miedo? Pueden ser utilizados varios métodos para este propósito. Pero ante todo, son necesarias unas cuantas nociones fundamentales para ayudarnos en nuestra empresa. El ; sólo las formas son punto primero y el más importante es saber que la vida es una e inmortal incontables, fugaces y frágiles. Este conocimiento debe ser establecido en la mente de una forma cierta y permanente, y, en la medida de lo posible, uno debe identificar su consciencia con la vida eterna, que es independiente de toda forma, pero que se manifiesta en todas ellas. Esto aporta las bases psicológicas indispensables para hacer frente al problema, porque el problema permanece. Incluso si el ser interior está suficientemente iluminado como para estar por encima de todo temor, el miedo todavía permanece oculto en las células del cuerpo, oscuro, espontáneo, más allá del alcance de la razón, normalmente casi inconsciente. Es en estas oscuras profundidades donde uno puede descubrirlo, sujetarlo y arrojar sobre él la luz del conocimiento y de la certeza.  Entonces la vida no muere, sino que la forma se disuelve, y es a esta disolución a la que la consciencia física tiene terror. Y sin embargo, la forma está cambiando constantemente, no hay nada, en esencia, que evite este cambio progresivo del ser. Solamente este cambio progresivo podría hacer que la muerte ya no fuera inevitable, pero es muy difícil de realizar y exige condiciones que muy pocos son capaces de cumplir. Así pues, el método a seguir para superar el miedo a la muerte diferirá según la naturaleza del caso y estados de consciencia. Estos métodos pueden ser clasificados en cuatro tipos principales, aunque cada uno incluya un amplio número de variantes; a decir verdad, cada individuo debe desarrollar su propio sistema.  El primer método apela a la razón. Puede decirse que en el estado actual del mundo, la muerte es inevitable; todo cuerpo que ha nacido perecerá necesariamente en un momento u otro; en casi todos los

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Sri Aurobindo

SRI AUROBINDO "El Miedo a la Muerte y los cuatro métodospara Vencerlo hermandadblanca.org

De una forma general, quizás el mayor de los obstáculos que impide el progreso delhombre sea el miedo, un miedo que tiene múltiples aspectos, multiformecontradictorio, ilógico, irracional, y con frecuencia irrazonable. De todos los miedos,el más sutil y el más tenaz es el miedo a la muerte. Tiene sus raíces profundas en elsubconsciente, y no es fácil desalojarlo.

 

Está constituido, obviamente, de varios elementos entretejidos: el espíritu deconservación y el que se refiere a la autopreservación con el fin de asegurar lacontinuidad de la consciencia, el repliegue ante lo desconocido, la inquietudcausada por lo inesperado y lo imprevisible, y quizás, detrás de todo esto, oculto en

las profundidades de las células, el instinto de que la muerte no es inevitable, y que, si se cumplen ciertascondiciones, puede ser vencida; aunque, de hecho, el miedo en sí mismo es uno de los mayoresobstáculos que hay que superar. Porque uno no puede vender lo que teme, y quien teme a la muerte ya hasido vencido por ella.

 

¿Cómo sobreponerse a este miedo? Pueden ser utilizados varios métodos para este propósito. Pero antetodo, son necesarias unas cuantas nociones fundamentales para ayudarnos en nuestra empresa. El

; sólo las formas sonpunto primero y el más importante es saber que la vida es una e inmortalincontables, fugaces y frágiles. Este conocimiento debe ser establecido en la mente de una forma cierta ypermanente, y, en la medida de lo posible, uno debe identificar su consciencia con la vida eterna, que esindependiente de toda forma, pero que se manifiesta en todas ellas. Esto aporta las bases psicológicasindispensables para hacer frente al problema, porque el problema permanece. Incluso si el ser interior estásuficientemente iluminado como para estar por encima de todo temor, el miedo todavía permanece ocultoen las células del cuerpo, oscuro, espontáneo, más allá del alcance de la razón, normalmente casiinconsciente. Es en estas oscuras profundidades donde uno puede descubrirlo, sujetarlo y arrojar sobre élla luz del conocimiento y de la certeza.

 

Entonces la vida no muere, sino que la forma se disuelve, y es a esta disolución a la que la conscienciafísica tiene terror. Y sin embargo, la forma está cambiando constantemente, no hay nada, en esencia, queevite este cambio progresivo del ser. Solamente este cambio progresivo podría hacer que la muerte ya nofuera inevitable, pero es muy difícil de realizar y exige condiciones que muy pocos son capaces de cumplir.Así pues, el método a seguir para superar el miedo a la muerte diferirá según la naturaleza del caso yestados de consciencia. Estos métodos pueden ser clasificados en cuatro tipos principales, aunque cadauno incluya un amplio número de variantes; a decir verdad, cada individuo debe desarrollar su propiosistema.

 

El primer método apela a la razón. Puede decirse que en el estado actual del mundo, la muerte esinevitable; todo cuerpo que ha nacido perecerá necesariamente en un momento u otro; en casi todos los

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inevitable; todo cuerpo que ha nacido perecerá necesariamente en un momento u otro; en casi todos loscasos la muerte llega cuando debe llegar; uno no puede adelantar ni retrasar su hora. Algunos quesuspiran por ella puede que tengan que esperar mucho tiempo para obtenerla, y otros, que le tienen pavor,pueden ser golpeados súbitamente a pesar de todas las precauciones tomadas. Por lo tanto, la hora de lamuerte parece inexorablemente fijada, salvo para un pequeño número de individuos que poseen poderesque la raza humana, en general, no dispone. La razón nos enseña que es absurdo temer algo que uno nopuede evitar. Lo único que hay que hacer es aceptar la idea de la muerte, y tranquilamente, hacer lo mejorque uno pueda, día a día, hora a hora, sin preocuparse de lo que vaya a ocurrir. Este procedimiento esmuy efectivo cuando es utilizado por intelectuales que están acostumbrados a actuar según las leyes de larazón; pero tendría menos éxito entre la gente emotiva que vive de sus sentimientos y se deja gobernarpor ellos. Sin duda, esta gente tendrá que recurrir al segundo método, el método de la búsqueda interior.Más allá de todas las emociones, en las profundidades silenciosas y tranquilas de nuestro ser, hay una luzque brilla constantemente, la luz de la consciencia psíquica. Ve a la búsqueda de esta luz, concéntrate enella, pues está dentro de ti; con voluntad perseverante, ten la seguridad de que la encontrarás. Y tanpronto como entres en ella despertarás al sentimiento de inmortalidad. Has vivido siempre; vivirássiempre; llegas a ser completamente independiente de tu cuerpo; tu existencia consciente nodepende de él; y este cuerpo es solo una de las formas transitorias, a través de la cual tú te hasmanifestado. La muerte no es ya una extinción, es sólo una transición. Todo temor sedesvanece instantáneamente, y uno camina a través de la vida con la certeza tranquila delhombre libre.

 

El tercer método es para aquellos que tienen fe en un Dios, su Dios, y que se han entregado a El. Ellos lepertenecen íntegramente; todos los acontecimientos de sus vidas son una expresión de la voluntad divina,y ellos los aceptan, no simplemente con una sumisión paciente sino con gratitud, porque estánconvencidos de que cualquier cosa que les ocurra es siempre por su propio bien. Tienen una confianzamística en su Dios y en sus relaciones personales con El. Han hecho una ofrenda absoluta de su voluntada la Suya y sienten su invariable amor y protección, completamente independiente de los accidentes de lavida y de la muerte Tienen la experiencia constante de yacer a los pies de su Amado en un abandonoabsoluto, o de estar mecidos en sus brazos y gozando de un perfecta seguridad. No queda ya ningúnespacio en su consciencia para el temor, la ansiedad o el tormento; todo eso ha sido reemplazado por unafelicidad deliciosa y tranquila. Pero no todo el mundo tiene la buena fortuna de ser un místico. Finalmenteestán aquellos que han nacido guerreros. Estos no pueden aceptar la vida tal como es, y sienten vibrardentro de ellos su derecho a la inmortalidad, una inmortalidad total y terrena. Poseen una especie deconocimiento intuitivo de que la muerte no es nada sino un hábito perverso; parece que han nacido con laresolución de vencerla. Pero esta conquista acarrea un combate encarnizado contra un ejército de fieros ysutiles asaltantes, un combate que debe ser librado constantemente, casi a cada momento. Solamentequien tenga un espíritu indomable debe intentarlo. La batalla tiene muchos frentes; es librado en variosplanos que se entremezclan y complementan entre sí.

 

La primera batalla a librar es ya formidable: es la batalla mental contra una sugestión colectiva, que esmasiva, abrumadora, apremiante; una sugestión basada en milenios de experiencia, en una ley de lanaturaleza que no parece que todavía haya encontrado alguna excepción. Se traduce en esta aserciónobstinada: “Ha sido siempre así, y no puede ser en modo alguno diferente; la muerte es inevitable, y esuna locura esperar que no sea.” El concierto es unánime, y por ahora, incluso los científicos másavanzados apenas han osado hacer oír una nota discordante, una esperanza para el futuro. En cuanto alas religiones, la mayoría de ellas ha basado su poder de acción en el hecho de la muerte y afirman que

Dios desea que el hombre muera, ya que lo creó mortal. Muchas de ellas hacen de la muerte una

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Dios desea que el hombre muera, ya que lo creó mortal. Muchas de ellas hacen de la muerte unaconcesión, una liberación; algunas veces incluso una recompensa. Su orden es: sométete a la voluntad delSupremo, acepta sin rebeldía la idea de la muerte y tendrás paz y alegría”. A pesar de todo esto, espreciso que la mente permanezca inquebrantable en su convicción para conservar una voluntad inflexible.Pero para quien ha resuelto vencer a la muerte, todas estas sugestiones quedan sin efecto y no puedenafectar a su certeza de que está basada en una revelación profunda.

 

La segunda batalla es la batalla de los sentimientos, la lucha contra el apego a todo lo que uno ha creado,a todo lo que uno ha amado. Mediante una labor asidua, algunas veces a costa de grandes esfuerzos, haslevantado tu hogar, una carrera, un trabajo social, literario, artístico, científico o político; has formado unambiente del que tú eres el centro y del que dependes al menos tanto como él depende de ti. Estásrodeado de un grupo de gente, familiares, amigos, colaboradores, y cuando piensas en tu vida, ellosocupan en tu pensamiento un espacio casi tan grande como tú mismo, hasta el punto de que si ellosfueran arrancados bruscamente de ti, te sentirías perdido, como si una parte importante de tu ser hubieradesaparecido.

 

No es cuestión de desdeñar todas estas cosas ya que han constituido, al menos en gran parte, la razón deser el fin de nuestra existencia. Pero hay que renunciar a todo apego a ellas, para que te sientas capaz devivir sin ellas, o, más bien, con el fin de que puedas estar preparado en todo momento, si te abandonan, areconstruir por ti mismo una nueva vida, en circunstancias nuevas; y esto indefinidamente, porque tal es laconsecuencia de la inmortalidad. Este estado puede definirse de este modo: ser capaz de organizar y dellevar a cabo todo con el máximo cuidado y atención, pero permaneciendo libre de todo deseo y de todoapego, porque si uno desea escapar de la muerte es necesario que no esté atado a nada perecedero.

 

Después de los sentimientos llegan las sensaciones. Aquí la lucha es sin piedad, y los adversariostemibles. Saben percibir la más insignificante debilidad y golpearte allí donde está indefenso. Las victoriasobtenidas no son más que pasajeras, y las mismas batallas se repiten indefinidamente. El enemigo que túpensabas que habías derrotado vuelve una y otra vez para atacarte. Es preciso que tengan un carácterfuertemente templado, una resistencia incansable para ser capaz de resistir toda derrota, todo desaire,todo repudio, todo desánimo y la inmensa fatiga de encontrarte siempre en contradicción con la fatiga deencontrarte siempre en contradicción con la experiencia de cada día y los acontecimientos terrestres.

 

Ahora llegamos a la batalla más terrible de todas: la batalla física, la que se libra en el cuerpo; porque nohay ni respiro ni tregua. Comienza al nacer y no puede finalizar más que con la derrota de uno de los doscontendientes: la fuerza de la transformación y la fuerza de la desintegración. Y digo desde el nacimientoporque, de hecho, los dos movimientos están en conflicto desde el mismo momento que uno llega a estemundo, si bien el conflicto sólo se hace consciente y deliberado mucho más tarde. Porque todaindisposición, toda enfermedad, toda malformación, incluso todo accidente, son el resultado de la acciónde la fuerza desintegradora, del mismo modo que el crecimiento, el desarrollo armonioso, la resistencia alos ataques, la recuperación en la enfermedad, toda vuelta al funcionamiento normal, toda mejoraprogresiva, son debidos a la acción de la fuerza transformadora. Después, con el desarrollo de laconsciencia, cuando comienza a intervenir la voluntad en la batalla, se transforma en una competicióndesesperada entre las dos tendencias opuestas y rivales, una competición para ver cuál de ellasalcanzará su meta en primer lugar: la transformación o la muerte. Esto significa un esfuerzo incesante, una

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alcanzará su meta en primer lugar: la transformación o la muerte. Esto significa un esfuerzo incesante, unaconstante concentración para hacer descender la fuerza regeneradora y aumentar la receptividad de lascélulas a esta fuerza, para combatir paso a paso, de punto a punto, contra la acción devastadora de lasfuerzas de destrucción y degradación, para arrancar de su influencia todo lo que sea capaz de responderal impulso ascendente, para iluminar, purificar y estabilizar.

 

Es una lucha obstinada y oscura, la mayor parte de las veces sin aparentes resultados o señales externasde las victorias parciales ganadas y de las que nunca se puede tener certeza, porque el trabajo que se hahecho parece siempre que necesita ser rehecho; cada paso hacia adelante es pagado con muchafrecuencia, con un retroceso en otra parte, y lo que se ha realizado un día, puede ser segura y duraderasólo cuando es absoluta. Y todo esto lleva tiempo, mucho tiempo, y los años pasan inexorables, creciendoel poder de las fuerzas adversas.

 

Durante todo este tiempo, la consciencia permanece como un centinela en la trinchera; hay queconservarla, conservarla a toda costa, sin un sobresalto de temor, sin bajar la guardia, manteniendo unainquebrantable fe en la misión a realizar y en la ayuda de lo alto que te inspira y te sostiene. Porque lavictoria será para el más paciente.

 

Existe todavía otro medio de vencer el miedo a la muerte, pero está al alcance de tan pocos, que no semenciona aquí más que como materia de información. Se trata de entrar en el dominio de la muerte deforma deliberada y consciente, mientras uno está todavía en vida, y después retornar de esta región yvolver a entrar en el cuerpo físico y reasumir el curso de la existencia material con pleno conocimiento.Pero para esto es preciso ser un iniciado.