Spurgeon_Revestidos de Cristo

8
7/23/2019 Spurgeon_Revestidos de Cristo http://slidepdf.com/reader/full/spurgeonrevestidos-de-cristo 1/8 Un momento es todo lo que que- da. Está oscuro. He ahí una arma- dura hecha de sólida luz. Pongá- monos ese atuendo de inmediato. Entonces la noche será luz en tor- no nuestro, y otros que nos con- templan glorificarán a Dios y soli- citarán el mismo vestido. Con una noche tan densa como la que nos rodea, el hombre necesita vestirse con luminosas ropas; necesita ves- tirse de la luz de Dios pues necesi- ta ser protegido así prácticamente de la tinieblas circundantes.  “Vestíos del Señor Jesucristo”, además, pues la noche pronto acabará: pronto vendrá la maña- na. Los harapos del pecado, las sórdidas ropas de la mundanali- dad no son un atuendo apropiado para la mañana celestial. Vistá- monos para recibir al sol nacien- te. Salgamos a recibir a la aurora cubiertos con vestidos de luz. ¡“Vestíos del Señor Jesucristo”, pues Él viene, el amado de nues- tras almas! Sobre los montes oí- mos resonar las trompetas; los heraldos están dando voces: “¡El esposo viene! ¡El esposo viene!”  Aunque pareciera haberse demo- rado, siempre ha estado viniendo apresuradamente. Oímos hoy las ruedas de Su carro en la distancia. Su advenimiento está más y más cercano. No durmamos como los demás. Bienaventurados lo que estén preparados para la boda cuando venga el Esposo. ¿Cuál es ese vestido de bodas que nos per- mitirá estar preparados? Nada puede hacernos más aptos para recibir a Cristo y estar con Él en Su gloria, que nos vistamos hoy de Cristo. Si llevo a Cristo como mi vestido le hago un gran honor a Cristo como mi Esposo. Si lo to- mo como mi gloria y mi hermosu- ra mientras estoy aquí, puedo es- tar seguro de que Él será todo eso  y más para mí en la eternidad. Si me complazco en Jesús aquí, Jesús se complacerá en mí cuan- do nos encontremos en el aire, y me lleve a lo alto para morar con Él eternamente. ¡Pónganse el ves- tido de bodas, ustedes, amados del Señor! ¡Pónganse el vestido de  bodas, ustedes, esposas del Cor- dero, y pónganselo de inmediato, pues he aquí que Él viene!  ¡Apresúrense, apresúrense, ustedes,  vírgenes adormiladas! ¡Levántense  y despabilen sus lámparas! Póngan- se sus ropas,  y estén listas para contemplar Su gloria y para parti- cipar en ella. Oh, ustedes, almas  vírgenes, salgan a recibirlo; sal- gan con gozo y alegría, llevándolo a Él mismo como su hermoso ro- paje, apto para las hijas de un Rey. ¡Que el Señor los bendiga, por Cristo nuestro Señor! Amén. Porciones de la Escritura leídas an- tes del sermón: Romanos 12; 13: 8-14.  SERMÓN PREDICADO LA MAÑANA DEL DOMINGO 23 DE FEBRERO, 1890 POR CHARLES HADDON SPURGEON EN EL TABERNÁCULO METROPOLITANO, NEWINGTON, LONDRES. Impreso en los talleres de PUBLICACIONESBAUTISTAS “Compartiendo la Palabra de Dios en todas las direcciones  Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; . . .  Hebreos 4:12 [email protected] Revestidos de Cristo 16  Sermones Evangélicos Clásicos  Pastor del Tabernáculo Bautista Metropolitano de Londres.  www.spurgeon.com.mx

Transcript of Spurgeon_Revestidos de Cristo

Page 1: Spurgeon_Revestidos de Cristo

7/23/2019 Spurgeon_Revestidos de Cristo

http://slidepdf.com/reader/full/spurgeonrevestidos-de-cristo 1/8

Un momento es todo lo que que-da. Está oscuro. He ahí una arma-dura hecha de sólida luz. Pongá-monos ese atuendo de inmediato.Entonces la noche será luz en tor-no nuestro, y otros que nos con-templan glorificarán a Dios y soli-citarán el mismo vestido. Con una

noche tan densa como la que nosrodea, el hombre necesita vestirsecon luminosas ropas; necesita ves-tirse de la luz de Dios pues necesi-ta ser protegido así prácticamentede la tinieblas circundantes. 

“Vestíos del Señor Jesucristo”,además, pues la noche prontoacabará: pronto vendrá la maña-na. Los harapos del pecado, lassórdidas ropas de la mundanali-dad no son un atuendo apropiadopara la mañana celestial. Vistá-monos para recibir al sol nacien-te. Salgamos a recibir a la auroracubiertos con vestidos de luz.

¡“Vestíos del Señor Jesucristo”,pues Él viene, el amado de nues-tras almas! Sobre los montes oí-mos resonar las trompetas; losheraldos están dando voces: “¡Elesposo viene! ¡El esposo viene!”

 Aunque pareciera haberse demo-

rado, siempre ha estado viniendoapresuradamente. Oímos hoy lasruedas de Su carro en la distancia.Su advenimiento está más y máscercano. No durmamos como losdemás. Bienaventurados lo queestén preparados para la boda

cuando venga el Esposo. ¿Cuál esese vestido de bodas que nos per-mitirá estar preparados? Nadapuede hacernos más aptos pararecibir a Cristo y estar con Él enSu gloria, que nos vistamos hoyde Cristo. Si llevo a Cristo comomi vestido le hago un gran honor

a Cristo como mi Esposo. Si lo to-mo como mi gloria y mi hermosu-ra mientras estoy aquí, puedo es-tar seguro de que Él será todo eso

 y más para mí en la eternidad. Sime complazco en Jesús aquí,Jesús se complacerá en mí cuan-do nos encontremos en el aire, yme lleve a lo alto para morar conÉl eternamente. ¡Pónganse el ves-tido de bodas, ustedes, amadosdel Señor! ¡Pónganse el vestido de

 bodas, ustedes, esposas del Cor-dero, y pónganselo de inmediato,pues he aquí que Él viene! ¡Apresúrense, apresúrense, ustedes,

 vírgenes adormiladas! ¡Levántense y despabilen sus lámparas! Póngan-se sus ropas,  y estén listas paracontemplar Su gloria y para parti-cipar en ella. Oh, ustedes, almas

 vírgenes, salgan a recibirlo; sal-gan con gozo y alegría, llevándolo

a Él mismo como su hermoso ro-paje, apto para las hijas de unRey. ¡Que el Señor los bendiga,por Cristo nuestro Señor! Amén.

Porciones de la Escritura leídas an-tes del sermón: Romanos 12; 13: 8-14. 

SERMÓN PREDICADO LA MAÑANA DEL DOMINGO 23 DE FEBRERO, 1890POR CHARLES HADDON SPURGEON

EN EL TABERNÁCULO METROPOLITANO, NEWINGTON, LONDRES.

Impreso en los talleres de PUBLICACIONES BAUTISTAS 

“Compartiendo la Palabra de Dios en todas las direcciones” 

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y máscortante que toda espada de dos filos; . . .

 Hebreos 4:12

[email protected]

Revestidos de Cristo 16

 Sermones Evangélicos Clásicos 

 

Pastor del Tabernáculo Bautista Metropolitano de Londres. 

 www.spurgeon.com.mx

Page 2: Spurgeon_Revestidos de Cristo

7/23/2019 Spurgeon_Revestidos de Cristo

http://slidepdf.com/reader/full/spurgeonrevestidos-de-cristo 2/8

Revestidos de Cristo

“Sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”. 

 Romanos 13: 14.

“Revestíos más bien del Señor Jesucristo, y nosos preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias”.

 Romanos 13: 14. Biblia de Jerusalén.

Cristo tiene que estar en noso-tros antes de que podamos ser

 vestidos de Él. La gracia pone aCristo en nuestro interior y noscapacita para que nos revistamosde Cristo en nuestro exterior.Cristo tiene que estar por fe en elcorazón antes de que pueda estaren la vida por la santidad. Si nece-sitas la luz de una linterna, el pri-mer paso es encender la vela queestá en su interior y luego, comoresultado, la luz resplandece des-de adentro para ser vista por loshombres. Cuando Cristo, la espe-ranza de gloria, es formado en ti,no ocultes tu amor por Él, sino

 vístete de Él en tu conducta comola gloria de tu esperanza. Así co-mo tienes a Cristo como tu Salva-dor en tu interior, el secreto de tu

 vida interior, así revístete de Cris-to para que sea la hermosura detu vida diaria. Que lo externo seailuminado por lo interno y esoconstituirá para ti esas “armas dela luz” con las que todos los solda-dos del Señor Jesús tienen el pri-

 vilegio de contar. Así como Cristoes tu alimento que nutre al hom-

 bre interior, así también póntelocomo tu vestido que cubre alhombre exterior.

“Vestíos del Señor Jesucristo”.Esta es una expresión muy asom- brosa. Es sumamente condescen-

diente de parte de nuestro Señorque permita una exhortación detal naturaleza. Pablo expresa lamente del Espíritu Santo y la pa-labra está llena de significado. ¡Oh,que recibamos la gracia de apren-der su enseñanza! Está llena deuna advertencia muy solemne pa-ra nosotros, pues necesitamos unrevestimiento divinamente per-fecto como ese. ¡Oh, que reciba-mos la gracia de practicar el man-damiento de revestirnos! No esque el apóstol diga: “Tomen al Se-ñor Jesucristo, y llévenlo con us-tedes”, sino más bien “Revestíosdel Señor Jesucristo”, y así, póngan-selo como el vestido de su vida.Un hombre toma su báculo paraun viaje o su espada para una ba-talla, pero vuelve a guardarlos

después de un tiempo; pero tú tie-nes que revestirte del Señor Jesúsasí como te pones tu vestido, y deesa manera Él ha de cubrirte y hade convertirse en una parte im-prescindible de tu porte, en algoque es parte de tu propia identi-dad, en un componente visible detu personalidad manifiesta.

“Vestíos del Señor Jesucristo”.Hacemos eso cuando creemos enÉl; entonces nos vestimos del Se-

ñor Jesucristo como nuestromanto de justicia. Ese es un cua-dro muy hermoso de lo que hace

Revestidos de Cristo 2

“yo sólo me permito ocasional-mente una o dos horas de com-pañía cuestionable. Yo sé que mehace daño, pero todos nosotrosdebemos tener un poco de des-canso y la plática es muy diverti-da, aunque un poco disoluta”. ¿Esmala la relajación para ti? Debería

ser peor que la esclavitud. ¡Quéprueba es para un hijo de Dios laplática necia! ¿Cómo puedes en-contrar placer en ella? No le per-mitas ninguna licencia a la carne;no puedes saber qué tan lejospuede llegar. Mantenla siempre

 bajo sujeción, y no des espacio pa-ra su indulgencia.

No proveas ningún alimentopara ella. No le asignes ningunaración. Déjala morir de hambre;de cualquier manera, si necesitaforraje, que lo busque en otra par-te. Cuando distribuyas tu provi-sión para el cuerpo, para el alma ypara el espíritu, no les distribuyasnada a las pasiones depravadas.Si la carne dice: “¿Qué hay paramí?”, dile: “Nada”. A algunas per-sonas les gusta un poco de lecturapara la carne. A algunas personasles gusta un poco de lo que lla-

man: alimento “más bien subli-me”, así que a estas personas lesencanta una porción de doctrinacontaminada, o de moralidadcuestionable. De esta manera pro-

 veen para la carne, y la carne secuida de alimentarse de eso, y dedarle su alimento a sus concupis-cencias. He conocido a personasprofesantes, a quienes no meatrevería a juzgar, que se ocupan„sólo un poco‟ en cosas que les

prohibirían a los demás, pero queconsideran permisibles para ellosmismos, si son hechas en secreto.

“No tienes que ser demasiado ri-guroso”, dicen. Pero el apóstol di-ce: “No proveáis para los deseosde la carne”. No le den ni una pe-queña porción; ni siquiera le per-mitan las migajas que caen de sumesa. La carne es ambiciosa ynunca tiene lo suficiente, y si le

das alguna provisión, se robarámucho más.“Vestíos del Señor Jesucristo”,

 y entonces no le dejarán ningúnlugar a las concupiscencias de lacarne. La parte que Cristo no cu-

 bra está desnuda para el pecado.Si Cristo es mi librea, y yo la llevopuesta, y soy conocido así comoSu siervo declarado, entonces mecoloco enteramente en Sus manoseternamente y para siempre, y lacarne no tiene ningún derecho deningún tipo sobre mí. Si antes de

 vestirme de Cristo podía hacer al-guna salvedad y el deber no mellamaba, ahora que el Señor Jesu-cristo me cubre, he acabado conlas excepciones, y soy abierta yprofesamente de mi Señor. “¿O nosabéis que todos los que hemos si-do bautizados en Cristo Jesús,hemos sido bautizados en su

muerte?” Siendo sepultados conÉl, estamos muertos para el mun-do, y vivimos sólo para Él. Que elSeñor nos eleve a esa pauta porSu poderoso Espíritu, y Él recibirála gloria por ello.

IV. Si ese es el caso, y en ver-dad nos hemos “vestido del SeñorJesucristo”, daremos gracias aDios eternamente; pero si no esasí, no nos demoremos en vestir-

nos con ese atavío. ¿POR QUÉDEBEMOS APRESURARNOS A VESTIRNOS DE CRISTO?

15 C. H. Spurgeon

Page 3: Spurgeon_Revestidos de Cristo

7/23/2019 Spurgeon_Revestidos de Cristo

http://slidepdf.com/reader/full/spurgeonrevestidos-de-cristo 3/8

cos y de los incrédulos. Vístete deCristo con la intención de noquitártelo nunca. Cuando seastentado, probado o ridiculizado,oye en tu oído esta voz: “Vestíosdel Señor Jesucristo”. Póntelomás en la medida que otros tetienten para que te lo quites.

III. Mi tiempo se agota y debonotar apresuradamente, en tercerlugar, CÓMO HEMOS DE AC-TUAR EN ESTE VESTIDORESPECTO AL MAL. El textodice: “Revestíos más bien del Se-ñor Jesucristo y no os preocupéisde la carne para satisfacer susconcupiscencias”. La carne descri-

 be aquí la parte malvada de noso-tros, a la cual ayudan grandemen-te los apetitos y deseos del cuer-po. Cuando una persona se vistede Cristo, ¿tiene todavía presentea la carne en él? ¡Ay, así es! Oigoque algunos hermanos afirmanque no tienen ningún remanentede corrupción en ellos. Yo exijo lalibertad de creer lo que yo quierade los enunciados del hombre encuanto a su propio carácter perso-nal. Cuando da testimonio con

respecto de sí mismo, su testimo-nio pudiera ser cierto o no. Cuan-do un hombre me dice que él esperfecto, oigo lo que tiene que de-cirme, pero tranquilamente pien-so en mi interior que si lo hubiesesido, no habría sentido la necesi-dad de divulgar esa información.“El buen vino no necesita ser re-comendado”, y una vez que nues-tra ciudad contenga a un hombreperfecto dentro de sus límites no

habrá necesidad de hacerle publi-cidad. Los bienes que son elogia-dos exageradamente probable-

mente requieren una publicidadexagerada. Hermanos, me temoque todos nosotros tenemos mu-cho de la carne en nosotros, y portanto, necesitamos estar en guar-dia contra ella. ¿Qué dice el após-tol? “Y no proveáis para los dese-os de la carne”. Quiere decir va-

rias cosas con esto.Primero, que no ha de tolerar-se en absoluto. No digan: “Cristome ha santificado hasta ahora;pero, mira, yo tengo por naturale-za un mal carácter, y no se puedeesperar que desaparezca”. Amadohermano, no proveas para refu-giarte de esa manera y para per-donar a uno de los enemigos de tualma. Otro exclama: “Tú sabesque yo siempre he estado muydesanimado, y, por tanto, jamáspuedo sentir mucho gozo en el Se-ñor”. No abras espacio para tu in-credulidad. Si encuentras una pe-rrera para este perro, se quedarápor siempre allí. “Pero” –dice otro- “a mí me encantó siempre laalegría, y por eso debo mezclarmecon el mundo”. Bien, si cocinasuna cena para el diablo, ocuparáun asiento en tu mesa. Eso es pro-

 veer para la carne para satisfacersus concupiscencias. No hagaseso, antes bien elimina a los cana-neos, quiebra sus ídolos, derribasus altares y tala sus bosques.

 Además, no le des ningúntiempo al pecado. No le des nin-guna licencia a tu obediencia. Note digas: “En cualquier otro mo-mento soy riguroso, pero una vezal año, en una reunión familiar,me tomo una pequeña libertad”.

¿Para ti pecar es libertad? Me te-mo que hay algo podrido en tu co-razón. “¡Ah!”, exclama alguien,

Revestidos de Cristo 14

la fe. Fe encuentra desnuda, parasu propia vergüenza, a nuestracondición humana; fe ve que Cris-to Jesús es el manto de justiciaque es provisto para nuestra nece-sidad, y fe, al mandato del Evan-gelio, se apropia de Él y, hacién-dolo, recibe el beneficio de Él. Por

fe el alma cubre su debilidad conSu fortaleza, su pecado con Su ex-piación, su locura con Su sabidur-ía, su fracaso con Sus triunfos, sumuerte con Su vida, sus descarr-íos con Su constancia. Por fe, digo

 yo, el alma se oculta dentro deJesús hasta que sólo Jesús es vis-to y el hombre es visto en Él. Nosólo tomamos Su justicia comosiendo imputada a nosotros, sinoque lo tomamos a Él mismo paraque sea realmente nuestro, y así,Su justicia se vuelve nuestra dehecho. “Por la obediencia de uno,los muchos serán constituidos

 justos”. Su justicia es asignada anuestra cuenta y se vuelve nuestraporque Él es nuestro. Yo, aunquehe sido largamente injusto en mímismo, creo en el testimonio deDios concerniente a Su Hijo Jesu-cristo, y soy tenido por justo, tal

como está escrito, “Creyó Abra-ham a Dios, y le fue contado por justicia”. Las riquezas de Dios enCristo Jesús se vuelven míascuando tomo al Señor Jesucristopara que sea todo para mí.

Pero ustedes pueden ver que eltexto claramente no se refiere aeste grandioso asunto, pues elapóstol no se está refiriendo a la

 justicia imputada de Cristo. Eltexto está en conexión con pre-

ceptos relativos a asuntos de la vi-da cotidiana práctica, y a esosasuntos se ha de referir. No es la

 justificación, sino la santificación,la que tenemos aquí. Además, nose puede decir de nosotros quenos revestimos de la justicia im-putada de Cristo después dehaber creído, pues esa justicia nosreviste tan pronto como creemos,

 y no necesitamos vestirnos de ella

de nuevo. El mandamiento quetenemos ante nosotros es dado aaquellos que tienen la justicia im-putada de Cristo, que son justifi-cados, que son aceptos en CristoJesús. “Vestíos del Señor Jesu-cristo” es una palabra para uste-des, los que son salvos por Cristo

 y son justificados por Su justicia.Ustedes han de revestirse de Cris-to y han de seguir revistiéndosede Él en la santificación de sus vi-das para su Dios. Ustedes han de

 vestir el carácter de su Señor con-tinuamente, cada vez más y más,como el vestido de sus vidas.

 Voy a tratar este tema respon-diendo  unas cuantas preguntas.Primero, ¿Adónde iremos por nues-tro vestido cotidiano?  “Vestíos delSeñor Jesucristo”. En segundo lu-gar, ¿Cuál es este vestido cotidia-no? “Vestíos del Señor Jesucris-

to”. En tercer lugar, ¿cómo hemosde actuar frente al mal cuando es-tamos revestidos de esa manera?“Y no os preocupéis de la carnepara satisfacer sus concupiscen-cias”. Y luego voy a terminar conla consideración de la pregunta:¿Por qué debemos apresurarnos aponernos ese vestido sin igual?Pues “La noche está avanzada, yse acerca el día… vistámonos lasarmas de la luz”.

I. Pedimos que el EspírituSanto nos ayude mientras noso-

 3 C. H. Spurgeon

Page 4: Spurgeon_Revestidos de Cristo

7/23/2019 Spurgeon_Revestidos de Cristo

http://slidepdf.com/reader/full/spurgeonrevestidos-de-cristo 4/8

tros respondemos, en primer lu-gar, a la pregunta: ¿ADÓNDEIREMOS POR NUESTRO VESTIDO COTIDIANO?  Ama-dos, sólo hay una respuesta paratodas las preguntas que tienen que ver con nuestras necesidades. Acu-dimos al Señor Jesucristo para to-

do. Para nosotros “Cristo es el to-do”. “El cual nos ha sido hecho porDios sabiduría, justificación, santi-ficación y redención”. Habiendoido a Cristo para el perdón y la jus-tificación, no han de ir a ningunaotra parte para lo que sigue.Habiendo comenzado con Jesús,han de continuar con Él hasta elfin, pues “vosotros estáis comple-tos en él”, perfectamente guarda-dos en Cristo, plenamente equipa-dos en Él. “Agradó al Padre que enél habitase toda plenitud”. Cual-quier necesidad que pueda apre-miarnos entre esta Mara en el de-sierto y aquel mar de vidrio delan-te del trono, será satisfecha enCristo Jesús. Tú preguntas: ¿quéhe de hacer para tener un vestidoque sea adecuado para los atriosdel Señor, una armadura que meproteja de los asaltos del enemigo

 y un manto que me permita actuarcomo un sacerdote y un rey paraDios? La única respuesta para lapregunta que mucho abarca es:“Vestíos del Señor Jesucristo”. Notienen necesidad de ninguna otracosa. No necesitan mirar a ningu-na otra parte en busca de un hilo ode un cordón de zapatos.

Entonces, queridos amigos, yodeduzco de esto que si buscamosun ejemplo, no debemos mirar a

ninguna otra parte salvo a nuestroSeñor Jesucristo. No está escrito:“Vestíos de este hombre o de

aquel”, sino “Vestíos del Señor Je-sucristo”. El modelo para un san-to es su Salvador. Somos muypropensos a seleccionar a algún

 varón sobremanera agraciado oútil para que nos sirva de modelo.

 Algo bueno pudiera resultar de untal plan de acción, pero pudiera

derivarse también algún mal. Elmás excelente de nuestros próji-mos mortales tendrá siempre al-guna falla; y como nuestra ten-dencia es caricaturizar las virtu-des hasta convertirlas en fallas,así es nuestra mayor locura con-fundir los errores como si fueranexcelencias, y copiarlos con cuida-dosa exactitud y generalmentecon abundante exageración. Me-diante este plan, aun con las me-

 jores intenciones, podríamos ob-tener muy malos resultados. Si-gue a Jesús en el camino, y noerrarás; haz que tus pies pisenexactamente sobre Sus huellas, yno resbalarás. Según nos capaciteSu gracia, convirtamos en unarealidad el hecho de que “como éles, así somos nosotros en estemundo”. No necesitas buscar unejemplo más allá de tu Señor bajo

ninguna circunstancia. Puedesconsultarlo a Él como a un orácu-lo infalible. No necesitas pregun-tar jamás cuál es la costumbre ge-neral de quienes te rodean; el ca-mino espacioso de muchos no esun camino para ti. No debes pre-guntar: “¿qué están haciendo losgobernantes de este pueblo?” Nosigues el uso de los grandes sinoel ejemplo del más grande de to-dos. “Vestíos del Señor Jesucris-

to” es para cada uno de nosotros.Si soy un comerciante, no he depreguntarme: ¿sobre cuáles prin-

Revestidos de Cristo 4

del Señor Jesucristo en el día delSeñor, pero no lo hagan a un ladodurante la semana. Las damas tie-nen joyas que se ponen ocasional-mente para ostentarlas en lasgrandes ocasiones; como regla,estas joyas están guardadas en un

 joyero. Cristianos, ustedes deben

ostentar sus joyas siempre. Vístanse del Señor Jesucristo, yno oculten ninguna parte de Él enalgún cofre. Vístanse de Cristo ymanténganlo puesto.

El otro día vi a un misioneroprocedente del gélido norte, elcual vestía un abrigo de piel de al-ce que había usado entre los„pieles rojas‟. “Es un abrigo im-prescindible”, -comentó- “no haynada como la piel. Lo he usadodurante once años”. En la regiónártica a través de la cual había

 viajado, había usado esa pieza de vestir, tanto de día como de no-che, pues el clima era demasiadofrío para que pudiera desprender-se de alguna prenda.

Hermanos, el mundo es dema-siado frío para que nos permita-mos quitarnos a Cristo ni siquieradurante una hora. Están volando

tantas flechas en torno nuestroque no nos atrevemos a quitarnosni una sola pieza de nuestra ar-madura ni siquiera por un instan-te. Gracias a Dios porque tenemosen nuestro Señor un atuendo quepodemos usar siempre. Podemos

 vivir en él, y morir en él; podemostrabajar en él, y descansar en él, y,tal como el vestido de Israel en eldesierto, no envejecerá nunca.

 Vístanse de Él más y más.

Si se han puesto algo de Cristo,pónganse más de Cristo. Yo nome atrevo a decir mucho para en-

comiar la vestimenta, aquí en In-glaterra, pues la tendencia es so-

 brepasarse en esa dirección; sinembargo, noté el otro día el co-mentario de un misionero de lasIslas de los Mares del Sur, queconforme los paganos se convert-ían, comenzaban a usar vestidos,

 y conforme adquirían sensibilidadde conciencia y delicadeza de sen-timiento, prestaban mayor aten-ción a su atavío, usando más ropa

 y de un mejor tipo. Como quieraque fuera en cuanto al vestido pa-ra el cuerpo, es ciertamente así encuanto al vestido del alma. Con-forme progresamos espiritual-mente, tenemos más gracias ymás virtudes que al principio. An-tes nos conformábamos con llevarla fe únicamente, pero ahora nosponemos esperanza y amor. Si an-tes nos poníamos la humildad,dejábamos de ponernos el agrade-cimiento; pero nuestro texto nosexhorta a usar un vestido comple-to, un traje para la corte, pueshemos de “vestirnos del Señor Je-sucristo”. No puedes ponerte de-masiado de Él. Estén cubiertos deÉl de la cabeza a los pies.

 Vístanse del Señor en todotiempo de tribulación. No se loquiten cuando llegue el momentode la prueba. El ingenioso HenrySmith dice que algunas personasse visten del Señor Jesucristo talcomo un hombre usa su sombreroel cual se quita ante cada personaque se encuentra. Me temo queconozco a algunas personas de esetipo, que se visten de Cristo enprivado, pero que se despojan de

Él cuando están en compañía, es-pecialmente en la compañía de lagente del mundo, de los sarcásti-

13 C. H. Spurgeon

Page 5: Spurgeon_Revestidos de Cristo

7/23/2019 Spurgeon_Revestidos de Cristo

http://slidepdf.com/reader/full/spurgeonrevestidos-de-cristo 5/8

 viejas enemistades. ¡Pudiéramostener muchas grandes fallas, peroque Dios nos conceda que este-mos llenos de amor por Jesús, porSu pueblo, y por toda la humani-dad!

¡Cuánto desearía que todos pu-diéramos vestirnos del siguiente

artículo de este guardarropa y quepudiéramos conservarlo puesto!“Y la paz de Dios gobierne en

 vuestros corazones, a la que asi-mismo fuisteis llamados en un so-lo cuerpo; y sed agradecidos”.¡Oh, que tuviéramos una mentepacífica! ¡Oh, que descansáramosen el Señor! Yo recomiendo esaúltima expresión: “Sed agradeci-dos”, para los hacendados y paraotros cuyos intereses están depri-midos. Podría recomendarlaigualmente para ciertos comer-ciantes cuyo negocio es tan buenocomo pudiera esperarse. “Las co-sas están un poco mejor”, me dijouna persona y en ese momentoestaba amasando muchas rique-zas. Cuando las cosas son sobre-manera buenas, la gente dice queestán “regulares”, o que van un“poco mejor”; pero cuando hay

una pequeña caída, ellos clamanacerca de que “nada funciona, quehay estancamiento, que es unaruina universal”. El agradeci-miento es una rara virtud pero elamante del Señor Jesús ha deabundar en agradecimiento. Te-ner la mente en paz, quedarse ca-llado, calmado, ecuánime, conten-to, ese es un bendito estado, yJesús estaba en tal estado, portanto, “Vestíos del Señor Jesucris-

to”. Él nunca mostró disgusto oimpaciencia. Nunca estaba apresu-rado o preocupado; nunca se quejó

o ambicionó. ¿Acaso no había na-da que le preocupara? Más de loque te preocupa a ti, hermano.  

¿Acaso no había muchas cosasque lo turbaran? Más que a todosnosotros juntos. Con todo, Él nose alteraba, sino que mostrabauna calma principesca, una sere-

nidad divina. De esto quiere el Se-ñor que nos vistamos. Él nos dejaSu paz, y quiere que Su gozo seacumplido en nosotros. Él deseaque vayamos por la vida con lapaz de Dios que guarda nuestroscorazones y mentes de los asaltosdel enemigo. Quiere que estemostranquilos y que seamos fuertes:que seamos fuertes porque esta-mos tranquilos y que estemostranquilos porque somos fuertes.

He leído acerca de un granhombre a quien le tomaba doshoras y media vestirse cada ma-ñana. En eso mostraba más bienpequeñez que grandeza, pero sicualquiera de ustedes se viste delSeñor Jesucristo puede tomarsetodo el tiempo que quiera en aci-calarse. Les tomará todas sus vi-das, hermanos y hermanas míos,para vestirse plenamente del Se-

ñor Jesucristo, y para conservarlopuesto. Pues déjenme decirles denuevo que no sólo han de ponersetodos estos vestidos que les hemostrado en el guardarropa deColosenses, pero, más que esto,han de ponerse todo lo demás queconstituye a Cristo mismo. ¡Qué

 vestido es este! “Vestíos de Cris-to”, dice el texto.

 Vístanse del Señor Jesucristocomo su vestido cotidiano. No

sólo en los días de fiesta y en losdías de guardar, sino en todotiempo y todo el tiempo. Vístanse

Revestidos de Cristo 12

cipios conducen sus negociosotros comerciantes? Para nada.Lo que haga el mundo no es nin-guna regla para mí. Si soy un es-tudiante no he de inquirir: ¿quésienten otras personas por la reli-gión? Que otros hagan lo quequieran, pero a nosotros nos co-

rresponde servir al Señor. En todarelación, en el círculo doméstico,en el mundo literario, en la esferade la amistad o en las conexionesde negocios, he de “vestirme delSeñor Jesucristo”. Si estoy perple-

 jo, estoy obligado a preguntarme:¿qué haría Jesús?, y Su ejemploha de guiarme. Si no puedo con-cebir que Él hubiera actuado deuna cierta manera, yo tampocodebo permitirme hacer eso; perosi percibo, partiendo de Su pre-cepto, de Su espíritu, o de Su ac-ción que Él seguiría tal y tal curso,he de apegarme a esa línea. No hede vestirme del filósofo, ni delpolítico, ni del sacerdote ni del ca-zador de popularidad, sino que hede vestirme del Señor Jesucristo,tomando Su vida para que sea elmodelo sobre el cual he de molde-ar mi propia vida.

 Yo deduzco también de nuestrotexto que hemos de ir al SeñorJesús en busca de estímulo. Nosólo necesitamos un ejemplo, sinoun motivo, un impulso y un poderconstrictor para mantenernos fie-les a ese ejemplo. Necesitamos

 vestirnos de celo como de un abri-go, y ser cubiertos de una santainfluencia que nos impulse a se-guir adelante. Acudamos al Señoren busca de motivos. Algunos se

apresuran a ir a Moisés, y quierenser motivados a cumplir con sudeber por los truenos del Sinaí. Su

intención en el servicio es ganar la vida eterna, o evitar la pérdida delfavor de Dios. Entonces se sujetana la ley y abandonan el verdaderocamino del creyente, que es la fe.No es por el temor del castigo opor la esperanza de un sueldo quelos creyentes sirven al Dios vivien-

te; nosotros nos revestimos deCristo, y el amor de Cristo nosconstriñe. He aquí el manantial dela verdadera santidad: “El pecadono se enseñoreará de vosotros;pues no estáis bajo la ley, sino ba-

 jo la gracia”. Una fuerza más po-tente que la ley se ha apoderadode ti: sirves a Dios, no como unsiervo cuyo único pensamiento esla paga, sino como un hijo que tie-ne la mirada puesta en el padre yen su amor. Tu motivo es gratitudhacia Aquel por cuya sangre pre-ciosa has sido redimido. Él se ha

 vestido de tu causa, y, por tanto,tú quieres adoptar Su causa. Yoles ruego que no vayan a las escar-padas laderas del Sinaí para en-contrar motivos para la santidad,sino apresúrense a ir al Calvario, yencuentren ahí esas dulces hier-

 bas de amor que serán la medicina

de su alma. “Vestíos del Señor Je-sucristo”. Cubiertos con una con-ciencia de Su amor, y, a cambio,encendidos en amor por Él, seránfuertes para ser, para hacer o parasufrir lo que el Señor disponga. 

¿Acaso necesito decirles que nodeben encontrar nunca una razónpara hacer lo bueno con un deseode ganar la aprobación de sus se-mejantes? No digan: “Debo haceresto o aquello para agradar a mis

compañeros”. La vida que es sus-tentada por el aliento provenientede las narices de otros hombres es

 5 C. H. Spurgeon

Page 6: Spurgeon_Revestidos de Cristo

7/23/2019 Spurgeon_Revestidos de Cristo

http://slidepdf.com/reader/full/spurgeonrevestidos-de-cristo 6/8

una pobre vida. Los seguidores deJesús no se ponen la librea de lacostumbre ni tiemblan ante lacensura humana. El amor al enco-mio y el miedo a la desaprobaciónson motivos ruines y mezquinos;influyen en el ánimo de muchaspersonas débiles, pero no deben

gobernar al varón en Cristo. Tie-nes que ser motivado por unaconsideración mucho más excel-sa: tú sirves al Señor Cristo, y, portanto, no has de convertirte en unlacayo de los hombres. Su gloriaha de ser tu único objetivo y por elgozo de ello debes tratar todo lodemás como algo de poca impor-tancia. He aquí nuestro estímulo:“El amor de Cristo nos constriñe”.

 Amados, el texto quiere deciralgo más que eso. “Vestíos del Se-ñor Jesucristo”; esto es, encuen-tra en Jesús tu fortaleza. Aunqueeres salvo y has sido vivificadopor el Espíritu Santo para ser unhijo viviente del Dios viviente, contodo, no tienes ninguna fuerza pa-ra cumplir con tu deber celestial,excepto la que recibas de lo alto.

 Acude a Jesús para tener poder.Te exhorto a que no digas nunca:

“Voy a hacer lo bueno porque yohe resuelto hacerlo. Yo soy unhombre de una mente fuerte; es-toy decidido a resistir este mal, ysé que no cederé. Estoy decidido,

 y no hay temor de que me desvíe”.Hermano, si confías en ti mismode esa manera, pronto se compro-

 bará que eres una caña frágil. Elfracaso pisa los talones de la con-fianza en sí mismo. “Vestíos delSeñor Jesucristo”.

 Yo te exhorto a que no confíesen lo que hayas adquirido en elpasado. No digas en tu corazón:

“yo soy un hombre de experien-cia, y por tanto, puedo resistir unatentación que aplastaría a gentemás joven e inexperta. He pasadoahora tantos años haciendo el

 bien persistentemente que puedoconsiderarme fuera de peligro.¿Es probable que ande por el mal

camino alguna vez?” ¡Oh, amigo,es más que probable! Ya es unhecho. En el instante en que unhombre declara que no puede ca-er, ya ha caído de la sobriedad yde la humildad. Te has engreído,hermano mío, o no hablarías detu perfección interna; y cuando lacabeza se vuelve engreída, los piesson muy inseguros. El engrei-miento interior es la madre delpecado descarado. Haz que Cristosea tu fortaleza, y no tú mismo, nitus logros o experiencias. “Vístetedel Señor Jesucristo” día a día, yno pretendas que los andrajos deayer sean la indumentaria del fu-turo. Obtén una gracia siemprerenovada. Di con David: “Todasmis fuentes están en ti”. Obtén deJesús todo tu poder para la santi-dad y para la utilidad, y obtenloúnicamente de Él. “Ciertamente

en Jehová está la justicia y la fuer-za”. No confíes en resoluciones,promesas, métodos y oraciones,sino apóyate únicamente en Jesúscomo la fortaleza de tu vida.

“Vestíos del Señor Jesucristo”.Esta es una maravillosa palabrapara mí porque me indica que enel Señor Jesús tenemos perfec-ción. En unos momentos voy amostrarles algunas de las virtudes

 y de las gracias que resplandecen

en el carácter de nuestro SeñorJesucristo. Estas pueden compa-rarse con diferentes partes de

Revestidos de Cristo 6

de Sus pies? Permítanme decirle acualquier amado hermano que notenga una naturaleza muy tierna yque sea naturalmente duro y áspe-ro: “Vístete del Señor Jesucristo”,hermano mío, y no proveas para tuinsensible naturaleza. Esfuérzatepor ser de mente humilde, para

que seas de espíritu benigno.  Vean, a continuación, que

hemos de vestirnos de paciencia ytolerancia. Algunas personas notienen paciencia con los demás;¿cómo pueden esperar que Diostenga paciencia con ellas? Si no sehace todo como ellas esperan, seencienden en ira. ¡Oh, Dios mío!¿A quién tenemos aquí? ¿Es esteun siervo de Marte o del dios delfuego? ¡Ciertamente este hombrecombatiente no profesa ser unadorador de Cristo! No me digasque el varón perdió su compostu-ra. Sería una misericordia si lahubiera perdido como para no re-cuperarla nunca más. Él es egoís-ta, petulante, exigente, y fácil-mente irritable. ¿Tiene este hom-

 bre el espíritu de Cristo? Si fueseun cristiano, sería un cristiano des-nudo, y yo lo exhortaría a que se

„vistiera del Señor Jesucristo‟ paraque pudiera estar vestido apropia-damente. Nuestro Señor era sobre-manera paciente.  “Considerad aaquel que sufrió tal contradicciónde pecadores contra sí mismo, pa-ra que vuestro ánimo no se cansehasta desmayar”. Vístanse del Se-ñor Jesucristo y sean pacientes ytolerantes. Soporten gran canti-dad de cosas que no les deberíanser infligidas realmente, y estén

listos para tolerar todavía más,antes que ofender o sentirse ofen-didos.

“Soportándoos unos a otros, yperdonándoos unos a otros si al-guno tuviere queja contra otro. Dela manera que Cristo os perdonó,así también hacedlo vosotros”.¿Acaso no es ésta una enseñanzacelestial? Pónganla en práctica.

 Vístanse de su Señor. ¿Han caído

en desacuerdos entre ustedes?¿Acaso oí gruñir a uno de ustedesdiciendo: “voy a, voy a, voy a _

 _”? ¡Alto, hermano! ¿Qué harás?Si eres fiel al Señor Jesucristo note vengarás con tu mano, sino quedejarás lugar a la ira. Recubre delSeñor Jesucristo tu lengua, y nohablarás tan amargamente; recu-

 bre de Él tu corazón, y no sentirástan fieramente; vístete de Él en latotalidad de tu carácter, y perdo-narás fácilmente, no sólo esta úni-ca vez, sino hasta setenta vecessiete. Si has sido tratado injusta-mente por alguien que deberíahaber sido tu amigo, aparta la ira

 y comienza de nuevo; y tal vez tuhermano comenzará también denuevo, y ambos, por amor, ven-cerán al mal. “Vestíos del SeñorJesucristo”.

“Y sobre todas estas cosas vest-

íos de amor, que es el vínculo per-fecto”. El amor es el cinturón queciñe todas las demás prendas de

 vestir, y mantiene a todas lasotras gracias bien preparadas y ensus debidos lugares. Vístanse deamor: ¡qué hermoso cinturón deoro! ¿Estamos todos nosotros vis-tiéndonos de amor? Hemos sido

 bautizados en Cristo, y profesa-mos habernos vestido de Cristo;pero, ¿procuramos vestirnos di-

ariamente de amor? Nuestro bau-tismo no fue verdadero si es queno estamos sepultados a todas las

11 C. H. Spurgeon

Page 7: Spurgeon_Revestidos de Cristo

7/23/2019 Spurgeon_Revestidos de Cristo

http://slidepdf.com/reader/full/spurgeonrevestidos-de-cristo 7/8

 basta para mí. A mí no me corres-ponde argüir, o dudar o criticar; elCristo lo ha dicho, y yo, revistién-dome de Él, encuentro en Su auto-ridad el fin de toda contienda. Yocreo lo que Cristo declara; la dis-cusión termina allí donde Cristocomienza. Vístete también de Él

como tu Sacerdote. A pesar de tupecado, de tu indignidad, de tucontaminación, acude al altar delSeñor por Aquel que, como Sacer-dote, ha quitado tu pecado, te ha vestido con Su mérito, y te hahecho acepto para Dios. En nues-tro grandioso Sumo Sacerdote en-tramos dentro del velo. Estamosen Él; por fe nos damos cuenta deeso, y así no vestimos de Él comonuestro Sacerdote, y nos perdemosen Su aceptado sacrificio. NuestroSeñor Jesús es ungido también pa-ra ser Rey. ¡Oh, vístete de Él en to-da Su majestad imperial, some-tiendo cada uno de tus deseos ypensamientos a Su influencia! En-tronízalo en tu corazón. Así comohas sometido tu pensamiento y en-tendimiento a Su instrucciónprofética, somete tu acción y tu vi-da práctica a Su gobierno real. Así

como te vistes de Su sacerdocio yencuentras en Él la expiación, así vístete de Su realeza y encuentraen Él la santidad. 

 Ahora deseo mostrar la des-cripción dada en Colosenses 3 apartir del versículo doce. Voy allevarlos al guardarropa por unosinstantes, y les voy a pedir que re-

 visen los artículos de nuestroatuendo. Vean aquí, “Vestíos,pues”; pueden percibir que han de

 vestirse con todo; nada debe per-manecer en los ganchos para serroído por la polilla, ni nada debe

permanecer en la ventana paraser objeto de miradas ociosas:

 vístete de toda la armadura deDios. En la religión verdadera to-do está diseñado para un usopráctico. No guardamos ningún

 vestido en el cajón; tenemos queponernos todo lo que nos es pro-

 visto. “Vestíos, pues, como escogi-dos de Dios, santos y amados, deentrañable misericordia, de be-nignidad”. Aquí hay dos cosas se-lectas: misericordia y benignidad:¡son, en verdad, mantos de seda!¿Te los has puesto? Yo debo sertan misericordioso, tan tierno decorazón, tan benigno, tan compa-sivo, tan amoroso para con missemejantes como Cristo mismo lofue. ¿He alcanzado ese punto?¿Me he propuesto alcanzarlo?¿Quién de nosotros se ha puestoestos guantes reales?

 Vean lo que sigue –estas cosasselectas vienen en pares-“humildad, mansedumbre”. Estos

 vestidos escogidos no son tan es-timados como deberían serlo. Latela de uno llamado “Altivo de co-razón” está muy de moda, y losadornos del señor Despótico son

muy solicitados. Es algo triste verqué grandes varones son algunoscristianos. Ciertamente, el lacayoes mayor que su amo. ¡Cómo pue-den fanfarronear y bravuconearalgunos que quieren ser conside-rados santos! ¿Acaso eso es ves-tirse del Señor Jesucristo? Mués-trenme una palabra de nuestroSeñor en la que haya increpado ytiranizado y pisoteado a alguien.Él era manso y humilde, Él, quien

era el Señor de todo; ¿cómo de- beríamos ser nosotros, que no so-mos dignos de desatar el calzado

Revestidos de Cristo 10

nuestra armadura o vestido: elcasco, los zapatos, el peto. Pero eltexto no dice: “Vestíos de estacualidad o virtud del Señor Cris-to”, sino “Vestíos del Señor Jesu-cristo”. Él mismo, como un todo,ha de ser nuestro atavío. No setrata de esta excelencia o de aque-

lla otra, sino de Él mismo. Él hade ser para nosotros un sagradosobretodo. No sé de qué otra ma-nera hacer resaltar mi significado:Él ha de cubrirnos de la cabeza alos pies. No nos limitamos a co-piar Su humildad, Su benignidad,Su amor, Su celo, Su entrega a laoración, sino a Él mismo. Esfuér-cense por entrar en tal comunióncon el propio Jesús que Su carác-ter es reproducido en ustedes. Oh,ser revestidos por completo de Él:sentir, desear y actuar, como Élsintió, deseó y actuó. ¡Qué indu-mentaria para nuestra naturalezaespiritual es nuestro Señor Jesu-cristo! ¡Cuán honorable manto espara ser usado por un hombre!

 Vamos, en ese caso, nuestra vidaestaría escondida en Cristo, y Élsería visto cubriéndonos en una

 vida vivificada por Su Espíritu, in-

fluida por Sus motivos, endulzadapor Su simpatía, una vida dedica-da al ejercicio de Sus designios yque sigue Sus pasos. Cuando lee-mos: “Vestíos del Señor Jesucris-to”, quiere decir: „Reciban elcarácter íntegro de Cristo, y que latotalidad del carácter de ustedessea conformado a Su voluntad.Cubran todo su ser con la totali-dad del Señor Jesucristo‟. ¡Quémaravilloso precepto! ¡Oh, que

recibamos la gracia para cumplir-lo! Que el Señor convierta el man-damiento en un hecho real. Que

seamos más y más como Jesús alo largo del resto de nuestras vi-das, para que sea cumplido elpropósito de Dios por el cual fui-mos “predestinados para que fué-semos hechos conformes a la ima-gen de su Hijo”.

 Además, observen la especiali-

dad que es apreciable en este ves-tido. Está especialmente adaptadopara cada creyente individual. Pa-

 blo no le dice solamente a unapersona: “Vístete tú del Señor Je-sucristo”, sino a todos nosotrosnos dice: “Vestíos vosotros del Se-ñor Jesucristo”. ¿Pueden vestirsede Cristo todos los santos, ya sean

 bebés, jóvenes o padres? No todosustedes podrían ponerse mi abri-go, estoy muy seguro de ello; y es-toy igualmente convencido de queno podría ponerme los vestidos demuchos de los jóvenes presentesahora; pero he aquí un vestido in-comparable, que será encontradoapropiado para cada creyente, sinnecesidad de expandirlo o contra-erlo. Quienquiera que se vista delSeñor Jesucristo se viste de unmanto que será su gloria y su her-mosura. El ejemplo de Jesús es

siempre admirablemente apropia-do para ser copiado. Suponganque un hijo de Dios fuera un rey;¿qué mejor consejo podría darlecuando está a punto de gobernara una nación, que este: “Vestíosdel Señor Jesucristo”? Sé el reyque Jesús habría sido. Es más, co-pia Su regio carácter. Supón, porotro lado, que la persona que estáante nosotros fuera una pobremujer proveniente de una casa de

caridad; ¿le habré de decir lo mis-mo? Sí, y con igual propiedad,pues Jesús era muy pobre, y es un

7 C. H. Spurgeon

Page 8: Spurgeon_Revestidos de Cristo

7/23/2019 Spurgeon_Revestidos de Cristo

http://slidepdf.com/reader/full/spurgeonrevestidos-de-cristo 8/8

ejemplo sobremanera apropiadopara aquellos que no tienen unhogar propio. ¡Oh obrero, vístetede Cristo, y llénate de celo! ¡Ohpersona que sufres, vístete del Se-ñor Jesucristo, y abunda en pa-ciencia! Aquel amigo va a ir a laescuela dominical esta tarde.

Bien, maestro, con el objeto deganar a esos amados niños para elSalvador “vístete del Señor Jesu-cristo”, quien dijo: “Dejad a losniños venir a mí, y no se lo impid-áis”. Vestido con Su manto sagra-do serás un buen maestro. ¿Erestú un predicador y estás a puntode predicar a miles de adultos?¿Cómo podría aconsejarte mejorque diciéndote que te revistas deCristo y que prediques el Evange-lio en Su propio estilo amoroso,suplicante y denodado? El modelodel predicador debe ser su Señor.Esta es nuestra toga de predicar,nuestra sobrepelliz de orar, nues-tro manto pastoral: el carácter y elespíritu del Señor Jesús, que seadapta admirablemente a cadaforma de servicio.

Ningún ejemplo humano seadaptará precisamente a su próji-

mo; pero en el carácter de Cristohay esta extraña virtud: que todosustedes pueden imitarlo, y, contodo, que ninguno de ustedes ser-ía un simple imitador. Quien esperfectamente semejante a Cristoes perfectamente natural. No tie-ne que haber ninguna afectación,ninguna dolorosa restricción,ningún esfuerzo. En una vidamoldeada así no habrá nada gro-tesco ni desproporcionado, nada

impropio de un hombre ni nadaromántico. Jesús, el Segundo Adán de la raza nacida de nuevo

es tan maravilloso, que cadamiembro de esa familia puedemostrar una semejanza con Él, ycon todo, puede exhibir una claraindividualidad. Un hombre avan-zado en años y en sabiduría puederevestirse de Él, y lo mismo puedehacer quien es menos instruido y

quien es un recién llegado entrenosotros. Por favor recuerden es-to: podríamos no elegir ningúnejemplo, pero cada uno está obli-gado a copiar al Señor Jesucristo.Tú, querido amigo, tienes unapersonalidad especial; tú eres unapersona tal que no hay otra exac-tamente igual a ti, y estás coloca-do en circunstancias tan peculia-res que nadie más es probadoexactamente como lo eres tú: a ti,entonces, te es enviada esta ex-hortación: “Vístete del Señor Je-sucristo”. Es absolutamente ciertoque, con tu singularidad personal

 y con tus circunstancias peculia-res, para ti no puede haber nadamejor que te vistas con este man-to más que regio. Tú, también,que vives en circunstancias ordi-narias, y que eres probado única-mente por tentaciones comunes,

tú has de “vestirte del Señor Jesu-cristo”; pues Él será convenientepara ti también. “¡Oh” –exclamauno- “pero el Señor Jesús no estu-

 vo nunca exactamente donde yoestoy!” Dices eso por falta de ma-

 yor conocimiento o por falta dereflexión. Él fue tentado en todosegún tu semejanza. Hay ciertasrelaciones que el Señor Jesús nopodría ocupar literalmente; pero,por otra parte, Él tomó su contra-

parte espiritual. Por ejemplo,Jesús no podía ser un espososegún la carne. ¿Acaso alguien re-

Revestidos de Cristo 8

clama cómo podría ser Él un ejem-plo para los esposos? ¡Prestenatención! “Maridos,  amad a vues-tras mujeres, así como Cristo amóa la iglesia, y se entregó a sí mis-mo por ella”. Él es tu modelo enuna relación que, naturalmente,Él nunca sostuvo, pero que, en

 verdad, ha cumplido con creces.Dondequiera que pudieras estar,encuentras que el Señor Jesús haocupado la contraparte de tu posi-ción, de lo contrario la posición especaminosa, y debe ser abandona-da. En cualquier lugar, en cual-quier hora, bajo cualesquiera cir-cunstancias, en cualquier asunto,puedes vestirte del Señor Jesucris-to, y no temer nunca que tu atavíosea inapropiado. Aquí tienes unatuendo de verano y de invierno, bueno en la prosperidad así comotambién en la adversidad. Aquí tie-nes un vestido para el aposentoprivado o para el foro público, pa-ra la enfermedad o para la salud,para el honor o para el vituperio,para la vida o para la muerte.“Vestíos del Señor Jesucristo”, ycon esta indumentaria de oro for- jado puedes entrar al palacio del

Rey, y estar entre los espíritus delos justos hechos perfectos. 

II. En segundo lugar, confian-do en el Espíritu Santo, inquira-mos: ¿CUÁL ES ESTE VESTI-DO COTIDIANO?  Hemos de

 vestirnos del Señor Jesucristo.¡Que el Espíritu de Dios nos ayu-de a hacerlo!

 Vemos cómo es descrito aquí elsagrado vestido con tres palabras.

Los sagrados títulos del Hijo deDios son desplegados en detalle:“Vestíos del Señor-Jesús-Cristo”.

 Vístete de Él como Señor. Lláma-lo tu amo y Señor, y harás bien.Has de ser Su siervo en todo. So-mete cada facultad, cada capaci-dad, cada talento y cada posesióna Su gobierno. Somete a Él todo loque tienes y todo lo que eres, ydeléitate en reconocer Su derecho

supremo y Su reclamo real sobreti. Sé un hombre de Cristo; sé Susiervo encadenado a Su serviciopara siempre, y encuentra allí vi-da y libertad. Que el dominio detu Señor cubra el reino de tu na-turaleza. Luego vístete de Jesús.Jesús quiere decir un Salvador: encada parte sé cubierto por Él enesa bendita capacidad. Tú, un pe-cador, escóndete en Jesús, tu Sal-

 vador, quien te salvará de tus pe-cados. Él es tu santificador, queecha fuera el pecado, y tu preser-

 vador, que evita que el pecado re-grese. Jesús es tu armadura con-tra el pecado. Tú vences por me-dio de Su sangre. Él es tu defensade toda arma del enemigo. Él estu escudo que te protege de todomal. Él te cubre íntegramente co-mo una armadura completa, detal manera que cuando las flechas

de la tentación vuelan como unalluvia de fuego, son apagadas so- bre la cota de malla y permanecesincólume en medio de un aguace-ro de muertes. Vístete de Jesús, y

 vístete de Cristo. Tú sabes queCristo significa: “ungido”. Ahora

 bien, nuestro Señor es ungido co-mo Profeta, Sacerdote y Rey, y co-mo tal nos vestimos de Él. ¡Quécosa tan espléndida es vestirse deCristo como el Profeta ungido, y

aceptar Su enseñanza como nues-tro credo! Yo lo creo. ¿Por qué?Porque Él lo dijo. Ese argumento

9 C. H. Spurgeon