Soy salvo! que debo hacer ahora Dr charles stanley

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INTRODUCCIÓN: Cuando usted fue salvo, ¿alguien le ayudó a saber cómo andar con Dios? ¿Esa persona le instó a leer la Biblia? ¿Le explicó el papel que desempeña el Espíritu Santo en su nueva vida? ¿Le instruyó cómo enfrentarse al pecado, confesar sus faltas, practicar una conducta agradable a Dios? ¿Le enseñó a orar? Lo más seguro es que nadie le haya explicado qué esperar después de la salvación ni cómo desempeñar sus responsabilidades como creyente. Lo cierto es que pocos creyentes reciben lecciones de discipulado o capacitación para vivir como hijos de Dios, pero hay verdades fundamentales que todo seguidor del Señor Jesucristo debe conocer y practicar. Es esencial entender y aplicar esos principios a fin de tener una vida cristiana efectiva y fructífera. DESARROLLO DEL SERMÓN: La confianza de los apóstoles Nuestro Señor Jesucristo es el Hijo de Dios y Señor de todo lo creado Jesús no es simplemente otro personaje histórico famoso, no solo un hombre justo que vivió hace siglos y murió en una cruz. Filipenses 2.6-7 dice: “El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”. Siendo Dios en la encarnación también fue hecho hombre. La Biblia dice: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”(Fil 2.9-11). Todo esto nos indica que no hay nombre más poderoso que el del Señor Jesús y que un día toda persona lo reconocerá como tal. Es importante notar que Él también es el Señor, nuestro Jefe. Es el soberano, el creador y en Él subsisten todas las cosas (Col 1.15-17). En nuestra cultura, la palabra “jefe” tiene una connotación negativa. Pero la autoridad y la dirección del Señor Jesús en nuestras vidas son siempre para nuestro máximo bien. La imagen que vemos en el Nuevo Testamento es la de un tierno Pastor que guía a su rebaño (Jn 10.1-16). Un buen pastor cuida su rebaño del peligro, y conduce a sus ovejas a lugares de alimentación y descanso. Cristo, como nuestro Buen Pastor, nos conduce y sostiene con amor. Debido a todo eso, tiene derecho indiscutible para dirigir cada una de nuestras acciones, pensamientos y actitudes. Si estamos dispuestos a sujetarnos al señorío de Cristo, nuestras vidas tendrán un impacto incalculable en nuestros conocidos y un significado especial en el Reino de Dios; pero si deliberadamente lo rechazamos, estaremos en rebeldía abierta en contra de Él. Nuestra responsabilidad es demostrar lo que es la vida de Cristo Otra importante verdad que el nuevo creyente necesita conocer, es que tenemos un papel que desempeñar en esta nueva vida. “Ocupaos PASAJE CLAVE: Filipenses 2.5-13 | LECTURAS DE APOYO: Salmo 23.39 | Juan 16.13 | Romanos 8.29 Gálatas 5.1 | Efesios 2.8-9 | Filipenses 1.1; 2.12, 13 | Colosenses 1.15-17, 23 PRINCIPIOS DE VIDA NOTAS DEL SERMÓN | SLP110206 Ya soy salvo, ¿qué debo hacer ahora?

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INTRODUCCIÓN:

Cuando usted fue salvo, ¿alguien le ayudó a saber cómo andar con Dios?

¿Esa persona le instó a leer la Biblia? ¿Le explicó el papel que desempeña el Espíritu Santo en su nueva vida? ¿Le instruyó cómo enfrentarse al pecado, confesar sus faltas, practicar una conducta agradable a Dios? ¿Le enseñó a orar? Lo más seguro es que nadie le haya explicado qué esperar después de la salvación ni cómo desempeñar sus responsabilidades como creyente.

Lo cierto es que pocos creyentes reciben lecciones de discipulado o capacitación para vivir como hijos de Dios, pero hay verdades fundamentales que todo seguidor del Señor Jesucristo debe conocer y practicar. Es esencial entender y aplicar esos principios a fin de tener una vida cristiana efectiva y fructífera.

DESARROLLO DEL SERMÓN:

La confianza de los apóstoles Nuestro Señor Jesucristo es el Hijo de Dios y Señor de todo lo creadoJesús no es simplemente otro personaje histórico famoso, no solo un hombre justo que vivió hace siglos y murió en una cruz. Filipenses 2.6-7 dice: “El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”. Siendo Dios en la encarnación también fue hecho hombre. La Biblia dice: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que

es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”(Fil 2.9-11). Todo esto nos indica que no hay nombre más poderoso que el del Señor Jesús y que un día toda persona lo reconocerá como tal.

Es importante notar que Él también es el Señor, nuestro Jefe. Es el soberano, el creador y en Él subsisten todas las cosas (Col 1.15-17). En nuestra cultura, la palabra “jefe” tiene una connotación negativa. Pero la autoridad y la dirección del Señor Jesús en nuestras vidas son siempre para nuestro máximo bien. La imagen que vemos en el Nuevo Testamento es la de un tierno Pastor que guía a su rebaño (Jn 10.1-16). Un buen pastor cuida su rebaño del peligro, y conduce a sus ovejas a lugares de alimentación y descanso. Cristo, como nuestro Buen Pastor, nos conduce y sostiene con amor.

Debido a todo eso, tiene derecho indiscutible para dirigir cada una de nuestras acciones, pensamientos y actitudes. Si estamos dispuestos a sujetarnos al señorío de Cristo, nuestras vidas tendrán un impacto incalculable en nuestros conocidos y un significado especial en el Reino de Dios; pero si deliberadamente lo rechazamos, estaremos en rebeldía abierta en contra de Él.

Nuestra responsabilidad es demostrar lo que es la vida de Cristo

Otra importante verdad que el nuevo creyente necesita conocer, es que tenemos un papel que desempeñar en esta nueva vida. “Ocupaos

PASAJE CLAVE: Filipenses 2.5-13 | LECTURAS DE APOYO: Salmo 23.39 | Juan 16.13 | Romanos 8.29

Gálatas 5.1 | Efesios 2.8-9 | Filipenses 1.1; 2.12, 13 | Colosenses 1.15-17, 23

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en vuestra salvación”, dice Filipenses 2.12. Muchas veces, este versículo es interpretado erróneamente por aquellos que piensan que tenemos que ganar nuestra entrada al cielo viviendo una vida buena. Pero notemos que este versículo no dice “gánense su salvación”. Pablo se estaba dirigiendo a hombres y mujeres que ya eran salvos (véase Fil 1.1).

De acuerdo con la Palabra de Dios, la salvación no se basa en nuestras buenas obras, sino en la muerte expiatoria de Jesucristo en la cruz, y se da generosamente a quienes deciden recibirla. Efesios 2.8, 9 dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.

Por consiguiente, debemos tomar nuestra salvación con la debida seriedad, “con temor y temblor”. Esto implica no que tengamos miedo sino que con toda diligencia vigilemos nuestra conducta y nos propongamos “crecer en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 P 3.18) perseverando en la oración y en la lectura de su Palabra.

Poseemos un recurso poderoso

Vivir la vida cristiana no depende de nosotros, pues el pasaje declara que: “Dios es el que en nosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil 2.13). O sea, que nuestro Padre jamás nos ordena que hagamos algo para lo que Él no nos capacite, sino que debido a que poseemos la vida de Cristo gracias a la presencia del Espíritu Santo que nos guía “a toda la verdad” (Jn 16.13), podemos obedecerle.

Su presencia nos deja sin excusa alguna para desobedecerle. Por el contrario, produce en nosotros el deseo de cumplir con lo que Él nos ha ordenado y nos habilita para vivir en estos tiempos sometidos a sus preceptos y de esa manera permanecer “fundados y firmes en la fe, y sin movernos de la esperanza del evangelio” que hemos oído (Col 1.23).

La meta primordial de Dios para nosotros es que seamos semejantes a Jesucristo

El plan de nuestro Padre celestial es que seamos conformados a la imagen de Cristo (Ro 8.29), o sea que quiere hacernos semejantes a nuestro Salvador. Al seguir los pasos de Cristo y someter-nos al Espíritu Santo a fin de que nos faculte para demostrar la vida de Cristo, nosotros llegamos a ser semejantes a Él. Durante todo ese proceso Dios se agrada de nosotros y entonces podemos tener plena confianza que cuando Cristo llegue a ser el único Jefe de nuestra vida, Él nos permita disfrutar de la plenitud de la libertad con la que Cristo nos hizo libres (Gá 5.1). Nuestro Salvador nos guía y seguirá guiándonos “por sendas de justicia, por amor de su nombre” (Sal 23.3).

CONCLUSIÓN:

Dios nos ha entregado esta preciosa promesa en su Palabra: “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena volun-tad” (Fil 2.13). Usted y yo jamás nos veremos imposibilitados para cumplir sus planes para cada uno de nosotros; siempre estará junto a nosotros fortaleciéndonos, capacitándonos y alentándonos a fin de que podamos ejecutar las labores que nos ha asignado.

Ruego a Dios que usted esté dispuesto a que el Señor, gracias al poder del Espíritu Santo, le conceda las fuerzas necesarias y le habilite para que su vida sea agradable delante de Él para que usted represente dignamente la vida de Cristo en el ambiente en el que se mueve. Amigo mío, esa es la vida a su máxima expresión.

Ya soy salvo, ¿que debo hacer ahora?

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