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Introducción El propósito de este trabajo es entender cómo el individuo, su entorno familiar y de grupo, tiende sobre todo en momentos de decrepitud, enfermedad o necesidad, a buscar soluciones que le cubran o le satisfagan las situaciones mÆs lamentables y apremiantes. Estas soluciones no siempre implicaron dile- mas Øticos, pero en la actualidad ocurre lo contrario debido a nuestra visión altamente individualista de la vida. Este punto se des- 63 INVENIO Diciembre 2001 SOLUCIONES HISTÓRICAS AL PROBLEMA DE LA SEGURIDAD SOCIAL Y SUS CONFLICTOS ÉTICOS ACTUALES (VISTOS DESDE UNA PERSPECTIVA ECONÓMICA) Jorge E. Bellina Yrigoyen* RESUMEN: El trabajo aborda el problema de la solidaridad social a travØs de la historia. Expone cómo distintas culturas de Occidente buscaron soluciones para atender situaciones apremiantes de enfermedad, decrepitud, orfandad, viudez. Empezando por la Antigüedad, donde se suponía que nuestra suerte dependía de fuerzas ajenas a la voluntad del hombre, la de los dioses mitológicos, pasando por la tradición Judeo-Cristiana, plasmadas en el pueblo hebreo y en el Medioevo, en la que el espíritu comunitario y la idea de una responsabilidad ante Dios dieron como fruto un sistema de solidaridad social avanzado, con una alta dosis de responsabi- lidad personal ante la suerte del prójimo. Hasta llegar al presente, donde una visión altamente individualista, carente de religiosidad, coloca al hombre ante una serie de conflictos Øticos, que son analizados desde una perspectiva económica. Concluye con una perspectiva en la que el hombre actual ya no se siente responsable de la suerte de los demÆs, debido a que la colectivi- zación de los fenómenos sociales, en particular la seguridad social, lo ha llevado a pensar que lo que le acontece a los demÆs ya no depende de sí sino de fuerzas sobre las que no tiene nin- gœn control (las fuerzas del mercado). ABSTRACT: Historical solutions to the social security problem and its current ethical con- flicts (as viewed from an economic perspective). This paper focuses on social solidarity in History. It shows how Western cultures have suc- ceeded in finding solutions for pressing problems such as: diseases, aging, death of parents or spouses. Back in Ancient times, our fate seemed to be doomed to forces beyond man’s control or will, the realm of the mythical gods, across the Jewish-Christian tradition, as realized among the Jewish people and in the Middle Ages. It was precisely at this time that the community spi- rit and the notion of responsibility towards God gave rise to a developed social solidarity system, with a high level of individual commitment towards whatever life has in store for other people. This eventually leads to the present. It is a highly individualistic period, totally devoid of religious spirit. Thus, man is now doomed to face a number of ethical conflicts to be analy- zed from an economic standpoint.. To conclude, the author resorts to a perspective whereby, at present, man no longer feels responsible for the fate of others. Owing to the collectivization of social phenomena and particularly, social security,, the individual has turned to think that wha- tever happens to other people is well beyond his/her control. It all falls within the realm of mar- ket forces. * Jorge E. Bellina Irigoyen es Licenciado en Economía, graduado de la Universidad Nacional de Rosario. Se desempeæa como director de la Carrera de Licenciatura en Economía en la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano.

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Introducción

El propósito de este trabajo es entendercómo el individuo, su entorno familiar y degrupo, tiende sobre todo en momentos dedecrepitud, enfermedad o necesidad, a buscar

soluciones que le cubran o le satisfagan lassituaciones más lamentables y apremiantes.Estas soluciones no siempre implicaron dile-mas éticos, pero en la actualidad ocurre locontrario debido a nuestra visión altamenteindividualista de la vida. Este punto se des-

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SOLUCIONES HISTÓRICASAL PROBLEMA DE LA SEGURIDAD SOCIAL

Y SUS CONFLICTOS ÉTICOS ACTUALES (VISTOS DESDE UNA PERSPECTIVA ECONÓMICA)

Jorge E. Bellina Yrigoyen*

RESUMEN: El trabajo aborda el problema de la solidaridad social a través de la historia.Expone cómo distintas culturas de Occidente buscaron soluciones para atender situacionesapremiantes de enfermedad, decrepitud, orfandad, viudez. Empezando por la Antigüedad,donde se suponía que nuestra suerte dependía de fuerzas ajenas a la voluntad del hombre, la delos dioses mitológicos, pasando por la tradición Judeo-Cristiana, plasmadas en el pueblo hebreoy en el Medioevo, en la que el espíritu comunitario y la idea de una responsabilidad ante Diosdieron como fruto un sistema de solidaridad social avanzado, con una alta dosis de responsabi-lidad personal ante la suerte del prójimo. Hasta llegar al presente, donde una visión altamenteindividualista, carente de religiosidad, coloca al hombre ante una serie de conflictos éticos, queson analizados desde una perspectiva económica. Concluye con una perspectiva en la que elhombre actual ya no se siente responsable de la suerte de los demás, debido a que la colectivi-zación de los fenómenos sociales, en particular la seguridad social, lo ha llevado a pensar quelo que le acontece a los demás ya no depende de sí sino de fuerzas sobre las que no tiene nin-gún control (las fuerzas del mercado).

ABSTRACT: Historical solutions to the social security problem and its current ethical con-flicts (as viewed from an economic perspective).

This paper focuses on social solidarity in History. It shows how Western cultures have suc-ceeded in finding solutions for pressing problems such as: diseases, aging, death of parents orspouses. Back in Ancient times, our fate seemed to be doomed to forces beyond man's controlor will, the realm of the mythical gods, across the Jewish-Christian tradition, as realized amongthe Jewish people and in the Middle Ages. It was precisely at this time that the community spi-rit and the notion of responsibility towards God gave rise to a developed social solidaritysystem, with a high level of individual commitment towards whatever life has in store for otherpeople. This eventually leads to the present. It is a highly individualistic period, totally devoidof religious spirit. Thus, man is now doomed to face a number of ethical conflicts to be analy-zed from an economic standpoint.. To conclude, the author resorts to a perspective whereby, atpresent, man no longer feels responsible for the fate of others. Owing to the collectivization ofsocial phenomena and particularly, social security,, the individual has turned to think that wha-tever happens to other people is well beyond his/her control. It all falls within the realm of mar-ket forces.

* Jorge E. Bellina Irigoyen es Licenciado en Economía, graduado de la Universidad Nacional de Rosario. Se desempeñacomo director de la Carrera de Licenciatura en Economía en la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano.

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arrolla en la segunda parte con especial con-sideración al problema del retiro o jubilación.

En la primera parte, para poder estudiarel comportamiento humano vinculado a laseguridad social creímos interesante observarlo acontecido en períodos anteriores, puescomo dijo el historiador Marc Bloch: �Laincapacidad de comprender el presente nacefatalmente de la ignorancia del pasado� . Ennuestro caso arriesgamos un breve repasohistórico de la previsión social en el mundo,sabiendo que por la brevedad pecaremos enlas generalizaciones de tiempo y lugar.

PARTE 1SOLUCIONES HISTÓRICAS A LASEGURIDAD SOCIAL

1.1 Antiguas civilizaciones

En épocas muy primitivas el jefe de latribu o del pueblo y sus colaboradores con-quistaban su poder, prestigio y su derecho aser atendidos en su ancianidad y enfermedad,no por el trabajo útil o servil, sino por susconquistas, actos de agresión y riquezas obte-nidas en guerras o disputas con pueblos o tri-bus rivales.

Posteriormente en civilizaciones talescomo la egipcia, griega, mesopotámica, etc.,si bien no encontramos técnicas de previsión,ni de asistencia social y humanitaria a susciudadanos (y si la había era muy limitada),al menos los ancianos ocupaban lugar impor-tante en la organización social. En efecto:�En la mayoría de las civilizaciones la auto-ridad la han investido los que en razón de suedad o experiencia se tenían como los queestaban mejor capacitados para gobernar. Porlo que no ha de sorprender que los dirigentesen muchas comunidades antiguas hayanostentado un título derivado de una raíz quesignifica �edad madura o ancianidad�. Así

el hebreo �anciano� (zâqên) es equivalenteal gerontes homérico, al senatus romano2.

En Egipto la asistencia social estaba limi-tada a los servidores de los señoríos eclesiás-ticos cuyos sacerdotes tenían que atender lasnecesidades más apremiantes únicamentequienes hubieran sido sus propios esclavos otrabajadores. Esto fue así debido a que losalmacenes de los dioses (administrado porlos sacerdotes) estaban repletos, mientras quelos pobres que servían al Estado se morían dehambre. En el caso de los labradores aquellosque dejaban de cultivar su campo podían sercastigados. A estos no se les daba ningunaprotección, ni se les amparaba en caso deenfermedad o necesidad. Lo mismo le ocu-rría a su familia.

En la Mesopotamia, en el Código deHammurabi, encontramos exigencias a losintegrantes de los gremios de una responsa-bilidad profesional, no sólo en los aspectosrelacionados con la profesión y el aprendiza-je, sino en aquellos que tenían que ver con lavida cotidiana y los diferentes acontecimien-tos de la misma, tales como la enfermedad,los nacimientos, los fallecimientos, etc.

En Grecia los gremios o diversos oficiostendían a concentrarse en barrios determina-dos de la ciudad, los artesanos eran vecinos ya la vez rivales, podían ser competidores peroen momentos de mucho trabajo, de penuria,de enfermedad, etc., la proximidad entreellos los convertía en camaradas. Muchosoficios se organizaban no tanto sobre baseseconómicas, si no más bien con finalidadesde tipo social o religioso y cada oficio practi-caba sus especiales ritos, ayudas o misterios.El Estado veía con buenos ojos este tipo deorganizaciones pero no asumía ningún com-promiso de ayuda a los necesitados, exceptocon algunos huérfanos: �Los hijos de ciuda-danos que murieron en guerra eran manteni-dos con el presupuesto público durante su

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minoría de edad�3. Los Estados griegos ni enla paz ni en la guerra tuvieron un sistema fis-cal que les permitiese atender las necesidadeshumanas y sociales más primitivas solicita-das por sus ciudadanos, y esto debido a quese comportaban aproximadamente igual queel muchacho que va a la escuela, el cual con-sidera como caído del cielo todo el dineroque recibe y por lo tanto lo gasta alegremen-te y sin pensar en el mañana. Es notable elcaso del �dinero de las fiestas�, que era un�fondo público� destinado a subvencionar alos ciudadanos pobres pero únicamente conel fin de que asistieran a las fiestas públicas oespectáculos4.

En el caso de Alejandría fue diferente; enla plenitud de su prosperidad el control delEstado se extendía tanto a las operacionescomerciales como a la cobertura de las nece-sidades más apremiantes (enfermedad, ancia-nidad, etc.). Junto a magníficas bibliotecas sepodían contemplar los hospitales o casas desalud construidas para dar amparo y asisten-cia al necesitado. Pero es sobre todo entre loshebreos donde encontramos una solidaridadcorporativa, derivada del pacto que Dios for-malizó con Israel por intermedio de Moisés.El efecto de este pacto no era solo unir alindividuo a Dios, sino también el de reunir atodos los miembros del pacto en una solacomunidad. Al punto que cuando un hombretransgredía uno de los mandamientos deDios, toda la comunidad quedaba comprome-tida con su pecado y cuando alguien pasabapor momentos difíciles, todos sentían la obli-gación de acudir en su ayuda. En este puebloexistía una ética social de solidaridad corpo-rativa, que conducía inmediatamente a la pre-ocupación por el prójimo, era así que losmiembros más débiles de la sociedad (viu-das, huérfanos, extranjeros, etc.) estabanespecialmente protegidos5.

1.2 Roma

En el caso de la primitiva Roma podría-mos decir que �el culto era su previsiónsocial�. Su religión era un esfuerzo paraponer los poderes sobrenaturales al serviciode la fertilidad de las plantas, animales y per-sonas, así como para la obtención de unarecolección abundante y para prevenir posi-bles enfermedades y accidentes tanto de losanimales como de las personas. Era un cultoagrícola sencillo y práctico, se pedía para queno se produjeran catástrofes y para que tantolas propiedades mobiliarias como las cose-chas fueran respetados por los fenómenosnaturales.

Estos cultos no pudieron lograr nada paraevitar las consecuencias de su organizaciónmilitar y agraria, que paulatinamente condu-jeron al crecimiento de una clase campesinasin tierra y el aumento del número de ciuda-danos pobres, quienes emigraban a Roma,convirtiéndose muchas veces en esclavos(dejando de ser personas, puesto que ya nopodían ser propietarios ni casarse, ni poseerderechos excepto los que le garantizaba suamo).

El número de plebeyos en la miseria, sinningún derecho ni ayuda social creció enor-memente. Poco a poco fue desapareciendo elequilibrio de la composición social entre loselementos rurales, que antes fueron trabaja-dores productivos y partidarios de la igual-dad, y el proletariado urbano que cada vez sefue acostumbrando más a depender del auxi-lio del Estado para su alimentación y diver-sión (pan y circo), y para su ayuda en caso deenfermedad o necesidad social.

Durante siglos, Roma se esforzó e inten-tó ofrecer un sistema previsional y estado debienestar acorde con su economía precapita-lista, pero el carácter patriarcal del Imperio yla moral de su población no lo permitieron.

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Muchos autores6 suelen señalar entre las cau-sas de la decadencia de la sociedad romanaaquellas que tenían relación con las debilida-des administrativas y la ineficacia de lasfinanzas imperiales, sobre todo el inmensoderroche y el fraude de los caudales públicosy el gasto originado por la distribución gra-tuita de trigo a las masas de plebeyos, quetenían que ser atendidas para poder subsistir.

La situación en algunos casos, sobretodo, a partir de Diocleciano, llegó a ser tanlamentable que ni las ayudas estatales, ni losapoyos sociales permitían mantener las situa-ciones de pobreza y marginación. Las conti-nuas guerras, los motines políticos, las luchasentre las facciones rompieron los primerosvestigios de ayuda social entre la poblaciónromana y la calidad de vida de los ciudada-nos del Imperio declinó.

Las epidemias de peste y malaria hicieronestragos en gran parte de la población deItalia, no pudiendo ser combatidas con lostratamientos y las técnicas sanitarias existen-tes. Todo ello generó una marcada reducciónde los nacimientos y una exigencia cada vezmayor de alimentos, así como de una estruc-tura hospitalaria y sanitaria que el Estado nopodía cubrir debido a la situación de deca-dencia económica.

1.3 El Cristianismo

En la Roma del siglo I, convertida ya enuna alborotada aglomeración urbana, dondela industria y el comercio habían asumidouna importancia hasta entonces desconocida,existía una importante población sumergidaen la miseria. Fue en este medio propiciodonde aparece el cristianismo como uno delos primeros precedentes de una previsiónsocial rudimentaria y popular. Tanto en eltercer evangelio (de Lucas) como en el Librode los Hechos de los Apóstoles encontramos

valiosa información sobre la vida de las pri-mitivas comunidades cristianas, su vida encomunión de bienes, la puesta en común y alservicio de los demás tanto de sus personascomo de sus riquezas, atendiendo a sus com-pañeros en la enfermedad, calamidad y muer-te.

El espíritu que movía a estas comunida-des se basaba en una fe auténtica y profunda:�Y de hacer bien y de la ayuda mutua no osolvidéis; porque de tales sacrificios se agra-da Dios� (Hech. 13:16). La colaboraciónentre los primeros cristianos no era única-mente humanitaria y voluntaria sino quetenía un sentimiento mucho más profundo eintegrador, constituían verdaderas agrupacio-nes en las que vivían unidos y tenían todo encomún: �Y todos los que creían se reunían ytenían todo en común� (Hech 2:44). Tanto laenseñanza como la comida, oración y demásactos de su vida eran comunitarios. Con elobjeto de poder sufragar los gastos y poderatender las necesidades propias y del restodel grupo, vendían sus posesiones y sus bien-es y los ponían al servicio del colectivo�como tenía un campo, lo vendió, trajo eldinero y lo puso a los pies de los apóstoles�(Hech 4:37). Con el precio obtenido, realiza-ban las aportaciones o contribuciones paraatender las necesidades generales y particula-res, y la administración y las decisiones lastomaban entre todos. Repartían los alimentosy el pan por todas las casas y sobre todo enlas de los más necesitados: �Vendían susposesiones y bienes y los repartían a todos, acada uno según tenía necesidad� (Hech2:45). Actuaban con un sentido de entrega yalegría, y gozaban de la simpatía de todo elpueblo. Cuidaban y ayudaban a los enfermos,a las viudas y huérfanos, acompañaban yenterraban a los muertos.

Tal vez la diferencia más importante conlos modelos actuales de previsión social

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voluntaria se puede encontrar en que el espí-ritu de fe y la creencia en un Dios les movíaa actuar de una forma desinteresada y total-mente desprendida, valiendo más la solidari-dad y el prójimo que uno mismo y su propiafamilia: �Él le respondió diciendo: Amarásal señor tu Dios con todo tu corazón , contoda tu alma, con todas tus fuerzas y contoda tu mente: y a tu prójimo como a timismo� (Luc. 10:27). Estas eran sus costum-bres, la moral y la ética de los primeros cris-tianos.

1.4 El feudalismo

Cuando el poder administrativo y políticodel Imperio Romano se deshizo, la clasemedia quedó en la indigencia, carente de pro-tección y sin recursos por soportar la mayorparte de las cargas tributarias. Todo ello trajocomo consecuencia la aparición de una clasealta o aristocracia con exigencia de mando ydeseos de mayor poder, y una gran masa dehombres libres semiserviles sin ninguna pro-tección, ni recursos, ni seguridad económica,que cedían fácilmente su libertad a cambiode protección para él y su familia. Para pagarla protección o cobertura que otorgaba elseñor feudal frente al robo, invasión, calami-dad o situación de desgracia a sus siervos,éstos tenían que trabajar para él y le ayuda-ban en sus expediciones de saqueo y de gue-rra. Fue esta necesidad, la de una nuevaforma de protección o previsión, experimen-tada por las clases inferiores la que proveyóa los señores una justificación de su autori-dad. El feudalismo sirvió para proteger aaquellos marginados que veían que sus gre-mios, o grupos ligados por el parentesco,habían dejado de existir, o eran ineficacespara cubrir las mínimas exigencias de super-vivencia y salud. Es decir durante el feuda-lismo fue necesaria la existencia de un perso-

naje poderoso para acudir a él y solicitarleprotección y seguridad.

Con el paso del tiempo la naturaleza deestas relaciones fueron cambiando y, sobre elfinal de la Edad Media, la realidad de la rela-ción entre señores y campesinos fue que lamayoría de las veces los señores explotabana los campesinos y el grado de protección ydefensa era una verdadera fantasía, quedandolas familias y los trabajadores agrarios en unasituación de total indefensión ante calamida-des naturales, o saqueos de sus vecinos feu-dales y enemigos, estando por completo amerced del señor. Por este motivo se hicieronfrecuentes las revueltas de campesinos, can-sados de soportar las condiciones precariasde trabajo y de protección que sus señores lesofrecían. Junto a esta fuente de tensiones yviolencias, los efectos de la gran hambrunade 1315 y la peste negra a partir de 1347 (queacabaron casi con la mitad de la poblacióndel continente), determinaron que faltaramano de obra para trabajar en los campos yque se incrementara la cantidad de tierraslibres disponibles para ser labradas por loscampesinos, tanto para sí mismos y sus fami-liares como para los señores feudales.

Los señores ya no podían atender a susprotegidos en las necesidades más apremian-tes causadas por la peste, el hambre y otrostipos de calamidades. Gran número de cam-pesinos y siervos aprovecharon la situacióncreada por estas desgracias para abandonarlas tierras, y a los señores, huyendo a las ciu-dades para unirse a los trabajadores libres.

En este largo período que dura la edadmedia, de casi mil años, se destacaron dosinstituciones en su rol con respecto a la segu-ridad social: la Iglesia Católica y el sistemamanorial.

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1.4.1 La función social de la Iglesia en elMedioevo

Fue en los monasterios medievales, en lamedida que estos se convertían en centrosagrícolas, industriales y comerciales, dondepoco a poco los monjes comenzaron a com-patibilizar el rezo con el trabajo, convirtién-dose en los mayores propagadores e investi-gadores de las técnicas agrícolas heredadasde los romanos. Los monjes conservaron losmétodos agrícolas romanos y profundizaronsu desarrollo, obteniendo rendimientos yproductividades hasta entonces desconoci-das. Por otro lado, al estar sus propiedadesmás libres de devastaciones y guerras (ya quehabía cierto respeto por los campos de laIglesia), pronto el exceso de trabajo y el flo-recimiento religioso, movieron a muchossiervos y trabajadores asalariados a pedir serocupados en las cada vez mayores extensio-nes eclesiales.

Esta organización de colaboración hizoque, paulatinamente, el trabajo del campofuera recayendo en el siervo o trabajador,dedicándose los monjes nuevamente al ociomonástico o a otros trabajos tales como laenseñanza, copia de manuscritos, laboressociales y sobre todo actividades altruistas;es así como concibieron un avanzado sistemade previsión social desarrollando una culturafilosófica de la protección y caridad.

Las actividades agrícolas, industriales ycomerciales de los monjes les obligaron acomplementar sus tareas con acciones socia-les. La iglesia medieval construyó albergues,hospitales, casas de infancia, etc. Llegó así aadoptar como responsabilidad suya la protec-ción y ayuda social tanto en la enfermedadcomo en la ancianidad, primero con respectoa los trabajadores asalariados y más tardepara con sus feligreses y creyentes, así comocon los viajeros o personas que se desplaza-ban de un lugar a otro.

La Iglesia como institución, los monaste-rios y monjes, predicaban como práctica deactuación que la propiedad debía ser admi-nistrada en función de los intereses de lacomunidad y no en favor de uno solo, de talforma que la posesión y utilización de losbienes materiales debiera hacerse colectiva-mente entre los miembros de la sociedadeclesial, atendiendo al más necesitado y almenesteroso. Santo Tomas en la SummaTeológica afirmaba, en cuanto al uso de lasposesiones, que el propietario debía permitira los demás que las compartieran con él, yque este deber podía cumplirse realizandoactos de caridad, liberalidad y munificencia.Esta caridad no necesitaba llegar hasta elextremo de poner en peligro la posiciónsocial del donante o de su familia. Inclusollegó a afirmar que las leyes humanas queda-ban derogadas en los casos de evidente yurgente necesidad, en cuyos momentos laapropiación dejaba de ser un hurto.

En época de guerras y enfrentamientoslos monasterios cuidaban a los niños, muje-res y ancianos, alimentándoles y preserván-doles de toda enfermedad o calamidad. Unavez concluidos los enfrentamientos, curabany sanaban a los heridos, daban cobijo a losinválidos e incapacitados y sufragaban losgastos en vida de las viudas y los huérfanos.En cuanto al albergue de los mendigos, losconvertían en socios, pero con la exigenciade trabajo, responsabilidad y práctica religio-sa.

Los siervos que realizaban actividadesindustriales en los monasterios, percibíanayudas complementarias en la enfermedad,en la alimentación, en la educación, etc. y porser su trabajo un tanto altruista y espiritual, elcosto de producción era muy competitivo.Parte de los recursos obtenidos por losmonasterios se dedicaban a la financiaciónde estas actividades sociales de protección de

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sus fieles y seguidores, y el resto para aliviarlas desgracias de las localidades y pueblosque convivían con los monasterios. La men-dicidad terminaba su camino a las puertas delmonasterio o en los albergues u hospitales ,George Duby comenta al respecto: �En lapuerta del monasterio de Saint-Riquier, cua-trocientos pobres recibían comida. Es seguroque en esa época se practicaban más la cari-dad y los obsequios que el comercio�9.

Los ingresos o contribuciones de losmonasterios, utilizados para llevar a cabotanto las actividades industriales como lassociales, procedían de varias fuentes: rentasde donaciones (en la época de las Cruzadasse desencadenó una verdadera ola de dona-ciones a la Iglesia), propiedades y otrosrecursos que no podían ser vendidos por ella,quedando perpetuamente en sus manos sinpagar derechos hereditarios o impuestossobre ellos. También estaban los diezmos (undécimo de las rentas de aquellas personasobligadas por su cuantía a tributar), los cen-sos anuales (dinero que los censuales deposi-taban una vez al año en la festividad de susanto patrón), las indulgencias, cobros porlas celebraciones sacramentales, matrimo-nios, confirmaciones, defunciones, etc. En laépoca de mayor esplendor, a mediados delsiglo XIII, los ingresos de la Santa Sede eranmuy superiores a la de todos los soberanos deEuropa.

Sobre el final de la Edad Media (sigloXIV), la iglesia dejó de estar a la altura quelas circunstancias exigían. Los obispos y aba-tes eran tan ricos que los reyes codiciaban susriquezas. A este respecto puede recordarsecómo �El rey de Inglaterra tomó todos losbienes que quiso de la Iglesia y el rey deFrancia se negó a permitir que enviaran dine-ro de su país a Roma�, y cómo este conflictoterminó con el secuestro del Papa BonifacioVIII en la ciudad de Avignon, convertida

durante setenta años en sede del papado(1305-1377).

El exilio aumentó la avaricia de la igle-

sia porque era más difícil conseguir dinero.

Muy poco se podía obtener de las tierras que

poseía la Iglesia en Italia, que durante la

ausencia de los papas sufrieron las incursio-

nes de los gobernantes limítrofes. El Papa de

Avignon- Juan XXII- empleó todos los

medios habidos y por haber para recaudar

fondos. ...por la otorgación de licencias tan

particulares como esta: la facultad de divi-

dir un cadáver y sepultarlo en dos tum-

bas...la venta de indulgencias, que eran per-

misos que el papa concedía para disminuir

el tiempo que cierta persona fallecida debía

pasar en el purgatorio... Cuando los francis-

canos, unidos en matrimonio con la Señora

Pobreza, clamaron contra el papa Juan XXII

y le llamaron herético, éste se inflamó en

cólera y entregó a alguno de aquellos a la

Inquisición para que fuesen quemados... Los

Pecados del lujo y orgullo se introdujeron

después del regreso del papa a Roma.

Entonces los hombres de la iglesia se volvie-

ron muy elegantes y gastaron algo - no hay

porqué negarlo -, en la construcción de

algunas bellas iglesias, cuadros y libros,

pero mucho más en banquetes y juegos de

naipes, costoso vestuario y suntuosas proce-

siones. Los papas se hicieron tan poderosos

que debían ser llevados en riquísimas sillas

en hombros de guerreros10.

De este relajamiento no escaparon la dis-ciplina de los monasterios y, con ello, la obrade protección social.

Pirenne dice al respecto: �Desde que losmonjes, en el transcurso del S XIII, habíanperdido el fervor de los primeros tiempos ycon él su prestigio, se les pagaba el diezmocon repugnancia�11.

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1.4.2 El sistema manorial y la decadenciade su modelo de protección social

El manor era la comunidad rural campe-sina más ampliamente desarrollada en laEuropa medieval; fue un modelo para condu-cir la agricultura en una época en que la orga-nización que predominaba era la feudal. Erael organismo social de carácter privado mássencillo superior a la familia. Constituía elúnico lazo de unión entre los campesinos,dedicados a la obtención de los medios mate-riales de vida, y los señores o clases podero-sas que les suministraban gobierno y protec-ción, tanto en lo material como en lo espiri-tual. Para el campesino el manor era todo,tanto en su aspecto laboral, como en todo lorelacionado con su familia y futuro. El manorse ubicaba bajo las murallas del castillo delseñor, rodeado de una corriente de agua, quesuministraba la misma tanto al ganado comoa los habitantes y movía el molino.

Los prados comunes eran aprovechadosen común por todos los campesinos y les ase-guraban unos ingresos que permitían atendercorporativamente las necesidades de los máshumildes y de los que obtenían menoresingresos por su trabajo, permitiéndoles cubrirsus necesidades más primitivas en el camposocial y sanitario, casi una subsistencia físi-ca, social y asistencial. Por otro lado, estaexplotación común perseguía garantizar unaserie de provechos al señor los cuales en unacifra mínima repercutían en protección,defensa y ayuda a sus campesinos o villanos.

En teoría, los señores debían distribuiralimentos en épocas de hambre, construir yponer a disposición de sus campesinos loshornos, molinos, puentes, así como las casaso cabañas donde habitaban, mejorar las razasde ganado para ponerlas a disposición de sustrabajadores y contribuir al bienestar materialde los campesinos así como defenderles de

posibles ataques enemigos. La realidad deesta relación fue que, la mayoría de las veces,los señores explotaban a los campesinos y elgrado de protección y defensa era pura fanta-sía. Las familias y los trabajadores agrariosestaban en una situación de total indefensióny a merced del señor.

La dieta limitada junto a unas condicio-nes de vida poco higiénicas, así como la faltade medicinas y cuidados médicos, tanto pre-ventivos como curativos, contribuyeron amultiplicar el número de enfermedades y deepidemias. La duración de la vida era corta yel porcentaje de fallecimientos era grande, lamayoría de las veces la muerte del cabeza defamilia dejaba en total desprotección a susherederos, quedando éstos a merced de laayuda del resto de los miembros del manor alcual estaban unidos o adheridos.

Poco a poco el manor cayó en decaden-cia. Confluyeron varias causas: podríamoscitar que principalmente en Alemania,Francia e Inglaterra, se produjeron revueltasde los campesinos cansados de soportar lascondiciones precarias de trabajo y de protec-ción que sus señores les otorgaban, ante lascuales los señores respondieron aún conmayor violencia.

El factor religioso fue importante, tantoen Inglaterra como en Alemania. Predica-dores protestantes, hicieron comprender alcampesino su situación real, frente a un siste-ma que ellos creían que les daba todas lasgarantías (por parte de los señores y de laIglesia) y que no se daba en la mayoría de loscasos;

Por último los efectos la hambruna y dela peste negra en el siglo XIV, generaron unamortalidad importantísima, estimándose quela misma acabó casi con la mitad de la pobla-ción del continente, dejando tras de sí mise-ria, familias destrozadas y zonas casi despo-bladas.

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Los que se quedaron en el manor aprove-charon para exigir a sus señores jornales máselevados, pagos en dinero, mayor proteccióny seguridad. Los reclamos por parte de loscampesinos, tuvieron al principio una res-puesta adecuada por parte de los gobiernoscon las Proclamas Reales y los famososEstatutos de los Trabajadores, en los que alos campesinos se les obligaba a trabajar lastierras donde vivían, a los jornales pactados ysegún las demás condiciones sociales, huma-nas y de protección acordadas hasta esemomento. Esto duró poco y terminó siendoperjudicial ya que, al no cumplirse lo pacta-do en los Estatutos, se produjeron múltiplesrevueltas campesinas.

Este proceso, que fue largo y complejo,condujo a la desintegración del sistemamanorial y de la protección y ayuda socialque con él coexistía.

1.4.3 La aparición de los burgos y las guil-das de comerciantes y artesanos

Las fuerzas sociales y económicas deter-minaron entre los siglos XII y XIV la apari-ción de una nueva civilización denominadala civilización urbana, que es considerada pormuchos el elemento separador o diferencia-dor entre la Edad Media y la Edad Moderna.Con las ciudades y los burgos, hizo su apari-ción una nueva clase social: la burguesía.

Inicialmente los burgos se constituyeroncomo pequeñas comunidades industrialesbajo el control de señores laicos o eclesiásti-cos, en las que los comerciantes que habíanfundado una colonia fuera de las murallaspara protegerse y traficar con sus mercancías,estaban sujetos a las restricciones feudales.Para lograr una mayor libertad e independen-cia, los comerciantes, junto a los artesanos,formaron asociaciones voluntarias con el finde defenderse y promocionar sus intereses

económicos y sociales, así como conseguirun grado de colaboración y ayuda entre ellos.

Los burgos se fueron constituyendo enasociaciones para la defensa mutua que exi-gían a sus miembros fidelidad total, a travésde un juramento, y a cambio de ello lesgarantizaban derechos sociales, cierta inde-pendencia en su actividad laboral, procuran-do aumentar su capacidad productiva, enri-queciendo a la comunidad y procurando ofre-cer a los miembros unos servicios mínimos eimprescindibles en cuanto a asistencia sanita-ria y ayuda para la prevención de enfermeda-des.

Las ciudades medioevales dejaban mu-cho que desear desde el punto de vista sani-tario, las calles eran sucias y oscuras, llenasde desperdicios y suciedades, con desagüessuperficiales y la mayoría sin pavimentar.Ello generaba un verdadero caldo de cultivopara todo tipo de enfermedades y plagas.Además los incendios ocasionados por laforma de iluminación de las ciudades, la con-gestión, el gran número de casas de madera yla proximidad entre ellas incrementaban lamortalidad y el riesgo de pérdida de calidadde vida (invalideces).

En estas condiciones ambientales, lasituación de desprotección en que quedabanlos siniestrados tanto en su salud como en supatrimonio personal, generó un movimientosocial de búsqueda de nuevas formas deconstrucción (por ejemplo, al cambiar suscasas de madera por otras más sólidas demadera y piedra, calles más amplias, etc.),así como en el aspecto previsional con cober-turas y ayudas a los incapacitados o imposi-bilitados, y atención de las viudas y huérfa-nos de los afectados.

Paulatinamente, con la prosperidad de lasciudades y del comercio, fue desarrollándoseuna clase mercantil que fue asociándose enlas denominadas guildas y hansas, con el fin

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de defender sus reivindicaciones de caráctersocial, económico y político. En cada burgohabía una guilda mercantil, que tenía uncódigo de actuación comercial y unas normasde comportamiento bastante estrictas. Elmiembro de la guilda que tuviera que hacerfrente a cualquier desgracia de tipo social oeconómica era ayudado por la asociación.Los enfermos e imposibilitados eran visita-dos y atendidos, corriendo la guilda con losgastos de su manutención y cuidado. En casode muerte y viudez la agrupación mercantilsufragaba los gastos de entierro, y constituíafondos patrimoniales para atender a las viu-das y a los huérfanos, hasta la edad en la quepudieran ocupar la actividad de su padre.

El impulso del comercio hizo que estaactividad adquiriera una posición destacadaen el burgo y en su gobierno. Los burgos,entre los siglos XII y XIV, fueron dominadosy gobernados por las guildas en beneficio delos intereses de la clase mercantil.Posteriormente la nobleza y monarquía, vien-do el empuje y el auge tanto económicocomo social que las guildas estaban adqui-riendo en el contexto europeo, comenzaron alimitar su autonomía. Ello ocasionó quemuchas de las agrupaciones de comerciantesperdieran su poderío, convirtiéndose en agru-paciones sociales y/o religiosas, con finesmás que nada benéfico-sociales o caritativos.

Algo similar ocurrió con las guildas deartesanos, que se constituyeron cuando éstosse apartaron del control de los comerciantes.La agrupación de artesanos fue el tipo máscorriente de organización y regulación de laindustria europea en los siglos XIV y XV.Entre las funciones de carácter social de estasagrupaciones una de las fundamentales fue laregulación de las horas y condiciones de tra-bajo.

Entre sus miembros existía una gran rela-ción y comunicación; se ayudaban material-

mente en casos de enfermedad y necesidad.La guilda hacía que el enfermo fuera visita-do, suministrándole medicinas, provisiones ysi fuera necesario dinero. Los �maestros� quepor circunstancias económicas o familiaresfueran declarados en bancarrota, eran ayuda-dos, y si dejaban viuda o huérfanos se reali-zaban colectas o limosnas o se atendía lanecesidad con el patrimonio de la guilda.Cuando el poder económico y los recursosexistentes lo permitían, algunas guildas, encolaboración con otras, construían asilos paralos pobres de las ciudades donde residían, yatendían con limosnas y aportaciones a losgastos de las mismas. Del mismo modo lasguildas de artesanos crearon y sostuvieronescuelas para los hijos de sus asociados ofamiliares, para la fundación de hospitales,para la mejora de las viviendas, pavimenta-ción de las calles, plazas, traída de aguas ysistemas de desagüe.

Podemos decir que la importancia quetenían las actividades de carácter asistencialy de beneficencia, sobre todo con los másnecesitados en las agrupaciones de artesanos,se debe al espíritu eminentemente religiosoque dominaba esta época, puesto que a lolargo de toda la Edad Media la enseñanza dela religión dominaba tanto la teoría socialcomo el pensamiento económico, la religiónfue el coronamiento de todas las actividadeshumanas y sociales.

1.5. El Renacimiento y la Reforma

En las vísperas del siglo XV, se dieronimportantes cambios económicos, sociales ypolíticos, que tuvieron sus efectos en elmundo de las ideas. La Iglesia Católica deca-yó, perdió el monopolio de la ciencia y de lavida espiritual, y sus ideas estaban a contra-mano del desarrollo del comercio imperanteen esta época. La norma teológica de que

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todo provecho comercial , o especulaciónafortunada, era condenable y procedía delpecado de avaricia, ya no tenía adeptos, lomismo ocurría con su doctrina del preciojusto (que limitaba la ganancia al mínimonecesario para mantener al vendedor y sufamilia).

También se perdió el ideal ascético susti-tuyéndoselo con un ideal renacentista pura-mente humano, similar al de la Antigüedad.Con esto se perdió también el sustento éticode muchas instituciones caritativas. En efec-to, la ética de la Edad Media había visto laperfección en el renunciamiento, la vida laicale había parecido secundaria e inferior, suideal lo constituía el monje, y de ahí laexpansión de las fundaciones piadosas:monasterios y hospitales.

Este ascetismo, que constituyó la base delcristianismo medieval, era asimilado a unaconcepción pesimista de la vida, la cual noencajaba con las nuevas costumbres delRenacimiento. El renacimiento se libró deesta moral, o mas bien la perdió, pues eranalgunos pocos quienes buscaban la virtud ola gloria, la mayoría buscaba su interés per-sonal o simplemente seguía sus pasiones. Sehabían relajado los lazos conyugales, eranfrecuentes los crímenes, envenenamientos yperfidias. Sin embargo en medio de este des-orden surgió un nuevo sentimiento de liber-tad individual y de responsabilidad ante supropia conciencia tanto entre los humanistascomo en los protestantes.

En el plano de las ideas, los humanistas,concibieron la educación como el libre des-arrollo de la personalidad, oponiendo al asce-tismo de la Iglesia el �Haz lo que te plazca�trayendo consigo el individualismo intelec-tual y ético12. La idea de que el valor y la con-sideración son puramente personales y quepertenecen a cada hombre, no en virtud de surango, sino gracias a su verdadero mérito,

sustituyó la concepción social de la EdadMedia, donde el mundo aparece como unajerarquía de clases netamente distintas y cadauna con su función propia, sus deberes yderechos.

En adelante todo se sometió a discusión,incluso los problemas religiosos. La Reformasurgió con ímpetu, con una fe y necesidadprofunda de llegar a Dios. Los reformadorespusieron en tela de juicio la ortodoxia católi-ca, atacaron al Papa y a toda su organización.�Los protestantes heredaron la antigua tradi-ción lolarda del escepticismo sobre el mila-gro de la misa. Tyndale denunció al Papa pormago... Los sepulcros de los santos y estosmismos perdieron sus poderes mágicos y laadulación del populacho�13. Los protestantesafirmaban que la salvación del cristiano erapor fe y no por las obras, que todo cristianoes un sacerdote, que el clero no tiene ningúnderecho, etc.

Estas ideas no podían traer otra cosa queguerras y persecuciones, y al final una mayorpropagación del protestantismo. Al decir dePirenne: �La Iglesia, por no reformarse atiempo, veía cundir una iglesia rival. Hastaentonces había aplastado implacablemente laherejía; ahora se ve obligada a soportar supresencia. Y es que el poder secular, dejandode combatir a su favor, se ha pasado élmismo a la herejía�14.

Eran muchas las maneras en que la teo-

logía protestante apelaba al individualismo

...La abolición de la mediación de los santos

y de los sacerdotes colocaba a la conciencia

individual cara a cara con Dios... Los mon-

jes y las monjas ya no rogaban por la comu-

nidad: cada familia tenía sus propias plega-

rias... El protestantismo popularizó la idea

de que el individuo tenía una hoja de saldos

espirituales, de que sus pérdidas y ganancias

se registraban en un diario. Esto presupone

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una sociedad atómica de individuos que

luchan por su propia salvación, en vez de

una comunidad que trabaja por su propia

salvación del mismo modo que cultiva sus

campos: en común 15.

El magnífico impulso de caridad cristia-

na que suscitó (la Iglesia) en la Edad Media

ya no responde ni a las necesidades ni al

espíritu del tiempo...las innumerables funda-

ciones de caridad a que dio origen se limitan

a socorrer al pobre, a mantenerlo en su

situación sin intentar sacarle de ella. Tiene

su lugar señalado en el seno de la sociedad

y las almas más piadosas le profesan una

veneración que se explica por el espíritu

ascético de época. Pero a medida que ese

sentimiento disminuye, se disipa la aureola

de santidad que rodeaba al mendigo.

Empieza a considerárselo como un vaga-

bundo peligroso para el orden público...

hasta convertirlos en una verdadera plaga

social... se los empieza a perseguir implaca-

blemente con la esperanza de obligar al tra-

bajo por lo menos a los que son aptos... la

mendicidad sólo se la autoriza en relación

con los niños, los viejos y los inválido, y se

trata de desviar de ella a los demás por el

terror a los castigos corporales 16.

Con posterioridad se comprendió que eranecesario combatir el mal en sus causas, asíen Ypres (Bélgica) en 1525 concentraron losrecursos de todos los establecimientos carita-tivos de la ciudad y se enviaron a los niñosasistidos a talleres de aprendizaje, poniendo alos pobres en condiciones de ganarse la vida.En Holanda e Inglaterra (1551 y 1562) seestatuyeron reglas similares para el trabajode los pobres.

Pero la nueva sociedad, en materia delegislación social, se redujo a organizar labeneficencia y a obligar a los pobres al traba-jo, y a diferencia de lo que se hubiera hecho

en la Edad Media de reglamentar ese trabajo,lo abandonaron a la libertad, completamentea la merced de su patrón, denotando el carác-ter capitalista con el que se impregnaría en losucesivo el mundo económico: �La asocia-ción de trabajadores está prohibida. Por otraparte, los obreros viven miserablemente yson incultos para organizarse, y el poder, quese desentiende de ellos, protege por el con-trario al patrono...� 17.

Lo mismo ocurrió con los campesinosliberados y desligados de su tierra, en ade-lante los propietarios de las tierras pudierondisponer de ellos mediante simples contratosrevocables y de corta duración, por lo que�dependían enteramente de un jornal o de lacaridad�.

�En Inglaterra el trabajo asalariado y laLey de Pobres (Poor Law) nacen juntos y secomplementan mutuamente. Los duros casti-gos impuestos a los mendigos recalcitrantes apartir de la década de 1530 tenían por finali-dad obligar a los vagos a trabajar� 18. Se diceque el origen de las Leyes de Pobres fuepuramente una cuestión de ordenanza poli-cial, y el deseo de socorrer a los afligidossimplemente una consecuencia inevitableimpuesta por la necesidad, no por un dictadofilantrópico:

Asegurando una subsistencia mínima

para los ancianos y enfermos, la beneficen-

cia evitaba el hambre y las revueltas en tiem-

po de penuria; además, ayudaba a mantener

bajos los salarios. La teología protestante

contribuía a esta siniestra decisión de impe-

dir que los pobres salieran de su pobreza

poniendo muy de relieve la iniquidad del

ocio y la importancia de ayudarse uno

mismo. Los teólogos recomendaban que la

caridad se restringiera a los que la �mere-

ciesen� 19.

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1.6 De la Reforma a la revolución indus-trial

- El cambio en las ideasLa evolución de las ideas humanistas en

toda Europa y en especial en Inglaterra, con-dujo a la aceptación de una nueva moral: �loshombres tienen derecho de hacer lo que se lesantoje con lo que es suyo�. Se consolidaronlas ideas de quienes protagonizaban las nue-vas fuerzas económicas triunfantes en lapolítica: �el beneficio del capitalista es tam-bién el beneficio de la comunidad�.

El puritanismo aportó la ideología deayuda propia, exaltando la dignidad del tra-bajo libre y el aprovechamiento del tiempo,el respeto de los ritmos y los horarios en eltrabajo, etc. Hay quienes afirman que estasideas inicialmente no fueron bien vistas porlas clases más bajas, ya que, en el siglo XVII,�la pereza inglesa era la comidilla de losextranjeros, el problema de la disciplinalaboral, de hacer trabajar a los pobres, teníamuy preocupados a los pensadores socia-les�20. Tiempo después, a mediados del sigloXVIII, J. Wesley, que �no era enemigo de lasvirtudes burguesas, ni de la innovación técni-ca�, dijo a sus seguidores �Ganad todo loque podáis, utilizando en vuestro propionegocio todo el entendimiento que Dios osha dado... Es una vergüenza que un cristianono mejore a sus antepasados en cuantasempresas inicie�21.

- Los cambios en la situación social

Entre los años 1600 a 1800, debido alcambio que fue experimentando la agricultu-ra, los habitantes de las aldeas, tradicional-mente más pobres, sufrieron quebrantosimportantes cuando sus pequeñas posesionesfueron cercadas como consecuencia delnuevo sistema agrícola. Fue notable el trasla-

do masivo de las clases humildes del campoa las áreas urbanas para trabajar en las zonasindustriales.

En una primera etapa, según el Act ofSettlement, los pobres tenían restringido sudesplazamiento territorial, en especial los tra-bajadores no especializados por ser los can-didatos más probables a vivir de la benefi-cencia. El poder de los jueces de paz paraconceder o negar certificados de asentamien-to era odiado por los pobres rurales, pues ibadirigido contra ellos, para impedir que se fue-sen a las ciudades. Por lo menos hasta 1718,emigrar a las ciudades sin tener conocidosera peligroso ya que los jueces tenían lafacultad de deportar a los criminales conde-nados e incluso a las personas inocentes queno pudieran encontrar aval de su buen com-portamiento. Los jueces solían amenazar conla horca a los malhechores, con el fin de queimplorasen ser condenados a la deportación yluego los vendían a las colonias por dinero.

Esto cambió con el inicio de la revolu-ción industrial, pues las mayores necesidadesde mano de obra hicieron imposible el cum-plimiento del Act of Settlement, permitiéndo-se la concesión de certificados de asenta-miento en las parroquias con más liberalidad.

El desarrollo de la industria manufacture-ra, en particular de la industria de los tejidosde lana, algodón, seda, cerámica, vidrio, artí-culos de metal, muebles, alfombras, etc., quese había visto favorecida con el comercio enlas nuevas rutas navegables y mercados deultramar, generó a su vez un replanteamientode la organización en los procesos de fabri-cación vigentes, e hizo modificar y reempla-zar los viejos sistemas guildistas. El nuevosistema era denominado �putting out�, siste-ma doméstico, el cual consistía en que lostrabajadores y jornaleros en vez de vivir en lacasa del maestro, vivían separadamente,tanto en la ciudad como en el campo. El

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comerciante capitalista les suministraba lamateria prima y ellos elaboraban en sushogares el producto que posteriormente erarecogido y comercializado. Con esto el espí-ritu de colaboración y de grupo existente enlos sistemas guildistas sufrió un retroceso. Lacompetencia entre las familias provocó des-unión y hasta enfrentamientos entre los mis-mos trabajadores y jornaleros, quienes for-maban parte de asociaciones cuyo fin, ade-más de aunar fuerzas para negociar frente alos comerciantes capitalistas, era el procurarla cobertura social y el socorro en casos denecesidad y ayuda.

El sistema doméstico, que fue una transi-ción al trabajo en fábricas o industrias y pre-decesor de las relaciones entre patronos yobreros, generó el auge del capitalismo(motorizado por los beneficios obtenidos porlos comerciantes), y una diseminación y des-protección de los trabajadores individuales,quienes perdieron su hábito de asociacionis-mo, quedando con inferior capacidad de con-tratación frente a los comerciantes. EnInglaterra, �mediante una ley de 1726 sereprimieron severamente las asociaciones detrabajadores: catorce años de deportación porrecurrir a la violencia, pena de muerte por ladestrucción premeditada de máquinas�22. Sinembargo los trabajadores disfrazaban sus sin-dicatos bajo la forma de clubs, peñas de ami-gos, hermandades laborales o de socorro, queaportaban subsidios de enfermedad y entie-rro, tenían un matiz religioso pero con unaconcepción y filosofía mucho más avanzada.Estas organizaciones de trabajadores fueronadquiriendo una dimensión importante,incluso llegaron a construir hospitales, perola mayoría de las veces no eran bien vistaspor los patronos (las acusaban de desviarfondos para organizar motines), pero almenos servían para aliviar ciertas situacionestotalmente lamentables. En estas institucio-

nes estaban perfectamente especificadas lascondiciones necesarias para que cualquiertrabajador pudiera incorporarse a la Herman-dad, así como también cuáles eran las causasque pudieran motivar su expulsión o bajatemporal. Su incorporación exigía el cumpli-miento estricto de una serie de obligaciones,tales como la obligación de contribuir enforma dineraria, o con trabajo, colaborarhumanamente, prevaleciendo la idea de soli-daridad entre todos los componentes y ayu-dando a los más necesitados.

Los patronos, en cambio, sí tenían dere-cho a asociarse y emprender acciones lega-les contra los miembros de los sindicatos porconspiración y llevar a los individuos a juiciopor parar el trabajo. Este desequilibrio en elpoder negociador derivó en salarios ruinosospor el trabajo realizado, así como tareas rea-lizadas por niños y mujeres en horarios total-mente inadecuados, en condiciones insalu-bres e indignas, si querían conseguir tareaspara realizarlas en sus domicilios. Al respec-to C. Hill dice: �Un trabajador de la industriadoméstica que obtuviera sus materias primasa crédito o recibiera otro tipo de adelanto desu patrono invariablemente quedaba endeu-dado y ligado a su jefe... Los horarios lar-gos... el pago irregular de los salarios erancosa que se daban bajo el sistema domésticoy significaba trabajo duro y mal remuneradopara hombres mujeres y niños�23. El autordestaca que la introducción de la mano deobra infantil ocurrió primero en las casas yposteriormente en las fábricas, aunque de unmodo más brutal.

En la primera mitad del siglo XVIII, enInglaterra, el salario de un hombre pobre nobastaba para mantener una familia, al puntoque se utilizó este hecho para defender la uti-lización de mano de obra femenina e infantil.La extensión de la pobreza se refleja en elmayor rigor de los castigos con los delitos

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contra la propiedad: pena capital por robaruno a más chelines de valor. Especialmentedesprotegidos estaban los niños pobresenviados al norte desde las workhouses deLondres con el fin de ahorrar a los contribu-yentes el coste de su manutención. LasWorkhouses eran escuelas de caridad y socie-dades destinadas a reformar las costumbresde los pobres, que aparecieron a fines delsiglo XVII. La situación en las workhousesno era muy buena: �de los niños nacidos enlas workhouse londinenses, o recibidos allíantes de los 12 meses de edad, entre 1763 y1765, sólo el 7 por ciento sobrevivió�24. Conel tiempo los niños y ancianos (cuya espe-ranza de vida era corta) eran sostenidos por labeneficencia, pero en cuanto la demanda deltrabajo infantil se desarrolló, las autoridadesque administraban los recursos públicos ofer-taban esta mano de obra barata. �A partir delos siete años de edad los niños enviados a lasfábricas tenían que trabajar de 12 a 15 horasdiarias (o nocturnas) seis días a la semana�25.

Los sistemas de seguridad y protecciónsocial eran casi inexistentes, los accidentesfatales frecuentes. El cobro de indemnizacio-nes, pensiones o prestaciones por los familia-res del fallecido o el accidentado, casi eraimposible, debido a que en la primera etapaindustrial se aplicaba la denominada �leycomún� por la cual el patrono no tenía obli-gación de pagar indemnización si no sedemostraba que era total y directamente res-ponsable del percance. Por lo general loscompañeros del accidentado tenían miedo deperder su puesto de trabajo o arriesgarse a sertrasladados a otro lugar en condiciones toda-vía más infernales, y declaraban a favor delpatrono, manifestando que el accidentadohabía sido negligente.

Al empezar el siglo XVIII uno de cadacinco habitantes recibía asistencia pública, loque determinó el aumento de las erogaciones.

Hacia 1740, �al subir el coste de la benefi-cencia, las parroquias se mostraron más deci-didas a impedir que siguiera subiendo. LasPoor Laws tenían poder no sólo sobre los quepodían ser acusados sino también sobre losque quizás pudieran serlo andando el tiempo.Muchas parroquias se mostraban humanita-rias con sus pobres fijos, pero la ley las alen-taba a ser brutales con los forasteros. Todojornalero era una carga en potencia para laparroquia cuando se hiciera viejo o si estabaenfermo. Por consiguiente, había que impe-dir que los inmigrantes adquiriesen un �aco-modo�, que reivindicase ante la parroquia elderecho a ser asistidos. Por la misma razón,los hijos de los pobres eran colocados comoaprendices fuera de sus parroquias. �Todos loque... se hacen ruidosos y no se dan por satis-fechos con una pequeña asignación, de unchelín semanal a lo sumo, son enviados a laworkhouse�. Con semejante amenaza cer-niéndose sobre ellos, muchos de los pobres�se las han apañado con un chelín cuandocuatro no les hubiesen contentado�. La inefi-ciencia de los métodos para socorrer a lospobres sólo tenía paralelo en la corrupción desus administradores�26.

Según Marx era �frecuente en Inglaterraque las usureras tomen niños en las wor-khouses y los alquilen a cualquier compradorpor dos chelines seis peniques a la semana�27.Aquellos pobres que se negaban a la pruebade la Workhouse se les podía negar el auxiliode la caridad.

1.7 De la revolución industrial a la actuali-dad

El primer estado moderno en implantarun régimen obligatorio de jubilaciones fue elImperio Alemán (entre 1882-1890), bajo elliderazgo de Otto Bizmark, que ofrecía a sustrabajadores un seguro contra la vejez, en

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función de los aportes realizados por el tra-bajador (a este criterio bien podríamos deno-minarlo �devolutivo�, ya que devuelve albeneficiario lo aportado durante su períodolaboral).

El segundo antecedente importante loencontramos en Gran Bretaña, con la implan-tación del Old Age Pension Act de 1908, quegarantizaba a toda persona mayor de 70 añosuna pensión anual, suficiente para garantizarun nivel mínimo de bienestar. Este sistemano implicaba una contribución previa delreceptor, era una simple extensión de laslegendarias Leyes de Pobres británicas, esdecir, no había vinculación alguna entre losaportes y los beneficios recibidos (a este cri-terio lo podemos identificar como redistribu-tivo, y suponemos que está en su ánimolograr una distribución equitativa de losingresos jubilatorios).

El tercer hito importante lo constituye lapresidencia de Roosevelt, en Estados Unidos,en plena depresión de los años treinta, quienasignó al sector público un papel central en ellogro de objetivos �sociales�.

En este período, de acuerdo al espírituindividualista propio del mundo moderno,empiezan a plantearse algunas cuestiones decarácter ético: Quienes reciben esta ayudagraciable, que no tienen vinculación algunacon los aportes realizados ¿deberían tener losmismos derechos ciudadanos? De otro modo,si son minusválidos que necesitan la protec-ción y no pueden valerse por sí mismos¿deben tener los mismos derechos (al voto,por ejemplo)? Por otro lado, en una sociedadque se precia de democrática ¿tiene derechouna gran mayoría, empobrecida, a decidircómo repartirse los ahorros acumulados deuna minoría acomodada?

En el siglo XX las consecuencias de lacrisis de 1929-30, y de las guerras mundiales,sumieron a grupos muy concretos de indivi-

duos en la pobreza extrema, en especial a losancianos, e instalaron, fuertemente, la idea deque eran los gobiernos quienes debían encar-garse de la protección de los más débiles delas vicisitudes del azar, �actuando como ase-guradores de última instancia�. A continua-ción señalamos algunos hechos que llevarona esta convicción.

El colapso financiero que destruyó losahorros de las familias, y de los ancianos.Los jóvenes podían empezar de nuevo, pero¿quién se haría cargo de los ancianos quehabían perdido sus ahorros?.

El aumento de la productividad agrícola,la caída de precios agrícolas y la consiguien-te aceleración en el proceso de urbanización,con las migraciones del campo a la ciudad,trajo consigo conflictos adicionales. ¿Debíanllevar consigo los jóvenes hijos a sus ancia-nos padres, o dejarlos en el campo para quese las arreglen solos?. Por otro lado, las casasde las ciudades no son tan grandes como paraalbergar a tres generaciones. La crecienteurbanización, que acompañaba a la industria-lización, inducía estructuras familiaresmenos numerosas y menos adecuadas parallevar a cabo su antigua función de transfe-rencia intergeneracional de ingresos. Lospadres al tener menos hijos provocaron quela carga financiera de subvencionar el retirode los ancianos sea demasiado elevada paraser instrumentada eficientemente por la fami-lia.

El paso de una sociedad agrícola a unasociedad industrial, así como el alargamientode la esperanza de vida incidieron, y negati-vamente, sobre el declive económico de losancianos. La granja familiar, por ejemplo, erauna institución que por una parte permitía lajubilación gradual de los individuos, quepodían reducir su esfuerzo de trabajo progre-sivamente, al mismo tiempo que recibíanayuda financiera durante los años de retiro

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por parte de los miembros más jóvenes de lafamilia.

El proceso de industrialización, a pesarde ser una fuente de prosperidad global, tuvouna influencia negativa sobre el status eco-nómico de los individuos de mayor edad. Lafábrica no era un entorno apropiado para queun trabajador redujera su esfuerzo de trabajode forma gradual. Cuando el trabajador noera capaz de mantener una intensidad y ritmode trabajo apropiado se veía obligado a cesaren su ocupación de forma brusca, y no gra-dual como en la granja familiar, con lo que seveía privado de sus rentas de trabajo deforma definitiva.

Los progresos de la medicina, aumenta-ron la esperanza de vida provocando unenvejecimiento de la población, tanto en tér-minos absolutos como relativos. Hasta prin-cipios del siglo XX, la menor esperanza devida hacía que la carga económica de finan-ciar a los ancianos por parte de la generaciónjoven, durante el período de retiro, no fuerade una magnitud que requiriera una planifi-cación cuidadosa. Esta situación cambiódebido a cambios demográficos irreversibles,en el sentido de que el número de hijos quedebían mantener a los padres en la anciani-dad se había reducido y, además, los ancianosno se morían pronto, vivían mucho más gra-cias a los adelantos médicos.

Mantener a los ancianos se hizo costosí-

simo: �Si mi hermano vive en otra ciudad¿Porqué debo, sólo yo, hacerme cargo de lamanutención de papá y mamá?�, ¿No deberíael Estado ayudarme a pagar una guardería?¡Mi actividad laboral me quita tiempo: yo nolos puedo cuidar!

Podemos concluir que durante las prime-ras décadas del siglo XX factores económi-cos y demográficos provocaron un rápidodescenso del status socioeconómico de losancianos, en especial durante la GranDepresión. Hasta entonces la transferenciaintergeneracional de ingresos más importan-te (hacia los individuos retirados) se llevabaa cabo dentro de una institución privada (lafamilia) sin necesidad aparente de interven-ción gubernamental.

Los mecanismos alternativos tales comoel ahorro privado y los fondos de pensionesestaban muy poco desarrollados, eran inade-cuados o insuficientes para hacer frente a losefectos del fenómeno de retiro, y otros ries-gos, sobre el nivel de ingresos de la mayorparte de la población. Como consecuencia, laexacerbación del problema de la pobreza degrandes sectores de población, y en particu-lar de los ancianos, creció y se hizo inevita-ble la demanda social de intervención públi-ca en este campo. Así durante el siglo XX seabre paso, paulatinamente, la noción de quedebe existir algún tipo de seguro social deretiro o jubilación obligatorios.

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2.1 Características del proceso de decisión

El relato de lo ocurrido en las economíasde mercado, hasta los inicios del siglo XX,permite claramente ver porqué, en un sistemaeconómico donde la mayor parte de las deci-siones se toman libremente, la sociedad elige

intervenir de forma tan dominante en la elec-ción individual entre consumo y ahorro pri-vado, y en concreto en la provisión de aho-rros para cubrir aquellos riesgos relacionadoscon la eventualidad del retiro o enfermedad.Nuestro siguiente paso será mostrar las mis-mas razones de tal intervención, pero desde

PARTE 2ENFOQUE ECONÓMICO DE LOS CONFLICTOS ÉTICOS

DE LA SEGURIDAD SOCIAL

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una perspectiva económica, perspectiva quedomina cada vez más nuestra visión de lavida.

Cada individuo se enfrenta diariamentecon una serie de decisiones sobre cómo asig-nar su ingreso y riqueza. En otras palabras,debe decidir sobre la composición de susgastos corrientes, nivel de ahorro, y, por últi-mo, composición de su riqueza entre los dife-rentes activos que el mercado le ofrece inclu-yendo inversiones en capital humano.Evidentemente, una de las consideracionesque intervienen en la decisión individual deahorro es la eventualidad del retiro, momen-to en que el nivel de renta desciende drásti-camente o cesa.

En ausencia de intervención guberna-mental, cada persona toma esas decisiones enfunción de sus gustos, es decir, de su aver-sión al riesgo y de sus preferencias intertem-porales. La inversión de sus ahorros se rigede acuerdo con criterios de selección de car-tera que le llevarán a buscar una estructura deactivos que reúnan, a su juicio, la mejor com-binación de rentabilidad, riesgo y liquidez.Respecto a la proporciones más adecuadas deahorro y consumo su decisión procuraráalcanzar el mejor perfil de consumo inter-temporal entre sus años de trabajo activo y deretiro. En este esquema de elección indivi-dual, existen individuos con preferenciasintertemporales miopes o impacientes, conuna alta preferencia temporal por el consumopresente, quienes serán �incapaces� de pro-veer adecuadamente para su vejez y retiro yque en definitiva ahorrarán insuficientemen-te. En el otro extremo, nos encontramos conindividuos que se abstendrán frugalmente delconsumo presente durante gran parte de suépoca de empleo activo, con objeto de evitarprivaciones durante el período de retiro.

Existe un principio que subyace a lamayoría de las críticas del sistema de la

Seguridad Social: este es que los individuosdeben pagar las consecuencias de las decisio-nes que afectan a su bienestar económico. Laaplicación de tal principio se relativiza cuan-do contemplamos el tipo de riesgo, y el gradode incertidumbre que envuelve la decisión deasignación intertemporal de recursos para lasunidades de decisión familiares.

La decisión de cuánto ahorrar para elperíodo de retiro es de un grado de dificultadmayor que la mayor parte de las decisionesque los agentes privados deben realizar.Depende en primer lugar de una previsióncorrecta de sus necesidades en un lapso muyalejado en el tiempo (normalmente de cuatroo cinco décadas); y en segundo lugar, requie-ren una previsión correcta de sus futurosingresos, salarios, rentas, intereses, benefi-cios, así como de otras fuentes tales comoherencias y donaciones. Todos estos son fac-tores probabilísticos que influyen en la deci-sión sobre la asignación de recursos entreconsumo y ahorro. Incluso deberá considerarel problema de en qué forma invertir sus aho-rros, pronosticando la evolución futura delpoder de compra de varios activos alternati-vos, y esto para períodos de varias décadas,cuyas volatilidades respecto a las tasas deinflación, interés y tipo de cambio pueden sermuy altas.

Una complicación adicional de este pro-blema, al que se enfrenta todo individuo queahorra para su período de retiro, es el altogrado de irreversibilidad que tienen estasdecisiones, ya que sus efectos no se percibi-rán sino hasta los años muy próximos almomento del retiro, cuando ya es imposibleaumentar sensiblemente la tasa de ahorro, yacumular suficientes activos en un períodocorto de forma que se consiga el nivel desea-do de pensión.

En resumen, dada la miopía generalizadaque rodea a la decisión individual de asigna-

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ción intertemporal de recursos, y debido aque los �errores de juventud� son frecuentesy por lo común irreparables (sobre todo enuna sociedad industrial), se considera apro-piada la intervención del Gobierno en ladecisión consumo/ahorro de las familias, através de la imposición, para así asegurar unperfil mas adecuado de los flujos de ingresoa lo largo del ciclo de vida de los individuos.

Como corolario de lo expuesto podemosdecir que sea cual fuere el sistema elegido,este ha de ser de un sistema público obligato-rio de previsión. La idea que subyace en estaobligatoriedad es que debemos asegurarnosde que ciertos trabajadores no sean miopes, oque subestimen sus necesidades futuras, obli-gándoles a ahorrar para que no caigan enestado de pobreza en su vejez, pues esto haríarecaer sobre los demás miembros de la socie-dad las consecuencias de tal imprevisión.

2.2 Problemas y conflictos éticos que sur-gen en la adopción de un sistema públicode pensiones

De lo expuesto, surgen naturalmente cier-tos interrogantes ¿Por qué deberíamos nos-otros los previsores hacernos cargos de nues-tro sustento y el de los irresponsables?,¿Debemos desentendernos de su suerte, des-echando los valores de la solidaridad? ¿Odebemos obligarles a ahorrar, haciéndolesperder su libertad de elegir un modo de vidaque prioriza al máximo la felicidad de sujuventud a costa de restricciones en su vejez?¿Qué derecho tenemos para imponerle talelección?.

Podríamos pensar que nos asiste elmismo derecho que tenemos de imponer alos niños, o deficientes mentales, nuestrospropios criterios: �para su propio bien�.

O quizás el derecho que tenemos los pru-dentes, para obligar a los imprudentes a que

ahorren lo suficiente, sea el de defendernos anosotros mismos para no cargar con sumanutención. Les obligamos a ahorrar hoypara que no nos obliguen después a ser soli-darios con ellos.

Con objeto de comprender mejor los con-flictos y dilemas éticos que se presentan conmotivo de la elección y adopción de un siste-ma público de pensiones, ya sea un régimende capitalización puro (en adelante denomi-nado �C�), de reparto puro (en adelante �R�),o mixto (�CyR�) es necesario identificarantes a los cuatro agentes implicados:

1- Los particulares, o familias �F�.2- El Gobierno �G�.3- Las empresas �E�.4- Las aseguradoras (públicas o priva-

das) �A�.

1. LOS PARTICULARES, O FAMI-LIAS �F�, a su vez pueden clasificarse en:

F1) 1ra generación - Son los jóvenes yniños económicamente dependientes, quehoy podríamos situar entre 0 y 17 años deedad.

F2) 2da generación - Personas compren-didas entre los 18 y 65 años, población enedad laboral, típicamente el padre y la madre,responsables de la manutención familiar. Asu vez en esta generación distinguimos cua-tro grupos:

El grupo F2-I está conformado por quie-nes tienen la precaución de ahorrar para suvejez, y tienen ingresos suficientes parahacerlo. El grupo F2-II, son quienes, aúnsiendo previsores, pueden ahorrar tan poco(dada la insuficiencia de sus ingresos), que

Pudientes PobresPrevisores F2-I F2-IIImprudentes (�miopes�) F2-III F2-IV

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no les alcanza para mantenerse en su vejez.En el grupo F2-3 situamos a quienes aúnpudiendo ahorrar para su vejez no lo hacen, oporque prefieren disfrutar el presente osubestiman sus necesidades futuras (miopes).En el grupo F2-4 estarían quienes subesti-man sus necesidades futuras y, además, porser pobres, no tienen qué ahorrar.

F3) 3ra generación - Personas compren-didas en la llamada �tercera edad�, �los abue-los� que son económicamente dependientes,normalmente con más de 65 años.

2. EL GOBIERNO �G� - Quien ennombre del Estado, un consenso social, tomamúltiples decisiones:

a) Obligar a la población, o no, a ahorrarpara su manutención en la vejez;

b) Decidir qué régimen, R , C o CyR,adoptará la sociedad;

c) Administrar, o no, los fondos de lascajas de jubilación; es decir, convertirse o noen una A (aseguradora) pública.

d) Reglar el funcionamiento de las A(aseguradoras): a quiénes deben asegurar,qué deben hacer con los aportes; qué comi-siones deben cobrar; qué garantías de solven-cia patrimonial deben tener, etc.;

e) Determinar qué monto deben aportarF2, o miembros de la segunda generación.

En toda sociedad, de hecho, sobre elgrupo F2-I recae la responsabilidad de man-tenerse a sí mismos y a los grupos F2-II, F2-III y F2-IV. El Estado debe determinar: a)Cómo debe hacerlo, de modo voluntario(decisiones privadas basadas en la solidari-dad) u obligatorio (respeto a la ley), y b) deser obligatorio, en qué medida y bajo quecondiciones debe hacerlo. Básicamente hayuna resistencia a sostener al grupo F2-III.

En las sociedades más evolucionadas, alser los regímenes obligatorios, G (el Estado)

se enfrenta de hecho a un dilema fundamen-tal, debe elegir entre dos objetivos contra-puestos, los cuales tienen distinta justifica-ción ética:

1- Solidaridad (Equidad).2- Premio a la prudencia.

El objetivo Solidaridad (Equidad), enteoría, es dominante en los regímenes dereparto R. El cumplimiento de este objetivose podría medir mediante un coeficiente desolidaridad �ç�, expresado como un porcen-taje de igualdad en el reparto de montospagados por jubilaciones. �ç�sería igual a 1menos el coeficiente de Gini28 . Un �ç�=100% significaría un coeficiente de Gini igual acero, es decir, todos los jubilados recibiríanel mismo monto, independientemente de losaportes realizados. Un �ç�= 0 significaría queun solo jubilado recibiría todos los ingresos,y el resto nada. Este objetivo trata de prote-ger fundamentalmente a los miembros delgrupo F2-IV.

El segundo objetivo, Premio a la pru-dencia, es dominante en los regímenes decapitalización C. Es un objetivo que trata deevitar que el grupo F2-I deba tener a su cargoagentes del grupo F2-III. Como este es unsistema �devolutivo�, quienes más aportanreciben mayores ingresos jubilatorios, sucumplimiento se mediría con un coeficiente�d�, definido como un porcentaje de devolu-ción de los aportes realizados. Un d = 100 %significaría que cada jubilado recibiría exac-tamente, ni más ni menos, todos sus aportescapitalizados, y en caso de no haber aportadono recibirían nada.

El conflicto ético al que se enfrenta elGobierno es que al perseguir un objetivo, porejemplo Solidaridad �ç�, se aleja del otro,en este caso Premio a la prudencia �d�.Idealmente una sociedad democrática sabe ydebe decidir, por consenso, cuál es la propor-

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ción preferida K = d/V. En la práctica, la deci-sión final no se toma por plebiscito, lo quesuele hacerse es que quienes tomen las deci-siones, los gobernantes, traten de conocer yprocurar acercarse a la proporción preferida

K = d/V (que está representada por la pen-diente de la línea OK).

Gráficamente el conflicto, y su soluciónpor consenso, se puede mostrar del siguientemodo:

SOLIDARIDADEn el eje vertical se mide dd, el porcentaje

de aportes capitalizados que son devueltos asus beneficiarios. Cuando dd tiene un valorcercano a 100%, existe la posibilidad dedetraer, a los jubilados de mayores ingresos,recursos suficientes para mejorar la situaciónde gran número de carenciados extremos. Esdecir, reduciendo muy poco dd, apenas un X%de la devolución de los aportes (quita hechaa los más ricos), se puede solucionar en granmedida los casos de pobreza más extrema,aumentando ç un Y%. Pero a medida que seavanza por esta vía (reduciendo dd y aumen-tando ç), pronto estaríamos detrayendo ingre-sos a grupos de ingresos medios-bajos, paradestinarlos a grupos no tan necesitados deayuda. Por lo que al final, lograr muy poco(W%) del objetivo ç (solidaridad) requeriríauna gran renuncia (Z%) del objetivo dd (pre-mio a la prudencia).

Este es el conflicto ético y social funda-mental al que se enfrenta G (el Gobierno):

devolver a cada ciudadano lo que aportó parasu jubilación o realizar quitas para lograr unamayor equidad.

3. LAS EMPRESAS �E�- actúan comoagentes de retención de los aportes de los tra-bajadores, y además deben cumplir con suaporte patronal. tienen fuertes incentivos a nodepositar estos aportes en las cajas de jubila-ciones (aseguradoras), con el fin de bajar loscostos laborales, en especial cuando (entiempos de crisis) de ello depende la conti-nuidad de la empresa: �contrata en negro ocierra�. muchas veces el trabajador es cóm-plice, ya que prefiere conservar el empleo yno aportar antes que no trabajar en absoluto orecibir menos en efectivo. Es frecuente laestafa: el dueño de la empresa retiene al trabajador los montos previstos por la ley, perono deposita dicho aporte; esto ocurre tanto eninstituciones públicas como privadas (en par-ticular pymes), la justificación es la misma:bajar costos y dar empleo.

Premio a la prudencia

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REPARTO "R"

R.1. El individuo no aporta para su propia pen-sión.

R.2. Las cotizaciones-prestaciones no estánligadas por un fondo de capital, ya que las pen-siones actuales se financian con lo que serecauda de cotizaciones de los activos.R.3. Permite pagar pensiones de jubilacióndesde el momento en que se crea el sistema.

R.4. Las cantidades aportadas por los activosdeterminan las pensiones actuales.R.5. El sistema de reparto tiene una rentabili-dad implícita derivada del crecimiento de labase de cotización (crecimiento económico -productividad) y crecimiento demográfico(número de aportantes).R.6. El sistema de reparto protege a las pensio-nes frente a la inflación, ya que los salarios rea-les se mantienen constantes por lo que las con-tribuciones de los activos están indexadas porla inflación.R.7. En un sistema de reparto hay tres tipos degeneraciones implicadas. La inicial (no contri-buye y recibe pensión), la intermedia (contri-buye y recibe pensión) y la terminal (contribu-ye y no recibe pensión).R.8. El sistema de reparto se caracteriza comoun acuerdo o contrato intergeneracional por elque las generaciones activas dan soporte a lasjubiladas a cambio de un compromiso de quecuando alcancen la edad de jubilación tambiénellos recibirán la pensión. El carácter de segu-ro surge a través de un intercambio de prome-sas entre generaciones a través de un "contratosocial" implícito.

CAPITALIZACIÓN "C"

C.1. El individuo aporta para su propia pen-sión.

C.2. Las cotizaciones-prestaciones están liga-das mediante un fondo de capital, ya que lapensión es una reasignación de renta del indi-viduo de los periodos activos a los pasivos.C.3. Deben transcurrir muchos años para obte-ner una pensión, ya que deben acumularsereservar suficientemente grandes para pagarpensiones.C.4. La cantidad aportada por cada individuodetermina su pensión futura. C.5. El sistema tiene un rendimiento explícitopor los fondos, que es el tipo de interés aplica-ble.

C.6. No corrige el efecto de la inflación porqueel rendimiento que se obtiene es el tipo de inte-rés real y no nominal.

C.7. Con el sistema de capitalización desapare-cen los riesgos de la coyuntura entre activos ypasivos así como desaparecen la distribuciónentree generaciones.

C.8. No vincula a generaciones futuras a reali-zar contrato explícito porque solo está implica-da una generación. Obliga a tener cuentas per-sonales para cada uno de los aportantes.

CARACTERÍSTICAS SALIENTES Y ÁREAS EN LAS QUE SE PRESENTAN LOSCONFLICTOS ÉTICOS

SISTEMAS DE PENSIONES PUBLICOS ALTERNATIVOS

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4. LAS ASEGURADORAS (PÚBLICASO PRIVADAS) �A�- Reciben aportes de lostrabajadores para luego, en su edad de retiro,devolvérselos capitalizados. Pueden serpúblicas o privadas. las aseguradoras nodeberían ofrecer lo que no pueden cumplir.No deberían gastar tanto en publicidad afec-tando el nivel de futuras prestaciones, tampo-co dar una imagen distorcionada de lo querealmente pueden brindar.A continuación basándonos las característi-cas distintivas de los dos sistemas públicosde pensiones, de capitalización �C� o de

reparto �R�, procedemos identificar ochoáreas en las que se pueden presentar proble-mas éticos.

Normalmente, de adoptarse un sistema seevitan cierto tipo de problemas pero se incu-rren en otros distintos. En definitiva cual-quier elección implica el sacrificio de ciertosprincipios, para dejar a salvo otros, y al finalno nos queda otra alternativa que la de hacerun balance, y elegir el curso de acción quepreserve en mayor medida aquellos princi-pios éticos que gozan de mayor estima parala mayoría.

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El R1 al no vincular estrechamente apor-tes con los beneficios a percibir, es un meca-nismo de redistribución del ingreso, destina-do a favorecer a las personas que a lo largode su carrera laboral percibieron salariosbajos. A comparación de un régimen públicode asistencia o caridad, un régimen de jubila-ción preservaría la dignidad de las personasmayores. Pero es una solidaridad o caridadforzosa, no voluntaria ¿Tienen el mismovalor?.

En R.1 como el individuo no aporta parasu propia pensión (sus aportes van a un fondocomún solidario) es posible que tenga ali-cientes para evadir, ya que es más probableque prefiera su propio bienestar a la solidari-dad con gente que no conoce directamente¿Quiénes son los que reciben mis aportes?¿Puedo amar a quien no conozco, y ser soli-dario con él? El evasor, aunque considere a laley como defectuosa, se siente incómodo por

saber que no la cumple, y tiene un conflicto:cumplir con la ley significa ceder su dinero(bienestar) para que lo disfruten otros, a quie-nes ni siquiera conoce, peor aún si conoce laexistencia de �jubilaciones de privilegio�.¿Para qué cumplir con una ley que no cumplecon sus objetivos?

En C.1 también podría haber evasión,pero la incitación al fraude impositivo seríamenor puesto que las prestaciones se liganestrechamente a los aportes, el individuopodría percibir que solo se tratará de un dife-rimiento de su propio consumo. En este casola evasión se podría dar entre los trabajadoresmás jóvenes, que no son el principal sosténde la familia, estos preferirían trabajar ennegro para no aportar. En este caso seríancómplices el empleador y el trabajador, elempleador le dirá al empleado, si aporto no tepuedo contratar (caso típico: empleadasdomésticas).

REPARTOR.1. El individuo no aporta para su propia pen-sión.

CAPITALIZACIÓNC.1. El individuo aporta para su propia pensión.

2.2.1 TRATAMIENTO DE LAS ÁREAS DE CONFLICTO:

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En R2 puede surgir un conflicto entregeneraciones, en especial si la relación traba-jadores/jubilados es muy baja. La mejora enel nivel de vida de los ancianos sólo se puedelograr con mayores aportes y pago deimpuestos por parte de los más jóvenes. Lostrabajadores en actividad verían a los ancia-nos como una pesada carga, y a la solidaridadcomo demasiado costosa.

¿Esta realidad socava mis sentimientossolidarios? Un candidato político que ofrezcagrandes aumentos a los jubilados podríaganarse la enemistad de los trabajadores.

Esto no ocurriría en C2, ya que los ancia-nos utilizarían sus propios recursos (fondo decapital) para vivir y no representarían ningu-na carga para los trabajadores.

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En R3 la primera generación beneficiariadisfruta de unos ingresos adicionales sin másmerecimiento que el de haber cumplido laedad exigida para la jubilación. Estos jubila-dos ¿Pensarán que es correcto vivir a costa delos demás, sin haber dado nada a cambio?¿Se sentirán cómodos aceptando tales ingre-sos? ¿Deben aceptar esa dádiva o rechazarla?

En el supuesto de que los recursos pre-sentes no alcancen para que el Estado cumpla

sus compromisos con los jubilados, y elGobierno deba recurrir a un endeudamiento,¿es correcto recibir estos inmerecidos ingre-sos a costa de endeudar a futuras generacio-nes (a hijos y nietos)?

En C3, el pensionado no tiene ningúnconflicto de conciencia, al llegar la edad esti-pulada en el contrato sentirá que está reci-biendo lo que ganó con su propio esfuerzo.

REPARTOR.3. Permite pagar pensiones de jubilacióndesde el momento en que se crea el sistema.

CAPITALIZACIÓNC.3. Deben transcurrir muchos años paraobtener una pensión, ya que deben acumular-se reservar suficientemente grandes parapagar pensiones.

REPARTOR.4. Las cantidades aportadas por los activosdeterminan las pensiones actuales

CAPITALIZACIÓNC.4. La cantidad aportada por cada individuodetermina su pensión futura.

REPARTOR.2. Las cotizaciones - prestaciones no estánligadas por un fondo de capital, ya que laspensiones actuales se financian con lo que serecauda de cotizaciones de los activos.

CAPITALIZACIÓNC.2. Las cotizaciones-prestaciones están liga-das mediante un fondo de capital, ya que lapensión es una reasignación de renta del indi-viduo de los periodos activos a los pasivos.

En R4 un aumento de la tasa de depen-dencia (relación jubilados trabajadores) seresuelve de dos maneras: subiendo la edad dejubilación o reduciendo las prestacionescorrespondientes. Ambas medidas son impo-

pulares. Una mujer de 59 años puede decir,¡Ahora debo esperar hasta los 65 años parajubilarme!, ¡Me habían prometido otra cosa!,¡Esto no lo acepto!, ¡Que aumenten los apor-tes patronales!, y si esto generara desempleo

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REPARTOR.5. El sistema de reparto tiene una rentabili-dad implícita derivada del crecimiento de labase de cotización (crecimiento económico -productividad) y crecimiento demográfico(número de aportantes).

CAPITALIZACIÓNC.5. El sistema tiene un rendimiento explíci-to por los fondos que es el tipo de interés apli-cable.

que financien el aumento a los actuales pasi-vos bajando la jubilación mínima de los futu-ros jubilados, mediante la eliminación de laPrestación Básica Universal, por ejemplo.

Al igual que en R2, los actuales jubiladostienen intereses contrapuestos al resto decolectivos, sean estos los actuales trabajado-res, sus empleadores, o los futuros jubilados.Es un problema de puja distributiva por elingreso. La puja consiste en ser lo menossolidario posible. ¡No me quiten a mí, que elsacrificio lo hagan a los otros!. Hay un con-flicto entre priorizar el bienestar propio o elajeno. En esta puja se deja de lado la solida-ridad.

Esto se resuelve por la fuerza de la ley. Laautoridad que decida evaluará la convenien-cia de cumplir con el compromiso legal quegarantizaba cierta Prestación BásicaUniversal (PBU), a los futuros jubilados, obien favorecer a los actuales jubiladosincumpliendo la ley mediante eliminación dela PBU (existiría una contribución sin ningu-na contraprestación) sabiendo que los juiciosque perderá el Estado lo pagarán futurosgobiernos. Este es otro conflicto: los costoslo pagaran quienes vengan después.

En C4 no se presenta puja distributivaalguna. Pero sí el peligro de no cobrar, encaso de quiebra.

En R5, existe la garantía de que los jubi-lados �siempre cobrarán algo�, puesto que esinconcebible que desaparezca la masa sala-rial de toda la economía. Pero que aumente lamasa salarial no significa que todos los jubi-lados y pensionados se beneficiarán porigual, podría haber una mala distribución deestos ingresos.

Por ejemplo en Argentina, según un tra-bajo de FIEL, en el período 1992-97, lasJubilaciones tuvieron un aumento en térmi-nos reales del 35%. Pero el estudio aclara que�la desigualdad interna en las jubilaciones ypensiones aumentó significativamente en elperíodo, producto de una reducción en losingresos reales de las franjas inferiores y unincremento significativo en los superiores�.Se ha roto así el espíritu solidario del siste-ma, su razón de ser.

Como se advirtió antes, en C4, en un sis-

tema de capitalización no hay posibilidad depujas distributivas. Por otro lado, en C5, sibien el rendimiento depende de la tasa deinterés real o rentabilidad que consiga cadaAFJP para sus afiliados, es posible que laAFJP quiebre, como consecuencia de unagran crisis, como la de los años treinta. Estose podría solucionar permitiendo que los afi-liados a las AFJP puedan traspasarse al siste-ma público, de reparto. Los afiliados dejaríande estar cautivos dentro del sistema privado yvolverían al Estado en los momentos de caí-das en la rentabilidad de los fondos. Pero conesto se estaría dando marcha atrás sobre unade las premisas de la creación de la jubilaciónprivada: que el Estado no se ocupe en el futu-ro de las jubilaciones.

En el caso de que no se permita ese tras-paso y quiebren las AFJP, ¿Quién se haríacargo de los ancianos que perdieron los aho-

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rros de toda la vida? ¿Tiene el estado lamisión de hacerse cargo de las pérdidas delsector privado? Aquí hay una contradicciónde fondo. Que el Estado sea el garante deúltima instancia significa que, cuando losnegocios son buenos, las ganancias se priva-tizan pero, cuando son malos, las pérdidas sesocializan. Quien elige el sistema de capitali-

zación, y le va mal ¿tiene derecho a apelar ala solidaridad pidiendo auxilio al Estado?.

Podría asignársele al Estado una funciónde control preventivo sobre la gestión de lasAFJP, pero se incurriría en otra contradicción¿Es razonable que quien tiene fama de maladministrador, el Estado, supervise la gestiónde quienes en teoría son más eficientes?

REPARTOR.7. En un sistema de reparto hay tres tiposde generaciones implicadas. La inicial (nocontribuye y recibe pensión), la intermedia(contribuye y recibe pensión) y la terminal(contribuye y no recibe pensión).

CAPITALIZACIÓNC.7. Con el sistema de capitalización desapa-recen los riesgos de la coyuntura entre activosy pasivos así como desaparecen la distribu-ción entre generaciones.

REPARTOR.6. El sistema de reparto protege a las pen-siones frente a la inflación, ya que los salariosreales se mantienen constantes por lo que lascontribuciones de los activos están indexadaspor la inflación.

CAPITALIZACIÓNC.6. No corrige el efecto de la inflación por-que el rendimiento que se obtiene es el tipode interés real y no nominal.

Se suele citar una característica más delsistema de reparto: su independencia de lainflación. Se cree y se afirma que �cualquie-ra que fuese la tasa de crecimiento de los pre-cios, las pensiones pueden ajustarse a ella sinmodificar las tasas de aporte sobre el salario,y sin romper el equilibrio financiero del sis-tema. La única condición necesaria para elloes que los salarios suban al mismo ritmo quelos precios�. Sin embargo, por lo menos en elcaso argentino, cuando el alza de los preciosalcanza cierto ritmo los salarios nominalescorren por detrás y son los jubilados quienesmás sufren el deterioro en su capacidad decompra. Este ha sido un mecanismo muyusado en Argentina para reducir en términosreales las jubilaciones y pensiones. Recorde-mos que en los años ochenta, en este país, eltribunal supremo dictaminó que la Ley de

reajuste de las pensiones al costo de vida nohabía sido respetada. Este fallo llevó a dicta-minar una serie de disposiciones a favor delos trabajadores dando lugar así a la presen-tación de solicitudes de retroactividad por ladiferencia, lo que terminó por generar unadeuda del Estado con los pasivos equivalentea 7.000 millones de dólares. El pago de estadeuda se hizo en bonos a largo plazo, losjubilados al no tener tan largas expectativasde vida terminaron vendiendo sus títulos aprecio vil, quienes ganaron las diferenciasfueron las grandes agencias de bolsas y losbancos.

El sistema de reparto, pues, no fue ningúnrefugio contra la inflación, y el espíritu soli-dario del sistema fue quebrado, ya que fueronlos más ricos quienes se beneficiaron a costade la clase pasiva.

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En R7, en caso de eliminarse el sistemade reparto, mediante su remplazo por un sis-tema de capitalización, la generación termi-nal que aportó y se pasa a una AFJP perderíasus viejos aportes. Se intenta resolver estocon un reconocimiento por parte del gobier-no de los aportes realizados antes de la refor-ma.

Pero este compromiso no representa nin-guna garantía. En el caso de Argentina, porejemplo, se discutió la eliminación de laPrestación Compensatoria (PC) que es lo queel Estado reconoce a los futuros jubilados porlos aportes hechos antes de 1994. Esas pres-taciones reunían los caracteres de integrali-dad e irrenunciabilidad conferidas por laConstitución Nacional. Habrá una catarata dejuicios contra la Nación que probablementelos perderá, tal como sucedió en todos loscasos anteriores. De manera similar a loseñalado en R4, si el Gobierno Nacional nocumple con la ley, en este caso laConstitución, ¿qué autoridad moral tienepara hacerla cumplir al resto de ciudadanos?Por otro lado, en caso de perder los juicios¿con qué derecho compromete las finanzasde los futuros gobiernos y contribuyentes?

C.7. Con el sistema de capitalización des-aparecen los riesgos de la coyuntura entreactivos y pasivos así como desaparecen ladistribución entre generaciones. Pero, demodo similar a como se señaló en el párrafoanterior, la irresponsabilidad del sistemapolítico, de prometer prestaciones que supe-ran los niveles que los ciudadanos quieren opueden pagar, también puede darse en el sec-tor privado, las AFJP, pueden prometer másde lo que pueden entregar. Entonces hacefalta una regulación que asegure que lo queocurre en el sector público no ocurra en elsector privado. Ya señalamos en R5 estainconsistencia.

Por lo visto, el problema radica en que

quienes toman las decisiones, sea en el sectorpúblico o privado, no lo hacen con responsa-bilidad, prometen lo que no pueden cumplir.

Conclusiones

¿Podemos tener hoy un sistema de segu-ridad social, o más específicamente un siste-ma público de pensiones, más justo? Aquíencontramos dos palabras claves: �justo� y�poder�. El sistema �justo� sería aquél querepresentase exactamente la combinación desolidaridad y premio a la prudencia preferidapor la población de manera voluntaria (lapendiente OK de la Figura 1 representaríaesta situación). Lograr dicha combinaciónsería nuestro objetivo y �fin�.

La palabra �poder� encierra a su vez doselementos: los medios o �recursos� que per-mitan satisfacer las necesidades y una �con-ciencia� que emplee tales recursos, una�voluntad� que les indique el �fin�, unafacultad que ponga en movimiento losmedios en dirección a este objetivo.

El objetivo o fin que se le da al poder esun fenómeno estrictamente humano, no exis-te ningún poder del que no se haya que res-ponder, o un poder humano por el que nadieserá responsable. En este marco preguntémo-nos si ¿somos o no responsables de la actualsituación de los jubilados?, o ¿hasta quépunto somos responsables? Mientras existanlos medios o recursos, quienes tengan poderpara asignarlos tienen una responsabilidad.Esto ocurre aunque las cosas estén en tal des-orden que no resulte posible nombrar a nin-gún responsable. ¿Por qué los jubilados estáncomo están?

Tal como están las cosas no respondemoscon un �yo� ni con un �nosotros�; pues laevolución histórica nos ha conducido a unejercicio del poder cada vez más anónimo.Hemos retornado a una situación similar a la

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Jorge E. Bellina Yrigoyen

NOTAS

1 Citado por KAHLER, Erich ¿Qué es la historia? México, Fondo de Cultura Económica,1977, p. 10.

2 DOUGLAS, J.D., HILLER, B. D., BRUCE, F. F. y otros. Nuevo diccionario Bíblico. Buenos Aires, Certeza, 1991, p. 57.

3 ARISTÓTELES . Constitución de los Atenienses. Madrid. Editorial Planeta Agostini S. A., 1998, p. 112.

4 ARISTÓTELES. Constitución de los Atenienses. p. 157.

5 Léase en los capítulos 22 y 23 del libro del Éxodo las leyes humanitarias y de restitución. Uno podría interpretar que elacento que pone el pacto en la solidaridad corporativa pudo haber enturbiado el concepto de la responsabilidad per-sonal. No es así, de ello se encargaron los profetas, por ejemplo Ezequiel, quien se empeña en señalar que a los ojosde Dios cada individuo es moralmente responsable de sus acciones (Ez. 18:20 y siguientes), y que nadie puede senci-llamente echar la culpa de su mal proceder a la herencia y al ambiente.

6 Ver VERGER Jacques. La alta Edad media: Nacimiento y expansión del occidente cristiano (siglos V-VIII). Madrid,EDAF, 1976, p. 9-32.

7 DUBY, Georges. Economía rural y vida campesina en el Occidente medieval. Barcelona, Ediciones Altaya S.A., 1999.Ver páginas 431-436: Sobre los levantamientos campesinos.

8 PIRENNE Henri. Historia de Europa: Desde las invasiones hasta el siglo XVI. México, Fondo de Cultura Económica,1956, p. 375.

9 DUBY Georges. Op. Cit., 1999, p. 67.

de los griegos quienes creían que su destinodependía de la participación de los diosesmitológicos, y no de sus propios actos. Hoynuestra mitología son las fuerzas impersona-les del mercado, cuyos efectos están mas alláde nuestras decisiones individuales.

En la Edad Media el ejercicio del poderse fundaba en la creencia de que los recursosse los había dado Dios al hombre para que losadministre en su nombre, con una fuerte res-ponsabilidad frente al prójimo, o mejor laresponsabilidad de la administración derecursos era directamente frente a Dios. Estocambio en la Edad Moderna, con el adveni-miento de un individualismo exagerado, losrecursos se administraban como a cada unole viniera en gana, sin tener que responderante nadie salvo ante sí mismo.

Hoy la progresiva globalización de losfenómenos económicos y más particularmen-te la colectivización de los sistemas de segu-

ridad social, significan un intento de suprimirel carácter de la responsabilidad personal,desligando el poder de la persona, convir-tiendo los resultados de sus actos en un fenó-meno casi natural.

La posibilidad de asignar mal los recur-sos en el ámbito de la seguridad social, esdecir de manera injusta, aumenta al aumentarel poder en manos de quienes no tienen nin-gún sentido de obligación moral hacia losdemás, o porque detrás del poder no está yauna voluntad a la que pueda apelarse, unapersona que responda, sino una mera organi-zación anónima, en manos de funcionariosque no son siempre los mismos. Este peligroes mayor en la medida en que se van hacien-do cada vez más débiles los sentimientos queinspiran el accionar de esas personas: solida-ridad, responsabilidad, y la justificación desu obrar, es decir, ante qué autoridad auténti-ca se sienten responsables29.

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Soluciones históricas al problema de la seguridad social

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10 BAINTON, Roland H. La iglesia de nuestros padres. Buenos Aires, Editorial La Aurora, 1969. Ver el capítulo Pecadosmortales invaden la iglesia, pág.130-141. Para tener una idea vívida de la cotidianidad en los monasterios y las cos-tumbres del período léase la novela de Umberto Eco El nombre de la Rosa.

11 PIRENNE, Henri. Historia económica y social de la edad media. México, Fondo de Cultura Económica, 1975, p. 142.Este capítulo VII parte I se refiere a �Catástrofes y perturbaciones sociales�.

12 Rabelais utiliza, para su afirmación absoluta de la libertad individual, una anti-abadía llamada Theleme, poblada poranti-monjes, cuya única regla era �Haz lo que quieras�. Rabelais Francois. Gargantúa y Pantagruel. Ediciones OrbisS.A., Buenos Aires, 1982.

13 HILL, Christofer. De la Reforma a la Revolución Industrial 1530-1780. Barcelona, Ariel S. A., 1980, p. 45.

14 PIRENNE, Henri. Historia de Europa...Op. Cit., p. 422.

15 HILL, Christofer Op. Cit, p. 45.

16 PIRENNE, Henri. Historia de Europa... Op. Cit., p. 391.

17 PIRENNE, Henri. Historia de Europa... Op. Cit., p. 392.

18 HILL, Christofer. Op. Cit., p. 50.

19 HILL, Christofer Op. Cit, p. 65.

20 HILL, Christofer Op. Cit, p. 112.

21 HILL, Christofer Op. Cit, p. 314.

22 HILL, Christofer Op. Cit, p. 303.

23 HILL, Christofer Op. Cit, p. 299.

24 HILL, Christofer Op. Cit, p. 292.

25 HILL, Christofer Op. Cit, p. 299.

26 HILL, Christofer Op. Cit, p. 249.

27 HILL, Christofer Op. Cit, p. 299.

28 El índice de Conrado Gini, propuesto en 1912, es hoy la medida de desigualdad más utilizada para medir el grado deconcentración en las distribuciones.

Se define como: G = D ¸ 2 m

Donde la variable m es el ingreso promedio y la variable D es la diferencia media de los ingresos, la expresión de esta últi-ma cuando las variables son discretas es:

n nD = [1 ¸ n (n-1)] S S ½Xi - Xj½ si i ¹ j

i = 1 j=1

29 Estas conclusiones han sido orientadas por la lectura de �El Poder� de Romano Guardini. Madrid, Cristiandad, 1977.