Soldado de trapo

11
“””Soldado de trapo” por Bettina Ruiz Spohr www.blixenlamujerdelaspalabras.wordpress.com

Transcript of Soldado de trapo

Page 1: Soldado de trapo

“””Soldado de trapo”

por Bettina Ruiz Spohrwww.blixenlamujerdelaspalabras.wordpress.com

Page 2: Soldado de trapo

Se apagan los focos. El cámara, un poco abrumado por mi testimonio se dirige a mí y me abraza emocionado. Antes no podía recibir un abrazo y menos aún darlo. Sonrío y le miro a los ojos. Me devuelve la sonrisa. ¿Qué ha cambiado? Antes cuando miraba a alguien veía miedo en su cara. Al llegar al plató de televisión me ha recibido una chica algo mayor que yo, rubia, guapísima y encantadora. Me ha llevado a maquillaje y me ha dicho que me sentara tranquilamente, que sólo me retocarían un poco los ojos y la expresión. Nada que ver con el betún que nos poníamos en la cara hace unos años. Incluso he disfrutado con el masaje facial. Tampoco hubiera permitido a nadie que me tocara hace algún tiempo. Mostrar debilidad me hubiera llevado a una muerte segura. Me sorprendo de mi reacción. Pienso en la suerte que tienen estas personas que nunca han vivido una guerra, que no saben lo que es la necesidad, que no se han peleado jamás por una gota de agua y un trozo de tierra seca. Me digo a mi mismo que yo también tengo suerte y ahora tengo tiempo de pensar en esas cosas, cuando antes lo único que me preocupaba era si tenía cargado mi AK-47.

―Ven conmigo Jean Claude. Vamos al plató y te enseño dónde has de colocarte. Tú no te preocupes de nada y no mires a la cámara. Tranquilo, ¿de acuerdo? Te voy a presentar a María Gálvez. Es la periodista que te va a entrevistar.― La que me habla es Pilar Font, la directora de Telepunt que hace algunas semanas llamó a Paco para proponer esta entrevista.

Page 3: Soldado de trapo

Paco me citó en su despacho cuando estaba colocando las últimas tejas de una de las nuevas casas que estábamos construyendo en Mugina. De camino a su oficina revisé mentalmente si habría hecho algo mal en los últimos días. Ya no era frecuente que Paco me llamara fuera de nuestra charla semanal y menos en horas de trabajo. Abrí la puerta y me sorprendió ver a una mujer tan elegantemente vestida hablando con el director.

―Hola Jean Claude, pasa. Ella es Pilar Font, la directora de un programa de televisión en España. Apoyando su mano en mi hombro me presentó a la mujer como el maestro de obra más habilidoso de la colonia.―¿Ah, si? ¿Y dónde aprendiste este trabajo?―Aquí, pero fue fácil. Es menos pesado que afilar machetes. La miré para calibrar su reacción. Imperturbable me sonrió y dijo― Es más tranquilo tu trabajo ahora, ¿no?―Demasiado. Echo de menos levantarme a las tres de la madrugada para ir de caza a las aldeas vecinas. Era muy divertido cortar brazos y piernas, acabar con todos y quemar las chozas después. La cara de la mujer se desencajó unos segundos pero no se dejó amilanar por este comentario tan brutal. Cruzó una breve mirada desconcertada con Paco y continuó hablando.―¿Y por qué le pones tanto esmero en la construcción de las casas entonces?―Porque me vigilan, obedezco órdenes.

Page 4: Soldado de trapo

Por un momento ella pensó que había hecho 4.000 km infructuosos. Había hablado con Paco por teléfono tras conocer el proyecto de la fundación a través de una breve nota de prensa. “Jóvenes hutus empleados en la reconstrucción de poblados tutsis en Ruanda. A través de un programa de reconciliación se pretende la reinserción de niños soldado ruandeses en sus comunidades de origen, ayudando a la construcción de casas para las poblaciones de tutsis desplazados durante la masacre del 94. Con ello se persigue no solamente crear nuevos hogares, sino establecer paulatinamente un marco de comunicación y entendimiento entre las dos etnias rivales”. ―Vamos, Jean Claude, ésto ya lo habíamos superado― dijo Paco en un tono conciliador, pero que no dejaba lugar a dudas de su firmeza. ―Deja de provocar, por favor.―¿A qué ha venido Vd. aquí? ¿No tiene nada mejor que hacer que hurgar en nuestras vidas?, les chillé, visiblemente molesto por la intrusión y más aún porque Paco no me había informado previamente de esta visita. Ciertamente no era su estilo habitual, por naturaleza Paco era muy considerado y medía con suma precisión cualquier encuentro que pudiera perturbar el frágil equilibrio de nuestra reinserción.

―Creo en las historias de paz y quiero contarlas. Me gustaría que nuestro público conociera de primera mano lo que quieras contar, cómo te reclutaron, qué te llevó a ser soldado y cómo saliste de ello.

―Es muy simple: unos milicianos se presentaron en la puerta de mi casa y me dijeron que si llevaba unas armas al campamento me darían una propina. No pude volver. Ya lo sabe, ahora vuelvo al trabajo.

Page 5: Soldado de trapo

Salí corriendo del despacho seguido por la perpleja mirada de Paco y la periodista. Volví a mi puesto para seguir mezclando el barro y la paja. No aguanté más y empecé a romper las tejas amontonadas a pedradas. Concentrado no me percaté de que la mujer se había acercado y estaba sentándose a mi lado, acompañada por Paco.

―¿Te sientes traicionado, verdad? ―dijo ella en tono cálido y conciliador. Pero créeme, Paco solamente envió una nota de prensa a mi redacción, no me ha contado nada de tu historia. Realmente he venido aquí para intentar entender y le pedí que me dejara charlar con el niño o niña que él considerara estuviera preparado para hablar sin sentir tanto dolor que no fuera peor el remedio que la enfermedad. Él estuvo reacio a que me presentara aquí, pero le convencí diciéndole que en nuestro programa se preparaban las entrevistas con sumo cuidado y que si quería podría estar presente un psicólogo o un mediador cultural que quisiera designar. Bajo estas condiciones aceptó que viniera, así que por favor, no te enfades con él. Me gustaría entrevistarte porque creo que tu historia merece la pena ser contada, la gente tiene que entender cómo se gesta un niño-soldado a través del testimonio directo de quien lo vivió en primera persona. No sé si para ti podría suponer una liberación también. No creo que realmente disfrutaras cortando cabezas. Te obligaron a hacerlo y a través del miedo y el entrenamiento te convirtieron en una máquina de matar, ¿no?

Page 6: Soldado de trapo

Hizo una pausa, que Paco aprovechó para traducir sus palabras al bantú y añadir:―Jean Claude, te pido disculpas si crees que he hecho mal en invitar a esta mujer, pero realmente pensé que en tu caso una entrevista podría ayudarte a superar definitivamente tu vida anterior. Por supuesto que lo único que quiero es ayudarte, no exhibirte como un mono de feria para distracción de la gente. Y obviamente la decisión es tuya. Si no quieres, ella cogerá el próximo avión de vuelta y aquí no habrá pasado nada. ―Supongo que para Vd. será importante esta historia si se ha recorrido miles de kilómetros para venir aquí―dije yo a modo de aceptación.Esperaron en un silencio respetuoso a que me decidiera a seguir hablando y rememorando aquellos horribles años.

―Un día que salimos de batida nos llevaron a través de la jungla junto al lago Kivu. De repente me di cuenta de que habíamos llegado a la aldea de mis abuelos. En ella vivía gente que en ocasiones había escondido a tutsis en sus graneros y por eso había que eliminarlos. Vi cómo un soldado retorcía el brazo de mi abuela para inmovilizarla y así rebanar su cuello limpiamente. Recuerdo que asistí casi impasible a su muerte mientras ella gritaba y me miraba suplicante. Mi único acto de resistencia fue dejar caer el machete al suelo. Aun tuve suerte de que el jefe de la brigada no me obligara a rematarla.

Page 7: Soldado de trapo

Pilar instintivamente me pasó su brazo suavemente por mi hombro. Acepté su gesto y continué hablando. De repente me sentí liberado; era la primera vez desde que salí de la milicia que fui capaz de contar algo de mi vida anterior además de a Paco. No me sentía acusado ni condenado, quien se interesaba por mi historia era una periodista que no era ni juez ni parte, que simplemente quería hacer su trabajo y había recorrido medio mundo para hablar conmigo. ―Supongo que en ese momento me di cuenta de cómo me había embrutecido y empezó a germinar en mí la idea de intentar escapar. Sin embargo también me aterraba que me descubrieran en mi fuga. Mi oportunidad llegó fruto de la casualidad un día en que los rebeldes atacaron nuestro campamento mientras dormíamos. Por suerte para mí esa noche estaba de guardia cuando de repente alguien me dio un fuerte golpe en la cabeza y apretó mi cuello hasta casi asfixiarme. Supongo que el grito ahogado fue mi salvación, porque me dieron por muerto mientras masacraban a todos los demás. Esperé un buen rato que me pareció interminable antes de quitarme de encima a Mitula, el más sanguinario de mi escuadrón, que había caído degollado encima de mí. Eché a correr sin parar hasta el amanecer, sin rumbo, dormí durante las horas de sol y así varios días y noches hasta caer exhausto, casi deshidratado y hambriento. Cuando recuperé el conocimiento estaba en una cama limpia de la enfermería y un hombre barbudo y fibroso me tendía un vaso de agua. Recuerdo que le di un cabezazo y me eché encima de él aprovechando que sólo tenía una mano libre. Intenté reducirlo a golpes hasta que me vi arrastrado por dos enfermeros que vinieron a socorrerlo. Me trasladaron a una habitación individual y durante meses no hice más que gritar cada vez que alguien quería acercarse a mí. Venían a darme de comer entre dos personas. Dormía agazapado debajo de la cama, tenía pesadillas…Paco, el hombre barbudo, era el único que se atrevía a entrar solo en la habitación una vez al día.

Page 8: Soldado de trapo

No hacía nada, apenas hablaba, simplemente se sentaba a una prudente distancia a leer un rato a última hora de la tarde. ― ¿Así ganó tu confianza?―Era al único al que tenía respeto, porque no se acojonaba.―Entiendo.―Vd. tampoco tiene miedo―Esta vez fui yo quien la miró con una media sonrisa en la cara.

Dos días más tarde y unas cuantas charlas y paseos después Paco y Pilar me acompañaron a Barcelona para la entrevista en televisión.

María, aunque visiblemente emocionada por el testimonio que he ido revelando en la última media hora, continúa la entrevista con entereza apoyándome y sonriéndome con cada nueva pregunta sutil. Me deja hablar sin interrumpir, sin prisa y respetando mis silencios, tal y como hizo Pilar días antes.

―¿Recuerdas qué pensaste cuando te diste cuenta de qué tipo de campamento era a donde te habían llevado?―No fui consciente de dónde estaba hasta que llevaba varios días tirado en un inmundo calabozo, con grilletes en pies y manos, durante los cuales apenas me habían dado un cazo de agua maloliente al día como todo alimento. Realmente no sabía cuántos días habrían pasado, o si eran semanas u horas. Quien entraba a diario era un tipo alto y grande que aprovechaba el momento para torturarme diciéndome que mi familia me había abandonado, que me habían vendido a la milicia y que si ahora no había nada para comer era por culpa de ellos y otros de mi tribu que quemaban sus cosechas haciendo que escaseara el trigo.

Page 9: Soldado de trapo

Al cabo de un tiempo comenzaron a sacarme del calabozo y me dijeron que tenía dos opciones: seguir el programa de entrenamiento o sucumbir de hambre. Cada vez que esto ocurría, lo hacían delante de una olla repleta de carne recién cocida que volvían a quitar de mi vista para devolverme al calabozo. No sé cuánto tiempo tardé en claudicar.

―¿Quieres hablar de en qué consistía el entrenamiento?―Creo que no aportaría nada y prefiero olvidarlo.―Lo entiendo. ¿Hubo alguna experiencia positiva durante aquel tiempo?―Sí, recuerdo que después de unos meses entró en mi escuadrón una chica, que aunque era ágil e igualmente dura, a veces dejaba traslucir su debilidad y me pedía que le ayudara a cargar las armas más pesadas. Cuando ella se dirigía a mi era el único momento de alegría. Supongo que el de ella también,porque además de limpiar las armas y preparar la comida ella y otras compañeras suyas servían de divertimento a la troipa y teníamos que ver cómo eran violadas constantemente. No sé por qué con ella sí me salía un instinto protector. Con el resto de niñas me daba igual y de hecho jaleaba a los oficiales cuando las violaban en público. Era un ritual para demostrar nuestra hombría a los demás.

―Por último, Jean Claude, ¿crees que esta entrevista puede haber servido para algo?―Si a alguien le sirve para darse cuenta de que la violencia es pérdida de tiempo me sentiré feliz. A mi me ha costado demasiados años de mi vida poder mirar a la gente a los ojos sin sentirme culpable por todo el daño que he hecho.

Page 10: Soldado de trapo

―¿Y a partir de ahora?―Pasar página, encontrar la forma de reparar algo de lo que destruí e intentar que me perdonen.Releo lo que he escrito. Han pasado diez años desde aquella entrevista y me he decidido a escribir mi historia. Se lo debo a mi pueblo, a la memoria de las víctimas y sus familias y a todos los que me han ayudado a salir de aquel infierno y que hicieron posible que recibiera una educación para convertirme en mediador de conflictos en una ONG. Apago el ordenador y cojo a mi hija de los brazos de su madre que acaba de entrar a la habitación para que le dé un beso de buenas noches.

Page 11: Soldado de trapo

Muchas gracias por tu atención, querido lector. Si crees que merece la pena difundir este relato hazlo por favor. Me ayudarás a difundir mi proyecto de libro de relatos “Píldoras contra la Apatía”.

Si contestas brevemente a este cuestionario te lo agradeceré y me ayudará a identificar el tipo de público al que dirigir mi libro:

1) ¿Qué te ha transmitido el relato?A) Me ha revueltoB) Ya, es muy triste, ocurre todos los días, pero no está en nuestra mano solucionarloC) Me indigna y de una vez voy a hacer algo para contribuir con un granito de arenaD) Otra. ¿Qué?

2) ¿Crees que puede motivar a un adolescente? ¿Le recomendarías su lectura?

3) ¿A qué público crees que le llegaría más este relato?

Y por último: algunos breves datos sobre ti:- Franja de edad: 15 – 20, 20-30, 30-40 40-50, 50 – 60, + de 60- Nombra 3 hobbies- ¿Qué tipo de libros lees?- ¿Qué temas concretos te gustaría que tocara en mi blog?Si quieres leer otros relatos míos: www.blixenlamujerdelaspalabras.wordpress.com.