Sófocles - Edipo Rey (Versión de F. Rodríguez Adrados)

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Edipo Rey Versión de Francisco R. Adrados Ediciones Clásicas f~ ' 1

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Sófocles - Edipo Rey (Versión de Francisco R. Adrados)El Edipo Rey es, quizá, la tragedia que más nos dice sobre la entraña íntima del drama humano, la más moderna, de otra parte, en cuanto a su estructura teatral. Llega directamente a nosotros: es arcaica y contemporánea, poética y sugeridora de mil cosas. Trata, además, un mito bien conocido y que ha influido mucho en el pensamiento contemporáneo.[...]Edipo rey es una tragedia que ofrece una investigación diríamos que policíaca y, al tiempo, una investigación sobre el ser mismo del hombre. Aunque sujeta a interpretaciones múltiples. Porque Edipo, juguete del azar y de tantas coerciones que le cercan, con las que choca sin saberlo ni quererlo, luchando con valor e inteligencia por escapar de la red que en tomo se estrecha, es la imagen misma del hombre que busca libertad y busca saber y que choca con toda esa zona oscura que le rodea y ante la que naufragan su saber y su inteligencia.Es trágico el destino de Edipo y hay grandeza en él. La condena que ha lanzado contra el asesino de Layo cae sobre él mismo, este es el terrible descubrimiento: es él el asesino, el esposo de su madre. Ha de exiliarse, ciego. Al menos, la ciudad queda así liberada de la peste y él encuentra el consuelo de la compañía de sus hijas. Y se convierte en una especie de santo patrón de Tebas, objeto de veneración. Aunque esto es ya en la otra tragedia, el Edipo en Colono.

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  • Edipo Rey

    V e rs i n de F ra n cisco R. A d ra d o s

    E d ic io n e s C l s i c a s f~ ' 1

  • Sfocles

    Edipo ReyVersin de

    Francisco R. Adrados

    Ediciones C lsicas Madrid

    ArmauirumqueArmauirumque

  • Primera edicin 1992 Reimpresin 2000

    Francisco R. Adrados EDICIONES CLSICAS, S.A.

    San Mximo 3 1 ,4o 8 Edificio 2000 28041 Madrid

    I.S.B.N. 84-7882-083-3 Depsito Legal: M -17452-1992 Impreso en Espaa

    Imprime: EDICLSSan Mximo 31, 4o 8 Edificio 2000 28041 Madrid

  • PRESENTACIN

    El Edipo Rey es, quiz, la tragedia que ms nos dice sobre la entraa ntima del drama humano, la ms moderna, de otra parte, en cuanto a su estructura teatral. Llega directamente a nosostros: es arcaica y contempornea, potica y sugeridora de mil cosas. Trata, adems, un mito bien conocido y que ha influido mucho en el pensamiento contemporneo.

    Para m es verdaderamente querida porque est unida a muchos recuerdos de mi dedicacin al teatro griego. La traduccin que hoy se pone en escena es -con ciertos retoques hechos de acuerdo con Pedro Alvarez- Osorio para aproximarla ms al pblico- una ya antigua traduccin ma que hace aos fue puesta en escena por un grupo de universitarios: en diversas Universidades y teatros al aire libre, incluidos los romanos de Mrida y Sagunto. Es, pues, una versin que est ya bien rodada.

    Aprend mucho al ver la reaccin directa de espectadores de ciudades y pueblos de diversos lugares de Espaa. Entraban directamente, con toda naturalidad, en el mito griego y en su dramatizacin por Sfocles.

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  • Francisco R. AdradosMe gustara que esto continuara siendo cierto ahora que la obra es puesta en escena por un distinguido elenco de profesionales, director y actores, con un planteamiento nuevo.

    Hubiera yo preferido, quiz, poner en escena alguna nueva traduccin ma de los trgicos griegos: pero reponer sta, con los retoques indicados y con una puesta en escena totalmente nueva, es un desafo importante.

    Ha habido muchos Edipos, en Espaa y fuera de Espaa; incluso en Mrida. Este es una apuesta por una versin fiel original, versin que trata de captar y transmitir, adems, su aliento potico. Que mantiene los coros antiguos, sin los cuales una tragedia no es tragedia, e incluso, en lo posible, el canto de los mismos: sus intervenciones las presentamos en cursiva.

    Edipo rey es una tragedia que ofrece una investigacin diramos que policaca y, al tiempo, una investigacin sobre el ser mismo del hombre. Aunque sujeta a interpretaciones mltiples. Porque Edipo, juguete del azar y de tantas coerciones que le cercan, con las que choca sin saberlo ni quererlo, luchando con valor e inteligencia por escapar de la red que en tomo se estrecha, es la imagen misma del hombre que busca libertad y busca saber y que choca con toda esa zona oscura que le rodea y ante la que naufragan su saber y su inteligencia.

    Es trgico el destino de Edipo y hay grandeza en l. La condena que ha lanzado contra el asesino de Layo cae sobre l mismo, este es el terrible descubrimiento:

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  • Presentacines l el asesino, el esposo de su madre. Ha de exiliarse, ciego. Al menos, la ciudad queda as liberada de la peste y l encuentra el consuelo de la compaa de sus hijas. Y se convierte en una especie de santo patrn de Tebas, objeto de veneracin. Aunque esto es ya en la otra tragedia, el Edipo en Colono.

    Es bien sabido, una representacin arqueolgica de una tragedia es no slo imposible, tambin indeseable. Lo que pretendemos es despertar en nuestro pblico las sensaciones que experimentaba el antiguo. Para ello hay que ser fieles al texto del poeta antiguo, humildemente fieles, sin alharacas de supuestas modernidades y genialidades. Pero los lmites son estrechos, las soluciones siempre difciles. El pblico dir en qu medida hemos acertado todos al intentar hacer vivir al pblico de hoy el drama de Edipo, hacerlo humano en general. Meditar y sentir sobre l, como si fuera nuestro.

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  • Edipo Reyde Sfocles

  • PERSONAJES

    E dipo, rey de Tebas.

    Y o c a sta , su esposa y madre, viuda de Layo. C reonte, hermano de Yocasta.

    T iresias, adivino, ciego, anciano. M ensajero de Corinto.

    M ensajero segundo.

    S iervo, antiguo pastor de Layo.C orifeo.

    C oro de ciudadanos de Tebas. Suplicantes con un S acerdote a la cabeza. Las dos hijas de Edipo, Antigona e Ismene,

    an nias, criados y doncellas del palacio. (No hablan)

    La escena es en Tebas. Ante el palacio.

  • (Ante el palacio de Edipo se encuentran el Sacerdote y un coro mudo de

    ciudadanos suplicantes)

    E d ip o - Hijos, generacin nacida de aquel antiguo Cadmo, fundador de Tebas, por qu en mi presencia estis ante los altares con ramos de suplicantes? La ciudad est al tiempo inundada de perfumes, de cantos de peanes, de lamentos; no quiero or de otros mensajeros que vosotros qu significa esto; por eso estoy aqu, yo, a quien todos llaman el glorioso Edipo. Ea!, pues, anciano, explcate, pues por tu edad debes hablar antes que stos: por qu estis aqu? Por miedo, o a implorar? Habla sabiendo que yo quiero ayudaros en todo, porque sera insensible si no me apiadara ante una splica como sta!

    Sa c e r d o t e- Pues bien, Edipo, rey de mi patria, ves de qu edades tan dispares somos los que estamos sentados ante tus altares: unos an no tienen fuerza para un largo vuelo; otros somos sacerdotes ya torpes por la edad -yo, lo soy de Zeus-; estos otros son los mejores de los jvenes, y la multitud restante est sentada en las plazas con sus ramos de suplicantes, tanto junto a los dos templos de la diosa Palas como al de Apolo a orilla del Ismeno, altar de cenizas augurales.

    Pues la ciudad, como t mismo ves, sufre el embate de un fuerte temporal, y no puede levantar su

    Edipo Rey

  • Sfoclescabeza del fondo de sus olas de sangre. Perece en los frutos abortados de la tierra, perece en los rebaos de vacas y en los partos sin hijos de las mujeres; y, adems, el dios que lleva el fuego, la peste odiosa, azota impetuoso a la ciudad y el negro Hades atesora lamentos y gemidos. No es por creerte igual a los dioses por lo que yo y estos jvenes estamos sentados junto a tus altares; pero s porque eres el primero de los hombres en los azares de la vida y en la conciliacin de los seres celestiales, pues que viniste a la ciudad de Tebas y nos libraste del tributo que pagbamos a la dura cantora; y ello sin habernos odo nada ms que los otros ni haber sido instruido en el secreto, sino con la ayuda de un dios, segn se dice y cree, que ha enderezado nuestra vida.

    Pues bien, tambin ahora, oh, Edipo, glorioso ms que nadie a los ojos de todos!, todos los suplicantes te imploramos que nos encuentres una ayuda, ya sea porque hayas odo la voz enviada por alguno de los dioses, ya que algo sepas por boca de los hombres. Yo s que los consejos de las personas de experiencia obtienen mejor el xito. Ea, oh, el mejor de los mortales!, haz erguirse de nuevo a esta ciudad; cudate de tu fama: ya que esta tierra te llama ahora su libertador por tu celo de antao; y haz que jams nos acordemos de tu reinado como de un tiempo en que nos pusimos en pie y luego camos: levanta a esta ciudad dejndola segura! En aquella ocasin nos diste la salud con un agero favorable:

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  • Edipo Reyse igual ahora con nosotros! Que si has de reinar sobre esta tierra de la que ahora eres seor, ms bello ser hacerlo estando poblada que desierta, pues nada es ni una ciudad fuerte ni una nave sin los hombres que la ocupan.

    E dipo - Oh, hijos doloridos! Me es conocido, y no ignorado, aquello que buscis; porque bien s que sufrs todos y, sufriendo, no hay ninguno que padezca igual que yo. Vuestro dolor afecta a cada uno de por s y a nadie ms; pero mi alma llora por la ciudad; por m y por ti a la vez. Por ello, no me habis despertado de mi sueo; estad seguros de que he vertido muchas lgrimas y he recorrido muchos caminos en mi mente. Y el nico remedio que he encontrado, despus de mirar mucho, se lo he puesto: he enviado a Creonte, mi cuado, al templo de Apolo Ptico, a que inquiera qu he de hacer o decir para salvar a esta ciudad. Al calcular el tiempo transcurrido, estoy inquieto por lo que pueda haberle ocurrido; pues tarda ms del tiempo necesario, fuera de toda previsin. Pero cuando llegue, ser yo un hombre vil si no hago todo cuanto revele el Dios.

    Sacerdote - En momento oportuno lo dijiste, pues stos me indican que Creonte llega.

    E dipo - Apolo Soberano, que traiga una noticia salvadora comparable al resplandor de sus ojos!

    Sa c e r d o t e- A lo que se ve, trae buenas nuevas; en otro caso no ve adra as, con una corona de laurel.

    (Se aproxima Creonte)

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  • SfoclesE d ip o - L o hemos de saber pronto; est a distancia

    para poder or. Cuado, hijo de Meneceo, qu respuesta del dios nos traes?

    C reonte. - Buena; pues hasta las desdichas, si tienen un buen fin, se trocan en venturas.

    E dipo - Mas, cul es la respuesta? Pues por lo que hasta ahora has dicho, no estoy ni confiado ni temeroso.

    C reonte - Si deseas orla estando ellos delante, estoy dispuesto a hablar; e igual si quieres estar dentro.

    E dipo - Habla ante todos: pues es por stos ms que por m mismo por quienes tengo el duelo.

    C reonte. - Voy a decir lo que escuch del dios. Febo nos ha ordenado claramente expulsar del pas a la impureza que, segn dice, ha arraigado en l y a no dejarla que prospere incurable.

    E d ip o - Mediante qu rito? Nuestra desgracia, en qu consiste?

    C r e o n t e - Desterrando al culpable o vengando la muerte con la muerte, por que esta sangre es la que trae el temporal a la ciudad.

    E d ip o .-* Y a la muerte de qu hombre se refiere?C r e o n t e . - En tiempos, seor, era Layo el rey de esta

    tierra, antes de gobernar t esta ciudad.Edipo.- Lo s de odas; porque jams lo vi.C reo n te . - Ahora nos manda castigar a los culpables

    de su muerte.E djpo , - Y dnde estn? Dnde se encontrar la os

    cura huella de esta ai.igua culpa?

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  • Edipo ReyC reonte. - Dijo que aqu. Lo que se busca es posible

    encontrarlo: en cambio, aquello de lo que nadie se preocupa nos pasa inadvertido.

    E dipo. - Fue en el palacio o fue en el templo en donde Layo hall la muerte? O fue en tierra extranjera?

    C r eo n te- March a visitar el santuario de Delfos, segn dijo, y ya no volvi a casa una vez que parti.

    E d ip o - Y no lo vio algn caminante, algn acompaante que, al damos noticia, nos pudiera ayudar?

    C reonte. - Han muerto, salvo uno que huy atemorizado, y, fuera de una cosa, nada puedo decir a ciencia cierta de lo que vio.

    E dipo - Qu cosa? Pues una sla podra ser el camino para enteramos de otras muchas, si hallramos un pequeo principio de esperanza.

    C reon te- Dijo que unos bandidos, salindole al encuentro, lo mataron. No un hombre solo, sino una multitud.

    E dipo - Y cmo esos bandidos, si no se tram todo desde aqu con ayuda de dinero, habran llegado a tanta audacia?

    C reonte - En eso se pens; pero despus que muri Layo, no hubo, en nuestro infortunio, nadie que saliera en su defensa.

    E d ipo - Ycul fue ese infortunio que impidi, cuando el trono cay de esta manera, que ello se descubriera?

    C r e o n te- La esfinge, la cantora de enigmas, nos forzaba a cuidamos de lo ms inmediato, dejando lo dudoso.

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  • SfoclesE d ip o - Voy a aclararlo todo desde,el comienzo mis

    mo. Febo, tiene toda la razn, y t mismo, al preocuparos del muerto; y, como es justo, me hallaris como aliado, defendiendo a esta tierra y al dios al mismo tiempo. No es en defensa de amigos alejados, sino en la de m mismo, como esta mancha he de limpiar. Quienquiera que fuese el que a Layo dio muerte, podra quererme dar la muerte con su mano culpable. Ayudndole a l, a m mismo me ayudo.

    Ea, deprisa, hijos, levantaos recogiendo esos ramos suplicantes! Que alguien rena aqu al pueblo de Tebas, porque ningn recurso he de dejar: o seremos dichosos con ayuda del dios, o pereceremos.

    Sa c er d o te- Hijos mos, levantmonos, pues vinimos aqu en busca de las cosas que Edipo nos promete. Y Febo, que ha enviado esta respuesta de su orculo, venga cual salvador y acabe con la peste.

    C oroEst. 1 D e Zeus dulce voz, cual has llegado desde el ureo

    Delfos a I gloriosaTebas? M e torturo, tiembla de miedo el angustiado corazn,Apolo Delio, salvador.Temo a causa de ti: qu cosa nueva envas, o repetida con los aos?Dilo, hija del urea Esperanza, Fama inmortal.

    Ant. 1 Te invoco la primera, hija de Zeus, Atenea inmortal; luego a nuestra patrona,a Artemis, sentada en su trono glorioso de la plaza; y a Febo elflechador.

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  • Edipo ReyVertid, debeladores de la muerte.Si amenazando antao la desgracia, desterrasteis la llama del dolor, venid tambin ahora.

    Est. 2 Ay me! Sufro dolores incontables.Todo mi pueblo se halla enfermo, ni hay lam a del ingeniocon la cual defenderse. Ni los frutos maduran de la tierra, ni los partos compensan el dolor de las mujeres: a uno tras otro puedes ver lanzarse, como a un pjaro alado,ms rpido que el fuego incontenible hacia la orilla del sombro dios.

    Ant. 2 La ciudad muere en nmero infinito;propagando la peste, yacen sus hijos en el suelosin piedad; y las v iudady las madrescon sus canas, lloran en los altaresp o r doquier, suplicando en su dolores:brilla el pean, brilla la voz que gime en unin dela flauta;t p o r ello, dorada hija de Zeus, envanos tu ayuda sonriente.

    Est. 3 Y que Ares, el violento, que ahora sin e l bronce de las armasme hace arder, atacndome entre gritos, se aleje a la carrera de mi patria y que el viento le lleve al Ocano, vasta morada del Anfitrita, o al puerto hostil al extranjero, a las olas de Tracia; pues si la noche algo no acaba viene el da detrs a terminarlo; a este dios, oh, seor

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  • Sfoclesdel relmpago gneo,padre Zeus, aniqulale a l fin bajo tu rayo!

    Ant 3 Rey Licio, Apolo, quisiera que tus flechas indomables volaran desde el oro de tu arco cual protectoras nuestras, y con ellas de Artemis las antorchas, con las cuales va a la carrera p o r los montes.Y llamo al dios de la area banda que da nombre al pas, a Baco llamo de fa z roja:que con las mnades viniendose acerque con el fuegode un pino envuelto en llamas,aliado contra el dios que est maldito de los dioses!

    E dipo - Pides; y lo que pides, si es que quieres, oyendo mis palabras, escucharlas y remediar la peste, recibirs: ayuda y alivio en tus desgracias. Son palabras de un hombre que es ajeno a lo que se dijo o sucedi; no podra llegar lejos rastreando si no tuviera algn indicio. Ahora, como soy ciudadano entre los ciudadanos desde una fecha ms reciente, proclamo ante todos los tebanos lo siguiente: el que de entre vosotros sepa a manos de quin muri Layo, el hijo de Lbdaco, a se, le ordeno darme cuenta de todo; si tiene miedo, que se anticipe en acusarse a s mismo: ningn otro castigo sufrir fuera de irse, sin ser tocado, de esta tierra. Y si hoy sabe que el criminal es un extrao de otra ciudad, que no se calle: yo le dar la recompensa y adems tendr mi gratitud. En cambio, si callis y alguno, por temor, no cumple

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  • Edipo Reymi orden denunciando a su amigo, o a s mismo, lo que he de hacer entonces, od de m:

    Prohbo que a este hombre, sea quienquiera, nadie en este pas, cuyo gobierno y trono rijo, le d acogida ni le hable ni haga en su compaa ofrendas o plegarias a los dioses o le d agua lustral; chenle fuera todos de sus casas, pues es para nosotros una mancha: el orculo ptico de Apolo acaba de decrmelo.

    Tal aliado soy para el rey muerto y para el dios de Delfos; y maldigo al culpable, sea uno o alguien en compaa de varios: que ese infame pierda, en forma infame, su vida miserable!

    Pido para m mismo, si llega a entrar en mi palacio con mi conocimiento, que sufra yo la maldicin que a stos he lanzado! Yo os ordeno que cumplis todo esto en inters mo, del dios, y de esta tierra arruinada as, sin frutos, sin ayuda de los dioses!

    Porque aunque el crimen no hubiera sido recordado por el dios, no era normal que lo dejseis sin limpiar, habiendo muerto un hombre noble, un rey, sino al contrario, que lo investigseis hasta el fin. Y ahora, pues que tengo el poder que l tuvo un tiempo, tengo su lecho y la mujer que ambos hicimos nuestra, e hijos comunes nos habran nacido si no se hubiese malogrado su progenie -ya que la fortuna se abati sobre su cabeza-; por todo ello, yo le presto mi alianza, tratando de encontrar al asesino para vengar al hijo de Lbdaco, de Polidoro, del viejo Cadmo y del ms viejo Agenor, a Layo!

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  • SfoclesPido a los dioses que para aquellos que no

    cumplan mis palabras, no hagan crecer las mieses de la tierra, ni nacer los hijos de sus mujeres, sino que mueran con la muerte que ahora sufren y aun una peor! A los otros tebanos a quienes place todo esto, ojal la Justicia aliada y todos los dems dioses os escuchen de por siempre!

    C orifeo - Obligado por tus imprecaciones, voy, seor, a contestarte. Ni he matado ni puedo mostrarte al matador. En cuanto a esa bsqueda, corresponda a Febo, que la ha dirigido, decir quien fue el culpable.

    E dipo. - Es justo lo que has dicho; pero ningn hombre podra obligar a los dioses a aquello que no quieren.

    C orifeo - Voy a decir lo que, en segudo lugar, me parece mejor.

    E dipo - Aunque sea lo mejor en tercer trmino, no dejes de decirlo.

    C orifeo - S que Tiresias es quien, antes que nadie, ve lo mismo que el rey Apolo; si investigramos el caso con su ayuda, sera la mejor forma de aclararlo.

    E dipo - Tampoco he dejado esto sin hacer. A instancias de Creonte le he enviado dos mensajeros: deban haber llegado ya hace tiempo.

    C orifeo - Fuera de este remedio, en verdad, lo dems son palabras ya apagadas y lejanas.

    E dipo - Cules? Yo quiero investigar toda palabra.C orifeo - Se dice que muri a manos de unos cami

    nantes.E d ip o - Tambin yo lo he odo; mas nadie sabe de

    quin esto vio.

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  • Edipo ReyC orifeo - Si sabe lo que es miedo, no seguir callado

    despus de or tus maldiciones.E dipo - Al que no tiene miedo al obrar, una palabra no

    le atemoriza.C o r ifeo - Hay quien puede ponerlo al descubierto.

    Aqu nos traen ya al divino profeta; slo a l entre los hombres le es innata la verdad.

    (Llega Tiresias)E dipo - Oh, Tiresias, t que todo lo sabes, lo que pue

    de decirse y lo secreto, lo que pasa en el cielo y en la tierra! Esta ciudad, aunque no ves, t sabes, sin embargo, qu enfermedad padece; eres el nico protector, el nico salvador que le encontramos.

    Pues Febo, si no lo oste ya a mis mensajeros, esta respuesta dio a nuestra pregunta: solamente vendr el fin de este mal si, descubriendo a los asesinos de Layo, los matamos o fuera de esta tierra los expulsamos desterrados.

    T, pues, no calles la respuesta de las aves ni otro camino alguno de la adivinacin; y slvate a ti mismo, y a la ciudad, y slvame y aleja toda la impureza nacida de la vctima. En tus manos estamos: que un hombre ayude a otros en lo que puede y es capaz, es la ms noble de todas las acciones!

    T iresias - Ay, ay, cun terrible es saber, cuando no paga los gastos al que sabe!

    Yo s esto muy bien, mas lo haba olvidado; en otro caso, no hubiera venido aqu.

    E dipo - Qu sucede? Con qu desnimo has llegado!

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  • SfoclesT iresias - D jam e ir a mi casa; m ucho m ejor t y yo

    soportaremos de esta manera nuestra vida, si m e haces caso.

    E dipo - N o has dicho cosa justa ni que pruebe tu amor a esta ciudad, que te ha criado, al denegarle la respuesta.

    T iresias - E s que veo que no pronuncias tus palabras con oportunidad para ti mismo; no quiero que me pase a m lo propio.

    E dipo - Por los dioses, si lo sabes, no te niegues; te lo pedimos todos stos suplicantes.

    T iresias,- E s que no lo sabis. M as no hay cuidado de que yo revele m is desdichas...por no decir las tuyas.

    E dipo - Qu dices? Sabindolo, no vas a hablar, sino que piensas traicionamos y arruinar la ciudad?

    T iresias - Ni a m ni a ti quiero causar dolor. Por qu en vano me preguntas esto? De m no vas a conocerlo.

    E dipo - N o vas, vil entre viles -hasta a una piedra hara airarse-, no vas jams a hablar? Vas a mostrarte as, insensible, intil?

    T iresias, - Censuras mi manera de ser; pero no ves la que hay dentro de ti y por eso me criticas.

    E dipo - Y quin sera capaz de no indignarse oyendo esas palabras con que t ahora haces ultraje a la ciudad?

    T iresias, - Son cosas que vendrn, aunque yo las envuelva en mi silencio,

    E dipo - Pues bien, si han de venir, t debes revelrmelas.T iresias, - No quiero decir ms. Ante esto, si te place,

    enurecete con la clera ms fiera.

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  • Edipo ReyE dipo - Ninguna cosa he de callar, segn estoy de ai

    rado, de las que ya imagino. Sabe que me pareces haber tramado el crimen y haberlo ejecutado, salvo que no has matado con tu mano; y si pudieras ver, dira que el crimen haba sido obra de ti solo.

    T iresias - De verdad? Te requiero a que cumplas la proclama que has lanzado: desde este da no nos hables ni a stos ni a m, pues eres t el impo que contamina a este pas!

    E d ip o - Tan impdicamente lanzaste estas palabras? Dnde piensas huir de esto que has hecho?

    T iresias, - E stoy ya a salvo: llevo en m la verdad, sta es m i fuerza.

    E dipo - Y de quin la aprendiste? Sin duda, de nadie de tu oficio.

    T iresias - De ti; t me forzaste a hablar, mal de mi grado.

    E dipo - Qu palabras? Dilas de nuevo, para enterarme as mejor.

    T iresias - N o me entendiste? O quieres sonsacarme con tu charla?

    E d ip o - N o te he entendido en forma que quedara enterado. Habla de nuevo.

    T iresias - Digo que eres el asesino, se a quien buscas.

    E d ip o - N o te reirs si dices dos veces esa infamia.T iresias - Qu ms he de decir, para que ms te en

    colerices?E d ip o - T di lo que desees, pues ser dicho en vano.

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  • SfoclesT iresias.- Digo que no advertiste que tenas un trato

    infame con los ms queridos ni ves adnde llega tu desgracia.

    E d ip o - Crees que vas a decir siempre esto sin lgrimas?

    T iresias - S, si es que tiene fuerza la verdad.E d ip o - La tiene, pero no para ti; no existe porque eres

    ciego de los odos, del pensamiento y de los ojos.T iresias - Y t eres desgraciado por censurarme cosas

    que ninguno de stos dejar de censurarte muy en breve.

    E d ip o - Te envuelve eterna noche; ni a m ni a ningn otro que vea la luz puedes causamos dao.

    T iresias, - N o es tu destino caer vctima de m; Apolo es suficiente, a cuyo cargo est llevar esto adelante.

    E dipo - E s tuya o de Creonte esta maquinacin?T iresias - N o es Creonte ningn mal para ti; pues lo

    eres t para ti mismo.E d ip o - Oh, riqueza y poder y astucia que triunfa de

    la astucia en las querellas de la vida, cun grande envidia atesoris si por esta realeza que la ciudad me dio como un regalo, que no la ped yo, Creonte el fiel, el amigo de siempre, me ataca con insidias y desea destronarme lanzndome este brujo, este tramposo, este embustero charlatn, que tiene vista slo para el lucro, pero es ciego en su arte!

    Ea, dime, vamos; en qu ocasin te has revelado adivino veraz? Por qu, cuando la perra cantora estaba aqu, no dijiste a estos ciudadanos ninguna

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  • Edipo Reypalabra salvadora? En verdad, explicar el enigma no era una empresa de cualquiera, sino que requera arte adivinatoria; y no se vio que la tuvieses, ni sacada del vuelo de las aves, ni revelada por alguno de los dioses; fui yo, Edipo, el que nada saba, el que hube de hacerla callar, hallando la respuesta por m mismo, y no aprendindola del vuelo de las aves. Yo, a quin t intentas destronar, esperando estar cerca del trono de Creonte! Creo que t y el que ha tramado todo esto vais a expulsar al hombre impuro con llanto propio; y si no viera que eres un anciano, aprenderas a tu costa de qu clase es tu ciencia.

    C o r ifeo- Edipo, segn nuestra opinin, lo mismo sus palabras que las tuyas fueron dichas con ira. No son estas palabras las que resultan necesarias, sino buscar cmo mejor descifraremos el orculo del dios.

    T iresias - Aunque t eres el rey, he de tener igual derecho, al menos, a darte igual respuesta; esto lo puedo yo tambin. Pero no vivo como esclavo tuyo, sino de Apolo; as, no voy a empadronarme con Creonte por patrono. Te digo, ya que t como a ciego me injuriaste: teniendo vista, t no ves a qu punto has llegado de desgracia, ni dnde moras, ni con quin vives. Sabes de quienes has nacido? No te das cuenta de que eres enemigo de los tuyos, de los muertos y de los vivos?

    La doble maldicin, de implacable paso, de tu madre y tu padre ha de expulsarte un da de esta tierra, un da en el que t, que tienes ahora vista, slo

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  • Sfoclesvers las tinieblas. De tu clamor, qu valle del Ci- tern no ser puerto?, qu valle no har eco cuando te enteres de la boda a la que dentro de tu casa navegaste -a un puerto que no es puerto- encontrando bonanza? Ni ves la multitud de otras infamias que te habrn de igualar con tus hijos.

    Despus de esto, injuria a Creonte y a mi lengua; pues no hay mortal alguno que vaya a ser nunca aplastado en una forma ms infame!

    E d ip o - Es tolerable or de ste tales cosas? No te irs a la mina rpidamente? No dars media vuelta y te irs de este palacio?

    T ir e sia s- N o habra venido, si no m e hubieras con vocado.

    E dipo - Ignoraba que hubieras de decir palabras insensatas; jams en ese caso te habra hecho venir a mi palacio.

    T iresias, - Y o soy, segn t crees, un insensato; pero para los padres que te dieron el ser, un hombre sabio.

    E d ip o - Cules? Espera. Quin me ha engendrado a m entre los mortales?

    T iresias - Este da mostrar tu nacimiento y causar tu mina.

    E dipo - Por dems enigmtico y oscuro es lo que dices.

    T iresias - N o naciste el ms hbil en descifrar enigmas?

    E d ip o - Injriame en las cosas en que el ms grande me hallars.

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  • Edipo ReyT ir e s ia s- Y, sin embargo, es este azar el que te ha per

    dido.E d ip o - Si he salvado con ello a esta ciudad, nada m e

    importa.T iresias - Me marcho, pues; llvame, nio.E d ip o - Q ue se lo lleve; aqu presente, estorbas y m oles

    tas, mientras que, yndote, no vas a danne ms dolor.T iresias - Me voy diciendo aquello para lo que vine,

    sin tener miedo de tu rostro; pues no puedes causarme mal alguno. Yo te digo: ese hombre al que buscas hace tiempo, amenazando y lanzando proclamas sobre la muerte del rey Layo, est aqu: pasa por extranjero aqu asentado, pero pronto se ver que ha nacido tebano y no se alegrar de esa fortuna: ciego en vez de vidente, mendigo en vez de rico, recorrer tierras extraas tanteando el suelo ante s con un bastn; vern todos que es al mismo tiempo padre y hermano de los hijos con quien vive, hijo y esposo de la mujer de que naci y heredero del lecho y asesino de su padre. Penetra en el palacio y reflexiona sobre esto; y si descubres que he mentido, entonces puedes afirmar que ignoro el arte de la profeca.

    (Salen Tiresias y el Lazarillo)C oroEst. 1 Quin es el que la rocaproftica de Delfos

    dice que ha hecho la infamia con sus manos sangrientas?

    Hora es de que en la fugatenga un p ie ms veloz que los corceles

    27

  • Sfoclesal viento semejantes;pues armado de fuego y de relmpagosde Zeus el hijo contra l se lanza.Y detrs de l caminan los Hados implacables.

    Ant. 1 Ha brillado en la altura nevada del Parnaso una voz: que todos busquen al desconocido! Camina por el bosque salvaje, p o r las cuevas y las rocas, a un toro semejante, triste y solo en su marcha sola y triste; de s alejar pretende los orculos de Delfos; pero siempre vuelan en torno.

    Est. 2 El sabio augur me causa terrible turbacin.Ni apruebo ni deniego; no s lo que decir.Vuelo en presentimientos, ms ignoro el

    presente y el futuro.Pues qu querella haba entre los Labdcidas y el hijo de Plibo ni antes ni ahora s, querella en que apoyarme para alzarme contra el nombre de Edipo entre el pueblo de Tebas y vengar una muerte no aclarada.

    Ant. 2 Son sabios Zeus y Apolo y no ignoran las cosas de los mortales; pero que valga un adivino ms que yo, no es sentencia verdadera: la

    ciencia con su ciencia un varn es capaz de superar.Antes de tener pruebas no escucho a los que acusan. Pues la virgen alada contra Edipo lanzse un da y se le vio sabio y amigo: jam s le acusar de ningn crimen.

    (Llega Creonte)

    28

  • Edipo ReyC r e o n t e - Ciudadanos, al enterarme de que el rey Edi

    po me hace objeto de acusaciones graves, me he presentado aqu, desesperado. Pues si en los infortunios actuales cree haber sufrido de mi parte, en palabras o en obras, algo que le haga mal, no tengo yo deseo de una vida dilatada si ha de decirse esto de m. Porque esta mala fama no es para m un nico castigo, sino uno muy grande, al ser llamado infame en la ciudad y por ti mismo y por mis amigos.

    C o r ifeo- S; mas quiz esta injuria pudo venir bajo el imperio de la ira ms que del pensamiento de la mente.

    C reonte - L o que se dijo fue que persuad yo al adivino a pronunciar palabras embusteras?

    C o r ifeo- Esto es lo que se dijo, no s con qu intencin.

    C r e o n te- Y con ojos serenos y mente no turbada se lanz contra m esa acusacin?

    C o r ifeo- N o s; no tengo ojos para lo que hace el soberano. Mas hele aqu que sale del palacio.

    (Edipo sale del palacio)E dipo - Cmo has venido aqu? O llega a tanto tu

    impudor que has acudido a mi palacio, t, que eres claramente mi asesino y el ladrn descarado de mi trono? Ea, di, por los dioses: fue al ver en m locura o cobarda por lo que te decidiste a obrar as? O es que pensaste que no iba a descubrir tu plan, que me atacaba con engaos, o que, si me enteraba, no me iba a defender? Y no ves que tu intento era in

    29

  • Sfoclessensato, perseguir sin ayuda del pueblo ni de am igos la realeza, que slo es rendida por el nmero y el oro?

    C reo n te- Sabes lo que has de hacer? En respuesta a tus palabras, yeme un tiempo igual; luego juzga t mismo, una vez enterado.

    E d ip o - T eres hbil para hablar y yo muy poco para comprenderte, pues te he encontrado hostil y mal intencionado para conmigo.

    C reonte - Escchame primero mi explicacin de esto.Ed ip o - N o vayas a decirm e que no eres un villamo.C reo n te- Si piensas que el orgullo irrazonable es

    bueno, no juzgas bien.E d ip o - Si piensas que insidiando contra un hombre de

    tu sangre no sufrirs castigo, 110 juzgas bien.C reonte. - De acuerdo con que eso que has dicho es

    justo. Ahora, instryeme del dao que dices que has sufrido.

    E d ipo - Me persuadiste o no me persuadiste de que deba enviar a alguien a buscar a ese...sabio adivino?

    C reo n te- Y contino pensando de igual modo.E d ip o - Cunto hace que Layo...C r eo n te- Hizo qu cosa? No comprendo tu inten

    cin.E dipo - ...sufri muerte violenta?C reo n te- Habra que calcular un largo tiempo; es una

    fecha antigua.E dipo - Ejerca entonces su arte ese adivino?C reonte - Igual era de sabio, igual le honraban.E dipo - Hizo mencin de m en aquellas fechas?

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  • Edipo ReyC reonte - Jams, al menos ante m.E dipo - E hicisteis pesquisas sobre el crimen?C r eo n te- Las hicimos, cmo no? Mas nada averi

    guamos.E d ipo- Y cmo es que ese sabio no dijo nada entonces?C r e o n te- No s; pues sobre lo que ignoro prefiero es

    tar callado.E dipo - Al menos sabes una cosa y la dirs, pues que

    me estimas.C reonte - Cul? Pues si yo la s, no he de negarla.E d ip o - Que si no se hubiera unido a ti, jams habra

    dicho que yo asesin a Layo.C r eo n te- Si afirmas eso, t lo sabrs; por mi parte,

    quiero aprender de ti tanto como t de m.E dipo - Aprende lo que quieras; no ser hallado culpa

    ble de una muerte.C r eo n te- Dime: ests casado con mi hermana?E d ip o - No puedo denegar lo que preguntas.C r eo n te- Gobiernas el pas igual que ella, dndole

    igual poder?E dipo - Todo lo que desea, lo consigue de m.C r eo n te- Y no es cierto que, como un tercero, soy

    igual que vosotros?E d ip o - Por esto mismo has resultado un amigo traidor.C reonte. - No, si reflexionas como lo hago yo. Mira

    primero esto. Crees que alguien prefiere ser rey entre temores a reinar sin temblar, teniendo igual poder? No es mi naturaleza la de querer ser rey en vez de poseer poder real; ni la de nadie que sea un hombre cuerdo. Ahora de ti lo obtengo todo sin

    31

  • Sfoclessentir miedo; si, en cambio, gobernara yo mismo, habra de hacer mil cosas contra mi voluntad. Cmo me iba a ser ms agradable la realeza que tener el poder y un mando sin pesares?

    No estoy tan ofuscado que desee otra cosa que lo que es a un tiempo honroso y til. Ahora, todos me desean prosperidad y todos me saludan; ahora, todos los que te necesitan, a m me buscan, porque de m depende su esperanza. Cmo iba yo a tomar aquello y dejar esto? Una cabeza que bien piensa no admite la traicin. Ni siento esa ambicin ni ira al lado de alguien que obrara as.

    Como prueba de esto, ve a Delfos y pregunta si he anunciado exactamente la respuesta; o, si hallas que he tramado alguna cosa en unin del adivino, no me mates con un voto solamente, sino con dos: el mo y el tuyo. Pero no me acuses con slo una sospecha incierta; pues no es justo juzgar hombres de bien a los malvados o, al contrario, malvados a los hombres de bien. Y el apartar de s a un fiel amigo es igual, yo lo afirmo, que quitarse la vida, lo que ms ama cada uno. Con el paso del tiempo aprenders bien esto, pues es el tiempo el nico que muestra al hombre justo, mientras que al malo en un nico da podras reconocerle.

    C orifeo - Bien hablado, seor, para uno que procure no caer; porque los hombres de decisiones rpidas no son seguros.

    E d ip o - Cuando el que ataca con insidias marcha rpido, tambin yo debo decidir con rapidez. Si me

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  • Edipo Reyquedo inactivo, los planes de ste sern ya hechos, y los mos, fracasos.

    C r eo n te- Y cul es tu deseo? Desterrarme?E dipo - En modo alguno, tu muerte, no tu destierro, es

    lo que quiero, a fin de que sirvas de ejemplo de qu cosa es la envidia.

    C r eo n te- Hablas como hombre que no cede ni me cree?

    E d ip o - Tam poco cedes t ante m.C r eo n te- E s que veo que no razonas con cordura.E d ip o - S, en lo que me concierne.C r e o n te- D ebas hacerlo igual en lo que a m m e ata

    e.E dipo - Es que eres un malvado.C reonte - Y si no entiendes nada?E dipo - Me debes obediencia en todo caso.C reonte - N o, si gobiernas mal.E dipo - Oh, Tebas, Tebas!C reonte - Tambin a m, no slo a ti, me importa Te

    bas.E dipo. - Cesad, seores; porque veo aqu que, oportu

    na, viene Yocasta a vuestro encuentro, con cuya ayuda deberais poner fin a esta disputa.

    (Sale Yocasta del palacio)Y o c a s t a - Desgraciados, por qu habis comenzado

    esta loca disputa? No os da vergenza, cuando as sufre Tebas, de remover cuestiones vuestras?, No entrars en palacio, y t, Creonte, en tu casa, evitando agrandar una cosa pequea?

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  • SfoclesC reo n te- Hermana, Edipo, tu marido, cree justo cas

    tigarme cruelmente, habiendo decidido o expulsarm e de la patria o darme muerte.

    E dipo - Estoy de acuerdo, le he sorprendido, esposa ma, atentando contra m con malas artes.

    C reonte - Que no saque provecho, sino muera maldito, si he hecho contra ti algo de lo que dices.

    Y ocasta - Cree esto, Edipo, por los dioses, respetando ante todo su imprecacin y luego a m y a stos que se encuentran ante ti.

    Est.lCO RO - Crelo de grado, reflexiona, seor, lo ruego.EDIPO En qu quieras que ceda?CORO. Escucha a l que antes no era un necio; ahora

    su juramento le hace grande.E d ip o Conoces lo que quieres?CORO L o conozco.EDIPO Explcame que dices.C o r o N o expulses al amigo que ha jurado,

    por una culpa oscura, deshonrado.EDIPO- Sbelo bien: cuando esto pides, pides

    la muerte o el destierro para m.

    Est. 2C o r o No, p o r el ms alto de los dioses,

    el Sol: muera sin dioses, sin amigos, si ste es mi sentir.Pero mi pa tria que perece, angustia mi alma desgraciada si se aaden infortunios recientes a los viejos.

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  • Edipo ReyE dipo.-

    C reon te-

    E d ip o -C reon te-

    Ant. 1 C reon te.

    Vyase, pues, aunque sea yo el que haya de morir o de ser desterrado sin honor de esta tierra. Son tus palabras doloridas, no las suyas, las que yo compadezco; dondequiera que est, all he de odiarle.Cediendo, eres rencoroso; hiriente, cuanto te excedes en tu ira. Estas naturalezas son, con justicia, las ms molestas de llevar para si mismas.Djame y vete.Me ir; te he encontrado obcecado, pero para stos soy el mismo.

    (Se aleja Creonte)

    A qu esperas, seora, para hacerle entrar dentro?

    YOCASTA. - A ver qu ha sucedido.CORO.- Surgi una sospecha no segura; y tambin

    causa herida la injusticia.YOCASTA. Los dos se disputaron?C o r o - S.Y o c a s t a - Desentindete, Edipo, de las cosas que di

    ces y entrate de que no hay ciencia humana que no tenga el don de la adivinacin. Te voy a dar la pru- ba brevemente. Una vez le lleg un orculo a Layo -no dir del propio Febo, pero s al menos de sus servidores- diciendo que era su destino morir a manos del hijo que nacera de m y de l. Pero a l, segn fama, unos hombres extranjeros le dieron muerte en una encrucijada de caminos, y desde el

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    ArmauirumqueNota adhesivaFaltan los versos 684 a 706

  • Sfoclesnacimiento de su hijo no pasaron tres das, cuando Layo, atndole los pies, hizo que le arrojaran a un monte inaccesible. As Apolo no dej que el nio fuera asesino de su padre ni tampoco que Layo, cual temiera, muriera a manos de su hijo. Estos fueron los avisos del orculo, de los cuales no debes cuidarte; pues aquello que un dios considera necesario, lo saca l mismo fcilmente a la luz.

    E D ir o - Qu inquietud del alma, qu turbacin m e ha sobrevenido, esposa ma, al escucharte ahora!

    Y ocasta - Qu pensamiento te ha alterado para hablar as?

    E dipo - Me ha parecido orte que el rey Layo fue asesinado en un encuentro de caminos.

    Y ocasta - As se dijo entonces y no ha dejado de decirse.

    E dipo - Y dnde est e l lugar en que ello sucedi?Y ocasta - El pas se llama Fcide; all se juntan los

    caminos de Delfos y de Daulis.E dipo - Cunto hace que ocurri?Y ocasta - Poco antes de alcanzar t el trono de Tebas

    fue anunciado esto a la ciudad.E dipo - Oh, Zeus! Qu has decidido hacer conmigo?Y o casta - Qu es esto, Edipo, que te viene a la me

    moria?E dipo - N o me preguntes todava. Qu aspecto tena

    Layo, qu edad?Y ocasta - Era alto y haca poco le haban nacido ca

    nas; su aspecto no difera mucho del tuyo.

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  • Edipo ReyE dipo - Desgraciado de m; me parece que no me he

    dado cuenta hace un momento de que contra m mismo profera terribles maldiciones.

    Y o c a s t a - Cmo dices? Tiemblo al mirarte, rey.E dipo - Terrible desnimo me invade, no sea vidente

    el adivino. Pero mejor me lo hars ver si me dices una cosa.

    Y o casta - Tengo miedo, pero responder a lo que preguntes.

    E dipo - Marchaba solo o con escolta numerosa, como un rey?

    Y ocasta - Cinco eran en total, entre ellos un heraldo; slo haba un coche, el que llevaba a Layo.

    E dipo - Ay, esto ya est claro! Mas quin era, seora, el que hizo este relato?

    Y o c a sta . - U n esclavo, el solo que se salv y volvi.E dipo - Est ahora en el palacio?Y o casta - N o en verdad; cuando lleg l de all y v io

    que t tenas el poder y L ayo estaba muerto, m e suplic, tomndome la mano, que le enviara al cam po com o pastor de los rebaos, para estar lo ms lejos de la vista de Tebas. Y o le envi, pues era digno, para ser un esclavo, de obtener este favor y otro ms grande.

    E dipo - Cmo podra venir a toda prisa?Y o casta - E s fcil, mas por qu lo deseas?E dipo - Tem o seora, haber hablado demasiado; por

    eso quiero verlo.Y o casta - Bien, vendr; pero tam bin y o so y merece

    dora, rey, de saber la inquietud que hay en ti.

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  • SfoclesE dipo - N o te he de privar de ello, una vez que he lle

    gado a este presentimiento. Pues a quin hablara mejor que a ti en este trance? Era mi padre, Plibo, el corintio, y Mrope, mi madre, de la Dride. Yo era considerado como el primero de los ciudadanos hasta que me ocurri un suceso digno de admiracin, si bien no del calor que puse en l. Un hombre ebrio me dijo en un banquete que yo no era hijo verdadero de mi padre. Yo, vejado, apenas me contuve; y al otro da fui a mis padres y les hice la pregunta; y ellos se dolieron de la ofensa del que dej escapar aquella afirmacin. Yo me alegr por ellos, pero aquello me escoca continuamente; pues me lleg a lo vivo. A escondidas de mi padre y mi madre, me encamin hacia Deifos; y Febo, a lo que preguntaba, nada me respondi, mas revel otras cosas llenas de miseria, de horror y de dolor: que yo deba unirme con mi madre y hara nacer hijos cuya vista los hombres no podran soportar y haba de ser el asesino de mi padre. Cuando esto o, hu de Corinto guindome por las estrellas, a donde jams viera cumplirse la vergenza de mi orculo. Andando, llegu a aquellos lugares en que dices que muri vuestro rey. Voy a decirte la verdad, seora. Cuando llegaba cerca de aquella encrucijada vi que hacia m venan un heraldo y un hombre que montaba en un coche de potros cual t dices; y el que vena delante y el anciano mismo quisieron apartarme por la fuerza del camino. Vb golpe con ira al que me echaba fuera, al cochero, y al verlo el

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  • Edipo Reyviejo, aguardando a que pasara, me clav desde el coche su aguijn de dos pas en mitad de la cabeza. No sufri igual castigo, pues al punto le golpe con mi bastn y, rodando del coche, cay en el suelo boca arriba. Luego di muerte a los dems. Si aquel extranjero tiene que ver algo con Layo, quin es ms desdichado que yo? Quin ms odiado por los hombres? Sea extranjero o sea ciudadano, nadie puede en su casa recibirme, ni dirigirme la palabra, sino que deben expulsarme de su casa. Y nadie ms que yo fue el que me lanc estas maldiciones. Y el lecho del muerto lo mancho con mis manos, por las que l muri. No soy un vil y un hombre impuro? Puesto que he de huir y en mi destierro no he de ver a los mos ni pisar en mi patria o, en otro caso, he de casarme con mi madre y he de matar a Plibo, que me engendr y cri. No se podra decir que todo esto ha sido maquinado contra m por un dios lleno de crueldad? Que no vea yo, oh dioses puros, venerables, que no vea yo ese da, sino desaparezca de la vista de los hombre antes de ver que cae sobre m una tal mancha de infortunio!

    C orifeo - Todo esto, rey, nos causa miedo; pero en tanto te enteres bien escuchando al testigo, ten esperanza.

    E dipo - Esto slo me queda de esperanza, aguardar al pastor.

    Y o c a s t a - Y cuando se presente, qu pretendes hacer?E d ip o - Te lo v o y a decir; si dice igual que t habr es

    capado del desastre.

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  • SfoclesY ocasta - Qu me oste que llame tu atencin?E dipo - Dijiste que afirm que unos bandidos le mata

    ron. Si dice an igual nmero, no le he matado yo; pues uno solo no puede ser igual a muchos. Pero si habla de un hombre solitario, no hay duda de que el crimen es mo.

    Y ocasta - Est seguro de que su relato fue en esos trminos y no le es ya posible retirarlo; la ciudad toda ha odo esto, no solo yo. Pero si se desdice de su antiguo relato, en todo caso no probar que la muerte de Layo sucediera conforme a la respuesta del orculo, puesto que Apolo dijo que haba de morir a manos de mi hijo. Y, sin embargo, no fue aquel infortunado quien le dio muerte, sino que l mismo muri antes. Por tanto, en lo que toca a los orculos, no me interesa si dicen una cosa o la contraran luego.

    E dipo - Dices bien. Sin embargo, manda a alguien que busque al siervo y no descuides este asunto.

    Y ocasta - Lo mandar enseguida; mas vamos al palacio: nada quiero hacer yo contra tu gusto.

    (Entran en palacio)C oroEst. 1 Ojal fu era mi destino

    la pureza piadosa en las palabras y en las acciones todas, cuya leyes sublimes han nacido en el ter celeste, cuyo padre es el Olimpo solo; que la raza mortal de los humanos

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  • Edipo Reyno las dio a luz; nunca el olvido las dormir; hay en ellas un dios que no envejece.

    Ant. 1 Orgullo engendra tirana;el orgullo se sacia con exceso de lo que no es prudente ni oportuno; escala las almenas y se lanza al peligro del abismo en e l que no es de utilidad de pie.Mas la rivalidadque a la ciudad da honra D ios la conserve siempre. Siemt re a Dios tendr p o r protector.

    Est. 2 Mas i alguien con sus manos o palabras p n cede con desprecio,

    sin n edo a la Justicia ni respeto a los dioses, desti o infame le sorprenda p o r s . orgullo perverso.

    s Si no gana en justicia su ganancia y se c eja a s mismo de lo impo, o si t: ca soberbio lo que es santo,qu wm bre que haga esto podr jam s jactarse de huir las flechas de los dioses?Pues s i esos crmenes reciben honra,a qu danzar mi danza sacra?

    Ant. 2 Ya no ir reverente a l inviolable ombligo de la tierra, Delfos, ni al templo de Abas, ni tampoco ir a Olimpia s i esto no queda desvelado a los ojos mortales.Mas, oh, seor!, si as te invoco bien,Zeus siempre rey, no escape a tu mirada ni a tu imperio inmortal.Pues perecen os viejos orculos de Layo

    41

  • Sfoclesy ya los miran como vanos se acaba el culto de los dioses.

    (Sale Yocasta del palacio)Y ocasta - Nobles de Tebas, me ha venido el pensa

    miento de visitar los templos de los dioses, portadora de ramos suplicantes y de ofrendas de incienso; pues Edipo deja su corazn agitarse en exceso con toda clase de aflicciones; y no interpreta los sucesos nuevos con ayuda de los viejos, como un hombre prudente, sino que est a merced de cualquiera que hable, si habla miedo. Como con mis consejos nada logro, Apolo Licio, vengo cual suplicante-pues eres el ms prximo- con estos smbolos, a fin de que nos busques una liberacin de la impureza; que ahora tememos todos, al ver al rey temblando, al igual que se teme cuando se ve temblar al piloto de la nave.

    (Llega el mensajero)M ensajero - Podrais decirme, oh extranjeros, dnde

    est el palacio de Edipo? O, mejos, decidme dnde se encuentra l, si lo sabis.

    C orifeo - Este es, extranjero, y l se halla dentro; sta es la madre de sus hijos.

    M ensajero - Sea feliz y felices los suyos, si en verdad es su legtima esposa.

    Y ocasta - E igual t, extranjero, pues eres digno de ello por tu cortesa. Mas di por qu has venido y qu deseas anunciar.

    M ensajero - Cosas buenas, seora, para tu casa y tu marido.

    42

  • Edipo ReyY ocasta - Cules? Y de quin vienes?M ensajero - De Corinto. Lo que voy a decir te alegra

    r -corno no sera as?-, pero quizs te apene.Y ocasta - Qu es? Cmo tiene esa doble cualidad?M en sajero- Los habitantes del pas del Istmo van a

    hacerlo su rey, segn se deca all.Y ocasta - Cmo? No contina en el trono el viejo

    Plibo?M ensajero - No, pues la muerte le ha llevado al sepul

    cro.Y o c a s t a - Quhas dicho? MuriPlibo, anciano?M en sajero- Si no hablo la verdad, me someto a mo

    rir.Y o casta - Esclava, entra al punto y di esto al rey. Or

    culos divinos, dnde estis? De miedo de matarle, se ha desterrado Edipo; y ahora ha muerto a manos del azar y no a las suyas!

    (Sale Edipo del palacio)E d ip o - Oh, Yocasta, mi querida mujer! Para qu me

    has llamado del palacio?Y o casta - Oye a este hombre y mira, tras orle, adon

    de han ido los sagrados orculos del dios.E dipo - Quin es y qu me dice?Y ocasta - E s de Corinto; ha venido a anunciarte que

    ya no existe Plibo, tu padre, sino que ha muerto.E d ip o - Qu dices, viejo? Explcate t mismo.M ensajero - Si debo anunJ^r esto lo primero, sabe

    que aqul ha muerto.E dipo - Vctima de traicin o ^fermedad?

    43

  • SfoclesM ensajero - Un leve contratiempo es suficiente para

    que muera un viejo.E dipo - Segn parece, muri de enfermedad.M ensajero - Y de los muchos aos que tena.E dipo - Ay! Cmo podra uno hacer caso del altar de

    Febo el adivino, o de las aves que cantan en el cielo, segn las cuales yo deba dar muerte a mi padre? Muerto, esta envuelto en la tierra; y yo aqu, n Tebas, no he tocado la espada; si es que no ha muerto de dolor por mi ausencia; as, quiz, habr muerto por mi causa. En fin, ya yace Plibo en la casa de Hades, llevndose consigo los antiguos orculos, que valan bien poco.

    Y o casta - N o te deca yo esto hace ya tiempo?E dipo - S lo decas, pero yo me extraviaba por el mie

    do.Y o casta - N o te cuides ahora de nada de estas cosas.E dipo - Y cmo no temer al lecho de mi madre?Y o casta - Por qu ha de estar sujeto a miedo el hom

    bre, que es gobernado por los casos del azar y no tiene presciencia clara de ninguna cosa? Mejor es vivir a la ventura, como cada uno pueda. T no temas a la boda con tu madre; son muchos los que en sueos se han unido a su madre. El que a estas cosas no da valor, vive ms fcilmente.

    E dipo - Esto estara bien dicho si no viviera ya mi madre; pero, puesto que vive, es fuerza, aunque hables bien, temer.

    Y ocasta - Pero la muerte de tu padre es un gran signo de esperanza.

    44

  • Edipo ReyE dipo - Grande, lo reconozco; mas me da miedo el

    que ella viva.M ensajero - Por qu mujer temis?Y o casta - Por Mrope, oh, anciano!, que era esposa

    de Plibo.M ensajero - Y qu hay en ella que os d miedo?Y o c a s t a - Un cruel orculo divino, extranjero.M ensajero - Puede decirse? O no est permitido

    que lo sepa otro?E dipo - S lo est; me dijo Apolo en otro tiempo que

    haba de unirme con mi madre y verter con mis manos la sangre de mi padre. Por eso ha mucho aos que vivo lejos de Corinto; con fortuna, en verdad, mas, sin embargo, es lo ms dulce el contemplar los ojos de los padres.

    M ensajero - Por miedo a esto vives en el destierro?E dipo - Para no ser, anciano, el asesino de mi padre.M ensajero - Por qu? No te he librado ya de ese

    miedo, oh rey, pues he venido como amigo?E dipo - E n verdad, tendras de m la gratitud que ello

    merece.M ensajero - Para eso vine sobre todo: para que al re

    gresar t a casa sacara algn provecho.E dipo - Jams ir a reunirme con mis padre.M en sajero- H ijo, veo que no sabes lo que haces...E dipo - Por qu, anciano? Dmelo, por los dioses.M ensajero - ...si por eso no quieres ir a casa.E dipo - E s por m iedo a que Febo sea verdico.M ensajero - A cometer un crimen con tus pa

    dres?

    45

  • SfoclesE d ip o - Esto es, anciano, esto es lo que me aterra

    siempre.M ensajero - Sabes que no tienes razn para temer a

    nada?E dipo - Cmo no he de tenerla, si he nacido de estos

    padres?M ensajero- Plibo no tena ninguna relacin con tu

    familia.E d ip o - Cmo dijiste? No fue Plibo mi padre?M ensajero- N o m s que yo: igual.E dipo - Cmo el que me engendr va a serlo igual

    que el que no es nada?M ensajero - Ni aquel ni yo te hemos engendrado.E dipo - Entonces, por qu m e llam hijo?M ensajero - Te recibi, sbelo bien, cual un presente

    de mis manos.Edipo - Y recibindome de mano extraa, me am

    luego en tal grado?M ensajero - Su falta de hijos fue lo que le movi.Edipo - M e habas comprado o hallado por azar?M ensajero - Te haba encontrado en los repliegues de

    los valles del Citern.E dipo - Y por qu recorras aquellos sitios?M ensajero - Apacentaba los rebaos en los montes.E dipo - Eras pastor, un hombre errante que trabaja

    por jornal?M ensajero - Pero tambin tu salvador, mi hijo, en

    aquel tiempo.E dipo - Y qu dolor sufra cuando me tomaste en bra

    zos?

    46

  • Edipo ReyM ensajero - Tus tobillos podran atestiguarlo.E d ip o - Ay de m! Por qu me hablas de esa vieja

    miseria?M en sajero- Te liber: tenas atravesados los tobillos.E d ipo- F ue un cruel ultraje el que saqu de m is paales.M ensajero - Tanto, que de este caso recibiste tu nom

    bre.E dipo - Quin me infiri el ultraje? Fue mi padre o

    mi madre? Dmelo, por los dioses.M en sajero- N o s; el que entreg a m lo conoce m e

    jor.E d ip o - M e recibiste de otro y no m e hallaste por

    azar?M en sajero- N o; otro pastor te entreg a m.E dipo - Quin fue? Sabes decrmelo?M en sajero- Decan que era uno de los siervos de

    Layo.E d ip o - Del que era antiguamente el rey de este

    pas?M en sajero- El mismo; un pastor de l.E dipo - Y est an vivo para poder yo verle?M en sajero- Vosotros, los de aqu, sois quienes podis

    mejor saberlo.E d ipo - Existe alguno de los aqu presentes que co

    nozca al pastor de que habla, de haberle visto en el campo o aqu? Decidlo, que es el momento de que esto se descubra.

    C orifeo - Creo que no es otro que aquel hombre del campo que antes quisiste ver; pero Yocasta, aqu presente, es quien mejor podr decrtelo.

    47

  • SfoclesE d ip o - Seora, te acuerdas de aquel hombre que

    hace poco queramos que viniera? Habla de l ste?

    Y o casta - Qu importa de quin habla? No te cuides de ello. No te acuerdes siguiera, vanamente, de las cosas que ha dicho.

    E dipo - N o puede ser que yo, conociendo estos indicios, deje de descubrir mi origen.

    Y o casta - Por los dioses, si te importa algo de tu vida, no investigues nada de esto; bastante es mi desgracia.

    E dipo - Ten valor: aunque resulte ser esclavo tres veces, hijo de tres generaciones de esclavos, no por eso sers t mal nacida.

    Y o casta - Sin embargo, hazme caso, te lo ruego; no hagas eso.

    E dipo - No har caso en dejar de averiguarlo.Y ocasta.- Te lo digo porque s lo que ms te conviene.E dipo - L o que ms m e conviene m e es causa de dolor

    hace ya tiempo.Y o c a s t a - Desgraciado! Ojal no llegues a saber

    quin eres!E dipo.- Q ue vaya uno y m e traiga a ese pastor. A sta,

    dej' ia que disfrute con su estirpe adinerada.Y ocasta - Ay, desgraciado! Pues esto solo puedo yo

    llamarte y nada ms ya nunca.(Yocasta entra en el palacio)

    C orifeo - Por qu ha marchado, Edipo, la mujer, dominada por un dolor violento? Tengo miedo de que de este silencio nazcan males.

    48

  • Edipo ReyE dipo - Que nazcan los que quieran; yo quiero cono

    cer mi estirpe, aunque sea miserable. Esta sin duda, orgullosa cual mujer, tiene vergenza de mi bajo nacimiento. Yo, en cambio, me considero hijo de la fortuna benvola y no recibir ningn desdoro. Ella es mi madre; y los meses, mis hermanos, me han hecho ya pequeo, ya grande. Tal nac y no he de hacerme diferente; as que no hay motivo para no averiguar mi nacimiento.

    C oroEst. 1 Si adivino soy yo y de mente sabia,

    no dejar, p o r el Olimpo, de darte honor, oh Citern!, Edipo, la luna llena de maana, pues de l eres a un tiempo patria, nodriza y madre.Te cantar mi coro, pues a mis reyes eres grato.Oh Febo salvador, todo esto de tu agrado sea!

    Ant. 1 Quin, nio, te dio a luz de entre las ninfas, unida al dios de las montaas, al padre Pan? O acaso fue una amante, de Apolo, que recorre todos los altos pastizales? Quiz el dios del Cilene o Baco que en las cumbres mora, de alguna

    de las ninfasdel Helicn sus compaeras, te acept cual presente.

    E d ip o - Si yo, que no le he conocido nunca, puedo conjeturarlo, creo ver al pastor que hace tiempo buscamos. Su gran vejez resulta acorde con la de este mensajero; adems, reconozco a los que le condu

    49

  • Sfoclescen como criados mos; mas quiz t tengas ventaja para reconocerle, pues que viste otras veces al pastor.

    (Llega el Pastor)C o r ifeo- Le reconozco, est seguro; era un fiel pastor

    de Layo, tanto como el que ms.E d ip o - Te pregunto, extranjero de Corinto: te refieres

    a ste?M ensajero- S; a ste que ves.E d ip o - Mrame y contesta, anciano, lo que yo te pre

    gunte. Eras de Layo?Siervo - S; era un esclavo no comprado, sino criado

    en casa.E d ip o - Y de qu te ocupabas o cul era tu vida?Sie r v o - L a m ayor de m i vida fui pastor.E dipo - Y qu lugares frecuentabas ms?Sie r v o - Y a el Citern, ya sus cercanas.E dipo - No conoces a ste de haberlo visto all?Sie r v o - N o; al menos, no puedo asegurarlo de prisa y

    de memoria.M ensajero - Nada tiene de extrao, seor; pero yo le

    har acordarse claramente, aunque no me reconozca. Pues bien s que se acuerda de cuando yo era su vecino en el Citern seis meses, desde la primavera hasta el otoo; yo tenia dos rebaos y l uno; en invierno, llevaba mis rebaos a mi aprisco y l al de Layo. Hay algo de esto que no sea verdad?

    Sie r v o - Dices verdades, aunque del tiempo antiguo.M ensajero- Di ahora: recuerdas que me diste un

    nio a fin de que lo criara como hijo?

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    ArmauirumqueNota adhesivaFaltan los versos 1128 a 1130

  • Edipo ReyS ie r v o - Qu es esto? Por qu me lo preguntas?M en sajero- Este es, amigo, el que entonces era un

    nio.S ie r v o - N o te irs a la ruina? N o callars?E d ip o - N o le reprendas, viejo; son tus palabras m s

    que las suyas las que m erecen reprensin.Sie r v o - E n qu yerro, m i querido seor?E dipo - N o hablando de aquel nio por el que te pre

    gunta.S ie r v o - E s que habla sin saber; pero se esfuerza en

    vano.E dipo - Veo que no hablars por complacemos, lo ha

    brs de hacer llorando.Sie r v o - N o m e des el tormento, so y un viejo!E dipo - De prisa! Que uno le ate las manos!S iervo - Miserable de m! Por qu? Qu deseas sa

    ber?E dipo - Le diste el nio por el que pregunta?S iervo- S , se lo di; ojal hubiera muerto yo aquel da!E d ip o - Y a te llegar eso, si no m e dices la verdad.S ie r v o - Mucho ms morir si te la digo.E dipo - Este hombre nos est haciendo perder tiempo.S ie r v o - N o es verdad; y a dije que lo di.E dipo - Y de dnde te vino? Era hijo tuyo o alguien

    te lo dio?S ier v o - N o era m o; lo recib de alguien.E dipo - De qu tebano? De qu casa?Siervo - Por los dioses, seor, no me preguntes ms.E d ip o - Date por muerto, si me haces repetir esa pre

    gunta.

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  • SfoclesS iervo - Era un hijo.,.de la casa de Layo.E d ip o - U n esclavo? O uno de su fam ilia?Siervo - Ay! Estoy ante lo ms horrible de decir!E dipo - Y yo de or. Pero hay que orlo, sin embargo.Sie r v o - Decan qqe era su hijo; pero tu mujer, que

    est ah dentro, podra decir mejor si ello es as.E dipo - Te lo dio ella?Sie r v o - S, rey.E d ip o - Y para qu?S iervo - Para matarlo.E d ip o - Suhijo, la desgraciada?S ie r v o - Por miedo a orculos infaustos.E dipo - Cules?S iervo - Se dijo que matara a su padre.E dipo - Y por qu se lo diste t a este viejo?Siervo - Fue por piedad, seor, esperando que le lleva

    ra a otro pas, al suyo; pero l le ha salvado para un destino infausto. Pues si eres se de quien habla, sabe que has nacido infortunado.

    E dipo - Dolor por m! Todo est claro. Oh, luz, esta es la ltima vez que quiero verte, pues que todos han visto que he nacido de los que no deba, he tenido trato con los que no deba y que he matado a los que no deba.

    (Edipo entra en palacio)

    C oroEst. 1 Generaciones de los hombres,

    cmo os juzgo viviendo una vida que no es vida! Pues quin, qu hombre obtiene mayor felicidad

    52

  • Edipo Reyque la sola apariencia y, luego ya, la muerte?Delante de tu ejemplo y tu destino,el tuyo, Edipo infortunado, a ningn hombreconsidero feliz.

    Ant. 1 El, ms certero que ninguno,lanz su flecha y se hizo dueo de la ms

    prspera fortuna,oh Zeus!, dando muertea la virgen con garras,la cantora de enigmas,y la muerte de Tebas,cual muralla, alej. T desde entonceseres rey nuestm y recibiste honor rigiendo aTebas gloriosa.

    Est. 2 Ahora, en cambio, quin ms triste que t? Quin en ms infortunio, en ms dolores en e l reverso de tu vida?D olor p o r el glorioso Edipo, a quien un vasto puerto ha bastado l solocomo hijo y como padre, como esposo! Cmo el campo sembrado p o r tu padre te

    pudo soportar tanto tiempo en silencio, desgraciado?

    Ant. 2 Te ha descubierto el tiempo omnividente;ha juzgado a la boda que no es boda, en que

    uno mismo es padre e hijo.D olor p o r t, hijo de Layo.Ojal, ojal nunca te hubiera visto yo!Es cual canto de duelo el que y o lanzo de mi boca. Pues, p o r decir lo justo, t me

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  • Sfoclesdiste el descanso,

    a t deb el poder dormir mis ojos.(Sale el Mensajero 2)

    M ensajero 20. - Oh vosotros, los que ms honra recibs en esta tierra, qu cosas vais a oir, cules a ver, qu duelo no tendris si an, como tebanos, os importa la familia de Lbdaco! Pues yo creo que ni el Istro ni el Fasis pueden purificar este palacio de los horrores que ahora guarda ni de los que mostrar a la luz, horrores voluntarios y no involuntarios. De las desgracias, son las que duelen ms las de libre eleccin.

    C orifeo - Lo que ya conocamos no dejaba de merecer lamentacin. A ello, qu aades?

    M en sajero t - Para decirlo y que te enteres de la forma ms breve; ha muerto nuestra reina Yocasta.

    C orifeo.- Infortunada! Por qu causa?M ensajero - A manos de s misma. De lo que suce

    di, los ms penoso os falta, pues no lo contemplis. Con todo, en lo que alcanza mi memoria, te contar la muerte de aquella desgraciada. Cuando, fuera de s, atraves el vestbulo, march derecha a su lecho de esposa, arrancndose el cabello con los dedos de sus manos; y cuando entr, cerrando la puerta con violencia, invoc al viejo Layo, ahora un cadver, y record su antigua unin por la cual l muri y dej a la madre procreacin infausta para sus propios hijos. Lloraba por su lecho, donde, dos veces desgraciada, dio a luz de un marido otro

    54

  • Edipo Reymarido, e hijos de hijos. Cmo muri tras esto, no lo s; entonces irrumpi gritando Edipo y por su causa no me fue posible contemplar la muerte de ella, sino que dirigimos las miradas a l, que iba de un lado a otro. Iba y vena reclamando una espada y preguntando dnde estaba su madre, doble campo en que nacieron l y sus hijos. Alguno de los dioses se la mostr al rey enloquecido; ninguno de los hombres que estbamos all. Con un grito salvaje, cual si alguien le guiara, se lanz contra la puerta de dos hojas y, arrancando los goznes de sus quicios, penetr en la alcoba; all vimos ahorcada a su mujer, sujeta de una soga oscilante. Al verla, con un grito de horror solt la soga suspendida. Y cuando la infeliz yaci en el suelo, fue terrible de ver lo que vino despus. Quit del vestido de ella un broche de oro con el que lo prenda, se hiri los ojos en sus cuencas gritando de este modo: que as no le veran los males que sufri ni los que hizo, y que, en adelante, l vera en las tinieblas a los que no deba ver y no conocera a los que buscaba conocer. Con esta imprecacin, alz la mano y golpe sus ojos; y sus globos sangrientos mancharon su mejillas. No dejaban correr gotas de sangre hmedas, sino que, a un tiempo, negra lluvia sangrienta, cual granizo, se derram. Estos horrores han nacido de dos, no de uno solo; son comunes al marido y su esposa. Su antigua dicha era en un tiempo dicha verdadera; pero ahora en este da llanto, castigo, muerte, infamia, todos los nombres de los males, ninguno falta.

    55

  • SfoclesC orifeo - Y ahora, el desgraciado descansa de su

    mal?M ensajero 2.- Nos pide abrir las puerta, nos pide que

    mostremos a los tebanos todos al parricida, al de su madre... -no puedo repetir esa palabra impura-; dice que va a desterrarse y que no se quedar maldito en el palacio, bajo su propia maldicin. Mas necesita de alguien que le gue: su mal no puede soportarse. Te lo har ver a ti; se abren las puertas del palacio y vas a contemplar un espectculo tal, que aun aquel que le odiara tendra piedad por l.

    (Sale Edipo, ciego)CORO. Oh infortunio de contemplar terrible,

    de cuantos yo he encontrado el ms horrible!Qu locura ha hecho presa, oh desgraciado, de ti? Cul es el dios que ha dado un salto mayor que los ms largos y ha cado en tu destino infortunado!Ay de ti, desgraciado!No puedo ni mirarte, aun deseando ms cosas inquirir y preguntar, ms cosas ver.Tal es el miedo que me causas.

    E d ip o - Ay, ay, oh, oh, desgraciado de m!Adonde voy el msero? Adonde vuela mi voz llevada p o r el aire?Destino mo, dnde has llegado?

    CORIFEO - A algo terrible, que no se puede or ni ver.

    56

  • Edipo ReyEst. 1E d ip o -

    CORIFEO.-

    Ant. 1 E d ip o -

    CORIFEO.-

    Est. 2 E d ip o -

    CORIFEO.-

    Ay de la oscuridadnube ma que estremece, que me envuelve indecible, invencible, trada p o r viento de dolor!Ay, ay!Ay otra vez! Cul me atraviesa a un

    mismo tiempo el dolor de la herida y el terrible recuerdo!Nada de extrao tiene que en estos infortunios llores dobles dolores y s' fras doUes males.

    Ay, ay, amigo mo!T eres an mi amigo fiel, pues todava te quedas a mi lado y te cuidas de m.Ay, ay!No te me ocultas, pues que conozco claramente, aunque ahora yo est ciego, p o r lo menos tu voz. Hiciste algo terrible. Cmo osaste tus ojos as apagar? Cul de los dioses te incit?

    Fue Apolo, amigos mos, fu e Apolo el que estos males, estos mis males trajo, estos mis sufrimientos.Mas nadie hiri mis ojos ms que yo, el

    desgraciado.Por qu deba ver yo, que nada dulce ver podra con mi mirada? Triste de ti, pues que conoces tu infortunio! Cmo hubiera querido no haberte conocido!

    57

    ArmauirumqueNota adhesivaFaltan los versos 1336 a 1345

  • SfoclesAnt. 2EdPO Muriera el que quit la cruel atadura

    de mis pies en el monte y as de aquella muerte me libr y me salv. Favor que no agradezco.Si hubiera muerto entonces,no sera un tal dolor para m y mis amigos.

    CORO Eso hubiese queridoE d ip o N o habra sido asesino

    de mi padre, ni esposo de la que me dio el ser.Ahora soy un maldito de los dioses, hijo de madre impura y esposo de mi madre.Y si hay un infortunio que sea mayor que ottv, a Edipo en suerte ese ha tocado.

    C orifeo - N o puedo yo decirte que obraras cuerdamente, pues te sera mejor no ser que vivir ciego.

    E dipo - N o me ensees que no es lo mejor esto que he hecho ni me des ms consejos. Porque no s con qu ojos mirando hubiera contemplado a mi padre, cuando, muriendo, llegase a la mansin de Hades, ni tampoco a mi madre desdichada, pues con ambos he realizado crmenes que no se pagan con la horca. Y acaso era deseable la vista de mis hijos, nacido cual nacieron? No con mis ojos; ni la ciudad, ni sus murallas, ni las estatuas de los dioses; de todas estas cosas yo, el ms noble de los hijos de Tebas, me he privado a m mismo al decir yo mismo que todos se apartaran del impo, del que los dioses han declarado impuro y de la raza de Layo. Tras dejar ver en m esta mancha, podra mirarlos de frente con mis ojos? Jams; y si pudiera mirarse la fuente del

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  • Edipo Reyor, que fluye en los odos, no hubiera yo dejado de cerrar a ella mi cuerpo a fin de convertirme en ciego y sordo; pues es dulce que el pensamiento viva apartado de los males. Oh Citern! Por qu me recibiste? Por qu no me mataste al punto, a fin de no mostrar ante los hombres de quin haba nacido? Oh Plibo y Corinto, y el que decan viejo palacio de mis padres, cul me criasteis: una bella apariencia que ocultaba, como una cicatriz cerrada en falso, cosas infaustas! Ahora soy un impuro hijo de impuros. Oh encrucijada, valle oculto, encinar, angostura del camino que bebisteis la sangre de mi padre, la ma, de mis manos! Recordis acaso qu cosas hice ante vosotros y cules hice luego aqu viniendo? Oh boda, boda, me diste el ser y luego mi diste hijos a m y diste a luz padres, hermanos, hijos, sangre de familia, desposadas, mujeres, madres y cuantas cosas ms vergonzosas tienen lugar entre los hombres! Mas no est bien decir lo que no lo est hacer; llevadme fuera, por los dioses, y escondedme o matadme o arrojadme a la mar, all donde no volvis a verme. Acercaos, dignaos tocar a un hombre desgraciado; prestadme odo, no temis, pues mis desgracias nignuno de los hombres, salvo yo, puede sufrirlas.

    C orifeo - Con oportunidad respecto a lo que pides, aqu llega Creonte para obrar y resolver, pues l solo ha quedado cual guardin del pas en tu lugar.

    (Llega Creonte)

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  • SfoclesE dipo - Ay! Qu palabras le dir? Qu podr hacer

    para inspirarle confianza? Porque antes he resultado injusto en todo contra l.

    C reonte - Edipo, no he venido a mofarme de ti, ni tampoco a injuriarte por tus faltas. Pero si no tenis respeto a los hijos de los hombres, reverenciad al menos la llama del dios Helios, que todo los alimenta; no dejis ver as, al descubierto, a este ser impuro, pues ni la tierra, ni la lluvia sagrada, ni la luz le sufren. Metedle presto en el palacio; pues solo la familia puede, sin faltar a la piedad, ver y escuchar los males de los suyos.

    E dipo - Por los dioses, puesto que m e has quitado m i temor viniendo, t el ms noble, a m, el ms vil, concdem e una gracia; pues es en tu favor, no en el mo.

    C reonte - Qu quieres obtener de m?E dipo - Echame pronto del pas, donde no pueda ha

    blarme ninguno de los hombres.C reonte - L o hubiera hecho ya, sbelo bien, si no qui

    siera preguntar al dios qu debe hacerse.E dipo - Ya se nos dijo su respuesta; que pereciese el

    parricida, yo, el hombre impuro.C reonte - A s se dijo; sin embargo, en esta situacin,

    es preferible preguntarle qu hay que hacer.E dipo - As, vais a pedirle una respuesta sobre un in

    fortunado como yo?C reonte - S; t ahora creers al dios, seguramente.E dipo - S; y te encomiendo y te suplico que entierres

    en la forma que quieras a la que est en la casa;

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  • Edipo Reypues con justicia puedes disponer el entierro de los tuyos. En cuanto a m, jams esta ciudad, cuna de mi familia, me cuente entre sus habitantes; deja que viva en las montaas, donde est el Citern que llaman mo, que mi madre y mi padre me destinaron en vida cual mi tumba, para que muera segn la voluntad de los que quisieron darme muerte. Mas, sin embargo, estoy seguro de esto: de que jams pudo darme la muerte ni una enfermedad ni otra cosa alguna; pues habra muerto y no me habra salvado para una suerte tan cruel. Mas, ea, cmplase mi destino, sea cualquiera. De mis hijos varones no te cuides, Creonte; son hombre, de forma que no carecern, dondequiera que estn, de recursos de vida. Cudame, en cambio, de mis pobres nias, jams mi mesa, en la comida, ha estado sin ellas; y cuanto yo tocaba, de ello tenan su parte. Djame que las toque con mis manos y llore mi desdicha. Ea, rey, ea, noble de nacimiento! Si las toco con las manos, creer tenerlas, como cuando vea. Qu digo? No escucho a mis nias queridas que lloran y Creonte, por piedad, me envi a las ms queridas de entre mis hijos? Digo verdad?

    (Entran las nias)

    C r eo n te- La dices; yo he dispuesto esto as, conociendo el placer que tendras, el que tuviste siempre.

    E d ip o - Que seas feliz y que en este camino te guarde un dios mejor que el que me guard a m. Dnde

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  • Sfoclesestis, hijas mas? Llegaos a m, venid a estas mis manos hermanas vuestras, que os han hecho el present de que veis as estos ojos, antes brillantes, del padre que os di el ser; del que, mis hijas, sin verlo ni saberlo, he resultado padre vuestro e hijo de vuestra madre. Mi llanto es por vosotras -no puedo veros-; pienso en el resto de vuestra vida amarga, la que los hombre os harn vivir. A qu reunin con la otras mujeres, a qu fiestas iris de donde no volvis llenas de lgrimas en lugar en enteraros y ver ? Y cuando os llegue el tiempo de la boda, quin ser l? Quin va a desafiar tales infamias, ruina para mis hijos y los vuestros? Pues, qu desgracia falta? Vuestro padre dio muerte al suyo; y tuvo hijos de aquella que le dio a luz y os engendr en aquella de la que l naci. Tales infamias os echarn en cara: quin ser el que se case con vosotras? No existe, hijas; sino que, sin duda, os espera morir solteras y sin boda. Hijo de Meneceo, puesto que eres el solo padre que les queda, pues nosotros, sus padres, hemos muerto, no dejes que marchen al azar como mendigas, sin marido, ellas que son de tu familia! No las iguales a mi miseria! Compadcete de ellas al verlas an nias sin ayuda de nadie salvo t! Dime que s, Creonte generoso, ofrecindome tu mano! A vosotras, mis nias, si tuvierais ya discernimiento, yo os dara muchos consejos; pero ahora, haced conmigo esta plegaria: vivir donde el azar os lleve y encontrar mejor vida que el padre que os dio el ser.

    C reonte - Ya son bastantes lgrimas; entra dentro.

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  • Edipo ReyE dipo - Fuerza es obedecer, aunque no lo deseo. C r eo n te- Todo es bueno en su tiempo.E dipo - Sabes a qu precio entrar?C reonte - D ilo, y entonces lo sabr.E dipo - Al del destierro.C reonte - Me pides algo que depende del dios.E dipo - Y o soy el ms odiado por los dioses.C reonte - Bien; lo conseguirs.E dipo - Dices que s?C reonte - L o que no pienso no acostumbro decirlo. E dipo - Llvame ya.C reonte - Echa a andar; suelta a las nias.E dipo - N o m e las quites.C reonte - No quieras tener poder en todo; pues que

    las cosas en que lo tuviste no te ha seguido a lo largo de la vida.

    C orifeo.Habitantes de Tebas, mirad, ste es Edipo. Descifrador de enigmas y hombre el ms poderoso, todos a su fortuna miraban con envidia.Ved ahora a qu ola llegado ha de infortunio!No juzquis, pues, dichoso a otro mortal alguno que no haya an contemplado aquel ltimo da en tanto no termine su vida sin dolor.

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    PRESENTACINEdipo ReyPERSONAJESEdipo Rey (texto)