SOCORRO OPORTUNOEmmanuel e André Luiz

Sensibilízate ante el hermano positivamente obsesado y esmérate en ofrecerle esclarecimiento salvador con el que la Doctrina Espírita te favorece.

Bendito sea el impulso que te lleva a socorrer semejante enfermo del alma; entretanto, reflexiona en los otros, los que se encuentran en las últimas trincheras de la resistencia al desequilibrio espiritual.

Por un alienado que se candidata a las terapias del manicomio, centenas de fronterizos de la obsesión rentean contigo en la experiencia cotidiana. Desambientados en un mundo que aun no dispone de recursos que les alivien el íntimo atormentado, esperan por algo que les pacifiquen las energías, a la manera de viajeros enclaustrados en las tinieblas, suspirando por un rayo de luz... Marchaban resguardados en la honestidad y se vieron lesionados a golpes de crueldad, mascarada de inteligencia; abrazaron tareas edificantes y fueron golpeados por la injuria, acusados de faltas que jamás serian capaces de cometer; se entregaron, tranquilos, a los compromisos que supusieran insuperables y acabarán especializados en los sueños más puros; edificaran el

hogar, como siendo un camino de elevación, y se reconocieron, dentro de él, la característica de prisioneros sin esperanza; criaron hijos, invirtiendo en casa toda su riqueza de ideal y ternura, en la expectativa de encontrar compañeros bendecidos para la vejez, y se hallaron relegados a extremo abandono; salieron de la juventud, plenos de aspiraciones renovadoras y se toparon con enfermedades que les atenazan la vida... Y, con ellos, los que se acusan desajustados, tenemos aun los que vinieron de la cuna en aflicción y penuria, los que se enmarañaron en labirintos de tedio, por demasía de conforto, los que se desmerecen en las responsabilidades que esposaran y los que cargan en el cuerpo dolorosas inhibiciones...

Acuérdate de ellos, los casi locos de sufrimiento, y trabaja para que la Doctrina Espírita les extienda socorro oportuno. Para eso, estudiemos Allan Kardec, el mensaje de Jesucristo, y, sea en el ejemplo o en la actitud, en la acción o en la palabra, donde recordemos que el Espiritismo nos solicita una especie permanente de caridad – la caridad de su propia divulgación.

Libro: Estudie y Viva, Chico Xavier e Waldo Vieira.