Socialismo y Ecologismo Iñaki Gil de San Vicente

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:: portada :: Ecología social :: Documentos 13-04-2015 ¿Marxismo versus ecologismo? Socialismo ecológico antiimperialista (II) Iñaki Gil de San Vicente Rebelión 1. PRESENTACIÓN 2. UN ADELANTO PREMONITOR EN 1843 3. DIALÉCTICA DE AVANCE Y DESTRUCCIÓN 4. FRACTURA DEL METABOLISMO SOCIONATURAL 5. LA NATURALEZA DUEÑA DE SÍ MISMA 6. REFORMISMO ECOLOGISTA 1. Presentación La ponencia que aquí se ofrece es la continuación de la presentada a debate en 2010, de la que luego se habla. En estos cinco años la crisis socioecológica se ha agravado a la vez que se ha endurecido el imperialismo ecológico [1]. Recientemente, Beinstein ha recurrido al mito antiguo greco-egipcio de Uróboros, la serpiente que se come a sí misma empezando por su cola hasta la cabeza para reiniciarlo de nuevo, una y otra vez [2] para mostrarnos lo que realmente sucede. El aumento de la precariedad vital está dando la razón a Engels: «La organización de los obreros y su resistencia creciente sin cesar levantarán en lo posible cierto dique ante el crecimiento de la miseria. Pero, lo que crece indiscutiblemente es el carácter precario de la existencia» [3]. La ONU y la FAO recomiendan que se produzcan en masas insectos, escarabajos y gusanos comestibles [4] para prevenir las hambrunas que se acercan. page 1 / 46

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  • :: portada :: Ecologa social :: Documentos13-04-2015 Marxismo versus ecologismo?Socialismo ecolgico antiimperialista (II)Iaki Gil de San VicenteRebelin

    1. PRESENTACIN

    2. UN ADELANTO PREMONITOR EN 1843

    3. DIALCTICA DE AVANCE Y DESTRUCCIN

    4. FRACTURA DEL METABOLISMO SOCIONATURAL

    5. LA NATURALEZA DUEA DE S MISMA

    6. REFORMISMO ECOLOGISTA

    1. Presentacin

    La ponencia que aqu se ofrece es la continuacin de la presentada a debate en 2010, de la queluego se habla. En estos cinco aos la crisis socioecolgica se ha agravado a la vez que se haendurecido el imperialismo ecolgico [1]. Recientemente, Beinstein ha recurrido al mito antiguogreco-egipcio de Urboros, la serpiente que se come a s misma empezando por su cola hasta lacabeza para reiniciarlo de nuevo, una y otra vez [2] para mostrarnos lo que realmente sucede. Elaumento de la precariedad vital est dando la razn a Engels: La organizacin de los obreros y suresistencia creciente sin cesar levantarn en lo posible cierto dique ante el crecimiento de lamiseria. Pero, lo que crece indiscutiblemente es el carcter precario de la existencia [3]. La ONU yla FAO recomiendan que se produzcan en masas insectos, escarabajos y gusanos comestibles [4] para prevenir las hambrunas que se acercan.

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  • Con el actual nivel de desarrollo potencial de las fuerzas productivas bajo control de poderespopulares, se podra acabar con esa precariedad vital que destroza la vida. Hoy existen recursoscientficos y tcnicos capaces de prevenir con alta verosimilitud el agravamiento de la crisissocioecolgica y el consiguiente empeoramiento de la precarizacin de la vida humana. Porejemplo, es muy probable que los efectos causados por el calentamiento climtico en Europa y enel rtico sean desastrosos para las clases explotadas, aunque las petroleras ven en el deshielo delrtico la oportunidad econmica [5].

    Mientras que las grandes corporaciones energticas se frotan las manos pensando en pingesnegocios gracias a los desastres socionaturales, aparecen modas ideolgicas abiertamentecapitalistas o reformistas que se niegan a ir a la raz de la solucin: solo el poder poltico de lasclases y naciones explotadas, de las mujeres trabajadoras, puede revertir esta situacinexpropiando la propiedad capitalista de la naturaleza y haciendo que la naturaleza sea propietariade s misma, como veremos. Con un poder socialista internacional se avanzara rpidamente en lareunificacin de la especie humana con y en la naturaleza, e incluso con poderes obreros ypopulares y hasta con Estados dignos que se resistieran al imperialismo, solo con estoadelantaramos mucho en la reversin de la crisis socioecolgica, que no es una crisis de lanaturaleza sino una crisis del capital. De todo esto y de ms, vamos a debatir.

    2. Un adelanto premonitor en 1843

    En 1843 Engels, cuando tena 23 aos de edad, escribi la primera referencia directa a laprivatizacin de la Tierra por la burguesa, y lo hizo en el primer texto crtico de la economa polticaque elaboraran l y Marx durante su larga vida terica. Es un texto que muestra el increblepotencial emancipador del pensamiento comunista de aquella poca pero tambin muestra sudependencia inevitable hacia la poca objetiva en la que viva Engels. Vayamos por partes. El autores radicalmente crtico:

    Convertir la tierra en objeto de trfico, que es para nosotros lo uno y el todo, la condicinprimordial de nuestra existencia, representa el paso definitivo hacia el trfico de s mismo. Era ysigue siendo hasta el da de hoy una inmoralidad solo superada por la inmoralidad de su propiaenajenacin. Y la apropiacin originaria, la monopolizacin de la tierra por un puado de gentes,eliminando a los dems de lo que constituye la condicin de su vida, nada tiene que envidiar encuanto a inmoralidad al sistema posterior de trfico del suelo [6].

    Un poco despus, tras mostrar la irracionalidad del capital-dinero que produce intereses, delcobrar sin trabajar [7], y de estudiar la funcin del capital especulativo y sus devastadores efectos[8], y poco antes de la crtica a Malthus, escribe: La capacidad de produccin de que dispone lahumanidad es ilimitada. La inversin de capital, de trabajo y ciencia puede potenciar hasta elinfinito la capacidad de rendimiento de la tierra [...] Esta ilimitada capacidad de produccin,manejada de un modo consciente y en inters de todos, no tardara en reducir al mnimo la carga

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  • de trabajo que pesa sobre la humanidad; confiada a la competencia, hace lo mismo, pero dentrodel marco de la contradiccin [...] Unos obreros trabajan hasta catorce y diecisis horas al da,mientras que otros estn sin hacer nada, parados y pasando hambre [9].

    A pesar de sus obvias limitaciones, este escrito, apenas tenido en cuenta excepto por losestudiosos, fue sin embargo decisivo por varias razones para la evolucin posterior de lo que se dioen denominar marxismo. La primera de ellas fue su impacto intelectual en Marx, tanto que alpoco tiempo este empezara a estudiar la economa capitalista. La segunda es que en l seadelantan ya las constantes materialistas esenciales al metabolismo entre la especie humana y lanaturaleza como se ver menos de dos aos despus, en 1844, cuando Marx escriba los clebres Manuscritos econmicos y filosficos, dando forma a una idea central que se ir enriqueciendo conel tiempo.

    La tercera es que esta continuidad progresivamente enriquecida en la obra de Marx y Engels llegaincluso a rozar la reproduccin casi literal en el libro III de El Capital de expresiones engelsianasescritas en su texto, precisamente sobre el monopolio privado de la tierra [10], poniendo as envalor la tesis que sostiene la importante influencia de Engels sobre Marx [11]. Y la cuarta es queabre un debate entre el potencial liberador de la ciencia no sujeta al dictado capitalista y los lmitesde la productividad de la tierra.

    Faltaban todava 16 aos para que en 1859, W. Rankine escribiera el primer libro sobretermodinmica, no fue hasta 1865 con Clausius y1872 con Boltzmann que la ley de la entropaadquiri rigor, y no fue hasta 1880-1883 cuando empezaron a publicarse en cuatro lenguasdiferentes los primeros y limitados escritos de Podolinsky. Dejando ahora de lado los debates sobrela termodinmica [12] y la entropia [13], los crticos del marxismo han utilizado a Podolinsky paramostrar su despreocupacin por la ecologa y su defensa del desarrollismo economicista. Veremosque no es as, y en lo relacionado con este ltimo J. Iglesias muestra lo superficial de esos ataquesindicando las indudables limitaciones [14] tericas de Podolinsky.

    Pero nunca hay que olvidar que esta evolucin enriquecedora se produce dentro de una praxiscomunista cuyo objetivo es derrocar el Estado capitalista para acelerar el avance al socialismo.Nace carente de base toda reflexin sobre el contenido ecolgico del marxismo que no tenga encuenta la permanente interrelacin de, al menos, cuatro componentes: la praxis revolucionaria ensu forma esencial de lucha de clases poltica; la concepcin dialctico-materialista de la ruptura delmetabolismo socionatural y el papel de la libertad humana en la reunificacin; la teora delconocimiento; y la crtica radical de la economa poltica.

    Esta compleja totalidad formada por diversos componentes con relativa autonoma, explica que,por un lado, siempre haya que insistir en que no se puede escindir al ser humano en una partenatural, biolgica, etc., y en otra partes social, cultural, psicolgica, etc., sino que es untodo psicofsico y socionatural; y, por otro lado, hace que lo que ahora se denomina ecologatuviera su propio ritmo.

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  • Sobre el primer aspecto, hay que decir que el marxismo desde su inicio critic, junto a laalienacin, tambin los destrozos que la explotacin causaba en la unidad psicosomtica de laclase trabajadora, teniendo en cuenta la totalidad de sus condiciones de vida y trabajo. Engelsvolvi a ser pionero ya en 1845 en estas cuestiones con su estudio sobre la clase obrera inglesa eirlandesa, y su escalofriante crtica del trabajo en las minas [15] en la que desmenuzaba eldestrozo de la totalidad psicofsica de los y las trabajadoras adultas e infantiles. Marx seguira estasenda especialmente en El Capital al denunciar la depauperacin moral y la degeneracinintelectual [16] de las y los trabajadores, y ms concretamente:

    Al igual que en la industria urbana, en la moderna agricultura la intensificacin de la fuerzaproductiva y la ms rpida movilizacin del trabajo se consigue a costa de devastar y agotar lafuerza de trabajo del obrero. Adems, todo progreso, realizado en la agricultura capitalista, no essolamente un progreso en el arte de esquilmar al obrero, sino tambin en el arte de esquilmar latierra, y cada paso que se da en la intensificacin de su fertilidad dentro de un perodo de tiempodeterminado es a la vez un paso dado en el agotamiento de las fuentes perennes que alimentandicha fertilidad. Este proceso de aniquilacin es tanto ms rpido cuanto ms se apoya en un pas,como ocurre por ejemplo con los Estados Unidos de Amrica, sobre la gran industria, como base desu desarrollo

    Por tanto, la produccin capitalista solo sabe desarrollar la tcnica y la combinacin del procesosocial de produccin socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: latierra y el hombre [17].

    Y Marx aade en el libro III:

    La gran propiedad de la tierra mina la fuerza de trabajo en la ltima regin a que va a refugiarsesu energa natural y donde se acumula como fondo de reserva para la renovacin de la energavital de las naciones: en la tierra misma. La gran industria y la gran agricultura explotadaindustrialmente actan de un modo conjunto y crean una unidad. Si bien en un principio se separanpor el hecho de que la primera devasta y arruina ms bien la fuerza de trabajo y, por tanto, lafuerza natural del hombre y la segunda ms directamente la fuerza natural de la tierra, ms tardetienden cada vez ms a darse la mano, pues el sistema industrial acaba robando tambin lasenergas de los trabajadores del campo, a la par que la industria y el comercio suministran a laagricultura los medios para el agotamiento de la tierra [18].

    La destruccin de la fuerza natural del hombre y de la tierra, si bien actuaba con ritmosrelativamente diferentes antes del capitalismo, tiende a interrelacionarse, como veremos msadelante. Si en la segunda mitad del siglo XIX se aceleraba la tendencia a la unin entre la granindustria y la gran agricultura industrializada, en la segunda mitad del siglo XX las grandesagrobusines adquiran ya un poder sobrecogedor aunque lo peor estaba a punto de llegar con lairrupcin del poder omnvoro del capital financiero desde finales de ese siglo y con la omnipotenciadel capital ficticio desde el inicio del siglo XXI. Se ha podido entrar as, en opinin de D. Harvey, enuna fase de acumulacin especulativa [19] con impactos apenas imaginables sobre la naturaleza,como veremos.

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  • La destruccin de la fuerza natural de la tierra y de la especie humana por el capitalismo obliga arecuperar la concepcin socio-natural o simplemente materialista del ser humano comoespecie-genrica destrozada y rota en su unidad material por la explotacin. Es por esto quedebamos introducir el empeoramiento de la salud humana en el concepto asptico de crisisecolgica. Sabemos que los y las nias empobrecidas [20] sufrirn durante el resto de su vidaadulta los efectos dainos causados por las medidas burguesas para multiplicar su tasa debeneficios: pues bien, esta inhumanidad forma parte de la crisis socioecolgica, socioambiental osocionatural, sin mayores precisiones ahora.

    Sabemos tambin que en escuelas infantiles de Euskal Herria se padece pobreza energtica [21],como denuncia el sindicato LAB: pues bien, ese fro injusto que atenaza a la infancia reduciendo susfacultades intelectivas por razones estrictamente sociopolticas burguesas, tambin entra en laruptura del metabolismo de la especie humana-genrica con la naturaleza, ruptura causada por elcapital. Otro tanto debe decirse de las causas socioecolgicas que matan a 500.000 personas alao en la Unin Europea [22], as como del hecho de que combatirlas exige a la Unin Europeaunos gastos similares al PIB de Finlandia [23].

    Los siete millones de personas muertas al ao en el mundo por el aire contaminado [24] tambinson parte del desastre originado por el capitalismo y no por una crisis ecolgica sin contenidosocioeconmico burgus alguno. En suma, el ecocidio [25] es parte inserta en la totalidad de lahistoria, presente y futuro de la civilizacin del capital, y la expresin ms directa de la ruptura delmetabolismo socionatural.

    Como vemos, el concepto de metabolismo natural y de intercambio orgnico, y de su ruptura, esdecisivo para entender lo que el reformismo denomina crisis ecolgica, pero sobre todo esfundamental para la entera concepcin marxista. Segn D. Harvey: La idea del "metabolismo",con el trabajo como mediador entre la existencia humana y la naturaleza, es central para elargumento materialistas histrico de Marx. Volver a parecer en distintos puntos de El Capital,aunque no quede nunca muy desarrollada [26], por lo que una de las mejores definiciones queMarx nos ofrece en El Capital es esta: Como creador de valores de uso, es decir, como trabajo til, el trabajo es por tanto condicin de vida del hombre, y condicin independiente de todas las formasde sociedad, una necesidad perenne y natural sin la que no se concebira el intercambio orgnicoentre el hombre y la naturaleza ni, por consiguiente, la vida humana [27].

    Pero ms exactamente, qu debemos entender por ruptura del intercambio orgnico, delmetabolismo natural o universal de la naturaleza. La respuesta nos la da J.B. Foster:

    Para explicar el vasto mbito natural en el que haba surgido la sociedad humana, y en el queexista necesariamente, Marx emple el concepto del metabolismo universal de la naturaleza. Laproduccin mediaba entre la existencia humana y este metabolismo universal. Al mismo tiempo,la sociedad y la produccin humana seguan estando en el interior de este metabolismo terrenalmayor y dependan del mismo, que haba precedido a la aparicin de la vida humana misma. Marxexplicaba que esto constitua la condicin universal para la interaccin entre la naturaleza y el

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  • hombre, y como tal, una condicin natural de la vida humana. La humanidad, a travs de suproduccin, extrae sus valores de uso naturales y materiales de este metabolismo universal dela naturaleza, al mismo tiempo insuflando una [nueva] vida a estas condiciones naturalescomo elementos de una nueva formacin [social], generando por ese motivo una especie desegunda naturaleza. Sin embargo, en una economa mercantil capitalista esta segunda naturalezaasume una forma alienada, dominada por el valor de cambio antes que por el valor de uso,conduciendo a una fractura en este metabolismo universal [28].

    Pero cada modo de produccin tiene sus formas propias de metabolismo socionatural, deintercambio orgnico entre la especie humana y la naturaleza. Desde los criterios del materialismohistrico y dialctico en la medida en que la produccin de valores de cambio, de mercancas vadesplazando la produccin de valores de uso, en esa medida la fractura del intercambio metablicosocionatural va variando, va complejizndose en la medida en que aumenta la divisin social deltrabajo [29], segn Marx. La complejizacin de la fractura socionatural en el capitalismo estesencialmente unida con la esencia contradictoria de la mercanca, contradiccin inserta en ladialctica valor de uso, valor de cambio y valor: Marx reconoca que los valores de uso sonincreblemente diversos, que los valores de cambio son accidentales y relativos y que el valor tiene(o parece tener) una "objetividad fantasmagrica", que est sometido a continuas revolucionescausadas por los cambios tecnolgicos y las turbulencias en las relaciones sociales y naturales. Esatotalidad no es esttica y cerrada, sino fluida y abierta y, por tanto, en perpetua transformacin[30].

    Volveremos a la importancia crucial de conocer las contradicciones en la mercanca, en elcapitalismo en suma, para conocer qu es la crisis socioecolgica, de dnde surge, por qu seexpande y cmo debemos combatirla, pero antes debemos sentar las bases de otro componenteelemental del marxismo: el de la historia como proceso dialctico, abierto a la posibilidad yprobabilidad de la derrota, la ruina, la destruccin.

    3. Dialctica de avance y destruccin

    D. Tagliavini e I. Sabbatella han demostrado cmo en la obra de Marx y Engels s se encuentrananlisis concretos sobre la naturaleza finita, agotable, de los recursos naturales, etc.; y adems deotras consideraciones sobre el debate de la acogida de las tesis de Podolinsky por ambos amigos,tema del que ya hemos hablado, nos recuerdan la existencia de eco-marxistas de muchorenombre terico y poltico, con especial mencin a Lenin, o a Bujarin, cuyos escritos ecolgicosfueron escondidos por Stalin tras su fusilamiento en 1938. Fue el estalinismo el que anul el ricocontenido ecolgico del marxismo imponiendo un mecanicismo productivista y desarrollista [31].

    Es muy interesante esta referencia al ocultamiento de los escritos de Bujarin y de la corrienteeco-marxista liderada por Verndsky, como veremos, porque nos recuerda la necesidad de tener

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  • siempre en cuenta la realidad histrica, exigencia que se desprecia frecuentemente. Es por estoque tampoco hay que olvidar las dursimas condiciones de miseria extrema, feroces ataquesmilitares y frreos cercos de asfixia econmica y tecnocientfica que sufri la URSS desde el primerinstante de su existencia, y a la vez los logros obtenidos [32]. Las agresiones sucesivas ypermanentes del imperialismo a la URSS han causado al conjunto de sus pueblos infinitamente msdestrozos socionaturales que los derivados de la marginacin y ocultacin del eco-marxismo por laburocracia desde finales de la dcada de 1930, sobre todo con la invasin nazifascista.

    El casi inconcebible grado de arrasamiento y devastacin de la vida realizado por el nazifascismoen la URSS y grandes zonas del Este europeo nos sirve como leccin necesaria para la crisisecolgica actual: la ventaja cualitativa de la economa planificada [33]. Y si avanzamos un pocoms hasta llegar a la crisis socioecolgica, es decir, por un lado, al principio dialctico de que laespecie humana es parte de la naturaleza y por tanto parte del ecosistema concreto y de laecologa en s misma, y, por otro lado, esa unidad socionatural fue destrozada por el capitalismo,partiendo de aqu queda claro que todo lo que concierne a nuestra especie debe insertarse en lasocioecologa. Pues bien, cuando J. M. Olarieta reivindica con absoluta razn que la era de la saludpblica naci en la URSS [34] est dejando constancia de un avance socioecolgico decisivo parala libertad humana pero antagnico con la industria capitalista de la salud, que es ms rentable [35] que los gigantescos beneficios de la banca burguesa.

    Segn C. C. Vizia, en la teora de Marx y Engels s estaba presente una crtica de los efectosnegativos de la mercantilizacin de la naturaleza por el capitalismo, del mismo modo que en Engelshaba una crtica bastante razonada de las ideas de Podolinsky teniendo en cuenta las condicionesde la poca, y tambin opina que fue el estalinismo el que arras con el contenido ecolgico delmarxismo al anular y marginar Verndsky y a su grupo de eclogos y aupar a Lysenko. Volviendo aMarx y Engels, el autor sostiene que:

    Las razones por las cuales la problemtica de la naturaleza, si bien central en su concepcinfilosfica, no adquiri mayor preponderancia en sus anlisis de la sociedad capitalista, salvo lossealados respecto a la agricultura, la contaminacin de las ciudades y las deficientes condicionessanitarias de la clase trabajadora, se basan en la creencia afn con el clima poltico de la poca enla inminencia de una revolucin socialista de alcance internacional, que debera resolver estos yotros problemas de la humanidad [36].

    Pero no era solo un clima poltico de prxima revolucin social, que tambin, sino que esaproximidad estaba apremiada por una visin de las contradicciones capitalistas que admita laposibilidad de una especie de catstrofe si la clase trabajadora no se impona a la clase burguesa:todo dependa de la lucha de clases, nada estaba ciegamente determinado con antelacin. En1848, tras exponer la larga y permanente lucha entre explotados y explotadores, aaden: unalucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que termin siempre con latransformacin revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna [37].

    Y ms adelante: Las relaciones burguesas de produccin y de cambio, las relaciones burguesas

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  • de propiedad, toda esta sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir como por encanto tanpotentes medios de produccin y de cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominarlas potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros [38].

    El capital ha desencadenado monstruos del averno, esto es cierto y ms con los datos disponiblesdesde mediados del siglo XX; pero su destructividad puede ser domeada si el proletariadodesarrolla una conciencia poltica revolucionaria que incida en todas y cada una de lascontradicciones del sistema, anulndolas y superndolas. Los llamados textos polticos de Marx yEngels profundizan en esta problemtica con sofisticados anlisis sin parangn en su poca.Avanzando en el tiempo, vemos que en 1874 Engels escribe una verdadera profeca que sematerializar cuarenta aos ms tarde, en 1914:

    Para Prusia-Alemania no hay posibilidad de hacer otra guerra que no sea la mundial. Y sera unaguerra mundial de magnitud desconocida hasta ahora, de una potencia inusitada. De ocho a diezmillones de soldados se aniquilarn mutuamente y, adems, se engullirn toda Europa, dejndolatan devastada, como jams lo haban hecho las nubes de langosta. La devastacin producida por laguerra de los Treinta Aos condensada en tres o cuatro aos y extendida a todo el continente; elhambre, las epidemias, el embrutecimiento de las tropas y tambin de las masas populares,provocados por la aguda necesidad, el desquiciamiento insalvable de nuestro mecanismo artificialen el comercio, la industria y el crdito: todo ello termina con la bancarrota general; el derrumbe delos viejos Estados y de su sabidura estatal rutinaria -una quiebra de tal magnitud, que las coronasestarn tiradas a docenas por el pavimento y no se encontrar a nadie que las levante-; unaimposibilidad absoluta de prever cmo terminar todo esto y quien saldr vencedor de la lucha.solo un resultado no deja lugar a dudas: el agotamiento total y la creacin de las condiciones parala victoria definitiva de la clase obrera [39].

    Engels se equivoc en una sola cosa: que la guerra dur cinco aos en vez de tres o cuatro,acertando en lo dems, en especial en que la guerra creara las condiciones para la victoria de larevolucin obrera como efectivamente sucedi. Desde 1916 los pueblos trabajadores de Europaempezaron a sublevarse contra la masacre, estallando en 1917 la oleada de revoluciones que todosy todas conocemos. Y en otro escrito algo posterior vaticina que Prusia-Alemania perder esaguerra que solo de reportar malestares y huesos rotos [40].

    En 1877, Engels, escribiendo sobre las contradicciones internas capitalistas, dice que: la sociedadcorre hacia la ruina como una locomotora cuyo maquinista fuera demasiado dbil para abrir labloqueada vlvula de escape [41], y poco ms tarde, insistiendo sobre el comportamiento de laburguesa, dice: sus propias fuerzas productivas han rebasado el alcance de su direccin yempujan a toda la sociedad burguesa, como con necesidad natural, hacia la ruina o la subversin[42]. Aun as no es la ltima vez que Engels advierte sobre el estallido de crisis que culminen en laruina o en la subversin ya que muy poco antes de morir escribe en 1895 sobre la inevitabilidad deprximas insurrecciones [43] urbanas obreras y populares como realmente sucedi en 1905.

    Esta visin de la historia capitalista como historia dialctica, contradictoria y por eso abierta afuturos diferentes segn sea el resultado de la lucha de clases y de la accin consciente humanacomo fuerza material una vez que la teora ha prendido en el pueblo explotado [44], ya estaba

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  • presente en el Marx de 1842-1843. En cuanto historia sin cerrar, las medidas impuestas por laburguesa en el proceso de explotacin laboral, o proceso productivo, tambin repercutendirectamente en la victoria e imposicin de uno u otros futuros concretos y en el general, en elfuturo de la especie humana como parte de la naturaleza. En este sentido, las advertencias sobre elposible y hasta previsible estallido de conflictos atroces, de exterminios mutuos, ruinas ycatstrofes, esta dialctica lleva implcita como elemento necesario de su unidad y lucha decontrarios la agudizacin de lo que ahora se denomina muy restrictivamente crisis ecolgica.

    Carecemos de espacio para seguir desarrollando cmo marxistas posteriores actualizaron en suscondiciones especficas esta concepcin dialctica de la historia capitalista, en la que se vanfundiendo las crisis inicialmente parciales -econmica, ecolgica, poltica, social, militar, etc., enuna crisis general. Cuando hablamos de crisis parciales no afirmamos su absoluta desconexin yaislamiento, sino que decimos que, en realidad, todas ellas estn sujetas internamente a tres de losgrandes descubrimientos de Marx: uno es la ley general de la acumulacin capitalista [45], que F.Jameson ha definido esta ley como el punto desde el cual se hace visible todo el capitalismo porqueexplica la identidad entre produccin y miseria [46], y el otro es la ley de la tendenciadecreciente de la cuota de ganancia [47], ley tendencial negada siempre por la burguesa ycuestionada abierta o solapadamente por el reformismo porque pone el dedo en la llaga de lairracionalidad global del sistema; ley tendencial decisiva para comprender la ruptura delmetabolismo socionatural, junto con el apoyo de otras aportaciones bsicas del marxismo como lafortaleza de la ley del valor, del fetichismo de la mercanca y del trabajo alienado [48].

    En el capitalismo del siglo XXI es ya innegable, en especial desde 2007, que la llamada crisisecolgica no solo va unida a la crisis econmica sino que incluso la estaba agravando desdehace algunos aos. Es tan innegable que hasta los defensores del reformismo ecologista loadmiten, pero [49] cometiendo la incoherencia de no extraer de ello las lecciones sociopolticaspertinentes, muy en especial la que demuestra el acierto histrico de la concepcin de la historiaabierta al desastre dependiendo del resultado de la lucha de clases. El Estado burgus y susfuerzas militares tienen la decisiva tarea, adems de otras, del vencer en esa guerra social. Desdela visin marxista aqu expuesta, los ejrcitos del capital, la militarizacin en suma, son fuerzasmateriales destructivas a la vez que reflejo ideolgico de la civilizacin burguesa.

    Engels lo explic as: La moderna nave de combate no es solo un producto de la gran industriamoderna, sino tambin una muestra de la misma; es una fbrica flotante -aunque, ciertamente, unafbrica destinada sobre todo a dilapidar dinero [50]. Es cierto que el llamado keynesianismomilitar puede reactivar algunos capitalismos concretos durante un perodo y mantener lasupremaca de una potencia durante un perodo gracias a las sobreganancias de su burguesa comoes el caso yanqui [51], pero a la larga y visto el sistema en su totalidad es un despilfarro que,adems, refuerza la necesidad de saquear an ms la naturaleza y a sus pueblos. La militarizacines una de las caractersticas fundamentales del progreso destructivo [52]. Pero hablar de lamilitarizacin estructural del capitalismo es reabrir el debate estratgico de la necesidad de larevolucin comunista, lo que produce pnico en el capital y miedo histrico en el reformismo.

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  • 4. Fractura del metabolismo socionatural

    Despus de analizado el funcionamiento interno de la destruccin de la fuerza natural de la tierra yde la especie humana y de la dialctica de la historia abierta a la destruccin y a la ruina, vistoesto, debemos avanzar algo en otra de las cuestiones planteadas por Engels en 1843: lascondiciones sociales necesarias para que la ciencia pueda facilitar y acelerar la reunificacin entrela especie humana y la naturaleza. La condicin inexcusable es el dominio prctico de la dialcticamaterialista de la interpenetracin entre lo natural y lo social, y cmo a partir de su dialcticapueden surgir nefastas contradicciones nuevas que exigen a la conciencia humana avancesintelectuales cualitativos:

    El materialismo marxista, que en s mismo supone la adopcin de un enfoque realista de lanaturaleza, no puede sin embargo identificarse con formas ingenuas de realismo en las que lanaturaleza aparece como una esencia ahistrica e inmutable. La historicidad de la naturaleza, quelas investigaciones de Darwin vinieron a confirmarla a ojos de Marx, elimina esa posibilidad. Lacombinacin de la misma con la historicidad social da lugar a una relacin sociedad-naturalezadinmica y cambiante, donde ambas estn en constante transformacin y mutuamente se influyen.El realismo de Marx es pues un realismo ontolgico, que afirma la existencia independiente de losprocesos y estructuras causales de la naturaleza a un nivel profundo, pero reconoce su esencialmodificabilidad y la inexistencia a ojos del hombre de una naturaleza identificable como esenciainmutable. La interpenetracin de sociedad y naturaleza, la fusin de historia social e historianatural, apuntan en la misma direccin: el carcter sociohistrico de la naturaleza. No hay unanaturaleza prstina, separada del hombre y definida por su independencia respecto de la accintransformadora de este [53].

    Para no extendernos asumimos que la dialctica consiste, exactamente, en la habilidad decomprender la contradiccin interna de una cosa, el estmulo de su autodesarrollo, donde, elmetafsico ve solo una contradiccin externa resultando de una colisin ms o menos accidental dedos cosas internamente no contradictorias [54]. Engels ya nos ilustr sobre este mismo conceptocon una explicacin de la dialctica del metabolismo socioambiental:

    El animal no hace ms que usar su ambiente, y provoca cambios en l, nada ms que con supresencia; con sus cambios, el hombre lo hace servir a sus fines, lo domina. Esta es la diferenciafinal, esencial, entre el hombre y otros animales, y, una vez ms, es el trabajo el que la produce.Pero no nos jactemos demasiado de nuestras victorias humanas sobre la naturaleza. Pues por cadauna de esas victorias, se venga de nosotros. Cada triunfo, es verdad, produce ante todo losresultados que esperamos, pero en segundo y en tercer lugar provoca efectos distintos,imprevistos, que muy a menudo anulan al primero [...] Y as, a cada paso que damos se nosrecuerda que en modo alguno gobernamos la naturaleza como un conquistador a un puebloextranjero, como alguien que se encuentra fuera de la naturaleza, sino que nosotros, seres decarne, hueso y cerebro, pertenecemos a la naturaleza, y existimos en su seno, y que todo nuestrodominio sobre ella consiste en el hecho de que poseemos, sobre las dems criaturas, la ventaja deaprender sus leyes y aplicarlas en forma correcta [55].

    Si algo han confirmado todas las investigaciones es que, por un lado, la evolucin de la vida

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  • nicamente es comprensible accediendo a su dialctica interna [56], y que por otro lado:

    La ciencia moderna muestra, en general, que el movimiento lineal o la acumulacin de algunas delas variables involucradas provoca saltos repentinos; que el movimiento implica la dinmica defuerzas y tendencias opuestas y diversas, y que los saltos cualitativos, debido a la acumulacincuantitativa por medio de contradicciones, dan lugar a nuevos fenmenos y estabilidades relativas,que niegan las leyes anteriores al surgir nuevas y, al mismo tiempo, procesos en los que se puederastrear sus antecesores porque conservan algunas leyes como subordinadas. Estas son, a grandesrasgos, las tres leyes generales del mtodo dialctico abstrado de la naturaleza y de la sociedadcomo un modelo que refleja en su generalidad la dinmica del movimiento y que puede seraplicado a lo concreto, nuevamente para comprender sus mltiples determinaciones especficas ensus manifestaciones infinitas [57].

    G. Foladori sostiene que la ciencia moderna, por va de la experimentacin en la fsica, en laqumica, en la biologa, y en campos interdisciplinarios, est descubriendo lo que la filosofadialctica haba anunciado hace cien aos [58], presenta una brillante comparacin en sieteprincipios entre lo que l, y toda una corriente cientfico-filosfica, define como nuevo paradigmacientfico (NPC) y la dialctica de la naturaleza de Engels [59]:

    1) NPC: La naturaleza es irreversible y en permanente cambio, pero creando estructuras queresisten el cambio.

    Engels: Las tendencias se presentan como resultado de mltiples fuerzas contratendenciales.

    2) NPC: En determinados momentos surge una transicin de fase, una estructura nueva.

    Engels: Los cambios cuantitativos se convierten en alteraciones cualitativas.

    3) NPC: Los sistemas adaptativos complejos cambian

    Engels: La totalidad es un proceso histrico.

    4) NPC: Las leyes de la fsica deben explicar los sistemas adaptativos complejos (inclusive laconciencia y la sociedad).

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  • Engels: La conciencia es un producto tardo del desarrollo de la materia. El ser social solo puedesurgir del ser orgnico, y este del ser material inorgnico.

    5) NPC: El Universo es rico en diversidades cualitativas y sorpresas potenciales. Los sistemascomplejos presentan resultados imprevistos.

    Engels: La realidad es siempre ms rica que la teora. La interconexin de los elementos de lanaturaleza genera resultados imprevistos.

    6) NPC: El atractor es una regin del espacio de fases que ejerce una traccin magntica sobretodo el sistema.

    Engels: Existe una jerarqua en las relaciones. Las relaciones sociales de produccin determinanen ltima instancia al resto.

    7) NPC: La previsibilidad es asinttica, aunque el movimiento se da dentro de ciertos lmites.

    Engels: El conocimiento es asinttico, las posibilidades de libertad estn limitadas por lasrestricciones impuestas a la estructura material pasada.

    Cuando G. Feladori sostiene con razn que Engels defiende la tesis de que l a interconexin de loselementos de la naturaleza genera resultados imprevistos, est reconociendo la verosimilitud de latesis marxista del desencadenamiento brusco, abrupto de desastres y conflictos catastrficos,tremendos, que van gestndose en el subsuelo siempre agitado y tenso de la realidad, movimientointerno que hace que lo real siempre vaya por delante del pensamiento. Qu mtodocientfico-filosfico puede acortar en cierta medida esta distancia inevitable? Segn F. Cordn:

    Mi experiencia de cientfico me ha demostrado que el materialismo dialctico en el estado actualdel pensamiento constituye una primera gua certera para ordenar los conocimientos de no importaque ciencia y de que, a su vez, l puede ser ampliado o corregido a la validez universal por losavances ms generales de cualesquiera de las grandes ciencias [60].

    Segn la dialctica materialista la llamada transicin de fase puede definirse tambin como puntode inflexin o punto de no retorno: el momento del salto cualitativo a partir del cual aparece unanueva realidad que impide volver a la situacin anterior, en este caso el derretimiento de una gran

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  • parte de los glaciares del Antrtico Oeste [61] ha entrado en deshielo irreversible por elcalentamiento climtico. La necesidad de recurrir a la dialctica interna de los procesos paraconocer la realidad siempre en movimiento, aunque se oculte o se niegue hacerlo, vuelve aconfirmarse de nuevo con este dato cientficamente demostrado [62], de la misma manera en quela tesis cientfica de que el tiempo de agota [63] en la lucha contra el calentamiento climticosolo es entendible si descubrimos la dialctica interna del incremento cuantitativo que precede alsalto cualitativo, a la transicin de fase, al punto de inflexin y no retorno.

    La misma lgica dialctica est activa en las contradicciones internas del espacio-tiempo en el quese mueve la mercanca-dinero en sus movimientos de valor de uso, valor de cambio y valor, comoexplica D. Harvey:

    Esos tres conceptos diferentes interiorizan referentes espacio-temporales fundamentalmentediferentes. Los valores de uso existen en el mundo material fsico de las cosas que se puedendescribir en trminos newtonianos y cartesianos del espacio y el tiempo absolutos. Los valores decambio residen en el espacio-tiempo relativo del movimiento y el intercambio de mercancas,mientras que los valores solo se pueden entender en trminos del espacio y el tiempo relacional delmercado mundial (el valor relacional inmaterial del tiempo de trabajo socialmente necesario naceen el espacio-tiempo evolutivo del desarrollo global capitalista). Pero como Marx ha mostrado yaconvincentemente, los valores no pueden existir sin los valores de cambio, y el intercambio nopuede existir sin los valores de uso. Los tres conceptos estn dialcticamente integrados entre s[...] el espacio-tiempo del capitalismo no es constante, sino variable (como sucede con la velocidady lo que Marx denomina en otro lugarz la aniquilacin del espacio mediante el tiempo efectuadamediante las repetidas revoluciones en los transportes y las comunicaciones) [64].

    En el metabolismo socionatural, en el intercambio orgnico global, los saltos cualitativos entrefases y la evolucin espacio-temporal se materializan definitivamente cuando irrumpe elcapitalismo en 1450-1640, largo siglo XVI que marca el punto de inflexin [65] en lasrelaciones entre la especie humana y la naturaleza, habiendo llegado ya a su fusin desde hace untiempo, como muestra la eco-historia [66]. Realizado ese irreversible salto cualitativo, elcapitalismo evoluciona aceleradamente desde la revolucin industrial dando giros [67] hacia lacrisis ecolgica moderna.

    A pesar de que todo confirma la dialctica de la naturaleza [68], el reduccionismo inherente a laideologa burguesa est profundamente anclado en la burocracia intelectual y en el aparatotecno-cientfico, en especial en la biologa, sirviendo fielmente a los intereses de la clase burguesa.Para negar la dialctica, desde finales del siglo XIX el reformismo se lanz frontalmente contraEngels acusndole entre otras cosas de privilegiar el determinismo naturalista. J. M. Bermudo hadesmontado esta acusacin:

    Aun as podra insistirse que, no obstante, Engels no olvida nunca la determinacin natural,tendiendo a privilegiarla. Pensamos que no es as y que, si lo fuera, habra sido una intuicinengelsiana digna hoy de ser elogiada. Pues hoy, precisamente, se pone de relieve el insuficientetratamiento histrico del elemento natural en su determinacin natural y humana en el marxismooccidental. El desprecio en el marxismo -y aqu el estalinismo es protagonista- por ciertas ciencias,

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  • de la psicologa a la embriologa, expresa ese olvido. El comprensible esfuerzo por poner en losocial la raz, el factor nico del mal y del bien, de la miseria o de la libertad, de la barbarie o de lasalvacin, hoy muestra sus lmites. Y con ello Engels debera -dentro del marxismo- ganar puestos,ya que -an con las limitaciones indicadas- fue quien ms insisti en unir a la determinacinhistrica la determinacin natural [69].

    Por su parte, la profesora y mdico C. Cruz Rojo amplia esta defensa de la dialctica socionaturalargumentando la necesidad de una ciencia no reduccionista, dialctica, basada en la interaccin detodos los factores naturales y sociales que forman la vida humana. La autora explica que existendos grandes bloques de reduccionismo, el biolgico y el cultural, dividindose este segundo enotros dos menores, y afirmas:

    Dar preponderancia a lo biolgico (en el caso del determinismo biolgico) o drsela a lo social (enel del determinismo cultural), es no entender la necesaria interrelacin dialctica entre lo biolgicoy lo social que se codeterminan mutuamente en el devenir de la vida. En el primer caso seconsidera que las partes (por ejemplo, los genes) existen de forma independiente y conanterioridad a su integracin en estructuras complejas (por ejemplo, los organismos), y que son laspropiedades intrnsecas de las partes las que producen y explican las propiedades del conjunto. Sinembargo, la dialctica no separa las propiedades de las partes aisladas de las que adquierencuando forman conjuntos, porque ambas se influyen mutuamente [...] solo a travs de la dialcticase consigue integrar los antagonismos o anttesis entre las causas y los efectos, entre la biologahumana y la educacin o entre la herencia gentica y el medio ambiente en una visin en la queambos polos no estn aislados uno del otro ni estn determinados en una sola direccin, sino quemantienen una constante y activa compenetracin [70].

    La dialctica del conocimiento es interdisciplinar porque la realidad es compleja lucha decontrarios:

    El estudio e intervencin de este grupo de enfermedades actuales es un ejemplo clarificador de laimportancia de abordar procesos complejos desde un enfoque multidisciplinar e interdisciplinar [...]Dejar su solucin a la exclusiva competencia de la disciplina mdica o sanitaria sera condenarlapara siempre a la cronicidad. La curacin, o mejor la prevencin, de los problemas de salud pasapor la labor coordinada, interrelacionada y complementaria de distintas ciencias, incluyendo lasciencias sociales [71].

    y ms adelante:

    El mundo material posee una naturaleza ontolgica unitaria donde es imposible dividir lascausas en un porcentaje social y otro porcentaje biolgico. Desde una visin dialctica, lobiolgico y lo social, lo interno y lo externo, no son separables, ni alternativos ni complementarios [72].

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  • Concepcin Cruz vuelve a uno de los puntos citados por el Engels de 1843, arriba visto: una cienciaal servicio del pueblo y no de la burguesa: En relacin con el derecho y la utilizacin tica de latecnociencia en el mbito de la alimentacin, llmese biotecnologa, biologa sinttica onanotecnologa, debe ser radicalmente rechazada mientras est en manos y favorezca laconvergencia de las corporaciones privadas y, adems, entren en la maquinaria financiera (bolsa)afectando a los precios de los alimentos y productos de primera necesidad [73].

    Las explicaciones de Concepcin Cruz nos facilitan el entendimiento de los procesos en espiral quevan integrando reivindicaciones y luchas parciales sin conexin interna a simple vista hastasubsumirlas en un todo superior. Comprendemos as que lo simplemente ecolgico pertenece a latotalidad socionatural en la que malviven los pueblos explotados. J. Castillo detalla esta dinmicaascendente al estudiar las integraciones de las luchas directamente ecologistas con lasmovilizaciones sociales y populares en defensa de parques pblicos, viviendas dignas, condicionesde trabajo, transportes sociales, reordenacin del suelo urbano, servicios de salud y un largoetctera [74].

    Este mismo autor profundiza tambin en las relaciones entre el sindicalismo de clase y la ecologadesde los primeros choques duros entre el capital y el trabajo ya en el siglo XIX: Como nosmuestra el desarrollo del movimiento obrero, las plantillas se movilizan frente a impactossocioambientales que afectan a su salud directamente y que, habitualmente, impactan tambinfuera de los centros de trabajo [75].

    5. La naturaleza duea de s misma

    Siendo verdad que durante la ltima dcada y media los investigadores ecolgicos han utilizadola perspectiva terica del anlisis de Marx sobre la fractura metablica para estudiar lascontradicciones capitalistas que se desarrollan en una amplia variedad de reas: los lmites delplaneta, el metabolismo del carbono, el agotamiento del suelo, la produccin de fertilizantes, elmetabolismo ocenico, la explotacin indiscriminada de la pesca, la desforestacin, la utilizacin delos incendios forestales, los ciclos hidrolgicos, la megaminera a cielo abierto, la cra de ganado,los agro-combustibles, la apropiacin de tierras a nivel mundial, y la contradiccin entre la ciudad yel campo [76]; siendo esto cierto lo es an ms que pese a este empleo silencioso del mtododialctico, existe una negativa a reconocerlo.

    El rechazo sutil o descarnado de la dialctica es imprescindible para asentar cualquier polticareformista en alguna de las mltiples versiones de la extravagancia kantiana de laincognoscibilidad de la cosa en s. F. Jameson sostiene que la amputacin de la dialctica en elmarxismo conduce al reformismo socialdemcrata: El impacto de la formulacin dialcticaapuntaba a subrayar la fatdica unidad del capitalismo como modo de produccin cuya expansinno puede ser frenada a voluntad mediante la reforma socialdemcrata, ya que a medida queacumula nuevo valor, el capitalismo continua produciendo un ejrcito de reserva de desempleados

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  • que nunca para de crecer, ahora a escala global [...] lo que pasa por alto en la mencionada revisin-y en verdad, escisin- de la dialctica de El Capital es la funcin central que cumplen lanegatividad y la contradiccin [77].

    Una valiosa sntesis actual sobre los permanentes ataques que ha sufrido la dialctica materialista,intentando expulsarla de un supuesto marxismo cientfico neokantiano y neopositivista, laencontramos en el texto de R. Astarita: el rechazo de la dialctica dentro del marxismo tiene unalarga data; recorre casi toda su historia, hasta nuestros das. A pesar de que el sesgo antidialcticoha dominado en los movimientos polticos de masas (Segunda y Tercera Internacional, elmovimiento comunista oficial), y en buena parte del marxismo acadmico, la mayor parte deltiempo (primero con el estructuralismo marxista, incluyendo al regulacionismo marxista, y luegocon el marxismo analtico), sus frutos tericos no son llamativos [78].

    Simultneamente al intento de ridiculizacin de la dialctica, los enemigos del marxismo laemprendieron con su teora de la explotacin social, la teora de la plusvala y del valor, etc., y consu teora del Estado. Es significativo que el grueso del reformismo ecologista se sume a esta santacruzada. De entrada se niegan a profundizar en el contenido de la muy correcta afirmacin de J.Cervantes: Crisis ecolgica: una crisis del capital. Dado que para el capitalismo la acumulacinampliada es una necesidad de supervivencia, todo, absolutamente todo debe ser mercantilizado: Para el capital, la naturaleza es el requisito ineludible para la obtencin de un excedente a partir deuna fuerza de trabajo dada, y por tanto, a la materializacin de este excedente en valores de usovendibles -productos, mercancas- este tratamiento instrumental de la naturaleza se manifiesta enla forma del valor del tiempo de trabajo, el cual representado en dinero, constituye la sustanciasocial de acumulacin del capital [79].

    J. Cervantes est en lo cierto al plantear la necesidad del empleo de la teora marxista del valor,etc., para conocer tanto causas de la fractura del intercambio orgnico o crisis socioecolgica,como los mtodos para salir de ella reintroduciendo lo social en lo natural, esta verdad esconfirmada empricamente por la agudizacin de las tensiones mundiales por la manipulacinpoltico-econmica de los precios del crudo de petrleo [80] y del carbn [81], y los desastresnaturales, como veremos, y a la vez reafirmada tericamente por los marxistas como D. Harvey:

    Si alguien cree que puede resolver una seria cuestin medioambiental como el calentamientoglobal sin afrontar siquiera la cuestin de quin y cmo determina la estructura bsica de valoresde nuestra sociedad, se est engaando a s mismo. Por eso Marx insiste en que debemos entenderqu es el valor de las mercancas y cules son las necesidades sociales que las determinan [...] elvalor es sensible a las revoluciones tecnolgicas y a la productividad [...] Las transformaciones enel entorno natural o la migracin a lugares con condiciones naturales ms favorables (recursos msbaratos) revolucionan los valores. Los valores de las mercancas, en resumen, estn sometidos auna amplia variedad de fuerzas [...] lo que llamamos valor no es una cantidad constante, sinoque est sometido a incesantes transformaciones revolucionarias [82].

    La privatizacin burguesa de la naturaleza responde a la objetividad ciega de la ley de laacumulacin ampliada del capital en general y a la agudizacin de las contradiccionesinterimperialistas por la posesin de los cada vez ms escasos recursos energticos y materiales.

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  • Frente a esta voracidad depredadora basada en la propiedad burguesa de la naturaleza, elmarxismo opone lo irreconciliablemente opuesto: la naturaleza es de ella misma y no de laburguesa. Decir que la naturaleza se pertenece a s misma y no al capital implica que ni siquiera lahumanidad concreta que existe fsicamente en un momento preciso de la historia, lo que se diceahora mismo, ni siquiera ella es propietaria de la tierra. En el libro III de El Capital Marx escribeque: Ni la sociedad en su conjunto, ni la nacin ni todas las sociedades que coexistan en unmomento dado, son propietarias de la tierra. Son, simplemente, sus poseedoras, sus usufructuarias,llamadas a usarla como boni patres familias y a trasmitirla mejorada a las futuras generaciones [83].

    La naturaleza es duea de s misma porque la especie humana, el ser-humano-genrico, es parteintegrada en ella, pero separada y enfrentada a ella desde la fractura del metabolismo socionatural,una de cuyas expresiones es la actual crisis socioecolgica. Engels nos ofrece la nica alternativapara unir esa fractura, una poltica radical de regulacin de las relaciones de propiedad, deproduccin, de distribucin y de consumo:

    Pero esta regulacin exige algo ms que un simple conocimiento. Exige una revolucin total ennuestro modo de produccin existente hasta ahora y al mismo tiempo una revolucin en todonuestro orden social contemporneo. Todos los modos de produccin conocidos hasta ahoraapuntaron nada ms que al logro del efecto til ms inmediato y directo del trabajo. Lasconsecuencias posteriores, que solo aparecen despus y adquieren efectividad debido a larepeticin gradual y a la acumulacin, fueron desatendidas [...] Los capitalistas que dominan laproduccin y el intercambio pueden dedicarse solo al efecto til ms inmediato de sus acciones [...]Mientras el fabricante o comerciante vende una mercanca fabricada o comprada, con la habitual yansiada ganancia, se siente satisfecho y no se ocupa de lo que luego pueda suceder con lamercanca y sus compradores. Lo mismo rige para los efectos naturales de sus acciones [84].

    Es urgente una revolucin total que avance resueltamente en las medidas imprescindibles parasoldar la fractura del metabolismo socionatural, porque ser imposible lograrlo con polticasreformistas que respeten el poder del capital. J. R. Fabelo desarrolla pormenorizadamente la lgicade la expansin del imperialismo y, con ella, la creciente agudizacin de las contradiccionesirreconciliables que enfrentan al modo de produccin capitalista con la naturaleza y por tanto con laespecie humana, y concluye:

    No hay duda, la lgica mercantil cada vez se hace ms divergente de la lgica de la vida. Laracionalidad instrumental se ha tornado irracionalidad humana. El capitalismo nunca podr salvar lamiopa congnita que caracteriza al mercado: el inters a corto plazo, sin importar el costo naturaly humano que su consecucin presuponga. El fetiche mercantil contina ocultando las realidades.En la mercanca que encontramos en el mercado no es fcil ver su costo social y ecolgico, solodistinguiremos sus muchas veces inducido y enaltecido valor de uso y su precio, como expresineste ltimo de su abstracto valor de cambio. Pero, aun suponiendo, que la sociedad capitalistasupere todo fetiche y alcance plena conciencia de lo que sucede, la solucin seguir estando en elestricto control y regulacin del mercado. Es esto posible en el capitalismo? [85].

    Hay que partir de la certidumbre de que el sistema capitalista puede cambiar de color, como los

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  • camaleones [86], para sobrevivir a sus crisis: puede volverse verde cuando se trata de hacernegocio de la crisis socioecolgica, o naranja cuando quiere aparentar ser demcrata y humanista,y hasta africano cuando hay que poner una cara negra que legitime las nuevas polticasmilitares [87] y a la vez las disfrace bajo el celofn de negociaciones con Cuba, Irn, etc., mientrasendurece sus ataques a Venezuela y a otros muchos pueblos.

    La camalenica adaptabilidad de la burguesa es una de las razones que justifican el catastrofismode muchos movimientos ecologistas que ignorando lo bsico del capitalismo creen que se hundirdebido a la hecatombe medioambiental. Pero este sistema tiene grandes recursos para integrar losdesastres ecolgicos que l genera en su propia reproduccin: desde el llamado capitalismoverde o eco-capitalismo, hasta las salidas ms tpicamente burguesas como los bonos parafinanciar los costos de las crisis como la militarizacin, segn explica R. Keucheyan:

    Los bonos de catstrofe -llamados bonos CAT- no estn vinculados a inversiones futuras, comolos bonos gubernamentales o privados tradicionales, sino a la posible ocurrencia de una catstrofe,por ejemplo, un terremoto en Japn o las inundaciones en Gran Bretaa, cuyo coste para el sectorde seguros se estim en 3.000 millones de libras. Un gobierno emite bonos CAT para acumularfondos. A cambio paga un inters interesante para los inversores. Si la catstrofe se produce, elgobierno cuenta con el dinero para reconstruir las infraestructuras o compensar a las vctimas. Sino se produce, los inversores recuperan al final del plazo su dinero (y se quedan con los intereses)[...] Un informe publicado en Estados Unidos en 2007 titulado Seguridad nacional y cambioclimtico, entre cuyos autores se incluyen a once generales y almirantes de tres y cuatro estrellas,define el cambio climtico como un multiplicador que intensificar las amenazas existentes. Porejemplo, al debilitar ms a los Estados fallidos, permitir que los terroristas encuentren refugioen ellos ms fcilmente. O al provocar migraciones climticas, desestabilizar las regiones a lasque lleguen los migrantes y se exacerbarn los conflictos tnicos. El informe concluye que elejrcito de Estados Unidos deba adaptar sus tcticas y su equipamiento a un medio ambiente quecambia [88].

    D. Harvey sostiene en contra del catastrofismo que el sistema capitalista tiene cuatro solucionespara mantener su explotacin de la naturaleza: 1) su larga y prolongada experiencia de resolucinde estas dificultades; 2) la naturaleza est ya internalizada en la circulacin y acumulacin decapital; 3) el capital ha convertido los asuntos medioambientales en una gran rea de actividadempresarial; y 4) perfectamente posible que el capital contine circulando y acumulndose enmedio de catstrofes medioambientales [89]. Insiste en que debemos ser conscientes de lascapacidades de supervivencia del capitalismo y de su fantica determinacin para sobrevivir acualquier costo por inhumano que sea, y pone como ejemplo el engao sobre las llamadascatstrofes naturales:

    Los as llamados desastres naturales no tienen nada de naturales y la humanidad sabe ya losuficiente como para mejorar o controlar la amenaza que suponen la mayora de las catstrofesmedioambientales, aunque nunca todas. Sin embargo, es poco probable que el capital tome lasmedidas oportunas sin que se produzca una lucha tanto entre sus facciones enfrentadas como conotros actores que se ven afectados por las transferencias de costes que tan oportunamente se estproduciendo. Los motivos por los que persisten los problemas son de orden poltico, institucional eideolgico y en ningn caso atribuibles a lmites naturales [90].

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  • Antes de seguir, y para reforzar lo que acabamos de leer, debemos saber que segn el BancoMundial en su ltimo informe al respecto cuantifica en 148.000 millones de dlares los costosprovocados por los llamados desastres naturales. Afirma cnicamente que si los pasessubdesarrollados invirtieran en edificios e infraestructuras antes de los desastres reduciran en un50% estos costos. Segn datos de la aseguradora alemana Munich Re las prdidas relacionadascon el clima han aumentado desde los 37.000 millones de euros anuales en la dcada de los 80,hasta cerca de 148.000 millones de euros durante la ltima dcada [...] El total de daos llega a 2,8billones de euros entre 1980 y 2012. De ellos, el 74% se relaciona con las condicionesmeteorolgicas extremas [91].

    D. Harvey indica que el capitalismo ha creado un ecosistema adecuado a sus necesidades, peroque sus contradicciones internas son tales que se irn incrementando los problemas que retrasan ydificultan la acumulacin ampliada del capital encorsetado en el ecosistema que l mismo hacreado. Y esto por dos razones bsicas: 1) porque el capital rentista que obtiene beneficios extrasgigantescos con la explotacin de la naturaleza, de su propio ecosistema, podra terminarestrangulando al capital productivo, el nico que produce valor y vital por ello mismo para elsistema; y 2) la alienacin impuesta al ser humano por el ecosistema capitalista funcionalista,artificial y tecnocrtico [...] privatizado, comercializado, monetizado y orientado a la maximizacinde la produccin de valores de cambio (rentas, concretamente) mediante la apropiacin yproduccin de valores de uso, por ambas razones, el capitalismo va comindose su propio futuro[92], lo que refuerza sus dinmicas opresoras.

    Ante esta perspectiva los defensores menos obtusos del capitalismo presentan tres grandessoluciones: una es el decrecimiento, sobre el cual no vamos a hablar aqu porque ya lo hicimosen el debate [93] de 2010 realizado en el Parlamento Latinoamericano, en Caracas, y pensamosque el lustro transcurrido ha zanjado la cuestin [94], como era previsible. Otra es el cuento delcapitalismo verde, el eco-capitalismo, etc.; y ltima es la tercera va propuesta por casi latotalidad de la llamada Ecologa Poltica.

    Con respecto a la segunda solucin, M. Husson sostiene que deberan cumplirse tres requisitospara que fueran efectivas las propuestas que hacen los defensores del capitalismo verde: 1) que elcapitalismo verde no debera provocar una disminucin de la tasa de beneficio; 2) que se defina unrgimen de acumulacin coherente: mercados, configuraciones de la economa mundial,organizacin de la competencia; y 3) la ms fundamental: cmo transitar del capitalismo neoliberalal capitalismo verde [95].

    M. Husson analiza una a una de las medidas argumentando la imposibilidad de su desarrollo realen aislado y menos en conjunto porque son normas totalmente extraas que en muchos puntosentrar en contradiccin con los mecanismos fundamentales del sistema capitalista, incluso aunquese invirtieran grandes sumas en innovacin tecnolgica y en ecotasas porque estas medidasterminan teniendo un rendimiento decreciente [96].

    Viendo la imposibilidad del capitalismo verde como alternativa, el autor sostiene que la alternativaa la crisis socioecolgica ha de ser el ecosocialismo, con planificacin internacional de medidas querompan con la lgica de produccin y consumo capitalista, como una bajada significativa de la

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  • tasa de excedente social o en todo caso una profunda transformacin de su contenido [...] elaumento de la duracin de los bienes de consumo sera en s un factor de bajada de larentabilidad. Tambin proponer verdear es decir un crecimiento ms rpido de los sectoresdedicados a producir nuevas fuentes de energa, mejorar la calidad tcnica de las viviendas,etctera [97], pero advierte que verdear el capitalismo chocar inevitablemente con la lgicadel beneficio.

    Es esta lgica la que determina que no hayan tenido xito las medidas tomadas en las seis ltimasdcadas de polticas econmicas destinadas a acabar definitivamente con las crisis y el desempleo,si partimos de la situacin de la dcada de 1970, como explican J. A. Tapia y R. Astarita: estesistema sufre fases de normalidad y de crisis pese a todos los intentos de acabar con lassegundas y normalizar la normalidad, pero el sistema de mercado recrea permanentemente elejrcito de desocupados y arroja peridicamente al pauperismo y a la miseria a millones depersonas [98]. La desocupacin, el pauperismo y la miseria son formas de la crisis socioecolgicaglobal, no son costos sociales corregibles tcnicamente con polticas keynesianas, socioliberales,verdes o/y de la ecologa poltica reformista.

    Ambos autores sostienen que conocer los efectos del CO2 fue uno de los descubrimientoscientficos claves del final del siglo XX. Esto se confirma al saberse que una de las consecuenciasms demoledoras de calentamiento climtico, segn la ONU, es la prdida de la biodiversidadgentica en los alimentos Entre el 16 y 22 por ciento de las especies de cultivos silvestres podranestar en peligro de extincin dentro de los prximos cincuenta aos, segn el documento de laFAO. Incluyen un 61 por ciento de especies de man, 12 por ciento de especies de papas y un 8 porciento de especies de caup. Prdida que frenara grandemente la posibilidad de aumentar en un60% la produccin mundial de alimentos para 2050, logro imprescindible para luchar contra elhambre en el mundo [99].

    Pese a los conocimientos cientficos, han fracasado los intentos de reducir la emisin de CO2porque los gobiernos a menudo han sido los representantes de las empresas y de los interesescomerciales: preocupados por la repercusin que sobre sus ganancias podran tener lasregulaciones o las polticas fiscales destinadas a reducir las emisiones de CO2 [100]:

    Poderosos intereses -sobre todo las compaas petroleras y las empresas mineras que explotan elcarbn- forman un lobby de enorme influencia que financia a cientficos y presiona a los polticospara crear incertidumbre sobre los riesgos del cambio climtico y para bloquear cualesquieramedidas tendentes a reducir las emisiones de CO2, que seran tambin medidas que reduciran lasventas y por tanto las ganancias de esas empresas. Como, adems, el transporte y la generacinde energa necesaria para la industria son las fuentes principales de las emisiones de CO2, laspolticas para reducir las emisiones aumentaran los costos de produccin o de distribucin engeneral y as reduciran las ganancias empresariales. Es esa la razn por la que, a pesar de laspersonas bienintencionadas que predican al business community las bondades de un capitalismo verde, la comunidad empresarial se opone a cualquier medida efectiva que reduzca las emisiones[101].

    Tapia y Astarita vuelven as a una de las cuestiones claves presentadas por Engels en 1843: el

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  • papel de la ciencia al servicio del capital o del trabajo. Es una pugna esencial que recorre al procesode produccin de verdad cientfica con sus radicales implicaciones ontolgicas, gnoseolgicas yaxiolgicas [102] en las que no podemos entrar ahora sino solo para denunciar las mentirasdeliberadas y manipulaciones [103] que realizan las grandes corporaciones en sus laboratoriosindustrializados sometidos a la dictadura del mximo beneficio en el mnimo tiempo posible.

    Citamos tres casos de los muchos existentes, uno sobre las mentiras cientficas que daan lasalud humana y agravan la crisis socioecolgica y la fractura del metabolismo socionatural:

    Uno, el llamado Contramovimiento por el Cambio Climtico suma unas 140 organizaciones enEstados Unidos, logrando redirigir la discusin pblica y la comprensin del pblico sobre el cambioclimtico. Para ello reciben millones de dlares al ao, un financiamiento que nunca ha sido muyclaro [...] reciben cerca de 900 millones de dlares al ao -en gran parte de sociedadesconservadoras-, seala que el "dinero negro" -que bautiza as al sealar que no es posible rastrearquin lo dona- ha crecido del 3,3% que representaba en 2003 al 23,7%, en 2010 [104], obstinadoen negar la evidencia cientfica de la crisis socioecolgica, y en legitimar el desarrollismo. Laeconmicamente interesada obstinacin negacionista raya el fanatismo y ha alcanzado unosniveles de carcter casi religioso [105].

    Otro es especialmente descarado e insultante porque se basa en el empleo manipulador de losdifusos y limitados sentimientos ecologistas para vender comida-basura [106]. Y el ltimo incide enlos intereses irreconciliables entre la salud humana y el capitalismo porque la industria burguesa dela salud es una de las que ms beneficios producen al capital mundial: Que el sector farmacuticoes capitalismo puro lo indica que, en la lista de las 500 mayores empresas del mundo, losbeneficios de las 10 mayores farmacuticas superan los de las otras 490 empresas de esarelacin. [107].

    El capitalismo verde estara anclado en dos pilares: el mercado como medio de racionalizacin delos costos e inversiones mediante la ley de la oferta y la demanda, y el reciclaje, la eficienciatecnolgica, el uso de la ciencia para producir mercancas verdes. La naturaleza es vista para estacorriente como capital natural que hay que rentabilizar respetando lo ms posible sus propiascaractersticas [108]. Una vez que se ha puesto precio a la naturaleza [109] se hundedefinitivamente y para siempre cualquier viabilidad del reformismo ecologista porque la vida nopuede ser evaluada en precio alguno y menos si se utilizan los parmetros mercantiles capitalistas.Absorbidos por el agujero negro de la rentabilidad mercantil como criterio evaluador, el reformismoecologista queda condenado para siempre a buscar el justo equilibrio de mercado entre calidad yprecio de sus reivindicaciones.

    Aunque algunos defensores del capitalismo verde intentan endulzarlo hablando de economaverde, la oportuna respuesta de Silvia Ribeiro ha sido concluyente: en realidad es economafnebre [110]. J. Beinstein piensa exactamente lo mismo cuando analiza la depredacin de lanaturaleza por el capitalismo:

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  • Desde el punto de vista de las relaciones entre el sistema econmico y su base material ladepredacin (en tanto que comportamiento central del sistema) comenz a desplazar a lareproduccin. En realidad, el ncleo cultural depredador existi desde el gran despegue histricodel capitalismo industrial (hacia fines del siglo XVIII), principalmente en Inglaterra, y an antesdurante el largo perodo precapitalista occidental. Marc para siempre a los sistemas tecnolgicos yal desarrollo cientfico, empezando por su pilar energtico (carbn mineral primero, luego petrleo)y una amplia variedad de explotaciones mineras de recursos naturales no renovables. Esaexacerbacin depredadora es uno de los rasgos distintivos de la civilizacin burguesa con respectoa las civilizaciones anteriores; sin embargo, durante las etapas de juventud y madurez delcapitalismo la depredacin estaba subordinada a la reproduccin ampliada del sistema [111].

    J. Beinstein narra cmo se ha llegado al techo energtico que convergen con otros techos derecursos renovables que disminuirn y encarecern de las actividades mineras, que junto a laexplotacin salvaje de los recursos naturales renovables hace que nos encontremos ante unescenario de agotamiento general de recursos renovables. Unido a esto, la fiesta financiera (quetuvo en su recorrido numerosos accidentes) se convierte en techo financiero que bloquea elcrecimiento [112]. Frente a este panorama, el autor propone como nica alternativa elcomunismo del siglo XXI cuyas caractersticas debieran ser: plural, radical, democrtico,revolucionario, libertario e insurgente [113].

    Una de las muchas buenas aportaciones de J. Beinstein en este libro es precisamente esta deplantear radicalmente la necesidad del comunismo como nica alternativa factible a la depredacincausada por la economa fnebre. Otros autores tambin han descrito con extremo rigor lacapacidad de autodestruccin del sistema, los lmites de su poder de recuperacin energtica,tecnolgica, social, etc., y la necesidad de rebelarse contra el capitalismo antes de que nosdestruya como humanidad para, as, sobrevivir l, pero no han llegado a ofrecer una alternativaprecisa [114]. Y no faltan quienes desde una aparente radicalidad repleta de datos y cifras tilesque siempre son bienvenidas, al final se limitan a repetir tpicos reformistas sobre gestionar lacontradiccin [115] en vez de acabar con ella, y gestionarla con medidas que rayan el idealismovoluntarista con sus propuestas que nos remiten al socialismo utpico.

    Al reivindicar el comunismo bajamos a la raz del problema: reunificar el metabolismo socionaturalfracturado por la mercantilizacin, por el valor de cambio: En la sociedad futura que imagin Marxdesaparecera el valor y los productos contaran exclusivamente por su valor de uso. Y el

    problema ambiental es un asunto de productos naturales, de valores de uso [116].

    6. Reformismo ecologista

    En 1843 Engels escribi en la obra con la que hemos empezado este texto que la contradiccin sesuprime sencillamente superndola [117]. Insisti en este principio de la dialctica porque era unode los grandes abismos insondables que separaban a la izquierda revolucionaria del reformismo:

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  • ms de 170 aos despus sigue siendo as como hemos comprobado al leer lo de gestionar lacontradiccin en vez de superarla. Si en las condiciones europeas la gestin de la crisis puedecamuflarse de alguna forma bajo los restos del mal llamado Estado del bienestar (sic) ello ya esimposible en amplias regiones del planeta. La situacin general de Amrica Latina y el Caribe as loconfirma.

    Siendo cierto que, como demuestra B. McKibben [118], entre otras muchas investigaciones, elcambio climtico es demoledor, insistimos en que la crisis socioecolgica multiplica esos desastresy muy en especial cuando tal crisis interacta cada vez ms con la militarizacin estructural [119] a la que nos hemos referido arriba. Adems, mientras aumenta el empobrecimiento de las masas,la burguesa aumenta su despilfarro, los gastos suntuarios e insultantemente lujosos [120], en unamuestra ms de la fractura socioecolgica.

    La trgica situacin salvadorea acerca del control imperialista de las semillas [121] se debeextender a toda Nuestra Amrica y ya casi al planeta entero puesto quela naturaleza imperialistade la transnacional Monsanto es incuestionable [122]. Atencin especial merece el extractivismo:La principal crtica de los ecologistas se funda en la orientacin econmica de esos gobiernos,llamada por ellos "extractivista", es decir, de promover un desarrollo clsico, basado en la ideacapitalista del progreso y del crecimiento econmico, que ya se ha revelado totalmente ineficazpara salir del sub-desarrollo y, ms grave an, terriblemente nociva para la naturaleza [123]. Elacaparamiento de tierras debe inscribirse en la estrategia del capital mundial para someter a lasnaciones de Amrica Latina, como explica C. Kay:

    Estos nuevos capitales que acaparan tierras, extensiones de 100 mil hectreas, y algunas llegandohasta a un milln de hectreas, son cantidades de tierras inimaginables histricamente, van muchoms all del antiguo latifundio. La diferencia es que son capitales no exclusivamente agrarios, sinoque muchos de estos nuevos inversionistas vienen de la agroindustria, de la industria forestal, de laindustria del procesamiento de la caa de azcar, de la palma africana. O incluso, en el caso decapitales extranjeros, de capitales mineros o financieros; y capital comercial, incluso haysupermercados que invierten. Entonces, ya no es solamente un capital agrario, sino un capital quese origina de varias fuentes, que controla la cadena productiva. Es como toda una cadena de valorque est totalmente integrada y controlada por ese capital corporativo, que tiene tremendo poder,porque conoce el mercado internacional, tiene acceso a las ltimas tcnicas productivas, tiene lacapacidad de financiar maquinaria, cosechadoras e industrias procesadoras [124].

    Debemos partir de l impresionante poder de las grandes corporaciones que dominan laagroindustria mundial: tres empresas controlan ms de la mitad (53 por ciento) del mercadomundial de semillas. Se trata de Monsanto (26 por ciento), DuPont Pioneer (18,2) y Syngenta (9,2).Entre las tres facturan 18.000 millones de dlares anuales. Entre el cuarto y dcimo lugar aparecenla compaa Vilmorin (del francs Grupo Limagrain), WinField, la alemana KWS, Bayer Cropscience,Dow AgroSciences y las japonesas Sakata y Takii. Tres empresas controlan el 53 por ciento delmercado mundial de semillas, seis compaas de plaguicidas dominan el 76 por ciento del sector ydiez corporaciones se hacen del 41 por ciento del mercado de fertilizantes. Con nombres propios ycifras de ganancias, un informe internacional arroja datos duros sobre las multinacionales del agro[125].

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  • Adems, solo 32 pases son responsables de casi el 80% de las emisiones de gases de efectoinvernadero lo que, segn proyectos en estudio, deberan reducir sus emisiones para 2050 entre el80 & y el 90% respecto a 1990, segn se pretende decidir en la cumbre de Pars [126]. Por otraparte, la demanda de recursos supera en un 20% la capacidad del planeta en los ltimos sesentaaos al menos el 40% de los conflictos internos mantienen relacin con la explotacin de losrecursos naturales. Por un lado, porque se consideran de alto valor: madera, diamantes, oro opetrleo; pero tambin por considerarse escasos, como la tierra frtil y el agua. Cuando se tratade conflictos relativos a los recursos naturales, se duplica el riesgo de recaer en el conflicto,agrega Naciones Unidas.

    En los ltimos aos, pases como China, India, Japn, Corea del Sur o Arabia Saud, entre otros, hanadquirido en frica, en los ltimos aos, 67 millones de hectreas de tierra. Las emisionesmundiales de efecto invernadero generadas por la actividad humana han ido en aumento desde lapoca preindustrial, con un incremento del 70% entre 1970 y 2004. Este incremento tiene suorigen, sobre todo, en el suministro de energa, el transporte y la industria [127].

    Tanta concentracin de capital y de poder en tan pocas manos solo puede sostenerse gracias auna compleja dinmica de coercin y consenso, obediencia sumisa y alienacin, miedo y egosmoen la adoracin del fetiche de la mercanca, todo ello con dosis de sado-masoquismo y narcisismo,adems de a la utilizacin de un lenguaje superficial e ideolgicamente burgus, como veremos.Con respecto a la fractura del metabolismo socionatural ocurre que en opinin del Tribunal semostraron numerosas evidencias y pruebas sobre la relacin de connivencia que existe entre lasempresas, los gobiernos e incluso las Naciones Unidas, que estn provocando, con su falta deaccin o con sus acciones, el cambio climtico que afecta tan negativamente a la naturaleza y a lavida de los seres humanos [128].

    Pero a un nivel ms profundo y oculto, la CIA lleva aos preocupndose por la manipulacin delclima para emplearlo como arma contra los pueblos rebeldes [129], utilizndose ya durante laguerra contra Vietnam, y desde 1996, como mnimo, existe un informe pblico de las FuerzasAreas yanquis sobre la manipulacin climtica.

    Adems del cambio climtico, la crisis hdrica, alimentaria y sanitaria, el capitalismo se enfrenta ala dramtica disminucin de otros recursos como el agotamiento de las reservas de mineralesestratgicos, de las tierras raras, nombre dado a un conjunto de quince lantnidos (lantano,cerio, praseodimio, neodimio, prometeo, samario), o tierras raras livianas. Las tierras raraspesadas son europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio. El escandioy el itrio tambin son consideradas tierras raras. Estas tierras raras son imprescindibles paracualquier desarrollo tecnolgico, son por tanto vitales, y por ello causa de guerras:

    El cerio y el erbio participan de la composicin de aleaciones metlicas especiales; el neodimio,holmio y disprosio son necesarios en ciertos tipos de cristales de lser; el samario es uncomponente esencial de los imanes permanentes ms intensos que se conocen y que han abierto elcamino para la creacin de nuevos motores elctricos; el iterbio y el terbio tienen propiedadesmagnticas que se aprovechan en la fabricacin de burbujas magnticas y dispositivospticos-magnticos que sirven para el almacenaje de datos en las computadoras; y el europio y el

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  • itrio excitan al fsforo rojo en las pantallas a color. Otras aplicaciones tienen que ver confenmenos catalticos en la refinacin del petrleo, elaboracin de cermicas superconductoras,fibras pticas, refrigeracin y almacenaje de energa, vidrios de alto ndice, polvos de pulido enptica, bateras nucleares, captura de neutrones, tubos de rayos X, comunicacin por microondas,tubos de haz electrnico, equipos de imgenes en medicina, entre otros usos relevantes de lastecnologas modernas [130].

    A la tremenda escasez de tierras raras hay que sumar el agotamiento de las reservas mineralesestratgicas normales todava existentes:

    El posible fin mineral del planeta Tierra constituye una relativa novedad cientfica internacional dealarmantes consecuencias. Antes de enfrentar una crisis energtica, la humanidad enfrentar unacrisis de escasez generalizada de minerales. En pocas dcadas, nuestra civilizacin habrconsumido los combustibles fsiles y dispersado los mejores materiales por el planeta sinposibilidad real de recuperacin. El colapso sistmico es cada vez ms evidente, a menos que segestione de forma radicalmente distinta el recurso mineral. El proceso de reciclaje podr posponerel pico pero no lo evitar. De los 57 minerales existentes, 11 (casi el 20%) ya llegaron a su mximaextraccin: mercurio (1962), telurio (1984), plomo (1986), cadmio (1989), potasio (1989), fosfato(1989), talio (1995), selenio (1994), zirconio (1994), renio (1998) y galio (2002). Y ms de la mitadde los minerales llegarn a su punto mximo de extraccin en los prximos treinta aos [131].

    Acabamos de decir que adems de algunos instrumentos de sojuzgamiento fsico y mentalbrevemente expuestos, tambin el lenguaje comn invisibiliza la realidad de la lucha de clases, delimperialismo ecolgico, de la ley de la acumulacin de capital, etc.: a lo sumo que se llega es areconocer la huella empresarial en el clima [132] como quien rastrea algo desconocido yencuentra huellas que pueden sugerirle una solucin parcial pero nunca definitiva: a qusistema de produccin pertenecen los empresarios? Qu intereses defienden y quienes son los ylas ms golpeadas por sus decisiones?

    No solo se echa la culpa al ser humano [133] en el desencadenamiento de la sexta extincin dela vida en el planeta, a la sociedad y al antropocentrismo, en vez de al sistema capitalista, sino quela responsabilidad del exterminio de muchas especies y del peligro de extincin de otras 22.400especies a la gula humana [134]. El Quinto Informe de Evaluacin del IPCC, o calentamientoclimtico, muestra que este golpea y golpear todava ms fuertemente a la mayora de lahumanidad, la empobrecida, que sufrir ms que la minora enriquecida; adems estos cambiosestn al borde de ser irreversibles, pero el informe insiste en su origen antropocntrico [135].

    Masivamente, se acusa a los seres humanos y no al capitalismo del cambio climtico, y aunquealguna vez se haga una crtica rigurosa de la responsabilidad de las grandes corporaciones y de lospartidos conservadores y derechistas en la crisis ambiental, sin embargo en ningn momento seprofundiza en la denuncia especfica del sistema capitalista [136]. No hace falta decir que estalicuacin del rigor intelectual tambin afecta a la poltica, etc. Es la industria poltico-meditica la

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  • que fabrica y actualiza una forma ignorante y lbil de hablar sin conceptos radicales, cientficos,divulgando unas ideas y marginando otras. En su respuesta a Garca Linera, A. Teiltebaum sostieneque

    En los medios culturales, ideolgicos, polticos y cientficos, se produce una especie de seleccin ojerarquizacin -entre espontnea y provocada- del prestigio o renombre de determinadas personas,donde ocupan casi siempre los primeros puestos los que (dicho de manera muy esquemtica)tienen en comn algunas de las siguientes ideas: no cuestionar la propiedad privada de los mediosde produccin y de cambio; atribuir al mercado capitalista la cualidad de inherente a la sociedadhumana; no cuestionar el sistema poltico-social elitista existente (la llamada democraciaoccidental o democracia representativa) y el rechazo (expreso o no) del materialismo histrico ydialctico como mtodo de investigacin en las ciencias sociales y en las ciencias llamadas duras [137].

    La charlatanera que se produce en esta industria es diariamente emitida en televisiones y radios.Muy oportunamente J. P. Garnier cre la expresin voluntad de no saber, de negarseconscientemente a conocer la realidad insoportable: La voluntad de no saber [...] "capitalismo","imperialismo", "explotacin", "dominacin", "desposesin", "opresin", "alienacin"... Estaspalabras, antao elevadas al rango de conceptos y vinculadas a la existencia de una "guerra civillarvada", no tiene cabida en una "democracia pacificada". Consideradas casi como palabrotas, hansido suprimidas del vocabulario que se emplea tanto en los tribunales como en las redacciones, enlos anfiteatros universitarios o los plats de televisin [138].

    A lo anterior hay sumar que el papel de la industria universitaria como fbrica de ignoranciafuncional, de conculcacin de una forma de interpretar la realidad que desconoce absolutamentelos rudimentos de la dialctica. D. Harvey sostiene que:

    Una de las cosas curiosas de nuestros sistemas educativos, sealar de paso, es que cuanto msformado est uno en determinada disciplina, menos probable es que se haya acostumbrado almtodo dialctico. De hecho, los nios son muy dialcticos; lo ven todo el movimiento, encontradiccin y transformacin. Tenemos que ejercer un inmenso esfuerzo para arrebatarles esacapacidad y que dejen de ser buenos dialcticos. Marx quera recuperar la capacidad intuitiva delmtodo dialctico y ponerla en funcionamiento para entender que todo est en proceso de cambio,todo est en movimiento. No habla simplemente de trabajo; habla de proceso de trabajo. El capitalno es una cosa, sino ms bien un proceso que solo existe en movimiento. Cuando la circulacin sedetiene, el valor desaparece y todo el sistema se viene abajo [139].

    Exactamente lo mismo pero con otras palabras viene a decir Gonzalo Pontn basndose en su muydilatada experiencia como editor e intelectual. Tras afirmar que de la universidad sale gente muyanalfabeta [140] no duda en poner el dedo en la llama de la ignorancia de los economistas -y detodos los cientficos sociales en general-, y hablando sobre las lecturas y preparacin terica delos economistas antes y durante la actual crisis, capacitndose as para prevenirla y superarla,afirma sin tapujos que: los estudiantes y los profesores de economa son los ms analfabetos [...]ellos no nos pueden explicar lo que ha sucedido porque tericamente tenan que haber sabido lo

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  • que iba a suceder.

    La licuacin del rigor conceptual e intelectual es tanto ms grave cuanto que la gente alienadageneralmente interpreta su malvivir bajo la presin compulsiva del deseo consumista [141], por loque se hace urgente su crtica terica y prctica:

    La nacionalizacin de los grandes monopolios de produccin capitalista, bajo control de lostrabajadores, sindicatos, organizaciones populares, democrticos, elegidos por la sociedad debenser un eje fundamental para la construccin de un proyecto socialista, como tambin para lasuperacin de los problemas del consumismo irracional y daino en la sociedad. Con esto, selograr controlar activamente la produccin y el consumo, cmo administrar la produccin paraproducir productos tiles, sanos al consumo y duraderos. Para ello, necesitar ser parte por lomenos de la discusin social, planificada de la produccin y deber influir con su voto, como desdesu decisin y criterio en el desarrollo de la produccin [142].

    La lucha contra el consumismo va mucho ms all que las siempre necesarias reivindicaciones deotra forma de consumo que, empero, se limitan a la superficie del problema, o dicho msexactamente: se limitan a la esfera de la circulacin de las mercancas que van a ser consumidaspero no al decisivo nivel interno de su produccin. Es aqu, en la produccin capitalista, en dondehay que intervenir decididamente contra, por ejemplo, la obsolescencia programada.

    Desde la ptica marxista [143] es la clase trabajadora la primera interesada en producir bienes deobsolescencia indefinida, de calidad y uso mltiple, mientras que es el capital quien necesitaproductos de muy poca duracin. Fue a raz de la crisis de 1929 cuando la burguesa comenz apensar en reducir el tiempo de uso de las mercancas y a partir de 1950 la obsolescenciaprogramada y la psicotecnia del marketing publicitario [144] irrumpieron definitivamentereforzando la explotacin a travs del consumo [145]. Una vez en el interior de lascontradicciones sociales, que surgen en el nivel de la produccin, vemos que cambiar las formas deconsumo exige cambiar las de su produccin, lo que nos enfrenta directamente a la burguesa y asu propiedad privada.

    Pero la Ecologa Poltica tiende a evitar en lo posible el empleo de conceptos cargadospolticamente como los arriba empleados. En un breve artculo F. Marcellesi hace malabarismosverbales para responder negativamente a la pregunta que l mismo plantea sobre si la EcologaPoltica es de izquierdas: viene a decir que rechaza el colectivismo de la izquierda y el liberalismode la derecha porque la Ecologa Poltica es una especie de tercera va [146] entre ambosextremos. H. Daly, otro de los idelogos fundamentales de esta corriente reformista, sustituye elconcepto de capitalismo por el de economa humana y si alguna vez menciona el capitalismoo los capitalistas es en referencia a las premisas que se utilizan en la economa ortodoxa delcrecimiento [147].

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  • Sin duda ello es debido tanto a su opcin poltica ya nombrada como a su origen ideolgico que seremonta a las nociones econmicas de la rama neoclsica convencional que, a su vez, se apoya enel gigantesco aparato estatal acadmico, empresarial y meditico del neoliberalismo dominante.Todo ello hace que la Ecologa Poltica no contemple la lucha de clase como fuerza estructurante yque la propiedad privada sea aceptada como garanta para controlar los abusos que puedencometerse si es colectiva: el propietario privado tendr que asumir los costos de lasobreproduccin, que los acomparar con sus ingresos, mientras que, en rgimen abierto, losusuarios tendern al despilfarro por que no estn supeditados a calcular los costos y los ingresos[148].

    Si bien esta corriente pretende estudiar las relaciones econmicas con la naturaleza, comotambin lo hace el marxismo, sin embargo, cree que puede lograrse en el marco de la racionalidadburguesa, mientras que Marx pens que el prerrequisito para una teora basada en el valor deuso era cambiar la racionalidad, el sistema econmico y social [149].

    M. Alier sostiene que la Ecologa Poltica no quiere resolver los conflictos que causa la crisissocioecolgica, y los que misma causa a su vez, sino que busca solucionar problemas como laprdida de biodiversidad y otros [150] recurriendo exclusivamente al pacifismo gandhiano deresistencia cvica; como ejemplo de las limitaciones de la Ecologa Poltica segn la versin de M.Alier tenemos que en ninguna parte de su texto hace referencia a la lgica capitalista enprofundidad aunque cita la definicin que hizo W. K. Kapp segn la cual el capitalismo es unsistema de costos sociales no pagados.

    Segn J. Iglesias: En los argumentos de Alier que defienden la eficiencia de la propiedad privadasobre la propiedad pblica -vase El ecologismo de los pobres: India. Mxico y Per, de J. MartnezAlier-, nos parece encontrar de manera encubierta, un acatamiento al mandamiento nico delcapitalismo: no atentars contra la propiedad privada [151].

    Desde luego, el que cumple ese mandamiento y respeta la propiedad burguesa en su sentidofuerte y real es F. Marcellesi. Vayamos por partes y cronolgicamente. F. Marcellesi [152] proponediez medidas para combatir la crisis socioecolgica: empieza definindola con tres caractersticas:crisis de modelo, de escasez y de tica de una sociedad basada en el productivismo desde 1945 yen el neoliberalismo desde finales de los aos 70. Por lo que se lee aqu, parece que elproductivismo no exista antes de esa fecha y la pregunta es exista entonces el capitalismo?

    Para resolver esta triple crisis, la Ecologa Poltica propone: 1) establecer los lmites de losrecursos; 2) construir una macroeconoma ecolgica; 3) relo