Sobre Sab
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Dice Catherine Davies que Sab “es la única novela
feminista-abolicionista publicada por una mujer en
la España del siglo XIX”
El hecho de que Sab haya sido censurada en Cuba
demuestra no solo lo problemático que resultaba
este texto abolicionista escrito por una mujer, sino
también qué tan cuidadosamente comprometido
estaba construido.
Existe en Sab un intento por transgredir las
representaciones binarias tradicionales de raza,
género y clase. Hay en la novela una tensión entre
esta necesidad de subversión y la frustración de
dicha subversión.
A pesar de que la novela de Avellaneda critica los
efectos de la colonización en la sociedad cubana, su
mensaje queda limitado por el fracaso de sus
personajes al momento de trascender las normas
sociales y literarias establecidas. Estas normas
evitan que los personajes de Sab sean capaces de
dar un mensaje poderoso contra la opresión de las
clases marginadas (mujeres, esclavos). A pesar de
su intento de subversión y de sus aspiraciones a
una vida mejor, los protagonistas de Sab son
dominados y derrotados por sus limitaciones
sociales y las convenciones a las que buscan
sobreponerse, así como por los papeles románticos
que les son asignados en el texto.
En Romanticismo y feminismo, Alan Richardson
explica las dificultades que tenían que sobrellevar
las mujeres escritoras dentro de la tradición
predominantemente masculina del Romanticismo.
La educación, las publicaciones y la crítica seguían
bajo el dominio masculino. En palabras de
Richardson: “las convenciones novelísticas y el
lenguaje literario hegemónico del momento
estaban impregnadas de la ideología patriarcal”.
Las expectativas de los lectores de la sociedad
colonial y el perfil racial y socioeconómico del
escritor también tenían un papel determinante en
relación a cuán abierto podía ser el escritor. De
acuerdo a William Luis, el temor de una
sublevación de esclavos, como la revuelta de 1791
en Haití, influenció en cómo debían ser retratados
los personajes negros en la literatura cubana:
“inofensivos y aceptables para los lectores blancos”
Sab representa un héroe romántico idealizado en
busca de un amor que le es negado debido a su raza
y estatus social. La trama de la novela constituye
una forma de romance trágico en el que los tres
protagonistas (Sab, Carlota y Teresa) enfrentan
finales desafortunados, en los que ninguno de ellos
es capaz de cumplir con sus deseos y aspiraciones
de amor, libertad personal e independencia.
Sab, Carlota y Teresa ocupan posiciones marginales
similares en un mundo patriarcal opresivo, que les
impide cumplir con sus metas debido a las
categorías binarias coloniales de raza, clase y
género (blanco/negro, colono/esclavo,
hombre/mujer). Su posición marginal en la
sociedad, sin embargo, no evita que deseen un
cambio, o incluso que deseen transgredir las
normas sociales. A través de Sab, el texto comienza
a desafiar las nociones tradicionales de raza. La
descripción de Sab que se da al principio de la
novela establece lo que el texto en su conjunto
intenta lograr: demostrar cuán difícil e injusto es
fijar la identidad de los grupos marginalizados, en
este caso las mujeres y los esclavos.
El hibridismo de Sab es el resultado de un mestizaje
de razas y culturas que crea una nueva identidad
que elude la categorización.
La relación que desarrollan Sab y Teresa se ancla
en el estatus marginal que comparten ambos en la
sociedad. Teresa entiende a Sab y se identifica con
su marginalidad: ambos son huérfanos y ambos han
sufrido decepciones amorosas. Teresa se ofrece a
casarse con Sab, en un intento de afirmar una
libertad de elección individual que quebranta la
hegemonía patriarcal tradicional respecto a la raza;
sin embargo, esto no ocurre debido al carácter
romántico de Sab, que no puede amar a nadie más
que a Carlota.
(Falta lo de la página 5)
Sab siente una empatía particular hacia las mujeres,
que comparten la misma situación y el mismo
destino que los esclavos. Como esclavo, Sab es
feminizado en esta por esta comparación con las
mujeres, ya que ambos grupos son tratados como
inferiores por la sociedad. Sab, al igual que Carlota
y Teresa, es considerado de acuerdo a su valor
económico, es visto como un objeto y es tratado
como propiedad de los hombres.
A lo largo de la novela, Teresa y Carlota son
aprisionadas por su valor económico. Carlota
cumple con su destino como criolla de una familia
adinerada aunque venida a menos al casarse con
Enrique, mientras que la huérfana Teresa depende
de su familia adoptiva. El trato de Enrique a Carlota
da cuenta de la idea de Gayatri Spivak sobre la
“mercantilización de la mujer” en la sociedad
colonial. El hecho de que ve a Carlota como una
mercancía que desea poseer explica por qué solo
quiere casarse con ella por sus riquezas y usarla
para mejorar su estatus socioeconómico. El rol de
Teresa en la sociedad también es el de una
mercancía, y la única forma que tiene para escapar
de este estatus es entrando a un convento, donde
dejará de ser una carga para su familia adoptiva. A
pesar de que Teresa está consciente de su posición
inferior en la sociedad, y de que Carlota descubre al
final que Enrique solo se casó con ella por razones
económicas, ambas mujeres se resignan al destino
tradicional femenino de la época: o el matrimonio o
el convento. Carlota y Teresa, al igual que Sab, son
subyugadas por la voluntad de la sociedad.
“Los tres protagonistas de la novela intentan, de
forma muy limitada, transgredir o subvertir las
asociaciones establecidas de clase, pero al igual que
ocurre en cuanto a la raza y el género, sus
intenciones rebeldes son subyugadas por la fuerza
de los valores tradicionales de la dominación
patriarcal. En un ataque de nostalgia y
sentimentalismo, Carlota exclama que sería feliz
viviendo como una india, a pesar de sufrir de esa
forma una doble colonización, como mujer y como
objeto colonizado. Teresa se atreve a escapar de la
celda de su sociedad de clases haciendo algo
inusual para una mujer de su época y de su
condición socioeconómica: se ofrece para ser la
esposa de Sab. Dado que Sab no acepta esta oferta y
que Teresa es una huérfana sin una dote, se recluye
en un convento. Sab transgrede las categorías de
clase al enamorarse de una mujer que no solo está
fuera, sino por encima de su clase social, pero una
vez más el control social prevalece. Al final,
ninguno de estos tres potenciales revolucionarios
trasciende las categorías de clase que les son
asignadas.”
“Sab critica con acierto las tiranías de raza, género y
clase que niegan a los personajes la libertad que
anhelan, pero por otro lado la novela frena su
propio potencial de ser una novela feminista y
abolicionista. Como indica Nina M. Scott en su
introducción a Sab, Avellaneda estaba entre las
escritoras más abiertas de su tiempo en cuanto a
los dos temas: la esclavitud y la situación similar de
dependencia y servidumbre que sufrían las mujeres.
Sin embargo, Scott también indica que el feminismo
de Sab eclipsa su mensaje abolicionista. Podría
añadirse que la tensión que subyace al texto entre
la idea de la subversión y la frustración de esta
subversión, además de su conformidad con las
convenciones novelísticas del Romanticismo y las
expectativas sociales le quitan fuerza al mensaje
feminista y abolicionista de la novela.”
“Al final, tanto los personajes como la novela se
ajustan a los roles sociales y artísticos comunes.
Esta conformidad sugiere que la novela de
Avellaneda está atrapado no solo por la misma
moral y las mismas convenciones sociales que
evitan que sus personajes logren sus objetivos, sino
también por las convenciones literarias de la
novela romántica. El hecho de que los personajes
de Sab fracasen al intentar sobreponerse a la
opresión y que se resignen a sus roles
estereotipados por los valores convencionales
plantea una pregunta problemática: ¿Qué sugiere la
resignación de los personajes en cuanto al mensaje
de crítica social de Avellaneda? Como mujer y como
escritora viviendo en una sociedad colonial
patriarcal, ¿sintió Avellaneda la misma futilidad de
su lucha que sus personajes sienten hacia sus
opresores?”
El esclavo es un personaje al margen de la sociedad,
como el bandolero, el pirata, etc. La igualdad que
propugna Avellaneda es por medio de los
sentimientos; así, todos los hombres pueden ser
iguales por su igual capacidad de amar. Aún más,
tal como apunta Bravo-Villasante: