Sobre los dedos flamencos de cualquier dios.No he visto La Guerra de las Galaxias, le respondes. Supones que capt tu desinters en la trivialidad de la conversacin y que por eso se visti, t la ves desde la cama. Beso, beso, despedida, beso y se va, no sin antes preguntarte si irs en la noche. No s, dices. Ests disponible, pero no sabes si tendrs el nimo suficiente. Le pides que te pase tu pierna, te la amarras a la cadera y la escoltas. Si voy te marco antes para que pases por m. Vale. Beso, abrazo, beso, y observas cmo se va. Pasas la mayor parte del da rondando por la casa. Al principio la notabas ms vaca. Un silencio irreconocible lleg y un da te acostumbraste a vivir con l, y ahora cualquier visita -incluso ella- trae consigo los ruidos de la conversacin. Por momentos la pierna te duele y te quitas la prtesis, la pones en la mesa de la cocina, desenrollas el vendaje y masajeas la cicatriz de tu mun haciendo crculos con la yema de tus dedos. Esa parte deforme de ti que te hace parecer un mueco de tela. La basura ha ido acumulndose desde navidad. Tuviste que pasar por encima de una montaa de revistas viejas, pelculas, cds y manzanas solo para regresar a la cama. Hojeas el libro ms cercano y fumas hasta sentir hambre. En el fondo piensas que deberas estar agradecido, pues ella te quita esas caractersticas que te hacen anormal, triste o frgil, al menos por un rato. El calor se vuelve molesto y las sbanas destilan el aroma del sudor.Cuando oscurece sales a comprar algo qu comer, y al trmino decides caminar. La noche caliente le aade dificultad a la respiracin, adems de que comiste demasiado. El telfono vibra.Hola, dnde ests? Estn preguntando si vas a venir.Sal a comer. No s, no creo. Ests solo?S.Vente, te estamos esperando.Sabes que no conduzco.Un taxi.No tengo dinero.Paso por ti. Como en una hora. Aqu te espero. Simplemente nunca quisiste ver La Guerra de las Galaxias. A tu hijo le gustaba, aunque supones que por su edad no lograba entenderlo todo. Aun as lo veas frente a la televisin viendo las batallas con espadas brillantes. Recuerdas que hasta le compraste una figura metlica de lo que pareca un robot dorado. Por el costo pensaste que era el protagonista. Te adentras a un pasaje subterrneo. Ya no hace ni fro ni calor, pero el aire se siente pesado. La luz es escasa e intil, pues la iluminacin solo alcanza para algunos grafitis y la basura urbana. De un montn de cajas ves a una figura erguirse. Retrocedes. Medir casi dos metros. Sabes que no puedes correr. Tropezaras. De pronto vuelve a sentarse y lo ves por unos minutos, despus te acercas. Su barba parece una telaraa que cubre parte de su cara y cuello y llega hasta el pecho; sucio, envuelto en un manto pesado y oscuro. Por alguna razn ya no ests alterado, solo fue el momento. Observas un cuerpo maltrecho y con costras. Te sientas a su lado y su olor te detiene por unos momentos, pero intentas ignorarlo. Se quedan los dos en silencio, l est con los ojos cerrados. A pesar de su aspecto, tiene una figura tanto inexplicable como simptico. El silencio permanece. Decides ponerte ms cmodo, te quitas la prtesis y te sientas. l presta atencin. Permanecen as y comienzas a sentir sueo. Acaricias el mun de tu pierna, la cicatriz eterna que pone en evidencia el que a veces las cosas pasan. Sin culpa o por casualidad, un da sales con tu esposa e hijo, accidente, gritos, silencio. Por efectos de la casualidad tu parte de auto no fue destrozada y a ti te encuentran vivo, pero incompleto. Escuchas la respiracin agitada de tu acompaante. Lo ves moverse con dificultad y respirar tan alto como un enfermo. Notas que el manto que tiene en la espalda tiene una forma de arco que no se dobla como tela simple, y que incluso se contrae o estira. Justo cuando crees saber qu decir, se levanta, te lanza una mirada que interpretas como una despedida y se marcha. Lo ves partir.Al llegar a la reunin algunos se acercan a saludarte. Te abrazan y conversas con naturalidad. Comes un poco ms, bebes y bailas hasta que tu pierna duele. Ests contento. Te cantan feliz cumpleaos, ella te regala la primer pelcula de la saga. Necesitas verla, dice sonriendo. Hablan acerca de casarse, de planes, de proyeccin a futuro. Decides irte temprano y te despides de algunos.Llegas a casa fatigado y te quitas la prtesis. Pones la pelcula y te recuestas a mirar el desfile de oraciones sobre una galaxia muy pero muy lejana. Juraras que el hombre se fue flotando, y ests seguro de que cuando sali escuchaste unos aleteos seguidos de corrientes de aire y polvo. Sientes el ambiente fresco, el inicio del otoo; te acurrucas y te entregas al sueo mientras ves unas letras que se pierden sobre la galaxia.