Sobre los concursos de diseño

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Principios sobre concursos de diseño

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Con frecuencia la AAD recibe solicitudes por parte de entidades o empresas para difundir las bases de concursos donde interviene la práctica del Diseño. Es un cri-terio difundido entre los profesionales del sector que las bases que se ofrecen en la mayor parte de estos concursos adolecen de unos requisitos básicos que ga-ranticen un resultado final satisfactorio.

Estos requisitos afectan tanto a la definición de los posibles participantes, la com-posición de los jurados, los criterios de selección, la remuneración o compensa-ción con la que se retribuye al premiado, así como la propuesta de gestión de los derechos sobre la propuesta ganadora.

Concepto 1! El profesional del Diseño aspira a vivir dignamente de su trabajo, y su ejercicio requiere una formación, inversión y cumplimiento de unos procesos de ejecución que le llevan a desarrollarlo conve-nientemente para dar una respuesta satisfactoria a sus clientes.

Concepto 2! El Diseño es una actividad que genera una serie de productos (concepción y realización de marcas, soportes impresos y digita-les, objetos de uso diverso, espacios, entornos, etc.) que tienen como fin transmitir mensajes e ideas, ofrecer soluciones a proble-mas cotidianos, mejorar nuestro entorno y hacer la vida más satis-factoria a la sociedad o a un sector de ella. Y por supuesto, mejo-rar el rendimiento económico, con el consiguiente beneficio para todos los actores presentes (empresarios, trabajadores y usuarios). Y hay profesionales que estudian y se preparan para ello. Delegar esta práctica en personas no cualificadas pone en riesgo la función que podrían desempeñar, sus ventajas evidentes e, incluso, degra-dar nuestra propia identidad cultural.

Estas situaciones generan en el colectivo profesional cierto estado de impotencia e indignación, pero es cierto que no contribuiríamos a buscar posibles soluciones a esta problemática si nos limitamos a la queja o la protesta airada, pues con ella no facilitaríamos lo que, al menos la AAD, considera necesario para dignificar nuestra profesión y conseguir buenos resultados en cuanto a la calidad de sus resultados.

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Concepto 3 ! Es necesario saber que existe un buen número de diseñadores profesionales que rechazan participar en concursos, tanto si tienen ciertas garantías como si, más aún, carecen de ellas. El diseñador suele preferir el encargo mediante currículum, trayectoria y expe-riencia, aunque se participe de una selección –que no se considera un concurso– entre varios profesionales. También es cierto que la modalidad del concurso facilita la incorporación al mercado laboral de los profesionales menos experimentados o con menor trayecto-ria, y por ello tendría sentido la convocatoria en estos casos. Por ello, la definición de a quién va dirigido debe estar presente desde el principio, siendo la opción del concurso perfectamente válida en estos casos.

De esta forma, proponemos las siguientes ideas básicas de lo que entendemos necesario para que un concurso de Diseño tenga unos buenos resultados, y las ofrecemos a las entidades que quieran hacer uso de las mismas. Estas ideas es-tán pensadas para concursos básicos donde se busca una solución a un pro-blema concreto. Por lo que hay de específico de cada encargo, por el ámbito donde se aplica, por su presupuesto, etc., insistimos que nuestra propuesta se ofrece de forma genérica, de forma que pueda adquirirse un mayor nivel de com-promiso por parte de la entidad-empresa organizadora con el fin de obtener unos resultados acordes con sus objetivos.

En mayor medida, los concursos que se plantean suelen estar referidos al Diseño de comunicación o gráfico, y en numerosas ocasiones el motivo del concurso es la realización de un logotipo o marca y en otras, de un cartel. En cualquier caso, estas orientaciones podrían servir para otros modalidades.

> Principio 1¿Es necesario el concurso?

Un concurso se plantea con un objetivo básico: acceder a una cantidad de pro-puestas diversas que aporten calidad, ideas y soluciones que mediante el encar-go directo no se podrían obtener, por desconocimiento del mercado o inaccesibi-lidad de ofertantes cualificados. En el caso de entidades sin ánimo de lucro (aso-ciaciones, ONGs, etc.) esta práctica es habitual, unas veces por el carácter al-truista que las anima y otras por la ausencia de recursos.

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Solución 1! Una posibilidad podría ser la de ofrecer hacer el proyecto sin re-muneración (o con una compensación simbólica) siempre y cuando figure así en una propuesta selectiva. Y hay también muchos pro-fesionales generosos que tienen esta práctica como algo habitual. Pero no hay que plantear un concurso para esta salida. Si el jurado está lo suficientemente cualificado y tiene prestigio profesional, un diseñador «emergente» puede sentirse también plenamente re-compensado por participar.

Las convocatorias de la Administración pública deben de estar presididas por la igualdad de oportunidades y ser abiertas. Pero plantear concursos para encargos de carácter profesional no garantiza un trato justo ni necesariamente un resultado óptimo.

Concepto 4! Esta idea a nuestro entender falla desde el momento que conside-ra que cualquier persona puede realizar un trabajo de Diseño, en la medida que es un trabajo creativo que no requiere cualificación. Con ello estaría relegando a los productos que se generen al mis-mo nivel que la «autoconstrucción», en el caso de la arquitectura (y la Administración es bien estricta en este caso).

Unas veces por destinar un presupuesto reducido –en el caso de las administra-ciones locales– [ver solución 1] y otras, por intentar provocar la máxima implicación y adhesión de la sociedad a un evento, se recurre al concurso abierto y general, donde cualquier ciudadano puede participar y ser autor de un cartel o marca que identifique dicho acontecimiento.

Solución 2 La Administración puede encontrar fórmulas de implicación en un evento para la sociedad, como eventos paralelos o actividades de promoción que pueden ser más gratificantes para sus participan-tes.

También la Administración debe de ser consciente que la actividad del Diseño, en todos sus ámbitos, acoge a un colectivo que depende de su ejercicio profesional, que genera una actividad económica de la que dependen numerosos empleos y sectores afines (artes gráficas, equipamiento, pequeña industria, etc), con el con-siguiente beneficio social. Si esta actividad no se dinamiza, permanecerá como un sector sin profesionales cualificados. Si hay encargos, se fomenta la competencia y habrá más profesionales en activo.

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> Principio 2Definición del objeto del concurso

El requisito principal de un concurso es marcar un objetivo claro. Qué se pide y para qué a ser usado. En el caso de los concursos de logotipos se recurre a soli-citar la «marca», «logotipo» o «símbolo» para una entidad, grupo o evento.

Concepto 5! Una marca es un elemento que forma parte un concepto más am-plio que afecta a la identidad gráfica de lo que se pretende definir. Esta identidad está compuesta por un conjunto de signos, nom-bres, elementos visuales, aplicación en diversos soportes y las normas de aplicación de los mismos. Articular todos estos compo-nentes de una forma comunicativamente eficaz para obtener en el público unos efectos bien definidos es lo que constituye la identi-dad corporativa. Es un trabajo con cierta complejidad, y que no se limita a la creación de una marca más o menos atractiva. Su re-ducción al elemento básico reduce su incidencia y su poder comu-nicador.

Por ello, creemos fundamental que cuando se solicite una marca, se tenga en cuenta sus aplicaciones, usos y necesidades, y que pueda ser contempladas en la totalidad del encargo, para no tener que recurrir a colaboraciones externas pos-teriores que suelen ser ajenas a los creadores de la marca. Está comprobado por la práctica que estas modificaciones, ampliaciones y «retoques» suelen llevar a pésimos resultados.

La especificación clara en las bases de que «lo que se apruebe se va a hacer», ofrecerá garantías a los profesionales para ofrecer proyectos viables. Esto nos lle-va también a destacar que lo que resulte ganador debe tener sentido con los ob-jetivos del concurso, de ahí la importancia de un jurado solvente y de la existencia de interlocutores cualificados por parte de la entidad convocante para negociar posibles transformaciones o necesidades en la solución elegida.

Para cualquier caso, cuando no se tenga claro cómo plantear el briefing o condi-ciones del encargo, es recomendable acudir al asesoramiento cualificado, sea di-rectamente a diseñadores, entidades de promoción o asociaciones de profesiona-les.

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> Principio 3Definición del ámbito de los participantes

Una correcta definición de los destinatarios del concurso puede asegurar un nivel de participación amplia, pero para ello debemos haber dejado claro qué espera-mos de ellos. Si ampliamos el arco de participantes al público en general, estare-mos rechazando «de facto» la participación de profesionales, dejando el resultado al factor suerte. Si queremos tener un mínimo de calidad, podemos empezar por centrar el concurso a estudiantes de Diseño, que verán la oportunidad de hacerse conocer. Un concurso puede también ser ofrecido a estudiantes y profesionales, siempre que las garantías del jurado y el proceso de selección sean solventes, el proceso y condiciones de utilización, así como una compensación acorde con lo que se pide en términos de remuneración por trabajo.

> Principio 4El jurado es importante

El jurado es un elemento que se descuida en los concursos, quizás en la creencia que es un asunto menor. Un jurado compuesto por personas ajenas a cómo se hace y para qué sirve el Diseño elegirán soluciones fundadas en argumentos de diversa índole: referencias culturales, gustos diversos, imitación de soluciones co-nocidas... reduciendo la capacidad de dar acogida posiblemente a las propuestas más interesantes, innovadoras y útiles para el fin buscado.

Solución 3! Los nombres de los miembros del jurado deben darse a conocer en las bases del concurso. Saber quienes van a valorar los trabajos presentados es la mejor garantía para los participantes, si estos son solventes o reconocidos. También evita posibles confusiones por las limitaciones que implica ser jurado, pues es un requisito básico para un participante estar ajeno a cualquier miembro del mismo.

El número de miembros dependerá de la envergadura del concurso, pero siempre deberá ser mayor de tres y en número impar. En muchos casos, la presencia de miembros representantes de la entidad debe limitarse a la secretaría del jurado.

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> Principio 5El reconocimiento de la autoría es una garantía

Quien organiza un concurso cree que es propietario de la totalidad de la obra rea-lizada. Desde el momento que hay un ganador al cual se le reconoce su autoría, esta es ya un valor irrenunciable. Otra cosa bien distinta es el «valor de uso», que es lo que se otorga a la entidad organizadora. La definición de este uso debe es-tar claramente descrita en las bases, y debe ser acorde para los fines previstos.

Concepto 6! Si hay una convocatoria para la realización de una marca de un evento, por ejemplo, no tendría sentido que en parte o en su totali-dad fuera utilizada para otras ocasiones, si no es con el acuerdo explícito del autor.

Los derechos de autor que conciernen al ganador son irrenunciables, pero tam-bién, por el hecho de participar, le obligan a no hacer uso de su propuesta en otras convocatorias o encargos posteriores, y por supuesto, debe exigirse su ori-ginalidad ante otros proyectos anteriores. Si se parte de unas bases claras en es-tos principios, podremos asegurar unas ciertas garantías de éxito.

Si un concurso se busca una idea o solución creativa, es más interesante contar con su autor para posibles modificaciones, adaptaciones o ampliaciones. El dise-ñador –tanto el estudiante como el profesional– deberá actuar con el máximo de responsabilidad para dar respuesta a su demanda, y es cometido del jurado de-tectar estas circunstancias.

Solución 4! Por ello, de forma complementaria, una buena garantía para la en-tidad convocante es solicitar, junto con la propuesta al concurso, un book con trabajos o proyectos realizados.

> Principio 6Remuneración justa

Diseñar es un oficio, y por tanto, es justo que se remunere. Si reducimos el Dise-ño a una práctica de aficionados tendremos un entorno concebido por aficiona-dos, con el consiguiente descrédito de la imagen de quien la promueve. La cultu-

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ra visual y material de una sociedad es algo que impregna nuestra vida diaria, en lo que vemos, leemos, compramos y usamos. Las sociedades actuales están fundadas en numerosos soportes de comunicación y objetos cotidianos que po-demos hacer que sean más o menos satisfactorios. El diseñador hace que lo se-an, y por ello, su trabajo debe ser reconocido. La creencia de que el Diseño es caro o está asociada al lujo es de quién no es consciente de donde vive. Incluso el concepto de «premio» induce a pensar que el diseñador es un artista que pro-duce obras geniales, ignorando su esfuerzo para encontrar lo más conveniente en cada caso.

Solución 5! Establecer una compensación con arreglo a los objetivos del tra-bajo ayudará a calcular cual es la cuantía adecuada. Si se valora un proyecto en base a las horas empleadas en cualquier trabajo cualificado, nos aseguraremos de obtener un resultado digno de un precio justo.

Para cualquier consulta:

www.aad-andalucia.org

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