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SOBRE LA LONGITUD Y LA COMPOSICIÓN DE ORACIONES ESPAÑOLAS Y HOLANDESAS Estudio desde un punto de vista lingüístico-traductológico H.A. Müller, s10209431 Tutora: S.I. Linn Universidad de Groningen Departamento de Filología Románica RTC-Español y Traducción Agosto 2007

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SOBRE LA LONGITUD Y LA COMPOSICIÓN DE ORACIONES

ESPAÑOLAS Y HOLANDESAS Estudio desde un punto de vista lingüístico-traductológico

H.A. Müller, s10209431 Tutora: S.I. Linn

Universidad de Groningen Departamento de Filología Románica

RTC-Español y Traducción Agosto 2007

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Les doy las gracias a todos que me ayudaron y apoyaron en la realización de esta tesina. Muchas gracias a Erwin, Ans, Annika, Isabel, Yoman, Carla, Kathy, los amigos y los colegas y todos los otros…

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Sumario

1 INTRODUCCIÓN...............................................................................................................................4

1.1 INTRODUCCIÓN ...............................................................................................................................4 1.2 PLANTEAMIENTO ............................................................................................................................5

1.2.1 Dos presuposiciones sobre el español con respecto al holandés...........................................6 1.2.2 Consideraciones en torno al método......................................................................................6 1.2.3 La primera hipótesis ..............................................................................................................8 1.2.4 La segunda hipótesis ............................................................................................................13

1.3 RESUMEN......................................................................................................................................15

2 EL CORPUS ......................................................................................................................................17

2.1 INTRODUCCIÓN .............................................................................................................................17 2.2 PROBLEMAS METODOLÓGICOS......................................................................................................19

2.2.1 Sinopsis ................................................................................................................................19 2.2.2 Los córpora electrónicos......................................................................................................22 2.2.3 Recursos electrónicos ..........................................................................................................24

2.3 PRESENTACIÓN DEL CORPUS USADO EN EL ANÁLISIS ....................................................................26 2.4 RESUMEN......................................................................................................................................32

3 ANÁLISIS ..........................................................................................................................................34

3.1 INTRODUCCIÓN .............................................................................................................................34 3.2 LONGITUD DE LAS ORACIONES......................................................................................................35 3.3 ANÁLISIS DE LOS CONSTITUYENTES DE LA ORACIÓN.....................................................................43

3.3.1 Introducción.........................................................................................................................43 3.3.2 Los problemas de análisis más frecuentes ...........................................................................44 3.3.3 Los números de oraciones en el corpus de análisis .............................................................48 3.3.4 Los números de oraciones en el corpus de control ..............................................................50

3.4 LAS ORACIONES MÁS LARGAS.......................................................................................................52 3.5 RESUMEN......................................................................................................................................55

4 CONCLUSIÓN..................................................................................................................................56

BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................................................................58

BIBLIOGRAFÍA DEL CORPUS USADO ....................................................................................................58 BIBLIOGRAFÍA GENERAL.....................................................................................................................58 BIBLIOGRAFÍA DEL CORPUS DE TEXTOS PERIÓDICOS...........................................................................61

Periódicos holandeses...................................................................................................................61 Periódicos españoles ....................................................................................................................62

ENLACES USADOS:..............................................................................................................................63

APÉNDICE 1: LAS ABREVIATURAS USADAS EN EL ANÁLISIS GRAMATICAL...............65

APÉNDICE A: TEXTOS DEL CORPUS DE ANÁLISIS ................................................................66

APÉNDICE B: TEXTOS DEL CORPUS DE CONTROL ...............................................................86

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1 Introducción

1.1 Introducción Esta tesina investiga las diferencias entre el español y el holandés desde una perspectiva doble:

la del español como lengua extranjera (para holandeses) y la de la traducción. El estudio se

limita a dos aspectos de las diferencias entre el español y el holandés: las diferencias entre la

longitud de las oraciones y las diferencias en la construcción de oraciones compuestas. Se trata

de un estudio preliminar, es decir, se tratará de averiguar si los resultados merecen un estudio

más extensivo mediante la línea de investigación que describimos más adelante.

El área de interés principal lo formarán las semejanzas y diferencias con respecto a oraciones

compuestas entre textos españoles originales y sus traducciones al holandés. El primer punto de

partida será la comparación del número de palabras por oración, para ver si hay divergencias

generales. La longitud de las oraciones puede dar una idea más clara de la materia en que

indagamos y de las tendencias que esperamos descubrir. Luego, nos dirigimos a la gramática

para la segunda parte del análisis. El enfoque de la segunda parte estará en el número y la clase

de los constituyentes de las oraciones compuestas. Partimos de una perspectiva contrastiva, es

decir, comparamos las características de las oraciones sin juzgar la calidad de la traducción

para evitar perdernos en la crítica de traducción.

La meta del trabajo será alcanzar un mejor entendimiento de cómo se construyen oraciones

complejas en español y sus respectivas traducciones en holandés. Aunque no es nuestro intento

meternos en el estilo individual para este análisis, es inevitable rociarlo: es indiscutible que

todos los traductores – y si se quiere considerarlo, también todos los autores – tienen un estilo

propio. Sin embargo, una investigación de estilo contrastivo, como propuesto por Baker

(Baker:2000) requiere mucho más tiempo y una cantidad de material más grande. En este

análisis, por lo tanto, la atención principal no se dirigirá al estilo, sino que se lo discute

solamente cuando se considera necesario.

La investigación se llevará a cabo a base de un corpus de textos escritos, para no tener que

depender de ejemplos recogidos en libros de gramática o de impresiones subjetivas, y para

obtener un entendimiento de la ocurrencia natural de las oraciones cuya estructura se investiga.

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El material del corpus constará de textos literarios por razones de accesibilidad y

representatividad (véase 2.3).

El aspecto de la viabilidad del análisis predetermina que el corpus ha de ser relativamente

pequeño y nos la limita a señalar tendencias. No obstante, cuando se utiliza un corpus pequeño

es poco favorable para la representatividad tomar textos de varias áreas, porque es más difícil

generalizar los resultados de un corpus muy fragmentado.

Los resultados obtendremos mediante un análisis que consta de dos métodos: uno manual y

otro asistido por un programa de análisis. El número de palabras por oración puede

establecerse fácilmente de manera electrónica, el análisis de los constituyentes gramaticales se

hará manualmente. Hacer un análisis manual trae consigo una gran desventaja: consume

mucho tiempo. Desde el comienzo de las posibilidades de hacer análisis de corpus grandes por

medios electrónicos parece que los estudios individuales que consumen mucho tiempo son

evitados por no ser económicos. Puede ser que por eso haya resultados que hasta ahora se les

han escapado a los investigadores. En lo que atañe al análisis manual, es obvio que, salvo con

un pequeño corpus o en una colaboración de grupo, no es posible realizar un estudio profundo

en un tiempo limitado. Por eso la meta de este estudio se limita a obtener resultados

preliminares para un estudio más profundo y determinar si merece la pena llevar a cabo tal

estudio.

En el siguiente capítulo (1.2) presentamos el planteamiento para esta tesina. Luego, en el

capítulo 2 discutimos las aportaciones de la lingüística del corpus al marco de la traductología

y sus posibles beneficios para nuestra investigación. En el capítulo 3 llevamos a cabo el

análisis y discutimos los resultados. Por fin, daremos la conclusión en el capítulo 4.

1.2 Planteamiento En el presente subcapítulo presentamos el planteamiento de nuestra tesina. El origen de las

ideas que queremos investigar se fundamenta en el aprendizaje de la lengua, en este caso el

español como lengua extranjera (para holandeses). Al aprender la lengua, primero en las clases

de español y después al practicar con el idioma, el alumno forma concepciones sobre la lengua

que no siempre son igualmente fáciles de comprobar. Es evidente que ambas lenguas, es decir

tanto el español como el holandés, se difieren en algunos puntos y se parecen en otros, pero no

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siempre está claro si la percepción de estas congruencias o diferencias es correcta. Es posible

que las presuposiciones sobre la lengua que nos formamos cuando estudiamos, sean inexactas o

incluso engañosas. En este trabajo nos fijamos principalmente en dos de estas presuposiciones:

la longitud de las oraciones y su composición gramatical. Para una mejor comprensión,

presentamos las presuposiciones que queremos investigar en el siguiente párrafo (1.2.1), y nos

formulamos las preguntas que plantearemos en el análisis (capítulo 3) de nuestra investigación.

Las preguntas las discutimos en los párrafos 1.2.3 y 1.2.4, después de comentar algunas

consideraciones sobre el método en 1.2.2. Presentamos las preguntas que investigamos en el

capítulo de análisis en 1.3.

1.2.1 Dos presuposiciones sobre el español con respecto al holandés Como acabamos de decir en el párrafo anterior, el origen de las preguntas que proponemos está

en el proceso de aprender el español como lengua extranjera (L2), un proceso en el que,

además de aprender la gramática y el vocabulario, contrastamos la lengua base (L1) sobre la

que aprendemos, la L2, sea consciente o inconscientemente. Las diferencias que establecemos

de esta manera son variadas, y probablemente tan abundantes como difíciles de categorizar1. Si

hacemos un intento de categorizar las dos cuestiones que queremos investigar, diríamos que se

trata de una mezcla de sintaxis y uso de la lengua. Las dos concepciones que queremos

investigar se concentran en la oración: la primera se fija en la longitud de las oraciones, y la

segunda en su composición. Primero discutimos algunas consideraciones en torno al método

con el que hacemos nuestra investigación. En los párrafos que siguen a continuación

discutimos nuestras preguntas.

1.2.2 Consideraciones en torno al método Para llevar a cabo nuestra investigación, hacemos uso de un pequeño corpus. Este corpus

consta de textos literarios españoles y holandeses y sus respectivas traducciones. En lo que

atañe a la selección de textos literarios, hay dos objeciones que se pueden hacer: por un lado

hay un grupo de textos que es igualmente o incluso mejor accesible y representativo, como el

de los artículos periodísticos. Eso es verdad, pero los textos periodísticos apenas se traducen.

Por otro lado, se puede insistir en que el lenguaje literario no es representativo para el habla

general, pero tampoco lo es, por ejemplo, el lenguaje especializado de una u otra área técnica.

1 No indagamos más en este asunto más apto para una investigación de aprendizaje de la lengua extranjera.

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Además, el uso de textos de lenguaje especializado o técnico lleva consigo el riesgo de

interferencia del inglés, especialmente en la parte holandesa. La decisión de usar textos

literarios sin embargo proviene de varias consideraciones, de las que discutimos las dos más

importantes.

La primera consideración es el grado de especialización: los textos litererarios son poco

especializados en cuanto al uso de terminologías (García Yebra 1983: 40-43). Si no hay

lenguaje especializado, tampoco hay los riesgos de una estandardización e internacionalización

del vocabulario y con eso quizás también de la sintaxis (íbid). Así se previene la inclusión

inadvertida de interferencias de otras lenguas, como el inglés, en el corpus.

La segunda consideración es la de la accesibilidad (véase también cap. 2.2.2). Los textos

literarios – y en grado sumo sus traducciones – son más fáciles de conseguir que textos de otros

géneros, como textos científicos o comerciales. La buena accesibilidad de textos también se

aplica a textos periodísticos, pero es más difícil encontrar artículos que se han traducido. Como

la segunda parte de nuestro análisis se concentrará en las diferencias en la composición de

oraciones originales y traducidas es menester tener en cuenta también la accesibilidad de las

traducciones para garantizar un volumen de producción aceptable. Además, la fácil

identificación del traductor de un texto literario permite una distribución más equilibrada,

evitando que el corpus contenga, por ejemplo, un número demasiado alto de textos traducidos

por el mismo traductor. Así se previene una preferencia inadvertida del corpus para un cierto

estilo de traducir.

Sin embargo, el uso de textos literarios también lleva consigo unas desventajas que no se

pueden descartar. El autor literario tiene la libertad de desviarse de las convenciones

lingüísticas. Por eso el texto literario ocupa una posición especial entre los textos escritos: se

distingue de otros géneros por su uso de la lengua, que se caracteriza no solo por el uso de

palabras con significado denotativo, sino también por el uso de palabras con significado

connotativo o incluso ambigüe, el discurso directo y el estilo del autor. Estas características del

texto literario también complican su traducción a otra lengua: la traducción correcta de las

connotaciones – y de las implicaciones que las acompañen – depende mucho de la competencia

del traductor (García Yebra 1983:130; Gonzalo García 2005:150). Así la competencia del

traductor debe incluir no sólo la capacidad de expresión escrita, sino también un conocimiento

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de la lengua origen que le permita interpretar los aspectos específicos del texto (García

Yebra 1983:127 y 132).

La recepción de una obra literaria traducida depende también del estilo del autor transmitido

por el traductor: es el estilo que hace que se reconozca al autor, y que por eso no se debe

ignorar al traducir. Este estilo lo hallamos entre otras cosas en la longitud y composición de las

oraciones, como queda manifiesto en p.ej. el estilo destacado de Pío Barroja. En un manual

para la documentación de la traducción, P.E. García sugiere que el primer paso en la

interpretación es el análisis del texto origen con respecto a la longitud de las oraciones y su

composición (P.E. García 2005:130). Son los aspectos de este análisis que nos interesan; nos

preguntamos ¿las oraciones españolas son igual de largas que las holandesas? y, ¿las oraciones

se componen diferentemente? Esta última cuestión la discutimos en el párrafo 1.2.4; en el

párrafo 1.2.3 nos dedicamos a la primera pregunta.

1.2.3 La primera hipótesis

La primera idea que queremos investigar es la supuesta diferencia en longitud media de las

oraciones españolas con relación a las holandesas. El origen de la concepción de que las

oraciones españolas serían más largas que las holandeses se halla en las clases de español como

lengua extranjera, en la que el estudiante libra la misma batalla con la tarea de entender las

oraciones largas y la cuestión de cómo formular sus propias oraciones lo mejor posible. Y, más

tarde, en las clases de traducción se refuerza esta hipotesis de que las oraciones españolas son

más largas. Pero, ¿es verdad? Hasta ahora hemos podido encontrar ninguna respuesta. Para

conocer el terreno en que indagamos conducimos primero una investigación de lo que se dice

en los manuales de traducción de y de redacción. Luego trataremos de averiguar mediante una

pequeña comparación con un corpus de textos no literarios si los textos literarios se desvían

mucho de los consejos de los manuales.

En las clases de traducción se presta atención a la técnica de cortar oraciones muy largas. En

los escasos manuales de traducción del español al holandés y del holandés al español, sin

embargo, no se encuentran muchas instrucciones sobre ello. Según nuestras investigaciones, no

hay manuales que se dediquen específicamente a la traducción del holandés al español, y por lo

tanto no hay información sobre la percepción de la longitud de las oraciones en la traducción al

español. El único manual sobre la traducción del holandés al español que hemos encontrado

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propone en una sola ocasión la importancia de dividir una oración larga en dos (Sequeros

1990:35). Un manual de traducción del español al holandés menciona en escasas ocasiones que

es mejor dividir una oración en dos (véase Slager 1990:110). Otro manual, que acaba de

publicarse, señala que en el proceso de la traducción del español al holandés muchas veces

conviene cortar las oraciones. Hasta parece como si fuera un procedimiento normal y necesario

para que el texto siga siendo legible (Linn y Slager 2007:214 y 219-221).

Estos consejos, no obstante, se limitan a los textos no literarios. En los textos literarios vale

más el estilo del autor, algo que es mucho más difícil conservar. En el Manual de

interpretación y traducción de Manuel León (2000) se incluye un artículo en el que un escritor

se queja de que en algunas traducciones a varias lenguas, entre ellas el francés, de una de sus

obras se han cortado y cambiado sus oraciones cuidadosamente formuladas.

El conflicto básico está en escoger entre la fidelidad y la adecuación. El adagio de que una

traducción debe ser tan literal como posible y tan libre como necesario no se opone a la

exigencia de que el texto meta (TM) debe ser adecuado y que se debe adaptar al uso de la

lengua de los receptores. El conflicto entre la fidelidad del traductor al texto origen (TO) y la

adecuación al texto meta se extiende, especialmente con respecto a la literatura, también a otro

campo: el del estilo. Cortar oraciones sirve la legibilidad, o ¿no sirve más que a arruinar el

estilo del autor?

En los manuales de redacción, la actitud frente a la práctica de cortar oraciones largas no es

muy diferente. Aunque en los manuales de ambas lenguas gran parte de la atención recae sobre

el uso correcto de la lengua, hay ciertas diferencias en lo que atañe a oraciones largas. Los

manuales para escritores españoles no se concentran tanto en la longitud de la oración, sino

más en la estructura de la oración. Ésta debe ser clara e inteligible para el lector. Sarmiento

(1997:293) recomienda “cercar lo inútil” y Sabino (1987:190) enfatiza en la importancia del

uso correcto de los signos de puntuación en oraciones largas y complejas para evitar problemas

de comprensión.

Pero, mientras que en los manuales españoles la principal preocupación está en el uso correcto

de la puntuación, en los manuales holandeses la demanda de oraciones cortas es evidente: en

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un conocido manual de redacción holandés se exhorta al lector: “Help de lezer met een punt”2

(Renkema 2002:78) y se recomienda no usar constantemente oraciones extensas o compuestas

con múltiples subordinadas (2002:80). En oposición a esta idea se critica el consejo dado a

(estudiantes) holandeses de evitar oraciones que contengan más de treinta palabras porque

serían demasiado largas e incomprensibles, especialmente para gente menos culta (Renkema

2002:78), y el mismo autor demuestra con unos ejemplos que la comprensibilidad de una

oración compleja depende de la estructura (2002:79). Además, en otro manual, en la sección de

los problemas de redacción más frecuentes, se pregunta al lector “Is de zin waaraan je schrijft

niet te lang?”3 (Reinsma 2003:202) y añade que una oración demasiado larga requiere un

esfuerzo desproporcional del lector para recordar de lo que trata la oración. Estos consejos

indican que las oraciones holandesas pueden ser más cortas que las españolas, aunque también

hay un caso en el que se advierte que un exceso de oraciones cortas tampoco beneficia la

recepción del texto porque el estilo se parece al habla infantil (Onrust et al., 1999: 159). Los

holandeses refieren a tal estilo con el término “Jip-en-Janneke-taal”, aludiendo a los famosos

libros para niños de Annie M.G. Schmidt, publicados entre 1960 y 1965.4

De los manuales que hemos revisado notamos que importa más a los holandeses que las

oraciones no sean demasiadas largas y complejas que a los españoles. Mientras que en los

manuales de redacción holandeses se dan direcciones claras de no formular oraciones

demasiado largas, en los españoles se enfatiza que las oraciones redactadas deben ser correctas

gramatical y sintácticamente. A pesar de todos los consejos salta a la vista que ninguno de los

manuales da una definición de lo que es una oración demasiado larga. Lo que los manuales de

ambas lenguas tienen en común es la insistencia en la variación entre oraciones cortas y largas.

No encontramos, sin embargo, recomendaciones para la redacción de textos literarios.

Para pasar a otro medio de comunicación hacemos también una búsqueda en la red. Internet,

que es para muchos un medio de búsqueda de información rápida sobre cualquier asunto, nos

podría dar algunas pistas. Recordemos que esta torrente de información al azar tan fácilmente

accesible a cada hora no siempre es la más objetiva o fidedigna; las múltiples páginas de

información reflejan, sin embargo, la actitud de la gente en cuanto a muchos asuntos. Es por lo

tanto obvio que también hay un sinfín de sitios que dan consejos sobre cómo escribir. Si 2 “Ayude a sus lectores: ¡use el punto!” [traducción mía] 3 “¿No es demasiado larga la oración que está construyendo?” [traducción mía] 4 Los libros han sido traducidos por Laurence Schröder y fueron publicados en España bajo el nombre Mila y Yaco en 1989.

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echamos un vistazo a estos sitios veremos igualmente que existen enormes diferencias al

respecto. Entre los sitios dirigidos a hispanohablantes, hay menos sitios en los que se dan

normas sobre el número de palabras por oración, e incluso parece otra vez que, aunque se

recomienda no usar oraciones demasiado largas y complejas5, no importa tanto el número de

palabras como en los sitios holandeses. Los consejos que sí se pueden encontrar son, no

obstante, muy divergentes. Mientras que en un sitio en castellano se comenta que “Deben

utilizarse oraciones de 20 palabras por oración, como máximo.”6, en otro se recomienda: “Use

un promedio de 30 ó 35 palabras por oración”7. Entre una longitud media entre veinte y treinta

palabras, todo parece aceptable.

En cuanto a los sitios holandeses no es muy difícil tampoco encontrar instrucciones sobre la

longitud de oraciones. La información que se encuentra en los sitios españoles otra vez es

abundante e igualmente variada, si no es aún más variada. En la mayoría de los sitios se

aconseja mantener un promedio de doce o de quince a dieciocho palabras por oración. Las

recomendaciones sobre el número máximo, sin embargo, varían mucho, y mientras que en dos

sitios se aconseja al escritor no usar más de 25 o 30 palabras8 hay también sitios en que se

opina que no es aconsejable usar más de 15 palabras por oración9. Además de esto, se exhorta

al escritor no usar oraciones complejas sino repartir el contenido sobre dos oraciones: “Schrijf

geen lange zinnen met ingewikkelde bijzinnen. Maak er dan liever twee zinnen van.”.10

Si comparamos los consejos que se dan en los manuales imprimidos con los de Internet, salta a

la vista que en los primeros no se menciona cuántas palabras una oración debe promediar,

mientras que en las páginas web se dan números que son concretos, pero que al mismo tiempo

varían mucho. Así parece, después del examen de las páginas web, que el ideal del promedio

de palabras por oración oscila alrededor de unos 15 palabras para los holandeses. El ideal de

los españoles por otro lado no es fácil de determinar: muchas veces no se dan números

5 Véase p.ej. el consejo en la web de esta universidad colombiana: http://ayura.udea.edu.co/~fisica/ARCHIVOS%20GENERALES/ELABORACIONTEXTO.pdf: “No escriba oraciones muy largas y complejas”. 6 Véase: www.fonaiap.gov.ve/publica/divulga/fd59/instruc.html 7 Véase: http://www.slideshare.net/maocandamil/taller-de-escritura-web 8 Véase: http://www.leesbaarnederlands.nl/taal.htm y http://www.kwaliteitscholen.nl/kwaliteitsite/kwaliteitscholen/html/general.asp?PID=95 9 Véase: http://www.rooskleurig.nl/tekst.html 10 Tomado de un manual para gerentes en: http://www.hvds.nl/index.html?http://www.hvds.nl/cgi-bin/artikel.cgi?ID=1713. “No redacte oraciones largas con muchas subordinadas; mejor escriba dos oraciones.” [traducción mía]

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concretos y los pocos números que se dan varían mucho. Si tomamos un medio de los números

disponibles, vemos que éste varía entre veinte a veinticinco palabras por oración.

De esta primera investigación de los medios escritos sobre la longitud media de las oraciones

pasamos a una investigación algo más práctica: hacemos una pequeña comparación de textos

periódicos españoles y holandeses para determinar cuál es el promedio de palabras por oración

general. Los textos provienen de cinco periódicos en ambas lenguas que se publican en la red.11

Los textos también han sido elegidos al azar, con la única restricción de que los artículos no

sean muy cortas para que no consuma demasiado tiempo recoger un corpus de tamaño

aceptable. El corpus de textos periodísticos consta, de dos partes de unas cinco mil palabras

para cada una de las lenguas. Para el análisis de los textos recogidos usamos el programa

Corpus Presenter Lite de Raymond Hickey (para una descripción más precisa del programa

véase capítulo 4.2).

A base de los números dados en los diversos sitios web ya se podía estimar prudentemente que

la longitud de las oraciones holandesas debía de promediar acerca de unos quince palabras por

oración. Hacer un cálculo estimativo para la longitud de las oraciones españolas, sin embargo,

no fue tan fácil. Los escasos números que se daban eran demasiado divergentes para que fuera

posible determinar una longitud media realista. Esperamos que en el análisis de nuestro corpus

periodístico resultará que las oraciones holandesas promedian unas quince palabras y por eso

son mucho más cortas que las españolas, para las que estimamos un número medio de entre

veinte y veinticinco palabras por oración.

Periódicos neerlandeses Periódicos españoles

Número de palabras 5196 5180

Número de oraciones 339 163

Longitud media 15.3 31.8

Cuadro 1: Datos estadísticos para un corpus de textos periodísticos

11 Los periódicos españoles son: El País, El Mundo, La Vanguardia, El Periódico y ABC; y los holandeses: Het Parool, Trouw, NRC Handelsblad, Nederlands Dagblad y Financieel Dagblad. Los enlaces de estos periódicos están incluidos en la bibliografía. Los textos de los periódicos se incluyen sólo en la versión digital.

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En el cuadro 1 podemos ver que la longitud media de los textos holandeses se difiere

considerablemente de los españoles: según nuestro análisis hay una diferencia de la longitud

media de un casi 50%; mientras que en los textos holandeses ésta es 15.3, en los textos

españoles alcanza un número de más de treinta palabras. Los veinte a veinticinco palabras que

estimamos más arriba se sobrepasan con más de cinco palabras. No obstante, hay que tener en

cuenta una consideración: los textos periodísticos no son representativos para todos los géneros

de textos, aunque representan gran parte de la lectura cotidiana. Si consideramos el estatus

especial que tiene el texto literario (véase más arriba) con respecto a la libertad creativa, sería

de interés saber si los textos literarios españoles también tienen un número de promedio más

alto que los holandeses. En el capítulo 3.2 conducimos un análisis usando un corpus algo más

amplio de textos literarios para ver si las oraciones son más largas o menos largas que los

textos no literarios.

La pregunta por la diferencia entre la longitud media de oraciones españolas y holandesas

entonces se amplía con dos preguntas más: ¿las oraciones traducidas son igualmente largas o

difieren de longitud? y, ¿se suelen cortar oraciones en la traducción literaria?

1.2.4 La segunda hipótesis

La segunda pregunta que nos hacemos está relacionada con las diferencias entre los

constituyentes de las oraciones compuestas. Las diferencias entre el español y el holandés son

obvias; las lenguas incluso pertenecen a diferentes familias lingüísticas. Pero también hay

semejanzas que se aplican a todas las lenguas; las oraciones siempre se componen de los

mismos constituyentes básicos de sujeto y predicado. El hecho de que el análisis gramatical es

un método uniforme para denominar los constituyentes de una oración lo hace un medio muy

apto para la comparación de ciertos aspectos sintácticos: mientras que en ambas lenguas se

dispone de los mismos elementos para describir oraciones, en ambas lenguas estos elementos

se usan diferentemente en la construcción gramatical de las oraciones.

Hay varios autores que aprovechan de la gramática para describir las diferencias entre las

lenguas, y al leer obras como la de García Yebra (1982) y de Cartagena y Gauger (1989) se

puede comprobar que hay muchas diferencias morfológicas y sintácticas entre el español y el

alemán e inglés, que son lenguas afines al holandés. Ambas obras se concentran en

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discrepancias en varios niveles, como p.ej. en el uso de las preposiciones o de los verbos

auxiliares. Pero parece también que se concentran mucho más en el nivel de la palabra que en

el de la oración. Además las obras contrastan el español con el alemán (Cartagena y Gauger) o

el español con el inglés, el francés y el alemán; no incluyen al holandés. Se puede obtener un

entendimiento de las diferencias entre el castellano y el holandés de los manuales de gramática

española holandeses, en los que se describen también unas particularidades de la lengua

holandesa, del manual de gramática holandesa para españoles de Van Dam y Oostendorp

(196512), y, por fin, se puede encontrarlas en la red, donde hay una multitud de recursos.13

No es nuestro objeto hacer una comparación exhaustiva de los idiomas, sino que queremos

confirmar (o refutar) unas impresiones que han surgido en las clases de español. No es nuestro

objeto hacer una comparación exhaustiva de los idiomas, sino que queremos confirmar (o

refutar) unas impresiones que han surgido en las clases de español. En éstas, hay un sinnúmero

de momentos en los que el estudiante busca la manera más adecuada de expresarse y al buscar

se forma hipótesis sobre el uso de la lengua. Un ejemplo de esto es la búsqueda de alternativas

para ciertas conjunciones holandeses durante las tareas de redacción, cuando parece que en el

español se usara mucho más la conjunción ‘que’. Se da la impresión de que en español hay más

oraciones relativas que en holandés. Al mismo tiempo se observa que ciertas construcciones

típicamente españolas apenas se usan en neerlandés, como p.ej. la cláusula absoluta, que

muchas veces tiene la función de complemento circunstancial. Otro ejemplo de eso es el uso

relativamente frecuente del gerundio en español, que en el holandés se usa mucho menos y que

por eso hay que traducir diferentemente (Slager 1990:110). Las construcciones con gerundio

también tienen la función de un complemento circunstancial en la mayoría de sus ocurrencias.

En cuanto a los cambios de la estructura de oraciones durante la traducción, los teóricos tienen

puntos de vista diferentes. Para dar unos ejemplos, Baker observa que hay cambios de la

estructura de la oración que son necesarios por razones semánticas, la información se reparte

diferentemente para que el texto alcance mejor a sus receptores (1992:124-125). En el análisis

(cap. 3.3) comparamos por eso el número de varios tipos de oraciones subordinadas para saber

si hay diferencias en la frecuencia con la que se usan p.ej. oraciones subordinadas adverbiales

en los textos españoles o holandeses.

12 La tercera edición a cargo de Hans Tromp y Enrique Bernárdez es de 1982. 13 Véase p.ej. el sitio de dutchgrammar.com

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15

En el caso presente, seguimos siendo curiosos de saber si las oraciones compuestas se

construyen de manera diferente. Nos preguntamos particularmente si las oraciones tienen una

estructura diferente en cuanto a la manera de coordinar oraciones y en cuanto al número y los

tipos de oraciones subordinadas. Además, la revisión de los medios descritos más arriba nos

lleva a la pregunta si los traductores se atienen a la estructura del texto origen o que si hacen

cambios para aproximarse más al uso de la lengua meta. Esperamos llegar a un entendimiento

más profundo de esta materia en el análisis (cap. 3).

Por eso en la segunda parte del análisis (capítulo 3) compararemos los resultados del análisis

sintáctico de las dos partes del corpus literario que elegimos para esta investigación. En esta

comparación incluimos tanto el número de oraciones principales como los números y tipos de

las subordinadas. Con ayuda de los resultados del análisis esperamos llegar a un entendimiento

más profundo de las diferencias y semejanzas entre ambas lenguas con respecto a la manera en

que se construyen las oraciones compuestas. Como ya indicábamos en la introducción,

deseamos también establecer si el estudio de estas diferencias puede resultar en un marco de

investigación fructífera para la formación de teorías en torno a la traducción.

1.3 Resumen

En la introducción explicamos que al aprender el español como L2, al estudiante se le forman

ciertas ideas sobre la lengua que está aprendiendo. En esta tesina queremos investigar dos de

estas presuposiciones que tenemos acerca de la longitud media y de la composición gramatical

mediante el análisis de un pequeño corpus de textos literarios. En los párrafos anteriores hemos

discutido las dos hipótesis que queremos investigar. Con respecto a la longitud media de las

oraciones señalamos que, aunque en casi todos los manuales se avisa que no es aconsejable

escribir oraciones demasiado largas, no se dan criterios para lo que es una oración larga o

demasiado larga. Por eso es una tarea complicada determinar si las oraciones de los textos

literarios difieren mucho de los de otros géneros. Esperamos aportar una solución provisoria

mediante la comparación de un análisis de textos de periódicos, en el que procuramos

determinar si los textos literarios se desvían mucho del estándar que se da en los manuales y

webs. Una solución permanente y satisfactoria necesitará un examen más profundo y es por eso

apto guardarla para otra investigación.

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16

La segunda hipótesis que hemos discutido es la supuesta diferencia de construcción gramatical

que el estudiante llega a creer durante la búsqueda de formulaciones apropiadas. Hay ciertas

construcciones que se usan diferentemente en español. En la literatura sobre el tema no

encontramos mucho sobre las diferencias de construcción gramatical: si hay varias

comparaciones entre el español y otras lenguas, hay pocas entre el español y el holandés.

Muchas de estas obras se concentran en el nivel de la palabra, pero también hay aportaciones

de la lingüística del texto. Esperamos hacer una modesta aportación a la clarificación de la

cuestión si hay diferencias en la frecuencia del uso de las subordinadas mediante nuestro

análisis, aunque la validez de los resultados permanezca limitada.

Resumiendo, las preguntas que investigaremos en el capítulo del análisis y que constituyen el

punto de partida para esta tesina son las siguientes:

1 ¿Los autores literarios holandeses prefieren escribir oraciones más cortas que los

españoles?

a) ¿Esa preferencia se refleja en los textos traducidos del español al holandés y viceversa? y

b) ¿Los traductores literarios suelen cortar oraciones en la traducción literaria del español al

holandés?

2 ¿Hay diferencias gramaticales entre las oraciones compuestas entre el holandés y el

español?

a) Si las hay, ¿cuáles son?

b) ¿Estas diferencias en la construcción las vemos también en la traducción español–

holandés?

En el siguiente capítulo (2) discutimos primero el uso de los córpora en la traductología y la

selección del corpus. En el capítulo 3 presentamos nuestro análisis y discutimos sus resultados.

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17

2 El corpus

2.1 Introducción

En el capítulo anterior formulamos el planteamiento de esta tesina. Hemos presentado las dos

preguntas que queremos investigar, a saber si hay diferencias en la longitud de las oraciones y

en la composición gramatical de las oraciones compuestas. Las preguntas parciales que estas

preguntas llevan consigo se refieren en primer lugar a la pregunta si estas diferencias también

se manifiestan en textos traducidos. Para la investigación optamos por un análisis de un

pequeño corpus de textos literarios. En el presente capítulo damos una breve discusión del uso

de córpora. Empezamos con una introducción a la lingüística del corpus general. En el

siguiente subcapítulo (2.2) discutimos los problemas metodológicos del marco teórico.

Después de la exposición teórica, procedemos en el capítulo 2.3 a la descripción del proceso de

selección y construcción que recorrimos y presentamos el corpus que usamos en el análisis

(cap. 3).

Hoy día, toda ciencia se define en criterios de objetividad, representatividad, repetibilidad,

transparencia y precisión. Toda disciplina científica que reclame un lugar en el mundo

científico moderno debe cumplir con estas exigencias. Pero, mientras en las ciencias naturales

el objeto de estudio es más o menos invariable, es variable en otras, entre ellas la traductología.

Esto pone una serie de problemas de índole filosófica y teórica en cuya discusión no

indagamos en este estudio; si se quiere saber más sobre el fondo de estos problemas, referimos

a los libros sobre la filosofía de ciencia.

La cuestión clave es la viabilidad de las exigencias mencionadas. El objeto de la traductología,

la traducción, depende de varios factores. Uno de estos es la constancia de la lengua, o, mejor

dicho, la ausencia de la misma. Aunque la lengua no se desarrolla muy rápidamente, hay

diferencias individuales y diferencias entre el idioma hablado y el escrito. Además hay ciertas

áreas en las que se ha desarrollado mucho en los últimas décadas: basta echar un vistazo al

marco de las nuevas tecnologías y la internacionalización de las ciencias. La mayor parte de la

lengua, sin embargo, se desarrolla muy lentamente y apenas se cambia a través de varios

siglos: aún ahora podemos leer sin mucho esfuerzo las obras de varios autores históricos. Otro

factor es el aspecto individual de la traducción. Una traducción depende por una parte de la

interpretación del material de la lengua origen (LO) por el traductor. La interpretación se apoya

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por un lado en los topoi, los ‘lugares comunes’ que para todos tienen el mismo significado, y

por otro lado, en una serie de valoraciones individuales. La otra parte de la que depende una

traducción es la expresión, la reformulación de lo interpretado a la lengua meta (LM). En este

punto hay que tener en cuenta la pluralidad de la lengua, que en ciertos casos nos abastece con

una multitud de locuciones, sinónimos etc. que en combinación con las decisiones individuales

del traductor pueden dar resultados diferentes. La ausencia de constancia del objeto de

investigación compromete la repetibilidad de las investigaciones para reconfirmar los datos

obtenidos y limita las posibilidades de generalización. La variabilidad de los datos dificulta la

posibilidad de efectuar estudios trasparentes y precisos con una cantidad de material de

investigación comparable.

En la historia de la traductología, se ha luchado mucho con estos criterios. Ya en los enfoques

normativos (como p.ej. el de Benjamin o el de Newmark, descritos en: Stolze 1997:34-35 y 80-

83) se han hecho esfuerzos para cumplir con criterios de objetividad, a pesar de las pocas

posibilidades de una traductología que todavía dependía de datos obtenidos por introspección.

Aunque eran muchos los esfuerzos de captar la intuición en un modelo general aplicable, eran

poco exitosos. Por otro lado, los enfoques descriptivos echaban de menos las posibilidades de

obtener resultados basados en un número de ocurrencias representativo; había que limitarse a la

comparación sistemática de dos o más textos (Stolze 1997:168ss y 173). Y según Schmitt, la

traductología no era un marco de investigación claramente abarcado hasta en 1993, sino que

era un marco que investigaba las competencias individuales de los traductores (1993:41-43).

Todo eso ha cambiado con la introducción de la lingüística del corpus. Antes, los córpora de

los traductores tradicionalmente eran colecciones individuales y relativamente pequeñas de

material de referencia para usos terminológicos y para comparaciones del uso de la lengua.

Pero la percepción del corpus, y con ella la terminología, cambió con el aumento del uso del

ordenador y la introducción de recursos accesibles por Internet. La creciente tecnología

informática llevó consigo un desarrollo en los métodos del procesamiento de textos que hizo

posible procesar cantidades de datos y textos cada vez más grandes. Así se originó la

posibilidad de compilar córpora más grandes para usos más variados y específicos que los

pequeños córpora de referencia individuales de los traductores y lingüistas. Ahora, a pesar de

que ya compartían el interés por el uso de la lengua y que ambos campos de investigación ya

sacaban provecho de ello, la traductología y la lingüística contrastiva han empezado a

convergir a través de la lingüística del corpus (Granger 2003:17).

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19

2.2 Problemas metodológicos

2.2.1 Sinopsis

La introducción de la lingüística del corpus electrónico a la traductología ofreció nuevas

perspectivas, y un camino hacia la aceptación científica porque se permiten generalizaciones

controlables y resultados confirmados a base de la mayor trasparencia de los estudios y la

accesibilidad al material estudiado por diversos investigadores. Un corpus electrónico, en la

definición de Atkins et al. (1992:1) es una subsección de una colección (librería) de textos en

forma electrónica (ETL; ídem) más voluminosa, compilada según criterios de diseño

específicos, de los que un investigador hace una selección para su corpus. Compilar una

librería grande, sin embargo, apenas es factible para un investigador desde el punto de vista del

tiempo que puede invertir y de la cantidad de material que hay que compilar (Van

Doorslaer 1995:246).

Por consecuencia, muchos córpora no parten de una librería de textos en forma electrónica,

sino que se construyen directamente, según criterios de diseño formulados específicamente

para el tipo de investigación que se quiere hacer (Baker 1995:224). Estos criterios de selección

se basan en criterios externos, no lingüísticos, e internos, lingüísticos (Atkins et al.: 1992:5).

Los últimos se concentran en la descripción y clasificación de los textos en el corpus, el tipo de

lenguaje (formal o informal) etc., mientras los externos se ocupan de datos sobre la naturaleza

de los textos (hablados, escritos o ambos, qué tipo de medio de comunicación), los autores y

los traductores etc (Baker 1995:229-239 y Atkins et al.: 1992:6-10). Aunque muchos de los

textos de los córpora se basan en criterios específicos y raras veces son seleccionados al azar,

p.ej. por razones de la accesibilidad (véase más abajo), en la presentación del corpus en los

artículos muchas veces no se describen los criterios de selección, como nota Van Doorslaer

(1995:246). Además, apenas hay criterios para evaluar la calidad de los textos (Van

Doorslaer: 1995:250) a pesar de las generalizaciones frecuentes sobre la cantidad y la calidad

de los textos.

El resultado es una variación entre el tamaño y la calidad de los córpora de investigación, que

muchas veces son pequeños y de enfoque limitado, pero que aportan una gran diversidad, que

salta a la vista si se lee algunos estudios llevado a cabo con tales córpora (p.ej. véase Meta

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1998, no 4). Pero también saltan a la vista las diferentes descripciones de los córpora: en

muchos artículos éstas se adhieren a diferentes maneras de describir el corpus; en estudios de

córpora grandes muchas veces se menciona el número de palabras que contienen, pero con los

más pequeños, las descripciones a veces se limitan a referir el número de oraciones o textos.

No hay una sola manera de describir el tamaño de los córpora, como p.ej. una referencia al

número de unidades del idioma, porque todavía no hay una definición clara de lo que

constituye tal unidad (Atkins et al. 1992:4). Mientras tanto, parece como si la mayoría de los

investigadores ha aceptado los criterios que propone Baker (Olohan 2004:43s).

Ya en 1992, Atkins et al. (Atkins et al.: 12) proponen el establecimiento de un marco común

para la estandardización y valoración de córpora mediante criterios descriptivos. En su cuadro

de definición, el modo del corpus designa si se trata de un corpus de textos escritos o de

materiales hablados y el medio alude al medio de comunicación o diseminación usado para

publicar el texto, como p.ej. en forma de libro, texto html, etc (Atkins et al. 1992:5). Los

autores proponen también una descripción tipológica muy extensa, que incluye no sólo la

descripción del tipo de texto, sino también la información bibliográfica (como p.ej. el tema o

grado de especialización del texto etc.), e información sobre el autor (como p.ej. su

nacionalidad y sexo etc). Estos criterios descriptivos del corpus fueron ampliados por Sara

Laviosa en 1997 (Target 9/2) para desarrollar y consolidar el marco metodológico de la

lingüística del corpus.

En un artículo en Target (vol. 7/2, 1995), Baker exhorta al establecimiento de criterios para una

metodología coherente para las investigaciones del corpus. La autora observa que la definición

de los córpora depende de la meta de la investigación (1995:225). Por eso, según Baker, es útil

diferenciar entre tres tipos de córpora básicos:

• el corpus paralelo, que consiste de un texto origen (TO) y varias traducciones en una o

varias lenguas meta (LM) para fines descriptivos (1995:230);

• el corpus multilingual, que reúne dos o más córpora en diferentes lenguas pero

compuesto según criterios de diseño similares y que sirven para la comparación de rasgos

lingüísticos (1995:232);

• el corpus comparable, compuesto por textos originales y traducciones en la misma lengua

que puede dar informaciones y conocimientos sobre tanto la lengua misma como sobre el

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“tercer código” (1995:234-235), que es un tipo de cruce de la lengua meta con rasgos de la

lengua de origen.

No obstante, aparte de estos desarrollos muy positivos, también hay unas áreas que siguen

siendo problemáticas. Primero, hasta incluso el presente, no se ha llegado a un consenso en la

tipología de textos y parece que será difícil conseguir tal consenso: cada investigador que

propone una tipología tiene una perspectiva diferente de la de los otros, con la consecuencia de

que de los investigadores posteriores, unos siguen la definición de cierta autoridad, mientras

que otros prefieren la categorización de otra. En segundo lugar, la descriptividad de los córpora

que contienen una parte de textos traducidos también depende de la relación entre la lengua

origen (LO) y la lengua meta (LM) (Van Doorslaer 1995:247).

Otra área problemática en la descripción de los córpora es su representatividad. Según la teoría

de estadística, la representatividad del corpus dependería de la populación investigada, y debe

determinarse ésta exactamente antes de hacer una selección (Atkins et al. 1992:2). Pero en el

campo de la lingüística del corpus, esto lleva consigo unos problemas propios: no es posible

examinar toda la producción ni determinarla (ibíd.), sobre todo cuando se considera que el acto

de escribir es en esencia poco natural y que hablamos significativamente más de lo que

escribimos. A pesar de que hay varios córpora de lengua hablada, éstos todavía recogen un

mero fragmento de lo que diariamente se habla. Un factor adicional que hay que tener en

cuenta es la variabilidad del habla individual, por lo que se recomienda usar un corpus de

autores diferentes, cuando no se investigan las peculiaridades de un cierto autor, para que el

lenguaje bajo investigación pueda ser lo suficientemente variado (ibíd.) y por eso no

representativo. Además, una selección que parte de criterios de diseño específicos no puede

escapar a cierta predisposición del investigador (Atkins et al.: 2) ya que no sería lógico

seleccionar textos que no sean aptos para el análisis que se quiere hacer, sobre todo si se trata

de una investigación prospectiva, en la que se quiere determinar si vale la pena el tipo de

análisis. En tales casos muchas veces se usan córpora de extensión limitada, especialmente si

no hay un corpus adecuado o accesible. Por limitaciones de tiempo y del enfoque es necesario

concentrarse en los textos que más probablemente producirán los resultados requeridos. Atkins

et al. (1992:4 y 15) proponen un tipo de solución provisional para el problema de la

representatividad, que consiste en la acepción de los resultados de un estudio como si hubieran

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sido recogidos con un procedimiento estadísticamente correcto.14 Aunque queda problemático

el abarcamiento y la definición de la populación total, también se proponen soluciones: con los

desarrollos de la informática, se facilita la concepción de programas con los que se puede

determinar la representatividad de un corpus después de su construcción mediante un algoritmo

(Corpas Pastor y Seghiri: accurrapid.com, 2007).

Independientemente de estos aspectos problemáticos, la lingüística del corpus ha hecho una

aportación imprescindible al desarrollo de la traductología como ciencia empírica autónoma

(Laviosa 2003:46). Se han desarrollado muchas nuevas perspectivas y una metodología para

investigaciones, como por ejemplo los diversos tipos de análisis asistidos por ordenador. La

comparabilidad de los planteamientos y de la ejecución de los programas de investigación

garantiza también la comparabilidad de los resultados. Y, además, se permite la esperanza a

una estandardización de la terminología del marco científico del corpus, que ahora todavía está

muy dividida.

2.2.2 Los córpora electrónicos

En general, los proyectos de establecimiento de córpora electrónicos tienen un planteamiento

muy amplio: por un lado son una fuente común para diversos investigadores que pueden

usarlos tanto para análisis lingüísticos y lexicográficos como para enfoques traductológicos,

como la terminología, fraseología, teoría de traducción etc., y por otro lado los mismos córpora

apoyan al desarrollo empírico de la ciencia de la lingüística y de la traductología facilitando la

reproducibilidad y controlabilidad de los resultados (Laviosa 2003:52). Otra ventaja es que los

grandes córpora les ofrecen una flexibilidad a los investigadores porque éstos no se ven

limitados a un solo grupo de textos sino que pueden hacer una selección entre los textos así

accesibles que guardan relación con el propósito del estudio. Esto permite ahorrar tiempo y

costos que normalmente se gastaría en la inventarización y selección de textos y en asuntos de

copyright.

No obstante, también hay desventajas. Como ya se ha mencionado, la composición de córpora

extensos por un solo investigador es problemática, si no imposible (Van Doorslaer 1995:246).

Los córpora se componen a base de unos criterios de selección externos como el tiempo que

14 Publicación de Woods, Fletcher y Hughes (1986) Statistics in Language Studies, cita bibliográfica en Atkins et al. 1992:2.

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dura el procesamiento de los textos, la accesibilidad, el copyright etc. El aspecto central en esto

sería la accesibilidad de los textos, porque reúne tres criterios externos de selección: primero

está la accesibilidad de los textos, ya que no todo lo que se traduce también se publica; luego

está el problema de los derechos de autor y de copia, por lo que no es posible elegir cualquier

texto para el corpus, y tercero, aunque hoy día es posible captar cualquier texto en formato

electrónico mediante técnicas de escáner, la selección todavía depende mucho de la forma

publicada por el tiempo que dure. Después del establecimiento del corpus, no es cierto que

también sea accesible para cualquier investigador, por las mencionadas limitaciones del

copyright.

El problema de la accesibilidad, junto con el tablón científico, lleva a la consecuencia de que

los grandes córpora mono o bilingües muchas veces se limitan a ciertos grupos de lenguas

como las lenguas (europeas) con un mayor número de hablantes o a las que tienen una

tradición de traducción bien establecida, pero no necesariamente bidireccional, como p.ej. el

corpus finlandés–inglés (Granger 2003:23). Se investiga mucho, pero a veces la escasez de

materiales accesibles puede limitar las posibilidades de investigación. Esto sería especialmente

el caso en los grupos de lenguas pequeñas o, mejor dicho, para lenguas entre las que no se

traduce mucho (¿cómo se haría p.ej. con una investigación entre, diríamos, el japonés y el

holandés?). Hay una multitud de córpora de traducción de tamaños variados que han sido

compuestos para investigaciones; muchos de estos córpora, sin embargo, se han construido

solamente para fines de investigación específicos.

Además no es cierto que los extensos córpora monolingües ya existentes incluyan un número

suficiente de textos traducidos para hacer una selección para fines específicos. Una de las

raíces del dilema es de naturaleza estadística: si en un extenso corpus monolingüe se incluyen

un número de traducciones al azar, o simplemente las que son accesibles en ese momento, no

hay garantía de que los textos traducidos reflejen las proporciones que existen entre el número

de traducciones producidas y publicadas. En algunos casos puede haber divergencias enormes

entre el número de títulos publicados en una lengua y el número de los mismos traducidos a

otro. Un ejemplo es la descripción del ECC, donde se advierte que la mayoría de los textos

periodísticos traducidos que se han añadido son de origen romance (Laviosa 1998:559). Las

otras lenguas, por escasez de producción de traducciones, figuran mucho menos en el corpus

(íbid.). Esto otra vez ilustra de una manera muy sencilla la influencia del criterio de selección

externo de la accesibilidad.

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En las tres décadas pasadas se han realizado unos proyectos para construir córpora mono y

bilingües como p.ej. el English Comparable Corpus (ECC)15, el Corpus de Referencia del

Español Actual (CREA) o el Corpus Diacrónico del Español (CORDE)16 (Pérez

Hernández:2002) y el Corpus van de Nederlandse taal (D-coi) o el Corpus Geschreven

Nederlands17 etc. para fines de investigación lingüística o traductológica. Un ejemplo de un

extensivo corpus de traducción es el RicoTerm2, un corpus de textos en inglés, español y

catalán18. Algunos de los córpora que hemos mencionado son accesibles por la red; otros han

sido publicados en cd-rom o ya no son accesibles, como p.ej. el corpus bilingüe de Nimega

(Hallebeek:2000)19. Otra parte de los córpora compuestos para fines de investigación científica

nunca han sido accesibles o sólo para un grupo limitado de investigadores por razones diversas,

como los derechos de autor.

2.2.3 Recursos electrónicos

Hay una multitud de recursos que apoyan los análisis por ordenador. Para los escáneres hay

programas de reconocimiento de caracteres ópticos (OCR), que por un lado aportan

considerablemente a la aceleración del proceso de escaneamiento, pero que todavía necesitan

desarrollarse mucho, porque la corrección de todos los errores de reconocimiento del programa

sigue siendo es muy alto (Olohan 2004:50). Además, existen programas de análisis que tienen

una índole estadística y que son más populares entre los investigadores porque facilitan la

producción de resúmenes del corpus o de la selección investigada. Estos resúmenes incluyen

listas de los cien palabras usadas más frecuentemente, la longitud media de las oraciones y la

type-token-ratio, que da una indicación de la repetitividad del texto. Estos tipos de análisis no

dan informaciones absolutas sobre el corpus, pero son una ayuda imprescindible para poner en

perspectiva tanto la complejidad de los textos usados como las relaciones entre el corpus

investigado y otros corpus (Pérez Hernández, 6.1.1).

Entre los recursos más usados también encontramos los programas para hacer concordancias

KWIC (Key-Word-In-Context), con los que se pueden encontrar resultados muy interesantes

15 Véase http://www.llc.manchester.ac.uk/ctis/postgraduate/research/phd-theses/Laviosa/ 16 Véase http://corpus.rae.es/creanet.html y http://corpus.rae.es/cordenet.html 17 Véase http://www.languagemagazine.be/artikellm02502.html 18 Véase http://ricoterm.iula.upf.edu/index.htm; en los proyectos actuales se aumentará el corpus por textos en gallego y vasco. El corpus no está accesible por Internet. 19 Comunicación personal de J. Hallebeek del 17.05.2007

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en el campo del uso de la lengua o de la terminología. Además hay programas de alineación

que facilitan la comparación de textos de una lengua origen con los textos de la lengua meta.

Una gran ventaja de estos programas es la gran accesibilidad por la red, por lo que los análisis

de concordancia se llevan a cabo más fácilmente que los otros, más complicados.

Cuando se quiere realizar una investigación de enfoque diferente, muchas veces faltan

programas de análisis efectivos o eficaces. Hay pocos recursos para el análisis gramatical que a

veces tampoco permiten acceso por la red. Los análisis gramaticales son difíciles de llevar a

cabo por el tiempo y la capacidad que requieren (Hallebeek 1992), y aunque el desarrollo de

analizadores sintácticos ciertamente ha avanzado mucho, queda el problema de la naturaleza de

la sintaxis. Mientras que el español tiene una morfología relativamente rigurosa que en la

mayoría de los casos permita una clara distinción entre los verbos y adverbios y las otras

categorías porque hay menos desinencias ambiguas, el holandés es más complejo desde esta

perspectiva por la ausencia de un componente morfológico claro que permite ciertas

distinciones básicas. Si se toma en consideración los datos de Hallebeek de 1990 (Hallebeek

1992), los problemas centrales del proceso de análisis automático son la capacidad limitada del

análisis de oraciones con un número de palabras elevado y la ambigüedad de los resultados,

que a veces pueden subir a unos seis diferentes análisis posibles (1992:325).

El área del análisis automático sigue desarrollándose, no obstante, con rapidez: en las pasadas

décadas, la rapidez de los sistemas operativos y la densidad se han doblado varias veces. Estos

y otros desarrollos en la informática promocionan el perfeccionamiento de los lenguajes

formales que a su vez permiten un análisis sintáctico automático más rápido y eficaz. Así se

facilita la extracción de datos de córpora también mediante la gramática (Subirats-Rüggeberg y

Ortega Gil 2001:155-159). Los córpora electrónicos pues sirven bien (y cada vez mejor) para

análisis hechos con asistencia del ordenador. Se pueden usar para llevar a cabo simples análisis

para caracterizar el corpus usado y establecer concordancias para conseguir un entendimiento

más profundo del uso de la lengua. Hoy en día incluso existen programas de análisis sintáctico

accesibles por la red20 que permiten el análisis de oraciones en varias lenguas que son

claramente estructuradas en cuanto a la morfosintáxis, pero para las lenguas que no tienen una

20 Véase p.ej. la interesantísima página de aprendizaje sintáctico visual e interactivo de la Syddansk Universitet: http://visl.sdu.dk/visl/es/

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estructura tan regular, como p.ej. el holandés, todavía es difícil tal análisis21. Las dos páginas

que hemos encontrado para conducir un análisis sintáctico de oraciones holandesas, tuvieron

problemas con el servidor, por lo que no ha habido sido posible evaluarlas.22

2.3 Presentación del corpus usado en el análisis

El propósito de este trabajo es investigar las diferencias entre oraciones españolas originales y

sus traducciones al holandés. Para realizarlo, necesitamos datos. Estos datos los encontramos

en varios sitios, entre ellos los libros de gramática. En éstos se describen todas las

construcciones posibles que se permiten en una lengua, pero no se da mucha información sobre

el uso actual de estas construcciones ni sobre la frecuencia con la que aparecen. Por eso, la

recogida de datos para un estudio no puede depender solamente de los libros de gramática, ni

de la mera intuición del investigador, porque tales datos son poco controlables y además

subjetivos, lo que significa que a veces no son correctos, como señala Gloria Corpas Pastor

(2003:86).

La solución del problema viene de la aportación de la lingüística del corpus a la traductología:

un corpus pequeño, independiente, compuesto especialmente para el análisis que queremos

llevar a cabo aquí, nos suministrará los datos indispensables. Por razones de carácter práctico y

de accesibilidad usaremos un corpus reducido. La realización del análisis, como lo describimos

en el capítulo 4, consume demasiado tiempo para llevarse a cabo en un corpus más extenso.

Por eso vale la pena componer un corpus pequeño según criterios de selección específicos; una

selección al azar solamente se puede llevar a cabo si ya hay una visión de conjunto establecida

de la populación entre la que se quiere seleccionar. Pero muchas veces se da el problema de

que el campo no es fácil de abarcar. La vasta producción de material lingüístico es

indeterminable, y, además tiene un papel importante en esto la accesibilidad de estos

materiales, por lo que parece mejor factible el camino medio de abarcar un submarco en el

campo entero y seleccionar entre los textos de este submarco.

21 Para el español p.ej. es posible hacer un análisis automático de cualquier oración que se quiere en el mismo sitio de la Universidad sud-danesa, incluso se puede elegir entre varias maneras de representación, pero para el holandés solamente es posible hacer análisis de oraciones preformuladas. 22 Los enlaces para estos sitios son: http://www.cnts.ua.ac.be/cgi-bin/nlsp y http://nextens.uvt.nl/maltparser/.

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El primer paso consiste en la exclusión de uno de dos modos posibles propuestos por Atkins et

al. (1992:5). Excluimos el modo hablado, es decir, cualquier material hablado, y estipulamos

que el medio (íbid.) debe ser libros publicados. Como en ambas lenguas cada año se publican

una multitud de obras originales y traducidos, es lógico partir de los números más bajos de

libros traducidos del holandés al español o del español al holandés. Presuponemos, por el

número relativamente pequeño de hablantes del holandés frente al número de

hispanohablantes, que se traduce más del español al holandés que viceversa. Nuestro

razonamiento supone que el holandés como lengua con menos hablantes probablemente es una

lengua menos importante de aprender en los países hispanohablantes – en contraste con el

español, que es una lengua que en Holanda se enseña en gran número de bachilleratos – y que,

por consecuencia, hay menos traductores que traducen del holandés al español.

Los datos de libros que se han traducido del holandés al español se recogieron hace años en la

sección “Bibliografie van het Nederlandse boek in vertaling” de la revista Ons Erfdeel23 y

también se publican en el sitio web del Fondo de Procucción y Traducción Literaria

Neerlandés. Por razones económicas y de tiempo, se han limitado los términos de la búsqueda

a los años entre 1995 y 2005 para evitar posibles diferencias diacrónicas.24 Advertimos al

lector que no es posible determinar el grado de todos los parámetros con seguridad, ya que

algunas obras se escriben o traducen en un cierto año y se publican a veces más tarde.

En la década de 1995 a 2005 se publicaron unas 170 obras traducidas del holandés al español25,

de los que 76 eran novelas, 55 de literatura para niños, y 69 de áreas tan diversas como la

ciencia, el ocio, el teatro, la poesía, lo espiritual (que comprende tanto las obras sobre la

religión como la esotérica), o unos compendios. Algunas obras fueron traducidas a través de

otra lengua, como el inglés, francés o alemán. De las 167 traducciones, un total de 67 obras fue

publicado más de cinco años después de la publicación del original holandés, y entre ellos 28

más de diez años más tarde. Las obras que han sido traducidas a través de otro idioma se han

dejado fuera de consideración. Y también las obras del área mixta han sido dejadas fuera de

23 Desde el tercer número de 2005 de Ons Erfdeel se cesó esta recogida de datos después de la 150a parte. Los datos también se pueden encontrar en la red, en el sitio del Nederlands Literair Productie- en Vertalingenfonds: nlpfv.nl/translations. 24 Un ejemplo para una obra antigua traducida aún a través del alemán al español es la obra de Johan Huizinga, El otoño de la Edad Media, publicada en 1919 y traducida a través del alemán al español y publicada en 1931 y 2001. Ejemplos de autores españoles antiguos que se traducen al holandés son Cervantes, Pérez Galdós y García Lorca. 25 En estos números no se han incluido reediciones aparecidas en la misma década. Sin embargo, pueden incluir reediciones de obras ya traducidos en los años anteriores.

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consideración porque se trataba de compendios o antologías sin fechas específicas de

publicación de la versión holandesa. Así quedan 143 obras traducidas, y, si también limitamos

el año de publicación de la obra original a la misma década, quedan unas 33 novelas, veinte

libros para niños y 16 obras de áreas diversas. Podemos decir, pues, que entre la producción

total de traducciones compilada por la Biblioteca Real de Holanda, la traducción literaria es la

más prolífica, por lo que es el marco que invita más a la selección de textos para un corpus.

Con referencia al holandés, es evidente la preferencia por la traducción de novelas; por eso es

sencillo excluir de antemano todas las obras traducidas del español al holandés que no sean

novelas. De esta manera, resulta un número de 222 obras traducidas entre 1995 y 2005, sin

contar reediciones.26 Ahora sí hay que tener en cuenta que el dominio de la lengua española se

extiende sobre dos continentes, el europeo y el sudamericano. Por eso también se puede dividir

la producción de traducciones en dos áreas: novelas de España y novelas de Latinoamérica. Del

total de 222 novelas traducidas, 111 son de autores latinoamericanos, y 111 de autores

españoles27. Si se excluyen, tan como en la selección de novelas holandesas, las obras cuya

versión original se publicó antes de la década de selección, quedan 67 obras latinoamericanas y

70 españolas. Con respecto al número de hablantes de cada lengua, podemos decir que el

número de traducciones del castellano es mucho más alto, incluso más alto que el número de

traducción de novelas latinoamericanas, lo que resulta algo sorprendente por la supuesta

popularidad más alta de los autores hispanoamericanos.

En el punto de la extensión del dominio de la lengua española, se adelanta también el problema

del aspecto diatópico, es decir el de las diferencias geográficas de la lengua, en la construcción

del corpus, porque, aunque es evidente que incluso en un mismo país se emplean regionalismos

y se habla de maneras diferentes, con veinte países de habla hispana estas diferencias pueden

ser más extensas. Para excluir la posibilidad de que los resultados de nuestro análisis se

distorsionen por las diferencias sintácticas en el uso del castellano de Latinoamérica o de

España, el corpus seleccionado para este estudio consta de una sola área de la lengua. Así, los

resultados se pueden usar como materia de contraste en otro estudio sobre las diferencias entre

26 Los resultados se han obtenido mediante dos búsquedas en la buscadora de la KB, www.kb.nl. Las reediciones fueron quitadas a mano. La lista de autores españoles se puede encontrar en el apéndice. 27 Repasando los datos, en general, se da la impresión de que a los autores latinoamericanos se traducen más pronto.Véase para un ejemplo de la traducción relativamente más pronta de los autores hispano-americanos los libros de Isabel Allende y de Gabriel García Márquez, que se traducen muchas veces en el mismo año de la publicación del original. Los datos se pueden comparar fácilmente con el buscador de la KB (véase arriba).

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la sintaxis española y latinoamericana. Por eso hemos decidido limitar el corpus a un solo

continente, el europeo, para evitar tales influencias diatópicas posibles.

Entonces, quedan dos preselecciones de 33 obras holandesas traducidas al castellano y 70

títulos españoles traducidos al holandés. Partiendo de estos números, hicimos dos selecciones

de 5 obras en cada lengua, una para el análisis, y otra para contrastar los resultados. Pero, con

todo eso, la selección de los textos todavía no se lleva a cabo totalmente al azar; si comparamos

la repartición de los autores, vemos que hay más autores masculinos que femeninos: las obras

españolas fueron escritas por 51 autores, entre ellos 36 son varones y 15 mujeres, y las obras

holandesas por 23 autores, de los que 16 son varones y 7 mujeres.

Para el corpus de análisis escogimos cinco obras de cinco autores españoles y cinco

holandeses. Para minimizar cualquier aparición de predisposición para la investigación y para

reducir la influencia de idiosincrasias por parte de los autores, cada autor aparece solamente

una vez entre las obras seleccionadas para el corpus. Como el número de autoras es más bajo

que el de los autores masculinos, opinamos que la selección del corpus también tiene que

reflejar esta diferencia y decidimos seleccionar para cada corpus textos de tres escritores y dos

escritoras. La edad de los escritores seleccionados es variada, por dos razones: primero es

imposible reunir un corpus que incluya exclusivamente textos recién publicados de autores de

la misma generación. Hay pocas publicaciones entre las que seleccionar y el grupo de

traductores es muy pequeño, por lo que no se puede garantizar que todas las obras

seleccionadas sean traducidas por diferentes personas (véase más abajo). Segundo, partiendo

de la presuposición de que entre las generaciones hay diferencias en el uso de la lengua,

seleccionar un corpus solamente de escritores de la misma edad significaría negar la variación

del uso de la lengua entre las generaciones y con eso limitar la validez de los resultados aún

más. Las mismas consideraciones valen para el origen de los autores: aparte del abarcamiento

que ya hemos realizado es imposible seleccionar solamente autores de la misma área

geográfica, tanto por la producción como por la representatividad del uso de la lengua con sus

diferencias regionales mínimas.

La inclusión de las traducciones en el corpus, introduce otro parámetro en el proceso de la

selección: el de los traductores. En las selecciones que hemos abarcado hasta ahora, la relación

entre los autores traducidos masculinos y femeninos es de 2:1 para ambas preselecciones, es

decir por cada dos escritores se traduce a una autora. Pero la división entre traductores y

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traductoras es más o menos al revés: en la traducción de las obras españolas al holandés

colaboran un total de treinta traductores, entre los que siete son varones y 19 mujeres, y en la

traducción del holandés al español colaboraban diez traductores, entre ellos cuatro varones y

seis mujeres. De estos datos podemos deducir que la relación entre los traductores y las

traductoras es de 1:3 y 1:2 respectivamente.

Otra consideración es la del estilo: si cada autor tiene su propio estilo, también lo tendrá el

traductor. Es difícil determinar si el traductor se atiene al estilo del autor o si usa un estilo

propio28. El fondo del problema es la interferencia: no hay modo de determinar si el traductor

(o, si se para uno a considerarlo, además el mismo autor) se encuentra bajo de la influencia de

otro autor. Cada estudiante del bachillerato recordará un ejemplo en el que un libro recién leído

influencia el estilo propio. Una investigación en esta materia seguramente es interesante, pero

no es el objeto de esta tesina. La materia se hace aún más compleja cuando se considera las

posibilidades de interferencias de otras lenguas etc. Por eso es menester hacer unas

simplificaciones; hemos decidido que las obras seleccionadas para el corpus deben ser

traducidos por diferentes traductores, y, para dar un reflejo de la relación entre los números de

traductores masculinos y femeninos, que el grupo de traductores debe consistir de por lo menos

por dos hombres y tres mujeres. De esta manera se limitan no sólo las influencias de

idiosincrasia de cada autor, sino también las del traductor. En cuanto a los aspectos de edad y

origen que hemos definido para los autores, para la mayoría de los traductores no ha sido

posible establecer ni su origen ni su edad.

Ahora, con cinco obras de cinco escritores para cada lengua, tenemos todavía un corpus bien

grande, que comprende varios centenares de páginas. El material seleccionado de cinco obras

constituye un corpus limitado, pero todavía es demasiado grande para conducir un análisis que

no consuma demasiado tiempo para un solo investigador. Por limitaciones de tiempo, hemos

decidido reducir aún más el tamaño del corpus; no usamos el libro entero de las cinco obras

seleccionadas, sino solamente un extracto de las primeras mil palabras. Un corpus tan pequeño

es relativamente fácil de componer, se evita la pérdida de tiempo en el proceso del

escaneamiento. Se hace posible una investigación preliminar en la que además se pueden variar

los textos que se analizan, lo que permite que varios investigadores se ocupen de las mismas

cuestiones y después se comunican en una colaboración. La cantidad de datos es fácil de

28 Un buen ejemplo de la investigación al estilo del traductor es el artículo de Mona Baker (1998) en Meta 43/4.

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manejar, y los resultados pueden indicar unas tendencias muy pronto. Además, en un corpus de

tamaño reducido es posible controlar los resultados, lo que es mucho más difícil de conseguir

con un corpus más amplio.

Resumimos que el mejor recurso para investigar las diferencias en la composición de oraciones

compuestas es un corpus de textos auténticos y sus traducciones. Una descripción del corpus

según todos los criterios propuestos en Atkins et al. (1992) y Laviosa (1997) sería excesiva

dentro del enfoque de este estudio. Por eso la descripción de los datos es limitada a los más

esenciales, los que también ofrecen una impresión más clara del corpus. El corpus que usamos

para el análisis consta de textos escritos por españoles de España y holandeses, del género

literario de la novela, publicados en forma de libro entre 1995 y 2005 tanto en la versión

original como en la traducción. El corpus que usamos consta de dos partes: una de textos

españoles originales y traducidos al holandés, y otra de textos holandeses originales y

traducidos al español, que servirá como corpus de control. Este corpus, que consta de un igual

número de fragmentos de igual tamaño escritos por autores holandeses y sus traducciones, lo

usamos para controlar los datos que obtengamos del análisis de la primera parte del corpus, los

textos españoles y sus traducciones, con ejemplos de la lengua original. Ambas partes tendrán

unos 10 mil palabras, acerca de mil palabras por cada obra seleccionada, con lo que el corpus

será de tamaño limitado, y por eso de validez limitada, pero permite una investigación acotada

y suficientemente específica, apta para obtener resultados.

La selección de los textos entonces no se lleva a cabo partiendo de la lista de los autores, sino

de la de los traductores. De esta manera, es posible contar con todos los criterios de selección

que hemos descrito más arriba y todavía integrar un poco del elemento de azar en la selección.

Los siguientes textos han sido seleccionados para el corpus:

I) El subcorpus de análisis:

1. Josefina Aldecoa (*1926): La fuerza del destino y De kracht van het lot, traducido por

Eugenie Schoolderman

2. Almudena Grandes (*1964): Atlas de la geografía humana y Atlas van de menselijke

geografie, traducido por Sophie Brinkman y Ester van Buuren

3. Antonio Muñoz Molina (*1956): Sefarad: una novela de novelas y Sefarad: het boek der

ballingen, traducido por Adri Boon y Erik Coenen

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4. Arturo Pérez Reverte (*1951): La piel del tambor y Het trommelvel, traducido por Jean

Schalekamp (*1926)

5. Álvaro Pombo (*1939): Entre mujeres y Onder vrouwen, traducido por Elly Bovée

II) El subcorpus de control:

1. Renate Dorrestein (*1954): Een hart van steen y Albúm de familia, traducido por Catalina

Ginard Ferón (*1956)

2. Karel Glastra van Loon (1962-2005): De passievrucht y Pasión, traducido por Marta

Arguilé Bernal (*1968)

3. Arnon Grunberg (*1971): Figuranten y Figurantes, traducido por Julio Grande Morales

4. Harry Mulisch (*1927): De procedure y El procedimiento, traducido por Isabel-Clara

Lorda Vidal (*1956)

5. Connie Palmen (*1955): I.M. e In Memoriam, traducido por Germán Patricio-Ansón

El corpus así seleccionado es bidireccional y, según los criterios y la descripción de Baker

(1995:230-235), se puede clasificar como una mezcla de los tres tipos de córpora que propone

esta autora: es tanto un corpus paralelo por la inclusión del original y de la traducción en un

mismo corpus, como un corpus comparable por su composición de textos originales y

traducidos, y un corpus multilingual porque hay dos subcórpora que constan de lenguas

diferentes (Baker 1995:230-235 y Olohan 2004:49s).

2.4 Resumen

En este capítulo hemos discutido el papel de la lingüística del corpus en la traductología. Antes

de la introducción del corpus en la traductología, el área de investigación todavía no estaba

bien abarcado. Con los progresos informáticos y la introducción del corpus, sin embargo, se

abrieron nuevas perspectivas: entre otras se facilitan la repetibilidad y la controlabilidad de un

corpus bajo investigación. A pesar de las nuevas perspectivas también hay desventajas, con

particularidad en el diseño de un corpus. Un ejemplo de esto es la selección de los textos, que

depende de su accesibilidad – no sólo por medio electrónico sino también por razones de

derechos de autor. La aportación de la lingüística del corpus a la traductología no obstante, es

imprescindible. El desarrollo técnico causa que la accesibilidad de materiales se cambie con su

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dispersión por Internet y los progresos en la programación de programas auxiliares, como de

alineamiento y de análisis sintáctico facilitan el conducimiento de un análisis.

La selección concreta del corpus que usamos en esta tesina depende en gran parte de

consideraciones acerca de la accesibilidad de los textos. De una pequeña investigación del

volumen de libros traducidos del holandés al español resulta que el área literaria es la más apta

de una investigación con respecto a materiales que se puede seleccionar. También resultan de

esta investigación unos criterios de selección con respecto a la geografía y el sexo de los

autores de los textos que escogimos para nuestro corpus. Otro criterio depende el traductor:

como no hay muchos traductores que colaboran en la traducción de las obras literarias es

esencial escoger textos que hayan sido traducidos por diferentes traductores. La reducción a

fragmentos que incluyen las primeras mil palabras de los textos elegidos es una consideración

económica. Siguiendo los varios criterios de selección, nuestro corpus consiste de dos partes,

una de análisis y otra de control.

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3 ANÁLISIS

3.1 Introducción En este capítulo nos ocupamos del análisis del corpus discutido en el capítulo anterior. El

análisis se fija en dos aspectos de la construcción de oraciones compuestas. El primer aspecto

es la longitud media de la oración, el segundo el número y tipo de las subordinadas en las

oraciones subordinadas de la oración. Aunque no es nuestro intento meternos en el asunto de

estilo para este análisis, es inevitable rociarlo; no hacerlo significaría negar los rasgos

idiosincrásicos de los autores. Sin embargo, cuando referimos al estilo, nos limitamos a los

aspectos generales y dejamos fuera de consideración los detalles. El estilo del autor literario,

que incluye no solo su uso individual de las palabras sino también su manera de construir

oraciones, es lo que le hace reconocible para sus lectores. Es por eso difícil, si no imposible,

dejarlo fuera de consideración en un corpus de textos literarios. No dejamos fuera al estilo

enteramente, sino que no nos fijamos en las características individuales de los autores.

Deseamos no fijarnos en el uso de las palabras individuales, sino en el uso sintáctico, aunque

ésta también tiene características muy individuales. Muchas de las investigaciones con uso de

córpora grandes se limitan a aspectos numerales de ciertas palabras, por varias razones, como

p.ej. la dependencia de programas de análisis automático o porque otros tipos de análisis

consumen demasiado tiempo.

Es por eso que el corpus que usamos es relativamente pequeño. Como ya hemos descrito más

arriba, el corpus que usamos se compone de dos partes: una de análisis y una de control. El

primer subcorpus, el de análisis, consta de cinco fragmentos de mil palabras cada uno de textos

literarios escritos por autores españoles y las traducciones de los textos al holandés. El segundo

subcorpus consta de un igual número de textos de igual tamaño, pero escritos por prosistas

holandeses, y sus traducciones al español. El análisis se conduce en primer lugar sobre el

corpus de análisis, los resultados del otro corpus se usan para poner en perspectiva los del

primer corpus. Las preguntas que investigamos en este capítulo ya se han explicado en el

planteamiento (véase capítulo 1.2).

En el primer subcapítulo (3.2) nos dedicamos a los aspectos de la longitud media de las

oraciones. Analizamos los resultados que podemos sacar del corpus con un programa de

análisis electrónico simple. Así queremos alcanzar un entendimiento global de las diferencias

en la longitud de la oración y comprobar nuestra presuposición de que las oraciones españolas

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son mucho más largas. Es imposible (especialmente después de lo que discutimos en 1.2.3) dar

una definición concreta de lo que es una oración larga. Pero también hemos visto que en un

pequeño corpus de textos periodísticos las oraciones españolas son dos veces más largas que

las holandeses. Ahora queremos investigar si esta diferencia se aplica también a los textos

literarios y si se reflejan en las traducciones al holandés. Esperamos que los resultados del

análisis muestran una clara superioridad de la media de palabras por oración para los textos en

castellano. Los resultados que presentamos son de carácter estadístico; para generarlas usamos

otra vez el programa de análisis Corpus Presenter Lite. Esperamos que los resultados muestran

que las oraciones españoles son mucho más largas que las holandesas.

En el segundo subcapítulo (3.3) damos los resultados de la parte gramatical del análisis.

Nuestro interés en este capítulo está en las oraciones compuestas, de las que queremos saber si

el español y el holandés se difieren en cuanto al uso de las oraciones subordinadas. Además de

las posibles construcciones de dos oraciones principales coordinadas o yuxtapuestas también

hay oraciones subordinadas de varias clases. Queremos hacer un primer paso a la clarificación

de la frecuencia con la que se usan ciertos tipos de subordinadas en las dos lenguas.

Recordamos que la meta de esta tesina no es dar una elaboración completa de las relaciones

entre las oraciones españolas y holandesas, sino indicar las tendencias para aclarar si se trata de

un área de investigación fructífera en que merece la pena indagar con córpora más grandes. En

3.4 hacemos una pequeña comparación de las oraciones más largas de ambos subcórpora.

3.2 Longitud de las oraciones El objetivo de este subcapítulo es dar una breve vista de conjunto de las proporciones de la

longitud media de las oraciones en los dos subcórpora usados en el análisis. Como los textos

originales solamente eran accesibles en forma imprimida29, fue necesario convertirlos a un

formato electrónico. Esta conversión fue llevada a cabo mediante un proceso de escaneamiento

de reconocimiento óptico de caracteres (OCR), que permite el procesamiento y la edición de

textos escaneados. Aunque el proceso de escanear no consumió mucho tiempo, lo hizo la

corrección de los textos después, cuando estaban en formato Word. El hecho de que no es el

escanear los textos que acapara mucho tiempo sino su corrección también lo comenta

M. Olohan (2004:50).

29 Con excepción de la versión holandesa de los fragmentos por Josefina Aldecoa y Alvaro Pombo, que también se publica en el sitio de la editorial holandesa, Menken Kasander & Wigman: http://www.xs4all.nl/~menken/alkrtxt.html y http://www.xs4all.nl/~menken/poontxt.html

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El proceso de escanear en formato OCR permite guardar los textos directamente en formato rtf.

Si no se han guardado los archivos en formato rtf, es necesario convertirlos para que el

programa de análisis pueda procesarlos. Los datos estadísticos los obtenemos mediante el

programa Corpus Presenter Lite de Raymond Hickey (Hickey: 2007).30 El programa es

transparente y fácil para el usuario y cuesta poco tiempo descubrir cómo usarlo. Las únicas

desventajas podrían ser que el programa requiere textos en formato rtf. Además, como se puede

ver en la ilustración 1, hay dos categorías que el investigador tiene que especificar él mismo:

los “Sentence delimiters” y los “Word delimiters”. Los “Sentence delimiters” determinan

cuántas oraciones el programa calcula. Hay que especificar precisamente los signos de

puntuación; si no se presta atención a la definición de los signos de puntuación, el programa

categoriza las palabras al lado de los signos como palabras diferentes.

Ilustración 1: Una ventana de Corpus Presenter Lite

30 El programa Corpus Presenter Lite se puede descargar gratis del sitio http://www.uni-due.de/CP/downloads.htm. Al comprar el manual se recibe la versión registrada Corpus Presenter que contiene más posibilidades y aplicaciones.

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El programa ofrece los siguientes datos de análisis: número de palabras, número de oraciones,

número medio de palabras por oración, número mínimo y máximo de palabras por oración,

número de caracteres por palabra y por oración, y el promedio, el máximo y el mínimo de

caracteres por palabra (ilustración 1). Con estos datos ya se consigue un entendimiento

preliminar de las relaciones entre los textos que se usan para la segunda fase del análisis.

El programa ya lo hemos usado en el capítulo 1 para determinar la diferencia entre el número

medio de palabras por oración en textos periodísticos españoles y holandeses. Después de una

revisión de los consejos de redacción en varios manuales y en Internet, hicimos un exámen de

un pequeño corpus de textos periodísticos para formarnos una perspectiva más clara de las

diferencias entre las dos lenguas con respecto al número medio de palabras por oración. El

análisis mostró una diferencia clara en la longitud media de las oraciones holandesas y

españolas: con un promedio superior de treinta palabras por oración, las oraciones españolas

promedian más del doble de las oraciones holandesas. El mismo procedimiento lo usamos

ahora para el análisis de los textos literarios que hemos reunidos en nuestro corpus de

investigación.

Los textos literarios compilados en los dos subcórpora fueron acortados de la misma manera

tanto en el original como en la versión traducida. Los textos se acortaron siempre después de

unas mil palabras, preferiblemente al final del párrafo o – cuando había párrafos muy largos –

después de la próxima oración. Así, cada de los cinco textos mide unas mil palabras, en

algunas ocasiones algo más. Los dos subcórpora tienen por eso un número de palabras algo

diferente en cada una de sus cuatro partes. Aparte de esto, también el número de oraciones y

palabras por oración varían. Esto se puede ver en el cuadro 2:

Corpus de análisis Corpus de control

Corpus español (ES-ES)

Corpus español traducido (ES-NL)

Corpus de control holandés (NL-NL)

Corpus de control holandés traducido (NL-ES)

No de palabras 5.692 6.118 5.596 5.958

No de oraciones 320 320 394 400

No medio de

palabras por oración 18 19 14 15

Longitud máxima 207 208 124 129 Longitud mínima 1 1 1 1

Cuadro 2: estadísticas generales

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Al comparar los números del cuadro 2, salta a la vista que el número de oraciones es igual en

ambas partes del subcorpus de análisis, pero que hay una minuciosa diferencia en el de control.

El número de oraciones en el corpus de control es de un 25% más alto que en el corpus de

análisis. Esta diferencia se refleja también en el número medio de palabras por oración que es

más alto en el corpus de análisis, igual que la longitud máxima de las oraciones. En cuanto a la

longitud mínima de las oraciones, merece la pena advertir que en cada una de las cuatro partes

consta de una sola palabra. Pero cuando dividimos los resultados de las cuatro partes del corpus

y examinamos las estadísticas de cada texto individualmente, hay diferencias más sútiles, como

veremos. Mientras que el número de oraciones es más o menos igual para todo el subcorpus,

hay diferencias en los números de oraciones para cada pareja de un texto original y su

traducción, con excepción del texto de Álvaro Pombo, que en ambas partes del subcorpus

consta de 58 oraciones (cuadros 3a y 3b). También se puede ver que la diferencia en el número

de oraciones entre cada una de las parejas no es muy alta, en seis de las diez parejas (Aldecoa,

Grandes, Muñoz Molina, Dorrestein, Glastra van Loon y Mulisch) hay una desigualdad de no

más de tres oraciones. De las otras parejas, para el corpus de análisis sólo el texto de Arturo

Pérez Reverte destaca con una diferencia de cuatro oraciones más en la traducción; las otras

dos parejas que difieren con respectivamente cinco y seis oraciones más en la versión traducida

son de escritores holandeses, de Arnon Grunberg y Connie Palmen respectivamente.

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39

Aldecoa_ES

Grandes_ES

Muñoz Molina_ES

Pérez Reverte_ES

Pombo_ES Aldecoa_NL

Grandes_NL

Muñoz Molina_NL

Pérez Reverte_NL

Pombo_NL

No de palabras 1,111 1,162 1,170 1,129 1,117 1.242 1.262 1.209 1.268 1.134

N

o de oraciones 119 53 20 70 58 116 54 18 74 58

No medio de palabras

por oración 9 22 58 16 19 11 23 67 17 20

Longitud máxima 32 109 207 52 93 33 122 208 55 101

Longitud mínima 1 1 2 1 1 2 1 7 1 2

Cuadro 3a: Corpus de análisis: datos estadísticos de los textos españoles y holandeses escritos por autores españoles

Dorrestein_NL

Glastra van Loon_NL

Grunberg_NL

Mulisch_NL

Palmen_NL

Dorrestein_ES

Glastra van Loon_ES

Grunberg_ES

Mulisch_ES

Palmen_ES

No de palabras 1.109 1.142 1.097 1.140 1.103 1.148 1.169 1.150 1.254 1.232

N

o de oraciones 82 98 71 67 76 80 96 76 66 82

No medio de palabras

por oración 14 12 15 17 15 14 12 15 19 15

Longitud máxima 40 45 124 53 89 39 53 129 53 72

Longitud mínima 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

Cuadro 3b: Corpus de control: datos estadísticos de los textos españoles y holandeses escritos por autores holandeses

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Salta a la vista que en ambos subcórpora no sólo hay textos cuyas traducciones contienen más

oraciones que el texto origen, sino también hay textos cuyas traducciones contienen menos

oraciones que el original. Además, se pueden observar las siguientes diferencias:

1. El fragmento con el número de oraciones más alto, de 119 y 116 oraciones en español y

holandés respectivamente, es el de Josefina Aldecoa, lo que se puede explicar también por su

estilo, véase también cap. 3.3. El número de oraciones más bajo lo vemos en Muñoz Molina,

con solamente 20 o 18 oraciones. En general, son más variados los números de oraciones de

los escritores españoles que los de los prosistas holandeses, que se agrupan todos alrededor de

unas 80 oraciones. Entre los escritores holandeses, el número de oraciones más bajo, de

67 oraciones, es de Harry Mulisch y, con 98 oraciones, el más alto el de Karel Glastra van

Loon.

2. La relación entre el número de oraciones y el promedio de palabras por oración se hace

más visible en un análisis diferenciado por autor. Si en el cuadro 2 solamente se puede ver que

hay una diferencia de casi un 25% entre el subcorpus de análisis y el de control, en los

cuadros 3a y 3b estas diferencias están más repartidas: el promedio de palabras por oración es

más homogéneo para el grupo de textos de autores holandeses y el para el grupo de escritores

españoles es más heterogéneo, con diferencias extensivas entre un promedio de nueve palabras

por oración (Aldecoa) y uno de 58 (Muñoz Molina). La relación es lógica: cuanto más alto el

número de oraciones, tanto más bajo el promedio de palabras por oración. Si extrapolamos los

resultados excluyendo los resultados de Muñoz Molina y Aldecoa, porque se desvían mucho de

los otros resultados, obtenemos un número medio de 19 palabras por oración, un resultado que

coincide con los números del cuadro 2. El bajo promedio de palabras por oración en el

fragmento de Aldecoa entonces hace bajar un poco el alto promedio de Muñoz Molina. En el

corpus de control, una extrapolación no cambia nada en cuanto al número medio de palabras,

porque en primer lugar no había diferencias tan extensivas; el promedio más alto es de Mulisch

con 17 palabras por oración y el más bajo es de Karel Glastra van Loon con 12 palabras. 3. Las oraciones más largas son de Muñoz Molina y Grandes entre los autores españoles

con 207 y 109 palabras respectivamente, y de Grunberg y Palmen entre los holandeses, con

124 y 89 palabras. Otra vez, el texto por Muñoz Molina destaca con la oración más larga; la

oración incluso es casi dos veces más larga que la más larga de Almudena Grandes. En este

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subcorpus, el resultado de la oración más larga coincide con el de los números medios de

palabras por oración más altos. Una curiosidad es el hecho de que en el subcorpus holandés el

número medio de palabras por oración más alto no pertenece a ninguno de los autores con las

oraciones más largas, sino a otro autor, Harry Mulisch.

4. Hay otro número que salta a la vista: mientras que en casi todos los textos la oración

más corta consta de una o dos palabras, en la versión traducida del fragmento escrito por

Muñoz Molina la oración más corta mide unas asombrosas siete palabras. Incluso en este punto

de comparación el texto de Muñoz Molina constituye un caso aparte.

En los resultados que se presentan en este subcapítulo vemos que las diferencias más

significativas se dan entre el corpus de análisis y el de control. Los números uniformes de tanto

el número de oraciones como el número de palabras por oración y su promedio en ambos

subcórpora indican que los escritores holandeses producen oraciones de menos palabras que

los prosistas españoles y que los traductores se han atenido a la estructura de las obras

originales. Si se procura explicar estos números, puede decirse que los traductores han

procurado hacer una traducción fiel en la que han intentado respetar el estilo de los autores

individuales.

Recordamos que, por el tamaño limitado, la validez de los resultados está limitada a este

corpus; no obstante, si ampliamos los cinco fragmentos hasta que tienen tres mil palabras cada

uno, se confirman los números. Los datos de los subcórpora ampliados los presentamos en el

cuadro 4. Ahí se puede ver también que en los subcórpora ampliados los números de la

longitud media siguen muy homogéneos, mientras que las diferencias entre los dos subcórpora

se explicitan: si se comparan los datos de los números de oraciones, se ve que el resultado para

el subcorpus de control es aún más alto que en el corpus de unas mil palabras por texto. Incluso

el número medio de palabras por oración en el corpus de análisis ampliado también es más alto

que en el corpus de análisis original, cuyos datos se dan en el cuadro 2. La tasa de diferencia

ahora no se limita a un 25%, sino que asciende a un 50% o más.

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42

Corpus de análisis ampliado Corpus de control ampliado

Corpus español (ES-ES) 3000

Corpus español traducido (ES-NL) 3000

Corpus holandés (NL-NL) 3000

Corpus holandés traducido (NL-ES) 3000

No de palabras 14.263 15.375 15.359 16.341

No de oraciones 699 714 1.074 1.096

No medio de palabras

por oración 20 22 14 15

Longitud máxima 207 208 124 129

Cuadro 4: Resultados de los subcórpora ampliados a 3000 palabras31

Pero, a pesar de estas tasas de diferencia todavía impresionantes, hay que seguir siendo crítico:

una diferencia media de cuatro palabras más en las oraciones españolas es una diferencia poco

espectacular si recordamos la diferencia enorme en el pequeño corpus de textos periodísticos

que mostraba un número de palabras por oración mucho más alto (véase cap. 1.2.3). Aunque

las oraciones son más largas, es una diferencia relativamente pequeña si consideramos las

veinte a veinticinco palabras de pormedio que estimamos a partir del planteamiento que

hicimos. El elevado número medio de palabras por oración elevado del corpus ampliado de

escritores españoles no obstante es muy interesante, porque se difiere de las presuposiciones

que hemos hecho. Cabe especular si el pormedio de palabras por oración aún aumenta o quizás

incluso baja si el corpus se amplía más; pero no creemos que esto sea el caso. El cambio de la

longitud media de las oraciones del subcorpus de escritores españoles invita a la realización de

otro análisis con córpora variados de tamaños variados.

Del análisis conducido en este párrafo podemos concluir que las oraciones españolas son más

largas que las holandesas, también en un corpus de textos literarios. El hecho de que las

oraciones españolas en el corpus literario son relativamente más cortas que en el corpus de

prueba con textos literarios se puede explicar con una tasa más alta de discurso directo en los

textos literarios, por lo que el programa Corpus Presenter Lite cuenta más oraciones de lo que

normalmente se haría. En este análisis también hemos podido ver que la longitud de las

oraciones se refleja en las traducciones. Según parece por los números en los cuadros 2 a 4, los

traductores se han atenido a la longitud de las oraciones.

31 Omitimos los números de la longitud mínima, que no se difieren en nada de los del cuadro 2.

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43

En el subcapítulo siguiente investigamos si hay diferencias en la construcción gramatical de las

oraciones, especialmente las compuestas.

3.3 Análisis de los constituyentes de la oración

3.3.1 Introducción En este estudio preliminar queremos indagar sobre el uso de los tipos de oraciones de la

oración compuesta española original y traducida, para determinar si hay diferencias que

justifiquen una investigación más profunda. Para obtener una idea más precisa de la manera en

que se construyen las oraciones llevamos a cabo un análisis de los constituyentes sintácticos en

forma de oración en nuestros dos subcórpora. El análisis de las subordinadas en las oraciones

compuestas en los subcórpora requiere un tertium comparationis con que determinar las

diferencias o semejanzas entre ellos. Elegimos la gramática para cumplir este papel porque es

un método para describir ambos idiomas en términos equivalentes.

La gramática, por muy abarcado y estructurado que esté su marco, se divide en varias

subdisciplinas. Entre ellas, la gramática estructural se centra en la descripción de las relaciones

entre los distintos componentes de la oración que se concentran alrededor del verbo, que

constituye el núcleo. Un aspecto que facilita el análisis sintáctico es la invariabilidad relativa

de los componentes que se usan; en ambos idiomas se indican las funciones gramaticales con

términos iguales, como p.ej. la función del sujeto o del complemento directo. De esta manera,

se puede describir fácilmente dos o más sistemas lingüísticos. La elección de la gramática

sintáctica para el análisis de los dos subcórpora llevó consigo la decisión de conducir el análisis

a mano: los programas de análisis sintáctico automáticos varias veces dan una visión de

conjunto muy detallada de las categorías sintácticas, pero hay ciertos aspectos que, en nuestra

opinión, no se indican de una manera suficientemente detallada. Un ejemplo es la

determinación del tipo de oración subordinada, cosa complicada que también acarrea

problemas en el caso de un análisis no automático.

En los siguientes subcapítulos primero damos una descripción de los problemas de análisis más

frecuentes (3.3.2), luego comparamos los números de las diferentes oraciones (3.3.3) del

corpus de análisis y en el último subcapítulo (3.3.4) comparamos las oraciones del corpus de

control.

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44

3.3.2 Los problemas de análisis más frecuentes

Como ya describimos en el párrafo anterior, el análisis gramatical es un método muy apto de

hacer comparaciones. Pero a veces ocurren diferencias en la interpretación de una oración y se

generan pequeños problemas. En el presente subcapítulo discutimos algunos problemas del

análisis sintáctico que hemos hecho para llevar a cabo la segunda parte del análisis.

Damos unos ejemplos de las similitudes entre el neerlandés y español, ya que no es nuestro

objeto, ni cabe en el enfoque de esta tesina, hacer una exposición exhaustiva sobre las

diferencias gramaticales entre ambas lenguas. El punto de partida para el análisis es la

congruencia en las relaciones entre los componentes gramaticales de la oración. Aunque en

español esta libertad es más alta, hay tanto en holandés como en español una relativa libertad

en la posición de los constituyentes sintácticos. Bajo determinadas condiciones se puede

anteponer a constituyentes que normalmente tendrían una posición más adelante en la oración

y posponer a constituyentes que tendrían una posición más atrás en la oración. Pero, si hay

similitudes, también hay diferencias. Algunas de estas diferencias nos han proporcionado

problemas de análisis en cuanto a la decisión de cómo categorizar ciertas oraciones o partes de

oraciones. Unos de estos problemas los discutimos en los párrafos siguientes.

1. En español es posible omitir el sujeto bajo determinadas condiciones. Cuando el sujeto se

expresa por un pronombre personal, es también posible omitirlo porque ya está incluido

morfológicamente en el verbo conjugado. En holandés, por razones de carácter intrínseco, no

es posible omitir el sujeto, salvo en predicados coordinados o yuxtapuestos cuando ya se lo ha

mencionado. En la práctica de nuestro análisis, esto significa elegir entre dos posibilidades:

¿contar como dos oraciones todas las oraciones que contienen un verbo y que no contienen un

sujeto explícito? O ¿no contarlas como oraciones independientes? Resolvimos el caso de una

manera poco convencional: hemos calificado de oraciones independientes todos los casos con

verbos que no llevan sujeto explícito, a condición de que no se trate de una oración compuesta

en que no se menciona el sujeto tampoco en otra parte de la oración compuesta. Así, el número

de sujetos varía ligeramente entre los dos idiomas, pero no de una manera significativa.

Además no distinguimos entre oraciones simples y compuestas. Llamamos oración principal

tanto las oraciones simples como las coordinadas.

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Un ejemplo de esta manera de contar oraciones principales se halla en el fragmento de Josefina

Aldecoa, p. 12 del texto original y p. 10 de la traducción:32

[[OP] Me [V] gusta [VI] tirar del hilo, [+] y [[OP] cuantas veces me [V+s] canso, me [V+s] agoto [+] y [V+s] abandono]. (La fuerza del destino, p. 12, corchetes míos)

y

[[HZ] [O] ik [WW] vind het leuk om aan de draad [WWI] te trekken]], [^] maar [[HZ] hoe vaak [KW] word [O] ik er niet [NWG] moe van], [[HZ] [KW] raak [O] ik [NWG] uitgeput] [+]

en [[HZ] [WW] stop [O] ik ermee]. (De Kracht van het Lot, p. 10, corchetes míos)

En la versión española he contado dos oraciones principales, mientras que en la oración

holandesa he contado cuatro, porque cada vez se repite el sujeto explícitamente.

2. Una oración que carece de un constituyente obligatorio, como el verbo conjugado o, en

oraciones holandesas, el sujeto la llamamos oración elíptica. En el corpus hay bastantes

ejemplos de oraciones elípticas. El primer ejemplo de proviene otra vez de La fuerza del

destino de Josefina Aldecoa. En estas dos oraciones elípticas falta el verbo.

Todo tranquilo, sí. Todo tranquilo. (La fuerza del destino, p. 11) y

Alles rustig, ja. Alles rustig. (De Kracht van het Lot, p. 9)

Pero en el siguiente ejemplo, de A. Pérez Reverte, la oración ha sido considerada elíptica

porque falta el complemento directo. Aunque en la lengua hablada estas oraciones constituyen

una respuesta aceptable, son incompletas gramaticalmente:

(OE) No sé. (La piel del tambor, p. 17) y

(EZ) ‘Geen idee.’ (Het trommelvel, p. 10)

3. En el párrafo anterior hemos explicado que clasificamos como oraciones elípticas todas las

oraciones que carecen de un verbo conjugado. Una excepción a esta clasificación la forman las

oraciones subordinadas que contienen un verboide, es decir una forma verbal no conjugada

como el infinitivo, gerundio o participio. En holandés este tipo de oraciones se llama “beknopte

bijzin”. Estas subordinadas nunca contienen sujeto. En español las tres formas son

relativamente frecuentes, mientras que en holandés la con infinitivo es la más frecuente. El

participio se usa mucho menos y la forma equivalente del gerundio apenas se usa. Las

oraciones con verboide las hemos clasificado siempre como oraciones subordinadas. 32 Para una explicación de las abreviaturas del análisis sintáctico de oraciones españolas véase el cuadro 5 y para las abreviaturas en los ejemplos holandeses véase el cuadro 6. En los ejemplos en los que no se habla de oraciones subordinadas hemos omitido las indicaciones de los diferentes tipos de subordinadas. Véase también el Apéndice 1

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4. Otro problema en el análisis sintáctico de tanto las oraciones españolas como las

holandesas es la ocurrencia de grupos de verbos. En la mayoría de los casos se trata de simples

perífrasis verbales en las que el primer verbo tiene una función auxiliar de tiempo o de

modalidad. En las oraciones españolas hemos categorizado las perífrasis verbales como un

conjunto de [PV] (verbo indicador de la perífrasis verbal) más [VI] (verbo en infinitivo), [VG]

(verbo en gerundio) o [VP] (verbo en participio). En las oraciones holandesas hemos indicado

los diferentes tipos de auxiliares. Pero también hay algunos casos más complicados entre ellos;

un ejemplo de estos problemas es el verbo ‘laten’ en A. Grandes, que hemos categorizado

como verbo auxiliar de causa ([HC]):

Al jaren verrast mijn gezicht me niet meer, zelfs niet als ik mijn haar [HT] heb [HC] laten [WWI] knippen. (Atlas van de menselijke geografie, p 9, corchetes míos)

En cuanto a los casos de grupos de verbos españoles siempre los categorizamos como

perífrasis verbales en la medida de lo posible. Un ejemplo de tal categorización proviene de

Aldecoa:

Se la tiro, corre tras ella, me la trae, la cojo y se la [PV+s] vuelvo a [VI] lanzar lejos. (La fuerza del destino, p. 13, corchetes míos)

La categorización de estos verbos como auxiliares o partes de una perífrasis hace que el grupo

de verbos se mantenga como tal y no se divida en otra oración subordinada. Pero hay unos

escasos casos en los que cabe hacer una excepción. Los verbos de percepción no se pueden

incluir en ninguna forma de perífrasis o categorizarlas como auxiliares. Lo demostramos con

otro ejemplo de Aldecoa:

Me produce una exaltación especial [1[OSSS] [VI] sentir el roce de lo vivido entre los dedos]. (La fuerza del destino, p. 12, corchetes míos)

Het geeft me een speciaal gevoel van opwinding [1[BOZ] om mijn eigen belevenissen tussen mijn vingers door [WWI] te voelen [2[BLVZ] [WWI] glijden]]. (De Kracht van het Lot, p. 10, corchetes míos)

En este ejemplo, se ve que en la oración española no hay otro verbo que el de percepción, por

lo que no hace falta añadir otra oración subordinada.

5. Aparte de estos problemas de análisis también hemos tenido que solucionar algunos

problemas en torno a la puntuación. El primer problema es el de los diálogos, que abundan en

obras literarias. El análisis de los diálogos que se recogen en el corpus ha sido un reto

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interesante. Después de deliberar la cuestión, decidimos incluir una oración del diálogo en una

oración compuesta cuando ésta lo permite, es decir cuando en la oración principal próxima hay

una palabra de percepción o comunicación, como “decir”. Si el texto del diálogo consta de más

de una oración, clasificamos la oración que depende del verbo de comunicación como

subordinada. Pero si una oración del diálogo no depende de un verbo de comunicación, la

clasificamos como oración principal. Un ejemplo de esto son las siguientes oraciones de La

piel del Tambor, de A. Pérez Reverte:

[[OSSCD] No [V+s] conseguiremos gran cosa ] [OP] [V] opinó [S] Cooey al cabo de unos instantes]. [[OP] [S] Vísperas [VAT] ha [V] disfrazado su punto de entrada en el sistema [VG] saltando por diversas redes telefónicas]]. (La piel del Tambor, p. 11, corchetes míos)

y

‘[[1[LVZ] Veel [HT] zullen [O] we er niet mee [WW] bereiken],' [HZ] [WW] meende [O] Cooey na enkele ogenblikken]. [[HZ] [O] Vespers [HT] heeft zijn punt van toegang tot het systeem [DW] gemaskeerd [1[BBWBZw] door over verscheidene telefoonnetten heen [WWI] te springen]]. (Het

Trommelvel, p. 12, corchetes míos)

El segundo problema lo formaban los dos puntos. Cuando éste pertenece a un diálogo, no hay

problema, pero si se encuentra en una oración, es difícil determinar qué función empeña el

constituyente que sigue a los dos puntos. Hemos procurado seguir el hilo lógico de las

oraciones, y resulta que casi ninguna de las partes de una oración después de los dos puntos es

igual. Tenemos dos ejemplos de este problema; el primero es de Pérez Reverte, en el que

hemos categorizado el constituyente que sigue a los dos puntos como aposición:

Otros intentos serios de infiltrar virus o programas asesinos habían sido abortados en su inicio: un joven mormón de Salt Lake City, una sociedad islámica integrista con sede en Estambul, un cura loco, enemigo del celibato, que utilizaba por las noches el ordenador del manicomio. (La piel del tambor, p. 14s)

El otro ejemplo proviene de Pombo, y en este caso decidimos categorizar la parte que sigue a

los dos puntos como una oración subordinada adverbial:

Pero el estilo no faltaba nunca: [1[OSCCm] como si tuviese tía Lucía un imán en la yema misma de los cinco dedos de la mano izquierda, con su contrapartida proporcional de acero o de metal en la cuchara, en el plato y en la taza, que permitía un gran desequilibrio en el interior del elegantísimo equilibrio de tía Lucía, su voz y sus modales]. (Entre mujeres, p. 8s, corchetes míos)

El tercer problema es la paréntesis. Hay un ejemplo muy ilustrativo en el texto de Almudena

Grandes en el que la información del paréntesis forma una oración principal dentro de otra

oración:

[[OP] habría jurado que el único motivo de aquella primera reunión consistiría en quitarse importancia por turnos tras escuchar un discurso más que insinuado — [[OP] sois estupendas, chicas], [[OP] no puedo imaginar qué habría sido de mí sin vosotras] — y por eso ni siquiera me

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propuse interpretar la fúnebre mirada que me dirigió Ana, la editora gráfica, un segundo antes de que Fran disparara sin anunciarse]. (Atlas de la geografía humana, p. 15, corchetes míos)

Como se puede ver, hemos analizado tres oraciones principales, y consideramos las oraciones

principales dentro de la paréntesis como oraciones apartes.

3.3.3 Los números de oraciones en el corpus de análisis

Cuando alineamos las oraciones del subcorpus de análisis, que consta de cinco fragmentos de

mil palabras cada uno escritos por cinco autores españoles y sus traducciones, llegamos a un

número de 628 oraciones. Este número se difiere del número de 640 oraciones que resultaron

del análisis automático (cap. 3.2). Una razón para esta diferencia es la definición de una

oración, que no es la misma para el programa Corpus Presenter Lite y para nuestro propio

análisis. Como ya hemos explicado en 3.2, hay que especificar para el programa de análisis

electrónico cada tipo de delimitador de oración. En el caso de nuestro análisis, estos

delimitadores son el punto, y los signos de interrogación y exclamación. Como consecuencia,

el programa calcula cada manifestación de tal signo como fin de una oración, incluso cuando

para nuestro análisis no es el fin de una oración. Un ejemplo de estas diferencias entre las

oraciones que hemos nosotros categorizado es el siguiente de Grandes:

¿[[OSSCD] Qué dices]? [OP] [V+s] pregunté, sin acabar de decidirme entre la perplejidad y esa blanda placidez con la que se acogen las bromas tontas]. (Atlas de la geografía humana, p. 15, corchetes míos)

En este caso, el programa contó dos oraciones, mientras que en nuestro análisis la parte antes

del signo de interrogación la hemos clasificado como una oración subordinada sustantiva de

complemento directo. Hay más divergencias entre las dos maneras de analizar, y se podría

enumerar un sinnúmero de ejemplos de estas diferencias.

Pero volvamos a los números de oraciones en el subcorpus de análisis. En nuestro análisis

aparecen 628 oraciones. De este número descontamos primero las oraciones incompletas o

elípticas, que en este subcorpus ascienden a un total de 89 oraciones, de las que 49 son de la

parte española del corpus de análisis y 40 de la parte holandesa. Queda un total de 539

oraciones. Entre éstas hay un número bastante grande de oraciones principales yuxtapuestas

por lo que el número total es 319 oraciones principales españolas y 339 holandesas. Si

añadimos las oraciones principales, el número total de oraciones principales es más alto que el

de las unidades alineadas. Además, hay una diferencia clara entre el holandés con 339

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oraciones y el español con 319 oraciones. Al preguntarnos de dónde viene esta diferencia, vale

la pena observar que en la versión española el número de oraciones elípticas es más alto; hay

casi diez oraciones elípticas más en esta versión española. La razón de esta diferencia está en el

hecho de que en algunas ocasiones una oración elíptica española se ha traducido completándola

a una oración independiente. Esta técnica ocurre, por ejemplo, dos veces en el texto de Josefina

Aldecoa, con las siguientes oraciones “Demasiado tarde” (La fuerza del destino, p. 11) y “Así

la propia vida” (ibíd., p. 12), que en ambos casos se traducen al holandés con una oración

principal completa: “Het was te laat” (De kracht van het lot, p. 9) y “Zo gaat het ook met het

leven zelf” (ibíd., p. 10).33

El siguiente cuadro muestra la distribución de los tipos de oraciones usados en el corpus.

TIPO DE ORACIÓN34

VERSIÓN

ESPAÑOLA

VERSIÓN

HOLANDESA

ORACIÓN ELÍPTICA (OE) 49 40

ORACIÓN PRINCIPAL [OP] 319 339

ORACIÓN SUBORDINADA SUSTANTIVA DE

SUJETO [OSSS] 19 13

ORACIÓN SUBORD. SUST. DE ATRIBUTO [OSSA] 6 5

ORACIÓN SUBORD. SUST. DE COMP. DIRECTO

[OSSCD] 73 70

ORACIÓN SUBORD. SUST. DE COMP. INDIRECTO

[OSSCI] 0 0

ORACIÓN SUBORD. SUST. DE COMP. DE RÉGIMEN

[OSSCR] 24 39

ORACIÓN SUBORD. SUST. DE COMP. DE NOMBRE

[OSSCN] 33 36

ORACIÓN SUBORD. SUST. DE COMP. DE ADJETIVO

[OSSCADJ] 5 -

33 En el corpus de análisis hay solo un ejemplo de una oración principal española que se traduce con una oración elíptica en holandés, en el texto de Pérez Reverte, La piel del tambor, p. 16: “No lo sé” y p. 9 en la traducción: “Weet ik niet”. En el corpus de control hay dos ejemplos para la traducción del español al holandés y dos para el holandés al español. 34 Detrás de los tipos de oraciones damos las abreviaturas que hemos usado para categorizar las oraciones españolas.

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50

ORACIÓN SUBORD. SUST. DE COMP. DE

ADVERBIO [OSSCADV] 4 -

ORACIÓN SUBORD. RELATIVA [OSR] 103 106

ORACIÓN SUBORD. ADVERBIAL DE COMP.

CIRCUNSTANCIAL [OSCC] 132 131

Cuadro 5: Números y tipos de oraciones en el corpus de análisis

Entre los resultados recogidos aquí salta a la vista que, aunque el número de oraciones

principales sea más bajo en la versión española, el número total de las oraciones subordinadas

con 399 en la versión española frente a 400 en sus traducciones holandesas es casi igual. Llama

la atención el número relativamente alto de las oraciones subordinadas sustantivas de

complemento de régimen en la parte traducida al holandés y el número bajo de oraciones

subordinadas sustantivas de sujeto. También vemos en la parte española un número más alto de

un grupo de oraciones sustantivas subordinadas de complemento de nombre, adjetivo y

adverbio, un grupo de los que los últimos dos tipos no se categorizan separadamente en la

sintaxis holandesa.

3.3.4 Los números de oraciones en el corpus de control

Del cuadro 5 en el párrafo anterior pudimos concluir que en la traducción no se cambia mucho

con relación a la frecuencia de los tipos de oraciones subordinadas. En este párrafo

comparamos los números del corpus de análisis con los números del corpus de control para ver

si hay diferencias interesantes.

Tipo de oración35 Versión

holandesa

Versión

española

Oración elíptica (EZ) 36 37

Oración principal [HZ] 424 412

Oración subordinada sustantiva de sujeto [OZ] 12 15

Oración subord. sust. de atributo [NWGZ] 6 10

Oración subord. sust. de complemento directo 111 130

35 Detrás de los tipos de oraciones damos las abreviaturas que hemos usado para categorizar las oraciones holandesas.

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[LVZ]

Oración subord. sust. de comp. indirecto [MVZ] 0 0

Oración subord. sust. de comp. de régimen

[VZVZ] 18 8

Oración subord. sust. de comp. de nombre

[BVBZ] 12 26

Oración subord. sust. de comp. de adjetivo - 2

Oración subord. sust. de comp. de adverbio - 0

Oración subord. relativa [BBZ] 44 76

Oración subord. adverbial de comp.

circunstancial [BWBZ] 90 130

Cuadro 6: Números y tipos de oraciones en el corpus de control

Si comparamos los números del corpus de control salta a la vista que el número de oraciones

principales otra vez es diferente, pero que también en este corpus no hay una diferencia

significativa entre ambas versiones. Los resultados del análisis cuantitativo de las oraciones

subordinadas no obstante llama la atención: el total de oraciones subordinadas en la versión

original holandesa es mucho más bajo que el de las oraciones subordinadas en su traducción

española. Se pueden ver discrepancias en los siguientes tipos de oraciones:

• el número de oraciones subordinadas de relativo casi se ha doblado;

• el número de oraciones subordinadas de complemento directo y de complemento de nombre

también es más alto y

• la misma situación se da con respecto a las subordinadas adverbiales de complemento

circunstancial.

Sólo para un tipo de oración subordinada el número de ocurrencias es más alto en la parte

holandesa que en la española: el número de oraciones subordinadas sustantivas de

complemento de régimen ha diminuido con más de la mitad.

El resultado es sorprendente, especialmente si recordamos que no había diferencias tan grandes

entre las oraciones subordinadas del corpus de análisis. Cuando comparamos los resultados de

este análisis con los del párrafo anterior (3.3.3), salta a la vista que el número de oraciones

subordinadas sustantivas de complemento directo es más alto en el corpus de control.

Especulando, podríamos decir que esto depende de una tasa más alta de discurso directo, pero

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todavía hay que confirmarlo. Los números más bajos para las oraciones subordinadas

sustantivas de complemento de régimen y de complemento de nombre también saltan a la vista,

junto con el número de subordinadas adjetivas que es más bajo en el corpus de control.36

3.4 Las oraciones más largas Dedicamos este subcapítulo a la discusión de las dos oraciones más largas de ambos

subcórpora y sus traducciones. Con esta comparación proponemos conseguir dos cosas:

primero queremos saber cuáles son las diferencias en la construcción de estas oraciones y

segundo queremos dar un primer paso hacia el análisis de la repartición de las subordinadas por

diferentes niveles. Empecemos con la oración más larga, que aparece en el fragmento escrito

por Antonio Muñoz Molina. La oración de 207 palabras es la última del fragmento del escritor

en nuestro corpus. Es la siguiente:

Quién no recuerda aquellos viajes eternos en el exprés de medianoche, en los vagones de segunda que nos trajeron por primera vez a Madrid, y que nos dejaban deshechos por la fatiga y la falta de sueño en los ingratos amaneceres de la estación de Atocha, la antigua, que nuestros hijos no llegaron a conocer, aunque alguno de ellos, muy pequeño, o todavía en el vientre de su madre, pasó noches rigurosas en aquellos trenes, que nos llevaban hacia el sur en las vacaciones tan anheladas de Navidad, en los días tan breves y tan valiosos de la Semana Santa o de nuestra rara feria tardía, que cae a finales de septiembre, cuando los hombres de la generación de nuestros padres recogían las uvas, las granadas y los higos más sabrosos, y se permitían el lujo de ir a las dos corridas de la feria, la del día de San Miguel, que la inauguraba, y la del de San Francisco, que era el día más esplendoroso, el día grande, como decían nuestros padres, pero también el más triste, porque era el último, y porque muchas veces la lluvia otoñal deslucía la corrida y obligaba a que permanecieran luctuosamente cubiertos por lonas empapadas los pocos carruseles de entonces. (Muñoz Molina, Sefarad, p. 14s)

La oración se compone de una oración principal (“Quién…segunda”), y dos subordinadas de

primer grado de las que depende una subordinada de segundo grado, etc. La oración principal

da cabeza a un conjunto de catorce oraciones subordinadas, repartidas en diez niveles de

subordinación. Entre estas catorce subordinadas, se coordinan dos oraciones subordinadas

relativas en los niveles uno y ocho, y tres oraciones subordinadas adverbiales en el nivel nueve:

[[OP] [S] Quién no [V] recuerda aquellos viajes eternos en el expres de medianoche, en los vagones de segunda [1[OSR] que nos [V] trajeron por primera vez a Madrid], [+] y [1[OSR] que nos dejaban deshechos por la fatiga y la falta de sueño en los ingratos amaneceres de la estación de Atocha, la antigua, [2[OSR] que [S] nuestros hijos no [PV] llegaron a [VI] conocer, [3[OSCCconc] aunque [S] alguno de ellos, muy pequeño, o todavía en el vientre de su madre, [V] pasó noches rigurosas en aquellos trenes, [4[OSR] que nos [V] llevaban hacia el sur en las vacaciones tan anheladas de Navidad, en los días tan breves y tan valiosos de la Semana Santa o de nuestra rara 36 El análisis de los números de las oraciones en los dos subcórpora es meramente el primer paso. Hay un gran número de aspectos que se pueden investigar a partir de los análisis, como p.ej. la repartición de oraciones principales y subordinadas por oración, las diferencias en el uso o la estructura de las oraciones principales, o, más en el nivel de la palabra, el uso de los diferentes tipos de verbos etc…

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feria tardía, [5[OSR] que [V] cae a finales de septiembre, [6[OSCCt] cuando [S] los hombres de la generación de nuestros padres [V] recogían las uvas, las granadas y los higos más sabrosos, [+] y se [V] permitían el lujo [7[OSSCN] de [VI] ir a las dos corridas de la feria, la del día de San Miguel, [8[OSR] que la [V] inauguraba], [+] y la del de San Francisco, [8[OSR] que [VC] era [A] el día más esplendoroso, el día grande, [9[OSCCm] como [V] decían [S] nuestros padres], [^] pero también [A] el más triste, [9[OSCCc] porque [VC+s] era [A] el último], [+] y [9[OSCCc] porque muchas veces [S] la lluvia otoñal [V] deslucía la corrida [+] y [V] obligaba [10[OSSCR] a que [VC] permanecieran [A] luctuosamente cubiertos por lonas empapadas [S] los pocos carruseles de entonces.]]]]]]]]]] (Muñoz Molina, Sefarad, p. 14s, corchetes míos)37

La interpretación de los niveles de subordinadas en la versión holandesa de la misma oración

es más complicada por los dos puntos que se han integrado en el texto (después de “gehouden”,

véase abajo). Si interpretamos el primer constituyente después “dat van Sint-Michael” como

aposición, seguimos añadiendo oraciones subordinadas. Según nuestro análisis, la versión

holandesa consta también de una oración principal, pero la oración tiene dos subordinadas más

y un número de niveles igual a la española. Se repite la coordinación de las dos oraciones

relativas en el primer nivel y en el nivel ocho, pero hay una coordinación de dos subordinadas

adverbiales en el cuarto nivel y una de dos oraciones relativas en el niveles cinco. También se

puede ver que una de las tres oraciones subordinadas adverbiales del nivel nueve del original

español aparece en la traducción holandesa el nivel ocho. La oración subordinada de

complemento de régimen del último nivel de la versión española se convierte en una

subordinada de complemento de nombre.

[[HZ] [O] Wie [WW] herinnert zich niet die eindeloze reizen per nachttrein in een tweedeklascoupé, [1[BBZ] die ons voor het eerst naar Madrid [WW] brachten], [+] en [1[BBZ] die ons uitgeput van het slaapgebrek en de vermoeienissen van de reis onbarmhartig vroeg [WW] achterlieten in het oude station Atocha, [2[BBZ] dat [O] onze kinderen nooit [HT] zouden [WW] kennen], [3[BWBZconc] hoewel [O] een enkele onder hen, [4[BWBZt] toen [O] hij [NWG] heel klein [KW] was [/] of nog in de moederbuik [WW] zat], helse nachten [DW] doorgebracht [HT] heeft in dergelijke treinen [4[BWBZt] wanneer [O] die ons [WWI] terugvoerden naar het zuiden in de kerstvakantie [5[BBZ] waar [O] we zo lang naar [HT] hadden [DW] uitgekeken], in de weinige maar heerlijke vrije dagen van de paasweek of tijdens ons stadsfeest, [5[BBZ] dat erg laat in het seizoen [WW] viel, eind september, [6[BWBZt] wanneer [O] de mannen van de generatie van onze ouders de heerlijkste druiven, granaatappels en vijgen [HA] aan het plukken [WW] waren [+] en zich de luxe [WW] veroorloofden [7[BBVBZ] beide stierengevechten [WW] bij te wonen [8[BBZ] die tijdens het feest [HL] werden [DW] gehouden]: [O] dat van Sint-Michael, [8[BBZ] waarmee [O] de feestelijkheden van start [WWu] gingen], [+] en [O] dat van Sint-Franciscus, op de mooiste dag, de grote dag, [8[BWBZw] zoals [O] onze ouders [WW] zeiden], [^] maar ook de droevigste, [9[BWBZc] omdat [LO] het [NWG] de laatste dag [KW] was] [+] en [9[BWBZc] omdat door de najaarsregen [O] de corrida maar al te vaak in het water [WW] viel [+] en [O] de destijds zeldzame draaimolens, [10[BBVBZ] afgedekt met een

doorweekt zeildoek], een treurniswekkende aanblik [WW] boden]]]]]]]]]]. (Muñoz Molina, Sefarad, p. 11s, corchetes míos)

37 Como ya hemos indicado, se da el significado de las abreviaturas en los cuadros 5 y 6 y en el Apéndice 1.

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La oración más larga del corpus de control se halla en el fragmento de Arnon Grunberg:

Ik heb ook over mezelf nagedacht als kantoorklerk die het hogerop zou gaan brengen, als filmster, als uitgever, als wijnboer die zijn eigen wijn opdrinkt, als aandelenhandelaar, als hoer, als komiek, als filmregisseur, getrouwd met een twintig jaar jongere actrice, als oplichter, als schrijver, als Don Juan, als zelfmoordkandidaat, als brillenjood, als minnaar van Frederika Steinman, als wereldkampioen tafelvoetballen, als vriend van Broccoli, als secretaris van de Vereniging voor Genieën, als geheim lid van operatie-Brando, als minnaar van Elvira Lopez, als het lentebriesje van Elvira Lopez, als wandelende, sprekende en zingende creditcard van Elvira Lopez, als masseur van Elvira Lopez, met twee linkerhanden, als vader van de kinderen van Elvira Lopez – en toen, in de winter van 1995, voor het eerst dus als geldwolf. (Arnon Grunberg: Figuranten, p. 9)

La versión holandesa tiene 124 palabras, y la versión traducida 129. Frente a las 207 palabras

de la oración más larga del corpus de análisis, esta oración es mucho más corta. Pero también

es menos variada sintácticamente. La oración, cuya análisis se presenta abajo, consta de una

enumeración de 24 complementos circunstanciales de los que se especifican dos mediante una

oración subordinada relativa. También hay un tipo de cláusula absoluta (“getrouwd met een

twintig jaar jongere actrice”), que se podría interpretar como una oración complemento de

nombre con verboide, pero hemos decidido no interpretarlo como tal.

[[HZ] [O] Ik [HT] heb ook over mezelf [DW] nagedacht als kantoorklerk [1[BBZ] die het hogerop [HT] zou [HAI] gaan [WWI] brengen], als filmster, als uitgever, als wijnboer [1[BBZ] die zijn eigen wijn [WW] opdrinkt], als aandelenhandelaar, als hoer, als komiek, als filmregisseur, getrouwd met een twintig jaar jongere actrice, als oplichter, als schrijver, als Don Juan, als zelfmoordkandidaat, als brillenjood, als minnaar van Frederika Steinman, als wereldkampioen tafelvoetballen, als vriend van Broccoli, als secretaris van de Vereniging voor Genieën, als geheim lid van operatie-Brando, als minnaar van Elvira Lopez, als het lentebriesje van Elvira Lopez, als wandelende, sprekende en zingende creditcard van Elvira Lopez, als masseur van Elvira Lopez, met twee linkerhanden, als vader van de kinderen van Elvira Lopez – en toen, in de winter van 1995, voor het eerst dus als geldwolf]. (Arnon Grunberg: Figuranten, p. 9, corchetes míos)

La versión española de la misma oración no difiere de la holandesa en cuanto a los

constituyentes. Suponemos que esto es así porque no hay muchas oraciones subordinadas que

manejar y que por eso no se dificulta manejar la distribución de la información dentro de las

oraciones.

[[OP] También [V+s] he [VP] reflexionado sobre mi mismo como escribiente [1[OSR] que [V] llegaría muy alto], como estrella de cine, como editor, como viticultor [1[OSR] que [V] se bebe su propio vino], como corredor de Bolsa, como puta, como cómico, como director de cine [1[OSSCN] [VP] casado con una actriz veinte años menor], como estafador, como escritor, como donjuán, como candidato al suicidio, como judío con gafas, como amante de Frederika Steinman, como campeón del mundo de futbolín, como amigo de Broccoli, como secretario de la Asociación de Genios, como miembro secreto de la operación Brando, como amante de Elvira López, como la brisilla primaveral

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de Elvira López, como la tarjeta de crédito ambulante, parlante y cantante de Elvira López, como masajista de Elvira López con dos manos izquierdas, como padre de los hijos de Elvira López... y luego, en el invierno de 1995, por primera vez, al fin como avaro]. (Arnon Grunberg: Figurantes, p. 11, corchetes míos)

Los dos ejemplos discutidos en este subcapítulo muestran que las oraciones muy largas pueden

ser sintácticamente muy complicadas, pero que eso no siempre es el caso. También podemos

ver que las oraciones más largas no se han cortado en el proceso de traducción.

3.5 Resumen

En este capítulo hemos llevado a cabo dos tipos de análisis. Con el primer tipo de análisis

hemos investigado las diferencias en los números de palabras por oración. Del análisis resultó

que el promedio de palabras por oración es más bajo de lo que esperamos en las oraciones

españolas, pero todavía es más alto que el número medio de las oraciones holandesas. Además,

el número medio de palabras por oración más alto de las oraciones españolas se refleja en su

traducción al holandés, lo que sugiere que no se compensa. En el segundo análisis de los

constituyentes de las oraciones hemos descubierto que en las oraciones holandesas se usan

menos oraciones subordinadas. Esta diferencia se hizo muy clara en relación con las oraciones

subordinadas relativas, que tienen una ocurrencia más baja en la parte de textos originales

holandesas del corpus de control, pero que incluso en la versión traducida de los textos

holandeses era más bajo que en el corpus de análisis. Por fin hemos comparado las dos

oraciones más largas de ambos subcórpora, para ver si hay particularidades, en especial en

relación con el número de subordinadas y los niveles en los que se reparten. De este análisis,

sin embargo, no resultó que haya diferencias llamativas.

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4 CONCLUSIÓN

En esta tesina hemos dado un primer paso en la investigación de diferencias en la longitud de

oraciones españolas y holandesas. En la formulación de nuestro planteamiento partimos de de

las concepciones del estudiante que aprende el español como lengua extranjera. Hemos

investigado dos de estas concepciones, a saber la que afirma que las oraciones españolas son

más largas que las holandesas y la que supone que las oraciones españolas se construyen de

una manera diferente de las holandesas. Formulamos en el planteamiento dos preguntas

principales con unas preguntas parciales sobre la materia de la que queríamos obtener un

entendimiento más profundo: ¿las oraciones españolas son más largas? y ¿también son más

largas las oraciones en los textos literarios? y, ¿estas diferencias se reflejan en la traducción?

Para formarnos una idea más concreta de la situación primero echamos un vistazo a los

diferentes manuales que hay sobre esta materia, y descubrimos que no hay datos precisos sobre

unas diferencias de longitud de las oraciones. En una prueba empírica con un pequeño corpus

de textos periodísticos hemos descubierto que la longitud media de las oraciones españolas es

casi dos veces más alta que la de las oraciones holandesas.

En el capítulo siguiente discutimos el papel de la lingüística del corpus en el desarrollo de la

traductología como marco científico establecido. En los treinta años que la lingüística del

corpus influencia la traductología el campo se ha cambiado considerablemente: los resultados

de investigaciones y de análisis ahora son comparables y más representativos que antes. Los

desarrollos en áreas afines como la informática facilitan considerablemente los métodos de

análisis y la generación de resultados. También discutimos el proceso de la selección del

corpus que usamos en el análisis. En esta selección partimos del número de traducciones al

español de obras holandesas publicadas entre 1995 y 2005. Después de algunas

consideraciones que resultaron en la exclusión de ciertas obras, seleccionamos diez textos

literarios y sus traducciones para construir dos pequeños córpora: uno de cinco escritores

españoles para el corpus de análisis y otro de cinco escritores holandeses para el de control.

En el análisis descubrimos que la longitud media las oraciones españolas en textos literarios no

es mucho más larga que la de las holandesas, aunque hay una diferencia notable. En cambio, en

los textos traducidos la longitud media de las oraciones refleja la de la versión original. Esta

igualdad en la longitud permite la conclusión de que los traductores procuran antenerse a la

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longitud de las oraciones originales. Además resultó de los datos del análisis que hay

diferencias entre los constituyentes de las oraciones compuestas, especialmente entre los dos

subcórpora: mientras que en el corpus de análisis los números de las oraciones subordinadas

para la parte española no se diferencian mucho de las de la parte holandesa, en el corpus de

control hemos constatado que existe una diferencia considerable entre las dos versiones del

texto. En el corpus de control, el número de los diferentes tipos de oraciones subordinadas en

la traducción al español es, con casi 400 subordinadas, más alto que en los textos originales

holandeses, con casi 300 subordinadas.

Los resultados del análisis son interesantes, tanto en lo que respecta a la longitud media de las

oraciones como en lo que atañe a las oraciones subordinadas. Por este motivo opinamos que

merece la pena seguir investigando estos aspectos de la lengua escrita.

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38 Todos los sitios web se visitaron varias veces entre los meses de mayo y agosto de 2007.

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Bibliografía del corpus de textos periódicos39

Periódicos holandeses

Het Financieele Dagblad: http://www.fd.nl/Home.asp “Bos wil openheid over bonussen bij overname” (autor desconocido): http://www.fd.nl/ShowKrantArtikel.asp?KrantArtikelId=582817 “Einzelgängers niet gewenst”(Jong, Y. de): http://www.fd.nl/ShowKrantArtikel.asp?KrantArtikelId=582722 Het Parool: www.parool.nl “De rij voor Jos Brink blijft maar groeien” (autor desconocido): http://www.ps.nl/nieuws/2007/AUG/23/p1.html “Texas: 400ste doodstraf” (autor desconocido): http://www.parool.nl/nieuws/2007/AUG/23/buit1.html “Splitsing aap en mens mogelijk veel eerder” (autor desconocido) (22-08-2007): http://www.parool.nl/nieuws/2007/AUG/22/buit4.html “Weer Chinees speelgoed uit de handel” (autor desconocido): http://www.parool.nl/nieuws/2007/AUG/23/o4.html “Dean nog maar tropische storm” (autor desconocido): http://www.parool.nl/nieuws/2007/AUG/23/o3.html Nederlands Dagblad: www.nd.nl “CU: kruisigingen Irak beter onderzoeken” (autor desconocido): http://www.nd.nl/Document.aspx?document=nd_artikel&id=98407

39 Todos los artículos recogidos en el corpus de textos periódicos fueron publicados en las ediciones web del 23 agosto 2007, con excepción de dos textos, que son del 22 agosto 2007. En estos casos el dato de publicación lo añadimos después del título del artículo.

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“Woede over regels voor de fanfare” (autor desconocido): http://www.nd.nl/Document.aspx?document=nd_artikel&id=98432 “Woongroep sluit na mishandeling” (autor desconocido): http://www.nd.nl/document.aspx?document=nd_print&id=98411 NRC Handelsblad: www.nrc.nl “Blauwtong komt nu in hele land voor” (autor desconocido): http://www.nrc.nl/binnenland/article756833.ece/Blauwtong_komt_nu_in_hele_land_voor “Bush: nu uit Irak weg leidt tot geweld als na ‘Vietnam’” (autor desconocido): http://www.nrc.nl/buitenland/article756714.ece/Bush_nu_uit_Irak_weg_leidt_tot_geweld_als_na_Vietnam “Bush steunt Maliki na kritiek” (autor desconocido) Trouw: www.trouw.nl “Boober: Wij verstrekken geen geld, we zijn slechts een markt” (autor desconocido): http://www.trouw.nl/hetnieuws/economie/article778948.ece/Boober_Wij_verstrekken_geen_geld%2C_we_zijn_slechts_een_markt “Jonge Marokkanen klimmen onder vrachtwagens om illegaal naar Europa te gaan” (J. van Traa): http://www.trouw.nl/hetnieuws/europa/article778935.ece/Illegale_immigratie_Aanzien_verwerven_via_de_Spanje-route

Periódicos españoles ABC: www.abc.es “Bush justifica la permanencia en Irak con gestas como Normandía, Corea o Vietnam” (A. GRAU): http://www.abc.es/20070823/internacional-oriente-medio/bush-justifica-permanencia-irak_200708230253.html “El huracán «Dean» ataca, ya debilitado, el centro y el norte de México” (E. RIVERA): www.abc.es/.../el-huracan-dean-ataca-ya-debilitado-el-centro-y-el-norte-de-mexico_164483741192.html El Mundo: www.elmundo.es “CiU y el PP catalán, a favor de que se estudie la castración de violadores” (autor desconocido): http://www.elmundo.es/elmundo/2007/08/23/espana/1187875514.html “La OMS advierte de un riesgo de epidemias y pandemias a escala mundial” (autor desconocido): http://www.elmundo.es/elmundosalud/2007/08/23/medicina/1187854144.html?a=17fe009967d84612c56899a71574e0a3&t=1187856240 El Pais: www.elpais.com “El Euribor escala al 4,8%, el mayor nivel en siete años” (autor desconocido): http://www.google.es/search?hl=es&q=%E2%80%9CEl+Euribor+escala+al+4%2C8%25%2C%E2%80%9D&btnG=Buscar&meta= “El MAS aprueba un juicio parlamentario a magistrados del Constitucional boliviano” (M. AZCUI) (22/08/2007): http://www.elpais.com/articulo/internacional/aprueba/juicio/parlamentario/magistrados/Constitucional/boliviano/elpepuint/20070822elpepuint_8/Tes El Periodico: www.elperiodico.com “Hereu, preocupado por si la red eléctrica de BCN no aguanta el aumento de la demanda en septiembre” (autor desconocido): http://www.elperiodico.com/valorada.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=435146&idseccio_PK=1032 “Detenidos dos adolescentes sospechosos de matar de un tiro a un niño en Liverpool” (autor desconocido): http://www.elperiodico.com/print.asp?idpublicacio_PK=46&idnoticia_PK=435139&idioma=CAS&h=070823

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La Vanguardia: "Soy un prisionero de los talibán, ayuda por favor" (autor desconocido): http://www.lavanguardia.es/lv24h/20070823/53385985056.html “Pelea en el Parlamento boliviano” (autor desconocido): http://www.lavanguardia.es/lv24h/20070823/53386024643.html “Diez muertos y 27 heridos en varios sucesos en la franja tribal paquistaní” (autor desconocido): http://www.lavanguardia.es/lv24h/20070823/53386022509.html “La ONU pide a Israel que abra las fronteras de Gaza” (autor desconocido): http://www.lavanguardia.es/lv24h/20070823/53385997355.html

Enlaces usados:40 Koninklijke Bibliotheek, Den Haag: www.kb.nl Consejos de redacción en español • Mari Mutt, J.A.: Manual de Redacción Científica: http://caribjsci.org/epub1/ • http://www.slideshare.net/maocandamil/taller-de-escritura-web • http://ayura.udea.edu.co/~fisica/ARCHIVOS%20GENERALES/ELABORACIONTEXTO.pdf • www.fonaiap.gov.ve/publica/divulga/fd59/instruc.html Consejos de redacción en holandés • http://www.leesbaarnederlands.nl/taal.htm • http://www.kwaliteitscholen.nl/kwaliteitsite/kwaliteitscholen/html/general.asp?PID=95 • http://www.rooskleurig.nl/tekst.html • http://www.hvds.nl/index.html?http://www.hvds.nl/cgi-bin/artikel.cgi?ID=1713. Información sobre córpora • El CREA: http://corpus.rae.es/creanet.html • El CORDE: http://corpus.rae.es/cordenet.html • El RicoTerm2: http://ricoterm.iula.upf.edu/index.htm • El D-coi: http://hmi.ewi.utwente.nl/project/STEVIN • http://www.languagemagazine.be/artikellm02502.html Información sobre traducciones • Fondo holandés de subvenciones para traductores: http://www.productiefonds.nl/vertalingendb/search1.php • Embajada de los Países Bajos en Argentina http://www.mfa.nl/bue-es/cultura/literatura • Editorial Menken Kasander & Wigman: http://www.xs4all.nl/~menken/alkrtxt.html Información sobre traductores • http://www.ned.univie.ac.at/doku-stelle/ • http://www.literairvertalen.org/ • http://www.acett.org/ Información sobre la gramática española • Ministerio de educación y ciencia: http://www.cnice.mec.es/ • http://recursos.cnice.mec.es/analisis_sintactico/repaso3.php?enlace=1&prev=3# • http://roble.cnice.mecd.es/~msanto1/lengua • El rincón del vago: www.rincondelvago.com • (http://html.rincondelvago.com/oraciones-compuestas_1.html • http://www.hiru.com/es/lengua_castellana/lengua_02500.html • http://gramatica.usc.es/EspWelcome.html • http://www.iberletras.com/index.htm of: http://www.iberletras.com/15.htm

40 Todos los sitios web se visitaron varias veces entre los meses de mayo y agosto de 2007.

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• http://www.apoyolingua.com/PER%C3%8DFRASIS_ESTUDIO.htm • http://www.zonaele.com/ • http://www.educar.org/lengua/castellano/index.asp • http://www.espanolsinfronteras.com/ • http://www.geocities.com/sergiozamorab/quesla.htm • http://culturitalia.uibk.ac.at/hispanoteca/ • Justo Fernández López: Diccionario de perífrasis verbales: http://culturitalia.uibk.ac.at/hispanoteca/Lexikon%20der%20spanischen%20Verbalperiphrasen/Eingangsseite/Eingangsseite-Verbalperiphrasen.htm • http://www.monografias.com/trabajos10/arverb/arverb.shtml • http://fis.ucalgary.ca/aval/505/AG.html • http://lenguayliteratura.org/mb/ • http://www.materialesdelengua.org

Información sobre la gramática neerlandesa • http://www.dutchgrammar.com/es/grammar.php • http://taalprof.web-log.nl/ • http://www.vandale.nl/ • http://lieven.studentenweb.org/old/werkwoorden.html Análisis sintáctico automático • http://www.gelbukh.com/libro-investigaciones/LibroSint.htm • www.connexor.com • http://visl.hum.sdu.dk/visl/es/parsing/automatic/parse.php • http://www.cnts.ua.ac.be/cgi-bin/nlsp

• http://nextens.uvt.nl/maltparser/

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Apéndice 1: Las abreviaturas usadas en el análisis gramatical

Elemento gramatical Abreviatura

española Abreviatura neerlandesa

Sujeto [S] [O] Verbo [V] [WW] Verbo en infinitivo [VI] [WWI] Verbo en participio [VP] [DW] Verbo en gerundio [VG] Verbo auxiliar de tiempo [VAT] [HT] Verbo auxiliar de modalidad [VAM] [HM] Verbo auxiliar de causa [HC] Perífrasis verbal [PV] Atributo [A] [NWG] Oración elíptica (OE) (EZ) Oración principal [OP] [HZ] Oración subordinada sustantiva de sujeto [OSSS] [OZ] Oración subord. sust. de atributo [OSSA] [NWGZ] Oración subord. sust. de comp. directo [OSSCD] [LVZ] Oración subord. sust. de comp. indirecto [OSSCI] [MVZ] Oración subord. sust. de comp. de régimen [OSSCR] [VZVZ] Oración subord. sust. de comp. de nombre [OSSCN] [BVBZ] Oración subord. sust. de comp. de adjetivo [OSSCAdj] Oración subord. sust. de comp. de adverbio [OSSCAdv] Oración subord. relativa [OSR] [BBZ] Oración subord. adverbial de comp. circunstancial

[OSCC] [BWBZ]

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Apéndice A: Textos del corpus de análisis

Josefina Aldecoa (1997): La fuerza del destino; Barcelona, Anagrama, pp. 11-15 PRIMERA PARTE – EL PLAZO p. 11 Para mi acabó la guerra aquel día de noviembre en que llamó mi hija. Yo estaba en la Hacienda. Llamó Juana. Me sobresaltó como siempre oírla, tan lejos y con tanta claridad. Habíamos hablado hacía pocos días, por eso me chocó más. Mamá, me dijo. Franco acaba de morir. Haz las maletas. Te esperamos... La llamada parecía un telegrama. Estaba expresada en términos de telegrama. Juana estaba nerviosa. Todo tranquilo, sí. Todo tranquilo. Cuando colgué el teléfono me quedé inmovilizada. Había llegado el momento, se había cumplido el plazo que me había impuesto, el plazo que había exigido a mi hija que respetara. El final del destierro. El regreso y también la despedida de México, de la mitad de mi vida. Los amigos llamaron enseguida desde Ciudad de México. Estaban exaltados. Unos reían, otros lloraban. Brindaban con champán por sus cuarenta anos perdidos. Por su exilio. Por los que murieron. Yo no estaba alegre. Demasiado tarde. No me sentía con fuerzas para brindar por Ezequiel, mi marido fusilado el 18 de julio, por nuestros sueños rotos, por mi vida truncada. Era p. 12 el 20 de noviembre y pocos días antes yo había cumplido setenta y un años. Repasar los recuerdos es como tirar del hilo de un ovillo. La vida es como un ovillo de lana bien enrollado, apretado, redondo. Buscas la punta del hilo escondido, la que está al fondo. La que has dejado suelta para que asome al final. Coges ese extremo y tiras, y suave te van desenroscándose las primeras vueltas, las que un día formaron el corazón del ovillo. Tiras y tiras. El hilo se desliza por tus dedos, se desliza áspero o sedoso, depende de su calidad. Así la propia vida. Me gusta tirar del hilo, y cuantas veces me canso, me agoto y abandono. Otras, no sé dejarlo. Me produce una exaltación especial sentir el roce de lo vivido entre los dedos. Esas variantes en el efecto de los recuerdos dependen de muchas cosas, hasta del día que hace. Con sol todo parece diferente. Brilla el sol y el hilo corre sin sentir, andan los momentos alegres, saltan juguetones, ríen entre tus dedos. Pero luego están los días nublados, los cielos amenazadores, la lluvia persistente y monótona, que aísla al mundo de ti y te empuja al último rincón, el más protegido de la casa. Esos días el hilo se desprende de los dedos y ahí queda, abandonado, responsable de sombras pasadas. Detenido en un nudo de la lana o trabado en un punto difícil del recuento. En esas ocasiones me muevo por la casa, me acerco a la cocina, repaso las provisiones que están a punto de agotarse. Hago listas para la tienda. Ordeno los p. 13 cajones de la cómoda, tropiezo con la pelota de Crazy. Se la tiro, corre tras ella, me la trae, la cojo y se la vuelvo a lanzar lejos. Sonrío. El ovillo ha quedado abandonado cerca de la butaca, en un costurero imaginario que una vez tuve. El teléfono suena. Casi siempre suena a la misma hora, hacia las seis. Esa hora señala un hueco entre las dos partes de la vida diaria de mi hija. Marca el final de su jornada de trabajo y el comienzo del anochecer, cuando ella tiene previsto asistir a un concierto, una reunión, una conferencia. Acontecimientos que pueden prolongarse después en horas de charla, discusión o proyectos con los compañeros. Ellos, Juana y su marido, tienen que tomar parte en todo lo que sucede. Tienen que estar informados, atentos, esperar la ocasión para actuar, recibir e interpretar consignas, aceptarlas, rechazarlas, argumentar... Mamá, estamos en el corazón de este gran cambio histórico. Tenemos que colaborar. Es muy fácil criticar sin hacer nada. Hay que comprometerse. Yo asiento y trato de convencerme de que están en lo cierto. Retrocedo en el tiempo a aquellos años nuestros, a aquella España que viví cuando era joven, antes de que el exilio me convirtiera en un fantasma. Todo era distinto entonces, me digo. Mi vida era muy poco complicada. Se trataba de sacar adelante, con nuestro esfuerzo, a un puñado de gentes que teníamos cerca y nos necesitaban. Tu padre y yo perdidos por los pueblos, Juana. Luchando con la ignorancia y el abandono y la injusticia. Enseñando a

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p. 14 leer a los chicos y a discurrir por cuenta propia a los adultos... Juana ha llamado a las seis, como todos los días. ¿Qué has hecho hoy, mamá? ¿Necesitas algo? No necesito nada. Es primavera. La lluvia ha cesado. El sol asoma un momento antes de iniciar la retirada. Pronto las sombras descenderán sobre el jardín, sobre la calle silenciosa. Los coches empezarán a regresar. Oiré los golpes de las puertas de los garajes al caer. Luego, el silencio. Los vecinos están alai. Se han encendido las luces que iluminan un ángulo de mi jardín por la derecha. Los otros, los que viven a mi izquierda, llegan mas tarde. No dan la luz del porche. Bajan la persiana y se encierran hasta el día siguiente. No salen más que los viernes. Son médicos los dos; deben de llegar cansados. Tienen dos hijos ya mayores que no viven aquí. Tengo miedo. Así como suena, miedo. El que no tuve nunca. Pero este de ahora no es un miedo a peligros reales. Es miedo a la noche, a la oscuridad. Miedo a la soledad. Porque la verdad es que sola, casi nunca había vivido. Doy veinte vueltas antes de acostarme, recorro la casa, la exploro. El piso bajo es fácil. El salón, el dormitorio de Juana y Sergio, su baño, su salita. ¿Cuánto tiempo hace que no se quedan a dormir aquí? Al principio todo eran promesas. Verás, en cuanto llegue el buen tiempo no nos vas a echar de aquí. Los fines de semana, las vacaciones cortas. Luego, nada. p. 15 Pero ¿qué fines de semana si no paran? Tan pronto un mitin aquí como una conferencia and. El dormitorio siempre esta vació. Una ojeada: todo en orden, todo silencioso. Luego tengo que echar un vistazo al cuarto de atrás, al de servicio, la ducha, el lavadero. La despensa, la cocina y ya esta. Ahora a subir las escaleras, que a estas horas ya me cansan. El piso de arriba. Mi cuarto, el de Miguel, el de invitados. Los baños. Cuando todo esta en orden y me enfrento a la soledad de la noche, el miedo se va adueflando de mi. El que no tuve en Guinea. El que no tuve en aquel pueblo de la mina cuando la revolución del 34. El que no tuve cuando la guerra, ni luego en México. Miedo a los fantasmas de la soledad...

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Almudena Grandes (1998): Atlas de la geografía humana; Barcelona, Tusquets, pp. 13-15 p. 13 Hace años que mi cara no me sorprende ni siquiera cuando me corto el pelo. Sin embargo, aquella noche, el cepillito embadurnado de pasta negra que sostenía mi mano derecha no llegó a encontrarse con las pestañas tiesas, inmóviles, perfectamente adiestradas, que lo esperaban al borde de unos párpados bien estirados, porque un instante antes de que alcanzara su destino, me di cuenta de que mis ojos estaban brillando demasiado. Sin levantar los pies del suelo, retrocedé con el cuerpo para obtener una vista de conjunto de toda mi cabeza, y no encontré nada nuevo ni sorprendente en ella aparte de aquel destello turbio, como una capa de barniz impregnado de polvo, que insistía en brillar sobre unas pupilas incomprensiblemente húmedas. Invertí un par de segundos en analizar el fenómeno antes de emprender una recapitulación de urgencia. Ya no soy una adolescente. Tampoco me había sentido mal en todo el día. No era fiebre, y tampoco exactamente emoción, ¿será la menopausia, me dije, que se ha vuelto loca, igual que el clima...? Una sola lágrima, aislada, terca, absurda, se desprendió de mi ojo derecho y rodó torpemente a lo largo de mi rostro sin lograr conmover al menor de sus músculos. Entonces comprendí que tenía que hacerlo aquella noche. Hacía ya casi dos meses que aquel sobre alargado de papel grueso, compacto, casi una cartulina de color crema, me desafiaba desde el cajón de mi escritorio. Me había acostumbrado a verlo allí, entre las fotos de los niños y las facturas desordenadas, y confiaba en él con una fe tan intensa como la que un agente desesperado pueda llegar a depositar en su arma final y más secreta, pero entonces me di cuenta de que en el plano desierto de la realidad, donde no existen huecos para esconderse, no iba a servirme de nada. Tiene que ser esta noche, me repetí, esta noche, esta noche. El nombre del destinatario era breve, como su dirección completa, cuatro líneas en total, una mancha cuadrada de tinta azul perfectamente centrada sobre un rectángulo del color más inocente, y detrás, p. 14 sólo mi nombre de pila, cuatro letras añadidas al final, la solapa soldada al resto con mi propia saliva y esa gota de sabor acido que explotó de repente, con retraso, en la punta de mi lengua, cuando aquella lagrima tonta e incomoda acertó a alcanzar la grieta de mis labios. Tiene que ser esta noche. En ese preciso momento, Clara empezó a aporrear la puerta. — ¡Mamá...! ¡Abre, mamá, mamá, me estoy haciendo pis! Me lavé la cara con agua fría tan aprisa como pude y atravesé el baño en tres zancadas, pero cuando descorrí el pestillo, mi hija gritaba ya como si sus zapatos estuvieran ardiendo. —¿Por qué no has ido al aseo pequeño? —le pregunté cuando se sentó en el retrete, los brazos flojos sobre las piernas, mirándome—. ¿Estaba ocupado? —Tienes los ojos manchados, ¿sabes? —me anunció a cambio, y sonrió. La sonrisa de los hijos propios envuelve un cebo tan irresistible que, mientras sus labios la sostienen, es imposible sospechar siquiera que se pueda vivir mejor sin ellos—. Me gusta más hacer pis aquí. Éste es mucho más grande. La cogí en brazos y la bese deprisa en las mejillas, en la frente, en el pelo, sin atender a sus protestas, esos aspavientos de desesperación fingida con los que recibe siempre mis besos. Hace tiempo aprendí que no existe un método más eficaz para quitármela de encima. Apenas sus pies rozaron de nuevo el suelo, salió corriendo a golpe de carcajada, convencida de que me estaba escatimando, por lo menos, dos docenas de besos más. Volví a echar el pestillo y miré el reloj. Disponía de un cuarto de hora escaso para limpiarme la cara, pintarme otra vez, vestirme, dar instrucciones a la canguro, llegar hasta el garaje y coger el coche. En Lugar de empezar por el principio, me senté en el borde de la bañera y cerré los ojos. Aunque desde luego yo no era capaz de adivinar adonde habían ido a parar exactamente, ya habían pasado dos años y medio desde aquella otra noche, aquella otra cena tan parecida en apariencia a ésta. Entonces, octubre de 1992, me había metido en el baño a la misma hora, me había pintado, me había vestido, y había recogido a Marisa camino del mismo restaurante, en el que Fran había convocado a la misma gente. La colección aún no había salido a la cane, pero los seis primeros números estaban prácticamente cerrados, y las treinta primeras hojas del cuaderno de tapas de hule que dormía p. 15 sobre la mesa de mi despacho prometían, como mínimo, otro trimestre de tranquilidad. Habría jurado que el único motivo de aquella primera reunión consistiría en quitarse importancia por turnos tras escuchar un discurso mis que insinuado —sois estupendas, chicas, no puedo imaginar que habría sido

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de mí sin vosotras…— y por eso ni siquiera me propuse interpretar la fúnebre mirada que me dirigió Ana, la editora grafica, un segundo antes de que Fran disparara sin anunciarse. —Nos falta Suiza. — ¿Qué dices? —pregunté, sin acabar de decidirme entre la perplejidad y esa blanda placidez con la que se acogen las bromas tontas. —Lo que oyes, Rosa —Fran parecía tranquila, en cambio—. No hay fotos de Suiza. —Es imposible... —Sí —Ana cabeceaba en mi dirección, como si su asentimiento pudiera consolarme—, es imposible, es increíble, pero es verdad. Lucerna y Zermatt, no hay fotos. Es decir —hizo una pausa casi dramática antes de empezar a contar con los dedos—, hay fotos malas, hay fotos buenas sin permiso de reproducción, hay fotos buenas pero tan antiguas que son impublicables, hay fotos buenas llenas de esquiadores con gorritos de colores y, por ultimo, hay fotos buenas tan caras que desequilibrarían el presupuesto de ilustración de todo el fascículo. Resultado: no hay fotos. Cerré mis dos puños y los estrelle contra la mesa. — ¡Me cago en la...! —antes de que me decidiera entre los diversos conceptos susceptibles de rematar adecuadamente aquel juramento, Fran posó su mano derecha sobre uno de mis puños. Con la izquierda, me alargaba el cuaderno de tapas de hule que había tenido el detalle de recoger antes de salir de la oficina. Sólo entonces me quité el abrigo, me senté, y vacié de un solo trago una copa de vino. Cuando noto que mis nervios empiezan a crecer en todas las direcciones, y se atiesan, y se hinchan, y me advierten de su inminente intención de desparramarse por las zonas neutrales de mi cuerpo, procuro comportarme como cualquiera de los seductores héroes mutantes cuyo destino trágico, casi clásico, convoca cada tarde a mis hijos ante el televisor, esos seres hermosos, atléticos, mejores o peores pero siempre inocentes, que son capaces de anticiparse en unos segundos al desencadenamiento del proceso que los transformara en verdaderos monstruos, como si el dudoso principio de esconderse a los ojos de los demás mortales compensara de alguna forma la azarosa arbitrariedad de su existencia.

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Antonio Muñoz Molina (2001): Sefarad el libro de los libros; Madrid, Alfaguara, pp. 11-15 p. 11 Sacristán Nos hemos hecho la vida lejos de nuestra pequeña ciudad, pero no nos acostumbramos a estar ausentes de ella, y nos gusta cultivar su nostalgia cuando llevamos ya algún tiempo sin volver, y exagerar a veces nuestro acento, cuando hablamos entre nosotros, y el use de las palabras y expresiones vernáculas que hemos ido atesorando con los años, y que nuestros hijos, habiéndolas escuchado tanto, apenas comprenden. Godino, el secretario de nuestra casa regional —que ha revivido de un triste letargo gracias a su dinamismo entusiasta— organiza regularmente comidas de hermandad en las que disfrutamos de los alimentos y de las recetas de nuestra tierra, y si nos disgusta que nuestra gastronomía sea tan poco conocida por los forasteros como nuestra arquitectura monumental o nuestra Semana Santa, también nos complacemos en poseer platos que nadie conoce y en designarlos con esas palabras que sólo para nosotros tienen sentido. ¡Nuestras aceitunas gordales o de cornezuelo!, declama Godino. ¡Nuestros panecillos de aceite, nuestros borrachuelos, nuestros andrajos, nuestros hornazos de Pascua, nuestra morcilla en caldera, que es morcilla de arroz, y no de cebolla, nuestro gazpacho típico, que no se parece nada a eso que lla- p. 12 man gazpacho andaluz, nuestra ensalada de alcauciles! En el reservado del Museo del Jamón donde solemos reunirnos los de la directiva, Godino corta con gula un trozo de pan y antes de hundirlo en el plato de morcilla humeante hace un gesto como si bendijera y recita unos versos: La morcilla, gran señora, Digna de veneración. El dueño del Museo es paisano nuestro, y suele encargarse, como dice Godino, del catering de nuestras comilonas, en las que no hay ni un solo producto que no haya venido de nuestra ciudad, ni siquiera el pan, que se hace en el horno de la Trini, el mismo que sigue haciendo las magdalenas mis sabrosas y esos hornazos de Viernes Santo que llevan un huevo duro en el centro, y que tanto nos gustaban cuando éramos niños. Ahora, la verdad, nos damos cuenta de que su masa aceitosa se nos hace un poco pesada, y aunque en nuestras conversaciones seguimos celebrando el sabor del hornazo, su forma única en el mundo, hasta su nombre que nadie comprende mis que nosotros, si empezamos a tomarnos uno nos lo dejamos sin terminar, y nos da un poco de pena desperdiciar comida, como nos decían nuestras madres, y nos acordamos de esas veces, en los primeros tiempos de Madrid, en que íbamos a la agencia de transportes a recoger alguno de aquellos paquetes de comida que nos mandaban de nuestras casas: cajas de cartón bien selladas con cinta adhesiva y asegura- p. 13 das con cuerdas, trayéndonos desde tan lejos el olor intacto de la cocina familiar, la sabrosa abundancia de todo lo que nos faltaba y añorábamos tanto en Madrid: butifarras y chorizos de la matanza, borrachuelos espolvoreados de azúcar, hornazos, incluso algún bote de cristal lleno de ensalada de pimientos rojos, la delicia máxima que uno podía pedirle a la vida. Durante una temporada, el interior tétrico del armario en nuestro cuarto de pensión adquiría la suculenta y misteriosa penumbra de aquellas alacenas en las que se guardaba la comida en los tiempos anteriores a la llegada de los frigoríficos. (Ahora yo les digo a mis hijos que hace nada, cuando yo tenía su edad, en mi casa no había aun frigorífico ni televisor, y no se lo creen, o peor aun, me miran como si yo fuera un cavernícola.) Llevábamos meses muy largos lejos de nuestra casa y de nuestra ciudad, pero el olfato y el paladar nos daban el mismo consuelo que una carta, la misma alegría honda y melancólica que nos quedaba después de hablar por teléfono con nuestra madre o nuestra novia. Nuestros hijos, que se pasan el día colgados del teléfono, hablando horas con alguien a quien acaban de ver un rato antes, no pueden creerse que para nosotros, no sólo en la infancia, sino también en la primera juventud, el teléfono era atin un aparato inusual, al menos en las familias modestas, y que llamar de una ciudad a otra, poner una conferencia, como se decía hace nada, era un empeño hasta cierto punto complicado, que exigía muchas veces hacer cola durante

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p. 14 horas en locutorios llenos de gente, porque los teléfonos aun no eran automáticos. No soy precisamente un viejo (aunque mi mujer diga a veces que parezco avejado), pero me acuerdo de cuando tenía que llamar a mi madre al teléfono de una vecina, y esperar a que fueran a avisarla mientras sonaban los pasos en el contador de la cabina de madera de la Telefónica, en el locutorio de la Gran Vía. Escuchaba por fin su voz y me entraba una congoja que después solo he vuelto a sentir muy raras veces. Una sensación de estar muy lejos y de haber dejado sola a mi madre mientras envejecía. Los dos éramos muy torpes, nos ponía muy nerviosos aquel aparato nada habitual en nuestras vidas y nos agobiaba pensar en el dinero que estaría costándonos aquella conversación en la que apenas éramos capaces de intercambiar algunas formalidades tan trilladas como las de las cartas: estas bien, no te habris puesto malo, no se te olvide abrigarte al salir por las mafianas, que está haciendo mucho frío. Era un mal trago atreverse a pedir que le mandaran a uno un paquete con comida, que le pusieran un giro. Colgaba uno el teléfono y de golpe se restablecía toda la distancia, y con ella, aparte de la desolación de salir a la calle un domingo por la noche, también el alivio algo canallesco de haber concluido una conversación incomoda en la que no tenía uno nada que decir. Ahora que las distancias se han hecho más cortas es cuando vamos sintiéndonos mis lejos. Quién no recuerda aquellos viajes eternos en el exprés de medianoche, en los vagones de segunda p. 15 que nos trajeron por primera vez a Madrid, y que nos dejaban deshechos por la fatiga y la falta de sueño en los ingratos amaneceres de la estación de Atocha, la antigua, que nuestros hijos no llegaron a conocer, aunque alguno de ellos, muy pequeño, o todavía en el vientre de su madre, past!, noches rigurosas en aquellos trenes, que nos llevaban hacia el sur en las vacaciones tan anheladas de Navidad, en los días tan breves y tan valiosos de la Semana Santa o de nuestra rara feria tardía, que cae a finales de septiembre, cuando los hombres de la generación de nuestros padres recogían las uvas, las granadas y los higos mis sabrosos, y se permitían el lujo de ir a las dos corridas de la feria, la del día de San Miguel, que la inauguraba, y la del de San Francisco, que era el día mis esplendoroso, el día grande, como decían nuestros padres, pero también el mis triste, porque era el ultimo, y porque muchas veces la lluvia otofial deslucía la corrida y obligaba a que permanecieran luctuosamente cubiertos por lonas empapadas los pocos carruseles de entonces.

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Arturo Pérez Reverte(1995): La piel del tambor; Madrid, Alfaguara, pp. 13-16 p. 13 El pirata informático se infiltró en el sistema central del Vaticano once minutos antes de la medianoche. Treinta y cinco segundos más tarde, uno de los ordenadores conectados a la red principal dio la alarma. Fue sólo un parpadeo en la pantalla del monitor, anunciando la puesta automática en funcionamiento del control de seguridad ante una intromisión exterior. Después, las Letras HK aparecieron en un ángulo de la pantalla, y el funcionario de guardia, un jesuita que en ese momento trabajaba en la incorporación de datos sobre el último censo del Estado Pontificio, descolgó el teléfono para avisar al jefe de servicio. —Tenemos un hacker —anunció. Abrochándose la sotana, el padre Ignacio Arregui, otro jesuita, salio al pasillo para recorrer los cincuenta metros hasta la sala de ordenadores. Era huesudo y flaco, con zapatos que crujían bajo los frescos en penumbra. Mientras caminaba echó un vistazo a través de las ventanas, hacia la desierta Vía della Tipografía y la fachada oscura del palacio Belvedere, y murmuró discretamente, entre dientes. Su malhumor provenía más de haber sido despertado mientras descabezaba un sueño que de la aparición del intruso. Las incursiones de estos eran frecuentes, pero inofensivas. Solían limitarse al perímetro de seguridad exterior, dejando leves huellas de su paso: mensajes p. 14 o pequeños virus. A un pirata informático —hacker en jerga técnica— le gustaba que los demás supieran que había estado allí. Por lo general se trataba de chicos muy jóvenes, aficionados a viajar a través de las líneas telefónicas explorando los sistemas ajenos en busca del más difícil todavía. Para los yanquis del chip, adictos de la alta tecnología, probar suerte con el Chase Manhattan Bank, el Pentágono o el Vaticano, suponía siempre una excitante aventura. El funcionario de guardia era el padre Cooey; otro jesuita irlandés, joven y grueso, que usaba lentes. Fruncía el cello con preocupación, inclinado sobre las teclas de su ordenador tras el rastro informático del pirata. Cuando llegó a su lado, el padre Arregui vio que levantaba los ojos con expresión de alivio. La luz de su lámpara de trabajo le iluminaba la parte inferior del rostro. —No sabe lo que me alegra verlo, padre. El superior se situó a un lado, apoyando las manos bajo la luz en la mesa, atento a la pantalla donde parpadeaban iconos en azul y rojo. El sistema de búsqueda automática mantenía contacto permanente con la señal del intruso. —¿Es grave? —Puede que sí. Sólo una vez en los últimos dos años había sido grave, cuando un pirata logró infiltrar un gusano informático en la red vaticana. Los gusanos eran ficheros destinados a multiplicarse en el espacio del sistema hasta bloquearlo, y en aquel caso limpiar la red y reparar los claims fue cuestión de medio millón de dólares. Identificado tras una larga y compleja búsqueda, el pirata resultó un chico de dieciséis años residente en un pueblecito de la costa holandesa. Otros p. 15 intentos serios de infiltrar virus o programas asesinos habían sido abortados en su inicio: un joven mormón de Salt Lake City, una sociedad islámica integrista con sede en Estambul, un cura loco, enemigo del celibato, que utilizaba por las noches el ordenador del manicomio. El cura, un francés, los tuvo en jaque durante mes y medio, y lograron neutralizarlo cuando ya había infectado cuarenta y dos ficheros con un virus que bloqueaba las pantallas a base de insultos en latín. El padre Arregui puso un dedo sobre el cursor que parpadeaba en rojo: —¿Es nuestro hacker? —Sí. —¿Qué nombre le ha asignado? Siempre le daban un nombre a cada uno, a efectos de identificación y seguimiento; muchos eran viejos conocidos. El padre Cooey señaló una línea en el ángulo inferior derecho de la pantalla: —Vísperas, por la hora. Es lo primero que se me ocurrió. En el monitor se apagaron unos ficheros y se encendieron otros. Cooey los miró con atención y des-piles llevó el cursor del ratón hasta uno de ellos Para pulsar dos veces. Ahora que tenía cerca a un superior en quien descargar la responsabilidad, su actitud era distinta: más relajada y a la expectativa. Para un veterano informático, y aquel joven lo era, la actuación de un pirata suponía siempre un desafió profesional.

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—Hace diez minutos que está ahí —dijo, y el padre Arregui creyó percibir un eco de admiración contenida—. Al principio se limitó a recorrer las distintas entradas, explorando. De pronto se coló dentro. Ya conocía el camino; sin duda nos ha visitado antes. p. 16 —¿Qué intenciones tiene? Cooey se encogió de hombros. —No lo sé. Pero trabaja bien y rápido, con un triple sistema para eludir nuestras defensas: empieza probando permutaciones simples de nombres de usuario conocidos, y después nombres de nuestro propio diccionario y una lista de 432 contraseñas —al llegar a este punto el jesuita torció ligeramente la bola, Como para reprimir una sonrisa inoportuna—. Ahora esta explorando las entradas a INMAVAT. Inquieto, el padre Arregui tamborileó con las uñas sobre uno de los manuales técnicos que cubrían la mesa. INMAVAT era una lista reservada de altos cargos de la Curia vaticana. Sólo se entraba en ella mediante una clave personal y secreta. —¿Escáner de seguimiento? —sugirió. Cooey señalaba con el mentón la pantalla de otro monitor encendido en la mesa contigua. Ya he pensado en eso, decía el gesto. Conectado con la policía y con la red telefónica vaticana, aquel sistema registraba todos los datos relativos a la serial del infiltrado; incluso disponía de una trampa para hackers, una serie de recorridos señuelo en cuyos meandros se demoraban los intrusos dejando pistas que permitían su localización e identificación. —No conseguiremos gran cosa —opinó Cooey al cabo de unos instantes—. Vísperas ha disfrazado su punto de entrada en el sistema saltando por diversas redes telefónicas. Cada vez que hace un bucle a través de una de ellas, hay que rastrearla hasta el conmutador de entrada... Tendría que quedarse mucho tiempo para que consigamos algo. Y a pesar de eso, si lo que pretende es hacer daño, lo hará. — ¿Qué otra cosa puede querer? p. 17 — No sé —la mueca entre curiosa y divertida volvió a insinuarse en la boca del joven, desvaneciéndose apenas alzó la cabeza—. A veces se contentan con curiosear, o dejan un mensaje. Ya sabe: Capitán Zap estuvo aquí, y cosas por el estilo —hizo una pausa, observando el monitor—. Aunque este se toma mucho trabajo para un simple paseo. El padre Arregui afirmó dos veces mientras seguía, absorto, las incidencias de la serial en la pantalla. Después pareció volver en sí, miró el teléfono iluminado en el cono de luz de la lámpara e hizo gesto de alargar una mano hacia el auricular; pero se detuvo a medio camino. — ¿Cree que va a entrar en INMAVAT? Cooey señaló la pantalla de su ordenador. —Acaba de hacerlo —dijo.

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Álvaro Pombo(1996): Entre mujeres; Barcelona, Anagrama, pp. 7-10 p. 7 — ¡No se la puede tomar en serio a Nines! Que lo que tenga sea un padecimiento no se lo discuto yo ni nadie. Una enfermedad es lo que no. — ¡Estaba muy enamorada, viene a ser como una enfermedad...! —comentó mi madre desde el otro extremo de la mesa del comedor donde tomábamos el té toda la familia. — ¿Y qué? ¿Qué tendrá que ver el amor con no comer? Nines lo que es, es una abúlica completa. Dime, de amor, que tú conozcas, cuántas han dejado de comer. ¡Ninguna! —aseguró tía Lucía respondiéndose a si misma. Violeta y yo nos miramos, horrorizadas y encantadas del giro tempestuoso que empezaban ya a adquirir las frases de tía Lucía. Erguida en su silla, sin apoyar la espalda en el respaldo, abría los grandes ojos azules encolerizada por la ligera oposición que parecía ofrecer mi madre. —¡Lucía, el huevo! Tómate el huevo, que luego, frío, te sienta como un tiro. Pero tía Lucía no estaba en ese instante interesada en la temperatura de sus alimentos. Se limito por eso a dar un fuerte golpe al huevo con su elegante cucharita p. 8 de marfil. Nadie hubiera sido capaz de impedir que tía Lucía dijera lo que quería decir sobre tía Nines. —Lo que pasa es que Nines se ha empeñado en no sobreponerse, y no se sobrepone aunque la mates. No hay médico que valga, ni enfermera ni monja ni persona que pueda con una voluntad como la suya. ¡Ha decidido que se muere de hambre y ahí la tienes, por debajo ya de los cuarenta kilos, como Gandhi! Violeta y yo volvimos a mirarnos. La tormenta iba cada vez a peor y a peor. Con voz reposada –una voz calculada para impacientar a tía Lucía, que era la mayor de las hermanas, después venia mi madre y después tía Nines– declaró mi madre: —Es muy injusto y muy absurdo eso que dices. Tú sabes todo cómo fue. No me refiero sólo a la desgracia. Me refiero a todo, pobrecilla Nines. La vida suya como era y como es. No es que se quiera morir de hambre. Ni morirse. Lo que no quiere es vivir más, que es muy distinto. Un gran silencio planeó sobre la mantelería de hilo color crudo y la elegante vajilla de mi abuela. Violeta y yo nos encogimos y contemplamos fijamente nuestros platos. Ni la discusión ni la emoción eran nuevas. No hacía falta que lo fueran para ser increíblemente fascinantes. La palabra «justicia» llevó la atención de tía Lucía hacia territorios de gran profundidad y nerviosismo. La supuesta injusticia cometida con tía Nines quedó incluida y superada por la idea de justicia en general, que tía Lucía exponía en ese instante. El equilibrio correspondiente a la balanza de la justicia acabó trastornándose del todo, junto con la cucharita y el platito y la taza de te, que bailoteaban desencajadas en la mano izquierda de tía Lucía. Nunca se caían, a pesar de estar con frecuencia a punto de caerse, cosa que hubiéramos todas nosotras preferido: desplomarnos. Y descansar en paz hechas añicos junto con la vajilla y la justicia, en el man- p. 9 tel encharcado de té, sin el más mínimo estilo. Pero el estilo no faltaba nunca: como si tuviese tía Lucía un imán en la yema misma de los cinco dedos de la mano izquierda, con su contrapartida proporcional de acero o de metal en la cuchara, en el plato y en la taza, que permitía un gran desequilibrio en el interior del elegantísimo equilibrio de tía Lucía, su voz y sus modales. Era noviembre. Tía Nines ya no vivía en casa. Por consejo médico se la llevó tía Lucía a las Adoratrices de Letona, que en el mismo convento, en todo un ala, tenían cuartos, cada uno con su espejo y su lavabo individual, donde hacían por Cuaresma las damas de Letona ejercicios espirituales internas en tandas de tres días, y que durante todo el año alquilaban las monjas a personas mayores que no se podían ya valer o a enfermas, como tía Nines, de los nervios, que había que vigilar discretamente, sin ofenderlas ni perderlas de vista, porque no estaban aún completamente locas. Era notable que ahora que tía Nines se había ido hablábamos de ella sin parar. Nunca lo hicimos mientras vivía con nosotros. La decisión de trasladar a tía Nines a las Adoratrices no fue, según mi madre, nada fácil de tomar: tuvieron que reunirse tía Lucía y mi madre, el doctor Mazarín y su ayudante para sopesar bien los pros y contras que el traslado conllevaba. Tía Nines misma no tomó parte en los debates, ni, por lo que parece, tampoco en la decisión. Se limitó a decir: “Me parecerá muy bien cualquier cosa que vosotras decidáis.” Una salida esta, en opinión de tía Lucía, completamente abúlica, aunque de sobra suficiente para dar a entender que se iba de casa por su propio pie, sin que nadie la echara, y que se instalaba en las Adoratrices por su propia voluntad y sin que nadie se

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propusiera aislarla expresamente. Una vez en el convento, fue tía Nines poco a poco dejando de comer y de interesarse por la vida en general. p. 10 En noviembre se habló de la terquedad de tía Nines, tarde tras tarde, durante todo el té e incluso después. Tía Lucía llevaba todo el peso de la conversación, dando la impresión en ocasiones de que no sólo hablaba con nosotros sino ya de paso a una multitud agolpada en un gran teatro, que requería explicaciones claras y precisas, pronunciadas en voz un par de octavas más alta de lo que se acostumbra en las casas a la hora de tomar el té. El doctor Mazarín y su ayudante fueron calificados de eminentes e imbéciles, incluso en ocasiones a la vez, todo a lo largo de diciembre y de enero. El doctor Mazarín llego a ser, a ojos de tía Lucía, un perfecto incompetente, a mediados de marzo, incapaz de separar los cuerpos de las almas. Y el responsable, por lo tanto, al cabo de aquel año, de impedir que se matase lentamente tía Nines a consecuencia de la desesperación, la depresión y quizá el deseo de unirse allí en la muerte con el único novio que tuvo y que perdió, Indalecio. Tía Lucía siempre enfatizaba —y mi madre asentía discretamente a esto— que no estaba tía Nines loca, sino tan cuerda como cualquiera de nosotros. Y la prueba estaba en que, cuando la encontraron sin vida una mañana, tenía abiertos y elocuentes sus dos ojos, tenazmente clavados en el cielo raso de su habitación con lavabo individual, con un aire de paz y confianza en lo que la esperaba en la otra vida.

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Josefina Aldecoa (2000): De kracht van het lot; Leiden, Menken Kasander & Wigman; traducido por Eugenie Schoolderman, pp. 9-13 DEEL EEN – DE TERMIJN p. 9 Voor mij eindigde de oorlog die dag in november toen mijn dochter belde. Ik was op de hacienda. Juana belde. Zoals altijd schrok ik ervan haar te horen, zo ver weg en toch zo duidelijk. We hadden elkaar een paar dagen daarvoor nog gesproken, daarom schrok ik des te meer. Mama, zei ze tegen me, Franco is zojuist overleden. Pak je koffers. We wachten op je… Het telefoontje was net een telegram. Het ging in telegramstijl. Juana was zenuwachtig. Alles rustig, ja. Alles rustig. Toen ik ophing, bleef ik roerloos staan. Het moment was gekomen, de termijn die ik mezelf had gesteld zat erop, de termijn die mijn dochter van mij moest respecteren. Het einde van mijn ballingschap. De terugkeer en ook het afscheid van Mexico, van de helft van mijn leven. Even later belden mijn vrienden uit Mexico-Stad. Ze waren helemaal opgewonden. Sommigen lachten, anderen huilden. Ze toostten met champagne op hun veertig verloren jaren. Op hun ballingschap. Op degenen die waren overleden. Ik was niet vrolijk. Het was te laat. Ik voelde me niet bij machte om te toosten op Ezequiel, mijn man die op 18 juli gefusilleerd was, op onze dromen die gesneuveld waren, op mijn voortijdig beëindigde leven. Het was 20 november en een paar dagen daarvoor was ik eenenzeventig geworden. Als je herinneringen ophaalt, is het of je aan de draad van een bol wol trekt. Het leven is als een stevig opgewonden, ronde bol wol. Je zoekt het uiteinde van de weggestopte draad, dat helemaal binnenin zit. Het uiteinde dat je los had laten hangen zodat het ten slotte naar buiten zou steken. Je pakt het en trekt eraan, en lichtjes rollen de eerste windin- p. 10 gen af, die ooit het hart van de bol vormden. Je trekt en trekt. De draad, stug of zijdezacht, dat hangt af van de kwaliteit, glijdt door je vingers. Zo gaat het ook met het leven zelf. Ik vind het leuk om aan de draad te trekken, maar hoe vaak word ik er niet moe van, raak ik uitgeput en stop ik ermee. Andere keren kan ik er niet meer mee ophouden. Het geeft me een speciaal gevoel van opwinding om mijn eigen belevenissen tussen mijn vingers door, te voelen glijden. Welke uitwerking mijn herinneringen hebben, hangt van veel dingen af, zelfs van wat voor dag het is. Als het zonnig is, lijkt alles anders. De zon schijnt en zonder dat je er wat van voelt, rolt de draad door; daar gaan de vrolijke momenten, speels springen ze op, lachend schieten ze tussen je vingers door. Maar vervolgens heb je de bewolkte dagen, de dreigende luchten, de monotone, aanhoudende regen, die de wereld van je scheidt en je de verste hoek in duwt, het meest beschutte plekje in huis. Op die dagen schiet de draad uit je vingers en blijft daar zomaar liggen, verantwoordelijk voor donkere perioden in je verleden. Blijven haken achter een knoop in de wol of vast komen te zitten op een moeilijk punt in je herinnering. Dan ga ik door het huis lopen, ik ga naar de keuken, ik kijk welke etenswaren bijna op zijn. Ik ruim de kastladen op en vind Crazy’s balletje. Ik gooi het voor hem weg, hij rent erachteraan en brengt het terug; ik pak het aan en gooi het opnieuw een eind weg. Ik glimlach. De bol wol is vlakbij de leunstoel blijven liggen, in een denkbeeldige handwerkmand die ik ooit had. p. 11 De telefoon gaat. Hij gaat bijna altijd om dezelfde tijd, tegen zessen. Dat tijdstip markeert een gat tussen de twee delen waaruit het dagelijkse leven van mijn dochter bestaat. Het is het einde van haar werkdag en het begin van de avond, waarop ze heeft afgesproken naar een concert te gaan, een vergadering, een conferentie. Gelegenheden waarna ze vaak nog uren blijft praten, discussiëren en plannen maken met vrienden. Zij, Juana en haar man, moeten overal bij zijn. Ze moeten op de hoogte en alert zijn, het moment afwachten om tot actie over te gaan, bevelen krijgen en ze interpreteren, opvolgen, naast zich neer leggen, argumenten aanvoeren... Mama, we zitten midden in deze historische verandering. We moeten onze bijdrage eraan leveren. Het is makkelijk kritiek te geven zonder zelf iets te doen. We moeten meehelpen. Ik knik en probeer mezelf ervan te overtuigen dat ze gelijk hebben. Ik ga terug in de tijd naar die jaren van ons, naar dat Spanje dat ik meemaakte toen ik jong was, voordat ik door mijn ballingschap veranderde in een schim. Toen was alles anders, zeg ik bij mezelf. Mijn leven was heel ongecompliceerd. Het ging erom met al onze inzet een handvol mensen die om ons heen woonden en ons nodig hadden, vooruit te helpen. Jouw vader en ik, ver weg in de dorpen, Juana. Vechtend tegen de onwetendheid, het isolement en het onrecht. We leerden de kinderen lezen en de volwassenen zelfstandig denken…

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Juana heeft om zes uur gebeld, net als alle dagen. Wat heb je vandaag gedaan mama? Heb je nog iets nodig? Ik heb niets nodig. Het is lente. Het is opgehouden met regenen. De zon p. 12 komt nog even tevoorschijn alvorens de aftocht te blazen. Al gauw zal de duisternis neerdalen over de tuin en de stille straat. Dan komen de auto’s terug. Ik zal de garagedeuren horen dichtvallen. Daarna, stilte. De buren zijn thuis. De lampen zijn aangegaan, die van rechts een hoek van mijn tuin verlichten. De andere buren, die links van mij wonen, komen later. Ze doen het licht in het voorportaal niet aan. Ze laten de jaloezie zakken en blijven tot de volgende dag binnen. Alleen vrijdags gaan ze de deur nog uit. Ze zijn allebei arts; ze zullen wel moe zijn als ze thuis komen. Ze hebben twee volwassen kinderen die elders wonen. Ik ben bang. Precies zoals ik zeg, bang. Wat ik nooit was. Maar dit wat ik nu voel is geen angst voor werkelijk bestaande gevaren. Het is angst voor de nacht, voor het donker. Angst voor de eenzaamheid. Want eigenlijk heb ik bijna nooit alleen gewoond. Ik loop nog een tijd rond voor ik naar bed ga, ik loop het hele huis nog eens door, ik ga alles af. De begane grond is makkelijk. De woonkamer, de slaapkamer van Juana en Sergio, hun badkamer, hun kleine kamer. Hoe lang is het geleden dat ze hier wel eens bleven slapen? In het begin was het een en al beloftes. Je zult zien, zodra het mooi weer wordt, zul je ons nog moeten wegsturen hier. De weekeinden, de korte vakanties. En vervolgens, niets. Maar welke weekeinden moeten ze hier komen als ze toch al geen moment rust nemen? Een bijeenkomst hier, een lezing daar. De slaapkamer is altijd leeg. Even snel kijken: alles in orde, alles stil. Dan moet ik nog even een blik werpen in de achterkamer, de bijkeuken, de douche en het p. 13 washok. De voorraadkast, de keuken en klaar. Nu moet ik de trap op, wat ik om deze tijd wel vermoeiend vind. De bovenverdieping. Mijn kamer, die van Miguel, de logeerkamer. De badkamer. Als alles in orde is en ik geconfronteerd word met de eenzaamheid van de nacht, maakt de angst zich langzaam maar zeker meester van me. Angst die ik niet voelde in Guinea. Die ik niet voelde in dat mijnwerkersdorp tijdens de revolutie in ‘34. Die ik niet had toen het oorlog was, en ook daarna in Mexico niet. Angst voor de spookbeelden van de eenzaamheid.

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Almudena Grandes (1999): Atlas van de menselijke geografie; Amsterdam, Prometheus; traducido por Sophie Brinkman y Esther van Buuren, pp. 9-12 p. 9 I Al jaren verrast mijn gezicht me niet meer, zelfs niet als ik mijn haar heb laten knippen. Toch kwam het borsteltje vol zwarte pasta, dat ik in mijn rechterhand had, die avond niet bij mijn stijve, onbeweeglijke, perfect gedresseerde wimpers, die het aan de rand van mijn goed opengesperde oogleden opwachtten, doordat ik me een ogenblik voordat het zijn bestemming zou bereiken, realiseerde dat mijn ogen te veel glansden. Zonder mijn voeten van de vloer te tillen, boog ik mijn lichaam achterover om mijn hele hoofd in beeld te krijgen en ik zag er nets nieuws of verrassends aan behalve die troebele schittering, als een laagje vernis doortrokken van stof, dat glanzend over een paar onbegrijpelijk vochtige pupillen bleef liggen. Ik nam een paar seconden de tijd om dit verschijnsel te analyseren voordat ik gehaast de balans opmaakte. Ik ben geen puber meer. Ik had me de hele dag goed gevoeld. Het was geen koorts, en ook niet bepaald emotie; zal het de menopauze zijn, zei ik bij mezelf, die helemaal van slag is, net als het klimaat...? Een enkele traan, geïsoleerd, koppig, absurd, maakte zich los van mijn rechteroog en rolde onbeholpen over mijn gezicht zonder erin te slagen ook maar de kleinste van mijn gelaatsspieren te ontroeren. Toen begreep ik dat ik het die avond moest doen. Bijna twee maanden al lag die langwerpige envelop van dik, stevig papier, bijna als crèmekleurig karton, mij uit te dagen vanuit de lade van mijn schrijftafel. Ik was eraan gewend geraakt hem daar te zien, tussen de foto’s van de kinderen en de ongeordende rekeningen, en ik rekende erop met een vertrouwen zo intens als een wanhopige politieagent kan stellen in zijn laatste en meest p. 10 geheime wapen, maar op dat moment werd ik me ervan bewust dat ik er op het desolate terrein van de werkelijkheid, waar geen holten zijn waarin je je kunt verbergen, niets aan zou hebben. Vanavond moet het gebeuren, herhaalde ik bij mezelf, vanavond, vanavond. De naam van de geadresseerde was kort, net als het volledige adres, vier regels in totaal, een vierkante vlek van blauwe inkt volmaakt in het midden geplaatst van een rechthoek in de meest onschuldige kleur, en op de achterkant alleen mijn voornaam, vier letters, als laatste toegevoegd, de sluitklep aan de rest geplakt met mijn eigen speeksel en die druppel met een bittere smaak die plotseling, met vertraging, uiteenspatte op de punt van mijn tong toen die belachelijke, hinderlijke traan de spleet van mijn lippen wist te bereiken. Vanavond moet het gebeuren. Precies op dat moment begon Clara op de deur te bonzen. ‘Mama...! Doe open, mama, mama, ik moet plassen!’ Ik waste mijn gezicht zo snel als ik kon met koud water en liep in drie grote stappen de badkamer door, maar toen ik de knip van de deur schoof, stond mijn dochter al te schreeuwen alsof haar schoenen in brand stonden. ‘Waarom ben je met naar de andere we gegaan?’ vroeg ik haar toen ze, haar armen losjes op haar benen, op de pot zat en me aankeek. ‘Was die bezet?’ ‘Je ogen zijn doorgelopen, weet je dat?’ merkte ze op in plaats van antwoord te geven, en ze glimlachte. De glimlach van je eigen kinderen is zo onweerstaanbaar dat het, zolang deze om hun lippen ligt, onmogelijk is ook maar te denken dat je zonder hen beter of zou zijn. ‘Ik plas liever hier. Deze is veel groter.’ Ik trok haar in mijn armen en kuste haar haastig op haar wangen, op haar voorhoofd, op haar haar, zonder aandacht te schenken aan haar protesten, al die gespeelde wanhoop waarmee ze mijn kussen altijd in ontvangst neemt. Ik heb al een tijd geleden geleerd dat er geen doeltreffender methode is om van haar af te komen. Haar voeten hadden de vloer nog niet opnieuw aangeraakt of ze ging er schaterlachend vandoor in de overtuiging dat ze me op zijn minst nog wel twintig kussen afhandig had gemaakt. Ik deed de knip weer op de deur en keek op mijn horloge. Ik had minder dan een kwartier om mijn gezicht te wassen, me opnieuw op te maken, me aan te kleden, instructies aan de oppas te geven, naar de garage te gaan en de auto te pakken. In plaats van bij het begin te beginnen, ging ik op de rand van het bad zitten en sloot mijn ogen. p. 11 Hoewel ik dus niet kon zeggen waar die jaren precies gebleven waren, waren er al tweeënhalf voorbijgegaan sinds die andere avond, dat andere etentje, dat zo veel overeenkomsten vertoonde met dit. Toen, in oktober 1992, had ik rond dezelfde tijd een bad genomen, me opgemaakt, me aangekleed en, onderweg naar hetzelfde restaurant, waar Fran dezelfde mensen had uitgenodigd, had ik Marisa

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opgehaald. De serie was nog niet uitgebracht, maar de eerste zes afleveringen waren vrijwel klaar en de eerste dertig pagina’s van het werkschrift dat op het bureau in mijn werkkamer rustte, beloofden, op zijn minst, nog een rustig trimester. Ik had kunnen zweren dat de enige reden voor die bijeenkomst zou bestaan in het om de beurt complimentjes afwimpelen door naar een betoog te luisteren dat aan duidelijkheid niets te wensen overliet — ‘jullie zijn fantastisch, meiden, ik weet niet hoe ik het zonder jullie had moeten redden...’ — en deed daardoor niet eens een poging de sombere blik te interpreteren die Ana, de grafisch redactrice, me toewierp voordat Fran, een seconde later, zonder enige aankondiging het woord nam. ‘We missen Zwitserland.’ ‘Wat zeg je?’ vroeg ik, zonder al te kunnen kiezen tussen verbijstering en die toegeeflijke kalmte waarmee je flauwe grappen over je heen laat komen. ‘Precies wat je hoort, Rosa,’ zei Fran, die echter volkomen kalm leek. ‘Er zijn geen foto’s van Zwitserland.’ ‘Dat is onmogelijk...’ Ja,’ zei Ana hoofdschuddend in mijn richting, alsof haar instemming mij zou kunnen troosten, ‘het is onmogelijk, het is ongelooflijk, maar het is waar. Luzern en Zermatt, daar zijn geen foto’s van. Dat wil zeggen,’ ze het een bijna dramatische stilte vallen voordat ze, aftellend op haar vingers, zei, ‘er zijn slechte foto’s, er zijn goede foto’s die we niet mogen reproduceren, er zijn goede foto’s die te oud zijn om te publiceren, er zijn goede foto’s vol skiërs met kleurige mutsen en, als laatste, er zijn goede foto’s die zo duur zijn dat ze het illustratiebudget voor het hele deel verstoren. Kortom, er zijn geen foto’s.’ Ik balde mijn vuisten en sloeg ermee op tafel. ‘Dat is verdomme... !’ Voordat ik had kunnen kiezen tussen de verschillende mogelijkheden om die verwensing op een doeltreffende manier af te maken, legde Fran haar rechterhand op een van mijn vuisten. Met de linker overhandigde ze mij het werkschrift, dat ze zo aardig was geweest te pakken voordat ze het kantoor verliet. Pas toen deed ik mijn jas uit, ging zitten en dronk in een teug een glas p. 12 wijn leeg. Als ik merk dat mijn zenuwen in alle richtingen beginnen te groeien, en zich spannen en opzwellen, en mij waarschuwen dat ze op het punt staan zich over alle neutrale delen van mijn lichaam te verspreiden, probeer ik me te gedragen als een van de verleidelijke mutantenhelden wier tragische, bijna klassieke lot elke middag mijn kinderen aan de televisie kluistert, die mooie, atletische, betere of slechtere maar altijd onschuldige wezens, die in staat zijn in enkele seconden te anticiperen op de ontketening van het proces dat hen in ware monsters verandert, alsof het twijfelachtige principe zich te verbergen voor de ogen van de andere stervelingen op de een of andere manier een compensatie zou vormen voor de riskante willekeur van hun bestaan.

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Antonio Muñoz Molina (2003): Sefarad, het boek der ballingen; Breda, De Geus; traducido por Adri Boon y Erik Coenen, pp. 9-12 p. 9 Koster We hebben een leven opgebouwd ver van het stadje waar we vandaan komen, maar we kunnen er maar niet aan wennen dat we daar niet meer wonen, en wanneer we er een tijd niet zijn geweest zwelgen we in nostalgie, en als we onder elkaar zijn overdrijven we ons accent en gebruiken we allerlei regionale woorden en uitdrukkingen die we koesteren en die onze kinderen, al hebben ze ze toch vaak genoeg gehoord, nog maar nauwelijks begrijpen. Godino, de secretaris van ons gemeenschapscentrum, dat dankzij zijn inzet en enthousiasme weer nieuw leven is ingeblazen, organiseert geregeld etentjes waar we ons te goed doen aan de producten en gerechten uit onze streek, en al is het waar dat het ons een beetje steekt dat onze keuken bij veel mensen even onbekend is als onze monumentale architectuur of de manier waarop we Pasen vieren, toch beleven we er ook wel een zeker genoegen aan gerechten te nuttigen die bijna niemand kent en ze aan te duiden met woorden die alleen ons iets zeggen. Ach, onze gordal-olijven, onze cornezuelo-olijven, verzucht Godino. Onze broodjes met olijfolie, onze in likeur gedrenkte cake, onze pasta van aardappeldeeg, ons paasgebak, onze bloedworst met rijst in plaats van met ui, onze typische gazpacho, die in niets lijkt op wat Andalusische gazpacho wordt genoemd, onze artisjokkensalades! In een zaaltje achter de winkel waar hammen worden verkocht en waar het bestuur altijd bijeenkomt, snijdt Godino gulzig een stuk brood af, en alvorens het in zijn bord met dampende bloedworst te dopen, maakt hij een zegenend gebaar boven het gerecht en reciteert enkele verzen: O goddelijke bloedworst, geheiligd zij uw naam. p. 10 De eigenaar van de winkel is een streekgenoot van ons, en hij is het die, zoals Godino het noemt, de catering verzorgt voor onze smulpartijen, met niet een product dat niet uit onze stad komt, want zelfs het brood wordt gebakken in de oven van Trini, dezelfde oven waaruit nog altijd de heerlijkste magdalena-cakejes komen, en ook het paasgebak met een hardgekookt ei in het midden dat we zo lekker vonden toen we klein waren. Eerlijk gezegd komen we er nu achter dat het vettige beslag waarvan het gemaakt is eigenlijk wel erg zwaar op de maag ligt, en al blijven we in onze gesprekken hoog opgeven van de smaak en de unieke vorm van het paasgebak, ja, zelfs van de naam die niemand kent behalve wij, toch krijgen we het niet helemaal op, ook al leerden onze moeders ons al dat het zonde is om eten weg te gooien, en dan denken we terug aan die keren dat we, toen we nog maar net in Madrid woonden, de voedselpakketten gingen afhalen die door thuis met de bus waren meegegeven: kartonnen dozen, goed dichtgemaakt met plakband en met voor de zekerheid ook nog eens een touw eromheen, die ons van ver weg de onmiskenbare geur bezorgden van de keuken thuis, een overdaad aan al die lekkere dingen die we misten en waar we in Madrid naar snakten: butifarra- en chorizoworst, gemaakt van het vlees van het laatste slachtfeest, borrachuelos met een suikerlaagje, paasgebak en soms zelfs een pot rode paprika’s, de verrukkelijkste lekkernij die je je maar kunt indenken. Een tijdlang heerste in de sombere kast van ons pensionkamertje hetzelfde geheimzinnige donker vol lekkernijen als in die ingebouwde proviandkasten van voordat de koelkast zijn intrede deed. (Wanneer ik nu tegen mijn kinderen zeg dat pasgeleden nog maar, toen ik zo oud was als zij, de meeste mensen geen koelkast en geen televisie hadden, kunnen ze het niet geloven, of, erger nog, kijken ze me aan alsof ik een holbewoner ben.) We waren al maandenlang van huis, ver van onze stad, maar ons reukvermogen en onze smaakpapillen schonken ons dezelfde troost als een brief, dezelfde diepe, melancholieke vreugde waarvan we vervuld waren als we per telefoon met onze moeder of verloofde hadden gesproken. Onze kinderen, die de hele dag aan de telefoon hangen en urenlang met iemand kletsen die ze vlak daarvoor nog p. 11 hebben gezien, kunnen maar niet geloven dat de telefoon voor ons, niet alleen toen we heel klein waren maar ook later nog, iets heel bijzonders was, voor armere families althans, en dat bellen naar een andere stad – interlokaal, zoals dat tot voor kort heette – een heel gedoe was, want vaak stonden er lange rijen voor de telefoonkantoren, aangezien er nog geen automatisch telefoonverkeer bestond. Ik ben nu niet bepaald een oude man (al zegt mijn vrouw vaak dat ik iemand van de oude stempel ben),

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maar ik kan me nog goed herinneren dat ik, als ik mijn moeder wilde spreken, naar een buurvrouw belde en dan moest wachten terwijl mijn moeder gehaald werd en de teller in de houten cabine van het telefoonkantoor in de Gran Vía maar door bleef tikken. En als ik haar dan eindelijk hoorde, voelde ik een beklemming die ik daarna nog maar zelden heb ervaren, het gevoel ver weg te zijn en mijn moeder op haar oude dag in de steek te hebben gelaten. Allebei stonden we maar wat te hakkelen en werden we zenuwachtig van dat vreemde apparaat dat plotseling ons Leven was binnengedrongen en we kregen het benauwd als we dachten aan de gestaag oplopende gesprekskosten terwijl we niet veel verder kwamen dan het soort trivialiteiten waar ook onze brieven vol mee stonden: gaat het goed met je, denk om je gezondheid, zorg ervoor dat je je warm aankleedt als je ‘s ochtends de deur uit gaat, want het is gemeen koud. Ik moest altijd iets overwinnen voordat ik durfde vragen of ze een voedselpakket wilde sturen of geld wilde overmaken. En als ik had opgehangen, was heel die afstand plotseling weer terug, en daarmee ook de treurigheid die je voelt als je op zondagavond de deur uit moet en het wat beschamende gevoel van opluchting een einde te hebben gemaakt aan een gesprek dat stuntelig verliep omdat je eigenlijk niets te zeggen had. Het is juist nu, nu de afstanden kleiner zijn geworden, dat we ons steeds verder van huis voelen. Wie herinnert zich niet die eindeloze reizen per nachttrein in een tweedeklascoupé, die ons voor het eerst naar Madrid brachten, en die ons uitgeput van het slaapgebrek en de vermoeienissen van de reis onbarmhartig vroeg achterlieten in het oude station Atocha, dat onze kinderen nooit zouden kennen, hoewel een enkele onder hen, toen hij heel klein was of nog in de p. 12 moederbuik zat, helse nachten doorgebracht heeft in dergelijke treinen wanneer die ons terugvoerden naar het zuiden in de kerstvakantie waar we zo lang naar hadden uitgekeken, in de weinige maar heerlijke vrije dagen van de paasweek of tijdens ons stadsfeest, dat erg laat in het seizoen viel, eind september, wanneer de mannen van de generatie van onze ouders de heerlijkste druiven, granaatappels en vijgen aan het plukken waren en zich de luxe veroorloofden beide stierengevechten bij te wonen die tijdens het feest werden gehouden: dat van Sint-Michael, waarmee de feestelijkheden van start gingen, en dat van Sint-Franciscus, op de mooiste dag, de grote dag, zoals onze ouders zeiden, maar ook de droevigste, omdat het de laatste dag was en omdat door de najaarsregen de corrida maar al te vaak in het water viel en de destijds zeldzame draaimolens, afgedekt met een doorweekt zeildoek, een treurniswekkende aanblik boden.

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Arturo Pérez Reverte (1997, 2ª ed. 2000): Het trommelvel; Amsterdam, Ambo/Anthos; traducido por Jean Schalekamp, pp. 7-10 p. 7 Om elf minuten voor middernacht wist de computerpiraat in het centraal systeem van het Vaticaan binnen te dringen. Vijfendertig seconden later sloeg een van de met het hoofdnet verbonden computers alarm. Het was niet meer dan een flikkering op het scherm van de monitor, die aangaf dat de veiligheidscontrole op inmenging van buiten automatisch in werking was gesteld. Even later verschenen in een hoekje van het scherm de letters Hit, en de ambtenaar in functie, een jezuïet die op dat ogenblik bezig was gegevens over de laatste census van de pauselijke staat op te nemen, nam de telefoon van de haak om de dienstdoende chef te waarschuwen. ‘We hebben een hacker,’ meldde hij. Pater Ignacio Arregui, ook een jezuïet, knoopte zijn soutane dicht en ging de gang op om de vijftig meter naar de computerzaal of te leggen. Hij was mager en knokig, en zijn schoenen kraakten toen hij in het schemerduister onder de fresco’s langs liep. Onder het lopen keek hij even door de ramen naar buiten, naar de verlaten Via della Tipografia en de donkere gevel van het Belvedèrepaleis, binnensmonds mompelend. Dat hij zo slechtgehumeurd was kwam meer doordat hij was gewekt terwijl hij net een dutje deed, dan door het verschijnen van de indringer. Het gebeurde wel vaker dat computerkrakers inbraken, maar dat was altijd onschuldig. Ze beperkten zich gewoonlijk tot de buitenste veiligheidszone en lieten dan kleine sporen van hun korte aanwezigheid achter: boodschappen of virusjes. Een computerpiraat – een hacker in het technische jargon - wilde de anderen graag laten weten dat hij er geweest was. Over het algemeen waren het heel jonge knapen die er plezier in hadden langs de telefoonlijnen te reizen en, op zoek naar nóg moeilijker doelen, andermans computersystemen verkenden. Voor de chipjunkies, de verslaafden aan high technology, was het altijd een opwindend avontuur p. 8 om hun geluk te beproeven bij de Chase Manhattan Bank, het Pentagon of het Vaticaan. De ambtenaar in functie was pater Cooey, een Ierse jezuïet, een dikke jongeman met een bril. Hij fronste bezorgd zijn voorhoofd terwijl hij zich over het toetsenbord van de computer boog om het computerspoor van de piraat na te gaan. Toen pater Arregui naast hem kwam staan, zag hij dat hij opgelucht opkeek. Het schijnsel van zijn bureaulamp verlichtte het onderste gedeelte van zijn gezicht. ‘U weet niet half hoe blij ik ben u te zien, pater.’ De prior ging opzij staan en lette, met zijn handen onder het licht op de tafel geleund, scherp op het scherm, waar blauw en rood gekleurde ikoontjes flikkerden. Het automatische zoeksysteem was in permanent contact met het signaal van de indringer. ‘Is het ernstig?’ ‘Misschien wel, ja.’ In de afgelopen twee jaar was het maar één keer ernstig geweest, want toen was een hacker erin geslaagd een computerworm in het net van het Vaticaan binnen te laten dringen. Computerwormen waren bestanden die tot doel hadden zich zo in de ruimte van het systeem te vermenigvuldigen dat dit volledig geblokkeerd werd. Als dat gebeurde, kwam het schoonmaken van het net en het herstellen van de schade op een half miljoen dollar te staan. Toen de kraker na een lange, ingewikkelde speurtocht was geïdentificeerd, bleek het een zestienjarige jongen te zijn die in een dorpje aan de Hollandse kust woonde. Andere serieuze pogingen om virussen of dodelijke programma’s te laten infiltreren waren al direct in de kiem gesmoord: een jonge mormoon uit Salt Lake City, een genootschap van islamitische integristen dat in Istanboel gevestigd was, en een geschifte pastoor die een vijand van het celibaat was en ‘s nachts de computer van het gekkenhuis gebruikte. De pastoor, een Fransman, had hen anderhalve maand lang in het nauw weten te drijven, en ze slaagden er pas in hem onschadelijk te maken toen hij at tweeënveertig bestanden had geïnfecteerd met een virus dat de computerschermen met Latijnse scheldwoorden blokkeerde. Pater Arregui plaatste zijn vinger op de rood knipperende cursor: ‘Is dat onze hacker?’ ‘Ja.’ p. 9 ‘Hoe noem je hem?’ Ze gaven iedere computerkraker altijd een naam om hem te kunnen identificeren en volgen. Vaak waren het oude bekenden. Pater Cooey wees op een regeltje in de rechter benedenhoek van het scherm: ‘Vespers, voorlopig. Dat was het eerste waar ik opkwam.’

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Op het scherm van de monitor doofden enkele bestanden uit en lichtten weer andere op. Cooey bekeek ze aandachtig, bracht de cursor met de muis naar een ervan en drukte twee keer. Nu hij een meerdere in zijn buurt had op wie hij de verantwoordelijkheid kon afschuiven, was zijn houding veranderd: ontspannener en afwachtender. Voor een veteraan op computergebied, en dat was hij, was het optreden van een computerpiraat altijd een beroepsmatige uitdaging. ‘Tien minuten is hij er al,’ zei hij, en pater Arregui meende een zekere ingehouden bewondering in zijn stem te bespeuren. ‘In het begin liep hij alleen maar de verschillende ingangen af, om de zaak te verkennen. Plotseling glipte hij naar binnen. Hij kende de weg at, waarschijnlijk had hij ons at eerder een bezoek gebracht.’ ‘Wat is hij van plan?’ Cooey haalde zijn schouders op. ‘Weet ik niet. Maar hij werkt goed en snel, met een driedubbel systeem om onze verdediging te ontwijken: hij begint met eenvoudige verwisselingen van gebruikersnamen uit te proberen en daarna namen uit ons eigen lexicon en een lijst van 432 wachtwoorden.’ Op dit punt vertrok de jezuïet zijn mond een beetje, alsof hij een ongepast glimlachje wilde onderdrukken. ‘Nu is hij de toegangen tot INMAVAT aan het verkennen.’ Onrustig trommelde pater Arregui met zijn nagels op een van de technische handboeken waarmee de tafel bedekt was. INMAVAT was een confidentiële lijst van hoge functionarissen van de Romeinse curie, Je kon er alleen via een persoonlijke geheime code toegang toe krijgen. ‘Een volg-scanner?’ opperde hij. Cooey gebaarde met zijn kin naar het scherm van een andere ingeschakelde monitor, die op de tafel ernaast stond: Heb ik al aan gedacht, wilde hij daarmee zeggen. Dat systeem, dat met de politie en het telefoonnet van het Vaticaan was verbonden, registreerde alle gegevens die te maken hadden met het signaal van de p. 10 indringer. Het beschikte zelfs over een speciale valstrik voor hackers, een reeks trajecten die als lokaas dienden, met ingewikkelde meanders waar de krakers zo door werden opgehouden dat ze sporen achterlieten die het mogelijk maakten hen te lokaliseren en te identificeren. ‘Veel zullen we er niet mee bereiken,’ meende Cooey na enkele ogenblikken. Vespers heeft zijn punt van toegang tot het systeem gemaskeerd door over verscheidene telefoonnetten heen te springen. Iedere keer als hij via een van die netten een lus maakt, moet je het spoor ervan terug volgen tot de toegangscentrale... Hij zou zich er wel heel lang op moeten houden als we iets willen bereiken. En toch, ondanks dat, als hij kwaad wil, dan zal hij dat doen.’ ‘Wat zou hij anders willen?’ ‘Geen idee.’ Het half nieuwsgierige, half geamuseerde trekje verscheen weer om de mond van de jongeman en verdween zodra hij opkeek. ‘Soms nemen ze er genoegen mee een beetje rond te snuffelen, of ze laten een boodschap achter. U weet wel: Kapitein Zap was hier en dat soort dingen.’ Hij wachtte even, terwijl hij de monitor in de gaten hield. ‘Maar deze doet wel erg veel moeite voor een simpel wandelingetje.’ Pater Arregui knikte twee maal terwijl hij, in gedachten verzonken, de bewegingen van het signaal op het scherm volgde. Daarna scheen hij weer tot zichzelf te komen, keek naar de telefoon in de lichtkegel van de lamp en stak zijn hand naar de hoorn uit, maar bedacht zich halverwege. ‘Denkt u dat hij INMAVAT zal binnendringen?’ Cooey wees naar zijn computerscherm. ‘Dat heeft hij net gedaan,’ zei hij.

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Álvaro Pombo (1998): Onder vrouwen; Leiden, Menken Kasander & Wigman; traducido por Elly Bovée, pp. 5-8 p. 5 ‘Nines kun je niet serieus nemen! Dat ze ergens aan lijdt zal ik niemand betwisten. Maar een ziekte is het niet.’ ‘Ze was smoorverliefd, het is een soort ziekte geworden...!’ was het commentaar van mijn moeder vanaf het andere einde van de tafel in de eetkamer waar we met de hele familie thee dronken. ‘En wat dan nog? Wat heeft liefde te maken met niet eten? Nines heeft geen greintje eigen wil. Zeg me eens, jij die de liefde kent, hoeveel vrouwen zijn er voor zover jou bekend uit liefde gestopt met eten? Niet één!’ verzekerde tante Lucía in antwoord op haar eigen vraag. Violeta en ik keken elkaar weer aan, verschrikt en gefascineerd door de heftige wending die tante Lucía’s woorden begonnen te krijgen. Rechtop in haar stoel, zonder tegen de rugleuning aan te leunen, sperde ze, woedend om de lichte tegenstand die mijn moeder leek te bieden, haar grote blauwe ogen open. ‘Lucía, je ei! Eet je ei op want als het straks koud is krijg je het niet meer weg.’ Maar tante Lucía was op dat moment niet geïnteresseerd in de temperatuur van haar eten. Dus gaf ze slechts met haar elegante ivoren lepeltje een harde tik op het ei. Niemand zou hebben kunnen verhinderen dat tante Lucía over tante Nines zei wat ze wilde zeggen. ‘Nines doet domweg geen moeite zich er overheen te zetten, en dat zal ze ook nooit doen, al sla je haar dood. Een dokter baat niet, er is geen verpleegster of non of wie dan ook die tegen een wil als die van haar is opgewassen. Ze heeft besloten van honger te sterven en je ziet, ze zit al onder de veertig kilo, net als Gandhi!’ Violeta en ik keken elkaar weer aan. De storm begon steeds heviger te worden. Op rustige toon, een toon die erop berekend was om tante Lucía, de oudste van de zussen -na haar kwam mijn moeder en vervolgens tante Nines-, op stang te jagen, verklaarde mijn moeder: ‘Wat jij zegt is zeer onrechtvaardig en volkomen absurd. Je weet hoe alles gegaan is. Ik heb het niet alleen over het onge- p. 6 luk. Ik heb het over alles, die arme Nines. Over haar leven zoals het was en zoals het is. Ze wil niet van honger sterven. Ze wil niet dood. Ze wil alleen niet meer leven, en dat is iets heel anders.’ Er daalde een diepe stilte neer op het naturelkleurige tafellinnen en het elegante serviesgoed van mijn grootmoeder. Violeta en ik kropen in onze schulp en keken strak naar onze borden. De discussie noch de emotie was nieuw. Dat hoefden ze ook niet te zijn om een ongelooflijk fascinerende uitwerking te hebben. Het woord ‘rechtvaardigheid’ voerde de aandacht van tante Lucía naar gebieden van grote diepte en nervositeit. Het veronderstelde onrecht dat tante Nines was aangedaan bleef ingekapseld en bedwongen door de gedachte aan rechtvaardigheid in het algemeen die tante Lucía op dat moment ten toon spreidde. Uiteindelijk werd het evenwicht dat correspondeerde met de balans van de rechtvaardigheid volledig verstoord, tegelijk met het lepeltje, het schoteltje en het kopje thee die lagen te wiebelen in de linkerhand van tante Lucía. Ze vielen nooit, ook al stonden ze vaak op het punt te vallen, iets wat we allemaal het liefst hadden willen doen: neerstorten. En samen in vrede met de brokstukken van het serviesgoed en de rechtvaardigheid in vrede rusten, op het met thee bevlekte tafellaken, zonder enige allure. Maar de allure ontbrak nooit: alsof tante Lucía juist in de vingertoppen van haar linkerhand een magneet had, met zijn stalen of metalen tegenpool in het lepeltje, het schoteltje en het kopje, die een grote onevenwichtigheid toestond binnen het zeer elegante evenwicht van tante Lucía, haar stem en haar gebaren. Het was november. Tante Nines woonde niet meer thuis. Op medisch advies had tante Lucía haar naar de Adoratrices, de Zusters van Aanbidding, in Letona gebracht, die in een vleugel van het klooster kamers hadden, elk voorzien van een eigen spiegel en toilet, waar de dames van Letona tijdens de vasten in sessies van drie dagen intern geestelijke oefeningen kwamen doen, en die gedurende het hele jaar door de nonnen verhuurd werden aan ouderen die niet voor zichzelf konden zorgen, of p. 7 aan zenuwzieken zoals tante Nines, op wie discreet gelet moest worden, zonder ze te kwetsen of ze uit het oog te verliezen, want ze waren nog niet volslagen gek. Het was opmerkelijk dat we, nu tante Nines weg was, onophoudelijk over haar praatten. Dat deden we nooit toen ze nog bij ons woonde. De beslissing om tante Nines naar de Adoratrices te verhuizen was

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volgens mijn moeder allesbehalve gemakkelijk geweest: tante Lucía en mijn moeder hadden met dokter Mazarín en zijn assistent overlegd om de voors en tegens die de verhuizing met zich meebracht goed af te wegen. Tante Nines zelf nam geen deel aan de besprekingen, en naar het schijnt ook niet aan de beslissing. Ze zei alleen maar: ‘Alles wat jullie beslissen vind ik goed.’ Volgens tante Lucía een volslagen willoze uitspraak, hoewel die meer dan voldoende duidelijk maakte dat ze uit eigen beweging het huis verliet, dat niemand haar dwong en dat ze uit vrije wil bij de Adoratrices ging wonen, zonder dat iemand haar nadrukkelijk weg wilde hebben. Eenmaal in het klooster stopte tante Nines geleidelijk aan met eten en hield ze op zich voor het leven in het algemeen te interesseren. In november werd er elke middag tijdens de thee, en ook daarna nog, over tante Nines’ koppigheid gesproken. Tante Lucía droeg het volle gewicht van de conversatie en gaf soms de indruk dat ze niet alleen tegen ons sprak, maar ook tegen een samengedromd publiek in een groot theater dat heldere en gedetailleerde verklaringen eiste, een paar octaven hoger uitgesproken dan men gewoonlijk thuis bij de thee deed. Dokter Mazarín en zijn assistent kregen in de loop van december en januari de kwalificaties eminent en stompzinnig, soms zelfs tegelijkertijd. Dokter Mazarín werd uiteindelijk, halverwege de maand maart, in de ogen van tante Lucía een volslagen incompetent man, niet in staat het lichaam van de ziel te scheiden. En dus aan het einde van dat jaar ervoor verantwoordelijk dat tante Nines geleidelijk aan uit wanhoop en neerslachtigheid zelfmoord pleegde, en misschien wel vanuit de wens zich daar, in de dood, te verenigen met de enige geliefde die ze gehad en verloren had, Indalecio. Tante Lucía p. 8 benadrukte altijd -en mijn moeder stemde daarmee discreet in- dat tante Nines niet gek was, maar even goed bij haar hoofd als ieder van ons. Het bewijs daarvoor was dat ze, toen ze op een ochtend levenloos werd aangetroffen, haar beide ogen veelzeggend open had, strak naar het plafond van haar eenpersoonskamer met eigen toilet gericht, met een uitdrukking van vrede en vertrouwen in wat haar in het andere leven wachtte.

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Apéndice B: Textos del corpus de control

Renate Dorrestein (1998): Een hart van steen; Amsterdam, Contact, pp. 11-14 DEEL EEN

p. 11 Studietijd Frits, najaar 1956 of 1957

We waren al met z’n vieren toen Ida werd geboren, in een ongewoon koude zomernacht. Dankzij de bijna voile maan was het om twee uur nog zo licht dat we de sproeten op elkaars neus konden tellen. We waren vastbesloten wakker te blijven totdat we de eerste kreet van de nieuwe baby hadden gehoord. We hadden chips en cola meegenomen naar onze slaapkamer op zolder en onze warmste flanellen pyjama’s aangetrokken. Ik had het me met een stapel kussens gemakkelijk gemaakt op Kesters bed. Om de tijd te doden lazen hij en ik samen een Batman-strip. Hij porde me zachtjes in mijn zij als ik de pagina moest omslaan. Onze zuster Billie zat op haar vaste plek voor de spiegel die naast de kleerkast hing en knipte met een nagelschaartje geconcentreerd de gespleten punten uit haar lange zwarte haren. En Carlos stond van opwinding rechtop in zijn ledikant te zingen, slaapdronken, zijn buikje bolde over zijn afgezakte slaapluier heen. We noemden hem Carlos omdat hij als baby als twee druppels water had geleken op die bonenstaak van Engeland, prins Charles. Het liep tegen het einde van de zomervakantie; ik weet het nog precies. Elke avond zaten er dikke, taaie teken tussen je tenen die je er volgens Billie tegen de klok in uit moest draaien, anders kreeg je de ziekte van Lyme. We hadden die dag bosbessen geplukt, onze tanden waren er nog blauw van. Alleen Kester had de zijne gepoetst. Mijn p. 12 broer was de laatste tijd in een verbeten gevecht verwikkeld met het vuil van de wereld. Hij waste elke dag zijn oksels en zijn gezicht, maar hij bleef stinken en hij zag er altijd uit als een beduimelde oude krant. Om hem te laten merken dat het mij niets uitmaakte, ging ik onder het lezen af en toe even tegen hem aan hangen. Hij zat met gekruiste benen op zijn rode sprei, de voeten onder zich getrokken. Hij had sinds kort stugge zwarte haren op zijn tenen, waarvoor hij zich doodschaamde. Hij wachtte de afloop van Batman niet af, maar pakte Billies vijl van de vloer en begon ermee onder zijn nagels te peuteren. Onze bedden stonden tegen de vier muren geschoven: we hadden allemaal ons eigen domein. Soms, als we ruzie hadden, trokken we met krijt strepen op de planken vloer om ons gebied af te bakenen, of we legden gore, weke vondsten uit de vijver bij elkaar onder de lakens. ‘Zou het nog lang duren?’ zei Billie terwijl ze naast me kwam zitten. Kester boog de vijl met zijn duim achterover en liet hem toen met een zoevend geluid in haar richting schieten. ‘Moeten we geen water koken?’ ‘We zitten hier niet op de High Chaparall,’ zei mijn zuster. Ze krabde verveeld aan haar kuit. We zaten een tijdje zwijgend bijeen, te moe om nieuwe afleiding te verzinnen. Ten slotte zei Kes: ‘Je hoeft niet van me te houden, Scarlett, maar kus me.’ Billie riep uit: ‘Oh, Rhett! Darling! Don’t get killed!’ Ze liet zich achterovervallen, wrong haar handen en kreunde. Toen veerde ze op en zei: ‘Wacht, nou bedenk ik er een voor jou.’ ‘Casablanca,’ zei ik tegen Carlos, die aan de spijlen van zijn ledikant rammelde. p. 13 Billie en Kes lachten, ik wist niet waarom. Billies lange haar zwierde als een wimpel over haar schouder en ik rook Kesters sokken. En om een of andere reden kreeg mijn hart plotseling een duwtje, als de slinger van een oude pendule die een hele tijd had stilgestaan. Wat een miserabele zomer was het geweest. Het was begonnen met het ongeluk van Carlos, of nee, daarvoor al, natuurlijk. Op eerste paasdag, toen mijn vader na het eieren zoeken ineens had aangekondigd dat we gezinsuitbreiding zouden krijgen. Hij zette zijn bril af en weer op, een van zijn tics als hij met de juiste woorden kon vinden, en keek ons een voor een met een soort verlegen triomf aan. Ik kreeg het gevoel dat we hem eigenlijk een hand moesten geven om hem te feliciteren. We zaten met z’n allen in de keuken, klaar om aan het paasontbijt te beginnen. Mijn moeder zei:

Formatted: Spanish(Spain-Modern Sort)

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‘Jullie mogen een naam bedenken.’ ‘Ramona!’ riep ik meteen uit. Dat zongen de Blue Diamonds: ‘Ramona! Ramona! Oehoeh!’ ‘En als het nou een jongen is?’ vroeg Kester. Verschrikt begon ik op de punt van een haarlok te kauwen: wou hij er niet nog een zusje bij? Billie zei verontwaardigd: ‘We hebben geen plaats meer op zolder. Als er nog eentje bij komt, wil ik een eigen kamer.’ ‘Ach schat,’ zei mijn moeder vaag. ‘Ik ben vijftien!’ riep Billie uit, alsof dat iets verklaarde. We keken haar allemaal verbaasd aan. ‘Ik heb behoefte aan een beetje privacy!’ ‘Aan wat?’ vroeg Kester. Later vroeg ik aan mijn moeder wat er achter Billies verzoek kon zitten. ‘Ik weet het niet precies, Ellen,’ zei ze. ‘Dat jullie groot worden, waarschijnlijk.’ p. 14 In mijn dagboek noteerde ik gebelgd dat ik niet van ‘zulke abstracte antwoorden’ hield. Ik was dol op dergelijke termen, en daarom kon ik het ook niet uitstaan dat Billie, die maar op de mulo zat, een woord gebruikte voordat ik het in ons gezin had geïntroduceerd. Ik zou na de grote vakantie naar het gymnasium gaan. Ik zou Livius vertalen, en Homerus. ‘Was er,’ schreef ik in mijn dagboek, ‘in de antieke wereld al sprake van "privacy", of is dat een modern idee?’ Meestal kreeg ik een tien voor mijn opstellen, naar ik vermoedde omdat mijn meester de hele tijd een woordenboek moest raadplegen om me te kunnen volgen. Eigenlijk zat mijn verstand mijzelf ook vaak behoorlijk dwars. ‘Zijn wij wat we denken?’ schreef ik in mijn dagboek, en ik hoopte eerlijk gezegd van niet. We waren allemaal trots op ons huis, met z’n geur van vergeeld papier en archiefkasten tot aan het plafond. Een mooie, ouderwetse villa was het toen nog, voor die ellendige renovatie, met een stoepje en een betegelde gang en een keuken in het souterrain. Je voelde je al gelukkig en geborgen bij de aanblik, als je kwam aanfietsen door de doodstille, met eikenbomen omzoomde laan die in een flauwe bocht eindigde bij een landelijke manege. ‘s Winters konden we midden op straat sleeën, zo weinig verkeer was er. Onvoorstelbaar eigenlijk dat dat pas vijfentwintig jaar geleden is. Het grootste gedeelte van ons huis werd in beslag genomen door het archief en er was dus Been sprake van dat een van de kamers voor Billie ontruimd kon worden: waar hadden we de mappen in ‘s hemelsnaam moeten laten? De enige plek die het knipselbureau van mijn ouders nooit had opgeslokt, was de kelder onder de keuken, vanwege het vocht.

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Karel Glastra van Loon (1999): De passievrucht; Amsterdam, Veen, pp. 7-11 p. 7 Een We rijden zwijgend naar het ziekenhuis. Ellen zit achter het stuur, ik tel de strepen op de weg. De weg is vol auto’s op oorlogspad. Ellen rijdt eerst te hard, dan te langzaam. Ze geeft geen richting aan. Ik zeg niks. In de berm groeien reclameborden. THE FUTURE IS HERE. WAT MAAKT BEN ONDERNEMER GELUKKIG? ‘Geld,’ zeg ik. ‘Wat?’ ‘Nee, niks.’ We parkeren in de betonnen buik van de ziekenhuisstad. Lopen door overdekte straten vol mensen in trainingspakken die rolstoelen voor zich uitduwen. Op een plein, waar de geur hangt van frituurvet en verlepte bloemen, speelt een strijkje zigeunermuziek. ‘Hier links,’ zeg ik. ‘Daar is de lift,’ zegt zij. Ik kijk naar haar spiegelbeeld in een glazen ruit. De spanning trekt de kleur weg uit haar lippen. ‘Ik sta niet voor mezelf in...’ had ze gezegd. ‘Als ze zeggen waar ik bang voor ben, dan...’ Ze maakt al weken haar zinnen niet af. ‘Gaat u zitten,’ zegt de arts. En als we zitten: ‘Ik heb niet zulk prettig nieuws voor u.’ Ik zie Ellen verstijven. Ze duwt haar kin tegen haar borst, kijkt strak naar de grond. p. 8 ‘En dan met name niet voor u, meneer.’ Haar rug recht zich, haar kin schiet omhoog. Ik zie het uit mijn ooghoeken. Heel even draait ze haar hoofd mijn kant op. Ik ben me er plotseling van bewust dat ik hevig heb gezweet, mijn kleren kleven nat en koud aan mijn lijf. ‘U bent onvruchtbaar. En daar is niet alleen niets aan te doen, het is bovendien, en ik besef dat dit een schok zal zijn, altijd zo geweest.’ Het eerste wat ik voel, althans het eerste gevoel waarvan ik me bewust word als hij is uitgesproken, is opluchting. Hier is sprake van een groteske vergissing. Er zijn dossiers verwisseld, onderzoeksresultaten verkeerd ingeschreven, er is iemand met dezelfde naam, iemand die op ditzelfde moment, in een andere dokterskamer, de resultaten te horen krijgt van mijn onderzoek: ‘U mankeert helemaal niets, meneer. Uw zaad is kerngezond.’ ‘Maar dat is onmogelijk,’ zeg ik. ‘Ik heb een kind, een zoon van dertien!’ Het blijft lang stil in de kamer. Niets beweegt. Niemand beweegt. De hele ziekenhuisstad van beton en staal en glas, de liftschachten, de gangen, de duistere tussenverdiepingen vol tikkende, zoemende, zuchtende buizen, de zalen vol bedden met herstellenden en stervenden, de bezoekers en de artsen, de studenten en de co-assistenten, zij allen houden de adem in. Het heden houdt stil, omdat vlak achter dat heden het verleden ontploft. Ellen kijkt naar de arts. De arts kijkt naar mij. Ik kijk naar een ingelijste foto vlak achter zijn hoofd: een jongen en een meisje op ski’s tegen een decor van besneeuwde bergtoppen, onder een strakblauwe hemel. Ik weet dat de dingen daarna hun normale loop hebben hernomen. Dat wij als volwassen mensen de zaken verder hebben besproken. En dat we vervolgens naar huis zijn gereden, Ellen en ik, over dezelfde wegen, langs dezelfde bor- p. 9 den, door hetzelfde oorlogszuchtige verkeer. Ik weet het, maar ik herinner het mij niet. Het enige dat ik me herinner is wat ze me vroeg toen we de straat in draaiden waar wij wonen. Ze vroeg: ‘Wil je dit aan Bo vertellen?’ Wil ik dit aan Bo vertellen?

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Ik wil maar één ding: dat wat gezegd is niet is gezegd, dat wat gebeurd is niet is gebeurd. Het is een zinloos willen, maar toch, ik kan er niet mee ophouden. Ophouden zou erger zijn. En dus herroep ik oude besluiten, kom ik terug op wat ik eerder heb gezegd. Ik reconstrueer het recente verleden, om een ouder verleden te redden. Waar ik ‘ja’ zei, zeg ik nu ‘nee’. Waar ik besloot tot handelen, besluit ik nu tot nietsdoen. Waar ik toegaf aan haar verlangen, omdat ik dacht dat het ook mijn verlangen was, daar wijs ik haar nu af. ‘Nee, ik wil geen kind bij jou. Ik heb een kind, en dat kind is mij genoeg. Laat het jou ook genoeg zijn.’ Ik weet dat ik daarmee onze liefde op het spel zet, dat er voor ons geen toekomst zal zijn als ik volhard, en toch doe ik het. Nu wel. Want nog moeilijker dan te leven zonder toekomst, is te leven zonder een verleden. p. 10 Twee Bo is dus niet verwekt in een kille zomernacht op de passagiersstoel van een gele Renault 5. Hij heeft zijn kin, die iets naar voren steekt waardoor het lijkt alsof zijn onderkaak verkeerd gemonteerd is, niet van mij. Zijn ogen hebben wel de kleur van die van Monika, maar niet de vorm van de mijne, zoals iedereen zegt die Monika heeft gekend. Dat zijn linkervoet een halve maat kleiner is dan de rechter, net als bij mij – toeval! Er staat een tekst in het apocriefe bijbelboek Het Evangelie van Philippus waaraan ik de laatste tijd vaak moet denken. ‘De kinderen die een vrouw gaat baren lijken op degene die ze liefheeft. Als dat haar man is, lijken ze op haar man. Als dat echter een echtbreker is, dan lijken ze op die echtbreker.’ Ooit, het moet nu een jaar of zes geleden zijn, heb ik die tekst voorgelezen aan Bo. We zaten aan de houten tafel in de keuken, met grote vellen tekenpapier en geslepen potloden in een piramide van licht. Ik tekende voor Bo het Huis van het Weten. Eerst de plattegrond, daarna een voor- en een zijaanzicht. ‘De voorkamer van het Huis van het Weten,’ zei ik tegen Bo, ‘is de Kamer van de Feitelijke Kennis. Daarin vind je alle dingen die je nu weet. Daarachter ligt een veel grotere kamer: de Kamer van het Mogelijke, van alle dingen die je nog te weten kunt komen als je tijd van leven hebt en nieuwsgierig blijft.’ Bo rolde een potlood over het tafelblad. p. 11 Naast de voor- en achterkamer lag een ruimte waarvan ik de buitenmuur niet had ingetekend. Dat is de Donkere Kamer van God,’ zei ik. ‘Niemand weet hoe groot die kamer is. Elk licht dat je er binnen brengt, wordt onmiddellijk gedoofd. Je ziet er alleen iets als je de tijd neemt om aan het donker te wennen. Dan word je soms, heel even, dingen gewaar die je niet voor mogelijk had gehouden.’ ‘Er zijn mensen,’ zei ik, ‘die zo schrikken van wat ze daar zien, dat ze de deur gauw weer dichtgooien en er niet meer terugkeren. En er zijn mensen die eraan verslaafd raken en zelden of nooit meer naar buiten komen. De Donkere Kamer van God is de mooiste maar ook de gevaarlijkste kamer van het huis.’ Het Huis van het Weten had een grote zolder, de Rommelzolder van de Kennis noemde ik die. Daar vind je de raarste dingen. Grappige en onbruikbare dingen, zoals de Theorie van de Platte Aarde en de Tien Gulden Regels voor Burgermeisjes. Maar ook prachtige en nuttige dingen, zoals de Heilige Geometrie en het Evangelie van Philippus.’

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Arnon Grunberg (1997): Figuranten; Amsterdam, Nijgh & Van Dittmar p. 9 Geldwolf Ik ben de geldwolf, makelaar in krotten. In de winter van 1995 begon ik voor het eerst over mezelf na te denken als geldwolf. Ik had al over mezelf nagedacht als latin lover, en als tangodanser. Ik heb nog een maand of twee een cursus tangodansen gevolgd. Toen boden ze aan mij het cursusgeld terug te geven als ik beloofde nooit meer op tangoles te komen. Van dat aanbod heb ik gebruikgemaakt. Ik heb ook over mezelf nagedacht als kantoorklerk die het hogerop zou gaan brengen, als filmster, als uitgever, als wijnboer die zijn eigen wijn opdrinkt, als aandelenhandelaar, als hoer, als komiek, als filmregisseur, getrouwd met een twintig jaar jongere actrice, als oplichter, als schrijver, als Don Juan, als zelfmoordkandidaat, als brillenjood, als minnaar van Frederika Steinman, als wereldkampioen tafelvoetballen, als vriend van Broccoli, als secretaris van de Vereniging voor Genieën, als geheim lid van operatie-Brando, als minnaar van Elvira Lopez, als het lentebriesje van Elvira Lopez, als wandelende, sprekende en zingende creditcard van Elvira Lopez, als masseur van Elvira Lopez, met twee linkerhanden, als vader van de kinderen van Elvira Lopez – en toen, in de winter van 1995, voor het eerst dus als geldwolf. Je kunt het zo gek niet bedenken of ik er heb er wel over gedacht het te worden. Op het eind van je leven ga je waarschijnlijk over jezelf nadenken als wandelend lijk, maar zover ben ik nog niet. Hoewel ik vermoed dat het geen prettig gezicht zal zijn. Iemand belde me op en zei: ‘Wat ben je toch een geldwolf.’ Het was een filmproducent. Ik dacht: Ja, dat is precies wat ik ben, een geldwolf. ‘U heeft gelijk,’ zei ik, ‘u heeft helemaal gelijk’ Later schreef ik hem nog: ‘Niets geeft mij zoveel inspiratie als geld. Mijn thema is mijn bankrekeningnummer, mijn lied is een hooglied op het geld en als ik in slaap wil worden gezongen luister ik naar de wisselkoersen op de radio. Als jullie aan mij denken, denk dan ook een klein beetje aan geld, p. 10 want als ik aan jullie denk, denk ik ook aan geld.’ Toen ik klaar was met de brief opende ik het raam en schreeuwde over straat: ‘Ik ben de geldwolf, de geldwolf is back in town.’ Niet dat er iemand op mij lette, want er denderen van ‘s ochtends zes tot ‘s avond acht vrachtwagens door mijn straat en die overstemmen elk geluid. Zelfs als je met een megafoon uit het raam zou gaan hangen kom je er nog niet bovenuit. Door die vrachtwagens komt er een zwart poeder in mijn woning, ook al sluit je het raam. In het begin heb ik nog wel geprobeerd het met een sponsje van de muren te schuren. Maar daar ben ik mee opgehouden. Ik heb het er wel eens over met de man van de kakkerlakkenbestrijding die elke woensdagochtend voor de deur staat, om elf uur. Hij is heel stipt. Een aardige man. We maken altijd een praatje. Hij zegt: ‘Jij bent de enige normale in het hele gebouw.’ Hij kan het weten, hij komt in al die huizen. In het huurcontract staat: ‘U bent wettelijk verplicht de beambte van de kakkerlakkenbestrijding toegang te verlenen tot uw appartement.’ Op aanraden van een vriend ben ik in groepstherapie gegaan, hoewel ik me helemaal niet ziek voelde. Integendeel. Maar hij zei: ‘Dat is heel normaal in Amerika, zoiets is echt niet alleen voor zieke mensen. Iedereen doet het, managers, professoren, artiesten, heel geslaagde mensen, het is niets om je voor te schamen.’ ‘Bovendien,’ vervolgde hij, ‘straks zullen de mensen zeggen dat je gek bent, omdat je beweert dat je bankrekeningnummer je thema is en omdat je denkt dat je de geldwolf bent. Daar houden ze met van. Je zult in de goot eindigen of in een gekkenhuis. Daar mag je dan uit de ramen schreeuwen dat je de geldwolf bent En geloof me, de gekkenhuizen in Amerika zijn niet mals.’ Dit laatste geeft de doorslag; zei ik Natuurlijk gaf het niet echt de doorslag. Ik was de eerste vijfentwintig jaar van mijn leven niet in een gekkenhuis beland. Er zouden wel heel gekke dingen moeten gebeuren wilde ik de komende vijfentwintig jaar wel in een gekkenhuis belanden. Vier woensdagmiddagen ben ik in groepstherapie geweest. In een prachtig oud gebouw in een straat waar niet veertien uur per dag vrachtwagens doorheen denderen. Ik heb er kennisgemaakt met het collectief onderbewuste, op die groepstherapie. De vrouw die de leiding had, vertelde ons dat we ons het collectief onderbewuste moesten p. 11 voorstellen als een reusachtige appeltaart en dat in het hoofd van ieder mens een stukje van die appeltaart zat. De week daarop moesten we een droom vertellen. Ik vertelde – hoewel ik dat helemaal niet had

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gedroomd, ik kon me niet herinneren ooit gedroomd te hebben – dat ik gedroomd had dat ik generaal van een Leger was. Een Leger dat ik zelf had opgericht. Het was het Leger van de Belachelijke Mensen. Zij paradeerden met mij voorop elke werkdag van zes tot acht over Fifth Avenue. Ik had een megafoon in mijn hand en ik schreeuwde: ‘Dit is het Leger van de Belachelijke Mensen. Wij roepen andere belachelijke mensen op zich bij ons aan te sluiten. Man en vrouw, jong en oud, mooi en lelijk, welke geloofsrichting u ook aanhangt, iedereen kan zich aansluiten bij het Leger van de Belachelijke Mensen. Elke werkdag van zes tot acht paraderen wij over Fifth Avenue en met paraplu’s zwaaien wij naar andere belachelijke mensen. Dat is alles wat wij willen. Met paraplu’s willen wij de andere belachelijke mensen begroeten. Elke werkdag van zes tot acht, op Fifth Avenue.’ Een uur lang heeft de groep mijn droom geanalyseerd. Ze waren net een stel uitgehongerde honden die zich op een bot stortten. Het collectief onderbewuste kwam weer ter sprake in de vorm van een appeltaart en ik moest denken aan Broccoli. Als er één iemand korte metten met het collectief onderbewuste had gemaakt was hij het wel. Toch is het raar dat ik aan hem moest denken. Ik wilde namelijk aan alles denken, behalve aan hem en aan Elvira. Elvira heeft nu vast een man met een motor. Ze wilde een man met een motor, waar ze dan achterop kon zitten. Ze was helemaal gek van motoren, vooral met zijspan. Elvira zei: ‘Het is natuurlijk geen vereiste, maar het zou het allemaal wel eenvoudiger maker.’ Vat?’ vroeg ik. ‘Nou,’ zei ze, ‘als mijn man een motor heeft met zijspan.’ Geldwolf kun je tot het eind van je leven blijven. Ik bedoel, minnaar van Elvira Lopez of wereldkampioen tafelvoetballen of seksmaniak met, dat is wel duidelijk.

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Harry Mulisch (1998): De procedure; Amsterdam, De Bezige Bij, pp. 7-11 Akte A Het Spreken p. 7 Eerste stuk De mens Ja, ik kan natuurlijk met de deur in huis vallen en beginnen met een zin als: De telefoon ging. Wie belt wie? Waarom? Het moet iets belangrijks zijn, anders zou het dossier daar niet mee openen. Spanning! Actie! Maar zo kan het dit keer niet. In tegendeel. Eer hier nu iets tot leven kan komen, is het noodzakelijk dat wij beiden ons door inkeer en gebed voorbereiden. Wie onmiddellijk meegesleept wil worden, ten einde de tijd te doden, kan dit boek beter meteen dichtslaan, de televisie aanzetten en op de bank achterover zakken als in een warm schuimbad. Alvorens verder te schrijven en te lezen gaan wij nu dus eerst een dag vasten, vervolgens baden in koel, zuiver water, waarna wij ons hullen in een gewaad van het allerfijnste, witte linnen. Ik heb de bel van de telefoon en de huisdeur afgezet en het klokje op mijn schrijftafel omgedraaid; alles in mijn werkkamer wacht op de komende gebeurtenissen. De eerste lichtgevende woorden zijn in het ultramarijn van het computerscherm verschenen, terwijl buiten de verblindende, ondergaande herfstzon over het plein schijnt. Uit de laaiende hemel in het westen stromen tramrails als gesmolten goud uit een hoogoven, tussen de zwarte bomen verschijnen auto’s uit de baaierd, verdwijnen er in, mensen lopen aan het hoofd van meterslange schaduwen. Aan de stand p. 8 van de zon in mijn kamer kan ik zien hoe laat het is: het licht valt schuin naar binnen, het is zes uur, spitsuur, voor de meesten is de werkdag ten einde. Het ontstaan van de mens was een gecompliceerde affaire. Daarover bestaat nog steeds onduidelijkheid, niet alleen in biologische, ook in theologische kringen. In de Bijbel wordt dit wezen zelfs twee keer geschapen, en tot op zekere hoogte nog een derde keer. Genesis 1:27 meldt, dat op de zesde en laatste scheppingsdag het volgende gebeurde: ‘En God schiep de mens naar zijn beeld, naar Gods beeld schiep hij hem; man en vrouw schiep hij hen.’ Het waren er dus twee; meteen daarop zegt God: ‘Weest vruchtbaar, vermenigvuldigt u.’ De man was dus Adam, maar de vrouw was niet Eva, want ons aller oermoeder zag pas later het levenslicht, toen de scheppingsweek al hoog en breed achter de rug was; zij werd niet afzonderlijk geschapen, maar kwam voort uit een rib van Adam. Deze was daar toen zeer over te spreken, want in Genesis 2:23 verklaart hij: ‘Dit is eindelijk been van mijn gebeente en vlees van mijn vlees.’ Eindelijk! Ook hieruit blijkt, dat Eva zijn tweede vrouw was. Maar hoe staat her dan met de eerste? Wie was zij? Gelukkig hebben deskundigen dat weten te achterhalen: Lilith. Zeer zelfbewust, want even afzonderlijk geschapen als Adam, wenste zij zich niet aan hem ondergeschikt te maken. De breuk ontstond dan ook over de manier van ‘vermenigvuldiging’: zij wenste niet de onderliggende partij te zijn. In hun erotisch-technische conflict speelde misschien het feit met, dat Adam toen nog Eva onder de leden had en in dat stadium dus een p. 9 enigszins verwijfd type geweest moet zijn. De krach liep in elk geval hoog op en Lilith deed ten slotte iets verschrikkelijks: zij vloekte. Dat wil zeggen, zij sprak de onuitsprekelijke, 72-letterige naam van JHVH uit, veranderde op slag in een demon en vloog weg. Onmiddellijk stuurde JHVH de engelen SNVJ, SNSNVJ en SMNGLPH achter haar aan, die haar onderschepten boven de Rode Zee. Maar uitschakelen konden zij haar niet. Sindsdien jaagt zij op alleenstaande mannen en wurgt zij kinderen in het kraambed. Kortom, in alle opzichten is Lilith het tegendeel van de latere Eva, de oermoeder, die door haar ontstaan pas een echte kerel maakte van Adam. Maar deze Adam was tegen die tijd – na de scheppingsweek dus — voor de tweede keer geschapen. Wie nog een Bijbel heeft (anders moet hij even in een nachtkastje van het dichtstbijzijnde hotel kijken) leest in Genesis 2:7: ‘Toen vormde JHVH de mens uit kleiaarde

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en blies levensadem in zijn neus; zo werd de mens een bezield wezen.’ Het verschil met de eerste keer is, dat wij nu wat concrete details te horen krijgen, maar te weinig om er zelf iets mee te kunnen beginnen. Fortuinlijkerwijs zijn er nog andere bronnen dan de Bijbel. Zonder verschil te maken tussen de eerste en de tweede schepping van Adam, heeft een aantal geleerden door de eeuwen heen de gang van zaken op de zesde en laatste scheppingsdag van uur tot uur gereconstrueerd, maar de agenda’s die zij presenteerden wijken van elkaar af. Volgens één van hen zou Adam in het eerste uur verschenen zijn in de gedachten van JHVH. In het tweede uur besprak deze zijn p. 10 inval met het kabinet van aartsengelen. Sommigen vonden het een goed idee, anderen waren er tegen; maar terwijl de engelen nog debatteerden en kibbelden, ging JHVH er in het derde uur toe over, rode, zwarte, witte en bruine aarde te verzamelen. Dit was natuurlijk niet willekeurig stof, maar de allerfijnste stof uit alle windstreken, en vooral ook van de plek waar naderhand de Tempel van Salomo zou verrijzen. In het vierde uur kneedde hij het met het allerzuiverste water tot klei. In het vijfde uur vormde hij Adams lichaam. In het zesde uur maakte hij een golem van hem, ‘aardkiem’: een entiteit die niet meer anorganisch was, maar ook nog geen mens. Op dezelfde Tempelberg, waar ook later nog zoveel gedenkwaardige gebeurtenissen zouden plaatsvinden, blies hij het embryonale wezen in het zevende uur de ziel in, waarna hij Adam (‘Grond’) ten slotte in het achtste uur in het paradijs zette, alwaar deze blijk gaf te kunnen spreken door de dieren namen te geven: ‘chimpansee’, ‘orang-oetan’... In de hemel ruzieden de aartsengelen intussen nog steeds over de wenselijkheid van de mens, maar JHVH zei: ‘Wat praten jullie nog? Hij is al geschapen.’ Ook verder schijnt hij trouwens problemen te hebben gehad met zijn ministers, want volgens sommige bronnen was Adam aanvankelijk zo groot als het hele universum, waardoor zij zich bedreigd voelden. Daarop bracht hij hem terug tot gematigder, zij het nog steeds gigantische proporties. De ook vandaag nog gebruikelijke afmetingen kregen hij en zijn Eva pas na de zondeval. p. 11 Zo komt men steeds meer te weten. Zelf ben ik — beroepshalve — nieuwsgierig naar verdere details over dat geheimzinnige zesde uur. Wat spookte JHVH daar eigenlijk uit? Tussenstadia, ontstaan, vergaan, schemeringen, gedaanteverwisselingen zijn altijd belangwekkender dan wat er al is, nog niet is of niet meer. De overgang in het zevende uur van de organische materie naar de mens, door middel van de goddelijke levensadem, is minder essentieel dan in het zesde uur de overgang van dode naar levende materie. Het verschil tussen een amoebe en een mens is geringer dan dat tussen een kristal,en een amoebe, want dat bedraagt bijkans I00%. (Bijkans? Geen I00%? Wat dan? 99,999...%? Geduld!) Bij die overgang, in het zesde uur, is dus echt iets fundamenteels gebeurd. Wat precies?

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Connie Palmen (1998): I.M.; Amsterdam, Prometheus, pp. 7-10 p. 7 Hij sluit de voordeur van de Reestraat af als ik vanaf de Prinsengracht de hoek om kom. We blijven allebei verstard staan, kijken elkaar aan en zeggen niks. Hij wou naar mij toe en ik naar hem, dat weken we. Zonder me van tevoren te waarschuwen wijkt mijn kringspier uit elkaar en ik doe het in mijn broek. Tegenover me spreidt hij zijn benen, grijpt naar zijn kont en roept verbaasd uit dat hij in zijn broek heeft gepoept. Ik zeg tegen hem dat ik dit keer wel met hem mee naar boven ga. Het is 12 februari 1991, zeven dagen na ons interview. Onder mijn kleren draag ik die dag een veel te wijde boxershort. Anderhalve week daarvoor ben ik gebeld door de producer van zijn radioprogramma, Leonie Smit. Zij vraagt me of ik op dinsdag 5 februari te gast wil zijn in Een Uur Ischa, om door hem geïnterviewd te worden. Mijn eerste boek is twee weken uit, ik heb nagenoeg iedere dag een interview gegeven, ik ben moe en vind het eigenlijk wel goed geweest. Terwijl ik al jaren rondloop met het halsstarrige idee dat Ischa Meijer en ik elkaar op een dag zullen ontmoeten en dat er dan iets tussen ons gebeurt, iets, ik weet niet wat, denk ik dat de tijd er nog niet rijp voor is en ik zeg naar waarheid tegen de producer dat ik op de ochtend van die dag al een afspraak heb met een journaliste van Elsevier, dat het me te veel wordt en ik ‘s middags niet ook nog eens naar Eik en Linde kan komen. Voor het geval ik me mocht bedenken laat de producer haar telefoonnummer achter. Ik leg de hoorn op de haak. In een flits realiseer ik me dat ik me vergis, dat dit wel het p. 8 moment is. Zonder daar verder over na te denken draai ik het nummer dat ik zonet opgeschreven heb en zeg tegen Leonie Smit dat ik toch kom. Ze vraagt waarom ik me bedacht heb. ‘Toen ik de hoorn op de haak legde wist ik dat ik er spijt van zou krijgen dat ik nee had gezegd,’ zeg ik. ‘La Palmen,’ gilt hij me toe als ik de studioruimte van het café binnenkom. ‘We gaan het niet hebben over De wetten hoor,’ zegt hij, terwijl hij mijn hand schudt, ‘we gaan het hebben over die hype rondom jou.’ ‘Ik wil het wel hebben over het boek,’ zeg ik. ‘Daar hebben we al genoeg over gehoord, die mediahype is veel interessanter.’ ‘Maar daar ben je nu zelfonderdeel van.’ ‘Ho ho Palmen, niet zo scherp uit de hoek komen, laat dat maar aan mij over.’ Het programma wordt opgenomen met publiek. Voordat het begint loopt hij op een vrouw toe die op de eerste rij zit en hij fluistert haar vertrouwelijk iets toe. Die is straks verleden rijd, schiet het door me heen. Via de luidsprekers horen we het einde van het nieuwsbericht en de aankondiging van het programma. Cor Galis staat klaar achter de microfoon en houdt met zijn trillende, oude handen de door Ischa volgetikte velletjes papier vast om daarna met een onmiskenbaar eigen sterngeluid de tekst voor te lezen. Afgelopen zaterdag hebben Ischa en ik onze lieve vriend Jac Heijer begraven. Te Halfweg. En volgens de katholieke rite. ‘Wat mij betreft twee premières,’ zei Ischa – tamelijk toepasselijke terminologie; want Jac Heijer was de beste theatercriticus van Nederland. ‘En ook nog een volle bak,’ zei Ischa toen we die kerk te Halfweg betraden. p. 9 ‘Jac was een geliefd man,’ zei ik. ‘Maar zo veel mensen,’ zei Ischa. We schuifelden langs de condoleanceregisters, samen met al die bedroefde vrienden en kennissen en collega’s. ‘Hij was, is en blijft geliefd,’ stelde ik. ‘Natuurlijk,’ zei Ischa, ‘natuurlijk, Cor, maar bij zovelen – kán dat eigenlijk wel?’ We schoven in de kerkbank. Ischa zat naast Olga Zuiderhoek en ik naast Frans Weisz. ‘En ook nog zo beroemd en bekend en goed-in-hun-vak,’ hoorde ik Izzyboy zachtjes mompelen. Toen nam de uitvaartdienst een aanvang, en Ischa en ik waren het er allebei na afloop geheel over eens: zo’n katholieke begrafenis valt qua allure én eenvoud reuze mee. ‘Het is dat ik niet katholiek ben, maar anders –’ zei Ischa. Ik bekeek hem eens tersluiks van opzij, en zag dat hij er eerder bezorgd dan bedroefd uitzag.

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‘Problemen?’ vroeg ik. Izzy zweeg. We stonden inmiddels op de begraafplaats, met al die mensen uit de theatrale en journalistieke wereld. ‘Kop op,’ zei Ik tegen Ischa. ‘Jij kent toch ook een hoop mensen – en het moet wel raar lopen wanneer daar niet een paar van naar jouw begrafenis komen,’ zei ik ineens. ‘Denk je echt, Cor?’ zei hij, erg hoopvol ineens. ‘AI is het maar om elkaar te zien,’ zei ik. Hahaha! Het was koud, erg koud. En toch hadden we geen zin in de traditionele koffie-met-cake-na-afloop. We liepen na afloop meteen naar mijn auto, en Ischa zei kordaat ‘En nu naar de eerste de beste supermarkt, Corrieborrie.’ Daar aangekomen, kochten we een bende boodschappen die we helemaal niet nodig hadden. En pas toen mochten we van Izzy koffie gaan drinken, in een klein cafeetje in de Amsterdamse Jordaan. En pas toen zei ik het volgende. ‘Ischa,’ zei p. 10 ik, ‘Ischa, als er wel iemand is die zich een bult zou lachen om jouw jaloezie op zijn begrafenis — nou, dan is het wel Jac Heijer, die we zojuist begraven hebben. Godallemachtig, wat zou die gelachen hebben om dat kleinzielige gedrag van je.’ ‘Dan heb ik hem dus toch nog een plezier gedaan,’ zei Ischa, en vroeg de kastelein om een dubbele calvados. En toen wist ik even niet wat nu precies te zeggen. Zo veel ego, zo veel dadendrang, zo kinderlijk, zo naïef en zo geraffineerd tegelijkertijd. ‘Op mijn begrafenis,’ zei Ischa vrolijk — en hief het glas. ‘Van harte,’ zei ik. En wat hebben we toen gelachen — samen met Jac Heijer. Alsof er niets gebeurd was. Hee, sonnyboy, knal dat lied eruit, en zing, zing, zing! Gekleed in een spijkerbroek, streepjeshemd en jasje staat hij wijdbeens achter de microfoon en hij sluit zijn ogen als hij met een onverwachte zorgvuldigheid en tederheid de eerste zin van Let’s Face the Music and Dance zingt: ‘There may be trouble ahead.’ Soms doet hij een poging om het publiek in de ogen te zien, maar dat gaat hem slecht af, daar is hij te verlegen voor. Ik word heel rustig als ik zo naar hem kijk. Ik weet niet waar ik de overtuiging vandaan haal, maar ik heb haar en ze is heel groot: ik weet dat daar mijn man staat. Verder kan ik me er nog niks bij voorstellen.

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Renate Dorrestein (2003): Álbum de familia; Barcelona, Anagrama; traducido por Catalina Ginard Ferón, pp. 13-16 p. 13 FRITS ESTUDIANTE, OTOÑO DE 1956 O 1957 Ya éramos cuatro cuando nació Ida, una noche de verano insólitamente fría. Gracias a la luna casi llena, a las dos de la madrugada había aún tanta luz que podíamos contar las pecas de nuestras respectivas narices. Habíamos decidido quedarnos despiertos hasta que oyéramos el primer grito del recién nacido. Nos habíamos llevado patatas chips y Coca Cola al cuarto de la buhardilla y nos habíamos puesto los pijamas de franela que más abrigaban. Yo me había instalado cómodamente con un montón de cojines sobre la cama de Kester. Para matar el tiempo, leíamos, él y yo juntos, un cómic de Batman. Kester me daba un codazo en las costillas cada vez que me tocaba pasar página. Nuestra hermana Billie estaba sentada como de costumbre delante del espejo que había junto al armario, concentrada en cortarse las puntas abiertas de su larga melena negra con unas tijeritas para las uñas. Y Carlos estaba de pie en su cunita, cantando de excitación y muerto de sueño, con su barriga redonda que sobresalía por encima de los pañales caídos. Lo llamábamos Carlos porque, de bebé, era el vivo retrato del fideo de Inglaterra, el príncipe Carlos. Las vacaciones de verano llegaban a su fin; aún lo recuerdo con exactitud. Cada noche, entre los dedos de los p. 14 pies, teníamos unas garrapatas gordas y tenaces que, según Billie, había que arrancar girando en sentido contrario al de las agujas del reloj, pues, si no, podías contraer la enfermedad de Lyme. Aquel día habíamos recogido arándanos y aún teníamos los dientes azules. Sólo Kester se los había cepillado. Últimamente, mi hermano estaba librando una encarnizada batalla contra la suciedad del mundo. Cada día se lavaba los sobacos y la cara, pero aun así seguía apestando, y siempre tenía el aspecto de un periódico viejo y manoseado. Para demostrarle que a mí eso no me importaba, me reclinaba de vez en cuando en él mientras leíamos. Estaba sentado sobre su colcha roja, con las piernas cruzadas y los pies escondidos debajo del cuerpo. Desde hacía poco tenía unos pelos negros y tiesos en los dedos de los pies, de los que se avergonzaba a más no poder. Sin esperar a acabar Batman, recogió del suelo la lima de Billie y empezó a hurgarse con ella entre las uñas. Nuestras camas estaban pegadas a las cuatro paredes de la habitación: cada uno de nosotros tenía su propio dominio. A veces, cuando nos peleábamos, trazábamos una línea con tiza sobre el entarimado para delimitar nuestro territorio, o metíamos debajo de las sábanas de los demás las asquerosidades blandas que encontrábamos en el estanque. —¿Tardará aún mucho? —preguntó Billie mientras se sentaba a mi lado. Kester dobló la lima hacia atrás con el pulgar y luego, con un zumbido, la lanzó hacia Billie. —¿No tenemos que poner agua a hervir? —Esto no es El Gran Chaparral —dijo mi hermana rascándose con aburrimiento la pantorrilla. Nos quedamos un tiempo sentados juntos en silencio, demasiado cansados para pensar algo nuevo con que entretenernos, hasta que Kes dijo: —No tienes por qué amarme, Escarlata, pero bésame. p. 15 Billie exclamó: —Oh, Rhett! Darling! Don t get killed! —Se dejó caer de espaldas, retorciéndose las manos y gimiendo. Luego se levantó de un salto y dijo : Espera, ahora pensaré una para ti. —Casablanca —le dije a Carlos, que golpeteaba los barrotes de su cuna. Billie y Kes se rieron, yo no sabía de qué. La melena de Billie se balanceaba sobre sus hombros y percibí el olor de los calcetines de Kester. Y, por una u otra razón, mi corazón dio un salto como el péndulo de un viejo reloj que ha estado parado durante mucho tiempo. Qué verano tan miserable. Todo había empezado con el accidente de Carlos, o no, ya antes, por supuesto. El domingo de Pascua, cuando mi padre había anunciado, después de que buscáramos los huevos de Pascua, que la familia iba a aumentar. Se quitó las gafas y se las puso otra vez, uno de sus tics cuando no lograba encontrar las palabras adecuadas, y nos miró uno por uno con una mezcla de triunfo y timidez. Tuve la sensación de que teníamos que darle la mano para felicitarle.

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Estábamos todos sentados en la cocina, listos para empezar el desayuno de Pascua. Mi madre dijo: —Pensad un nombre. —¡Ramona! —exclamé enseguida. Eso era lo que cantaban los Blue Diamonds: ¡Ramona! ¡Ramona! ¡Uhuh! —¿Y si resulta que es niño? —preguntó Kester. Asustada, empecé a morderme la punta de un mechón: ¿es que Kester no quería otra hermana? Billie dijo indignada: —Ya no nos queda sitio en la buhardilla. Si llega otro, yo quiero mi propia habitación. —Venga, cariño —dijo mi madre sin demasiado convencimiento. —¡Tengo quince años! —exclamó Billie, como si eso ex- p. 16 plicara algo. Todos la miramos asombrados—. ¡Necesito un poco de privacidad! —¿Que necesitas qué? —preguntó Kester. Más tarde, le pregunté a mi madre qué podía significar la petición de Billie. —No lo sé exactamente, Ellen —me contestó—. Seguramente que os estáis haciendo mayores. En mi diario anoté, ofendida, que no me gustaban «semejantes respuestas abstractas». Me encantaba ese tipo de expresiones, y por eso no podía soportar que Billie, que no pasaría de graduado escolar, utilizara una palabra antes de que yo la hubiese introducido en nuestra familia. Después de las vacaciones de verano me tocaba empezar el bachillerato. Traduciría a Livio y a Homero. «¿Existía la “privacidad” ya en la antigüedad, o se trata más bien de una idea moderna?», escribí en mi diario. Casi siempre sacaba un diez con mis redacciones, aunque yo sospechaba que era porque el maestro tenía que consultar constantemente el diccionario para poder entenderlas. A decir verdad, mi inteligencia me causaba, también a mí, frecuentes quebraderos de cabeza. «¿Somos lo que pensamos? », escribí en mi diario, y sinceramente esperaba que no. Todos estábamos orgullosos de nuestra casa, con su olor a papel amarillento y sus archivadores que llegaban hasta el techo. En aquella época aún era una bonita casa de campo al viejo estilo, antes de aquella maldita renovación, con una acera y un pasillo embaldosado, y una cocina en el semisótano. Nos bastaba verla para sentirnos felices y seguros cuando nos acercábamos en bicicleta por la silenciosa alameda bordeada de robles, que desembocaba, después de una suave curva, en un picadero rústico. Había tan poco tráfico que en invierno podíamos deslizarnos en trineo en plena calle. En realidad, es increíble que tan sólo haga veinticinco años de eso. La mayor parte de nuestra casa estaba ocupada por el archivo y, por tanto, quedaba totalmente descartado que vaciaran una de las habitaciones para dársela a Billie: por amor del cielo, ¿dónde habríamos metido entonces las carpetas? El único lugar que no había sido invadido por la agencia de recortes de prensa de mis padres era el sótano que había debajo de la cocina, pues era demasiado húmedo.

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Karel Glastra van Loon (2001): Pasión; Barcelona, Grijalbo Mondadori; traducido por Marta Arguilé Bernal, pp. 11-16 p. 11 1 Conducimos en silencio hasta el hospital. Ellen va al volante, yo voy contando las líneas del camino. La carretera está llena de coches en pie de guerra. Ellen conduce primero muy de prisa, luego muy despacio. No pone los indicadores. No digo nada. Del arcén brotan vallas publicitarias. THE FUTURE IS HERE ¿QUE HACE FELIZ A UN EMPRESARIO? —Dinero —digo. —¿Qué? —No, nada. Aparcamos en el vientre de hormigón de la ciudad hospital. Andamos por calles cubiertas llenas de gente con chándal que empuja sillas de ruedas. En una plaza en la que flota un olor de aceite de fritura y flores marchitas, una orquestina de cuerdas toca música gitana. —A la izquierda —digo. —Ahí está el ascensor —dice ella. Miro su imagen reflejada en un cristal. La tensión hace que el color desaparezca de sus labios. —No me hago responsable de mí misma... —había dicho. —Si nos dicen lo que me temo... Lleva semanas sin acabar las frases. p. 12 —Siéntense —dice el médico. Y en cuanto nos hemos sentado—: No tengo buenas noticias para ustedes. Veo a Ellen ponerse rígida. Mete la barbilla contra el pecho, mira fijamente al suelo. —Y en especial para usted, señor. Su espalda se yergue, alza la barbilla. Lo veo por el rabillo del ojo. Por un momento vuelve la cabeza hacia mí. De pronto me doy cuenta de que he sudado mucho; la ropa, empapada y fría, se me pega al cuerpo. —Es usted estéril. Y no sólo no hay nada que hacer al respecto, sino que además, y supongo que esto será una sorpresa para usted, siempre lo ha sido. Lo primero que siento, al menos el primer sentimiento del que soy consciente después de que hayan sido pronunciadas estas palabras, es alivio. Por lo visto se trata de un grotesco error. Hay historiales clínicos intercambiados, resultados de análisis mal anotados; hay alguien con el mismo nombre, alguien que en este preciso instante, en otro consultorio, está oyendo los resultados de mí exploración: «No tiene usted ningún problema, señor. Su esperma está en perfecto estado.» —¡Pero eso es imposible! —digo—. ¡Tengo un hijo, un chico de trece años! Se produce un largo silencio en la habitación. Nada se mueve. Nadie se mueve. La ciudad hospital entera, de hormigón, acero y vidrio, las cajas de los ascensores, los pasillos, los oscuros espacios entre los pisos, llenos de tubos que golpetean, zumban y suspiran, las salas llenas de camas de convalecientes y moribundos, los visitantes y los médicos, los estudiantes y los auxiliares, todos contienen la respiración. El presente se detiene, porque justo detrás de ese presente, el pasado estalla. Ellen mira al médico. El médico me mira a mí. Yo miro la fotografía enmarcada que está justo detrás de su cabeza: un chico y una chica en esquís, con las montañas nevadas de fondo bajo un cielo intensamente azul. p. 13 Sé que después las cosas han vuelto a la normalidad. Que hemos hablado del asunto como adultos que somos. Y que, a continuación, hemos regresado a casa, Ellen y yo, por las mismas carreteras, por las mismas vallas publicitarias, por el mismo tráfico con afán de guerra. Lo sé, pero no lo recuerdo. Lo único que recuerdo es lo que ella me preguntó al doblar la esquina de la calle donde vivimos. Preguntó: «Quieres contárselo a Bo? ».

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¿Quiero contárselo a Bo? Sólo quiero una cosa: que lo que se ha dicho no se hubiera dicho, que lo que ha sucedido no hubiera sucedido. Es un deseo inútil, lo sé, pero aun así, no puedo contenerme. Contenerlo sería peor. Así que revoco viejas decisiones, me desdigo de lo que antes dije. Reconstruyo el pasado reciente para rescatar un pasado más antiguo. Donde antes dije «sí», ahora digo «no». Donde decidí actuar, ahora decido no hacer nada. Donde cedí a su deseo, creyendo que también era el mió, ahora lo rechazo. —No, no quiero tener un hijo contigo. Ya tengo un hijo y a mí me basta. Que también te baste a ti. Sé que con ello estoy poniendo en juego nuestro amor, que no habrá futuro para nosotros si me empeño, y aun así lo hago. Ahora sí. Porque más difícil que vivir sin futuro es vivir sin un pasado. p. 15 2 Así pues Bo no fue engendrado en una fresca noche veraniega en el asiento del acompañante de un Renault 5. Así pues no ha heredado de mí la barbilla, que sobresale un poco hacia delante, como si la mandíbula inferior estuviese mal encajada. Los ojos sí son del mismo color que los de Monika, pero no es cierto que tengan la forma de los míos, como afirmaban todos los que la conocían a ella. Que su pie izquierdo calce medio número menos que el derecho, justamente igual que yo: ¡casualidad! Hay un texto en uno de los apócrifos de la Biblia del Evangelio de Felipe en el que pienso a menudo últimamente: «Los hijos que da a luz una mujer se parecen a aquel que ama a ésta. Si se trata de su marido, se parecen al marido; si se trata de un adúltero, se parecen al adúltero». En alguna ocasión, hará unos seis años, le leí este texto a Bo. Estábamos sentados a la mesa de madera de la cocina, con láminas grandes de papel de dibujo y lápices bien afilados en una pirámide de luz. Le estaba dibujando a Bo la Casa del Saber. Primero el piano y después las vistas frontal y lateral. —La habitación delantera de la Casa del Saber —le dije a Bo— es la Cámara del Conocimiento Real. Ahí se hallan todas las cosas que ya sabes ahora. Detrás hay una habitación mucho más grande: la Cámara de lo Posible, de todas las cosas que aún pue- p. 16 des llegar a saber si vives lo suficiente y sigues sintiendo curiosidad. Bo hizo rodar un lápiz sobre la mesa. Junto a las habitaciones delantera y trasera había un espacio cuyo muro exterior no había dibujado. —Ésta es la Cámara Oscura de Dios —le dije—. Nadie conoce su extensión. Cada haz de luz que penetra en el interior se extingue inmediatamente. Sólo consigues atisbar algo si te tomas el tiempo suficiente para acostumbrarte a la oscuridad. Entonces, muy de cuando en cuando, durante un breve instante, percibes cosas que jamás habrías imaginado posibles. —Hay personas que se asustan tanto de lo que ven allí que se apresuran a cerrar la puerta de un portazo y no regresan jamás. Y hay otras que se aficionan tanto a ella que nunca o casi nunca vuelven a salir al exterior. La Cámara Oscura de Dios es la habitación más hermosa de la casa pero también la más peligrosa. La Casa del Saber tenía un amplio desván al que yo llamaba el Trastero del Conocimiento. «Ahí puedes encontrar las cosas más estrafalarias. Cosas divertidas e inútiles, como la Teoría de la Tierra Plana y las Diez Reglas de Oro para Muchachas Burguesas. Pero también hay cosas maravillosas y prácticas como la Santa Geometría y el Evangelio de Felipe. »

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Arnon Grunberg (2000): Figurantes; Barcelona, Grijalbo Mondadori; traducido por Julio Grande Morales, pp. 11-14 P. 11 EL AVARO Soy el avaro: corredor de chabolas. En el invierno de 1995, empecé por primera vez a reflexionar sobre mí mismo como avaro. Ya antes había reflexionado sobre mí mismo como latin lover y como bailarín de tango. Incluso llegué a frecuentar durante unos dos meses un curso de tango. Por aquella época, me ofrecieron la devolución del dinero del curso si prometía no aparecer nunca más por la clase de tango. Hice use de la oferta. También he reflexionado sobre mi mismo como escribiente que llegaría muy alto, como estrella de cine, como editor, como viticultor que se bebe su propio vino, como corredor de Bolsa, como puta, como cómico, como director de cine casado con una actriz veinte años menor, como estafador, como escritor, como donjuán, como candidato al suicidio, como judío con gafas, como amante de Frederika Steinman, como campeón del mundo de futbolín, como amigo de Broccoli, como secretario de la Asociación de Genios, como miembro secreto de la operación Brando, como amante de Elvira López, como la brisilla primaveral de Elvira López, como la tarjeta de crédito ambulante, parlante y cantante de Elvira López, como masajista de Elvira López con dos manos izquierdas, como padre de los hijos de Elvira López... y luego, en el invierno de 1995, por primera vez, al fin como avaro. No puedes ni imaginarte la de cosas que he pensado ser. Al final de tu vida, probablemente comienzas a reflexionar sobre ti mismo como cadáver P. 12 ambulante, pero todavía no he llegado a ese punto. Aunque supongo que no será nada agradable. Alguien me llamo por teléfono y dijo: «¡Vaya avaro que estás tú hecho!». Era un productor de cine. Yo pensé: Sí, eso es exactamente lo que soy, un avaro. «Tiene razón —dije—, usted tiene toda la razón del mundo.» Más tarde, le escribí además. «No hay nada que me inspire tanto como el dinero. Mi tema de conversación favorito es el número de mi cuenta corriente, mi canción es una oda al dinero y, cuando quiero que me canten una nana para dormir, escucho en la radio los tipos de cambio. Cuando penséis en mí, pensad también un poquito en dinero porque, cuando yo pienso en vosotros, también pienso en dinero». Una vez terminada la carta, abrí la ventana y grite a la calle: «Soy el avaro, el avaro is back in town!». No es que nadie me prestara atención, porque en mi calle había un estruendo de camiones desde las seis de la mañana hasta las ocho de la tarde y ese estruendo ahogaba cualquier ruido. Ni siquiera colgándote de la ventana con un megáfono podías superarlo. Debido a esos camiones, se me metía un polvo negro en el piso, incluso cerrando la ventana. Al principio intentaba quitarlo de las paredes frotando con una esponja, pero dejé de hacerlo. Una vez lo comenté con el exterminador de cucarachas que se presenta en mi casa todos los miércoles por la mañana, a las once. Es muy puntual. Un hombre simpático. Siempre tenemos una breve charla. Él dice: «Tú eres la única persona normal en todo el edificio». Él ha de saberlo bien, ya que entra en todas esas casas. En el contrato de alquiler figura: «Usted está obligado por ley a permitir el acceso al apartamento al funcionario de la lucha contra las cucarachas». Siguiendo el consejo de un amigo, asistí a una terapia de grupo; aunque no es que me sintiera realmente enfermo. Al contrario. Pero él decía: «Eso es muy normal en Estados Unidos; esas terapias no son solo para personas enfermas. Todo el mundo lo hace: gerentes, catedráticos, artistas y personas de mucho éxito; no es algo de lo que avergonzarse». P. 13 —Además —continuaba—, luego empezarán a decir que estás loco porque afirmas que tu tema de conversación favorito es tu número de cuenta corriente y porque piensas que eres el avaro. Eso no les gusta. Acabarás en la cloaca o en un manicomio. Allí podrás seguir gritando por la ventana que eres el avaro. Y, créeme, los manicomios en Estados Unidos no son cosa de broma. —Esto último es decisivo —dije yo. Desde luego, no era decisivo realmente. Durante los primeros veinticinco años de mi vida no había dado con mis huesos en un manicomio. Tendrían que ocurrir muchas cosas desmadradas si quería dar con mis huesos en un manicomio en los próximos veinticinco años. Asistí a la terapia de grupo cuatro miércoles por la tarde. En un precioso edificio antiguo de una calle en la que los camiones no pasaban retumbando catorce horas al día. Allí tuve mi primer contacto con el

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subconsciente colectivo; en esa terapia de grupo. La mujer que llevaba las riendas nos decía que debíamos imaginarnos el subconsciente colectivo como una gigantesca tarta de manzana y que, en la cabeza de cada persona, había una ración de esa tarta de manzana. La semana siguiente tuvimos que contar un sueño. Yo conté –aunque no lo había soñado, no recordaba haber soñado jamás– que había soñado que era general de un ejército. Un ejército que yo mismo había creado. Era el Ejército de las Personas Ridículas. Desfilaban por la Quinta avenida todos los días laborables de seis a ocho, conmigo a la cabeza. Yo llevaba un megáfono y gritaba: «Este es el Ejército de las Personas Ridículas! ¡Hacemos un llamamiento a otras personas ridículas para que se unan a nosotros! ¡Hombres o mujeres, jóvenes o viejos, guapos o feos, cualquiera que sea el tipo de religión que se profese, todo el mundo puede unirse al Ejército de las Personas Ridículas! ¡Todos los días laborables de seis a ocho desfilamos por la Quinta avenida y saludamos con los paraguas a otras personas ridículas! Eso es todo lo que queremos! ¡Queremos saludar a las restantes personas ridículas con paraguas! ¡Todos los días laborables de seis a ocho!». P. 14 El grupo estuvo analizando mi sueño durante una hora. Era igual que una jauría de perros hambrientos que se abalanzaran sobre un hueso. El subconsciente colectivo salío a relucir de nuevo en forma de tarta de manzana y no tuve más remedio que pensar en Broccoli. Si alguien había tenido pocas contemplaciones con el subconsciente colectivo, ese había sido él. Sin embargo, es raro que pensara en él. En realidad, quería pensar en cualquier otra cosa que no fuera ni él y ni Elvira. Elvira tendrá ahora seguramente un hombre con una moto. Ella quería un hombre con una moto en cuya parte de atrás pudiera sentarse. Las motos la volvían completamente loca, sobre todo las que llevaban sidecar. Elvira decía: —Desde luego que no es ningún requisito indispensable, pero lo haría todo más fácil. —¿Qué? —preguntaba yo. —Bueno —decía ella—, que mi hombre tuviera una moto con sidecar. Avaro puedes seguir siéndolo hasta el final de tus días. Quiero decir, amante de Elvira López o campeón del mundo de futbolín o maníaco sexual no; eso está claro.

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Harry Mulisch (2001): El procedimiento; Barcelona, Tusquets; traducido por Isabel-Clara Lorda Vidal, pp. 11-14 p. 11 Documento primero El hombre Sí, claro, podría ir directamente al grano y empezar con una frase como: «Sonó el teléfono». ¿Quién llama a quién? ¿Por qué? Conviene que sea algo importante, porque de otro modo no daría lugar a la apertura del expediente.¡Suspense! ¡Acción! Pero no, esta vez no puede ser así. Al contrario. Antes de que algo pueda cobrar vida, es preciso que ambos nos preparemos mediante la meditación y la oración. Quien desee ser cautivado de inmediato con el propósito de matar el tiempo, que cierre este libro ahora mismo, encienda la televisión y se recueste en el sofá como si fuera una bañera de espuma caliente. Antes de proseguir con la escritura y la lectura, ayunaremos durante un día, nos bañaremos en agua pura y cristalina, y a continuación nos envolveremos en un traje de finísimo hilo blanco. He desconectado el teléfono y el timbre de la puerta, y le he dado la vuelta al reloj que tengo sobre el escritorio; todo en mi cuarto de trabajo aguarda los acontecimientos venideros. Las primeras palabras luminosas han aparecido en el azul ultramarino de la pantalla del ordenador, mientras fuera el sol poniente del otoño ilumina la plaza con su luz cegadora. Al oeste, unos raíles de tranvía manan del llameante cielo como mana el oro fundido de un alto horno; por entre los árboles negros aparecen coches que emergen del caos y se sumergen en él, la gente camina a la cabeza de sombras de varios metros. La posición del sol en mi habitación me permite saber la hora: la luz entra sesgada, son las seis, hora punta, para la mayoría de la gente ha concluido la jornada laboral. p. 12 El origen del hombre fue un asunto complicado. Aún hoy no lo tienen claro ni los biólogos ni los teólogos. Es más, en la Biblia esta criatura se crea dos veces, y hasta cierto punto, tres. Según el Génesis, 1,27, durante el sexto y último día de la Creación sucedió lo siguiente: «Dios creó, pues, al hombre, a su imagen, conforme a la imagen de Dios lo creó, y lo creó macho y hembra». Esto demuestra que eran dos; a continuación dice Dios: «Creced y multiplicaos». El hombre era, en efecto, Adán, pero la mujer no era Eva, porque nuestra primera madre no vio la luz de la vida hasta más adelante, largo tiempo después de la semana de la Creación; no fue creada como un ser independiente, sino formada de una costilla de Adán. Este estaba entusiasmado con su compañera, porque en el Génesis, 2,23, dice: Esta vez sí, es hueso de mis huesos y carne de mi carne ¡Esta vez sí! Lo que viene a corroborar de nuevo que Eva fue su segunda mujer. Pero, entonces, ¿qué pasa con la primera? ¿Quién fue? Los especialistas, por suerte, han logrado descubrirlo: Lilit. Muy segura de sí misma, porque había sido creada tan independiente como Adán, Lilit no quería someterse a su compañero. Ello explica que la ruptura de la pareja se debiera a un desacuerdo acerca del modo de «multiplicarse»: ella no quería ser la parte que yaciera debajo. En este conflicto erótico técnico intervino probablemente el hecho de que Adán aún llevaba a Eva en el interior del cuerpo y que, por consiguiente, debió de ser un tipo algo afeminado en esta fase de su vida. En todo caso, la crisis se agudizó y, al cabo, Lilit hizo algo terrible: blasfemó. Es decir, pronunció el impronunciable nombre de setenta y dos letras de JHVH, se transformó al instante en un demonio y echó a volar. JHVH envió de inmediato tras ella a los ángeles SNVJ, SNSNVJ y SMNGLPH, quienes la interceptaron sobre el mar Rojo. No lograron eliminarla. Desde entonces Lilit persigue a los hombres solteros y estrangula a los niños en el lecho del parto. En definitiva, p. 13 Lilit es en todos los sentidos lo contrario de la posterior Eva, la primera madre, que, gracias a su forma de venir al mundo, hizo de Adán un hombre de verdad. Sin embargo, para entonces –después de la semana de la creación, se entiende– este Adán había sido creado por segunda vez. Quien aún disponga de una Biblia (y si no que se acerque al hotel más próximo y mire en alguna mesilla de noche) puede leer en el Génesis, 2,7: «Entonces formó, JHVH al hombre con barro de la tierra e inspiró, en sus narices aliento de vida y fue el hombre alma viviente». A diferencia de la primera vez, ahora se nos ofrecen detalles más concretos, aunque insuficientes para lo que nos interesa saber. Afortunadamente disponemos de otras Fuentes además de la Biblia. Sin diferenciar entre la primera y la segunda creación, algunos especialistas han reconstruido a través de los siglos el desarrollo de los acontecimientos, hora por hora, en el sexto y último día de la Creación,

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aunque los horarios que proponen no coinciden. Según uno de esos eruditos, Adán habría aparecido a primera hora en los pensamientos de JHVH. A segunda hora, éste comentó su ocurrencia con el gabinete de arcángeles. Algunos lo consideraron una buena idea, otros se manifestaron en contra; a tercera hora, mientras los ángeles aún debatían y disputaban, JHVH procedió a reunir tierra roja, negra, blanca y parda. No eligió una arcilla cualquiera, claro está, sino la más fina de cada latitud, y en especial la del lugar en que posteriormente se levantaría el Templo de Salomón. Mezclándola con el agua más pura, hizo a cuarta hora el barro. A quinta hora formó, el cuerpo de Adán. A sexta hora hizo de él un golem, un germen de tierra , una entidad que, sin ser ya inorgánica, tampoco era hombre todavía. A séptima hora, en la Montana del Templo, donde más adelante aún tendrían lugar no pocos sucesos memorables, le insufló a esa criatura embrionaria el alma y, finalmente, a octava hora, depositó a Adán (Tierra) en el paraíso, donde éste dio prueba de saber hablar al poner nombre a los animales: chimpancé , orangután ... p. 14 En el cielo, entretanto, los arcángeles seguían discutiendo acerca de la conveniencia de la creación del hombre, pero JHVH intervino diciendo: «¿De qué estáis hablando? El hombre ya ha sido creado». Al parecer, no fue éste el único problema que le enfrentó a sus ministros. Éstos se sintieron amenazados, porque, según se desprende de ciertas fuentes, en un principio Adán fue tan grande como todo el universo. De modo que JHVH decidió reducirlo a unas proporciones más moderadas, aunque no por ello menos gigantescas. Hasta después de la caída no adquirieron él y Eva el tamaño normal de un ser humano. De esta manera llega uno a saber cada vez más. Personalmente –y a título profesional– siento curiosidad por conocer más detalles de lo que sucedió durante aquella misteriosa sexta hora. ¿Qué estaría haciendo JHVH? Las fases intermedias, el nacimiento, la muerte, los crepúsculos, las metamorfosis resultan siempre más interesantes que lo que ya existe, aún no existe o ha dejado de existir. La transición de la materia orgánica a hombre, que se produjo a séptima hora mediante el soplo de vida divino, es menos esencial que la transición de la materia muerta a la viva, acontecida a sexta hora. La diferencia entre una ameba y un hombre es menor que la que existe entre un cristal y una ameba, pues estos últimos se diferencian prácticamente en un 100%. (¿Prácticamente? ¿No el 100%? Entonces, qué? ¿El 99,9999...%? ¡Paciencia!) En esa transición acaecida a sexta hora ha sucedido, por tanto, algo verdaderamente fundamental. ¿Qué exactamente?

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Connie Palmen (1999): In Memoriam; Madrid, Debate; traducido por Germán Patricio-Anson, pp. 7-10 p. 7 Ischa cierra la puerta de la calle en la Reestraat de Amsterdam justo cuando acabo de doblar la esquina del Prinsengracht. Ambos nos quedamos paralizados, nos miramos uno al otro y no decimos nada. A él le gustaría acercarse a mí y a mí me gustaría acercarme a él, eso lo sabemos los dos. Pero sin avisarme de antemano, se me revuelven las entrañas. Frente a mí Ischa abre las piernas y exclama sorprendido que a él también se le han revuelto las tripas. Le digo que esta vez sí voy a subir con él a su casa. Es el 12 de febrero de 1991, una semana después de nuestra entrevista. Bajo mis ropas, ese día llevo puestos unos calzoncillos de boxeador demasiado anchos. Una semana y media antes me llama la productora de su programa de radio, Leonie Smit. Me pregunta si el martes 5 de febrero quiero ser la invitada en Una hora con Ischa, para que me haga una entrevista. Mi primera novela, Las leyes, lleva ya dos semanas en la calle, voy prácticamente a entrevista por día, estoy cansada y, la verdad, me parece que ya está bien. Pese a que he vivido muchos años albergando la tozuda convicción de que algún día Ischa Meijer y yo nos conoceríamos, y que entre nosotros dos surgiría algo (algo, no sé muy bien qué), me da la impresión de que el momento aún no está maduro y le digo a la productora, sin faltar a la verdad, que ese mismo día por la mañana he quedado con un periodista del semanario Elsevier. Aquello ya se me antoja excesivo, y no voy a poder ir esa misma tarde también a Eik en Linde, el café donde graban el programa. Por si acaso me lo volviera a pensar mejor, la productora me deja su número de teléfono. Vuelvo a colgar el auricular. De pronto, me doy cuenta de que me estoy equivocando, de que éste sí es el momento. Sin pensármelo dos veces, marco el número que acabo de anotar hace un momento y le digo a Leonie Smit que, después de todo, sí puedo ir. Me pregunta por qué he cambiado de idea. p. 8 —Nada más colgar el teléfono comprendí que me iba a arrepentirme haber dicho que no —le contesto. —La Palmen —exclama Ischa cuando entro en el recinto del estudio del café—. Oye, no vamos a hablar de Las leyes —me dice, mientras me estrecha la mano—, vamos a hablar de esa moda que se ha creado en torno a ti. —Pues francamente, yo sí quiero hablar de la novela —le digo. —De la novela ya hemos oído suficiente; es mucho más interesante saber como te has convertido en un fenómeno de los medios de comunicación.. —Pero si tú personalmente eres parte de ellos. —Vamos, vamos, Palmen; no te pongas tan borde, eso déjamelo a mí. El programa se graba con presencia de público. Antes de que empiece la grabación, Ischa se acerca a una mujer que está sentada en la primera fila y le susurra algo al oído, confidencialmente. Esa mujer pronto va a ser historia, se me ocurre pensar. Por los altavoces oímos el final del boletín informativo y la introducción pregrabada del programa. Cor Galis está preparado detrás del micrófono y se aferra con sus manos viejas y temblorosas a las hojas de papel que Ischa ha rellenado hasta los bordes con la máquina de escribir, para leer a continuación el texto, en voz alta, con un timbre de voz propio e inconfundible. El pasado sábado, Ischa y yo asistimos al entierro de nuestro querido amigo Jac Heijer. En Halfweg. Y según el rito católico. —Dos estrenos, por lo que a mí respecta —decía Ischa. Una terminología bastante apropiada, porque Jac Heijer era el mejor crítico teatral de toda Holanda. —Y además un llenazo —dijo Ischa cuando entramos en la iglesia de Halfweg. —Jac era un hombre muy querido —le comenté. —Pero tantísima gente —objetaba Ischa. Andábamos despacio, arrastrando los pies, en la cola de los que iban a dar el pésame, junto a todos aquellos desconsolados amigos, allegados y colegas. p. 9

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—Era, es y será un hombre muy querido —afirmé. —Desde luego —dijo Ischa—, desde luego, Cor, Pero querido por tantos y tantos... ¿es realmente posible una cosa así? Nos acercamos a un banco de la iglesia. Ischa se sentó junto a Olga Zuiderhoek y yo me senté junto a Frans Weisz. —Y además tan conocido, y tan renombrado, y tan entendido en su profesión —oí decir entre dientes, y en voz baja, a Ischa, «el Izzyboy». El servicio del funeral dio comienzo entonces, y, al terminar, Ischa y yo estábamos absolutamente de acuerdo: un funeral católico constituye siempre una maravilla en lo tocante a estilo y sencillez. —Es que, porque yo no soy católico, que si no... —dijo Ischa. Lo miré a hurtadillas, y me pareció que, más que triste, tenía aspecto de preocupado. —¿Problemas? —le pregunté. Izzy guardó silencio. Mientras tanto, ya estábamos en el cementerio, con todas aquellas personas del mundo del teatro y del periodismo. —Venga, hombre —le dije a Ischa—. Pero si tú conoces a un montón de gente... Sería muy de extrañar que, de todos ellos, no acudieran por lo menos unos cuantos a tu funeral —añadí de improviso. —¿De verdad lo crees así, Cor? —repuso él, lleno de repentina esperanza. —Aunque fuera tan sólo para poder verse entre ellos —le dije—. ¡Ja, ja, ja! Hacía frío, mucho frío. Y, a pesar de todo, no teníamos ganas de tomar el tradicional café con pasteles al acabar el funeral. Tras la conclusión nos fuimos enseguida hacia mi coche, e Ischa dijo con decisión: —Ahora vámonos al mejor supermercado que haya, Cor, «¡Corrieborrie!». Cuando llegamos adquirimos un montón de productos y artículos que no necesitábamos en absoluto. Solo entonces Izzy permitió que fuéramos a tomar café en un pequeño local del barrio del Jordaan en Amsterdam. Y entonces comenté lo siguiente: —Ischa —le dije—, Ischa, si hay alguien que se moriría de risa de tus celos por su entierro... sin duda sería el propio Jac Heijer, a cuyo funeral acabamos de asistir. Por todos los santos, cómo se habría reído de ese comportamiento tuyo tan mezquino. —Bueno, pues otro favor más que me debe —dijo Ischa, y le pidió al dueño del café que le trajera un calvados doble. p. 10 Y, en fin, entonces ya no supe realmente qué decir. Tanto ego, tanto ímpetu, tan infantil, tan inocente y tan refinado, todo al mismo tiempo. —Por mi funeral —propuso Ischa alegremente, levantando su copa. —De mil amores —repuse yo. Y de qué manera nos estuvimos riendo entonces... con Jac Heijer. Como si no hubiera ocurrido nada. —Venga, «sonnyboy», elige tu canción y ¡canta, canta, canta! Vestido con unos pantalones vaqueros, una camisa de rayas y una chaqueta, Ischa permanece detrás del micrófono con las piernas muy abiertas, y cierra los ojos cuando canta, con ternura y delicadeza inesperadas, el primer verso de Let s Face the Music and Dance: There may be trouble ahead. A veces realiza un intento por mirar al público a los ojos, pero no le sale bien: es demasiado tímido como para hacerlo. Me siento muy tranquila cuando lo miro. No se de dónde saco tanta seguridad, pero la tengo, y es una seguridad muy grande: sé que ahí delante está mi futuro marido. Pero no soy capaz de imaginar nada más.